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Bueno muchachos

Escribo este correo con algo de cargo de conciencia, ustedes saben tanto como yo que la excusa
del tiempo es cháchara, no cuesta mucho sacar una horita para escribirle a los amigos.
Empecemos con los destinatarios, le escribo a Pablo por ser él, por escribir y por preocuparse por
el devenir de los demás; le escribo a Byron porque siento que su estancia acá apenas la pudimos
aprovechar para medio hablar; y a Natalia porque quedé de escribirle ya que hace un montón que
no se de ella ni ella sabe de mí. No le copio esta misiva a los demás porque ni la van a leer, ni
mucho menos a contestar, y en caso de que lo hagan, lo harán con dos frases ramplonas o con la
bilis que don Oscar no se cansa de destilar.

(Este párrafo se lo puede saltar Byron que ya conoce estos pormenores). Estuve 4 meses en
Medellín viviendo como un copista medieval: estudiaba todos los días, leía y veía películas y los
viernes me tomaba unas copas y me fumaba alguillo con los compañeros antioqueños (al son de
antioqueño). Pero en general allá estuve muy juicioso, en parte por razones presupuestales y en
parte porque no llegué a hacer grandes amigos allá, cosas que pasan. Eso sí, con Ana nos
caminamos toda la ciudad y los alrededores en los que no se lo bajan a uno. El jueves
inmediatamente anterior al vuelo de regreso que era el lunes de la feria de las flores empezó un
congreso mediocre de enseñanza de lenguas extranjeras, cuento esto porque David, un amigo que
Pablo conoce, llegó al susodicho congreso, y ese fue el acabose. Como película de aventuras
adolescentes acababa yo de mandar un correo con el último trabajo de la última materia del
semestre cuando el arriba mencionado me llamó a eso de las 4 de la tarde de ese jueves para
contarme que se había salido del congreso porque era una mugre y para decirme que se quería
tomar una cerveza ya que se estaba asando. Nos encontramos en el centro de Medellín y allí
empezó un carrusel que solo acabaría el lunes cuando nos subimos al avión. Esa noche bebimos
como locos, estuvimos en un lupanar de lujo, nos manosearon unos travestis, y decidimos irnos
para el barrio donde yo vivía para tomarnos una última cerveza antes de ir a dormir, pero en la
tienda conocimos a unas personas y la fiesta se alargó… Nos despertamos al otro día en una casa
desconocida (David creía que era el lugar en el que yo vivía), nos habían robado los celulares,
sospecho que el mismo gañán que nos dio posada y cuya hermana me manoseó, pero a cambio
nos dejaron dormir, cosas que pasan. Ese viernes seguimos bebiendo en una tienda cercana,
probablemente patrocinados por nuestros celulares y con unos personajes que a la luz del día no
se veían muy recomendables; yo me fui a la última clase del semestre y en la noche nos
encontramos con David y fuimos a una suerte de despedida de clase, nuevamente corrieron ríos
de antioqueño, recorrimos en taxi media ciudad para que un man pudiera comerse a una amiga de
una amiga y a la madrugada nos echamos a dormir (David hace horas había fallecido en la calle,
echado junto a un loco y tocó llevarlo como un muerto hasta mi casa). El sábado, con más guayabo
moral que físico estuvimos metidos en casi todos los medios de transporte paisas buscando la
maleta de David, que se había quedado en el lugar de la fiesta y que se la había llevado una vieja,
no sé para qué, hasta el otro extremo de la ciudad, cosa que nadie se preocupó en avisarnos. Ese
sábado cuando por fin recuperamos la maleta estábamos agotados, pasamos por la casa de Ana,
compramos una docena de cervezas y nos sentamos calmadamente en el famoso parque Lleras a
bebérnoslas, a ver viejas muy buenas y a odiar traquetos. Al terminar, el plan nuevamente era
llegar a mi casa y echarnos a dormir, pero de nuevo compramos una última cerveza en el barrio y
cuando la estábamos terminando frente a la casa llegó en taxi y en una monumental borrachera
otro inquilino de la casa que es bogotano y que apenas llevaba una semana en la ciudad. Se trata
de un señor de unos cincuenta años que trabaja para la UN en la adecuación de escenarios
deportivos, seguramente nos lo cruzamos alguna vez en la sede de Bogotá, que había sido
trasladado a la sede Medellín. Hasta esa noche nadie en la casa sospechaba que fuera un
parrandero de amplias miras, pero esa noche dejó por el piso a los antioqueños: nos llevó a un bar,
trabó amistad con otra mesa, apostó, se hizo pagar una botella de aguardiente, luego pagó otra,
luego cerraron el bar y nos fuimos para un estanco, allí terminamos bebiendo con unos pelados
medio ñeros, medio gays (así son ahora), el caballero empezó a pedir hierba, le consiguieron, le
ofrecieron popper (no sé cómo se escribe), nos volvimos locos, sin lo inmediatamente anterior, y
llegamos a la casa hacia las 6 de la mañana. Nos estaba esperando la dueña emberracada porque
el caballero había dejado la puerta abierta de par en par (así estaba de emparrandado). Ese
domingo al mediodía, vueltos mierda, nos encontramos sorprendidos contando las últimas
monedas para pagar los buses para llegar al aeropuerto y para lograr llegar acá en Bogotá al
barrio, no hicimos nada más, nos daba miedo salir. Mi reputación en la casa se fue al piso, me
enteré de que me llamaban “el traductor” y de que me tenían por una persona brillante y seria
(que no está tan lejos de la realidad). El lunes salimos para el aeropuerto con un déficit de mil
pesos que eran los de los pasajes hasta el Quiroga y que no creíamos nos fueran a dejar regatear
dadas las abultadas maletas y las pintas de turistas europeos. Ya en el aeropuerto pasó algo casi
milagroso, estábamos registrándonos cuando David vio en el piso un billete de mil pesos
¡exactamente lo que nos faltaba!, y con eso logramos llegar a casa.

Acá en Bogotá no me demoré mucho en retomar las rutinas de siempre, no pude compartir mucho
con Byron, pero igual disfruté mucho de su compañía. Dos semanas después de estar reinstalado,
un carro me tumbó estando en la bicicleta y aunque inicialmente pensé que apenas eran un par de
contusiones, una en la muñeca y otra en el tobillo izquierdos, esa noche el dolor y la inflamación
convencieron a mi madre de que era algo más y me obligó a ir a urgencias, efectivamente me
había fracturado el radio, probablemente al caer con todo el peso del cuerpo sobre la mano.
Estuve un mes con férula, bañándome como un loco con una bolsa, ustedes ya conocen esas
mierdosas rutinas de lisiado, y al momento de escribirles esas líneas ya apenas siento un poco de
dolor cuando doblo la muñeca al máximo, en resumen: me recuperé rapidísimo, parezco
Wolwerine, y salí de paso de la primera fractura de mi existencia.

Sigo trabajando en la universidad, estoy dando clases particulares de francés y estoy escribiendo el
trabajo de grado (estoy un poco atrasado en ese rubro, normal). Si todo sale bien me estaré
graduando en diciembre, ya pasé los papeles, me falta terminar el trabajo y que me homologuen
lo que tomé en la de Antioquia. También falta que me entreguen la libreta militar, la pedí en el
batallón frente a la casa de los papás de Byron pero esos hijueputas del ejército maman más gallo
que un burócrata kafkiano, me hicieron ir 5 veces para recibirme los papeles, me hicieron pagar
mil pesos por un formato chimbo fotocopiado, quinientos por un puto sobre para la foto mal
editada en photoshop para que saliera con el gorro de la armada, y ochenta y cinco mil por el
duplicado. Inocentemente les creí que al mes tendría el documento y cuando fui me dijeron que
estaban en incorporaciones y que volviera en noviembre, muchos perros.

No he tenido mucho tiempo para experimentar la zozobra que sé que tengo frente a lo que viene
el otro año, de todas formas esa ansiedad me gusta, no tengo nada fijo. El plan, apenas esbozado,
es clavarme a trabajar el otro año o semestre en lo que salga, colegio, o lo que sea y buscar una
maestría en traducción, con beca, préstamo o pacto con el diablo, lo que salga y a donde salga. Por
ahora y en síntesis esas son mis últimas noticias, espero algunas de ustedes.

Chau

PD. Su historia es de lejos mucho más sabrosa Pablo, usted decía que sonaba más terrible de lo
que fue, yo digo que sonó más cinematográfica y eso es bueno. De todas formas trate en el futuro
de no arrendarle a criminales internacionales, es malo para el karma.

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