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13 · Los Seguros de Personas – 227

Capítulo 13
Los Seguros de Personas

DEFINICIÓN

Según Garrido y Comas(1) los seguros de personas son los que tienen
por finalidad cubrir los riesgos que afectan a las personas, en su vida,
integridad física o salud. Según este autor "contrariamente a lo que ocurre en
los seguros de daños, no existe limitación objetiva en las cantidades que con
motivo de un siniestro pueden percibirse. En la mayor parte de los casos, la
garantía acordada se cifra en una cantidad pagadera en el supuesto de que se
produzca alguna de las situaciones previstas en el contrato, relativas a la
persona del asegurado (muerte, incapacidad temporal o permanente, etc.)" o
prestaciones encaminadas a restablecer la salud perdida (servicios médicos,
internamiento en clínica, etc.).
En este mismo sentido y aun cuando no sea una definición
propiamente dicha, podemos señalar el contenido del art. 80 de la Ley de
Contrato de Seguro española, de 8 de octubre de 1980, que en relación a los
seguros de personas establece: "El contrato de seguro sobre las personas
comprende todos los riesgos que puedan afectar a la existencia, integridad
corporal o salud del asegurado".
Este es, pues, el ámbito de los seguros de personas, en contraposición
a los seguros de daños a las cosas o aquéllos que afectan al patrimonio o
responsabilidades de las personas.
En realidad, tal distinción entre seguros de personas, seguros de
daños y seguros patrimoniales (también denominados de responsabilidad
civil), arranca del propio concepto de riesgo y de la diversidad de sus clases.
El riesgo asegurable, entendido como la posibilidad de ocurrencia de
un hecho futuro, ajeno a la voluntad de las partes, incierto y
económicamente desfavorable, que puede ser medido por procedimientos

(1)
Garrido y Comas, J.J.: Nuevo Diccionario de los Seguros Privados. Escuela del Seguro de
Barcelona, 1985.
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técnico-estadísticos y afecta a una masa suficiente de sujetos, puede


clasificarse, efectivamente, en tres grupos:
 Riesgos personales
 Riesgos que afectan a las cosas.
 Riesgos que afectan al patrimonio o responsabilidades
globalmente consideradas.
La distinción fundamental entre los diferentes tipos de riesgo, que
guarda paralelismo con sus correspondientes coberturas aseguradoras,
radica, como la propia Ley de Contrato de Seguro española pone de
manifiesto, no sólo en el diferente objeto sobre el que el riesgo recae –las
personas por una parte; las propiedades, bienes o responsabilidades, por
otra– sino también en la diferente naturaleza de la obligación que la entidad
aseguradora asume.
Efectivamente, el artículo 1º de la Ley citada establece: "El contrato
de seguro es aquél por el que el asegurador se obliga, mediante el cobro de
una prima y para el caso de que se produzca el evento cuyo riesgo es objeto
de cobertura, a indemnizar, dentro de los límites pactados, el daño
producido al asegurado o a satisfacer un capital, una renta u otras
prestaciones convenidas".
La obligación por tanto del asegurador puede expresarse de dos
formas distintas:
 Obligación de indemnizar un daño.
 Obligación de satisfacer un capital, una renta u otras
prestaciones convenidas.
Esta última terminología es la que la Ley de Contrato de Seguro
repetidamente citada utiliza cuando se refiere a los seguros de personas.
De ahí que, en estos, no pueda hablarse en realidad de una función
indemnizatoria del seguro, sino sólo de satisfacer unas prestaciones
convenidas, establecidas según los criterios subjetivos del tomador del
seguro según sus posibilidades económicas.

CLASES DE SEGUROS DE PERSONAS

El propio artículo 80 de la Ley de Contrato de Seguro ya comentado,


ofrece una primera clasificación de los seguros de personas, en función del
tipo de riesgo que pueda sufrir la persona humana:
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 Seguros sobre los riesgos que se refieren a la existencia de las


personas, es decir, seguros en caso de vida o en caso de muerte.
En particular, dentro de este grupo se incluyen todas las
modalidades de seguro de vida, el caso concreto del seguro de
decesos o enterramiento y también el seguro de muerte por
accidente.
 Seguros que afectan al riesgo de mantenimiento de la integridad
corporal de las personas, es decir, seguros que cubren el riesgo
de lesiones de cualquier naturaleza. Se trata de los seguros de
incapacidad o invalidez.
 Seguros sobre los riesgos que afectan a la salud de las personas,
es decir, seguros de asistencia sanitaria y seguros de
enfermedad.
Ampliando y profundizando en esta clasificación, se llega a la clásica
división en los siguientes ramos de seguro:

Seguros de vida
Cubren el riesgo de que el asegurado o asegurados fallezcan o
sobrevivan a partir de un momento dado.
A su vez, pueden clasificarse del siguiente modo:

 Por el riesgo cubierto en el contrato


 Seguros para caso de muerte, también llamados seguros de
riesgo: garantizan el pago de una suma o sumas convenidas, en
caso de fallecimiento del asegurado.
 Seguros para caso de vida, también llamados seguros de ahorro:
garantizan el pago de un capital o una renta convenidas si el
asegurado vive en o a partir de determinada fecha.
 Seguros mixtos: son combinaciones de seguros para caso de
vida y para caso de muerte, es decir, que ofrecen garantías en
caso de vida y en caso de muerte simultáneamente.

 Por el número de personas cubiertas en el contrato


 Seguros individuales (sobre una cabeza asegurada): el
asegurado es una persona física sobre cuya vida se contrata el
seguro.
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 Seguros sobre dos o más cabezas: los riesgos cubiertos se


refieren a la vida o fallecimiento de una/s cabezas aseguradas
relacionado con la supervivencia o fallecimiento de la/s otra/s.
 Seguros colectivos o de grupo: inclusión en un solo contrato de
los seguros de vida de varios asegurados, pero cuyas
prestaciones son independientes entre sí, o dicho de otro modo,
las prestaciones a favor de un/os asegurado/s no están
vinculadas con la supervivencia o fallecimiento de otro/s.

 Por la duración de la cobertura


 Seguros temporales: el seguro termina en el plazo estipulado.
 Seguros vitalicios: el seguro termina en el momento del
fallecimiento del asegurado.

 Por las prestaciones aseguradas


 Seguros de capital: la prestación asegurada es una suma que la
entidad aseguradora abonará en caso de producirse el evento
objeto de cobertura.
 Seguros de renta: la prestación asegurada es una sucesión de
pagos periódicos que la entidad aseguradora debe satisfacer al
producirse el evento asegurado, durante un tiempo determinado
o mientras viva el beneficiario.
 Seguros con prestaciones constantes.
 Seguros con prestaciones variables (crecientes o decrecientes).
 Seguros con o sin participación en beneficios.

 Por la forma de pago de las primas


 Seguros a prima única.
 Seguros a primas temporales, con pago anual o fraccionado.
 Seguros a primas vitalicias, con pago anual o fraccionado.
 Seguros con pago de primas durante toda la duración del
seguro.
 Seguros con pago de primas durante un tiempo inferior a la
duración del seguro.
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Seguros de accidentes

 Por los riesgos cubiertos


 Seguros que cubren el caso de muerte por accidente.
 Seguros en caso de invalidez por accidente, en sus diferentes
grados: permanente o temporal, total o parcial.

 Por el ámbito de la cobertura


 Seguros en el ámbito profesional.
 Seguros en el ámbito extraprofesional.

 Por el número de personas cubiertas en el contrato


 Seguros individuales.
 Seguros acumulativos o de grupo.

Seguros de enfermedad

 Por el tipo de prestaciones, se clasifican en:


 Seguros de enfermedad propiamente dichos, en los que las
prestaciones consisten en subsidios económicos en caso de
enfermedad del asegurado.
 Seguros de asistencia sanitaria, en los que la prestación se
concreta en el servicio de asistencia médica y quirúrgica, sin
que existan prestaciones económicas a favor del asegurado.

Seguro de decesos
Cuya cobertura consiste en el pago del coste de un servicio de
enterramiento, en caso de fallecimiento del asegurado. En ciertos casos
también se ofrecen, dentro de la póliza, prestaciones de tipo económico.

Otros seguros personales


Finalmente, aunque en España no es práctica habitual del seguro
privado aunque sí del público, dentro de los seguros personales pueden
también incluirse los seguros de nupcialidad y natalidad, que cubren estas
contingencias que afectan a la persona humana.
232 – Teoría General del Seguro

CARÁCTER NO INDEMNIZATORIO DE LOS SEGUROS DE


PERSONAS

Cuando, al principio de este capítulo, hacíamos referencia al artículo


1º de la Ley española de Contrato de Seguro, observábamos la diferente
calificación que el legislador otorga a las prestaciones aseguradas en el caso
de los seguros de daños o en el caso de seguros de personas.
En el primer supuesto, se habla de la obligación de indemnizar un
daño y en el caso de los seguros de personas, por el contrario, de satisfacer
un capital, una renta u otras prestaciones convenidas.
Siguiendo a Giral Silio(1), si contraponemos seguros de daños y
seguros de personas, puede concluirse que el elemento esencial del seguro
contra daños en el interés asegurado. El artículo 25 de la Ley de Contrato
de Seguro, dice: ".... el seguro contra daños es nulo si en el momento
de su conclusión no existe un interés del asegurado a la indemnización del
daño."
Luego, sin interés, no hay seguro de daños.
Podemos decir que el interés es la expresión económica de la relación
que tiene el asegurado con un bien ya sea una cosa, un derecho o un
patrimonio. De ahí la distinción, en un seguro de daños, entre asegurado y
bienes asegurados, al contrario de lo que ocurre en los seguros de personas
en los que el asegurado es, además, el propio "bien" que se asegura.
La importancia de la existencia del interés asegurado en un seguro de
daños es clara, pues sin aquél no puede existir éste. Pero es que, además, la
medida objetiva de este interés es lo que determina la cuantía de la
indemnización. Así, el artículo 26 de la Ley de Contrato de Seguro,
establece: "... Para la determinación del daño se atenderá al valor del interés
del asegurado en el momento inmediato anterior a la realización del
siniestro".
El módulo, pues, para la determinación del daño a indemnizar, es el
interés.
Como señala este autor, el valor del interés establecido

(1)
Giral Silio, J. y otros: Manual del curso para el título de agente de seguros. Colegio
Nacional de Agentes de Seguros, 1983.
voluntariamente por el tomador del seguro en la solicitud, tiene su
expresión en el contrato en forma de suma asegurada y ésta, a tenor del
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artículo 27 de la Ley, "representa el límite máximo de la indemnización a


pagar por el asegurador en cada siniestro."
Luego, de la correcta relación entre el valor asegurable (el valor del
interés) y el valor asegurado (la suma asegurada), depende que el seguro
pueda cumplir exactamente su función indemnizatoria.
Este mecanismo sólo se da en los seguros de daños, en los que hay
una evaluación previa y objetiva del interés que sobre un bien tiene el
asegurado.
Según el diccionario de la Real Academia, indemnizar es "resarcir de
un daño o perjuicio".
Por contra, en los seguros de personas, no se da el interés asegurado,
en el sentido objetivo que tiene en el seguro de daños. Lo que sí hay es una
necesidad subjetiva del asegurado que él puede cifrar económicamente. Un
mismo hecho, la muerte, puede producir unas necesidades económicas muy
diversas según la persona asegurada de que se trate.
Aquí, la prestación no guarda relación con un interés objetivo, sino
con las necesidades que estimativamente el asegurado piensa que tendrán
sus beneficiarios en el caso de que él fallezca, o él mismo si vive a
determinada edad o le sobreviene una invalidez.
Mientras en el seguro de daños no se puede asegurar dos veces la
misma cosa (si así se hiciera se produciría sobreseguro, y la indemnización
tendría el límite del interés), en cambio en el seguro de personas pueden
darse al mismo tiempo multiplicidad de contratos.
En conclusión, en los seguros de personas no hay interés
objetivamente evaluable ni por ende, indemnización. Hay simplemente,
determinación de una suma o un servicio a prestar por la entidad
aseguradora en los casos cubiertos por el contrato.
Este principio general que se produce en los seguros de personas
tiene una excepción. En algunas coberturas de asistencia sanitaria, la entidad
aseguradora sí satisface el coste de un interés evaluable: las facturas de
médicos, hospitales y farmacia en caso de enfermedad, cuando ésta es la
prestación asegurada en la póliza. Esta es, en realidad, una excepción al
principio general que hemos enunciado.
Por otra parte, el seguro de accidentes personales, que cubre entre
otros, el riesgo de lesiones en sus diferentes grados, aunque en el derecho
español se incluye dentro de los seguros de personas, es como mínimo
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dudoso si debe tener esta calificación o más bien la de seguro de daños, con
un contenido indemnizatorio.
Está claro que en nuestro ordenamiento jurídico es un seguro de
personas, pero según el derecho positivo de cada país podría clasificarse en
uno u otro grupo de seguros.
Efectivamente, el seguro recae sobre la persona humana y en este
sentido es claramente un seguro de personas, pero también es cierto que el
interés asegurable es en este caso determinable a priori.
Según opina Donati(1), el seguro de accidentes parece ser algo
intermedio entre seguro de daños y seguro de personas, y la afirmación
de si pertenece a una u otra clasificación puede ser resuelta de forma diversa
por el legislador y por consiguiente, es de estricto derecho positivo.
La tesis dominante en la doctrina jurídica es que el seguro de
accidentes, cualquiera que sean las consecuencias del accidente, siempre
debería ser un seguro de daños. Desde el punto de vista conceptual,
efectivamente, no hay duda de que el accidente es siempre un evento dañoso
y que el cuerpo humano, como cosa, puede ser objeto de intereses
susceptibles de valorar.
No obstante, dado que, en la práctica y en el derecho positivo, el
seguro de accidentes no repara un daño sino que satisface un capital u otra
prestación alzada previamente convenida, independientemente de las
consecuencias económicas reales que el siniestro produzca, debe concluirse
que las prestaciones del seguro de accidentes tienen una naturaleza no
indemnizatoria y puede el mismo clasificarse dentro de los seguros de
personas. Así lo hemos considerado en la presente obra.

OTRAS CARACTERÍSTICAS DE LOS SEGUROS DE PERSONAS

Junto con el rasgo fundamental que caracteriza a los seguros de


personas, el principio no indemnizatorio, estos seguros presentan algunos

(1)
Donati, A.: Los seguros privados. Manual de Derecho. Librería Bosch. Barcelona, 1960

elementos diferenciadores de los seguros de daños, como los siguientes:


 El seguro se refiere a la persona humana como objeto-sujeto
expuesto al riesgo, ya sea en relación a su propia vida o su
integridad física o salud.
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 Como consecuencia de lo anterior, el asegurado debe ser una


persona determinada o como mínimo determinable, pues debe
identificarse el objeto expuesto al riesgo.
 Las sumas aseguradas no representan el valor del perjuicio o
daño económico a cubrir por el seguro ni pueden ser
determinadas de forma objetiva, sino que se fijan en función de
los deseos del tomador del seguro, así como de sus posibilidades
económicas.
 Dado el "objeto" sobre el que gravita el riesgo, la persona
humana, cuando el tomador del seguro es persona distinta del
asegurado se requiere el consentimiento de éste para que el
contrato pueda celebrarse.
 Otra característica fundamental es la aparición de la figura del
beneficiario, coincidente o no con el asegurado, que constituye
un cuarto elemento personal del contrato de seguro junto con el
asegurador, el tomador del seguro y el propio asegurado.
 En los seguros que cubren el riesgo de muerte (ya sea en los
ramos de vida o accidentes), el beneficiario es necesariamente
una persona distinta del asegurado pues éste ha fallecido cuando
debe satisfacerse por la entidad aseguradora la prestación
pactada. Para las prestaciones previstas para caso de vida del
asegurado, el beneficiario también puede ser persona distinta
aunque en la práctica muchas veces es el propio asegurado
(seguros de jubilación o invalidez, por ejemplo).
 El evento futuro cubierto por el contrato, que en los seguros que
cubren riesgos sobre las cosas y en los patrimoniales, tiene
carácter dañoso, no siempre lo es en los seguros de personas. La
nupcialidad o la natalidad no son hechos dañosos evidentemente,
ni lo es la sobrevivencia de una persona en un seguro de
jubilación, por ejemplo. En estos casos, lo que sí se produce son
unas necesidades económicas que justifican la posibilidad de
aseguramiento y de calificación como riesgo de los eventos
citados, aunque son acontecimientos no dañosos y que en
términos generales pueden calificarse como favorables.
 Algunos seguros de personas, concretamente los de vida,
presentan la característica además de estar destinados a tener una
larga duración o incluso a seguir toda la vida del asegurado. En
los seguros de daños, la duración que generalmente tiene un
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contrato es un año, con renovación tácita por períodos anuales y


posibilidad de rescisión por cualquiera de las partes con el
preaviso correspondiente. Los seguros de fallecimiento, en
cambio, así como los seguros de jubilación, vida entera, etc., se
contratan generalmente para una duración supraanual, durante la
cual el asegurador no tiene la facultad de rescindir el contrato.
 Esta duración, generalmente larga, de los seguros que
comentamos, produce unos efectos específicos que se ponen de
manifiesto en varios niveles y no sólo en el de las relaciones
particulares entre las partes del contrato, sino también a nivel de
la economía en general.
 En el ámbito del seguro de vida, se producen figuras típicas de
este tipo de seguros como son: las provisiones matemáticas, la
posibilidad de existencia de préstamos o anticipos de las mismas
a favor del asegurado, así como la reducción, rescate y
transformación de contratos, etc.
 Los efectos beneficiosos del seguro de vida y otros seguros
personales sobre la economía dadas las inversiones a largo plazo
que se realizan con las provisiones matemáticas, hace que el
tratamiento fiscal de este tipo de seguros, en la generalidad de
países, sea un punto importante a tener en cuenta en su
expansión, ya que normalmente tienen una consideración fiscal
favorable.
 Los seguros privados de personas, por otra parte, coexisten en
todos los países en los que hay planteada una Seguridad Social,
con un seguro público. Esto se da en los seguros de vida de
jubilación, de accidentes profesionales, enfermedad, etc. La
extensión del seguro público determina de forma importante la
propia expansión de los seguros privados y es un elemento a
tener en cuenta de considerable incidencia.
Otras características propias del seguro de vida en particular, como
son el tipo de riesgo que cubre (homogrado y variable), su carácter técnico,
basado en estadísticas de mortalidad, etc., serán tratadas en el capítulo 14 de
la presente obra.

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