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Este estado apunta a obtener un aparato productivo y administrativo que logre afirmar la supremacía del mercado sobre
el estado, para optimizar la asignación de recursos. El ministerio de acción social, tan relevante en el estado de
bienestar, pierde protagonismo y también recursos, y las políticas sociales se descentralizan y privatizan.
Privatizaciones: el traspaso de las empresas que antes eran del estado al sector privado, se ven como elemento
de resolución de problemas fiscales y la disminución del gasto publico.
Descentralización: se produce un traspaso de obligaciones desde el estado hacia las provincias y municipios.
Reforma administrativa: tiene que ver con la reducción de personal mediante retiros voluntarios, y la ocupación
de lugares por parte de personal calificado, intentando incorporar nuevas formas de gestión en lo público.
Reducción del gasto público: se logra mediante la privatización, el traspaso de hospitales, escuelas, vivienda, a
las provincias, sin el acompañamiento de los respectivos presupuestos. Se plantea una nueva cultura tributaria.
Regionalización: se produce una profunda política de integración regional a través del MERCOSUR, intentando el
libre comercio entre la región.
En los últimos años se produce un cambio del modelo movimientista conformado en los años ’40. El primer antecedente
de esta configuración la constituyo el Yrigoyenismo, producto de la oposición a la oligarquía a finales del siglo XIX. Luego
el peronismo tomo la posta hasta mediados de los años ’70 con un modelo que parte de un sujeto llamado pueblo
luchando contra la oligarquía o grupos dominantes.
La política de masas:
Con una democracia basada en la participación, con una mayoría electoral permanente y un líder
carismático como intérprete del pueblo.
Una representación que suponía una fuerte identidad entre el representante y el representado.
Se partía de la idea de que el estado era una herramienta para la trasformación en función de los intereses de la
mayoría, lo que cruza la democracia con el populismo.
El ciclo cívico-militar: esto tiene que ver no solo con la alternancia de ciclos militares sino la existencia de las
fuerzas armadas como fuerte organización.
El estado ha sido y es, un instrumento de dominación de clases y una institución, que bajo la presión de los partidos y las
organizaciones, van consiguiendo mejoras, por lo tanto la lucha no es contra el estado sino contra determinadas
modalidades y contenidos del estado.
La democracia tiene así dos momentos: el político y el social. El primero es muy importante para conseguir el segundo y
el segundo la plena realización del primero.
La idea de estado de derecho o estado social de derecho, le pertenece a Heller, ya que se enfrenta con la crisis de la
democracia y del estado de derecho, al que sostiene que es necesario salvar, no solo de la dictadura fascista y plantea
dos tipos de irracionalidades: la primera se refiere al capitalismo generador de un nuevo feudalismo encubierto por el
estado, y por otro lado, la irracionalidad fascista.
La solución no está en renunciar al estado de derecho, sino dar a este un nuevo contenido económico y social.
La transformación y pasaje del sistema de sustitución de importaciones al nuevo sistema se va a realizar mediante una
serie de ajustes. El ajuste busca un cambio estructural en la relación económica-estado, apuntando a la adaptación a las
nuevas condiciones de la economía mundial.
Los ajustes estructurales tienen un doble objetivo: el macroeconómico, tendiente a equilibrar la balanza de pagos, la
reducción del gasto público y la inflación y el aumento de los capitales; por otro lado, el microeconómico, que se reduce
a velar por el buen uso del capital y los factores de producción:
Transición y heterodoxia: luego de 1983 la democracia tendrá que enfrentar el pago de la deuda. Surge así el
plan austral, se trato de un ajuste monetario que en el primer año produjo consenso pero no se tuvo en cuenta
la crisis fiscal y la reducción del gasto público, con lo cual se paga la deuda mediante el financiamiento a través
de bonos. Este programa no logro contener la inflación; aparece en 1987 el plan primavera, con el cual se
intenta controlar las variables, pero, al no contar con el apoyo empresarial y el gobierno, queda absolutamente
aislado. El plan primavera no paga la deuda. A finales de los años ’80 la hiperinflación era un hecho y ya no se
podía seguir sosteniendo la crisis fiscal y transfiriendo divisas al sector empresarial.
Estabilización y ortodoxia: el nuevo gobierno va a aplicar un ajuste a través del plan Cavallo basado en la
convertibilidad de los australes en dólares y la prohibición del banco Central para emitir sin respaldo. Sumado a
un proceso de privatización apoyado por el Banco Mundial que provee los fondos necesarios para los ajustes
sectoriales, etc.
Desregulación: El estado en los años ’90 cambia por completo, intenta volverse más autónomo y eficaz en
cuanto a su capacidad de gestión. Con respecto al modelo económico, lo encontramos dependiente del mercado
internacional con un mercado interno que se transnacionaliza, adquiriendo el estado de esta manera un rol
disciplinador.
ESTADO LIBERAL ESTADO BENEFACTOR ESTADO NEOLIBERAL
DEL INDUSTRIALISMO SUSTITUTIVO A LA ECONOMIA DE LIBRE MERCADO – DEL ESTADO BENEFACTOR AL ESTADO
NEOLIBERAL
El estado benefactor se caracteriza en la Argentina por la regulación del mercado, el compromiso social capital-trabajo y
la intervención estatal. La intervención estatal empieza a desarrollarse a partir de los años ’30, los conservadores
empiezan a implementar medidas reguladoras y con posterioridad el peronismo en los años ’40 legitima los criterios
intervencionistas para favorecer la inclusión de la clase trabajadora y el desarrollo protegido.
De allí que si se define el modelo de acumulación económica podemos decir que estamos frente a un modelo de
sustitución de importaciones, promoción de la demanda interna, protección de tarifas y un sistema redistributivo
mediante el arbitraje estatal, con una subordinación del mercado al sistema político.
A comienzos de los años ’70 se produce una crisis en la balanza de pagos que convulsiona a la economía argentina,
llevándola a un estancamiento inflacionario, sumado a una crisis internacional que la lleva a una inflación con recesión.
La inflación fue un problema permanente hasta entonces, pero había sido controlada; ahora se trata de una declinación
de la ganancia junto con un problema social. A finales de 1900 el país encuentra un gran endeudamiento externo
producto de la dictadura militar, que si bien contrajo prestamos, no los invistió en producción o mejoramiento
tecnológico, sino que subsidio nuevos grupos económicos e instrumentos de defensa.
El endeudamiento privado fue trasladado al estado y los mismos intereses que habían contribuido a endeudarlo, serán
los posteriores compradores de las empresas públicas con los bonos de una deuda externa devaluada. Como
consecuencia el estado se desmantela producto de condicionamientos de órganos internacionales y presión de los
grupos locales.
EL ESTADO ARGENTINO
A mediados del siglo pasado el estado promueve el surgimiento de una sociedad capitalista con plena inserción en el
mercado mundial. La consolidación del estado-nación en la Argentina fue un proceso con punto de partida en la
constitución de 1853; luego del triunfo de Urquiza sobre Rosas en Caseros vio fin una forma de gobierno en intentos
caracterizada por la descentralización que a finales de 1800 encuentra la instauración del estado nacional y en 1916 el
estado cambia de liberal-oligárquico a liberal-democrático, esto trajo consigo la ampliación de la participación política y
el estado como mediador de conflictos sociales continuando con un modelo agroexportador.
La declinación del estado liberal-democrático y el golpe de estado que produce la caída de Irigoyen será producto de
varios factores como el impacto de la crisis mundial de 1930, las conflictividades en la clase gobernante, entre otros.
Volviendo nuevamente a la democracia, la crisis de 1930, la guerra fría y las sustituciones de importación no solo van
cambiando el rol de la sociedad sino también el rol del estado, dando lugar al surgimiento del estado benefactor o
estado social. Este nuevo modelo de estado deja de concebirse como garante y protector de los derechos individuales
para convertirse en garante y protector de los derechos sociales.
Luego de la revolución libertadora (golpe de estado de 1976), se produce el paso a un estado desarrollista en el marco
de estrategias tecnológicas con intenciones de aumentar la inversión y la integración del capital extranjero; se produce
así una fase burocrática-autoritaria caracterizada por la exclusión política.
En lo económico: La crisis del modelo de acumulación sustitutiva, y el descontrol fiscal que ya no podía resolverse
con intervenciones sobre la demanda y el gasto público; el endeudamiento y las políticas de ajuste, producen la
necesidad de sumergir al país en el mercado internacional. Esta cuestión de inflación y recesión es una cuestión que
va a generar una crisis en el estado q va a durar hasta los años ’90.
En lo político: se produce el pasaje de un régimen autoritario al democrático en los ’80. En el contexto internacional,
las fuerzas militares de gran poderío en los años ’60 empiezan a verse proclives; la guerra fría termina, la caída del
muro de Berlín y la hegemonía de los EEUU modifican el contexto internacional.
En lo cultural: Se produce una crisis de ideología, producto de la crisis del sujeto, con una adhesión a valores
transnacionales asociados al mercado.
Es necesario hacer hincapié en el gasto que la sociedad realiza para asegurar la acumulación privada, lo que llamamos
capitalismo asistido. Este financiamiento que la sociedad vía gasto público le otorga al sector privado adquiere varias
formas: los subsidios directos, las extensiones impositivas, el poder de comprador del estado y el proteccionismo.
Este crecimiento de las funciones económicas del estado es una de las principales consecuencias de la crisis de la década
del ‘70, momento en que los grupos privados buscan amparo en el estado. La deuda externa privada se estatiza y se
transforma en una obligación social y las empresas hacían del contrato de obra pública su principal negocio.
Los años ’80 colocaron a los países latinoamericanos ante un gran desafío, lograr la construcción de regímenes
democráticos y salir de una crisis económica que obligan a definir la relación entre el estado y la sociedad, entre el
gobierno y el mercado, entre la política y la economía.
Así todo se resumió en la distinción entre privatistas y estatistas; esta transformación se refiere a cuatro áreas de la
actividad:
La administrativa: para mejorar los rendimientos
La social: tratando de reestructurar el gasto, minimizando los costos y maximizando los beneficios