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El punto de partida
Comenzamos en el año 1880 porque es en ese momento cuando se cristalizan toda
una serie de cambios que se venían desarrollando desde años anteriores. Este fue el
momento en el que el Estado nacional se impuso a los otros estados provinciales y se
consolida la forma de organización que finalmente será la definitiva para nuestro país.
A lo largo de la historia de nuestro país, la construcción del Estado fue un proceso que
combinó formas distintas de establecer esos compromisos: algunas formas tendieron
hacia la participación de grupos y sectores sociales; mientras que otras fueron
netamente represivas hacia las oposiciones y disidencias.
El Estado nacional logró la obediencia de los distintos poderes regionales al poder
central, la creación de nuevas instituciones, la integración territorial y la formación de
un grupo dirigente de alcance nacional.
De ese modo el Estado nacional pudo –a partir de la década de 1880– garantizar el
orden necesario para encaminar al país con una visión de progreso característica de
estos proyectos de unificación nacional –basadas en una organización de tipo
capitalista que contenía en sí la promesa del progreso–. Conforme con esta visión, se
impulsaron políticas de inversión de capitales, se contribuyó a la privatización de la
tierra y se dinamizó el mercado de trabajo. La configuración económica y social de la
Argentina seguía los dictados que imponía la división internacional del trabajo en la
etapa imperialista del capitalismo.
Contexto internacional. Imperialismo
Se denomina Imperialismo al sistema político y económico por el cual los países más
poderosos dominan o pretenden ejercer su control –directa o indirectamente– sobre
otros pueblos. El momento clave para su implementación en nuestra región fue a fines
del siglo XIX.
Sin embargo, en su concepción moderna, se denomina era del imperialismo al período
que comienza aproximadamente en 1875 y culmina con la Primera Guerra Mundial. En
esta época, algunos países comenzaron una expansión sin precedentes y se
repartieron política y económicamente el mundo.
El colonialismo es un fenómeno central en la historia moderna y contemporánea, ya
que instaura las relaciones entre Europa y el resto del mundo de un modo desigual.
Más aún, una visión eurocéntrica ha privilegiado el papel de Occidente y de los países
europeos como protagonistas de la historia universal, relegando a un papel secundario
a los pueblos africanos, americanos o asiáticos que fueron sometidos a la dominación
colonial.
Podemos resumir las razones que llevaron a las potencias europeas a expandirse en
tres grandes causas: 1. La búsqueda fuera de Europa de mercados en donde colocar
sus inversiones de capital (ferrocarriles, telégrafos y préstamos) para evitar la
creciente pérdida de sus ganancias dentro de Europa. 2. La venta de sus productos y
la obtención de materias primas en las nuevas regiones. Además, tendrían mano de
obra abundante y barata que obtenían y explotaban en las nuevas poblaciones. 3. Las
grandes potencias querían lograr la hegemonía colonial mediante el control comercial
y militar de las rutas marítimas y terrestres, al tiempo que ponían grandes
impedimentos para la expansión de otros países. Esto generó tensiones y conflictos
que serían el preludio de la Primera Guerra Mundial.
En resumen, podemos decir que los países industrializados propiciaron el
imperialismo, porque de este modo podían modificar las características productivas del
país colonial según sus propias necesidades. De este modo, Europa bloqueó la
posibilidad de desarrollo autónomo de las economías coloniales, al incorporarlas a la
lógica de la economía mundo capitalista.
En este contexto, Inglaterra era el país donde más avanzada estaba la revolución
industrial, y en ese momento no tenía competencia seria. Pero, a fines del siglo XIX,
Alemania y EE.UU. la habían superado en varios rubros. Esta situación coincide con la
expansión imperialista inglesa. No todos los mercados que obtiene Gran Bretaña en
ese momento son por conquista directa: en muchos países latinoamericanos –entre
otros, Argentina–, los sectores terratenientes vinculados a la exportación aceptan
sujetarse a la división internacional del trabajo y al neocolonialismo.
Surge en este momento el mencionado neocolonialismo, en el cual la dependencia de
los países antes coloniales ahora es puramente económica. Los países centrales
como Gran Bretaña, Alemania, Francia, Bélgica y Estados Unidos salieron a “abrir
mercados” y generaron su impronta a la economía mundial. Asi las cosas, el comercio
internacional fue creciendo progresivamente, y se fueron acentuando las
desigualdades entre los países industriales y los exportadores de materias primas. La
mayor parte del intercambio comercial era desde y hacia Europa, hasta la Primera
Guerra Mundial, en la cual Estados Unidos y Japón comenzaron a incrementar su
importancia.
La división internacional del trabajo y América Latina
Con la expansión imperialista se configuró la llamada división internacional del trabajo,
caracterizada por la distinción entre aquellos países (como Inglaterra, Francia,
Alemania y Estados Unidos, principalmente) que producían y exportaban productos
industrializados y capitales, y otros países que producían y exportaban materias
primas (como petróleo en el caso de México, carnes y cereales en Argentina, oro y
diamantes en Sudáfrica, entre otros).
Pero el lugar que le correspondía a América Latina dentro de este esquema era el de
proveedora de materias primas para las naciones industrializadas, bajo un capitalismo
dependiente.
En cierta medida, América Latina cambió el dominio colonial español por otro,
administrado colectivamente por las grandes potencias que dirigían la Revolución
Industrial. Por sus características de abastecedora de productos primarios para las
economías industriales, su escasa industrialización y la dependencia financiera y
tecnológica de los países desarrollados, podemos designar su economía como
neocolonial.
Según Eggers Brass (2013), al analizar las económicas latinoamericanas de este
momento podemos distinguir tres diferentes grupos de países: a) los países
exportadores de productos agrícolas de clima templado; b) países exportadores de
productos agrícolas tropicales; c) países exportadores de productos minerales. El
primer grupo está compuesto por Argentina y Uruguay, con elites dueñas de grandes
extensiones de tierras aptas para la producción agropecuaria. Estos países requirieron
la instalación de un sistema ferroviario que facilitara el transporte de grandes
volúmenes de cereales y la ampliación de la frontera agrícola, que se realizó en
perjuicio de los territorios indígenas.
El segundo grupo está formado por la mayoría de los países latinoamericanos: Brasil,
Colombia, Ecuador, América Central, el Caribe y partes de México. Los productos de
exportación eran el azúcar, el tabaco, el café y el cacao. El tercer grupo de
exportadores de productos minerales son México, Chile, Perú y Bolivia.
Argentina y el “Granero del Mundo”
Desde la caída de Rosas en 1852, se produjo un proceso de consolidación del Estado
nacional argentino, que fue simultáneo con la organización de una sociedad y
economía capitalistas. La construcción de la Argentina moderna se basó en esos dos
pilares. Durante las presidencias de Bartolomé Mitre (1862-1868), Domingo Faustino
Sarmiento (1868-1874) y Nicolás Avellaneda (1874-1880) se fundaron las bases de la
modernización a través de: