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LA NATURALEZA DE LA CONCIENCIA
En este tema…
Los contenidos…
1. Algoritmos y pensamiento ()
2. Máquinas inteligentes e inteligencia humana ()
3. Hacia una explicación científica de la conciencia ()
4. La hipótesis Penrose-Hameroff ()
5. La hipótesis mente-materia ()
6. El problema de la emergencia de la conciencia (MONSERRAT)
7. Dimensiones filosóficas del estudio científico de la naturaleza
(MONSERRAT)
La bibliografía …
(2013) MONSERRAT, J., El gran enigma. Ateos y creyentes antes el enigma del más
allá. San Pablo. Madrid
1989) PENROSE, R., La nueva mente del emperador, Madrid, Mondadori.
(1994) PENROSE, R., Las sombras de la mente. Hacia una comprensión científica de
la conciencia, Barcelona, Crítica.
La tarea consistirá…
En el libro La nueva mente del emperador (1989) Penrose dedica la mitad de su libro a
demostrar la imposibilidad de construir una mente computacional. Defiende que la
conciencia es el producto psíquico resultante de unos procesos físicos que no son
computables. Por tanto, imposibles de ser simulados por un ordenador. La mente
consciente que se abre a realidades inteligibles tiene un modus operandi esencialmente
distinto a la ejecución algorítmica de un computador.
La física cuántica abre nuevos horizontes para hallar la base física de la conciencia. A
través de una clara y genial exposición acerca de los fundamentos cuánticos del mundo
físico, Penrose se centra en el proceso de transición clásico-cuántico, es decir, en la
medida de un sistema cuántico. No existe una teoría física canónica de la medida cuántica.
Simplemente, se interpreta como una reducción cuasi-instantánea de la superposición de
estados cuánticos de un sistema físico en un estado clásico concreto. Es el colapso de la
función de onda en un estado clásico, cuya causa es desconocida. Sabemos que al medir
se produce la transición desde el indeterminismo cuántico a la concreción clásica. Pero,
el criterio físico que la determina es desconocido. Ocurre, aunque no sabemos por qué
causas. Es el problema de la medida en física cuántica.
La hipótesis mente-materia ()
Podemos plantear la hipótesis filosófica de que la materia sea una entidad metafísica
capaz de existir y experimentar cambio fuera del tiempo. Obviamente no podemos
experimentar con el comportamiento metafísico de la materia, pero podemos pensarlo.
Eso sí, ejerciendo responsablemente una especulación metafísica sobre algún apoyo físico
evidenciado por la física fundamental experimentable o, con mayor riesgo, sobre la pura
física teórica.
En física todo cambio presupone una duración. Todo lo físico es finito y susceptible de
un cambio accidental en el valor de una magnitud que varía en el tiempo o en la
modificación estructural propia de una transición de un estado pasado a otro futuro. Más
allá del tiempo, bien pudiera existir una entidad real de donde emerge toda la realidad
física repleta de cambios accidentales. Los cambios accidentales de la materia física son
producidos por las interacciones físicas de la materia, que ordenan los fenómenos en
concatenaciones de causas y efectos. La activación física de esta meta-realidad exige
necesariamente algo más que un cambio accidental. ¿Cómo puede producirse el cambio
que introduce a la materia en la dimensión temporal? Se exige necesariamente una causa
metafísica que provoque la transición desde la entidad real eterna a la realidad física
temporal. Esto es, el paso de la materia germinal a la materia en actividad física. O más
filosóficamente, de la realidad última del meta-universo al universo del orden
fenoménico.
Pues bien, sería razonable pensar que esta meta-realidad asumiera las propiedades
cuánticas; al menos, parcialmente. La consecuencia de esta falta de concreción hace
posible una diversidad de metafísicas desde la perspectiva fenomenológica de nuestros
estados clásicos de conciencia, siempre caracterizados por su unidad y coherencia.
Como seres conscientes esta incertidumbre nos inquieta, nos interpela y nos
desconcierta, porque deseamos que se concrete. En nuestra conciencia no cabe la
incertidumbre de los estados de superposición cuántica. El estado de conciencia es único,
concreto y bien definido. Por este motivo resultan incompatibles la indefinición clásica
de la meta-realidad y la posibilidad de experimentar un estado consciente de esta meta-
realidad.
La metarrealidad que referimos es materia más allá del tiempo, sin actividad física, pero
con el potencial de producir un mundo físico de conciencia por su especial estado
ontológico, que aún no se ha definido y goza de una incertidumbre cuántica ontológica,
que dispone a la materia en su máximo potencial. Y al mismo tiempo, nos sitúa
filosóficamente ante la inquietud existencia de no poder conocer qué hay en el fondo de
una realidad que se difumina en la incertidumbre ontológica de la metarrealidad.