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AROLDO WILSON QUIROZ MONSALVO

Magistrado ponente

STC3324-2022
Radicación n.° 11001-02-03-000-2022-00559-00
(Aprobado en sesión de dieciséis de marzo de dos mil veintidós)

Bogotá, D.C., veintidós (22) de marzo de dos mil


veintidós (2022).

Se decide la acción de tutela instaurada por Central de


Inversiones S.A. contra la Sala Civil del Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Cali, trámite al cual se vinculó a las
partes e intervinientes del proceso objeto de queja
constitucional.

ANTECEDENTES

1. La promotora del amparo, a través de apoderado


judicial, reclamó protección de sus prerrogativas al debido
proceso e igualdad, que dice vulneradas por la autoridad
judicial acusada, por lo que pidió que se le ordene «dar
trámite al recurso de apelación interpuesto».

2. Son hechos relevantes para la definición de este


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asunto los siguientes:

2.1. Central de Inversiones S.A. promovió acción de


responsabilidad civil extracontractual contra Josías Caicedo
Fernández, que fue desestimada con sentencia del 16 de julio
de 2021, decisión que apeló la actora.

2.2. Remitido el expediente al superior, a través de auto


del 5 de octubre siguiente, admitió la alzada y, además,
precisó que debía «observarse», «por las partes y por
secretaría, lo dispuesto en el art. 14, inc. 3° del decreto 806…
de 2020».

2.3. Cumplido lo anterior, con providencia del 2 de


noviembre de 2021, se declaró desierta la apelación,
determinación que censuró en reposición la demandante,
medio de impugnación que fue desechado con auto del 18 de
enero de los corrientes.

2.4. En síntesis, expresó la gestora del resguardo que


«dentro del expediente consta la apelación, junto con los
reparos y la debida sustentación, siendo entonces que indicar
que… la parte no cumplió con la carga procesal resulta
desatinad[o]», por lo que no debió declararse desierta su
alzada.

3. La Corte admitió la demanda de amparo, ordenó


librar las comunicaciones de rigor y pidió rendir los informes
a que alude el artículo 19 del Decreto 2591 de 1991.

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RESPUESTAS DEL ACCIONADO Y VINCULADOS

1. La Sala Civil del Tribunal Superior del Distrito


Judicial de Cali defendió la legalidad de su actuación y
destacó que «no se supera el requisito de la subsidiariedad»,
comoquiera que «si la recurrente no estaba de acuerdo con el
trámite impartido por el tribunal en el auto admisorio de la
apelación, debió mostrar la inconformidad ahora manifiesta
dentro de la ejecutoria de ese proveído».

2. El Juzgado Doce Civil del Circuito de esa ciudad


resaltó que «ha actuado conforme las normas procesales le
exigen, sin que haya incurrido en vía de hecho, susceptible de
ser amparada mediante este medio constitucional».

3. Al momento de someterse al conocimiento de la Sala


el presente asunto, no se habían recibido respuestas
adicionales.

CONSIDERACIONES

1. Conforme al artículo 86 de la Constitución Política,


la acción de tutela es un mecanismo jurídico concebido para
proteger los derechos fundamentales, cuando son
vulnerados o amenazados por los actos u omisiones de las
autoridades, en determinadas hipótesis, de los particulares,
cuya naturaleza subsidiaria y residual no permite sustituir o
desplazar a los jueces funcionalmente competentes, ni los
medios comunes de defensa judicial.

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Por lineamiento jurisprudencial, en tratándose de


actuaciones y providencias judiciales, el resguardo procede
de manera excepcional y limitado a la presencia de una
irrefutable vía de hecho, cuando «el proceder ilegítimo no es
dable removerlo a través de los medios ordinarios previstos en
la ley» (CSJ STC, 11 may. 2001, rad. 2001-00183-01); y por
supuesto, se cumpla el requisito de la inmediatez.

2. Bajo ese entendido, memórese que en los precisos


casos en los cuales el funcionario respectivo incurra en
actuación claramente opuesta a la ley, por arbitrariedad o
antojo, puede intervenir el juez de tutela con el fin de
restablecer el orden jurídico si el afectado no cuenta con otro
medio de protección judicial.

Si bien los falladores ordinarios tienen la libertad


discreta y razonable para la interpretación y aplicación del
ordenamiento jurídico, los jueces constitucionales pueden
inmiscuirse en su función, cuando aquellos incurren en una
flagrante desviación del mismo.

Al respecto, la Corte ha manifestado que:

…[E]l Juez natural está dotado de discreta autonomía para


interpretar las leyes, de modo que el amparo sólo se abre paso si
“se detecta un error grosero o un yerro superlativo o mayúsculo
que, abrupta y paladinamente cercene el ordenamiento positivo;
cuando tenga lugar un ostensible e inadmisible resquebrajamiento
de la función judicial; en suma, cuando se presenta una vía de
hecho, así denominada por contraponerse en forma manifiesta al
sistema jurídico, es posible reclamar el amparo del derecho
fundamental constitucional vulnerado o amenazado...” (CSJ

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STC, 11 may. 2001, rad. 0183; reiterada en STC4269-


2015, 16 abr. 2015).

Así pues, se ha reconocido que cuando el Juzgador


natural se aparta de la jurisprudencia sin exponer
argumentos valederos, o cuando se presenta un defecto
sustantivo en el proveído, entre otros, se estructura la
denominada «vía de hecho».

3. Descendiendo al sub examine, anticipa la Sala la


procedencia del resguardo deprecado, pues, en verdad, con la
criticada determinación de dar por desierta la apelación
formulada por la accionante, la autoridad cuestionada
incurrió en claro defecto procedimental, por exceso ritual
manifiesto, al exigirle allegar una nueva sustentación a pesar
de que había atendido esa carga ante el a quo.

3.1. Lo primero que debe señalar la Corte es que el


trámite de la alzada en cuestión, desde el mismo momento
en que fue propuesta, el 2 de agosto de 2021, estuvo
gobernada de forma integral por las reglas establecidas en el
Decreto 806 de ese año -pues éste entró en vigencia el 4 de
junio de 2020- que no por las contempladas en el Código
General del Proceso, siendo relevante indicar que aquél, en
su canon 14, claramente consagra que «[e]jecutoriado el auto
que admite el recurso o el que niega la solicitud de pruebas, el
apelante deberá sustentar el recurso a más tardar dentro de
los cinco (5) días siguientes… Si no se sustenta oportunamente
el recurso, se declarará desierto» (se destacó).

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Por ese rumbo, oportuno es anotar que con la norma


referida a espacio se buscó hacer frente a las múltiples
dificultades que para la tramitación de asuntos a cargo de la
administración de justicia trajo la Covid-19, variando lo
consignado en el actual estatuto adjetivo civil con el fin de,
según las consideraciones vertidas en dicho Decreto, regular
«la segunda instancia en materia civil y familia para que esta
se pueda tramitar… sin que tenga que adelantarse la
audiencia para la sustentación del recurso, y por el
contrario la sustentación, su traslado y sentencia se hará a
través de documentos aportados por medios electrónicos»
(negrillas ajenas al texto).

Con ello, sin duda, se retomó la sustentación de la


alzada por escrito, de la que trataba el precepto 352 del
derogado Código de Procedimiento Civil, el cual, en lo que
aquí interesa, en casi los mismos términos del mentado
artículo 14 del novísimo Decreto 806, enseñaba que «[e]l
apelante deberá sustentar el recurso ante el juez o tribunal
que deba resolverlo, a más tardar dentro de la oportunidad
establecida en los artículos 359 y 360, so pena de que se
declare desierto» (se resaltó).

En consonancia, precisamente reconociendo tal regreso


a lo escritural, la Corte Constitucional para declarar
exequible el mentado precepto 14 del citado Decreto expuso
que éste modificó «los actos procesales de la segunda
instancia…, privilegiando lo escrito sobre lo oral en esta etapa
del proceso»; luego, dijo que algunos de los intervinientes en
ese trámite de control de constitucionalidad solicitaron su

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inexequibilidad aduciendo afectación de los principios de


oralidad e inmediación; y después consignó:

325. Para resolver el problema jurídico, primero, se definirá el


alcance del principio de oralidad en materia procesal; y a partir de
estas consideraciones se determinará si las disposiciones
estudiadas afectan el derecho al debido proceso.

326. El principio de oralidad en la administración de justicia. La


LEAJ introdujo la oralidad como principio de la administración de
justicia. La Corte Constitucional ha señalado que “[l]a
implementación de la oralidad constituye un mecanismo
razonablemente encaminado al logro de la pretendida celeridad en
la administración de justicia, favoreciendo la inmediación,
acercando el juez a las partes y generando condiciones que
propicien la simplificación de los procedimientos”. No obstante,
dada su naturaleza de principio, la misma LEAJ admite que la ley
prevea excepciones a la aplicación de la oralidad en cada proceso
judicial. En tal sentido, la Corte Constitucional ha indicado que la
oralidad es un principio procesal cuyo alcance puede ser definido
por el legislador atendiendo a razones de conveniencia o
necesidad.

327… Por lo demás, la Sala advierte que la afectación del principio


de inmediación de la prueba que reprochan algunos intervinientes
es apenas aparente, toda vez que los artículos 14º y 15º sub judice
prescriben que las audiencias en segunda instancia en las que se
deba practicar pruebas serán celebradas de acuerdo con las
normas procedimentales ordinarias, de manera que esta medida
no sacrifica, ni siquiera en grado leve, ninguna garantía inherente
al derecho de contradicción y defensa. En este escenario, resulta
innecesario aplicar el test de proporcionalidad a las medidas
estudiadas.

328. Así las cosas, la Sala concluye que las disposiciones


examinadas no vulneran los derechos al debido proceso o al
acceso a la administración de justicia, en tanto (i) limitan la
aplicación de un principio de rango legal que no constituye un
parámetro de constitucionalidad, y (ii) no afectan en manera

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alguna la inmediación de la prueba en tanto aplican a los trámites


de segunda instancia en los que no procede la práctica de pruebas
(CC C-420/20).

3.2. Teniendo ello de presente, conveniente es recordar


que la sustentación de la apelación, efectuada de forma
anticipada ante el juzgador de primera instancia, como
ocurrió en el caso auscultado, fue una temática zanjada de
manera pacífica por esta Corte en favor de lo sustancial sobre
las formas en vigencia del Código de Procedimiento Civil,
dando por sentado que la interpretación más benigna para el
ordenamiento jurídico, respecto a la expresión que tal
motivación de la censura debía exteriorizarse, «a más tardar»,
antes de fenecer el traslado de segunda instancia para tal
propósito, correspondía a aquella que aceptaba que podía
darse en cualquier tiempo después de proferida la sentencia
de primer grado y con antelación al referido límite, es decir,
entendía válidas y vinculantes todas las atestaciones
efectuadas con dicho fin antes de finalizar el mentado
traslado, incluso con antelación a su inicio.

En ese sentido, en pasada ocasión, de cara a un asunto


en el cual, bajo la vigencia del anterior estatuto procesal civil,
la apelación se sustentó «prematuramente» ante el a-quo al
momento de interponerla, esta Sala dejó dicho:

…es preciso referirse… a la oportunidad con que se sustentó la


alzada…, aspecto sobre el que la inteligencia del parágrafo 1º del
artículo 352 del Código de Procedimiento Civil, indica que se puede
hacer “a más tardar” dentro de la oportunidad establecida en los
artículos 359 y 360, es decir, es válido en cualquier momento
anterior, como acá sucedió, al interponer el recurso.

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En un caso similar, esta Corporación consideró:


“Relativamente al cuestionamiento de la actora en torno a la
‘extemporaneidad’ de la sustentación del recurso de apelación,
basta señalar que la reforma introducida por la Ley 794 de 2003
al artículo 352 del estatuto procesal civil, no indica que deba
sustentarse, como lo entendió la peticionaria, dentro de los ‘tres
días siguientes a la admisión del recurso’, sino que debe hacerse
‘a más tardar’ dentro de la oportunidad establecida en los
artículos 359 y 360 ibídem; es decir, que en tratándose de
apelación de sentencia, en aplicación de la última norma citada, el
término vencería concluidos los cinco días para alegar en segunda
instancia, sin que, por lo demás, sea necesario que el juzgador de
segundo grado ‘ponga en conocimiento’ de la parte contraria las
alegaciones del impugnante, pues el escrito se agrega al
expediente y queda a disposición ‘de la parte contraria por tres
días’ (artículo 359 ibídem)” (sentencia de 12 de junio de 2008,
expediente 00095-01, ratificada el 21 de agosto de 2012, exp.
01621-00) (CSJ STC, 5 dic. 2012, rad. 2012-00819-01).

Así mismo, más recientemente, en un asunto en el que


se disertó, específicamente, respecto a las diferencias
latentes en el trámite de la alzada en la escrituralidad
validada por el Código de Procedimiento Civil en
contraposición con la oralidad que gobierna el Código
General del Proceso, que mutatis mutandis resulta aplicable
al presente caso, en tanto que, como quedó dicho, lo
dispuesto en el Decreto 806 de 2020, por lo menos en cuanto
al decurso y definición de la apelación en materia civil y de
familia, es el retorno al mentado sistema escritural; esta
Corte sostuvo que:

…En ambas legislaciones (Código de Procedimiento Civil y Código


General del Proceso) se tipifica la “deserción del recurso de
apelación”, sólo que no necesariamente los supuestos que dan
lugar a ella en una y otra reglamentación son concordantes. En lo

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que ahora capta la atención, es preciso advertir que el parágrafo


1º del artículo 352 del Decreto 1400 de 1970 indicaba que el

“apelante deberá sustentar el recurso ante el Juez o Tribunal que


deba resolverlo, a más tardar dentro de la oportunidad establecida
en los artículos 359 y 360, so pena de que se declare desierto.
Para la sustentación del recurso, será suficiente que el recurrente
exprese, en forma concreta, las razones de su inconformidad con
la providencia”.

En cambio, el artículo 327 de la Ley 1564 de 2012 dispone que


ejecutoriado “el auto que admite la apelación, el Juez convocará a
la audiencia de sustentación y fallo (…) El apelante deberá sujetar
su alegación a desarrollar los argumentos expuestos ante el Juez
de primera instancia”.

Una de las notables divergencias que de allí brotan estriba en que,


en el pasado régimen la “sustentación” no constaba de un
único momento para desarrollarse, sino que el inconforme
podía hacerlo en cualquiera de las instancias desde que
interponía la opugnación hasta que transcurrieran los 5
días que ordenaba el canon 360 ejúsdem, lo que constituía
el límite. Mientras que en la hora actual esa fase es de obligado
agotamiento en la diligencia del art. 327 del Código General del
Proceso, esto es, ni antes ni después, eso sí, previa precisión de
los reparos concretos que se le hacen a la decisión, ante el a quo.

De modo que, en resumen, la “deserción” en vigencia del


Código de Procedimiento Civil estaba permitida cuando el
discrepante desaprovechaba las varias oportunidades en
que ha debido exponer los motivos de oposición, y en el
Código General del Proceso lo está siempre que no concurra
al “acto” concebido para ese designio, o asiste pero no
“desarrolla los argumentos expuestos ante el Juez de
primera instancia”. Luego, aunque aparentemente puedan
evidenciar algunas similitudes, los tratamientos en ambos
sistemas no son iguales.

La predominancia de la escrituralidad que hasta hace poco


imperó, y la de oralidad que empieza a hacerlo, es pieza toral

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cuando de averiguar el funcionamiento del “trámite de apelación


de sentencias” se trata. Y no es para menos, porque como antes
tenía mayor valor lo documentado, ese era el canal que utilizaban
los “recurrentes” para comunicar la réplica frente a una
providencia que les desfavorecía y, por ello, estaban autorizados
para hacerlo en alguno de los varios instantes prenotados, y la
cuestión no tenía mayores implicaciones (daba igual sustentar
ante el a quo o ante el ad quem), lo que en los tiempos que corren
no se mira con la misma lupa porque claramente la incursión de la
prevalencia de la palabra hablada supone que sea éste nuevo
método el que deba emplearse para el referido fin (sustentar),
laborío que implica concentrar todas las intervenciones (apelante,
no apelante y fallador) en un solo “acto”; de allí que la mentada
“diligencia” de “sustentación y fallo” sea la única oportunidad
para lograrlo, tal como mayoritariamente lo ha sostenido esta
Corporación1 (se destacó - CSJ STC3969-2018, 21 mar.,
rad. 2018-00668-00).

En ese orden, de lo evidenciado claramente se


desprende que el soporte para, en vigencia del Código
General del Proceso, declarar desierta la apelación cuando la
parte recurrente deja de asistir ante el ad quem a sustentarla,
tiene fundamento exclusivo en el sistema oral que gobierna
tal estatuto, sin que, por obvios motivos, tal razonamiento
tenga cabida cuando en el rito respectivo prevalece lo
escritural.

3.3. Siguiendo, en lo relativo al defecto procedimental


por exceso ritual manifiesto la jurisprudencia constitucional
ha indicado que:

…puede estructurarse… cuando “…un funcionario utiliza o concibe


los procedimientos como un obstáculo para la eficacia del derecho

1 «Ver STC2423-2018 y sus salvamentos de votos, según los cuales puede resultar
atendible la sustentación realizada ante el a quo, en algunos supuestos».

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sustancial y por esta vía, sus actuaciones devienen en una


denegación de justicia”; es decir:

“el funcionario judicial incurre en un defecto procedimental por


exceso ritual manifiesto cuando (i) no tiene presente que el derecho
procesal es un medio para la realización efectiva de los derechos
de los ciudadanos, (ii) renuncia conscientemente a la verdad
jurídica objetiva pese a los hechos probados en el caso concreto,
(iii) por la aplicación en exceso rigurosa del derecho procesal, (iv)
pese a que dicha actuación devenga en el desconocimiento de
derechos fundamentales” (CC T-352/12).

3.4. Ahora, en este particular asunto, como quedó visto,


el 2 de noviembre de la anualidad pasada el Tribunal
convocado declaró desierta la alzada propuesta por la
promotora, por cuanto aquella no allegó ninguna
sustentación en el término previsto en el artículo 14 del
decreto 806 de 2020, decisión que mantuvo el 18 de enero de
esta anualidad.

En ese último proveído, para desechar la alegación de


la recurrente, según la cual la sustentación de la alzada se
cumplió ante el a quo, adujo la sede judicial acusada:

Sabido es que, con ocasión a la declaratoria de emergencia


sanitaria dispuesta por el Gobierno Nacional en marzo de 2020, se
expidió el Decreto 806 del 4 de junio de 2020, que buscaba
“agilizar el trámite de los procesos judiciales ante la jurisdicción
ordinaria en las especialidades civil, laboral, familia” y,
“flexibilizar la atención a los usuarios del servicio de justicia y
contribuir a la pronta reactivación de las actividades económicas
que dependen de este”. Así, su art. 14 abolió de manera temporal
la audiencia de sustentación y fallo que prevé el art. 327 del C.G.P.
y estipuló un trámite escritural según el cual, “Ejecutoriado el auto
que admite el recurso o el que niega la solicitud de pruebas, el
apelante deberá sustentar el recurso a más tardar dentro de los
cinco (5) días siguientes (…), sin embargo, dejó vigente la sanción

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inmersa en el inciso final del núm. 3° del art. 322 Ibidem, es decir,
la de declarar desierto el recurso de apelación en caso de no
sustentarse dentro de ese término.

Dicho lo anterior, es claro que la normatividad aludida no admite


interpretación alguna. Así, debe tenerse en cuenta que conforme
con el art. 27 del Código Civil, “Cuando el sentido de la ley sea
claro, no se desatenderá su tenor literal a pretexto de consultar su
espíritu.” El canon 28 por su parte, prevé que “Las palabras de la
ley se entenderán en su sentido natural y obvio, según el uso
general de las mismas palabras; pero cuando el legislador las
haya definido expresamente para ciertas materias, se les dará en
éstas su significado legal.” De donde es viable colegir sin grado de
dubitación alguna que la oportunidad procesal para sustentar la
alzada es actualmente la indicada en el mencionado decreto y no
en otra, pues de no advertirse el término aludido, la sanción a
imponer será ineludiblemente su deserción. En ese sentido, no es
de recibo el argumento de la recurrente quien refiere que, al no
advertir la norma procesal prohibición expresa para sustentar
antes de la oportunidad procesal descrita, deba aceptarse, como
lo sugiere, el escrito presentado con anticipación y ante el juez de
primera instancia.

Ya la Corte Suprema de Justicia en su Sala Civil ha decantado que


la formulación y decisión del recurso de apelación de sentencias
comprende tres fases a saber: i) La interposición del recurso; ii) La
enunciación de los reparos concretos y; iii) La sustentación de la
alzada con base en tales reproches2. De esta manera, no puede
confundirse la etapa en la que solo se exponen los reparos
concretos frente al juez a quo con la sustentación que de ellos ha
de realizarse ante el ad quem, pues así lo exige el art. 322 de la
norma procesal, al indicar que el apelante “deberá precisar, de
manera breve, los reparos concretos que le hace a la decisión,
sobre los cuales versará la sustentación que hará ante el
superior”. Destáquese además que, la única labor del juzgador de
origen es la de decidir sobre la concesión o no del recurso una vez
verificados que tales reparos hayan sido debidamente
presentados y dentro de la oportunidad legal y, luego de ello
corresponde al fallador de segundo grado disponer sobre la
admisión de la alzada y, a la postre, correr traslado al censor para
que dentro del interregno previsto en el art. 14 del decreto antes

2 «Sentencia STC6481-2017 del 11 de mayo de 2017, M.P. Luis Amando Tolosa


Villabona».

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mencionado, proceda a exponer los motivos y argumentos que


soportan su inconformidad. Pretender hacer dicha sustentación
pretermitiendo las referidas etapas procesales van en contravía
del principio de legalidad y en desatención de las normas
procesales, las cuales son de orden público y de obligatorio
cumplimiento (art. 13 C.G.P.).

En este punto, importante es traer a colación el estudio


constitucional que el máximo tribunal de esa jurisdicción realizó en
sentencia SU-418 de 2019, dentro de la cual destacó el deber de
sustentar ante el superior. Así, refirió que: “En consecuencia, para
garantizar el derecho a la igualdad y la respuesta uniforme del
ordenamiento jurídico, el juez de tutela debe decantarse por la
interpretación que surge de las disposiciones aplicables. De
acuerdo con esa metodología de interpretación, el recurso de
apelación debe sustentarse ante el superior en la audiencia de
sustentación y fallo, y el efecto de no hacerlo así es la declaratoria
de desierto del recurso”.

Por su lado, en más reciente pronunciamiento, la Sala de Casación


Laboral de la Corte, al resolver una impugnación de tutela en el
que se trató un asunto de similares contornos al aquí estudiado,
sostuvo que la decisión del juez accionado al declarar desierto el
recurso de apelación no constituye una actuación irregular de su
parte sino una interpretación ajustada a las normas y a la
jurisprudencia, posición que fundó además, precisamente en el
pronunciamiento de la Corte Constitucional, aduciendo así que:

“Ahora, es menester señalar que esta Sala difiere del criterio


expuesto en primera instancia constitucional, según el cual, la
sustentación del recurso en segunda instancia constituye un
[exceso rigorismo jurídico], pues si bien esta Corporación en
oportunidad anterior encontraba que tal exigencia violaba el
debido proceso, lo cierto es que de conformidad con la sentencia
CC SU418-2019 esta colegiatura modificó su criterio, tal como se
indicó en la sentencia STL2791-2021”.3

Aunado a lo anterior, debe recalcarse finalmente que, la censora


no recurrió la providencia mediante la cual, además de disponer
la admisión de su recurso de apelación, se le corrió traslado para
presentar la sustentación del mismo y, para lo cual se le fijó un
término perentorio. Ninguna inconformidad planteó dentro de la

3 «STL 11099 del 25 de agosto de 2021. M.P. Fernando Castillo Cadena».

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ejecutoria en procura de hacer prevalecer su tesis y que, en


consecuencia, se dejara sin efectos dicho traslado ante la
sustentación anticipada que aduce haber allegado, de ahí que, al
quedar vinculado ese extremo procesal a la decisión allí adoptada,
le era imperativo cumplir con la carga procesal impuesta, y no
pretender ahora, de manera extemporánea como lo hace, atacar el
pronunciamiento que declaró la deserción de su alzada, producto
de su inoperancia.

3.5. Así las cosas, basta confrontar los anteriores


planteamientos del Tribunal atacado con los derroteros
expuestos en precedencia para establecer la incursión en el
defecto anunciado, porque al margen de que la apelante dejara
de sustentar su alzada dentro del traslado corrido en segunda
instancia para tal efecto, como allí acaeció, lo cierto es que la
declaración de deserción dispuesta se mostraba inviable
porque cumplió con tal carga ante el a quo.

De allí que el proceder reprochado a la sede judicial


enjuiciada, injustificadamente, impidió que la quejosa
obtuviera la definición de fondo de su alzada, al concluir, bajo
una apreciación literal y en extremo formal de la norma
adjetiva, específicamente del precepto 14 del Decreto 806 de
2020 -bajo cuya egida se produjo la actuación reprochada-,
que era inviable tener por cumplida esa carga cuando la
sustentación escrita se presenta ante el a quo que no frente
al ad quem, a lo cual arribó, además, bajo una aplicación
errada de los derroteros fijados en la sentencia SU-418/19
de la Corte Constitucional, pues ésta no se avenía al caso,
porque se ocupó de analizar las reglas fijadas en el Código
General del Proceso bajo el sistema de la oralidad -que no del
escritural al que corresponde el caso aquí auscultado-, a tal
punto que en dicho pronunciamiento expresamente se

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reseñó que, «en primer lugar, la disposición sí establece el


deber de las partes, y en particular del apelante, de asistir a
la audiencia de sustentación y fallo, para sustentar ante el
superior el recurso. Esa obligación se desprende de los
siguientes apartados de la disposición: En el inciso 2º del
numeral 3º del artículo 322 se dispone que quien apela una
sentencia deberá precisar ante el juez de primera instancia,
de manera breve, los reparos concretos que le hace a la
decisión, sobre los cuales versará la sustentación que
hará ante el superior. La forma verbal no admite
interpretarse como la consagración de una facultad, por el
contrario, expresa claramente que la sustentación se hará
ante el superior» (negrillas por la Corte).

A lo anterior, cabe añadir que también se presentó una


aplicación errada de los parámetros fijados por esta Sala en
providencia STC6481-2017, pues éstas tampoco resultaban
aplicables al caso concreto, comoquiera que allí se
examinaron las reglas fijadas en el Código General del
Proceso bajo el sistema de la oralidad.

De esta manera, no dar curso a la apelación en comento,


como lo resolvió el juzgador atacado, bajo una apreciación
literal de la norma procedimental, pasando por alto que en el
caso concreto la sustentación podía presentarse desde la
interposición de la alzada y «a más tardar» en el término
previsto en el invocado artículo 14 del decreto 806 de 2020,
como quedó visto, es un proceder que comporta un exceso
ritual manifiesto, toda vez que tal determinación implica una
clara y desproporcionada afectación de las garantías

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procesales de la gestora, impidiéndole el acceso a la


administración de justicia para demostrar la concurrencia del
derecho sustancial que considera ostentar, por lo que esa
situación excepcional se torna inadmisible y exige la
intervención del juez constitucional.

4. Con apoyo en lo anterior, en relación con este tema


específico, esto es, lo tocante con los casos en que todo el
trámite de la alzada se surtió bajo la egida del Decreto 806
de 2020, es decir, aquéllos que no tienen relación alguna con
el tránsito legislativo del Código General del Proceso a aquella
disposición, surge necesario señalar que la Sala, como
máxima autoridad de la jurisdicción ordinaria en su
especialidad civil (se resalta), recogió la postura inserta,
entre otros, en fallo STC3472-2021 (7 abr., rad. 2021-00837-
00), así como todos los demás que le eran contrarios,
acogiendo mayoritariamente el criterio aquí condensado,
mediante providencia del 20 de mayo de los corrientes
(STC5630-2021).

Así pues, el criterio actual de la Sala se condensa en


que:

… en vigencia del Decreto Legislativo 806 de 2020, si desde el


umbral de la interposición de la alzada el recurrente expone de
manera completa los reparos por los que está en desacuerdo con
la providencia judicial, no hay motivo para que el superior exija la
sustentación de la impugnación, de lo contrario, si los reproches
realizados apenas son enunciativos, desde luego, el juez deberá
ordenar el agotamiento de esa formalidad, conforme lo previsto en
la normatividad señalada. (CSJ STC5499-2021, reiterada
en CSJ STC8661-2021).

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Radicación n° 11001-02-03-000-2022-00559-00

5. Por lo demás, se destaca que el hecho de que la


demandante no hubiese recurrido el auto que admitió su
alzada y dispuso «observar» lo dispuesto en el artículo 14 del
decreto 806 de 2020, no es óbice para conceder el resguardo,
atendiendo que la decisión que comprometió sus derechos
fundamentales no fue esa, sino aquella que declaró desierta
su apelación, conforme se expuso en antelación.

6. Lo consignado, impone resguardar el derecho


fundamental al debido proceso del tutelante, para que el
Tribunal acusado, tras dejar sin valor ni efecto alguno la
decisión que adoptó el 18 de enero de 2022 y las que de ella
dependan, proceda a resolver nuevamente el recurso de
reposición propuesto por la censora contra el auto del 2 de
noviembre anterior, que declaró desierta su apelación frente a
la sentencia de primer grado.

DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia,


en Sala de Casación Civil, administrando justicia en nombre
de la República y por autoridad de la Ley, concede el
resguardo al derecho al debido proceso de Central de
Inversiones S.A.; en consecuencia, dispone:

Primero: Ordenar a la Sala Civil del Tribunal Superior


del Distrito Judicial de Cali que, dentro de los diez (10) días
siguientes a la notificación de esta providencia, tras dejar sin
valor ni efecto el proveído que profirió el 18 de enero de 2022

18
Radicación n° 11001-02-03-000-2022-00559-00

y los que de éste dependan, en el juicio que incoó Central de


Inversiones SA contra Josías Caicedo Fernández (radicado
76001-31-03-012-2018-00260), proceda a adoptar una
nueva decisión respecto al recurso de reposición propuesto
por la quejosa frente al auto de 2 de noviembre de 2021,
atendiendo lo expuesto en la parte motiva de la presente
determinación. Por Secretaría remítasele copia de este fallo.

Segundo: Comuníquese lo aquí resuelto a las partes y,


en oportunidad, remítanse las diligencias a la Corte
Constitucional para su eventual revisión, en caso de no
impugnarse este fallo.

HILDA GONZÁLEZ NEIRA


Presidenta de Sala
Salvamento de Voto

ÁLVARO FERNANDO GARCÍA RESTREPO

MARTHA PATRICIA GUZMÁN ÁLVAREZ


Salvamento de Voto

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Radicación n° 11001-02-03-000-2022-00559-00

AROLDO WILSON QUIROZ MONSALVO

LUIS ALONSO RICO PUERTA

OCTAVIO AUGUSTO TEJEIRO DUQUE

FRANCISCO TERNERA BARRIOS

20
Firmado electrónicamente por Magistrado(a)(s):

Hilda Gonzalez Neira


Firma con Salvamento de voto

Álvaro Fernando García Restrepo

MARTHA PATRICIA GUZMÁN ÁLVAREZ


Firma con Salvamento de voto

Aroldo Wilson Quiroz Monsalvo

Luis Alonso Rico Puerta

Octavio Augusto Tejeiro Duque

Francisco Ternera Barrios

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en artículo 103 del Código General del Proceso y el artículo 7 de la ley 527 de 1999

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Radicación n° 11001-02-03-000-2022-00559-00

SALVAMENTO DE VOTO

Con respeto por los Magistrados que conforman la Sala


de Decisión en la que se emitió la sentencia de la cual me
aparto, me permito expresar los motivos de mi disenso con la
solución adoptada en la acción de tutela que la Central de
Inversiones SA instauró contra la Sala Civil del Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Cali.

1. Este asunto, tiene como antecedentes los siguientes:

En la acción de responsabilidad civil extracontractual


que promovió la Central de Inversiones SA promovió contra
Josías Caicedo Fernández, el Juzgado Doce Civil del Circuito
de Cali profirió sentencia el 16 de julio de 2021 negando las
pretensiones, decisión que apeló la demandante el 2 de
agosto de 2021; el Tribunal Superior de Cali, el 5 de octubre
de 2021 admitió la alzada, y además, «precisó que debía
«observarse», «por las partes y por secretaría, lo dispuesto en el art. 14, inc. 3°
del decreto 806… de 2020».
Radicación n° 11001-02-03-000-2022-00559-00

Posteriormente, en providencia de 2 de noviembre de


2021, declaró desierta la apelación, contra esa determinación
formuló reposición que no prosperó, porque el 18 de enero de
2022 se mantuvo la decisión.

2. La Sala mayoritaria concedió el amparo


constitucional reclamado tras considerar,

«(…) conveniente es recordar que la sustentación de la apelación,


efectuada de forma anticipada ante el juzgador de primera
instancia, como ocurrió en el caso auscultado, fue una temática
zanjada de manera pacífica por esta Corte en favor de lo
sustancial sobre las formas en vigencia del Código de
Procedimiento Civil, dando por sentado que la interpretación más
benigna para el ordenamiento jurídico, respecto a la expresión que
tal motivación de la censura debía exteriorizarse, «a más tardar»,
antes de fenecer el traslado de segunda instancia para tal
propósito, correspondía a aquella que aceptaba que podía darse
en cualquier tiempo después de proferida la sentencia de primer
grado y con antelación al referido límite, es decir, entendía válidas
y vinculantes todas las atestaciones efectuadas con dicho fin
antes de finalizar el mentado traslado, incluso con antelación a su
inicio».

Posteriormente al analizar el caso concreto, determinó,

«en este particular asunto, como quedó visto, el 2 de noviembre de


la anualidad pasada el Tribunal convocado declaró desierta la
alzada propuesta por la promotora, por cuanto aquella no allegó
ninguna sustentación en el término previsto en el artículo 14 del
decreto 806 de 2020, decisión que mantuvo el 18 de enero de esta
anualidad»

«(…) «De allí que el proceder reprochado a la sede judicial enjuiciada,


injustificadamente, impidió que la quejosa obtuviera la definición de
fondo de su alzada, al concluir, bajo una apreciación literal y en
extremo formal de la norma adjetiva, específicamente del precepto
14 del Decreto 806 de 2020 -bajo cuya egida se produjo la
actuación reprochada-, que era inviable tener por cumplida esa

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Radicación n° 11001-02-03-000-2022-00559-00

carga cuando la sustentación escrita se presenta ante el a quo que


no frente al ad quem, a lo cual arribó, además, bajo una aplicación
errada de los derroteros fijados en la sentencia SU-418/19 de la
Corte Constitucional, pues ésta no se avenía al caso, porque se
ocupó de analizar las reglas fijadas en el Código General del
Proceso bajo el sistema de la oralidad -que no del escritural al que
corresponde el caso aquí auscultado-, a tal punto que en dicho
pronunciamiento expresamente se reseñó que, «en primer lugar, la
disposición sí establece el deber de las partes, y en particular del
apelante, de asistir a la audiencia de sustentación y fallo, para
sustentar ante el superior el recurso. Esa obligación se desprende de los
siguientes apartados de la disposición: En el inciso 2º del numeral 3º del
artículo 322 se dispone que quien apela una sentencia deberá precisar
ante el juez de primera instancia, de manera breve, los reparos concretos
que le hace a la decisión, sobre los cuales versará la sustentación
que hará ante el superior. La forma verbal no admite interpretarse
como la consagración de una facultad, por el contrario, expresa
claramente que la sustentación se hará ante el superior» (negrillas
por la Corte)».

A lo que posteriormente se agregó,

(…) De esta manera, no dar curso a la apelación en comento, como


lo resolvió el juzgador atacado, bajo una apreciación literal de la
norma procedimental, pasando por alto que en el caso concreto la
sustentación podía presentarse desde la interposición de la alzada
y «a más tardar» en el término previsto en el invocado artículo 14
del decreto 806 de 2020, como quedó visto, es un proceder que
comporta un exceso ritual manifiesto, toda vez que tal determinación
implica una clara y desproporcionada afectación de las garantías
procesales de la gestora, impidiéndole el acceso a la administración
de justicia para demostrar la concurrencia del derecho sustancial
que considera ostentar, por lo que esa situación excepcional se torna
inadmisible y exige la intervención del juez constitucional».

Finalmente, al conceder la acción de tutela, ordenó «a la


Sala Civil del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Cali que, dentro
de los diez (10) días siguientes a la notificación de esta providencia, tras
dejar sin valor ni efecto el proveído que profirió el 18 de enero de 2022 y
los que de éste dependan, en el juicio que incoó Central de Inversiones
SA contra Josías Caicedo Fernández (radicado 76001-31-03-012-2018-
00260), proceda a adoptar una nueva decisión respecto al recurso de

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Radicación n° 11001-02-03-000-2022-00559-00

reposición propuesto por la quejosa frente al auto de 2 de noviembre de


2021, atendiendo lo expuesto en la parte motiva de la presente
determinación».

3. Me aparto de la decisión mayoritaria, puesto que


considero que la Sala Civil del Tribunal Superior del Distrito
Judicial de Cali, no incurrió en excesivo ritual manifiesto que
vulnerara los derechos fundamentales invocados por la
Central de Inversiones SA.

En este asunto en el que se debate sobre la deserción


del recurso de apelación por falta de sustentación ante el ad
quem conforme a las reglas dispuestas por el Decreto
Legislativo 806 de 2020, mis razones son las siguientes:

El recurso de apelación contra providencias judiciales,


conforme a lo previsto en los artículos 322 y 327 del Código
General del Proceso, en lo que concierne a las cargas
procesales del recurrente comprende dos momentos
específicos, que debe tener en consideración el juzgador: el
primero de ellos, esto es, la interposición del recurso y la
formulación de los reparos que se desarrolla ante el juez de
primera instancia y, el segundo, esto es, la admisión, la
sustentación de la impugnación y la decisión, que se
adelanta ante el de segunda instancia.

4
Radicación n° 11001-02-03-000-2022-00559-00

En cuanto a la oportunidad y los requisitos para


instaurar el recurso de apelación frente a un fallo, el numeral
3° del artículo 322 del Código General del Proceso, establece,
«Cuando se apele una sentencia, el apelante, al momento de
interponer el recurso en la audiencia, si hubiere sido proferida en
ella, o dentro de los tres (3) días siguientes a su finalización o a la
notificación de la que hubiere sido dictada por fuera de audiencia,
deberá precisar, de manera breve, los reparos concretos que le
hace a la decisión, sobre los cuales versará la sustentación que
hará ante el superior.

Para la sustentación del recurso será suficiente que el recurrente


exprese las razones de su inconformidad con la providencia
apelada.

Si el apelante de un auto no sustenta el recurso en debida forma


y de manera oportuna, el juez de primera instancia lo declarará
desierto. La misma decisión adoptará cuando no se precisen los
reparos a la sentencia apelada, en la forma prevista en este
numeral. El juez de segunda instancia declarara desierto el
recurso de apelación contra una sentencia que no hubiere
sido sustentado». (Se destaca).

Por su parte el artículo 327 del Código General del


Proceso, establece,

«(…) Ejecutoriado el auto que admite la apelación, el juez convocará


a la audiencia de sustentación y fallo. Si decreta pruebas, estas
se practicarán en la misma audiencia, y a continuación se oirán
las alegaciones de las partes y se dictará sentencia de
conformidad con la regla general prevista en este código.

El apelante deberá sujetar su alegación a desarrollar los


argumentos expuestos ante el juez de primera instancia».

Se destaca que el artículo 14 del Decreto 806 de 2020


en nada modificó las exigencias descritas el citado artículo
322, en cuanto a la interposición del recurso y la formulación

5
Radicación n° 11001-02-03-000-2022-00559-00

de los reparos: Se ocupó, exclusivamente de la forma en que


se realizaría la sustentación, que antes de su expedición era
de manera oral en audiencia (artículo 327 CGP); ahora por
escrito, una vez ejecutoriado el auto que admite la
apelación, en el término de cinco (5) días, ante el ad quem y
no al a quo.

La modificación que el citado artículo 14 introdujo al


recurso de apelación de sentencias, en últimas lo único que
varió fue la forma de hacer conocer al juez de segunda
instancia por el recurrente, el desarrollo de los reparos
expresados ante el a quo, de oral a escrita.

Tampoco varió la norma aludida, la estructura de las


cargas que impone el legislador como presupuestos para que
el superior funcional examine la providencia apelada y las
consecuencias de su desatención, únicamente, se itera, como
excepción al principio de oralidad en la administración de
justicia, se admitió que, para dicho propósito, el apelante
pueda hacerlo por escrito, sin necesidad de acudir
personalmente a la sede del funcionario.

Ahora bien, no pueden equipararse los reparos que se


expresan ante el a quo, con los argumentos que soportan la
sustentación que se presenta ante el ad quem, de manera
escrita (artículo 14 Dto. 806 de 2020), tampoco se trata del
cumplimiento anticipado de la carga impuesta por el

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Radicación n° 11001-02-03-000-2022-00559-00

legislador quien previó la oportunidad y el juez competente


para verificar su cumplimiento y efecto de su desatención.

Por lo anterior, el amparo propuesto no debió ser


concedido en tanto que la declaratoria de desierto respecto
del recurso de apelación en este asunto, corresponde al
incumplimiento del recurrente de la carga de sustentación
ante el juez competente (Tribunal Superior de Cali) y, en la
oportunidad señalada por el legislador, lo que evidencia la
razonabilidad de la providencia del juez natural.

Con el debido respeto, dejo así consignada mi


divergencia.

MARTHA PATRICIA GUZMÁN ÁLVAREZ


Magistrada

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SALVAMENTO DE VOTO

MAGISTRADA HILDA GONZÁLEZ NEIRA

Radicación n° 11001-02-03-000-2022-00559-00

Con el mayor respeto hacia los Magistrados que


profirieron la providencia de la cual tomo distancia, me
permito expresar los motivos de discrepancia con la solución
adoptada.

La Sala mayoritaria concedió el amparo constitucional


reclamado por la sociedad Central de Inversiones S.A. frente
a la Sala Civil del Tribunal Superior del Distrito Judicial de
Cali y, en consecuencia, ordenó a la Magistratura acusada
que, tras dejar sin valor ni efecto el proveído de 18 de enero
de 2022 y los que de éste dependieran, adoptara una nueva
decisión respecto al recurso de reposición propuesto por la
quejosa frente al auto de 2 de noviembre de 2021. Ello, en el
proceso de responsabilidad civil extracontractual que la
actora incoó contra Josías Caicedo Fernández (rad. 76001-
31-03-012-2018-00260).

Resolución que sustentó, aduciendo, en lo principal,


que «(…) anticipa la Sala la procedencia del resguardo deprecado, pues,
en verdad, con la criticada determinación de dar por desierta la apelación
formulada por la accionante, la autoridad cuestionada incurrió en claro
defecto procedimental, por exceso ritual manifiesto, al exigirle allegar una
nueva sustentación a pesar de que había atendido esa carga ante el a

1
quo».

Según explicó, porque con la expedición del artículo 14


del Decreto 806 de 2020,

(…) sin duda, se retomó la sustentación de la alzada por escrito,


de la que trataba el precepto 352 del derogado Código de
Procedimiento Civil, el cual, en lo que aquí interesa, en casi los
mismos términos del mentado artículo 14 del novísimo Decreto
806, enseñaba que «[e]l apelante deberá sustentar el recurso ante
el juez o tribunal que deba resolverlo, a más tardar dentro de la
oportunidad establecida en los artículos 359 y 360, so pena de que
se declare desierto (…) 3.2. Teniendo ello de presente, conveniente
es recordar que la sustentación de la apelación, efectuada de
forma anticipada ante el juzgador de primera instancia, como
ocurrió en el caso auscultado, fue una temática zanjada de manera
pacífica por esta Corte en favor de lo sustancial sobre las formas
en vigencia del Código de Procedimiento Civil, dando por sentado
que la interpretación más benigna para el ordenamiento jurídico,
respecto a la expresión que tal motivación de la censura debía
exteriorizarse, «a más tardar», antes de fenecer el traslado de
segunda instancia para tal propósito, correspondía a aquella que
aceptaba que podía darse en cualquier tiempo después de
proferida la sentencia de primer grado y con antelación al referido
límite, es decir, entendía válidas y vinculantes todas las
atestaciones efectuadas con dicho fin antes de finalizar el
mentado traslado, incluso con antelación a su inicio.

Luego de lo cual, concluyó,

«(…) En ese orden, de lo evidenciado claramente se desprende que


el soporte para, en vigencia del Código General del Proceso,
declarar desierta la apelación cuando la parte recurrente deja de

2
asistir ante el ad quem a sustentarla, tiene fundamento exclusivo
en el sistema oral que gobierna tal estatuto, sin que, por obvios
motivos, tal razonamiento tenga cabida cuando en el rito
respectivo prevalece lo escritural».

No comparto la determinación, principalmente, porque


la Sala Civil del Tribunal Superior de Cali no incurrió en
excesivo ritual manifiesto que vulnerara los derechos
fundamentales invocados por la querellante. Son mis razones
las siguientes:

1.- El recurso de apelación contra providencias


judiciales, de conformidad con los arts. 322 y 327 del CGP,
comprende dos momentos que deben ser desarrollados en
etapas bien definidas: Uno ante el juez de primera instancia
- interposición y reparos - y, otro ante el de segunda - admisión,
sustentación y decisión -.

Sobre el primero, el Decreto 806 de 2020 en su artículo


14 no estableció modificación alguna mientras que para el
siguiente sí, respecto de la sustentación, la que en sentido
estricto solo comporta la forma de hacer conocer al juez de
segunda instancia los argumentos que soportan los “reparos”
expresados ante el a quo, ya no oralmente en audiencia sino
por escrito, pero en todo caso, una vez “ejecutoriado el auto que
admite la apelación”, competencia adscrita al ad quem y no al a

quo.

En otras palabras, tales modificaciones privilegiaron lo


escrito sobre lo oral en la segunda instancia, cuya finalidad
no es otra que «evitar el desplazamiento de los usuarios y funcionarios

3
de la administración de justicia a los despachos judiciales y notarías y,
de esta forma, proteger su salud», también permiten afirmar que

la estructura de las cargas que impone el legislador como


presupuestos para que el superior funcional examine la
providencia apelada y, las consecuencias de su desatención
además que no han variado, no se extendieron a la obligación
misma de «sustentar la apelación» ante el juez competente, que
lo es el ad quem, sino que, como excepción al principio de
oralidad en la administración de justicia, admitió que, para
dicho propósito, el apelante pueda hacerlo por escrito, sin
necesidad de acudir personalmente a la sede del funcionario.

Tampoco exoneró del deber de «sustentar» dentro del


término allí previsto, esto es, a más tardar dentro de los cinco
(5) días siguientes a la ejecutoria del auto que admite la
alzada, que de no atenderlo acarrea la declaratoria de
deserción y, por ende, por su propia omisión, la imposibilidad
de acceder a la segunda instancia lo que aleja irreflexividad
en la interpretación, o exceso manifiesto en el rito o,
desproporcionalidad en la decisión.

Por el contrario, pone de presente el acatamiento de la


forma prevista, también integradora del derecho
fundamental al debido proceso, el cual debe ser aplicado por
todos los sujetos procesales, a “todas las actuaciones” del
proceso en coherencia con el precepto conforme al cual este
“debe adelantarse en la forma establecida en la ley”–arts. 29 CN; 7,

13 y 14 Ley 1564 de 2012-; y, hace visible el principio de


preclusión, “fundamental del derecho procesal en cuyo desarrollo se
establecen las diferentes etapas que han de cumplirse en los diferentes
procesos, así, como la oportunidad en que en cada una de ellas deben

4
llevarse a cabo los actos procesales que le son propios, transcurrida la
cual no pueden adelantarse” (Corte Constitucional A 232-2001).

Subrayado fuera de texto.

2.- Con independencia de la extensión de los reparos –


breves o extensos – no puede equipararse la expresión de las

inconformidades – discrepancia o con qué no está de acuerdo - con


los argumentos que las soportan – por qué discrepa o no está de
acuerdo -. Aquellas se expresan ante el a quo y éstos ante el

ad quem. Así lo dispone el legislador ahora de manera clara


– art. 14 D. 806 de 2020-, se consideró constitucional antes – SU
418 de 2019 –, previó el legislador antes de la ley 1564 de 2012

– art. 360 C.P.C – y, esta Corporación con fundamento en esta


norma, estimó como el momento para fundamentar la alzada
– V.gr. SC 4855 de 2014; STL 2791 de 2021 y STL 9267-2021-.

3.- Tampoco se trata del cumplimiento anticipado de la


carga de sustentación si atendemos que el legislador previó
la oportunidad y el juez competente para verificar su
cumplimiento y efecto de su desatención. Por lo tanto, podría
aceptarse que se anticipa cuando el acto se realiza ante el
juez competente antes del momento previsto legalmente para
su realización, esto es, durante el trámite de segunda
instancia, pero no, cuando se realiza en primera instancia.

4.- Todo lo antes afirmado permite igualmente colegir,


en los términos del art. 14 de la Ley 153 de 1887, que no se
trata de revivir la sustentación de la alzada por escrito que
consagraba el artículo 352 del Código de Procedimiento Civil,
la que igualmente debía hacerse “ante el juez o tribunal que…”

5
debía “resolverlo” sino, se itera, de una excepción provisional
al principio de oralidad.

Conclusión: Estoy convencida que el amparo rogado no


debió ser concedido en tanto que la declaratoria de desierto
respecto del recurso de apelación en este asunto,
corresponde a la desatención de la recurrente de la carga de
sustentación ante el juez competente y, en la oportunidad
señalada por el legislador, lo que evidencia la razonabilidad
de la providencia del juez plural natural.

Con el debido respeto, dejo así consignada mi


discrepancia.

HILDA GONZÁLEZ NEIRA

Magistrada

6
Firmado electrónicamente por Magistrado(a)(s):

Hilda Gonzalez Neira

Este documento fue generado con firma electrónica y cuenta con plena validez jurídica, conforme a lo dispuesto
en artículo 103 del Código General del Proceso y el artículo 7 de la ley 527 de 1999

Código de verificación: 873BBFBBBA2ADC74331DC9D9EC8273B16C0C6D403A32DBF9CB3DA72DFD103591


Documento generado en 2022-03-23

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