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La Trayectoria Política del Patriciado

a) Política o Políticas:

Si bien en otros países el patriciado era conformado por una clase dirigente, como en el
caso de EE.UU. donde el patriciado se encontraba en el equipo director que hizo una
Constitución y luego reformó a su manera y conveniencia, confiscó lo bienes de sus
enemigos y estableció su impronta desde el inicio del país. O también el caso de
Argentina donde el patriciado porteño rompe las vinculaciones con la subordinación a
política a España y luego opta por una independencia.

En el caso de Uruguay el patriciado se encantaba en el pueblo y algunos personajes de


la clase dirigente, no se debe de seguir una línea ortodoxa, con el pensamiento de que en
otros países fue el patriciado en las clases dirigentes que en Uruguay debe de ser así.
Podemos deducir que el Patriciado fue una clase y una clase dirigente, quienes tenían
interés comunes y que esos intereses comunes tuvieron devenir en ideologías, en formas
de conciencia comunitaria. También podemos afirmar, dado el material histórico, que
los hombres de un mismo sector social no tienen una ideología uniforme, tampoco que
están conscientes uniformemente de cuales son sus intereses o sean conscientes de
estos, tampoco que estos sean conscientes de quien los defiende o amenaza. La clase
dirigente o alte se encontraba en un punto de heterogeneidad ideológica lo cual hizo que
controvirtieran entre sí.

Nos así entonamos con una falta de presión desde abajo, sumado a las circunstancias y
factores del momento, además de las distintas salidas para un mismo problema, pero
contradictorias a la vez, se movían en un torbellino de fuerzas internacionales el cual su
origen estaba fuera de alcance. El patriciado uruguayo pudo así concebir varios
proyectos históricos diferentes en los cuales se conjugaba el “patriotismo”. Así se
explica la cantidad de planes políticos adheridos por el patriciado uruguayo, el primero
de todos fue la lealtad a España como la ciudad resistente, esta se benefició con las
promesas de seguridad que se implicaba desde 1815 el afianzamiento de la Restauración
europea sumado un liberalismo español lo que intenta emancipar el Imperio sin
destruirlo. Luego la adhesión a Buenos Aires, deviniendo en el conflicto interprovincial
que se define como “un conflicto entre la unidad y la anarquía” (Real de Azúa, 1961).
Lo tercero fue el proyecto confederal artiguista, con la mirada hacia una gran y futura
nación que tuviera una salida al atlántica localizada al oriente. Otro proyecto fue la
adhesión a al Cisplatina, la cual era la aceptación de un orden estable y constituir una
región privilegiada de un gran imperio. Y, además, después del 30 la nación
independiente que se encontraba en duras y revueltas de una federación entenebrecida y
caótica.

b) El Patriciado y el Artiguismo:

Cuando en 1811 Artigas inicia el levantamiento oriental, lo más fuerte del patriciado se
“solidariza”, dice Real de Azúa, con el hecho, se crean nuevos títulos para se patriciado
dado a que se identificaban con esta comunidad naciente, estos se convertían en
“padres” de esta nueva entidad. Se sabe que la clase dirigente estanciera, saladera y
eclesiástica acudió a este proyecto dado a las grandes cobranzas de tributos por parte de
Montevideo para la lucha contra la Junta de Buenos Aires y también evadir la nueva
ordenación de campos y revalidación de títulos impuestas por las autoridades españolas.
Todos estos ganaderos se entornaban a Artigas a quien le depositaban su confianza dado
los éxitos militares recientes como la pacificación de la campaña. Los saladeristas y los
estancieros se unieron también ya que dependían de la prosperidad del interior. Muchos
Clérigos nacionales como españoles se alinearon junto a Artigas.

Ya el sector letrado de Montevideo, el cual el español Salazar observo que los abogados
eran hijos del pais, y formaban los prosélitos de Pasos, que en su gran mayoría fueron
prosélitos de la Revolución porteña. Estos estarían destinados a ser enemigos de
Artigas, y así surgen dos concepciones en este periodo para los enemigos la secesión de
España era la transferencia del poder de las autoridades españolas al núcleo ciudadano
dirigente. Esta visión que muchos de las grande mentes de la época como Lucas Obes,
Nicolás Herrera, Pedro Feliciano Sáenz y si se nombra a Santiago Vázquez, secundaron
los planes monárquicos de Buenos Aires lo cual era parte de una cosmovisión
iluminista, burguesa y doctoral, la cual no se podía asimilar en una nación de base
agraria, lo cual Artigas busca firme e instintivamente. Los Herrera y Obes tenía una
postura que no era muy compatible con las que salían de la Banda Oriental, muchos
tuvieron sus choques con Artigas con el que progresivamente desde 1812 se hizo más
difícil su relación con los hombres de la ciudad. Con respecto a los porteños pudo darse
un conflicto de fidelidad o concepciones revolucionarias. Y por último pudo darse un
disgusto de intervención en una lucha que aparece progresivamente como civil y luego
una vivencia. Los herrera y Obes pensaban que su espada podía valer en cualquier parte
y lo quisieron demostrar.
Explicar la revolución y el proceso de independencia y complicada porque en sectores
altos podíamos encontrarnos con personas que apoyaban a Artigas o incluso podíamos
tener como en el caso e la anécdota del mercader español Roque Gómez, el cual un día
encontró a sus hijos pequeños entrenándose militarmente para matar godos. Las varias
versiones de la independencia se acumulan sobre un punto de conflicto entre el
liberalismo y el absolutismo, ruptura nacional de americanos y españoles, rencores
locales y quiebres generaciones entre jóvenes y viejos. Solo explicando todos estos es
que luego podemos explicar la variedad de posturas que adopta un mismo sector en
aquellos momentos iniciales y posteriores.

En estos casos Artigas es un patricio hostil al patriciado montevideano, ya que este


luego de ser un montevideano de familia y formación que profesó a la “muy fiel y
reconquistadora”, se volvió hostil contra los suyos. Se puede notar este antagonismo con
la urbe patricia de Montevideo cuando este no decide volver luego de la revolución, o
incluso con su política de tener que fomentar los puertos nacionales que no fueran los de
la ciudad de Montevideo. Según Anaya en 1815 la “elite” abandona a Artigas, es seguro
que estas se alejan dada las características del Artiguismo (Desorden inmediato,
irrupción física de l campo en la ciudad, política agraria, presencia de clases
desposeídas, alardes igualitarios en el cual se desposeen los títulos militares y
eclesiásticos y solo se mantiene el de “doctor”).

Así en 1815 podemos tener dos facciones patricias bien antagónicas que pugnaban por
la dirección del cabildo montevideano, por una parte, tenemos a Fernando Otorgués
quien pugnaba por las medidas de rigor a los españoles que Artigas profesaba, y por
otor lado, tenemos a García de Zúñiga y Felipe Cardoso quienes se mostraban
dispuestos a sabotearlas. Este primero fue uno d ellos “hombres malos”, cuya leyenda
de crueldad fue acuñada por la alta clase de Montevideo, este estaba vinculado
familiarmente a Artigas, Otorgués constituyo el blanco el cual ocultó el patriciado
comercial d Montevideo la oposición que existía a su jefe. Otorgués ingresa a
Montevideo al frente de la masa campesina artiguista, lo que en Montevideo implicó
terror, horror y odio hacia este personaje que provocó un episodio de más de una
colisión de clases y estilos de vida que tiene innumerables versiones en al historia de
Hispanoamérica. Este encarnó la dureza revolucionaria artiguista esta necesaria,
purificadora, repulsiva y triste dureza de esta revolución, todas las crueldades de
Otorgués no son nada comparadas con las crueldades de los destacamentos españoles de
las guerras impartidas en los campos del sur.

Si bien todo esto aun no es tan claro menos aún lo es la “revolución de los cívicos” en
contra el sustituto de Otorgués, Miguel Barreiro, delegado por Artigas este cambio. Esta
fue liderada por la ex-facción otorguesista, de la cual se sospechaban tentativas de
entendimiento con los españoles. La única línea clara que tenemos en estos hechos, son
las reciprocas devoluciones que tenía la clase dirigente montevideana contra Artigas.

c) La Cisplatina, respiro patricio.

Cuando Artigas es vencido y Lecor se asienta firme en Montevideo, el movimiento


mayoritario del Patriciado fue hacia la adhesión al ocupante y hacia la colaboración
plena hacia el invasor. El grado de adhesión al ocupante de los que formaron la clase
alta de los cisplatinos, los integrantes del “Club del Barón” o Circulo de Lecor fue muy
grande comparado al del patriciado y aun en aquellos círculos hubo personas como
Lucas Obes que mostraban algún interés en pro a la integridad de la nación. También
hubo personas que fueron capaces de demostrar algún gesto de desacuerdo, de protesta
y pueden ser comprendidos en esta última quienes, dado la retirada de los portugueses y
brasileños, formaron junto a los que estaban en desacuerdo en 1822 y 1823 “Los
Caballeros Orientales” quienes buscaron el apoyo de Buenos Aires.

Pese a todo esto queda la verdad histórica de que el Patriciado adhirió a los resultados
de la sublime intriga de Nicolás Herrera y del sublime propósito de Lucas Obes. EL pais
se encontraba exhausto por una lucha desigual y desesperada de cuatro años, destruido
por Buenos Aires y el poder lusitano, el proyecto artiguista también creyó inclinarse
ante la realidad aceptado el poder extranjero. La fuerza conservadora adversos a la
independencia sintieron que esta era una retribución por una justa victoria. Los
latifundistas que vieron asegurados sus derechos contra la presión de los ocupantes, tan
peligrosa durante el artiguismo y también lograron archivar los propósitos de la reforma
agraria de Lucas Obes. La ciudad en un bloque que, con el régimen lusitano, ganó
limpiamente un vuelta de su lucha contra el campo, victorioso en el quinquenio anterior.

A todos estos sectores de gente ilustrada, integra y de prioridad Lecor dirige su política,
con miras de crear una “nobleza” oriental fomentando lazos con sus militares y las
mujeres patricias de Montevideo, también sus medidas económicas lo demuestran.
Hubo otros medios a los cuales el derrotismo no llegó, lo demuestran algunos núcleos
patricios de la época, la cínica conformidad o la aceptación estratégica lo demuestran y
también los sectores más postergados de la ciudad y el campo, a los cuales Nicolas
Herrera los llamaba de perros gauchos a los que él quería ver ahorcados debido a que no
había quien los hiciera trabajar por su Majestad Imperial. Para los otros patricios la
Cisplatina aseguró la paz, tranquilidad, estabilidad y seguridad que anhelaban desde
hace años y que ahora parecía estar asegurada por una autoridad consolidada, fuerte y
de centro remoto.

Con esto se satisfacía a la clase ganadera, comerciante, letrada y burocrática, a al cual se


les daban puestos en cortes, diputaciones o congresos. Estos integraban el puesto en
cuanto fueran útiles y en cuanto no tuviesen reflejos nacionales, emocionales o
ideológicos.

El futuro del Uruguay poseía elementos insuficientes para des una nación tanto en 1823,
1828, 1829 i en cualquier periodo de los tiempos modernos, es la problemática que se
enfrentan las pequeñas comunidades autónomas en los mundos mediatizadas por
imperialismos. La diferencia entre “aspirabilidad” y posibilidad era una verdad
redundante en el realismo clásico, cuyo desconocimiento fue la fuente de males en
América. La certeza de ser una futura pieza en el juego de las ambicione limítrofes era
una profecía que se hizo realidad en menos de veinte años.

Un factor importante es que en el 1821 se tenía un temor a la oclocracia, o gobierno de


la muchedumbre, la decisión de mantener bajo la tutela extranjera una estratificación
social, la necesidad de reprimir a los desobedientes, el deseo de estabilizar una sociedad
ganadera y comercial para bien de unos pocos.

Para Real de Azúa es bueno tener en cuenta lo que antecede. Porque nuestra
historiografía no ha hecho un cómodo y módico patriotismo con la Cisplatina. Solo
unos pocos autores han demostrado un simpatía o equidad que no explica tan bien, de
igual modo, aquella situación especial.

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