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EJE 2: RAZÓN INSTRUMENTAL / RAZÓN REPRODUCTIVA-CONVIVENCIAL

“NIETZSCHE Y LA MODERNIDAD: UN PSICOGRAMA A PARTIR DE LO QUE


NIETZSCHE DICE SOBRE NIETZSCHE”

La siguiente lectura de este eje se llama “Nietzsche y la modernidad: Un psicograma a


partir de lo que Nietzsche dice sobre Nietzsche” publicado en 2001

Hinkelammert empieza diciendo que Nietzsche asume la modernidad como nadie, porque
la piensa y la vive como el último momento y se transforma en una copia viviente de ella, y
es la vida de Nietzsche la que nos revela claramente lo que es la modernidad. Y al ser él
quien la encarna, por así decirlo, se reconoce en él la modernidad ya que esta se reconoció
en él durante el régimen nazi en Alemania y también en el tiempo actual o la llamada
globalización.

Entonces cuando se dice que Nietzsche encarna la modernidad y sus crisis y que por ende
se dirigió a la autodestrucción. La modernidad, al encarnar a Nietzsche, va con pasos
agigantados hacia su propia autodestrucción ya que él insiste en que hay que tratarse a sí
mismo con extrema dureza.

Primero se habla de Nietzsche como persona y se dice él fue un hombre bastante


bondadoso y pacifico aunque a veces fuera un poco pedante, era muy humano y amante de
los animales por tanto su carácter se endurecía al mirar que alguien maltratara a un animal.
Curiosamente, en sus ratos libres él pensaba un ideal humano muy diferente a como era él,
lo imagina como una bestia que ama la guerra, siendo un amo que domina esclavos,
también imaginando que con la liberación de los esclavos todo el mundo se vendría abajo.
Y toda la clase media alemana fantaseaba de esa manera, y es todo eso lo que corresponde
al mundo paranoico que produce el nazismo y posteriormente recrea el mundo de la
globalización.

Luego se habla de Nietzsche, el luchador. Él tiene enemigos y lucha en contra de ellos pero
en conversaciones consigo mismo y en sus escritos. Y aunque según él espiritualiza la
enemistad, en realidad él es incapaz de soportar los conflictos. Es un ciudadano
completamente normal, que solamente tiene fantasías megalómanas, pero, nada de eso es
cierto. Es un hombre de virtudes corrientes y en realidad, en su fantasía, transforma los
conflictos personales corrientes en grandes guerras, que son, además, las únicas guerras que
hace.

Cuando en la obra se habla de la suciedad de los que yacen abajo, se comenta que
Nietzsche estaba obsesionado por el mal olor de los que están abajo, es decir, su corrupción
y su monstruosidad y es por eso que el cristianismo también le huele mal ya que la vida que
debería ser pura, es envenenada por el evangelio y no solo el evangelio sino también
aquellos que lo promulgan.

Entonces, al verse perseguido por esos malos olores, busca en las alturas el aire limpio y es
en ese aire de las alturas donde se le ocurrió la idea del eterno retorno, es decir, que el
hombre solo podrá transformarse en el superhombre cuando logre vivir sin miedo. Y en las
alturas el hombre se convierte en algo más alto elevándose de los que están abajo, de los
que deben ser esclavos.

En esas alturas, Nietzsche también quiere ser aristócrata y calcula su posibilidad de serlo a
través un pensamiento, el ahorro centavo por centavo, que no es tan aristocrático que
digamos, y sin embargo eso no es suficiente sino que quiere ser más, estar más alto.

Y después de esto él llega a lo que Hinkelammert le llama “una utopía al revés” que no deja
de ser utopía siendo esta una dominación sin límites y el nuevo héroe y nuevo hombre es el
hombre bruto ya que embrutecerse también exige una gran disciplina. Desde esa utopía al
revés, Nietzsche ofrece como su redención por un nuevo redentor, que de hecho es él
mismo y siendo ahora él el redentor del mundo, que lo redime para vivir el paraíso bajo las
espadas, dice Hinkelammert, redime también la humanidad de todas las redenciones
anteriores y de todos sus ideales y esas maldiciones sufridas por la humanidad.

Ahora, hablando sobre Nietzsche y el carácter triangular de sus conflictos, se dice que
Nietzsche, como lo dije al principio, es un hombre pacífico, amable, compasivo y a la vez
es bastante extraño. Pero cuando él se piensa en relación con otros, se siente en una lucha a
muerte en contra de sus enemigos, y lucha en contra de todos ellos, en contra de la igualdad
humana, en contra de la dignidad humana y por eso, cualquier pacifismo lo escandaliza, a
pesar de ser él mismo, en su vida concreta, un hombre muy pacífico.
Aquí entra un concepto que es el triángulo mimético, Nietzsche considera que tiene un rival
al cual vencer pero esa rivalidad no es mutua ya que sus enemigos no lo consideraban a él
como tal, y en su imaginación, el vencedor de esa lucha, efectivamente merece un premio

Por medio de este marco triangular, Nietzsche concibe sus críticas, ya que su única arma es
el papel y la tinta, como luchas para derrotar a algún rival. Pero esta derrota del rival está
siempre vinculada con la ambición de Nietzsche de tomar su lugar. Entonces el rival es
siempre admirado, de modo de hacer posible que, por medio de su eliminación, Nietzsche
tome su lugar y así le da al rival una importancia extraordinaria, para que después de su
derrota la importancia de Nietzsche sea mayor todavía. Aquí sería lo mismo que muchos
cristianos hacen con Lucifer: lo agrandan como la creación más bella de dios, y lo ubican
solo un poco por debajo de dios y así cuando lo derrotan suben a otro nivel y se elevan a la
altura del mismo dios

Y ya para finalizar, pues lo que Nietzsche hace a través de sus metáforas no es enfrentar al
mundo sino encarnarlo, ya que hace un reflejo del mundo en el que vive y lo reproduce en
su propia vida y aunque todo parezca critica en realidad es un pensamiento que lleva al
mundo de Nietzsche a sus últimas consecuencias. Lo que él refleja es la modernidad que
contiene esa catástrofe que él refleja desde su interioridad, es decir que este reflejo es la
catástrofe en la que desembocará la humanidad si no hace una reflexión sobre sí misma y se
logra enfrentar.

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