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SEMANA DE LA COLOMBIANIDAD

Laura Valeria Usma López


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LA OTRA CARA DE LA MONEDA

CAPITULO I – Julia en pocas palabras…

Mi nombre es Julia Bocanegra Torres, tengo 62 años y nací el 1 de agosto de 1959, vivo en
el departamento del Cauca y soy campesina, actualmente estoy con mi esposo llamado
Wilson y mis 3 hijos, la mayor llamada Graciela, el del medio llamado Samuel y la menor
llamada Juliana, mi forma de poder sobrevivir y sostenerme es por medio de los cultivos de
caña, caña panelera, papa y yuca, pero no recibo lo suficiente para mi familia y para poder
tener una vida digna y con oportunidades como ´´la otra Colombia´´, así que les contare lo
que vivo cada día, esta es mi historia…

Mi familia conformada en ese entonces por mi madre, mi papá, mis 3 hermanas y mis 4
hermanos, siendo yo la hermana mayor entre todos; desde muy pequeña mis papas me fueron
enseñando todo lo relacionado al campo y todas sus maravillas, en eso se baso la mayoría de
mi infancia, porque lamentablemente no pude recibir ningún tipo de estudio, igual que la
mayoría de mis hermanos.

Me case a la edad de 17 años, pero mi primera hija la tuve a los 15, porque algo que siempre
me inculcaron era que tenía que casarme y tener hijos, para poder realizar mi vida plenamente
en compañía de un hombre, cuidando a mis hijos siempre. A partir de ahí enfoque toda mi
vida a la agricultura, pero cada vez crecen más mis hijos y mi preocupación va aumentando.

Otra parte importante de mí, es que me gusta todo lo relacionado a la naturaleza, la tierra e
incluso, mi sueño siempre fue ayudar a la gente y a los animalitos, estudiar era algo
importante, pero la vida y las oportunidades en este país no me lo dieron, a pesar de todo eso,
desde hace años ´´soy una de las miles de familias campesinas que le da de comer al país,
pero por el contrario el país me paga con indiferencia, vulnerando por completo mis
derechos y los de todo mi familia. Esta es la vida del campo, mi realidad colombiana.´´

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Laura Valeria Usma López
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CAPITULO II - ¿Problemas de la vida o vulneración de esta misma?

Desde hace varios años he sentido como voy empeorando en cuestiones de salud, el dolor de
mis manos, de mis pies y de todo mi cuerpo en general, hace que no quiera hacer
absolutamente nada, sientas un desaliento eterno, pero también me obliga a saber vivir con
esto, para poder sobrevivir; mis costumbres campesinas, creencias y saberes frente a un tema
de salud, sobrepasa todo tipo de dolor que tengo, están agudo que ni en lo que más confió me
alivia el dolor. El estado de salud de Colombia para nosotros, ha quedado cada vez más en
un olvido estatal, la violencia y la política cada vez me hacen perder la idea de poder vivir.
La guerra que vivimos a diaria afecta más allá de nuestro bienestar, decepciona, frustra
emocionalmente y duele pensar que mis hijos van a pasar por lo mismo. Todo lo que nos
ofrecen es precario o limitado, el que lo recibe, solo recibe una pequeña parte, de un gran
problema.

Las ventas bajan, el precio de lo que vendemos baja, estamos en serios problemas, mi esposo
cada vez más lleno de preocupaciones, recibiendo migajas de todo el esfuerzo que requiere
este trabajo, mis hijos anhelan estudiar o hacer algo para su futuro, no quiero ser un
impedimento para ellos, tendrán mi apoyo incondicionalmente incluso, en este momento
estoy segura que lograran algo, problemas de los cuales no estamos enterados y en donde
somos sus primeras víctimas, lo invisible y donde refleja todo lo que no queremos creer.

Hoy 21 de marzo de 2021, tengo miedo por mi familia y por mí, el tráfico de tierras es algo
que esta pasando seguido y el defendernos de esto solos no es suficiente, no quiero dejar mi
casa, ni mi tierra, no sé qué sería mi vida si eso ocurriera, no tendría a donde ir con mi familia,
sin oportunidad de nada.

Nadie nos escucha y si no hay nadie que me escuche, seguirán los problemas, se vulneran
mis derechos desde hace años, no hay respuesta alguna para estas situaciones, mi vida y la
de mi familia es sagrada y con el mismo valor que el de todos, pero el temor consume y
abandonar la tierra salvara lo poco que me queda, problema sobre problemas.

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CAPITULO III – Sobrevivir o vivir en ruinas, pero con vida.

Desafortunadamente, todo fue cambiando poco a poco, las lágrimas de la despedida fueron
un sonido de frustración, era tan fuerte que estaba abrumada, no aguanto más esto, mis ojos
se cansan, mi corazón va más lento cada vez, sigo sin cumplir mi objetivo principal lograr
un futuro para mis hijos, aunque con lo que nos quedó lograron irse a un lado mejor, con
mayor oportunidad de algo ¿Cómo pueden vivir si son los invisibles del pueblo? pero no me
queda tiempo, un grito de descanso que fue silencioso, bajando de tal manera que me
desvanecía en una gran hueco, ese mismo en el que estuve toda mi vida, esperando una ayuda
o algo diferente, lagrimas caían alrededor de mí, lágrimas de familia de compasión y de
profundo tristeza al no hacer nada frente a mi grave enfermedad, me despedido nuevamente,
con fe de que todos los que pasen por esta situación salgan adelante o requieran de una ayuda
a tiempo y cuando la necesiten. Con cariño Julia, desde lo más profundo de mi corazón.

PARA MI ESPOSO E HIJOS


Atentamente: Julia Bocanegra Torres.

“Nada de lo que pasa en el campo se soluciona si nadie escucha a los campesinos,


si nadie reconoce con seriedad lo que vivimos. El primer paso para resolver los
problemas más graves de la tierra y de las zonas rurales es escuchar y reconocer la
verdad de quienes vivimos allí”, dice Edgar Zuluaga, líder de la Zona de Reserva
Campesina de El Pato-Balsillas, Caquetá.
“A los campesinos nos han negado todo lo que a otros les sobra- dice Carlos-. Nos
han negado lo fundamental -que es el derecho a la vida- y lo elemental: vías,
hospitales, escuelas, energía eléctrica, agua potable, vivienda, créditos, asistencia
técnica, infraestructuras, títulos de propiedad de las tierras y mercados para
comerciar los productos”. (EL TIEMPO, 2021)
“Los campesinos le damos de comer al país, pero el país no reconoce la precariedad
de la vida en el campo” (EL TIEMPO, 2021)

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