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Guillermo Del Toro gana el Oscar a mejor película de animación por su ‘Pinocho’

Nota: El País

Por Paulina Cruz

Pinocho de Guillermo del Toro ganó este domingo el Oscar a mejor película de
animación. El director mexicano obtuvo de esta forma la tercera estatuilla de su
trayectoria. Lo hizo con lo que él mismo ha llamado una de sus obras más personales.
Basada en un clásico literario, que traslada a Italia durante el fascismo, le ha permitido
profundizar en algunos de los temas que ha tocado en sus películas, como la relación
entre padres e hijos. Después de haberse hecho un nombre en Hollywood como el
maestro de los monstruos, el cineasta se ha consagrado gracias a la marioneta de
madera más famosa del cine.

El viaje de Del Toro (Guadalajara, México, 58 años) ha sido uno de vuelta al origen.
La cinta, que dirige junto a Mark Gustafson, está realizada en stop motion, que permite
simular el movimiento de las figuras gracias a una fotografía cuadro a cuadro. Es la
misma técnica con la que el cineasta experimentó en sus primeros cortometrajes. De
hecho, pensó hacer su primer largometraje de esta forma, con personajes de arcilla y
plastilina. Pero alguien vandalizó el estudio de animación y destruyó los títeres que
había construido junto a su socio mientras ambos veían Viridiana.

Este debut en stop motion llegó de la mejor forma posible. Fue con una producción de
Netflix en la que el director tuvo a su disposición la mejor tecnología y los mejores
artesanos de la animación en Portland (Estados Unidos), Manchester (Reino Unido) y
Guadalajara, la ciudad natal del cineasta. “El stop motion está en extinción
permanente porque toma mucho tiempo, toma mucho esfuerzo y es todo físico”, afirmó
el director hace unos meses. El rodaje con las marionetas se prolongó durante 1.000
días. Este es el primer premio en la categoría de animación para Netflix. La película
se estrenó en la plataforma en diciembre.
A lo largo de la campaña hacia los Oscar, el director mexicano abanderó una cruzada
en defensa del gremio de los que se dedican a la animación, un mensaje que repitió
con la estatuilla en la mano. “La animación es cine, no es un género. Está para llegar
al siguiente nivel, por favor ayúdennos, manténganla presente en sus conversaciones.
Animar es dar alma a algo que no la tiene. Es el vehículo perfecto para abordar las
grandes cuestiones del universo”, señaló el cineasta en el teatro Dolby de Los
Ángeles. Del Toro reiteró este mensaje durante toda la campaña hacia el Oscar: la
animación no es un género para niños, es un medio para contar historias.

Del Toro ya tenía una larga experiencia en el campo, donde había apostado por otras
técnicas. Es productor y director de las series Trollhunters y Cuentos de Arcadia para
el estudio Dreamworks. Sus palabras tuvieron mucho eco entre quienes se dedican a
este género. A finales de febrero ganó el Annie, considerado el Oscar de la disciplina.
“Puedo decir que deseaba mucho este maldito premio. ¡Es el más bello del mundo!”,
dijo en la ceremonia organizada por la Asociación Internacional de Cine de Animación.
“Pinocho fue hecha por artistas, y los animadores fueron tratados como el elenco y no
como técnicos”, añadió después de llevarse el gran premio de la asociación, lo que
aumentó las posibilidades de triunfo esta noche del domingo.

Esta era la sexta nominación para Del Toro, uno de los tres amigos mexicanos que
han triunfado en Hollywood durante las dos últimas décadas. Su primera aparición en
los reconocimientos más famosos del cine fue en 2006, cuando fue nominado por el
guion de El laberinto del fauno, que inauguró una trilogía sobre la guerra que Pinocho
clausura ahora. Junto a Alfonso Cuarón y Alejandro González Iñárritu, Del Toro
protagonizó un lustro incomparable entre 2013 y 2018. Entre los tres compartieron
cinco premios a la mejor dirección de seis nominaciones. También se llevaron en el
mismo periodo dos estatuillas de mejor película. En 2017, Del Toro conquistó estos
galardones con La forma del agua. En aquella ceremonia solo perdió en mejor guion.
Su presencia ha sido constante en los premios de la Academia desde entonces. El
año pasado estuvo presente en la gala gracias a El callejón de las almas perdidas,
aunque se fue a casa con las manos vacías.

A los 88 años muere el Nobel de Literatura japonés Kenzaburo Oé


Nota: CNN y DW
Por Paulina Cruz

El escritor japonés ganador del Premio Nobel, Kenzaburo Oe, ha fallecido de


"avanzada edad" a los 88 años, según informa su editorial, Kodansha.

Oe ganó el Premio Nobel de Literatura en 1994.

El sitio web del Premio Nobel afirma que Kenzaburo Oe "crea con fuerza poética un
mundo imaginado, donde la vida y el mito se condensan para formar una imagen
desconcertante del predicamento humano actual".

Nacido en Uchiko, Japón, el 31 de enero de 1935, Oe fue el segundo escritor japonés


en ganar el premio Nobel de literatura, luego de que Yasunari Kawabata lo obtuviera
en 1968.
tigación.

"Mundo imaginario de gran fuerza poética”


El autor hizo su debut literario con el texto "Un trabajo extraño" (1957) y en 1958 ganó
el reconocido premio Akutagawa para jóvenes autores con "La presa", sobre un piloto
afroestadounidense cautivo en una comunidad rural japonesa durante la Segunda
Guerra Mundial. En 1963, el nacimiento de un hijo discapacitado, Hikari, da un giro a
su vida personal y un nuevo impulso a su obra.

"Escribir y vivir con mi hijo se superponen y esas dos actividades sólo pueden
profundizarse recíprocamente. Me dije que, sin duda, es ahí donde mi imaginación
podría tomar formar", explicó más tarde. "Una cuestión personal" (1964) será la
primera novela de una larga serie de libros inspirados en su vida privada. En ella narra
la vida de un joven padre enfrentado al nacimiento de un bebé gravemente
discapacitado, hasta plantearse matarlo.
Sin embargo, saltó a la fama de la mano de "Cuadernos de Hiroshima" (1965), relato
de su viaje a esta ciudad del sur de Japón en 1963 y años posteriores con el fin de
entrevistar a las víctimas del bombardeo atómico de 1945. Más tarde, en 1970, publica
"Cuadernos de Okinawa", donde narra sus encuentros con los residentes de este
conjunto de islas del sur de Japón, y cuestiona las condiciones de vida en esta región.

En su faceta más periodística, Oé escribió artículos en periódicos y revistas sobre la


situación nuclear a la que se enfrenta el Japón actual y participó activamente en varios
grupos en contra de este tipo de energía. En 1994, se le otorga el Nobel de Literatura
por crear "con una gran fuerza poética (…) un mundo imaginario donde la vida y el
mito se condensan para formar un retrato desconcertante de la frágil situación
humana", en palabras del comité.

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