2005: Un año para la Física

FÍSICA, TECNOLOGÍA y SOCIEDAD

Al acometer los romanos por dos partes, fue grande el sobresalto de los siracusanos y su
inmovilidad a causa del miedo, creyendo que nada había que oponer a tal ímpetu y tan-
tas fuerzas; pero, poniendo en juego Arquímedes sus máquinas, se enfrentó a un mismo
tiempo al ejército y a la armada de aquéllos……

El relato, del historiador griego Plu- conocimiento físico el impulsor del

tarco, describe la batalla defensiva de
la ciudad de Siracusa frente a los sol-
dados romanos en el año 212 a.C., en
la que resultó decisiva la inter-
vención de Arquímedes al poner en
acción algunas aplicaciones de sus
conocimientos de física.
La Física, con sus teorías, leyes y
aplicaciones prácticas, ha contribui-
do notablemente al avance de otras
ciencias y de la tecnología, y ha in-
fluido en la sociedad a lo largo de la
historia, muy especialmente en los
últimos años. Muchas de las aplica-
ciones y de las técnicas hoy en vigor
se fundamentan en conocimientos
básicos adquiridos hace algunas de-
cenas de años, tal es el caso del am-
plio uso que se hace del láser, de los
superconductores o de la resonancia
magnética nuclear.
Las relaciones entre la física y la tec-
nología han sido complementarias y
sus mutuas influencias han contri-
buido a sus respectivos progresos. El
desarrollo de la técnica ha sido, mu-
chas veces, condición previa para el
avance de la física, como ocurrió con
la invención del telescopio, funda-
mental para el desarrollo de la me-
cánica celeste y de la física del cos-
mos, o el descubrimiento y la poste-
rior aplicación de los rayos X, que
facilitó el avance de la medicina.
Otras veces, en cambio, ha sido el
desarrollo tecnológico. Tal es el caso
de la electrónica, que inicialmente
apareció como una parte de la elec-
tricidad, y ha experimentado un gran
progreso debido a los conocimientos
profundos de la física del estado só-
lido. La invención del transistor y el
posterior “chip” de circuitos integra-
dos son los resultados de ese cono-
cimiento.
Mirando hacia atrás en el tiempo,
cuando en 1543, Nicolás Copérnico
publicó De revolutionibus orbium coe-
lestium, la sociedad empezó a pensar
en una nueva concepción del mundo,
con el Sol en el centro del universo y
los planetas orbitando a su alrededor
–el sistema heliocéntrico–.
En 1610 Galileo Galilei, valiéndose de
su telescopio, realizó minuciosas ob-
servaciones de la Luna, los planetas
y sus satélites, que vinieron a corro-
borar el sistema heliocéntrico, pero
las ideas y teorías científicas no
siempre han sido aceptadas de buen

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grado por la sociedad, y en 1633 Gali-

leo Galilei fue conducido ante el tri-
bunal del Santo Oficio de la Iglesia
Católica, el cual le obligó a retractar-
se de sus ideas sobre el movimiento
terrestre y el sistema heliocéntrico.

Sin embargo, otros muchos científi-

cos han visto sus méritos reconoci-
dos en vida. El científico inglés Isaac
Newton, nacido en 1642, fue nom-
brado a los 26 años profesor de la
Universidad de Cambridge, y a los
30, miembro de la Royal Society, el
más alto honor científico de Inglate-
rra. En 1705 fue nombrado caballero,
El control tecnológico de la electrici-
convirtiéndose en sir Isaac Newton y
dad durante el siglo XIX y su pleno
llegando a ser una persona realmente
desarrollo durante el XX, junto con
influyente en la sociedad de su época.
sus aplicaciones en muchos ámbitos
de la vida cotidiana, como el alum-
En el último tercio del siglo XVIII se
brado y los electrodomésticos, pro-
inicia en Inglaterra la Revolución
dujeron un cambio radical de las cos-
Industrial, cuyo hecho más relevante
tumbres sociales además de propi-
fue la invención de la máquina de
ciar una nueva revolución industrial
vapor por parte del escocés James
y económica.
Watt (1736-1819). La sociedad sufrió
una profunda transformación en el
En 1939, entró en escena la energía
ámbito de la producción y del trans-
nuclear y sus notables implicaciones
porte, y se convirtió en una sociedad
sociales. La utilización de la bomba
industrial, cuyas aspectos destacados
atómica con la destrucción de las ciu-
fueron el aumento gradual del uso
dades japonesas de Hiroshima y Na-
de las máquinas, el empleo de hom-
gasaki supuso el fin inmediato de la
bres y mujeres en las fábricas, la
Segunda Guerra Mundial. El poste-
conversión de una buena parte de la
rior desarrollo de las armas nuclea-
población rural en población urbana,
res dividió el mundo en dos bloques,
y la aparición de organizaciones de
liderados por Estados Unidos y la
trabajadores para fortalecer su iden-
antigua Unión Soviética, y la llamada
tidad social como proletariado, a ve-
«guerra fría» se mantuvo entre ellos
ces en conflicto con los intereses pa-
hasta principios de los años noventa,
tronales de una clase capitalista
con un permanente estado de tensión,
formada por industriales,
en la creencia de que una guerra nu-
comerciantes y financieros. En esta
clear provocaría una catástrofe gene-
coyuntura, la física pasó a ser una
ralizada a nivel mundial. No obstan-
ciencia aplicada, concebida con un ca-
te, la energía nuclear sigue teniendo
rácter utilitario para la sociedad que
otros usos, pacíficos, para la socie-
se estaba desarrollando.
dad como la producción de energía

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eléctrica en centrales nucleares y la
generación de radiaciones terapéuti-
cas utilizadas en medicina.
En la segunda mitad del siglo XX, la
electrónica originó una nueva revo-
lución. En 1948 se construyó el pri-
mer transistor, el cual podía sustituir
a las lámparas electrónicas en los
circuitos de amplificación de ondas
electromagnéticas. Desde entonces,
la miniaturización de estos dispositi-
vos y su fabricación a gran escala ha
supuesto un importante cambio de
las costumbres sociales. El desarrollo
de los ordenadores y el uso generali-
zado de la informática, la telemática
y la robótica están modificando los
modos y las relaciones laborales clá-
sicas, alterando los conceptos de mé-
todos, espacios y horarios de trabajo
habituales. A ello están contribuyen-
do también, de forma espectacular
en nuestros días, las comunicaciones
digitales vía satélite y el vertiginoso
desarrollo de Internet.
Física y cultura
Al considerar la presencia que la físi-
ca y la ciencia en su conjunto tienen
en lo que comúnmente se entiende
por «cultura» de la sociedad, parece
ser que dicha presencia es apenas
relevante. La visión social que se tie-
ne sobre los científicos es la de unos
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individuos aislados en sus teorías y
experimentos, y que, debido a su
excesiva especialización, hacen de su
ciencia algo inaccesible al resto de los
ciudadanos. Normalmente los «inte-
lectuales» firmantes de manifiestos,
tertulianos en radio y televisión, opi-
nantes en la prensa, conferenciantes
en círculos socio-políticos, rara vez
son los académicamente calificados
como «de ciencias», sino más bien
como «de letras», expresión con la
que a sí mismos se denominan, jac-
tándose incluso de «no saber de nú-
meros ni de fórmulas», por oposición
a la condición de los «de ciencias»,
casi siempre asimilados a los rigores
de la física y las matemáticas.
La idea que se tiene de una persona
culta apunta, casi en exclusiva, a la
que posee conocimientos artísticos y
humanísticos: entender de pintura,
música o literatura es sinónimo de
cultura, pero no se considera parte
del acervo cultural conocer, aún de
modo elemental, la estructura de la
materia o las leyes físicas fundamen-
tales, siendo que la Ciencia y la Tec-
nología nos rodean por todas partes
en nuestra vida cotidiana.
Esta situación de ausencia cultural
de la ciencia se ve a menudo agrava-
da con una visión peligrosa y catas-
trofista de la misma, tal vez y preci-
samente por su desconocimiento,
que atribuye a la ciencia la causa de
algunos problemas actuales de la
sociedad como los diferentes tipos de
contaminación, sin caer en la cuenta
que no es la ciencia en sí misma la
causa de esos males, sino el mal uso
que el ser humano puede hacer de la
misma, movido casi siempre por in-
tereses políticos y económicos. Lo

paradójico es que cuando se quiere
prestigiar y garantizar ante el públi-
co la calidad de un producto o res-
paldar la categoría de un mensaje se
«científica», y la sociedad acepta
complacida el progreso científico y
tecnológico en la medida que le
permite una mejor calidad de vida.
Al aceptar ese beneficio social de la
ciencia y aportar los grandes recur-
sos económicos que la misma necesi-
ta, se genera una preocupación social,
obligando a los poderes públicos
políticos y económicos a «interesar-
se» por el precio de la ciencia y cómo
administrarla. Eso plantea una res-
ponsabilidad ante la sociedad de
quienes la practican, la financian y la
utilizan. A la vista de resultados que
suelen ser objeto de polémica, como
las investigaciones nucleares o, sa-
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liéndonos del marco de la física, el
proyecto genoma humano o los ali-
mentos transgénicos, la sociedad
demanda un código ético que salva-
guarde de posibles desviaciones y
catástrofes a nuestro planeta, ya re-
ducido a una «aldea global».
Por ello resulta imprescindible, dado
el carácter científico y tecnológico de
la sociedad en que nos desenvolve-
mos, que los ciudadanos estén dota-
dos de una cultura científica básica
que cualifique y sustente los pronun-
ciamientos sobre los usos de la cien-
cia y, si llega el caso, les permita to-
mar decisiones sobre la inversión en
ciencia y sus usos sociales, sin perder
de vista, desde luego, que la activi-
dad científica es y será siempre una
manifestación de la capacidad crea-
dora de La Humanidad.