Está en la página 1de 5

Articulaciones posibles entre vanguardias políticas y vanguardias estéticas

Esta ponencia se enmarca en una beca de formación en docencia llevada adelante en la


materia Estudios de Literatura Contemporánea de la Universidad de General Sarmiento
(UNGS).

La propuesta de trabajo busca pensar las articulaciones posibles entre las vanguardias
políticas y las vanguardias estéticas. Para eso, nuestra investigación y análisis se centra
particularmente en el “Manifiesto por un arte revolucionario independiente” que fue
redactado por dos figuras de gran trascendencia en el siglo XX, como fueron León
Trotsky y André Bretón. El manifiesto era parte del lanzamiento de un proyecto que
finalmente quedó trunco por el asesinato de Trotsky y el comiendo de la Segunda
Guerra Mundial: el llamado a artistas del mundo perteneciente a distintas corrientes
estéticas a la conformación de una Federación Internacional del Arte Revolucionario
Independiente. Eduardo Grüner (2016) señala el carácter inaudito del “Manifiesto de
México”, al tratarse de un texto producido a partir del diálogo y el debate entre una
personalidad política revolucionaria como Trotsky, dirigente de unos de los procesos
políticos y sociales más importantes del siglo XX como fue la Revolución Rusa de 1917
y que fue parte de los profundos debates que se dieron en los primeros años de la URSS
en torno al arte en el intento de construir una sociedad socialista. Por un lado; y el poeta,
ensayista y principal mentor del movimiento surrealista que fue parte de una de las
llamadas vanguardias históricas. Originalmente este manifiesto también llevó la firma
de Bretón y el muralista mexicano, Diego Rivera, quien fuera uno de los responsables,
acompañado por la artista plástica y su pareja Frida Kalho, de gestionar y abrir el asilo
político de Trotsky en México durante el gobierno del entonces presidente Lázaro
Cárdenas. Quien era perseguido internacionalmente, no solo por el nazismo, sino
también por su principal rival político entonces y quien va a ser posteriormente su
verdugo: Joseph Stalin. Trotsky va a ser asesinado dos años después de la publicación
del “Manifiesto por un arte revolucionario independiente”, en el año 1940, en manos de
Ramón Mercader, un sicario y agente enviado por Stalin. Una historia narrada y
reconstruida por el escritor Leonardo Padura en clave de non fiction en su novela El
hombre que amaba los perros (2011). No obstante el manifiesto fue redactado por
Bretón y Trotsky luego de una serie de intercambios entre ambos que va a culminar con
el encuentro en México que fue gestionado a instancias de Pierre Naville, un intelectual
y sociólogo francés que habría sido parte del movimiento surrealista y luego adhirió a la
corriente política que encabezó Trotsky y su organización la Cuarta Internacional.

Nuestro proyecto de trabajo se propone problematizar la articulación que consideramos


reviste un carácter complejo y conflictivo a lo largo de la historia del siglo XX, entre el
gesto de ruptura radical con el estado de cosas en la sociedad, por un lado, y el estado
de cosas en el arte, por el otro. Para el análisis teórico-crítico partimos de la definiciones
más clásicas acerca de las vanguardias planteadas por Peter Bürger (1987), quien asocia
vanguardia con la idea de una ruptura tajante con todo lo viejo en el arte. En su teoría de
la vanguardia, Bürguer le da una importancia decisiva a las vanguardias en general y a
las vanguardias históricas en particular, en cuanto al desarrollo del arte moderno. Para
Bürger, la obra de arte de vanguardia “violenta un sistema de representación que se basa
en la reproducción de la realidad” y se detiene particularmente en las condiciones
sociales que hicieron posible el surgimiento de las vanguardias en un período histórico
determinado, como así también el grado de desarrollo del propio arte. Para Bürger,
además, hay que distinguir a las vanguardias de cualquier otro movimiento artístico de
renovación y crítica de las estéticas vigentes, ya que - según destaca Martín Kohan - se
trata de una crítica que concierne a la institución arte en su totalidad (2021).

Por su parte, Arnold Hauser (1951) analiza el momento histórico en que surgen las
vanguardias históricas como un período marcado por un cambio de época y que, para el
historiador, se inicia con “La Gran Guerra” de 1914 y el crack mundial de 1929, como
dos hechos bisagras de la historia contemporánea. Según Hauser, las tres principales
corrientes en el arte moderno en el siglo XX tienen sus precursores en el período
anterior: el expresionismo tiene su antecedente en Van Gogh y Strindberg; el cubismo,
en Cézanne y los neoclásicos y el surrealismo, en la poesía de Arthur Rimbaud.

Por su parte, Foffani (2008) cita una definición que hace Juan Carlos Mariátegui en un
artículo que el teórico peruano titular “Arte, Revolución y Decadencia” donde señala:
“El sentido revolucionario de las escuelas o tendencias contemporáneas no está en la
creación de una técnica nueva. No está tampoco en la traducción de la técnica vieja.
Está en el repudio, en el desahucio, en la befa del absoluto burgués” (1926).

Martín Kohan, en tanto, sostiene en tu texto La vanguardia permanente, que:


El género vanguardista por excelencia está constituido notoriamente, por los
manifiestos; casi no hay movimiento de vanguardia que no parta de esa clase de
declaración, a la que cabe pensar siempre no solo com una declaración de
principios, sino también, y sobre todo, como una declaración de guerra, dado el
marcado predominio en ellos de aquello contra lo que se está” (2021: 13)

Siguiendo las definiciones de Kohan y de Bürger, hay que señalar que este “Manifiesto”
no es la excepción en relación a los manifiestos de principios del siglo XX en cuanto a
la característica de manifestarse contra “algo”, contra alguna institución. Sin embargo,
el momento histórico en el que se escribe “Manifiesto de México” plantea elementos
comunes pero también diferentes al contexto en el cual surgen las vanguardias
históricas. Los aspectos comunes tienen que ver con las características propias de un
siglo que se caracteriza por sus guerras, sus crisis y sus revoluciones. Pero el
“Manifiesto” de Bretón y Trotsky se da en medio de la emergencia de otro factor
político novedoso que fue el stalinismo como corriente política que hablaba en nombre
de la revolución socialista pero que había comenzado a tener una oposición política
desde adentro mismo de la revolución como fue la corriente fundó Trotsky que se
conoció primero como “Oposición de Izquierda” que va a ser perseguida y desterrada de
la Unión Soviética con el avance del régimen estalinista y luego fundará la Cuarta
Internacional. Por lo tanto, las definiciones que plantea este manifiesto no van estar
atravesadas solamente por una ruptura contra una institución arte, sus técnicas y sus
formas, sino fundamentalmente contra las tutelas estatales que -según los autores-
representan un amenaza. Pero fundamentalmente, es un manifiesto que en su primera
definición alerta sobre el peligro que significa la inminente guerra contra toda la
humanidad y, en especial, contra la ciencia y el arte, al señalar:

Puede afirmarse sin exageración que nunca como hoy nuestra civilización ha
estado amenazada por tantos peligros. Los vándalos, usando sus medios
bárbaros, es decir, extremadamente precarios, destruyeron la antigua civilización
en un sector de Europa. En la actualidad, toda la civilización mundial, en la
unidad de su destino histórico, es la que se tambalea bajo la amenaza de fuerzas
reaccionarias armadas con toda la técnica moderna. No aludimos tan sólo a la
guerra que se avecina. Ya hoy, en tiempos de paz, la situación de la ciencia y el
arte se ha vuelto intolerable. (2016: 191)

Una “institución” amenazante contra la que el manifiesto se pronuncia es el propio


ascenso de Hitler que hace uso del arte y amenaza su libertad para dar paso a la
conflagración más sangrienta de la historia como fue la Segunda Guerra Mundial y
afirma:

El fascismo hitleriano, después de haber eliminado en Alemania a todos los


artistas en quienes se expresaba en alguna medida el amor de la libertad, aunque
esta fuese sólo una libertad formal, obligó a cuantos aún podían sostener la
pluma o el pincel a convertirse en lacayos del régimen y a celebrarlo según
órdenes y dentro de los límites exteriores del peor convencionalismo. (2016:
192)

Pero fundamentalmente es un manifiesto que se pronuncia contra la doctrina del


llamado realismo socialista que Stalin había impuesto como doctrina oficial del Estado
soviético:

Bajo la influencia del régimen totalitario de la URSS, y a través de los


organismos llamados organismos “culturales” que dominan en otros países, se
ha difundido en el mundo entero un profundo crepúsculo hostil a la eclosión de
cualquier especie de valor espiritual. Crepúsculo de fango y sangre en el que,
disfrazados de artistas e intelectuales, participan hombres que hicieron del
servilismo su móvil, del abandono de sus principios un juego perverso, del falso
testimonio venal un hábito y de la apología del crimen un placer. El arte oficial
de la época estalinista refleja, con crudeza sin ejemplo en la historia, sus
esfuerzos irrisorios por disimular y enmascarar su verdadera función mercenaria.
(2016: 193-193)

Pero además, es un manifiesto que se expresa contra esa otra institución que es el propio
mercado capitalista que - según los autores - también amenaza la libertad creativa del
arte al proponer una cita de Marx que señala:
El escritor –decía Marx– debe naturalmente ganar dinero para poder vivir y
escribir, pero en ningún caso debe vivir para ganar dinero... El escritor no
considera en manera alguna sus trabajos como un medio. Son fines en sí; son tan
escasamente medios en sí para él y para los demás, que en caso necesario
sacrifica su propia existencia a la existencia de aquéllos... La primera condición
de la libertad de la prensa estriba en que no es un oficio. (2016: 196)

En este sentido, la extensa discusión entre ambas personalidades que no estarán exentas
de matices y diferencias, van a concluir en una fórmula, cuyo máximo defensor va a ser
el propio Trotsky, quien había sido incluso desde los años de la Revolución
Bolchevique, el dirigente más abierto al debate y la relación con las vanguardias
artísticas, entre ellas el futurismo ruso. Esta tesis plantea que, mientras para las tareas de
la conducción política de un proceso revolucionario es necesaria la centralidad de
organización que tuvo como modelo el Partido Bolchevique que fundó Lenin, para la
creación artística se va a reclamar y defender la plena “anarquía” de la creación artística
individual. En este sentido, este manifiesto se va a pronunciar claramente porque no
haya ningún tipo de “autoridad, ninguna coacción, ni el menor rastro de mando” porque
para que el arte y la ciencia puede llevar adelante un “trabajo fecundo” debe estar
“fundado únicamente sobre la base de una libre amistad creadora, sin la menor coacción
externa”. La síntesis de esta idea es lo que se expresa en la oración que cierra este
“Manifiesto” de 1938:

“La independencia del arte por la revolución; la revolución por la liberación definitiva
del arte”

También podría gustarte