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La mujer como colaboradora en la

extensión del reino de Dios


Nuestro primer contacto con la obra de Dios empieza en el momento en que decidimos
seguir a Jesús, Todas tuvimos el privilegio de conocer a aquel que nos amó y nos llamó
por nuestro nombre para salvación. Somos escogidas de Dios desde la eternidad y para
la eternidad.

Todas recordamos el día en que decidimos seguirle. Y el panorama que teníamos era
oscuro, caótico y sin sentido, todo estaba al revés y pensábamos cómo puedo ordenador
todo este caos de mi vida. ¿Será que alguien puede hacer algo? La única respuesta que
teníamos era: ¡Es imposible hacer algo! ¡Nadie va a cambiar esta situación, mi vida!

Y fue ahí cuando nos quebrantamos por completo, no sinceramos y buscamos al Señor
de todo corazón. ¿Fue así verdad? Claro que sí. Dios se hizo presente, ÉL nos encontró y
lo vimos cara a cara. Entendimos que el autor y dador de la vida, Jesús, es el único que
puede cambiarnos y poner en orden nuestra vida. Él es el dueño y señor de esta obra
extraordinaria y transformadora de la hoy somos colaboradoras.

Pero parece que el Señor solo ha hecho maravillas conmigo, contigo, y es verdad, pero
él quiere que alcemos la vista, miremos más allá del horizonte, más allá de las altas
montañas que nos ciegan, y visionemos su iglesia potencial, todas aquellas mujeres,
niños, niñas, ancianas, adolescentes, jóvenes, que se encuentran necesitadas de Cristo
como nosotros lo estábamos alguna vez.

El Señor quiere que nos demos cuenta que nuestra presencia en su iglesia, en su pueblo,
es de vital importancia. ¡No somos cualquier cosa, claro que No! Somos hijas de Dios y
nuestra labor no es insignificante, somos llamadas por él para conquistar su reino,
somos sus discípulas, somos sus colaboradoras porque hemos nacido de nuevo para una
esperanza viva <<1 PEDRO 1:3 Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la
resurrección de Jesucristo de los muertos>>
Debemos tener claro cuál es nuestro llamamiento y prepararnos con fervor para
anunciar las buenas noticias, para ser sus manos, para ser sus pies, para ser su corazón
como dice la palabra.

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Jesús recorría todos los pueblos y aldeas enseñando en las sinagogas, anunciando las buenas
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nuevas del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia. Al ver a las multitudes, tuvo
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compasión de ellas, porque estaban agobiadas y desamparadas, como ovejas sin pastor. «La
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cosecha es abundante, pero son pocos los obreros —les dijo a sus discípulos—. Pídanle, por
tanto, al Señor de la cosecha que envíe obreros a su campo».

Muchas veces, a lo largo de la historia hombres y mujeres de fe han orado con ruegos y
suplicas pidiendo obreros para la cosecha. Cuántas veces nosotras hemos orado por esta
petición. Y no nos hemos dado cuenta que la respuesta de estás oraciones está en
nosotros. TÚ y YO somos la respuesta, tú y yo somos obreras de la cosecha. ¿Qué nos
impide ser obreras del Señor? ¿Qué nos impide ser sus colaboradoras y fieles
servidoras?

Seis aspectos que nos estancan y no nos dejan avanzar:

 Infravalorar la obra de Cristo: Seguir viviendo como yo quiero, no dándole el


lugar al dueño y Señor de nuestra vida. Aun sabiendo cual es su enseñanza y
voluntad.
 Vivir en las glorias pasadas: En vez de tener un Dios vivo, realmente tenemos un
Dios de historias impresionantes del pasado. el Señor glorioso está vivo, está
presente hoy. La obra del espíritu santo es nueva cada día. No vemos a Pablo
recordando a la iglesia como Jesús Salvó a Pedro y la tripulación de ser náufragos.
No leemos en el nuevo testamento a los apóstoles diciéndoles El milagro que
Jesús hizo tal día, a tal hora. Porque el obrar de Cristo es presente, ellos hablaban
de lo que Cristo hacía en ese momento. No vivas en las glorias pasadas. Empieza
a vivir en el espíritu hoy.
 Obesidad espiritual: la comodidad nos ha caramelizado, seguimos engordando
sin revelación, nos hemos llenado de una rica información de promesas.
 Malgastar los talentos, ser egoístas. No podemos al servicio del Señor nuestros
dones y talentos, desperdiciamos. Cuando solo queremos que otros nos sirvan y
nos volvemos cómodos. Cuidado. El Señor ama la sencillez de corazón y nuestra
labor debe ser piadosa.
 Ser unitarias. Solo existe el Señor y yo en mi vida. Es la mentira Premium de
satanás. Si crees en esto, no solo te vas a estancar sino que morirás. Nada
podemos hacer fuera del Señor, si hemos nacido de nuevo hemos sido injertadas
en su cuerpo, en su iglesia, no estamos más solas, nos tenemos las unas a las
otras. Estamos enlazadas como las raíces de los árboles. Si vamos por libre,
significa que no estamos en Cristo y mucho menos en su cuerpo.
 No obedecer el llamado de Dios. No seamos sordas. No le demos largas a Dios,
que no haya excusas para servirle.

La presencia de la mujer a lo largo de la historia es trascendental ha marcado un legado.


Dios nos ha tenido en cuenta desde siempre, estamos bajo su cobertura. Nos ha dado el
privilegio de servirle, de ser parte de su obra gloriosa, su iglesia. No nos estanquemos,
por favor. Persistamos hasta el fin. Mantengámonos unidas, formamos parte de su plan
y propósito.

Cuando Jesús empezó su ministerio siempre estuvo rodeado de mujeres que le


ayudaron en su misión. Fueron unas verdaderas discípulas fieles y generosas, no
pusieron excusas, sino rindieron toda su vida para ayudarlo a predicar las buenas
noticias del evangelio del reino. Por ejemplo:

Lucas 8, 1-3: "En aquel tiempo, Jesús iba caminando por ciudades y pueblos,
proclamando y anunciando la Buena Nueva del Reino de Dios; le acompañaban
los Doce, y algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos y
enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete
demonios, Juana, mujer de Cusa, un administrador de Herodes, Susana y otras
muchas que les servían con sus bienes.

Tres mujeres en primera línea. Cada una con su vocación particular y las tres seguidoras
incansables de las huellas de Jesús. María Magdalena pasó a la historia por ser la primera
persona que vio a Cristo resucitado. Todos recordamos esa escena: ella, llorando junto
al sepulcro; el Señor que se le aparece como si fuera el hortelano. Luego el encuentro y
el anuncio a los apóstoles. María Magdalena, la apasionada discípula que está junto a la
cruz en el Calvario, junto a María y san Juan. Había otras mujeres que seguían al Maestro
de Nazaret. Juana también le acompañó desde los tiempos felices de los milagros hasta
el dolor del sepulcro tras la muerte de Cristo. Era una persona importante en la ciudad.
Una de esas santas mujeres que sabían estar, al mismo tiempo, entre la alta sociedad
de la época y entre los pobres que escuchaban las palabras del Mesías. También Susana
ejerció un papel importante. Ella colaboraba con sus bienes para que el Señor y sus
discípulos pudiesen dedicarse a lo importante: la predicación del Reino de los Cielos. Son
mujeres de actualidad, con un testimonio muy vivo. Son el reflejo del amor a toda
prueba, de la fidelidad y de la ayuda a la obra de Cristo.

¿Qué es lo que Dios quiere de mí?


ASUMAMOS NUESTRA RESPONSABILIDAD COMO OBRERAS DE LA COSECHA.

- Esto implica, que lo sirvamos con todo nuestro corazón porque hemos visto las
grandes cosas que él ha hecho por nosotros.
1 Samuel 12:24 Solamente temed al SEÑOR y servidle en verdad con todo
vuestro corazón; pues habéis visto cuán grandes cosas ha hecho por vosotros.
No somos espectadoras, no estamos sentadas en el banquillo, estamos en el
escenario, somos protagonistas en su obra.
Mantengamonos reverentes a él, con un corazón limpio. Confesemos nuestros
pecados. Que no haya nada irreprochable en nuestra vida.
- Amemos a nuestro prójimo: Dios quiere que nos amemos, que amemos a su
iglesia y que empecemos a ver a todos con los ojos de amor de Cristo. Lucas 6:
32-36
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» ¿Qué mérito tienen ustedes al amar a quienes los aman? Aun los pecadores
lo hacen así. 33 ¿Y qué mérito tienen ustedes al hacer bien a quienes les hacen
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bien? Aun los pecadores actúan así. Ustedes, por el contrario, amen a sus
enemigos, háganles bien y denles prestado sin esperar nada a cambio. Así
tendrán una gran recompensa y serán hijos del Altísimo, porque él es bondadoso
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con los ingratos y malvados. Sean compasivos, así como su Padre es
compasivo.
- Dios quiere que expresemos su amor a través del servicio. Siguiendo su
ejemplo. Nada hacía para sí mismo. El era un instrumento de humildad para
que Dios obre con poder.
- Servir es un privilegio, recordemos que el servicio es la expresión del amor de
Dios. Dios quiere usarnos a nosotras para contribuir en la extensión de su reino.
Jesús gastó su vida por toda la humanidad. Su ministerio fue dedicado a salvar a
los que se habían perdido. Algo que me impresiona es que a Jesús no le importó
las circunstancias, la distancia, el frío, calor, tuvo claro cuál era su propósito
cumplir la voluntad de su Padre. No hay excusas para el servicio.
- El servicio nos hace puente, nos ayuda a estar cerca del necesitado, nos ayuda
a formar nuestro carácter. A ser compasivos, amorosos, pacientes, gozosos,
humildes, mansos. A ser las manos, los pies de Jesús.
- Desarrolla los dones y talentos que Dios te ha dado. Nunca digas no puedo. No
sé hacerlo, por eso no voy a servir o no cuentes conmigo. Dios no te ha hecho
inútil. Te llenado de su poder y su gracia. La palabra dice que Dios nos ha
bendecido con toda riqueza espiritual. Y aun más y mejor. Su palabra dice que ÉL
mismo nos capacita.
Efesios 1:3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha
bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo,
Efesio
Hechos 2:4 Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras
lenguas, según el Espíritu les daba habilidad para expresarse.
2 Corintios 1:21-22: 21 Es Dios quien nos capacita, junto con ustedes, para estar firmes
22
por Cristo. Él nos comisionó y nos identificó como suyos al poner al Espíritu Santo en
nuestro corazón como un anticipo que garantiza todo lo que él nos prometió.

- El servicio no depende de los recursos que tengamos. Jesús, es nuestro recurso.


Que más queremos. Él nos capacita para ser ingeniosas, hábiles para ser
dinámicas, para visionar, para tomar lo poco y conquistar algo grande. Él lo hace
por nosotros. ¿Cuáles fueron los recursos que Jesús utilizo en la tierra?
Su “material” era el corazón de los hombres y mujeres dispuestos en cualquier lugar y
en todo lugar. Su “púlpito” consistía en lo que se le daba en cualquier parte a cualquier
hora, ya sea caminando, de pie en la calle, en una plaza, en medio de una aglomeración,
sentado a la mesa, sentado en su barca, en el borde de un pozo, sobre una piedra, en
un monte. Cualquier lugar, cualquier situación o elemento que tuviera a la mano era
adecuado para hacer su obra. Su “libro” era su mente y espíritu entregado a su Padre
para que el Espíritu Santo hablara e hiciera las obras. Su lenguaje: la sencillez, Jesús
hablaba el lenguaje común, el que todos entendían. Aunque él era Alto y Sublime, jamás
afectó ostentación con su lenguaje, su sabiduría o su poder. En él no había nada para
alimentar el orgullo de los hombres, sino que acomodaba sus palabras para que los más
humildes pudiesen entender. Y hoy este recurso lo tenemos en nosotras. No nos falta
nada
- Ley del Tope. Dio no tiene límites, por tanto, debemos disfrutar ser
colaboradoras de Dios en su obra. Si amamos lo que él ama vamos a procurar
con diligencia no limitarnos, sino darnos cuenta que el Señor nos quiere llevar
más allá del horizonte, es decir, el quiere mujeres humildes, bien preparadas,
que estén en todas las esferas de la sociedad sirviéndole y dándose a los demás
para ganar a las personas perdidas y necesitadas de él. Que quiero decir con esto
que no desaprovechemos las oportunidades de crecimiento personal, de
estudio, aprendizaje de un nuevo idioma, de nuevos oficios, porque son los
pretextos para encontrarnos con otras mujeres que esperan ser llenas de Cristo.

Que hermoso terminar nuestras días en la tierra elevando estás palabras al Señor. Así
como Jesús oro al padre en Juan 17:4 “Yo te glorifiqué en la tierra, habiendo terminado
la obra que me diste que hiciera”.

Un abrazo.

Gissela.

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