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Las partes en el proceso procesal


Parte es quien demanda en nombre propio (o en cuyo nombre su representante
demanda) la actuación de la ley, y también aquel contra el cual esa actuación
de la ley es demandada. Es así que en todo proceso hay dos partes: el actor y
el demandado.
Actor: es la persona que demanda la actuación de la ley.
Demandado: es la persona contra la cual se demanda la actuación de la ley.
Las partes procesales son las personas que intervienen en un proceso judicial
para reclamar una determinada pretensión o para resistirse a la pretensión
formulada por otro sujeto. A la persona que ejercita la acción se la llama “actor”
(el que “actúa”), “parte actora”, o bien “demandante”. A la persona que se
resiste a una acción se la llama “parte demandada”, o, simplemente
“demandado”.
El principio de dualidad de partes: implica que, como regla general, en todos
los procesos, las partes ocupan siempre una de estas posiciones o roles:
demandante o demandado. Como se verá, puede haber más de dos partes en
el proceso, pero en principio cada una de ellas debe situarse en una de estas
posiciones (es decir, puede haber varios demandantes y/o varios
demandados). En ocasiones, la posición de las partes puede cambiar a lo largo
del proceso.
Por ejemplo, alguien puede ser llamado a un proceso como demandado para
darle la oportunidad de defender sus intereses y esta parte puede decidir
asumir las pretensiones del demandante y defenderlas frente a otros
demandados. También es posible que los papeles se inviertan, como se verá, a
través de la reconvención, que implica que el demandado reclama a su vez una
determinada pretensión al demandante.
El principio de contradicción o audiencia: supone que las partes tienen que
tener la posibilidad de defenderse de las pretensiones, argumentos y pruebas
presentados por la parte contraria. Desde luego, no puede condenarse a una
persona a la satisfacción de una determinada pretensión si no se la ha citado
adecuadamente a juicio como parte demandada. Cuestión distinta es que esta
parte no se persone o comparezca, es decir, no se presente formalmente en el
proceso, en cuyo caso podría ser condenada en rebeldía (la rebeldía no se
utiliza aquí en su significado habitual, sino que significa simplemente que
alguien correctamente citado no ha comparecido en el proceso).
Por otra parte, una vez que ambas partes han comparecido, el principio de
audiencia implica que deben ser “oídos”, es decir, deben tener la oportunidad
de defenderse en todo momento de los argumentos o pruebas presentados por
la contraparte. De lo contrario, nos encontraríamos ante un supuesto de
indefensión, contrario al derecho a la tutela judicial efectiva.
El principio de igualdad de partes: la regla general en Derecho Procesal es que
el órgano judicial debe mantenerse en una posición de neutralidad y tratar a
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ambas partes por igual (lo que, en parte, deriva del principio de contradicción).
Así pues, el principio de igualdad de partes supone que éstas se encuentran en
una posición sustancialmente idéntica, ostentando las mismas facultades y
cargas.

Capacidad y legitimación procesal


Capacidad y legitimación procesales Para responder a la pregunta de ¿quién
puede ser parte en un proceso? Es preciso aproximarse a los conceptos de
capacidad y legitimación. La capacidad sería la aptitud abstracta para ser parte
en cualesquiera procesos judiciales (por ejemplo, en términos estrictos, una
persona fallecida no puede ser parte, aunque sí sus herederos vivos); en
cambio, la legitimación es la aptitud para ser parte en un proceso concreto y
determinado (por ejemplo, una persona no puede comparecer en un proceso
para pedir unas cantidades que se adeudan a su hermano, aunque tenga
capacidad para ser parte.
El Código Civil entiende capaces, a las personas físicas que tienen aptitud para
adquirir derechos y contraer obligaciones; en cambio, para el derecho procesal,
la capacidad se tiene como una cualidad necesaria para el ejercicio de la
acción, o para ser sujeto obligado con la pretensión cuya satisfacción se
pretende. El ejercicio del derecho debe ser realizado por quien fuere su titular y
tuviera la posibilidad jurídica de reclamarlo. La capacidad civil difiere de la
capacidad procesal. Mientras la primera consiste en resolver la personalidad
jurídica, la segunda introduce un elemento nuevo que se denomina legitimación
procesal.
La legitimación ad causan, implica, además de la asignación propia del derecho
subjetivo, la naturaleza efectiva de reclamarlo por sí y para sí. Esta capacidad
procesal sería, de alguna manera, un paralelo de la capacidad de derecho.
La legitimación ad procesa, se relaciona con la posibilidad de obrar, enraizado
en simetría con la capacidad de ejercicio

Actuación de las partes en un proceso


Las partes pueden actuar:
 Por derecho propio: cuando la parte actúa por sí misma, sin apoderado.
En estos casos, ella inicia la demanda y firma el escrito, no necesita un
apoderado que la represente, pero necesita obligatoriamente el
asesoramiento de un letrado patrocinaste.
 Por apoderado: en estos casos, la parte no actúa por sí misma, sino que
lo hace por medio de alguien que la representa (apoderado) y al cual le
da un poder que puede ser general o especial. En este caso también se
requiere la asistencia letrada
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La representación en juicio
La representación de un derecho que no resulta propio se debe acreditar por
quien lo afirma como una forma de justificar la personería que alega. Puede ser
legal, cuando la persona carece de capacidad procesal, o convencional,
cuando la persona a pesar de tener capacidad procesal para intervenir por sí
misma en el proceso, decide voluntariamente hacerlo por medio de un
representante.

La capacidad de los menores


Los menores de 18 años de edad para estar en juicio necesitan la
representación de sus padres, o de quienes la ejerzan legalmente. Sin
embargo, con el Código Civil y Comercial actual hay numerosas excepciones
de acuerdo con la edad o la condición que tenga el interesado.
La habilitación paterna o judicial es diferente de la asistencia jurídica y de la
misma representación, pues se trata de cubrir una ausencia de capacidad que
impide obrar por sí en un asunto de interés particular. Esta habilitación para el
proceso no supone que el menor actúe solo sino a través de un tutor especial
que al efecto se designa.

Los incapaces e inhabilitados


Los incapaces de hecho y los inhabilitados judicialmente concurren al proceso
a través de sus tutores o curadores respectivos. En ambos casos no se trata de
sustituir una capacidad inexistente con la capacidad del representante, sino de
asistir al interesado de la adecuada representación que la ley exige para dotar
de regularidad y eficacia al litigio emprendido.
Los condenados a prisión efectiva
Toda persona que deba concurrir a juicio civil y se encuentre condenada a
sufrir la pena de prisión efectiva (es decir, que no se ejecuta condicionalmente)
pierde su capacidad normal, afectando sus derechos de patria potestad,
administración y disposición de sus bienes.

Acreditación de la representación legal


Para acreditar la representación legal es necesario acompañar los documentos
que habilitan la actuación en nombre del titular del interés jurídicamente
relevante.
La presentación en juicio de los poderes reconoce una pequeña diferencia
según se trate de instrumentos que asignan aptitud para obrar especialmente
para un juicio, o se trate de apoderamientos genéricos que involucran diversos
tipos de actividades (habitualmente administrativas y judiciales). En el primer
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caso, debe acompañarse el título original con copias debidamente rubricadas


por el letrado para su conocimiento por las partes; en tanto que en los poderes
generales, basta agregar la copia en número suficiente para incorporar al
expediente y dar los traslados que correspondan.
Modalidades de la representación legal
Existen dos modalidades que relacionan el ejercicio de la profesión legal
(abogados, procuradores y escribanos) con la asistencia jurídica que prestan a
sus clientes.
Sistema de la separación de las funciones: mientras el abogado tiene como
única función la consistente en asistir a las partes, exponiendo verbalmente o
por escrito las razones que aquellas pueden argüir en apoyo de sus derechos;
el procurador, tiene a su cargo la representación de las partes, estándole
particularmente encomendado el cumplimiento de los actos de impulso
procesal y la confección de los escritos.
Sistema de la unificación de las funciones: el poder de postulación procesal
corresponde, como principio general, a los auxiliares de las partes, de manera
tal que estas últimas no pueden comparecer personalmente y deben formular
sus peticiones por intermedio de un abogado o procurador”.
Existen dos modalidades que relacionan el ejercicio de la profesión legal
(abogados, procuradores y escribanos) con la asistencia jurídica que prestan a
sus clientes.
 Sistema de la separación de las funciones: mientras el abogado tiene
como única función la consistente en asistir a las partes, exponiendo
verbalmente o por escrito las razones que aquellas pueden argüir en
apoyo de sus derechos; el procurador, tiene a su cargo la representación
de las partes, estándole particularmente encomendado el cumplimiento
de los actos de impulso procesal y la confección de los escritos.
 Sistema de la unificación de las funciones: el poder de postulación
procesal corresponde, como principio general, a los auxiliares de las
partes, de manera tal que estas últimas no pueden comparecer
personalmente y deben formular sus peticiones por intermedio de un
abogado o procurador”.

Gestor procesal
Son actos procesales que no admiten demora, y el abogado no tiene poder y
por ciertas circunstancias el cliente no está, por ende, deberá acreditar esas
razones y presentarse como gestor procesal en los términos del artículo 48.
Art. 48. – Cuando deban realizarse actos procesales urgentes y existan hechos
o circunstancias que impidan la actuación de la parte que ha de cumplirlos,
podrá ser admitida la comparecencia en juicio de quien no tuviere
representación conferida. Si dentro de los CUARENTA (40) días hábiles,
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contados desde la primera presentación del gestor, no fueren acompañados los


instrumentos que acrediten la personalidad o la parte no ratificase la gestión,
será nulo todo lo actuado por el gestor y éste deberá satisfacer el importe de
las costas, sin perjuicio de su responsabilidad por el daño que hubiere
producido.

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