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I. Límites a Ja anticipación de la punibilidad 809
2. La criminalización primaria se lleva a cabo mediante tipos penales, entre los que
pueden distinguirse (a) un núcleo de tipos que exigen lesiones a derechos y libertades
básicas -vida, integridad física, libertad ambulatoria, psíquica, de expresión, propie-
dad, e t c . ' - y (b) un conjunto periférico de tipos en que la punición se anticipa a las
conductas lesivas, o sea, que sólo requieren un peligro para el núcleo básico más
restringido. Este segundo orden de tipos de anticipación punitiva es el que da lugar
a los delitos de peligro, con los cuales se conecta la tentativa mediante una relación
de especificidad: la tentativa de delito sintetiza una fórmula genera! con la que se
criminaliza en razón del peligro de lesión, o sea, peligro de las conflictividades
lesivas en que el resultado se releva en el tipo como requerimiento ineludible. Es
decir, tentativa y delito de peligro, como programación general y específica respec-
tivamente, forman parte de la misma categoría de anticipaciones punitivas por peligro
de lesión,2, lo que implica, a la vez, que sea ese ámbito de peligro - y no otro- el único
que puede habilitar el ejercicio de poder punitivo. Así como una estafa (art. 172 CP)
lesiona directamente la propiedad de la víctima, en tanto que su tentativa sólo la pone
en peligro, la falsificación de documento (arts. 292, 293, 294 del CP) -desde que la
doctrina señala que requiere la posibilidad de causar perjuicio 3 - será típica siempre
que se trate de una conducta próxima a un resultado lesivo (para la propiedad, la salud,
la libertad).
excluidos los cursos de acción que sólo revelan una posibilidad de afectación abstrac-
ta 5 , en los que no se hace más que usar un discurso pretendidamente tutelar de bienes
jurídicos para habilitar el ejercicio del.poder punitivo en razón de meras desobedien-
cias administrativas o de criterios de moral subjetiva 6 . La creación artificiosa de
bienes jurídicos públicos que no simbolizan más que desobediencia a la autoridad
(tranquilidad pública, paz pública, clima favorable al derecho, etc.), permitió la
legitimación de tentativas de delitos de peligro que no importan peligros reales para
el núcleo central de bienes jurídicos, lo que constituye una imputación en violación •
al presupuesto de lesividad por lesión o por peligro de la primera regla de la tipicidad
conglobante, que impide imputar objetivamente la acción que no expresa una
conflictividad lesiva 7 . Consecuentemente, en los casos en que no hay conflictividad
lesiva ni por lesión ni por peligro para el núcleo de bienes jurídicos básicos, el autor
no está obligado a dar explicación de su hecho ni la autoridad tiene facultades para
requerirla, lo que excluye a la tentativa de peligro del ámbito de lo penalmente
prohibido*. En síntesis, la tentativa de delito es la más general de todas las antici-
paciones punitivas, pero como a la vez señala el límite que el poder punitivo no puede
exceder, su ámbito prohibido queda circunscripto por aquellas etapas del iter criminis
que denotan el comienzo del peligro de lesión y alcanzan hasta el momento anterior
a la consumación.
5
Supra § 32.
6
Indagaciones referentes a ello en Baratta, en "Pena y Estado", n° 1, 1991, p. 46 y ss„ quien señala
que con ello no se quiere controlar sólo la conducta, sino la lealtad del sujeto al ordenamiento.
7
Cfr. Supra § 30.
s
En términos equivalentes, excluyendo las tentativas del ámbito de las contravenciones y los delitos
de pel¡2ro. Feu. Direito Penal, p. 305. La tentativa como delito consumado contra el derecho, Montes,
I, p. 197.
9
Sobre las etapas del iter criminis, en lodos los tiempos, Bertault, Cours, p. 193; Mayer H.,
Grundriss. p. 161: Stratenvverth, p. 188; Wessels, p. 114; Bacisalupo, 1994, p. 334.
10
v. Weteel, p. 187; Vassalli, Scritti Giuridici, I, p. 559.
I. Límites a la anticipación de la punibilidad 811
6. Las anticipaciones punitivas para estos casos son las únicas admisibles en el
derecho argentino como excepciones al principio general establecido en el art. 42 CP,
sin que puedan extenderse a otras hipótesis, porque de la organización democrática
del ejercicio del poder depende la seguridad de todos los derechos y libertades básicas
del conjunto de habitantes 14. La organización democrática del poder -al igual que la
vida humana- son bienes jurídicos privilegiados desde el propio plano de lo óntico,
porque de su conservación depende la de todos los restantes. En el caso de los tipos
que exigen lesión a las instituciones republicanas y democráticas, por lo general toda
la tipicidad sufre un adelantamiento impuesto por un básico dato de la realidad, dado
que el agotamiento del delito importaría una imposibilidad de intervención, al menos
temporal (la rebelión punible es la fracasada). De allí que los propios delitos consu-
mados sean ónticamente actos de tentativa (cuyo agotamiento es un dato coyuntural),
lo que explica que el peligro se adelante a algunos actos preparatorios. Pero esta
originalísima y particular característica no se extiende a otras anticipaciones que se
concierten en tipicidades independientes -como por ejemplo, la tenencia de materiales
destinados a falsificar (art. 224) o la asociación ilícita (art. 210)- y que son de
constitucionalidad harto dudosa, pues revelan una ampliación del ámbito de la pro-
hibición que no puede sortearse sino en violación al principio de lesividad, y sin que
a su respecto quepan legitimaciones basadas en el peligro para todos los derechos y
libertades que la organización democrática estatal trata de garantizar a toda la
sociedad.
consenso acrítico en la autoridad sin más sentido que la pura obediencia, que alienta
conductas dóciles y hasta brutales 15. Por ello, tales tipos de meras infracciones de
peligro abstracto legitimadas mediante la creación artificiosa de bienes jurídicos,
lejos de producir una sensación de seguridad en el valor del derecho, evidencian la
crisis a que lleva el ejercicio irracional del poder punitivo, y amenazan los espacios
de libertad social indispensables para la convivencia democrática.
Der untaugliche Versuch beim unechten Unterlassungsdelikt, Zum Strafgnmd des Versuchs; también
detalles descriptivos en Zaczyk, op. cit., p. 75. Un compendio de! planteo, Sancinetti, ¿Responsabilidad
por acciones o responsabilidad por resultados?
23
Baumann, p. 500 y ss.; Welzel, p. 192; Stratenwerth, p. 195; Schonke-Schroder, p. 299; Mayer,
H., Grundríss, p. 142; Wegner, p. 228.
24
v. el texto de 1969 que mantuvo la atenuación sólo facultativa en el antiguo § 44 en Schonke-
Schroder, 1970, p. 315; el texto originario, con atenuación obligatoria de pena, en Rüdorff, SiGB, p.
25; Dalcke. Strafrecht und Strafverfahren, p. 42; la discusión acerca de los criterios sustanciales que
deciden el marco penal base en Frisch, en ADPCP, 1994, p. 159 y ss.
2
* Baumann, p. 495 y ss.
26
Así como se señala que sólo a primera vista las concepciones subjetivistas en la tentativa parecen
atender a las exigencias de justicia (v. Garcia, Instituicoes de Direito Penal, p. 243), se afirma que la
tendencia casi universal de castigar discrimando la tentativa del delito consumado se basa en una versión
de la teoría retributiva, Hart, Responsabilitá e pena, p. 158.
27
v. Ricoeur, Lo Justo, p. 19.
28
Fiandaca-Musco, p. 408; en análogo sentido Cobo-Vives, p. 559.
29
Cl'r. Mantovani, p. 409; Pagliaro, p. 505.
814 § 55. El iter criminis
una agresión al derecho y que perjudica su segura validez en la conciencia de ésta 4 ',
lo que mantiene también puntos de contacto con el funcionalismo, que combina la
perspectiva subjetiva con la necesidad preventiva de pena a través de la creación de
bienes jurídicos adelantados a un estado previo de lesión. La teoría que se le adjudica
a von Bar 42 , se ha visto difundida notablemente por su gran capacidad legitimante
del poder punitivo, y se afirma que la consagra el código alemán de 1975 43 . No
obstante, su enunciado es muy anterior, pues era corriente entre los autores italianos
y franceses de fines del siglo XVIII y del temprano siglo XIX, que la adoptaron de
los prácticos, con base en Farinaccio y Matheus y Sanz 44 . Romagnosi sostenía que la
tentativa causa un daño injusto, al perturbar el goce de la seguridad que tiene derecho
a disfrutar la sociedad y sus miembros, por lo que consideraba justo irrogar una pena
a la tentativa, entendida tan sólo como causante del temor que infunde injustamente 45 .
Por su parte Carmignani afirmaba que todo delito siempre produce un daño público
que no sólo proviene de la lesión a la seguridad sino de la disminución de la opinión
de la propia seguridad4*', y antes Pagano había sostenido que el delito consumado
lesiona derechos ajenos, en tanto que el conato ofende la tranquilidad y la seguridad
pública o privada, que es uno de los derechos más preciados 47 . Con todo, es bueno
hacer notar que los autores liberales acudían al bien jurídico invocado por los prác-
ticos, pero como fundamento para su existencia requerían el peligro para el bien
jurídico lesionado con el delito consumado. En los últimos años el funcionalismo
retoma esta tesis en la versión de los prácticos, para convertir la teoría de la impresión
en una suerte de derecho a la seguridad jurídica**. De esta manera se marcha hacia
una punición independiente de la tentativa, puesto que con ella se afectaría un bien
jurídico diferente del que quería lesionar el autor, que sería sólo el sentimiento de
seguridad y la confianza en el derecho, lo que importa subestimar la afectación de los
bienes jurídicos individuales, para reemplazarlos por otro bien jurídico de naturaleza
estatal. Por lo demás, las consecuencias procesales serían inadmisibles en cuanto a
legitimación de la víctima.
10. El punto de partida para no distinguir la tentativa de la consumación parece ser un concepto
de dolo entendido como el grado de riesgo reprobado normativamente que el autor asume
subjetivamente como posible, a partir del cual sólo es posible una graduación de intensidad de la
desobediencia, para lo cual se multiplicarían las normas violadas según el desarrollo del dolo hacia
formas más o menos completas, proceso que culminaría en el momento en que -según la represen-
tación del autor- éste entienda que pierde el control sobre el hecho53. De allí se sigue que el
desistimiento sería imposible en la tentativa acabada, incluso si el autor evitase voluntariamente el
resultado. Como dentro de esta perspectiva lo decisivo son las representaciones del autor, necesa-
riamente se legitima la punición de las tentativas inidóneas, aun sin ningún riesgo de lesión, pues
bastaría la idoneidad subjetiva54: si se efectúa un disparo, por si alguien hubiese quedado vivo para
que no haya sobrevivientes, y en realidad se lo hace sobre un montón de cadáveres, para esta tesis
la acción sería punible55, como también lo sería cuando se usase un arma descargada por un tercero
sin conocimiento del autor, pues se considera que en ambos casos media un dolo racional, en tanto
que dolo irracional sería únicamente una ideación insensata56. Por este camino se ensayaría la
punición de la tentativa del padre que omita salvar a un tercero que creyó su hijo, o el suministro
de dosis pequeñas de veneno que objetivamente son inocuas. En el primer caso se justificaría el
castigo en el error del padre como síntoma de mala intención, mientras en el segundo se imputa aun
lo que no es dominable. No se explica cómo se establece la racionalidad de la acción, puesto que,
por muy diferentes que sean las opiniones, mínimamente debe admitirse que no puede valorarse la
racionalidad de una acción como no sea mediando su apreciación con todo lo que tiene de exterio-
rización en el mundo.
11. Por la vía de un dolo fundante (en donde el dolo más que integrar el injusto, se constituye
en el mismo injusto), se llega a violar reglas de imputación que parten de la causalidad, como en
el caso de la dosis de veneno a una víctima que ya está irreversiblemente condenada a morir por el
veneno de otro autor, sin que ésta altere en nada la producción del resultado, situación que, por
supuesto, variaría por completo si el veneno sólo fuese mortal acumulativamente57. No menos
5
- Cfr. Kindhauser, Gefáhrdung ais Straftat; Lesch, Intervención delictiva e imputación objetiva.
p. 38; Feijóo Sánchez, El injusto penal y su prevención, p. 59.
- Sancínetti, Subjetivismo e imputación objetiva, p. 73 y ss.
54
Jakobs. p. 864.
55
Jakobs. p. 894.
••* Jakobs, p. 865: Sancinetti. p. 164.
57
Supra § 30.
III. La dialéctica en el iter críminis: la tentativa como negación de la consumación 817
importantes son las consecuencias del llamado dolo de peligro para legitimar la punición de la
tentativa imprudente, como peligro de un peligro, conclusión a la que también se llega mediante la
reducción de los tipos culposos en tipos dolosos de peligro58, pues en ninguna de las dos conversiones
la producción del resultado alteraría el quebrantamiento de la norma, como ocurre cuando se rechaza
en los delitos imprudentes la relación de determinación entre el resultado y la violación de un deber
de cuidado (realización del riesgo prohibido en el resultado). Si para el funcionalismo el derecho
penal tiene por misión garantizar la identidad de la sociedad, y ésta se concibe de riesgo, habrá
identidad entre el discurso legitimante de las tentativas de delitos imprudentes y la sociedad de
peligro. Por ello cuando se pretende condenar al médico por homicidio imprudente al no suministrar
un medicamento que debía aplicar, aun cuando no se pueda probar que con ello le hubiese salvado
la vida, en rigor se lo condenaría por una tentativa no prevista en la ley.
12 Esta tesis acepta que la tentativa es un caso más de anticipación de la punibilidad y, por ello,
es una tipicidad independiente de la que adelanta, pero porque es de peligro en un caso y de lesión
en otro. Con todo, sostiene de inmediato que la consumación es un concepto formal que nada indica
sobre el peligro o lesión para los bienes jurídicos, y que el fundamento de la tentativa es equivalente
al de la consumación, pues se niega que el peligro -como concepto cuantificable- sea idóneo para
la distinción. Se afirma que entre la preparación y la tentativa se pueden a lo sumo diferenciar grados
de peligro, pero no peligros cualitativamente distintos. Conforme a este criterio pareciera que el
peligro que implica la compra del arma asesina para la vida del sujeto pasivo, es conceptualmente
idéntico al peligro que sufrió si después del atentado fue salvado sólo por la pericia y la celeridad
del cirujano. Por este camino es imposible que la doctrina y los jueces puedan poner algún límite
a las anticipaciones criminalizantes del legislador político.
^ Jakobs, Imputación objetiva, pp. 104 y 125; Farré Trepat, La tentativa de delito, p. 128, postula
la creación de tipos de peligro antes que la tentativa de delito imprudente.
55
Desde que la tentativa no tiene autonomía sustancial respecto del delito consumado, v., por todos,
Reale Jr., Parte Geral do Código penal, p. 52.
60
v. Schónke-Schroder. p. 309.
818 § 55. El iter criminis
sobre lo que hay general acuerdo, pues incluso quienes asumen posiciones extremamente
subjetivistas se ven precisados a rechazar la punición de las tentativas supersticiosas,
irreales o delitos putativos. Pero además, también debe tenerse en cuenta que en la
perspectiva de un saber penal contentor y limitante del poder punitivo, lo subjetivo
constituye un límite a cualquier ejercicio habilitante grosero, como sería la pretensión
de penar como doloso lo imprudente, lo que se veía claramente antes del desarrollo
de la tipicidad imputativa, cuando el dolo en el injusto servía de límite acotante de
la desmesura del dogma causal. Con todo, el dolo siempre es un filtro acotante de la
lesividad, de modo que lo subjetivo no puede ser nunca fundamento supletorio de
ésta 6I . Precisar la función acotante del dolo - y negarle cualquier función sustitutiva
de la lesividad- tiene consecuencias para toda la teoría del delito, pero en la tentativa
evita las imprecisiones que llevaron a maxímizar el poder punitivo sobre acciones no
peligrosas sistemáticamente atípicas (tentativas inidóneas por ausencia de tipo) o
conglobantemente atípicas (por ausencia de dominabilidad). En estos casos, tanto
como en los delitos que anticipan meros peligros de peligros (abstractos), la pena
carece de fundamento objetivo (conflicto) sobre el que asentar el dolo como elemento
filtrante, y no es admisible la sustitución de su función apelando a su transformación
en síntoma de desviación de una media normativizada que perturba externamente 62 .
como todos los entes son en el tiempo y éste es condición fundamental de existencia,
el axioma A es igual a A sólo es válido para un ente que no cambie, es decir para
un ente que no existe, que es en definitiva el ente de Parménides. Con la tentativa
y el hecho consumado respectivo se comete el mismo error lógico. En efecto, en el
mejor de los casos podría decirse que el dolo del hecho consumado se presenta en
algunas tentativas acabadas, pero en el resto de las tentativas el dolo de consumación
se hallaría incompleto o no desarrollado. Sólo desde una perspectiva estática -desde
el ente parmenídico- puede excluirse lógicamente toda diferencia y no concebir el
cambio en las cosas o el desarrollo de una conducta real; sólo desde ese punto de
partida no habría ninguna razón para que una conducta se transforme en otra cosa
distinta a lo que era originariamente.
5. El dogma de identidad lleva al error de considerar al dolo siempre equivalente
(el dolo en la tentativa y en el delito consumado) y, como inmutable, no permite que
se conciba su alteración en el curso de un proceso en que aún no es lo que tiende a
ser 64 . Pero la conducta humana en tanto temporal es eminentemente dinámica y, por
ende, cambia confrontándose identidad y diferencia. Lo mismo ocurre con todas las
cosas: una planta, un animal o una célula son en cada momento idénticos a sí mismos
y están al mismo tiempo volviéndose distintos; así como el fruto está determinado pol-
la evolución de una semilla, pero a la vez es su negación, lo mismo ocurre en la acción
humana: entre una lesión a la integridad física y la tentativa del mismo delito, la única
identidad subjetiva que puede establecerse está dada por la razón necesaria y suficiente
que orienta el desarrollo, como fuerza que tiene que llegar a ser, pero ésta es otra
subjetividad producto de una idealización que no puede confundirse con el dolo ni con
las intenciones en general. Si bien el dolo se desarrolla a partir de una etapa del iter
criminis, cada fase subjetiva es distinta y opuesta a la que deja en el camino; de allí
que la tentativa como dolo -al par que como conflicto lesivo- sea algo distinto a lo
que todavía no es (fracaso o consumación). Inversamente, el fracaso o la consumación
no puede equipararse con lo que ha negado en su evolución.
6. Cabe advertir que desde muy antiguo se ha pensado que en la tentativa el dolo es diferente
y menor, al punto que RomagnosiM asimilaba la pena sólo en e¡ delito frustrado, lo que le criticaba
Carmignani afirmando que en la tentativa siempre media un defecto de sujeto 66. Esta tesis de menor
dolo según Bohmer se remonta a Catón67. De Simoni.en una monografía del temprano siglo XIX
-invocada por Carmignani en apoyo de su tesis- sostiene que la pena debe cuantificarse conforme
al grado de aproximación a la consumación, porque denota el grado de peligro, que indica -a su vez-
el interés de la sociedad. Pero este interés -agrega- no se debe calcular de otro modo que por los
grados de fuerza política y de malicia que conlleva la tentativa criminal. En términos de la época
lafuerzapolítica era el peligro para el bien jurídico y la malicia era el dolo. Si bien explica el menor
dolo con argumentos confusos, en algún momento, para fundar la máxima de que cuanto más lejos
de su verdadero resultado se halle la tentativa, tanta menor fuerza política y malicia encierra y
contiene, deja entrever que en la tentativa el dolo no ha tenido la fuerza de remover todos los
obstáculos que se oponen a la consumación 6S. La idea es bastante moderna: si el dolo importa una
planificación de la causalidad, cabe suponer que cuanto más lejanamente del resultado se detiene
la tentativa, peor planificada se hallaba y menos idónea era la acción para producir el resultado,
habiendo una relación directa entre la calidad de la programación de la causalidad y el grado de
peligro corrido por el bien jurídico. En definitiva, la impunidad de la tentativa supersticiosa -sobre
lo que hay general coincidencia- no es más que una atipicidad fundada en un_error muy grosero
sobre la causalidad.
64
Contra el dogma de la identidad, Struensee, en "GedSchnisschrift f. Armin Kaufmann", p. 523.;
asimismo en "Revista de Política Criminal y Ciencias Penales", n° especial 1, 1999, México, p. 23;
cercanamente también, Farré Trepat, op. cit., p. 131.
63
Romagnosi, Genesi, p. 254.
66
Carmignani, Juris Criminalis Elementa, p. 68, nota I (Elementi, p. 88, nota 5).
67
Cfr. Bohmer. Handbuch, p. 815.
68
De Simoni, Dei delitti considerad nel solo affetto ed attentati, pp. 241-242.
820 § 55. El iter criminis
7. Las múltiples tesis contemporáneas que en exacta oposición a lo aquí sostenido aproxima
hasta la identidad total el delito consumado y la tentativa, parten de un ilícito concebido cotn
contradicción entre lo que el agente se representa con lo que una norma valora negativamente, tesi
que se deriva del presupuesto dogmático de que la norma jurídico-penal cumple la función di
normalizare! futuro según la voluntad de la autoridad y conduce necesariamente a la ímposibilidaí
de distinguir el delito tentado del consumado, pues en este esquema la motivación negativa o defectc
volitivo en la mente del autor 69 que demanda el tipo es igual en un caso que en otro, de modo qu¡
el quebrantamiento de la norma está perfecto con la tentativa acabada. Sin embargo - y desde iguale:
posiciones preventivistas- el funcionalismo se aparta de esta concepción por entender que se halh
presa del dogma de la protección policial de bienes jurídicos 7 0 , sustituyendo esta ficción tutelar poi
otra de cuño hegeliano, al tiempo que asigna como misión de la norma jurídico-penal la garanto;
de la identidad de la sociedad.
8. Lo cierto es que -con independencia de cualquier crítica que pueda formularse a esto;
conceptos de injusto-, por ninguna de ambas vías (por cierto que abiertas por Welzel y el finalismo) 7
es posible mantener la tradición liberal que señala a la tentativa y a la consumación como conflictos
diferentes y con consecuencias que no pueden equiparase. El apartamiento del liberalismo penal le
produce la elevación de la representación del autor-o del defecto cognitivo de su mente- a núclec
sintetizador del ilícito penal, lo que jamás hizo el liberalismo y no por desconocimiento del valor de
los elementos subjetivos. Muy por el contrario, la tradición liberal construyó su dogmática er
resistencia contra un poder punitivo que operaba sobre creencias e intenciones. Por ello, la sendas
abiertas en este punto por la concepción finalista, lejos de constituir un avance para la distinción entre
tentativa y consumación, determinaron su oscurecimiento, lo que en su evolución señala el abisme
que separa la tentativa como peligro de lesión frente a la tentativa como proximidad al quebranta-
miento de una norma. Quizá sea el de la tentativa uno de los capítulos en que con mayor frecuencia
se incurrió en confusiones de todo género: la objetivación causalista del injusto se quedaba sir
materia en la tipicidad y, consecuentemente, apeló a considerar el entero dolo del delito consumado
como un elemento subjetivo del injusto de tentativa (sin contar con la insólita propuesta de la vieje
escuela austríaca, que vio en ella un supuesto de culpabilidad sin tipicidad). El finalismo welzelianc
salió al cruce de estas incongruencias postulando que el mismo dolo se hallaba por entero tanto er
la tentativa como en el delito consumado. En realidad, con ello se pasó por alto que la tentativa e;
un delito incompleto, pero no en el sentido de que le falte un aspecto objetivo únicamente, siru
en el de que es un ser que aún no llegó a ser completamente, es decir, que se trata de una tipicidac
que es diferente tanto objetiva como subjetivamente.
m
Jakobs, en ADPCP, 1992, p. 1072.
70
Lesch. p. 40 y ss.
71
v. Kaufmann, Armin, en "Fest. f. Welzel". p. 393 y ss.; sobre el extremo, Jakobs, en ADPCP, 1991
p. 500; Struensee, Dolo, tentativa v delito putativo.
72
v. Schultz, 1. p. 208.
n
Rudolphi. p. 168.
7J
Las dificultades en el desapoderamiento en Frías Caballero, Jorge, La acción material constitutivi
del delito de hurto.
75
Sobre este fenómeno. Hegerl, Die juristische Vollendung undfaktische Beendigung van Straftalen
Scheufele. Fórmele Vollendung und tatsachliche Beendigung von Strafiaten; Winkler. Vollendung une
Beendigung des vorsátzlichen Verbrechens; Fragoso, Licoes, p. 263; Hungría, I, p. 74.
IV. La consumación como límite de la tentativa 821
al autor que, en caso contrario, sería penado conforme a un concurso real de conductas
calificadas y no calificadas. Por supuesto que, a la hora de cuantificar la pena, deberá
tenerse presente en qué medida inciden las calificantes y suponer que la lesión es
mayor cuando en la realidad acompañó a toda la conducta que cuando lo hizo sólo
en un tramo de ésta.
10
Trechsel. Schwcizerisches Strafrecht, p. 83; Hungría-Fragoso. Comentario ao Código Penal, p.
85: Cirino dos Santos, Direito Pena!. A nova parre gemí, p. 172.
s3
De opinión contraria. Maurach, p. 493.
I. La tipicidad subjetiva de la tentativa 823
la común naturaleza subjetiva. De ello se sigue que la tentativa pueda contener los
mismos elementos subjetivos distintos del dolo 8 4 .
3. Por otra parte, la referencia a delito determinado no excluye la posibilidad de
una tentativa con dolo eventual, pues la palabra determinado del art. 42 del CP tiene
otro sentido, dado que de ninguna manera puede haber un fin de cometer un delito
indeterminado, lo que sería una monstruosidad ontológica 85 . Tanto razones históricas
como dogmáticas indican que la palabra determinado significa que la ley ha optado
por excluir las tentativas de delitos contra la vida y la integridad física cometidas con
dolo de ímpetu de la fórmula del art. 42 y de sus consecuencias penales 86 . El dolo de
ímpetu 87 es el que responde a una reacción súbita, poco planificada o -como decía
Carrara- el que tiene lugar por subitáneo impeto di ajfetti^, por lo que normalmente
coincide con situaciones de emoción violenta; pero como sólo algunos delitos en
estado de emoción violenta -excusable o no excusable- se cometen con dolo de ímpetu,
es válida la advertencia de que puede haber tentativa con emoción violenta 89 . También
el dolo de ímpetu puede ser a la vez dolo eventual, que es el único supuesto en que
la ley argentina no acepta la tentativa con dolo eventual, al menos en los delitos contra
la vida y la integridad física de las personas, porque la ley -con la palabra determi-
nado- receptó parcialmente la tesis carrariana, según la cual no es posible la tentativa
con dolo de ímpetu. A esta tesis adherían varios autores de su época 90 , afirmando que
en tal supuesto no puede imputársele al sujeto la comisión de una tentativa de
homicidio, puesto que lo único que pone de manifiesto es una genérica voluntad de
agredir. De cualquier manera, no es una cuestión que interese resolver, pues aunque
se admita la tentativa con dolo de ímpetu, en la ley argentina es atípica.
84
Cfr. Stratenwerth, p. 191; Wessels, p. 115; Rudolphi, p. 171.
85
v. Supra § 34; también, Cavallero, Algunas consideraciones sobre el dolo y la tentativa, en JA,
5-V11I-1981.
86
Cfr. Blei, p. 307.
87
Sobre este concepto, Supra § 34.
88
Carrara, Programma, I, p. 326.
89
Cfr. Jakobs, p. 867.
90
Por ej., Haus. Principes Généraux du Droit Penal Belge, I, p. 218.
91
Crivellari, IV, pp. 16-17.
92
Ídem, p. 18.
93
ídem. pp. 21-22.
94
Cariara, /( Códice Pénale Zurighese éntralo in vigore il 1° Febbrato 1871, p. IX, nota 14.
95
Quiroga, Delito y Pena. pp. 124-125; Rivarola, pp. 277-281.
96
Proyecto, 1917, p. 85.
97
Edición oficia!, p. 254.
824 § 56. La tipicidad de la tentativa
finalmente el senador Rojas en su dictamen postumo se hizo cargo de ésta y la comisión del Senado
empleó la expresión con que encabezaba Rivarola el párrafo en que se ocupaba del tema (Dificul-
tades para reconocer la tentativa en los casos de dolo indeterminado) 98. Por otra parte, la doctrina
de la época hablaba frecuentemente de dolo indeterminado, pero la comisión empleó la expresión
determinado en forma que califica al sustantivo delito. En una reconstrucción dogmática cabe
entender que la expresión fin de cometer un delito es igual a dolo y que determinado es el dolo
y no el delito de su definición.
5. La prueba dogmática de esta conclusión se halla en la tipificación del abuso de
armas en los arts. 104 y 105 del CP, pues disparar un arma contra una persona no puede
ser en nada diferente que intentar matar o intentar lesionar, y la agresión con toda
arma no puede tener otro sentido que el de intentar lesionar o matar a alguien. No
se trata de disparar al lado de la persona, a centímetros de sus pies o a milímetros de
su cabeza, sino de disparar contra la persona misma; tampoco se trata de esgrimir un
arma sino de agredir con un arma. Como sería absurdo pretender que los arts. 104
y 105 desplazan la tipicidad de la tentativa de homicidio cuando se lleva a cabo con
un arma, la única explicación coherente que tienen estos tipos es que el legislador
argentino ha sacado del ámbito anticipatorio de punibilidad propio de la tentativa las
conductas que son un comienzo de ejecución del homicidio y de las lesiones con dolo
de ímpetu, captando en tipos especiales las que considera más graves, aunque de
cualquier manera, las somete a una pena menor que la de la tentativa. En síntesis, el
art. 104 abarca supuestos de dolo de ímpetu que pueden ser también casos particulares
de dolo eventual que la ley argentina desplaza de la tentativa, pero no por ello puede
pensarse que la fórmula del art. 42 excluya todos los demás casos de dolo eventual
que no son, a la vez, dolo de ímpetu. Por consiguiente, no es admisible el dolo eventual
como aspecto subjetivo de la tentativa sólo (a) cuando tampoco lo admite el tipo del
delito consumado y (b) cuando lo rechaza la propia ley, como sucede si a la vez es dolo
de ímpetu en los delitos de homicidios y lesiones.
110
Cfr. Jescheck-Weigend, p. 518.
111
Cfr. Maurach, p. 499.
112
1 3
Fórmula de Frank (SiGB, p. 87); sobre ella, Welzel, p. 190; Stratenwerth, p. 194.
' Cfr. Stratenwerth, loe. cit.
114
Maurach, p. 499.
115
Carmignani, parág. 231.
116
Carrara, parág. 337.
117
Scarano, op. cit., p. 104 y ss.; entre nosotros la sostuvo Obarrio (Curso, p. 93); parece adherirse
a ella
1 ls
Vázquez Iruzubieta, 1, p. 238; la siguió en Bélgica Constant, Précis de Droit Penal, p. 149.
119
Cfr. Fontán Balestra, II, p. 362; Carrara, en "Reminiscenze di Cátedra e Foro".
v. Antolisei, pp. 377-378; De Marsico, pp. 252-3; Pannain, pp. 619-620; Bettiol, p. 546; Pagliaro,
p. 495; Santero, pp. 463-464.
I2
" Liszt, en ZStW, 1905, p. 72.
121
Beling, Die Leltre vom Verbrechen, p. 245.
122
Mittermaier. en GS, 1859, p. 222.
123
Frank, StGB. p. 86; Hippel, II, p. 402.
124
Maver. M.E., Lehrbuch, p. 351.
125
ídem. p. 352.
126
Mever. op. cit.. p. 23.
127
12S
Birkmever. en GS, 1885. p. 272.
Finger. Lehrbuch. 1904. p. 313.
II. La tipicidad objetiva: el comienzo de ejecución 827
8. No obstante, desde hace muchos años se sostiene también la tesis contraria, que estima como
decisivo que la conducta haya hecho peligrar en forma inmediata (proximidad con la consumación)
el bien jurídico, pero de acuerdo con la representación que de la realidad tuviese el autor132,
últimamente renovada por el funcionalismo como resultado de su concepción del dolo como
representación " 3 . De este modo, el recorte conforme a las representaciones del autor, que -en razón
129
La apelación al plan concreto del autor parece hallarse en Kohler (sobre ello Salm, Das vesuchte
Verbrechen. p. 125 y ss.).
130
La apelación al peligro tampoco es ninguna novedad, puesto que ya habían buscado la solución
por ese camino autores muy antiguos, por ejemplo Feuerbach (Lchrbuch, parág. 42) y Carrara (en
"Reminiscenze", p. 331).
131
Así lo reconoce Jakobs, p. 861.
132
Así, Schonke-Schroder. p. 305, con profusa bibliografía citada.
133
Cfr., Jakobs. p. 883.
828 § 56. La tipicidad de la tentativa
de su especial función limitadora- es el correctivo adecuado para los casos de adelantamiento (para
excluir la consumación o la tentativa), invierte este signo cuando se le asigna a la representación del
autor un valor fundante, que no tiene sustento en la realidad del mundo: por ejemplo, a un autor
que según su plan ha previsto envenenar a otro con una serie de veinte dosis graduales, cuyo efecto
letal se produciría con la última, si se produjese la muerte con la primera, no podría imputársele más
que por imprudencia (además de la tentativa, claro está), porque no puede seguirse un concepto de
dolo totall34. También es correcta la solución por la impunidad (sin perjuicio de las lesiones culposas)
cuando A quiere matar a B, que sabe que a cierta hora pasa por la encrucijada, pero la víctima llega
una hora antes al lugar y A se encuentra practicando disparos para no fallar y por esa razón los
disparos rozan a B 135. En ambos casos hay peligros inmediatos a una consumación, aunque en esta
última el peligro no está abarcado por el dolo típico, pues los disparos aparecen según el plan del
autor como preparatorios de un comienzo de ejecución. Pero el criterio que procura hacer fincar la
distinción omitiendo el dato objetivo del peligro de lesión, está necesariamente obligado a reconocer
que con el mero dato subjetivo se puede legitimar la tipicidad de una tentativa inidónea, aun cuando
no sea expresiva de ningún peligro. Aunque sin llegar a este extremismo punitivo, pueden imaginarse
supuestos en los que el autor crea que se aproxima a la consumación mediante actos, y ello resulte
errado, corno en el ejemplo de la emboscada, donde la víctima en lugar de llegar al mediodía, pasó
a medianoche o no pasó ese día. Por ello -y en consonancia con el fundamento de la punición de
la tentativa- el límite sólo podrá estar definido cuando el peligro para la afectación coincida con el
plan del autor (criterio objetivo individual), es decir atendiendo al cómo de la realización típica, lo
que es compatible también con la imposibilidad de imputación de las tentativas inidóneas, en que
el peligro sólo existe en la imaginación del autor referida a su plan concreto.
9. La teoría objetiva con el correctivo del plan concreto del autor, tiene la ventaja
de introducir un elemento individualizador del momento de relevancia del peligro que
es un dato subjetivo, pero que no subjetiviza el peligro, porque su naturaleza es
susceptible de ser valorada por un tercero en cuanto a la determinación de la proxi-
midad inmediata a la realización típica. Así cuando una persona quiere envenenar a
otra con una comida y coloca en ella el veneno, dependerá del plan concreto si se la
debe servir a la víctima o si ésta se la ha de servir directamente, para que haya en el
primer caso aun un acto preparatorio y en el segundo una tentativa l36 . Es decir que
la referencia al plan del autor es un dato subjetivo que restringe la extensión de otro
objetivo, pero en ningún caso puede operar en forma independiente al requerimiento
de objetividad dado por la proximidad a la consumación, sino que debe complemen-
tarlo. De allí que puede sintetizarse este criterio afirmando que la tentativa comienza
con aquella actividad que inicia un curso de acción peligroso para la lesión del bien
jurídico (comienzo de realización del tipo del delito) según el plan concreto del autor.
determina a otro que actúa en forma meramente inculpa! le. En tal caso -salvo
circunstancias muy especiales IS0— el determinador será instigador y la tentativa de
instigación no es punible hasta que el determinado no comience la ejecución del
hecho. Por ende, habrá tentativa de homicidio cuando el autor coloque balas verda-
deras en el arma que utilizará el bromista o el actor, y hay tentativa de hurto cuando
amenace de muerte a otro para que lo cometa. En lugar, es por regla tentativa de
instigación atípica -es decir, acto preparatorio- el discurso que se le dirige al psicótico
para convencerlo de que su vecino lo persigue. En el caso del que amenaza a alguien
de muerte para que mate a otro, habrá un delito de coacción, pero no tentativa de
homicidio, pues el coaccionante será instigador. Por supuesto que habrá tentativa de
homicidio contra el coaccionado cuando la coacción importe la decisión de matar al
coaccionado en caso de negativa y el autor ya le apunta con el arma: existe un claro
dolo alternativo, que implica la decisión de matar al coaccionado, aunque sometida
a la condición de que no cumpla la orden.
4. Se ha sostenido que los delitos que exigen habitualidad no admiten la tentati-
va 1 5 1 , lo que sólo es correcto desde la perspectiva que considera que esos tipos
demandan una pluralidad de acciones. La solución no puede sostenerse si se entiende
que la habitualidad es un elemento subjetivo del tipo distinto del dolo y que la
repetición de acciones no pasa de ser una presunción o indicio de ésta l52 . Desde esta
última perspectiva puede decirse que el tipo que exige habitualidad demanda una
acción acompañada de la intención de su repetición habitual, de modo que mientras
ese elemento subjetivo acompañe a la tentativa, ésta será típica. Así, es tentativa de
usura calificada la que realiza quien está concertando el otorgamiento de un primer
crédito usurario en el marco de la flamante empresa dedicada a ello.
5. En los casos en que se realiza todo lo que según el plan debía hacerse (por ej.
dejar preparada la comida envenenada para que el ausente la ingiera a su regreso),
es decir tratándose de una tentativa acabada, es evidente que hay comienzo de
ejecución i53 . Sin embargo se opina que mientras el autor conserve el hecho bajo su
control no se produce tentativa 154, pues mientras el agente tiene bajo su custodia la
comida envenenada, se argumenta que aún no se ha producido ningún peligro para
la víctima, que puede no regresar jamás. En rigor, el ejemplo que se enuncia (el marido
que envenena el polvo de café, esperando que su mujer -que está de viaje- regrese
y lo prepare) genera dudas, pues lo determinante no es que conserve el dominio sino
que haya generado o no el peligro, lo que depende de las particularidades de cada caso,
ya que es obvio que si no ha existido peligro se trata de un acto preparatorio. La mera
circunstancia de que el autor conserve el control del hecho no excluye la tentativa,
pues es un dato que debe tomarse en cuenta para determinar que por un adelantamiento
no podrá imputársele el delito consumado, pero no para dejar de imputar la tentativa,
pues mientras quepa la posibilidad de revocar, el dolo todavía no se ha desarrollado
completamente -como ocurre en la tentativa acabada estricta- y ello siempre supone
un comienzo de ejecución.
6. Puede suceder que la consumación se adelante respecto de lo planeado por el
autor. Un adelantamiento en una tentativa inacabada no puede imputarse como
consumación, pues el dolo que se realiza progresivamente no se corresponde con el
progreso de la causalidad que el autor desconoce. Por supuesto que este error no será
150
Cfr. Supra § 53.
151
Así. Malo Camacho. Tentativa de delito, p. 20.
152
Cfr. Supra § 35.
15J
Schmidhauser. p. 490; Jakobs. p. 890.
' ^ Ro\in. en "Fest. f. Maurach". p. 213 y ss.; Rudolphi, p. 176.
IV. Culpabilidad y tentativa 831
relevante en los casos que medie dolus generalis 155. No obstante, faltará dolo del delito
consumado cuando se secuestra a una persona para darle muerte simulando un
suicidio por ahorcamiento, pero en realidad la víctima muere antes de ser colgada por
paro cardíaco. Igual ocurrirá en el caso de quien detiene su camión al borde de un
estanque para arrojar un tambor que envenene el agua, pero ignora que con el vehículo
empujó un recipiente que al caer ya contaminó el agua. Con razón se afirma que la
realización querida del delito no puede conducir a una completa imputación del autor
si existe un error sobre el curso causal 156 . En las tentativas acabadas se impone la
misma solución, pues mientras todavía exista la posibilidad de revocación, el dolo no
se habrá completado, dado que para el sujeto no habrá pasado la última oportunidad
para decidir e) hecho 157 . Así, cuando el estallido del artefacto explosivo se adelanta
por un desperfecto causando la muerte de otra persona distinta a la que se quería matar
-siempre que en el caso no concurra dolo eventual-, el dolo puede considerarse
perfecto para la explosión, la tentativa de homicidio y la tipicidad del inc. 5 o del
art. 186. Otra solución no puede aceptarse, pues en caso que desista y la explosión
se produzca por la interferencia imprudente de un tercero, causando la muerte de
la persona que se quería matar, cuando el autor realizaba en forma coincidente
maniobras seguras encaminadas a la desactivación del aparato, tampoco puede
imputarse el resultado de muerte de esa persona, dado que la no interferencia en el
desarrollo causal que resta, también es un grado de desarrollo del dolo (en forma
omisiva).
2. En el caso cabe entender que una más cercana observación del problema permite
formular las siguientes distinciones básicas, con las cuales queda a salvo la consti-
tucionalidad del dispositivo legal: (a) Hay supuestos de tentativa aparente -en que
directamente no hay tentativa- por ausencia de tipo o, más certeramente, ausencia
de tipicidad {sistemática) que pueden presentarse (a) cuando falta algún elemento del
tipo legal o sistemático {ausencia de tipo en sentido estricto), ((3) cuando falta la cosa
elegida como medio {atipicidad por falta de medio); y (%) cuando ex ante el medio
elegido carece en absoluto de cualquier idoneidad para consumar el hecho (atipicidad
por falta de medio idóneo), (b) Son casos de delito imposible del último párrafo del
art. 44, cuando ex ante el medio fue idóneo y hubo peligró, pero no obstante, ex post,
160
Cfr. Infra § 58.
161
Por todos. Jescheck-Weigend, p. 735.
V. Tentativas aparentes y delito imposible 833
dada ( a ) la forma muy inadecuada en que se usó el medio, (P) un muy grave defecto
de éste, (%) un accidente del objeto o (8) una previa neutralización del peligro, se
determina una imposibilidad absoluta de consumarlo, (c) Por último, cuando el medio
ex ante fue idóneo y hubo peligro, y ex post no se comprueba ninguna imposibilidad
absoluta de consumarlo, existe la tentativa cuya punición se rige por los tres primeros
párrafos del art. 44.
3. El filtro de la lesividad impide el avance de un proceso de criminalización
cuando el curso de acción no es peligroso para una relación de disponibilidad, pero
en las tentativas aparentes no es necesario analizar la lesividad, pues se trata de casos
de atipicidad sistemática determinada ex ante por la absoluta imposibilidad del
resultado de la acción. El supuesto más claro es el de los casos de ausencia de tipo
propiamente dicha, en que ab initio faltan elementos del tipo objetivo, como puede
ser la vida humana en el homicidio, la cosa ajena en el hurto, o cuando faltaba la mujer
ajena en el antiguo y desprestigiado tipo de adulterio (la mujer era propia, como en
el cuento de Bocaccio), la calidad en el sujeto activo (el agente sólo se cree funcionario
público), la del otro en la participación necesaria (quiere sobornar a quien no es
testigo), la del sujeto pasivo (inscribe como hijo propio al que es propio y cree ajeno).
En estos supuestos la tentativa es incuestionablemente aparente, porque los elementos
del tipo objetivo sólo existen en la imaginación del autor.
4. La tesis que enuncia que en estos casos hay ausencia de tipo fue formulada por Frank y el
Graf zu Dohna l62, aunque su origen se remonta a Binding, y fue seguida por Beling, Max Ernst
Mayer, Liszt-Schmidt, etc., y criticada por Hippel163, sosteniéndose en la doctrina nacional con
sólidos argumentos constitucionales y legales l64. La cuestión se discutió en Alemania IM y fue
resuelta por el código de 1975, cuyo art. 23.3 considera tentativa punible también la llamada
inidoneidad del objeto, por lo cual se consagra la tipicidad de la acción de quien quiere matar a un
muerto o apoderarse de la cosa propia, cuando en realidad no se haya hecho nada más que perforar
un cadáver o llevarse la cosa propia166, solución claramente inconstitucional en la Argentina. En
Alemania es resultado de la aceptación de una antigua tesis jurisprudencial, apegada a la teoría
subjetiva de la tentativa inidónea. La tradición alemana objetivista fue desplazada por ese criterio
judicial y, como consecuencia de ello, los juristas más tradicionales y apegados a las garantías
desarrollaron la teoría de la falta de tipo para limitarla. La autoritaria tesis subjetivista de los tribunales
alemanes fue alimentada particularmente por von Buri y pane además de un presupuesto de justicia
aberrante, que pretende basarse en una falsa simetría: así como toda ignorancia de una característica
de! tipo excluye el dolo, toda falsa suposición de una característica del tipo debe fundar el dolo167.
La simetría no es verdadera, puesto que lo que pretende fundar no es el dolo sino la tipicidad
objetiva '68, sin la cual no puede preguntarse si hay dolo, puesto que jamás puede haberlo, ni es posible
asentarlo sobre ninguna base objetiva que, por definición no existe. Luego, no es el dolo lo que
fundaría esta punición, sino un simple elemento de ánimo carente de todo sustento objetivo. El
código austríaco de 1975 consagra la tesis opuesta: la tentativa y ¡a participación en la tentativa
no son punibles cuando para la consumación del hecho faltan características o condiciones
personales que la ley requiere en el actor, o cuando conforme a la clase de acción u objeto sobre
162
Frank. StGB, parág. 43; Dohna, p. 49.
163
Lehrbuch. p. 159.
164
Así, Fontán Balestra, II, loe. cit.; Núñez, Manual, pp. 275-277; Jiménez de Asúa, VII, p. 778
y ss.; Terán Lomas, en "Hom. a José Peco", p. 357 y ss.; el mismo, en JA, 2/10/1975; también, op. cit.,
t. II, p. 140: Muñoz-Guerra de Villalaz, p. 326; Sierra, en LL, 7/4/1975. En la doctrina española, por
todos.
165
Núñez Barrero, El delito imposible, p. 124 y ss.; medulosamente. Pessoa, El delito imposible.
Negaban la ausencia de tipo, Welzel, p. 193; Stratenwerth, p. 194; Baumann-Weber-Mitsch,
Strafrecht,
166
p. 347.
Así, Rudolphi, p. 178; Otto, p. 232; en la Argentina la aceptaba Bacigalupo. Lineamientos, p.
109.
167
Sobre ello Blei. p. 203.
168
Señala la impunidad frente a la falta del objeto material de la acción (inexistencia absoluta ¡n
rerum natura), Riz, Liniamenti, p. 122; destaca el dogma del bien jurídico frente a la insistencia del
subjetivismo, Politoff Lifschitz, en "Política Criminal y reforma penal", Santiago de Chile, 1996, p. 67
y ss.
834 § 56. La tipicidad de la tentativa
el cual el hecho se habría cometido, bajo ninguna circunstancia fuese posible (art. 15.3). La
cuestión tampoco reconoce larga data en la legislación española, ya que una tentativa que de modo
alguno pueda llegar a realizar el injusto no se contemplaba en los códigos de 1848, 1870 y 1932,
en tanto aparece como fruto de tendencias autoritarias subjetivas en la Ley de Vagos y Maleantes,
y en la Ley de Protección de la Natalidad de 1944 169. Las pocas sentencias argentinas que siguieron
esta inconstitucional interpretación culminaron en aberraciones jurídicas tales como considerar el
acceso carnal con un cadáver como típico de tentativa de violación imposible, argumentando que
la ley no ha querido dejar de tener en cuenta la peligrosidad revelada y exteriorizada por el autor 17°.
Con toda justicia este planteo fue rechazado con argumentos que no sólo cuentan para esta inter-
pretación jurisprudencial peligrosista sino también para todas las posiciones que apelan a esta
racionalización para sancionar un hecho no previsto en la ley mediante el recurso a la analogía
prohibida, pues el art. 44 no puede interpretarse como ampliación de las incriminaciones legales m .
Por otra parte, con expresión propia de su tiempo, la ausencia de tipo en estos casos ya fue claramente
enunciada por Carmignani, que las llamó causa legales que eliminan la calidad de tentativa...
sirvan de ejemplo el caso de un hurto de cosa propia y el concubinato con la propia mujer del
que habla Boccacciol72. En realidad la imposibilidad de peligro ~la inocuidad de la tentativa- es
una forma de error de tipo al revés, pero es necesario advertir que hay un error de tipo al revés en
cualquier tentativa 173, pues siempre expost el plan resulta inidóneo por alguna clase de error, y por
ello no sirve como criterio para distinguir entre tentativas inidóneas l74. Pero en los casos de ausencia
de tipo en sentido estricto, se invierte un error no ya sobre la causalidad, sino sobre cualquiera de
los elementos del tipo sistemático. En efecto: se invierte un error sobre el objeto, sobre la calidad
del sujeto activo o sobre los medios y circunstancias que el autor sólo imagina, pero que no existen
en el mundo.
169
v. Bustos Ramírez, p. 426. Con posterioridad a la reforma legal, no formula distingos entre
tentativas idóneas e inidóneas, Farré Trepat, op. cit., pp. 59 y 389; una exploración pormenorizada en
Sola Reche, La llamada "tentativa inidónea de delito", a favor de su punición, p. 193 y ss.
I7U
J.A.. 2/10/75 (Cámara Penal Io de Tucumán, del 9/10/1974).
171
Terán Lomas, en comentario cit. en JA.; de otra opinión Righi-Fernández-Pastoriza, Elementos.
p. 301.
172
Carmignani, parág. 242.
m
174
Cfr. Weener. op. cit., p. 220.
173
Jakobs. p. 852.
Así. Welzel. p. 194; Stratenwerth, p. 202; Mayer, H„ Gnmdríss, 1967, p. 61; Otto, p. 232;
Baumann. p. 505; Bockelmann, p. 197; Wessels, p. 120; Maurach, p. 511; Schultz, I, p. 189; Schmidhauser,
p. 481:
176
Blei. p. 192. Otro criterio, Cerezo Mir, Curso, p. 204.
Así. se sostiene que el delito imposible es la nada jurídica, Cfr. Brito Alves, Estudos de ciencia
criminal, p. 83: Dotti. Curso, p. 328.
177
Jakobs. p. 876.
V. Tentativas aparentes y delito imposible 835
7. A diferencia del caso referido, en que el medio elegido es idóneo pero falta en
el caso concreto, en el tercer supuesto de ausencia de tipicidad lo elegido no es un
l7s
Así, Mauracn, p. 512; Schonke-Schroder, p. 311; Jakobs, p. 1032.
' " Así. Hippel, op. cit., p. 159, nota 4.
836 § 56. La tipicidad de la tentativa
8. Un sector doctrinario considera que las tentativas supersticiosas pertenecen a las inidóneas que
pueden ser punibles 18-\ en tanto que otro sector las considera impunes con base en que directamente
no hay tentativa 184, aunque a veces se emplean fundamentos muy particulares, como establecer el
límite entre lo idóneo e inidóneo cuando se procede de modo irrelevante desde el punto de vista
comunicativo 185. porque en cualquier caso faltará el dolo típico y la tentativa por no mediar
infracción a una norma verdaderamente existente l86. Básicamente la tesis funcionalista atiende
exclusivamente a la toma de postura del autor frente a la norma 187, pero excluye las supersticiosas
del ámbito de la tentativa. En los restantes supuestos de inidoneidad considera que el daño al deber
impuesto normativamente resulta perfecto, rechazando la atipicidad por falta de objeto (luego,
perforar un cadáver es tentativa inidónea de homicidio) o de la calidad del autor (ej. el padre que
no salva al menor creyéndolo su hijo, comete tentativa de omisión de auxilio), pues en estos casos
180
Casuística y detalles descriptivos en Gama, Código Penal Brasileiro, p. 26; Cirino dos Santos,
A moderna teoría do falo punível, p. 316. Plantea la posibilidad del reemplazo del requisito de
idoneidad por una condición negativa de no imposibilidad, De Francesco, en RIDPP, p. 721 y ss.
181
v. Gimbernat Ordeig, Introducción, p. 110, que ejemplifica con el caso del tío rico;
pormenorizadamente, Moreno Torres Herrera, Tentativa de delito v delito irreal, p. 375, para quien
el disvalor de intención no constituye un ilícito en sí mismo, sino solamente en tanto se manifiesta en
una acción adecuada, peligrosidad objetiva que falta en los delitos irreales. Acerca de la distinción entre
delito imposible e imaginario en la jurisprudencia alemana y estadounidense, Hendler-Gullco, Casos,
p. 97; por la impunidad, Pessoa, en Pessoa y González Macchi (Dir.), Código Penal Comentado, p.
246.
182
Cfr. Supra § 33.
183
Cfr. Baumann, p. 529; Bacigalupo, op. cit., p. 108; Kaufmann, Armin, Die Dogmatik, p. 242;
Zielinski, Handlung, p. 134; otra opinión, Góssel en GA, 1971, p. 225; Struensse, sólo en los casos
de causalidad
184
putativa en, ZStW. 102. 1990, p. 21.
Otto. p. 231; Maurach, p. 510; Blei. p. 204; Rudolphi, p. 180; por falta de dolo también Zaczyk,
Das Unrechi der versuchten Tal; en razón de la ausencia de acción por inexistencia de relevancia social,
Haft.185Strafrecht. p. 35.
IW
Jakobs. p. 872.
ídem. p. 864.
187
Cfr. Jakobs. p. 865; también en '"Gedachtnisschrift für Armin Kaufmann". p. 271 y ss.
V. Tentativas aparentes y delito imposible 837
lo querido por el autor es lo único determinante18s, criterio que conduce a las mismas soluciones
prácticas que la tesis del viejo Reichsgericht y a su posterior legitimación con el Willensstrafrecht.
9. La doctrina nacional ha creído que la expresión delito imposible del último
párrafo del art. 44 debía entenderse como tentativa inidónea y que el fundamento de
ésta era la peligrosidad del autor l89. En buena medida esto es debido a la total falta
de tradición legislativa anterior en la Argentina l90, aunque no faltaron observaciones
acerca de la contradicción insoluble que encierra la expresión l91. La opinión corriente
de la doctrina nacional lleva a consecuencias incompatibles con el resto de la cons-
trucción teórica de esa misma doctrina, lo que hace que esta posición sea inaceptable
so pena de imponer un replanteo de toda la estructura teórica, sin contar con que nunca
ha logrado obviar la valla del art. 19 constitucional. Si esta fuese la única interpre-
tación posible del citado párrafo, se impondría de modo ineludible su inconstitucio-
nalidad, pero -como es sabido- esta declaración es un recurso extremo al que sólo debe
acudirse cuando la ley no admite ninguna interpretación compatible con la norma
suprema, que no es el caso del último párrafo del art. 44. En efecto: partiendo de que
la identificación de delito imposible con tentativa inidónea es meramente doctrinaria,
pues la ley no se refiere nunca a este último concepto ni al de tentativa inútil o
análogos, puede liberarse la expresión delito imposible de su carga doctrinaria y
ensayar un entendimiento de la misma compatible con el art. 19 constitucional.
Afirmar que la tentativa inidónea no se halla prevista en el código argentino no
constituye ninguna osadía, puesto que es ajena a todos sus antecedentes y, además,
muy tardíamente incorporada en la legislación comparada, e incluso negada desde los
tiempos de los prácticos, donde sólo era defendida por la aislada posición de
Menochio ,92.
párrafo de marras es una consecuencia del inc. I o del art. 41 para la escala penal de
la tentativa punible al establecer una escala menor según la extensión del peligro
causado, se impone determinar cuándo, pese a que ex ante el medio fue idóneo y el
agente comenzó a ejecutar su plan con el medio y no con otra cosa, expost se concluye
que el delito no podía haberse consumado. Sin perjuicio de otros casos posibles, que
debieran ser materia de una mayor profundización por parte de la doctrina, cabe
entender que se trata —al menos- de supuestos en que el delito no podía haberse
consumado (a) por la forma muy inadecuada en que se usó el medio (la fuga en
automóvil por parte de quien no sabe conducir), (b) por un grave defecto del medio
empleado (el arma trabada de modo que era imposible hacerla funcionar sin antes
descargarla y destrabarla), (c) por un accidente del objeto del delito (el dinero estaba
en el otro bolsillo, la víctima estaba en el baño y no en la cama, la cosa estaba en una
caja de seguridad inexpugnable con los medios que tenía el agente, había un sistema
de alarma altamente sofisticado), o (d) por una previa neutralización del peligro, como
es el caso en que la trama hubiese sido descubierta y, sin que el agente lo supiese, se
hubiesen tomado las medidas para impedir su consumación.
154
Con esto queda demostrado que el art. 43 no es una disposición inútil del código, como hace
tiempo se sostuviera (por todos, Molmenti, El desistimiento voluntario de la tentativa).
195
Núñez. Manual, p. 272; la doctrina brasileña coincide casi unánimemente en que sólo elimina
la punibilidad (v. Pierangclli, en "Justina", n° 89, 1975).
196
v.. por todos, Rodríguez Devesa, p. 661.
197
Así. Rodríguez Muñoz, en Mezger. Tratado. II. pp. 256-258; Córdoba Roda, en Maurach. II.
p. 361; en Latinoamérica. Araujo, op. cit.,p. 371; Novoa Monreal. El proceso de generación del delito,
p. 49; del mismo, en "Rev. Michoacana de Derecho Penal". n° 5. 1967. p. 57 y ss.: Marques. Tratado,
p. 296. En Alemania, von Hippel, Untersuclumgen über den Rücktriti vom Versuch. p. 58 y ss.
m
Latagliata. La desistenza voluntaria, p. 162; en sentido análogo, aunque vinculándolo con la tesis
de Pessina. Cury Urzúa. Tentativa y delito frustrado, p. 116.
199
Jakobs, p. 899.
VI. La naturaleza del desistimiento voluntario 839
5. La imposibilidad de advertir que la revocación de un plan delictivo en curso cancela los actos
parciales anteriores por efecto de una relación dialéctica que vincula todas las etapas del delito, y
que en el desistimiento esta oposición es extrema - a diferencia de lo que podría ocurrir entre
consumación y tentativa-, llevó a buscar la naturaleza del desistimiento en una problemática que
está fuera de la teoría del delito, es decir en la punibilidad 204 , con el criterio de que el acto voluntario
de desistimiento constituía una causa personal que cancelaba la punibilidad del delito, pero que no
afectaba ninguno de sus caracteres, que permanecerían completamente inalterados. La más grave
consecuencia de esta tesis 205 es que los partícipes de un hecho desistido por el autor, es decir de un
plan que fue revocado y por ende no peligroso, no pueden beneficiarse de la decisión de] mismo,
con la consecuencia de que resultarían penados por un aporte a un curso de acción cuyo peligro fue
cancelado por el desistimiento, lo que lleva necesariamente el ejercicio punitivo a un ámbito
prohibido, pues la única razón para la pena del partícipe sería su decisión de quebrantar la norma,
pauta insuficiente para el derecho argentino por disposición de la reserva constitucional (principio
de lesividad).
200
Una completa exposición de las mismas en Muñoz Conde, El desistimiento voluntario de
consumar el delito, p. 43 y ss.; detalles descriptivos en De Oliveira Leal-Henriquez y Carrillo de Simas
Santos, O Código Penal de 1982, I, p. 182.
201
Schonke-Schroder, p. 329.
202
Así, Roxin, en Kriminalpolitik undStrafrechtssystem, pp. 35-40: el mismo, en '"Fest. f. Heirútz".
p. 251 y ss.
201
Rudolphi, p. 185.
204
Como cuestión de punibilidad lo considera la mayor parte de la doctrina, v. Soler. IL p. 236:
Núñez.Manual, p. 271;Bacigalupo,p. 112; Stratenwerth, p. 200; Welzel. p. 196; Mayer, H..Grundriss.
p. 145; Otto, p. 236; Maurach, p. 525; Baumann, p. 525; Burkhardt, Der "Ruckiritt" ais
Rechlsfolgebestimnumg, pp. 202-203; Muñoz Conde, op. cit.; Palacios, op. cit„ p. 224: Bettíol. p. 505:
Santoro. p. 465; Pannain, p. 648; Antolisei, p. 394; Ranieri, Mctnuale, 1, p. 363: Villavicencio Terreros.
Lecciones, p. 179.
2 5
" Así, Soler, II, p. 236; Núñez, Manual, p. 272. Por lógica, sostiene la opinión contraria Fontán
Balestra, II. p. 403; en el derecho alemán, Baumann, p. 525.
206
Liszt-Schmidt, p. 315; Maurach, p. 518; Blei, p. 209.
840 § 56. La tipicidad de la tentativa
con carácter de premio por su desistimiento207. Se afirma así que si la voluntad consumativa es una
carga, su renuncia merece un premio 20S. Pero hay quienes-como Roxin-consideran al desistimien-
to como muestra de que se ha alcanzado el fin de la pena sin necesidad de aplicarla. En efecto, como
extrae el fundamento de la culpabilidad de un criterio político-criminal de prevención general y
especial, el desistimiento representará la innecesariedad de la pena desde este punto de vista 2m , lo
que es compartido también por Otto, aunque le concede el carácter de una causa personal de
cancelación de lapunibilidad2'".
20
' Así. Welzel. p. 196: Mayer. H.. Grundriss. p. 145: Schonke-Schroder, p. 317: Wessels, p. 121;
Bockelmann. p. 198.
318
Baumann. p. 524.
209
Roxin. loe. cit.: en similar sentido. Rudolphi. p. 185.
2.0
Otto. p. 235.
2.1
Cfr. Núñez. Manual, p. 271: Binding. Grundriss. p. 139: Otto. p. 240.
212
v. Jescheck-Weigend. p. 544: Rudolphi. p. 185.
213
Jakobs. pp. 904 y 909: Sancinetti. Subjetivismo e imputación objetiva, p. 172 y ss.
VIL Condiciones del desistimiento voluntario 841
3. Son revocaciones voluntarias 2 ' 4 las que no son impuestas por la voluntad de un
tercero o por la autoridad ni por la ineficacia (objetiva) del plan verificada ex-post.
Por ello no desiste quien llega hasta la bóveda del banco pero fracasa en hallar la
combinación, o porque suena una alarma o interviene un guardia, pero si cualquiera
de estas circunstancias fuese sólo imaginada por el agente, motivándolo a abandonar
el hecho, lo hará impunemente, pues sólo en su imaginación están los motivos de la
revocación de la tipicidad. Si sólo se admitiera el desistimiento en las tentativas que
el autor no tiene por fallidas, tampoco el temor, el miedo, la duda o la vergüenza que
lo hacen abandonar el hecho podrían ser causas que funden un desistimiento volun-
tario, porque es evidente que cualquiera de estas motivaciones pueden cancelar
emocionalmente la posibilidad de consumación desde la perspectiva subjetiva del
autor. Lo contrario llevaría a exigir -en contra de la ley- una revocación del hecho
en el que la voluntariedad sea a la vez un síntoma de pureza en las motivaciones, es
decir, que la voluntad sea expresiva de un valor de acción (ético) como calidad moral
del impulso a desistir. El desistimiento voluntario puede estar fundado en un purc
temor a la pena, en un cálculo especulativo (porque cambió de interés aun cuando sea
éste también delictivo), o en un imprevisto que se adopte como una mala señal, como
puede ocurrir si se le rompe una ganzúa o si se le atraviesa un gato negro, desistiendo
aun cuando el medio sea igualmente idóneo para abrir la puerta 215 . En síntesis, ei
presupuesto del desistimiento dependerá siempre de la inexistencia de condiciones
objetivas reales que impidan o dificulten gravemente la consumación, sin que sea
relevante la motivación de la voluntad, ni los errores que la pudieran condicionar
mientras el desistimiento como hecho pueda ser imputado como obra perteneciente
al autor.
6. La apelación a las representaciones equivocadas del autor para excluir el desistimiento, com(
también la pretensión de su etización, calificando de voluntario sólo al abandono que sea a la ve:
un acto de valoración 221, llevó a soluciones de fuerte contenido ético en contra de la propia exigenci;
de la ley. Schroder sostuvo que el desistimiento era relevante cuando era autónomo, es decir cuand(
no se motivaba en ningún cambio de situación que hubiese hecho poco razonable ¡a continuado!
de la tentativa, lo que equivale a decir que, por desistimiento involuntario había que considerar a
heterónomo222. Esta clasificación deja abierto el interrogante acerca de cuándo el cambio de 1;
situación externa ya no responde convenientemente a un punto de vista razonable del autor, a lo qu<
Roxin responde dando lugar a una completa etización del planteamiento: el desistimiento es volun
tario cuando no es razonable para la lógica del delincuente, siendo involuntario cuando es aceptad*
por la forma propia de razonar del delincuente. Argumenta así que no es voluntario el desistimienu
de quien deja a su víctima porque ve avanzar a otra más rica 22 \ lo que lo aproxima a los tipos d<
autor224. Bockelmann, por su parte, sostiene también una tesis cerradamente valorativa en sentid(
ético, afirmando que no puede admitirse la eficacia de motivos contrarios al derecho225: afirma qui
si bien el motivo del desistimiento del autor no necesita satisfacer ninguna medida de ética individua
ni constituir un mérito moral, tampoco debe ser justamente lo contrario226. De este modo concluyi
que quien abandona el botín por considerarlo insignificante, da pruebas de ser un ladrón peor, coi
lo que justifica la negación de la voluntariedad del desistimiento227. Es ilustrativa la doctrina italian;
acerca de la expresión calcada por la ley argentina. Pese a que en Italia se habla únicamente dt
-18 No asume esta significación, Maurach, p. 521; Treplin, en ZStW. 76. 1964.
219
Núñez. Manual, p. 272: Muñoz Conde, op. cit., p. 71; Martínez Escamilla, El desistimiento e¡
derecho penal, p. 30; Silva Franco. Temas de direito penal, p. 69; Noriega Puga, La tentativa y e
desistimiento, p. 163.
220
Jakobs. p. 920.
2:i
Cfr. Rudolphi. p. 190.
222
Así, Schonke-Schroder. p. 324; Otto. p. 237.
223
Roxin. op. cit. en "'Fest. f. Hetnitz". p. 251 y ss.
224
Muñoz Conde, op. cit.. p. 94.
225
Bockelmann. en NJW. 1955. p. 1417
226
Bockelmann. p. 201.
227
Ibídem.
VII. Condiciones del desistimiento voluntario 843
la consumación. De allí que si el autor decide el plan homicida con un arma y, pese
a poder seguir disparando, desiste tras el primer disparo, modifica el hecho aun cuando
no supiese si ha acertado (consideración global)236. Si se tuviese en cuenta sólo la
perspectiva subjetiva del autor237, la distinción quedaría sujeta a su mera imaginación,
condicionando nuevamente la voluntariedad a que ésta se despliegue sin errores, lo
que tampoco la ley impone. Por ello debe concluirse que media desistimiento en los
casos en que el autor abandona el hecho pese a que de seguir actuando produciría el
resultado (consideración objetiva-individual), aunque no lo llevase adelante sólo por
creer que ha fracasado (por ej. entiende falsamente que la víctima descubrió el ardid).
El otro criterio lleva a soluciones muy irracionales, como considerar irrelevante el
desistimiento de quien cree que fracasa porque la víctima es sorda. En la tentativa
acabada sucede lo mismo si el autor considera fallido un curso de acción que todavía
puede revocarse. El agente que presenta un documento para recibir a cambio un pago,
habiendo realizado todo lo que debía, también desiste si vuelve al lugar, solicita la
devolución de la documentación y la destruye, aun cuando lo haga porque considera
fallida la consumación al creer que descubrieron la falsificación de la firma. Lo mismo
para quien coloca una granada, juzgando que la explosión se producirá sin ulterior
intervención, pero vuelve al lugar y la desactiva. En toda hipótesis de tentativa el
desistimiento será posible siempre que el autor haya renunciado al hecho en forma
definitiva238, pues sólo así lo modifica cancelando con el desistimiento toda la tipicidad
precedente239. Otros autores requieren que el autor haya abandonado todo propósito
de ejecutar el hecho, aun en distintas circunstancias240, lo que parece inadmisible
porque basta con que abandone el hecho concreto; la solución contraria sólo es
sostenible fundando la impunidad en teorías preventivas de la pena241.
236
Roxin, en JuS, 1981. p. 1 y ss.
237
Cfr. Welzel. p. 196; Schonke-Schroder, p. 318; Baumann, p. 529; Wessels, p. 122; Stratenwerth,
p. 204; Otto. p. 236; Rudolphi. p. 188; Blei, p. 209; Maurach, p. 519; Jakobs, p. 904; Struensee, en
""Revista de Política Criminal y Ciencias Penales", cit.. p. 21.
238
Schmidhauser. p. 504.
239
Así. Maurach. p. 522; Blei. p. 213; Mezger. Lelirbucli. p. 405; Otto. p. 240.
240
Así. Rudolphi, p. 188; Baumann. p. 5257
241
Rudolphi. loe. ciL; Roxin, Kriniinalpolitik. p. 38.
242
Cfr. Supra $ 35.
243
v. Schonke-Schroder, p. 204: en contra. Baumann. p. 525.
244
Cfr. Baumann. loe. ciL: Muñoz Conde, op. cit.. p. 152; Martínez Escantilla. Margarita, op. cit.,
p. 75 y ss.
245
ídem Jakobs. p. 902 y ss.
VIII. El desistimiento y la concurrencia de personas 845
10. El caso varía completamente cuando se trata de una tentativa acabada, en que
ya se ha realizado todo y la consumación depende de la no intervención futura de parte
del autor. En tal caso se requiere que el desistimiento se manifieste en la forma de una
actividad, porque sólo se puede revocar modificando la significación típica del hecho,
mediante acciones de evitación, como si lo que resta para la consumación estuviese
gobernado por una estructura típica omisiva, dado que si el autor ya ha hecho todo
lo necesario para que el resultado se produzca, su inactividad no indica un desistimien-
to sino todo lo contrario, es decir que expresa la existencia de su voluntad realizadora.
Es claro que quien envía una bomba por correo no desiste de la tentativa con sólo
declararlo y abstenerse de ulterior actividad, aun cuando el mecanismo haya fallado.
En lugar desiste el que da aviso a la policía después del envío, y el que lleva al
envenenado al hospital en tiempo oportuno para que lo salven, o el que le aplica el
antídoto adecuado. Si el resultado igualmente sobreviene habrá que considerar si el
curso de acción con fin de evitación era seguro ex-ante (evitabilidad segura) 246 , toda
vez que, de no ser así, éste no podrá serle imputado al autor: el que con dolo homicida
lesiona levemente al autor, desiste de este delito aunque la víctima muera en el hospital
por un fallo médico o porque rechace el auxilio. No obstante es de toda evidencia que
cuando lo que se evita es un resto de consumación, el desistimiento no cancela la parte
sobreviniente de lesión 247 . En cualquier hipótesis de tentativa, cuando el resultado
sobreviene por efecto de una desviación esencial del curso salvador seguro ex-ante,
no habrá motivo para restarle relevancia al desistimiento, siempre que éste haya
consistido en una actividad seria y adecuadamente encaminada a evitar el resultado.
A igual solución debe llegarse cuando sea la acción de la víctima la que evite
intencionalmente el efecto interruptivo del desistimiento 248 (desiste voluntariamente
quien, luego de colocar un artefacto explosivo, da aviso a la policía y la acompaña al
lugar para indicar la forma de desactivarlo, pero el artefacto estalla sólo porque la
víctima les impidió operar porque quiso suicidarse). Siempre será decisivo que el
hecho no se consume por voluntad del autor, es decir, se exige que el autor haya
determinado la evitación del resultado, aunque requiera para ello el auxilio de un
tercero, pues no es necesario que la acción segura de salvamento deba realizarla
personalmente el autor, dado que nada obsta a que se valga de un tercero, como puede
ser el médico, el policía o el propio sujeto pasivo. Debe tenerse en cuenta, además,
que no siempre el descubrimiento del hecho por parte del sujeto pasivo o de la policía
de seguridad impide el desistimiento de la tentativa acabada. Al igual que en la
tentativa inacabada, lo decisivo es e) carácter voluntario de ese desistimiento, que será
discutible en caso de haberse descubierto el plan, lo que impone decidir según que las
circunstancias objetivas permitan un curso salvador a cargo del autor y siempre que
no sea coaccionado para ello. Así, cuando se ata a una persona un artefacto explosivo
que no puede quitarse sin que estalle, salvo mediante un mecanismo electrónico
activado sólo por el autor, si bien el hecho es conocido por el sujeto pasivo y por la
policía, la intervención no coaccionada del autor que desactiva el mecanismo debe ser
considerada como un desistimiento relevante.
el problema del desistimiento 249 . Para que haya participación, ésta debe haberse hecho
efectiva, es decir debe haberse consumado. La única participación que puede desistirse
es la contribución a la tentativa del autor. No cabe considerar que la participación no
puede desistirse en razón de que ésta no tiene consumación propia por ser accesoria
del hecho principal, porque lo que interesa es que se retire oportunamente el aporte
al hecho antes de la consumación. Por consiguiente, el partícipe puede desistir de su
aporte accesorio al injusto del autor, siempre que no se halle consumado. No obstante,
de esto surgirá que el desistimiento de ¡a participación deberá tener generalmente
gran analogía con el desistimiento de la tentativa acabada, puesto que se tratará de
desistir de un aporte del cual ya se ha realizado la totalidad de la conducta. Esto será
inevitable tratándose del desistimiento de la instigación. El instigador sólo puede
desistir mientras el autor no haya consumado el delito, y siempre que su desistimiento
tome la forma de una intervención activa para impedir el resultado, sea que logre o
no la interrupción de la actividad ejecutiva del autor mientras se trate de un curso
salvador seguro, o que logre o no evitar el resultado cuando la tentativa del autor sea
acabada, siendo también indispensable -por parte del instigador- un curso de acción
con la misma seguridad 250 .
2. Algo diferente puede suceder con la complicidad e incluso en el caso del llamado
cómplice primario, que es el cómplice que, por efecto de una limitación al principio
del dominio del hecho, no puede ser considerado coautor. Frecuentemente la inter-
vención del cómplice primario puede seguir en el tiempo y llegar a ser una interven-
ción activa en el momento mismo de la consumación. En este caso, basta con que el
cómplice primario retire su aporte, puesto que con ello desbarata el plan concreto del
autor. Así, quien ejerce la violencia sobre la víctima para que otro la viole, puede
desistir con sólo retirar la fuerza antes de que el otro haya consumado el delito. Ello
obedece a que en este caso la participación no está acabada. En los restantes casos en
que se limita el dominio del hecho, pero la participación está acabada, rigen los
principios generales conforme a los cuales el desistimiento sólo puede tener lugar
mediante la evitación del resultado. En cualquier caso, si el autor consumase el delito
conforme a un plan distinto de aquél en que hubiese tomado parte el partícipe que
desiste, debe considerarse que evitó la consumación, porque ésta no se habrá produ-
cido conforme al plan original, que es lo determinante. El partícipe tiene que realizar
acciones de salvamento seguras para evitar la consumación del emprendimiento en
el que él participó, pero no puede exigírsele que evite la comisión del delito con otro
plan ni en otras circunstancias. Por supuesto que esto no es válido para el cómplice
común o no necesario, a quien para desistir le basta con retirar su aporte, sin necesidad
de impedir el resultado o desbaratar el plan. La situación no se altera cuando se trata
de un aporte psíquico al hecho, pero tratándose de la promesa de una ayuda posterior
al hecho, el cómplice que omite el cumplimiento de su promesa no desiste, sino que
queda impune por expresa disposición legal 251 .
3. En el caso de los coautores, valen las mismas reglas que para los autores,
debiendo aclararse también a su respecto que es necesario de su parte un curso de
acción seguro tendiente a la evitación del resultado, aunque si el delito se consumase
en forma distinta de la planeada, debe entenderse que el desistimiento es igualmente
relevante porque habrá hecho fracasar el emprendimiento conforme a cuyo plan
concreto tenía el dominio del hecho.
4. Si todos los concurrentes desistiesen simultáneamente, las acciones de todos
quedarán atípicas. Si uno de los concurrentes al delito desistiese, ignorando que el plan
:4
'' Indagaciones respecto del derecho comparado en Gómez Rivera, La inducción a cometer el
delito, p. 280 y ss.
2,(1
Exigía la formal protesta del desistimiento en el instigador. González, Derecho Penal. II, p. 15.
251
Cfr. Supra § 54.
IX. El desistimiento de la tentativa calificada 847
no se puede consumar porque otro u otros también desisten, debe tenerse por relevante
el desistimiento, puesto que tampoco se requiere un acuerdo para desistir. Más aun,
es bien posible un desistimiento por adhesión que puede tener lugar por vía de un
aporte psíquico que refuerce la conducta del que desiste y que debe ser relevado como
suficiente. El desistimiento que opera como causa que modifica el hecho cancelando
dialécticamente la tipicidad de la conducta precedente al abandono hace que el
desistimiento del autor deje atípico el comportamiento del partícipe.
amenazada puede cometer omisión de auxilio (art. 108). Formulada esta aclaración,
el deber de actuar para el autor se inicia cuando se encuentra en la situación típica
(el juez frente al detenido que debe dejar en libertad; el funcionario policial ante el
sospechoso que está siendo torturado) pues es esta situación la que define el comienzo
del peligro para los bienes jurídicos de que se trate 263 , de modo que mientras no exista
peligro de lesión no habrá situación típica ni autor a quien le incumba el deber de
actuar. En este sentido es correcta la tesis que sostiene que ya existe tentativa con el
primer hacer distinto al debido, precisamente porque el sujeto debe actuar en razón
de que hay peligro de lesión para la vida, la libertad, etc. Esta limitación impide el
adelantamiento a incumplimientos anteriores que son irrelevantes en cuanto al riesgo.
Por aplicación de este criterio, el guardia que encuentra a un ebrio tendido sobre las
vías del ferrocarril y decide moverlo más tarde, porque cuenta con toda la noche dado
que el próximo tren pasará a la mañana del día siguiente, no es autor de tentativa de
abandono. Es obvio que la situación típica aparece sólo cuando se aproxima el horario
del tren, como también que recién en ese momento el guardia tiene el deber de actuar
en función de hallarse en una posición de garante que impone el mismo tipo penal
(art. 106, 3er- párrafo) 264 . También debe quedar claro que un tercero en la misma
situación no comete tentativa, toda vez que la omisión de auxilio es un delito de peligro
que sólo aparece en el instante mismo en que la persona corre peligro de empeorar
su situación.
4. Cuando se produce una situación en que hay varias acciones posibles para evitar
el resultado y que pueden darse sucesivamente, se configura la tentativa con la omisión
o con la inactividad determinante de la pérdida de oportunidad de cualquiera de ellas.
Es así que dentro de la estructura típica omisiva de lesión, la tentativa puede resultar
tanto acabada como inacabada 265 , con la consiguiente posibilidad de desistimiento de
la no evitación según las mismas reglas que rigen para delitos de actividad 266, sin que
se requiera la evitación exitosa de la lesión, sino sólo el empleo óptimo de un esfuerzo
por revocar 267 , lo que puede ocurrir hasta el instante en que la tentativa no esté
objetivamente fracasada. No es convincente la tesis que sostiene que sólo cabe la
tentativa acabada cuando la conducta debida únicamente puede realizarse en un
momento determinado, fundada en que el sujeto habrá realizado de su parte todo lo
necesario para no impedir el resultado cuando haya dejado pasar ese momento 268, pues
no hay razones válidas para descartar la posibilidad de una eventual tentativa inacabada
en los casos de conductas que solamente pueden realizarse en un momento preciso.
5. El deber de evitar surge con el inicio del peligro, lo que sólo puede ocurrir en
la situación típica: no hay situación típica sin peligro, aunque el autor crea lo
contrario, porque en tal caso tampoco será autor ni existe ningún deber de evitar lo
que no existe, ya que no hay ningún riesgo para la relación de disponibilidad. No sería
razonable sostener que todas las aeronaves en vuelo o que todos los lactantes estén
en peligro, sino que el peligro lo introduce el piloto que abandona su puesto o la madre
que abandona alimentariamente al niño. Así es que tratándose de una actividad
compleja y que requiere conocimientos especiales y precisión de movimientos -como
puede ocurrir en el aterrizaje en un aeropuerto o en la sutura de una herida quirúrgica-
el peligro se introduce recién cuando el agente se incapacita para poder cumplir en
el momento oportuno su deber de garante, el que ya aparece lesionado con su conducta
incapacitante. El jefe de una torre de control o el médico que se embriagan para
263
Jescheck-Weigend, p. 636; totalmente subjetivizado Jakobs, p. 1034.
264
Kaufmann, Armin, Unterlassungsdelikte, p. 212; con precisiones. Rudolphi, p. 84.
265
Cfr. Blei, p. 280.
266
v. Jakobs, p. 1032.
267
ídem, p. 1035.
268
Cfr. Rudolphi, p. 84.
850 § 56. La lipicidad de la tentativa
269
Así Blei. p. 280.
-™ Rudolphi. p. 84.
271
Blei. p. 280.
271
Con detalles descriptivos, Blei, p. 281; Otlo, p. 236.
273
Cfr. Rudolphi. § 13, núm. 55; en contra Jakobs. p. 1032.
274
Como tentativas inidóneas imposibles en la omisión. Schmidhauser. p. 572 y ss.; Rudolphi, p.
85.