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Teoría de Conceptos.

Versión 2.

I. Índice.

1. Índice.
2. Prólogo y aclaraciones.
3. Términos.
4. ¿Qué es un Concepto
5. Primera vía.
6. Objeciones a la Primera vía.
7. Segunda vía.
8. Objeciones a la Segunda vía.
9. Tercera vía.
10. Objeciones a la Tercera vía.
11. Cuarta vía.
12. Objeciones a la Cuarta vía.
13. Platonismo en los Conceptos.
14. Léxico Aristotélico.
15. Phillip Mainländer
16. Refutación a Mainländer.
17. Vacío cuántico y refutación.
18. Realismo filosófico.
19. ¿Por qué digo que los Conceptos no existen?
20. Bibliografía.

II. Prólogo y aclaraciones.

La llamada ''Teoría de Conceptos'' ya lleva un año de vigencia, es decir,


en el mundo del Roleplay se utiliza sin haberla refutado desde su creación,
de todos modos, a lo largo de los meses no he podido no releerla una ingente
cantidad de veces, lo que me ha hecho encontrarle múltiples contraargumentos
y a su vez: respuestas sustanciales que le hagan tomar el doble de fuerza.

Con este tratado filosófico se quiere llegar al objetivo de tener una


base sustentable referente a lo que es conocido como 'Concepto' en el
mundo del Rol - Battle, sin embargo, muy alejado al término común que
se utiliza dentro del mismo mundo, sino, la idea es darle un trasfondo
mucho más riguroso y que de esta forma se utilicen luego de una era de estudios.

Ante opiniones vestidas de argumentos como: ''No me gusta lo OverPower'' o


''Las cosas exageradas en Battle son aburridas'' se hará la vista gorda
y sencillamente se les ignorará, pues bien sabrán, las expresiones de
mediocridad no son de mi agrado y quien tenga una postura excluyente a
lo que se redacta en este texto puede darse media vuelta e irse.

Una de las razones por las cuales creé la Teoría de Conceptos fue
por el mal uso que se le estuvo dando ya que la visión popular de
lo que es un Concepto o algo Conceptual es sencillamente algo que
está sobre la realidad o inalcanzable para el mundo físico, llenando
de misticismo algo que realmente tiene muchas explicaciones.

Todo esto basado explícitamente en libros que he leído a lo largo


de mi vida y también mi formación académica, por lo que hay
argumentos de ciertas cosmovisiones filosóficas que extrapolo
a la Teoría de Conceptos.

III. Términos.

1. Teoría: En este caso se usa la definición de Teoría como


contemplación, aquella forma de conocer por la cual el
entendimiento se detiene a considerar las cosas sin intervenir
en su constitución.

2. Vía: Argumento que se contiene en el Tomismo como un camino


hacia la conclusión (''existencia'' objetiva de los conceptos).

3. Ciencia: Conocimiento cierto de una realidad por sus causas.


[Santo Tomás de Aquino. Comentario a los Analíticos Posteriores,
libro I, lec. 4, 13].

4. Metafísca: Ciencia que estudia al ente en cuanto ente.


(sus principios, constitución, composición, etcétera).
Esta se puede dividir en dos partes metodológicas:
I. Filosofía primera (porque en su primer pasaje llega
a los principios intrínsecos-constitutivos del ente) y
II. Teológica (porque resuelve en Conceptos como Ipsum
esse subsistens).

IV. ¿Qué es un Concepto?

Durante el texto se irán tratando ciertas especificaciones hondas


del Concepto, utilizado en el sentido Filosófico-Ontológico y no
común (o sea, no como una representación mental de un objeto o
cualesquier cosas materiales). En palabras simples, un Concepto son
esse en acto como unidades simples que otorgan entidad a lo existente,
mas, estas no existen.
V. Primera vía.

La primera vía es la ''Vía del movimiento'': La primera y más clara


vía para demostrar los Conceptos se funda en el movimiento, entendido
no solo como desplazamiento sino primordialmente como cambio,
y se estructura como sigue:

1. Es evidente, y consta a nuestros sentidos, que hay cosas que


se mueven, es decir, que cambian.

2. Pues bien, todo lo que se mueve, cambia, muda o transforma es movido


por otro, ya que nada se mueve más que cuando está en potencia respecto
aquello para lo que se mueve. En cambio, mover requiere estar en acto,
pues no es otra cosa que hacer pasar algo de la potencia al acto y esto
no puede hacerlo más que lo que está en acto.

3. Pero si lo que mueve a otro es a su vez movido, es necesario que


lo mueva un tercero, y a este otro. Mas no se puede seguir así indefinidamente,
porque así no habría primer motor, y, en consecuencia, no habría motor alguno,
pues los motores intermedios no mueven más que en virtud del movimiento que reciben

del primero. Por consiguiente, es necesario llegar a un Primer Motor que


no sea movido por otro, o en su defecto, varios.

4. Estos Primer Motores que no son movidos por otros y que se constituyen
como el principio de movimiento de todos los demás seres son los Conceptos.

5. Luego, los Conceptos existen.

VI. Objeciones a la Primera vía.

Objeción 1: Hoy sabemos que el Primer motor inmóvil no es más que una
consecuencia de la física defectuosa de Aristóteles quien suponía que todo
motor debe mover a otro porque si no lo hiciera se detendría el movimiento.
Sin embargo, dicha suposición ha sido demostrada como innecesaria por la
ciencia moderna ya que de acuerdo con el principio de inercia de Galileo
un móvil se mantiene por sí mismo siempre en movimiento mientras no
intervenga otro que lo saque de dicha situación. Luego, no se
prueba la conclusión de la primera vía.

Respuesta: Para responder a esta objeción primero es necesario


entender aquello que ya habíamos aclarado en nuestra explicación de la
primera premisa, a saber: que en esta vía no se está refiriendo
primariamente al movimiento físico (locomoción) sino más bien al movimiento
metafísico
(paso de la potencia al acto). Es en este sentido, y solo en este sentido, que
asume
la definición aristotélica del movimiento como “el acto de lo que está en potencia
en tanto que potencia”. De este modo, al estar tomando el aquinate la definición
aristotélica en un sentido ante todo metafísico, no puede invalidarse la vía
simplemente diciendo que “el Primer Motor inmóvil no es más que una consecuencia de

la física defectuosa de Aristóteles” pues aun habría que


demostrar cómo es que ello implica su invalidez en el plano metafísico.

¿Logra esto el citado “principio de inercia”? No. ¿Por qué? Porque los seres
cambiantes (o, si se quiere, los cuerpos móviles) al ser limitados, explican “algo”
del movimiento, pero no todo su “ser”. Y es que, por el mismo hecho de ser
cambiantes, estos seres
están continuamente pasando de un estado a otro adoptando estados de los que antes
carecían, lo cual desde ya evidencia su indigencia ontológica esencial
dado que no son “acto puro”.

Objeción 2: Tampoco es necesario el Primer motor a la luz de la ciencia


actual que nos habla de las 4 interacciones fundamentales: gravitacional,
electromagnética, nuclear fuerte y nuclear débil, siendo que son estas,
y no los primeros motores inmóviles que ponen en movimiento y acción a
las cosas del universo (por no mencionar que al tratarse de “fuerzas” y
no de “seres”, también invalidan el supuesto de que “todo lo que se mueve
es movido por otro”). Luego, no se prueba la conclusión de la primera vía.

Respuesta: Falso. Las cuatro “fuerzas fundamentales” no pueden ser el fundamento


primero del movimiento y acción de las cosas del universo simple y llanamente
¡porque
no existen por sí mismas! ¿Qué? Sí, así es. En realidad las “fuerzas” no existen en

mismas, existen en los seres que actúan con tal o cual fuerza sobre otros seres del
mismo
modo que los colores no existen en sí mismos sino en las cosas coloreadas.

Tal vez podamos entender mejor ello si es que atendemos bien al significado
de la palabra “interacciones” que utiliza inicialmente la objeción para
referirse a estas fuerzas. Y es que las “interacciones” -por más
fundamentales que sean- no pueden nunca concebirse como un “algo”
existente en sí mismo independientemente de los “seres” que interactúan.
Lo que en verdad existe son los “seres” y no la “interacción” entre ellos ya
que esta no es más que una relación sobreviniente que no tiene ser-en-sí.

De este modo, la fuerza es siempre la fuerza de algo que ejerce una fuerza.
El “motor”, el que mueve, es el ser que ejerce la fuerza, no la fuerza misma,
del mismo modo que el “hablante” no es las palabras que emite sino el emisor.
Entonces, el Primer motor ha de ser un “Ser”, no una “fuerza”
VII. Segunda vía.

La Segunda vía es la llamada ''Vía de la Causalidad'':

1. Hallamos que en el mundo sensible hay un orden de causas


eficientes que se encuentran subordinadas entre sí.

2. Pero no se da ni puede darse que una cosa sea su propia


causa porque en tal caso debería ser anterior a sí misma,
lo cual es imposible.

3. Ahora bien, tampoco se puede prolongar indefinidamente


la serie de causas eficientes porque siempre hay causas
subordinadas que dependen del influjo de todas las que la preceden
y, puesto que, suprimida una causa, se suprime el efecto, si no
existiese una que sea la primera, tampoco existiría la intermedia
ni la última, ni efecto alguno, cosa falsa a todas luces.
Por consiguiente, es necesario que exista una Primera causa o
varias causas que no sean a su vez causada.

4. Esta Primera causa que no es causada por ninguna otra y a


la que están subordinadas todas las demás causas son los Conceptos.

5. Luego, los Conceptos existen.

VIII. Objeciones a la Segunda vía.

Objeción 1: Este argumento se basa en la idea de que la relación


causa-efecto parte de la realidad. Pero ello es absolutamente erróneo
ya que la causalidad es una inducción subjetiva de nuestra mente y no
un principio objetivo de la realidad. Lo que llamamos relación causal
no es más que una abstracción que utilizamos para ordenar las regularidades
que observamos en nuestra experiencia particular, de modo que no es posible
demostrar que la relación causa-efecto es una relación real,
objetiva y universal. Luego, no se prueba la conclusión de la Segunda vía.

Respuesta: : Quien sepa algo de historia de la filosofía ya


se habrá dado cuenta de que la base de esta objeción es la famosa
crítica al principio de causalidad formulada por el filósofo escocés
David Hume. De acuerdo con Hume la causalidad no es algo objetivo que
existe en la realidad sino más bien una invención subjetiva de nuestra
mente. Por tanto, en su visión, no hay verificación racional posible para
el principio de causalidad. Establecemos causalidades por hábito. Es el
hábito el que nos dice que de una cosa se sigue otra. Pero todo puede cambiar,
no hay nada asegurado. Vemos salir el sol, pero nada
nos asegura que también saldrá mañana. Solo lo pensamos por hábito.
Si empujamos algo se deslizará.
“Causa-efecto”, diríamos nosotros. “Hábito”, diría Hume.

En primer lugar hay que decir que, tomada al pie de la letra,


la filosofía de Hume no solo hace imposibles la ciencia y el
pensamiento ¡sino también toda nuestra vida práctica! Es decir,
si en realidad no tomásemos en serio la relación causa-efecto,
simplemente no nos levantaríamos de la cama para iniciar nuestro día,
ni tomaríamos el bus para llegar a nuestro centro de trabajo o estudio,
ni estudiaríamos para nuestros exámenes, ni tendríamos en
cuenta la hora… “¿Para qué si al final de cuentas no hay una conexión
causal objetiva entre lo uno y lo otro?”, pensaríamos.
Pero nadie actúa en base a eso.

Pasemos a la demostración de la objetividad del principio de


causalidad. En particular esta constará de cuatro
premisas y una conclusión:

1. El conjunto de seres posibles (o modos de ser posibles de estos


seres) es potencialmente infinito.

2. Si los seres posibles (o sus modos de ser) no requirieran una


razón suficiente para existir (o ser como son), entonces sería
posible que existieran todos a la vez (y en todos los modos posibles).

3. Eso significaría que sería posible la existencia simultánea de


un conjunto infinito actual (efectivo) de seres (o modos de ser).

4. Pero ello es imposible dado que no puede haber un conjunto infinito


real formado por seres finitos.

5. Por consiguiente, los seres posibles, para pasar a ser reales,


requerirán necesariamente de una razón suficiente objetiva para existir
(o ser como son), es decir, de una causa. Luego, la causalidad existe.

Queda entonces contundentemente demostrado el principio de causalidad.


Ha sido derrumbada la crítica de Hume. No es extraño, pues, que
se vea forzado a conceder que es posible que existan cualidades desconocidas
en los objetos materiales e inmateriales, a las que podría llamarse
“poder” o “eficacia” (“causalidad eficiente”), responsables de la actividad
natural independientemente de nuestra mente. Por tanto, podemos concluir
que Hume ha caído queeda, pues, en pie la segunda vía.

IX. Tercera vía.


Esta vía es la llamada ''Vía de la contingencia'' y es así:

1. Es evidente, y nos consta por nuestra experiencia directa


del mundo, que existen seres contingentes, es decir,
seres que dependen de otros para existir.

2. Ahora bien, como acabamos de decir, un ser contingente


depende de otro para existir. Entonces, si hallamos que
existe un ser contingente es necesario inferir que existe otro ser
del cual depende este.

3. Pero si asumimos que todos los seres son contingentes


tendremos que este primero dependerá de un segundo, que será
contingente, de modo que dependerá de un tercero, también contingente,
y así sucesivamente. Mas no se puede seguir así indefinidamente
porque de ser ese el caso no podría existir ningún ser puesto
que una cadena infinita de dependencia ontológica es absurda.
Por consiguiente, es necesario postular la existencia
de un/unos Ser(es) Subsistente(s), es decir, de un ser que no dependa
de ningún otro para existir sino tenga plenamente en Sí mismo
todo el fundamento del ser.

4. Este Ser Subsistente que no depende de ningún otro


para existir y que se constituye como el fundamento
de la existencia de todos los demás seres son los Conceptos.

5. Luego, los Conceptos existen.

X. Objeciones a la Tercera vía.

En este argumento se comete la típica falacia conocida como falacia


del paralogismo de los metafísicos. En efecto: se comienza planteando
un pseudo problema absurdo y carente de sentido como el de la distinción
entre el ser contingente y el ser subsistente, se nos muestra
luego lo absurdo de la alternativa de que solo existan los seres
contingentes y, finalmente, se nos dice que, por consiguiente, la otra
alternativa es verdad, es decir, que existe un Ser Subsistente.
Pero ello es inválido por cuanto la distinción del punto de partida es
gratuita y absurda. Luego, no se prueba la conclusión de la Tercera vía.

Ahí tenemos por ejemplo al filósofo Bertrand Russell quien nos


dice: “la dificultad de este argumento está en que yo no admito
la idea de un ser necesario, y no admito que haya ningún significado
particular en llamar ‘contingentes’ a otros seres”. Pero a decir verdad
esta idea viene desde Kant. En su Crítica a la razón pura, él nos dice:
“Necesidad y contingencia no tienen que referirse ni afectar a las cosas
mismas (…) ninguno de ambos principios es objetivo, sino que pueden
ser acaso principios subjetivos de la razón”.

Pero, ¿será verdad que la distinción entre el ser contingente


y el ser subsistente es absolutamente arbitraria y carente
de sentido como pretenden Russell y Kant, de tal modo que la
Tercera vía caería en una falacia del paralogismo de los metafísicos?
Definitivamente no. Y sostenemos esto por tres razones.

Primero, porque no da lugar a una tercera alternativa.


En efecto: un ser existe por sí mismo (con lo cual sería subsistente)
o en virtud de otro (con lo cual sería contingente). No hay término
medio entre estas dos formas de existir.

Segundo, porque está muy bien sustentada por


nuestra experiencia sensible del mundo y de las cosas.
A cada momento nos encontramos con cosas que existen. Entonces
podríamos sin problema preguntarnos “¿Esto existe por sí
mismo o depende de otro para existir?”, con lo cual encontraremos
que los seres de nuestra experiencia son de por sí contingentes
pues dependen de la existencia de otros para existir y, lo que
es más, podrían no haber existido (evalúe el lector
las cosas que tiene a su alrededor para comprobarlo).

Tercero, porque, como ya hemos explicado, está directamente


relacionada con la pregunta más profunda y sublime de toda la
filosofía: ¿Por qué hay algo en lugar de nada? Tan fundamental
es esta pregunta que, como decía el filósofo argentino José Pablo Feinmann,
“bien puede ser el disparador de la filosofía. O su origen”. Por
tanto, el negarse a plantear esta pregunta (incluso cuando fuere
en nombre de la “muy respetable” filosofía analítica) es negarse a filosofar.

Por tanto, la distinción conceptual entre el ser contingente y el ser


subsistente no se trata de ninguna cuestión absurda como
pretendía Russell. Cualquiera puede legítimamente planteársela.
De ahí que Copleston le haya respondido: “Puede decir que no existe tal ser
[el Ser Subsistente], pero le va a ser difícil convencerme de que no
entiende los términos que uso [al distinguir al ser subsistente del
ser contingente]”. O sea, independientemente de la respuesta, es
perfectamente válido plantear la cuestión (con todo y sus términos).
A su vez, la distinción entre contingente y subsistente no es
meramente subjetivo como pretendía Kant. Ahí tenemos, por ejemplo, a
la Ley de la entropía que, por el mismo hecho de tratarse de una
ley física, se cumple objetivamente en los seres la realidad sensible.
Por consiguiente, aunque suene irónico, esta objeción de
que el punto de partida de la Tercera vía carece de sentido,
no tiene ningún sentido. Queda, pues, en pie la Tercera vía
XI. Cuarta vía.

La llamada ''Vía de los grados de perfección'':

1. Vemos que existen diversos grados y formas de perfección en


los seres.

2. Pues bien, dado que en estos seres encontramos que se da la perfección


en algún grado o forma, ello solo nos deja dos posibilidades: que
tengan esta perfección por sí mismos o que la reciban de otro ser.
Pero es imposible que los seres de nuestra experiencia tengan la perfección
por sí mismos porque, si así fuera, ésta se agotaría en ellos, lo cual
es evidentemente falso porque -como nos muestran nuestras mismas percepciones-
la tienen limitada en grado y forma. Por tanto,
reciben su perfección de otro ser.

3. Ahora bien, si este ser del cual reciben sus perfecciones todos
los demás recibiera a su vez sus perfecciones de otro, tendríamos
que seguir así ad infinitum y jamás podríamos encontrar perfección
alguna en los seres de nuestra experiencia, cosa falsa a todas luces.
Por consiguiente, debe haber un ser que tenga la perfección por
sí misma y en grado máximo que sea la causa de las perfecciones
de todos los demás seres en sus diferentes grados y formas.

4. Estos seres esenciales y máximamente Perfectos que se constituyen


como las causas de las perfecciones de todos los demás seres
en sus diferentes grados y formas, son los Conceptos

5. Luego, los Conceptos existen.

XII. Objeciones a la Cuarta vía.

Objeción: El presente argumento no tiene valor probatorio desde que


cae en el mismo vicio que el argumento ontológico. En efecto,
al ser las perfecciones nada más que valoraciones subjetivas de la
mente, el deducido “ser máximamente perfecto” existirá solo en
la mente pero no necesariamente en la realidad. Luego, no se prueba
la conclusión de la cuarta vía.

Respuesta: Esta es la objeción que salta a primera vista.


Pero, si damos una “segunda vista”, nos daremos cuenta de
que se trata de un simple malentendido ya que, como se dijo al
inicio de la explicación de la primera premisa, esta vía conceptúa
a la perfección desde la perspectiva ontológica (del ser) y
no axiológica (de las valoraciones). Y es que en la filosofía
la palabra “perfección” tiene que ver más con la actualización
concreta de los seres en el orden entativo que con una cualidad
estética o apelación valorativa. Está bien que estemos
acostumbrados a hablar de la perfección en el segundo
sentido pero, si se quiere hacer una crítica o análisis
riguroso de este argumento para la existencia de los Conceptos, es
absolutamente necesario estudiarlo en su correcta terminología y
contexto, y más aun teniendo en cuenta que varios de los más prestigiados
filósofos tomistas lo consideran como el más complicado de entender e
interpretar de entre las cinco vías.

Pero tampoco es para asustarse. Una vez que se entiende


que la perfección se está tomando en sentido ontológico y
que lo que hace esta vía es buscar el sustento último de la
misma en los diversos grados y formas en que se presenta en
los seres de nuestra experiencia, la tarea no resulta tan difícil.
Y es que “en su estructura esta demostración es todavía idéntica
a las tres primeras. Comienza con ciertos datos de la experiencia
(…) llamados verdad, bondad, belleza (…) y todas las perfecciones
puras o trascendentes (…). Como en el caso de las primeras tres
pruebas, algo respecto de los datos se muestra como insuficiente,
por lo que implica un algo previo de lo cual esto se deriva y depende.
El argumento entonces procede, por la vía del principio de
causalidad, hacia una causa autosuficiente adecuada para esos datos.
Finalmente, concluye que solo la perfección absoluta, el Ser Supremo,
subsistente en sí mismo, puede dar cuenta de las
perfecciones relativas y limitadas que se hallan en el mundo sensible”.
Así que el argumento tomista parte de la estructura de lo real -percibida,
por supuesto y como no podría ser de otro modo, desde nuestro intelecto-
y no de una mera idea arbitraria sin correlato ontológico. Las diversas
perfecciones son parte del ser mismo de los entes y los estructuran como
tales, de modo que no son simples ideas heterogéneas a ellos. Luego,
dichas perfecciones reales requieren de algo real que las explique y fundamente,
y es por allí que va el argumento tomista. Cito al filósofo tomista Michael
Augros que coincide en esto cuando escribe: “Un segundo modo en que uno puede
explicar cómo Santo Tomás espera que veamos la necesidad de un máximo es
argumentar que las cosas que poseen un grado de perfección menor que el
que es posible deben poseerlo a través de una causa (…). Si la perfección
en cuestión es algo que todas las cosas poseen o que puede ser causado
solo por los agentes que la poseen, o que no implica imperfección en
su definición, entonces la última causa de la perfección debe
también tener tal tipo de perfección, y en el máximo grado posible.
Por tanto, el razonamiento de lo inferior a lo máximo es simplemente
un argumento del efecto a la causa”. En consecuencia, es legítimo
deducir que el ser Perfecto existe no solo en la mente sino
también en la realidad. Queda, pues, en pie la Cuarta vía.

XIII. Platonismo en los Conceptos.


¿Cómo se relacionan los conceptos en el sistema mundano?
Platón lo explica con tres metáforas.

¹. La participación (Méthexis). Aquí la cosa aspira al


concepto, intenta parecerse o ejemplificarla, como si
estuviera orientada hacia el concepto y anhelara alcanzar
su perfección. El concepto es su modelo y la cosa trata de imitarla.

². La presencia (Parousía). El concepto se hace presente en la


cosa, esta es una metáfora hacia abajo, del concepto a la cosa
(a diferencia de la méthexis), el concepto se manifiesta/revela
a través de la cosa.

³. La comunidad (koinonía). Hay una cierta comunión entre


la cosa y el concepto. Esta metáfora es de doble dirección,
el concepto y la cosa están en una cierta comunidad explicada
por una doble relación vista antes, por la participación de la
cosa al concepto, y la presencia del concepto en la cosa.

XIV. Léxico Aristotélico.

Aristóteles también tiene mucho que ver, además –obviamente– del Primer
Motor inmóvil por el cual Aquino llega a su Ser Sumo, y por el cual
yo reformulo a el pluralismo conceptual, anteriormente hice un inciso
en la primera vía y para cerrar esa idea: No hay que entenderla como
referida exclusivamente al movimiento local, el término que Tomas utiliza
"Motus" en el léxico aristotélico se refiere a un concepto de movimiento
amplio sinónimo de cambio.

Extrapolando al razonamiento activo; Los Conceptos son inmutables,


sin embargo, son los que dan el cambio, generan cambio y mueven al mundo,
aquí otra razón por la cual términos como 'Voluntad' o 'Ignorancia' no se ven
reflejados como conceptos, sino, sub conceptos, pues nacen de los conceptos que
otorgan el cambio inicial.

XV. La postura de Phillip Mainländer.

Mainländer dice que la multiplicidad simple es inactiva, inextensa,


indiferenciada, indivisible (Simple), inmóvil, atemporal (Eterna).
O sea, lo mismo que defiende Tomás de Aquino.

Todo lo que existe actualmente debió estar contenido previamente en esa


cantidad de conceptos trascendentes y pre-mundanos. Entendiendo pues el
universo como una suma o unidad colectiva de todas las cosas en sí o
fuerzas en conexión dinámica, debe ser finito.

¿Por qué los Conceptos dan con la totalidad?

Mainländer llega a la conclusión de que los conceptos eran omnipotentes en


su categoría 'personal' (O sea que la oposición, por ejemplo, podría oponerse
a todo cuanto quisiese), aun así, han "decidido" (Exonerando de personalidad a
estos conceptos, el término se adjudica con intención de no entorpecer)
desintegrarse pero no lo han hecho del todo, entonces él determina que los
Conceptos al no ser el ser en sí mismo y tampoco el no-ser, le llama el
Über Sein, el supra ser. Y la única decisión que el absoluto podía tomar
era la del dejar de ser o ser de otro modo. Suponiendo que esta era la única
opción viable (Porque si no, no la hubiera hecho una multiplicidad omnipotente),
vemos que esta se vio accidentada, porque ha quedado algo, entonces Mainländer lo
explica diciendo que los conceptos omnipotentes eran potente para todo menos para
matarse a sí mismos. Y como no se podía matar del todo (Empezando a tratar a esa
multiplicidad como unidad por el bien de la redacción), tenía que pasar por un
estado intermedio, por un retardamiento, y por lo tanto pasa por una
supraexistencia
a la no-existencia, por un proceso de descomposición (Por esto mismo es
llamada la Metafísica de la Entropía). Entonces el universo es el cadáver de
los conceptos descomponiéndose, precisamente con esa conexión dinámica de todas
las cosas, con ese debilitamiento de todas la fuerzas.

XVI. Refutación a Mainländer.

Mainländer dice que vamos al camino del no-ser y que los Conceptos ya
no existen pues se desintegraron para dar con el mundo, o séase; La
multiplicidad aquella de conceptos simples ya no existen en su idea
platónica, sino que existen solo en su idea sensible.

Pero, estos Motores Inmóviles viven en su propia eternidad,


son su propia eternidad, son acto puro. No pueden dejar de ser,
no pueden pasar de ser a no-ser. No pueden dejar de existir. No
pueden hacer nada de aquello que Phillip le adjudica.

Desde la atemporalidad, no hay paso de la potencia al acto. No


hay un instante en el que los conceptos sean "X" y en otro momento
sean "Y". Los conceptos son su eterno presente. Sus Esencias se
identifican con sus Plenitudes, y sus Plenitudes es igual a sus Perfecciones,
que es idéntica a sus seres infinitos (es decir, seres puramente actuales);
así, no tiene sentido que apetezca imperfección alguna (es decir, se vuelve
imposible que los conceptos siendo Plenitud infinita de ser abaje su estado
de ser para corromperse), pues sus perfecciones, sus sumas esencias son
mutuamente excluyente con cualquier privación de ser.
El grado de perfección es excluyente con cualquier grado de imperfección,
y por eso la perfección puede sostenerse como tal. Por eso es un sin
sentido apelar a que los conceptos, siendo perfectos, pueden dejar de
ser; pues eso conllevaría no ser, pero los conceptos al ser ellos
mismos el propio ser, no pueden dejar de ser; pues sus estados de
existencia, es absolutamente pleno y subsistente en sí mismos.

Pero un punto que le podríamos dar a Mainländer es que debe existir un punto
de inicio primitivo donde algo interaccione desde el mundo pre-mundano al mundano.

XVII. Vacío Cuántico y refutación.

Curiosamente cuando se habla de causalidad se suele excluir al vacío


cuántico al ser un descubrimiento relativamente nuevo, pero sí, el
vacío cuántico no tiene causa y nada lo causa, ya que ¿Cómo se puede
imaginar a un estado mínimo posible de energía en el no ser? No pudo
pasar del no ser al ser, por lo menos con nuestros conocimientos
actuales no podemos ver al vacío cuántico como algo no existente en
el no ser desde la Metafísica o Física.

Esto no es algo que se degrade, no es algo que era y entonces


una fluctuación cuántica generó a lo que conocemos como Big Bang
en su etapa de recalentamiento que a su vez generó el modelo estándar,
no, no es eso el vacío cuántico, para empezar, el vacío cuántico es
atemporal, en el vacío cuántico al no existir partículas reales sino,
únicamente virtuales no hay flecha del tiempo, puesto que no hay una
dirección a donde el tiempo se mueva si no hay partículas en movimiento,
solo hay partículas virtuales que entran y salen de existencia en un,
digamos; "Tiempo" tan corto que no podemos decir que existen realmente.
Entonces ¿Qué sucede con el vacío cuántico?

¹.-Es atemporal.
².-Es un ente, de hecho, necesario que no se degrada.

No se degrada, sigue siendo ahora, y les daré un ejemplo. Si ustedes


agarran un termo para el café y de ese termo ustedes eliminan TODAS
(Absolutamente todas) las partículas de este termo y lo cierran
herméticamente de manera que no quede absolutamente NINGUNA (Ni muones,
ni hadrones, ni bosones, NADA) de las partículas del modelo
estándar allí adentro, sigue habiendo vacío cuántico
¿Cómo podemos saber que eso sucede?

Número uno, por el efecto Casimir. Esto es un experimento empírico


(No hipotético), ya que nos muestra que el vacío cuántico
existe y que las partículas virtuales del vacío existen y tienen
un efecto sobre las cosas, o sea, están actuando justo aquí en el ahora.
Estas partículas del modelo estándar siguen produciéndose ¿Cómo te
lo demuestro también empíricamente? Te lo demuestro en el LHC, donde
aceleran partículas por este gran colisionador de hadrones a casi la
velocidad de la luz y cuando impactan, de estos impactos podemos ver
estas partículas del modelo estándar, pero ¿Alguna vez se han preguntado
por qué? Esto no es porque cuando un montón de partículas chocan se
desintegran en un montón de partículas como puede demostrar la experiencia
(Como tomar un grano de arena e impactarlo contra otro, al chocarlo tendrás
los compuestos de estos granos de arena), lo que sucede con ellas es que ellas
generan un aporte positivo, es decir, generan un aporte de energía positiva al
vacío cuántico, al agregar una energía al impactar a alta energía, esa energía
aporta positivamente al vacío cuántico haciendo que las partículas antes
en existencia virtual pasen a existencia real porque ya no se anulan entre
sí al tener la misma carga energética, porque la carga positiva supera a
la carga negativa, entonces las partículas escapan de su virtualidad
produciendo TODAS las partículas del modelo estándar y seguímos buscando
partículas necesarias para poder, de hecho, unir lo que conocemos como
relatividad y cuántica en lo que queremos decir que es la teoría del todo.
La partícula del graviton, la seguimos buscando, porque en matemáticas nos
sale que si podemos aportar suficiente energía, el graviton podría escapar
del vacío cuántico. Ahora ¿Cómo sustento que todo pudo salir aquí? Todas
las partículas del modelo estándar, que son las que producen la existencia
de todo lo material de lo que conocemos, se generan en el vacío cuántico.
Podríamos decir entonces que, lo que dota de ser al resto es el V.C, optando
por un naturalismo al tener la materia ser en sí mismo y eternidad.

Pero, primera objeción, dentro de este, partículas virtuales entran


y salen de la existencia. También puede darse el caso de que, por
no recibir la carga energética necesaria, una partícula termine
por aniquilarse; por lo que, existe cambio dentro de este constiuyente;
por lo tanto, no puede fungir como Motor Inmóvil (que se ha demostrado
debe ser simple, inmutable, necesario, impasible, etc.).

Y la segunda objeción es conceptual, pues en el V.C ya hay


una serie de conceptos actuando consecutivamente, pero no se
niega que el V.C da con el inicio, de hecho, se apoya con la '
Teoría de Conceptos' de esta forma, al darle un inicio.

XVIII. Realismo filosófico.

Parte de la 'Teoría de Conceptos' se funda en la cosmovisión


llamada ''Reaismo filosófico''. Toda esta visión clásica de
la ciencia supone ciertas premisas fundamentales que se suelen designar
con el nombre de «realismo filosófico» o «gnoseológico». En lo fundamental,
esta tesis supone una actitud de dócil apertura a la realidad de las
cosas tal como ellas se presentan a nuestra experiencia, sin intentar
imponerles a la fuerza nuestras limitadas categorías mentales.
Aquí el subjetivismo no impera.

Con Descartes, y durante toda la modernidad, el «problema crítico»


(«¿cómo sé que lo que conozco es verdadero?») se constituyó como
centro de la reflexión filosófica, relegando la pregunta por las
cosas, que es propiamente metafísica, al plano de lo secundario,
misterioso y, en último término, imposible de responder.

La respuesta de la modernidad, más pragmática que teórica, fue


que no podemos conocer las cosas tal como son en sí mismas,
sino solamente a partir de ciertas categorías o modos de ser
que nosotros mismos les imponemos al conocerlas. En otros términos,
lo que conocemos no es la realidad, sino la Idea; o mejor,
la verdadera realidad es Idea.

Debiendo forzosamente prescindir de toda esta discusión, que


resulta simplemente inabordable en este contexto, nos limitaremos
a señalar que el problema crítico (el problema crítico para Descartes:
¿cómo sé que todo esto es real?) es un falso problema.

Sabemos que conocemos la realidad porque conocer es conocer la realidad;


sabemos que conocemos la verdad de las cosas porque el conocimiento, de
hecho, existe y «conocimiento falso» es simplemente una contradicción en
los términos. Finalmente, no tiene sentido preguntar si conocemos la realidad,
pues lo que entendemos por «realidad» no es otra cosa que «aquello que conocemos».

Veamos un ejemplo más concreto. Las preguntas «¿cómo sé yo que aquello que
llamamos «pato» es realmente un pato y no un hipopótamo?» o «¿cómo
sabe que ese gato es realmente blanco y no fucsia?» carecen de sentido,
y por lo tanto no puede ser respondidas. En efecto, el término «pato» no
significa otra cosa que «el tipo animal que veo allí» y el término «blanco»
significa simplemente «el color de ese gato, semejante al color de todas
las otras cosas blancas».

El conocimiento de la realidad como real es inmediato, y por lo tanto


anterior a toda reflexión sobre lo que son o no son las cosas y,
ciertamente, muy anterior a aquel conocimiento de nosotros mismos y
de nuestra propia conciencia que hace posible preguntarnos por la
posibilidad de habernos equivocado o de haber sido engañados. Contra
la pretensión de Descartes, nos conocemos a nosotros mismos y a nuestra
alma en virtud de nuestro conocimiento de las cosas, y no viceversa.
En síntesis, la pregunta crítica carece de correlato real
y es, por lo tanto, ociosa.

Resumen: Las tesis fundamentales del realismo filosófico


pueden ser reducidas a dos: (a) es posible conocer la realidad
y (b) lo que conocemos de esta realidad son las esencias de las cosas.
XIX. ¿Por qué digo que los Conceptos no existen?

Primero, en el idioma latín la palabra "existencia" no existe,


la palabra latina es "sum", de "esse" , entonces "Quid deus sum,
quid deus esse" sería "Quid deus esse"; que Dios es. Entonces hay
una mala traducción del "esse" como "existir", por ejemplo, con
René Descartes: "Cogito ergo sum", creen que es "pienso, luego existo",
pero es "pienso, luego soy".

¿Cuál es la correcta definición de ente? El ente está


conformado por esse (ser) y essentia (esencia). Estos
dos principios fundan la sustancia.

La cópula del ente es entre esencia y acto ser, como ya dije,


y lo propio en los Conceptos es ser acto. Dado de que la esencia ya
está participando del acto de ser es que se da el fenómeno de la existencia,
la existencia es estar en el Espacio y en el Tiempo, el prefijo "ex"
significa "hacia afuera", por ejemplo: Extraer, extirpar, extranjero, extraño,
extravagante, expulsar. Entonces "existir" significa "estar hacia afuera",
¿Pero de qué? Estar arrojado al Espacio y al Tiempo, lo que sería en Metafísica
"estar en el mundo", lo que Heidegger diría "ser en el mundo", existir es
ser en el mundo. Entonces los Conceptos son (en el sentido que hay una identidad
entre
la esencia y su ser, y su ser está en acto puro) ser puro, entonces los Conceptos
son,
pero no existen en el sentido que los Conceptos no son el resultado de una cópula,
es simplicidad pura.

En conclusión, los Conceptos son, pero no existen, no


les es propia la categoría de la existencia

XX. Bibliografía.

Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, Ia, q. 2, art. 3, rpta.

Graham Oppy, Arguing About Gods, Cambridge University Press, New York, 2006, p.
103.

Aristóteles, Física, Libr. III, cap. 1.

A. Hillaire, La Religión Demostrada: Los Fundamentos de la Fe Católica Ante la


Razón y la Ciencia, Ed. Difusión, Buenos Aires, 1956, p. 5.

Santo Tomás de Aquino, Suma Contra Gentiles, Libr. I, cap. 11.


Heinrich Beck, El Dios de los Sabios y de los Pensadores, Ed. Gredos, Madrid, 1968,
p. 77.

Citado por: Henry Hazlitt, The Foundations of Morality, Ed. D.Van Nostrand,
Princeton, 1964, p. 270.

Cfr. Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, Ia, q. 2, art. 3, rpta.

David Hume, Del Conocimiento, Ed. Sarpe, Madrid, 1984, p. 122.

Cfr. Alejandro Sanvisens Herreros, “En Defensa de la Causalidad”, Convivium, nº 7,


1995, p. 43.

Cfr. David Hume, Tratado de la Naturaleza Humana, Lib. I, Part. III, Sec. 3.

Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, Ia, q. 2, art. 3, rpta.

Bertrand Russell, Por Qué No Soy Cristiano, Ed. Edhasa, Barcelona, 1979, p. 10.

Cfr. Immanuel Kant, Crítica a la Razón Pura, Ed. Taurus, 1993, p. 375.

Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, Ia, q. 2, art. 3, rpta.

Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, Ia, q. 2, art. 3, rpta.

Bertrand Russell, Por Qué No Soy Cristiano, Ed. Edhasa, Barcelona, 1979, p. 96.

Immanuel Kant, Crítica de la Razón Pura, Ed. Taurus, 1993, p. 376.

José Pablo Feinmann, La Filosofía y el Barro de la Historia, Ed. Planeta, Buenos


Aires, 2008, p. 66.

Cfr. Bertrand Russell, Por Qué No Soy Cristiano, op. cit., p. 97.

Michael Augros, “Twelve Questions About The Fourth Way”, The Aquinas Review, vol.
12, 2005, pp. 4-5.

Para profundizar al respecto, véase: Joseph Koterski, “The Doctrine of


Participation in
Thomistic Metaphysics”, in: Deal Hudson and Dennis Moran eds., The Future of
Thomism, American Maritain Association, 1992.

Cfr. Etienne Gilson, The Philosophy of St. Thomas Aquinas, Dorset Press, 1929,
p.86.

Brother Benignus, Nature, Knowledge, and God, Bruce Publishing Co., 1947, p. 475.

Michael Augros, “Twelve Questions About The Fourth Way”, The Aquinas Review, vol.
12, 2005, pp. 13-14.
Santo Tomas "De aternitate mundi contra murmurantes" de José Ignacio Saranyana.

"Casimir Effect in quantum field theory" de Bernard S. Kay.

"Casimir Effect and the quantum vacuum" de R. L Jaffe.

"Time, the Arrow of Time, and Quantum Mechanics" de Gerard 't Hooft'.

"Fluctuaciones del vacío cuántico" de Serge Reynaud, Astrid Lambrecht, Cyriaque


Gener y Marc-Thierry Jaekel.

''Epistemología natural'' de Roger Verneaux.

''Dios existe'' de Dante Urbina.

''Filosofía de la redención'' de Philipp Mainländer.

Sobre el autor, Solum:

Campeón God Level 2v2. 2021


Campeón God Level 3v3. 2022
Campeón Batalla De Maestros 1v1. 2022
Campeón League Of Warriors. 1v1. 2022
Campeón God Level 1v1. 2022
Invicto desde el quince de Abril. 2020
Filósofo especializado en Metafísica.

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