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¿Cuanto más teclean, peor escriben?

Este
es el ‘efecto WhatsApp’ en el lenguaje de
los adolescentes
Algunos profesores opinan que la inmediatez de las
redes sociales genera problemas de ortografía,
gramática y coherencia textual

El País 16/10/2022

En WhatsApp, no imprta q se scriba asi. Es un universo sin tildes, comas, ni puntos


finales, donde se quitan las vocales para hacer abreviaciones y se sustituyen las
palabras y frases por los emojis, stickers y gifs. Lo importante es no quedar en visto.
Puede parecer una afrenta al castellano, pero a Alberto Miralles Marín, de 17 años,
le parece raro quien escribe demasiado correcto en las redes sociales. Y con él está
el 90% de los jóvenes, que admiten cambiar intencionalmente su escritura en
internet.

La influencia de la mensajería móvil en la lengua ha estado en la mira de los expertos


desde el nacimiento del SMS. Diferentes estudios apuntan a que el lenguaje de
WhatsApp y de otras redes sociales no empeora la capacidad de escritura en la
vida offline, sino todo lo contrario, pero en las aulas se nota que algo ha cambiado.
Y no para mejor.

Elisa Fornés García, que fue profesora de Lengua y Literatura de secundaria,


bachillerato y formación profesional durante 34 años, ha notado una “degradación”
en la forma de expresarse de los alumnos en la última década. Jubilada en 2021, la
maestra se quedó con la sensación de que escribían “textos como telegramas”, en
los cuales faltaba la capacidad de enlazar ideas y construir argumentos con un hilo
conductor: “Intentan ahorrar en las estructuras y escriben frases inconexas, con falta
de conectores”. Aunque una parte de los alumnos sepa diferenciar lo que es el
lenguaje de internet del lenguaje de los exámenes, la media suele dudar de las reglas
ortográficas, léxicas y gramaticales cuando tienen el bolígrafo en la mano. Se
equivocan aún más cuando tienen que escribir un texto largo, tal y como se ha notado
en los exámenes de selectividad. “Los profesores de las universidades se quejan
mucho porque tienen un alumnado que no sabe escribir correctamente”, sostiene
García.

Una parte de los alumnos sabe diferenciar lo que es el “lenguaje del internet” del
“lenguaje de los exámenes”
También profesora de Lengua y Literatura, Marta Gutiérrez coincide en que sus
alumnos de bachillerato se expresan con menos vocabulario y tienen dificultades para
traducir ideas en palabras, además de tropiezos ortográficos. Maestra desde 2007,
Gutiérrez ha notado un cambio más acusado en los últimos dos o tres años, lo que
indica que la pandemia puede ser otro factor. “El hecho de que hayan estado
confinados y sin clase presencial durante unos meses les ha afectado muchísimo. Es
como si hubieran perdido años de escolarización”, opina. Y el uso del ordenador y el
móvil para estudiar en tiempos de confinamiento les ha alejado del lápiz y papel. La
profesora ha notado que, desde entonces, muchos presentan dificultades en la
caligrafía y hasta en la forma de coger el bolígrafo: “Sus cabezas van más deprisa
que las manos”.

La disminución de las habilidades lingüísticas por el uso masivo de las redes sociales
fue constatada en algunos estudios. En 2018, el profesor titular de Didáctica de la
Lengua y Literatura de la Universidad de Málaga Raúl Cremades realizó una
encuesta con 652 docentes de centros públicos y futuros maestros sobre cómo
percibían la influencia de la mensajería instantánea en la escritura de sus estudiantes.
Los resultados mostraron un efecto negativo en el desarrollo de la competencia
comunicativa, al menos en opinión de los maestros.

Cuatro años más tarde, Cremades es categórico al afirmar que las redes sociales
están dando lugar a un empobrecimiento del desempeño lingüístico. “Se escribe más
que nunca, se lee más que nunca, pero el tipo de escritura y lectura de internet no
contribuyen a formarlos”, asegura el catedrático. La causa está en un llamado “efecto
contagio”: cuando el uso del lenguaje coloquial es tan frecuente que se confunde con
el lenguaje formal. Y las redes sociales han disparado el hecho de que todos utilicen
una comunicación rápida y fragmentada en un contexto en el que es más habitual
ver las normas alteradas.

Más allá de los errores de ortografía, el ritmo acelerado del mundo digital influye en
que las personas tengan cada vez más prisa a la hora de leer y escribir. Ana Pano
Alamán, profesora de Español en la Universidad de Bolonia (Italia), sostiene que las
confusiones ortográficas no son un problema particular de los adolescentes, ni lo más
grave: “Todos podemos confundir la b, v o la hache”. Lo preocupante del uso de la
escritura digital, según la especialista en redes sociales y educación lingüística, es
que lleva a elaborar textos muy breves, inmediatos y dialogados, y se usan pocas
palabras para decir mucho. “Hay una dificultad en redactar ensayos extensos que
utilicen marcadores como pero, sin embargo, además, por otra parte. Estos
elementos están desapareciendo”, subraya Alamán.

“Hay una dificultad en redactar ensayos extensos, pero hay chavales de 13 años
que son capaces de crear un meme muy creativo en cinco segundos. Eso enriquece
la comunicación”
Las equivocaciones y faltas de coherencia afectan principalmente a los
adolescentes de la generación Z y los futuros de la Alfa, porque son los que más
tiempo pasan con el móvil y los que menos experiencia han tenido con géneros
formales de escritura. Por otro lado, Alamán sostiene que estas generaciones han
desarrollado unas habilidades comunicativas a través de las redes sociales que los
más viejos no suelen tener. “Hay chavales de 13 años que son capaces de hacer un
meme muy creativo en cinco segundos. Manipulan la imagen y un texto para
formular un nuevo mensaje. Un meme ya es un género”, dice la experta. “Eso
enriquece la comunicación”.

Con respecto a las faltas de ortografía, el déficit de conectores y la dificultad para


crear textos con un principio, un desarrollo y un final, ambos expertos consideran
que este mal se solventaría con hábitos de lectura de textos formales y con una
formación que contemple los diferentes géneros. “La receta es formar a los
estudiantes en el aula en el registro formal e informal”, asegura la docente de la
Universidad de Bolonia. Según Cremades, otra clave es que el profesorado esté
preparado para adaptar sus métodos y no rendirse frente a las nuevas demandas y
dificultades de los alumnos. “Cuando una persona está muy bien formada, siempre
puede volver a las raíces normativas porque las conoce”, concluye Alamán.

Diego Sanz, de 18 años, admite que el “modo automático” le lleva a cometer faltas.
“En el papel no tanto, pero si estás en el ordenador pones una q en lugar de que. Al
final, si quieres escribir algo rápido, lo abrevias y ya está”. Para mejorar sus
destrezas, este estudiante de audiovisuales cree que debería “coger un folio y un
boli” y “ponerse a escribir en serio, sin abreviaturas” al menos algunos días de la
semana. Hasta que lo haga, en las redes sociales sigue utilizando un lenguaje más
cercano a sus amigos, donde “lo imprtante es q se entienda”.

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