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Revista de Metodología Económica

ISSN: 1350-178X (Impreso) 1469-9427 (En línea) Página principal de la revista: http://www.tandfonline.com/loi/rjec20

Cinco tesis sobre neuroeconomía

Roberto Fumagalli

Para citar este artículo: Roberto Fumagalli (2015): Cinco tesis sobre neuroeconomía, Revista
de Metodología Económica, DOI: 10.1080/1350178X.2015.1024883

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Publicado en línea: 01 de mayo de 2015.

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Revista de Metodología Económica, 2015 http://


dx.doi.org/10.1080/1350178X.2015.1024883

Cinco tesis sobre neuroeconomía


Roberto Fumagalli*

Instituto de Filosofía, Universidad de Bayreuth, Bayreuth, Alemania

(Recibido el 26 de septiembre de 2014; aceptado el 11 de febrero de 2015)

Durante la última década, la investigación neuroeconómica ha atraído cada vez más la atención de los
modeladores y metodólogos económicos. En este artículo, examino cinco cuestiones sobre el modelado y
la metodología neuroeconómicos que recientemente han sido objeto de considerable controversia. Para
cada número, explico y evalúo los hallazgos de destacados neuroeconomistas, centrándome en aquellos
que afirman informar directamente la teoría económica. Además, evalúo las afirmaciones que se hacen a
menudo sobre cómo la investigación neuroeconómica supuestamente avanza en el modelado económico
de elección. Al hacerlo, combino revisión y argumentos críticos para proporcionar una evaluación
metodológica de las contribuciones de los neuroeconomistas.

Palabras clave: neuroeconomía; modelos de elección; teoría económica; integración interdisciplinaria;


modelando el pluralismo

Introducción

En los últimos años, la investigación neuroeconómica ha atraído cada vez más la atención de los
modeladores y metodólogos económicos. Los llamados de los neuroeconomistas (en adelante, EN)
para integrar los conocimientos de la economía, la psicología y la neurociencia han provocado intensos
debates entre los profesionales y los filósofos de estas disciplinas (véanse, por ejemplo, los números
especiales de Economics and Philosophy, 2008, Vol. 24, No. 3, Biología y Filosofía, 2011, Vol. 26, No.
5, y esta revista, 2010, Vol. 17, No. 2). En la actualidad, la neuroeconomía (en adelante, NE) constituye
una disciplina muy fragmentada, cuya relación con la economía, la psicología y la neurociencia es
difícil de caracterizar con precisión (ver, por ejemplo, Fumagalli, 2010; Harrison & Ross, 2010). Esto,
sin embargo, no implica que las caracterizaciones propuestas hasta ahora de NE sean igualmente
precisas ni que cada contribución en la interfaz entre las disciplinas principales de NE pueda
considerarse plausiblemente como un progreso en NE.
En este artículo, examino cinco cuestiones sobre el modelado y la metodología de NE que
recientemente han sido objeto de una controversia considerable, a saber: (1) ¿Fomenta la NE la
unificación entre sus disciplinas principales? (2) ¿Cómo informan los hallazgos de los EN el modelo
económico elegido? (3) ¿Los hallazgos de los EN hacen avanzar la selección de modelos en economía?
(4) ¿Qué disciplinas proporcionan las construcciones básicas para las cuentas de elección de los NE?
(5) ¿Provoca la NE una expansión revolucionaria de la base probatoria de la teoría económica? En las
cinco secciones a continuación, me baso en la metodología económica, la investigación neuropsicológica
y la filosofía de la ciencia para abordar estos temas a su vez. Para cada número, explico y evalúo los
hallazgos de los EN destacados, centrándome en aquellos que afirman informar directamente la teoría económica.
Además, evalúo las afirmaciones que se hacen a menudo sobre cómo la investigación de NE
supuestamente avanza en el modelado económico de elección. Al hacerlo, combino revisión y
argumentos críticos para proporcionar una evaluación metodológica de las contribuciones de los NE.

*Correo electrónico: r.fumagalli@lse.ac.uk

q 2015 Taylor y Francisco


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2 R. Fumagalli

Antes de continuar, permítanme hacer dos advertencias preliminares. En primer lugar, en la literatura
se han distinguido diferentes enfoques de la EN (ver, por ejemplo, Craver & Alexandrova, 2008, sobre
'neuroeconomía propiamente dicha' y 'modelo neuronal económico', y Ross, 2008, sobre 'economía
conductual en el escáner' y 'modelo neurocelular'). ciencias económicas'). Haré hincapié en las
diferencias entre enfoques específicos siempre que estas diferencias sean importantes para los méritos
de las propuestas de los NE. Por ahora, vale la pena anticipar este punto. Los NE han comenzado a
perseguir agendas de investigación especializadas y pueden promover algunas de estas agendas sin
proporcionar beneficios sustanciales a las disciplinas principales de los NE (ver, por ejemplo, Kable,
2011; Vromen, 2010). Aún así, varios NE líderes aprovechan sus contribuciones para generar modelos
sustantivos y beneficios teóricos para estas disciplinas. En este artículo, examino si las contribuciones
de las EN realmente producen tales beneficios, dedicando especial atención al modelo económico de
elección.1 Y segundo, los cinco temas que abordé no agotan el conjunto de preguntas importantes que
uno puede plantear sobre las EN por ejemplo, Ma¨ki, 2010, sobre la retórica de NE; Fumagalli,
2013, sobre los intentos de los NE de informar los análisis de bienestar económico). Sin embargo, como
ilustro a continuación, estos cinco temas se enfocan en los aspectos principales en los que los NE han
logrado avances sustanciales. Considero que estos temas son especialmente interesantes para los
modeladores y metodólogos económicos, ya que abarcan tanto los principales puntos de discordia entre
los defensores como los detractores de la EN (ver, por ejemplo, las secciones 2, 3 y 5 sobre la relevancia
probatoria y explicativa de los hallazgos de la EN). para otros economistas) y los desafíos más
apremiantes que enfrentan los intentos de los EN de avanzar en el modelado económico y la teorización
(ver, por ejemplo, la Sección 1 sobre las relaciones interteóricas entre las disciplinas principales de los
EN y la Sección 4 sobre la reducibilidad de construcciones económicas a construcciones neuronales).

Detallaré en las secciones pertinentes las interrelaciones entre los cinco temas que considero y qué
tesis defiendo con respecto a cada tema. El tema central que unifica mis cinco tesis se puede explicar
de la siguiente manera. La literatura de NE ha crecido notablemente durante la última década, y los
principales NE están realizando una gran cantidad de trabajo interesante. A pesar de estos avances
intradisciplinarios, los EN no han logrado un progreso significativo con respecto a lo que anteriormente
señalaron como los principales objetivos interdisciplinarios de la investigación en EN. Estos fracasos no
están relacionados, pero se originan a partir de los desafíos epistémicos y evidenciales inherentes al
desarrollo de un modelo unificado y un marco teórico que abarque la economía, la psicología y la
neurociencia. Algunos de estos desafíos pueden superarse gracias a los avances continuos en la
tecnología de escáneres y el diseño experimental. En cambio, es probable que otros persistan a pesar
de estos avances y obstaculicen el progreso en la interfaz entre las disciplinas principales de NE en los
años venideros. En esta perspectiva, los cinco temas que examino pueden verse como manifestaciones
interrelacionadas de un callejón sin salida más general, que seguirá obstaculizando las contribuciones
interdisciplinarias de los NE, independientemente de sus logros intradisciplinarios.

1. ¿NE fomenta la unificación entre sus disciplinas principales?


Los NE a menudo manifiestan la ambición de proporcionar un marco interdisciplinario unificado para
modelar y dar cuenta del comportamiento de elección humana. Por ejemplo, Fehr y Rangel alegan que
NE tiene como objetivo desarrollar una 'base neurobiológica y computacional detallada [...] para
comprender el comportamiento humano a través de las ciencias naturales y sociales' (2011, p. 4).
De manera similar, Glimcher sostiene que 'el objetivo de [NE] es producir un único modelo unificado de
toma de decisiones humanas que abarque los niveles de análisis económico, psicológico y
neurocientífico' (2011, p. 4). Actualmente, los NE no comparten puntos de vista precisos sobre las
contribuciones que las disciplinas matrices de NE deben proporcionar a su futuro 'único unificado'.
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modelo' (consulte las Secciones 2 a 4). Supongamos, por el bien del argumento, que llegaron a un
consenso sobre este tema. Aun así, quedarían dos interrogantes importantes con respecto a los llamados
de los NE para desarrollar un modelo único unificado. La primera pregunta es si es factible integrar
hallazgos y herramientas de modelado de disciplinas tan diversas como la economía, la psicología y la
neurociencia en un solo modelo unificado. La segunda pregunta es si esta unificación, incluso si es factible,
aporta valiosos beneficios teóricos y de modelado a las disciplinas madre de NE. Ya comenté sobre este
último tema en otros artículos (ver, por ejemplo, Fumagalli, 2011). En esta sección, evalúo críticamente las
perspectivas de los esfuerzos unificacionistas de los NE.
Durante las últimas décadas, se han realizado varios intentos para integrar hallazgos y herramientas
de modelado en la economía y la psicología (ver, por ejemplo, Kahneman y Tversky, 1979, sobre la teoría
de las perspectivas; Loomes y Sugden, 1982, sobre la teoría del arrepentimiento). Se han producido
fructíferas interacciones interdisciplinarias en diversas áreas de la investigación neuropsicológica (ver, por ejemplo,
Mundale & Bechtel, 1996 y Piccinini & Craver, 2011, sobre la integración de conocimientos funcionales y
mecanicistas en la psicología cognitiva y la neurociencia computacional).
Según los principales NE, también se están produciendo avances prometedores en la interfaz entre la
economía y la neurociencia. Estos supuestos avances están motivados no solo por hallazgos neurocientíficos
de abajo hacia arriba, sino también por evidencia conductual de arriba hacia abajo.
Para dar un ejemplo, después de observar que las activaciones neuronales en el área intraparietal
lateral se correlacionan con la deseabilidad relativa esperada de los movimientos oculares sacádicos en
monos, Dorris y Glimcher conjeturan que las activaciones en esta área "también pueden codificar la
deseabilidad subjetiva de las acciones en humanos" ( 2004, pág. 376). Supongamos que este fuera
realmente el caso. Como señaló Glimcher (2011, págs. 234–236), sería un error inferir de este resultado
que el cerebro humano codifica solo valores subjetivos esperados relativos. Porque cualquier organismo
cuyo sistema de valoración almacene solo estos valores tomaría decisiones intransitivas con mucha más
frecuencia que los humanos. En este sentido, los patrones de comportamiento observados restringen los
modelos NE al sugerir que las señales de valor relativo y absoluto deben codificarse en la arquitectura
neuronal humana.
Este ejemplo ilustra muy bien cómo los hallazgos económicos y neuropsicológicos pueden limitar los
modelos de elección de NE. Sin embargo, los logros integradores de los NE generalmente se limitan a
contextos de modelado específicos y no avanzan directamente en la construcción de un solo modelo
unificado que abarque las disciplinas principales de los NE. Además, hay varias razones para dudar de las
perspectivas de los intentos de las NE de desarrollar este modelo unificado único. Comentaré dos de tales
razones a su vez.
La primera razón se relaciona con las interpretaciones disímiles que los NE y otros economistas dan
respectivamente a los modelos de elección. El siguiente contraste destaca una profunda división entre
estas interpretaciones (ver, por ejemplo, Kable & Glimcher, 2009, sobre modelos económicos 'tradicionales'
y modelos 'porque' NE; ver también Fehr & Rangel, 2011, sobre 'como si' y 'tal como es'). ' modelos de
elección). Por un lado, los modeladores económicos generalmente se abstraen de los fundamentos
mecanicistas de la elección y no toman una posición sobre qué procesos neuropsicológicos subyacen a
las decisiones observadas. Por otro lado, varios modeladores de NE pretenden mostrar que los agentes
que se comportan según lo predicho por la teoría económica estándar lo hacen porque áreas neuronales
específicas codifican los valores esperados relativos de las opciones disponibles. El hecho de que los
modeladores económicos no tomen una posición sobre qué procesos neuropsicológicos subyacen a las
decisiones observadas no reivindica per se la interpretación de estos modeladores de los modelos de
elección. Porque los hallazgos neuronales pueden avanzar en el modelado económico de la elección a
pesar de que los NE y otros economistas dan interpretaciones diferentes a los modelos de elección (ver,
por ejemplo, Camerer, 2008, sobre llamados a usar hallazgos neuronales para discriminar entre modelos
económicos en competencia; Glimcher, 2011, capítulos 4– 6, sobre los intentos de construir modelos de
elección más predictivos y explicativos). Aún así, la diversidad de estos
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4 R. Fumagalli

interpretaciones plantea graves desafíos pragmáticos y metodológicos a los llamados de los NE para
utilizar los hallazgos neuronales en la construcción y evaluación de modelos económicos.2 Mi segunda
razón para dudar de las perspectivas de los esfuerzos unificacionistas de los NE se basa en las
divergencias de los NE con respecto a los objetivos finales de la investigación de NE. A primera vista,
la mayoría de los estudios de NE parecen principalmente interesados en investigar los sustratos
neuronales de elección.3 Esto, sin embargo, no implica que los NE compartan la misma visión en
cuanto a lo que la NE pretende lograr en última instancia. Para ver esto, contrastemos los principales
objetivos de investigación que están respectivamente asociados con la llamada economía del
comportamiento en el escáner y la economía neurocelular (Ross, 2008, pp. 473– 474). Por un lado, los
defensores de la economía del comportamiento en el escáner (por ejemplo, Camerer et al., 2005)
emplean la evidencia neuronal obtenida en tareas experimentales específicas para discriminar entre
modelos económicos en competencia y arrojar luz sobre violaciones específicas de la teoría económica estándar.
Por otro lado, los defensores de la economía neurocelular (p. ej., Glimcher, 2011, capítulos 3 a 5)
utilizan las técnicas de optimización restringida de los economistas para modelar el funcionamiento de
los sustratos neuronales de las decisiones y mejorar los modelos de valoración de recompensas en la
neurociencia cognitiva y computacional. Estas divergencias no impiden que distintos grupos de NE
persigan algunos objetivos de investigación comunes (ver, por ejemplo, Vromen, 2011, sobre el
desarrollo de modelos de elección más predictivos). Aún así, apuntan a una profunda división
metodológica, que ha dado forma de manera generalizada a las agendas de investigación de destacados
NE (ver, por ejemplo, Glimcher et al., 2005).
Un defensor de NE puede conceder que las divergencias de los NE con respecto a los objetivos
finales de la investigación de NE dificultan la unificación entre las disciplinas principales de NE. Al
mismo tiempo, podría objetar que los practicantes de estas disciplinas podrían construir modelos
integrados de toma de decisiones y, sin embargo, continuar investigando sus fenómenos de interés por
medio de metodologías tradicionales y enfoques de modelado. La idea es que economistas, psicólogos
y neurocientíficos desarrollen un marco de EN común para modelar opciones que trascienda las
metodologías y los enfoques de modelado arraigados en cada disciplina (Glimcher & Rustichini, 2004,
p. 452). De esta manera, NE supuestamente podría mejorar sus disciplinas matrices en sus propios
términos sin tener que unificar literalmente las metodologías y los enfoques de modelado de estas
disciplinas (Camerer, 2008, p. 59).
Los llamados de los NE para la unificación interdisciplinaria parecen menos inverosímiles si uno
considera caritativamente que los NE están desarrollando, no tanto un modelo único unificado de toma
de decisiones, sino más bien, un marco de modelado común, es decir, una colección de modelos que
comparten una caracterización relativamente precisa de NE, persiguen objetivos explicativos similares
y reflejan puntos de vista consistentes de la relación entre las disciplinas principales de NE. Sin
embargo, las diferencias entre los distintos enfoques de la EN (ver, por ejemplo, las Secciones 2 y 4)
obstaculizan los intentos de las EN de proporcionar un marco de modelado común que abarque la
economía, la psicología y la neurociencia. Además, los NE actualmente carecen de las construcciones
básicas compartidas para desarrollar dicho marco. Sin duda, algunos constructos (p. ej., la utilidad)
figuran en varios modelos de elección en las disciplinas principales de NE. Aún así, estos constructos
reciben interpretaciones bastante diferentes por parte de los practicantes de esas disciplinas, y los NE
a menudo no reconocen cuán fuertemente tales diferencias obstaculizan sus ambiciones unificacionistas
(ver, por ejemplo, Fumagalli, 2013, sobre distintas nociones de utilidad). Parafraseando lo que
Kahneman observó con respecto a la economía y la psicología, 'no hay perspectivas inmediatas de que
la economía [psicología y neurociencia] comparta una teoría común del comportamiento humano' (2003, pp. 165-166).
En términos más generales, el punto sigue siendo que los economistas, psicólogos y neurocientíficos
han logrado avances considerables al confiar en metodologías y enfoques de modelado altamente
especializados. Este registro histórico no autoriza la actitud aislacionista exhibida por algunos
detractores de NE (ver, por ejemplo, Gul & Pesendorfer, 2008). Sin embargo, junto con
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los desafíos que enfrentan los intentos de los NE de construir un modelo de elección interdisciplinario
unificado, aconseja a los modeladores de elección que reflexionen antes de embarcarse en ambiciosas
campañas rusas transdisciplinarias. Es decir, uno da la bienvenida a los intentos de los NE de integrar
hallazgos y herramientas de modelado en diferentes ciencias de la decisión. Aun así, persisten serias
preocupaciones con respecto al proyecto para proporcionar un único modelo unificado de elección que
abarque la economía, la psicología y la neurociencia. Desde esta perspectiva, los llamados de las NE a
la unificación interdisciplinaria parecen estar más inspirados por el entusiasmo irreflexivo por los avances
recientes en la investigación neuropsicológica que por las observaciones de principios sobre cómo la NE
informa a sus disciplinas originales.

2. ¿Cómo informan los hallazgos de los EN el modelo económico elegido?


Los NE defienden posiciones heterogéneas con respecto a las formas en que se supone que sus
hallazgos deben informar las disciplinas principales de NE. Con frecuencia se contrastan dos posiciones
con respecto a cómo tales hallazgos supuestamente informan el modelo económico de elección.4 Por un
lado, la EN incremental agrega variables a las explicaciones convencionales de la toma de decisiones o
sugiere formas funcionales específicas para reemplazar las suposiciones de “como si” que nunca ha sido
bien sustentada empíricamente' (Camerer et al., 2005, p. 10). Por otro lado, la NE radical pregunta 'cómo
la economía podría haber evolucionado de manera diferente si hubiera sido informada desde el principio
por los conocimientos y hallazgos ahora disponibles de la neurociencia' (Camerer et al., 2005, p. 10).
Estas afirmaciones, que se hacen eco de las categorizaciones anteriores de las contribuciones de los
economistas del comportamiento (ver, por ejemplo, Rabin, 1998), resaltan lo que comúnmente se
considera una división fundamental entre los distintos enfoques de la investigación de NE (ver, por
ejemplo, Gul y Pesendorfer, 2008). En esta sección, evalúo varias interpretaciones de esas afirmaciones
y amplío una conceptualización alternativa de la división incremental/radical.
Tomada literalmente, la caracterización de Camerer et al. de NE incremental y radical no parece
resistir el escrutinio. De hecho, como argumentaré más adelante, es difícil proporcionar una interpretación
plausible de tal caracterización. Con respecto a la NE incremental, no está claro qué es exactamente
Camerer et al. significan cuando prefiguran el reemplazo de 'supuestos como si nunca hubieran sido bien
sustentados empíricamente' (2005, p. 10). Después de todo, uno podría quejarse de la supuesta ad hoc
o no falsabilidad de algunas defensas del tipo 'como si' de la teoría de la elección racional. Sin embargo,
los supuestos del "como si" de los economistas no presuponen ni implican hipótesis específicas sobre los
sustratos neuropsicológicos de las decisiones. Esto, a su vez, desafía a los NE a explicar sobre qué bases
los hallazgos empíricos sobre estos sustratos obligarían a los economistas a reemplazar sus supuestos
'como si'. De manera más general, queda la pregunta de por qué los economistas deberían adoptar las
formas funcionales utilizadas por los modeladores cuyos presupuestos metodológicos y objetivos
explicativos difieren marcadamente de los suyos propios (ver Sección 1; ver también Sección 3 para una
discusión de los llamados de las NE a discriminar entre modelos económicos en términos de su ajuste
relativo con los hallazgos neurales).
Con respecto a la caracterización contrafactual de Camerer et al. de la EN radical, uno se pregunta
si tiene sentido preguntar cómo podría haber evolucionado la economía si la neurociencia actual la
hubiera influido desde 'el principio'. Para ser justos, uno no tiene que presentar una historia contrafactual
hiper detallada de la teoría económica para defender la caracterización de Camerer et al. de NE radical.
Aún así, las limitaciones que afectan nuestro acceso epistémico a los desarrollos contrafactuales en la
historia de la teoría económica restringen significativamente la capacidad informativa de tal caracterización.
En particular, es difícil ver sobre qué base vamos a determinar cómo podría haber evolucionado la
economía, si hubiera sido informada por los conocimientos y hallazgos ahora disponibles de la
neurociencia. Tal vez tendríamos modelos económicos cuasi-infalibles, neuronalmente informados con
tremendas credenciales predictivas. O quizás
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6 R. Fumagalli

los economistas habrían caído presa de una confusión irremediable debido a la arrogancia pan-explicativa.
En resumen, la gama de posibilidades es tan amplia que favorecer un escenario contrafactual particular
parecería bastante arbitrario.
Dicho esto, intentemos articular una conceptualización más informativa de la división incremental/
radical. En su artículo de 2010, Fumagalli explica la distinción entre NE incremental y radical de la siguiente
manera. Por un lado, la NE incremental parte del supuesto de que las construcciones tradicionales de los
economistas (p. ej., relaciones de preferencia y conceptos de equilibrio estándar) brindan una base adecuada
para modelar las decisiones de las personas y se basa en hallazgos neuropsicológicos para ajustar o
enriquecer modelos económicos específicos. Por otro lado, la NE radical desafía a los economistas a
modificar o incluso reemplazar sus construcciones tradicionales y apunta a implementar cambios sustanciales
en la teoría económica. Dos comentarios sobre esta caracterización de NE incremental y radical están en
orden.
En primer lugar, la división incremental/radical se representa mejor no tanto como una dicotomía de
todo o nada, sino más bien como un continuo a lo largo del cual se pueden diferenciar las posiciones
intermedias. Sin duda, si uno toma la acumulación de modificaciones incrementales para constituir cambios
radicales puede depender de cómo conciba ella la relación entre los modelos económicos y la teoría
económica. No obstante, uno puede basarse en explicaciones arraigadas de la relación entre modelos y
teorías para argumentar que la división entre NE incremental y radical se caracteriza más plausiblemente
como una cuestión de grado en lugar de un asunto de todo o nada (ver, por ejemplo, Suppe, 1989 , pp. 3 –
37, sobre distintas variantes de la visión semántica de las teorías científicas, que considera tales teorías
como colecciones de modelos).5
Y segundo, el contraste de Fumagalli entre NE incremental y radical atraviesa otras categorizaciones
informativas de las contribuciones de los NE. Para ver esto, suponga que desea clasificar las contribuciones
de los EN en términos de la forma en que influyen en las prácticas de modelado de los economistas. Por un
lado, una contribución incremental puede tener una influencia considerable en tales prácticas. Por ejemplo,
los NE han tenido éxito recientemente en la predicción de las decisiones de los individuos en una variedad
de recompensas a corto plazo vinculadas a estímulos al monitorear los patrones de activación de áreas
neuronales específicas (ver, por ejemplo, Levy & Glimcher, 2012). Estos estudios actualmente no arrojan
predicciones sobre horizontes temporales lo suficientemente extensos como para ser valiosos para los
economistas (Fumagalli, 2014). Sin embargo, allanan el camino para contribuciones incrementales de NE
que, en principio, podrían provocar modificaciones de gran alcance en el modelado económico (por ejemplo,
piense en modelos de NE que predijeron de manera confiable decisiones entre opciones de elección a largo
plazo, no vinculadas a estímulos). Por otro lado, una contribución radical podría tener un impacto limitado
en las prácticas de modelado de los economistas. A modo de ilustración, considere los intentos recientes de
'cerrar la brecha' entre la neurociencia y la economía al vincular los protocolos de medición neurocientíficos,
las respuestas conductuales observadas y la teoría de la elección formal a través de declaraciones
axiomáticas rigurosas.
En una contribución pionera, Caplin y Dean (2008) desarrollan un modelo axiomático de valoración de
recompensas, que relaciona tanto las recompensas experimentadas como las predichas con activaciones
dopaminérgicas observables a través de un conjunto de declaraciones axiomáticas. Este modelo tiene como
objetivo proporcionar una base axiomática para la llamada hipótesis del error de predicción de recompensa
(RPE), que establece que las activaciones dopaminérgicas codifican la diferencia entre las recompensas
experimentadas y predichas (RPE). Antes de esta contribución, varios estudios habían asociado modelos
específicos de RPE con mediciones de fMRI de actividad neuronal en áreas objetivo de dopamina (ver, por ejemplo,
Rutledge et al., 2010, para una revisión). Caplin y Dean (2008) van más allá de estos estudios al identificar
un conjunto de condiciones necesarias y suficientes que deben satisfacer las activaciones neuronales de
cualquier área del cerebro para representar una señal RPE. Sobre la base de este trabajo, Caplin et al.
(2010) presentan la primera aplicación de un teorema de representación axiomática para probar la hipótesis
RPE utilizando datos neurobiológicos. En su opinión, tal aplicación 'prueba rigurosamente y
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confirma evidencia [anterior] indicativa de [tal hipótesis] en datos de fMRI' (Caplin et al. 2010, p. 951).

Caplin et al. proporcionar a los neurocientíficos interesados en los fundamentos neuronales de la formación de
creencias y recompensar el aprendizaje de valores con un método innovador para probar clases enteras de formas
funcionales de RPE. Además, su trabajo ilustra cómo se puede aplicar el enfoque axiomático de los economistas
para modelar varios fenómenos además de los que tradicionalmente apuntan los economistas. Aun así, Caplin et
al. solo demuestran que sus axiomas de interés se satisfacen a nivel agregado en lugar de para cada sujeto
experimental, y se basan en algunos supuestos cuestionables (ver, por ejemplo, Camerer, 2013, sobre el supuesto
de que las recompensas previstas permanecen fijas en función de las probabilidades establecidas, en lugar de ser
ajustado a lo largo de un camino de tiempo). Además, las activaciones dopaminérgicas investigadas se relacionan
con la elección de manera menos directa que el funcionamiento de las áreas objetivo de estudios recientes de los
sustratos neurales de las decisiones (ver, por ejemplo, Bartra et al., 2013). Para decirlo de otra manera, los
resultados de Caplin et al. no se relacionan directamente con el modelado económico y 'no avanzan de inmediato
en nuestra comprensión de la elección' (2010, p. 953).

En esta etapa, un proponente de NE puede conceder que las contribuciones de los NE actualmente tienen
una relevancia directa limitada para la elección de modelos económicos. Al mismo tiempo, podría insistir en que
tales contribuciones provocan importantes cambios indirectos en los modelos económicos a través de su influencia
en otras disciplinas. Para dar un ejemplo, Padoa-Schioppa infiere que la neurociencia puede contribuir a la
economía a partir de los supuestos hechos de que 'la neurociencia puede contribuir a la psicología y que la
psicología puede contribuir a la economía' (2008, pp. 450-451). Esta afirmación apunta a una conceptualización
más sofisticada de las relaciones que supuestamente se dan entre las disciplinas de origen de la EN que las
afirmaciones de otras EN (ver Sección 4). Sin embargo, es una pregunta abierta si la vaga noción de 'contribución'
en la que se basa la afirmación de Padoa-Schioppa fundamenta una inferencia transitiva informativa. Es decir,
mientras que hasta ahora las EN han hecho contribuciones limitadas que tienen una relevancia directa para el
modelado económico, sus contribuciones indirectas parecen excesivamente especulativas para licenciar el
entusiasmo que rodea la investigación de EN. Para ser justos, las exageraciones de algunos EN pueden atribuirse
plausiblemente a la retórica de la disciplina (ver, por ejemplo, Ma¨ki, 2010) y son esperables a la luz de la etapa
inicial de desarrollo de EN (ver, por ejemplo,

Vromen, 2010). Sin embargo, el punto sigue siendo que incluso los NE líderes exageran significativamente la
relevancia probatoria y explicativa de sus hallazgos para el modelo económico de elección.

3. ¿Los hallazgos de los EN hacen avanzar la selección de modelos en economía?

Durante un viaje a Murano (Venecia), visitas a un artesano del vidrio para comprarle un regalo a tu prometida´. Da
la casualidad de que estás sosteniendo un costoso jarrón de vidrio de colores, y el jarrón se te cae de la mano. Se
podría usar una amplia variedad de modelos para representar su intento de atrapar el jarrón antes de que se rompa
en el suelo. Por ejemplo, su intento puede modelarse como si estuviera tratando de minimizar las pérdidas
puramente monetarias, el ruido acústico resultante de la destrucción del jarrón, la gran cantidad de artículos que,
como era de esperar, estarán en el piso de la tienda, etc. Como sugiere este ejemplo, se pueden emplear muchos
modelos diferentes para representar el comportamiento de elección observado. Sin embargo, el mero hecho de
que múltiples modelos sean compatibles con la conducta de elección observada no implica que dichos modelos
sean empíricamente equivalentes, es decir, que ningún hallazgo conductual, psicológico, neural, etc., pueda
discriminar entre ellos.

¿Qué hallazgos deberían emplear los economistas para discriminar entre sus modelos de elección? Varios EN
consideran el ajuste relativo con los hallazgos neuronales disponibles como un criterio prescriptivo para la selección
de modelos en economía. La idea es destacar, entre conductualmente
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8 R. Fumagalli

modelos equivalentes de elección, aquellos que se ajustan mejor a la evidencia neuronal disponible. Su
razonamiento es el siguiente. Los economistas a menudo son incapaces de discriminar entre sus modelos de
elección basándose únicamente en las decisiones observadas. Además, con frecuencia se basan en "modelos
de la competencia que no se prueban o, si se prueban, a menudo explican los datos igualmente bien" (Vercoe
& Zak, 2010, p. 133). Afortunadamente, los hallazgos neuronales permiten a los economistas restringir el
conjunto de modelos que son compatibles con la evidencia disponible (ver, por ejemplo,
Rustichini, 2009). Por lo tanto, los economistas deberían discriminar entre sus modelos de elección en términos
de ajuste relativo con los hallazgos neurales.6
A pesar de su aparente plausibilidad, este razonamiento no brinda a los economistas una base convincente
para discriminar entre sus modelos de elección en términos de ajuste relativo con los hallazgos neuronales.
Explicaré y discutiré dos razones en apoyo de esta crítica en los puntos (i) y (ii) a continuación. La primera
razón es que los hallazgos neuronales rara vez permiten a los economistas restringir en un grado significativo
el conjunto de modelos de elección compatibles con la evidencia disponible. La segunda razón se relaciona con
el hecho de que los EN no muestran que los economistas deberían discriminar entre sus modelos de elección
en términos de ajuste relativo con los hallazgos neuronales en los casos en que tales hallazgos y los hallazgos
de otras disciplinas brinden indicaciones contrastantes sobre qué modelos se ajustan mejor a la evidencia
disponible.
(i) Los NE a menudo afirman que los hallazgos neuronales restringen significativamente el conjunto de
modelos de elección compatibles con la evidencia disponible. Por ejemplo, después de afirmar que los
economistas proporcionan varios sistemas axiomáticos consistentes con las decisiones observadas, Camerer
alega que 'las pruebas neuronales podrían seleccionar un campo lleno de posibles [modelos] hasta los
[candidatos] más plausibles' (2008, p. 47). De manera similar, Rustichini se queja de que los economistas
carecen de estrategias efectivas para la selección de modelos y afirma que los hallazgos neuronales pueden
desempeñar un "papel fundamental" en "recortar la multiplicidad de modelos [y acercarlos] a la dura prueba
experimental" (2009, p. 58) .
Los hallazgos neuronales pueden, en principio, ayudar a los modeladores de elección a restringir el
conjunto de modelos compatibles con la evidencia disponible. Por ejemplo, como señaló Glimcher (2011,
capítulo 12), se podría tomar el supuesto hecho de que la mayor parte de la codificación sensorial de los
valores de recompensa depende de la referencia para favorecer la teoría de la perspectiva, que postula agentes
con una función de utilidad dependiente de la referencia (ver, por ejemplo, Kahneman & Tversky, 1979) – sobre
la teoría estándar de la utilidad esperada. Aun así, los hallazgos neuronales rara vez permiten a los economistas
superar sus supuestos problemas de falta de evidencia. Para ilustrar esto, consideremos una clase de modelos
económicos en los que con frecuencia se afirma que los hallazgos neuronales facilitan la selección de modelos,
a saber, los modelos de auto-múltiples.
Los modelos de self múltiple representan las decisiones de los agentes como el resultado de las
interacciones de varios tipos de entidades subpersonales (por ejemplo, procesos psicológicos, poblaciones neuronales).
En la literatura económica se ha propuesto una amplia gama de modelos de auto-múltiples. Por ejemplo,
algunos representan las elecciones como la solución de un juego de negociación entre agentes subpersonales
con funciones de utilidad en conflicto (ver, por ejemplo, Benhabib & Bisin, 2005).
Otros, en cambio, caracterizan las decisiones como resultados de las interacciones entre una secuencia de
yoes impulsivos a corto plazo y un yo paciente a largo plazo (véase, por ejemplo, Fudenberg & Levine, 2006).
Los NE a menudo conjeturan que los hallazgos neuronales ayudan a los economistas a discriminar entre
modelos de múltiples yo asociando las entidades subpersonales postuladas por estos modelos con áreas
neuronales específicas. Sin embargo, es dudoso que los hallazgos neuronales sirvan adecuadamente para
este propósito. Porque in primis, los economistas no hacen presunciones explícitas en cuanto a si las entidades
subpersonales planteadas por los modelos del yo múltiple se corresponden con contrapartes neuronales
particulares (ver, por ejemplo, Harrison, 2008). Y en segundo lugar, las graves preocupaciones evidenciales
afectan las aplicaciones previstas de los descubrimientos neuronales por parte de los NE para fines de selección de modelos en econ
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Revista de Metodología Económica 9

A modo de ilustración, considere liderar el debate de los NE sobre si múltiples yos se mapean en
poblaciones neuronales anatómicamente separadas en las elecciones intertemporales de los individuos.
En una serie de experimentos, McClure et al. (2004, 2007) examinan los correlatos neuronales de las
elecciones de los individuos entre pares de recompensas monetarias disponibles en distintos momentos.
Después de observar que el cuerpo estriado ventral, la corteza orbitofrontal medial y la corteza prefrontal
medial experimentan activaciones diferenciales durante las tareas de elección que involucran recompensas
temporalmente próximas versus más distantes, infieren que los sistemas neuronales separados
anatómicamente valoran respectivamente las recompensas monetarias inmediatas y retrasadas. Se han
tomado los hallazgos de McClure et al. para proporcionar evidencia convincente a favor de un modelo de
elección intertemporal de dos componentes (ver, por ejemplo, Carter et al., 2010). Sin embargo, la evidencia
reportada no demuestra que las áreas examinadas descuenten recompensas a diferentes tasas en cada
sujeto ni que las tasas de descuento de estas áreas difieran significativamente de las tasas de descuento
reveladas por las elecciones de cada sujeto. Además, los estudios comparativos de NE documentan que
una función de descuento hiperbólica de un solo parámetro se ajusta mejor a las activaciones neuronales
observadas que el modelo de dos componentes de McClure et al. (ver, por ejemplo, Kable & Glimcher,
2007). Por lo tanto, sigue siendo una pregunta abierta si las áreas indicadas por McClure et al. constituyen
referentes neuronales candidatos plausibles para los múltiples yos hipotetizados para modelar las
elecciones intertemporales de los agentes.
Se aplican consideraciones análogas a otras propuestas influyentes para emplear hallazgos neuronales
para discriminar entre modelos económicos estándar. Para ver esto, considere las aplicaciones recientes
de los estudios NE de los sustratos neurales de la valoración de la recompensa. Varios NE afirman haber
identificado áreas neuronales anatómicamente delimitadas que codifican los valores subjetivos de las
opciones de elección de los individuos en una escala neuronal común (ver, por ejemplo, Levy & Glimcher, 2012).
Algunos abogan por medir las activaciones de estas áreas para construir 'una medida independiente de
valor [subjetivo], en principio disociable de las elecciones', para hacer que la afirmación de que las
elecciones maximizan los valores subjetivos sea 'falsable' (Padoa-Schioppa, 2011, p. 335 ). Desde su punto
de vista, la construcción de una medida neuronal del valor subjetivo constituiría un gran avance en el
modelado económico, ya que los valores subjetivos no se pueden medir independientemente de las
elecciones sobre la base de los datos de elección únicamente. Lamentablemente, ni construir una medida
neural de valor subjetivo ni establecer bajo qué circunstancias las elecciones maximizan el valor de tal
medida incide directamente en los méritos de los modelos de los economistas. Porque estos modelos no
suponen qué función de valor interno usan realmente los individuos cuando asignan valores subjetivos a
opciones de elección particulares (ver Sección 1).
(ii) Suponga que se enfrenta a una situación en la que la evidencia neuronal disponible permite a los
economistas discriminar entre sus modelos de elección, en el sentido de que proporciona indicaciones
precisas sobre cuál de estos modelos se ajusta mejor a los hallazgos neuronales recopilados. El ajuste
relativo con los hallazgos neuronales es solo uno entre varios criterios para discriminar entre los modelos
económicos de elección. Además, el ajuste relativo con los hallazgos neuronales y los deseos de modelado
valorados por los economistas (p. ej., relevancia explicativa) a menudo plantean demandas contradictorias
a los modeladores (ver Fumagalli, 2011). Por lo tanto, se necesita alguna razón convincente para autorizar
la afirmación de que los economistas deben discriminar entre sus modelos de elección en
términos de ajuste relativo con los hallazgos neuronales en oposición a algún otro criterio, como la
compatibilidad con los hallazgos de otras disciplinas (por ejemplo, decisiones observadas, informes de
satisfacción hedónica, etc.).
Un defensor de EN puede responder que el ajuste relativo con los hallazgos neuronales y la
compatibilidad con los hallazgos de otras disciplinas son criterios complementarios, en lugar de
competidores, para la selección de modelos en economía. La idea sería que los hallazgos neuronales
proporcionen a los economistas una fuente adicional de evidencia además de los hallazgos de otras
disciplinas que vale la pena tener en distintas métricas de valor informativo. Ahora, los NE con frecuencia instan a otros
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10 R. Fumagalli

economistas para construir modelos cuyos supuestos e implicaciones sean consistentes con los hallazgos
de múltiples disciplinas (ver, por ejemplo, Glimcher & Rustichini, 2004). Además, varios autores abogan por
triangular los hallazgos de diferentes disciplinas para mejorar modelos específicos de elección (ver, por
ejemplo, Kable, 2011). No obstante, estas contribuciones no corroboran la afirmación de que los economistas
deberían emplear hallazgos neuronales para discriminar entre sus modelos de elección (ver el punto (i)
anterior). En particular, los llamados de los NE para este reclamo parecen enfrentar el siguiente dilema.

Por un lado, los hallazgos neuronales y los hallazgos de otras disciplinas pueden arrojar indicaciones
equivalentes sobre qué modelos se ajustan mejor a la evidencia disponible. En este caso, los hallazgos
neuronales podrían aumentar la confianza en los hallazgos de otras disciplinas, pero no brindan a los
economistas conocimientos discriminatorios más allá de los que brindan dichas disciplinas. Esto, junto con el
hecho de que los modeladores rara vez pueden obtener hallazgos neuronales precisos y confiables en
situaciones en las que no tienen acceso a hallazgos conductuales y psicológicos, brinda una razón para
dudar de que los hallazgos neuronales avancen significativamente en la selección de modelos en economía.
Por otro lado, los hallazgos neuronales y los hallazgos de otras disciplinas pueden arrojar indicaciones
contrastantes sobre qué modelos se ajustan mejor a la evidencia disponible. En este caso, se necesita alguna
razón convincente para autorizar la afirmación de que los economistas deberían discriminar entre sus
modelos de elección en términos de ajuste relativo con los hallazgos neuronales, a diferencia de los de otras
disciplinas. Desafortunadamente, los NE aún no han ofrecido criterios precisos y plausibles para tratar los
casos en los que los hallazgos neuronales y los hallazgos de otras disciplinas arrojan indicaciones
contrastantes sobre qué modelos se ajustan mejor a la evidencia disponible.
Sin duda, algunos EN manifiestan ambiciones tanto descriptivas como prescriptivas, y sostienen que los
economistas deben discriminar entre sus modelos de elección en términos de ajuste relativo con los hallazgos
neuronales. Sin embargo, incluso los NE líderes parecen sobrestimar las implicaciones prescriptivas de sus
hallazgos para otros economistas. Para ver esto, considere la conjetura de Glimcher et al. de que al combinar
hallazgos económicos y neurocientíficos, NE desarrollará 'una metodología para reconciliar la economía
prescriptiva y descriptiva' (2005, p. 214). Los hallazgos de NE pueden proporcionar información sobre los
fundamentos causales de las decisiones, pero no tienen implicaciones directas con respecto a lo que las
personas deberían elegir en situaciones específicas. De manera similar, afirmar que, idealmente, los modelos
de elección deberían ser 'probados simultáneamente en los niveles de análisis neural, psicológico y
económico' (Glimcher, 2011, p. 132) no llega a establecer que los economistas deberían discriminar entre
sus modelos de elección en términos de encajar con los hallazgos neurales.

Porque este ideal regulativo no especifica cómo los modeladores deben tratar los casos en los que los
hallazgos neuronales y los hallazgos de otras disciplinas entran en conflicto. Además, uno puede respaldar
tal ideal regulatorio sin comprometerse a considerar la compatibilidad con los hallazgos de múltiples disciplinas
como un criterio prescriptivo para la selección de modelos en economía. De hecho, requerir que los modelos
económicos sean compatibles con todos los hallazgos conductuales, psicológicos y neuronales disponibles
sería a menudo innecesariamente restrictivo. Porque los economistas con frecuencia pueden lograr sus
objetivos predictivos y explicativos mediante la construcción de modelos cuyos supuestos ignoran o incluso
contradicen subconjuntos específicos de estos hallazgos (ver, por ejemplo,
Fumagalli, 2014, sobre hallazgos neurales).

4. ¿Qué disciplinas proporcionan las construcciones básicas para las cuentas de elección de los NE?

Los defensores de NE comúnmente enfatizan que desarrollar cuentas informativas de elección requiere que
uno integre hallazgos y herramientas de modelado a través de las disciplinas principales de NE (ver, por
ejemplo, McCabe, 2008). No obstante, los NE tienen puntos de vista diferentes sobre qué disciplinas
proporcionan los constructos básicos para sus explicaciones interdisciplinarias de elección.
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Revista de Metodología Económica 11

Por ejemplo, Dayan y Daw alegan que los conceptos de la teoría de la decisión 'penetran los experimentos y
los modelos computacionales en [tanto] la psicología como la neurociencia' y tienen 'instancias psicológicas
y neuronales directas' (2008, pp. 429 y 450). Por su parte, Camerer et al. afirman que 'la explicación
económica tradicional del comportamiento, que supone que los seres humanos actúan para satisfacer al
máximo sus preferencias, comienza a la mitad [...] de la explicación neurocientífica' (2005, p. 27). Aún de
manera diferente, Glimcher et al. sostienen que 'en última instancia, la economía es una ciencia
biológica' (2005, p. 254), y Zak y Denzau sostienen que 'los descubrimientos de las ciencias biológicas deben
incorporarse directamente a la economía si la disciplina ha de continuar produciendo conocimientos relevantes
sobre el ser humano. comportamiento' (2001, p. 32).
Las afirmaciones antes mencionadas apuntan a conceptualizaciones bastante diferentes de las
relaciones interteóricas que supuestamente se dan entre las disciplinas madre de NE. Prima facie, esta
diversidad podría parecer una indicación no problemática o incluso bienvenida de pluralismo por parte de los
NE. Después de todo, la idea sería que existe un desacuerdo generalizado en cuanto a cómo se relacionan
exactamente las disciplinas principales de NE, y sería innecesariamente exigente exigir a los NE que lleguen
a un consenso sobre este tema. Además, diferentes disciplinas pueden contribuir conjuntamente a
proporcionar las construcciones básicas para las cuentas de elección de los NE. En esta sección, inspecciono
las afirmaciones de los NE y sostengo que estas afirmaciones se basan en conceptualizaciones polémicas
de las relaciones interteóricas entre distintas ciencias de la decisión. Luego me concentro en los intentos
destacados de reducir las construcciones teóricas de los economistas a construcciones neuronales y
sostengo que tales intentos se basan en suposiciones excesivamente especulativas para lograr los logros
reductores que contemplan.
Consideremos primero la afirmación de Camerer et al. de que la explicación del comportamiento de los
economistas 'comienza en el medio [...] de la explicación de la neurociencia' (2005, p. 27). Esta afirmación
difícilmente sería informativa si reafirmara el lugar común de que las decisiones de los individuos están
precedidas por eventos neuronales que a menudo son "inaccesibles para la conciencia" (Camerer et al., 2005, p. 31).
Porque los neurocientíficos han estado repitiendo durante décadas que regiones neuronales específicas se
activan con frecuencia antes del momento en que los agentes informan que tomaron decisiones particulares
(ver, por ejemplo, Libet, 1983). Por el contrario, la afirmación de Camerer et al. pondría a prueba la
credulidad, si pretendiera sugerir que los NE tienen los medios para identificar los determinantes físicos
básicos de las decisiones de los individuos. Porque los eventos y procesos neuronales resultan de las
interacciones de los constituyentes microfísicos que operan en escalas espacio-temporales más detalladas
que las investigadas por los NE.
Surgen preocupaciones similares con respecto a las afirmaciones de los NE sobre el supuesto carácter
biológico de la economía. A primera vista, podría parecer que la economía, definida como el estudio del
comportamiento humano como una relación entre fines y medios escasos que tienen usos alternativos
(Robbins, 1932), tiene afinidades conceptuales significativas con la biología (ver, por ejemplo, Marshall,
1890/1961, libro 4). Sin embargo, esto no llega a autorizar la afirmación de Glimcher et al. de que “en última
instancia, la economía es una ciencia biológica” (2005, p. 254). En particular, las interpretaciones propuestas
hasta ahora de esta afirmación son vulnerables a las siguientes críticas. Por un lado, interpretar el término
'biológico' en un sentido amplio –para sugerir que los modelos económicos representan el comportamiento
de algunos organismos vivos genéricos– hace que la afirmación sea trivial.7 Por otro lado, las interpretaciones
más estrechas de dicho término no aclaran en en qué sentido la economía constituye una disciplina biológica
y qué implicaciones tiene esto para el modelado económico de elección.8 Esto no excluye que los NE puedan
encontrar alguna conceptualización plausible y precisa de 'biológico' que evite o eluda la crítica esbozada.
Sin embargo, desafía a aquellos NE que consideran la economía como una ciencia biológica a articular tal
conceptualización.

La afirmación de Zak y Denzau (2001, p. 32) de que el avance de la economía está condicionado a la
incorporación directa de hallazgos biológicos es aún más problemática.
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12 R. Fumagalli

Para ser justos, varios autores enfatizan la relevancia de los hallazgos biológicos para comprender los
fenómenos económicos (ver, por ejemplo, Alchian, 1950, sobre cómo el pensamiento evolutivo puede arrojar
luz sobre las influencias de la dinámica competitiva en las decisiones de los agentes).
Además, los hallazgos biológicos pueden, en principio, ayudar a los economistas a identificar situaciones en
las que es más probable que se cumplan las predicciones de sus modelos (ver, por ejemplo, Satz y Ferejohn,
1994, sobre la teoría de la elección racional) y desarrollar modelos de elección más explicativos (ver, por ejemplo,
Vromen, 2007, sobre el programa de investigación bioeconómica). Esto, sin embargo, de ninguna manera
implica que el avance de la economía esté condicionado a la incorporación directa de esos hallazgos. De
hecho, es difícil pensar en hallazgos biológicos cuya incorporación directa sea necesaria para el avance de la
elaboración de modelos y teorías económicas.
Enfrentado a las críticas anteriores, un defensor de NE puede conceder que varios autores presentaron
afirmaciones discutibles sobre las relaciones interteóricas entre las disciplinas madre de NE. Al mismo tiempo,
puede refutar que los NE han logrado avances sustanciales en sus intentos de vincular construcciones teóricas
a través de tales disciplinas. Para evaluar esta refutación, me centraré en lo que muchos consideran los
intentos de NE más avanzados para vincular construcciones económicas y neuronales, a saber, los trabajos
de Glimcher et al. sobre una reducción parcial de la utilidad de decisión a la utilidad neuronal.

En los últimos años, los estudios de EN han proporcionado evidencia cada vez más detallada sobre qué
variables se codifican en el cerebro humano mientras los individuos toman decisiones. Estos estudios (p. ej.,
Kable y Glimcher, 2009) integran datos de imágenes cerebrales con mediciones de una sola neurona en
primates no humanos para documentar correlaciones sistemáticas entre las decisiones de los individuos y las
señales BOLD medidas en áreas como el estriado ventral (VS) y el ventromedial. corteza prefrontal (CPVMP).
Sobre la base de estos hallazgos, varios NE sostienen que VS y VMPFC constituyen el núcleo de un sistema
de valoración neuronal para el aprendizaje y la toma de decisiones basados en valores (ver, por ejemplo, Levy
& Glimcher, 2012). En particular, Glimcher conjetura que VS y VMPFC 'contienen todas las neuronas que
necesitamos para extraer [valores subjetivos] para cualquier objeto' (2009, p. 509).

Si es correcta, la conjetura de Glimcher podría tener implicaciones trascendentales para los modeladores
de elecciones, ya que puede permitirles desarrollar modelos NE que predigan elecciones de manera confiable,
incluso cuando la teoría de la utilidad esperada no lo haga (Glimcher, 2011, capítulos 12 a 15).
Además, proporcionaría una poderosa justificación para modelar las funciones de utilidad de los agentes como
partes integrales de un mecanismo neuronal para la elección, en lugar de construcciones teóricas puramente
'como si'. La idea es que mientras la teoría económica tradicional solo afirma que los tomadores de decisiones
eligen 'como si' usaran una moneda común para valorar opciones, las representaciones de valor subjetivo son
de hecho computadas e integradas a nivel neuronal durante la elección. Esto, a su vez, constituiría un paso
crucial en el desarrollo de una reducción parcial de la utilidad de decisión a la utilidad neuronal (ver, por
ejemplo, Vromen, 2012).
Desafortunadamente, existen razones tanto empíricas como conceptuales para dudar de la conjetura de
Glimcher de que las activaciones de VS y VMPFC son constitutivas de la valoración de la recompensa a nivel
de todo el individuo. Por ejemplo, la evidencia disponible sugiere que VS y VMPFC calculan e integran valores
subjetivos en situaciones en las que las personas enfrentan recompensas a corto plazo vinculadas a estímulos.
Sin embargo, a pesar de los intentos recientes de extender tales hallazgos a valoraciones no vinculadas al
estímulo (ver, por ejemplo, Cooper et al., 2013), carecemos de evidencia convincente de que las áreas
neuronales identificadas por Glimcher determinen la elección cuando se trata del largo plazo. elecciones no
vinculadas a estímulos que interesan a los economistas (ver, por ejemplo, Camerer, 2013, sobre elecciones
que involucran competencia entre sistemas de valoración habituales y dirigidos a objetivos).
Además, varios estudios documentan que otras áreas neuronales además de las indicadas por Glimcher
contribuyen a la valoración en el comportamiento guiado por la recompensa (ver, por ejemplo, Noonan et al.,
2011, sobre procesos de valoración complementarios implementados en diferentes áreas corticales frontales).
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Revista de Metodología Económica 13

Estos hallazgos no excluyen que los NE puedan identificar correlaciones estadísticamente significativas entre las
decisiones de los individuos y los patrones de activación de áreas específicas en tareas de elección cada vez más
sofisticadas. Sin embargo, tomados en conjunto, arrojan serias dudas sobre las reducciones propuestas hasta ahora de
la utilidad de decisión a la utilidad neuronal. En particular, apoyan firmemente la suposición de que la utilidad de la
decisión puede divergir rutinariamente de las medidas del valor de recompensa subjetivo de los NE. Varios factores que
solo pueden explicarse parcialmente en términos de cálculos neuronales de los valores de recompensa (por ejemplo, los
compromisos éticos de los individuos y las variaciones contextuales en las restricciones institucionales) a menudo median
la influencia de las activaciones neuronales en las elecciones en situaciones de la vida real. En estas situaciones, se
requieren demasiados pasos inferenciales y excesivamente especulativos para reducir la utilidad de decisión a las
medidas de valor de recompensa subjetivo de los NE. Como dice Ross, 'los cerebros siempre deben hacer algo para
producir un comportamiento que implemente las elecciones; pero esto puede no ser generalmente, y mucho menos
siempre, un cálculo neural directo de los valores de recompensa comparativos” (2011, p. 306).

5. ¿Provoca la NE una expansión revolucionaria de la base probatoria de la teoría económica?

El cambio científico revolucionario ha sido el centro de acalorados debates metodológicos tanto en la filosofía general de
la ciencia (ver, por ejemplo, Kuhn, 1962; Lakatos, 1970) como en disciplinas específicas (ver, por ejemplo, Baumberger,
1977 y Blaug, 1975, sobre teoría económica). Los defensores de NE frecuentemente hablan de implementar
modificaciones revolucionarias en las disciplinas de origen de NE (ver, por ejemplo, Shiller, 2011). En esta última sección,
examino un aspecto en el que los NE han afirmado fomentar tales modificaciones. Más específicamente, evaluaré
críticamente la tesis de que las contribuciones de los ENs impulsan una expansión revolucionaria de la base evidencial
de la teoría económica, es decir, el conjunto de variables explicativas que informan y deben figurar en dicha teoría. La
idea es que los NE pueden observar variables que 'son consideradas intrínsecamente no observables' por otros
economistas (Camerer, 2008, p. 45), y que el 'mayor beneficio de los NE [...] puede provenir de señalar variables
biológicas que tienen una gran influencia sobre el comportamiento y son subestimados o ignorados en la teoría
[económica]' (Camerer, 2007, p. C35).9 Para evaluar la contundencia de estas afirmaciones, distingamos las siguientes
tres conceptualizaciones progresivamente más amplias de la base probatoria de la teoría económica. En una primera
conceptualización, esta base incluye elecciones exclusivamente observables. Este punto de vista ha sido defendido por
una serie de autores, que van desde los primeros defensores del enfoque de la preferencia revelada hasta algunos
investigadores contemporáneos (p. ej., Gul y Pesendorfer, 2008).

Una conceptualización más inclusiva sostiene que tanto las elecciones observables como las variables psicológicas (por
ejemplo, los informes de satisfacción hedónica) pertenecen a la base probatoria de la teoría económica. Este punto de
vista ha sido respaldado por varios economistas conductuales (p. ej., Kahneman y Tversky, 1979; Simon, 1955), quienes
instaron a otros economistas a combinar hallazgos conductuales y psicológicos al construir y evaluar sus modelos. De
acuerdo con una tercera conceptualización, aún más amplia, la base probatoria de la teoría económica comprende no
solo elecciones observables y variables psicológicas, sino también variables neuronales. Desde esta perspectiva, los
llamamientos de los NE para incorporar variables neuropsicológicas en los modelos económicos de elección pueden
verse como la ola más reciente de un proceso duradero de expansión de la base probatoria de la teoría económica.10

Ahora, las herramientas actuales de generación de imágenes cerebrales y estimulación cerebral permiten a los NE
medir y manipular causalmente varias variables además de las elecciones observadas (ver, por ejemplo, Camerer, 2008).
Esto, sin embargo, no llega a indicar que las contribuciones de los NE fomentan una expansión significativa, por no decir
revolucionaria, de la base probatoria de la teoría económica. Para estar seguro, soy
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14 R. Fumagalli

no ensayar el dicho de Gul y Pesendorfer de que "la evidencia de la neurociencia no puede refutar los
modelos económicos porque estos últimos no hacen suposiciones ni sacan conclusiones sobre la fisiología
del cerebro" (2008, p. 4). El mero hecho de que los economistas y los neurocientíficos apunten
respectivamente a diferentes conjuntos de variables explicativas no impide per se que las EN provoquen
una expansión significativa de la base probatoria de la teoría económica (por ejemplo, la disponibilidad de
hallazgos neuronales cada vez más detallados podría, en principio, llevar a los economistas a adoptar un
conceptualización más amplia de tal base). Aun así, los NE no han presentado razones convincentes para
pensar que los economistas deberían incluir variables neuronales en la base probatoria de la teoría
económica. Permítanme explicar esta preocupación.
Varias EN líderes toman sus contribuciones para impulsar una expansión trascendental de la base
probatoria de la teoría económica. A modo de ilustración, Fehr y Camerer sostienen que mientras los
economistas 'tratan las preferencias y creencias como imposibles o difíciles de observar directamente,
[NE] rechaza la premisa de la inobservabilidad' (2007, p. 419). De manera similar, Levy y Glimcher
sostienen que los hallazgos neuronales disponibles proporcionan 'una herramienta para medir las
preferencias neurobiológicamente' (2012, p. 1), y Camerer et al. alegan que 'el estudio del cerebro y el
sistema nervioso está comenzando a permitir la medición directa de pensamientos y sentimientos' (2005,
p. 10). Prima facie, estas afirmaciones pueden parecer bien respaldadas por los avances en curso en las
herramientas de observación y los protocolos experimentales de los NE.
Lamentablemente, esas afirmaciones se basan en presuposiciones discutibles sobre los constructos de
los economistas y el papel que desempeñan dichos constructos en la teoría económica. Para ilustrar esto,
centrémonos en la noción de preferencia en la teoría contemporánea de la elección racional.
Los modeladores y metodólogos económicos han debatido extensamente sobre los méritos de
distintas interpretaciones de la teoría de la elección racional. Dos de estas interpretaciones se contrastan
con frecuencia en la literatura económica (ver, por ejemplo, Guala, 2012; Hands, 2012). Por un lado,
encontramos una interpretación conductista 'delgada', según la cual la teoría de la elección racional
proporciona una representación puramente formal de patrones conductuales consistentes y no hace
ninguna afirmación sobre los fundamentos neuropsicológicos de las elecciones. Por otra parte, existe una
interpretación psicológica "gruesa", que considera que la teoría de la elección racional se basa en una
concepción psicológica popular de las elecciones como resultado de un proceso de razonamiento
instrumental. Estas interpretaciones conductistas y psicológicas no agotan el conjunto de interpretaciones
que se pueden dar a la teoría de la elección racional. Aún así, es interesante considerar si los hallazgos
sobre los sustratos neurales de las decisiones supuestamente amplían la base probatoria de tal teoría
bajo cada una de esas dos interpretaciones.
Los hallazgos de los EN no amplían directamente la base probatoria de la teoría de la elección
racional cuando esta teoría se interpreta a lo largo de líneas conductistas 'delgadas'. De hecho, los
detractores de la interpretación conductista 'delgada' comúnmente se quejan de que su adopción separa
la teoría de la elección racional de la investigación neuropsicológica (ver, por ejemplo, Guala, 2012). A
este respecto, la adopción de una interpretación psicológica "gruesa" podría permitir a los modeladores
preservar la continuidad entre la teoría de la elección racional y la investigación neuropsicológica. Aun
así, uno puede respaldar tal interpretación y, sin embargo, negar que los hallazgos de los NE amplían la
base probatoria de la teoría de la elección racional con respecto a la noción de preferencia. Después de
todo, la disponibilidad de medidas cada vez más precisas de los correlatos neurales de las preferencias
no implica que tales preferencias sean observables directamente. De manera más general, ni el conductista
'delgado' ni la interpretación psicológica 'gruesa' de la teoría de la elección racional autorizan la afirmación
de que las preferencias constituyen un objetivo adecuado para la observación neuronal directa (ver, por ejemplo,
Hausmann, 2011).
En esta etapa, un proponente de EN podría objetar que los hallazgos neuronales podrían fomentar
una expansión de la base probatoria de la teoría económica al incitar a los economistas a refinar sus
categorizaciones de fenómenos económicos o incluso emplear diferentes teorías.
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Revista de Metodología Económica 15

construcciones La idea sería mostrar que lo que se consideraba como un fenómeno económico unitario
en realidad corresponde a fenómenos distintos producidos por mecanismos neurales disímiles.
Supongamos que los NE logran demostrar que los fenómenos económicos particulares (por ejemplo,
conjuntos específicos de elecciones intertemporales) se realizan de forma múltiple en el nivel neural. Esto
puede ser muy informativo para los modeladores de elección que investigan los sustratos neurales de las
decisiones. Sin embargo, no exigiría un refinamiento de las categorizaciones de los fenómenos económicos
por parte de los economistas ni fomentaría el reemplazo de construcciones teóricas como las preferencias
temporales y las tasas de descuento intertemporales. Porque los economistas definen los fenómenos y
construcciones económicos por referencia a las variaciones observables en los patrones de comportamiento
individuales y estratégicos más que al funcionamiento de áreas y procesos neuronales específicos (ver,
por ejemplo, Ross et al., 2008, p. 10). Esto no excluye que los hallazgos de los NE puedan fomentar una
expansión de la base probatoria de la teoría económica. Aún así, desafía a los NE a presentar razones
más convincentes para pensar que los economistas deberían incluir variables neuronales en la base
probatoria de la teoría económica.
Observaciones análogas se aplican al descubrimiento de que los sustratos neurales de fenómenos
económicos supuestamente distintos se superponen en gran medida. A modo de ilustración, supongamos
que se identifican superposiciones considerables en los sustratos neuronales de las preferencias de
riesgo, las preferencias temporales y las preferencias sociales de los individuos. Este hallazgo puede ser
evidencial y epistémicamente relevante para los modeladores de NE. Sin embargo, pace Fehr y Camerer
(2007, p. 426), tal hallazgo no parece ser especialmente 'importante' para otros economistas. En particular,
no proporciona per se ninguna razón convincente para pensar que los economistas deberían dejar de
considerar estos tipos de preferencias como distintas. Las razones por las que los economistas diferencian
entre esos tipos de preferencias no se relacionan tanto con la supuesta falta de superposición en sus
sustratos neuronales, sino con las variaciones observables en los patrones de comportamiento individuales
y estratégicos. Para decirlo de otra manera, se está realizando una gran cantidad de trabajo interesante
en la interfaz entre las disciplinas principales de NE. Aún así, no se muestra que los hallazgos de los NE
fomenten una expansión significativa de la base probatoria de la teoría económica. Esto es válido no solo
para algunos casos seleccionados de retórica de autopromoción por parte de los NE, sino también para
las afirmaciones de los NE sobre construcciones económicas centrales, como la noción de preferencia.

Conclusión

Este documento defendió las siguientes cinco tesis sobre la investigación de NE: (1) Los NE han logrado
avances prometedores en la integración de hallazgos y herramientas de modelado en las disciplinas
principales de NE, pero carecen de una base adecuada para proporcionar un modelo único unificado de
elección que abarque la economía, la psicología y la neurociencia. ; (2) los defensores de la NE se resisten
justificadamente a algunas defensas aislacionistas de la teoría económica estándar, pero exageran
significativamente la relevancia evidencial y explicativa de los hallazgos de la NE para el modelado
económico de elección; (3) los EN defienden persuasivamente la construcción de modelos económicos
cuyas implicaciones son compatibles con los hallazgos de otras disciplinas, pero actualmente no brindan
razones convincentes para discriminar entre los modelos económicos de elección en términos de ajuste
relativo con los hallazgos neuronales; (4) los NE líderes han realizado intentos innovadores para reducir
las construcciones de los economistas a construcciones neuronales, pero confían en suposiciones
excesivamente especulativas para lograr los logros reductores que prevén; y (5) las EN amplían el
conjunto de variables explicativas que pueden figurar en los modelos interdisciplinarios de elección, pero
hasta ahora no han logrado impulsar una expansión significativa (por no decir revolucionaria) de la base
probatoria de la teoría económica.
Al comentar sobre el potencial de éxito en los primeros estudios de NE, varios autores sostuvieron
que es prematuro juzgar los logros de los NE (Quartz, 2008, p. 466; Smith,
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dieciséis
R. Fumagalli

2007, pág. 313), que la prueba definitiva está en los resultados futuros de las EN (Bernheim, 2009, p. 38;
Schotter, 2008, p. 77), y similares. Como se argumenta en este artículo, varias cuestiones empíricas y
conceptuales aún esperan ser resueltas y aclaradas en la investigación contemporánea de NE.
Esto, sin embargo, no autoriza ni un optimismo irreflexivo sobre las perspectivas de NE ni una anarquía
metodológica generalizada. Por el contrario, es precisamente al abordar estos temas que los metodólogos
económicos pueden proporcionar una evaluación informativa de las contribuciones de las EN.

Agradecimientos
Agradezco a J. McKenzie Alexander, Richard Bradley, John Davis, Wade Hands, Don Ross y Jack Vromen
sus comentarios sobre versiones anteriores de este documento. También me beneficié de las observaciones
de dos árbitros anónimos y del público de la Universidad de Mu¨nster, la London School of Economics y la
Universidad Erasmus de Rotterdam.

Declaración de divulgación
El autor no informó ningún posible conflicto de intereses.

notas
1. Los NE frecuentemente usan los términos 'modelos' y 'teoría' indistintamente cuando presentan y discuten sus
hallazgos. En este artículo, sigo esta práctica terminológica a menos que la fuerza de mis consideraciones
dependa de diferencias específicas entre estas dos nociones (ver, por ejemplo,
Hausman, 1992, capítulo 5; Ma¨ki, 1996, apartado 5).
2. En la Sección 3, amplío los desafíos que enfrentan los llamados de los NE para emplear los hallazgos neuronales
con fines de selección de modelos en economía. En cuanto a los beneficios predictivos y explicativos
producidos por los NE, articulé en trabajos anteriores dos desafíos a los llamados de los NE para utilizar los
hallazgos neuronales en la construcción y evaluación de modelos económicos. El primer desafío (Fumagalli,
2011) es que, debido a las compensaciones entre los deseos valorados respectivamente por los EN y otros
economistas, mostrar que los hallazgos neuronales ayudan a los economistas a satisfacer deseos específicos
no implica que los EN permitan a los economistas construir mejores modelos de elección. El segundo desafío
(Fumagalli, 2014) es que las EN hasta ahora no han logrado mejorar significativamente los modelos
económicos, incluso con respecto a los deseos individuales.
3. Hablo de "sustratos neurales de elección" en términos generales para indicar hallazgos tanto algorítmicos como
neuroanatómicos. Los defensores de la EN frecuentemente enfatizan que los estudios de la EN apuntan a
ambos conjuntos de hallazgos. Por ejemplo, Montague argumenta que hay 'dos [NE] naturales', uno que
investiga 'los algoritmos de comportamiento que se ejecutan en [el] tejido neural', el otro que examina 'la
forma en que se construye el tejido neuronal, se sostiene a sí mismo a través del tiempo, y procesa la
información de manera eficiente' (2007, p. 219).
4. Expresiones como 'modelos económicos informados' e 'modelos económicos informados de elección' son
utilizadas en diferentes sentidos por distintos autores. En este artículo, empleo tales expresiones para
referirme a la tesis de que los hallazgos de EN tienen una relevancia evidencial y explicativa directa para el
modelado económico de elección.
5. Fumagalli (2010) ocasionalmente contrasta NE incrementales y radicales, en oposición a NE incrementales y
radicales. Aquí me concentro en el último contraste, ya que varios autores brindan contribuciones incrementales
y radicales en sus estudios y, por lo tanto, son difíciles de categorizar como NE incrementales o radicales.

6. Se afirma que los hallazgos neuronales tienen fines discriminatorios en varias disciplinas además de la economía
(ver, por ejemplo, Kable, 2011, sobre la oportunidad de combinar hallazgos de imágenes cerebrales y
estimulación cerebral para discriminar entre teorías psicológicas). Aquí me centro en el uso de tales hallazgos
para la selección de modelos en economía. Al hacerlo, empleo la expresión 'evidencia disponible' de manera
amplia para indicar el conjunto de hallazgos conductuales, psicológicos, neurales, etc. que se consideran
relacionados con los méritos de los modelos examinados, a menos que mencione un subconjunto específico
de esos hallazgos.
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Revista de Metodología Económica 17

7. Algunos autores (p. ej., Ross et al., 2008, p. viii) afirman que los modelos económicos estándar no se basan en
supuestos explícitos sobre qué tipo de entidades (p. ej., individuos humanos, empresas y áreas neuronales)
supuestamente mapean los agentes representativos. Sin embargo, incluso esos autores conceden que los
modeladores económicos se preocupan en última instancia por los organismos vivos de algún tipo (ver, por
ejemplo, Ross, 2009; ver también Davis, 2009, para una discusión).
8. Para dar un ejemplo, Rosenberg infiere que la economía es una ciencia biológica sobre la única base de que los
economistas estudian 'las causas y los efectos del comportamiento de los miembros de la especie [Homo
sapiens]' (2009, p. 60). La observación de que los economistas investigan las causas y los efectos del
comportamiento humano no convierte per se a la economía en una ciencia biológica en un sentido interesante.
Además, Rosenberg presenta afirmaciones cuestionables al explicar las implicaciones del supuesto carácter
biológico de la economía. En particular, en ninguna parte fundamenta su afirmación de que "casi todo lo misterioso
y problemático [...] sobre la economía se resuelve una vez que entendemos la economía como una ciencia
biológica" (2009, p. 59).
9. Se ha afirmado que la NE fomenta cambios revolucionarios en otros aspectos además del examinado en esta sección.
Por ejemplo, Glimcher y Rustichini (2004) enfatizan el alcance de la revolución propuesta por los NE, que
supuestamente abarca los relatos de elección desarrollados respectivamente por economistas, psicólogos y
neurocientíficos. Por su parte, Glimcher (2011, capítulo 6) insiste en la profundidad de la supuesta revolución de
las EN, que supuestamente fomenta la reducción de algunos constructos básicos empleados en las disciplinas
madre de las EN. Paso por alto estas consideraciones aquí, ya que ya las comenté en las Secciones 1 y 4.

10. Esto no implica que la EN sea plausiblemente considerada como la mera continuación de la economía experimental
y del comportamiento con instrumentos tecnológicamente más sofisticados. No me interesa aquí discutir cómo la
NE difiere de los programas de investigación anteriores en la interfaz entre la economía y la psicología. Para los
propósitos presentes, es suficiente notar que los EN frecuentemente critican trabajos anteriores en economía
conductual y experimental. Por ejemplo, Glimcher et al. alegan que la mayoría de los modelos de racionalidad
acotada 'tienen poco o ningún poder predictivo fuera de sus dominios acotados' (2005, p. 214), y Glimcher sostiene
que la teoría prospectiva 'tiene demasiados parámetros que interactúan para [ser considerada como] una teoría
verdaderamente falsable' (2011, pág. 120).

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