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EPOCAS DE ADORACION, 28:1–29:40

1. La supremacía de la adoración (28:1–2)


La adoración es una parte esencial de las relaciones del hombre con Dios. Esto había sido
señalado antes, pero había habido un lapso en el modo de adoración en el desierto. Ahora
había necesidad de recordar a la gente lo que se esperaba de ellos. De modo que habló
Jehová a Moisés (1) que mandara a Israel que cumpliera con la ofrenda debida, al Señor, a
su tiempo (2). Esto estaba en armonía con el programa de ofrendas (Lv. 23) que eran las
diarias, semanales, mensuales y anuales.
A nosotros, estas leyes pueden parecernos elaboradas y complicadas y a la vez sumamente
confusas. Sin embargo, debe destacarse una lección—hay una ofrenda para el Señor,
apropiada en todo tiempo y lugar. Para el cristiano del Nuevo Testamento, es una vida
consagrada que se lleva diariamente, cada semana, cada mes, cada año y a través de toda
nuestra existencia.
2. Las ofrendas diarias y las sabáticas (28:3–10)
Las ofrendas diarias eran las más importantes de todo el plan del Antiguo Testamento. Por
cierto que hacían hincapié sobre la necesidad de la fidelidad cotidiana a Dios y la de los
cultos permanentes. Estas ofrendas incluían dos corderos sin tacha (3), un cordero… por
la mañana, y el otro… a la caída de la tarde (4). Con éstos, debían presentar “una ofrenda
de cereal” (RSV) constituida por la décima parte de un efa de flor de harinamezclada con
aceite de olivas machacadas (5).11 También presentaban libación de vino en el santuario,
en la base del altar (o sobre el altar) ante Jehová (7). Tanto la ofrenda de la mañana como
la de la tarde eran de olor grato a Jehová (8).
En el día de reposo (9), estas ofrendas debían ser dobles, como expresión de necesidad de
adoración adicional en el santo día del Señor.

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