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ANDRÉS JULIÁN VALENZUELA APONTE-20171379099

PROBLEMAS MORALES EN LA CULTURA, EL BIEN Y EL MAL. 04-06-2020

En este ensayo busca realizar una exposición y reflexión frente el texto de Aristóteles
Magna Moralia, a propósito de las virtudes que comprometen al hombre a lo largo de
su vida, teniendo en cuenta las polaridades del bien y el mal, y como estas actitudes y
costumbres se han venido plasmando en la sociedad a través de la cultura, objeto
principal de estudio de la ética. Este ensayo busca realizar un análisis del porqué se
vienen presentando problemas morales en la cultura.

Primeramente, empezaremos adoptando el abordamiento de Aristóteles acerca de la


moral, donde expone que para que una persona sea buena, esta debe poseer ciertos
atributos, los cuales son las virtudes. Estas nos permiten convivir en la comunidad de
forma sana, donde se evidencia la conciencia de los limites que no deben sobrepasarse.
Estos límites suponen dos territorios, o dos polaridades, el bien y el mal, lo correcto y lo
prohibido, la mesura y la desmesura. No obstante, estos han venido cambiando a lo
largo de la historia en la convivencia de la humanidad, puesto que, se ha ido
produciendo una conciencia moral, donde el bien, lo que nos beneficia, sea real y puro,
aún así no está exento de errores o controversias. Estos errores o controversias pueden
llegar a presentar un malestar para las personas pertenecientes a una cultura, este punto
se explicará más adelante.

Por ahora, nos compete comprender que cuando se es responsable por algún acto, ya sea
bueno o malo, se entra en el terreno de la ética, puesto que estas consecuencias son
actos consientes de personas y cuando estos sean malintencionados deberían, debido a
la cultura, ser ajusticiadas, y que no permitirse de nuevo. Distinto a cuando algo ocurre
por eventos fortuitos, donde nadie tiene la culpa, a las que se le conocen como
catástrofes.

Según Aristóteles, en el texto al que se refiere, la virtud no es como la ciencia, porque


uno puede saber de una virtud, pero no ser poseedor de ella, como lo es la justicia, la
prudencia, la templanza. Todos conocemos gran parte de las virtudes, pero aún así no
las hemos adquirido y hecho uso de ellas, cosa que nos convierte en hombres de bien.
Es claro que no es posible tenerlas todas las virtudes, eso sería alcanzar la perfección y
lo que nos confiere no son temas divinos, no en esta ocasión, sin embargo, es posible
cumplir con cierto equilibrio, donde al menos se procure el bienestar propio y del
prójimo, y donde más allá, se quiera alcanzar la felicidad, puesto que, como expone
Aristóteles, la constituyen muchos bienes y realmente no se puede aislar del todo y
decir que solo uno contribuye a este propósito, pero si se puede decir que el uso y la
facultad del bien son factores indispensables.

Para este efecto, traigo a colación el hecho de que, todo aquel que haya vivido largo
tiempo en una determinada cultura procura mantener esta paz, cediendo la tentación,
esto debido a que se ha adoptado desde muy joven. Esto hace que muchas veces el
instinto no pueda ser satisfecho. Las privaciones que se hacen al hombre traen consigo
consecuencias, como las reacciones asociales. Aquí se evidencia algo hipocresía, debido
a que la civilización se muestra temerosa ante el homicidio o el incesto, pero no se
privan de satisfacer toda su codicia, sus impulsos agresivos y sus caprichos sexuales, ni
de perjudicar a sus semejantes con la mentira, el fraude y la calumnia, cuando pueden
hacerlo y con el mayor de los descaros, y así viene sucediendo, desde siempre, en todas
las civilizaciones.

Aristóteles plantea ideas muy interesantes que, aún hoy en día, se podrían aplicar
gradualmente para mejorar los límites que impone la cultura. Estas ideas son la
satisfacción del placer a través del bien, un buen equilibrio entre el exceso y el defecto,
encontrando diversas virtudes que conmueven a enriquecer espiritualmente a una
persona, sin la necesidad de recurrir impulsos negativos por una sociedad oprimida.

Aristóteles nos expone la importancia de no caer en el exceso o el defecto, si no por el


contrario adoptar el medio de estos dos. No conviene irritarse siempre, pero tampoco
ser pasivo con todas las cosas. Entre la insolencia y la bajeza, entre el honor y el
deshonor, justo en el medio es cuando se encuentra la grandeza del alma, puesto que en
este punto no se quiere más de lo que merece, pero tampoco se rechaza las recompensas
por el trabajo.
En este punto se debe recalcar la percepción de la justicia, donde se dice que es una
virtud completa, puesto que se ocupa de evaluar cada una de las virtudes, actos de
prudencia y convivencia humana.

La justicia, dado lo anterior presenta una dualidad, debido a que un hombre puede
pensar que está siendo justo y aquello lo es así para él únicamente, y es justo aquí
cuando introduce definitivamente el término de la igualdad.

Siempre que se incurra en una injusticia para todos y al parecer justicia solo para uno,
se incurre en una desigualdad. Por tanto, la justicia, así como las demás virtudes
también se encuentra en el medio del exceso y el defecto, entre lo demasiado y lo
demasiado poco.

Muchas veces vemos que la sociedad trata de tomar la justicia por mano propia,
formando un círculo y presenciando dicho espectáculo, satisfaciendo esas necesidades
vengativas, y claro ¿Quién no se indigna al presenciar que alguien está siendo afectado
inmerecidamente? Como cuando un grupo de personas atrapa a un ladrón con las manos
en la masa, aunque se quiera recurrir a la satisfacción de ciertos deseos, no deberíamos
limitarnos a ellos por la cultura, sino más bien por las virtudes que se han imitado y
adquirido.

A propósito de esto, Aristóteles recalca el hecho de que la justicia tampoco consiste en


que el ofensor sufriera el mismo daño que había hecho al ofendido, se busca que el
ofensor reciba un castigo en mayor proporción, dado que fue el que en un inicio
cometió delito, aunque no siempre del mismo modo.

Finalmente, podemos decir, después de una reflexión y análisis respecto del texto, que
si bien es cierto que una sociedad necesita de valores y principios para mantenerse en
orden, estos deben estar equilibrados, ni en el exceso, ni en el defecto y no mantener
solamente el orden a causa de opresión y reglas, evidenciando un orden en el caos, si no
por el contrario, un actuar concienzudo, logrado a partir de la educación e imitación de
las virtudes, hasta que sean adquiridas y usadas para la convivencia humana, la
satisfacción, y la felicidad.

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