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Serulnikov Crisis PDF
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439-469
SERGIO SERULNIKOV **
* La investigación para este estudio contó con la ayuda financiera del Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas de la Argentina (Conicet), la John Simón Guggenheim Foundation,
Escuela de Estudios Hispano-Americanos de Sevilla, la Fundación Antorchas y la John Carter Brown Library.
** Universidad de San Andrés/Conicet. Vito Dumas 284, Victoria, Buenos Aires (B1644BID). Tel. (54-11)
4725-7067. Email: serulnik@bc.edu.
1 Véase en particular Frangois-Xavier Guerra, Modernidad e independencias. Ensayos sobre las
revoluciones hispánicas (México: MAPFRE, 1992); Antonio Annino, L. Castroleiva y F. X. Guerra, De los Imperios
a las Naciones: Iberoamérica (Zaragoza: Ibercaja, 1994); y José Carlos Chiaramonte, Nación y Estado
en Iberoamérica. El lenguaje político en tiempos de las independencias (Buenos Aires Editorial Sudamericana, 2004).
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de gobierno, no un anuncio de los tiempos por venir2. Los múltiples motines contra
el aumento de los impuestos en La Paz, Arequipa y otras ciudades del Alto y Bajo
Perú, han tendido a ser vistos como revueltas típicas de Antiguo Régimen y, en
consecuencia, no han alterado de manera sustantiva este paradigma3.
El presente ensayo se propone repensar algunas de las premisas de este
modelo interpretativo. Nuestro trabajo se centra en la ciudad altoperuana de La
Plata, la sede de la audiencia de Charcas, a fines del siglo XVIII. Como es bien
sabido, tras la invasión napoleónica a la península Ibérica, la ciudad de La Plata
(conocida también como Chuquisaca, Sucre en la actualidad) fue el escenario de
los primeros ensayos de ruptura abierta con los virreyes y de sustitución de las
autoridades vigentes por nuevos organismos de gobierno. En mayo de 1809,
una coalición de oidores de la audiencia, oficiales del cabildo y abogados,
respaldados por la movilización de sectores plebeyos que protagonizaron cruentos
enfrentamientos con la guarnición militar, asumieron el poder luego de destituir al
intendente de Charcas y de forzar al arzobispo a abandonar la ciudad. El
movimiento se expandió pronto a La Paz, en donde adquirió tonos más radicales4.
Mientras los estudios sobre el alzamiento tupamarista nos ayudan a entender
por qué las elites altoperuanas tendieron a evitar la movilización indígena y a
rechazar el tipo de revolución de sesgo liberal propugnada por los primeros
ejércitos criollos provenientes del Río de la Plata y Nueva Granada, sabemos
mucho menos acerca de la génesis de las transformaciones sociales detrás de
aquellos tempranos estallidos urbanos de rechazo al orden establecido5.
2 John Leddy Phelan: The People and the King: The Comunero Revolution in Colombia, 1781 (Madison,
popularen la independencia de Boliviana Paz, OEA, 1979); Estanislao Just: Comienzo de la independencia en el
Alto Perú: los sucesos de Chuquisaca, 1809(Sucre, Editorial Judicial, 1994).
5 Los estudios regionales de mediano y largo plazo sobre las prácticas políticas de los pueblos andinos
incluyen, entre otros, Cecilia Méndez: The Plebeian Republic: The Huanta Rebellion and the Making ofthe Peruvian
State, 1820-1850 (Durham, Duke University Press, 2005); Nuria Sala i Vila: Y se armó el tole tole. Tributos
indígenas y movimientos sociales en el virreinato del Perú, 1784-1814 (Cusco, IER, 1996); Sergio Serulnikov:
Subverting Colonial Authority. Challenges to Spanish Rule in Eighteenth-Century Southern Andes (Durham, Duke
University Press, 2003); Sinclair Thomson: We Alone Will Rule. Native Andean Politics in the Age of Insurgency
(Madison, The University of Wisconsin Press, 2002); Mark Thurner: From Two Republics to One Divided: Contradicting
Postcolonial Nation Making in Andean Perú (Durham, Duke University Press, 1997); Charles Walker: Smoldering
Ashes. Cuzco and the Creation of Republican Perú, 1780-1840 (Durham, Duke University Press, 1999).
IDENTIDADES COLECTIVAS Y REPRESENTACIÓN POLÍTICA EN LA CIUDAD DE CHARCAS 441
6 Estudios como los de Rossana Barragán o Sarah Chambers para La Paz y Arequipa son sin duda un
importante paso en esta dirección. Véase, Barragán: ‘‘Españoles patricios y españoles europeos”; Sarah C.
Chambers: From Subjects to Citizens. Honor, Gender and Politics in Arequipa, Perú, 1780-1854 (University Park,
The Pennsylvania State University Press, 1999).
7 Las milicias urbanas habían por ejemplo tenido una activa participación en los levantamientos populares
de Arequipa en 1780 y de Nueva Granada en 1781. Véase, Cahill: “Taxonomy of a Colonial 'Riot'”; y Juan
Marchena Fernández: Ejército y milicias en el mundo colonial americano {Madrid, Editorial MAFRE, 1992), pp. 204
210. Sobre las reformas militares en el Perú durante la época de Carlos III, véase asimismo León Campbell: The
Military and Societyi n Colonial Perú, 1750-1810 (Philadelphia, The American Philosophical Society, 1978).
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los altos cargos públicos, el aumento general de la carga fiscal y los ataques a la
autonomía de las corporaciones y comunidades locales. Estamos en presencia
pues de dos fuerzas destinadas a colisionar: el nuevo proyecto imperial de los
Borbones y el arraigado sentimiento de orgullo y derechos adquiridos de la
población charqueña emanado de su decisivo rol en la defensa o, en palabras de
la época, la “reconquista” del reino. Los soldados peninsulares estacionados en
la ciudad se convirtieron en el catalizador de estos antagonismos. Su convivencia
con los moradores, tanto la “gente decente” como la plebe, estuvo signada desde
un principio por el resentimiento y la violencia. Ello iba a suscitar dos violentos
motines populares, en 1782 y 1785, así como enfrentamientos abiertos de la
población local, representada institucionalmente en el cabildo, con las principales
autoridades regias (el virrey del Río de la Plata, la audiencia de Charcas y el
ejército regular)8. La reconstrucción en profundidad de estos eventos, los cuales
han merecido hasta aquí escasa o nula atención por parte de los historiadores,
proporciona una vía de aproximación a procesos de transformación social con
vastas y duraderas derivaciones.
En efecto, postularemos en primer lugar que la lucha contra el levantamiento
tupamarista no sólo dejó su impronta en el acendrado conservadurismo ideológico
de las elites altoperuanas respecto de la inherente inferioridad de los pueblos
nativos: también sirvió para afirmar las prerrogativas de la población urbana
frente a los avances de las políticas borbónicas. El desempeño del vecindario
durante la rebelión indígena creó las condiciones para que tres décadas antes
de la crisis general del dominio español la ciudad comenzara a ser percibida no
sólo como un sujeto abstracto de derechos, sino como un actor político colectivo.
Se sostendrá, por otro lado, que las agresivas iniciativas del ayuntamiento de La
Plata, y su apelación a nociones pactistas, no deben ser entendidas como una
mera reacción tradicionalista frente a la implantación del modelo absolutista,
como una “nostalgia de las antiguas instituciones representativas”, una búsqueda
de amparo en “las viejas libertades”9. Antes bien, las actividades del cabildo
comportaron una perceptible ruptura con el pasado. Aunque el movimiento puso
en juego antiguas concepciones de legitimidad monárquica y establecidos
mecanismos de participación en los asuntos públicos, sería un error inferir su
significado por referencia al contendido abstracto de las primeras y al lejano
origen histórico de los segundos. Es preciso recordar que los ayuntamientos
americanos habían venido funcionando desde el siglo XVI como organismos de
administración municipal monopolizados por un grupo de familias notables en
relación simbiótica con la burocracia regia. Por el contrario, durante estos años el
cabildo de La Plata empezó a servir como órgano de representación política del
vecindario, se erigió en abierta oposición a las principales instancias de poder
español y sus partidarios y los sectores sociales a los que proclamó representar
8 Como hemos analizado en otra parte, estas tensiones también se pusieron de manifiesto en el plano de
la ceremonia pública y el simbolismo político. Estos revelan el repentino valor asumido por la opinión del público
y la existencia de concepciones de legitimidad monárquica antagónicas al absolutismo borbónico. Véase Sergio
Serulnikov: ‘“Las proezas de la Ciudad y su Ilustre Ayuntamiento’: Simbolismo político y política urbana en Charcas
a fines del siglo XVIII”, Latín American Research Review, vol. 43, N2 3, 2008.
9 Guerra: Modernidad e independencias, p. 28.
IDENTIDADES COLECTIVAS Y REPRESENTACIÓN POLÍTICA EN LA CIUDAD DE CHARCAS 443
abarcaban, de manera muy activa y tangible, no sólo a las elites sino también a
la plebe urbana10.
Todo ello nos conduce a una última observación de carácter más general.
Para el caso de la Francia del Antiguo Régimen, se ha señalado que la teoría del
derecho de resistencia a la tiranía, en la cual se inscribió la crítica del poder absoluto
del rey, estuvo en principio asociada a la idea de restauración de la sociedad de
órdenes, a un rechazo aristocrático de la nivelación de las distinciones de rango
que había tenido lugar desde la consolidación del absolutismo en el siglo XVII11.
Un argumento análogo ha sido postulado para el caso latinoamericano. Frangois-
Xavier Guerra, entre otros, ha señalado que las luchas de las elites criollas para
afirmar la igualdad de América y España tras las abdicaciones de Bayona se
conjugaron con una imagen estamentaria de la sociedad de corte muy tradicional12.
La experiencia de La Plata nos permite acaso atisbar otro tipo de dinámica histórica.
Sugeriremos que las políticas absolutistas borbónicas, por un lado, y la movilización
conjunta de toda la población urbana en la guerra contra los indígenas, por otro,
propiciaron una relajación de las fronteras entre el patriciado y la plebe, vale decir,
un resquebrajamiento de los modos de estratificación social propios de la sociedad
hidalga de Indias. Como cabría esperar, la inclusión de los grupos populares urbanos
en la política se da en la práctica, de hecho, sin que nada cambie en las reglas que
rigen las instituciones, y no significa de manera alguna igualación. Expresa, con
todo, el creciente sentimiento de pertenencia de ambos sectores a una misma
entidad social, a una misma sociedad. Y, para tomar prestadas palabras de Octavio
Paz en su ensayo sobre México colonial, “toda sociedad al definirse a sí misma,
define a las otras. Y esta definición asume casi siempre la forma de una
condenación”13. La doble condenación de la alteridad radical de la vasta mayoría
de la población indígena suscitada por la revolución tupamarista y de la colonialidad
de las estructuras de gobierno suscitada por las políticas borbónicas, es la marca
de nacimiento de la conciencia política criolla. Es una marca que en gran parte
informaría las peculiares, en apariencia paradójicas, reacciones de la sociedad
charqueña frente a las abdicaciones de Bayona, primero, y al movimiento
independentista, poco después.
10 John Lynch sostiene, para todo el ámbito del virreinato del Rio de la Plata hasta los últimos años del siglo
XVIII, que “[la] dependencia de autoridades superiores estimuló un servilismo y una inercia, que pueden leerse en
cada línea de las actas de los cabildos". John Lynch: Administración colonial española 1782-1810. El sistema de
intendencias en el Virreinato del Río de la Plata (Buenos Aires, Eudeba, 1962), p. 192.
11 Pierre Rosanvallon: La consagración del ciudadano. Historia del sufragio universal en Francia (México,
13 Octavio Paz: Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe (México, FCE, 1995), p. 47.
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(21%), 6.159 mestizos (40%), 2.132 negros (15%) y 3.771 indios (24%)14. Aunque
más pequeña que otras ciudades de la región, La Plata fue sede de las tres
principales instituciones coloniales en el sur andino: la audiencia, el arzobispado y
la universidad. Ello le otorgó peculiares características. Por un lado, ciudades como
La Plata, capitales históricas de virreinatos y audiencias, fueron las que fijaron la
norma de la ciudad barroca latinoamericana: comunidades fundadas en la asunción
de modelos señoriales de comportamiento que pretendían remedar el modo de
vida cortesano de las urbes ibéricas15. En particular, los jueces de la real audiencia
de Charcas, el más poderoso tribunal en la región, ocupaban el escalón más alto
de la pirámide social. Más allá de sus amplias atribuciones judiciales, el presidente,
los oidores y fiscales habían gozado desde la fundación de la ciudad de
preeminencias ceremoniales, elaboradas formas de cortesía y el uso de la toga y
otros símbolos de distinción social16. Estas ciudades se caracterizaban también
por un acendrado dualismo social. Se concebía que la sociedad urbana estaba
escindida entre la “gente decente" (personas de origen hispano, tanto peninsulares
como criollos, elegibles para ocupar los principales cargos concejiles) y la plebe
(individuos identificados como mestizos, mulatos, cholos y otras “castas” que
desarrollaban oficios manuales y comercio al menudeo). Aunque la pureza de sangre
se establecía de manera holística más bien que genética o conforme a estrictos
rasgos fenotípicos (para fines del siglo XVIII, pocos criollos podían ser considerados
blancos en sentido estricto), y las fronteras entre ambos grupos estaban en la
práctica lejos de ser infranqueables, la literatura histórica ha coincidido en destacar
la centralidad de esta imagen binaria del mundo urbano17.
14 El padrón fue realizado por el Arzobispo Francisco Ramón de Herboso. Citado en Edberto Oscar Acevedo:
Las intendencias altoperuanas en el Virreinato del Río de la Plata (Buenos Aires, Academia Nacional de la Historia,
1992), p. 409. Para fines del siglo XVIII, Lima tenía 52.000 [Alberto Flores Galindo: Aristocracia y plebe: Lima
1760-1830 (estructura de clases y sociedad colonial) (Lima, Mosca Azul Editores, 1984), p. 15]; La Paz, 40.000
[Herbert Klein: Haciendas and Ayllus (Stanford, Stanford University Press, 1993), p. 9]; y Cochabamba 22.000
[Brooke Larson: Colonialism and Agrarian Transformation in Bolivia. Cochabamba, 1550-1900 (Durham, Duke
University Press, 1997), p. 175].
15 Ángel Rama: La ciudad letrada (Montevideo, Arca, 1995), p. 32; José Luis Romero: Latinoamérica, las
ciudades y las ideas (Buenos Aires, Siglo Veintiuno Editores, 1976), pp. 85-91.
16 Eugenia Bridikhina: “Los honores en disputa. La identidad corporativa de la elite administrativa colonial
incluyen, Romero: Latinoamérica; Louisa Schell Hoberman y Susan Migden S0C0L0W (Eds.): Cities and society in
colonial Latin merica (Albuquerque, University of New México Press, 1986); Jorge Enrique Hardoy: Cartografía
urbana colonial de América Latina y el Caribe Buenos Aires (Buenos Aires, Grupo Editor Latinoamericano, 1991);
Richard Morse: “El desarrollo urbano de la Hispanoamérica colonial”, en Leslie Bethell (Ed.): Historia de América
Latina, vol. 3 (Barcelona, Editorial Crítica, 1990); y Christine Hunefeld: "El crecimiento de las ciudades: culturas
y sociedades urbanas en el siglo XVIII latinoamericano”, en Historia General de América Latina, vol. IV, (Madrid,
Ediciones UNESCO/Editorial Trota, 2000). Para el caso del Perú, véase Flores Galindo: Aristocracia y plebe: y
Chambers: From Subjects to Citizens.
IDENTIDADES COLECTIVAS Y REPRESENTACIÓN POLITICA EN LA CIUDAD DE CHARCAS 445
18 Gabriel René-Moreno: Biblioteca Peruana. Notas Bibliográficas inéditas, tomo III, René Danilo Arze
Agulrre y Alberto M. Vázquez, Editores (La Paz, Fundación Humberto Vázquez-Machicado, 1996), pp. 126-127.
19 Clément Thibaud: “La Academia Carolina de Charcas: una 'escuela de dirigentes' para la Independencia",
en Rossana Barragán, Dora CajIas y Seemin Qayum (comp.): El siglo XIX. Bolivia América Latina (La
Paz, Muela del Diablo Editores, 1997), p. 40. Subrayado en el original. Sobre el rol de los abogados y letrados
en la creación de una esfera pública durante el período colonial tardío, véase Víctor M. Uribe-Uran: “The Birth
of a Public Sphere in Latín America during the Age of Revolution", Comparative Studies
(42:2) 2000, pp. 425-457.
20 Sobre el rol del claustro de doctores a partir de la expulsión de los jesuítas, véase, Joseph M,
Barnadas, Es muy sencillo: llámenle Charcas (La Paz, Librería Editorial “Juventud”, 1989), p. 94; y ÓUEREJAZU
Calvo, Chuquisaca, p. 357.
21 René-Moreno: Biblioteca Peruana, p. 126.
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estos años que era común que se admitiera “a individuos que por su bajo y
desechado nacimiento debían emplearse mejor en actividades correspondientes
a sus humildes calidades y circunstancias”22. Los letrados, en suma, no parecieron
constituir un grupo cerrado sobre sí mismo.
Los conflictos políticos de comienzos de la década de 1780 arrojan nueva
luz sobre los estrechos vínculos que se estaban forjando entre la “gente decente”
y la plebe. En primer lugar, parece claro que la militarización de la población civil
en circunstancias extremas, como lo fue la guerra contra la insurgencia
tupamarista, tendió a socavar las tradicionales jerarquías sociales. Fenómenos
similares han sido observados a propósito de la movilización de los residentes
de Buenos Aires durante las invasiones inglesas de 1806 y 1807, la integración
de los grupos populares de Oaxaca en los ejércitos que se levantaron para combatir
la rebelión de Miguel de Hidalgo o la participación de los pardos en los ejércitos
emancipadores novogranadinos23. La relación entre las compañías de patricios y
plebeyos de La Plata es un claro reflejo de esta dinámica. Como en todas las
ciudades hispanoamericanas, la organización de las milicias reprodujo las
divisiones estamentarias: se crearon dos unidades de caballería conformadas
por abogados y letrados y dos de infantería compuestas por artesanos y
comerciantes. No obstante, su participación en el ceremonial público, el más
prominente símbolo de estatus social en esta sociedad, revela el debilitamiento
de las vallas que separaban a ambos grupos: tras reclamar sitios de privilegio
por tratarse de “sujetos de personal nobleza”, las compañías de caballería
aceptaron asistir a los actos públicos entremezclados con las de plebeyos24.
Veremos enseguida que cuando en 1785 el virrey ordenara la disolución de la
última compañía de mestizos todavía en pie, las elites patricias apoyarían los
reclamos de los plebeyos en contra de esta medida25.
22 Querejazu Calvo: Chuquisaca, p. 362. Véase también Thibaud, “La Academia Carolina", pp. 42-47.
Asimismo, parecía no existir en La Plata el grado de segregación residencial que se observa en otras ciudades
coloniales puesto que los artesanos y comerciantes vivían y tenían sus talleres y tiendas en en las calles
céntricas y alrededor de la Plaza Mayor, lugar de residencia de la gente decente. Los indios en cambio habitaban
dos barrios más alejados del centro. Estudios sobre las prácticas sociales y culturales de la plebe urbana en el
siglo XVIII en Juan Carlos Estenssoro Fuchs: “La plebe ilustrada: El pueblo en las fronteras de la razón", en Charles
Walker (Ed.): Entre la retórica y la insurgencia: las ideas y los movimientos sociales en los Andes, Siglo XVIII
(Cusco, Centro de Estudios Regionales Andinos Bartolomé de las Casas, 1995); y Pamela Voekel: “Peeing the
Palace: Bodily Resistanceto Bourbon Reforms in México City”, Journal of HistoricalSociety5 (1992), pp. 183-208.
23 Véase, Tulio Halperín Donghi : Revolución y guerra. Formación de una élite dirigente en la Argentina criolla
(México, Siglo Veintiuno Editores, 1972), pp. 142-168; Peter Guardino: "Postcolonialism as Self-Fulfilled Prophesy?
Electoral Politics in Oaxaca, 1814-1828", en Mark THURNER y Andrés Guerrero (Eds.), After Spanish Rule. Postcolonial
Predicaments of the Americas (Durham, Duke University Press, 2003), p. 255; Marixa Lasso: “Race War and Nation
in Caribbean Gran Colombia, Cartagena, 1810-1832“, American HistoricalReview, (111:2) 2006, pp. 336-361.
24 Querejazu Calvo: Chuquisaca, p. 384. Sobre el efecto de las milicias coloniales en la consolidación de
identidades de casta, véase Chrinston I. Archer: The Armyin Bourbon México, 1760- 1810 (Albuquerque, University
of New México Press, 1977); Ben Vinson III: Bearing Arms for his Majesty: The Free-Colored Militia in Colonial
México (Standford, Standford University Press, 2001).
25 La actitud de las elites criollas charqueñas contrasta marcadamente, por ejemplo, con la de sus pares
en Cartagena. Marixa Lasso ha observado que la militarización de los pardos, vigorosamente promovida por los
criollos colombianos y venezolanos durante las guerras de la independencia, había sido repudiada con igual vigor
durante la década de 1790 cuando la Corona resolvió otorgar fueros especiales a las milicias de pardos. Las elites
locales consideraron la medida como una flagrante muestra de desprecio a su estatus y capacidad de control
social (“Race War and Nation”, pp. 341-343).
IDENTIDADES COLECTIVAS Y REPRESENTACIÓN POLITICA EN LA CIUDAD DE CHARCAS 447
26 Steve J. Stern: The Secret History of Gender. Women, Men, (Chapel Hill, The University of North
Carolina Press, 1995), p. 14. Un incisivo análisis del doble significado del honor en esta sociedad en
Lyman L. Jonhson y Sonya Lipsett-Rivera (Eds.): The Faces of Honor. Sex, Shame, and Violence
in Colonial Latín America (Albuquerpue, University of New México Press, 1998), pp. 3-6.
27 Declaración de Rafael Mena, Archivo General de Indias [AGI], Charcas 535.
28 Anna Clark: “Manhood, Womanhood, and the Politics of Class in Britain, 1790-1845“, en Laura L. Frader
y Sonya O. Rose (Eds.): Gender and Class in Modern Europe (Ithaca: Cornell University Press, 1996), p. 274.
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29 Patricia Seed: ToLove, Honor, and Obey in Colonial México. Conflicts over Marriage Choice, 1574-1821
(Stanford, Stanford University Press, 1988), p. 150. Véase asimismo Asunción Lavrin: Sexuality and Marriage in
Colonial Latín America (Lincoln, University of Nebraska Press, 1989); and Chambers: From Subjects to Citizens,
pp. 161-180.
30 Declaración de Ignacio Baldivieso, AGI, Charcas 535.
Los motines
Los motines contra la guarnición militar de 1782 y 1785 constituyeron
acontecimientos de singular relevancia. Se trató de las primeras revueltas urbanas
ocurridas en La Plata desde el siglo XVI. No fueron, por lo demás, estallidos
aislados sino dos emergentes de un mismo proceso político: tuvieron motivaciones
semejantes, expusieron similares modos de acción colectiva y contaron ambos
con la abierta simpatía, sino la complicidad, de los sectores patricios. A pesar de
su importancia, y de la copiosa producción historiográfica reciente sobre
alzamientos urbanos y rurales de la época, no es mucho lo que sabemos hasta
ahora de los mismos. John Lynch, en su clásico estudio sobre las intendencias
del virreinato del Río de la Plata, y Roberto Querejazu Calvo, en su historia general
de Chuquisaca, ofrecen apenas una escueta descripción del motín de 178541. Su
42 Véase, Sergio Serulnikov: "Motines populares contra el ejército regular español. La Plata 1782 y 1785”
(mimeo).
43 El fiscal del Consejo de Indias describió a León como un "Patricio de La Plata". El Procurador General de
La Plata definió a León como "un criollo de esta ciudad". León recibió el trato de “Don". AGI, Charcas 535.
44 Declaración del Maestre de Campo Francisco Xavier de Arana, AGI, Charcas 535.
46 El Fiscal de la audiencia de Charcas Domingo Arnaiz de las Revillas al Virrey Marqués de Loreto, 2/8/85,
Como cabría esperar, la novedad fue recibida como una afrenta a los paisanos y
un flagrante desconocimiento de sus servicios al Rey. La abolición de la milicia
privaba a sus miembros de un importante medio de vida —el salario mensual
que percibían por sus servicios— y un derecho, un símbolo de prestigio social,
que creían haber adquirido. Según recordó un subteniente de la compañía de
Extremadura, la animadversión hacia la nueva tropa se dejó sentir desde el
momento en que pusieron sus pies en La Plata: “En la misma noche que entró
con su compañía en esta ciudad se vio cercado de cholos que le impedían el
paso al retirarse desde la Plaza para su alojamiento tratándole mal de palabra y
silbándole, a que se agregaba el que antes de la noche del alboroto [del 22 de
julio.de 1785] había oído que con pocos motivos que se dieran por la tropa se
alzarían algunos de los cholos reformados [desarmados] y harían que saliese
para otra parte”47.
Hay tres fenómenos clave que se desprenden de estos estallidos sociales:
la complicidad de la aristocracia urbana con sectores plebeyos; el rechazo a los
fueros especiales de las tropas españolas; la rivalidad entre estas últimas y las
disueltas milicias. Aunque la investigación posterior realizada por el cabildo
sostuvo que sólo el “populacho” participó de los actos de violencia, no hay dudas
de que plebeyos y patricios estuvieron presentes en gran número en la plaza.
Las autoridades concejiles y la gente decente deambularon entre la multitud sin
sufrir agresiones. Como hemos ya apuntado, los moradores de la ciudad,
cualquiera fuera su estatus social, tenían una experiencia común de enfrentamiento
contra los insurgentes indígenas, una similar oposición a los privilegios de la
tropa foránea y los mismos sentimientos de indignación por su agraviante
comportamiento. Se dijo por ejemplo que la noche del 18 de septiembre de 1782,
“[se] oyó decir a unos Gualaichos... ojalá no fuéramos tan tímidos y obedientes
a la Justicia”; “[los Blanquillos] no respetan ni miran con respeto a los vecinos
nobles, ni con caridad a los plebeyos, pues a los primeros le han inferido ultrajes
y mal tratamientos...”48. Un diálogo que tuvo lugar entre los amotinados y el
alcalde de segundo voto, Francisco Xavier de Cañas, durante uno de los choques
armados nos permite apreciar cual era la percepción sobre el ejército regular, así
como el distintivo impacto que tuvo la movilización conjunta contra los
tupamaristas en la relación de la gente decente con los sectores populares:
“Señor Alcalde, ¿ve Vuesamerced como han herido los Blanquillos a este hombre?Señor
porque lo queremos y respetamos a Vuesmerced no haremos alguna cosa con estos
Ladrones. A cuyas palabras les hizo dicho Alcalde una insinuación muy amorosa en los
términos siguientes: Hijos Míos, no hagan ninguno Alborotos, ya han visto ustedes como
toda la tarde entera anduve trabajando en solicitud del Reo. Yo lo castigaré a éste para que
quedéis contentos, bien reconocen ustedes lo mucho que los estimo, y asimismo vieron
que fui a la Punilla [el sitio donde habían acampado las fuerzas indígenas] en compañía de
ustedes arriesgando mi vida, y así hijos míos conténganse por Dios, no den que decir49.
47 Declaración del Subteniente Andrés Núñez Guardabrazo, 31/1/86, Archivo General de la Nación de
57 Declaración de Gavino de Quevedo Hoyos 5/10/86, AGN, IX, Interior, legajo 22, expediente 4.
58 Declaración del Teniente Asesor de la Intendencia Francisco Cano de la Puerta, 6/8/85, AGI, Buenos
Aires 72.
59 Declaración de Juan Ventura Ávila, 30/10/86, AGN, IX, Interior, legajo 22, expediente 4. Oruro fue, a
comienzos de 1781, el escenario de la mayor revuelta criolla asociada a la rebelión tupamarista. Véase, CajIas de
la Vega: Oruro 178: y Cornblit: Power and Violence.
60 Arnaiz sostuvo que algunos chapetones buscaron refugio durante la noche del 22 de julio diciendo “ vaya
que los criollos son unos indignos, Yo había padecido mucho engaño, esto está muy malo!"". El Fiscal de la
audiencia Arnaiz al Virrey Marqués de Loreto, 2/8/85, AGI, Buenos Aires 70, Ng 1. Subrayado en el original.
61 Querejazu Calvo: Chuquisaca, p. 456. El Presidente Regente de la audiencia recordó que ya durante
la rebelión indígena misma, a raíz de la aparición en la ciudad de pasquines condenando las políticas de la
audiencia y los corregidores provinciales, “[p]ara impresionar bien a la gente plebe que integraba las compañías
[de milicias], llamaba a sus oficiales y soldados y salía con ellos a rondar la ciudad. Hacía elogios al Cabildo
Secular y todo el vecindario. De este modo fui apagando la maligna semilla de la discordia entre criollos y
europeos". (Citado en Querejazu Calvo: Chuquisaca, p. 385). Subrayado nuestro. (A menos que se indique lo
contrario, en adelante los subrayados son nuestros). Véase asimismo, Boleslao Lewin: La rebelión de Túpac
Amaruylos orígenes de la independencia de Hispanoamérica (Buenos Aires, Sociedad Editora Latino Americana,
1967), pp. 538-540.
IDENTIDADES COLECTIVAS Y REPRESENTACIÓN POLÍTICA EN LA CIUDAD DE CHARCAS 455
62 Tamar Herzog: “La vecindad: entre condición formal y negociación continua. Reflexiones en torno a las
categorías sociales y las redes personales", Anuario del IEHS15 (2000), pp. 123-131.
63 Rossana Barragán muestra, para el caso de los conflictos en la ciudad de La Paz durante el siglo XVIII,
que el grupo identificado como "chapetón" incluía a criollos carentes de lazos con la sociedad local (“Españoles
patricios y españoles europeos", pp. 113-171). En su análisis del creciente antagonismo entre la metrópoli y las
elites americanas durante el siglo XVIII, Brian Hamnett nota que, “The resident elites included Spaniards and
Americans: provenance did not necessarily imply either difference of material interest or any political polarity. The
predominance of American ¡nterests and family connections provided the defining element which distinguished this
group from the 'peninsular' elite, whose Spanish peninsular interests and orientation predominated." [“Process and
Pattern: A Re-examination of the Ibero-American Independence Movements, 1808-1826", Journal of Latín American
Studies, (29:2) 1997, p. 284],
64 Declaración de Don Calisto Balda, AGI, Charcas 535.
66 Ibid.
67 Acta del Acuerdo Extraordinario de la audiencia, 24/7/85, AGI, Buenos Aires 70, N9 1.
456 SERGIO SERULNIKOV
sido otro que el “no tener armado este Paisanaje”68, explicaron al Marqués de
Loreto, con evidente ironía, que la medida serviría para disuadir a los mestizos
“de la errada persuasión en que parece han estado de que por desprecio y
desconfianza suya se han establecido estas nuevas tropas...”69.
68 Arnaiz al Virrey Marqués de Loreto, 2/8/85, AGI, Buenos Aires 70, N91.
69 La audiencia al Virrey Loreto, 24/7/85, AGI, Buenos Aires 70, N9 1.
70 Citado en Marchena Fernández: Ejército y milicias, p. 143.
IDENTIDADES COLECTIVAS Y REPRESENTACIÓN POLÍTICA EN LA CIUDAD DE CHARCAS 457
71 Ejemplos del rol de los cabildos durantes estos años en Gustavo L. Paz: “La hora del Cabildo: Jujuy y
su defensa de los derechos del pueblo en 1811“, en Fabián Herrero (Comp.): Revolución. Política e ideas en el
Río de la Plata durante la década de 1810 (Buenos Aires, Ediciones Cooperativas, 2004), pp. 149-165; McFarlane:
"The Rebellion of the ‘Barrios’”, pp. 204-210; y Lynch: Administración colonial española, pp. 211-216. Véase
asimismo Hamnett: “Process and Pattern”, p. 293.
72 Anthony McFarlane: “The Rebellion of the ‘Barrios’: Urban Insurrection in Bourbon Quito”, en John
Fisher, Alian Kuethe y Anthony McFarlane (Eds.): Reform and Insurrection in Bourbon New Granada and Perú
(Baton Rouge, Louisiana University Press 1990), p. 250.
73 Sobre las connotaciones de la institución del cabildo abierto, véase McFarlane: “The Rebellion of the
‘Barrios”’, p. 214.
74 En su historia general de la ciudad de La Plata durante el período colonial, Querejazu Calvo (Chuquisaca)
no registra disputas institucionales o políticas abiertas entre el ayuntamiento y las autoridades regias desde la
consolidación del régimen colonial a fines del siglo XVI hasta los conflictos analizados en este trabajo.
75 Auto del Cabildo del 20/9/82, AGI, Charcas 535.
458 SERGIO SERULNIKOV
76 Sobre la relación entre memoria, identidad y política, véase Serulnikov, ‘“Las proezas de la Ciudad’".
77 Acta del Cabildo Abierto del 21/9/82 AGI, Charcas 535.
78 Hay que recordar que los Intendentes (incluyendo el Intendente de Charcas) absorbieron buena parte de
las antiguas atribuciones de la audiencia y reportaban directamente al Virrey. Una síntesis de las tensiones
provocadas en Charcas por estas reformas administrativas en Barnadas: Es muy sencillo, pp. 78-79.
IDENTIDADES COLECTIVAS Y REPRESENTACIÓN POLITICA EN LA CIUDAD DE CHARCAS 459
79 Sobre Ignacio Flores, véase Lynch: Administración colonial española, pp. 76-77, 226-229 y 245-246;
Manuel de Guzmán y Polanco: "Un quiteño en el virreinato del Río de la Plata. Ignacio Flores, Presidente de la
Audiencia de Charcas”, Boletín de la Academia Nacional de la Historia, vol. 53,1980, pp. 159-183; Jorge Carrera
Andrade: Galería de místicos e insurgentes. La vida intelectual del Ecuador durante cuatro siglos (1555-1955)
(Quito, Casa de la Cultura Ecuatoriana, 1959), pp. 69-77; Marie-Danielle Demélas e Yves Saint-Geours: Jerusalén
y Babilonia: religión y política en el Ecuador, 1780-1880 (Quito, Corporación Editora Nacional, 1988), pp. 70-71. La
crisis político-institucional de la audiencia se reflejó en que para mediados de la década del ochenta contaba con
sólo dos oidores (uno de ellos de edad muy avanzada) y un fiscal.
80 Joaquín Gantier Valda: Juan José de Segovia (Sucre, Banco Nacional de Bolivia, 1989).
460 SERGIO SERULNIKOV
cambio inhibido a la audiencia primero en favor de Flores para atender la causa de la rebelión indígena de 1780 y
luego en favor del cabildo para investigar el motín popular de 1782.
87 Arnaiz al Virrey Marqués de Loreto, 2/8/85, AGI, Buenos Aires 70, n. 1. Véase asimismo, Declaración de
Francisco Cano de la Puerta ante el oidor Cicerón, 6/8/85 (AGI, Buenos Aires 72) y Gregorio de la Cuesta al Virrey
Marqués de Loreto, 1/8/85, AGI, Buenos Aires 70, n. 1.
IDENTIDADES COLECTIVAS Y REPRESENTACIÓN POLÍTICA EN LA CIUDAD DE CHARCAS 461
88 Antonio Serrano, Juan Antonio Fernández, Diego Ortega y Barrón, Doctor Josef Eustaquio Ponce de
León y Cerdeño, Francisco Xavier de Arana, Juan de Mallavia, Francisco de Sandoval y Joaquín de Artachu al
Virrey Marqués de Loreto, 14/9/85, AGI, Buenos Aires 72.
89 Juan José Segovia al Intendente de Charcas Ignacio Flores, AGI, Buenos Aires 72.
90 Juan José Segovia al Virrey Marqués de Loreto, 14/9/85, AGI, Buenos Aires 72.
91 Ignacio Flores al Virrey Marqués de Loreto, 15/10/85, AGI, Buenos Aires 72.
92 Ibid.
93 El Virrey Marqués de Loreto al cabildo de La Plata, 29/8/85, AGI, Buenos Aires 72.
94 Escrito del apoderado José de Arias a la audiencia, 6/10/85, AGI, Buenos Aires 72.
462 SERGIO SERULNIKOV
95 Escrito del apoderado José de Arias a la audiencia, 6/10/85, AGI, Buenos Aires 72. Es interesante que
en julio de 1781 había sido el cabildo quien había pedido al virrey que "pasara a vivir" en La Plata [Edberto Oscar
Acevedo: "Política, religión e ilustración en las intendencias altoperuanas: regionalismo frente a unidad en el
virreinato rioplatense”, en Inge Buisson (Ed.): Problemas de la formación del Estado y de la nación en Hispanoamérica
(Bonn, Inter Nationes, 1984), pp. 47-48]. Sin embargo, sé trataba de un contexto político diametralmente opuesto.
Mientras en 1781 el ayuntamiento y el virrey Vértiz compartían la oposición a las políticas de la audiencia frente
a la agitación indígena, en 1785 la audiencia y el virrey Loreto compartían la condena de las políticas del
ayuntamiento frente a los motines urbanos.
96 El Doctor Francisco Moscoso al Fiscal Domingo Arnaiz, 8/10/85, AGI, Buenos Aires 72.
97 Annick Lempériére: “República y publicidad a finales del Antiguo Régimen (Nueva España)", en Francois-
Xavier Guerra y Annick Lempériere (et al.): Los espacios públicos en Iberoamérica. Ambigüedades y problemas.
Siglos XVIIl-XIX(México, D. F.: F.C.E., 1998), p. 58. La creación de este cargo fue parte de una serie de reformas
municipales impulsadas por Carlos III. Un análisis de estas reformas, centrado en el caso de Lima, en Charles F.
Walker: "Civilize or Control? The Lingering Impact of the Bourbon Reforms”, en Nils Jacobsen y Cristóbal Aljovín
de Losada (Eds.): Political Cultures in the Andes, 1750-1950 (Durham, Duke University Press, 2005), pp. 74-95.
98 Querejazu Calvo: Chuquisaca, p. 250.
IDENTIDADES COLECTIVAS Y REPRESENTACIÓN POLÍTICA EN LA CIUDAD DE CHARCAS 463
absoluto infundados. Cabe recordar que unos pocos años antes, en respuesta a una petición del cabildo de
Buenos Aires para que se prolongara el mandato del virrey Pedro de Cebados cuando ya había un sucesor
designado, el Ministro de Indias terminó ordenando el exilio de dos regidores en las Islas Malvinas y la inhabilitación
por siete años a otros nueve cabildantes (Lynch: Administración colonial española, pp. 196-198).
464 SERGIO SERULNIKOV
104 Informe del fiscal Arnaiz, 10/10/85, AGI, Buenos Aires 72.
105 Informe del oidor que servía de fiscal de la audiencia de Buenos Aires, Palomeque del Céspedes, del
14/12/85 y resolución del Acuerdo Extraordinario de Buenos Aires del 16/12/85, AGI, Buenos Aires 72.
106 El Doctor Francisco Moscoso al Fiscal Domingo Arnaiz, 8/10/85, AGI, Buenos Aires 72.
107 Francisco Cano de La Puerta al Virrey Marqués de Loreto, 15/10/85, AGI, Buenos Aires 72.
108 Francisco Cano de La Puerta al Virrey Marqués de Loreto, 15/10/85, AGI, Buenos Aires 72.
109 Informe del oidor que hace de fiscal de la audiencia de Buenos Aires, Palomeque del Céspedes, 14/12/
111 Para dos recientes estudios de caso sobre la importancia de la participación política de la plebe y su
relación con los cabildos durante la época de las revoluciones de la independencia, véase Gabriel Di Meglio:
¡Viva el bajo pueblo! La plebe urbana de Buenos Aires y la política entre la Revolución de Mayo y el rosismo
(1810-1829) (Prometeo, Buenos Aires, 2007), pp. 77-122; y Jordana Dym: “’Our Pueblos, Fractions with No
Central Unity’: Municipal Sovereignty in Central America, 1808-1821", Hispanic American Historical Review,
(86:3) 2006, pp. 432-466. Coincidentemente, Eric Van Young atribuye la ausencia de movimientos insurgentes
en las ciudades de Nueva España (en contraste con la extraordinaria agitación rural) y el hecho de que el
avance del absolutismo borbónico sobre las autonomías municipales no generara protestas colectivas a que,
entre otros motivos, “the popular urban classes were left out of the charmed circle of urban political power”. Eric
Van Young: “Islands in the Storm: Quiet Cities and Violent Countrysides in the Mexican Independence Era", Past
and Presen!, 118:1 (1988), p. 145.
112 Querejazu Calvo: Chuquisaca, p. 445.
especialmente por lo que hace a los mencionados asuntos [los disturbios de julio
de 1785]”, aquellos "eran sujetos de aceptación en estas gentes”114.
Consideraciones finales
Sugerir que existe una vinculación directa entre los eventos que hemos
revisado y el hecho de que la ciudad de La Plata se convertiría en mayo de 1809
en el escenario de los primeros ensayos de ruptura abierta con los virreyes y la
junta central de Sevilla requeriría un trabajo de reconstrucción histórica que excede
los fines de este ensayo. No se trata, por lo demás, de sugerir que la crisis de la
independencia fue el producto de conflictos y dinámicas sociales internas. No
hay duda que sin la invasión napoleónica a la península ibérica la historia hubiera
sido muy diferente. Pero es evidente que si los enfrentamientos de fines del siglo
XVIII no explican por sí mismos los enfrentamientos de comienzos del siglo XIX,
la caída de la monarquía hispánica no explica por sí misma las reacciones que
se suscitaron a partir de ella. Las lógicas prevenciones contra visiones teleológicas
no debieran prevenirnos contra visiones de largo plazo. Las respuestas de los
grupos urbanos a las abdicaciones de Bayona no surgieron ex nihilo, ni resultaron
de la mera apelación a añejas concepciones de legitimidad monárquica de la
época de los Habsburgos. Fueron el producto de experiencias políticas concretas.
Esperamos haber mostrado que fue en la coyuntura histórica aquí analizada que
la “gente decente” y las castas, apelando a experiencias comunes acuñadas
durante su defensa conjunta de la ciudad, comenzaron a reconocerse
públicamente como parte de una comunidad política distintiva en relación a los
sectores asociados a las políticas del estado colonial, crecientemente percibido
como un agente directo de los intereses metropolitanos. Es posible atisbar, pues,
aquella dinámica social que José Luis Romero había apuntado en su clásico
estudio sobre las ciudades latinoamericanas:
114 Vicente de Gálvez al Virrey Loreto, 15/11/86 y 15/2/87, respectivamente. AGN, IX, Interior, legajo 22,
expediente 4.
115 Romero: Latinoamérica, p. 160.
IDENTIDADES COLECTIVAS Y REPRESENTACIÓN POLITICA EN LA CIUDAD DE CHARCAS 467
116 René-Moreno: Biblioteca Peruana, p. 137. Subrayado en el original. Segovia agregó que, “Si en más de
dos siglos que han pasado desde la Conquista no se han podido civilizar, abandonando sus costumbres, y
perdiendo su natural idioma, no obstante las santas y eficaces providencias que para ello se han expedido; es
forzoso creer que colocados en la dominación, a fuego y sangre cuidarán de la puntual observancia de aquellas
costumbres”. Merece subrayarse que la lealtad de Segovia a la Corona, como la de! resto de los criollos durante
esta época, no estuvo en cuestión. Pero la expresión "buscando la libertad”, para definir la motivación de una
hipotética alianza con las fuerzas tupamaristas, no deja de ser sugestiva.
117 William H. Sewell, Jr.: "Historical events as transformations of structures: Inventing revolution at the
118 Por ejemplo, en su análisis de la sociedad colonial en vísperas de la emancipación, Gregorio Funes
dedicó varias páginas a los hechos de Chuqulsaca y, en particular, "a los vaivenes de la fortuna de este
benemérito y honrado militar [Ignacio Flores]". Gregorio Funes: Ensayo de la historia civil de Buenos Aires,
Tucumán y Paraguay (Buenos Aires, Imprenta Bonaerense, 1856), pp. 287-290.
119 René-Moreno: Biblioteca Peruana, pp. 113-114.
IDENTIDADES COLECTIVAS Y REPRESENTACIÓN POLÍTICA EN LA CIUDAD DE CHARCAS 469
RESUMEN
El artículo explora una serie de conflictos mos que las elites urbanas y la plebe, quienes
ocurridos en la ciudad altoperuana de La Plata, habían forjado importantes experiencias comunes
sede de la audiencia de Charcas, a fines del durante la defensa de la ciudad frente a la
siglo XVIII. La Plata experimentó durante los años insurgencia indígena, comenzaron a reconocerse
que siguieron a los grandes levantamientos como parte de una comunidad política distintiva
tupamaristas un conjunto de acontecimientos en relación a otras dos entidades: los sectores
que pusieron en escena formas de identidad asociados a las políticas del estado colonial,
colectiva y mecanismos de representación crecientemente percibido como un agente
política que cuestionaron tanto las jerarquías directo de los intereses metropolitanos, y los
sociales vigentes como el estatuto de la relación pueblos andinos, cuya condición de salvajes, su
entre la ciudad y la monarquía hispánica. Dos alteridad radical, quedaría marcada de manera
motines populares, reiterados Cabildos Abiertos, indeleble en la conciencia de la población no
numerosos petitorios colectivos del patriciado y indígena a partir de la insurrección general.
la plebe urbana y virulentas disputas en el seno Mientras la génesis de las tempranas expresiones
de las elites gobernantes fueron algunas de las de patriotismo criollo ha sido por lo general
manifestaciones de este clima de agitación abordada desde la óptica de la historia de las
política y de transformaciones sociales con ideas, nos proponemos hacerlo aquí a través del
profundas y duraderas derivaciones. Argumenta estudio de prácticas y acciones colectivas.
SUMMARY
The article explores a series of political argues that the urban patriciate and plebe, which
conflicts that took place in the Upper Peruvian had forged strong bonds of solidarity during the
city of La Plata (present-day Sucre) in the aftermath resistance to the rebel forces, began to recognize
of the tupamarista insurrections of the early 1780s. themselves as part of distinctive political
These conflicts put into play forms of collective community. This community stood in opposition to
identity and political representation that called into two other entities: those sectors linked to the
question established social hierarchies and the colonial government, increasingly viewed as a
relationship between the city and the Spanish direct agent of metropolitan interests, and the
monarchy. Two popular revolts, recurring cabildos Andean peoples, whose savegry and utter alterity
abiertos (town council meetings), numerous would be indelibly marked in the consciousness of
petitions of both patrician and popular groups, the hispanic groups ever since the great
and virulent disputes within the ranks of the ruling indigenous rebellions. Whereas the origin of the
elites were some of the manifestations of this early expressions of creóle patriotism has been
climate of political upheaval and social change. mostly analyzed from the standpoint of the history
This process would have profound and enduring of ideas, this study seeks to do it through the
reverberations in the years to come. This essay reconstruction of collective actions and practices.
REGISTRO BIBLIOGRAFICO
SERULNIKOV, Sergio
"Crisis de una sociedad colonial. Identidades colectivas y representación política en la Ciudad de
Charcas (Siglo XVIII)". DESARROLLO ECONÓMICO-REVISTA DE CIENCIAS SOCIALES (Buenos Aires),
vol. 48, NQ 192, enero-marzo 2009 (pp. 439-469).
Descriptores: <Sociedad colonial> <Audiencia de Charcas> <ldentidad colectiva y representación
política> <Historia colonial>.