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Hacia un método inductivo de investigación sobre la formación de ciudadanías

Alexandro Escudero Nahón

Facultad de Psicología

Universidad Autónoma de Querétaro, México

Nacionalidad mexicana

a.escudero.n@uaq.mx

Trabajo preparado para su presentación en el Segundo Congreso Internacional de

Investigación Educativa RIE-UANL 2015.

Eje temático de la ponencia: Investigación educativa multidisciplinaria.

Índice

Resumen ...................................................................................................................2

Palabras clave: ..........................................................................................................3

Introducción ...............................................................................................................3

Fundamentos ontológicos y epistemológicos ............................................................6

Procedimiento metodológico .....................................................................................8

Técnica de análisis semiótico ..................................................................................10

Referencias bibliográficas ........................................................................................12

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Resumen

Varias condiciones económicas y políticas actuales están provocando que algunos

grupos de personas realicen acciones que son consideradas por la opinión pública

expresiones de ciudadanía activa, a la vez que expresiones contra la conviviencia

pacífica. Por lo anterior, las instituciones académicas y educativas han realizado

diversas estrategias para garantizar la construcción de formas deseables de

participación ciudadana. Por ejemplo, han demostrado las incongruencias de la noción

moderna de ciudadanía, han aceptado que se requieren nuevos espacios públicos

capaces de acoger nuevos tipos de acción ciudadana, han institucionalizado programas

para la formación de ciudadanías activas que fomenten el respeto mutuo y la no

violencia, y han realizado algunas experiencias de medición de los avances o

retrocesos en la calidad de democracia y el respeto de los Derechos Humanos. Como

resultado, existen sugerencias bien documentadas sobre la necesidad de construir

instrumentos adecuados para identificar procesos inéditos de participación ciudadana,

y métodos que registren el aprendizaje de los valores y habilidades de la ciudadanía

activa en ámbitos no formales e informales, además del ámbito formal de educación.

Inspirado en los principios epistemológicos y ontológicos de la Teoría del Actor-Red, en

los procedimientos generales de investigación de la Teoría Fundamentada, y en las

técnicas de análisis semiótico, este texto esboza un método inductivo de investigación

sobre formación de ciudadanías activas. Su objetivo es colaborar en la construcción de

metodologías de investigación capaces de generar nuevas categorías de análisis para

describir, comprender y explicar el novedoso escenario donde actualmente se forman

las ciudadanías activas.

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Palabras clave:

Ciudadanías, investigación inductiva, teoría actor-red, teoría fundamentada,

semiótica de la cultura.

Introducción

La noción moderna de ciudadanía surgió en el siglo XVIII en Europa. Tuvo su

fundamento en los principios ético-políticos del pensamiento ilustrado, y en la

conformación de los Estados-nación americanos. Aunque la potencia de la ciudadanía

moderna se basó en un argumento de igualdad, muy pronto se reveló como

prerrogativa de unos cuantos. Evidencia de lo anterior es el hecho de que, sin importar

el nivel de desarrollo de las sociedades occidentales, en todas existen desigualdades

en el acceso a los servicios educativos, laborales, sanitarios y judiciales. La causa de

estas discriminaciones está basada principalmente en rasgos de la identidad.

El término moderno de ciudadanía es problemático porque su histórica vinculación

con los principios ético-políticos del pensamiento ilustrado, y con el Estado-nación,

frecuentemente reproduce las tensiones que debía solucionar. Por eso, las instituciones

académicas y educativas han respondido al desafío de crear nuevas nociones teóricas

sobre ciudadanía, fomentar su adquisición y promover su ejercicio justo y pleno. Como

resultado, han señalado que es perentorio realizar, por lo menos, tres acciones:

1. Pluralizar la concepción de ciudadanía(s) y admitir que esta redefinición implicaría

una redefinición de la vida en común, una transformación del espacio público, y una

profundización de la democracia (Benedicto & Morlán, 2002). La noción Ciudadanía

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Activa es un término que goza de cierta aceptación en la academia porque propone un

tipo de participación deseable en la sociedad civil, la comunidad, la vida política y la

democracia participativa, basado en el respeto mutuo, la no violencia, la garantía de los

Derechos Humanos y el fortalecimiento de los valores de la democracia (Mascherini &

Hoskins, 2008). Esta noción teórica de ciudadanía comprende la participación desde un

punto de vista amplio, pues mide la participación política, institucionalizada y planeada,

e intenta ser sensible a las nuevas formas de participación espontáneas, solidarias,

voluntarias y flexibles, propias de la sociedad civil organizada, pero no es capaz de

registrar varias expresiones ciudadanas inéditas, debido a que no cuenta con

instrumentos adecuados al respecto (Hoskins & Mascherini, 2009).

2. Es fundamental construir procedimientos e índices de medición capaces de dar

cuenta de los avances y retrocesos en el nivel de ciudadanía, para contar con datos

relevantes que ayuden a corregir las políticas públicas que favorecen la participación.

El Índice Compuesto de la Ciudadanía Activa mide los niveles de participación en

cuatro dimensiones específicas: Vida política, Sociedad Civil, Vida Comunitaria, y

Valores de la Ciudadanía Activa (Hoskins & Mascherini, 2006, p. 11; 2009). Fue

diseñado seleccionando 63 indicadores de la Encuesta Social Europea de 2002, y

presenta el inconveniente de que, puesto que sus fuentes de información son

secundarias y no posee indicadores directos para cada comunidad, sólo puede hacer

deducciones a nivel nacional, y no por regiones, o comunidades.

3. Es necesario considerar que los ámbitos formales de educación no tienen un

papel primordial en el proceso de construcción de ciudadanías. Varios estudios han

demostrado que las y los ciudadanos activos no reconocen una relación estrecha entre

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la educación formal y su propio ejercicio ciudadano (Escudero, 2014). Los sujetos que

que aceptan tener valores y competencias propios de la Ciudadanía Activa aseguran

que éstas son cualidades naturales, con las que han vivido siempre. Si mucho, admiten

que pudieron ser aprendidas, pero no enseñadas. La educación formal ya ha adoptado

estrategias escolares que promueven escenarios de aprendizaje de la Ciudadanía

Activa, más que estrategias de enseñanza. Destaca la metodología del Aprendizaje -

Servicio porque combina procesos de aprendizaje y de servicio en un solo proyecto

bien articulado, donde los participantes trabajan sobre necesidades reales del entorno

con respuestas creativas (Puig, 2010). No obstante, se requiere más investigación

empírica respecto a los procesos informales de aprendizaje que forman ciudadanía, y

cómo se articulan a la educación formal y no formal.

Por lo anterior, es pertinente estimar las ventajas de utilizar un método inductivo de

investigación sobre formación de ciudadanías. Los puntos de vista epistemológicos y

ontológicos de la Teoría del Actor-Red, los procedimientos generales de investigación

de la Teoría Fundamentada, y las técnicas de análisis semiótico son las principales

fuentes que inspiran la idea de asumir una postura inductiva en la investigación sobre

la formación de ciudadanías activas y rastrear cómo se forman los grupos de

ciudadanos y ciudadanas actualmente, qué tipo de recursos ayudan a mantener con

vida esos grupos, cómo se distinguen de otros grupos, cómo se identifican sus

miembros entre sí, cómo se alían con otros grupos, cómo hacen memoría de sí

mismos, cómo se jerarquizan, cómo se transforman (si lo hacen), y cómo desaparecen.

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Fundamentos ontológicos y epistemológicos

Uno de los principales obstáculos para abordar el estudio de la formación de

ciudadanías es dar por sentado que lo social existe. La mayoría de los estudios

sociales toman como explicación lo que debe ser explicado (Bruno Latour, 2008).

Entonces, se presume que lo social, es algo que une a las personas, y que ese algo es

un contexto donde suceden cosas… sociales. Y así quedamos entrampados en una

explicación que no explica mucho.

Este argumento retórico es particularmente pernicioso para el estudio de la

formación de ciudadanías porque, si asumimos que las ciudadanías se forman en una

sociedad, pero no podemos dar cuenta de qué es la sociedad, enfrentaremos varias

dificultades para identificar, describir y explicar cómo fomentar la formación de

ciudadanías deseables para la democracia.

Otra aproximación al tema, mucho más útil, no daría por sentado que el orden social

sea un lugar en específico, o que el contexto social abrigue de antemano cualquier

fenómeno ciudadano. Esta aproximación diría que la sociedad, como tal, no existe. Lo

social sería visto como un movimiento, un proceso de ensamblado. Este argumento ha

sido definido por la Teoría del Actor-Red como el estudio de las asociaciones, y no de la

sociedad (B. Latour, 2009).

Una metáfora podría ayudar a explicar lo anterior: es relativamente claro que cuando

un artista interpreta una obra con el objetivo de deleitar a un público, requiere hacer

varias acciones, ensamblar varias cosas heterogéneas (música, coreografía, luces,

diálogos, personas…), antes de la presentación y durante la representación; esa

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representación será considerada como tal cuando haya sido capaz de formar un

público. Sin embargo, en cuanto la representación termine, desaparecerá el público.

Ese mismo grupo de personas, que minutos antes era considerado un público, ahora

es otra cosa, pero no es “un público”. Pero volvería a serlo en cuanto otro artista

realizara varias acciones, ensamblara cosas heterogéneas, antes de la presentación y

durante la representación, con tal de deleitar a un público.

De la misma manera, lo social surge en situación. Es, en realidad, la asociación de

cosas heterogéneas que tienen un fin, por ejemplo, la participación ciudadana. Estas

asociaciones requieren una agencia (alguien que las inicie) y acciones (de personas o

cosas) que permitan mantener con vida al grupo, que lo estabilicen, que lo distingan de

otros grupos, que identifiquen a sus miembros entre sí, que provoquen alianzas con

otros grupos, que lo fortalezcan, que permitan hacer la memoría del grupo, que aclaren

las jerarquías al interior del grupo, que lo transformen. Pero cuando estas acciones

dejan de realizarse, el grupo desaparece, ya no hay asociación, la ciudadanía ha

terminado. De la misma manera que el público se diluye y desaparece, cuando la

interpretación artística ha terminado.

La formación de ciudadanías sería, entonces, el proceso de ensamblado de

agencias y acciones que suceden en situaciones específicas y con un fin: la

participación. En este proceso participan elementos humanos y no humanos (cosas,

ideas, símbolos, ilusiones…). En este ensamblado, la agencia no es lo que provoca un

movimiento o una transformación, sino también lo que recibe un movimiento o una

transformación. Volviendo a la metáfora anterior, el artista no puede ya ser considerado

la agencia única en su interpretación: un guión previo, las luces, un director de escena,

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la música pregrabada, la tarima, incluso cierto tipo de silencio, permiten su actuación.

El artista podría ser considerado, así, la encarnación y destino de varias agencias no

humanas, al mismo tiempo que uno de tantos protagonistas de la acción. Un actor no

es solamente una fuente de acción, sino también el blanco móvil de una enorme

cantidad de entidades que convergen hacia él; es aquello que muchos otros hacen

actuar.

Es útil pensar que en la formación de ciudadanías la agencia circula entre elementos

humanos y no humanos, y se transforma, a la vez que transforma a los mismos

elementos en cuestión. También es útil aclarar que al estudiar la formación de

ciudadanías se raestrean acciones o, por lo menos, sedimentos de esa actividad.

Procedimiento metodológico

En lo que concierne a la formación de ciudadanías, es ampliamente aceptado el

hecho de que las situaciones políticas, económicas, identitarias, tecnológicas, etcétera,

donde se desarrolla la participación ciudadana actualmente, son escenarios inéditos.

Lo anterior justifica el hecho de que es necesario construir nuevos instrumentos de

registro de estas asociaciones y nuevas categorías de análisis. El procedimiento

general de la Teoría Fundamentada desestima las categorías de análisis previamente

concebidas para construir datos en el campo, formar indicadores, diseñar categorías

analíticas y teorías de rango medio ( Gibson & Hartman, 2014; Glaser & Strauss, 2009).

Esta metodología inductiva está formada por una serie de directrices sistemáticas,

pero flexibles, para la recolección y análisis de datos cualitativos y cuantitativos con la

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intención de construir teorías de rango medio fundamentadas en datos (Bryant &

Charmaz, 2010). Este proceso de investigación se diferencia del proceso de

investigación hipotético-deductivo principalmente en tres aspectos: 1. Su objetivo no es

confirmar o refutar hipótesis. En cambio, fomenta la construcción de nociones

conceptuales fundamentadas en los propios datos. Los procedimientos utilizados

generalmente son entrevistas en profundidad, revisión documental e inmersión. Pero

puede utilizarse cualquier método de recolección y análisis de datos, según lo exija el

problema estudiado. En cualquier caso, los datos se traducen a categorías

conceptuales. 2. El proceso inductivo se desarrolla a través de un método comparativo

constante. Al comparar constantemente la unidad de análisis con otros fenómenos

sociales que no tienen aparente relación entre sí, se descubren (o construyen)

propiedades y dimensiones conceptuales novedosas. La unidad de análisis es

resultado de este proceso y se define después de haber entrado al campo de estudio,

no previamente (Strauss & Corbin, 2008). 3. Se aplica muestreo teórico, en lugar de

muestreo representativo o probabilístico, porque la intención no es describir las

variables de un problema social, sino explicarlas. Para comprender los casos

analizados y facilitar el desarrollo de una teoría de rango medio, se permite cierta

flexibilidad en la elección de nuevos casos de estudio y métodos de análisis, siempre

que permitan saturar las categorías conceptuales.

La investigación inductiva sobre formación de ciudadanías identificaría cómo y por

qué se forman grupos que participan activamente, exploraría el fluido de las agencias

en este proceso, y consideraría que los humanos y los no humanos desempeñan

acciones relevantes. Pero ¿por dónde empezar?

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Técnica de análisis semiótico

Puesto que los datos sobre la formación de grupos son obtenidos principalmente por

dos vías (al rastrear las acciones, o al rastrear los sedimentos de la actividad), las

técnicas de análisis semiótico resultan particularmente útiles. La semiótica supone que

todas las formas de comunicación funcionan como emisión de mensajes basados en

códigos subyacentes. Es decir, que todo acto de performance comunicativa se apoya

en una compétence preexistente; que todo acto de parole presupone una langue (Eco,

1986). Para que un grupo pueda constituirse como tal, requiere un código, un sistema

de símbolos que por convención previa está destinado a representar y a transmitir la

información desde una fuente a un destino. En el momento en que alguien dirige a

alguien una palabra, un gesto, un símbolo, un sonido, se basa en una serie de reglas

que harían comprensible su signo. Estos signos son sustancia y requieren una red

semántica para vehicularse, para ser realizados; esta sustancia, así como las

transformaciones que genera a su paso por la red, deja sedimentos, signos. Por lo

anterior, se pueden rastrear signos con cierta facilidad en cualquiera de las siguentes

situaciones:

Cuando se forma o actualiza un grupo. Los discursos, las notas de prensa, la

propaganda, las reacciones antagónicas o a favor, las inauguraciones, los cambios de

imagen corporativa, requieren signos y dejan rastros.

Cuando se fortalece un grupo. La adquisición y uso de nueva tecnología, la

sofisticación de las jerarquías y su representación en organigramas, las alianzas entre

grupos y sus reuniones, el aumento de rituales de paso en un grupo, requieren signos y

dejan rastros.

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Cuando se delimita un grupo. La incorporación de elementos humanos y no

humanos en un grupo requiere un criterio más o menos definido. Definir esos criterios

en normatividad, difundirlos a través de himnos o consignas, vigilar su cumplimiento

con supervisiones, refrendarlos en actos simbólicos, requieren signos y dejan rastros.

En todos estos casos la agencia fluye y se transforma a lo largo de una red de

conexiones heterogéneas, pero siempre requiere realizarse en una sustancia, ya sea

una hoja de papel o un grito, un grafiti o un twitter. En cualquier caso, la acción o el

sedimento de la actividad es un signo, y es susceptible de ser analizado como un dato

que provoca significados.

Los elementos humanos y no humanos pueden transportar fielmente esta agencia

en algunos tramos del proceso, por ejemplo, al fotocopiar un mapa: entonces serán

considerados elementos intermediarios. Pero en otras ocasiones son capaces de

traducir un signo repentinamente en algo cualitativamente distinto, inesperado e

importante para el grupo, por ejemplo al fundar un símbolo de lucha política con las

grafías “#43”: entonces serán considerados mediadores.

Una abundancia de signos intermediarios en los grupos pronostica su final. En

cambio, los signos mediadores llaman a la acción, mantienen vivos los relatos de los

grupos. Son signos que vale la pena rastrear con particular atención. Los signos

mediadores provocan un universo de sentido en los grupos. A partir de los signos

mediadores podríamos inducir cómo fomentar la participación activa de la ciudadanía. 


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Referencias bibliográficas

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