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De Enara Amarillo

#tbt Hay padres que acostumbran a hablar mal de sus hijos con familiares, amigos, profesores,
vecinos, incluso parejas y exparejas de sus hijos... Muchas de esas conversaciones sus hijos las
han escuchado, de hecho hay padres que lo hacen frente a ellos y han quedado sin palabras, sin
manera de defender su "Buen nombre", avergonzados, molestos, muy tristes y decepcionados.
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Hay padres que se encargan de hacer campañas de desprestigio que incluyen también, ventilar
la vida privada de sus hijos. Critican y hablan sin ningún reparo, esperando que este tipo de
acciones no generen consecuencias en la relación que tienen con sus hijos y sí las tiene, suelen
culparlos de alejarse y distanciarse emocionalmente de ellos.
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Hablar mal de los hijos también implica hablar mal de nosotros mismos.
Si como padres estamos muy desesperados, hay actitudes de nuestros hijos que nos molestan, si
no comprendemos "Porqué son así", hay que buscar ayuda, pues somos nosotros quienes hemos
estado a cargo de ellos. Buscar ayuda nos dará respuestas. Pero, hablar mal de nuestros hijos en
su presencia o en su ausencia, solo ayuda a alimentar la distancia emocional, un vínculo lleno
de desconfianza y decepción.
Lo triste de esto es que el corazón del hijo no comprende como su madre, su padre o ambos lo
tienen en tan mal concepto, lo cree y afecta su autoestima, su vida emocional, deja heridas que
costará trabajar y reparar.
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Hablar mal y criticar a nuestros hijos es hablar mal de nosotros mismos, especialmente con
otras personas es una pesima idea, sobretodo si queremos que confien en nosotros.
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Enara Amarillo M
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