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ANTIMANUAL DEL
MAL HISTORIADOR
O ¿cómo hacer hoy unabuena historia crífica?

Carlos Antonio Aguirre Rojas

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BIBLIOTECA.'
SA,N LITRENZO TEZONCC

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2ontrahistoria(
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C¡plrulo u

LOS SIETE (Y MAS) PECADOS CAPITALES


DEL MAL HISTORIADOR

",..1a hbtoia que se nos el.s,eit¡tba a hscer


no era, etr realidad, mas qw ufla deifütción
del Vftsente cat qyudt del pasado. Poo
rchusabt vnlo -y deciilo-" .
Lucien Febvre, Cornbates por la historia,1953.

La mala historia es mii veces más fácil de hacer y de enseñar que la


buena historia, que la historia crltica. Por esq entue otras ¡azones,
ha prolifgrado tanto y se ha mantenido viva, en nuestro país y
en muchas okas partes del mundo, durante tanto y tanto tiernpo.
Pe¡o si es mucho más fácil y exige mucho menos esfuerzo ser un
mal historiador, también es cierto que la medida de esa dificultad
reducida y de esos magros esfuerzos, es igualmente la medida
de los limitados resultados y de las pobres obras históricas que
se obtienen. Porque el fruto directo de esa mala historia hecha y
enseñad4 son justamente esos libros aburridos y pesados en tantos
sentidos, que nadie lee y que nadie toma en cuenta, con la excep-
ción de los pobres estudiantes a los que se ob¡igd literalmente a
revisarlos y a consultarlos, para poder obtener la nota o la califi-
cación necesaria coff espondiente.
Libros y artículos que duermen en las bodegas de las editoria-
les universitarias, o en los anaqueles de las librerlas y bibliotecas
públicas, que sólo se dedican a repetirnos por enésimavez, enf,ela-
tos grises y sin chiste, las 'Actividades del Congreso Constituyente
del Estado de r; en el momento de la revolución de v" o "La bio-
grafÍa del general rr4 lÍder del movimiento ry en los años de 18..
o 79.!', o también "La historia del Virey q en el siglo c" o "I-a

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CARLos ANToNIo AcurRRE Rolas . ANTIMANUAL DEL MAL H¡sroR¡ADoR .

historia de la inmigración q y su influencia en nuestro país durante célebre Manual de Ch. V Langlois y Ch. Seignobos, titulado Intro-
los años de la Revolución r". Ensayos y übros que en su mayorÍa, ducción a los Estudios Históricos, esle libro contrnúa siendo tod avía Ia
no contienen ni siquiera investigación empírica nueva de ftechos Biblia de esos malos historiadores positivistas.
históricos ';,eleaantes, sino que en el peor de los casos resumen lo ya Como si todo el siglo veinte cronológico, ), toda la historiografía
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dicho e investigado por okos autores, y en el mejor de los casos conternporánea que arranca con el proyecto crÍtico de Marx, desde
sólo resc¡tan el fruto casual de algrln trabajo directo de visita a los años de 1848, no fuese justamente una protesta permanente y
cierto Archivo, realizado de manera azarosa y sin sistem4 y en el una crltica sistemática de esta. versión empobrecida de la historia
que los datos e informaciones que se recolectan no tienen ningún que ha sido la historia positiursta. Una historia qre limitando e\ Va-
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orden ni sentidq al carecer de la definición de una problemd.fica bajo del historiador, exclusivamente al trabajo de las fuentes escr!
histórica etipecífca, y de un sóIido cuestionario que hiciese posible tas y de los documentos, se reduce a las operaciones de la c¡ftica
orgarizar dicha recolección de aquellos datos y hechos históricos interna y externa de los textos, y luego a su clasificación y orde-
que sean r:ealmente los hechos signiJicatbos, en torno al problema namiento, y a su ulterior sistematización dentro de una narración
concreto ), especlfico que se quiere resolver. Trabajos pues carac- que, generalmente, solo nos cuenta en prosa lo que ya estaba dicho
terÍsticos de esa mala historia positivista, perezosa y fácil, que en verso en esos mismos documentos.
generalmente terminan por recuperar y poner juntos, de manera Historia positivista que se autodefine justamente como la 'tien.
indiscriminada, lo mismo sucesos y datos importantes para los cia que.estudia el pasado". y que autoconcibiéndose a sí misma
procesos lüstóricos generales, que acontecimientos e informacio- como una disciplina hiperespecializada, ya terminada, p¡ecisa y
nes totalmente irrelevantes e inesenciales. cerrada, es alérgica y reticente frente a la filosoffa, la teoría, la
Mala historia, fácil de hacer y aburrida Para enseñar, y que se metodologÍ4 e incluso frente a cualquier forma de interpretación
plasma en una Bran mayoría de los libros de histo¡ia que hoy se audaz y creativa de los hechos históricos. Teniendo entonces horror
escriben r' se editan en nuestro país, y que generalmente repro- respecto de toda interpretación que se despegue, aunque solo sea
duce. en rnayor o en menor medida, a los siete y a veces más un poco/ de la simple descripción de los datos "duros", 'tompro-
"pecados capitales" del mal historiador, pecados que abordamos a bados" y "verificables". esta historia positivista reduce no obstante
continuac[ón. dicha 'verificabilidad' a la simple existencia o referencia de dichos
datos, dentro de un documento escrito de archivo, que sea siempre
posible citar, con toda precisión, en el pie de página correspondien-
te. Una historia justamente enamorada de los 'trandes" heehos
polÍticos y de las acciones resonantes y espectaculares de.losEsta.
El primer pecado capital de los malos historiadores actuales es el dos, igual que de las 'trandes" batallas militares, que es también
d,el positiztismo, que degrada a la ciencia de la historia a la simple generalmente acrlúica con los poderes y con los grupos dominantes
y limitad;L actividad de la erudición. Muchos historiadores siguen que existen en cada situación.
creyendo hoy en día, en pleno comienzo del tercer milenio cro- Y si bien es claro que siÍ erudición no hay historia posible, tam-
nológico, <1Lre hacer historia es 1o mismo que llevar a cabo el trabajo bién es una gran lección de toda la historiografla contemporáne4
de investi¡;ación y de compilación del erudito, Y aunque ha pasado desde Marx y hasta nuestros días, que la verdadera historia solo se
ya más de r:n siglo, desde la época en que fue escrito el tristeménte construye cuando apoyados en esos resultados del trabajo erudito,

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CARLos ANToN¡o AGurRrE Ro,^s . ANTTM^NU^L DEL MAL H¡sToRrADoR .

accedemos al nivel de la interpretación histórica, a la explicación bres yfgue las sociedades de hace tres o cinco siglos o de hace más
razonada y sistemática de los hechos, de los fenómenos y de los de un milenio, eran iguales a nosotros, y que pensabary senfarg
procesos y si.tuaciones históricas que esfudiamos. Porque solo tran- actuaban y reaccionaban de Ia misma manera en que lo hacemos
sitamos desde esa erudición todavfa limitada hasta la verdadera nosotrosi Es decir, una historia que proyecta al actual individuo
histori4 si reconocernos la importancia fundamental de este tra- egolsta y solitario de nuestras sociedades capitalistas contempo-
bajo delainterpretación y dela explicacióz históricas, que construyen ráneas, como si fuese el modelo etemo de lo que han sido los indi-
modelos comprehensivog que ordenan y dan sentido a los hechos viduos, en todo tiempo y htgar, y a lo largo de toda la curva del
lt y fenómenos históricog integrando a estos tiltimos denko de las desarrollo humano.
grandes tendencias evolutivas del desarrollo históricq y estable- Pero con estq se cancela una de las tareas primordiales dela
ciendo de modo eoherente y sintético, también los porqués y los historia, que ei justamente la de most¡arnos, pri*..o a los histo-
cómos de los distintos problemas investigados. riadores y después a toda la gente, en ryé ha consistido prccisafiente
Porque ¿de qué nos sirve saber cuándo y dónde acontecieron el cambio históripq qué cosas se han modificado al paso de los siglbs
ciettos hechos históricos, si ,ro somos capaces de explicar también y cuáles se han mantenidq y también cuáles hansido las diveishs
las causas profunda§, mediatas e inmediatas, que provocaron y di¡ecciones o sentidos de esas mriltiples mutaciones históricqs.
susc-itaron estos hechos, y si no tenemos la habilidad de explicar, Y no para afumar, al modo de la mala historia oficial y kadicio-
igualmente, las razones concretas y el sentido esencial que deter- naL una "necesaria" evolución o progreso ineluctable y fatal de Ia
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minan que tal hecho se haya producido en es¿ momento y no antes humanidad, sino más bien para comprender de manera crltica y
ni despuég en ¿se lugar y en nintuna otra parte, y además que autocrltica, el camino que hemos recorrido y los muchos errores
haya acontecido del modo concreto en que sucedió y no de otra que hemos cometido.
forma, teniendo por añadidura el peculiar desenlace o resultado Asl no hay buena historia posible sin la capacidad de ,,ext¡aña-
que fuvo y no cualquier otro destino posible?. Y 6on precisamente miento" y de "autoexilio" intelectual de nuestra propia circunstah-
todo ese üpo de preguntag las que nunca se plantea el historiador cia históric4 y también de nuestros propios válores y modos de
positivista, ocupado solo de expurgar los documentos de archivo, ver, capacidad que nos prepar4 justamente, para percibir y apre-
t: para fijar únicamente las fechas y los lugares de los "hechos tal y hender realmente olras culturas y ofros modos de funcionamiento
como han acontecido", de la economf4 de la sociedad y de la polftic4 y por lo tanto, para
Marginando entonces a un plano secundario, cuando no igno- comprender de manera adecuada esas otras etapas y momentos de
rando de plairg este nivel imprescindible de la erpldcao'ón histórica la historia que son también parte de nuestras preocupaciones.
y de la genuina reconstrucción del sentido profundo que tienen los ¿Cuántas biografas 'tristóricas" de personajes del pasado no
protilemas históricos, loe malos historiadores positivistas se dedi- hemos leídq en donde su sicologfa y su actitud nos 6ón tan cer-
can solo a componer esa6 %olecciónes de hechos muertos" que ya canas como si fuesen nueskos contemporáneos, a pe6¿r de haber
Marx ha criticado acertadamente desde susprgpios tiempos. vivido hace keinta, o ciery o trescientos o más añós?. ¿Y curántas
historias del siglo xtx, o de la Independmci4 o del periodo colonial
El segundo pecado capital del mal historiador es el del anlcro- no hemos lefdq que ignoran por completo que, en el Eanscurso
,rüño en hi6toria.-Es decir, la falta de sensibilidad hacia el cambio de uno o dos siglos y a veces en periodos arln más cortot muta-n
histórico, que asume consciente o inconscienternente que los hom- completamente las técnicas militares, o los hábitos sexuales, o las

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-ffio.*u" de organización de la famili4 o los modos de explotación tiempo de los relojes y de los calendariog es también el tiempo de
l/ .económica, o las formas de conflicto enke las dases, o las cosmo- la historia y de los historiadores, y que por lo tanto, cualquier siglo
yisiones culturales, entre tantos y tantos elementos que, sin decirlo histó¡ico,tiene siempre cien años, y cualquier dla de la historia es
"explfcitamente, se asumen como si fuesen idénticos o casi, en todos idéntico a cuaiquier otro, aunque el primero sea el 9 de noviembre
I estos periodos mencionados?. de 1989 ó el 1 de ene¡o de 1.994 y el segundo sea el 17 ó el 18 ó el 19
:' Y ái todo el mundo comprende que no 6e piensa igual cuando de junio del año de 2001.
uno vive en un palacio que cuando uno vive en una cabañ4 enton- Pero como nos lo han explicado tan brillantemente Marc Bloch,
r.li ces también debería de ser claro que la vida y el mundo en su con- Norbert Elfas, Walter Benjamin o Fernand Braudel, entre otros, el
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junto, no se consEuyen del mismo modo hoy que en la primera üempo newtonianb de los ff§cos, medido por calendarios y reloje+
mitad de1 siglo x¡, y mucho menos en el siglo xx o xvl, o vll, o flo es nunca el verdadero tiempo fiistórico de las sociedades y de los
antes..Así por ejemplo, ¿qué noción del tiempo y de la distancia cultivadores de Clfo, que es más bien un tiempo social e histórico,.
puede tenei un habiiante de Nueva España, cuando las noticias de que no es rlirico stno múltiple, y que además es heterogéneo y varia-
ia Metrópoli tardan alrededor de noventa dfas en llegar a la Colo- ble, haciéndose más denso o más laxq más corto o más ampliq y
nia y viceversa?, y ¿qué idea del mundo puede tener un campesino siempre diferente, según Ios acontecimientos, coyuntutas o estruc-
francés del sigio nQ que poede nu"er, vivir y morir sin haber salido turas históricas a las que se refiera. Porque para el buen historia-
jamás en su iida de un iadio dé solo cien kilómetros, en torno de dor cada siglo tiene una temporalidad distinti,lo que le permite
ia pequeña aldea en la que vio la luz por vez,primera?, qué sig- hablar lo mismo del "largo siglo xtx" que comienza con la Revolu- ,

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nifican, en cambio, nociónes incluso como las de "China" "Rusia"
o ción Francesa y termina con la Primera Guerra Mundial, que del
o 'áfrica" para un niño urbano conectado a través del Inte¡net, "breve siglo xx", iniciado con esa primera Euerra y con la Revolu-
de cualquier ciudad del mundo hoy?. Estas §on Preguntas que- los ción Rusa de 1977' y concluido con la calda del Mu¡o de Be¡lfn en
malos historiadores nunca se planteary lo que los hace ver la his- 1989. Y si los siglos o las jornadas históricas no son nunca iguales,
toria como una misma tela gris, en donde cambian solo los nom- lampoco son precisas las fechas de múltiples acontecimientos y
bres, las fechas y los lugare+ pero donde todo el resto pcrmanece fenómenos históricos, como por ejemplo la 'revolución cultural de
t:: como si no existiera el cambio histórico de las sociedades, de las 1968' que en algunos.casos comienza en 7966 y en otros en 1962
culfura+ de las economlas y de las psicologías de los diferentes pero también a vecés desdé 1959, y otras solo hasta 1969 inclusive.
grupos humanos. Además, como bien lo saben los historiadores críticos, no son
iguales los tiempos en que una sociedad vive una verdadera revo-
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Un tercer pecado capital de la mala historia, hoy todavfa.impe- lución social, que los tiempos de lenta evolucióry igual que difieren
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rante, es el áe su?nocibn det tiempo) que es la noción tradicional las temporalidades para una sociedad que se encuentra en pleno
auge y crecimiento, que para otra que üive en cambio su proceso
Jrewtoniana de h -emp-oiáild ad ftsica. Una idea del tiempo
que 1o
concibe como una dimensión ú nica y homogénen, que se despliega de decadencia y edipsamiento social. Puesto que si cada fenómeno
iinealmente á un solo sentidq y' que e§tá coinPue§to por uni- histórico tiene su singular y especffica duraciót quele corresponde,
áades y subunidadea perfectamente divididas y siempre idénticas' y si la historia no eE, en ese sentido, más que la compleia sfntesis
de segundos, minutoi horas, dlas, semanas, mesee, años, lustros. de todas esas múltiples y diversas duraciones históricas diferencia-
décad-as, siglos y milenios. Es deci¿ una idea que asume que el i das, entonces 1o que el historiador tiene que aprender a detectar
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y establecer, es justamente esas múltiples temporalidades o dura- y a,va^zar sin detenersg puesto que según esta construcciór¡ lo
ciones históricas distintas de todos los fenómenos que investiga, único que ha hecho hasta hoy es iustamente "progresar", avan-
asumiendo las implicaciones complejas que esa misma dive¡sidad zando siempre desde lo más bajo hasta niveles cada vez más altos,
temporal corüleva para sus aniíIisis. en una suerte de "escaleri" imaginaria en donde estaría prohibido
Ya que los presidentes y lob gobiernos pasan mientras que las volver la vista atráq salirse del recorrido ya fuazado, o desandar
sociedades permanecery recorriendo estas últimas 1o mismo cidos aunque solo sea un paso el camino ya avanzado. Y no cambia
económicos expansivos y lueto depresivos, que coyunturas cul- demasiado la cosa, 6i esta idea es afirmada por los apologistas ac-
i..t, turales a veces de florecimiento y ebullición y a veces de aletarga- tuales del capitalismo, que quieren defender a toda costa la supües-
miento y repliegue, en dinámicas en donde hoy se habla casi la ta '§mple superioridad" de este sistema sobre cualquier época del
misrha lengua que hace trescientos años, y se comen los mismos "pasado", o si es afirmada por los marxistas oulgates -que flo por
alimentos que hace un milenio, pero donde también se han insta- Ios marxistas realmente rrlti.os-, marxistas vulgares que han pre-
lado' formas de urbanización que datan de hace solo unas pocas tendido erueñamos que la historia avanza y tiene que avanzar,
décadas, o medios de comunicación que tienen solo unos cuantos fatalmente, del comunismo primitivo al esclavismo, del esclavismo
años de existencia. Y qon solo estas nociones del tiempo y de la hasta el feudalismo, y de este último hacia el capitalismo para
duracióry múltiples, variables y flexibles, las que permiten captar la luego desembocar, sin opción posible, en el anhelado socialismo y
inmensa riqueza y diversidad de la historia, reducida en cambio en tal vez después en el comunismo Euperior. Una visión extremada-
li las visiones de la historiograffa tradicional, a siglos uniformes y a mente simplista del progreso y de la histori4 que el propio Márx
fechas rigurosas, siempre bien ordenadas y siempre bien ubicadas ha rechazado, y que ha sido tan brillantemente criticada también
en ese tiempo vacfo, homogéneo y lineal de los malos historiadores por Walter Beniamin, en sus célebres "Tesis sobre la filosofla de la
positivistas. historia".
Pero basta observar con cuidado lo que realmente ha sido la his-
,;. El cuarto pecado repetido de la mala historia, en los dive¡eos tori4 para percatarse de que su desa¡¡ollo no tiene nada de lineal
manuales tradicionales, es el de'eu idea limitada del proglg-so. Lo qule y de simple, y que lejos de esa "escalera imaginaria" de avances
[: está directamente conectado con el pecado anterior, con la noción y conquistas ineluctables. sus itinerarios se despliegan más bien
del úempo como tiempo fsico, únicá, homogéneo y lineal. Pues si como una especie de complejo %rbol de mil ramas", que a veces
el tiempo histórico es concebido solo como esa acumulación ineluc- abandona totalmente una lfnea evolutiva que habla seguido por
table de hechos y sucesos, inscritos progresivamente en la suce-- siglos y hasta milenios, pará recomenzar de nuevo desde otro punto
si6n de dfas, meses y años del calendario, la idea del "progreso" de partid4 moskando además en esos múltiples itinerarios, igual
que desde esta noción temporal se construye es también la de una avances que retrocesos o largos estancamientos, combinados con
ineluctable,' ac-umulación de avances y conquistas, determinadas saltos dramáticos de un nivel a otro, con rupfuras radicales de
fatalmente por el simple transcurrir temporal. toda conünuidad, pero también con lfneas que, efectivamente, pro-
Una idea del progreso humano en la histo¡ia. que parece afir- gresan y se enriquecen sucesivarnente de manera permanente.
mar que inevitablemente, rtodo hoy es mejór que cualquier ayer, Frente a esta idea entonces limitada y demasiado simple del pro-
y todo mañana será obligltóriamente mejor que cualquier hgy.! gresq propia de los malos historiadores positivistas, gue lo concibe
Entonces, la humanidad no puede hacer otra cosa que avanzar como una lfnea recta, siempre ascendente, majestuosa y llena'de

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avances y conquistas sin firy el buen historiador crítico restituye a bien para reconskuir la cultura de las dases dominantes de una
la noción de progreso un sentido totalmente diferette, mosúando época, o en donde un documento de gobierno puede ser utilizado
esa multiplicidad de lfneas y de trayectorias diversas que lo inte- más bien como fuente para la reconstrucción de las formas de
exclusión social de una determinada socledad.
8ran, en un esquema que nos recuerda un poco al trabajo de los
cientfficos, que acometen muchas veces un problema hasta encon- Con Io cual, esta historia acrítica no solo tiende a ser involun-
t¡ar su solució¡! ensayando y equivocándose, avanzando en un tariamente ingenua, y también cómplice de las ilusiones que los
sentido y luego dejándolo de lado, consolidando ciertas ceÍtezas individuos se han hecho sob¡e sf mismos y sobre su mundo en
adquiridas y recuperando en un momento posterior resultados que cada época dada. sino que también termina por legitimar y hacer
ll anteriormente creían poco útiles, y recomenzando la tarea tantas pasar como verdaderas, a esas falsas percepciones sociales que
veces como sea necesario, hasta encontrar el buen modo de resolu- existen siempre en toda sociedad, y que prosperan persistente-
ción de dicho problema. mente dentro de la culfura y el imaginario colectivo de los pue-
Y es asf como "progresa" la humanidad: explorando y avan- blos y de las sociedades humanas. Además, y en la medida en que
zando primero casi a ciegas en su propia evolucióry para ir muy cada época hist6rica rehace siempre el pasado, en función de sus
poco a poco siendo consciente de lo que ha hecho y de por qué intereses y urgenciaS-ilás importantes, este historiador positivista
lo ha hecho, a la vez que va asumiendo tambiéry lentamentg la acrftico va también haciéndose solidario de esas diferentes visio-
responsabilidad consciente de que es solo ella misma la que debe nes sesgadas y sesgadoras de los hechos históricos, al recoger de
conetruir la historia, y la que debe elegir de manera también cons- manera solo pásiv¡ y puramente receptiva esas distintas reinter-
ciente los rumbos de su futuro desarrollo. pretaciones de las historias anteriores, codificadas en cada uno de
.rl los momentos ulteriores a su propio desarrollo.
tl Por esq es natural que este mal historiador tenga casi horror al
+). Otro pecado capital del mal historiador, e! quinto, is el de la
: attitud profundamente acr{tica hacia los hechos del presente y del uso del razonamiento 'tontrafactual", y que rechace toda especu-
ül pasado,, y hacia las diferentes versiónes que las diversas generacio- lación acerca de lo que hubiese podido acontecer si el desenlace del
nes han ido construye4do de ese mismo pasado/presente. Es decir, drama histórico hubiese sido distinto al que fue. Pero si la historia
la tlpica áctitud pasiua'que los historiadores positivistas mántienen la han hecho siempre los propios hombres -de modo más o menos
til
siempre frente a los testimonios y a los documentog lo mismo consciente-, y si los resultados de cada encrucijada histórica han
que frente a los resultados y a los hechos históricos "tal y como sido siempre el fruto de la confrontación y el combate entre distin-
han acontecido". Porque el mal historiador actual, educado en el tos proyectos de futuro, igualmente impulsados por dases sociales
Manual de Langlois y Seignobos, o en el equivalente nacional de o por grupos humanot entonces la historia que hemos vivido y
este mismo texto, no sólo es incapaz de leer los documentos con los construido no era la única posüle que podfa desarrollarse, y solo se
que trabaja de una manera que no sea su lectura liferal, eino que ha afumado sobre la derrota y eI someümiento de las varias histo-
también es incapaz de "preguntarle" a esos testimonios escritos, rias alternativas, vencidas pero igualmente factibles.
algo distinto a lo que ellos declaran o pretenden decir de manera Por lo demás, es daro que esta historia acrfüca con los docu-
explfcita. Es decir, que los malos historiadores ignoran por com- mentos y con las mismas versiones ya rehechas del pasadg es
pleto lo que Marc Bloch llamaba la "lectura involuntaria" de los totalmente compatible con el st¿tu quo que existe y que domina
textos, en donde una memoria autobiográfica puede usarse más I en cada momento. Pues si la historia que fue, era la única que
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podfa ser, entonces el último eslabón de esa cadena de necesidades menle objetfua, en el senüdo de no estar falseada consciente¡nente
ineludibles es la historia que es hoy, con los grupos y con las dases con ciertos fines de legitimar tal o cual interés mezquino o particu-
qud hoy dominary y con los hombres y personajes que hoy disfru- lar, o en el sentido de silenciar aquellos hechos o fenómenos que
tan de esa dominaciór; la que por lógica derivaciór¡ ee también no concuerdan con u'na interpretación preestablecida, que es lo que
"necesaria" y es la "única posible". Explicar entonces, de manera en realidad si hacen las historias positivistas, las que éin embargo
crltic4 por qué la historia que aconteció lo hizo de esa fonna y claman de maqe¡a tan ruidosa por esta falsa bbjetividad' ya men-
no de otra -una tarea primordial del historiador crftico-, implica cionada.
igualmente demoetrar lae ofras diversas formas en que pudo haber As{, puesto que toda historia es hiia de su época y de sus cir-
I acontecido, explicando a au vez las razones por las cuales, final- cunstancias, y dado que el historiador es también un individuo que
mente, no se impuso ninguna de esas otras formas, igualmente tiene un compromiso espedfico con su sociedad y con su pres¿lnte,
posibles pero a fin dg cuentas no actualizadas. toda historia ¡eflejará necesariamente las elecciones y el punto de
vista del propio historiador, los que ee proyectan induso deede la
Un sexto pecado cai:ital de los historiadores no crfticos es el del elección de los hechos que son investigados y los que no, hasta el
mito repetido de/su !úsqueda de una 'lobjetividad" y."geuhali- modo de organizarlos, clasificarlos, interpretarlos y ensamblárlos
l.r: dad" abs§uta..frerite a-su"objeto de estudiól O dichó en otros térm! dentro de un modelo más comprehensivo que les da eu sentido y
nos; la preter¡Áión d{¡o tomar parti{o.ag. jqzgqr, 4q-ap-asionars*e_y significación particulares. Y dádo que no áxiste ni puede eüstir
I
no involucrarsg_para n-Idá'eóñ los personajes o con las sifuaciones esa historia desde el punto de vista atemporal, eterno, ahistórico
qué se investigqft\ Una idea ampliamente difundida de la posibili- y fuera del mundo que prodaman los malos historiadores posi
{!l dad de hacer uiia hibtoria completamente "asépttc*', que induso tivistas, que daman por esa imposible neutralidad/objeüvidad, y
Ée ütiliza como argurnento para negarle al h¡sioriaáor la posibi- puesto que toda historia lleva entonces Ia marca de sus propios
(:¡
lidad de ocuparaq, cón mirada igualmenté histórica, de los can- creadores, lo más honesto e inteligente por parte del buen historia-
ili dentes y comprometidoa hechos del "presente". Pero, como lo han do¡ consiste en hacer erpl{citas las espedficas condicíones que han
demostrado incluso la ffsica y la qufmica mntemporáneas, resulta determinado su investigacidr¡ decla¡ando 6in ambages sus to.tnas
hnposible estudiar cualquier fenómeno de manera cienlfica, sin de posición determinadas, asf como loe criterios particulates de
ff
íntensenir de manera.activa dentro del propio proceso que se estu- sus distintas elecciones del material, de los métodos, de los para-
dia, y por lo tantq siir modificar en mayor o en menor medida las digmas y de loe modelos historiográficos utilizados.
condicionea mismae del objeto que se analiza. Lo que en el caso de Renunciando entonces a la falsa obietividad del mal historia-
las ciencias Eociales.y de la historia, se complementa además con dor, el historiador crfüco asume sin conflicto los sesgos de zu.tra-
el hecho de que soincjs nosokos mismos los que hemos conshuido bajo y de su resultado historiográficq convencidb de que la verdad
nuestra pmpia historia" ala que luego intentamos explic ary an lizar. absoluta no existe ni e¡istirá nunca, y de que el modo más perti-
P¡r lo tarüq es imposúle una historia que sea realrnérrte ñeutral, nente de acercalnog a verdades cada vez más cienHficaa aunque
y q!¡e sea "objebva", Bi por esto última ent9nde$os qna historia i Biempre relativas, es justamente este que hace expllcitos los lfmites,
I
en la cual ro nos involucremos de ninluiil'iiiá'ñera, manteniendo las condiciones y los sesgos de su propia actividád en el terrenó de
I
un desinterés, una distáncia y una indiferencia totales hacia lo que la historia.
examinamos. Pero en cambio, si es posible una historia cientlfica-
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. Ar'¡t¡ue¡¡u¡t o¡u vAL HlsroRIADoR .
caRLos ANToNIo AculRRE RorAs

. El séptimo pecado capital de los historiadores que son seguidores tos 'teglmenes de verdad" siempre cambiantes y siempre relativos.
de los i{^nuáes hoy al uso, es el pecado del postmodernismo .en Por eso pueden conduir, sin sonrojo algunq que la escritura de la
historia. Porque haáéndose eco de algunas Posturas que éé han I historia se reduce, en ütima instancia, a la reconstrucción de una
¡.desarrollado recientemente en las ciencias sociales
norteamerica- historia de la escritura, y que las razones para dedicarse a la his-
nas, y también en la historiografa estadounidense, han comenzado toria ao son la búsqueda de una ve¡dad histórica cienlfica, en el
prólifo"r en nuestro pafs algunos histo¡iadores que ¡ntentan fondo imposible e inalcanzable, sino purámente razones de orden
"reáucir a ia historiaa su sola dimensión narratioa o disctrsíoa¡ eva'
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estético.
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cuando por cor4pleto el referente esencial de los propios hechos Pero más allá de estas divagaciones logocéntricas, y de estos
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!" históricos reales.\Ast" siguiendo a autores como Hayden White, desvarlos de daros tintes idealistas, persiste el hecho innegable de
Michel de Ceftato PauI Veyne, estos defensoree recientes del post- I
que los historiadores hacemos historia con el objetiio de ionocer,
modernismo histórico, Ilegan a afumar que 1o que los historiadores comprender y luego explicar la historia real,la qtse consütuye sin
conocen e investigan no es la hiotoria real, la que muy posiblemente duda nuestro objeto de estudio principal. Además, hacemos histo-
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nos será desconocida para siemprg sino solamente los discursos ria convencidos de que somos capaces de establecer, cada vez más,
,"i históricos que se han ido construyendo, sucesivamente y a lo largo I verdades históricae cienUficas, y además, verdades cada ve_z más .

''i 'de las generaciones, sobre tal o cual supuesta reaüdad histórica, precisas y más capaces de dar cuenta real de los problemas con-
por eiemplo sobre el carácter y los comportamientos del sector de cretos histó¡icos que investigamos. Desde una posición abierta-
la plebe romana, en las épocas del Bajo lmperio. mente racionalist4 y que aspira a ser cienffica, los historiadores
Desplazando asl la atención del historiador, desde la historia crlticos son también capaces de comparar y de criticar las distintas
rtl real hacia los diecursos sobre la historia, esta posfura de los malos interpretaciones que se han hecho de un cierto problema histórico,
historiadores termina por desembocar en posiciones abiertamente haciendo evidente como nuestras explicaciones actuales sor¡ en
¡elativistas e induso agnósticas. Pues si según este punto de vista, general, mucho más sofisticadas y complelas que las anteriores,
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. cada discurso histórico es siempre diferente y siempre correspon- y en términos generales, más adecuadas para captar los hechos
diente a la época en que es producido, entonces zo es posible esta- históricos y máe finas para poder encuadrarlos dentro de modelos
blecer ierarqula o comparación entre todos esos discursos, lo que globaleo que les restituyen, cada vez de manera más piecioa, su
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significa que no podemos saber si hoy conocemos más o cono- verdadero sentido profundo. Porque "los hechos son testarudos",
ce¡nos menos de la historia del Imperio Romano que lo que han y más allá de las sutilezas del lenguaje continúan desafiándonos
conocido los hombrea y los autores del siglo x& o del siglo xvt, o para que seamoa catraces de explicarlos .de un modo racional y
'durante el siglo x. Y tampoco podemos decir que nuestra visión i
coherente.
actual es más o es meno6 "ciehlfica" o mas o menos 'verdadera' Y si bien es obvio, que no eiste historia posible que no se
que la que construyeron los historiadores de hace tres o siete o ; exprese a través de una cierta construcción narrativa, también es
'trece siglos. un abuso ilegftimo querer reducir por ello a la historia a su eola
Incluso, y prolongando hasta el final su argumento, estos autores i dimensión narrativa. Igual entonces qud.la erudiciór¡ que ro es
.i:osmodernos llegan a descalificar la pretensión misma de cons- I historia pero si es una de sus condiciones impreseindibles y uno
Éuir ua ciencia de la historb, afirmando que los historiadores sólo :,,
de sus elementos importantes, asl la narración y el discurso zo son
escribimos "relatos con pretensiones de ve¡dad", relativos a distin- tampoco histori4 aunque si son también uno de sus componentes
fu ndamentales e ineludibles.
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l: Son estos los slete (y más, pues los mismos se manifiestan
I después en mrllüples maneras) pecados capitales del mal historia-
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.l dor. Y si, con un comportarniento virtuoso y con una mirada vigi-
lante y crftica, lotramos esquiva¡ el caer en todos ellos, podremos I
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intentar hacer y enseñar una historia diferente y muy süperior a
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lá que existe hoy en nuestro pafs. Pero ¿cómo elaboramos esta his- lr

'I1 toria distinta y mejo!3. Tratando de seguir las lecciones que nos i:r.
i. han dado los historiadorea realmente crfticos, du¡ante los rlltimos
ciénto cincuenta años, lecciones que pasamos a ver a continuación.
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