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En el primer semestre de 2020, el gobierno llevó a cabo una serie de acciones para
mitigar los efectos de la crisis. Las políticas de transferencias monetarias fueron parte de
las principales medidas adoptadas. Apoyándose en las fortalezas del sistema de
protección social, se pudo reaccionar rápidamente transfiriendo ingresos a las familias
más vulnerables con niños/as y adolescentes, a titulares de programas sociales y a
personas mayores. Además, se formularon nuevas políticas de transferencias, como el
Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) y el Programa de Asistencia de Emergencia al
Trabajo y la Producción (ATP), expandiendo la cobertura de protección social y
alcanzando a grupos más amplios. Estas iniciativas fueron complementadas por otro
tipo de políticas tales como programas para reforzar el acceso a la educación remota, la
provisión de bienes y servicios básicos, la inversión en infraestructura y la prevención
sanitaria.
A pesar de los esfuerzos llevados a cabo para mitigar los efectos de la crisis, dada su
magnitud casi inédita, el panorama es crítico: en el primer semestre del año la pobreza
alcanzó al 40,9% de la población, según datos de INDEC. Esto significa que entre 2019
y 2020, ingresaron a la pobreza 2,5 millones de personas. Cabe señalar que sin las
medidas de transferencias llevadas a cabo por el gobierno la tasa de pobreza podría
aumentado 2,6 puntos porcentuales más, alcanzando al 43,5% de la población. De esta
forma, estas políticas habrían impedido que casi 1,2 millones de personas caigan bajo la
línea de pobreza.
En el mediano plazo, la estrategia para hacer frente a los impactos sociales de la crisis
deberá considerar acciones clave para desactivar la reproducción intergeneracional de la
pobreza incluyendo políticas para la garantía de los derechos sexuales y reproductivos,
la ampliación de la cobertura de los espacios de crianza, enseñanza y cuidado para
los/as niños/as, la permanencia y finalización escolar de los/as adolescentes y el acceso
y mejoramiento al hábitat. Además, dada la centralidad del acceso a empleos de calidad
para salir de la pobreza, será fundamental potenciar el impacto de las políticas de
empleo y de la economía social y popular. Finalmente, será clave establecer niveles
mínimos de inversión en las políticas con un financiamiento que se dé a través de un
sistema de recaudación lo más progresivo posible.