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SEMINARIO BÍBLICO ALIANZA

DEL ECUADOR

ANTIGUO TESTAMENTO III


LA PERSPECTIVA ACERCA DE DIOS ANTES Y
DURANTE EL EXILIO

Profesora: Deborah Lecaro Romo

Briones Rodríguez Attilio Xavier

ISRAEL Y SU PERSPECTIVA DE DIOS ANTES DEL EXILIO

Para poder tener una perspectiva acertada de


Lunes 09 de agosto de 2021
cómo veía Israel a Dios
Programa de Estudios Bíblicos Teológicos y Ministeriales
en la época
veterotestamentaria, es necesario, en primer lugar, saber la forma en la cual

Dios se había revelado ante los seres humanos desde la creación. Dios crea al

hombre para establecer un vínculo de amor y amistad con él y lo único que le

pide es obediencia (Gn. 2:16-17). Cuando el pecado entra al mundo este

vínculo se rompe, y la perspectiva de Dios cambia para el ser humano, de un

absoluto a algo relativo, Dios pasó a ser, para la raza humana, un ente de culto

que se transmitía de generación en generación.

Así, cuando Dios vuelve a revelarse ante el hombre, escoge un pueblo,

el cual se constituiría en un ejemplo de conducta y adoración para las demás

naciones corrompidas. Esto se sello con pacto de Dios con Abraham, el cual

sería «padre de muchedumbre de gentes» (Gn. 17:4).

Es de esta manera, que nace el pueblo de Dios y a pesar de que en el

pensamiento hebreo Dios estaba tanto en la tierra como en el cielo, el objeto de

su culto iba a ser la expresión visible de su fe, es por esto que Dios mismo se

encargó de dar ciertas normas de conducta para que su pueblo se diferencie

de los demás (Dt. 30:16).

Lastimosamente, en el corazón del pueblo, ya estaba arraigada la

idolatría, ellos, igual que sus vecinos, necesitaban ver físicamente el objeto de

su adoración, y «el Dios de sus padres», pasó a ser solamente una

identificación de su raza, «los escogidos», aquellos que siempre recibirían la

ayuda de Dios, a pesar de no cumplir con sus mandatos y estatutos. Esto se

agravó más, una vez que el reino se dividió en Israel (norte) y Judá (sur).

Ahora la voz de Dios se hacía presente por medio de los profetas, cuyo

mensaje consistía en señalar el pecado entre el pueblo, eran personas que por

haber recibido el mensaje de primera mano de un Dios Santo (Is. 6:5; Jer. 1:4-
10), no tenían temor de enfrentarse con los reyes de Israel y Judá. A pesar del

mensaje de advertencia de los profetas, ellos seguían despreciando la

misericordia y corrección de Dios, por lo que, habían provocado la ira de Dios.

El profeta Amós les recordó lo que Dios había hecho por ellos (Am. 2: 9-12), sin

embargo, ellos respondieron siguiendo a los falsos profetas y callando a los

verdaderos, inclusive llegaron a pensar que como «escogidos» jamás

experimentarían el justo juicio de Dios (Sof. 1:12).

La irresponsable conducta del pueblo llegó a trágico y horrendo clímax,

cuando el reino del norte fue llevado, por Asiria al cautiverio, en el año 722 a de

J.C.; quizás, lo más normal, hubiese sido que ante este ejemplo de lo que

significaba el juicio de Dios, el reino del sur (Judá) cambiara su conducta, pero

ocurrió todo lo contrario, se ensoberbecieron en su pecado, y en le año 597 a

de J.C. Jerusalén fue arrasado por el Imperio Babilónico.

ISRAEL Y SU PERSPECTIVA DE DIOS DURANTE EL EXILIO

Ahora si todas las palabras de los profetas se hacían realidad, ya era

muy tarde, habían deshonrado tanto a Dios que prácticamente sentían su

abandono (Lm. 5:15-18), ahora la expresión «el Dios de nuestros padres»

tomaba otro sentido, un sentido de esperanza y de redención (Lm. 15:19).

Pero, el juicio de Dios no puede ser justo, si no hay castigo contra el impío que

deliberadamente peca o toma con ligereza su Palabra, esa generación, a pesar

de su lloriqueo (Lm. 15:20) sería destruida y el pueblo permanecería en

cautividad por 70 años.

Sin duda alguna durante todo este tiempo debe haber retumbado en sus

mentes la profecía de Jeremías (Jer. 29: 10-14) que se tornó en la voz de


esperanza que lastimosamente ellos no alcanzarían, sino solo su

descendencia.

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