Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
MÉXICO, 2006
Por tratarse de los trabajos ganadores del Certa-
men Nacional de Ensayo “Los Derechos del Hom-
bre en la Constitución de 1857”, esta Comisión Na-
cional los publica respetando al máximo la sintaxis
y la ortografía original de cada trabajo.
© Comisión Nacional
de los Derechos Humanos
Periférico Sur 3469,
esquina Luis Cabrera,
Col. San Jerónimo Lídice,
C. P. 10200, México, D. F.
Diseño de portada:
Flavio López Alcocer
Impreso en México
CONTENIDO
[5]
LA HISTORIA EN OCASIONES OLVIDA
Neréndira Salgado Ledesma ........................................................... 149
Para Berta
I. INTRODUCCIÓN
Uno de los problemas filosóficos más importantes sobre los derechos humanos
es, sin duda, la concientización plena sobre su existencia. ¿A partir de cuándo
la humanidad tiene conciencia sobre sus derechos también llamados naturales?
¿El ser humano desde siempre ha tenido derecho a la vida, al honor y a las li-
bertades públicas, y respeto a su privacidad y a la seguridad jurídica?
* Primer lugar del Certamen Nacional de Ensayo “Los Derechos del Hombre en la Cons-
titución de 1857”.
[7]
8 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
El siglo XIX fue traumático en muchos sentidos para los mexicanos. Nuestro
país nació independiente en condiciones adversas: desgarrado, endeudado y
dividido. La ambición de Agustín de Iturbide de convertir a México en un im-
perio marcó el destino de México: importa más el acceso, el ejercicio y la orga-
nización del poder que los derechos humanos de los gobernados.
Octavio Paz ha sido uno de los intelectuales y escritores que ha entendido
a fondo el problema histórico y psicológico del pueblo mexicano. No sólo en
su famoso libro, ya aludido, El laberinto de la soledad podemos entender
aspectos relevantes y terribles sobre la vida pública de México, también en
3
Ibid., pp. 62 y 63.
4
E. O. Rabasa, El pensamiento político del Constituyente de 1856-1857, p. 96.
12 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
Los liberales eran enemigos del pasado mexicano, al que denunciaban como
una imposición ajena, una intrusión española. Por eso decían que México ha-
bía ‘recobrado’ su Independencia, como si la nación hubiese existido antes de
la llegada de los españoles. Al pasado inauténtico del virreinato no oponían el
pasado precolombino —que no conocían y muchos despreciaban: el indio Juá-
rez no fue indigenista—, sino el futuro de la democracia liberal. Frente a las
dos excentricidades (desde el punto de vista del occidente moderno) que nos
constituían, el pasado español y el pasado indio, los liberales postularon una
universalidad abstracta, hecha de las ideologías progresistas de la época. Los
Estados Unidos eran el ejemplo inmediato de esa universalidad: en su presente
podíamos ver nuestro porvenir. Espejo indiscreto: cada vez que, como la ma-
drastra del cuento, le preguntábamos por nuestra imagen, nos enseñaba la del
otro. Los conservadores pensaban que los Estados Unidos, lejos de ser un mo-
delo, eran una amenaza contra nuestra soberanía y nuestra identidad. El conta-
gio ideológico no les parecía menos peligroso que la agresión física: era una
forma complementaria de penetración. Si el futuro que nos proponían los libe-
rales era una enajenación, la defensa de nuestro presente exigía, por la misma
razón complementaria, la de nuestro pasado. El razonamiento de los conserva-
dores era irreprochable sólo en apariencia: ese pasado que ellos se obstinaban
en defender y que, no sin razón identificaban con el presente, era un pasado en
descomposición. Ya he señalado que la tradición de Nueva España —una tra-
dición admirable y que los mexicanos modernos han cometido la tontería de
ignorar y aun de menospreciar— no ofrecía elementos ni principios que pudie-
ren servir para resolver el doble problema al que la nación se enfrentaba: el de
la vida independiente y el de la modernización... Como toda la América espa-
ñola, México estaba condenado a ser libre y a ser moderno, pero su tradición
había negado siempre la libertad y la modernidad.5
No hay que olvidar que el abuelo paterno de Octavio Paz fue un liberal
convencido, inmerso en los sucesos del siglo XIX. El pequeño Octavio parti-
cipó de la historia y la cultura nacional precisamente por la gran influencia
de don Ireneo, con quien convivió varios años de su infancia en Mixcoac, en
el sur de la ciudad de México.
5
Octavio Paz, México en la obra de Octavio Paz. El peregrino en su patria, t. I., pp. 424
y 425.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 13
obsesión. De ahí que un liberal inglés de la misma centuria, Lord Acton, dije-
ra: “El poder corrompe y el poder absoluto corrompe de manera absoluta”.
Los juristas Fix-Zamudio y Valencia utilizan una expresión conocida de Be-
nedetto Croce al decir que los derechos humanos son una verdadera hazaña
de la libertad, y es verdad, dado que la concientización de los mismos no po-
dría darse sin libertad.
El tratamiento jurídico establecido en la Constitución de 1857 sobre los
derechos humanos es de vanguardia para su tiempo. Para empezar, el artículo
1o. Es, desde el punto de vista filosófico, casi impecable: “El pueblo mexica-
no reconoce, que los derechos del hombre son la base y el objeto de las insti-
tuciones sociales. En consecuencia declara, que todas las leyes y todas las au-
toridades del país, deben respetar y sostener las garantías que otorga la presente
Constitución”.
Desde mi punto de vista, el artículo 1o. debía decir: “El Estado mexicano re-
conoce” y no “el pueblo mexicano”, porque el sujeto pasivo, y por tanto garante
de los derechos humanos y garantías individuales, es el Estado y no el pueblo.
Todos los presidentes de la República bajo la Constitución de 1857, con la
excepción de Madero —porque la presidencia de Lascurain fue tan breve,
ilegítima y ridícula que no debe tomarse en cuenta— tuvieron excesos de po-
der, incluso Juárez, quien ha sido más deificado que estudiado, violaron ga-
rantías y derechos humanos y los pretextos sobraron. Emilio Rabasa dijo
alguna vez con dureza que Juárez con la Constitución jamás gobernó, y, por
supuesto, el caso de Porfirio Díaz es la más clara demostración de cómo una
persona podía situarse por encima de la Constitución con los costos humanos
correspondientes; dicho en otras palabras, el país era de un solo hombre, cues-
tión que la Revolución y los regímenes derivados de ella no resolvieron satis-
factoriamente con el presidencialismo autoritario y el régimen de un partido
hegemónico.
No es menos cierto que durante el periodo 1857-1867 era imposible aplicar
la Constitución, porque México estaba en guerra y parte de ese problema se
derivó de que un sector de la población, la jerarquía eclesiástica y parte del
ejército, no aceptaban la nueva Constitución. El dilema que enfrentaron no po-
cos probables funcionarios públicos consistía en si debían jurar o no la Consti-
tución. Si la juraban y eran católicos estaban amenazados de ser excomulgados,
y si no la juraban podían ser destituidos del cargo que aspiraban ostentar.
La restauración de la República en 1867, como la llamó Daniel Cosío Vi-
llegas, no consiguió que hubiera una gobernabilidad plenamente democráti-
ca. Maximiliano y los conservadores estaban vencidos, pero los liberales fue-
ron incapaces de construir un sistema político duradero y estable.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 15
7
Citado por Juan Federico Arriola, La pena de muerte en México, p. 104.
16 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
8
Citado por Loretta Ortiz Ahlf, “Soberanía, no intervención y derechos humanos”, Revis-
ta del Senado de la República, julio-septiembre, 1997, p. 127.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 17
IV. CONCLUSIONES
FUENTES DE CONSULTA
PROEMIO
* Segundo lugar del Certamen Nacional de Ensayo “Los Derechos del Hombre en la Cons-
titución de 1857”.
[21]
22 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
1
Felipe Tena Ramírez, Leyes fundamentales de México, 1808-1985. México, Porrúa, 1985,
p. 205.
2
Mariano Otero, Obras: Voto Particular del Congreso de 1857. México, Porrúa, 1967, t.
I, p. 374.
3
F. Tena Ramírez, op. cit., p. 190.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 23
A partir del primer Congreso mexicano de 1822, el cual, dicho sea de paso,
actuó bajo el principio de supremacía parlamentaria,4 se difundió prolijamente
en nuestro país el Ensayo sobre las garantías individuales que reclama el es-
tado actual de la sociedad, de Daunou, conjuntamente con La Europa y la
América, del Arzobispo Pratt; obra —la de Daunou— que fue traducida del
francés por don Lorenzo de Zavala y publicada en la imprenta de Mariano
Ontiveros, vendiéndose en la librería de Mariano Galván Rivera, en el Portal
de los Agustinos, en el año de 1823.
La referida obra de Daunou tuvo una marcada influencia entre los publi-
cistas mexicanos.
Siguiendo a la Asamblea Revolucionaria Francesa en 1789, Daunou dis-
tingue las garantías en las concernientes a seguridad, libertad, igualdad y
propiedad, escribiendo un texto de gran actualidad que nos permitiría estu-
diar las garantías constitucionales, tal y como actualmente se regulan, siendo
que es un libro que se publica en México, en un momento en que ningún texto
legal catalogaba dichas garantías con el carácter específico de tales, consig-
nándose tan sólo por esas fechas las disposiciones ya referidas, concernien-
tes a los artículos 146 a 156 de la Constitución del 4 de octubre de 1824.5
La Constitución de 1857, al decretar un capítulo expreso de derechos pú-
blicos subjetivos del gobernado, en su título primero, sigue los lineamientos
de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de la Asam-
blea Revolucionaria Francesa de 1789, muy probablemente por medio de la
versión de Daunou, asumiendo el iusnaturalismo liberal de dicha asamblea cuan-
do en su artículo 1o. establece: “El pueblo mexicano reconoce que los dere-
chos del hombre son la base y el objeto de las instituciones sociales. En con-
secuencia declara, que todas las leyes y todas las autoridades del país, deben
respetar y sostener las garantías que otorga la presente constitución”.6
Los pensadores británicos, específicamente Jeremías Bentham y Edmundo
Burke, criticaron acremente el iusnaturalismo de la Revolución francesa, pre-
ceptos como el artículo 1o. de la Constitución de 1857 propiciaban —al decir
de dichos escritores— la confusión que permitiese a cualesquiera que subje-
tivamente se sintiese agraviado, a convocar al desconocimiento de las autori-
dades en todo momento.
4
José Barragán Barragán, “Introducción”, Actas constitucionales mexicanas, 1821-1824.
México, UNAM. 1980, p. XX. (Edición facsimilar.)
5
F. Tena Ramírez, op. cit.
6
Ibid., p. 607.
24 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
cientos luises dobles que su suegro ofreció al feroz republicano que se encar-
gaba de la venta de los dominios nacionales, obtuvo legalmente, sino legítima-
mente, por un pedazo de pan, los viñedos más hermosos de la comarca, una
antigua abadía y unas cuantas alquerías”.12
El artículo 1o. de la Constitución de 1857 fue base de uno de los argumen-
tos esgrimidos por Ignacio L. Vallarta, al concederse el célebre amparo de “Mi-
guel Vega” y en el que a partir de las definiciones de Ahrens hace la distinción
entre derechos del hombre, derechos civiles y derechos políticos; distinción que
permitió conceder el amparo contra sentencias judiciales, entratándose de la
materia penal, en 1869.13
La distinción hecha por Ignacio L. Vallarta señalaba como derechos del
hombre los que se referían a la vida, integridad física y libertad de las perso-
nas, esto es, aquellos derechos que podían ser restringidos o afectados en vir-
tud de un procedimiento penal.
Vallarta, por lo demás, consideró derechos civiles a los que eran materia
patrimonial u obligacional; esto es, aquellos que podían ser afectados en un
proceso de naturaleza civil o mercantil.
Por lo que hace a los derechos políticos, Vallarta consideró que no eran
materia judiciable, basándose para ello en un criterio de la corte de Estados
Unidos de 1849, conocido como “Luther V. Borden” que emitió el “Justice”
Roger Taney.14
Al negarse la posibilidad de ventilar ante los tribunales las controversias
derivadas de la legítima integración de los poderes públicos, Vallarta dese-
cha el criterio fijado por José María Iglesias y asumido a instancia de los agra-
vios expresados en amparo por el postulante Isidro Montiel Duarte.
La tesis de la competencia de origen quedó proscrita del foro, la doctrina
y la discusión política del país hasta que, en 1996, se erigió como tribunal
de pleno derecho, y como parte integrante del Poder Judicial de la Federa-
ción, el Tribunal Electoral, desmintiendo con ello lo que hasta antes de esa
fecha y a partir del fallo de Vallarta inspirado en Taney fue verdad legal y
cosa juzgada.15
Con base en el artículo 1o. de la Constitución de 1857, Vallarta consideró
que los únicos derechos humanos a los que hacía referencia el artículo 1o. de la
12
Honorato de Balzac, Eugenia Grandet. Madrid, El Mundo Unidad Editorial, 1999, p.
14. (Col. Milenium.)
13
Emilio Rabasa, El artículo 14. México, Porrúa, 1984, pp. 68-69.
14
Javier Moctezuma Barragán, José María Iglesias y la justicia electoral. México, UNAM,
1994, p. 242.
15
Op. cit., loc. cit.
26 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
16
F. Tena Ramírez, op. cit., pp. 610-611.
17
Op. cit., p. 499.
18
Ignacio Burgoa Orihuela, Las garantías individuales. México, Porrúa, 1982, p. 206.
28 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
19
Justo Sierra, Juárez, su obra y su tiempo. México, Editora Nacional, 1962, pp. 471-
473.
20
I. Burgoa Orihuela, op. cit., p. 206.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 29
Suspensión sea dicho —escribió el eximio jurisconsulto— sin más fin que ase-
gurar el triunfo de una facción vencedora, hasta poniendo una mordaza en la
boca de los vencidos, suspensión sea dicho, en que se ha deprimido el delito po-
lítico, hasta colocarlo al nivel que tiene el común, y el común más doloso, para
así poder castigar al enemigo bajo el imperio de una ley cruel; suspensión, en
la que la pasión política ha ido cayendo de error en error.21
21
Manuel Herrera y Lasso, Estudios constitucionales. Segunda Serie. México, Ius, 1964,
p. 168.
22
José María Lozano, Estudios de derecho constitucional patrio en lo relativo a los dere-
chos del hombre. México, Imprenta de Comercio de Dublan y Compañía, 1876, p. 345.
23
Franz Kafka, El proceso. Buenos Aires, Altamira, 2003.
30 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
El 15 de marzo de 1911, ante la crisis por la caída del régimen de don Por-
firio Díaz, El Congreso Mexicano decretó suspensión de garantías; otro tanto
se dio el 1 de junio de 1942, ante la declaración de guerra del general Manuel
Ávila Camacho contra las potencias del eje.
Ante la tensión internacional y la polarización interna en el país, ¿podríamos
vivir la suspensión de garantías en un futuro cercano? ¿Qué destino le espera a la
actual generación que habita en nuestro país? ¿La sujeción a las reglas del pro-
cedimiento y a las leyes aplicables o el sometimiento a decretos especiales?
El juicio de amparo, tal y como fue ideado por Otero en el Acta de Reformas
de 1847, e incluso desde el proyecto presentado como voto particular de las
minorías en el Congreso Constituyente de 1842, fue históricamente desvir-
tuado a partir de la entronización de la garantía de exacta aplicación de la ley
en el texto del artículo 14 de la Constitución de 1857.
En el proyecto presentado como voto particular de las minorías por los
diputados J. J. Espinosa de los Monteros, Octaviano Muñoz Ledo y Mariano
Otero, el día 26 de agosto de 1842, ante el Congreso Constituyente, el artícu-
lo 6o. del mencionado proyecto fijaba responsabilidad penal para toda auto-
ridad que atentara contra las garantías que se establecieran en la propia Cons-
titución, consistentes éstas en las clásicas de libertad, propiedad, seguridad e
igualdad; estableciendo, por su parte, el artículo 81, fracción 1, un claro ante-
cedente del juicio de amparo, tal y como lo consignara el propio Otero con
posterioridad en el Acta de Reformas de 1847.
La clara diferencia es que en el proyecto de 1842 el juicio de amparo ten-
dría por objeto controlar los actos de los poderes legislativo o ejecutivo ex-
clusivamente de los estados, cuando cualesquiera de estos incurrieran en ac-
tos tendentes a privar a una persona determinada de alguna de las garantías
otorgadas por la Constitución, en tanto que el artículo 19 del voto particular
de Otero, del 5 de abril de 1847, y el artículo 25 del Acta de Reformas esta-
blecieron la facultad de los tribunales de la federación para amparar a cual-
quier habitante en el ejercicio y conservación de los derechos que la Consti-
tución concede en relación con actos ejecutados por los poderes ejecutivo y
legislativo, tanto de la federación como de los estados.24
24
M. Otero, op. cit., p. 171.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 31
25
“Voto particular de 1847, proyecto”, en ibid., p. 382.
26
Ibid., p. 354.
27
I. Burgoa Orihuela, op. cit., p. 135.
28
Álvaro Echeverri Uruburru, Teoría constitucional y ciencia política. Bogotá, Ediciones
Librería del Profesional, 2002, p. 352.
29
M. Otero, op. cit., pp. 831-851.
30
Idem.
32 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
31
Francesco Carnelutti, Derecho procesal civil y penal. México, Harla, 1994.
32
Juan Ruiz Arcipestre de Hita, El libro del buen amor. México, Editores Mexicanos
Unidos, 2002, pp. 61-64.
33
Juan Rodríguez de San Miguel, Curia Filípica Mexicana 1850, obra publicada por
Mariano Galván Rivera, pp. 373-374.
34
Francisco Zarco, Historia del Congreso Constituyente de 1857. México, INEHRM/
Gobierno del Estado de Puebla, pp. 168-171. (Edición facsimilar.)
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 33
35
F. Zarco, op. cit., pp. 168-172.
36
Op. cit., p. 171.
37
Piero Calamandrei, La casación civil. Buenos Aires, Ediciones Jurídicas Europa-Amé-
rica, 1960.
38
E. Rabasa, La Constitución y la dictadura. Estudio sobre la Organización Política de
México. México, Porrúa, 1982.
39
Benito Pérez Galdós, Doña perfecta. México, Porrúa, 2005.
34 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
Los beneficios políticos del jurado popular fueron descritos por Alexis de Toc-
queville en La democracia en América en los siguiente términos:
40
E. Rabasa, La Constitución y..., op. cit., pp. 26-34.
41
Op. cit., p. 98.
42
F. Tena Ramírez, op. cit., p. 717.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 35
Hay que distinguir dos cosas en el jurado: una institución judicial y una institu-
ción política.
Si se tratara de saber hasta qué punto el jurado, y sobretodo el jurado en
materia civil, sirve para la buena administración de justicia, confesaría que su
utilidad podría ser puesta en duda.
La institución del jurado ha nacido en una sociedad más avanzada, en don-
de no se sometía casi a los tribunales más que a simples cuestiones de hecho; y
no es una tarea fácil adaptarla a las necesidades de un pueblo muy civilizado,
cuando las relaciones de los hombres entre sí se han multiplicado singularmen-
te y han tomado un carácter científico e intelectual.
Mi objeto principal, en este momento, es enfocar el lado político del jurado:
otro camino me apartaría del tema. En cuanto al jurado como medio judicial,
no diré sobre él sino dos palabras. Cuando los ingleses adoptaron la institución
del jurado, formaban un pueblo semibárbaro; llegaron a ser, después, una de
las naciones más ilustradas del globo, y su adhesión al jurado pareció acrecen-
tarse con sus luces. Salieron de su territorio, y se les vio esparcirse por todo el
universo: unos formaron colonias, otros Estados independientes; el cuerpo de
la nación conservó un rey; varios de los emigrantes fundaron poderosas repú-
blicas; pero, por todas partes, los ingleses preconizaron igualmente la institu-
ción del jurado. La establecieron por doquier, o se apresuraron a restablecerla.
Una institución judicial que obtiene así los sufragios de un gran pueblo durante
una larga sucesión de siglos, que se reproduce con celos en todas las épocas de
la civilización, en todos los climas y bajo todas las formas de gobierno, no pue-
de ser contraria al espíritu de la justicia.
Pero dejemos este tema. Sería restringir singularmente su pensamiento, li-
mitarse a enfocar el jurado como una institución judicial; porque, si ejerce una
gran influencia sobre la suerte de los procesos, ejerce otra mayor todavía sobre
los destinos mismos de la sociedad. El jurado es, pues, ante todo, una institu-
ción política. En este punto de vista es dónde debemos colocarnos siempre para
juzgarlo.
Entiendo por jurado cierto número de ciudadanos tomados al azar y reves-
tidos momentáneamente del derecho de juzgar.
Aplicar el jurado a la represión de los crímenes me parece introducir en el
gobierno una institución eminentemente republicana. Me explico:
La institución del jurado puede ser aristocrática y democrática, según la cla-
se donde se tome a los jurados; pero conserva siempre un carácter republicano,
en cuanto que coloca la dirección real de la sociedad en manos de los goberna-
dos o de una parte de ellos; y no en la de los gobernantes.
La fuerza no es jamás sino un elemento pasajero de éxito: después de ella
viene al punto la idea del derecho. Un gobierno reducido a no poder dar alcan-
ce a sus enemigos sino en el campo de batalla sería bien pronto destruido. La
verdadera sanción de las leyes políticas se encuentra, pues, en las leyes pena-
36 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
Lo que precede se aplica a todas las naciones; pero he aquí lo que es espe-
cial de los norteamericanos, y en general de los pueblos democráticos.
He dicho antes que en las democracias los legistas, y entre ellos los magis-
trados, forman el único cuerpo aristocrático que puede moderar los movimien-
tos del pueblo. Esa aristocracia no está revestida de ningún material, no ejerce
su influencia conservadora sino sobre los espíritus. Ahora bien, en la institu-
ción del jurado es donde ella encuentra las principales fuentes de su poder.
En los procesos penales en que la sociedad lucha contra un hombre, el jura-
do está inclinado a ver en el juez el instrumento pasivo del poder social y se
muestra desconfiado de su opinión. Además, los procesos penales descansan
enteramente sobre simples hechos que el buen sentido logra fácilmente apre-
ciar. En este terreno, el juez y el jurado son iguales.
No sucede lo mismo en los procesos civiles; el juez aparece entonces como
un árbitro desinteresado entre las pasiones de las partes. Los jurados lo ven
con confianza, y lo escuchan con respeto; porque aquí su inteligencia domina en-
teramente a la suya. Él es quien desarrolla ante sus miembros los argumentos de
que se ha fatigado su memoria, y quien los lleva de la mano para dirigirlos a
través de los vericuetos del procedimiento judicial, él es quien los circunscribe
a los hechos, y les enseña la respuesta que deben dar a la cuestión de derecho.
Su influencia sobre ellos es casi ilimitada.
¿Será necesario decir, en fin, por qué me siento poco conmovido de los
argumentos sacados de la incapacidad de los jurados en materia civil?
En los procesos civiles, siempre, por lo menos, que no se trata de cuestiones
de hecho, el jurado no tiene sino la apariencia de un cuerpo judicial.
Los jurados pronuncian el fallo que el juez ha expresado. Prestan a ese fallo
la autoridad de la sociedad que representan, y él, la de la razón y la de la ley.
En Inglaterra y en norteamérica, los jueces ejercen sobre los procesos pena-
les una influencia que el juez francés nunca ha conocido. Es fácil de compren-
der la razón de esta diferencia: el magistrado inglés o norteamericano ha esta-
blecido su poder en materia civil: no hace sino ejercerlo en seguida en otro
teatro y no lo adquiere allí.
Hay casos, y son a menudo los más importantes, en que el juez norteameri-
cano tiene el derecho de pronunciar sólo la sentencia. Se encuentra entonces,
ocasionalmente en la posición en que se halla de manera habitual el juez fran-
cés; pero su poder moral es mucho mayor; los recuerdos del jurado le siguen
todavía, y su voz tiene casi tanto poder como la de la sociedad, de que los ju-
rados era el órgano.
Su influencia se extiende aún mucho más allá del recinto de los tribunales.
En el descanso de la vida privada y en los trabajos de la vida política, en la
plaza pública y en el seno de las legislaturas, el juez norteamericano encuentra
sin cesar en torno suyo a hombres que están acostumbrados a ver en su inteli-
gencia algo superior a la suya; y después de haberse definido sobre los proce-
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 39
sos, su poder se deja sentir sobre todos los hábitos del espíritu ya hasta sobre el
alma misma de quienes concurrieron con él a juzgarlos.
El jurado, que parece disminuir los derechos de la magistratura, fundamen-
ta realmente su imperio, y no hay país donde los jueces sean tan poderosos
como aquellos en que el pueblo participa de sus privilegios.
Es, sobre todo, con ayuda del jurado en materia civil como la magistratura
norteamericana hace entrar lo que he llamado el espíritu legista hasta en las
últimas clases de la sociedad
Así, el jurado, que es el medio más enérgico de hacer reinar al pueblo, es
también el medio más eficaz de enseñarlo a reinar.43
43
Alexis de Tocqueville, La democracia en América. México, Fondo de Cultura Econó-
mica, 1994, pp. 273-277.
40 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
Pero mi insignificante persona no puede ser objeto que ocupe por más tiem-
po la atención del Congreso. Entro ya de lleno en la discusión.
La Comisión de Constitución, pesarosa de que en nuestra desgraciada pa-
tria toda idea de reforma no haya sido hasta hoy más que la promesa mentida
con que los revolucionarios de profesión, engañan al pueblo mexicano, inscri-
biéndolo en su bandera; y deseosa en extremo de hacer hoy la felicidad nacio-
nal, ha emprendido su marcha por el camino de la reforma verdadera, y en su
proyecto ha presentado algunas que por su importancia serán potentes a cons-
tituirnos. La Comisión ha ido a buscar a los países cultos el secreto de su pro-
greso, y creyendo haberlo encontrado en determinadas instituciones, hoy nos
presenta esas ideas para que vuestra soberanía las eleve a la categoría de leyes.
Tal vez éste fue el motivo de que la Comisión pensara que el jurado a la vez
que era esencial a la democracia, coadyuvaría eficazmente a las otras mejo-
ras que propone para que la República Mexicana se elevara a la altura en que
vemos a los Estados Unidos del Norte.
¿Ha acertado la Comisión en este propósito? ¿Anda por el buen camino, o
extraviada por desgracia en vereda peligrosa, no tocará sino en el precipicio?
Ésta es la cuestión, cuestión que tengo el sentimiento de resolver contra el
juicio de la Comisión y de cuya solución no he podido apartarme, por más que
por mi propio interés quisiera que mi voz viniera en apoyo del jurado.
No creo yo, señor, que el jurado sea una institución esencial a la democracia;
lo diré comenzando la exposición de mis ideas en todo contrarias a las que sobre
el particular la Comisión expende. Yo creo que la democracia antigua, aquella
democracia que llamaba a todos los ciudadanos a la plaza pública a tomar parte
en todas las cuestiones de interés para el Estado, no puede existir en las actua-
les sociedades, con sus peculiares elementos de organización, diseminados en
extensos territorios y compuestas de abundante población. El sistema democráti-
co, el gobierno del pueblo, hoy sólo es posible establecerlo por medio de la repre-
sentación de ese mismo pueblo. Que veinte o treinta, o más ciudadanos elegidos
por todo un país, gobiernen y rijan los destinos de ese pueblo, bien se concibe y
mejor se practica; pero que cinco millones de ciudadanos se reúnan y deliberen,
y se acuerden y den leyes, es una quimera en que nadie puede dar.
El Poder Legislativo no se puede, pues, ejercer por el pueblo por sí, sino por
sus representantes. Es ésta una verdad que está testificando este mismo Con-
greso. El Poder Ejecutivo se resiste más todavía a andar entre las manos de
muchos; y la primera condición de su existencia es que esté depositado en una
persona por cierto tiempo; unida que reclama la facilidad en la ejecución, la
energía en el obrar, y la dirección acertada y segura en la cosa pública. No creo
tampoco que haya quien niegue esa verdad. Pasemos ahora al Poder Judicial,
asunto del presente debate.
Desde luego aseguro, sin miedo de equivocarme, que como es imposible
que el pueblo sea legislador, lo es también que sea juez. Las razones de aquella
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 41
44
F. Zarco, op. cit., pp. 208-224.
45
Op. cit.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 43
su, que la intención expresa del legislador constituyente era establecer al ju-
rado popular como la regla general de los procesos penales.46
Resulta curioso que hoy por hoy las leyes orgánicas de los tribunales de
justicia de los estados, sólo en muy raras ocasiones, contemplan la existencia
del jurado popular, ignorando lo que al efecto establece la fracción VI del
artículo 20 constitucional.47
La última actuación célebre de un jurado popular de la que podamos tener
memoria fue la que declaró la culpabilidad de José de León Toral y Concep-
ción Acevedo de la Llata, ante la acusación sostenida por el fiscal Ezequiel
Padilla, como reos del delito de homicidio perpetrado el día 20 de julio de 1928
en perjuicio del ciudadano mexicano general Álvaro Obregón Garza, conde-
nando al primero de los indiciados a la capitis diminutio maxima, por su ca-
rácter debidamente acreditado en el proceso como autor material del referido
homicidio, y decretando la reclusión en el penal federal de Las Islas Marías a
Concepción Acevedo de la Llata, tras haberse acreditado en el proceso res-
pectivo, a juicio del jurado popular que conoció de tal causa, su responsabi-
lidad en la comisión de dicho ilícito en grado de autoría intelectual.48
46
F. Tena Ramírez, op. cit., pp. 824-877.
47
Colección de Leyes Mexicanas, Código de Procedimientos Civiles. México, Cájica.
48
Narciso Bassols, El pensamiento político de Álvaro Obregón. México, Caballito, 1972.
LA CONSTITUCIÓN DE 1857
Y EL ARTÍCULO 14 CONSTITUCIONAL*
INTRODUCCIÓN
* Tercer lugar del Certamen Nacional de Ensayo “Los Derechos del Hombre en la Cons-
titución de 1857”.
1
Carlos Garza García, Derecho constitucional mexicano, p. 166.
[45]
46 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
Por el contrario, los derechos humanos son más amplios que las garantías
individuales, por ser naturales, puesto que en una Constitución puede que no
se encuentren contenidos todos los derechos humanos existentes, como reír,
llorar, amar, etcétera.
Ignacio Burgoa Orihuela establece que las garantías individuales son los
elementos jurídicos que se traducen en medios de salvaguarda de los dere-
chos fundamentales, aunque su origen en la Constitución no lo exprese co-
mo un reconocimiento a éstos, como lo hizo la Constitución de 1957. Por su
parte, el mismo Ignacio Burgoa define a los derechos fundamentales o dere-
chos del hombre como las prerrogativas esenciales del ser humano, funda-
mentadas filosóficamente, que debe tener para el desenvolvimiento de su
personalidad frente al poder público.2
Las Constituciones de 1824 y de 1857 reconocen expresamente los dere-
chos fundamentales del hombre; en la Constitución de 1857 se dice que “el
pueblo mexicano reconoce que los derechos del hombre son la base y el ob-
jeto de las instituciones sociales”; sin embrago, en la Constitución de 1917
ya no fueron reconocidos como tales, sino que expresamente se crearon las
“Garantías individuales”, sin hacer alguna alusión expresa a los derechos fun-
damentales que realmente tutelan; en este sentido, la Constitución de 1917
dice: “En los Estados Unidos Mexicanos todo individuó gozará de las garan-
tías que otorga esta Constitución ”, dando así un gran avance de lo individual
a lo social, aplicando el principio de “tratar igual a los iguales y desigual a los
desiguales”, proyectando en las garantías la protección a esos medios y con-
diciones necesarios para la realización del ser humano.
En nuestro país, los regímenes sociales en que estaban estructurados los prin-
cipales pueblos prehispánicos se basaban en formas primitivas y rudimenta-
2
Ignacio Burgoa Horihuela, Las garantías individuales, p. 15.
48 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
nuestra constitución de 1917 ya no hace figurar a los derechos del hombre co-
mo el exclusivo contenido de los fines estatales, sino que, considerando que
el pueblo constituido políticamente en Estado es el único depositario del po-
der soberano, ha expresado que las garantías individuales son instituidas o
creadas por el orden jurídico constitucional. Nuestra ley fundamental actual
asevera que las garantías de que pueden gozar los individuos frente al poder
público son otorgadas a éstos por la propia sociedad.
A diferencia de la Constitución de 1857, que únicamente consagraba garan-
tías individuales como medios recognoscitivos y protectores de los derechos
del hombre, la constitución vigente consigna, además, las llamadas garantías
sociales, un conjunto de derechos otorgados a determinadas clases sociales que
propenden a consolidar su situación económica primordialmente.3
3
Constituciones de la República.
54 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
4
Http://www.monografias.com/garampar.shtml
56 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
LA CONSTITUCIÓN DE 1857
Y EL CONGRESO CONSTITUYENTE
5
C. Garza García, op. cit.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 59
EL ARTÍCULO 14 CONSTITUCIONAL
Y LA EXACTA APLICACIÓN DE LA LEY
6
I. Burgoa Orihuela, op. cit., p. 536.
7
Felipe Tena Ramírez, Derecho constitucional mexicano.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 61
8
Jorge Carpizo, Estudios constitucionales.
9
Mariano Coronado, Elementos de derecho constitucional mexicano.
62 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
Por ello, se elimina el medio de control político que subsistía en las Actas
de Reforma de ese mismo año, permitiendo que el amparo ya no se limitara al
control de los actos al poder legislativo o ejecutivo, sino que se amplió a los
actos de cualquier autoridad que violentaran las garantías individuales del
ciudadano, entendiendo que el poder judicial forma parte de esas autori-
dades.
En las fracciones II y III del artículo 101 de la Constitución de 1857 se
logra establecer un medio de control en el ámbito competencial constitucio-
nal de federación y estados, a efecto de evitar una invasión de competencias
de una autoridad federal a la local y viceversa; cabe destacar que estas frac-
ciones se reproducen textualmente en el artículo 103 de la Constitución de
1917; a su vez, en los artículos 101 y 102 de la Constitución de 1857 se plas-
ma el principio de parte agraviada para la procedencia del amparo, supri-
miendo así la intervención de algún órgano del Estado, para promover el
juicio de amparo, evitando así una pugna entre autoridades para iniciar el pro-
ceso; como consecuencia de lo anterior, se otorga al amparo el carácter de
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 63
10
Carlos Arellano García,, El juicio de amparo.
64 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
11
Idem.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 65
lo que infiere una molestia a determinada persona sin causa ni motivo legal,
recurso que casi nunca prosperaba, ya que la Suprema Corte resolvía que los
tribunales locales se habían ajustado estrictamente a la ley y, por tanto, no
existían garantías violadas, por lo que formuló desde ese entonces el princi-
pio de la jurisprudencia, que si no inmutable domina gran número de senten-
cias, el cual contempla violación en el artículo 14 en materia civil, por ilega-
lidad notoria o violación flagrante de la ley en que se ha fundado la acción o
excepción.12
Posteriormente, en variadas ejecutorias se asienta en términos generales la
doctrina de la aplicación del artículo 14 a negocios de carácter civil, en la que
se establecía la exacta aplicación de la ley al hecho controvertido en el liti-
gio, garantía individual claramente consagrada en el artículo 14 constitucio-
nal, y, en consecuencia, los tribunales federales tenían el deber de examinar
si la ley ha sido o no aplicada con la exactitud al caso jurídico ventilado, para
amparar al quejoso, sea cualquiera la naturaleza o carácter del acto reclama-
do, por cuyo motivo procedía el amparo en negocios judiciales del orden
civil por inexacta aplicación de la ley, según decisiones tomadas por la Su-
prema Corte en diversas ejecutorias.
La generalidad de la doctrina antes mencionada es limitada por otras sen-
tencias; según lo resolvió la Suprema Corte, cuando no es notoria la viola-
ción de garantías a los Tribunales federales no corresponde la facultad de
decidir en la vía de amparo las cuestiones de orden meramente civil, cuyo
conocimiento se encontraba reservado exclusivamente a los tribunales ordi-
narios competentes previamente establecidos para el caso, ya que, de otro
modo, se constituirían los primeros en revisores de los segundos, atacando la
independencia y soberanía de los estados, por lo que en otras sentencias se
retoma el extremo de que un tribunal local pueda interpretar la ley fijando
su verdadero sentido y criterio, ameritando el amparo sólo aquellos casos en
donde la arbitrariedad, el error claro y la aplicación inexacta de la ley sean
indudables.
Cabe mencionar que la interpretación en general no cae bajo el concepto
de inexactitud y no es propio del amparo, sino de la declaración de la ver-
dadera y exacta aplicación de la ley, vulnerándose el artículo14 de la Consti-
tución de 1857, cuando falta el procedimiento o la forma de juicio que la ley
tiene establecida como medio indispensable y necesario para que la aplica-
ción de la ley pueda tener lugar en una contienda judicial, de tal suerte que el
12
J. Carpizo, op. cit.
66 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
amparo procede por inexacta aplicación de la ley civil, ya sea la que rige el
procedimiento o bien la que se refiere a la sustancia del asunto.
El artículo 14 constitucional de 1857, como ordenamiento regulador del
principio de legalidad, establece límites en la aplicación de las sanciones en
el campo del derecho penal, protegiendo así los derechos humanos, toda vez
que es en esta rama del derecho en donde se han violado con mayor intensi-
dad los derechos del hombre; de hecho, es una de las mas importantes reivin-
dicaciones del pensamiento ilustrado a partir del cual se comienzan a estruc-
turar los modernos Estados constitucionales, es la nacionalización del poder
penal y la humanización de las penas.
Las primeras corrientes del pensamiento desarrolladas a partir de la se-
gunda mitad del siglo XVIII, en favor de los derechos humanos, estuvieron
enfocadas justamente a racionalizar y limitar el poder punitivo del Estado,
como consecuencia en buena medida a secularizar el estado (destipificación
de los delitos religiosos), y lograr así la separación entre el poder religioso y
el político, logrando así separar al delito del pecado, a fin de distinguir la di-
ferencia entre la pena y la penitencia, teniendo como fin inmediato evitar los
enormes atropellos contra la dignidad humana que se cometían y siguen co-
metiendo mediante el uso represivo del Estado.
Dicho precepto legal, protege no sólo a las personas físicas, sino también
a las personas morales, mexicanas o extranjeras que se encuentren dentro del
territorio nacional y que crean que fue violentado su derecho a la exacta
aplicación de una disposición legal.
4o. No se podrá expedir ninguna ley retroactiva, ex post facto, o que altere la
naturaleza de los contratos.
21. Nadie puede ser despojando de sus propiedades o derechos, no proscri-
to, desterrado, sino por sentencia judicial pronunciada según las formas y bajo
las condiciones establecidas en las leyes del país.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 67
13
Enrique Sánchez Bringas, Derecho constitucional.
68 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
14
M. Coronado, op. cit.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 69
15
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1857.
70 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
CONCLUSIONES
ca, que, como señala Carlos Garza García, posibilita la rectificación de aque-
llos actos autoritarios que hubieren vulnerado el estatus ideal de las cosas o
el deber ser de las relaciones jurídico autoritarias.
La constitución de 1857 establece un equilibrio de poderes y una doble ju-
risdicción, la local y federal, que logran así un gran avance no sólo en la cons-
titución de un Estado mexicano, sino también la posibilidad de respetar los
derechos y las garantías básicas del ser humano.
El juicio de amparo, en relación con el artículo 14 constitucional, es un me-
dio de defensa del ciudadano ante las posibles y francas violaciones cometi-
das en agravio de los particulares, por los Poderes de la Unión; se encarga de
proteger las garantías individuales consagradas en la parte orgánica de la Cons-
titución Política de los Estados Unidos Mexicanos de ese mismo año, y perfec-
cionadas en la Constitución de 1917, protegiendo además las formalidades
esenciales del procedimiento en las diversas materias jurídicas, custodiando
el principio de legalidad y reserva en materia penal, así como el principio de
legalidad en materia civil, garantizando así que una ley sólo sea aplicable si
va de acuerdo con las normas jurídicas aplicadas y reconocidas por nuestra
Constitución, mismas que no vulneren o afecten la esencia de la ley máxima
por excelencia, nuestra Constitución.
Asimismo, nuestra Constitución de 1857, en los artículos 101 y 102, esta-
blecen un control constitucional para la protección de las garantías indivi-
duales, puesto que como lo señala el artículo 101 en su fracción primera, se
habla de controversias relativas a la violación de las garantías individuales,
mientras que en las fracciones II y III se indica que los actos de autoridad fe-
deral no pueden restringir la soberanía de los estados, otorgando así un res-
peto a las decisiones tomadas por las minorías estatales, además de respetar y
defender la unidad de la federación en algunas materias.
Conceptualizándose el juicio de amparo como un proceso constitucional
autónomo, que se inicia por la acción que ejercita cualquier persona, llamada
agraviado o quejoso, ante los Tribunales de la Federación, contra toda ley o
acto de autoridad, también llamado acto reclamado, por considerar que es
violatorio de sus garantías individuales, cuyo objeto es que se declare la in-
constitucionalidad de dicho acto o ley, invalidándose o nulificándose en rela-
ción con el agraviado y restituyéndolo en el goce de sus garantías individua-
les, si es que efectivamente hubieren sido violadas.
Se habla de un juicio de amparo directo cuando el proceso lo conoce el
Tribunal Colegiado de Circuito, que regularmente se tramita en una sola ins-
tancia, por la cual también se le ha llamado uniinstancial, que se promueve
72 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
BIBLIOGRAFÍA
INTRODUCCIÓN
[75]
76 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
Durante el siglo XIX nuestro país se caracterizó por vivir un periodo de gran
polarización ideológica y de cierta inestabilidad política y social. Los diputa-
dos del Congreso Constituyente consideraron que la dictadura de Santa Anna
había vulnerado las libertades públicas, erradicando la justicia y la equidad.
De esta manera se justificó y se legitimó la sublevación, la cual permitió la
liberación del pueblo mexicano de las manos del gobierno despótico de San-
ta Anna. Así lo manifestaron los diputados del Congreso Constituyente en el
dictamen del proyecto de constitución: “después de que el pueblo mexicano,
cuya fuerza vital parecía agotada en medio de los combates de la discordia
civil, alzó su voz unánime para reivindicar sus derechos…”1
Teniendo en cuenta la necesidad de establecer la igualdad, la libertad y las
garantías de los derechos individuales y sociales, algunos insurgentes inicia-
ron, en mayo de 1854, la Revolución de Ayutla, un movimiento popular que
impuso el fin de la dictadura de Santa Anna. Respecto de lo anterior, Emilio
Rabasa considera que los hombres llevaron a cabo la Revolución de Ayutla
debido al agobio de la persecución, lastimados por el abuso y humillados por
el ultraje de la dictadura de Santa Anna.2
El 1 de marzo de 1855 se proclamó el Plan de Ayutla, mismo que legitimó
la creación de la Constitución de 1857. El objetivo de este Plan fue la crea-
ción de instituciones que permitieran el avance de la vida democrática del
país. Por ello, se desconoce a Santa Anna como gobernante del país, así como
a todas aquellas autoridades que representaran su gobierno. Asimismo, se
promovió la creación de un estatuto provisional, el cual regiría en el país en
tanto se definiera la organización de un gobierno legítimo que lo representara
mientras se formalizaba la labor de un Congreso Constituyente.
El gobierno provisional también emitió diversas leyes para abolir el fuero
eclesiástico y militar en materia civil. Se emitió un decreto provisional, en el
1
“Dictamen del proyecto de Constitución. 16 de junio de 1856”, en Felipe Tena Ramírez,
Leyes fundamentales de México 1808-1987.
2
Cfr. Emilio Rabasa, La constitución y la dictadura.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 77
A los quince días de haber entrado en sus funciones el Presidente interino, con-
vocará el Congreso Extraordinario, conforme a las bases de la ley que fue ex-
pedida con igual objeto en el año de 1841, el cual se ocupe exclusivamente de
constituir a la Nación bajo la forma de República representativa y popular, y
de revisar los actos del Ejecutivo provisional de que se habla el artículo 2o.4
EL CONSTITUYENTE
3
Ramón Rodríguez, Derecho constitucional, p. 283.
4
Manuel Dublan y José María Lozano, Legislación mexicana o colección de las disposi-
ciones legislativas expedidas desde la Independencia de la República, t. VII, http://biblioweb.
dgsca.unam.mx/dublanylozano/
78 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
miento se encuentra plasmado en los debates que se dieron al interior del Con-
greso Constituyente, documento realizado por Francisco Zarco. Entre los
principales participantes se puede mencionar a Ponciano Arriaga, José María
Mata, Melchor Ocampo, León Guzmán, Ignacio Ramírez, Francisco Zarco,
Santos Degollado, Isidoro Olvera, José María Castillo Velasco, Mariano Ariz-
correta, Valentín Gómez Farías y Guillermo Prieto, entre otros, todos ellos ilus-
tres participantes de la vida política de México en el siglo XIX.5
5
Cfr. Francisco Zarco, Actas del Congreso Extraordinario Constituyente (1856-1857).
6
R. Rodríguez, op. cit.
7
Cfr. Moisés González Navarro, Vallarta en la Reforma.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 79
cesa de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, el Bill of Rights de Esta-
dos Unidos y además retomó algunos preceptos que se habían manifestado
en la Constitución de Cádiz y en la Constitución mexicana de 1824.
En el siglo XIX los teóricos constitucionalistas adoptaron la postura del de-
recho natural, considerando que los derechos del hombre no nacen de la ley,
sino que los hombres nacen con ellos. Los derechos del hombre tienen la carac-
terística de que existen por sí mismos, por lo cual se requería de su defensa y
eficaz protección de manera legal y justa, oponiéndose a toda arbitrariedad.
Para el Constituyente fue importante establecer los derechos del hombre en
el texto constitucional, pero era necesario establecer estos derechos en la ley
del hombre para poder garantizarlos. Los derechos del hombre se considera-
ron derechos de naturaleza esencialmente social, así como el fundamento y
objeto de las instituciones sociales. El constitucionalista Eduardo Ruiz expli-
ca que “los derechos del hombre son la base y objeto de la sociedad; la base,
porque la sociedad se compone de hombres, cada uno de ellos con derechos
individuales que deben respetarse; el objeto, porque a la sociedad toca hacer
efectivo el uso de esos derechos”.8 A partir de esto se entendía que había un
compromiso por garantizar estos principios por las leyes, y por parte de todas
las autoridades del país en protegerlas, satisficiendo de esta manera las exi-
gencias políticas y sociales de la nación.
Los constitucionalistas del siglo XIX consideraron que los derechos del
hombre deberían estar integrados en forma de catálogo en el texto de la Cons-
titución. La pretensión principal radicaba en la dificultad de modificación de la
Constitución, excluía la posibilidad de una derogación a capricho de un sec-
tor en el poder o del uso indiscriminado del mismo. De esta forma, por un lado
se limita la acción de las autoridades, y por otro se a previene el abuso del
poder. En la Constitución de 1857 se integraron máximas como el principio
de igualdad ante la ley, el de seguridad personal, el derecho de propiedad, la
seguridad jurídica, la libertad religiosa y el juicio por jurados.
En la primera parte de la Constitución, en el título I, en la sección I, se creó
un capítulo llamado “De los derechos del hombre”.9 En este título se estable-
ció un catálogo de derechos en los primeros 29 artículos del texto constitu-
cional. Lo que se estableció en estos 29 artículos son principios generales, en
los que se definían las facultades de los gobernantes, determinando formali-
dades y reglas a las cuales éstos se debían sujetar.
8
Explicación que ofrece Eduardo Ruiz al artículo 1o. de la Constitución de 1857. Cfr.
Eduardo Ruiz, Derecho constitucional.
9
Cfr. texto de la Constitución, en F. Tena Ramírez, op. cit.
80 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
Por ello, esta catalogación fue criticada por los teóricos del siglo XIX. Se
argumentaba que era imposible enumerar todos los derechos fundamentales,
y, de la forma en que los había enumerado el Constituyente, quedaban exclui-
dos del catálogo diversos derechos individuales. Dentro de las observaciones
generales, el autor ya mencionado explica que:
[...] estos derechos son innumerables e infinitos, porque son las facultades que
la naturaleza ha concedido al hombre para realizar todos los deseos que le ins-
pira y satisfacer todas las necesidades que le impone como condiciones nece-
sarias de su existencia, de su bienestar y de su perfeccionamiento, y estos dere-
chos y necesidades son innumerables e infinitos.11
10
R. Rodríguez, op. cit., p. 410.
11
Ibid., p. 291.
12
Ibid., p. 412.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 81
13
José María Lozano, Tratado de los derechos del hombre. Estudio del derecho constitu-
cional patrio en lo relativo a los derechos del hombre, p. 419.
82 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
14
Constitución Yucateca de 1840, en Yucatán a través de sus constituciones.
15
Explicación de Crescencio Rejón emitida en el Proyecto de Constitución presentado a
la legislatura de Yucatán por su comunión de reformas para la administración interior del
estado, en Historia del amparo en México, p. 106.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 83
En las más de las Constituciones conocidas, no sólo se fijan los principios re-
lativos a la organización de los poderes públicos, sino que se establecen las
bases de las garantías individuales, probablemente porque la condición social
de los asociados es objeto primordial de las instituciones, y uno de los carac-
teres más señalados de la verdadera naturaleza de los gobiernos: y sin embar-
go de que estas garantías, en la realidad de las cosas, dependen de las disposi-
ciones particulares de los Estados, nuestra Constitución federal declaró que la
nación estaba obligada a proteger por las leyes sabias y justas los derechos del
ciudadano…
Por consiguiente, entiendo que la constitución actual debe establecer las
garantías individuales y sobre bases de tal manera estables, que ninguno de
los hombres que habiten en cualquier parte del territorio de la República, sin
distinción de nacionales y extranjeros, tengan que extrañar sobre este punto
las mejores leyes de la Tierra.16
Otero consideró que en caso de que fueran atacados los derechos de los
particulares por los poderes de los estados, sólo el Poder Judicial fungiría
como el protector de los derechos establecidos en la Constitución, así como
16
“Voto particular de Mariano Otero”, en F. Tena Ramírez, op. cit., pp. 451 y 452.
17
“Acta constitutiva y de Reformas, sancionada por el Congreso Extraordinario Constitu-
yente de los Estados Unidos Mexicanos el 18 de mayo de 1847”, en ibid., p. 475.
84 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
18
El texto de la Constitución Política se en encuentra reproducido en ibid.
19
Cfr. “Debate del 18 de agosto de 1856. Intervenciones del diputado Langlois”, en F.
Zarco, op. cit.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 85
20
F. Zarco, “Sesión del 28 de octubre de 1856”, y Ricardo José Zevada, El pensamiento
político de Ponciano Arriaga, t. I, p. 58.
21
Cfr. M. González Navarro, op. cit., pp. 118-120.
22
Esta postura fue adoptada por Mata, constituyente que participó en la elaboración de la
Ley Reglamentaria de los Artículos 101 y 102 de 1869. Cfr. José Barragán Barragán, Proceso
de discusión de la Ley de Amparo..
23
Cfr. “Sesiones del 28, 29 y 30 de octubre de 1856”, en F. Zarco, op. cit.
86 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFÍA
INTRODUCCIÓN
[89]
90 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
El insigne jurista don Mario de la Cueva, en su obra La idea del Estado, re-
fiere:
La idea del Estado contemporáneo se forjó en el siglo de las luces como una
nueva obra de arte, consecuencia de una secuela maravillosa que salió de la
92 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
fuerza de la diosa razón, cuyo más genial representante en la Tierra fue tal vez
Voltaire, y de la idea del derecho natural, para llegar al romanticismo democrá-
tico de Juan Jacobo Rousseau, ese ginebrino ilustre que supo unir las dimensio-
nes formal y material o sustancial y legarnos la más bella utopía democrática
de todos los tiempos. Fue el resultado de una actitud nueva del hombre frente a
sí mismo y a la vida social: si los dos siglos últimos de la Edad Media produ-
jeron la quiebra de las potencias universales, la iglesia y el imperio, y a través
de ella la independencia de los pueblos, el siglo de las luces causó la quiebra del
absolutismo de los reyes y de la nobleza y la Declaración de los Derechos Na-
turales del Hombre y del Ciudadano, una declaración equivalente a la idea del
gobierno del pueblo, formado por hombres iguales, para la libertad de todos
los seres humanos, o expresado con otras palabras: la democracia de los ciuda-
danos devino la base sobre la que se elevarían los derechos del hombre: la
igualdad y la libertad.1
Por su parte, George Jellinek nos describe muy claramente las raíces lu-
mínicas europeas y americanas de lo que nosotros consideramos los antece-
dentes filosóficos, jurídicos y políticos de la Constitución de 1857:
1
Mario de la Cueva, La idea del Estado, p. 85.
2
Ibid., p. 87.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 93
Por su parte, José Ovalle Favela nos aporta una reflexión acerca de la co-
nexión entre la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano y
su impacto en el mundo de las ideas políticas:
3
George Jellinek, La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, p. 81.
4
José Ovalle Favela, Garantías constitucionales y proceso, p. XIII.
94 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
5
Christine Faure, Las Declaraciones de los Derechos del Hombre de 1789, p. 15.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 95
quirir el fruto del trabajo, ya sea intelectual, ya sea moral, ya sea físico, han
existido desde que el hombre fue creado, y existirá hasta que el mundo deje
de existir… Los derechos del hombre, reconocidos en la Constitución de 1857,
son el Sancta Sanctorum adonde no es lícito llegar sino con la cabeza descu-
bierta y la frente inclinada: son el hasta aquí señalado a las embravecidas olas
del mar de las ambiciones y de los abusos. Todas las leyes, todas las autorida-
des deben respetar esos derechos y sostenerlos. [...] Es necesario expresar este
concepto con suma claridad; es necesario comprender esta idea en toda su
extensión: los derechos del hombre, las garantías que otorga la Constitución,
son superiores a las leyes y a las autoridades: la sociedad mexicana se instituye
para sostener y respetar esos derechos: establece un gobierno, le determina sus
atribuciones, le concede facultades, pero limitadas por el precepto de respetar
y sostener esos mismos derechos.6
6
José María del Castillo Velasco, Apuntamientos para el estudio del derecho constitucio-
nal mexicano, pp. 12 y ss.
7
Comisión Nacional de Derechos Humanos, Documentos y testimonios de cinco siglos,
p. 44.
96 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
entre los derechos individuales y los derechos sociales, que en el siglo siguiente
se constituiría en una de las polémicas centrales de los constituyentes de 1917.
Por supuesto, Lozano, como jurista decimonónico, considera que el derecho
individual debe prevalecer sobre los intereses generales.8
8
Comisión Nacional de Derechos Humanos, Antología de clásicos mexicanos de los de-
rechos humanos, p. 68.
9
Ralph Roeder, Juárez y su México, p. 192.
10
Ibid., p. 195.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 97
ticos, los que había de convertirse, siendo puros derechos, en deberes más bien
que haberes. Calcado de la Constitución norteamericana, el nuevo código san-
cionaba, como el original, los derechos de propiedad ya imperantes, con una
notable excepción. Reiterando la prohibición de la esclavitud, proclamada ya en
todas las constituciones posteriores a la prenatal de Morelos. Pero la libertad
de explotar y ser explotado quedó intacta; la única promesa de manumisión eco-
nómica era la garantía de libertad de trabajo. [...] Abundan, por otra parte, las
declaraciones de libertad política, de derechos civiles y de garantías individua-
les: el sufragio universal, el derecho de acusar a los funcionarios públicos, los
derechos de petición, de reunión, de amparo constitucional, de jurado, y de liber-
tades clásicas de enseñanza, de prensa, de imprenta, de opinión, de comercio y
de conciencia; y de dichas garantías la última llevó al Congreso a la culmina-
ción y a la crisis de sus avances.11
Por otro lado, Felipe Tena Ramírez, en su obra Las leyes fundamentales de
México, pondera el siguiente comentario:
11
Ibid., pp. 199 y 2001.
12
Felipe Tena Ramírez, Las leyes fundamentales de México, 1808-1991, pp. 604 y 605.
98 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
13
Ibid., pp. 605 y 606.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 99
Casi ninguna Constitución del mundo, por más perfecta y legítima que se su-
ponga, deja de provocar reacciones contrarias de diversa índole y alcance en la
realidad política, social y económica en que va a regir. A esta propensión no
pudo sustraerse, evidentemente, nuestra Constitución federal de 1857. Como
se sabe, en la historia de México hizo estallar una lucha armada entre sus sos-
tenedores, los republicanos y liberales, y los enemigos de la reforma que im-
plantó, conocidos como conservadores, apoyados por el alto clero, que fue su
principal adversario. El Código Fundamental de 57 concitó a tal extremo los
odios, el fanatismo y la pasión de la clerecía, que se anatematizó a los que le
prestasen obediencia, a tal extremo de que, siendo católicos se les negaba la im-
partición de los sacramentos como si estuviesen excomulgados.15
Hay varios hechos que registra la historia de México para adjudicarlo a nuestra
citada ley fundamental la doctrina de la legitimación constitucional. Desde que
se restauró la República en 1867 con el aniquilamiento del llamado “Imperio”
de Maximiliano de Habsburgo, el gobierno de don Benito Juárez expidió di-
versas circulares en las que se manifestaba la reiterada tendencia para que tu-
viesen aplicación y vigencia positivas las instituciones constitucionales y entre
ellas, principalmente, las relativas a las garantías individuales. Entre tales circu-
lares destaca por su importancia y claridad objetiva la del 12 de abril de 1868,
firmada por Vallarta como secretario de Gobernación… Por otra parte, es de
suma importancia, para demostrar la legitimación de la Constitución de 57, el
hecho de que, a raíz de haberse restaurado la República, los tribunales de la
federación ejercieran sus funciones de control constitucional a través del jui-
cio de amparo, mismas que desempeñaron interrumpidamente hasta antes de
los sucesos revolucionarios de 1913, situación que fácilmente se comprueba
14
Daniel Cosío Villegas, La Constitución de 1857 y sus críticos, pp. 15 y 16.
15
Ignacio Burgoa Orihuela, Derecho constitucional mexicano, p. 332.
100 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
Por otro lado, coincidimos con la valoración de Ralph Roeder sobre el con-
tenido sustancial de la Constitución de 1857, que es la siguiente:
16
Ibid., pp. 335 y ss.
17
Emilio O. Rabasa, La evolución constitucional de México, pp. 218 y 219.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 101
18
R. Roeder, op. cit., pp. 213 y 214.
19
Jesús Zamora Pierce, Garantías y proceso penal, p. XXII.
102 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
Qué duda cabe que los derechos requieren siempre su garantía constitucio-
nal de protección para la eficacia de sus fines: que la persona finalmente no
sea extranjera, sino ser humano en cualquier lugar del mundo.
Uno de los temas más debatidos y que más polémica generó fue el derecho
de libertad en materia de conciencia religiosa; al respecto, Roeder refiere:
En 1824, cuando aún estaban humeantes las hogueras de la Inquisición, con uno
de sus tizones mal apagados se escribió en la Constitución de la República el
artículo que estableció la intolerancia religiosa, y este artículo es el que veni-
mos hoy a borrar en nombre de la humanidad, en nombre del Evangelio, y si es
posible, a costa de nuestra sangre. [...] Señores —protestó—, Jesucristo jamás
lanzó gritos de muerte, nunca quiso que muriera nadie —y volviéndose hacia los
contrarios—: vosotros los que queréis la intolerancia —les dirigió la apóstrofe
fulminante—, cuando estéis empapadas de sangre y volváis los ojos al cielo para
buscar la sonrisa de la divinidad, ¡estremeceos, porque la bóveda celeste será
para vosotros de bronce y debajo de vuestros pies brotarán las llamas de infier-
no!21
Ellos responden que cuando el pueblo esté ilustrado, cuando haya bienestar. Es-
to es encerrar la cuestión en un círculo vicioso. Si se quiere que la reforma de la
sociedad preceda a la libertad religiosa, basta examinar lo que el exclusivismo
católico ha producido en 400 años, para perder toda esperanza. Ese exclusivis-
mo produjo miseria, la abyección y la esclavitud, fue un elemento de la domina-
ción española y contrarió tenazmente a la independencia. [...] Se quiere, pues,
que capitulemos con las preocupaciones del vulgo –protestó – que no empren-
damos ninguna reforma, que débiles y asustadizos, dejemos que el clero siga
gobernando con manos postizas. Y para esto se invoca la libertad del pueblo, y
se olvida que los legisladores deben ser superiores a su época, que desde Moisés
hasta Pedro el grande y el primer congreso americano, los reformadores, los fun-
dadores de naciones han encontrado resistencias que vencer. [...] prodigar in-
sultos al pueblo —protestó Zarco a su vez, recargando hasta el último momen-
to—, llamándolo fanático, ignorante supersticioso, es toda el arma que emplean
nuestros adversarios, para retardar la reforma que proclamamos. Nuestro pue-
blo es como todos los pueblos. No hay un pueblo sin supersticiones, no hay un
pueblo de filósofos, de teólogos, de literatos y abogados… Vosotros los hom-
bres sabios, los hombres superiores, los que veis en México una tribu de salva-
jes, debéis ruborizaros de tener que presentarlos. Si yo pensara como vosotros
me avergonzaría de ser diputado... Señores aquí se evoca el pasado. Aquí tene-
mos un hombre que es monumento vivo de aquella época: el señor Valentín
21
Ibid., p. 203.
104 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
Gómez Farías, y yo estoy seguro de que resto venerable de 1824 votará por la
libertad de cultos.22
22
Ibid., pp. 203, 205 y 207.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 105
Muchas veces se ha dicho que el juicio de amparo es una de las más liberales y
benéficas instituciones consagradas por la Constitución de la República; pero
nunca se ha comprobado debidamente la exactitud de ese aserto: por el contra-
rio, los abusos que se han cometido, desnaturalizando ese recurso, han dado mo-
tivo a que se le considere como anárquico y subversivo; a que se le tenga por
bastante eficaz, hasta para derrocar al Gobierno más sólidamente establecido.
Mientras que los amigos de esa institución, la encomian hasta declarar, que
“nada hay más respetable y grandioso que el juicio de amparo; nada más im-
portante que esa institución, en que la justicia federal, sin el aparato de la fuer-
za, modestamente, por medio de un simple auto, armada del poder moral que la
Constitución le confiere, en nombre de la soberanía nacional, hace prevalecer
el derecho individual, el derecho del hombre más oscuro, contra el poder del
gobierno, y lo que es más, contra el poder mismo de la ley, siempre ésta, o algún
23
I. Burgoa Orihuela, op. cit., p. 336.
106 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
acto de aquél, vulneren los derechos del hombres”, los que están preocupados
por los abusos que en su nombre se han cometido, han creído, que con el pre-
texto de proteger al individuo en el goce de las garantías que le otorga la carta
fundamental, se han cometido grandes atentados, entrañando esto, el germen
de la más alarmante anarquía, y siendo ello, el principal escollo de la consoli-
dación de las instituciones.24
24
Ignacio L. Vallarta, “El juicio de amparo y el Writ of habeas hábeas”, en Antología de
clásicos mexicanos..., op. cit., p. 91.
25
Ibid., pp. 106 y 107.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 107
¿Tiene algo que aportar la Declaración francesa a los juristas del siglo XXI?
[...] Por eso se vuelve irrelevante cuando se tiene en cuenta que 1789 significa,
junto con 1787, la hora inaugural del Estado constitucional y que, dos siglos
después, representa una barrera cultural a favor de la dignidad y la libertad hu-
manas que no admite retrocesos. Peter Häberle cita a Kant para recordar que:
“Un fenómeno tal en la historia de la humanidad ya no se olvida, porque ha
dejado al descubierto en la naturaleza humana una capacidad de perfección y
una predisposición hacia ella… El famoso artículo 16 de la Declaración dibuja
los rasgos esenciales, el ‘contenido mínimo’ de un Estado constitucional: divi-
sión de poderes y garantía de los derechos… Hoy sabemos que más allá de la
retórica y de los compromisos de la diplomacia internacional, no hay un Esta-
do que se pueda llamar constitucional sin tener prevista una separación de po-
deres y reconocidos (y garantizados) los derechos fundamentales. Quizá sea este
26
Ibid., p. 113.
108 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
CONCLUSIONES
27
Miguel Carbonell, “Estudio Introductorio”, en La Declaración de los Derechos del
Hombre y del Ciudadano, pp. 23 y 24.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 109
BIBLIOGRAFÍA
MENCIÓN HONORÍFICA
El siglo XIX, periodo de profundas ambivalencias para México. Por una par-
te es la época en que comienza una larga guerra de independencia que culmi-
na exitosamente; sin embargo, también lo es de inestabilidad y lucha conti-
nua entre diversos grupos por el poder, centralistas y federalistas; liberales y
conservadores; y es en tal ambiente en el que tiene lugar un gran momento para
los derechos humanos en nuestro país, que es su reconocimiento a nivel cons-
titucional.
En la Constitución del 57 se puede apreciar un aspecto de gran importan-
cia en la doctrina de los derechos humanos, que al parecer forma parte de la
eterna discusión sobre su naturaleza; en la formulación de los principios que
integran el catálogo de derechos consagrados en la Constitución de 1857 se
discutió si éstos existían en sí mismos, anteriores a toda ley, y por tanto el hom-
bre nace con ellos, o si más bien son una derivación y consecuencia de la
misma ley.
Es decir, el iusnaturalismo o iuspositivismo, y cómo estas doctrinas encuen-
tran eco, siendo representadas en el seno del Congreso Constituyente.
En la Constitución de 1857 se evidencia el influjo que los grandes ideólogos
de la Revolución francesa y del liberalismo europeo tienen sobre los consti-
tuyentes dando a este documento una gran trascendencia histórica e ideológi-
ca en la conformación de México como Estado democrático.
[113]
114 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
Lord Acton sostiene que “el poder tiende a corromper y el poder absoluto
corrompe absolutamente”.2
Según Kelsen, “la Constitución en sentido material está constituida por los
preceptos que regulan la creación de normas jurídicas generales y, especial-
mente, la creación de las leyes”, pero también, más allá de tal concepto, el ob-
jeto de un documento constitucional lo es crear y organizar a los poderes
públicos dotándolos de funciones y competencias.
Por lo anterior, las constituciones occidentales, inspiradas por la Consti-
tución norteamericana, y la francesa, han organizado el poder público con la
mira de impedir el abuso del poder, por lo que la estructura de una constitu-
1
“Las instituciones políticas de Francia (El Presidente de la República-El Primer Minis-
tro y el Gobierno-El Parlamento)”, en Francia Hechos y Cifras, núm. 7, Embajada de Francia
en México, Servicio Regional de Información, mayo, 1991, p. 3.
2
John E. Acton, Essays on Freedom and Power. Boston, The Beacon Press, 1949, p. 364;
citado por Carla Huerta Ochoa, Mecanismos constitucionales para el control del poder polí-
tico. México, UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, 2001, p. 19. (Serie: Doctrina
Jurídica, núm. 1.)
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 115
a. Los derechos del individuo aislado, que incluye derechos absolutos como
la libertad de conciencia, la libertad personal contra las detenciones
arbitrarias, etcétera.
b. Los derechos del individuo relacionado con otros individuos; que in-
cluye derechos que no se circunscriben a la esfera del particular, sino
que se manifiestan socialmente y que requieren la intervención ordena-
dora y limitadora del Estado, como la libertad de cultos, la de asocia-
ción, la de prensa.
3
Felipe Tena Ramírez, Derecho constitucional mexicano. México, 1995, p. 22-24.
116 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
4
Francisco González Díaz Lombardo, El derecho social y la seguridad social integral.
México, UNAM, 1973, p. 135.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 117
5
“Constitución” en Enciclopedia de México, México, T. II, 1978.
118 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
A pesar de que el Plan de Ayutla fue insuficiente por sí mismo, como causa
inmediata del establecimiento del liberalismo en México, su mérito radica,
dice Burgoa,6 en ser un documento de preparación revolucionaria, y que sin
embargo contiene diferentes atributos que lo peculiarizan a toda revolución y
lo distinguen de cualquier movimiento alterador de un statu quo:
La Gran Logia Nacional Mexicana acordó que a nombre del Partido Pro-
gresista Democrático dirigiría una misiva a Santa Anna en la que se le solici-
taba el restablecimiento del sistema federal, sin embargo Santa Anna deseaba
llevar a cabo el cumplimiento del Plan de Iguala y reestablecer una monarquía;
por un decreto disolvió las guardias nacionales y dictó leyes de opresión.
Después de una encarnizada lucha, se culminó con la proclamación del plan
político el 1 de marzo de 1854 y la expulsión definitiva de Santa Anna del país
el 9 de agosto de 1855, y el 4 de octubre de 1855, en el teatro de Cuernavaca,
fue instaurada la Junta de Representantes, integrada por Valentín Gómez Farías
como Presidente; don Melchor Ocampo, Vicepresidente, y como Secretarios,
don Benito Juárez, don Francisco Zendejas, don Diego Álvarez y don Joa-
quín Moreno, en la que resultó electo como presidente el general Juan Álvarez.
6
Ignacio Burgoa, Las garantías individuales. México, Porrúa, 2002.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 119
7
N. del A. Las ideas de Locke también influyeron en Thomas Jefferson, quien las expresó
en la Declaración de Independencia, así como en varios discursos en los que criticaba a los
gobiernos paternalistas y reclamaba la libertad de expresión de las ideas.
8
Citado por Miguel Bolaños Cacho, Los derechos del hombre. México, Comisión Nacio-
nal de los Derechos Humanos, t. I, 2002, p. 156.
120 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
9
Cfr. Fernando Gutiérrez Barrios, 1789-1989 Bicentenario de la Declaración de los De-
rechos del Hombre y del Ciudadano. México, Secretaría de Gobernación, 1989, p. 12.
10
Cfr. El presidencialismo mexicano y la reforma del Estado, en www.costarricense.cr/
pagina/REFORMA REPUBLICANAMX/
11
N. del A. Valentín Gómez Farías fue diputado en las Cortes Españolas de Cádiz, en
1812, y adherente al Plan de Iguala de 1821, trabajando siempre por la libertad de México y
por el reconocimiento constitucional de los derechos humanos.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 121
12
Álvaro Acevedo López, El principio de igualdad y la expropiación ante el tratado de
Libre Comercio con Norteamérica, en www.universidadabierta.edu.mx/Biblio/A/Acevedo%
20Alvar-ComNortAm.htm
122 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
sino por causa de utilidad pública y previa indemnización, además de que nin-
guna corporación civil o eclesiástica tendrá capacidad para adquirir propie-
dad o administrar bienes, sino los destinados al servicio de la institución; el
artículo 28 prohíbe las practicas monopólicas como protección a la industria
y el 29 prevé las situaciones en las que procede la suspensión de las garantías
consagradas por la constitución.
La Constitución del 57 implantó el federalismo y el establecimiento de una
República representativa. Depositó el Poder Ejecutivo en un solo individuo.
Su división política se estructuró en 25 estados, un territorio y un Distrito Fe-
deral. Esta Constitución no difirió mucho de la promulgada en 1824 en cuan-
to a la organización del Estado y su pronunciamiento fundamental fue en
favor de las garantías individuales. Se promulgó el 11 de marzo de 1857.
Sin embargo, el 17 de diciembre de ese año, el general Félix María Zuloa-
ga se pronunció en contra de ella, iniciándose la guerra de Reforma, o de los
Tres Años, lapso en el cual estuvo suspendido el orden constitucional. En
1861, con el triunfo de los liberales, se aplicó por un breve plazo, para inva-
lidarse con la Intervención francesa en 1862. Fue hasta la Restauración de la
República en 1867, cuando se aplicó cabalmente este ordenamiento. Convie-
ne señalar que a su clausulado original se añadieron las Leyes de Reforma de
1859, que nacionalizaron los bienes eclesiásticos, suprimieron la propiedad
comunal de los indígenas y establecieron la tolerancia de cultos, el matrimo-
nio, el registro civil y la secularización de los cementerios.
En las Leyes de Reforma, promovidas por Juárez como Presidente, y por
don Miguel Lerdo de Tejada como Ministro, se puede observar totalmente la
influencia ideológica francesa. Para terminar de implantar la ideología libe-
ral no bastaba con la adopción de las disposiciones constitucionales, sino que
era necesaria la emisión de ciertas leyes que les diera vigor y alcance; así como
en Francia, no bastaba con la Declaración de los Derechos del Hombre y del
Ciudadano, sino que fue necesario que Napoleón dictara las leyes de secula-
rización de bienes, y lo que conocemos como el Código Civil Napoleónico
que separa el poder civil del de la iglesia.
Como se expone anteriormente, los derechos y libertades que reconoce la
Constitución del 57 y la implementación de las leyes de reforma, significa-
ron la consagración de años de lucha en el México independiente, ya que
desde 1829, un autor llamado José María Luis Mora, inspirado en el pensa-
miento francés y nutrido de la vertiente española del liberalismo, señalaba
que no se podía aceptar, dentro de un sistema representativo federal, que mi-
litares y eclesiásticos estuviesen regidos por autoridades y leyes particulares
124 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
Persuadido el Congreso de que la sociedad para ser justa, sin lo que no puede
ser duradera, debe respetar los derechos concedidos al hombre por su Creador,
convencido de que las más brillantes y deslumbradoras teorías políticas son tor-
pe engaño, amarga irrisión, cuando no se aseguran aquellos derechos, cuando no
se goza de libertad civil, ha definido clara y precisamente las garantías indivi-
duales, poniéndolas a cubierto de todo ataque arbitrario. El acta de derechos que
va al frente de la Constitución es un homenaje tribunado en vuestro nombre,
por vuestros legisladores, a los derechos imprescriptibles de la humanidad. Os
quedan, pues, libres, expeditas, todas las facultades que del Supremo recibisteis
para el desarrollo de vuestra inteligencia, para el logro de vuestro bienestar.
15
M. Bolaños Cacho, op. cit., nota 7.
126 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
16
Mario Álvarez Ledesma, La incorporación de México al sistema de protección interna-
cional de los derechos humanos. Los aspectos pendientes, en www.pdhumanos.org/librería/
libro1/Cap%2008.PDF
17
M. Bolaños Cacho, op. cit., nota 7.
128 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
los hombres, en forma anterior a la misma ley, sino que establece la inviola-
bilidad de la Constitución, la jerarquía de leyes que incluye el reconocimien-
to de los tratados internacionales como ley suprema de la nación y que al día
de hoy constituye una fuente inagotable y enriquecedora de los derechos hu-
manos; y además auxilio en la conformación de un modelo de Estado, fede-
ral, democrático y participativo, que se ratificó mediante la promulgación de la
Constitución de 1917, y que hasta estas fechas es el modelo de integración del
Estado moderno.
ENSAYO SOBRE LOS DERECHOS DEL HOMBRE
EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 Y LOS FUNDAMENTOS
DE LAS GARANTÍAS INDIVIDUALES*
Benito Juárez
Benemérito de las Américas
[129]
130 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
1
Constitución Política de la República Mexicana de 1857, Título 1, Sección 1: De los
derechos del hombre.
2
Artículo 1 de la Constitución de 1857.
3
Konrad Hesse, citado en Miguel Carbonell, Una historia de los derechos fundamenta-
les. p. 8.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 131
vantes al gobierno. Mientras que los segundos eran más afines a los regio-
nalismos y grupos locales, ya que buscaban mayor autonomía frente al gobier-
no central, pero sobre todo querían evitar la tiranía a toda costa.4
Dicha pugna entre centralistas y federalistas desencadenó una serie de en-
frentamientos políticos que impedían el progreso del país. La falta de con-
senso obstaculizaba un plan de gobierno, y el constante cambio entre regíme-
nes centrales, como el Imperio de Iturbide,5 y aquellos federales, como el de
Benito Juárez, ocasionaba una inestabilidad generalizada. Es decir, que México
aún no tenía un rumbo bien definido y oscilaba entre proyectos políticos
distintos y antagónicos.
La joven nación estaba fragmentada y carecía de un ordenamiento adecua-
do y eficaz, ya que la Constitución de 1824 había perdido efectividad y no
estaba adaptada a las condiciones políticas que afectaban al país. Por tanto,
la Constitución de 1824 había perdido su validez y era necesario renovarla.
La estructura política estaba más o menos delineada, sin embargo, para go-
bernar era necesario contar con instituciones políticas y ciudadanos. Desde
luego que para que un gobierno funcione es necesario obtener ingresos (a par-
tir de la recaudación fiscal), entonces era necesario definir al contribuyente.
La Constitución de 1824 se limitaba a definir a los habitantes del país como
mexicanos, mas no indicaba sus derechos ni obligaciones, es decir, no defi-
nía al ciudadano.6
Naturalmente, no se podía cobrar impuestos a la gente, sin que éstos reci-
bieran algo a cambio. De ahí se crean las finanzas públicas, y fue una manera
de incorporar a la población en lo político, es decir, transformarlos en ciuda-
danos. Fue aquí donde los “mexicanos” se convirtieron en trabajadores y con-
tribuyentes. Una vez que se definió al “ciudadanos económico”, era posible
proceder a definir al “ciudadano político”. Éste último era de gran importan-
cia porque una ciudadanía es parte esencial para el gobierno; es la relación
básica entre gobernantes y gobernados.
4
“Decididos, pues, a evitar la excesiva concentración de poder en el ejecutivo, los cons-
tituyentes de 1824 terminaron por diseñar un ejecutivo débil e ineficaz, algunas de cuyas
características subsistirán, vía la Constitución de 1857...” (En Luis Medina Peña, Invención
del sistema político mexicano. Forma de gobierno y gobernabilidad en México en el siglo
XIX, p. 73.)
5
El Imperio mexicano de Agustín de Iturbide, 1822-1824.
6
Cátedra del doctor Jorge Silva Riquer, profesor-investigador del Tecnológico de Mon-
terrey, Campus Ciudad de México. Historia del México independiente.
132 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
7
Citando a Mariano Otero, en Paulino Machorro, La Constitución de 1857: un ciclo evo-
lutivo del pueblo mexicano 1824-1917. A la vez, punto de partida de un ciclo evolutivo pos-
terior 1857-1917, p. 78.
8
Ibid., p. 70.
9
Véase Daniel Cosío Villegas, La Constitución de 1857 y sus críticos.
10
Hace referencia al artículo 29, donde especifica la suspensión de las garantías. (D. Cosío
Villegas, op. cit., p. 43.
134 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
11
José Fernández Santillán, El despertar de la sociedad civil: una perspectiva histórica,
p. 61.
12
Parte de la corriente Iusnaturalista, sostenida por autores como Hobbes, Locke, Rousseau
y otros. (M. Carbonell, op. cit., p. 109. “La idea de que los derechos sean ‘naturales’ es una
manifestación del iusnaturalismo racionalista propio del siglo XVIII...”)
13
D. Cosío Villegas, op. cit., p. 42.
* También conocida como La Declaración Francesa.
14
P. Machorro, op. cit., p. 77.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 135
El sacrificio de las personas que habían sufrido las penurias de vivir bajo
un régimen dictatorial sirvió para evitar esta amarga experiencia a futuras
generaciones. Impedir el despotismo era el fin último de estos políticos, y
por esta razón optaron por garantizar la protección contra la tiranía, dentro de
un marco institucional.
Gracias al marco judicial de la Constitución Política de la República Mexi-
cana de 1857, el individuo aseguró su lugar dentro del esquema político.
Igualmente, el gobierno había encontrado en éste —por medio de garantías
individuales— el modo para hacer gobierno. Ahora la sociedad ya no estaba
sujeta a decisiones arbitrarias y perjudiciales, porque tenía un respaldo jurí-
dico. Se puede decir que México se había insertado en la política moderna,
en materia de los derechos del hombre.
Con la promulgación de la Constitución de 1857 se institucionalizaron los
derechos del hombre en México. Es decir, la garantías individuales ya no
serían más un principio abstracto, sino una realidad. El Poder Judicial era el
encargado de que esos derechos se respetaran y ofrecía su respaldo a los in-
dividuos.
En la magna obra de los constituyentes de 1857 se puso por escrito la de-
fensa de los mexicanos ante un Estado, gobierno o cacique opresor. De este
modo, se implementó la norma que protege a los hombres de cualquier fuerza
o autoridad que atente contra la integridad física y/o los derechos de cual-
quier particular. Todo esto se logró gracias a lo establecido por la corriente
contractualista europea.
La institucionalización de los derechos del hombre no se hubiera logrado
si no fuera por el corte positivista de los constituyentes. Aunque éstos eran
los precursores del positivismo mexicano del inicio del siglo XX, de igual
15
Ibid., p. 71.
136 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
16
Véase J. Fernández Santillán, op. cit.
17
Constitución Política de la República Mexicana 1857, Título 1, Sección primera; ar-
tículo 1: “El pueblo mexicano reconoce que los derechos del hombre son la base y el objeto
de las instituciones sociales. En consecuencia, declara: que todas las leyes y todas las autori-
dades del país deben respetar y sostener las garantías que otorga la presente Constitucion”.
18
P. Machorro, op. cit., p. 83-84.
19
Joel Medina, El juicio de amparo [en línea] Universidad Abierta. Recuperado el 15 de
mayo de 2006 en: http://www.universidadabierta.edu.mx/Biblio/M/Medina%20Joel-
Amparo.htm.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 137
20
M. Carbonell, Los derechos fundamentales en México, pp. 176-177.G.
138 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
21
Resistencia pacífica.
22
M. Carbonell, op. cit., p. 161.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 139
En sí, lo derechos humanos jamás han sido creados y ni se crearán, ya que éstos
no son un producto social. Estos derechos son naturales e inherentes al hom-
bre, es decir, que ya están ahí desde el momento en que se nace.24 Los hombres
solamente se limitan a institucionalizarlos e intégralos a la vida política y so-
cial como norma.
No obstante, existen diversas teorías acerca del origen de los derechos fun-
damentales. Siguiendo la lógica de Norberto Bobbio; Miguel Carbonell ex-
plica que los derechos tienen una determinada edad, ya que no siempre exis-
tieron: “los derechos no son entidades que siempre hayan estado ahí, presentes
en toda la historia de la humanidad...”25 Este autor contemporáneo afirma
que los derechos humanos son propios de la modernidad: “Los derechos hu-
manos se han convertido en un referente inexcusable de una época de la
historia humana que podemos llamar modernidad...”26
Al referirse a la creación de los derechos humanos a partir de la “cons-
titucionalización”, Carbonell explica de otra manera que los derechos huma-
nos sólo se hacen efectivos a partir de su institucionalización. Este hecho no
quiere decir que Carbonell se oponga a la concepción iusnaturalista de la
presencia de dichos derechos desde el nacimiento del hombre. Más bien, los
derechos son inherentes al hombre, pero no se garantizan y por tanto no tie-
nen efectividad, hasta que se institucionalicen.
Sociólogos como Bryan Turner explican que la propia fragilidad de las per-
sonas, aunada a la falta de cuidado de las instituciones sociales, dirige al in-
dividuo hacia las garantías individuales. Turner retoma el concepto de Socie-
23
Concepto ideado por John Rawls, en Theory of Justice. En J. Fernández Santillán, op.
cit.
24
Jurídicamente los derechos humanos se aplican al embrión durante su estancia en la
matriz.
25
M. Carbonell, Una historia de los derechos fundamentales, p. 7.
26
Ibid., p. 7.
140 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
27
“Emodied frailty is a human universal condition, which is compounded by the risky and
precarious nature of social institutions. Human vulnerability can be contained or ameliorated
by the institution of rights which protect human beings from this ontological uncertainty”.
(En Bryan Turner, Outline of a theory of Human Rights [en línea]. Recuperado el 20 de mayo
de 2006, en: http://soc.sagepub.com/cgi/content/abstract/27/3/489.
28
Ibid., p. 7.
29
Ibid., p. 38.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 141
sean y las guarden para ellos y sus sucesores como recibidas de Nos y nues-
tros sucesores”.30
A partir de la firma de la Magna Carta, se dio la pauta para que se crearan
una serie de documentos semejantes que frenaran el poder de la autoridad
ante el individuo. Martin Kriele explica que la Magna Carta se convirtió en
madre de todos los derechos fundamentales; es el derecho fundamental origi-
nario.31
El tema de la Magna Carta parece irónico y contradictorio, ¿cómo es posi-
ble que en un régimen monárquico absoluto hayan garantías individuales?
¿Es verdadera la afirmación de que los derechos del hombre sólo se podían
efectuar dentro de un sistema moderno de política? La respuesta se encuentra
en el contexto inglés, ya que en un análisis más detallado se averigua que
dichas “libertades” solamente aplicaban a ciertas clases. “Los analistas afir-
man que la Carta, más que derechos, contenía privilegios, ya que sus destina-
tarios no eran considerados universalmente ni en abstracto, sino que eran más
bien los señores feudales que tenían influencia en ese tiempo histórico”.32
La carencia de universalidad, característica básica de los derechos huma-
nos si se quiere lograr la igualdad, impide que la Carta sea considerada como
moderna. No obstante, sirvió de precursor al tratamiento integral de los de-
rechos humanos que siguieron en los siglos por venir. Es decir, las garantías
del hombre, ya se veían como algo aceptable dentro del imaginario colectivo
social.
Durante los tiempos en que se empezaba a consolidar el pensamiento mo-
derno e innovador en Europa, los norteamericanos se habían adelantado. Las
13 colonias británicas pusieron a la práctica los modelos europeos al redactar
documentos históricos como la Declaración de Independencia (1776), la Cons-
titución de los Estados Unidos de América (1787) y la Declaración de Dere-
chos (Bill of Rights, 1789). Todos estos documentos contenían teorías moder-
nas y liberales como las de John Locke. Entre ellos la creencia en la igualdad de
los hombres, la existencia de derechos naturales inquebrantables y el derecho a
la vida, libertad y búsqueda de la felicidad.33 Del mismo modo, se justificaba la
resistencia a gobiernos tiránicos que desistían de cuidar a los hombres.
30
Extracto de la Magna Carta de 1215, en M. Carbonell, p. 39.
31
Martin Kriele, Introducción a la teoría del Estado, p. 209.
32
M. Carbonell, op. cit., p. 42.
33
Declaration of Independence 1776.
We hold these truths to be self-evident:
That all men are created equal; that they are endowed by their Creator with certain
unalienable rights; that among these are life, liberty, and the pursuit of happiness;
142 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
34
La Déclaration des Droits de l’Homme et du Citoyen de 1789. En M. Carbonell, Una
historia de los derechos fundamentales, p. 106.
35
Ibid., P. 108
36
Constitución Política de la República Mexicana de 1857, Titulo 1, Sección primera: De
los derechos del hombre; artículo 1.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 143
Empero, los derechos del hombre no siempre se hacen respetar, y peor aún,
no se han institucionalizado en varios lugares. Hay otros casos, donde se
pretende que exista un marco normativo (y judicial) que respalde a los dere-
chos humanos, pero que en determinados momentos no garantiza que los in-
dividuos ejerzan sus garantías personales.
Estos casos son un problema desmesuradamente grave, ya que atentan con-
tra la propia humanidad. El no-respeto a los derechos del hombre significa no
respetar el modo de vida de cientos de miles de personas, y es un ataque a su
razón de ser.
Tan sólo en los tiempos actuales hay una larga lista de infracciones a los
derechos humanos. No es necesaria una búsqueda extensa para encontrar
todos los abusos que a diario sufren los individuos en distintas partes del
mundo. Los atropellos a los derechos humanos son constantes y, en muchos
casos, no son visibles. La gente se entera de los abusos más notables, sin em-
bargo, cada día las garantías individuales “menores” son pisoteadas, y real-
mente se hace poco al respecto.
37
Por el momento, basta con mencionar que existen organizaciones internacionales de
derechos humanos, ya que éstos se tratarán con mayor profundidad a lo largo del presente
ensayo.
144 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
Solamente para citar algunos ejemplos, baste recordar las atrocidades que
dejaron dos guerras mundiales con sus infinitos crímenes de guerra38 y lesa
humanidad. El mundo fue testigo de la matanza casi instantánea de cientos
de miles de civiles al explotar la bomba atómica en Hiroshima y Nagasaki. La
discriminación ha llegado a tal punto que se ha propagado la limpieza étnica
en distintas partes del mundo como en los Balcanes, pero también en paí-
ses africanos. La represión a la resistencia pacífica por parte de las autorida-
des es cosa común en varias naciones. La tortura y las penas corporales y de-
nigrantes39 no cesan de existir. En China los abortos forzados son una práctica
preocupante. En países como Cuba no se respetan libertades simples como el
libre tránsito de las personas. Es un hecho verdaderamente lamentable que
los derechos humanos no se hagan respetar, y por tanto que se haya incurrido
en tantas faltas e injusticias.
En el caso de México, la situación no es mejor. La impunidad de las atro-
cidades cometidas durante la llamada “Guerra sucia” es indignante. El femi-
nicidio en la frontera norte, en Ciudad Juárez, Chihuahua, ha causado alarma
mundial y es un foco rojo para el país. Los desalojos violentos de comercian-
tes, la discriminación por género, raza, condición social, orientación sexual,
capacidades diferentes, etcétera, son todas faltas graves que suceden cotidia-
namente. La ONU ha amonestado a México por las agresiones contra perio-
distas, como una falta grave a la libertad de expresión.40 Los asesinatos en
Chiapas en el año 1994, y más recientemente la represión sufrida por mani-
festantes en San Salvador Atenco, a inicios de mayo del 2006, son muestras
del desrepeto a los derechos fundamentales.
Estos hechos no significan que las garantías individuales establecidas por
la Constitución de 1857, y reproducidas en la de 1917, no funcionen. Más
bien, el marco jurídico no ha podido hacer valer dichas garantías. Un artículo
publicado el 24 de mayo de 2006 por el periódico El Financiero dice que: “El
sistema judicial es el principal violador de garantías individuales”, y conti-
núa diciendo: “se continuaron recibiendo informes de detenciones arbitra-
rias, malos tratos y tortura cometidos por autoridades judiciales”.41 La presi-
dente de Amnistía Internacional en México, Liliana Velásquez, al hablar de
38
Ver los Juicios de Nuremberg, al finalizar la Segunda Guerra Mundial.
39
Mujeres apedreadas en África por cometer delitos.
40
“La libre comunicación de los pensamientos y de las opinión es uno de los derechos
más preciados del hombre...” (En M. Carbonell, p. 133.)
41
Agencias, “Nulo avance en derechos humanos en México: AI”, en El Financiero, 24 de
mayo de 2006.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 145
HACIA LA INSTITUCIONALIZACIÓN
DE LOS DERECHOS HUMANOS
Empero, no se debe ser del todo pesimista. A pesar de los abusos cometidos a
los derechos humanos, cada día se trabaja para lograr una verdadera insti-
tucionalización de éstos, a partir del perfeccionamiento del marco jurídico.
Cada violación a los derechos humanos es motivo para seguir trabajando
en el fortalecimiento de un esquema jurídico que salvaguarde las garantías
individuales y las institucionalice.
En la última mitad del siglo XX se crearon diversas organizaciones, tanto
gubernamentales como no gubernamentales, que se dedican a monitorear el
respeto a los derechos humanos. En el mundo existen Human Rights Watch,
Amnistía Internacional, la Corte Interamericana de Derechos Humanos, el
Instituto Interamericano de Derechos Humanos, el Alto Comisionado sobre
Derechos Humano de la Organización de las Naciones Unidas, la Federación
Internacional de Derechos Humanos y el recientemente creado Consejo de
Derechos Humanos de la ONU.44
Tan sólo en México existen la Comisión Nacional de los Derechos Hu-
manos y la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos
Humanos, además de otras organizaciones (ONG) y observadores interna-
cionales.
42
Liliana Alcántara, “Ven decepcionante trabajo en derechos humanos”, en El Universal,
24 de mayo de 2006.
43
Omar Sánchez de Tagle, “México vive atropello a los derechos”, en Diario El Milenio,
24 de mayo de 2006.
44
México es presidente del Consejo.
146 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
REFERENCIAS
Otras fuentes
[149]
150 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
1
Mario de la Cueva, “Reflexiones en torno al liberalismo mexicano”, en Cuadernos Ame-
ricanos. México, mayo-junio de 1953, y Mariano Otero, Obras. Recuperación, selección, co-
mentarios y estudio de Jesús Reyes Heroles. México, Porrúa, 1967.
2
Cf. Humberto Musacchio, Diccionario enciclopédico de México. México, Andrés León
Editor, 1989, p. 2124.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 151
3
Cf. Emilio Rabasa, El artículo 14. El juicio constitucional. 3a. ed. México, Porrúa,
1919.
152 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
4
Cf. SCJN, Controversia constitucional 27/97, voto particular, pp. 160 y 161.
5
Idem.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 153
6
Ramón Rodríguez Fernández, Derecho constitucional. México, Nueva Biblioteca Mexi-
cana, 1875, pp. 410-411. (Edición facsimilar de la UNAM.)
154 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
nombre de garantías. De ahí que Jorge Carpizo refiera que la garantía indivi-
dual es la medida en que la carta fundamental protege el derecho humano. Tal
y como señalaba Rabasa: lo que enumeró el Constituyente de 1857 no fueron
garantías, sino la enumeración de los derechos que se trataba de garantizar.7
Los derechos del hombre, por su parte, se estimaron como las facultades que
aquél ha recibido directamente de la naturaleza para cumplir las obligaciones
que ella misma le ha impuesto. En una concepción más moderna, podemos
entender como tales los principios que se ubican en la esfera jurídica del ser
humano y que deben respetarse por las autoridades del Estado. Más aun, se les
refiere principios universales que han sido objeto de lucha e implican a todos
los seres humanos. Por tanto, deben respetarse por la autoridad y por el Esta-
do, porque la historia de los pueblos coincide con su lucha para hacerlos ob-
jetivos.8
El manifiesto del Congreso Constituyente que leyera Francisco Zarco a la
nación y a los mexicanos, el 5 de febrero de1857, cuando expresó el cumpli-
miento de la promesa regeneradora de la Revolución de Ayutla de volver al
país a los cauces constitucionales, fue muy claro: advertir que el voto del país
entero clamaba por una Constitución que asegurara las garantías del hom-
bre, los derechos del ciudadano, el orden regular de la sociedad. El Congreso
—dijo— persuadido de que la sociedad para ser justa y duradera debe respe-
tar los derechos concedidos al hombre por el Creador, convencido de que las
más brillantes y deslumbradoras teorías políticas son torpe engaño, amarga
burla cuando no aseguran aquellos derechos, cuando no se goza de libertad
civil, ha definido clara y precisamente las garantías individuales, poniéndo-
las a cubierto de todo ataque arbitrario.9 Puesto a discusión el manifiesto, fue
aprobado casi por unanimidad.10
La enumeración de derechos fundamentales que el Constituyente del 57
elevó a rango de garantía para dotarlos de protección efectiva destaca por su
amplitud. Pero, al advertirse que de poco sirve el dogma sin instrumentos de
control del poder para lograr la adecuación de la actividad estatal a la norma
7
E. Rabasa, op. cit., p. 249.
8
Enrique Quiroz Acosta, Lecciones de derecho constitucional. México, Porrúa, 1999, p.
149.
9
Francisco Zarco, Crónica del Congreso Constituyente de 1856. México, Secretaría de
Gobernación / Colmex, 1957, pp. 960 y 961.
10
Una sola moción pretendió hacer el diputado de Tamaulipas, pero no se concretó, por-
que Valentín Gómez Farias, presidente de la asamblea, no se lo permitió.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 155
en el caso del vecino país del norte, el nuestro era un gobierno de leyes, no de
hombres.13
En un inicio, se consideró un riesgo otorgarle tales atribuciones, porque le
permitirían injerencia en los actos de las demás autoridades, contrario al prin-
cipio de que nunca se depositarían dos o más poderes en una misma corpora-
ción o persona. Y tal aumento en sus atribuciones destruiría la independencia
de los poderes, al quedar a su arbitrio calificar y derogar leyes las aplicaría cuan-
do quisiera, pudiendo con ello eludir los deberes impuestos en la Constitu-
ción.14 Empero, vencieron las ideas de quienes sostuvieron que de todos los
departamentos del poder gubernamental, por la naturaleza de sus funciones,
era el menos peligroso para las libertades públicas.15
Si la Constitución es ley fundamental, así debe considerarse por los jue-
ces, a los que corresponde fijar su significado así como la de cualquier reso-
lución dimanente del cuerpo legislativo. Y si acaso hubiere contradicción en-
tre aquélla y ésta, deberá prevalecer la que cuenta con fuerza obligatoria y
validez superior. En otras palabras, la Constitución debe preferirse a la ley or-
dinaria, y la voluntad del pueblo a la voluntad de sus representantes.16
Por ello se atribuyó al Poder Judicial la facultad de interpretar la Consti-
tución a través de los tribunales que lo conformaban, porque: “Fueron de-
signados como un cuerpo intermedio entre el pueblo y la legislatura, con el
objeto, entre otras cosas, de retener a la última voluntad dentro de los límites
asignados a la autoridad”.17
La aptitud del Poder Judicial de la Federación de controlar los actos de los
otros poderes a fin de mantenerlos en los límites precisos que determinó el
Constituyente, consideradas facultades político-judiciales responden a un
sustrato de orden filosófico sustentado en la naturaleza de las leyes como ver-
daderos contratos entre el pueblo y los depositarios del poder público. Por
ello, unos y otros quedan obligados a cumplir sus estipulaciones. Así, cuando
el individuo faltare a su cumplimiento, los funcionarios, con el auxilio de la
fuerza pública compelen y apremian su observancia. Pero, cuando este últi-
mo es quien incurre en falta, los particulares a quienes perjudica no pueden
13
El Monitor Republicano, Periódico Oficial de los Estados Unidos Mexicanos, 25 de ma-
yo de 1868, p. 1.
14
F. Zarco, op. cit., pp. 724-729.
15
Alejandro Hamilton et al., El federalista, los ochenta y cinco ensayos que escribieron
en apoyo de la Constitución norteamericana, pp. 330 y 331.
16
El Monitor, op. cit., p. 3.
17
A. Hamilton, op. cit., p. 332.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 157
18
Ibid., pp. 682 y ss.
19
Pedro de Vega, “En torno a la crisis de las ideas de representación y legitimidad en la
democracia actual”, en J. L. Soberanes, D. Valadés y H. Concha, eds., La reforma del Estado.
Estudios comparados. México, UNAM, 1996, p. 425.
20
Felipe Tena Ramírez, Derecho constitucional mexicano. 14a. ed. México, Porrúa, 1976,
p. 191.
158 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
21
Cf. Eréndira Salgado Ledesma, Derechos de usuarios y consumidores. Una aproxima-
ción a la justicia alternativa (tesis de grado). México, UNAM, Biblioteca Central, 2006.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 159
22
Ibid., p. 729.
160 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
El Estado no tiene más finalidad que lograr el bien común. La felicidad del
pueblo y de cada uno de los ciudadanos en el goce de la igualdad, seguridad,
propiedad y libertad: la felicidad común, postulaba Morelos.23 Que lleguemos
a asegurar el porvenir de nuestros hijos con unas instituciones que los hagan
vivir felices en medio de los grandes bienes y las delicias de la paz, refrenda-
ron los Constituyentes del 57.24 De no enfocarse la actuación de la institución
gubernamental y de las asociaciones políticas en este sentido, su existencia no
se justifica.
En sentido opuesto participó el diputado Espiridión Moreno, quien mani-
festó que era menester que hubiere amparo contra la disposiciones inconsti-
tucionales de los Estados; pero, además, que el mismo fuere efectivo y no ilu-
sorio, como lo había sido bajo la vigencia del Acta de Reformas. Los tribunales
federales, adujo, no van a legislar, van a salvar la Constitución y las garantías
individuales: “Es necesario que los ciudadanos de los Estados, que lo son de
la República, encuentren amparo en la autoridad federal contra las autorida-
des de los mismos Estados cuando atropellen las garantías individuales o vio-
lenten la Constitución”.25
Finalmente, el diputado Albino Aranda fue más concluyente en la defensa de
la nueva atribución de que se dotaba al Poder Judicial, cuando afirmó: Don-
de distintas soberanías se mueven, cada una en su esfera, es inevitable que ocu-
rran choques y colisiones. La Constitución debe proveer de remedio a este
mal. Para ello se necesita un poder regulador que no será el Congreso, porque
no puede ser imparcial tratándose de sus propios actos, que no puede ser el
Ejecutivo, sin sobreponerse el Congreso. El Senado desempeñaba antes este
papel, y en la práctica se vieron todos los inconvenientes de tal disposición.
El Poder Judicial no merece las increpaciones que se le han hecho. Ha sido, por
el contrario, el más digno, el más respetable y en la naturaleza de sus funcio-
nes cabe muy bien el ministerio que la Comisión le encomienda.26
De los comentarios analizados puede advertirse —no lo soslayo—, que los
mismos, de forma expresa no refieren la tutela judicial respecto de actos ar-
bitrarios de los tribunales de las entidades federativas, pero, bajo lógica inter-
pretativa integradora, funcional y sistemática, si el Congreso general y los con-
gresos de las entidades federativas en su carácter de representantes del poder
23
Artículo 24 de la Constitución del 22 de octubre de 1814.
24
F. Zarco, op. cit., p. 962.
25
Ibid., p. 729.
26
Idem.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 161
Empero, pese a contar con derechos fundamentales tutelados con rango máxi-
mo en la Constitución y la existencia de un mecanismo de control tutelar efec-
27
Ferdinand Lasalle, ¿Qué es una Constitución? 9a. ed. México, Ediciones Coyoacán,
2002, p. 58.
28
F. Zarco, op. cit., p. 726.
29
J. M. Castillo Velasco, Derecho constitucional. México, Imprenta del Gobierno, 1871,
p. 196.
162 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
tivo, dada la etapa tan convulsa que vivió la nación en los años subsiguientes,
poco a poco, los derechos fundamentales de los mexicanos fueron, sino sus-
pendidos, sí muchas veces acotados. El Ejecutivo se fue sobreponiendo al
Congreso. Ello incidió para que ante la necesidad de disponer continuamente
de facultades extraordinarias, no existiera oposición de aquél para conferír-
selas. Éstas le permitieron que según las circunstancias imperantes los sus-
pendiera o los restringiera.
Un ejemplo lo ilustra la Ley Orgánica Constitucional sobre el Recurso de
Amparo —expedida el 20 de enero de 1869—, cuyo artículo 8o. contrariaba
la Constitución, debido a que limitaba la procedencia del juicio en materia
judicial. Restricción no contemplada en el texto fundamental. Aunque cabe
comentar que el proyecto que el presidente presentó al Congreso no supri-
mía el amparo en dicha materia, sólo preveía que el juicio fuese admisible sólo
en el caso de sentencias que causaran ejecutoria, no de interlocutorias, pero
la decisión del Congreso fue más radical. Ante tales decisiones, la Corte se
vio en la necesidad de desacatar la ley en sus fallos, decretando su inapli-
cabilidad. Decisión que tomó en su carácter de poder soberano y único intér-
prete de la Constitución, y a la postre le acarreó un juicio político contra sus
integrantes.30
A partir de la decisión de la Corte de recuperar el carácter soberano que le
había conferido el Constituyente del 57, y una vez fijada la procedencia del
amparo respecto de actos arbitrarios de autoridades jurisdiccionales, el alto
tribunal se hizo revisor de todas las sentencias dictadas por los tribunales del
fuero común en materia penal. Pero, luego, también empezó a admitir fallos en
materia civil, no para juzgar si la Constitución se infringía, sino para exami-
nar, “absolutamente lo mismo que un tribunal común de apelación si los jue-
ces han aplicado las leyes de fondo y de forma con exactitud al seguir y fallar
el juicio”. Criterio duramente condenado por considerarse: “La prostitución
del juicio de amparo y la degeneración del sistema federal”.31 Tal decisión, a
la larga, acarrearía consecuencias desafortunadas e importantes.
Si bien la orientación reafirmó la supremacía de los tribunales federales
en beneficio de la institución del amparo y de los derechos fundamentales de
los gobernados, tuvo un costo que todavía hoy se paga, reducir la definitivi-
dad de la justicia local a la nada: cuando la Suprema Corte “se echó encima la
‘tarea imposible’ de revisar a través del amparo las decisiones de todos los
30
Sobre este tema, véase: E. Salgado Ledesma, Poderes en conflicto. México, SCJN, 2001.
31
E. Rabasa, El artículo, op. cit., pp. 103, 130 y 131.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 163
Los litigantes descubrieron el artículo 14, tal y como afirmó Rabasa, alegan-
do que el mismo otorgaba la garantía de exacta aplicación de la ley. Y ese
32
Antonio Carrillo Flores, “La Suprema Corte en la doctrina, la jurisprudencia y la legis-
lación mexicanas entre 1869 y 1917”, en Historia del amparo en México, tomo I. México,
SCJN, 1999, p. 172.
33
E. Rabasa, op. cit., pp. 81 y ss.
34
Casi un siglo después de la “degeneración del juicio de amparo” —como la denomina el
ministro José de Jesús Gudiño Pelayo con ideas coincidentes a las de Rabasa—, se vuelve a
164 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
dar la voz de alerta sobre problemática similar. Pero, ahora, sobre los efectos que podrían
generarse en la actividad judicial, si se “abre la puerta” indiscriminada al conocimiento ex-
tensivo de controversias constitucionales por violaciones indirectas de la Constitución (cues-
tiones de legalidad), para analizar todos los actos de los poderes locales con la finalidad de
sujetarlos a un caprichoso “visto bueno” por parte del máximo tribunal de la nación.
35
E. Rabasa, El artículo 14 estudio constitucional y el juicio constitucional. 3a. ed. Méxi-
co, Porrúa, 1969, p. XIV.
36
A instancias de Ignacio Carrillo Prieto, la Universidad Nacional imprimió y difundió
una versión facsimilar de su obra.
37
R. Rodríguez Fernández, op. cit., pp. 436 y ss.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 165
ción. Siendo así, es evidente que todos los que en cualquier juicio civil o cri-
minal resulten perjudicados por la sentencia alegarán que la ley no se aplicó
exactamente al caso. Por ende, promoverán el juicio de amparo y los tribuna-
les federales vendrán a ser revisores de todas las sentencias pronunciadas por
los jueces y tribunales de los estados. Con esto, desaparecerá por completo la
soberanía e independencia en el ramo más importante del poder público; en
la administración de justicia. Con esta decisión, la Suprema Corte será un
tribunal de quinta instancia en todos los negocios judiciales de los estados y
calificará, sin facultad ninguna, la conducta de los jueces que no están suje-
tos a su jurisdicción. Pueden advertirse las coincidencias en las argumenta-
ciones de ambos autores.
La actuación que propiciaba la interpretación distorsionada del numeral
se estimó contrariaba al espíritu del Constituyente. Los legisladores no pu-
dieron querer esta subversión de los principios fundamentales de la organiza-
ción política que ellos mismos adoptaban y establecían, porque:
38
R. Rodríguez Fernández, op. cit., pp. 437 y 438. Nota: se respetó la ortografía de la
época. Los subrayados son míos.
166 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
autorizarían de hecho todos los abusos, inconvenientes y peligros que con ella
se trata de correjir.
Los tribunales federales pueden en virtud de esta garantía amparar al que
se queje de una sentencia en que la ley ha sido aplicada por funcionarios del
órden judicial; pero no pueden impartir esa protección del que se queje solo de
que la ley no ha sido aplicada exactamente al caso en cuestión.
Este adverbio exactamente introducido mal a propósito y tal vez por pura
eufonía en el texto constitucional, no puede servir de causa para el desqui-
ciamiento del sistema federativo y del órden regular y filosófico de la adminis-
tración de justicia, que serian inevitables si los juzgados de Distrito fuesen
tribunales de cuarta y la Suprema Corte de quinta instancia para revisar y con-
firmar o revocar las sentencias de los tribunales del órden comun.
Otro error que propició el abuso del juicio tutelar de garantías fue producto
de los términos de la redacción de la Ley de Amparo de 1869, que estableció la
suspensión del acto reclamado en términos tan generales que hizo de la regla
la excepción. Como afirmara Rabasa: ello autorizaba la suspensión siempre
que el acto se reclamara violatorio de una garantía individual: es decir, siem-
pre. Como negarla era motivo de responsabilidad, los jueces inferiores debían
concederla con frecuencia.
También se preveía la suspensión de las leyes impugnadas con sólo el es-
crito del quejoso. Ello convirtió la medida suspensional en un derecho de todos
quienes acudían al juicio. Por tales abusos, el juicio constitucional, concebi-
do como medio de defensa de los derechos fundamentales, perdió de vista su
verdadero fin, hasta convertirse en herramienta procesal dilatoria al alcance
de cualquier litigante de escasos escrúpulos. Ello quitó al Poder Judicial de
la Federación su jerarquía política. Su rango de par de las otras potestades pú-
blicas se trastocó en palabras vanas. Y todavía más grave, desvirtuó la esen-
cia y el señorío del amparo.
Por muy útil y protectora que fuere la función de la justicia, salvando a un
hombre del patíbulo o extrayéndolo de una cárcel contra órdenes atentatorias,
tal actividad podía ejercerse por simples jueces en donde hubiere leyes que
se respetasen. La idea, loable hasta el exceso, estimaba que el Poder Judicial,
por conducto de su máximo tribunal, debía encarnar una institución no infe-
rior a la más alta en el gobierno de un pueblo. En síntesis, Rabasa deseaba que
el Poder Judicial de la Federación fuere y se comportase como un verdadero
poder. Empero, ello lo dificultaba la situación contradictoria fatal para el ré-
gimen constitucional y para el prestigio de las leyes que se vivió con la res-
tauración de la República y la pugna entre la Ley de Amparo que prometía
la efectividad de las garantías, la suspensión de dichas garantías y el otorga-
miento de facultades extraordinarias que anulaban los preceptos de la Consti-
tución. Así, comúnmente se enfrentaban las autoridades gubernativas “armadas”
39
Juan N. Mirafuentes, Revista El Derecho, núm. 5265, martes 18 de mayo de 1869.
168 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
40
Fernando G. Salceda, p. 20.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 169
41
E. Rabasa, op. cit., pp. 103 a 105.
42
F. Tena Ramírez, op. cit., p. 552.
170 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
V. A MANERA DE CONCLUSIÓN
43
Diario de los Debates del Congreso Constituyente, 1 de diciembre de 1916, p. 263.
LA CONSTITUCIÓN LIBERAL DE 1857*
PRÓLOGO
[171]
172 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
1
Leopoldo Zea, Introducción a la filosofía, pp. 73 y 74.
2
Juan Jacobo Rousseau, Discurso sobre el origen de la desigualdad, p. 129.
3
J. J. Rousseau, El contrato social, p. 9.
4
Daniel Moreno, Clásicos de la ciencia política, p. 181.
5
Miguel González Avelar, La Constitución de Apatzingán y otros estudios, pp. 36 et sequel.
174 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
6
Andrés Serra Rojas, Teoría del Estado, p. 786.
7
Mario de la Cueva, Teoría del Estado, pp. 117 y 118.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 175
entregado a su libre acción y movido por sus intereses materiales, que repre-
senta la fuerza de la personalidad concentrada en el típico hombre de em-
presa.
El liberalismo es la doctrina y sistema de la burguesía triunfante de la re-
volución francesa, el sistema de la libertad en todas sus expresiones apoya-
da en las tesis jusnaturalistas y en los derechos naturales de los hombres que
crean las revoluciones norteamericana y francesa, la filosofía política de la
burguesía, por lo que nace ligado a la idea de una clase superior y a la defensa
de la propiedad privada. El banquero, el comerciante y el industrial reempla-
zan al noble terrateniente, al eclesiástico y al guerrero, y como consecuencia
de este cambio, la ciudad sustituye al campo. Su fuerza radica en que hace del
hombre el hacedor de su destino, para lo cual reclama la libertad, a fin de que
pueda forjarlo.
De acuerdo al pensamiento del maestro Mario de la Cueva, 8 en el fondo
de esta concepción filosófica y política yace una visión individualista de la
vida social y del hombre, pero no el individualismo humanista que se origina
en el Renacimiento con un propósito de reivindicación de los valores huma-
nos frente a los poderes temporales y espirituales, sino el individualismo na-
turalista de Tomás Hobbes, que despoja al hombre de sus cualidades éticas y
lo sumerge en el reino de los animales, ese individualismo materialista en el
que la idea ética está ausente, posición que, al fin y al cabo, es la que ha sus-
tentado la burguesía desde su aparición en la vida social hasta nuestros días.
Por consiguiente, el liberalismo de la burguesía, derivado de la concepción
hobbsesiana, bien puede denominarse un liberalismo materialista..
El liberalismo acepta, de una manera general, la idea de los derechos del
hombre, porque además de las libertades del espíritu y de la seguridad jurídi-
ca, contiene las libertades de trabajo, de industria y de comercio, pero des-
echa las libertades de coalición, de asociación y de huelga, porque son liber-
tades dirigidas a evitar el libre juego de las individualidades, de la industria
y el comercio.9 Por otra parte, y esta es una de sus obras maestras, agrega al
catálogo de las libertades humanas el derecho de propiedad, al modo romano
(ius utendi, fruendi y abutendi), absoluto e intocable para el Estado.
8
Op. cit., p. 118.
9
Infra 2.10.2. Negación de los derechos sociales y económicos.
176 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
a) Liberalismo filosófico
10
Norberto Bobbio, Liberalismo y democracia, pp. 12 y 13.
10 bis
Si hacemos un repaso a la dramática historia de México, es sabido que en los prime-
ros años de la Colonia se gesta una pugna ideológica entre los conquistadores y los misio-
neros. En alguna forma, las Leyes de indias son el resultado de esa pugna y así mismo, en cierta
medida, representan el triunfo de los segundos. En realidad las Leyes de indias llevan el sello
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 177
b) Liberalismo económico
del conquistador orgulloso de acuerdo al pensamiento de fray Bartolomé de las Casas; se reco-
noce a los indios su categoría de seres humanos, pero en la vida social, económica y política, no
son iguales de los vencedores. Las Leyes de indias no son más que medidas de misericordia,
actos píos determinados por el remorder de las conciencias, concesiones graciosas a una raza
vencida y explotada que carece de derechos políticos. Por añadidura, si bien las Leyes de indias
constituyen un derecho vigente, también es cierto que no son derecho positivo, entendida la
positividad, de acuerdo a Eduardo García Máynez como un hecho que estriba en la observan-
cia de cualquier precepto, vigente o no vigente (Introducción al estudio del derecho, p. 38).
11
A. Serra Rojas, op. cit., p. 788.
178 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
c) Liberalismo político
12
Vid. A. Serra Rojas, Derecho administrativo, vol. I, p. 29.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 179
d) Liberalismo jurídico
13
M. de la Cueva, op. cit., pp. 119 y 120. El liberalismo individualista impone al derecho
civil una variedad de axiomas: la ley civil es igual para todos, lo que hace imposible un dere-
cho de excepción para un grupo o clase social en el siglo decimonónico y en los primeros
años del siglo XX en México: la libertad en las contrataciones, expresada en el principio de
la autonomía de la voluntad; la responsabilidad por los daños causados a otra persona será
únicamente exigible si hay culpa en el hecho del autor de la acción dañina; finalmente, la
propiedad privada sobre las cosas forma parte de los derechos del hombre. Pero en el contra-
to de arrendamiento no sólo se agravan los principios en perjuicio de los arrendadores, sino
que se quebrantan en beneficio de los empresarios, en forma expresa alguno de ellos: la liber-
tad de contratación no existe nunca, porque el trabajador apremiado por la miseria tiene que
someterse a la voluntad del patrono, quien si puede esperar que venga otra persona a solici-
tar el empleo; y usa el poder de su voluntad con sentido utilitario y con refinada crueldad: de
vale del trabajo de los niños, establece fatigantes jornadas de trabajo y fija como salario la can-
tidad de dinero estrictamente indispensable para la subsistencia del obrero en una vida más
animal que humana; y como si no fuera suficiente, mantiene al trabajador en la angustia del
mañana con la espada del despido libre. En aplicación del principio la ley es igual para todos
los procesalistas hablan desde tiempo inmemorial de un principio diciendo: igualdad de las
partes en el proceso: pero el axioma se estrella en el artículo 1781 del Código Civil de Fran-
cia, aprobado por el Consejo de Estado en la forma siguiente: “El patrono será creído bajo
palabra, si afirma: el monto de los salarios, el pago de los del año vencido, y la existencia de
anticipos sobre el año siguiente”. En el curso de las sesiones del Consejo, explica Treilhard
que “era necesario aceptar la afirmación del patrono o la del obrero; y el primero añadió, “me-
rece más confianza”. Preguntó Lacuée “si se escucharían las pruebas morales; por ejemplo, el
obrero ofrece testigos en presencia de los cuales el patrono se refirió al monto de los salarios
y al pago de los vencidos. En la hipótesis, ¿se aceptaría siempre la afirmación del patrono? A
lo que respondió Treilhard diciendo que “no se podían considerar pruebas de esa especie sin
abrir las puertas al fraude, pues los obreros podrían servir como testigos los unos a los otros”
(De la Cueva, Mario, El nuevo derecho mexicano del trabajo, Porrúa, México, 1980, vol. I,
págs. 9 y 10).
180 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
14
Citatum pos M. de la Madrid, Elementos de derecho constitucional, p. 40.
15
Diccionario de derecho constitucional, garantías y amparo, p. 91.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 181
No podemos pasar por alto en este apartado la concepción que sobre la Cons-
titución manifiesta Fernando Lasalle, por la trascendencia de sus ideas; o
para expresar esta idea con otras palabras, el estudio de la doctrina consti-
tucionalista de Lasalle es un requisito sine qua non para la debida compren-
sión del tema en estudio.
El pensamiento de Lasalle esta apoyado en un método preponderantemen-
te sociológico para el estudio de la Constitución; el no es un jurista, es un di-
rigente del Partido Socialdemócrata Alemán en el siglo decimonónico, y sus
ideas son el fruto de una postura ideológica y política, pero que influye en for-
ma decisiva en la ciencia de las normas del deber ser.
Para Lasalle15 bis la ley y la Constitución pertenecen a un mismo género, en
cuanto son al fin y al cabo reglas jurídicas que regulan condiciones humanas;
pero la Constitución no es una ley cualquiera, sino una ley con fuerza supe-
rior a las demás leyes, es una ley fundamental porque constituye el cimiento
fundamental de las otras leyes, pues ésta actúa como sustrato de las demás
leyes del país.
Si la Constitución es la ley fundamental habrá entonces que preguntarse
¿por qué motivo tiene ese carácter de ley fundamental? Lasalle dice que debe
haber una fuerza que haga de la Constitución una ley fundamental. Esa fuer-
za activa que hace de las leyes e instituciones jurídicas sean como realmente
son, está constituida por los factores reales de poder. Los factores reales de
poder que rigen en un momento determinado en una sociedad determinada,
son los fragmentos que componen la Constitución, son esa fuerza efectiva y
eficaz que informa todas las leyes e instituciones jurídicas de un país y deter-
mina su imperatividad sustancial.
La suma de los factores reales de poder que rigen en una sociedad y en un
momento determinado, constituye, en esencia, la Constitución. Se toman, dice
Lasalle, estos factores reales de poder, se asientan por escrito en una hoja y a
partir de ese momento, incorporados los factores reales de poder a un papel,
son la Constitución. A partir de ese momento son el derecho mismo, son ins-
tituciones jurídicas y quienes atentan contra ella atentan contra la ley y su-
fren la penalidad por ellas establecida.
Cuando una Constitución escrita corresponde a la Constitución real, a la que
tiene en sus raíces a los factores reales de poder que rigen en el país; y ahí
15 bis
¿Qué es una Constitución?, pp. 35 et seq.
182 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
16
El nuevo derecho mexicano del trabajo, op. cit., p. 78.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 183
17
Supra 1.1. Individualismo y liberalismo.
18
George H. Sabine, Historia de las ideas políticas, pp. 405 y 406. De la teoría de la pro-
piedad sostenida por Locke, esta es anterior a la sociedad primitiva que describe como estado
de naturaleza. Como el mismo dice, la propiedad existe sin pacto expreso de todos los indivi-
duos. Es un derecho que todo individuo lleva a la sociedad en su propia persona, del mismo
modo que la energía física de su cuerpo. De ahí que la sociedad no cree el derecho, y salvo
dentro de ciertos límites no pueda ciertamente regularlo, porque tanto la sociedad como el go-
bierno existen, al menos en parte, para proteger el derecho privado de propiedad anterior a
ellos. El nuca dijo y es casi seguro que nunca lo creyera que el único derecho natural fuese la
propiedad. La expresión que emplea con frecuencia es “vida, libertad y posesiones”. Sin em-
bargo emplea frecuentemente la palabra propiedad donde parece querer significar cualquier
derecho, y como es la propiedad el único derecho natural que examina in extenso, es inevita-
ble de destaque como el derecho típico y más importante.
19
Infra 2.10. Constitución de 1857, pie de página 42.
184 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
20
M. de la Cueva, op. cit., p. 80.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 185
21
La burguesía y el Estado mexicano, pp. 13-19.
186 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
DE LA CONSUMACIÓN DE LA GUERRA DE
INDEPENDENCIA A LA CONSTITUCIÓN DE 1857
22
Diego G. López Rosado, Historia y pensamiento económico de México. Comercio exte-
rior e interior, sistema monetario y de crédito, tomo IV, pp. 141 y 142.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 189
23
Francisco López Cámara, Estructura económica y social de México en la época de
reforma, citatum pos Juan Felipe Leal, op. cit., p.54.
24
Jan Bazat, Historia de la deuda exterior de México (1823-1946), pp. 43-48, citatum
pos, J. Felipe Lean, ibid., p. 54.
25
Desde luego la deuda contraída por los gobiernos nacionales por motivo de los salarios
pagados a los militares no es la única causa de la deuda nacional que hoy sufrimos los mexi-
190 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
canos y a la que están condenadas nuestras futuras generaciones. Existen otros motivos que
la han provocado, vge: las fugas de capitales, que constituyen una verdadera sangría para el
país; la falta de percepción constante de ingresos y el creciente debilitamiento de la económi-
ca interna, el pago de gastos totalmente ajenos a inversiones productivas, entre otros muchos
factores, que en consecuencia el país pronto se ve imposibilitado a pagar. A partir de entonces
esta deuda externa —o eterna como burlonamente expresa el abogado patronal Baltasar Ca-
vazos— se convierte en las causas de la permanente inestabilidad política y económica del
país y de los problemas internacionales. Miguel Ángel Gallo, en su Historia de México 1,
(Textos Universitarios, Ediciones quinto sol, México, 2004, págs. 80 y 81), nos ilustra con el
primer empréstito en onerosas condiciones que el gobierno mexicano celebra con la casa B.
A. Goldsmidt y Cía. de Londres en 1823, y el segundo empréstito negociado con la casa Bar-
clay, Herring, Richarson y Cía., también de Londres en similares condiciones pero con un
interés mayor. Por ser tan mermados los ingresos reales, y por dedicase su pago a diversas in-
versiones injustificadas, el gobierno mexicano pronto se ve imposibilitado a apagar. A partir
de estas condiciones se inicia la triste historia de la deuda nacional con la banca extranjera.
26
La burguesía y el Estado mexicano, op. cit., pp. 56-57.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 191
27
Cosío Villegas et altieri, Historia mínima de México, p. 105.
192 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
28
Diego G. López Rosado, Clases sociales y partidos políticos, op. cit., pp. 314-315.
29
Alfonso Toro, Historia de México 3. Independencia y México independiente, pp. 192-222.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 193
30
Op. cit., p. 245.
194 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
31
Nuestra Constitución. Historia de la libertad y soberanía del pueblo mexicano. De la
Constitución de Cádiz a la República Federal de 1824, p. 39.
32
Op. cit., pp. 39-44. La Constitución Política de 1824 persigue dos objetivos fundamen-
tales: la organización política de la naciente República, y el establecimiento y organización de
sus órganos de gobierno. Por lo tanto, las garantías individuales o derechos del hombre, apa-
recen en un segundo término, en preceptos aislados contra el Estado, generalmente en mate-
ria penal —aunque el artículo 152 consagra un principio de legalidad—, la Constitución tam-
poco establece el medio legal para tutelarlas.
33
Ignacio Burgoa, Las garantías individuales, p. 127. Con la Constitución Política de 1824,
asistimos a la instauración de un derecho fundamental primario con caracteres más o menos
permanentes y con proyección de vigencia en la vida pública. No puede negarse que ésta Cons-
titución es una copia de la carta fundamental norteamericana de 1787. No es verdad esta apre-
ciación, pues nuestros constituyentes de 1823-24 han imitado servil y extralógicamente el
citado documento constitucional de los Estados Unidos de América, aunque se hubiesen ins-
pirado en él y hayan tomado de su contexto los principios jurídicos y políticos que lo infor-
man. Por otra parte, la Constitución de 1824 es un ensayo estructural para dar a México su
primera organización jurídico-política fundamental.
196 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
se desvanecen quedando en simple letra muerta. Tan sólo en los primeros vein-
te años, de 1822 en adelante, nuestro país tiene siete Congresos Constitu-
yentes que producen como obra un Acta Constitutiva, tres Constituciones y
un Acta de Reformas. Estos reemplazos sucesivos de ordenamientos cons-
titucionales se ven frenados cuando los liberales, defensores de los princi-
pios republicano y federalista —que piden la aplicación de la política liberal
en materia económica, exigen la abolición de fueros, abogan por el civilismo,
pugnan por la abolición de libertades para el pueblo y demandan la no inje-
rencia del pueblo en los asuntos del Estado—, logran la promulgación de la
Constitución de 1857. Al respecto Daniel Cosío Villegas expresa sobre esta
ley que: “quizá como ninguna otra, pasó por altos y bajos marcadísimos en su
prestigio popular y en la fe que en ella pusieron los gobernantes a quienes tocó
usarla como timón de la nave nacional”.34
Constitución de 1836
34
Nuestra Constitución. Historia de la libertad y soberanía del pueblo mexicano. Cons-
titución de 1857, p. 14.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 197
35
Un aspecto poco conocido de la Constitución centralista de 1836 en cuanto a su reforma
de 1840, es el voto particular de José Fernando Ramírez, por lo que hace a las facultades y
competencias de la Suprema Corte de Justicia en el sentido de que conociera la constituciona-
lidad de las leyes o actos de las autoridades, mediante el derecho del gobernado de pedir cierta
declaración, petición que el propio Ramírez denomina reclamo. Por tratarse de una simple opi-
nión, esta idea de otra manera se hubiera constituido en un interesante antecedente del juicio
de amparo en México
36
I. Burgoa, El juicio de amparo, p. 116.
198 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
dimiento de control, como juicio que es, sólo puede surgir a la vida jurídica
por el ejercicio de la acción, que en el caso es la acción constitucional del
gobernado que ataca el acto autoritario que considera lesivo a sus derechos”.37
37
Manual del juicio de amparo, p. 27.
38
El proyecto de la minoría, representada por Otero da competencia a la Suprema corte
para conocer los reclamos de los particulares contra los poderes Ejecutivo y legislativo de los
Estados, violatorios de las garantías individuales, pero deja fuera del control constitucional al
Poder Judicial y los tres poderes federales, ero su gran merito es la consagración del principio
del juicio de amparo de las constituciones de 1857 y la actual (artículo 107, fracción II, Mé-
xico, Porrúa, 2004), que caracteriza al régimen de control jurisdiccional en la fórmula que al
texto expresa: “La sentencia será siempre tal, que sólo se ocupe de individuos particulares,
limitándose a ampararlos en el caso especial sobre el que verse la queja, sin hacer una decla-
ración general respecto de la ley o acto que la motivare”; este principio esta expresado con
otras palabras en el artículo 76 de la ley de amparo que a la letra dice que: “las sentencias que
se pronuncien en los juicios de amparo, sólo se ocuparan de los individuos particulares o de las
personas morales, privadas u oficiales que lo hubieren solicitado, limitándose a ampararlos y
protegerlos, si procediere, en el caso especial sobre el que verse la demanda, sin hacer una
declaración general respecto de la ley o acto que la motivare” (Alberto Trueba Urbina y Jorge
Trueba Barrera, Nueva legislación de amparo reformada). Vid. Manual del juicio de amparo,
op. cit., pp. 29y 30.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 199
39
Nuestra Constitución. Constitución Federal de 1857, p. 28.
40
Las ideas de Otero se contienen en su voto particular de 5 de abril de 1847 sobre la re-
ferida Acta de Reformas, pues en sus partes esenciales expresa que: a) Es indispensable dar al
congreso de la Unión el derecho de declarar nulas las leyes de los Estados que importen una
violación del Pacto Federal, o sean contrarias a las leyes generales, porque de otra manera el
poder de un Estado sería superior al de la Unión, y el de ésta se convertiría en una perfecta
irrisión; b) Loa ataques dados por los poderes de los Estados y por los mismos de la Federa-
ción a los particulares, cuentan entre nosotros, por desgracia numerosos ejemplares, para que
no sea sobremanera urgente acompañar el restablecimiento de la Federación con una garantía
suficiente para asegurar que no se repetirán más. Esta garantía sólo puede encontrarse en el
Poder Judicial, protector nato de los derechos de los particulares, y por esta razón es sólo
conveniente, y c). Se necesita extender un poco más la acción del Poder Federal de la Unión,
muy imperfectamente organizado en la constitución federal; y sobre todo, elevar la condición
y asegurar la independencia de un tribunal llamado a representar en el cuerpo político un
papel tan importante como el de Supremo Poder Judicial (I. Burgoa, op. cit., pp. 122 y 123).
200 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
41
Nuestra Constitución. Constitución Federal mexicana de 1857, p. 36.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 201
42
En este voto particular Arriaga el problema del latifundismo, del acaparamiento de bie-
nes y de las pésimas condiciones en que vive el campesino mexicano y propone que se le dé
una orientación social a la propiedad, no como un derecho absoluto y oponible a la sociedad,
sino como una función del bien común y regulado por la misma sociedad.
43
Supra 1.1. Individualismo y liberalismo, y 1.1.1. Formas de expresión del liberalismo.
44
Contrariamente a la tesis individualista, nuestra Constitución de 1917 ya no hace figurar
a los derechos del hombre como el exclusivo contenido de los fines del Estado, sino que, con-
siderando que el pueblo constituido políticamente en Estado, es el único depositario del po-
der soberano, ha expresado en su artículo primero que las garantías individuales son instituidas
o creadas por el orden jurídico constitucional (I. Burgoa, op. cit., p. 149.
202 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
les: los derechos del hombre son el ámbito el ámbito de la ley; en cambio, las
garantías individuales son la serie de mecanismos jurídico-positivos que esta-
tuye la Constitución, para proteger los derechos naturales del hombre. El ar-
tículo 1o. de la Constitución a estudio reglamenta los derechos humanos ha-
ciéndolos genéricos a todos los hombres, reconociéndolos y garantizándolos.45
45
M. de la Madrid, op. cit., p. 172.
46
Ibid., pp. 172 et sequel.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 203
BIBLIOGRAFÍA
1. El liberalismo ecuménico
[209]
210 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
guo). Surgieron los burgos alrededor de los feudos, cuya evolución transitó
por el taller, la manufactura y la gran industria;2 a esta metamorfosis material
correspondió una mutación teórica de la economía:
2
Taller; los artesanos hacen todo el producto y desarrollan su creatividad, se produce para
autoconsumo, existe igualdad entre maestro y aprendices respecto a producción y distribu-
ción. Manufactura, inicia la división del trabajo y la producción en serie cronometrada, ésta
se destina al comercio, hay jerarquías entre obreros y el patrón posee los medios de producción.
Gran Industria, toma el modelo de la manufactura y desarrolla la máquina que marca el ritmo
de trabajo, la agricultura como actividad económica sobresaliente es sustituida por la fábrica y
el consumo es masivo, triunfa la Revolución Industrial y el éxodo rural a las ciudades provoca
una hipertrofia demográfica.
3
Adam Smith, Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones.
México, FCE, 1958.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 211
4
Walter Montenegro, Introducción a las doctrinas político-económicas. México, FCE,
1956, p. 30.
5
Esta doctrina jurídico-política postula que los derechos naturales del hombre, sin impor-
tar su voluntad y mucho menos la voluntad de otros, deben ser respetados por el Estado, no
invadiéndolos y garantizarlos frente a los demás. Vid Norberto Bobbio, Liberalismo y democra-
cia. México, FCE, 1989, p. 11. Ello según los pensadores liberal-iusnaturalistas de la Ilustra-
ción como Diderot, D’Alembert, Voltaire, Rousseau, Montesquieu y los ingleses John Locke
y Thomas Hobbes (este último fue iusnaturalista pero no liberal porque apoyó a la soberanía
real).
6
Para abreviar el título de este documento, lo denominamos La Declaración de 1789. Tam-
bién influyó la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América en 1776;
ambos textos coinciden en su concepción de la libertad e igualdad, aunque el segundo fue más
escueto y, en dado caso, puede citarse la influencia de la Constitución de dicho país de 1788,
principalmente la Declaración de Derechos que consta de 10 enmiendas agregadas en 1791,
garantizando la libertad de culto, de prensa, de palabra, el derecho de los ciudadanos a portar
armas, la protección contra cateos ilegales, el derecho a un juicio justo por un jurado, y la
protección contra penas crueles o desusadas.
212 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
2. El liberalismo mexicano
Ferdinand Lassalle afirmó que toda Constitución, más allá de una “hoja sim-
ple de papel”, es la suma o expresión de los factores reales de poder (elites
económicas, políticas y castrenses) que rigen un país,9 los cuales son una fuer-
za dinámica y eficaz que, al ser incorporados en el texto, se transmutan en
entes jurídicos. Si se funda en esta consideración, ajustándose a la realidad
imperante sin quimeras, será factible no sólo sostenerse así misma, sino tam-
bién al entramado institucional que de ella emana, por tanto, es necesario
definirla en su contenido y no en su forma para procurar su funcionalidad
social.
En este sentido y a sabiendas que la integración de la Constitución de
1857 derivó de la bipolaridad política prevaleciente entre liberales y conser-
vadores, los derechos del hombre que contiene deben ser elucidados a partir
de la concepción de Lassalle, pero complementada con una perspectiva dia-
léctica según Heráclito de Éfeso, quien afirmó que el universo es un continuo
devenir en el que todas las cosas están sometidas a un cambio incesante, por
eso, la realidad es múltiple y dinámica, cuyo eje es la oposición de contrarios
siempre rompiéndose y rehaciéndose para conformar una unidad profunda,
base de la armonía oculta que lo rige.
La teoría de Heráclito fue modificada por Johann Gottlieb Fichte al expo-
ner que el perpetuo fluir de contradicciones se da en tres momentos: tesis,
antítesis y síntesis; en el primero (posición), lo que está “en sí” se niega y se
desmorona (aliena) en lo “otro” (negación); estos dos momentos se reconci-
lian en un tercero (superación, negación de la negación) que, de modo circu-
lar, se convierte en un nuevo primer momento (tesis) que deberá ser negado
otra vez.
9
Ferdinand Lassalle, ¿Qué es una Constitución? México, Colofón, p. 48.
214 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
10
Cfr. Rodolfo Mondolfo, Heráclito: textos y problemas de su interpretación. México, Si-
glo XXI; Johann Gottlieb Fichte, Sobre el concepto de la doctrina de la ciencia. México, UNAM,
y Georg W. F. Hegel, Fenomenología del espíritu. FCE. Los tres libros publicados en 1966.
11
Las condiciones objetivas son responsabilidad del Estado y no del gobierno, el primero
es la máxima organización jurídico-política dotada de soberanía; mientras que el segundo es
el órgano ejecutor de las decisiones de aquel.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 215
12
David Held, Modelos de democracia. Madrid, Alianza Editorial, 1991, pp. 38-53.
13
Benjamin Henri Constant. “De la libertad de los antiguos y de los modernos”, en Diná-
mica de las ideas políticas universales. 1a. ed. México, Partido Revolucionario Institucional,
Comisión Nacional de Ideología. 1994. La libertad de los antiguos era colectiva, con la creencia
de que era compatible con la sujeción del individuo al poder de la comunidad; su fin era la
distribución del poder político entre todos los ciudadanos (que ulteriormente fue coartada
como dice David Held): a esto llamaban libertad. En cambio, nuestra libertad (moderna) debe
estar constituida por el gozo pacífico de la independencia privada y, por consiguiente, aspirar
a la libertad individual.
216 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
Ateneo de París (1819), elucidando que el pueblo era libre a costa de sojuz-
gar a la libertad privada. Por tal razón, la democracia antigua no puede ser
considerada como un “paraíso perdido”.14
Asimismo, en el binomio indisoluble libertad-igualdad descansa el víncu-
lo entre liberalismo y democracia, originando el liberalismo democrático o la
democracia liberal, tomando en cuenta que puede existir el liberalismo auto-
ritario cuando se aplica el librecambismo a ultranza, por ejemplo, el gobierno
de Margaret Thatcher15 en Gran Bretaña; y la democracia autoritaria en Ve-
nezuela,16 donde los comicios son manipulados por el Estado o en México con
la creación del partido hegemónico,17 que fue el engranaje de un sistema po-
lítico híbrido porque, por un lado, tuvo (y aún tiene) ingredientes autoritarios
y, por otro, ingredientes democráticos; confluyeron dosis de ambos extremos,
por eso, algunos analistas señalaron que se trataba de una democracia autori-
taria o un autoritarismo democrático,18 en el que la macroesfera constriñó a
la microesfera, registrando casos de represión a la manifestación de las ideas
como en los movimientos ferrocarrilero, médico y magisterial (años cincuen-
tas y sesentas del siglo pasado) y estudiantil (1968), además del cierre del
periódico Excelsior en el sexenio de Luis Echeverría.
14
Giovanni Sartori, Teoría de la democracia. México, Alianza Editorial, t. 2, 1991, capí-
tulo X.
15
Margaret Thatcher, la dama de hierro, se convirtió en primer ministro en mayo de 1979,
cuando se tambaleaba la economía y las huelgas eran recurrentes; convencida de las políticas
librecambistas (neoliberales), impuso ajustes fiscales y salariales, privatizó empresas, redujo
el gasto público y se afanó en someter a los sindicatos, bajo la consigna de: más mercado y
menos Estado en la economía.
16
Los venezolanos eligieron a los 167 miembros de la Asamblea Nacional en diciembre de
2005; las fuerzas del presidente Hugo Chávez obtuvieron cerca de 150 escaños, registrando
una abstención electoral del 75%, lo que provocó la crítica de la oposición al cuestionar la
legitimidad de las elecciones. Cfr. La Jornada, 5 de diciembre de 2005.
17
Giovanni Sartori, en su libro Partidos y sistemas departidos. Madrid, Alianza Universi-
dad, 1992, pp. 275-287, clasificó al PRI como partido hegemónico, que predominó en la pre-
sidencia de la República desde su fundación hasta el año 2000; se adjudicaba los cargos
públicos más descollantes debido a su nexo con el Estado y a su interacción en un sistema no
competitivo de partidos.
18
Octavio Rodríguez Araujo (coord.), México: estabilidad y luchas por la democracia 1900-
1982. México, El Caballito-CIDE, 1988, p. 15. La estabilidad política fue una de las caracte-
rísticas de México desde por lo menos 1920, pese a intentos contrarios que fueron reprimidos
de diversas formas, aunque no fue una estabilidad del todo democrática, por justificada que
haya parecido en ciertos momentos, incluso más allá de las razones de Estado, pero tampoco
se trató de una estabilidad dictatorial, a lo sumo autoritaria, de aquí que se calificara con fre-
cuencia a nuestro régimen político como una democracia autoritaria.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 217
21
Montesquieu, Del espíritu de las leyes. 9a. ed. México, Porrúa, 1992, capítulo 3.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 219
jadores del agro al hurtarles sus beneficios; estos desajustes entre la macro-
esfera y la microesfera son observables en los lugares y fechas de pago.
che, pegando pasquines en las paredes; ésa fue la primera forma de expresión
“libre” en México y se realizó hace 200 años. En el siglo XIX los lapsos de
censura fueron largos y los de libre imprenta breves; cuando llegaban los libe-
rales al gobierno, se abrían rotativos y si eran los conservadores, cerraban y
se reforzaba el poder eclesiástico. Empero, esto coadyuvó a practicar un pe-
riodismo de debate y doctrinario; de los liberales que erigieron la República,
cerca del 80 por ciento fueron periodistas críticos.
Los Constituyentes, como hasta la actualidad, no previeron la excesiva
influencia de los mass-media, pero no en el sentido de formar la conciencia
analítica de los ciudadanos, que es positivo para la democracia, sino por el
contubernio que algunos han establecido con las elites del poder. Salvo esca-
sas excepciones de autonomía y profesionalismo, bajo la égida del partido
hegemónico los medios eran casi unas agencias panegíricas gubernamenta-
les; principalmente en la provincia aún prevalecen los improvisados y colga-
dos del subsidio.
Sin omitir que son lamentables los casos de atentados contra determina-
dos periódicos por su posición independiente, por ejemplo, El Mañana de
Nuevo Laredo, Tamaulipas (Crónica 7 de febrero de 2006), algunos laceran
a los derechos del hombre, puesto que en su aciaga sección de nota roja con
sarcasmo relatan entornos subjetivos; cayendo incluso en lo soez y envile-
ciendo la genuina actividad periodística; en sus “reportajes”usan barbaris-
mos (vocablos) inadmisibles en la Real Academia de la Lengua Española,
situación que se corrobora con El Diario de Guerrero, publicado en Chil-
pancingo del estado homónimo y otros editados esporádicamente.
Por ejemplo, un rotativo magnifica las peripecias triviales o funestas y,
dependiendo de la oriundez del afectado, determina a que comunidad rural
llevar la “noticia” escrita, que ya es verbal, a efecto de incentivar su compra
a un precio mayor que en la ciudad. Esta única prensa que ahí penetra se
distribuye a través de un automóvil con altavoz, despertando la curiosidad de
los lugareños que se asoman a sus puertas, ya sea para comentar o adquirir el
periódico que, con frecuencia, relata los hechos en uno o dos párrafos. Tam-
bién, esta modalidad se utiliza para “denunciar” supuestos actos oprobiosos
de las autoridades, mandados a publicar por sus adversarios políticos, quie-
nes sobornan al voceador estridente.
Varios son pseudoperiodistas con escasos o nulos conocimientos acadé-
micos, que usurpan el cometido del verdadero gremio de la comunicación y,
una de las facetas de su modus operandi, es tejer relaciones de complicidad
con ciertos agentes del Ministerio Público, quienes les proporcionan infor-
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 221
mación sobre alguna averiguación previa para que la vulgaricen. Por eso,
quizá muchas mujeres no denuncian las vejaciones de que son objeto porque
tienen temor de que su caso se difunda.
Esta clase de atropello aumenta si tomamos en cuenta que, según la En-
cuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares realiza-
da por el INEGI en 2003 (página web), el 46.6 % de ellas sufrieron al menos
un incidente de violencia en el último año, de un universo de 19,471,972 mu-
jeres de 15 y más años de edad con pareja residente en casa. Así, la violación
de los derechos femeninos deriva de otros sujetos (consortes y reporteros) y
no del Estado.
Proliferan vehículos automotores sin placas de circulación con una ins-
cripción que dice “prensa”, lo que casi quiere decir “impunidad”; varios son
de dudosa procedencia y la policía de tránsito no puede revisar los documen-
tos que avalan la propiedad y, menos, exigir la regularización respectiva, de atre-
verse a hacerlo se atenta, según ellos, contra la libertad de expresión. Otros
pululan por las oficinas gubernamentales solicitando recursos monetarios (cha-
yote para el argot popular) a los funcionarios, con el fin de sacar una nota fa-
vorable sobre ellos, si se niegan “los golpean” con difamaciones y vituperio en
sus columnas.
Ante el avance de esta libertad tergiversada en impunidad, surge el reto
inédito para la responsabilidad de la prensa. La falta de profesionalismo de mu-
chos medios puede hacerlos colaboradores de una nueva forma de poder des-
pótico, en la medida en que se continúe rindiendo tributo a la emotividad y
repudiando el debate nacional; ¿dónde están los vigías de la prensa referida y
quien le pide cuentas?, ¿cuál es nuestra protección frente a la calumnia?22 Al
no haber vigilancia sobre los vigilantes, necesitamos un Montesquieu para los
mass-media.
Por otro lado, la garantía de la privacidad de la correspondencia se elevó a
rango constitucional (artículo 25), sin duda, porque con frecuencia era revi-
sada, extraviada, hurtada y censurada por los empleados del Estado, no obs-
tante que el sistema postal constituía una institución cultural que alentó la es-
critura epistolar. En ese tiempo el mundo se comunicaba con misivas, algunas
de las cuales eran ordinarias pero pletóricas de significado afectivo, otras te-
nían rasgos literarios por su belleza idiomática y unas más eran de carácter
científico, cuando ahora nadie está dispuesto a hacerlo por la tardanza de en-
22
Jesús Silva Herzog Márquez, El antiguo régimen y la transición en México. México,
Planeta, 1999, pp. 74-75.
222 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
2. Libertad de conciencia
tad del siglo XIX decretaron al catolicismo como religión oficial. Fue la Cons-
titución de 1857 la que rompió con esta tradición mediante la omisión, ya que
no establece tal dictamen y tampoco la garantía expresa de la libertad religio-
sa o de conciencia, ello como secuela de la fricción álgida entre conservado-
res y liberales, los primeros querían oficializarlo y los segundos no.
Hubo disputas por asentar ideologías específicas en los preceptos, inclu-
yendo a la Iglesia que, como factor real de poder en términos de Lassalle y
aun con la indefinición referida, protestó por los artículos 5, 6, 7, 13, 27 y
123, que determinan la prohibición de contratos laborales que impliquen la
pérdida de la libertad a causa del voto religioso; la libertad de expresión e
imprenta; la supresión del fuero de la Iglesia; la incapacidad de ésta para ad-
ministrar bienes raíces, a excepción de los destinados a su cometido; y la in-
tervención de los poderes federales en materia de culto religioso y disciplina
externa. El Papa Pío IX los declaró nulos y el arzobispo de México —Lázaro
de la Garza— prohibió a los católicos, bajo pena de excomunión, jurar la
Carta Magna, por lo que en 1858 inició la guerra civil de los Tres Años.
Con la Ley sobre Libertad de Cultos (diciembre de 1860) se solventó esa
omisión, aunque parcialmente debido a que sólo se refirió la libertad religio-
sa en su artículo lo., que protege tanto al culto católico como a los demás exis-
tentes, sin más límites que el derecho de terceros y el respeto del orden públi-
co. Fue hasta después del triunfo de la República liberal, en septiembre de
1873, cuando de un modo más radical, se incorporó la libertad de conciencia
en la Constitución, la cual estipuló que: “El Estado y la Iglesia son indepen-
dientes entre sí. El Congreso no puede dictar leyes, estableciendo o prohi-
biendo religión alguna”.
Sin embargo, actualmente persisten resabios que los Constituyentes qui-
sieron extirpar, por ejemplo, en las festividades católicas de varias comunida-
des rurales del país hay una imbricación entre las facultades de autoridades
civiles y religiosas, esfumándose el significado de la sentencia: “Lo de Dios
de Dios y lo de César de César”. Las fiestas se efectúan mediante mayordo-
mías, una tradición emanada de la Colonia y derivan de dos procedimientos:
24
Octavio Paz, El laberinto de la soledad. México, FCE, 1994.
25
La Jornada, 4 de septiembre de 2000. San Juan Chamula, considerado durante muchos
sexenios priístas la vitrina del indigenismo en México, ahora se ha convertido en el símbolo
de la intolerancia religiosa.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 225
30
Alain Rouquié, “El análisis de las elecciones no competitivas: control clientelista y si-
tuaciones autoritarias”, en Guy Hermet et al., ¿Para qué sirven las elecciones? México, FCE,
1986, pp. 61-66.
31
Las áreas periféricas del Distrito Federal, por ejemplo, han crecido con la escasez de ser-
vicios urbanos, propiciando la multiplicación de organizaciones “gestoras” de índole clientelar,
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 227
vinculadas al PRD y al PRI. Vid Silvia Gómez Tagle, “Nuevas formaciones políticas en el Distrito
Federal”, en Silvia Gómez Tagle y María Eugenia Valdés (coords.), La geografía del poder y
las elecciones en México. México, IFE/Plaza y Valdés, 2000, pp. 91 y 94.
32
Hay dos formas de hacer de la política una profesión, se vive “para” o “de” la política.
Quien vive “para” hace de ello su razón de ser, o alimenta su equilibrio y tranquilidad con la
conciencia de darle un sentido a su vida, poniéndola al servicio de “algo”. Por otro lado, vive
“de” la política quien trata de hacer de ella una fuente duradera de ingresos. Esta última
categoría bien puede corresponder a los “guías sociales” referidos, que distorsionan el desig-
nio original de la política, esto es, buscar el bienestar colectivo; además, en lugar de servir a la
gente se sirven de ella. Cfr. Max Weber, El político y el científico. Madrid, Alianza Editorial,
1967, pp. 95-96.
33
Robert A. Dahl, Los dilemas del pluralismo democrático. México, Alianza Editorial,
1991, p. 11.
228 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
4. Formación educativa
La libertad de la enseñanza (artículo 3) se relaciona con la cátedra indepen-
diente y podemos ejemplificarla con la practicada en la Universidad Nacio-
34
T. Hobbes, op. cit., p.7.
35
Por ejemplo, cuando decimos que el camino está libre, no se alude a la libertad del ca-
mino, sino a la libertad de quienes lo recorren sin impedimento; o cuando nos referimos a una
donación libre, no hacemos mención a la libertad de los recursos donados, sino del donador
que, al aportar sus recursos, no está constreñido por ninguna ley. Loc. cit.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 229
36
J. Silva Herzog Márquez, op. cit., pp. 125-127.
230 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
5. Dinámica productiva
37
Adolfo Gilly, La revolución interrumpida. 24a. ed. México, El Caballito, 1986, pp. 15
y 30.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 231
38
El impacto de la Revolución Industrial se conjugó con las ideas de la Ilustración, que
fueron incorporadas críticamente al liberalismo y radicalizadas por las vertientes populares
mexicanas desde sus propias tradiciones, creencias y valores, cuyos rasgos esenciales son la
solidaridad, la cooperación, la reciprocidad y un fuerte sentido comunitarista, en contraste
con el individualismo que se consolidaba en Europa y Estados Unidos. Cfr. Jesús Reyes He-
roles, El liberalismo mexicano. México, FCE, 1974.
39
Ibid., “Introducción”, p. IX.
40
La clase gobernante necesita justificar su autoridad y lo hace mediante un complejo de
ideas y valores, una base moral y legal denominada fórmula política (ideología), así, las mo-
narquías absolutas se decían intérpretes de la voluntad de Dios. La legitimidad puede fundarse
en creencias sobrenaturales, en conceptos positivos o reales, cuando menos se presentan como
racionales, por ejemplo, derecho divino, soberanía popular, contrato social, representatividad,
etcétera. La fórmula política es eficaz mientras obtiene el consenso de la población, para esto
tiene que estar en armonía con las creencias colectivas; además, se puede discutir sobre su
232 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
validez científica, pero no de que se trata de un artificio para engañar a las masas. Vid. Gaetano
Mosca, La clase política. México, FCE, 1984 (selección de Norberto Bobbio).
41
Discurso durante el LXIII aniversario del PRI. Unomásuno, 5 de marzo de 1992, p. 6.
42
George H. Sabine, Historia de la teoría política. México, FCE, 1984, pp. 492-496. El
utilitarismo en el siglo XIX fue la base del pensamiento social progresivo, que sustentó las
legislaciones de varios países. Y aunque todavía sobrevive en formas sofisticadas, está sien-
do enfrentado por doctrinas de los derechos humanos, considerando que Bentham criticó a
los derechos del hombre del siglo XVIII.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 233
43
Georg W. F. Hegel, Filosofía del derecho. Buenos Aires, Claridad, 1968.
44
Dio a entender que los mineros, antes de trabajar, se drogan o ingieren bebidas alcohó-
licas. Vid. Milenio Diario, 29 de marzo de 2006.
234 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
DELEGACIONES CENTRALES
DELEGACIONES PERIFÉRICAS
45
Georg W. F. Hegel, Filosofía del derecho. Ibid.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 235
Durante la última década del siglo XX, disminuyó la población de las siguien-
tes delegaciones políticas: 11.61% en Benito Juárez; 13.37% en Cuauhtémoc;
y 13.33% en Miguel Hidalgo. Por el contrario, hubo una expansión demográfi-
ca del 15.95% en Iztapalapa; 31.73% en Tláhuac; y 26.67% en Xochimilco. Las
delegaciones “centrales” suponen una movilidad residencial hacia las demar-
caciones “periféricas”, amén de municipios conurbados mexiquenses; el uso
del suelo en las primeras se destina más a fines comerciales y en las segundas
para vivienda.
Por tal motivo, en febrero de 2005 el IFE trazó una nueva cartografía elec-
toral; al Estado de México agregó cuatro distritos más, por lo que ahora tiene
40; mientras que el Distrito Federal perdió tres, considerando que en 1982 aglo-
meraba casi el 16% de los votantes en relación al padrón nacional; en 1991,
12.32 y 2003, 10.38%, con una mengua de poco más de cinco puntos, cuando
la primera entidad en los mismos años tenía el 10; 12.33 y 12.86%; es decir,
un aumento cercano a los tres puntos.
En otro sentido, como ya se ha mencionado, los participantes de marchas
mancillan la libertad de tránsito, por ejemplo, en ciudades turísticas obstruyen
atractivos culturales y autopistas de acceso, no calculan sus secuelas perni-
ciosas sobre una fuente primordial de divisas. Cuando cierran oficinas guber-
namentales, de cualquier forma lamentable, perjudican a trabajadores de menor
rango y no a los directivos, a quienes va dirigida la protesta, desvaneciéndose
el apoyo moral que buscan en sus congéneres y, precisamente, en los que ini-
cian atropellando.
También, cabe preguntarse hasta que punto vulneran la libertad de tránsito
las playas exclusivas de mansiones y hoteles, que invaden franjas pertenecien-
tes a la nación; y las calles privadas con módulos de vigilancia en las áreas re-
sidenciales, justificadas por la inseguridad pública. Ambos contornos provo-
can un choque entre las mismas condiciones subjetivas, poniendo en jaque a la
libertad privada que tanto defendió Benjamin Constant.
7. Administración de justicia
46
Emilio O. Rabasa y Gloria Caballero, Mexicano: ésta es tu Constitución. México, Mi-
guel Ángel Porrúa-Cámara de Diputados, 1994, p. 65.
LOS DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN DE 1857 237
V. TRASCENDENCIA HISTÓRICA
47
La Jornada, 8 de octubre de 1996 y 16 de diciembre de 1999.
48
Benjamin Henri Constant, op. cit.
49
Los derechos del hombre se clasifican en: 1) Garantías individuales, vinculadas con la
dignidad de la persona (libertades, igualdad y justicia), por tanto, son reconocidas por el Es-
238 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
obstante, los derechos del hombre de su Sección I tienen una dimensión so-
cial y van más allá de las garantías individuales de la segunda. En caso de
una reforma profunda o elaboración de otro texto constitucional, lo ideal se-
ría llamarlas garantías colectivas de los derechos humanos.
No se especificó sobre la obligatoriedad del Estado para proporcionar edu-
cación, quizá por el antagonismo liberal-conservador (Lassalle), destacando
la oposición de una corporación fuerte: la Iglesia, que tenía gran cantidad de
escuelas y, al mismo tiempo, se cuidó no herir la susceptibilidad de los cató-
licos. Tampoco fue precisada la igualdad jurídica entre el hombre y la mujer;
antes de la Reforma las leyes se aplicaban a ambos por igual, pero con ex-
cepciones, sobre todo en materia civil y laboral, producto de la tradición que
estimaba a la segunda un ser más débil y, por tanto, requería de mayor protec-
ción, así, la ley le prohibía llevar a cabo ciertos actos por sí misma. Aún en el
siglo XX existía esta exclusión, legalizándose la igualdad hasta octubre de
1953, cuando se le reconoció a la mujer su derecho al voto universal.
Pero estas presumibles carencias son opacadas por sus aciertos y, aún más,
mediante un escrutinio minucioso, pueden encontrarse implícitas en sus pre-
ceptos. Por ejemplo, sobre el trabajo, en su artículo 5 se estipula la retribu-
ción justa para el trabajador, que puede entenderse no sólo como el pago mo-
netario, sino también como el pago (adicional) en especie mediante bienes y
servicios del Estado de bienestar, esto último es congruente con el actual
artículo 123, que fija una jornada máxima de ocho horas y por lo menos un día
de descanso por cada seis días de trabajo, es decir, evitar la esclavitud, man-
dato exigible por los liberales del siglo XIX.
Además la Ley Fundamental vigente es una réplica de nuestro objeto de
estudio, inscribiendo en el decreto de su creación: “que reforma a la de 5
de febrero de 1857”. Toda Constitución propende a la obsolescencia por el
dinamismo de los factores reales de poder, haciendo que las normas vayan
alejándose de la realidad, cambio parangonado con la ley de la conservación
de la materia de Antoine Lavoisier: “la materia no se crea ni se destruye, sólo
se transforma”; parafraseando: el quid de la Constitución no se crea porque
los derechos naturales del hombre son anteriores al Estado y, por tanto, son
inalterables en el tiempo, ni se destruye porque la democracia no puede des-
echarlos y sólo se transforma porque se ajustan a cada coyuntura histórica.
50
Comúnmente se confunden las acepciones de alternancia en el poder y transición de-
mocrática, tomándose como sinónimos, sin embargo, la primera no es suficiente per se para
concretar a la segunda, ya que también se requiere de acuerdos políticos trascendentales (por
ejemplo, el Pacto de la Moncloa en España) y una reforma integral del Estado, si ésta aún no
se realiza como en México, la transición sigue sin terminar, reduciéndose a la mera alternan-
cia que, sin soslayar que es uno de sus elementos esenciales, no equivale a la democratización
profunda.
Certamen Nacional de Ensayo “Los Derechos
del Hombre en la Constitución de 1857”, editado
por la Comisión Nacional de los Derechos Hu-
manos, se terminó de imprimir en diciembre de
2006 en los talleres de REPRODUCCIONES Y MA-
TERIALES, S. A. DE C. V., Presidentes núm. 189-
A, col. Portales, C. P. 03300, México, D. F. El
tiraje consta de 2,000 ejemplares.