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Estudio Teológico sobre

el pecado en el libro de Malaquías


Ariel Gómez

El Mensaje principal en el libro de Malaquías son los pecados del pueblo judío y la
reprensión de Dios. Jehová es un Dios que guarda el pacto y requiere lo mismo de su
pueblo. El pueblo de Dios muestra desobediencia a Dios por su apatía y por la declinación
moral y religiosa. Dios les corrige por medio de este profeta. Por esta razón realizaremos
el estudio sobre el termino “pecado”

Evaluaremos cada vez que se hace alusión a algún pecado dentro de este libro. Se enlistan
las menciones a continuación:

I. Dudar del amor de Dios: (Cap. 1:2-4)


Malaquías 1:2-4
2 Yo os he amado, dice Jehová; y dijisteis: ¿En qué nos amaste? ¿No era Esaú hermano de
Jacob? dice Jehová. Y amé a Jacob, 3 y a Esaú aborrecí, y convertí sus montes en
desolación, y abandoné su heredad para los chacales del desierto.
La primera alusión al pecado en el libro de Malaquías la encontramos en su capítulo 1
versículo 2, donde Dios les afirma haberlos amado, y por medio de una pregunta retórica
responde a la interrogante ¿En qué nos amaste?, Dios les explica que su amor se muestra
hacia ellos en que les escogió a ellos y rechazó a Esaú. Poniendo sobre la mesa que se ha
preocupado por ellos como pueblo.

II. No honrar a Dios: (Cap. 1:6)


El hijo honra al padre, y el siervo a su señor. Si, pues, soy yo padre, ¿dónde está mi honra?
Y si soy señor, ¿dónde está mi temor? dice Jehová de los ejércitos a vosotros, oh
sacerdotes, que menospreciáis mi nombre. Y decís: ¿En qué hemos menospreciado tu
nombre?
En el verso 6 del primer capítulo encontramos alusión al segundo pecado que menciona el
libro, el cual es no honrar a Dios. Los sacerdotes y el pueblo no estaban honrando a Dios,
se hacían llamar hijos de Dios, sin embargo, no honraban su nombre, lo trataban con
menosprecio y no tomaban en serio la forma de ofrecer sacrificios. Dios les llama a
respetarlo y honrarlo ya que si un padre merece honra como el Dios Todopoderoso no va
a tener honra

III. Pensar que la mesa de Jehová era despreciable: (Cap. 1: 7-8)


En que ofrecéis sobre mi altar pan inmundo. Y dijisteis: ¿En qué te hemos deshonrado? En
que pensáis que la mesa de Jehová es despreciable. Y cuando ofrecéis el animal ciego para
el sacrificio, ¿no es malo? Asimismo, cuando ofrecéis el cojo o el enfermo, ¿no es malo?
Preséntalo, pues, a tu príncipe; ¿acaso se agradará de ti, o le serás acepto? dice Jehová de
los ejércitos.

Los sacerdotes de Israel eran quienes recibían y efectuaban los sacrificios, y era su deber
sostener el honor y la dignidad de los sacrificios. Pero ofrecían pan inmundo hacia Dios, y
ofrecían animales que estaban ciegos, cojos, o enfermos. La biblia prohibía ofrecer tales
sacrificios a Dios en la ley de Moisés. Por ejemplo, en Deuteronomio 15:21 se indica: Y si
hubiere en él defecto, si fuere ciego, o cojo, o hubiere en él cualquier falta, no lo
sacrificarás a Jehová tu Dios.

IV. Creer que era un fastidio servir al Señor y obedecer sus mandamientos: (Cap.
1:13)
Habéis además dicho: ¡Oh, qué fastidio es esto! y me despreciáis, dice Jehová de los
ejércitos; y trajisteis lo hurtado, o cojo, o enfermo, y presentasteis ofrenda. ¿Aceptaré yo
eso de vuestra mano? dice Jehová.

Vemos aquí que Dios les reprende porque no solo estaban presentando animales impuros
y robados, sino que además consideraban un fastidio servir a Dios y obedecer sus
mandamientos. No debemos considerar el servicio un fastidio, debemos hacerlo con gozo
y alegría, de corazón. El salmo 100 en su verso 2 indica: Servid a Jehová con alegría; Venid
ante su presencia con regocijo.

V. Engañar: (Cap. 14)


Maldito el que engaña, el que teniendo machos en su rebaño, promete, y sacrifica a
Jehová lo dañado. Porque yo soy Gran Rey, dice Jehová de los ejércitos, y mi nombre es
temible entre las naciones.

Jehová reprende a todo aquel que engaña, en su Palabra vemos varios versículos que
hablan sobre esto tenemos por ejemplo el Salmo 34:13 Guarda tu lengua del mal,
Y tus labios de hablar engaño. O historias como la de Ananías y Zafira los cuales dijeron
que iban a vender un terreno por cierta cantidad y quisieron engañar a Dios. En el caso de
este contexto la historia es muy similar a la de Ananías y Zafira ya que estaban
prometiendo una cosa pero terminaban sacrificando otra, además de que no estaban
intentando engañar a los sacerdotes sino más bien a Dios. Esto enojaba mucho a Dios.

VI. Los sacerdotes no estaban siendo un buen ejemplo: (Cap. 2: 8)


 
Mas vosotros os habéis apartado del camino; habéis hecho tropezar a muchos en la
ley; habéis corrompido el pacto de Leví, dice Jehová de los ejércitos

Dios empieza a reprender a los sacerdotes diciéndoles que ellos tienen el deber de
ser mensajeros de Dios que guarden la sabiduría en su boca y la ley de Dios, sin
embargo en lugar de ser un buen ejemplo para el pueblo, los estaban haciendo
tropezar. Nosotros como ministros deberíamos de dedicarnos a guardar su ley y
dar el ejemplo a la congregación.

VII. Hacer excepción de personas: (Cap. 2:9)


9 Por tanto, yo también os he hecho viles y bajos ante todo el pueblo, así como
vosotros no habéis guardado mis caminos, y en la ley hacéis acepción de personas.

Aquí podemos ver como Dios les reprende por otro pecado, el hacer excepción de
personas, al parecer aplicaban la ley a algunas personas y a otras no.
Constantemente vemos en la Palabra que Dios no hace diferencia entre personas ni
acepta sobornos. Deuteronomio 10:17 nos dice: Porque el SEÑOR vuestro Dios es
Dios de dioses y Señor de señores, Dios grande, poderoso y temible que no hace
acepción de personas ni acepta soborno.

VIII. Ser desleales unos con otros: (Cap. 2:10)


10 ¿No tenemos todos un mismo padre? ¿No nos ha creado un mismo Dios? ¿Por
qué, pues, nos portamos deslealmente el uno contra el otro, profanando el pacto
de nuestros padres?

Aquí nos habla de otro de los pecados de Israel eran desleales entre ellos, más
adelante veremos que Mulquías lo enfoca hacia la deslealtad en el matrimonio y
deslealtad hacia Dios. Sin embargo se cree que eran también desleales unos con
otros.

IX. Casarse con mujeres idolatras: (Cap. 2:11)


Prevaricó Judá, y en Israel y en Jerusalén se ha cometido abominación; porque Judá
ha profanado el santuario de Jehová que él amó, y se casó con hija de dios extraño.

Dios les reprende porque se casaron con mujeres de dioses extraños, cuando la ley
claramente prohibida este comportamiento. De esta forma le estaban siendo
infieles a Dios y trayendo maldición a ellos. Este es uno de los pecados por los que
constantemente se le reprende a Israel en la biblia ya que trajo cosas malas al
pueblo. En Números 25 vemos como casarse con moabitas perjudicó al pueblo, en
1 Reyes 11 vemos a Salomón cometiendo el mismo error, lo cual apartó su corazón
de Dios, el rey Acab se casó con Jezabel y esto trajo idolatría como nunca antes
sobre el pueblo.
X. Ser desleales a sus esposas: (Cap. 2:13-14)
13 Y esta otra vez haréis cubrir el altar de Jehová de lágrimas, de llanto, y de clamor;
así que no miraré más a la ofrenda, para aceptarla con gusto de vuestra mano. 14
Mas diréis: ¿Por qué? Porque Jehová ha atestiguado entre ti y la mujer de tu
juventud, contra la cual has sido desleal, siendo ella tu compañera, y la mujer de tu
pacto.

Vemos como el verso 13 inicia diciendo que los judíos llenaran de llanto y clamor el
altar pero que ni aun así Dios recibirá su ofrenda. Ante esto, la pregunta del pueblo
es ¿Por qué Dios no la aceptará? La respuesta de Dios es clara, él ha sido testigo de
que no han sido fieles a sus esposas. Dios no recibirá la ofrenda de aquella persona
que no es fiel al pacto que hizo hacia su esposa, ya que sus manos no están
limpias. Aparentemente el pueblo se queja con Dios de aceptar sus ofrendas pero
no entienden que primero deben prestar atenció a su pecado y cambiar.
Constantemente la biblia nos habla sobre ser fieles y no cometer adulterio, lo dejó
plasmado en sus 10 mandamientos y la biblia lo recuerda constantemente. Disfruta
del amor, pero sólo con tu esposa. Tu amor y fidelidad le corresponden sólo a ella;
¡jamás se los entregues a otra! Recuerda que el goce del matrimonio solo le
pertenece a los dos, y nadie debe inmiscuirse en él. ¡Bendita sea tu esposa, la mujer
de tu juventud! Ella es una gacela amorosa y agradable. ¡Que sus pechos te dejen
siempre satisfecho! ¡Que su amor siempre te cautive! Hijo mío, ¡no te enredes con la
mujer infiel! ¡Aléjate de sus caricias! Proverbios 5:15-20

XI. Divorciarse para casarse con mujeres de otros pueblos: (Cap. 2:16)

Porque Jehová Dios de Israel ha dicho que él aborrece el repudio, y al que cubre de
iniquidad su vestido, dijo Jehová de los ejércitos. Guardaos, pues, en vuestro espíritu,
y no seáis desleales.

El pueblo no solo estaba siendo infiel a sus esposas sino que las dejaban para
casarse con mujeres de otros pueblos. Dios creó el matrimonio con un pacto de
guardarse el uno al otro hasta la muerte. El no está de acuerdo en el divorcio, este
nace de la dureza de corazón del hombre. Dios piensa en las dos partes y en como
esto es cruel y devastador. Él nos hace un llamado a guardarnos y ser fieles ya que
debemos honrar nuestros votos. Claramente Dios estaba viendo el daño que estos
hombres estaban haciendo a sus esposas y todo el dolor que causaban. El nos deja
claro en este pasaje que odia el divorcio.
XII. Decir que los malvados agradaban a Jehová: (Cap. 2:17)
17 Habéis hecho cansar a Jehová con vuestras palabras. Y decís: ¿En qué le hemos
cansado? En que decís: Cualquiera que hace mal agrada a Jehová, y en los tales se
complace; o si no, ¿dónde está el Dios de justicia?

Vemos en este pasaje que Dios se enoja y se cansa de las actitudes de los judíos,
en este pasaje específicamente porque andaban diciendo que aun los que hacían el
mal agradaban a Dios, ya que sino no seria un Dios justo, esto termina de enojar
mucho a Dios ya que como afirma su palabra el aborrece al malvado. Porque el
SEÑOR aborrece al perverso, pero al íntegro le brinda su amistad. La maldición del
SEÑOR cae sobre la casa del malvado; su bendición, sobre el hogar de los justos. Él se
burla de los burladores, pero muestra su favor a los humildes. Proverbios 3:32

XIII. Dios vendrá a juzgar el pecado: (Cap. 3:5)



Y vendré a vosotros para juicio; y seré pronto testigo contra los hechiceros y
adúlteros, contra los que juran mentira, y los que defraudan en su salario al
jornalero, a la viuda y al huérfano, y los que hacen injusticia al extranjero, no
teniendo temor de mí, dice Jehová de los ejércitos.
En este momento el profeta nos dedica este versículo para recordar que Dios
vendrá para juzgar a Israel a causa de sus muchos pecados. Al mismo tiempo hace
una lista de pecados que habían en el momento entre los que menciona hechicería,
adulterio, mentira, quienes tratan con injusticia al extranjero y personas que
engañaban a los jornaleros, viudas y huérfanos. Dios aborrece toda esta clase de
pecados y nos recuerda aquí que un día vendrá para juzgar a todos.

XIV. Los judíos dejaron de diezmar y ofrendar: (Cap. 3: 7)


Desde los días de vuestros padres os habéis apartado de mis leyes, y no las
guardasteis. Volveos a mí, y yo me volveré a vosotros, ha dicho Jehová de los
ejércitos. Mas dijisteis: ¿En qué hemos de volvernos? 8 ¿Robará el hombre a Dios?
Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros
diezmos y ofrendas. 9 Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda,
me habéis robado

El pueblo de Israel estaba fallando en otra cosa, no estaban dando sus diezmos y
ofrendas. Dios había establecido el diezmo para que los levitas pudieran dedicarse
al servicio en el templo. En el libro de Segunda de Crónicas 31:4-6 dice lo siguiente:
Mandó también al pueblo que habitaba en Jerusalén, que diese la porción
correspondiente a los sacerdotes y levitas, para que ellos se dedicasen a la ley de
Jehová. 5 Y cuando este edicto fue divulgado, los hijos de Israel dieron muchas
primicias de grano, vino, aceite, miel, y de todos los frutos de la tierra; trajeron
asimismo en abundancia los diezmos de todas las cosas. 6 También los hijos de Israel
y de Judá, que habitaban en las ciudades de Judá, dieron del mismo modo los
diezmos de las vacas y de las ovejas; y trajeron los diezmos de lo santificado, de las
cosas que habían prometido a Jehová su Dios, y los depositaron en montones.
Los israelitas no estaban siendo fieles con sus ofrendas y diezmos, podemos ver
que después del cautiverio babilónico el área económica y del cuidado del templo
fue un área a tratar en el pueblo ya que en el libro de Hageo Dios les reprende por
estar construyendo grandes casas pero olvidarse del templo. En esa ocasión les
dice que a causa de su corazón no estaban cosechando. Ahora varios años después
por medio de Malaquías se les reprende y se les insta a diezmar y ofrendar para
que haya alimento en la casa de Dios. Él les dice que lo prueben en esto y verán si
no les abre las puertas de los cielos.

XV. Desprecio hacia el servicio y hacia Dios: (Cap.3:13-15)


13 Vuestras palabras contra mí han sido violentas, dice Jehová. Y dijisteis: ¿Qué
hemos hablado contra ti? 14 Habéis dicho: Por demás es servir a Dios. ¿Qué
aprovecha que guardemos su ley, y que andemos afligidos en presencia de Jehová de
los ejércitos? 15 Decimos, pues, ahora: Bienaventurados son los soberbios, y los que
hacen impiedad no solo son prosperados, sino que tentaron a Dios y escaparon.
En esta parte del libro Dios llama a las palabras de los judíos muy violentas, lo que
estaban diciendo era que no servía de nada servir a Dios y que no había provecho
en arrepentirse de sus pecados o andar afligidos. Ya estas palabras son lo
suficientemente fuertes hacia Dios, sin embargo no se quedan ahí, después de esto
llaman bienaventurados a los soberbios e impíos porque son prosperados. Este era
un pueblo que no solo estaba en pecado sino que estaba enojado con Dios porque
no les iba bien. Nuestro servicio a Dios no depende de que nos vaya bien, no
servimos a Dios por las bendiciones. Siempre debemos vivir agradecidos por su
misericordia hacia nosotros, sabiendo que hay una recompensa eterna la cual es
mas importante que cualquier otra cosa.

XVI. Juicio sobre el pecado


Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos
los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho
Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama.
La última mención al pecado la tenemos en el capítulo 4 donde se habla de que
llegará el día en que Dios juzgará a todo el soberbio y al malvado, de ese día nadie
podrá escapar, será inevitable. Esto es un cierre excelente, constantemente durante
el libro Dios insta al pueblo al arrepentimiento, indicándole sus fallas y termina
diciéndoles que llegara el día en el que todos serán juzgados.

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