Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Domingo Ramos-Lissón
DIRECTORES:
Tomás Trigo
Enrique Molina
ISBN: 978-84-313-2915-0
Depósito legal: NA 440-2013
Presentación .................................................................. 7
1. Coordenadas espacio-temporales ............................ 11
2. Las religiones en la Antigüedad .............................. 17
3. Novedad de la conversión cristiana . ....................... 23
4. La acción evangelizadora ........................................ 27
5. Inculturación del cristianismo ................................. 33
6. Las persecuciones del Imperio Romano ................. 37
7. El martirio y su proyección social . ......................... 43
8. Las Actas de los mártires escilitanos . ..................... 47
9. La Pasión de Perpetua y Felicidad .......................... 51
10. Espiritualidad martirial ............................................ 61
11. Defensa intelectual del cristianismo . ...................... 67
12. Justino el filósofo ................................................... 73
13. La iniciación cristiana: catecumenado, bautismo y
confirmación . .......................................................... 81
14. Eucaristía ................................................................. 89
15. Piedad bautismal . .................................................... 95
16. Vírgenes y viudas ................................................... 101
6 LA FE DE LOS PRIMEROS CRISTIANOS
1. M. Simon, Verus Israel: étude sur les relations entre chrétiens
et juifs dans l´Empire Romain (135-425), Paris 1983, pp. 125-126.
22 LA FE DE LOS PRIMEROS CRISTIANOS
3. Parece que se trata de una persona que distribuía los premios a
los gladiadores (J. Leal, o. c., p. 111, nota 55).
4. Era la puerta del anfiteatro de Cartago por donde salían los
gladiadores que habían vencido.
58 LA FE DE LOS PRIMEROS CRISTIANOS
solo. Ahí está también Cristo que lucha a su lado. Por eso,
san Cipriano († 258), obispo de Cartago, ve en esta inter-
vención de Cristo un motivo de aliento y de consuelo para
los cristianos que están a punto de consumar su martirio.
Sus palabras esperanzadas tienen una gran firmeza:
3. Ibid.
Justino el filósofo 79
tes para enviar a los santos, y, por otra, como padre que
ama tiernamente a los suyos, consolando con afortunadas
palabras a los hermanos que llegan a él» (Eusebio de Cesá-
rea, Hist. eccl., IV, 23, 10).
(Ex 34, 28; 1 R 19, 8). Jesús ayunó también (Mt 4, 2). Es
más, dio por supuesto que seguiríamos su ejemplo (Mt 6,
16). Desde la época apostólica, los cristianos viven dos días
de ayuno semanal, los miércoles y los viernes, para distin-
guirlos bien de los que vivían los judíos, que ayunaban el
segundo y quinto día de la semana (Did., VIII, 1). Estos
días de ayuno recibían el nombre de «días de estación». La
palabra «estación» viene del lenguaje militar romano, en el
que statio significaba «puesto de guardia o montar la guar-
dia». Los cristianos del siglo II la empleaban para designar
los días en los que el cristiano estaba espiritualmente de
guardia. Hermas cuenta cómo vivía este tipo de ayuno: