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... "Pero cualquiera que sea la forma futura de esta psicoterapia para el pueblo,
no importa qué elementos la constituyan finalmente, no cabe ninguna duda de
que sus ingredientes más eficaces e importantes seguirán siendo los que ella
tome del psicoanálisis riguroso, ajeno a todo partidismo."
Esa idea, sin duda nos sedujo. Las dos teníamos experiencia del trabajo en
territorio villero y sabíamos bien de los imposibles que se consolidan en
organizaciones tan cerradas, unidas por lazos de sangre y subsistencia. A
veces, "ponemos el cuerpo" en el territorio, a veces "ponemos la escucha"
colaborando con diversos equipos en revisar la experiencia.
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conseguir un turno para varios meses después. Para consultas de salud
mental, simplemente no hay turnos disponibles en la zona.
En ese contexto, Propuesta Tatú tiene instalada una salita que brinda
asistencia médica varias veces a la semana, vacunación, enfermería,
biblioteca, actividades recreativas y de apoyo escolar los fines de semana,
implementa el programa "Yo si puedo" y por convenio con la Universidad de
Lanús habilita a muchos jóvenes a participar en la escuela de oficios y ofrece
una colonia de vacaciones en el verano. Todos los profesionales y
colaboradores, son voluntarios.
Una mamá consulta por una de sus niñas de 6 años, que presenta enuresis y
encopresis. La niña relata que ella hace pis en un tachito, que es el que usan
todos y que eso no le gusta. La mamá es invitada a pasar y cuenta de las
condiciones de su casa. Muy dignamente relata que no hay baño y que ese
tachito es para que lo usen los chicos por la noche. De día van a la casa de
una vecina que a veces los deja y a veces no. La nena participaba de la
conversación y desde su más simple y profunda relación a la palabra, dice: “es
que yo quiero un baño”. Su síntoma era - entre otras cosas - una protesta,
como siempre.
Acotando las pulsiones se controlan los esfínteres, pero si no hay baño ¿qué
sentido tiene renunciar a ese goce pulsional?. Se trabajó con la mamá la
posibilidad de construcción de alguna intimidad: con cortinas, separando los
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espacios con un mueble, tal vez como en La Salita. Algo que ella tomó y se le
fueron ocurriendo ideas de como modificar su casa dentro de sus posibilidades.
Se desnaturalizó una situación aceptada familiarmente que justamente va en
contra de la vida en sociedad.
Muchas veces el recurso de que dibujen su casa, sus lugares, nos abre un
modo diferente de lectura de algunos síntomas. En otra toma en la que
trabajamos, donde las condiciones de habitabilidad eran mucho más precarias,
era muy alta la tasa de niños varones de entre 9 y 11 años con los mismos
síntomas ( enuresis y encopresis). Por supuesto que si no hay intimidad para el
baño, seguramente tampoco la hay para la sexualidad de los adultos. Con lo
cual la prohibición del incesto como condición de posibilidad de la entrada a la
cultura se encuentra en falla. Trabajar sobre los espacios que habitamos es un
modo de ir elaborando esas circunstancias de vida. Armando otros recursos a
partir de lo que hay, sin pretender lo que no se puede. Se trata de construir lo
posible.
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ayudo… están saltando a la soga! Y el pequeño sonrió y dibujo una soga en
cada uno de los miembros de la familia. Ahora eran una familia que saltaba a la
soga que no es lo mismo que una familia en el aire. Otra niña logró ajustar el
piso a los pies de la familia y sintió una gran alegría, agrego flores y contexto.
No faltaron los rojos violentos y los negros duelo, no faltaron los ojos vacíos y
los brazos amputados pero tampoco faltaron palabras que dialogaran con esos
trazos. Esa es la novedad. Pero ¿por qué? Una respuesta posible es que no
hay muchos otros con quienes dialogar, y el dibujo, como producción en el
vínculo terapéutico se vuelve un tercero a quien consultamos la siguiente
sesión: ¿en qué andábamos? Tal vez se podría decir que esto no es muy
diferente a lo que sucede en un consultorio particular y es cierto. Solo que con
los niños de estas poblaciones no hay muchos “Otros” encarnados en alguien.
Los padres están muy desbastados, cuando están. La escuela, desbordada,
casi no los registra. Pero los médicos son ahora los médicos de Tatú, y ahí se
empieza a construir otra pata de esta estructura. Una notita que manda la
doctora, o el doctor. Una notita que va a los educadores de los sábados.
Las notitas con sus nombres, más los nuestros que incluyen firma y sello
¿empiezan a ser la construcción de algún lugar en el otro?
En una ocasión, llega Marta con su hijo de 7 años porque alguien le había
dicho que allí había psicólogas. Marta cursa el 5to mes de un embarazo de
riesgo. Unos pocos días antes, estando ella en reposo por pérdidas, su pareja
llega borracho, la golpea y le produce una pequeña herida en el brazo. El
hombre le pide al pequeño que vaya a buscar el alcohol. El niño obedece
pensando que es para curar a su mamá. Sin embargo, el hombre lo usa para
rociar la cama y prenderle fuego. Marta, con excelentes reflejos, logra escapar
rescatando a su hijo. Mientras, la casilla se comienza a incendiar. Los vecinos
acuden a socorrerla y apagar el fuego. Marta va a la comisaría a hacer la
denuncia y por toda respuesta le dicen que vuelva a la casa para tratar de
recuperar las pertenencias que se hayan salvado, lo que la pondría
nuevamente en riesgo. Una hemorragia que se le produce en ese momento,
gira su destino al hospital.
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Y así es como llega a la salita. Su madre le hizo un lugar en su casa, un
ambiente pequeño en el que conviven la mamá y un hermano de Marta. No hay
camas, ni colchones para ellos. Ha perdido todo. Su hijo no tiene ni la mochila
para ir a la escuela. Madre e hijo están angustiados y confusos. Generamos
entonces, un tiempo para escuchar su angustia y otro, diferenciado, para su
hijo y sus miedos. La trabajadora social la acompaña en gestionar trámites,
denuncias y subsidios. La enfermera, empieza a abrir armarios de la salita para
juntar ropa y objetos que puedan serle de utilidad. Este dispositivo continuó
semanalmente hasta el momento del parto. Marta ya estaba más tranquila y
organizada, tratando de conseguir un subsidio de la municipalidad para poder
comprar chapas que le permitan construir una piecita para ellos. La
trabajadora social, permanece en contacto con ella asegurándose que su parto
y puerperio transiten con la mayor normalidad posible. Un mes después, viene
a la salita a presentarnos a su hermosa beba.
Y así se suman las situaciones que nos sorprenden cada vez que llegamos a la
salita. Como en esa ocasión que recibimos un muchacho con un diagnóstico de
esquizofrenia simple que lo único que podía decirnos de él era leernos párrafos
de un libro sobre adicciones que él consideraba más sagrado que la biblia y
que claramente no lograba comprender. La única "intervención" fue prestarle
un libro de cuentos de la biblioteca con la idea de que tal vez, podría expandir
sus lecturas. No lo leyó pero lo guardó como un regalo y no se lo reclamamos.
Él siguió viniendo muy contento durante varios encuentros. Decía que, después
de haber ido a muchos psicólogos y psiquiatras, finalmente alguien lo
escuchaba atentamente y no se limitaba a preguntarle, ¿cómo estás? y darle
una próxima cita.
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trámites judiciales relacionados con la muerte. Y al tiempo, una sobrina trajo a
su padre, para hablar de un hermano adicto al paco.