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Vía Crucis

Por la señal +, etc.

Acto de Contrición
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador
Padre y Redentor mío, por ser vos…

Ofrecimiento
Soberano Señor, ofrezco con todo rendimiento a vuestra
divina Majestad todo lo que en este santo ejercicio
hiciere, meditare o rezare, lo que fuese de agrado vuestro
y a mí, por vuestra bondad, de algún mérito,
principalmente por la intención, fines y motivos que
tuvieron los Papas y sucesores de los Apóstoles, en
conceder las muchas indulgencias que pretendo ganar con
tan piados y religiosa práctica.
PRIMERA ESTACIÓ – Jesús condenado a muerte
(arrodillándose o inclinándose profundamente)
V/. Te adoramos, Oh Cristo, y te bendecimos.
R./ Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
En esta primera estación, se nos recuerda la casa y el
pretorio de Pilatos, donde nuestro buen Jesús recibió la
inicua sentencia de muerte.
Considera la admirable sumisión del inocentísimo
Jesús al recibir una sentencia tan injusta, y sabe que tus
pecados fueron los falsos testigos que la suscribieron; y
tus blasfemias, murmuraciones y malas conversaciones,
las que indujeron al inicuo juez a pronunciarla. Pues
siendo así, vuélvete a tu amorosísimo Señor y con
lágrimas del corazón y con la expresión de tu lengua dile
de esta manera:
¡Ay, amabilísimo Jesús mío, qué amor tan entrañable
el vuestro! ¡Cómo es posible, Señor, que por una criatura
tan indigna sufráis prisiones, cadenas y azotes, hasta ser
condenado a muerte tan afrentosa? ¡Ah! Que esto basta
para traspasarme el corazón y hacerme detestar tantos
pecados de mi lengua que fueron la causa. Sí, yo los
aborrezco y los lloro amargamente; y por toda esta calle
dolorosa andaré llorando, suspirando y repitiendo: Jesús
mío, misericordia, Jesús mío, misericordia.
Padrenuestro, Ave María y Gloria

(golpeándose en el pecho)
V./ Pequé, Señor, pequé.
R./ Tened piedad y misericordia de mí.
SEGU DA ESTACIÓ – Jesús recibe la Cruz
(arrodillándose o inclinándose profundamente)
V/. Te adoramos, Oh Cristo, y te bendecimos.
R./ Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Esta segunda estación representa el lugar donde
nuestro amantísimo Jesús fue cargado con el pesado
madero la Cruz.
Considera cómo el divino Salvador se abrazó con la
santa Cruz; y ¡oh, con qué mansedumbre sufre los golpes
y los insultos de aquella turba malvada! ¡Y tú, cristiano,
huyes cuanto puedes de todo padecimiento!
¿Acaso no sabes que sin cruz no se entra en el cielo?
Llora, pues, llora tu ceguedad y vuelto a tu Señor dile
suspirando:
Sobre mis hombros, Señor, y no sobre los vuestros
debe caer esa cruz; ¡ay, cruz pesadísima, que fue
fabricada con tantos pecados míos! Amado Salvador mío,
dadme fuerzas para llevar todas las cruces que merezcan
mis gravísimas culpas; más aún, haced que yo muera
abrazado con vuestra santa Cruz; y que enamorado de
vuestra Cruz, diga una y muchas veces con vuestra
querida sierva Teresa de Jesús: o padecer o morir, o
padecer o morir
Padrenuestro, Ave María y Gloria

(golpeándose en el pecho)
V./ Pequé, Señor, pequé.
R./ Tened piedad y misericordia de mí.
TERCERA ESTACIÓ – Jesús cae por primera vez
(arrodillándose o inclinándose profundamente)
V/. Te adoramos, Oh Cristo, y te bendecimos.
R./ Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
En esta tercera estación se representa la primera caída
de Jesús abrumado por el peso de la cruz.
Considera cómo el afligidísimo Jesús debilitado por
el continuo derramamiento de sangre, cayó la primera vez
por tierra. ¡Ah! Mira cómo aquellos perversos le golpean
con puñadas y puntapiés; y todo lo sufre el pacientísimo
Jesús sin despegar sus labios, sufre y calla. Y tú en
cambio, cristiano, al menor padecimiento te impacientas,
te quejas y tal vez insensatamente blasfemas. Detesta de
una vez para siempre esa impaciencia soberbia, y dile a tu
afligidísimo Señor:
Amantísimo Redentor, ved a vuestros pies al pecador
más perdido de cuantos viven en la tierra; ¡oh, cuántas
caídas! ¡oh, cuántas veces me he precipitado en un
abismo de iniquidad! Alargadme, Señor, vuestra santa
mano, Ayudadme Jesús mío, a fin de que en vida no
caiga jamás en pecado mortal, y en muerte asegure el
negocio de mi eterna salvación.
Padrenuestro, Ave María y Gloria

(golpeándose en el pecho)
V./ Pequé, Señor, pequé.
R./ Tened piedad y misericordia de mí.
CUARTA ESTACIÓ – Jesús encuentra a
su Santísima Madre
(arrodillándose o inclinándose profundamente)
V/. Te adoramos, Oh Cristo, y te bendecimos.
R./ Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
En esta cuarta estación se representa el lugar donde
Jesús se encontró con su afligidísima Madre.
¡Oh, qué dolor traspasó el corazón de Jesús! ¡oh, qué
angustia traspasó el corazón de María, cuando se
encontraron! ¡Oh alma ingrata! ¿Qué mal te ha hecho mi
Jesús? Dice la dolorida María. ¿Qué mal te ha hecho mi
pobre Madre? Dice el atormentado Jesús. Ea, deja el
pecado que fue la causa de nuestras penas. ¿Y tú qué
respondes? ¡Ah endurecido! Diles así:
¡Oh divino Hijo de María, oh santísima Madre de mi
Jesús! Vedme a vuestros santísimos pies humillado y
compungido; confieso que yo soy aquel traidor que ha
fabricado pecando el cuchillo de dolor que traspasó
vuestros tiernísimos corazones. Ah, que me arrepiento de
todo corazón y os pido a entrambas misericordia y
perdón. Misericordia, Jesús mío, misericordia.
Misericordia, Madre mía, misericordia, para que por
medio de tan gran misericordia yo no peque más, y
medite día y noche vuestras penas y dolores.
Padrenuestro, Ave María y Gloria

(golpeándose en el pecho)
V./ Pequé, Señor, pequé.
R./ Tened piedad y misericordia de mí.
QUI TA ESTACIÓ – Jesús es ayudado del Cirineo
(arrodillándose o inclinándose profundamente)
V/. Te adoramos, Oh Cristo, y te bendecimos.
R./ Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
En esta quinta estación se representa el lugar en que
el Cirineo fue obligado a tomar la cruz de Jesús.
Considera que tú eres el Cirineo que llevas la cruz de
Cristo de mala gana y a la fuerza, porque estás demasiado
pegado a las comodidades transitorias de este mundo. Ea,
despierta de una vez y descarga a tu Señor de tan gran
peso abrazando de buen grado todos los trabajos que te
vengan de la mano de Dios, prometiéndole de sufrirlo no
sólo con paciencia sino con hacimiento de gracias a tu
Dios a quien rogarás así:
¡Oh Señor mío Jesucristo! Te suplico me des la
gracia de que yo sea tu Cirineo, cooperando a la
salvación de los hombres; que yo sea el Cirineo de los
afligidos, pobres y necesitados, aliviando sus penas, y
que tú seas nuestro Cirineo, para que perseveremos hasta
el fin.
Padrenuestro, Ave María y Gloria

(golpeándose en el pecho)
V./ Pequé, Señor, pequé.
R./ Tened piedad y misericordia de mí.
SEXTA ESTACIÓ – La Verónica enjuga el rostro
de Jesús.
(arrodillándose o inclinándose profundamente)
V/. Te adoramos, Oh Cristo, y te bendecimos.
R./ Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
En esta sexta estación representa el lugar donde Santa
Verónica enjugó con un paño el rostro de Jesucristo.
Considera en aquel lienzo el extenuado semblante del
buen Jesús, y arrebatado de amor procura formar en tu
corazón un expresivo retrato del Señor. ¡Oh feliz tú si
vives con Jesús esculpido en tu corazón! ¡Oh más aún
afortunado si mueres teniendo esculpido en tu corazón a
Jesús! Y para alcanzar de él un bien tan grande, suplícale
con todo tu corazón de esta manera:
¡Oh Señor mío Jesucristo, os suplico que grabéis en
mi corazón aquella imagen que dejasteis a la Verónica en
el lienzo con que enjugó vuestro rostro, para que teniendo
presente lo que vos sufristeis por mí, me anime a sufrir
cualquier cosa por vos.
Padrenuestro, Ave María y Gloria

(golpeándose en el pecho)
V./ Pequé, Señor, pequé.
R./ Tened piedad y misericordia de mí.
SÉPTIMA ESTACIÓ – Jesús cae por segunda vez
(arrodillándose o inclinándose profundamente)
V/. Te adoramos, Oh Cristo, y te bendecimos.
R./ Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
En esta séptima estación se representa el lugar donde
Jesús, agobiado por el peso de la cruz, cayó por segunda
vez.
Considera a tu Jesús tendido en tierra, derribado por
los dolores, pisoteado por los enemigos y escarnecido de
la plebe; y reflexiona que tu soberbia fue quien le empujó
a caer, y tu altanería es quien le ha derribado. Baja
confundido tu frente con dolorosa contrición del pasado,
propón humillarte a los pies de todos en el porvenir, y
dile al Señor así:
¡Oh santísimo Redentor mío, aunque os veo
derribado en tierra, yo confieso que sois omnipotente, y
os pido que humilléis todos mis pensamientos de
soberbia, de ambición y de estimación propia; para que
caminando humillado abrace de buen grado la abyección
y el desprecio, y con esta humildad verdadera, íntima y
cordial, que tanto os agrada, consiga aliviaros a vos en
tan dolorosa caída.
Padrenuestro, Ave María y Gloria

(golpeándose en el pecho)
V./ Pequé, Señor, pequé.
R./ Tened piedad y misericordia de mí.
OCTAVA ESTACIÓ – Jesús habla a las hijas
de Jerusalén
(arrodillándose o inclinándose profundamente)
V/. Te adoramos, Oh Cristo, y te bendecimos.
R./ Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
En esta estación representa el lugar donde el
benignísimo Jesús habló a las mujeres de Jerusalén, tan
afligidas y acongojadas.
Considera que tú tienes doble motivo de llorar: por
Jesús que padece tanto por ti; y por ti, que, ingrato, no
sabes gozar si no le ofendes. ¡Ay! ¿y a vista de tantas
penas aun sigues endurecido? Al menos, viendo a Jesús
que muestra tan gran piedad de aquellas pobres mujeres,
cobra confianza y dile lleno de dolor y compungido:
Amabilísimo Salvador mío, ¿y por qué este corazón
mío no se derrite todo en lágrimas de verdadero
arrepentimiento? Lágrimas, Jesús mío, os pido; lágrimas
de dolor y de compasión, a fin de que con las lágrimas en
los ojos y con el dolor en el corazón merezca aquella
piedad que demostrasteis a aquellas piadosas mujeres.
Concededme este único consuelo, que mirado por vos
con ojos piadosos en vida, pueda yo miraros con
seguridad en la hora de la muerte.
Padrenuestro, Ave María y Gloria

(golpeándose en el pecho)
V./ Pequé, Señor, pequé.
R./ Tened piedad y misericordia de mí.
OVE A ESTACIÓ – Jesús cae por tercera vez
(arrodillándose o inclinándose profundamente)
V/. Te adoramos, Oh Cristo, y te bendecimos.
R./ Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Esta novena estación representa el lugar donde el
buen Jesús abrumado por el peso de la cruz cayó por
tercera vez.
¡Ay, cuán penosa fue esta caída de mi Jesús! Mira
con qué rabia aquel mansísimo Cordero es arrastrado de
aquellos lobos rabiosos; mira cómo lo pisotean y le llenan
de denuestos. ¡Ah, maldito pecado que así ha maltratado
al Hijo de Dios! Cristiano, ¿no merece tus lágrimas un
Dios tan oprimido y tan vejado por tus pecados? Dile,
pues, con el corazón dolorido:
Omnipotente, Señor mío, que con un solo dedo
sostenéis el cielo y la tierra; ¿quién es el que os ha hecho
caer de tan lastimosa manera? ¡Ay de mí! Que fueron mis
reincidencias, mis repetidas iniquidades las que han
amontonado tormento sobre tormento, acumulando
pecados sobre pecados; pero vedme ya postrado a
vuestros pies doloroso y resuelto a no pecar en adelante,
y con mis lágrimas y suspiros repetiré mil y mil veces: no
más pecar, mi Dios, no más pecar.
Padrenuestro, Ave María y Gloria

(golpeándose en el pecho)
V./ Pequé, Señor, pequé.
R./ Tened piedad y misericordia de mí.
DÉCIMA ESTACIÓ – Jesús es desnudado de
sus vestiduras.
(arrodillándose o inclinándose profundamente)
V/. Te adoramos, Oh Cristo, y te bendecimos.
R./ Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Esta décima estación representa el lugar en que Jesús
fue despojado de sus vestiduras.
Considera, alma mía, a tu Jesús con todo su cuerpo
acardenalado y llagado, y con su alma avergonzada de
verse desnudo ante aquella chusma que le insultaba. Mira
lo que le cuestan a Jesús sus inmodestias, tus desnudeces
y vanidades en el vestir… Y ¿en qué pensabais, oh
purísimo Jesús, al veros desnudo delante de tanta
muchedumbre? En ti pensaba, pecador, en los pecados
impuros que sin escrúpulo cometes. ¿Pues cómo no te
mueve a compasión? Arrójate a los pies de Jesús, tan
ofendidos, y dile de esta manera:
Afligidísimo Jesús mío, ¿qué contraste tan espantoso
es éste? Vos todo cubierto de sangre, todo cubierto de
llagas, todo lleno de amargura y sonrojo; yo, todo placer,
todo vanidad, todo desvergüenza y delicias. Ah no, que
no voy por buen camino; haced que mude de vida,
ponedme acíbar en los gustos de la vida presente, para
que de aquí en adelante no gustándome otra cosa que las
amarguras de vuestra santísima Pasión, llegue a gozar
con Vos las delicias del santo Paraíso.
Padrenuestro, Ave María y Gloria
(golpeándose en el pecho)
V./ Pequé, Señor, pequé.
R./ Tened piedad y misericordia de mí.
U DÉCIMA ESTACIÓ – Jesús clavado en la cruz.
(arrodillándose o inclinándose profundamente)
V/. Te adoramos, Oh Cristo, y te bendecimos.
R./ Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Esta undécima estación representa el lugar donde
Jesús fue clavado en la cruz a la vista de su santísima
Madre.
Considera el grandísimo dolor que sufrió el buen
Jesús al sentir que le atravesaban con clavos sus venas,
nervios y carne con tan indecible tormento; ¿cómo
puedes quedar con vida a vista de tantas penas producidas
por tantas maldades tuyas? ¿Quién de nosotros tendría
valor para sufrir que le atravesasen pies y manos con
gruesos clavos? ¿Quién tendría ánimo para ver así
atormentado a su mayor enemigo? Pues este atroz
tormento padece Jesús por nuestro amor. Consuélale con
tu llanto diciéndole así:
Clementísimo Jesús mío, crucificado por mí;
golpead, golpead mi duro corazón con vuestro santo amor
y temor, y ya que mis pecados fueron los clavos crueles
que os atravesaron, haced que mi dolor sea el verdugo
que traspase y enclave todas mis pasiones desordenadas,
a fin de que, por dicha mía, viviendo y muriendo
crucificado con vos en la tierra, pueda ir a reinar con vos
glorioso en el cielo.
Padrenuestro, Ave María y Gloria
(golpeándose en el pecho)
V./ Pequé, Señor, pequé.
R./ Tened piedad y misericordia de mí.
DUODÉCIMA ESTACIÓ – Jesús muere en la cruz
V/. Te adoramos... R./ Porque por...
Esta estación representa el lugar donde fue
enarbolada la cruz con Jesús crucificado.
Alza los ojos y mira pendiente de tres clavos al
amantísimo Jesús; mira aquella divina faz moribunda;
observa cómo ruega por quienes le ofenden, da el Paraíso
a quien se lo pide, deja a Juan el cuidado de su Madre,
encomienda al Padre su alma, e inclinando la cabeza,
muere. ¡Ha muerto Jesús!
¡Y ha muerto en cruz por mí! ¿Y tú, cristiano, qué
haces? Ah, guárdate de marcharte de aquí, si no es
arrepentido y compungido; más antes, abrazándote con la
cruz, dile así a Jesús crucificado:
Redentor mío amabilísimo, yo conozco y confieso
que mis gravísimos pecados han sido los crueles
verdugos que os han quitado la vida; en verdad que no
merezco perdón, habiendo sido yo el traidor que os ha
dado la muerte; mas al oír que rogabais por los que os
crucificaban, ¡oh cómo se consuela y cobra esperanza mi
alma! ¿Qué haré, pues, por vos, que tanto habéis hecho
por mí? Vedme aquí, Señor, dispuesto a perdonar a todo
el que me ha ofendido; sí, Dios mío, por amor vuestro los
perdono a todos, los abrazo a todos, les deseo el bien a
todos; y así espero oír de vos en el último extremo de mi
vida: Hoy estarás conmigo en el Paraíso.
Padrenuestro, Ave María y Gloria

V./ Pequé, Señor... R./ Tened piedad...


DECIMOTERCERA ESTACIÓ – Jesús es bajado de
la cruz
V/. Te adoramos, Oh Cristo, y te bendecimos.
R./ Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Esta decimotercera estación representa el lugar donde
Jesús fue bajado de la cruz y puesto en los brazos de su
Madre.
Considera qué espada de dolor traspasó el corazón de
la desconsolada Señora al recibir entre sus brazos el
cuerpo ya difunto de su Hijo. ¡Ay, que a vista de tantas
llagas se renovaron en su tiernísimo corazón todas las
heridas causadas por tantos tormentos!
Pero ¿cuál fue la espada más aguda que la traspasó?
Fue el pecado causante de la muerte de su Hijo querido.
Aborrece, pues, el pecado maldito y mezclando tus
lágrimas con las de una Virgen tan dolorida, dile de esta
manera:
¡Oh Reina de los Mártires!, ¿cuándo seré digno de
comprender y compadecer vuestras penas, teniéndolas
presentes en mi corazón? Ea, oh gran Señora y Madre
mía, haced que yo noche y día llore mis tan enormes
delitos que fueron causa de tan enormes padecimientos
vuestros, para que llorándolos, amando y esperando,
muera de puro dolor por vos, para vivir eternamente con
vos.
Padrenuestro, Ave María y Gloria

V./ Pequé, Señor, pequé.


R./ Tened piedad y misericordia de mí.
DECIMOCUARTA ESTACIÓ – Jesús puesto en el
sepulcro
V/. Te adoramos, Oh Cristo, y te bendecimos.
R./ Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
En esta última estación se representa el santo
sepulcro en el cual fue colocado el cuerpo santísimo de
Jesús.
Considera cuán angustioso fue el llanto de Juan,
Magdalena, de las otras Marías y de todos los discípulos
de Jesús cuando quedó su Cuerpo cerrado en el santo
Sepulcro. Pero más que todo, considera la desolación del
corazón afligido de María al verse privada de su
amadísimo Hijo; y a vista de tantas lágrimas
avergüénzate de que en el decurso de este santo Camino
hayas mostrado tan poco sentimiento de piedad. Al
menos, vuelve en ti en esta última estación y besando la
piedra de aquella santa tumba, haz un esfuerzo grande
para dejar depositado en ella tu corazón; mientras que
con amargo llanto ruegas así a tu difunto Señor:
Piadosísimo Jesús mío, que por mi amor quisisteis
pasar un tan doloroso camino, yo os adoro difunto y
encerrado en ese santo Sepulcro; pero os querría tener
también encerrado en mi pobre corazón, para que unido a
vos, después de este santo Ejercicio, resucite a una vida
de gracia, y logre morir en gracia con la perseverancia
final. Concededme, pues, que por los méritos de vuestra
santísima Pasión que he meditado hasta aquí, mi último
alimento sea en aquella hora postrera, el divinísimo
Sacramento; mis últimas palabras sean Jesús y María; y
mi último aliento esté unido a aquel con el cual vos
expirasteis en la cruz por mí. Y de este modo con viva fe,
firme esperanza y amor ardiente, muera con vos, muera
por vos, para llegar a reinar también con vos por todos
los siglos de los siglos. Amén.
Padrenuestro, Ave María y Gloria
V./ Pequé, Señor, pequé.
R./ Tened piedad y misericordia de mí.
ORACIÓ FI AL
Señor mío Jesucristo, que para redimir al mundo de la
esclavitud del demonio, quisisteis nacer entre nosotros
mortal y pasible, ser circuncidado, reprobado por los judíos,
entregado por Judas con ósculo sacrílego, ser preso, y como
inocente cordero, que llevan al matadero, ser presentado
ignominiosamente en los tribunales de Anás, Caifás, Pilatos
y Herodes, ser acusado por los testigos falsos, ser
maltratado con azotes y oprobios, escupido, coronado de
espinas, herido con bofetadas, golpeado con una caña,
cubierto vuestro rostro, despojado de vuestros vestidos, ser
crucificado, levantado en la Cruz entre dos ladrones, beber
hiel y vinagre, ser herido con la lanza: por estas vuestras
amargas penas ¡oh Dios mío! que yo, aunque indigno
pecador, voy meditando, y por vuestra pasión y muerte,
libradme de las penas del infierno y dignaos llevarme a
donde llevasteis a aquel dichoso ladrón que fue crucificado
con Vos ¡oh Jesús mío! que con el Padre y el Espíritu Santo
vivís y reináis por los siglos de los siglos. Amén.
Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío
Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.
Ave María Purísima. Sin pecado concebida.

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