Está en la página 1de 8

VIERNES SANTO – VIA CRUCIS

P: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.


C: Amén.
P: Señor, ten piedad.
C: Señor, ten piedad de nosotros.
P: Cristo, ten piedad.
C: Cristo, ten piedad de nosotros.
P: Señor, ten piedad.
C: Señor, ten piedad de nosotros.
P: Oremos. Señor Jesús, que tienes a los niños y a los humildes como tus predilectos: hoy vamos
a recorrer y a meditar sobre tu camino de dolor, pero no tanto el que viviste hace siglos, sino el
que sigues viviendo hoy en todos tus hermanos y hermanas más pequeños. Tú sigues siendo
herido en las heridas de todos los que sufren la opresión, la injusticia y la pobreza. Es verdad que
todos, de alguna manera, somos víctimas del sufrimiento pero también es cierto que muchas
veces somos también culpables de que otros sufran. Ayúdanos a reconocer nuestros errores y a
convertirnos de corazón a fin de que podamos sembrar amor, paz y justicia en nuestro mundo.
Amén.

PRIMERA ESTACIÓN - En la Primera Estación contemplamos a Jesús


condenado a muerte
P: Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
C: Por tu santa cruz tú has redimido al mundo.
Escuchemos la Palabra de Dios: En cuanto amaneció, los sumos sacerdotes se
reunieron en Consejo con los ancianos, los escribas y todo el Sanedrín. Y después
de atar a Jesús, lo llevaron y lo entregaron a Pilato. Pilato dijo a la multitud: “¿Qué
quieren que haga con el que ustedes llaman rey de los judíos?”. Ellos gritaron:
“Crucifícalo”. Entonces Pilato, después de haber hecho azotar a Jesús, lo entregó
para que fuera crucificado.
P: Oremos:
Señor, has sido condenado a muerte porque las mentiras, las intrigas y los
miedos han triunfado sobre la verdad y la voz de la conciencia. Cada vez que
los inocentes son maltratados, condenados y asesinados tú estás siendo
condenado a muerte. Cuántas veces nosotros te hemos negado o nos hemos
callado. Danos la fuerza para no callarnos, danos la valentía para luchar a
favor de los que sufren la exclusión y el maltrato por parte de los poderosos
de este mundo. Danos de nuevo la gracia de la conversión. Te lo pedimos a ti,
que has vencido el poder de la muerte. Amén.
P: Santo Dios, santo y poderoso, santo y eterno.
C: Ten misericordia y óyenos.
Cantamos: //Señor recuérdame, cuando vengas en tu Reino//

SEGUNDA ESTACIÓN - En la Segunda Estación contemplamos a Jesús


cargando la cruz
P: Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
C: Por tu santa cruz tú has redimido al mundo.
Escuchemos la Palabra de Dios: Jesús, cargando sobre sí la cruz, salió de la
ciudad para dirigirse al lugar llamado “de la Calavera”, en hebreo, “Gólgota”. Como
un cordero llevado al matadero y como una oveja muda ante el que la esquila, él no
abrió su boca.
P: Oremos:
Señor, te has dejado humillar y maltratar. No permitas que nosotros seamos
parte de los que se burlan o son indiferentes. Ayúdanos a reconocer tu rostro
en los humillados y excluidos. Ayúdanos a no desanimarnos ante las burlas
del mundo cuando elegimos ponernos del lado de los perdedores y
despreciados. Danos la valentía para tomar nuestra cruz y seguir el camino
del amor, la verdad, la justicia y la solidaridad. Te lo pedimos a ti que nos
amas con amor eterno. Amén.
P: Santo Dios, santo y poderoso, santo y eterno.
C: Ten misericordia y óyenos.
Cantamos: //Señor recuérdame, cuando vengas en tu Reino//

TERCERA ESTACIÓN - En la Tercera Estación contemplamos a Jesús


oprimido y cayendo bajo el peso de la cruz
P: Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
C: Por tu santa cruz tú has redimido al mundo.
Escuchemos la Palabra de Dios: Líbrame, Señor, de la gente malvada, de los que
sólo piensan en hacer el mal de los que intentan hacerme tropezar y han tendido
una red ante mis pies: los prepotentes me han ocultado trampas y lazos, me han
puesto acechanzas al borde del camino. Pero yo digo al Señor: Tú eres mi Dios,
escucha el clamor de mi súplica
P: Oremos:
Señor, te rogamos por todos aquellos que sufren las consecuencias de un
sistema injusto. Ten misericordia de los migrantes, los refugiados, los
desplazados, los perseguidos y expulsados. Te lo pedimos a ti que también
sufriste la exclusión y el desprecio de los poderosos. Amén.
P: Santo Dios, santo y poderoso, santo y eterno.
C: Ten misericordia y óyenos.
Cantamos: //Señor recuérdame, cuando vengas en tu Reino//

CUARTA ESTACIÓN - En la Cuarta Estación contemplamos a Jesús y el


dolor de su madre.
P: Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
C: Por tu santa cruz tú has redimido al mundo.
Escuchemos la Palabra de Dios: Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: Éste
está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de
contradicción - ¡y a ti misma una espada te atravesará el alma! - a fin de que
queden al descubierto las intenciones de muchos corazones.
P: Oremos:
Señor, que al contemplar los dolores humanos no nos limitemos sólo a
pronunciar palabras de compasión. Conviértenos y danos una vida nueva de
tal manera que podamos ayudar a otros a llevar sus cargas y luchar junto a
ellos contra todo lo que en este mundo causa dolor, temor y tristeza. Te lo
pedimos por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor. Amén.
P: Santo Dios, santo y poderoso, santo y eterno.
C: Ten misericordia y óyenos.
Cantamos: //Señor recuérdame, cuando vengas en tu Reino//

QUINTA ESTACIÓN - En la Quinta Estación contemplamos a Jesús siendo


ayudado por Simón de Cirene a cargar con su cruz
P: Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
C: Por tu santa cruz tú has redimido al mundo.
Escuchemos la Palabra de Dios: Cuando lo llevaban, detuvieron a un tal Simón de
Cirene, que volvía del campo, y le cargaron con la cruz, para que la llevara detrás
de Jesús. “El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue
con su cruz cada día y me siga” “Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí,
porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo
es suave y mi carga liviana.”
P: Oremos:
Señor, danos gracia y fortaleza para estar dispuestos a compartir la cruz de
los otros y experimentar que así caminamos contigo. Enséñanos que al
ayudar a nuestros hermanos y hermanas a llevar sus cargas nos
transformamos en verdaderos servidores de tu Reino y descubrimos el
verdadero consuelo y la alegría perfecta que nada ni nadie puede quitarnos.
Te lo pedimos a ti que siempre nos consuelas y sostienes. Amén.
P: Santo Dios, santo y poderoso, santo y eterno.
C: Ten misericordia y óyenos.
Cantamos: //Señor recuérdame, cuando vengas en tu Reino//

SEXTA ESTACIÓN - En la Sexta Estación contemplamos a Jesús y las


mujeres que limpian su rostro.
P: Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
C: Por tu santa cruz tú has redimido al mundo.
Escuchemos la Palabra de Dios: Despreciado, desechado por los hombres,
abrumado de dolores y habituado al sufrimiento, como alguien ante quien se aparta
el rostro, tan despreciado, que lo tuvimos por nada. Pero él soportaba nuestros
sufrimientos y cargaba con nuestras dolencias, y nosotros lo considerábamos
golpeado, herido por Dios y humillado.
P: Oremos:
Jesús, te rogamos por nuestros hermanos y hermanas indígenas que han
sido despojados de su tierra. Te rogamos por todos y todas los que no tienen
una vivienda digna, por los que no pueden leer y por los que están enfermos y
no reciben atención médica adecuada. Ayúdanos a ver tu rostro en todos
nuestros hermanos y hermanas que padecen injusticias. Te lo pedimos a ti
que nos amas a todos y todas con un amor sin fronteras. Amén.
P: Santo Dios, santo y poderoso, santo y eterno.
C: Ten misericordia y óyenos.
Cantamos: //Señor recuérdame, cuando vengas en tu Reino//

SÉPTIMA ESTACIÓN - En la Séptima Estación contemplamos a Jesús


cayendo bajo el peso de la cruz.
P: Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
C: Por tu santa cruz tú has redimido al mundo.
Escuchemos la Palabra de Dios: La gente me escarnece y el pueblo me desprecia;
los que me ven, se burlan de mí, hacen una mueca y mueven la cabeza, diciendo:
Confió en el Señor, que él lo libre; que lo salve, si lo quiere tanto. Soy como agua
que se derrama y todos mis huesos están dislocados; mi corazón se ha vuelto
como cera y se derrite en mi interior
P: Oremos:
Señor, hay tantos que no tienen nada y que han caído bajo el peso de la
impotencia y la desesperanza. Danos la fuerza de tu Espíritu para construir
junto a ellos y ellas un mundo más justo y solidario. Te lo pedimos a ti que
viniste a proclamar la buena noticia de liberación y vida abundante para todos
y todas. Amén
P: Santo Dios, santo y poderoso, santo y eterno.
C: Ten misericordia y óyenos.
Cantamos: //Señor recuérdame, cuando vengas en tu Reino//

OCTAVA ESTACIÓN - En la Octava Estación contemplamos a Jesús en su


encuentro con las mujeres de Jerusalén
P: Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
C: Por tu santa cruz tú has redimido al mundo.
Escuchemos la Palabra de Dios: Lo seguían muchos del pueblo y un buen número
de mujeres, que se golpeaban el pecho y se lamentaban por él. Pero Jesús,
volviéndose hacia ellas, les dijo: ¡Hijas de Jerusalén!, no lloren por mi; lloren más
bien por ustedes y por sus hijos.
P: Oremos:
Señor, que al contemplar los dolores humanos no nos limitemos sólo a
pronunciar palabras de compasión. Conviértenos y danos una vida nueva de
tal manera que podamos ayudar a otros a llevar sus cargas y luchar junto a
ellos contra todo lo que en este mundo causa dolor, temor y tristeza. Te lo
pedimos por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor. Amén.
P: Santo Dios, santo y poderoso, santo y eterno.
C: Ten misericordia y óyenos.
Cantamos: //Señor recuérdame, cuando vengas en tu Reino//

NOVENA ESTACIÓN - En la Novena Estación contemplamos a Jesús


despreciado, marginado y golpeado.
P: Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
C: Por tu santa cruz tú has redimido al mundo.
Escuchemos la Palabra de Dios: Ofrecí mi espalda a los que golpeaban y mis
mejillas, a los que me arrancaban la barba; no retiré mi rostro cuando me ultrajaban
y escupían. Pero el Señor viene en mi ayuda: por eso, no quedé confundido; por
eso, endurecí mi rostro como el pedernal, y sé muy bien que no seré defraudado.
¿Quién entre ustedes teme al Señor y escucha la voz de su Servidor? Aunque
camine en las tinieblas, sin un rayo de luz, que confíe en el nombre del Señor y se
apoye en su Dios.
P: Oremos:
Señor, te rogamos por todos los niños y niñas. Especialmente te pedimos por
los que sufren bajo el peso de la injusticia y la marginación. Por los que
están en una situación que los induce a vagar o vivir en la calle. Por todos y
todas los que son maltratados y abusados para que reciban libertad, consuelo
y vida plena. Danos la sabiduría para recibirte a ti mismo y a tu reino en cada
niño y niña necesitados. Te lo pedimos a ti que dijiste: dejen a los niños venir
a mí. Amén.
P: Santo Dios, santo y poderoso, santo y eterno.
C: Ten misericordia y óyenos.
Cantamos: //Señor recuérdame, cuando vengas en tu Reino//

DÉCIMA ESTACIÓN - En la Décima Estación contemplamos a Jesús siendo


despojado de sus vestiduras
P: Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
C: Por tu santa cruz tú has redimido al mundo.
Escuchemos la Palabra de Dios: Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota, le
dieron de beber vino con hiel. El lo probó, pero no quiso tomarlo. Los soldados
tomaron sus vestiduras y las dividieron en cuatro partes. Tomaron también la
túnica, y como no tenía costura, porque estaba hecha de una sola pieza de arriba
abajo, se dijeron entre sí: No la rompamos. Vamos a sortearla para ver a quién le
toca. Así se cumplió la Escritura que dice: Se repartieron mis vestiduras y
sortearon mi túnica.
P: Oremos:
Señor Jesús, has sido despojado de tus vestiduras, expulsado de la sociedad,
privado de tu dignidad. Te has unido a los sufrimientos y necesidades de los
pobres y de todos los excluidos de este mundo. Y es así como nos muestras
que tu Padre te tiene en sus manos, a ti, a nosotros y al mundo y nos conduce
a la victoria por medio de la cruz. Fortalece nuestra fe para seguir creyendo
aún en medio de las muchas cosas que no alcanzamos a comprender. Te lo
pedimos a ti que por medio de la muerte has vencido a la muerte. Amén.
P: Santo Dios, santo y poderoso, santo y eterno.
C: Ten misericordia y óyenos.
Cantamos: //Señor recuérdame, cuando vengas en tu Reino//

DÉCIMA PRIMERA ESTACIÓN - En la Décima primera Estación


contemplamos a Jesús clavado sobre la cruz
P: Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
C: Por tu santa cruz tú has redimido al mundo.
Escuchemos la Palabra de Dios: Cuando llegaron al lugar llamado “de la calavera”,
lo crucificaron junto con dos malhechores, uno a su derecha y el otro a su izquierda.
Él puso su vida hasta la muerte y fue contado entre los culpables, siendo así que
llevaba el pecado de muchos e intercedía en favor de los culpables.
P: Oremos:
Señor Jesucristo, te has dejado clavar en la cruz, soportando la injusticia y la
crueldad con la que se apoderaron de tu vida. Elegiste el sufrimiento antes
que renunciar a tu misión. Ayúdanos a no desertar ante lo que debemos
hacer. Ayúdanos a unirnos estrechamente a ti. Ayúdanos a desenmascarar la
falsa libertad que nos quiere alejar de ti y a vivir de tal manera nuestro
compromiso con los valores de tu Reino que podamos descubrir contigo la
verdadera libertad y la vida en plenitud. Te lo pedimos a ti que eres camino,
verdad y vida. Amén.
P: Santo Dios, santo y poderoso, santo y eterno.
C: Ten misericordia y óyenos.
Cantamos: //Señor recuérdame, cuando vengas en tu Reino//

DÉCIMA SEGUNDA ESTACIÓN - En la Décima segunda Estación


contemplamos a Jesús muriendo en la cruz
P: Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
C: Por tu santa cruz tú has redimido al mundo.
Escuchemos la Palabra de Dios: Al ver Jesús a su madre y cerca de ella al
discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: Mujer, aquí tienes a tu hijo. Luego dijo al
discípulo: Aquí tienes a tu madre. Después Jesús dijo: Tengo sed. Uno corrió a
mojar una esponja en vinagre y, poniéndola en la punta de una caña, le dio de
beber. Después de beber el vinagre, Jesús dijo: Todo se ha cumplido e inclinando
la cabeza, entregó su espíritu.
P: Oremos:
Señor Jesucristo, todo fue tinieblas en la hora de tu muerte. Hoy también
parece que el poder de las tinieblas estuviera triunfando. Pero sabemos que
en la cruz tú has vencido a las tinieblas. Porque tú que por amor te humillaste,
sufriste y moriste eres el que ha triunfado sobre todos los poderes de la
oscuridad. En este tiempo en que nos toca vivir, en medio de tantos temores e
incertidumbres, ayúdanos a reconocer tu rostro. Ayúdanos a renovar nuestra
fe en ti y a seguirte en el camino de la cruz. Muéstrate de nuevo al mundo en
esta hora y haz que se manifieste tu salvación. Te lo pedimos a ti que has
vencido a las tinieblas y has destruido a la muerte. Amén.
P: Santo Dios, santo y poderoso, santo y eterno.
C: Ten misericordia y óyenos.
Cantamos: //Señor recuérdame, cuando vengas en tu Reino//

DECIMA TERCERA ESTACIÓN - En la Décimo tercera Estación


contemplamos a Jesús bajado de la cruz
P: Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
C: Por tu santa cruz tú has redimido al mundo.
Escuchemos la Palabra de Dios: El centurión y los hombres que custodiaban a
Jesús, al ver el terremoto y todo lo que pasaba, se llenaron de miedo y dijeron:
¡Verdaderamente, este era el Hijo de Dios! Había allí muchas mujeres que miraban
de lejos: eran las mismas que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirlo.
Entre ellas estaban María Magdalena, María –la madre de Santiago y de José– y la
madre de los hijos de Zebedeo. Al atardecer, llegó un hombre rico de Arimatea,
llamado José, que también se había hecho discípulo de Jesús, y fue a ver a Pilato
para pedirle el cuerpo de Jesús y Pilato ordenó que se lo entregaran.
P: Oremos:
Señor, desde tu muerte tú iluminas para siempre la promesa del grano de
trigo del que procede el pan de vida, el pan del cielo en el cual te ofreces a ti
mismo. Ayúdanos a llenarnos de asombro, amor y alegría frente al misterio de
la vida que surge de la muerte. Renuévanos y fortalécenos en la esperanza y
ayúdanos a compartirla gozosamente con todo el mundo. Te lo pedimos a ti a
quien la muerte no pudo vencer. Amén.
P: Santo Dios, santo y poderoso, santo y eterno.
C: Ten misericordia y óyenos.
Cantamos: //Señor recuérdame, cuando vengas en tu Reino//

DÉCIMA CUARTA ESTACIÓN - En la Décima cuarta Estación


contemplamos a Jesús siendo sepultado
P: Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
C: Por tu santa cruz tú has redimido al mundo.
Escuchemos la Palabra de Dios: Entonces José tomó el cuerpo, lo envolvió en una
sábana limpia y lo depositó en un sepulcro nuevo que se había hecho cavar en la
roca. Después hizo rodar una gran piedra a la entrada del sepulcro.
P: Oremos:
Señor, tú que te entregaste al poder de la muerte y descendiste hasta lo más
profundo del infierno, mira en tu misericordia a nuestro mundo en tinieblas.
Ayúdanos a luchar con todas nuestras fuerzas para que se haga realidad la
promesa de vida abundante para todos los seres humanos. Que al proclamar
la vida y la resurrección podamos encender una luz de esperanza que
fortalezca la resistencia y nos ayude a construir otro mundo posible. Amén.
P: Santo Dios, santo y poderoso, santo y eterno.
C: Ten misericordia y óyenos.
Cantamos: //Señor recuérdame, cuando vengas en tu Reino//

PADRE NUESTRO

TRASLADO DE LA CRUZ AL ALTAR


P: Cuando contemplamos la cruz estamos contemplando el misterio del amor de
Dios manifestado en su plenitud. “Dios amó de tal manera al mundo, que dio a su
Hijo unigénito para que todo aquél que cree en él no muera, sino que tenga Vida
eterna”
P: Contemplemos el árbol de la cruz, donde estuvo clavado Aquél que es la
salvación del mundo.
C: Adoremos al Señor.
P: Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
C: Por tu santa cruz tú has redimido al mundo.
Pastor y Congregación: Oh Señor Jesucristo, Hijo del Dios vivo, te suplicamos
que pongas tu pasión, tu cruz y tu muerte entre tu juicio y nuestras almas,
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Concede misericordia y gracia a los vivos, descanso a los que durmieron en
la fe, paz y concordia a tu Iglesia, y a nosotros pecadores, la vida y la gloria
eternas.
Tú que vives y reinas con el Padre, en la unidad del Espíritu Santo, un solo
Dios por los siglos de los siglos. Amén.

También podría gustarte