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Artículo 30
Introducción histórica
Por Luis René Guerrero Galván y José Gabino Castillo Flores
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DR © 2016. Universidad Nacional Autónoma de México - Instituto de Investigaciones Jurídicas
Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión, LXIII Legislatura http://www.diputados.gob.mx/
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www.juridicas.unam.mx https://biblio.juridicas.unam.mx/bjv Libro completo en: https://goo.gl/qDhHWP
ció a los extranjeros que se avecindaran y juraran fidelidad al emperador y a las leyes.
Asimismo, se ofreció naturalizar a los extranjeros que hubieran prestado importantes
servicios al imperio, y a los que pudieren ofrecerle “útiles talentos, invenciones o in-
dustria”, así como a aquellos que formaran grandes establecimientos o adquirieran
grandes propiedades territoriales y pagaran contribuciones al Estado.
Un año más tarde, tras el derrocamiento de Iturbide, se pensó en constituir una
república federal en lugar de un imperio. En el Plan de la Constitución Política de 1823
se definió la nación mexicana como la sociedad de todas las provincias del Anáhuac o
Nueva España, que formaban un todo político.5 Misma apreciación encontramos, un año
más adelante, en el Acta Constitutiva de la Federación que, además, en su artículo 2°,
señalaba a la nación mexicana como libre e independiente para siempre de España y
de cualquier otra potencia; mientras que en su artículo 3° declaraba a la religión cató-
lica como la doctrina de la nación mexicana.6 Estos tres puntos se conservaron al redac-
tar la Constitución federal de 1824. Esta Carta Magna confirmaba, además, entre las
facultades del Congreso general, la de “establecer una regla general de naturalización”.7
Como se puede percibir, entre 1811 y 1824 ya se había definido la nacionalidad del
nuevo país y se habían sentado bases para la posible naturalización de extranjeros.
Así, en 1828 se promulgó la Ley Sobre la Naturalización de Extranjeros,8 donde
se plasmaron todos los lineamientos necesarios para la naturalización, tales como:
residencia de dos años continuos en el país, hacer solicitud ante el ayuntamiento co-
rrespondiente, profesar el catolicismo, poseer alguna industria útil y renta con qué
mantenerse. El solicitante debía renunciar a toda sumisión y obediencia a otra nación,
y garantizar que defendería la Constitución y leyes mexicanas. Este tema fue de suma
importancia porque en aquel entonces se iniciaban diversos proyectos de colonización
en el territorio mexicano. Y para ello, el Gobierno consideró como naturalizados a
quienes fueran a colonizar y además residieran un año en ese territorio.
En cuanto a la nacionalidad mexicana, las Leyes Constitucionales de 1836 la
definieron ampliamente. Se consideraba como nacionalizados a:
4
Reglamento Provisional Político del Imperio Mexicano, 1822, artículos 7° y 8°, disponible en http://www.ordenjuridi-
co.gob.mx/Constitucion/1823.pdf.
5
Plan de la Constitución Política de la Nación Mexicana, 1823, disponible en http://museodelasconstituciones.unam.
mx/1917/wp-content/uploads/1823/05/16-mayo-1823-Plan-de-la-Constituci%C3%B3n-Pol%C3%ADtica-de-la-
Naci%C3%B3n-Mexicana.pdf.
6
Idem.
7
Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos, 1824, disponible en http://www.ordenjuridico.gob.mx/Constitucion/
1824B.pdf.
8
Derechos del pueblo mexicano. México a través de sus constituciones, tomo II: “Comentarios, antecedentes y trayectoria
del articulado constitucional, artículos 16-35”, México, LXI Legislatura-Cámara de Diputados/Suprema Corte de Justicia/
Senado de la República/Instituto Federal Electoral/Tribunal Electoral/Miguel Ángel Porrúa, 2012, pp. 824-826.
Años más tarde, el Proyecto de Reformas a las Leyes Constitucionales de 1840 fue
más claro al especificar quiénes deberían ser considerados mexicanos por nacimiento
y por naturalización.10 A los mexicanos por nacimiento, señaló como tales a los nacidos
en el territorio, a los que estuvieran al momento de la Independencia y permanecieron,
a los nacidos fuera de la República, pero de padre mexicano por nacimiento (artículo
7°). En cuanto a los naturalizados, serían aquellos que, nacidos en la República, de
padre extranjero, permanecieron en ella hasta valerse por sí mismos; los no nacidos en
ella, pero que permanecieron y juraron sus leyes tras la Independencia.
Todas estas personas introducidas legalmente en el país podrían gozar de derechos
tales como adquirir bienes raíces (artículo 8°). Estos mismos lineamientos se mantu-
vieron en textos jurídicos posteriores, tales como el primer y segundo Proyecto de
Constitución y las Bases Orgánicas de la República, las dos de 1842.11 Cinco años más
tarde, el Acta Constitutiva y de Reformas estipuló en su artículo 1° que todo mexicano,
por nacimiento o por naturalización, que hubiera llegado a la edad de veinte años, “que
tenga modo honesto de vivir y que no haya sido condenado en proceso legal a alguna
pena infamante, es ciudadano de los Estados Unidos Mexicanos”.12
En la década de 1850, los diversos ordenamientos jurídicos que se elaboraron
contemplaron de manera clara la nacionalidad mexicana y los requisitos para natura-
lizarse por parte de los extranjeros. Los esfuerzos por colonizar el territorio desde 1823
dieron como resultado diversos proyectos en los cuales se indicaban los requisitos para
naturalizar a los colonos extranjeros. Esto continuó en la segunda mitad del xix.
9
Leyes Constitucionales, 1836, Ley primera, artículo 1°, fracciones I-VI, disponible en http://www.ordenjuridico.gob.
mx/Constitucion/1836.pdf.
10
Proyecto de reforma de la Nación Mexicana, su religión, territorio, condición general de sus habitantes, forma de
gobierno y división del Poder Supremo, 1840, título segundo, disponible en http://www.biblioteca.tv/artman2/pu-
blish/1840_145/Proyecto_de_reforma_de_la_Naci_n_Mexicana_su_relig_233_printer.shtml.
11
El artículo 11 de las Bases Orgánicas de la República expresó: “Son mexicanos: I. Todos los nacidos en cualquier
punto del territorio de la República, y los que nacieren fuera de ella de padre mexicano; II. Los que sin haber nacido en la
República, se hallaban avecindados en ella en 1821 y no hubieren renunciado su calidad de mexicanos: los que siendo na-
turales de Centro-América cuando perteneció a la Nación Mexicana se hallaban en el territorio de ésta, y desde entonces han
continuado residiendo en él; III. Los extranjeros que hayan obtenido u obtuvieren carta de naturaleza conforme a las leyes.
Artículo 12. Los nacidos en el territorio de la República de padre extranjero, y fuera de ella de padre mexicano que no estu-
viere en servicio de la República, para gozar de los derechos de mexicano, han de manifestar que así lo quieren. La ley de-
signará el modo de verificar esta manifestación y la edad en que deba hacerse. Artículo 13. A los extranjeros casados o que
se casaren con mexicana, o que fueren empleados en servicio y utilidad de la República, o en los establecimientos industria-
les de ella, o que adquirieren bienes raíces en la misma, se les dará carta de naturaleza sin otro requisito, si la pidieren”.
Bases Orgánicas de la República Mexicana, 1842, disponible en http://www.juridicas.unam.mx/infjur/leg/conshist/pdf/1842.
pdf.
12
Acta Constitutiva y de Reformas, 1847, disponible en http://www.ordenjuridico.gob.mx/Constitucion/1847.pdf.
1854.13 En ese decreto se estipuló que los extranjeros podrían considerarse naturaliza-
dos si se casaran con mexicana y manifestaran su deseo de permanecer en el país go-
zando de la calidad de mexicanos, lo cual debería manifestar dentro de un mes luego
del matrimonio. De manera que cuando en 1857 se promulgó la Constitución más im-
portante del siglo, ya estaban bien determinados todos los puntos referentes a la materia
de la ciudadanía mexicana. En su artículo 30, de la primera a la tercera fracción, seña-
laba lo siguiente:
Son mexicanos:
I. Todos los nacidos dentro o fuera del territorio de la República, de padres mexicanos.
II. Los extranjeros que se naturalicen conforme a las leyes de la Federación.
III. Los extranjeros que adquieran bienes raíces en la República o tengan hijos mexicanos,
siempre que no manifiesten la resolución de conservar su nacionalidad.14
Como puede apreciarse, en esos tres puntos la Constitución del 57 condensó todo
lo ordenado hasta entonces sobre la materia. En casos de dudas y como refuerzo a lo seña-
lado en el texto constitucional, existían las leyes y decretos, como el que hemos men-
cionado arriba sobre extranjería. Lo establecido en la Constitución era tan claro que
incluso cuando Maximiliano de Habsburgo decretó su Estatuto Provisional Político en
1865, mientras gobernaba como emperador del Segundo Imperio Mexicano, conservó
el texto cambiando únicamente el término República por Imperio.15
Sin embargo, y como se sabe, dicho imperio fue efímero y la Constitución recobró
toda su vigencia desde 1867. Se mantuvo así hasta que el Partido Liberal Mexicano
(plm), en su programa elaborado en 1906, propuso como reforma a dicho texto el que
los extranjeros no fueran considerados naturalizados por el simple hecho de adquirir
bienes raíces.16 Se debe recordar que este requisito se había considerado desde la
década de 1820. El señalamiento del plm no era menor, entonces estaba en debate la na-
turalización de los extranjeros; por esa razón, tras el triunfo constitucionalista, se decretó
una revisión de dicho texto constitucional.
En su Proyecto de Constitución de 1916, Venustiano Carranza17 clarificó estos
puntos, ordenando que para la naturalización los extranjeros debieran hacer petición
ante la Secretaría de Relaciones Exteriores, aunque hubieran nacido en la República.
Cuando un año más tarde se proclamó la Constitución, se anexó además que serían
naturalizados los “indolatinos” que se avecindaran en la República y manifestaran su
deseo de adquirir la nacionalidad mexicana.
13
Derechos del pueblo mexicano…, op. cit., p. 829.
14
Constitución Política de la República Mexicana de 1857, disponible en http://www.juridicas.unam.mx/infjur/leg/
conshist/pdf/1857.pdf.
15
Estatuto Provisional del Imperio Mexicano, 1865, artículo 53, disponible en http://www.ordenjuridico.gob.mx/Cons
titucion/1865.pdf.
16
Programa del Partido Liberal Mexicano de 1906, disponible en http://www.ordenjuridico.gob.mx/Constitucion/CH6.
pdf.
17
Derechos del pueblo mexicano…, op. cit., p. 832.
Artículo 30
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Artículo 30
39 Introducción
Con base en el artículo 73, fracción XVI, de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos, se expidió la Ley de Nacionalidad, publicada en el Diario Oficial
de la Federación el 23 de enero de 1998, que regula la nacionalidad mexicana para las
personas físicas y jurídicas. El 20 de marzo de 1998 entró en vigor la Ley de Na-
cionalidad que reglamenta los artículos 30, 32 y 37, apartados A y B de la Constitu-
ción, reformados el 20 de marzo de 1997, con entrada en vigor el 20 de marzo de 1998. Esta
reforma constitucional con fecha 20 de noviembre de 1996 el Ejecutivo la envió a la
Cámara de Senadores y en ella se asentaba que:
Fue aprobada por el Poder Legislativo federal el 5 de diciembre de 1996; es, por
tanto, la reforma del artículo 30 objeto del presente comentario.
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Comentario | Artículo 30
Constitucional para la Libertad de la América Mexicana, en su artículo 13 estableció:
“Se reputan ciudadanos de esta América todos los nacidos en ella”. Es una clara con-
sagración del ius soli, que tiene como meta detener la dominación española. Sólo se
hace una concesión para naturalizar a extranjeros en el artículo siguiente, es decir, en
el artículo 14, donde se estipula:
Los extranjeros radicados en este suelo, que profesaren la religión católica, apostólica, ro-
mana y no se opongan a la libertad de la Nación, se reputarán también ciudadanos de ella,
en virtud de carta de naturaleza que se les otorgará y gozarán de los beneficios de la ley.
Americanos: Bajo cuyo nombre comprendo no únicamente los nacidos en América, sino a
los europeos, africanos y asiáticos, que en ella residen […] Todos los habitantes de él [se
refiere al imperio mexicano], sin otra distinción que su mérito y virtudes, son ciudadanos
idóneos para aportar cualquier empleo.
decreto; por el otro, el 14 de abril de 1828 se expidió una ley que precisó las reglas
aplicables para dar cartas de naturaleza: se exigió una residencia de dos años continuos
y se estableció un procedimiento judicial y administrativo para obtener la naturaliza-
ción, además de la obligación de renunciar a ciertos títulos, condecoraciones o gracias.
En dicha ley se establecía una presunción legal en cuya virtud se adoptaba el ius
sanguinis, al indicar: “Los hijos de los ciudadanos mexicanos que nazcan fuera del
territorio de la Nación, serán considerados como nacidos en él”.
Evidentemente, en esta legislación se puede apreciar un procedimiento de natu-
ralización muy semejante al que consagra la legislación vigente. Las variantes se dieron
manteniendo los sistemas principales: ius soli y ius sanguinis, y agregando el requisi-
to del domicilio o la opción. En las Siete Leyes Constitucionales de 1836, es decir, en
la Constitución de ese año, se combinan los factores mencionados anteriormente.
Como veremos más adelante, en la Constitución de 1857 predominó el ius sanguinis.
A pesar de haberse formado, originariamente, nuestro pueblo por los nacidos en el
territorio mexicano, las Siete Leyes Constitucionales del 29 de diciembre de 1836
atribuyen la nacionalidad no solamente a los nacidos en México, sino también a los
hijos de mexicanos. Ya en esta Constitución se observa la posibilidad de establecer un
sistema híbrido (compuesto por la asimilación del ius sanguinis y del ius soli). La primera
Ley Constitucional establece en su artículo 1º lo siguiente:
Son mexicanos:
I. Los nacidos en el territorio de la República, de padre mexicano por nacimiento o por
naturalización (combinación del ius soli y del ius sanguinis);
II. Los nacidos en país extranjero de padre mexicano por nacimiento, si al entrar en el
derecho de disponer de sí, estuvieren radicados en la República o avisaren que resuelven
hacerlo, y lo verificasen dentro del año después de haber dado el aviso (combinación del
ius sanguinis y del ius domicili);
III. Los nacidos en territorio extranjero de padre mexicano por naturalización, que no haya
perdido esta cualidad, si practican lo prevenido en el párrafo anterior (combinación del ius
sanguinis y del ius domicili);
IV. Los nacidos en el territorio de la República de padre extranjero y que hayan permane-
cido en él hasta la época de disponer de sí, y dado al entrar en ella el referido aviso (ius
soli condicionado por el ius domicili);
V. Los no nacidos en él, que estaban fijados en la República cuando ésta declaró su inde-
pendencia, juraron el acta de ella y han continuado residiendo aquí (ius domicili);
VI. Los nacidos en territorio extranjero que, introducidos legalmente después de la
independencia, hayan obtenido carta de naturalización con los requisitos que prescriben
las leyes (esta fracción se refiere a la nacionalidad mexicana por naturalización, que se
obtenía en forma voluntaria expresa).
Por otra parte, esta Ley Fundamental prevé diversas causas de pérdida de la na-
cionalidad mexicana y la posibilidad de recuperar la calidad de mexicano. Asimismo,
establece los requisitos para ser ciudadanos mexicanos; en principio, por influencia de
la Constitución de Cádiz de 1812 realiza una clara distinción entre mexicano y ciuda-
Comentario | Artículo 30
evolución sobre el ordenamiento de 1836, dividiendo la nacionalidad por nacimiento
de la naturalización, y estableciendo en el artículo 7.o del Proyecto de 1840 lo siguiente:
Son mexicanos:
I. Los nacidos en territorio de la Nación o fuera por naturalización (ius soli y ius sanguinis);
II. Los no nacidos en el territorio de la nación que estaban avecindados en él en 1821, y
que no han perdido la vecindad (ius soli y ius domicili);
III. Los que habiendo nacido en territorio que fue parte de la Nación han continuado en
ésta su vecindad (ius soli y ius domicili);
IV. Los nacidos en el territorio de la nación de padre extranjero, si durante el primer año de
su nacimiento no manifestase el padre que quiere que su hijo sea considerado como extran-
jero (ius soli sujeto a una condición resolutoria que dependía de la voluntad del padre);
V. Los extranjeros que adquieran legítimamente bienes raíces en la República, o que se
casen con mexicana, y los que, aunque no tengan estas cualidades, adquieran carta de
naturaleza por las circunstancias que determinan las leyes.
Este proyecto era inferior al de 1840, ya que no hacía distinción entre la naciona-
lidad de origen y la adquirida. Se establecieron dos tipos de nacionalidad mexicana
por naturalización: de un lado la oficiosa, al contraer matrimonio con mexicana y por
adquirir bienes raíces en la República; y de otro lado la voluntaria, cuando se adquie-
re carta de naturalización. Posteriormente, se añadió la palabra “federal”. Esto fue
motivo de largas discusiones, por lo que el proyecto volvió a la Comisión de Constitu-
Son mexicanos:
I. Los nacidos en el territorio de la Nación (consagración exclusiva del ius soli);
II. Los nacidos fuera de él, de padre o madre mexicanos (ius sanguinis, con la particulari-
dad además del exclusivismo de esta característica, y además de la igualdad respecto del
sexo de los progenitores);
III. Los no nacidos en el territorio de la Nación, que estaban avecindados en él en 1821 y
que no han perdido la vecindad (ius domicili);
IV. Los que habiendo nacido en el territorio que fue parte de la Nación han continuado en
ésta su vecindad (ius soli e ius domicili);
V. Los extranjeros que obtengan la naturalización conforme a las leyes;
VI. Los que adquieran bienes raíces en la República.
Son mexicanos:
I. Todos los nacidos en cualquier punto del territorio de la República (ius soli) y los que
nacieran fuera de ella de padre mexicano (ius sanguinis con una referencia exclusiva del
padre);
II. Los que sin haber nacido en la República, se hallaban avecindados en ella en 1821, y
Comentario | Artículo 30
no hubieran renunciado a su calidad de mexicanos; los que siendo naturales de Centroa-
mérica cuando perteneció a la nación mexicana se hallaban en el territorio de ésta, y
desde entonces han continuado residiendo en él (consagración del ius domicili, pero con-
dicionado a la renuncia obligatoria y al acontecimiento histórico de la segregación de
Centroamérica del territorio nacional);
III. Los extranjeros que hubieren obtenido u obtuvieren carta de naturaleza conforme a las
leyes (nuevamente, se incurre en el viejo error de mezclar a los mexicanos por nacimiento
y a los mexicanos por naturalización).
la siguiente manera:
Son mexicanos:
I. Todos los nacidos, dentro o fuera del territorio de la República, de padres mexicanos
(consagración del ius sanguinis).
II. Los extranjeros que se naturalicen conforme a las leyes de la Federación.
III. Los extranjeros que adquieran bienes raíces en la República (nótese el interés econó-
mico) o tengan hijos mexicanos, siempre que no manifiesten resolución de conservar su
nacionalidad (una naturalización oficiosa aunque supeditada a una condición resolutoria
de tipo voluntario).
[la Constitución de 1857] deja a un lado a todos aquellos individuos francamente asimila-
bles al pueblo mexicano, como los criollos a quienes les niega la nacionalidad. […] Otro
error digno de mencionarse es que, completando el cuadro de desconocimiento del proce-
so de formación de nuestro pueblo, da facilidades extremas a los extranjeros para adquirir
la nacionalidad mexicana, sin que los constituyentes hubiesen meditado sobre los múltiples
problemas y peligros que suscitaría una actitud semejante.
Comentario | Artículo 30
sencia de individuos con doble nacionalidad. No hay que olvidar que esta Constitución
y su ley reglamentaria: la Ley de Vallarta de 1886, determinó la preeminencia del ius
soli o del ius sanguinis, de las corrientes dominantes, de la influencia de las doctrinas
europeas o de las circunstancias políticas relacionadas con la inmigración extranjera
en el país, tal y como expresa Laura Trigueros.
Definitivamente, la Constitución de 1857 y su artículo 30 es el antecedente más
inmediato del actual artículo 30 constitucional, que contiene las líneas generales: en
materia de empleos los mexicanos se preferían a los extranjeros, en igualdad de cir-
cunstancias, para todos los empleos (artículo 32); los extranjeros tenían derecho o
gozaban de las garantías individuales que la misma Constitución otorgaba (artículo 33);
la ciudadanía que la tenían todos los mexicanos de 18 años, con un modo honesto de
vivir, traía aparejada los derechos políticos (artículo 35); la ciudadanía se perdía por
“naturalización en país extranjero” (artículo 37).
Como indicamos, el Congreso de la Unión, a iniciativa del presidente de la Repú-
blica, general Porfirio Díaz, expidió el 28 de mayo de 1886 la Ley de Extranjería y
Naturalización, conocida como Ley o Tesis de Vallarta. Vallarta intenta corregir el
texto constitucional de 1857 que juzga no conforme a nuestra realidad sino a los prin-
cipios expuestos por los tratadistas, haciendo de su ley una ley inconstitucional en
muchos de sus preceptos, y descuidando la realidad mexicana. Al decir de Trigueros
Saravia, la Ley de 1886 además de aumentar las bases constitucionales en materia de
nacionalidad, complementaba estos preceptos que se mostraban incompletos por falta
de reglamentación.
En la Ley Vallarta de 1886 quedan establecidas dos ideas: 1) la de reintegrar a los
que hubieren perdido la nacionalidad por causas ajenas a su voluntad, incluso cuidan-
do de los mexicanos que quedaron en territorios que no eran ya parte de la República,
y 2) calificando de extranjeros a los mexicanos que se nacionalizaren en otros países.
Por otro lado, debemos comentar que la Ley Vallarta en su artículo 4.o, inciso III, cas-
tigaba con la pérdida de la nacionalidad al mexicano que se ausentara del país sin
permiso y por un periodo de 10 años.
Se acoge, principalmente, el sistema del ius sanguinis, ya que según Vallarta era
el más conveniente para nuestro país; entre otros motivos por ser el que los países
europeos habían preconizado, despreciándose el sistema americano del ius soli. Cabe
destacar que tal opción y justificación no eran las más apropiadas, ya que las necesi-
dades eran distintas en un país europeo y en un país americano.
Posteriormente, con el triunfo de las fuerzas constitucionalistas, en septiembre de
1916 se convocó a una Convención Constituyente con el encargo de elaborar una nue-
va Constitución que sustituyera a la de 1857, adaptando a la ley suprema las transfor-
maciones del orden social, económico y laboral de los nuevos tiempos. Se trataba de
ajustar las normas jurídicas que determinasen los requisitos de integración de la po-
blación mexicana y la realidad circundante. Ya en el texto original de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos del 5 de febrero de 1917, con entrada en
vigor el primero de mayo del mismo año, se distingue, por primera vez, con nitidez
entre los mexicanos por nacimiento y los mexicanos por naturalización. Se vuelve al
Sección tercera | Volumen VII
sistema mixto:
1. Al ius sanguinis y al ius soli como medios para adquirir la nacionalidad, exigiendo a los
hijos de padres extranjeros nacidos en la República que dentro del año siguiente a su
mayoría de edad optaran por alguna nacionalidad, que de ser la mexicana debían acreditar
que residieron en el país los seis años anteriores a dicha manifestación.
2. Contempló solamente dos especies de naturalización:
— La originaria, para individuos con cinco años consecutivos de residencia en el país, que
tuvieran un modo honesto de vivir y mediante tramitación de su carta de naturalización
ante la Secretaría de Relaciones Exteriores.
— La privilegiada, para indolatinos que se avecinaran en el país y manifestaran su deseo
de adquirir la nacionalidad mexicana.
El 18 de enero de 1934, para vincular a todos los individuos que tuvieran un lazo
con el país, fue reformado el artículo 30, quedando redactado de la siguiente manera:
Comentario | Artículo 30
I. Los extranjeros que obtengan de la Secretaría de Relaciones Exteriores su Carta de
Naturalización;
II. La mujer extranjera que contraiga matrimonio con mexicano y tenga o establezca su
domicilio dentro del territorio nacional.
Hay que destacar que en esta reforma se ampliaron los supuestos, no obstante, el
ius sanguinis únicamente se admite por línea paterna, ya que la madre no podía impri-
mir la nacionalidad mexicana, a menos que el padre fuera desconocido. Arellano Gar-
cía añade que, asimismo, se otorgaba automáticamente la nacionalidad mexicana a la
mujer extranjera que contrajera matrimonio con mexicano y residiera en el país, pero
no en el caso contrario. Debido a ello, para otorgar igualdad de derechos al varón y a
la mujer se realizaron dos reformas más:
Política, nuestra Carta Magna, cuya reglamentación, con base en el artículo 73 consti-
Sección tercera | Volumen VII
I. Los extranjeros a quienes de acuerdo con la presente ley la Secretaría les otorgue carta
de naturalización;
II. La mujer o varón extranjeros que contraigan matrimonio con varón o mujer mexicanos
y tengan o establezcan su domicilio conyugal dentro del territorio nacional.
El artículo 8º declara: “Se presume, salvo prueba en contrario, que el niño expó-
sito hallado en el territorio nacional ha nacido en éste”. Este artículo establece una
presunción iuris tantum, pero sin ningún fundamento constitucional, que obedece a la
voluntad del legislador de cumplir con el principio de que todo individuo debe tener
una nacionalidad y debe tenerla desde su nacimiento. Junto con el articulado de la Ley
de Nacionalidad de 1993, debemos transcribir el artículo 30 constitucional en vigor
en ese momento hasta 1998:
cana (ius soli), lo cual tuvo una gran trascendencia en México, en virtud de los flujos mi-
Comentario | Artículo 30
gratorios de países como Guatemala, El Salvador y Honduras, dados los conflictos internos
que en su momento experimentaron. Así, del artículo anterior se deriva una naciona-
lidad originaria y para obtenerla se utilizan dos criterios: el ius soli (art. 30, inciso A,
fracciones I y III de la Constitución, y el art. 6º, fracción III, de la Ley de Nacionalidad),
y el ius sanguinis (art. 30, inciso A, fracción II, de la Constitución, y art. 6º, fracción
II, de la Ley de Nacionalidad).
Sin embargo, la Ley de Nacionalidad de 1993 no previó el ius domicili como re-
quisito para adquirir la nacionalidad mexicana de origen, lo cual nos parece funda-
mental en esta época, ya que el Estado tiene la necesidad de impedir la presencia en
su territorio de individuos que no tengan una efectiva vinculación con el Estado mexi-
cano. Por otro lado, de acuerdo con el texto anteriormente transcrito, la nacionalidad
mexicana también es susceptible de atribuirse mediante el proceso de naturalización,
conocido de otra forma como: nacionalidad no originaria o derivada (art. 30, apartado
B de la Constitución, y art. 7º de la Ley de Nacionalidad), en el que el requisito de
residencia en el territorio nacional es de suma importancia.
El apartado B del artículo 30, fracción I, no sufrió modificaciones en 1998, dejan-
do abierta la posibilidad de que las leyes secundarias dicten la normatividad para
obtener la nacionalidad mexicana por la vía de naturalización. El requisito del ius
domicili es de trascendencia para otorgar la nacionalidad mexicana por naturalización;
para demostrarlo, estaban los preceptos que establecía la Ley de Nacionalidad en el
capítulo relativo a la naturalización; es decir, el artículo 14 de la citada ley (referente
al proceso de naturalización considerada como voluntaria ordinaria), mediante la soli-
citud que deberá realizar el extranjero a la Secretaría de Relaciones Exteriores para
naturalizarse mexicano, y que establecía que el extranjero interesado en adquirir la na-
cionalidad mexicana debía acreditar, además de saber hablar el idioma español, su
integración a la cultura nacional, tener domicilio dentro del territorio nacional y “pro-
bar su residencia legal en el país de por lo menos cinco años inmediatamente anterio-
res a la solicitud de naturalización, además de no haber interrumpido esa residencia”.
Por su parte, el artículo 15 de la Ley de Nacionalidad establecía a los extranjeros
que deseasen naturalizarse como mexicanos un requisito de residencia en el país de
un periodo mayor de dos años anteriores a la solicitud, cuando dicho extranjero tuvie-
se hijos mexicanos por nacimiento, fuese originario de un país latinoamericano o de la
península ibérica; o hubiese prestado servicios o realizado obras destacadas que be-
neficien a la nación (la llamada naturalización voluntaria privilegiada). Asimismo, el
principio del ius domicili aparece nuevamente en el artículo 16 de la Ley de Naciona-
lidad y en el artículo 30 constitucional al establecer la naturalización de la mujer o
varón extranjeros que contrajeran matrimonio con nacional, siempre y cuando tuviesen
o estableciesen su domicilio en territorio mexicano (la llamada naturalización automá-
tica o de oficio).
La Ley de Nacionalidad de 1993 sostenía de forma categórica: “La nacionalidad
mexicana deberá ser única”, lo cual viene a ser una tautología, ya que la nacionalidad que
otorga un Estado es única, respecto a ese Estado y su legislación interna, y nunca
doble o múltiple. “Por definición, un Estado soberano sólo puede atribuir una sola
Sección tercera | Volumen VII
ser descendiente en línea recta en segundo grado de un mexicano por nacimiento, siem-
Comentario | Artículo 30
pre que no cuente con otra nacionalidad al momento de la solicitud, y el caso de la no
pérdida de nacionalidad mexicana por disolución del matrimonio.
a) Diario Oficial de la Federación del 18 de enero de 1934: “Se precisan las condiciones
para adquirir la nacionalidad mexicana: por nacimiento o por naturalización”;
b) Diario Oficial de la Federación del 26 de diciembre de 1969: “La reforma posibilita a
la madre mexicana para que su hijo nacido en el extranjero sea mexicano”;
c) Diario Oficial de la Federación del 31 de diciembre de 1974: “Se faculta al varón ex-
tranjero que contraiga matrimonio con mujer mexicana a adquirir la nacionalidad mexica-
na por naturalización”;
d) Diario Oficial de la Federación del 20 de marzo de 1997:
I) Son mexicanos por nacimiento: […]
II. Los que nazcan en el extranjero, hijos de padres mexicanos nacidos en territorio nacio-
nal, de padre mexicano nacido en territorio nacional, o de madre mexicana nacida en te-
rritorio nacional;
III. Los que nazcan en el extranjero, hijos de padres mexicanos por naturalización, de
padre mexicano por naturalización, o de madre mexicana por naturalización, y
IV. Los que nazcan abordo de embarcaciones o aeronaves mexicanas, sean de guerra o
mercantes.
ii) Son mexicanos por naturalización: […]
II. La mujer o el varón extranjeros que contraigan matrimonio con varón o con mujer mexi-
canos, que tengan o establezcan su domicilio dentro del territorio nacional y cumplan con
los demás requisitos que al efecto señale la ley.
Se detalla, sin ninguna necesidad, que los hijos mexicanos por nacimiento (aparta-
do A, fracción II) o por naturalización (apartado A, fracción III) y nacidos en el extran-
jero son mexicanos de origen, transmitiendo la nacionalidad tanto el padre como la
madre. En la fracción III, al igual que en la fracción II, se presenta una hipótesis en
la cual una persona nacida en el extranjero, de padres de nacionalidad mexicana por
naturalización, será mexicana. Ahora bien, como decíamos, los hijos de esta persona
mexicana que nazcan en el extranjero no podrán tener la nacionalidad mexicana, ya que
no se cumplirá con el requisito de haber nacido en territorio mexicano. La fracción III
evita o trata de evitar que existan connacionales desvinculados con el Estado mexicano;
también está presente la posibilidad de la múltiple nacionalidad y, además, reitera que
no se aplica el principio o criterio de atribución de la nacionalidad del ius sanguinis.
La fracción IV otorga la nacionalidad mexicana a los individuos que nacen en
embarcaciones o aeronaves mexicanas, sean de guerra o mercantes, en el supuesto de
considerar a dichas embarcaciones o aeronaves como una extensión del territorio mexi-
cano, y en aplicación del ius soli los nacidos abordo de ellas también adquieren la
nacionalidad; sin embargo, este hecho puede presentarse por mera casualidad, por lo
que es posible otorgar la nacionalidad mexicana a individuos totalmente desvinculados
del Estado mexicano. Precisamente, la actual Ley de Nacionalidad trata de evitar que
adquieran la nacionalidad personas que no posean vínculos con México.
Si tomamos como punto de partida los artículos 27 y 42 constitucionales, que se
refieren al territorio, no encontramos a las embarcaciones y aeronaves como parte de él;
por lo tanto, podemos concluir que los mexicanos referidos en la fracción IV no se
Comentario | Artículo 30
fracción II; además, se debe tomar en cuenta una cuestión práctica en la cual las mu-
jeres que están en los últimos meses de su embarazo, por regla general y por prescrip-
ción médica, no viajan en embarcaciones o aeronaves. Manuel Becerra expresa:
Otra situación que hay que tomar en cuenta, es la de los hijos de extranjeros que hayan
nacido en el territorio que ocupan las embajadas mexicanas. No es una hipótesis lejana
que se da con los asilados en las representaciones mexicanas en el extranjero. Sería lógico que
los niños nacidos en tales circunstancias también tuvieran la nacionalidad mexicana.
Por último, en cuanto a la reforma del apartado B, fracción II, del citado artículo
constitucional, parece tener como objetivo principal, al agregar la expresión: “y cum-
plan con los demás requisitos que al efecto señale la ley”, evitar fraude a esa legislación;
es decir, alude a la posibilidad de celebrar matrimonios de extranjeros con nacionales
con el objetivo de obtener la nacionalidad mexicana al exigir el cumplimiento de los
demás requisitos secundarios que establezcan las leyes reglamentarias; por ello, tanto
el hombre como la mujer que se casen con mexicana o mexicano deberán solicitar
expresamente su nacionalidad mexicana, así se quita a esa atribución el carácter de
automática. En realidad hablamos de una nacionalidad privilegiada a favor del cónyu-
ge del mexicano, por lo cual estimamos de nuevo innecesaria la reforma, pues compe-
te a la ley reglamentaria precisar la disposición constitucional, tal y como hasta la fecha
se ha estado realizando en las respectivas leyes de nacionalidad.
Elementos de la nacionalidad
Por otra parte, siguiendo una continuidad reflexiva de los conceptos jurídicos de nacio-
nalidad podemos extraer o destacar tres elementos esenciales de la nacionalidad, que
son: el Estado que otorga la nacionalidad, el individuo que la recibe y su nexo o vínculo.
El elemento activo lo constituye el Estado, que lo otorga unilateral y discrecional-
mente. El segundo de los elementos enunciados lo forma el llamado elemento pasivo
que es el individuo que la recibe. Las personas jurídicas (o morales) y algunas cosas
también pueden ser elementos pasivos para recibir la nacionalidad, aunque al respec-
to hay diversidad de pareceres que posteriormente analizaremos.
No obstante, hay que destacar que existen casos, más de los que desearíamos, en
los cuales por diversos motivos algunas personas no tienen nacionalidad y se les cono-
ce como apátridas, apoloides o heimatloses.
Y con respecto al nexo o vínculo de nacionalidad hay que distinguir tres criterios:
el ius sanguinis, el ius soli y el ius domicili; es decir, son los criterios que adopta un
determinado Estado y que relaciona a un individuo con dicho Estado.
Elemento activo. La nacionalidad únicamente puede otorgarla un Estado soberano,
es decir, capaz de gestarse y constituirse por sí mismo, cuyo poder no reconozca ningún
otro que lo condicione dentro de sus límites de validez, y sus facultades de “autode-
Comentario | Artículo 30
nacionalidad, requiere para cumplir con este cometido al individuo como elemento
indispensable, considerado el fundamento que actúa como receptor de la misma. El
Estado necesariamente requiere del grupo nacional como elemento de existencia, afir-
mando que es el individuo que la recibe el elemento pasivo de la nacionalidad; los in-
dividuos, sujetos a la relación que instituye la nacionalidad, tienen reconocidos derechos
y obligaciones en cuanto a la atribución de la misma.
En principio, los derechos que le son reconocidos al individuo son, entre otros, y
salvo disposiciones que establezca la ley: la capacidad de todo individuo para optar
por la nacionalidad que le convenga; poder cambiar de nacionalidad; renunciar a ella
y adquirir otra en lo sucesivo.
Asimismo, el Estado, en sus ordenamientos jurídicos, dispone de una serie de li-
mitaciones frente a sus nacionales, como son: que ninguna persona debe carecer de
nacionalidad, además, el derecho de renuncia se condiciona por la previa adquisición
de una nueva nacionalidad; paralelamente, la persona tiene derecho a solicitar la
atribución de una nacionalidad, mas no lo tiene a que se le atribuya. Sin embargo, aun
cuando se admita la libertad absoluta del individuo para renunciar o cambiar de na-
cionalidad, se requiere siempre del reconocimiento del Estado receptor para que tal
acción tenga plenos efectos. El nacional está “obligado a prestar a su Estado todo su
apoyo y cooperación para garantizar su existencia y su permanencia y la realización de
sus fines en mejoría del pueblo”.
De igual manera, el individuo tiene derecho a gozar, como parte fundamental de
la población, de un determinado Estado y de la protección del mismo. El Estado está
obligado a proporcionar a sus miembros esta finalidad en el contexto interno y, como
ya lo comentamos en otras ocasiones, debe brindar a los individuos los elementos
necesarios para obtener la satisfacción de sus necesidades. La posición en que se
encuentra el individuo frente a un Estado, con respecto a la atribución de la nacio-
nalidad, tiene el carácter de pasiva; sin embargo, el individuo frente al Estado de
que es miembro también tiene una actuación activa respecto a la formación del de-
recho y a la sustentación del poder coactivo de éste. No obstante, esta intervención
activa de parte del pueblo en la formación del orden jurídico general es la que en
nuestro derecho constitucional se comprende bajo la designación de ciudadanía y
que ampliamente han estudiado Jorge Carpizo y Diego Valadés, entre otros doctrina-
rios mexicanos.
El individuo es la persona o sujeto al cual se le atribuye la nacionalidad y sola-
mente puede ser una persona física, ya que la nacionalidad supone la integración del
pueblo y del Estado, y por ello las personas morales, que no son más que los medios
legales que determina el Estado para que un grupo de personas físicas se reúna para
llegar o cumplir con un fin común, no pueden estar comprendidas dentro del pueblo
del Estado. Sin embargo, hay autores que afirman que las personas morales sí tienen
nacionalidad, ya que es un hecho que no se puede ignorar, pero al tratar de caracteri-
zarla llegan a desnaturalizar lo que se ha definido como nacionalidad, ya que los
supuestos y las consecuencias son totalmente distintos.
La existencia de las personas morales se debe a una creación del derecho y por lo tanto no
debemos buscar su nacionalidad como un punto de conexión para un determinado sistema
jurídico, sino que lo más conveniente es buscar su estatuto jurídico que lo regule y lo
identifique como centro de obligaciones y derechos.
Comentario | Artículo 30
es una situación que opera por el derecho mismo, independientemente de las inclina-
ciones o determinaciones particulares del hombre o del que gobierna.
Debido a la existencia del vínculo jurídico de la nacionalidad, el Estado puede
imponer su nacionalidad a todos aquellos individuos que estén al alcance de su fuerza
coactiva, de acuerdo con los ordenamientos jurídicos que señalan quienes de entre los
hombres han de integrar su pueblo, es decir, atendiendo a aquellas disposiciones que
el Estado establezca para atribuir su nacionalidad. Son tres los grandes principios
clásicos en que se dividen las legislaciones en el mundo:
Este criterio fue seguido por Roma, era forzosamente ciudadano romano aquel que
tenía por padre a un ciudadano romano, cualquiera que fuese el lugar del nacimiento
del hijo.
Hay naciones que en sus legislaciones establecen una mezcla de dos o tres de los
criterios indicados, son las denominadas posturas eclécticas. A modo de conclusión,
la reforma constitucional del artículo 30 ahonda en la distinción entre mexicanos de
origen y mexicanos por naturalización.
Surge, en esta dirección, una discriminación en contra de los mexicanos por natu-
ralización. Restringir al extranjero —que decidió y se comprometió a ser leal a la nación
mexicana, que renunció a su nacionalidad de origen— la posibilidad de optar a la doble
nacionalidad es crear nacionales de segunda. Nuestros legisladores hubieran podido
hacer uso de la comparación para estudiar aquellos países que se encuentran más avan-
zados en este tipo de legislación, y así constatar que la mayoría de la normatividad al
respecto da un lugar de verdadera preponderancia a los nacionales por naturalización.
La utilidad de la comparación no solamente estriba en conocer mejor la esencia de
nuestro derecho, sino en mejorar, precisamente, nuestro derecho.
Con la actual redacción subyacen limitaciones. En el momento en el que se agregó
el requisito de que los padres deben de haber nacido en territorio nacional, se limita
la nacionalidad mexicana de origen para los nacidos en el extranjero, a la primera
generación; es decir, los mexicanos nacidos en el extranjero, cuyos padres sean mexi-
Sección tercera | Volumen VII
Derecho comparado
Hay autores que se cuestionaron la necesidad de una reforma de esta envergadura para
proteger a nuestros connacionales en el extranjero, concretamente en los Estados Uni-
dos de América. Opinan que incluso con la reforma en vigor no se solventarán los
problemas que subyacen en la comunidad mexicana residente en Estados Unidos, por
ejemplo. Si realizamos un repaso, sucinto, por el ámbito internacional y comparamos
algunas de las más modernas y actuales Constituciones latinoamericanas, fundamen-
talmente, tenemos que poco difieren del vigente artículo 30 constitucional mexicano
en cuanto al establecimiento de la nacionalidad por nacimiento o de origen, y la natu-
ralizada o derivada.
Así, en Bolivia, su Constitución reformada el 20 de febrero de 2004 establece en
su artículo 36 que:
Comentario | Artículo 30
c) Que ejerzan funciones educativas, científicas o técnicas;
3. Los extranjeros que a la edad legalmente requerida presten el servicio militar;
4. Los extranjeros que por sus servicios al país la obtengan de la Cámara de Senadores.
ce en su artículo 13 que:
Aquí, quizás la observación más notoria sería la diferencia de los plazos para poder
obtener la naturalización, 7 años, y la insistencia en reconocer a la mujer extranjera su
nacionalidad por naturalización al casarse con costarricense y dejar sin contemplar al
hombre extranjero.
Cuba, en su Constitución reformada en 1992 establece en su artículo 28: “La
ciudadanía cubana se adquiere por nacimiento o por naturalización”. Y según el artí-
culo 29:
Comentario | Artículo 30
que hayan perdido la ciudadanía cubana, siempre que la reclamen en la forma que señala
la ley;
d) Los extranjeros que por méritos excepcionales alcanzados en las luchas por la liberación
de Cuba fueron considerados ciudadanos cubanos por nacimiento.
Son muchas más las Constituciones latinoamericanas que pudieran ser objeto de
Sección tercera | Volumen VII
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Artículo 30
Trayectoria constitucional
30 Primera reforma
Diario Oficial de la Federación: 18-I-1934
XXXV Legislatura (1-IX-32/31-VIII-34)
Presidencia de Abelardo L. Rodríguez, 3-IX-32/30-XI-34
Segunda reforma
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XLVII Legislatura (1-IX-67/31-VIII-70)
Presidencia de Gustavo Díaz Ordaz, 1-XII-64/30-XI-70
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mexicano.
Tercera reforma
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XLIX Legislatura (1-IX-73/31-VIII-76)
Presidencia de Luis Echeverría Álvarez, 1-XII-70/30-XI-76
Se faculta al varón extranjero que contraiga matrimonio con mujer mexicana a adquirir
la nacionalidad mexicana por naturalización.
Cuarta reforma
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LVI Legislatura (1-XI-94/31-VIII-97)
Presidencia de Ernesto Zedillo Ponce de León, 1-XII-94/30-XI-00
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Quinta reforma