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El temible Doctor K
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ANALÍA KALINEC
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Analía con su padre, Eduardo Emilio Kalinec.
Analía Kalinec. 40 años. Ojos claros, grandes y
silenciosos. Se presenta: "Soy maestra, psicóloga, mamá
de dos... y también la hija de un genocida".
"Mi papá nació en 1952, en el marco de una familia de clase
media que tuvo vicisitudes económicas. Él abandona sus
estudios en tercer año del secundario y decide ingresar a la
Policía Federal allá por el 73, muy jovencito.
Yo nací en dictadura y siempre supe que mi papá era policía,
no nos hacíamos la pregunta de a qué se dedicaba o qué
hacía. En casa era un papá muy presente, pero yo nunca le
preguntaba nada. Una 'familia tipo', que nos juntábamos a
comer asado, íbamos al club de la policía o íbamos con mi
papá a pescar... Él era el padre proveedor, muy querido,
muy respetado dentro de casa. Éramos cuatro hermanas y
vivíamos en nuestra burbuja. Después nos fuimos casando y
teniendo hijos, como se esperaba de nosotras. Yo fui la que
más tardó de las cuatro y me casé con apenas 22 años…
¡imagínate!
Así la vida. Hasta el año 2005.
Las cartas
Analía confrontó a su padre con la evidencia que le
proveyó la causa judicial.
"Después de una conversación en la cárcel, donde él se puso
muy incómodo y nervioso, yo sentí una especie de liberación.
Volví a casa y escribí Carta abierta a un represor. En mi
familia siempre fuimos de escribirnos cartas. Y pongo el
nombre 'represor' con todo. Yo ahora lo digo totalmente
naturalizado, pero había que poner esa palabra... Y como no
se lo podía decir en la cara, lo escribí.
Ese día en la cárcel fue, sin que yo lo supiera, la última vez
que vi a mi papá.
No me imaginé ni remotamente la dimensión que iba a tomar
esa rebelión mía de atreverme a dudar de él. Después
aparece todo el reproche de mi mamá y mis hermanas:
'¡Cómo le vas a decir eso justo en este momento que más
nos necesita, tenemos que estar unidos y vos le venís con
eso!' Mis hermanas, que son también policías, siempre se
pusieron del lado de mi papá. Hoy no tengo trato con ellas.
(Sin) epílogo
Aunque hace muchos años que las hijas cortaron
vínculos con sus respectivos padres, hace muy poco que
rompieron públicamente el silencio. La historia -personal,
social- sigue escribiéndose.
En 2019, Kalinec inició una demanda desde la prisión para
que Analía sea excluida de la herencia de su madre, fallecida
en 2015. Y lo hizo "por causales de indignidad": considera
que su hija lo ha difamado y no debe beneficiarse del dinero
de la familia, tal como consigna en un escrito que también
firman sus dos hermanas menores.
En la contestación de la demanda, Analía indicó que aceptará
lo que quiere su padre si él antes admite su culpa y aporta
datos sobre el destino de sus víctimas.
"Es cínico esto que está pasando, pero a mí me parece que lo
interesante de este juicio contra mí es que, después de 12
años sin vernos, ese diálogo que mi papá me niega ahora se
vuelve una conversación mediante escritos y abogados,
donde él tiene que leer lo que yo tengo para decirle y donde
le sigo exigiendo que diga lo que sabe", apunta la hija.