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INTRODUCCION AL MODULO DE HISTORIA

Hola chicos y chicas, futuros alumnos de la carrera de DERECHO. Les escribe el profe JORGE de la
ACADEMIA INTEGRAL DE DERECHO. Les hare una breve introducción del cuadernillo y más
específicamente del modulo de HISTORIA, para su mejor comprensión y estudio.

En el libro tenemos 4 detalles importantes que tienen que saber y son los siguientes:

1er DETALLE: El libro empieza directamente en el CAPITULO 2, no hubo introducción ni CAPITULO


1 para saber cómo llegamos a la fecha del discurso de PARQUE NORTE.

2do DETALLE: Se obvian los CAPITULOS 3,4 Y 6, seguimos con el capitulo 5 y nos detenemos en el
capítulo 7 que contiene dos partes importantes: a) POLITICA ECONOMICA DE LA DEMOCRACIA b)
de la pagina 153 se suprime hasta la pagina 170 donde se comienza a hablar de los desaparecidos
y derechos humanos desde la DICTADURA MILITAR hasta el año 2003.-

3er DETALLE: Del capítulo 7 pasamos directamente al 10-11 y 12 y en la pagina 238 se hace una
breve referencia del CAPITULO 13 y se continua en la pagina 256 donde tenemos el CAPITULO 14 Y
para concluir con el modulo llegamos al CAPITULO 15.-

4to DETALLE: Hare una breve referencia de la dictadura militar, como si fuera el CAPITULO UNO y
comprenderán fehacientemente como llegamos al CAPITULO 2.-

Les recomiendo el método de ESTUDIO COMPRENSIVO, es decir mientras estudiamos vamos


COMPRENDIENDO lo ASIMILADO.

No ACONSEJO el MECANISMO de MEMORIZAR porque si nos olvidamos una palabra nos


OLVIDAMOS TODO.

CONCLUSION: El OBJETIVO de esta INTRODUCCION es para que el futuro ingresante tenga una
VISION GENERAL DEL CONTENIDO Y modo de ESTUDIO del MODULO DE HISTORIA.

SINTESIS O RESEÑA DE CÓMO SE LLEGA AL CAPITULO 2


En Argentina, un 24 de Marzo de 1976,se produce un GOLPE DE ESTADO llevado a cabo por las
FUERZAS ARMADAS del país y se instauro una DICTADURA CIVICO-MILITAR que gobernaría el
país hasta diciembre de 1983,fecha en que asumió el presidente electo Dr. RAUL ALFONSIN.

EL régimen militar se autodenomino PROCESO DE REORGANIZACION MILITAR y se caracterizo


por implementar un plan sistemático de terrorismo de estado.

Se producen VIOLACIONES A LOS DERECHOS HUMANOS y desaparecen alrededor de 30.000


personas, hay crisis social, desempleo, pobreza e inflación.
En 1982 se produce LA GUERRA DE LAS MALVINAS y perdemos, con el consiguiente descontento
de la gente que se manifiesta en todo el país. Se llama a elecciones para restablecer el sistema
democrático y gana el DR. ALFONSIN DE LA UNION CIVICA RADICAL y asume en diciembre de
1983.-Pasan dos años de esplendor por haber vuelto a la democracia y en el año 1985 se
produce el DISCURSO DE PARQUE NORTE.-

CAPITULO 2

VEINTE AÑOS DESPUES – (PARQUE NORTE: razones del fracaso de un intento inédito de enfrentar
la crisis ARGENTINA)

EMILIO DE IPOLA

Se van a cumplir diecinueve años del discurso de RAUL ALFONSIN (DESDE LA FECHA QUE SE
PUBLICO ESTE LIBRO) ante un plenario de la U.C.R. convocando a una “CONVERGENCIA
DEMOCRATICA”, conocido entonces como el “discurso de parque norte”, esta alocución se
convirtió rápidamente en una referencia ineludible en el campo político.

Cuando el 5 de diciembre de 1985, ALFONSIN asesto ese torrente de palabras a sus desprevenidos
auditores, su estrella (y de la democracia) estaban en un plano ascendente. El plebiscito sobre la
diferencia con CHILE ,el buen resultado obtenido en las recientes elecciones, la confianza generada
por los resultados iniciales del Plan Austral (junio de 1985) dibujaban una perspectiva optimista
para una empresa en transformación. En el peronismo, a su vez, se desencadenaban cambios que
parecían decisivos; la renovación, encabezada por Antonio Cafiero desplazaba a la vieja y más
retrograda expresión del justicialismo, encarnada en la figura cómica y mitad siniestra de Herminio
Iglesias. La prioridad entonces se traslado a otro terreno: como consolidar ese proceso para que se
diera lugar, como se decía “cien años de democracia”

El discurso no resolvió los dilemas cruciales que planteo –ningún discurso puede hacerlo en la
realidad y si son dilemas solo discursivos no importan políticamente-pero los propuso a la
sociedad civil y sobre todo a la clase política, cuando aún estaba a tiempo de encarar su resolución
en un sentido positivo y progresista. Sus efectos no fueron los esperados: las fuerzas políticas y
sociales que podían tomar a su cargo esas bases de acción reformista hicieron oídos sordos a esa
convocatoria, considerándolo una mera maniobra táctica producto de un proyecto hegemónico.
De todos modos el planteo de PARQUE NORTE se proponía ir mas allá de la U.C.R., al proponerle a
ese partido, refractario de larga data a toda idea de pacto, constituirse en el polo dinamizador
para el logro de un consenso supra-partidario.
Hablamos de conjunto de pactos porque en PARQUE NORTE se intentaba diferenciar dos
dimensiones del acuerdo proyectado. Por un lado, el mínimo consenso sobre las reglas del juego
que posibiliten el disenso dentro del marco institucional. Es notorio que Parque Norte implicaba
una hipótesis de base acerca de las características de la transición, hipótesis que no había estado
clara en la UCR en su primer año de gobierno, y menos aun en la oposición: el paso del
autoritarismo a la democracia no se conseguiría con la mera instalación, ya nada fácil de un Estado
de Derecho. El pasaje a una democracia fuerte requería, por tanto resolver también esa crisis –
agravada por la deuda externa y sus secuelas-crisis cuya síntesis se expresaba como suma de
recesión más inflación. Si el pacto de garantías, más amplio en su convocatoria, buscaba fijar
reglas mínimas para procesar los disensos, el llamado al pacto de transformación-mas
circunscripto en cuanto a la cantidad y cualidad de los participes-buscaba a su vez resolver dilemas
sustanciales referidos al desarrollo económico-social y hacerlo de un modo innovador respecto a
las propuestas del pasado. El esquema de este proceso de cambios proyectado se sintetizaba en
un trípode conceptual: democracia participativa, modernización, y ética de la solidaridad.

1.-El tópico de la democracia unía a la consolidación formal del Estado de Derecho el propósito de
ampliar la participación de los ciudadanos en la decisión de cuestiones que les atañían
directamente, como ser plebiscito y referéndum serian incorporados al luego frustrado proyecto
de reforma de la constitución, en el cual se aspiraba además a la jerarquización del papel de los
partidos políticos.

2.-el llamado a la ética de la solidaridad, buscaba un punto de mira desde donde enfocar el tema
de la justicia social. Este punto de mira, decía Parque Norte era el que conducía a la sociedad,
“desde el punto de vista de quien está en desventaja en la distribución de talentos y riquezas.

3.-El tercer lado del triangulo, la modernización, albergaba los elementos más innovadores,
resueltamente deslindables del modo en que el tema seria abordado años más tarde por Menem y
Alsogaray. Hay modernizaciones autoritarias y /o injustas. Se trataba en cambio para Parque
Norte, de “reforzar los poderes de la sociedad autónomamente constituidos”. La modernización
aparece como un proceso complejo, con su obvia dimensión económica, pero también cultural,
social, institucional, destinado a quebrar rigideces, a fortalecer el lazo social, a mejorar la calidad
de vida.

La Conclusión es que el proyecto fracaso:

1.-Por la bancarrota del plan austral y el desprestigio del radicalismo; por la escasa adhesión que
logro, por el desmoronamiento del plan austral, por la resistencia de las grandes corporaciones,
por la insistente crisis militar, por la protesta social materializada en catorce paros generales, por
la transferencia de la gestión de la economía a los grandes grupos de poder con el Plan Primavera.

2.-Fracaso también por errores y confusiones inherentes al contenido del discurso mismo, discurso
que subestimaba los obstáculos objetivos y parecía no tener clara la magnitud de las dificultades
que habría de encontrar, dificultades de las que se hablaba poco y se las centraba en lo cultural.
3.-Tambien cabe mencionar que la poca claridad de que a veces hacía gala el discurso respecto de
la distinción entre pacto de garantías y pacto de transformación. Era si se quiere necesaria y
paradójica: la confusión provenía menos de falta de comprensión sino más bien de la comprensión
informulada y tal vez no consiente de que el gobierno debía poner en marcha indisolublemente la
transformación y tener éxitos claros en ella, para lograr su anhelada convergencia programática y
así dar realidad al pacto de garantías.

CAPITULO 5

IMÁGENES DE UNA SOCIEDAD EN CRISIS. CUESTION SOCIAL, POBREZA Y DESEMPLEO.

VICTOR ARMONY

GABRIEL KESSLER

1. Introducción

“Vivimos hoy una crisis inédita en el país” Esta frase hecha, al igual que sus diversas variantes
pronunciadas por innumerables funcionarios y periodistas décadas tras década, encierra un
diagnostico al que prácticamente toda generación de argentinos tuvo que hacer frente en algún
momento.

Los veinte años de democracia, con sus violentas vicisitudes socioeconómicas implico, como no
podía ser de otro modo, distintas formas de concebir “la crisis”. Obviamente esas
representaciones están íntimamente ligadas a las sucesivas imágenes de país y de sociedad así
como a ciertos mitos nacionales de larga data.

La imagen de un país en crisis remitió históricamente a las dimensiones política y económica. Más
que a lo que llamaremos aquí la “cuestión social”.

La cuestión social, entendida en este trabajo de forma muy acotada ligada a un dominio autónomo
de acción y reflexión ligada a la situación de los sectores más desfavorecidos, quedaba
esencialmente relegada a la periferia de las percepciones y los debates. El discurso propiamente
“social” se hallaba, por un lado, completamente integrado a la representación de un “despegue”
económico atado a una eventual redistribución de las riquezas. Por otro, permanecería obturado
por la persistencia de la imagen de una clase media cuya magnitud diferenciaba al país del resto
de América latina. Argentina presentaría una estructura social ternaria donde las tensiones entre
la cúpula y la base se atenúan por la presencia de un vasto grupo social intermedio.

En este trabajo, propondremos un recorrido por las sucesivas imágenes de un país en crisis social.
Con un foco particular en lo ocurrido desde la restauración de la democracia. Nos interesa en
especial observar los procesos anteriores y posteriores al surgimiento de la “nueva cuestión social”
en la década del noventa, signada por la discusión sobre las políticas de asistencia a los pobres en
un contexto de la reforma neoliberal.

En primer lugar, estableceremos someramente los vectores sobre los que se fue construyendo la
noción de pobreza en la Argentina deteniéndonos en el periodo de la dictadura 1976-1983. Luego
señalaremos los hitos centrales en lo gobiernos constitucionales: la apertura democrática, la
debacle económica del fin del gobierno de Alfonsín, la posterior reforma neoliberal de Menem con
la consecuente explosión del desempleo y finalmente la gran crisis del 2001.

2. Algunas imágenes del pasado

Nuestro trabajo se centrara principalmente en las imágenes de la pobreza. En primer lugar,


subrayemos que se trata de una noción relativamente residual, especialmente mientras prevalece
el mito del país rico.

Previamente la cuestión social comienza a conformarse cuando la conjunción de la urbanización, la


inmigración, el crecimiento de la población trabajadora en industrias y servicios así como la acción
de las organizaciones obreras y partidos de izquierda hacen evidente, para un Estado liberal, que
la sola libertad contractual en el mercado de trabajo era insuficiente como forma de regulación
social.

En líneas generales este esquema perdura hasta el Estado justicialista que otorga derechos
sociales derivados de la condición trabajadora y crea para los no asalariados la FUNDACION EVA
PERON. Los pobres son, en efecto aquellos que por alguna razón no puedan beneficiarse de la
extensión de la sociedad salarial. Si bien no puede decir que la idea misma de pobres aparezca con
la Fundación Eva Perón –en su versión maternalista son “mis grasistas”, “mis descamisados”-, es
verdad que éstos encuentran en ella un lugar de nominación distinto a la mayoría trabajadora,
más directamente ligados al líder y un rol político. La división entre Perón que se ocupada de los
trabajadores organizados, y evita encargada de los casos de “pobreza”

Es interesante notar que si se analizan los mensajes de Perón a la Asamblea Legislativa en


19748,1949, 1950 y 1951 se observa que los términos “pobres” o “pobreza” están completamente
ausentes del discurso oficial, excepto que en algunos usos metafóricos o en enunciados que
subrayan justamente su inexistencia en el país:

“soñamos con una Argentina poderosa, pero si Dios dispusiera que nuestro destino nos convirtiera
en un país afligido por la pobreza, creo que estamos de acuerdo en rogar para que nunca dejemos
de ser hidalgos y generosos” (1 de mayo de 1948)

La fundación de Ayuda Social María Eva Duarte de Perón aparece, en tal contexto como un
complemento de la acción estatal.

Los años que van de la caída del segundo gobierno peronista hasta la dictadura militar son un
tanto oscuros en cuento a lo acontecido en torno a la cuestión social. Podemos firmar sin
embargo, que la pobreza sigue siendo un tema menor en la escena pública. Faltos de estadísticas
confiables, no sabemos si sobrevive algo real de la relativamente corta bonanza o tan solo la falta
de información conjugada con el mito, obtura la emergencia de la cuestión social. Máxime cuando
la conflictividad política, en sus múltiples facetas, ocupa el centro del espacio público.

La pobreza es en tal perspectiva una “enfermedad” de crecimiento. En un interrogante similar,


aunque con enfoques distintos, se produce el debate en torno a la teoría de la marginalidad,
compartiendo algunos de estos presupuestos; se discute si esa población aun no integrada
constituye un ejército de reserva o un problema de sobrepoblación relativa.

En suma en discurso intelectual consolida la representación de la pobreza como fenómeno


contingente.

3. Los prolegómenos de la cuestión social actual

En sus innumerables comunicados, el gobierno militar crea en sus comienzos mismos un “área de
promoción comunitaria” en 1976.

Así aparece superficialmente una acción para mejorar la situación de personas “carenciadas” pero
obviamente evitando toda promoción de acciones comunitarias.

Luego de la crisis de 1982 los medios presentan tímidamente las primeras consecuencias sociales
de las políticas económicas. Notas en los diarios dan cuenta de aumente de la desnutrición y de la
incidencia de población con enfermedades infecto contagiosas. Durante la dictadura no hay
ninguna investigación social, por lo que resulta imposible saber que está sucediendo en esa esfera.
A esto se le suma la falta de libertad de la prensa.

Los responsables de las aéreas sociales de la dictadura responden con la habitual conjunción de
denegación y reenvió a la culpabilizacion colectiva. Así un pobo en temas sociales como el
Brigadier Grafiggna ya en 1980 afirma que “en la argentina vivimos bien y seguimos comiendo los
siete días por semana”. Sin que él lo supiera su sucinta respuesta anticipa uno de los vectores en
los que la cuestión social se inscribirá en la democracia: el hambre.

Años más tarde en abril de 1983 el entonces Ministro de Bienestar Social, Navajas Artaza, es
categórico: “en argentina nadie pasa hambre. Las ollas populares son más políticas que otra cosa.
En Estados Unidos hay quien pasa hambre también. No se puede generalizar, son casos
individuales”

En rigor durante la dictadura militar, de manera muy discreta parte de la Iglesia jugo este rol, en
particular lo que hace a las cuestiones vinculadas al auto construcción y los asentamientos de los
pobres. Al mismo tiempo que los organismos de derechos humanos aumentan su presión para que
el gobierno diga “la verdad” sobre los desaparecidos. La iglesia señala aristas del problema social
(incremento del hambre, desnutrición infantil, enfermedades infecto-contagiosas, etc.)
En 1982 comienzan a realizarse medidas de protestas de organizaciones de distintos orígenes
políticos, por la carestía de la vida, levantándose ollas populares, proponiéndose “huelga de
consumidores” subsidios a alimentos básicos etc.

4. Alfonsín y la promesa democrática

Luego de la apertura democrática no implico de modo alguno, la instalación de la cuestión social


en el centro de la escena. Visto desde hoy, las esporádicas apariciones y los rudimentarios
discursos sobre la “cuestión social” sorprenden por su ingenuidad.

Antes de poder referirse a la situación fue preciso reconstruir las instituciones como las
Universidades, los Centros de Investigación, el CONICET, el INDEC, encargadas de producir
información que sacara al país de su opacidad social.

En efecto el alfonsinismo en su visión de un nuevo comienzo, construye una oposición entre el


autoritarismo versus democracia, fusionando elementos heterogéneos en los que la dictadura
aparece como causa única de la crisis.

Por ende la democracia aparece como la solución de todos los males.

“con la democracia se come, se educa y se cura”. El slogan electoral de Alfonsín de hecho niega la
complejidad y magnitud de la crisis. La amenaza militar contribuye a consolidar esta cuestión y
buscar la solución de todos los males en la existencia de un pacto social.

La crisis irrumpe de dos modos distintos. Uno clásicamente en la perseverante MEGAINFLACION


en su pico hiperinflacionario de 1989 que sella la suerte final del gobierno, pero antes ya presente
en las postrimerías de la dictadura la cuestión del hambre instala un tipo de crisis no solo casi
desconocida en las imágenes de las décadas anteriores sino cuestionadora de mitos nacionales.

La dificultad que tiene el gobierno en aceptar la realidad del hambre en Argentina e integrarla a la
Asamblea Legislativa. Un análisis de todos sus mensajes a la Asamblea Legislativa muestra que
solamente en su primer discurso, el de asunción el Presidente refiere directamente al problema
del hambre, obviamente como legado de la dictadura:

“hemos vivido y todavía vivimos el dolor del desamparo de millones de hombres y mujeres en u
suelo que puede proveer a la prosperidad de todos, el dolor del hambre en el país de los
alimentos, el dolor de la falta de techo, de salud y de educación en una Nación donde nada
justifica la existencia de estos males” (10 de diciembre de 1983)

El Programa Alimentario Nacional (PAN) es indisociable de los resultados de la publicación de La


pobreza en la Argentina editado por el INDEC en 1984.

El PAN que permitiría la realización de una acción destina a enfrenta la situación de deficiencia
aguda alimentaria de los sectores mas vulnerados o de extrema pobreza. El objetivo del PAN es
enfrentar la emergencia aguda que padecen las familias carenciadas, especialmente aquellas
donde existen mujeres embarazadas y niños menores de seis años.
En efecto en PAN en sus documentos originarios se crea para atender a las víctimas inocentes de
la política económica del gobierno militar que sufren carencias alimentarias. Su alcance es muy
grande llegando a casi 700.000 familias.

Si bien ya existían una serie de medidas de ingresos indirectos para salariados por medio de leyes
laborales, y para los no asalariados mediante la red de hospitales públicos y algunas medidas
coyunturales es prácticamente la PRIMERA VEZ que la alimentación entra. Simbólicamente no se
trata de un cambio menor, ya que esto va en contra de algunas de las representaciones más
clásicas de la “dignidad” del trabajador: poder alimentar a su familia producto de su trabajo.

La distribución de alimentos suscito en esos años un fuerte shock cultural. Valgan tan solo dos
ejemplos, la clase media en caída aun en casos de extrema necesidad se niega rotundamente a
pedir la “caja PAN”; para los nuevos pobres eso era para los “verdaderos pobres”. Ser pobre en su
concepción es justamente no poder alimentar a los suyos con el propio trabajo.

En síntesis, prisioneros de la concepción alfonsinista del rol de la política, el PAN se ve como un


programa exclusivamente de emergencia dado que los problemas alimentarios se solucionarían
por la recuperación económica del país y una correcta distribución de los ingresos.

5. Hiperinflación, ajuste estructural y costo social

Es hora de introducir el otro vector del conflicto social en la Argentina de las últimas décadas: la
persistente inflación y mega inflación.

Pasada rápidamente la euforia de la democracia de los dos primeros años, se manifiesta un fuerte
descontento social y surge una inflación que no solo manifiesta un fuerte descontento social y
surge una inflación que no solo NO es dominada sino que alcanza el grado de hiperinflación. En
ese contexto, Alfonsín declara una “economía de guerra” y se marca el desvanecimiento de la
moneda en el país. Con el Plan Austral, la estabilidad monetaria se transformaría en u elemento de
sentido común, en el único criterio de evaluación de la acción del gobierno.

Alfonsín recordaba así la lectura de la realidad que llevo a su gobierno adoptar le Plan Austral:

En 1985 pusimos en marcha el Plan Austral como una operación de emergencia destinada a hacer
frente a una coyuntura inflacionaria que se tornaba ingobernable. Pero también nos propusimos
actuar sobre los desequilibrios básicos de la economía, cuya sola presencia tendía a recrear la
situación de inestabilidad inmediata que dicho Plan con sus políticas de corto plazo procuraba
controlar (1 de mayo de 1988)

La hiperinflación representa el fin de la ilusión democrática en cuanto a fusión de esferas que


solucionaría, también de manera agregada todos los problemas planteados. Cuando la
hiperinflación muestra frivolidad de dicho diagnostico, las declaraciones de las principales
personalidades del gobierno no dejan lugar a dudas de lo ilimitado de su reflexión sobre las
distintas esferas de la vida social: J.C PUGLIESE ministro de Economía afirma: “no sé porque sube
el dólar y no sé como bajarlo”
Otros ejemplos históricos muestran la urgencia por dotar de sentido a la amenaza de la disolución
social que la hiperinflación representa. Otras sociedades ante la fuerza destructora de la
hiperinflación rehicieron comunidad marcando OTRO culpable, lo cual llevo a recrear un
sentimiento comunitario-

En 1993 Menem subraya que el “sacrificio” colectivo que había implicado la Convertibilidad y la
“culpa” que correspondía en última instancia a todos los argentinos:

“agradezco nuevamente al heroico pueblo argentino su fortaleza y su comprensión para llevar


adelante un sacrificio que de ninguna manera vamos a tirar por la borda” (Menem. Discurso día el
trabajo 1 de mayo de 1993)

“así se trabaja con seriedad, con responsabilidad, en un país que no tenía que haber llegado al
estado calamitoso en que lo recibimos en 1989, no por culpa del gobierno ¡por Dios! Sino por
culpa de muchos años de desencuentros entre todos los argentinos (Menem, mensaje a la
Asamblea Legislativa 1 de mayo de 1993)

Así entramos de lleno en el periodo menemista y una cuestión social que cambia radicalmente en
todas sus dimensiones, tanto simbólica como institucionalmente. Si en el alfonsinismo la cuestión
social es indisociable de la creencia de la omnipotencia de lo político democrático, el vector
insoslayable para analizar la cuestión social en el menemismo es la primacía absoluta de la
metáfora del “modelo” en referencia a la “convertibilidad”.

La política social queda así asociada a la caridad y el énfasis es puesto en las condiciones
económicas -la estabilidad- cuyo costo es compartido por todos. De ahí el eufemismo de la
“participación”

6. El menemismo y la “nueva pobreza”

El tratamiento fiscal de la cuestión social es una expresión local de la separación entre lo


económico y lo social, lo que sucede en la Argentina es la construcción imaginaria de ciertas
variables económicas por definición intocables si no se quiere destruir el “modelo” y con el aquello
que hay de bien común.

El modelo es rígido en aquellas áreas conectadas con la reforma económica. El primero por
mantener el nivel de salarios más bajos, el segundo para intentar inútilmente disminuir
erogaciones del Estado en una de las áreas más onerosas. A la vez, el “modelo” es flexible y
permite negociar áreas que no son primordiales para la reforma, como por ejemplo las obras
sociales.

Se produce la fuerte reforma neoliberal concomitante con la liquidación del modelo nacional
popular. Las fuertes reformas económicas neoliberales tiene, como el discurso mismo de los
organismos internaciones lo afirma, un inevitable “costo social”. El costo claro está, lo pagarían los
más pobres, sin que se cuestione por que deberían ser ellos y no, por ejemplo, aquellos con mas
disponibilidad de capitales para afrontar un pago.
La instalación de la prensa y en la sociedad la idea de “nueva pobreza” durante los años noventa
tiene varias facetas. Por un lado, surge la noción de que el “costo social” del modelo iba a ser
pagado por sectores que supuestamente debían beneficiarse o al menos nos sufrir consecuencias.

Los nuevos pobres no dudan acerca de que todo ha cambiado, pero ignoran dónde están y cuál es
la naturaleza de ese nuevo mundo, al que sin saber muy bien cómo ni porque han llegado.

El empobrecimiento de una parte importante de la clase media marca un corte abrupto con el
modelo generacional y modelo histórico cultural hasta entonces vigente. Ni la socialización
familiar ni la cultura, ni las estrategias más cotidianas los preparan para el empobrecimiento
definitivo y sin retorno

Durante la hiperinflación, el fin de la clase media es el fantasma de la aniquilación de un extracto y


del proyecto del país que aquella Encarna. Su desaparición transformaría la estructura social, qué
pasaría de una situación de equilibrio ternario Al enfrentamiento dicotómico entre la clase alta y la
baja. La Argentina se asemejaría entonces al Brasil por la miseria y la violencia. La híper inflación
fue un fenómeno arrasador que ocupó la totalidad del espacio público de su época. Al no dejar
indemne casi ningún grupo social, contribuyó aquí el interrogante sobre la clase media denunciará
en forma colectiva, como el fin de toda una sociedad.
En octubre de 1995, los argentinos sufren un shock mediático y social: es cuando se da a conocer
la cifra de más de 18% desempleo. Además de evidenciar la realidad de casi una quinta parte de la
sociedad, estoy instala ver el tema y marca el desgarramiento de ciertas imágenes previas.
El desempleo en 1995 aparece ya como un problema colectivo, pero que dada la imposibilidad de
una política social, ejemplo un seguro, clave a cada uno a buscar la forma de salir de la situación.
En el primer lustro de la década se genera un crecimiento económico muy significativo, pero lejos
de provocar un derrame o goteo, sus beneficios se concentran en los sectores más altos y la
prometida creación de empleo nunca se concreta.

7. Inseguridad social, inseguridad civil

A la par que aumenta el desempleo y la pobreza, otro tema es comienza a ocupar la centralidad de
las ansiedades de la sociedad: el temor a la inseguridad urbana. Si bien de un modo distinto a las
antiguas asociaciones entre clases trabajadores y clases peligrosas, el tema de la inseguridad
atraviesa la discusión sobre la cuestión social actual.
Con los sindicatos y otras instituciones legales y legítimas capaces de transmitir sus demandas, los
trabajadores podrán evitar más fácilmente ser asociados con comportamientos ilegales.
No parece posible representar legítimamente amalgamadas clases trabajadores con clases
peligrosas. La pregunta hoy es otra: se trata esencialmente de identificar Quiénes son y dónde está
la amenaza y el peligro; Cómo reconocerlos para evitarlos. Algo de esto se advierte en distintos
movimientos hacia la criminalización de la protesta social por parte de algunos medios y cierto
miembro de los sucesivos gobiernos desde diciembre del 2001.

8. Viejo mitos y nuevas realidades

Como hemos visto, la representación de la cuestión social en Argentina estuvo históricamente


encuadrada por el mito de la riqueza - la idea de que la pobreza es una aberración en un país
destinado a la grandeza- y un esquema nacional popular cuyo proyecto es el de la extensión la
sociedad salarial y de los Derechos sociales que le implican. la población residual, la de los " pobres
inválidos", y los " desamparados", los destinatarios de la "caridad" y el "cariño" de las instituciones
asistenciales, encarnó durante casi todo el siglo 20 la figura de una pobreza desarticulada,
compuesta de individuos aislados.
Cuando la pobreza se hace visible e insoslayable, bajo el gobierno de Alfonsín, La respuesta es
ambigua, lo cual Revela la imposibilidad de pensar la cuestión social desde su propia lógica.
En efecto, el PAN rompe, por un lado, con ciertos parámetros convencionales de la acción estatal
en Argentina: LOS BENEFICIAROS son alcanzados en tanto individuos carentes, no como
trabajadores o habitantes de una región damnificada.
El plan austral, en tal sentido, se basa la representación de desajuste en las reglas del juego. La
cuestión social aparece completamente dependiente de la cuestión política, la cual a su vez se
superpone a la cuestión económica. La salida de la crisis pasa entonces por la reconstrucción de
una sociedad sobre la base de un pacto democrático. Este enfoque supone un despegue sin costos
sociales, o más precisamente un proyecto sin "culpables".
Esta operación de victimización del conjunto de la sociedad confluirá, irónicamente, con la
dicotomía imaginaria entre la Argentina y los argentinos que Menem retomara para culpabilizar a
toda la sociedad.
El " modelo" convierte en la garantía de un nuevo punto de partida, esta vez por un costo que "
todos y cada uno de los argentinos" debe asumir.
Los efectos de la convertibilidad demuestran, sin embargo, el costo es distribuido en forma
desigual, generando una masa de perdedores a través de todas las categorías sociales.
La crisis de 2001-02 pone de manifiesto la tensión entre dos concepciones de la pobreza. Una
parte de la protesta social que se llega desde mediados de la década expresa una Clara politización
de la cuestión social

CAPITULO 7

¿Dos décadas perdidas? Desafíos, respuestas y resultados de la política económica de la


democracia

LUCAS LLACH

Dos visiones

En agosto de 1977, un economista de 31 años presentó en las jornadas de economía monetaria


del Banco Central de la República Argentina una tesis donde analiza el impacto productivo de los
programas de estabilización.
A principios de 1977 los hombres de Martínez de hoz habían gestionado con los empresarios una
"tregua de precios", iniciando de tal modo un zigzagueo y finalmente frustrado camino de ataque
a la inflación.
Develemos ya nuestros protagonistas. El autor del trabajo era domingo Felipe Cavallo; quien era
citado del apoyo a su argumento, Juan vital Sourrouille. Ambos fueron observadores atentos de la
novedosa experiencia de la política económica abierta tras el golpe de 1973. Sourrouille y Cavallo
interpretaron cada uno su modo las desventuras qué acostaron a Martínez de hoz hasta el fin de
su gestión, y esas distintas lecturas se manifestarían cuando les tocará administrar la economía en
tiempos de Alfonsín y de Menem. En las miradas de Sourrouille y Cavallo, un elemento central era
precisamente el problema de la viabilidad política y económica de la estabilización, inquietud que
el joven manifestaba en su trabajo de 1977 inspirado en parte en escritos previos de Sourrouille.
La estabilización de precios en el contexto de una economía integrada financieramente al mundo,
la apertura comercial y la reducción del déficit fiscal - azenta en una reducción de la actividad
económica estatal- eran 3 los objetivos primordiales anunciados por Martínez de hoz en 1976.
En ambos temas, la brusquedad de los cambios acaecidos aparecía en la visión del futuro ministro
de Alfonsín como un obstáculo acaso mayor y la dirección general de la política. Más
concretamente, Sourrouille consideraba infortunada la inestabilidad de precios relativos
fundamentales (como el tipo de cambio real, o los términos de intercambio interno sectores
primarios y secundarios)
Estabilización combinada con la liberalización financiera, provocaba en Sourrouille un asombro
condenatorio todavía mayor. la brusquedad había caracterizado también a los golpes de Timón en
el manejo monetario de Martínez de hoz: devaluación, tregua de precios, monetarismo clásico,
monetarismo con énfasis en la expectativas, estabilización vía tipo de cambio, tuvo lugar en los
cinco años que presidió Videla, y no resultaba sorpresivo para el creador del plan austral bajo el
signo esa volubilidad no pudiera haberse horadado el piso de los tres dígitos de inflación anual que
venía caracterizando a la economía Argentina desde 1975.
La visión de Cavallo sobre la administración de Martínez de hoz no era menos reprobatoria que la
de Sourrouille. Cierto que los ejercicios hipotéticos con los que él pura ministro de Menem
Mostrar ya unos años más tarde de fabuloso crecimiento " Argentina que pudo ser" y suponían
precisamente la vigencia la que las políticas que Martínez de hoz había anunciado en su discurso
inicial, O acaso en su versión más audaz.
Cuando en noviembre de 1980 ya era obvio que la Pauta cambiará seria abandonada, Cavallo
presenta dos alternativas posibles de devaluación real (pronunciándose partidario de una
desvalorización de 1 sola vez antes que de una depreciación gradual) sólo tras varios los párrafos
que advertían enfáticamente a su lector en cualquiera de los casos " debe estar bajo el control del
déficit fiscal".
Llamativamente, cálculos del propio Cavallo para 1980 indicaban que las relaciones entre los
precios locales nos habían acercado a las internacionales en el curso de la década del 70, Cómo se
esperaría de una auténtica liberalización comercial.

En esencia, Sourrouille cuestionaba el modo a la vez brusco y errático con que se había intentado
avanzar hacia la apertura comercial y la estabilización de precios. Cavallo en cambio señalaba el
escaso alcance que había tenido el movimiento en esta direcciones y adicionalmente, en el sentido
del equilibrio fiscal. Cada uno de ellos comprobaría En distintos momentos de los 20 años de la
Democracia que aquellas tres cuestiones que se encontrarían en el centro de los problemas
económicos argentinos, Sourrouille y Cavallo verificarían también en carne propia que sus
convicciones en esas materias enfrentarían dificultades conceptuales y prácticas.

Tres desafíos

Los rasgos de los distintos ciclo económico desde retorno de la democracia son conocidos, y no
hace falta recorrer los aquí en detalle: inflación y estancamiento durante el gobierno de Alfonsín,
antes y después del intento de estabilización que fue el austral, hiperinflación en 1989-91
estabilización de precios, crecimiento rápido pero estable entre 1991 y 2000, niveles crecientes de
desempleo y desigualdad; crisis aguda en 2001 y 2002 seguido de una recuperación.
En Ese par de décadas Argentina experimento la hiperinflación y la deflación en crecimiento rápido
y la recepción más aguda, el pleno empleo y la híper desocupación, el déficit y el superávit de
comercio.
Un relato posible gira alrededor de las cuestiones que Sourrouille y Cavallo transitaban al analizar
la experiencia de Martínez de hoz. Aunque el deseo de reparación de 1983 incluida por motivos
bien comprensibles el rechazo a la política económica llevada durante el Proceso, la economía de
la Democracia se vio forzada a enfrentar, a lo largo de sus 20 años de recorrido los temas
planteados en 1976. Control fiscal, apertura comercial, estabilización de precios: por la razón o por
la fuerza, la política económica de los gobiernos democráticos se definió con relación a los mismos
temas en los que el Proceso se proclamó - y en alguno de estos aspectos, resultó ser- innovador.
Para la subordinación de la economía a la política, una inspiración natural en un momento de
reconstrucción institucional, había un plato mucho más breve que nosotros tiempos o lugares. En
esa urgencia pesaba sin duda la realidad económica heredada por el gobierno de Alfonsín. Las
frustraciones que pronto encontró el intento de administrar la economía a la manera de los años
70, que dómino el primer y medio año del gobierno radical, Mostraban con Claridad las
limitaciones que la nueva realidad heredada de los años 70 imponía a la política económica.

Es cierto que los salarios han ido cayendo con relación a la productividad, en parte como resultado
de cambios tecnológicos desfavorables a los trabajadores de menor calificación - fenómeno
verificado No sólo en Argentina- y en parte Cómo efecto natural de la propia apertura económica
en un país en el que las Industrias protegidas utilizan con intensidad el factor trabajo. Pero no es
sorprendente que en una democracia naciente y en algún grado " popular" el Estado se resista a
legitimar el mercado en lo que concierne a la evolución declinante del salario real.
Un segundo factor propio de la Argentina también se invoca con frecuencia para explicar la
particular vulnerabilidad financiera del Estado. Con el retorno de la Constitución regresaba no sólo
la forma representativa, quién traducía con fluidez las implicaciones sociales en decisiones fiscales,
sino también la Federal, qué plantea una dinámica presupuestaria no menos complicada.
Cómo tercera influencia sobre el déficit puede mencionarse el hecho de que, una vez que la
industrialización de posguerra se extendió hasta dónde era viable una economía cerrada,
ulteriores expansiones del sector manufacturero hacia el exterior o interior requerían subsidios
estatales que pesaban sobre las cuentas públicas.
El gobierno de Alfonsín fue acercándose, ya sobre el final de su período, a la visión de que cierto
orden fiscal requería inevitablemente un cambio de dimensión en las actividades estatales.
La inflación deteriorada los ingresos públicos y complicada a la estabilización (la confianza en la
reversión de este efecto Era uno de los contenidos centrales del programa fiscal del plan austral).
En cuanto al endeudamiento, si Cavallo tenía razón en asignar el déficit público un papel
determinante sobre el tipo de cambio real (porque encarecía los precios internos y sobre todo los
salarios) entonces con cada desequilibrio el Estado de empujada hacia arriba precisamente aquí
los precios y constituían su costo principal.
En el terreno de la apertura comercial las posiciones de Sourrouille y Cavallo frente a la
experiencia de Martínez de hoz habían sido revertidas ya al final del gobierno militar, y Sourrouille
sólo retomó el camino de la Reforma promediando su administración y de manera gradual. Cómo
fue habitual en la Argentina de las dos décadas que siguieron a 1983, durante la época de Alfonsín
preocupaciones de corto plazo pesaron más que las consideraciones estratégicas en cuestiones
que definían el desarrollo productivo de la Argentina, como la apertura comercial.
En relación con la apertura económica el gobierno menemista fue en un principio capitán drástico
como había pretendido Cavallo del ciclo de Martínez de hoz. Bien en ese ámbito las políticas
iniciales integrante y esencial de la orientación Pro-mercado y abrazó con ahínco el gobierno de
Menem. Por un tiempo, la reactivación económica de los inicios de la convertibilidad y el acceso al
crédito externo admitió la convivencia del Apertura con un tipo de cambio relativamente
apreciado. Pero gradualmente la apertura de los años 90 también fue subordinándose a los
objetivos macroeconómicos.
En su desventurado paso por el Ministerio de economía 2001, sin embargo, Cavallo frecuentó los
caminos que 1980 consideraba propios del pasado: subsidio empresas para fomentar la
competitividad, incremento masivamente los aranceles y estableció en los hechos un doble
mercado cambiario.
Llegamos así a un tercer aspecto de la política económica de la democracia, qué ocupó el centro
de atención durante las dos décadas transcurridas desde 1983: el problema de la estabilización de
precios. Esa centralidad, apurémonos a aclararlo, caracterizó también a los años de inflación nula
o negativa que siguieron a la convertibilidad, menos de un modo latente. En efecto, la medida de
éxito económico Durante los años de Alfonsín era la tasa de inflación mensual, la prioridad fue en
todo momento asegurar que la pieza maestra de la estabilización (la equivalencia entre el peso y
el dólar) para por siempre en pie. Los planes austral y de convertibilidad estuvieron moldeados por
las lecciones aprendidas en sus respectivos antecedentes, en ambos casos incluían el periodo del
gobierno militar. De entre las dos grandes familias de planes de estabilización (cambiarios y
monetaristas) los diseñadores del austral y de la convertibilidad optaron por ubicarse entre los
primeros, que también incluía a la recordada tablita.

La lectura retrospectiva más habitual sobre el fracaso final del plan austral era diferente, y
esencialmente la misma que Cavallo había realizado de los intentos de estabilización durante el
quinquenio inicial del proceso: me reconocía al austral el mérito de actuar sobre las expectativas,
pero que señala como causa inmediata de su fracaso a la falta de acción en el frente fiscal.
Cavallo fiel a la interpretación fiscalista de los frustrados intentos de estabilización sólo durante un
tiempo. Hoy luce añejo El Recuerdo del flamante ministro de febrero de 1991 presentando por
televisión el detalle del reordenamiento de las cuentas públicas (que por la cantidad de dígitos no
eran sencillas de seguir); o mejor dicho, sólo luces similar El Recuerdo fresco de Cavallo
anunciando la política de déficit cero en los últimos meses del 2001.

¿ Por qué se organizó la estabilización en torno a un tema tan rígido como el de la convertibilidad?
la decisión tenía mucho que ver no solamente con el aprendizaje acumulado en los años previos
para la Argentina, que demostraba la necesidad de un anclaje monetario creíble, sino también con
la salida de las hiperinflaciones europeas tras las dos guerras.

Todas esas consideraciones podían ser objeto de debate, pero no podían explicar la solida
popularidad que hasta sus últimos días gozo la convertibilidad. Su éxito político se debió a la
propia estabilización, a la expansión económica y a la recuperación de los salarios reales que la
acompañaron en sus primeros años.

No deja de ser llamativo que en las elecciones de 1999 ningún candidato declaradamente
contrario a la convertibilidad llega al 1% de votos.
En el plano intelectual un amplio arco de la opinión que incluida desde Cavallo y su equipo hasta
una buena parte de los economistas “heterodoxos” se habrían pronunciada a favor de un cambio
de sistema de no ser por el costo que ese tránsito involucraría.

¿Era posible un final distinto para la convertibilidad? Resulta tentador dar por sentada que ya en
1998 (último año en el que creció la economía argentina) odian entrever los signos de otra
catástrofe avecinándose, ambos relacionados con la apreciación monetaria. Un problema más
inmediato era la elevación de la desocupación hasta niveles inéditos de la historia argentina,
tradicionalmente una economía de pleno empleo. El rápido crecimiento de los primeros años de la
convertibilidad no había sido generoso a la hora de crear puestos de trabajo, en par por la
reestructuración de la economía pública y la privada, en parte porque la combinación de precios
surgida tras la estabilización era sensato para los empresarios reemplazar trabajadores por capital
y tecnología siempre que fuera posible.

Debe mencionarse que todavía en 1998 estaban en minoría, tanto en la Argentina como en los
centros financieros del mundo, quienes asignaban una probabilidad baja al camino virtuoso del
aumento de la productividad, la competitividad y las exportaciones, que redundaría en la gradual
reducción del peso de la deuda y el desempleo.

En el plano de las percepciones y los discursos, la explosión de 2001 ha marcado sin dudas una
discontinuidad de política económica. En el diagnostico hoy más corriente en el debate público,
con el fin de la convertibilidad se ha completado un recorrido de ascenso y caída en la economía
liberal o neoliberal, cuyo punto de arranque no es otro que marzo de 1976.

En la cuestión fiscal, el propio gobierno militar fue errático, el radicalismo tímido y el menemismo
parcialmente reformador en dirección a un mayor equilibrio. Respecto a la política comercial, los
cambios introducidos por Martínez de hoz fueron revertidos a comienzos de los años ochenta pero
retomados de manera gradual a finales del alfonsinismo y de modo acentuado durante el gobierno
de Menem.-

Cuatro decepciones

Si la legitimidad de un sistema de gobierno depende al menos parcialmente de la capacidad para


generar bienestar material en los ciudadanos ¿Cómo juzgar la contribución de la economía a la
legitimidad de esta democracia veinteañera? A primera vista, los resultados no podrían ser más
desalentadores. En primer lugar, el desempeño en materia de crecimiento ha sido muy pobre.

SEGUNDA PARTE DEL CAPITULO 7

"Yo no los convocó argentinos, los convoca a todos la historia, los convoca el futuro, los convoca la
dignidad nacional, los convocan nuestros hijos" (23 de marzo de 1984) no dejaba sin respuestas
preguntas implícitas tampoco oportunas como insoslayables en un país qué le pisaban los talones
los fantasmas de los que pretendía huir.
En efecto ¿Cómo construir algún respeto y amor a la patria ya la república que estaban queriendo
ser refundadas, con semejante pasado a cuestas? "Yo no los convocó argentinos, los convoca a
todos la historia, los convoca el futuro, los convoca la dignidad nacional, los convocan nuestros
hijos" (23 de marzo de 1984) no dejaba sin respuestas preguntas implícitas tampoco oportunas
como insoslayables en un país qué le pisaban los talones los fantasmas de los que pretendía huir.
En efecto ¿Cómo construir algún respeto y amor a la patria ya la república que estaban queriendo
ser refundadas, con semejante pasado a cuestas? ¿Y precisaría amor y podríamos olvidar para
hacerlo Y qué, en cambio precisaríamos y podríamos recordar? el discurso de Alfonsín constituía
un esfuerzo por edificar esa autoestima sobre la base de Olvidos así como de indulgencias.
Quizás no exageramos diciendo que esta vez las fieras populistas e incluso movimientistas
argentinas parecían domeñarse bajo el coraje de un domador republicano. Un segundo plano
atendía las pesadillas más recientes, la violencia política y el terror estatal y la ocupación de las
islas Malvinas. La demonización tanto de los grupos revolucionarios armados como los
responsables del terror de estado, exculpaba a la sociedad de las acciones de ambos, así como lo
hacía también en lo que atañe al conflicto militar con Gran Bretaña, donde se limitaba a la
impugnación sin atenuantes en los generales aventureros. Traigamos ahora a escena otros actores
de la transición argentina. Las organizaciones de derechos humanos, muy activas, aportaban a la
transición, junto a sus demandas de verdad y justicia, una noción de sujetos de derecho. Cuyo
potencial instituyente, si iba al encuentro de la que el Presidente formulaba en el terreno de la
política convencional, era suficientemente novedoso como para que pueda hablarle de un
movimiento social. Las fuerzas armadas que no habían conseguido, tras el colapso del régimen que
siguió a la derrota militar, ninguna garantía de no revisión de los crímenes masivos cometidos
(precisamente la negativa de Alfonsín a ofrecer estas garantías definió los términos de la
transición) estaban profundamente divididas y sus cuadros intermedios en latente rebeldía frente
a sus superiores, a quienes sospechaban dispuestos a sacrificarlos. El telón de fondo en esta
escena es obvio: el terror de estado extremadamente reciente, las victimas más directas y sus
familiares con sus heridas en carne viva, los victimarios aun en sus casas y en sus cuarteles, el
conocimiento de los hechos no solamente era inevitable, también era imprescindible y formaba
parte de la estrategia de politización republicana básica definida por el propio Alfonsín.-
Así las cosas, la dosificación de memorias y olvidos resulto muy diferente a la prevista por Alfonsín
y el propósito de mantener una memoria activa sin que el pasado irrumpiera como amenazador
conflicto en el presente, no se cumplió. Sometidas a las fuerzas en pugna, la estrategia de
limitación de la justicia inicialmente fallo. EL RESULTADO NO FUE UNA JUSTICIA menos limitada
sino una justicia ahora limitada por los retrocesos-las llamadas leyes de Punto Final y Obediencia
Debida-,cuya magnitud se agrandaba a la luz del conocimiento público de los crímenes arrojados
por él NUNCA MAS y por el juicio a las Juntas militares de la dictadura, retrocesos percibidos como
oprobiosas concesiones arrancadas por la fuerza de un poder político considerado pusilánime y
temeroso de valerse del vasto rechazo social a las pretensiones militares, expresado en
multitudinarias movilizaciones para resistir. El discurso de MENEM hace patente está
perdida ,Alfonsín aun había podido decir verosímilmente a los argentinos que no los convocaba él,
sino la historia y la dignidad nacional, el nuevo presidente no perderá el tiempo en intentos de
reedificar un edificio en ruinas .Su convocatoria a los argentinos no regresara –como muchos lo
temían-al populismo tradicional.(es difícil creer que Menem no advirtiese el indeseable potencial
de exclusión de este registro),consistirá en cambio en la propuesta de dejar definitivamente atrás
los fantasmas del pasado mediante un simple olvido. El de Menem es un relato más homogéneo y
más simple, no se trata de un encuentro de tradiciones que se supieran recíprocamente
problemáticas, era más bien una banalización del pasado, la negación de las diferencias que
colocaba todo en un mismo plano de insignificancia (“fue un enfrentamiento masivo, una suerte
de guerra sucia que segó nuestra tierra de sangre de jóvenes argentinos”, dirá por ejemplo sobre
la violencia de los años setenta; clarín 25 de marzo de 1996)
En ese marco, artificial y hasta forzado, los indultos presidenciales de 1989 y 1990 beneficiaron
entre otro a altos jefes militares condenados por tribunales federales de 1985 bajo la justificación
de una necesaria “pacificación “cuando no había ninguna amenaza de guerra civil en ciernes. ASI,
en Menem, el medio para superar los conflictos que hipotéticamente, estaban impidiendo avanzar
a los argentinos, consistía en apagar la memoria de los acontecimientos que los originaron, dejar
de referirse a ellos (“Yo creo que es fundamental un arrepentimiento a los efectos de que en este
país totalmente pacificado podamos conseguir la reconciliación en el marco de la pacificación de
los sectores que todavía siguen debatiendo el tema”)
LA PROPUESTA ERA DEMASIADO ENDEBLE para proporcionar a los argentinos elementos de
reconocimiento digno de su propia historia, y para dar cuenta de los conflictos más trágicos y mas
recientes. Los indultos, según el Presidente estaban orientados a pacificar dejando atrás al pasado
(constituían de hecho el acto político que sancionaba el olvido)pero su impacto fue transformado
por inevitables irrupciones de ese pasado en sus aspectos más siniestros de gran repercusión
publica bajo la forma, por ejemplo de “confesiones “de algunos represores.(siendo el caso del
capitán SCILINGO el más conocido)en las que por primera vez desde los cuadros uniformados ,se
admitía la existencia de un plan represivo criminal ,no ya de meros errores y excesos.SE
desenvolverán así formas de memorias y de olvido muy diferentes a las previstas. EL DOLOR de
muchas de las victimas que no han tenido la posibilidad de ver traducidas sus demandas de verdad
y justicia en reconocimientos institucionales y personales de responsabilidades y en la aplicación
de penas, se transforma así en una memoria fijada como principio de acción colectiva. ESTE
ABRUMADOR exceso de memoria conduce a una acción expresiva de reiteración ritual. Tal
reiteración ritual conlleva a su vez, sus propios olvidos que consisten en una reconfiguración
mítica de la identidad de las víctimas, estas pasan de ser recordadas como jóvenes inocentes a
serlo como héroes revolucionarios.
En sus posiciones más extremas, el tipo de negación un olvido fundente se aproxima al de los
apólogos del terror estatal. Estos niegan la existencia de crímenes masivos y de una metodología
sistemática, pero administren “errores y excesos”; los defensores de los años dorados niegan los
perfiles tendencialmente totalitarios de las prácticas y las orientaciones de entonces, omiten una
discusión sobre el uso sistemático de la violencia (cuando no la defienden expresamente) y niegan
la comisión siquiera de errores y excesos.
La memoria fijada instala, además firme y definitivamente al “otro” en el pasado, niega toda
posibilidad de que el “otro” –en este caso principalmente las Fuerzas Armadas como institución-
pueda ser en el presente o en el futuro algo diferente de lo que fue en aquel pasado. Quizás
algunas de las reacciones en relación con las declaraciones del general Martin Balza, enderezadas
a la admisión de responsabilidades, en 1995 también ilustren este punto. El intenso impacto
publico de una serie de “confesiones” de ex represores, pareció haber creado dentro de las
fuerzas armadas un cambio en relación de fuerzas, que fue aprovechado por el jefe de Estado
Mayor del ejército Martin Balza, en abril de ese año, para avanzar en una dirección impensable
hasta entonces.
Es posible que el efecto reconfortante de sus argumentaciones novedosas haya sido ampliamente
superado por el efecto deletéreo de las confesiones de los “quebrados”, quienes, pese a tales
confesiones, “como militares” no se arrepintieron de nada y no dejaron de recordar “haber
ganado una guerra” así como del cinismo de varios llamados a la reconciliación y de la no menos
cínica negación de todo aquello que los otros reconocían por parte de ex almirante Masera –
llamados y negaciones que tuvieron a su vez, amplio espacio, en los medios-.
La toma de posiciones de Balza fue rechazada por los oficiales retirados del ejército, pero es difícil
establecer cuál es la representatividad actual “doctrina” en la institución, y más aun la solidez de
las nuevas orientaciones. Las posiciones de Balza no representan nada nuevo e identificarlas con la
índole tortuosa de las confesiones de los ex represores, los llamados grotescos a la reconciliación
por parte de ex torturados para quienes se trata de “sentarse en la misma mesa” y la negación del
ex almirante Masera se aproxima demasiado en vena académica a la instalación inalterable del
“otro” por parte de la memoria fijada.
La experiencia histórica, así como el análisis, no permite, a nuestro entender, alcanzar
conclusiones tan definitivas. Feld señala que “la pacificación que se presenta en escena es el fin
mismo del debate. No solo su objetivo sino también su final… se habla para que el relato deje de
ser posible, se habla, en definitiva para clausurar la cuestión”. Sin embargo, Balza hace explicito en
su declaración que “el difícil y dramático mensaje que deseo hacer llegar a la comunidad
argentina busca iniciar un dialogo doloroso sobre el pasado, que nunca fue sostenido y que agita
como un fantasma sobre la conciencia colectiva”.
El quiebre de silencios puede depender en alguna medida de la capacidad de escuchar, si
entendemos por tal capacidad de registrar y reconocer lo novedoso proveniente del “otro lado”.
En un plano estrictamente personal, no nos cabe emitir juicio alguno, ni siquiera sobre aquellos
que se sienten personalmente identificados con esta forma de memoria encarnada en las victimas
más directas. Cada si observar que esta tesitura no es la única existente entre estas últimas (no lo
es, por ejemplo entre las madres de los desaparecidos). Salta a la vista en primer lugar que el
termino resentimiento fue aplicado a las organizaciones de derechos humanos por primera vez en
plena dictadura militar, como parte del discurso de los dictadores. Pero luego será el propio
gobierno democrático el que encuadrara el pasado –la teoría de los demonios-de un modo que,
para la infinidad de víctimas directas, equivalía a una equiparación no menos infame. Para las
madres de los desaparecidos por ejemplo equivalía equiparar a sus hijos con quienes los habían
secuestrado, torturado y asesinado. Es imposible no entender que el efecto agregado de todo esto
fuera la configuración de una memoria fijada. Por fin, frente a la propuesta menemista de simple
olvido y condonación inclusive de la limitada justicia que se había concretado en los años ochenta,
la memoria fijada corporizada en algunas de las organizaciones, es –al trasladar a la perpetuidad el
presente como forma de acción colectiva, los sentimientos generados por el pasado-la otra cara
de la moneda (una sacrifica el pasado en el altar del presente y la otra sacrifica el presente en el
altar del pasado)
Con el plano de fondo de los discursos que pugnaban por identificar y diferenciar, los
acontecimientos ya referidos fueron claves: especialmente luego de los de los indultos de 1990 el
contraste entre la mayor intensidad de una memoria y la mayor ausencia de justicia, condujo a la
consolidación de un núcleo de memoria fijada.
Para empezar, el impacto de estos procesos de re memorización y olvido se percibe en posiciones
compartidas por grupos y actores dentro de lo que aun podemos considerar organizaciones de
derechos humanos, y que no forman estrictamente parte de los núcleos de memoria fijada. Si la
segunda mitad de la década del noventa fue “un momento de instalación societal de los temas
sostenidos hasta entonces por los organismos”. La clave épica para rememorar el pasado identifica
la lucha de hoy y el conflicto de su pasado es el mismo que el de hoy, sellando a su vez, en
ocasiones, la más pura y simple homologación entre dictadura y democracia. Durante la transición
y los primeros años democráticos, afirmaciones polisémicas como “no es posible una democracia
sin justicia “eran habituales. CON EL PASO DE LOS AÑOS, AL CENTRARSE sobre los gobiernos
democráticos las demandas de verdad y justicia y los propios conflictos, algunos sectores no
tuvieron mayores dificultades en identificar gobierno y régimen, impugnando a ambos. No
negamos, no obstante, la importancia de que los organismos de derechos humanos se
diferenciaran entre sí a lo largo del tiempo, en sus orientaciones tanto como en sus estrategias, tal
como lo registran y analizan diferentes autores. Algunas organizaciones como CELS, APDH y otras
son enfáticas en la defensa de la democracia, pero en sus orientaciones, el desplazamiento que
destacamos aquí, así como otros cambios, son rasgos que comparten.
Pero esta reconfiguración de orientaciones cobra intensidad en un momento en el que, a su vez,
los temas sostenidos hasta entonces por el movimiento de derechos humanos reconocen una
implantación social fuerte y expandida-en coincidencia con el vigésimo aniversario del golpe de
estado de 1976 y con el telón de confesiones de antiguos represores-La repugnancia social frente
a los indultos de 1990 fue muy extensa, y mantuvo un rechazo latente(excede los límites de este
texto, aunque no de la tarea de investigación en curso, escrudiñar si hubo durante los años de
auge del menemismo una posibilidad real de que su relato se convirtiera en dominante de modo
duradero)hasta que las confesiones y (ambiguos) “arrepentimientos “de 1995,trajeron
nuevamente con enorme repercusión pública, la cuestión a la orden del día, consolidando una
visión dominante de impugnación del terror estatal.
En este marco favorable, la mayor productividad político cultural de las nuevas orientaciones es
innegable.LOS ESTUDIOSOS REGISTRAN POR EJEMPLO en la marcha y concentración de la
COMISION MEMORIA VERDAD Y JUSTICIA de 1996, en Buenos Aires, la presencia de cincuenta a
cien mil asistentes, con la participación de muchos manifestantes independientes, familias y una
mirada de las organizaciones vinculadas a derechos civiles. Las visiones y los relatos, con
Sus memorias y sus olvidos, de los dos núcleos irreductibles, no son analíticamente menos flojos
que la “teoría de los dos demonios “y son en cierta medida análogos entre sí, ya que ambos
sacralizan un protagonista y demonizan otro, pero su implantación y eficacia son muy desiguales.
En cambio ,la narrativa histórico-periodística es la que predomina: “El dictador”, una especie de
biografía de Videla, redactada por dos periodistas del diario CLARIN ,MARIA Seoane y VICENTE
MULEIRO, está escrita desde el principio hasta el fin con el propósito de mostrar al monstruo
diabólico que había sido VIDELA.-En los últimos años ha ganado, por merito propio ,terreno en las
juventudes una reinterpretación de pinceles muy favorables de los ideales y del compromiso de
los militantes de movimientos populares de la década del setenta. DETALLE NADA TRIVIAL,
veinticinco años desde el terror de estado, y veinte años desde la guerra de las Malvinas, son
lapsos suficientes para que nuevas generaciones necesiten construir sus “memorias “como parte
de su propio y complejo proceso de configuración de identidades, enteramente con los materiales
ofrecidos por actores preexistentes.
Tal vez pueda conjeturarse que la sucesión de catástrofes colectivas está creando una elevada y
peligrosa tendencia de re-memorización en clave de de orgullo de los vencidos (y aquí podría
llegar a haber confluencias y reuniones inesperadas como algunas que de hecho se están
percibiendo, por ejemplo en el torno a las cuestiones de despojo territorial, como las vinculadas a
Malvinas), contra los blancos habituales nacional-populares (el imperialismo, régimen, democracia
liberal, partidocracia).
Era necesario romper con el mito de la inocencia, que impedía pensar, es de gran importancia
hablar del pasado, de la historia, de las identidades reales, de procesos de lucha reales, romper
con una versión histórica de las víctimas ,así como de los que de un modo u otro participamos de
la política argentina de aquellos años.
Un tema que no hemos tratado aquí por razones de espacio, es el de las memorias y olvidos por
parte de los vastos sectores y grupos sociales que de un modo u otro proporcionaron respaldos a
la violencia represiva de la dictadura entre 1976 y 1980.PARECE CLARO QUE,EN LO QUE SE
REFIERE AL RESPALDO(CON MATICES Y CIERTAMENTE HETEROGENEO)AL TERROR DE
ESTADO,HABIDA CUENTA DE LA MEMORIA absolutamente predominante hoy día sobre aquel
periodo, ha habido, a nivel intelectual en muchísimos esos y a nivel colectivo en grupos sociales,
instituciones, etc. uno de esos “errores históricos”, en este caso consistente en apagar de la
memoria las disposiciones y posiciones pro-represivas tomadas en aquel entonces.

CAPITULO 10:

LOS INTELECTUALES Y LA EXPERIENCIA DEMOCRATICA

JUAN CARLOS TORRE

En esta intervención final que me han pedido los organizadores de este seminario quisiera
aprovechar la oportunidad para cambiar su foco, con el fin de dirigir la atención sobre nosotros
mismos, politólogos, sociólogos, reunidos en este auditorio del Museo de Bellas Artes entorno del
examen de la experiencia democrática y sus ideas. Digo, desplazar la atención sobre nosotros
mismos para reconstruir Qué impacto han tenido los 20 años transcurridos en la democracia sobre
nuestra labor intelectual.
Vistos pues desde la plataforma de observación de los años 60 y 70 los cambios en el espíritu de
nuestra labor intelectual y en su inserción de la vida Pública han sido considerables.
Los cambios son sintéticamente, la hora de dos principales transformaciones. La primera ha sido la
disolución de las fracturas del corte ideológico-político que dividieron por mucho tiempo áreas
importantes del campo cultural. La segunda transformación ha sido la disminución del divorcio
entre intelectuales y esfera pública que caracterizó tradicionalmente a la Argentina por ejemplo
con respecto de chile y Brasil. Estas dos transformaciones se fueron gestando a lo largo de estos
20 años de democracia.
Con respecto a la primera de ellas la disolución de las fracturas de corte y de lógico político que
dividieron el campo cultural: Aquí estamos en presencia de la crisis de la relación entre cultura y
política establecida en los años 70. Recordemos que los años 70 estuvieron dominados por el
eslogan “todo es política”, qué hizo que los historiadores sociólogos los artistas terminaron
subordinando sus saberes y sus habilidades propias alas demanda de la lucha política. Con el
eslogan todo es política se terminó negando la autonomía de la cultura sometiéndola a las
imposiciones de la política.
Estos fueron los tiempos de “la historia oficial” versus “la historia revisionista”, de “la sociología
científica” versus “la sociología nacional”. En esas condiciones la creación de las jerarquías
culturales legítimas se volvió a una empresa imposible, A ello contribuyó Asimismo la
manipulación de las instituciones culturales. Así conocimos la universidad peronista entre 1946 y
1955, la universidad reformista entre  1955 y 1966, la Universidad del proceso bajo la última
dictadura.
Con la progresiva consolidación de las comunidades académicas hemos asistido a la gestación de
dos fenómenos. El primero, un enfriamiento y ideológico de la labor intelectual, el segundo la
creación de jerarquías culturales reconocidas, esto es, de pautas de Vidas académicas compartidas
por sobre los contrastes ideológicos políticos.
Efecto en estos veinte años hemos presenciado una mayor visibilidad de los intelectuales en los
debates públicos en los que intervienen en primera persona como titulares de 1 saberes propios y
específicos y sano como portavoces divisiones totalizadora y hablando En nombre del pueblo la
nación la revolución. A comienzos de los años ochenta la breve estación del alfonsinismo fue una
experiencia precursora, más tarde la ampliación de la Esfera pública generada por los medios de
comunicación y La paralela gestación de la vigorosa  presencia de la opinión pública consolidaron
los lugares para la intervención de los intelectuales.
La transformación al A qué hacemos referencia, esto es, la mayor visibilidad de los intelectuales ha
modificado el tipo de inserción que los intelectuales habían establecido con la vía pública.
Dicho esto quiero señalar, sin embargo, que en tiempos más recientes ha comenzado a aflorar un
cierto malestar frente a los efectos de las nuevas creencias que presiden la también nueva
inserción de los intelectuales en la Esfera pública.
Precisamente agregó yo la idea del " país normal" ha sido uno de las principales ideas- fuerza de
estos 20 años de democracia. Se trata de una idea que nos devuelve con precisión el lugar peculiar
de la Argentina en el continente. En efecto, la imagen de la desigualdad social y el atrofiamiento
de la ciudadanía, con la cual se retrata habitualmente a América Latina, no hace en verdad justicia
a lo que tiene de propio la Argentina, como el país de la volatilidad institucional, de los únicos
cambios de Timón, de las euforias pasajeras. En contra ese telón de fondo que la idea de un país
normal generó una suerte de consenso hablando en el mundo intelectual: Dicho consenso facilitó
la mutación de inserción pública y activo su disposición a contribuir con sus conocimientos
especializados a la producción de ese destino - el del país normal- tan elusivo para los argentinos.
Hay aquí pues en el mundo que habitan los intelectuales un terreno abierto a las opciones, a
nuestras opciones individuales, que seguramente serán nunca u otro, la expresión de
temperamentos personales. Reponer la afirmación de unos valores como la libertad y la igualdad
bien puede ir de la mano de las propuestas de ingeniería institucional y social porque ese
contrapunto iría dilatando los límites en nuestra democracia realmente existente.

CAPITULO 11:

Menemismo, pragmatismo y romanticismo

Marcos Novaro

Introducción: menemismo y anti menemismo

Resulta difícil discutir el menemismo en clima político e intelectual decidido a olvidarlo ya


sepultarlo bajo una pesada e inapelable la pida de condena moral

Si resulta muy difícil intentar en este marco una reflexión equilibrada sobre el menemismo, pero
aun en la perspectiva cuando de lo que se trata es de discutir las ideas que lo animaron, y las
huellas que ellas han dejado en la vida política argentina.

Confirmaría esta presunción el hecho por demás llamativo de que, si bien Menem supo hacerse de
un nutrido sequito de periodistas, no tuvo igual suerte con los “intelectuales del largo plazo”:
fueron muy pocos los que lograron vencer el mutuo recelo que separo al menemismo del mundo
de las ideas. Sucede que, en mayor medida aun que el fundador de su movimiento, Menen cultivo
un marcado anti intelectualismo, de gran utilidad para presentarse como un hombre común,”uno
de nosotros”. Y ello bien fue correspondido por los intelectuales, que lo consideraron
esencialmente vacuo, frívolo e insustancial, un peligroso oportunista que había logrado combinar
en un hibrido inestable adhesión electoral y darwinismo social, para los de izquierda, y un
aventurero circunstancialmente útil, por los mismos motivos, para los de derecha.

Por otro lado no puede dejar de advertirse que una rama de los aquí denominados “intelectuales
del largo plazo” mantuvo una relación por demás estrecha y mutuamente productiva con el
menemismo: la de los economistas. ¿A qué se debió esa intimidad? Ella suele atribuirse a la
prioridad en la agenda gubernamental de las reformas de mercado, y a la configuración coalicional
e ideológica del menemismo, la alianza estratégica con el establecimiento económico y la
adopción de la doctrina neoliberal como credo. PERO TAL VEZ FUE EXCESIVO E INSUFICIENTE.-

Ante este panorama, uno de los caminos que podemos seguir es preguntarnos por la peculiar
relación que el estableció entre sus acciones y las creencias que las justificaban. Esto nos
conducirá a interrogar “el pragmatismo menemista”, que ha estado en boca de todos pero merece
aun una consideración detenida y atenta.

Otro camino, no incompatible con el anterior, es preguntarnos por las razones de la lapidaria y
completa condena que ha caído sobre esa década, es decir, interrogarnos lo que ha hecho el
menemismo con el sentido común de esta sociedad sino lo que ha hecho el sentido común con el
menemismo. Decíamos que ambos caminos no son incompatibles y es porque nos sugieren un
mismo punto de arranque. Lo que sabemos o creemos saber, acerca de Menem es que es el
nombre de un engaño fenomenal, de un fabuloso fraude.LA CONCLUSION CATASTROFICA DE la
década de los noventa ha sido sin dudas un aliciente muy afectivo para considerar que lo que ella
gesto fue en esencia esa crisis y que esta resume su naturaleza.

Es así como los años de MENEM han pasado a ocupar un lugar casi tan detestable como el que les
toca a los del Proceso, o más atrás, a la “década infame”: EL DEL TIEMPO POR EL QUE NADIE ESTA
DISPUESTO A INTERCEDER.

Oportunidad para el cambio y pragmatismo “reparador”

Los noventa son hoy objeto de una memoria difusa y de una condena irredimible. Que el paso de
unos pocos años haya resultado tan demoledor para esa década tal vez pueda ser considerado una
suerte de revancha que el tiempo se ha tomado con quien pretendió jugar abusivamente con él.

En ello continuo y profundizo un estilo que tiene una larga tradición entre nosotros y ya se había
hecho carne en el periodo alfonsinista: la democracia recuperada aspiro a inaugurar un tiempo
histórico que no solo habría de romper con el ciclo de la inestabilidad y autoritarismo, sino que
prometía revertir la decadencia económica, social, cultural y “recuperar lo perdido” ya bastante
tiempo atrás en aspectos que habían llegado a ser rasgos esenciales de las identidades colectivas y
a los que ellas seguían aferradas con fervor contra todo calculo de probabilidad: progreso y
dinamismo económico ,oportunidades de ascenso social, prestigio internacional (que, por ejemplo
,permitieran recuperar parte de los talentos y los capitales emigrados).

JUNTO AL LLAMADO A “RECUPERAR el tiempo perdido, el fenómeno de Menem se inspiro en el


lema mucho más tradicional y menos ambicioso que inspirara el pragmatismo de las estrategias
peronistas desde sus orígenes:”montarse en la ola de los cambios en curso”.

Por ejemplo, en la recurrente alusión a que “Perón hubiera hecho lo mismo en estar en lugar de
Menem” o en la sentencia según la cual la “continuidad histórica del peronismo” residía en el
“CAMBIO PERMANENTE”.

Ahora bien. SUCEDE, en primer lugar, que esta faz “hiperpragmatica” de la estrategia reformista
de Menem y el peronismo en general, no es todo lo pragmática que pretende. En pocas palabras,
difiere notablemente de hacer que los fines propios se vuelvan realidad a través de cursos de
acción concretos, porque renuncia a enunciar tales fines. Y de aquí resulta un primer problema
para el pragmatismo menemista.

En el caso que nos ocupa, entonces, el problema consiste en que la máxima de “montarse en la ola
“no resuelve por si misma a los desafíos que tiene por delante quien desee juzgar y actuar
pragmáticamente.

¿Y cuál vendría a ser ese complemento de fuerza moral en el caso del menemismo? Podríamos
concluir, basándonos en lo que hemos dicho sobre el “hiperpragmatismo” y la ubicuidad
peronistas, que el menemismo careció de tal mandato porque renuncio ex profeso a
comprometerse con cualquier enunciado moral: dado que absolutizo la “ETICA DE RESULTADOS”,
SU UNICO COMPROMISO EFECTIVO PODRIA SER SELECCIONAR CURSOS DE ACCION Y
POLITICAS”que funcionaran, y solo porque funcionaban, no porque se correspondieran con
ninguna preferencia previa.

Tal vez todo esto haya jugado un papel importante, pero no sea del todo correcto concluir que fue
lo único que peso en el imaginario menemista. Ante todo, porque hay que reconocer que el
discurso de Menem recurrió también con frecuencia a formulas morales. Más aun el planteo como
mandatos (alternativos, superpuestos o contradictorios entre sí), si así lo requieran las
circunstancias y la tarea de crear consenso y ganar simpatías en estos o aquellos interlocutores. De
un lado hallamos recurrentes declamaciones sobre la perdurabilidad de los principios del
justicialismo (justicia social, nacionalismo, etc.) y la ritual proclamación de una lealtad
inquebrantable hacia ellos. Del otro, la trasmutación de las conclusiones del realismo periférico en
máximas de una nueva convicción moral.

EL MENEMISMO puede ser concebido, en ese sentido como la apuesta por crear un vinculo, que
habría de ser muy afectivo en el corto plazo, aunque resultaría a la postre efímero, entre el
tradicional populismo peronista y el neoliberalismo que hallo en pleno esplendor en los comienzos
de su carrera, recurriendo para a una exaltación del realismo hiperpragmatico que como vimos,
podía ser aceptable para ambas tradiciones. AHORA bien. ¿Por qué resulto efímera esta fórmula?
¿Ello fue fruto de una carencia moral de la estrategia y el discurso, de la inconsistencia de sus
postulados, o un resultado contingente a su desarrollo? Una explicación abarcativa del fenómeno
menemista ,sostendremos aquí, debe contemplar los tres problemas porque él pudo no ser
efímero, pero dados sus “recursos de convicción” era difícil que no lo fuera .Algo de esto sucedió
con muchos de los gestos de los voceros del oficialismo y del propio presidente orientados
precisamente a mostrar convicción: a pesar de la sobreactuación declamativa, sus nuevos”
artículos de fe” se alejaban demasiado de las formulaciones tradicionales del peronismo sobre el
ideal social(el populismo corporativo, la comunidad organizada etc.)

Como dijimos para el menemismo pudiera articular en una fórmula de gobierno del populismo
tradicional y el neoliberalismo fue de gran ayuda la costumbre de” montarse en la ola”. Ello
sugiere que le cupo un papel importante a la percepción de una oportunidad favorable para
conciliar mandatos y expectativas que en otras circunstancias hubieran sido muy distantes entre sí
o contradictorios. Sabemos que Menem dedico considerables esfuerzos a cargar valorativamente
esa oportunidad a la que definió como ”única”, tal vez la ultima, tal vez mas importante, decisiva y
clave oportunidad de nuestros días.

ESTO NOS PERMITE RETOMAR EL PLANTEO INICIAL de este apartado: de acuerdo con esta
perspectiva el problema de las convicciones menemistas no habría residido exclusivamente de
un”exceso de pragmatismo”, originado en la idea oportunista de montarse en la ola y en la
apelación puramente instrumental y simultanea al credo tradicional del peronismo y al
“pensamiento único” de un capitalismo omnímodo. CINISMO OPORTUNISTA Y SOBREACTUACION
NEOLIBERAL HAN SIDO DENUNCIADOS, en la forma de traición o engaño, por los análisis críticos o
engaño por los análisis que ven “maquiavelismo hiperpragmatico” puesto al servicio de los
poderosos en sus motivaciones mas intimas. Pero por esa vía se pasa por alto algo esencial: la
combinación entre esa disposición y un llamamiento CARGADO DE CONTENIDO MORAL A
RECUPERAR EL TIEMPO PERDIDO,DEL que pudo extraerse un mandato de redención colectiva.

La idea refundacional con que había nacido la democracia de 1983 fue llevada así a su climax. La
meta del gobierno seria una vez más, refundar la nación. Y no cualquier nación sino una que
habría de hacerse un lugar entre el primer mundo (algo que conjugaba muy mal con los
parámetros que consideraba inamovibles el mucho más prudente manual de recomendaciones del
realismo periférico)

EXCESOS Y FRAGILIDADES DEL VOLUNTARISMO

Los críticos y también algunos admiradores de Menem han instalado la idea de que su sello de
distinción fue el oportunismo hiperpragmatico. Y ciertamente lo fue, como digno discípulo de
Perón, cuando decidió montar la ola del momento.

¿SE PUEDE ATRIBUIR A QUE Menem fue en verdad un gran simulador de decisiones que le venían
dadas por los factores de poder a los que se señala ligado su destino? Esa conclusión seria por
demás exagerada, e injustificada en muchos asuntos de gran relevancia. NO, Menem no fue un
mero simulador de decisiones, y si pudo asegurarse el respaldo de diversos poderes facticos e
institucionales y a la vez actuar con autonomía fue en gran medida gracias a la esforzada tarea de
construcción de una coalición de apoyo.

EL REPUDIO DEL PRAGMATISMO Y EL GIRO ROMANTICO DEL ANTIMENEMISMO

Es algo digno de tener en cuenta que este modo de construir una promesa política y una voluntad
moral de sostén de la gestión de gobierno fuera considerado generalmente en los estudios sobre
el menemismo como parte de una estrategia orientada a desactivar el antagonismo político y a
vaciar el campo mismo de lo político.

De otro lado, lo que en aquellas y otras reflexiones críticas sobre el menemismo se destaca en
cuanto a que su proyecto refundacional acorrala al pluralismo y la competencia entre partidos,
poniendo en brete a la política democrática, es mucho más digno de atención.

El anti menemismo construyo su diferencia especularmente, pero invirtiendo solo algunos de los
términos del imaginario menemista.

Como hemos visto, Menem no fue inmune a la tentación voluntarista íntimamente presente en la
cultura política argentina, pero que decir de las creencias y la fuerza moral de sus adversarios, que
se hicieron fuertes en dos baluartes de la concepción romántica de la política: la voluntad y, por
sobre todo, la verdad.

Por ocasionalismo romántico entendemos aquella actitud que define su “situación 2 primero y
por sobre todo como la oportunidad para la revelación de los valores y potencias de la propia
subjetividad.

De lo dicho hasta aquí puede entenderse por que, mientras el menemismo fue una estrategia de
construcción política con un débil sostén intelectual y de convicciones, en el caso del anti
menemismo sucediera lo contrario: las estrategias que lo vertebraron pueden haber sido por largo
tiempo fragmentarias e inconsistencias pero se cimentaron en una amplia y contundente postura
intelectual y en precisas definiciones estéticas, que proveyeron a aquellas una amplia gama de
convicciones morales.

CAPITULO 12

VEINTE AÑOS DE DEMOCRACIA: ACEPCIONES Y PERFECTIVAS PARA LA DEMOCRATIZACION DEL


SISTEMA EDUCATIVO.

INTRODUCCION
Con este artículo me propongo pasar revista a la forma en que se pensó la relación educación y
democracia a lo largo de estos 20 años del régimen democrático. Desde avanzar quiero reparar en
algunas de las características de la modernidad latinoamericana que afectan la mencionada
relación.
La escuela fue una pieza privilegiada para la producción y reproducción del orden en el contexto
de la ingeniería moderna. La nueva estructura de poder modificó el vínculo entre gobernados, qué
pasó a basarse en la mediación del derecho y el poder de la razón y se mantuvo mediante el
control y la gestión cotidiana. Por supuesto como Es evidente para cualquiera observador esta
ingeniería presentó asimetrías muy marcadas en los diferentes países. En líneas generales se
puede decir que mientras en algunos casos se constituyeron estados, sistemas educativos y
mercados de trabajo con capacidad inclusora, en otros, ninguna de estas instituciones fue capaz
de incluir y afiliar el conjunto de la población.
No desconocemos que a la dimensión emancipadora de la escuela le corresponde La otra cara de
la moneda: La función de selección y exclusión de aquellos que no se adaptaron a su exigencia o
no pudieron incluirse en el arbitrario cultural que ella desplegaba. Sin duda, es posible ver el
fenómeno de la escolarización en la Argentina desde el lugar de los que quedaron afuera y
también desde la perspectiva de su función de disciplinamiento y regulación. Sin embargo, la
entidad de los argentinos ha estado definida más por la dimensión emancipatoria que la escuela le
otorgó a la organización moderna que por sus agentes negativos.
Consideró que hay un programa de investigación para desarrollar alrededor de la
problematización de estos vínculos míticos entre la escuela y la democracia y, también, entre la
escuela y el desarrollo económico, en el contexto de una sociedad que Se asiste a la explosión del
concepto de ciudadanía moderna y a la muerte de la promesa del pleno empleo. Pienso que ese
programa de investigación debería iniciar su reflexión cuestionando los vínculos entre la educación
el mercado de trabajo y la democracia.
Pero no es la intención de esta ponencia, me está dentro de mis posibilidades avanzar en este
tema Más allá de lo señalado. Como la anticipada en el inicio, me propongo, en cambio, pasar
revista a la forma en que se pensó la relación educación y democracia a lo largo de estos 20 años
de régimen democrático siguiendo fundamentalmente las líneas de política educativa que se
implementaron y apoyándome cuando sea necesario en la producción documental bibliográfica
que dio sustentó a estas políticas.

La transición: del autoritarismo a la democracia


El programa educativo del alfonsinismo se montó en un doble propósito: Por un lado recuperar el
perfil del país integrado igualitario inclusivo y educado y extender sus beneficios a los sectores
sociales que hasta ese momento habían sido discriminados negativamente por los gobiernos
autoritarios y, por otro, modificar los patrones socializadores de la escuelas a favor de la
conformación de una identidad ciudadana compatible con los valores del Liberalismo político y de
un orden democrático basado en la participación pluralista y las instituciones representativas. Se
trataba, entonces de generar un vínculo entre la educación y la democracia a través de la
eliminación de que las políticas escolares que habían pretendido someter al sistema a las
exigencias del autoritarismo.
De modo que las propuestas del gobierno radical tendieron a revertir esta tendencia y a recuperar
el sistema para la institucionalización democrática. Las líneas de política que se implementaron
fueron básicamente las siguientes:
1) laicización de ciertos contenidos escolares. En especial de la disciplina formación cívica que
durante el período militar se denominó “educación moral y cívica”.
2) modificaciones en el conjunto de valores y de prácticas institucionales que con el fin de
estructurar El patrón de socialización de las nuevas generaciones. Los cambios propuestos en la
matriz institucional estaban orientados a promover relaciones más horizontales y transformar la
institución escolar en una matriz de aprendizaje de una práctica participativa y de una relación con
la autoridad más acorde con una sociedad organizada democráticamente.

3) eliminación de las restricciones en el ingreso a nivel medio y superior que había impuesto el
gobierno autoritario lo que dio lugar a un súbito crecimiento matricular. Se suspendieron
exámenes de ingreso a las escuelas medias que habían sido considerados como mecanismo de
distribución de la población en circuitos educativos diferenciados de acuerdo con el origen social
de los alumnos. Además se derogó el sistema de cupos para ingreso a la universidad. De acuerdo
con los datos estadísticos las matrículas de nivel medio crecieron entre 1983 y 1986 a una tasa
promedio de 7.0.
4) intento de Recuperar el debate público en materia educativa a partir del Congreso pedagógico.
Su organización y desarrollo expresaron la dificultad de recrear una discusión superadora de los
antiguos dilemas y la debilidad de los agentes educativos para organizar su participación pública.
Encontraste con ello la corporación eclesiástica mostró eficiencia y eficacia en la definición de la
agenda de cuestiones educativas para ser tratadas.
En el área de educación arroyo un ambicioso programa de investigación empírica y genera un
espacio de producción académica que no existía en el país.
Intentaré sintetizar las preocupaciones de entonces en tres grandes grupos.
1) la preocupación por la desigualdad. El texto acerca de la discriminación educativa marca los
procesos de segmentación del sistema y la tendencia desigual adoras en términos de calidad del
aprendizaje.
De este posicionamiento el equipo pensaba la democratización más en términos de mejora de
calidad de los aprendizajes que de modificaciones en la dimensión expresiva del sistema.
2) la preocupación por los contenidos. Se diagnosticó el vaciamiento de saberes socialmente
relevante del sistema educativo. Se publicaron una serie de textos coordinados por Graciela
Frigerio titulada “currículo presente, ciencia ausente”. En este tema como el anterior la
democratización aparece asociada a la provisión igualitaria de saberes y conocimientos.
3) finalmente había una línea de investigación que se entraba su trabajo en el análisis de la
burocracia educativa, en la que participe activamente identificando las rupturas en la cadena de
implementación de las políticas, las disociaciones entre los propósitos de los elencos políticos y su
capacidad para activar la cadena burocrática a favor de sus objetivos.

LOS AÑOS NOVENTA Y EL IMPERATIVO DE LA MODERNIZACION

A partir de los años 90 es el discurso educativo se asocia fuertemente a la idea de modernizar para
participar de las posibilidades brindadas por la globalización. No se trata ya de profundizar y
ampliar la propuesta de la modernidad para que alcance a toda la población, sino de revestir
alguna de sus tendencias juzgada como perniciosas para el cambio. La discusión alrededor del
Estado nacional y la centralización del poder ilustrar al propósito de modificar la ingeniería estado
céntrica que construyó la modernidad y ampliar los espacios sociales organizados por el mercado.
La ciudadanía pasó a adjetivos Arce como moderna y a ésta a definirse con relación a dos
dimensiones: La incorporación de nuevas tecnologías para Acceder al conocimiento de la
información y el manejo de lenguas extranjeras para comunicarse en el mundo globalizado. En
esta definición de ciudadanía hay una modificación del espacio de referencia que deja de ser
nacional y pasa a ser “el mundo globalizado”, a la vez hay un desplazamiento del derecho Como
fundamento de la ciudadanía en favor del desarrollo de competencias asociadas al
cosmopolitismo.
Siguiendo la misma línea que re articula educación y mercado, el Estado fue artífice de una
reforma que introdujo el sistema educativo criterios de organización y legitimación de su accionar
qué hasta ese momento le habían sido ajenos. Los principios de eficacia eficiencia y competitividad
fueron introducidos en la Esfera escolar modificando el patrón socializador de estas instituciones y
desplazando las referencias valorativas del campo de la política al mercado.
Inscripta en la misma preocupación se puede interpretar la aparición de un nuevo sujeto
discursivo: “el necesitado” qué hace referencia a un modo tutelar y jerárquico de articulación de
los individuos a la sociedad que no es ajena a nuestras tradiciones políticas pero en esta ocasión se
resignificó a la luz del eficientísimo tecnocrático. El necesitado es un sujeto incapaz de
proporcionarse Asimismo el sustento material. Es alguien que carece de las competencias y
habilidades requeridas para obtener del mercado de los recursos que se requieren para el auto
sostén. Esta condición de minusválido lo constituye en un potencial receptor de asistencia que
proporcionan las agencias estatales.
En este sentido los años 90 construyeron un nuevo orden relacional en el que coexisten lazos
contractuales políticos y tutelares que intenta dar respuesta a la nueva situación social generada
por la reestructuración económica. Así las políticas focalizadas y compensatorias asociaron
atención a los necesitados con democracia, desplazando el discurso otros sentidos relacionados
con la defensa de los Derechos o la discusión pública.
, al mismo tiempo que se producía Este cambio de posicionamiento en algunos intelectuales y
experto el campo de la producción del conocimiento en educación se diferenciaba y se
conformaba como un cuasi mercado por la incorporación de la red ONGs o "Think thanks"
encargadas de producir investigaciones empíricas con referencias directas a la elaboración de
propuestas por el campo político.

DESPUES DE LOS AÑOS NOVENTA


La reestructuración de los años 90 generado condiciones muy diferentes para la educación en la
Argentina. Por una parte, ha habido un desplazamiento de los lugares y funciones que ocupa el
Estado y de la simbología a él asociada. Hemos abandonado una configuración social basada en
articulación con un estado central y rotado a favor de una sociedad donde el mercado organiza
casi todas las dimensiones de la actividad social y el estado está claramente ocupado en la
neutralización del riesgo social y en la provisión del orden.
Finalmente y felizmente la familia patriarcal organizada jerárquicamente tiende a desaparecer a
favor de una organización familiar basada en los afectos y en los lazos horizontales.
En este contexto, después de los 20 años de la Democracia el sistema educativo en la Argentina ha
perdido buena parte de las características que lo asociaron a la Constitución de una ciudadanía
letrada, una estructura social integrada y un patrón societario igualitarista.
El Estado interviene en esta economía de sentido común actor más que interpela a la escuela a su
cargo intentando moldearlas en consonancia con su discurso. ¿Y cuál es el discurso desde el cual el
estado se posiciona en su interpelación a las escuelas? Más allá de las consebidas referencia a la
equidad y a la calidad se está construyendo desde la palabra oficial una asociación entre
educación y control del riesgo social.
La asociación de esta asignación de sentidos con las condiciones de desintegración social y las
necesidades asistenciales de una población sometida a la necesidad genera instituciones
propensas a actuar con depósito social o espacios de inmovilización o búnkeres de protección. En
todos estos casos la escuela actúa como frontera de integración.

CAPITULO 13:

Argentina entre la innovación y el mercado


Silvia Saitta

Desde diciembre de 1983 mucho de los escritores exiliados durante la dictadura militar comienzan
a regresar al país algunos traen consigo los libros que escribieron y publicaron en el exterior pero
que habían sido censurados en Argentina, otros que ya habían publicado en los años previos al
exilio vuelven para renovar proyectos literarios interrumpidos.
Desde afuera también reingresan, sino los escritores, los libros de quienes estaban radicados a
fuera del país desde antes y la dictadura cuyos libros tampoco circularon en la Argentina de la
dictadura. Y si bien no se trató en este caso y en términos estrictos de escritores exiliados Lo cierto
es que la prohibición que pesa sobre sus libros resignificó una estadía en el exterior cuyo motivo
originario de migración no había sido la represión política.

CAPITULO.14
Exterior y 20 años de democracia: Un primer balance.
Por Roberto Russell

Las relaciones exteriores de la Argentina durante estos primeros veinte años de democracia
cierran con las cuentas bastantes equilibradas. En la columna del debe, y debido esencialmente a
nuestros desatinos en casa, el país ofrece al mundo una imagen primordialmente negativa que se
traduce en una falta considerable de credibilidad y confianza externas. Según se sabe, la última
dictadura militar hizo que se hablará de la Argentina y se la conociera en el exterior por las
violaciones a los Derechos Humanos, la intervención en la guerra de América Central, el rechazo
del laudo arbitral sobre la cuestión del Beagle, el posterior escalamiento de este tema Hasta La
amenaza de guerra contra chile A fines de 1978, la participación en el golpe de estado en Bolivia
de julio de 1985 mente el conflicto bélico de Malvinas. En el balance, y ciertamente por cuestiones
de distinta naturaleza a las del Proceso, la Argentina democrática, hasta aquí, también proyecta
una imagen externa mucho más teñida de sombras que luces.
Hoy el mundo que nos Mira nos dé fundamental mente como un país inmaduro con baja calidad
institucional falto de seriedad jurídica y con altos niveles de corrupción. Esta visión va acompañada
de perplejidad ante nuestras permanentes tribulaciones Como así también de un cierto hartazgo
respecto de la pertinaz incapacidad de los argentinos, pese a la formidable dotación de recurso del
país.
Tampoco el ludo en estos años una curiosa constante de la política exterior Argentina: La
búsqueda permanente de la reinserción en el mundo que expresa, en lo más profundo, la crisis de
identidad internacional que vivimos desde hace varias décadas y las dificultades de las clases
dirigentes argentinas para entender Cómo funciona el mundo y el papel que le corresponde al país
en el orden internacional. Cómo sus predecesores, democráticos o autoritarios, los gobiernos de
este ciclo democrático estimaron que su mayor desafío externo era lograr una nueva inserción
internacional para una nueva Argentina.
Tampoco fueron ajenos a este periodo los excesos discursivos, las expectativas desmedidas y las
aspiraciones incongruentes con la posición relativa de poder Internacional de la Argentina o sus
intereses nacionales.
No obstante ello y en circunstancias externas e internas distintas a las que asignaron el gobierno
de Alfonsín, la política exterior jugó un papel de primer orden para firmar el proceso de
democratización en el ámbito interamericano y el cono Sur. En una clave posmoderna la Argentina
fue uno de los países líderes, tanto con Menem como con de la rúa, en la construcción del régimen
interamericano de defensa de la Democracia que culminó con la firma de la carta democrática
Interamericana el 11 de septiembre del 2001.
A pesar del carácter y iliberal de nuestra democracia, el caso argentino muestra que el tipo de
régimen tiene un Impacto cualitativo sobre esa política, no la he terminado pero si establece
incentivos se impone constreñimientos. Existe lo que podríamos Llamar una propensión de
régimen que estimula ciertos comportamientos y desalienta otros. Veamos por ejemplo el caso del
Proceso: Hizo una guerra (Malvinas) estuvo a punto de hacer otra con chile, intervino en el golpe
militar de un país vecino (Bolivia), entreno tropas para derrotar un gobierno extranjero (el
sandinista en Nicaragua), no aceptó un laudo arbitral (Beagle) y violó temáticamente los Derechos
Humanos.
En el punto anterior ya mencioné el papel de la Argentina democrática en la creación y
fortalecimiento de regímenes y acuerdos internacionales para defender y promover la
democracia.
Finalmente el récord histórico de estos primeros veinte años de democracia es extraordinario en
el campo de la paz y la seguridad internacional, particularmente en el espacio geográfico del cono
Sur.
Además el Argentina Dios jerarquía constitucional a su compromiso de recuperar las Islas
Malvinas, geórgicas del Sur, y sándwich del Sur, “respetando el modo de vida de sus habitantes y
conforme a los principios del derecho internacional”. Es cierto que la disputa de soberanía entre la
Argentina y el Reino Unido por la cuestión Malvinas no tuvo avances significativos en estos 20
años.
Conclusiones

El patrón de frustración que también cabe en gran medida a la política exterior no debe velar los
avances logrados en varios aspectos de las relaciones internacionales del país. Por sobre todas las
cosas la frustración deriva de la imagen predominantemente negativa que seguimos proyectando
el mundo, ilusión de nuestro prestigio y de las dificultades para definir nuestros intereses.
El mundo que vivimos nos obliga a repensar nuestra estrategia de política exterior. Es muy pronto
para saber si las experiencias buenas y malas vividas en estos 20 años se traducirían en ideas y
políticas claras que respondan a las necesidades de este tiempo. La Argentina democrática
recibido numerosas lecciones del exterior que deberían ser vinos para no repetir errores y para
reducir las disonancias entre expectativas y posibilidades. También construyó un acervo que
constituye un Punto de partida de enorme valor para alcanzar consensos básicos en materia de
política exterior.
Por otra parte la frustración que nos embarga no debe llevarnos para usar una expresión de moda,
“sub extender” nuestro campo de acción internacional a la espera de tiempo más propicios. Con
los ojos puesto de nuestros intereses y no en las opiniones de expectativas de otros es mucho lo
que la Argentina que hoy tenemos puede hacer, demente en el plano latinoamericano, para
promover y construir una orden internacional más justo y solidario y Pacífico.

CAPITULO 15

VEINTE AÑOS DESPUES: UN BALANCE

Luis Alberto Romero

Desde hace 20 años la Argentina está empeñada en la construcción de un objeto nuevo: Una
democracia republicana y liberal. La breve experiencia democrática de 1973 fue demasiado
excepcional para servir de precedente, los gobiernos posteriores a la caída de perón en 1955
estuvieron signados por una marca descalificatoria: La proscripción del peronismo. De modo que
los presidentes de la actual democracia sólo remiten a 2 experiencias: La radical entre 1916 y 1930
y la peronista entre 1946 y 1955.
Por otra parte tanto el radicalismo yrigoyenista como el peronismo se presentaron Asimismo
como la expresión auténtica y homogénea del pueblo o de la nación: Se trataba de la causa radical
o del movimiento nacional fuente de la doctrina nacional.
Este juego de descalificaciones recíprocas le dio la política democrática un carácter definidamente
faccioso.
Por el contrario la democracia que se empieza a construir en 1983 se propuso ser (por primera
vez) liberal y republicana. La defensa de los Derechos Humanos - quizás el legado más importante
de la experiencia de la última dictadura- fue el arca de la alianza para la nueva política.
Por otra parte en la nueva política democrática se valoró la diferencia y el consenso y hasta el tan
vilipendiado acuerdo, así como el mecanismo deliberativo para alcanzarlo: La argumentación
pareció más importante que la fuerza.
LA DEMOCRACIA Y EL PROCESO
Cómo se dijo esta democracia poco tiene que ver con la anterior., en cambio tiene mucho que ver
con la última dictadura militar a la que por razones de brevedad Y quizá incorrectamente, llamaré
"PROCESO".
La democracia de 1983 no surgió del derrocamiento del proceso sino de su derrumbe. En medio
de la catástrofe militar la democracia se construyó su imagen invirtiendo la del proceso: Lucifer y
Dios. Si el proceso había sido la suma de la potencia, otro tanto lo sería de la democracia. Si el
proceso había sido la suma de los males, la democracia condensar y a todos los bienes, que
Merced a su potencia se derramaría sobre la sociedad entera.
Hubo una ilusión democrática que dominó el ánimo de la sociedad por unos años. Ser adjudicó a la
democracia - que en lo esencial en un sistema de selección y de control de gobernantes legítimos-
la clave para el procesamiento de resolución de todos los problemas, inclusive a quiero que
escapan a la acción voluntaria de los hombres.
La ilusión que habitualmente acompañan a todo nuevo gobierno democrático fue en este caso
mucho más fuerte. Se ignoraron los límites que la realidad pondría a la acción, no se tomó en
cuenta cuánto había cambiado la Argentina luego de los años del proceso. Para muchos se trataba
simplemente de retomar la historia después de un paréntesis de Pesadilla.
Heredará en primer lugar de un estado desarticulado, envías de licuación, qué dejaba el gobierno
electo sin la herramienta necesaria e indispensable para aplicar cualquier política: Un auto sin
freno y acelerador y volante.
En ambos casos el proceso dejó plantadas bombas de acción retardada que estallaron
posteriormente en 1985-1989 1995 y 2001. Sus efectos destructivos serían achacados a quienes
entonces gobernaban.

LA DESILUSION DEMOCRATICA
La historia de estos 20 años de democracia es en muchos sentidos, la de una serie de desilusiones.
La primera muy fuerte, fue la de 1987 y afectó a los militantes y activistas de la ciudadanía, los que
más entusiastamente asumieron el discurso de la ilusión democrática y salieron a la calle a
proclamarlo. Pronto empezaron a comprobar que la realidad no era tan plástica como suponían y
que la fuerza de la civilidad, importante para algunas cosas, servía de poco frente a poderes
opacos pero resistentes.
La segunda desilusión 1989, con la hiper inflación y el vislumbre de un pozo sin fondo. La
desilusión afectó Al conjunto de la sociedad y  abrió un crédito a quién se presentó (de modo
escasamente republicano) como El Mesías.La desilusión reunió dos motivos no supieron distinguir.
La crisis argentina que se viene desarrollando desde hace 30 años es anterior a la democracia y en
términos estrictos es independiente de ella. Hay sin embargo, factores concurrentes, capaces de
transformar una situación mala en otra pésima. Hay responsabilidades políticas arte en entre la
ciudadanía y la clase política, es decir, entre quienes en el caldeado escenario del 2002
desempeñaron papeles de fiscal y acusado.

LAS RESPONSABILIDADES DE LOS CIUDADANOS.


Tenemos por parte a los activistas de la sociedad civil: El conjunto de los ciudadanos movilizados
desde fines de 1982 en defensa de los derechos humanos y la democracia, la civilidad ilusionada
de 1983 y también la desilusionada de 1987. Profundamente moldeada por la lucha en defensa de
los Derechos Humanos, convencida luego de juicio a las juntas de que de esa defensa podría lograr
algo más que declaraciones de arrepentimiento y buena voluntad, esa civilidad ha seguido
perseverantemente su acción Sin dar tregua.
Su modo de participación consiste en el reclamo y la defensa de los derechos. A partir de una
noción básica (la vida la libertad del cuerpo y de la mente) los derechos humanos se fueron
expandiendo a Campos cada vez más variados.
En todos los casos la crítica de las organizaciones de la civilidad se hicieron desde el exterior de las
instituciones y de la práctica política, con un estilo qué - aunque aplicado a la causas nobles-
recuerda el más espurio del sindicalismo vandorista de la década de 1960: Presionar al Estado
desde afuera sin asumir responsabilidades de gobierno. No fue difícil para políticos
experimentados eludir sus requisitorias.
Por otra parte el resto de la sociedad menos preocupados por los Derechos Humanos, menos
interesado por las cuestiones públicas, a menos conscientes de su calidad de ciudadanos. Se trata
de una sociedad que supo ser democrática en sentido metafórico según tocqueville.
Aquella sociedad democrática Tuvo una gran capacidad para generar ciudadanía. También fue una
sociedad prodigia en organizaciones corporativas, montadas para defender intereses sectoriales y
sobre todo para obtener del Estado algún tipo de reconocimiento, franquicia, privilegio o
prebenda.
Desde hace 30 años la sociedad ha perdido su impronta democrática e igualitaria. La movilidad
ascendente ya no es más una realidad. La sociedad está hoy empobrecida y polarizada y sus
segmentos distantes y casi incomunicados, consisten en un estilo que solía llamarse
latinoamericano.
Sin embargo, los intereses corporativos siguen disputando las últimas Migajas del estado. Se trata
de las antiguas corporaciones y de otras nuevas entre las que hay que incluir un sector singular:
Las organizaciones civiles llamadas no gubernamentales, dedicadas al reparto de los fondos
destinados a la acción social, que el estado le confía, pues desconfía de sus propios canales. En
estas organizaciones, flor y nata de la sociedad civil, el nuevo discurso de la solidaridad que
esgrimen encubre a veces una puja por el reparto del botín Estatal que se asemeja bastante a las
tradicionales.

LAS RESPONSABILIDADES DE LOS POLITICOS

En suma, muchos esperan las soluciones que vengan del estado, sin hacerse cargo de sus
problemas limitaciones y necesidades de opción. El estado Parece ser una cosa de los políticos y su
fracaso, el resultado de su incapacidad y corrupción.
Quizás habría que recordar que su formación en 1983 no tuvo nada de natural o automático. La
cámara de políticos que se hizo cargo de los puestos de gobierno, las funciones representativas y
también ese campo menos lúcido de la articulación entre representantes y los intereses de la
sociedad se formó prácticamente de la Nada luego de casi dos décadas de clausura democrática.
Todo ello habla de una clase política y funcional profesional. Quizás excesivamente
profesionalizada, pero no amateur. A partir de esta primera constatación que está lejos de ser
obvia en el contexto apasionado e iracundo del 2002, debe decirse que no fue exactamente una
clase política en el sentido de gaetano mosca.
Al largo de 20 años se manifestaron en la clase política tres tipos de déficit: De vigilancia de debate
y de conducta. El primero se refiere al grado al avasallamiento de las instituciones republicanas y
en particular de la división de poderes. Los politólogos acuñaron un concepto que es casi un
eufemismo “la democracia delegativa” no alcanza dar cuenta de el estilo principesco del
presidente menem, pero éste avanzó porque se lo permitieron Quiénes más atentos deberían
estar a su control es decir los parlamentarios y los miembros de justicia.
En suma, los políticos, quién  más quien menos, formar una corporación para exprimir al estado.
Por ello fueron repudiados justamente. Fueron denunciados en nombre de los valores cívicos: Un
signo saludable dado que la corrupción es constitutiva de este y otros sistemas políticos: La
sociedad civil y sus organizaciones retomaban su actitud vigilante, la que había languidecido
Durante los años de exitoso del menemismo. Pero de acuerdo con el evangelio hay que
preguntarse si tienes arrojan la piedra tenían la conciencia limpia.

LA CRISIS
La condena global de la clase política que estuvo de moda en el 2002 es una puerilidad. No son los
principales responsables de una crisis que es mucho más compleja, qué tiene otras causas y que
está planteada, en lo esencial desde el 1976.
Desde la rabia el jacobinismo y el regeneracionismo, predominantes en el 2002 la elección del
2003 concedió un nuevo crédito a la democracia.
Los votos fueron positivos y meditados y las frustrada segunda vuelta hubiera conferido sin dudas
un claro mandato al presidente electo.
La reciente renovación de crédito democrático no es un cheque en blanco y la paciencia de la
sociedad Argentina, desbordada en 2002 por la explosión de los problemas derivados de la salida
de la convertibilidad seguramente no es infinita.
Es deseable que en 4 años se produzcan avances en ambos terrenos. Una hipótesis pesimista diría
que nada cambiará, entonces la desilusión hará estragos. Pero cabe considerar  la posibilidad de
que haya novedades de importancia en uno de esos terrenos al menos.
Mucho me Temo que 20 años después los méritos de la Democracia han dejado de ser evidentes
por sí mismo y como concluía  Tocqueville en la democracia en América Latina, uso de despotismo
aparezca preferible a una tormentosa e infructuosa libertad política.

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