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El determinismo físico no tiene


consecuencias éticas
September 12, 2021 3.11pm EDT

Shutterstock / fran_kie

Author
 Email ¿Soy libre o es una mera ilusión? No faltan, entre investigadores
 Twitter 13 de todo el mundo, quienes niegan que la libertad sea una Gonzalo Génova
 Facebook 36 característica humana real. El argumento suele ser que, puesto Profesor Titular de Lenguajes y
Sistemas Informáticos,
 LinkedIn que somos seres materiales, estamos sometidos a las leyes Universidad Carlos III

 Print deterministas de la materia. Por lo tanto, no somos libres.


Disclosure statement

No voy a tratar de demostrar científicamente que somos libres.


Gonzalo Génova does not work for, consult,
De hecho, dudo mucho que esto se pueda demostrar de modo own shares in or receive funding from any
company or organization that would benefit
experimental. Tan solo constato que el determinismo choca from this article, and has disclosed no
frontalmente con la experiencia de la libertad y otras relevant affiliations beyond their academic
appointment.
estrechamente relacionadas, como la educación.

Si somos seres completamente sometidos a las leyes Partners

deterministas de la naturaleza, entonces el yo no es autor de su


vida sino, como mucho, un espectador pasivo de lo que pasa,
dentro y fuera de él. Un yo ficticio y una libertad ficticia es todo
lo que cabe dentro de este determinismo. Si no somos dueños de
Universidad Carlos III provides funding as a
nuestros actos, si nuestra conducta es puramente instintiva member of The Conversation ES.

(reacción mecánica a los estímulos recibidos), entonces toda


View all partners
discusión sobre la ética es una pérdida de tiempo.

El “espejismo” del libre albedrío


Yuval Noah Harari es uno de los pensadores de moda. En su
We believe in the
artículo Los cerebros ‘hackeados’ votan, explica brillantemente que
free flow of
las nuevas tecnologías amenazan muy seriamente nuestra vida information
social y democrática, ya que los Gobiernos y las empresas harán Republish our articles for
lo posible por hackear o piratear el “sistema operativo humano”, free, online or in print,
under a Creative
como él lo llama, para manipularnos a su conveniencia.
Commons license.

Pero no se contenta con advertir sobre estos peligros, sino que se Republish this article
atreve a señalar que la raíz de todo el problema es nuestra
creencia en el “espejismo” del libre albedrío:

Por desgracia, el libre albedrío no es una realidad científica. Es un


mito que el liberalismo heredó de la teología cristiana. Los teólogos
elaboraron la idea del libre albedrío para explicar por qué Dios
hace bien cuando castiga a los pecadores por sus malas decisiones y
recompensa a los santos por las decisiones acertadas. Si no tomamos
nuestras decisiones con libertad, ¿por qué va Dios a castigarnos o
recompensarnos? Según los teólogos, es razonable que lo haga
porque nuestras decisiones son el reflejo del libre albedrío de
nuestras almas eternas, que son completamente independientes de
cualquier limitación física y biológica.

Aquí habría que decir, como poco, que sorprende que Harari
atribuya la idea occidental de libertad a la teología cristiana. ¿Es
que antes del cristianismo no había reflexionado nadie sobre la
libertad, ni en el mundo romano, ni en el griego, ni en el judío?
¿Es que el moderno alejamiento del cristianismo tiene que ir
acompañado necesariamente de la negación de la libertad?

El lastre del dualismo cartesiano


Además, la concepción del alma como entidad “completamente
independiente de cualquier limitación física y biológica” no es la
de la teología cristiana, sino más bien la del dualismo cartesiano,
que concibe el alma y el cuerpo como dos cosas distintas, unidas
de un modo tremendamente problemático que el mismo
Descartes nunca supo explicar de forma convincente.

Aceptar el postulado del dualismo cartesiano (“las cosas son: o


materiales o inmateriales”) es el punto de partida que a menudo
desemboca en negar la existencia de realidades inmateriales
como la libertad, puesto que solo las materiales son “objetivas”. El
dualismo cartesiano nos metió en un callejón sin salida. Pienso
que jamás vamos a entender bien qué es el ser humano en toda
su riqueza desde la aceptación del postulado cartesiano. Hay que
dar marcha atrás y volver a pensarnos de otra manera.

Es cierto que el cartesianismo ha influido mucho en la teología


cristiana posterior, y no digamos en la cultura popular, pero de
un pensador tan sugerente como Harari esperaba algo más de
agudeza. Tiene una idea completamente cartesiana del libre
albedrío, como puro ser incondicionado, y así no es extraño que lo
rechace, porque es bastante obvio que esa concepción no
responde a nuestra experiencia cotidiana. Como seres materiales
que somos, estamos sin duda condicionados, pero otra cosa
distinta es decir que estamos completamente determinados. El
tema es muy pertinente, pero el análisis de Harari es superficial.

La negación de la libertad no tiene consecuencias


Continúa Harari en ese mismo artículo:

Para sobrevivir y prosperar en el siglo XXI, necesitamos dejar atrás


la ingenua visión de los seres humanos como individuos libres –una
concepción herencia a partes iguales de la teología cristiana y de la
Ilustración— y aceptar lo que, en realidad, somos los seres
humanos: unos animales pirateables. Necesitamos conocernos mejor
a nosotros mismos. […] ¿Qué hacer? Supongo que necesitamos
luchar en dos frentes simultáneos. Debemos defender la democracia
liberal no solo porque ha demostrado que es una forma de gobierno
más benigna que cualquier otra alternativa, sino también porque es
lo que menos restringe el debate sobre el futuro de la humanidad.
Pero, al mismo tiempo, debemos poner en tela de juicio las hipótesis
tradicionales del liberalismo y desarrollar un nuevo proyecto
político más acorde con las realidades científicas y las capacidades
tecnológicas del siglo XXI.

Aquí es donde incurre Harari en lo que he denominado la falacia


del neuro-abogado: “necesitamos luchar… debemos defender…”.
Si no somos libres, entonces toda esta parte de su discurso es un
sinsentido. Si no somos libres, no tenemos ningún deber, no
necesitamos defendernos de nada, y la manipulación deja de ser
un mal criticable (y, obviamente, también deja de ser algo
evitable).

Harari trata de convencernos con argumentos para que nos


defendamos de la manipulación ideológica apoyada en las
nuevas tecnologías. Esto está muy bien, pero no puede hacerlo
sin asumir que, al menos en cierta medida, somos libres. Se
contradice, pues, cuando trata de convencernos de que el libre
albedrío es un espejismo.

Cuando en el lenguaje ordinario decimos que algo “tiene


consecuencias”, podemos referirnos a dos cosas diferentes:
consecuencias lógica o físicamente necesarias, o bien
consecuencias prácticas para la acción libre. Las primeras se
producen, por ejemplo, en las leyes de la naturaleza (“poner el
agua al fuego tiene como consecuencia que se calienta”). Las
segundas las entendemos como argumentos que deberían alterar
nuestro curso de acción (“hay huelga de taxis, en consecuencia
tendré que ir en autobús”).

Negar la libertad humana tiene como consecuencia necesaria que


no somos dueños de nuestros actos. Pero no puede tener como
consecuencia, para nuestra acción libre, la recomendación de
una u otra estrategia de acción. Ni siquiera nos pueden exhortar
a aceptar un destino “inexorable”, porque la actitud de aceptación
o rechazo también estaría predestinada. Negar la libertad no tiene
consecuencias prácticas. Debería ser obvio, ¿no?

Este artículo fue publicado originalmente en versión extendida en el blog


del autor.

 filosofía libertad libre albedrío

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