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Al analizar el sistema educacional chileno, se pueden notar grandes cambios

desde la década de los 70 con el fin de los profesores normalistas y la concepción


que se tenía de la pedagogía en ese entonces. Las necesidades educativas y de
la población de esa época, son muy distintas a las de ahora. Si bien por ejemplo,
en esa época el analfabetismo en Chile era del 8,9% (que es bajo para la región),
era una de las preocupaciones existentes; que hoy, con el 2,3% 1 en las
mediciones más recientes deja de ser un factor gravitante o de medición de la
calidad de la educación.

También, encontramos en Chile un sistema educativo muy distinto al de incluso 20


años atrás. En aquel entonces, el profesor era una autoridad dentro de la sala de
clases, pero no solo por el conocimiento que impartía, si no por los castigos
asociados a todo lo que se considerara una falta de respeto, incluidos en esto
temas comunes como conversar en clase.

La variable prioritaria escogida para este análisis es la de los docentes. En la


mayoría de los países con sistemas educativos evaluados como muy buenos, la
característica común es una alta exigencia y rigurosidad de la profesión docente.
En Finlandia deben estar dentro del bla (citar), en Singapur deben bla( citar) y dos
países mas (citar).

En nuestro país, donde se vislumbra un déficit inminente de docentes para los


años venideros, poco ingreso a las carreras de pedagogía, y a la vez pocos
incentivos para mantenerse dentro de la carrera (% de deserción docentes citar);
se presenta un escenario muy complejo para adoptar políticas en la línea de los
países mencionados anteriormente. Si con los requisitos actuales las matrículas
en pedagogía disminuyen constantemente, al aumentar los requisitos pero
manteniendo el resto de las variables iguales, no se logrará lo deseado, que es
una mayor cantidad de estudiantes deseando ejercer en pedagogía y por lo tanto,
una posible selección de futuros docentes más rigurosa.

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Entreculturas 2007.
Entonces, ¿qué hacemos para que la variable docente no sea una piedra de tope
al momento de mejorar la calidad de la educación en Chile?. Se proponen a
continuación medidas de corto, mediano y largo plazo.

En el corto plazo, se deben mejorar los sueldos de los docentes en ejercicio,


basados en una meritocracia que sea lo más objetiva posible. Generando metas
claras, con objetivos observables que puedan acreditar que el docente cumple con
lo requerido o no; acción que debiese ser implementado en un plazo corto de uno
o dos años. Esto, ya que si bien en Chile la profesión docente es bien valorada en
el sentido de que se ve bien y se valora como una profesión “linda”, esto no se
traduce así en las remuneraciones, lo que hace complejo darle un status a la
profesión y generar que sea deseada o que se aspire a ella.

Influye también en lo anterior, que al día de hoy, el ser profesor no esté


considerado como un factor que aporte a la movilidad social. El estudiar
pedagogía no es un factor de cambio potente como por ejemplo si lo son carreras
tradicionales como la medicina, la abogacía, ingeniería, etc. Por lo que aquellos
egresados de cuarto medio con la ambición de un cambio social en ellos y sus
familias no ven la profesión docente como una opción viable y que les ayude a
cumplir su objetivo.

En los países estudiados vemos que es clave la valoración docente ya que (bla
cita)

En el mediano plazo se deben elitizar las carreras de pedagogía, en el sentido de


que sólo los mejores puedan ingresar. Para esto, deben abordarse dos flancos:

- En primer lugar, éstas deben ser carreras atractivas, para las que existan
beneficios durante se estudia, además de trabajo prácticamente
garantizado después. Más que becas que financien la carrera, éstas
deberían contar con remuneración durante la carrera, prácticas desde los
primeros años, y la obligación de trabajar después en el sistema público
para devolver la beca. Esto último, en conjunto con una oferta de trabajo en
el sector pública rica y diversa
Entreculturas. 2007. Alfabetización, puerta al conocimiento. Estudios e Informes,
1.

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