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Cochabamba – Bolivia
Junio 2022
Introducción
Esta gente conoce bastante recursos y los sabe emplear para mantenerse por
la pesca y la caza, y como ésta es la única preocupación que tienen, se los
puede considerar más animales salvajes que hombres. Cuesta, por lo tanto,
mucho trabajo, celo y paciencia convertir a semejantes criaturas primero en
auténticos hombres y luego en cristianos (KNOGLER, 1979: 22).
Se debe recordar que los jesuitas procedían de Europa y la imagen que tenían de los
indios americanos contenía descalificadores respecto a su cultura y su fisionomía
(Cf. GIORDANO, 2008: 88). En esa misma línea, a los ojos de los jesuitas los
chiquitos no conocían la disciplina ni tampoco tenían la costumbre de trabajar, y para
que la evangelización tuviera éxito era necesario aplicar un plan civilizatorio
mediante el cual la población adoptaría una vida en comunidad (Cf. MARTINEZ,
2015: 141). Igualmente, los jesuitas inicialmente no percibían un sistema religioso
entre las etnias de la región y pensaban que eran indiferentes a lo divino y ritual (Cf.
FORD, 2014: 306). Como lo cuenta el p. Knogler:
El sol, la luna y las estrellas son para ellos luces que existen de por sí y han
existido siempre. No adoran ningún animal, ningún pez o pájaro y ningún
demonio o ídolo, de modo que se puede decir: la barriga es su Dios. Pues
todas sus preocupaciones y esfuerzos, todas sus migraciones de un lado al
otro, sus cacerías y pescas, tienden a satisfacer sus necesidades proveyéndola
de alimentos (KNOGLER, 1979: 38).
Si bien algunos grupos de chiquitos no tenían ninguna religión con cultos externos,
otros grupos, como los manasicas, practicaban ciertos cultos idolátricos (Cf. LASSO,
2008: 603). Entre sus dioses, destacan los primeros tres, con un paralelismo a la
trinidad cristiana: el padre tenía varios nombres, Mequituriqui, Uracozorizo; el hijo
se llamaba Urasaña; mientras que el espíritu recibía el nombre de Urapostiquitetu
(Cf. PAZ, 2016: 13). La necesidad de “corregir” el estilo de vida salvaje de los
pueblos de la región motivó el accionar de los jesuitas y eventualmente la fundación
de las reducciones. Sin embargo, es probable que los misioneros hayan exagerado la
condición de salvaje o bárbaro del pueblo chiquitano y el éxito de su tarea
evangelizadora. Según Martínez, “es cierto que los relatos y caracterizaciones que
ofrecen los jesuitas en sus relaciones e informes deben ser pasados por el tamiz del
deliberado enaltecimiento de su obra evangelizadora” (MARTINEZ, 2015: 144).
Por otro lado, los regalos de los jesuitas fascinaban a los chiquitos y fue una manera
de convencerlos de vivir en las reducciones al mostrar su poder material. Los jesuitas
se dieron cuenta de las necesidades y gustos de los chiquitos en sus visitas y les
obsequiaban regalos como camisas y herramientas que aceleraban el acercamiento
(Cf. LASSO, 2008: 583). En particular, las herramientas de hierro se volvieron
importantes para los chiquitos pues antes de ser introducidas por los españoles, los
chiquitos vivían en la edad de piedra. La presencia del hierro provocó un importante
cambio tecnológico que mejoró sus condiciones de vida. Luego de la retirada de los
españoles del noroeste chiquitano, los indígenas empleaban métodos violentos para
conseguir herramientas (Cf. LASSO, 2008: 562).
No solo esta situación, pero el miedo creciente que sentían los chiquitos por ser
esclavizados por los españoles les motivó a buscar refugio en las reducciones al darse
cuenta que los jesuitas no eran igual que los demás blancos. Para Martínez, la rápida
transformación del entorno sociocultural de los chiquitos se debe a su vulnerabilidad
frente a la esclavitud y su predisposición al cambio (Cf. MARTINEZ, 2017: 120).
Según Bravo, al ver que los jesuitas les defendían de las agresiones de los españoles,
los chiquitos se motivaron a establecer relaciones de colaboración con las
autoridades de Santa Cruz y solicitar el envío de misioneros (Cf. BRAVO, 1995: 36).
Un caso en especial fue el de la primera reducción fundada por los jesuitas, San
Xavier de los Piñocas (1691), a pedido de los propios chiquitos que sentían un gran
temor por los esclavistas cruceños y portugueses (Cf. MARTINEZ, 2015: 145).
Todos los domingos empezamos los oficios divinos con una catequesis,
seguida de un sermón y finalmente oficiamos la misa mayor. En cuanto a
estos sermones, es un hecho notable que los caciques de los indios suelan
repetirlos en voz alta por la tarde del domingo cuando oscurece y todos los
ruidos cesan, en la esquina de una calle, recomendando los puntos principales
a la atención de todos (KNOGLER, 1979: 45).
Los jesuitas prestaron atención a las variaciones entre la lengua que hablaban las
mujeres y la que hablaban los hombres (MARTINEZ, 2017: 117). Por otro lado, la
inclinación de los chiquitos hacia el arte motivó a los jesuitas a promover fiestas y
festividades religiosas en las cuales la música tenía gran importancia (Cf. ELIAN,
s.f: 3). La música fue una herramienta eficiente para la evangelización en la
Chiquitanía, pero este trabajo no profundizará en los aportes de la música en las
reducciones jesuíticas.
Los jesuitas, si bien tenían una forma de pensar tolerante, consideraban que ciertas
costumbres de los chiquitos debían eliminarse porque perjudicaban a la tarea
evangelizadora. Como ya se mencionó, su nomadismo no permitía la vida en
comunidad al estar los chiquitos en constante movimiento, y con respecto a sus
costumbres sociales, los chiquitos solían emborracharse con chicha, considerado un
vicio para los jesuitas. Gracias a su persuasión y forma adecuada de acercarse a la
mentalidad indígena, lograron mitigar esta situación en la reducción de Concepción
(Cf. VARA, 2010: 294).
Los jesuitas permitieron a los chiquitos conservar algunas de sus tradiciones al darse
cuenta de las posibles repercusiones sociales en caso de su prohibición. Por ejemplo,
el uso del cabello largo fue permitido por los jesuitas ya que entre los chiquitos era
un signo de prestigio y de virilidad y los jesuitas comprendieron la humillación que
implicaría la prohibición de este símbolo de status (Cf. BRAVO, 1995: 42). Sobre
este hecho, el p. Fernández nos dice como “en pasando de veinte años se dejan crecer
el cabello, y quien le tiene mejor y mas grande, tiene sobre los otros una cierta
hermosura señoril” (FERNÁNDEZ, 1726: 49-50).
Según Lasso, los jesuitas buscaban asimilar aquellos elementos y costumbres de la
cultura indígena que no fueran contrarias al cristianismo o a la razón, tal como estaba
estipulado en la Recopilación de las Leyes de Indias (Cf. LASSO, 2008: 585). De
esta forma, los jesuitas destacaron valores positivos de los chiquitos, como la
hospitalidad, el sentido de familia y su solidaridad con miembros de las tribus (Cf.
VARA, 2010: 294).
Las procesiones de corpus christi eran una de las más grandes festividades religiosas
para los chiquitos. El p. Fernández nos cuenta como los chiquitos preparaban su
muestra se devoción:
A fin de que todas las criaturas, aun irracionales, rindan homenaje, y tributo
de reverencia al común señor de todo, salen días antes a caza de pájaros y
fieras, aunque sean tigres y leones, y bien atados los ponen en el camino por
donde ha de pasar el Santísimo Sacramento, y juntamente arrojan por el suelo
el maíz y las demás semillas de que han de hacer sus sementeras para que sea
bendito de Dios y las haga multiplicar a la medida de su necesidad
(FERNÁNDEZ, 1726: 141).
En las fiestas importantes, los hombres traen arcos y flechas, escogiendo sus
mejores armas para la casa de Dios, para dar a entender que son perseverantes
en la fe y están dispuestos a luchar, arriesgando la vida, para mayor gloria de
Dios. Nadie les reprochará esta costumbre, en vista de que también en
naciones civilizadas celebren semejantes ceremonias en las iglesias
(KNOGLER, 1979: 44).
La actividad de caza y el uso de sus instrumentos no se prohibió, sino que los jesuitas
redireccionaron estas habilidades de los indígenas hacia la defensa de las reducciones
contra grupos hostiles. Bajo la instrucción de los jesuitas, los chiquitos practicaban el
ejercicio de la flecha en la plaza de las reducciones (Cf. MARTÍNEZ, 2017: 117).
Conclusión
Los jesuitas y los chiquitos llegaron a una especie de acuerdo durante la época
reduccional. Por un lado, los jesuitas no les obligaron a renunciar de forma súbita a
sus costumbres, sino que lo chiquitos lo hicieron de forma paulatina, en especial
aquellas que no se alineaban con el pensamiento cristiano. Aun así, los jesuitas les
dejaron conservar algunos aspectos de su cultura dada su importancia para los
chiquitos. En líneas generales, tuvieron una actitud tolerante ante las muestras de
devoción de los chiquitos de acuerdo a su interpretación del cristianismo, surgiendo
así una forma propia de ser cristiano entre este pueblo. Las misiones jesuíticas
dejaron una marca profunda en la identidad del pueblo chiquitano. A pesar de tener
que haber renunciado a su modo de vida anterior, aprendieron una nueva forma de
vivir y ser que suscitó varios cambios en su beneficio.
Bibliografía
FORD, Kate (2014). A new look at the mission to the chiquitos. Identity and
ownership in the Mission and its Legacy. University of Essex. En:
https://www.grafiati.com/es/literature-selections/chiquitos-chiquitos-bolivien-
chiquitos/
LASSO, I. José (2008). Influencias del cristianismo entre los chiquitanos desde la
llegada de los españoles hasta la expulsión de los jesuitas. Universidad Nacional de
Educación a Distancia. En: http://e-spacio.uned.es/fez/view/tesisuned:GeoHis-Ijlasso