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D e parta m en to d e C ien cias S o ciales y H u m a na s

C arrera de A n tro pología

Las reducciones jesuíticas en la Chiquitanía:


Particularidades del proceso evangelizador

Trabajo final de Teología de las culturas

Leonardo Zeballos Medrano

Cochabamba – Bolivia
Junio 2022
Introducción

La labor misionera de los jesuitas en la región de la Chiquitanía modificó


enormemente la identidad de los grupos indígenas de la región, al igual que su forma
de vivir y relacionarse con los demás. El proceso reduccional jesuita tuvo lugar entre
1691 y 1767, se fundaron 10 pueblos con una población de 24,000 indígenas en la
región que ahora se conoce como la provincia de Chiquitos. Contrario a su estilo de
vida interior, los jesuitas enseñaron a los chiquitos a vivir en comunidad, con un
énfasis en las actividades productivas, el arte y la enseñanza de la doctrina cristiana.
La tarea evangelizadora no fue fácil para los jesuitas pues tuvieron que adaptarse al
contexto cultural de la población y ceder a ciertos acuerdos para establecer una
relación positiva con los indígenas. Su tolerancia y benevolencia les permitió
evangelizar con éxito a la población chiquitana en un corto periodo de tiempo.

Los chiquitos y jesuitas: Primeras impresiones

Según Martínez, los chiquitos eran un grupo de indígenas de la zona oeste de


xarayes, más allá de los etones, pamonos y jaramecocies (Cf. MARTINEZ, 2016:
137). Las tribus y etnias de la región de la chiquitania vivían de forma dispersa, su
difícil acceso y las luchas violentas entre estas eran un impedimento para la
propagación del evangelio. Para los misioneros jesuitas era imposible convertir a los
indígenas en su medio ambiente (Cf. LASSO, 2008: 559).

Antes de evangelizar a la población indígena, los jesuitas debían civilizarlos para


lograr que abandonen su estilo de vida salvaje y bárbaro. Según el p. Julián Knogler,

Esta gente conoce bastante recursos y los sabe emplear para mantenerse por
la pesca y la caza, y como ésta es la única preocupación que tienen, se los
puede considerar más animales salvajes que hombres. Cuesta, por lo tanto,
mucho trabajo, celo y paciencia convertir a semejantes criaturas primero en
auténticos hombres y luego en cristianos (KNOGLER, 1979: 22).

Se debe recordar que los jesuitas procedían de Europa y la imagen que tenían de los
indios americanos contenía descalificadores respecto a su cultura y su fisionomía
(Cf. GIORDANO, 2008: 88). En esa misma línea, a los ojos de los jesuitas los
chiquitos no conocían la disciplina ni tampoco tenían la costumbre de trabajar, y para
que la evangelización tuviera éxito era necesario aplicar un plan civilizatorio
mediante el cual la población adoptaría una vida en comunidad (Cf. MARTINEZ,
2015: 141). Igualmente, los jesuitas inicialmente no percibían un sistema religioso
entre las etnias de la región y pensaban que eran indiferentes a lo divino y ritual (Cf.
FORD, 2014: 306). Como lo cuenta el p. Knogler:

El sol, la luna y las estrellas son para ellos luces que existen de por sí y han
existido siempre. No adoran ningún animal, ningún pez o pájaro y ningún
demonio o ídolo, de modo que se puede decir: la barriga es su Dios. Pues
todas sus preocupaciones y esfuerzos, todas sus migraciones de un lado al
otro, sus cacerías y pescas, tienden a satisfacer sus necesidades proveyéndola
de alimentos (KNOGLER, 1979: 38).

Si bien algunos grupos de chiquitos no tenían ninguna religión con cultos externos,
otros grupos, como los manasicas, practicaban ciertos cultos idolátricos (Cf. LASSO,
2008: 603). Entre sus dioses, destacan los primeros tres, con un paralelismo a la
trinidad cristiana: el padre tenía varios nombres, Mequituriqui, Uracozorizo; el hijo
se llamaba Urasaña; mientras que el espíritu recibía el nombre de Urapostiquitetu
(Cf. PAZ, 2016: 13). La necesidad de “corregir” el estilo de vida salvaje de los
pueblos de la región motivó el accionar de los jesuitas y eventualmente la fundación
de las reducciones. Sin embargo, es probable que los misioneros hayan exagerado la
condición de salvaje o bárbaro del pueblo chiquitano y el éxito de su tarea
evangelizadora. Según Martínez, “es cierto que los relatos y caracterizaciones que
ofrecen los jesuitas en sus relaciones e informes deben ser pasados por el tamiz del
deliberado enaltecimiento de su obra evangelizadora” (MARTINEZ, 2015: 144).

Modo de accionar de los jesuitas ante los indígenas

Antes de la fundación de una reducción, los jesuitas recorrían territorios de la


chiquitania visitando a los indígenas y se hacían acompañar de algunos indígenas
interpretes para facilitar la comunicación dada la diversidad de variaciones
lingüísticas en la región. Estas visitas recibían el nombre de misiones […] y los
indígenas era introducidos a algunos aspectos de la doctrina cristiana. Al momento
de irse definitivamente a una reducción, los indígenas ya tenían algunos
conocimientos, por lo tanto, las misiones se consideraban una etapa preparatoria a la
vida reduccional (Cf. LASSO, 2008: 588 y 591). En la última década del siglo XVII
se inicia el proceso de evangelización por medio del establecimiento de reducciones
en la provincia de Chiquitos (Cf. BRAVO, 1995: 36). El jesuita Juan Patricio
Fernández, autor de Relación Historial de los Indios chiquitos, nos cuenta sobre la
labor de los misioneros:

No paraba de día ni de noche en domesticar a aquellos salvajes; y mientras


sus compañeros iban en busca de gentiles, él se ocupaba en limpiar a aquellos
cristianos de los resabios de su vida brutal, con que se podía manchar la
pureza de su fe, y la inocencia de nuestra religión Cristiana; era su tarea
cuotidiana juntar de día a los niños toda la mañana y al entrar la noche, a los
adultos, para hablarles de las cosas que debían creer y obrar (FERNÁNDEZ,
1726: 110-111).

Uno de los factores que contribuyeron en el avance y crecimiento de las reducciones


fue la mentalidad tolerante y flexible de los jesuitas. Gracias a sus trabajos
misionales por todo el mundo, los jesuitas adquirieron una actitud abierta hacia la
variedad de pueblos y eso les permitió entender de mejor forma a las culturas con las
que se encontraban (Cf. ELIAN, s.f: 2). Según Vara, la distinta procedencia de los
jesuitas en la región de la chiquitania fue crucial para el desarrollo de las misiones.
En los primeros años predominaron los jesuitas españoles, pero años más tarde
llegaron jesuitas belgas, italianos y alemanes que permitieron adaptar aquellas
costumbres nativas que se asemejaban a la doctrina cristiana (Cf. VARA, 2010: 293).
De la misma manera, los jesuitas de la chiquitania utilizaron métodos misionales
pacíficos. Esta actitud se percibió desde el principio al presentarse ante los indígenas
sin armas y solo con imágenes religiosas. (Cf. LASSO, 2008: 584). Según cuenta el
p. Fernández:

Otros, habiendo salido a otra empresa semejante, ni aun quisieron llevar


armas consigo, y entrando en una tierra enarbolaron en ella la imagen de
Nuestra Señora, exhortando a la gente la hiciese reverencia, pero la respuesta
que tuvieron fue ver caer sobre si una tempestad de saetas, de que muchos
quedaron allí muertos (FERNÁNDEZ, 1726: 135).

Si bien los misioneros se topaban con grupos hostiles y violentos en sus


expediciones, la situación en las reducciones era diferente. Según Paz, los misioneros
eran apreciados por los chiquitos y menciona una anécdota del padre Lucas
Caballero que, al momento de marcharse de su reducción, los indígenas lloraron y se
despidieron con lágrimas (Cf. PAZ, 2016: 11). La postura benévola de los jesuitas,
lejos del modo de accionar los españoles, les ayudó a ganarse la confianza de los
chiquitos en relativamente poco tiempo.

Por otro lado, los regalos de los jesuitas fascinaban a los chiquitos y fue una manera
de convencerlos de vivir en las reducciones al mostrar su poder material. Los jesuitas
se dieron cuenta de las necesidades y gustos de los chiquitos en sus visitas y les
obsequiaban regalos como camisas y herramientas que aceleraban el acercamiento
(Cf. LASSO, 2008: 583). En particular, las herramientas de hierro se volvieron
importantes para los chiquitos pues antes de ser introducidas por los españoles, los
chiquitos vivían en la edad de piedra. La presencia del hierro provocó un importante
cambio tecnológico que mejoró sus condiciones de vida. Luego de la retirada de los
españoles del noroeste chiquitano, los indígenas empleaban métodos violentos para
conseguir herramientas (Cf. LASSO, 2008: 562).

Aguardando la ocasión de la noche, asaltaban los villajes a los españoles,


robando cuantos mas cuchillos, hachas, azadones y otros pedazos de hierro
podían, sin causar otro daño; pero como creciendo la codicia en los barbaros
creciese también la audacia, se atrevieron a coger a los campesinos, y
matarlos a su salvo (FERNÁNDEZ, 1726: 69-70).

Según Lasso, el establecimiento de las reducciones se favoreció por la dependencia


de los chiquitos sobre estas herramientas y otros materiales presentados por los
jesuitas (Cf. LASSO, 2008: 563). Tal era el valor de estos materiales para los
chiquitos que en las ocasiones en las que los jesuitas no conseguían ganar la
confianza de los pueblos que visitaban, realizan trueques de utensilios por personas.
Tal es el caso de lo que le pasó al padre Diego de Contreras, que entregó algunos
utensilios a cambio de veinticuatro personas para llevarlos a la reducción (Cf. PAZ,
2016: 11).

No solo esta situación, pero el miedo creciente que sentían los chiquitos por ser
esclavizados por los españoles les motivó a buscar refugio en las reducciones al darse
cuenta que los jesuitas no eran igual que los demás blancos. Para Martínez, la rápida
transformación del entorno sociocultural de los chiquitos se debe a su vulnerabilidad
frente a la esclavitud y su predisposición al cambio (Cf. MARTINEZ, 2017: 120).
Según Bravo, al ver que los jesuitas les defendían de las agresiones de los españoles,
los chiquitos se motivaron a establecer relaciones de colaboración con las
autoridades de Santa Cruz y solicitar el envío de misioneros (Cf. BRAVO, 1995: 36).
Un caso en especial fue el de la primera reducción fundada por los jesuitas, San
Xavier de los Piñocas (1691), a pedido de los propios chiquitos que sentían un gran
temor por los esclavistas cruceños y portugueses (Cf. MARTINEZ, 2015: 145).

Método evangelizador de los jesuitas: Un acuerdo entre ambas partes

Ya hablando de la tarea evangelizadora de los jesuitas, destacaron algunos métodos


especiales para propagar el mensaje cristiano. Uno de estos fue el uso de sermones,
que eran piezas cortas de sencilla comprensión escritas en lengua chiquitana, un gran
logro considerando la complejidad de la lengua con sus diferencias sexuales. Estos
sermones no eran solo repetidos por misioneros, sino también por algunos miembros
de la comunidad, como los caciques. De esta forma, la doctrina cristiana era
presentada de forma clara a los chiquitos (Cf. PAREJAS, 2011: 214).

Todos los domingos empezamos los oficios divinos con una catequesis,
seguida de un sermón y finalmente oficiamos la misa mayor. En cuanto a
estos sermones, es un hecho notable que los caciques de los indios suelan
repetirlos en voz alta por la tarde del domingo cuando oscurece y todos los
ruidos cesan, en la esquina de una calle, recomendando los puntos principales
a la atención de todos (KNOGLER, 1979: 45).

Los jesuitas prestaron atención a las variaciones entre la lengua que hablaban las
mujeres y la que hablaban los hombres (MARTINEZ, 2017: 117). Por otro lado, la
inclinación de los chiquitos hacia el arte motivó a los jesuitas a promover fiestas y
festividades religiosas en las cuales la música tenía gran importancia (Cf. ELIAN,
s.f: 3). La música fue una herramienta eficiente para la evangelización en la
Chiquitanía, pero este trabajo no profundizará en los aportes de la música en las
reducciones jesuíticas.

Los jesuitas, si bien tenían una forma de pensar tolerante, consideraban que ciertas
costumbres de los chiquitos debían eliminarse porque perjudicaban a la tarea
evangelizadora. Como ya se mencionó, su nomadismo no permitía la vida en
comunidad al estar los chiquitos en constante movimiento, y con respecto a sus
costumbres sociales, los chiquitos solían emborracharse con chicha, considerado un
vicio para los jesuitas. Gracias a su persuasión y forma adecuada de acercarse a la
mentalidad indígena, lograron mitigar esta situación en la reducción de Concepción
(Cf. VARA, 2010: 294).

Esta bebida miserable nos ha tenido siempre preocupados y nos ha causado


serios disgustos, puesto que enloquece a la gente, si se la deja fermentar ocho
o más días. De este modo estallan querellas violentas, ya que la chicha les
gusta a nuestros indios justamente si se ha hecho tan agria como vinagre. Los
que la toman tienen entonces el cuerpo hinchado desde la cabeza hasta los
pies. Ahora se les permite solamente hacerla fermentar tres días, en este caso
no pierden el juicio, sino que se sienten únicamente alegres (KNOGLER,
1979: 24).

Los jesuitas también erradicaron la costumbre de la poligamia, una práctica de los


caciques de la tribu. (Cf. VARA, 2010: 294). De acuerdo al juicio de los jesuitas,
estas prácticas sociales divergían de los valores cristianos y debían ser eliminadas,
pero con el tiempo también llegaron a comprender que forzarlos a abandonar su
cultura de forma súbita quitaría el ánimo a los chiquitos. Los jesuitas introdujeron la
devoción al rosario de forma paulatina, al observar que los chiquitos tenían la
costumbre de usar collares de piedras y conchas, fueron sustituyendo estos collares
por el rosario para que así puedan pedir la protección de la virgen maría en cualquier
momento (Cf. LASSO, 2008: 587). De igual forma, los jesuitas trabajaron
activamente en el proceso de reemplazo de las divinidades nativas por el dios
cristiano, la santísima trinidad, la virgen y los santos, dando como resultado un
sincretismo religioso. La diosa Quipozi, una divinidad femenina de los manasicas,
era considerada una figura maternal protectora que con el tiempo fue reemplazada
por la Virgen maría (Cf. PAZ, 2016: 13).

Los jesuitas permitieron a los chiquitos conservar algunas de sus tradiciones al darse
cuenta de las posibles repercusiones sociales en caso de su prohibición. Por ejemplo,
el uso del cabello largo fue permitido por los jesuitas ya que entre los chiquitos era
un signo de prestigio y de virilidad y los jesuitas comprendieron la humillación que
implicaría la prohibición de este símbolo de status (Cf. BRAVO, 1995: 42). Sobre
este hecho, el p. Fernández nos dice como “en pasando de veinte años se dejan crecer
el cabello, y quien le tiene mejor y mas grande, tiene sobre los otros una cierta
hermosura señoril” (FERNÁNDEZ, 1726: 49-50).
Según Lasso, los jesuitas buscaban asimilar aquellos elementos y costumbres de la
cultura indígena que no fueran contrarias al cristianismo o a la razón, tal como estaba
estipulado en la Recopilación de las Leyes de Indias (Cf. LASSO, 2008: 585). De
esta forma, los jesuitas destacaron valores positivos de los chiquitos, como la
hospitalidad, el sentido de familia y su solidaridad con miembros de las tribus (Cf.
VARA, 2010: 294).

Las procesiones de corpus christi eran una de las más grandes festividades religiosas
para los chiquitos. El p. Fernández nos cuenta como los chiquitos preparaban su
muestra se devoción:

A fin de que todas las criaturas, aun irracionales, rindan homenaje, y tributo
de reverencia al común señor de todo, salen días antes a caza de pájaros y
fieras, aunque sean tigres y leones, y bien atados los ponen en el camino por
donde ha de pasar el Santísimo Sacramento, y juntamente arrojan por el suelo
el maíz y las demás semillas de que han de hacer sus sementeras para que sea
bendito de Dios y las haga multiplicar a la medida de su necesidad
(FERNÁNDEZ, 1726: 141).

Su muestra de fe no terminaba ahí, según cuenta el p. Knogler:

En las fiestas importantes, los hombres traen arcos y flechas, escogiendo sus
mejores armas para la casa de Dios, para dar a entender que son perseverantes
en la fe y están dispuestos a luchar, arriesgando la vida, para mayor gloria de
Dios. Nadie les reprochará esta costumbre, en vista de que también en
naciones civilizadas celebren semejantes ceremonias en las iglesias
(KNOGLER, 1979: 44).

La actividad de caza y el uso de sus instrumentos no se prohibió, sino que los jesuitas
redireccionaron estas habilidades de los indígenas hacia la defensa de las reducciones
contra grupos hostiles. Bajo la instrucción de los jesuitas, los chiquitos practicaban el
ejercicio de la flecha en la plaza de las reducciones (Cf. MARTÍNEZ, 2017: 117).

Igualmente, los jesuitas motivaron a los chiquitos a tomar la iniciativa en el proceso


evangelizador en las reducciones. Los alumnos de la escuela extraían historias del
antiguo testamento para realizar representaciones teatrales en épocas festivas. Estas
obras se interpretaban en lengua chiquita y mostraban figuras importantes de la
iglesia. Gracias a esto, algunas figuras fueron rebautizadas con nombres chiquitos,
como la virgen maría, a quien llamaban Nupaquima (Cf. MARTINEZ, 2015: 148).
Según Vara, la participación activa de los chiquitanos en el proceso misional
permitió el surgimiento de una expresión cultural religiosa propia de la Chiquitanía
(Cf. VARA, 2010: 299).

Se debe mencionar el rol esencial de los caciques en las reducciones, que se


volvieron los aliados de los jesuitas en la tarea evangelizadora. Los jesuitas deseaban
que la evangelización sea más que manifestaciones externas del culto, y mediante
estudios antropológicos, buscaban conocer las motivaciones de los chiquitos (Cf.
LASSO, 2008: 613). Sobre los chiquitos, el p. Knogler expresaba que “no podemos
por lo tanto contentarnos con la enseñanza de cómo hay que honrar a Dios en su casa
y tampoco con un culto divino solemne, a pesar de que es la parte principal de la
religión, sino que debemos educarlos en una moral cristiana y buscar los medios más
eficaces para ello” (KNOGLER, 1979: 48). Gracias a sus observaciones, los jesuitas
se dieron cuenta del respeto y la admiración que los chiquitos guardaban hacia sus
caciques y de esta manera, los jesuitas les atribuyeron una posición de aun mayor
prestigio para que se conviertan en punto de referencia en las reducciones. Los
caciques eran colaboradores de los jesuitas, y además de mantener el orden en sus
parcialidades, fomentaban el diálogo del evangelio y la asistencia a misa (Cf.
LASSO, 2008: 613-614). Para garantizar la permanencia en sus puestos, los jesuitas
los diferenciaban del pueblo para incentivar a que sigan trabajando con esfuerzo (Cf.
MARTINEZ, 2015: 149). Como cuenta el p. Knogler sobre los caciques:

Las distinciones que reciben de nosotros parecen bagatelas similares a los


premios que los alumnos reciben en una escuela por su buena conducta; pero
han servido siempre muy bien para fomentar las buenas costumbres en los
pueblos de nuestros indios. Pues cuando los mayores y los que gozan de
mucho prestigio se portan bien, arrastran también a su gente, en parte por su
ejemplo, en parte por sus órdenes expresas y reiteradas exhortaciones
(KNOGLER, 1979: 48).

Conclusión

Los misioneros jesuitas tuvieron éxito en el proceso evangelizador por varios


factores que favorecieron su tarea. En primer lugar, el miedo de los chiquitos hacia la
esclavitud y el trato hostil de los españoles les obligó a aceptar el mensaje de los
jesuitas y vivir en las reducciones, al igual que su fascinación por los artefactos
traídos desde Europa. Por otro lado, la actitud pacífica y benévola de los jesuitas
aceleró el crecimiento de las reducciones. Adaptaron el mensaje cristiano a la cultura
de los chiquitos al predicar en la lengua chiquita y dejar que expresen sus propias
formas de devoción.

Los jesuitas y los chiquitos llegaron a una especie de acuerdo durante la época
reduccional. Por un lado, los jesuitas no les obligaron a renunciar de forma súbita a
sus costumbres, sino que lo chiquitos lo hicieron de forma paulatina, en especial
aquellas que no se alineaban con el pensamiento cristiano. Aun así, los jesuitas les
dejaron conservar algunos aspectos de su cultura dada su importancia para los
chiquitos. En líneas generales, tuvieron una actitud tolerante ante las muestras de
devoción de los chiquitos de acuerdo a su interpretación del cristianismo, surgiendo
así una forma propia de ser cristiano entre este pueblo. Las misiones jesuíticas
dejaron una marca profunda en la identidad del pueblo chiquitano. A pesar de tener
que haber renunciado a su modo de vida anterior, aprendieron una nueva forma de
vivir y ser que suscitó varios cambios en su beneficio.
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