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La Escuela de Warisata en Bolivia fue fundada en 1931 como un instrumento para liberar a las masas indígenas de la servidumbre y despertó grandes ideales de emancipación humana, pero también enfrentó fuerte oposición de las fuerzas hostiles. Diez años después, la escuela había sido destruida por la barbarie feudal a través de la persecución de maestros y saqueo de las escuelas. El libro documenta la génesis, desarrollo y destrucción de las escuelas indígenas bolivianas y
La Escuela de Warisata en Bolivia fue fundada en 1931 como un instrumento para liberar a las masas indígenas de la servidumbre y despertó grandes ideales de emancipación humana, pero también enfrentó fuerte oposición de las fuerzas hostiles. Diez años después, la escuela había sido destruida por la barbarie feudal a través de la persecución de maestros y saqueo de las escuelas. El libro documenta la génesis, desarrollo y destrucción de las escuelas indígenas bolivianas y
La Escuela de Warisata en Bolivia fue fundada en 1931 como un instrumento para liberar a las masas indígenas de la servidumbre y despertó grandes ideales de emancipación humana, pero también enfrentó fuerte oposición de las fuerzas hostiles. Diez años después, la escuela había sido destruida por la barbarie feudal a través de la persecución de maestros y saqueo de las escuelas. El libro documenta la génesis, desarrollo y destrucción de las escuelas indígenas bolivianas y
Las luchas por la emancipación humana tuvieron en Warisata un
momento de gran fulguración. No fue creada esta Escuela por un espíritu altruista o filantrópico, sino que nació como un instrumento de liberación de las masas indígenas de Bolivia en la lucha contra el régimen de la servidumbre, y como tal, despertó altos ideales lo mismo que profundos enconos, y si inició en las indiadas potente eclosión social, movilizó también, por contraste, a todas las fuerzas hostiles que se oponen a una obra de esta clase. La Escuela de Warisata fue fundada el 2 de agosto de 1931 por Elizardo Pérez y Avelino Siñani. Diez años más tarde la obra había sido salvajemente destrozada por la barbarie feudal, saqueadas las escuelas, perseguidos los maestros, escarnecidos los indios. Pero entretanto se había forjado en el país todo un movimiento ideológico alrededor del llamado problema del indio, el cual se sitúa desde entonces en sus verdaderos alcances económicos, sociales y culturales. A una obra de esta clase le faltaba su historia, y Pérez se decidió, al cabo, a escribirla: estaba en deuda con los indios de Bolivia, a quienes tenía que dejar este relato, testimonio de una época heroica donde el despliegue de energía y valor llegó a hazañosas altitudes. Este es un libro sencillo, aunque pleno de dramatismo, con el cual se aclara la génesis, desarrollo y destrucción de las escuelas indigenales bolivianas. No se trata de una obra de pedagogía: mucho más que eso, es un documento de lucha, una requisitoria de sabor acremente humano, libro donde, veinte años después, se hace justicia a los hombres que edificaron las escuelas y se señala a los culpables de su destrucción. Sea el lector, como instrumento de la historia, quien dé su veredicto final. Elizardo Pérez inicia su libro con la reproducción de un artículo titulado “Warisata mía”, publicado en el diario “La Calle”, de La Paz, en febrero de 1943. Se trata de una página ardiente, constancia viva y patética de las luchas de aquella época, y la cual, en mérito a su sinceridad, viene a ser el prólogo apropiado para este libro. Carlos Salazar Mostajo