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Aproximación Pragmática A La Ironía Verbal Torres Sánchez PDF
Aproximación Pragmática A La Ironía Verbal Torres Sánchez PDF
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Ma Ángeles Torres Sánchez
APROXIMACIÓN PRAGMÁTICA
A LA IRONÍA VERBAL
Servicio de Publicaciones
Universidad de Cádiz
Torres Sánchez, María Ángeles
ISBN 84-7786-624-4
82.085
Edita:
Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz
Diseño de portada:
CREASURS.L.
Imprime:
E.C.V.S.A.
C/ Arquitecto Amau, 16
Tifo: 963.603.336
963.930.482
Fax: 963.692.244
E-mail: nau@nauUibres.com
ISBN: 84-7786-624-4
Depósito legal: V-3108-1999
Printed in Spain. Impreso en España
FOTOCOPLAR UBROS
NO ES LEGAL
ÍNDICE
0. Presentación. 1
1. La ironía verbal: problemas de definición. 5
6. Conclusiones. 163
/
María Angeles Torres Sánchez
1) Es una ironía que sea noble y esté viviendo en esa casa tan
vieja.
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Aproximación pragmática a la ironía verbal
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Aproximación pragmática a la ironía verbal
CAPÍTULO I
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María Angeles Torres Sánchez
XIX recibieron esta misma enseñanza retórica. Pero con los románticos llegó,
aparentemente, el fin de la retórica. Éstos fueron especialmente críticos respecto
al tratamiento de la metáfora, la ironía y demás figuras retóricas, y propusieron
nuevas pautas para la interpretación de dichos fenómenos lingüísticos.
Podríamos apreciar las diferencias interpretativas entre retóricos y románticos
a partir de los siguientes ejemplos:
Las teorías formales suelen considerar que "la ironía es decir algo
distinto de lo que se quiere decir", o, dicho de otra forma, el irónico pretende
expresar "algo distinto de lo que realmente dice".
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Aproximación pragmática a la ironía verbal
a una mujer con una falda roja y un jersey naranja, bien conjuntado con los
zapatos también naranjas, le comenta a la amiga: "Me encanta la gente que sabe
vestir bien". Esta oración es literalmente verdadera, pero contextualmente
irónica. En ella se dice lo que se quiere decir, pero se implica algo distinto a lo
que explícitamente se dice.
Las presuposiciones que conlleva el sujeto cura, entre las que se halla
el hecho de que sea una persona soltera, contrastan con lo que el enunciado
dice explícitamente de tal sujeto, esto es, que se ha casado.
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María Ángeles Torres Sánchez
(7) Puedo suponer la calidad del trabajo que me has entregado con
la misma rapidez con la que tú lo has hecho.
1 Sperber y Wilson (1981), como veremos, rechazan esta noción de "sentido figurado",
pues si se intenta evitar la ambigüedad de los enunciados, esta definición crea más problemas de los
que soluciona. Cuando se consideran los significados literales de enunciados, el conjunto de
interpretaciones posibles es finito y especificable en función de las variables semánticas y
referenciales. Entre estas interpretaciones hay que elegir y justificar áquella que sea correcta. Si
tuviésemos que tener en cuenta no sólo los significados figurados -significados que se basan en
relaciones de semejanza, contigüidad, inversión o inclusión-, el conjunto de interpretaciones posibles
llegaría a ser infinito. Por lo que sería mucho más difícil explicar el fenómeno de la eliminación de
la ambigüedad, factor básico en la interpretación de cada enunciado. Así, la noción de "significado
figurado”, cualquiera que sea el valor para el análisis de las figuras del discurso, representa una
causa de problemas, si consideramos otros aspectos de la interpretación de los enunciados.
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Aproximación pragmática a la ironía verbal
‘ Sperber y Wilson (1981) optarán por esta segunda posibilidad. Para ellos es preferible
un enfoque que no recurra a los significados figurados, porque esto complica el problema de la
ambigüedad.
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cuando es julio en la playa y lleva lloviendo una semana, son casos de ironía
basados en los términos léxicos "bien" y "estupendo", para comunicar lo
contrario, "mal" y "horrible".
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(4) Finitud en su aplicación, esto es, que los significados que el lector
reconstruye son locales, limitados, no buscan poner en duda
todo su sistema de valores, sino solamente acotar un universo
de discurso en el que podemos decir con plena garantía ciertas
cosas que son quebrantadas por las palabras expresadas en el
discurso5.
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c) El lector toma la decisión sobre las creencias del autor y las encara
con el enunciado en cuestión, de manera que, finalmente
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Tal vez más acertada resulte la clasificación que hace Muecke, tomado
como base los diferentes modos en que se relaciona el ironista con sus
enunciados. Desde este punto de vista distingue tres tipos de ironía:
7 Esta clasificación que hace Muecke podría claramente relacionarse claramente con la
que ya hemos revisado de Booth, en cuanto a la consideración de los diferentes grados de
"disimulación" para clasificar tipos de ironías.
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1.a noción de contexto utilizada por Culler 1975) es bastante más amplia que las
manejadas hasta entonces por otros filósofos y retóricos; incluye un carácter cognitivo, articulado a
través de informaciones socio-culturales, modelos ideológicos y de conducta, expectativas personales,
etc., que anticipa la noción contextual que algunas de las interpretaciones pragmáticas del fenómeno,
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Por su parte, Jauss (1977) elige como vía para la caracterización global
del recurso irónico la recuperación de las categorías retórico-funcionales de
poiesis, aisthesis y catharsis (en correspondencia con un tipo de actividad
productiva, receptiva y comunicativa, respectivamente). Considérala ironía como
un tipo de identificación entre el receptor y el héroe, y especifica:
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Una vez revisadas las teorías sobre la ironía que han resultado más
influyentes, desde un punto de vista filosófico, hemos de pasar a estudiar si los
trabajos lingüísticos, especialmente los desarrollados a partir de los años 60, en
que la lingüística da un giro hacia los aspectos semánticos y pragmáticos del
lenguaje y empieza a interesarse por las características lingüísticas y
extralingüísticas de los enunciados irónicos, pueden resolver algunas de estas
cuestiones, contradictorias hasta entonces, y dar una explicación completa e
integradora de la ironía verbal.
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Entre los que defienden al primera tesis, esto es, que la ironía es un
tropo, se encuentra Kerbrat-Orecchioni (1980a, 1980b). Esta autora restringe el
estatuto de las figuraciones irónicas a su dimensión trópica y, por tanto,
específicamente verbal. Define la ironía como un tropo de invención, sin
determinación léxica, que opera esencialmente in absentia y, en definitiva, como
"une sorte de trope sémantico-pragmatique" (Kerbrat-Orecchioni, 1980b: 110).
El funcionamiento semántico de una secuencia utilizada irónicamente merece
por parte de la autora una explicación que puede ser modélica dentro de las
descripciones más técnicas del fenómeno. Según la autora, el significado literal
(Sdo 1 de valor positivo) es actualizado en primer lugar y de acuerdo con la
competencia del receptor; si ciertos hechos, de naturaleza variable, privan de
consistencia a ese Sdo 1, la interpretación se encamina hacia un Sdo 2,
construido a partir del Sdo 1, en la ocurrencia de una regla de transformación
antonímica compatible con el cotexto y el contexto. A partir de la noción
pragmática de intencionalidad, llega a la conclusión de que en la ironía existe
una contradicción entre lo que dice L y aquello que se supone que quiere dar a
entender. La caracterización semántico-pragmática del tropo se desarrolla de la
siguiente manera:
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Aproximación pragmática a la ironía verbal
Entre los autores que consideran a la ironía más como figura que como
tropo, hemos de citar también a Perelman y Olbrechts-Tyteca (1958), dentro de
la denominada teoría de la argumentación. Consideran el fenómeno irónico
como un tipo particular de argumentación indirecta, caracterizada por su
flexibilidad y su carácter defensivo:
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conseguir la mayor parte de los efectos cognitivos previstos por el autor del
enunciado, incluidos los posibles efectos poéticos del mismo. Cuanto más amplia
es la gama de efectos contextúales y mayor el grado de iniciativa que se deja al
receptor para reconstruirlos en su proceso de interpretación, más creativo será
el recurso no literal utilizado por el emisor. Para conseguir esto, el interpretador
puede ir más allá del contexto inmediato y los conocimientos de fondo
directamente invocados y acceder a un campo de conocimientos más amplio,
explorando todos los posibles supuestos contextúales que le puedan ayudar a
descubrir más y más efectos sugeridos. Tanto la metáfora como la ironía
muestran esta riqueza interpretativa y, aunque requieren más esfuerzo de
procesamiento al receptor, también le procuran mayor cantidad de efectos
contextúales tras el proceso. Por tanto, la conclusión a la que llegan Sperber y
Wilson (1990: 19), opinión que nosotros compartimos, es que los tropos en
general, y la metáfora e ironía en particular, no son usos desviados de la norma
que tienen una función puramente decorativa en el discurso, sino que éstos
tienen un auténtico contenido cognitivo que se ha de analizar en función de una
amplia serie de efectos cognitivos que procuran al oyente tras el proceso
interpretativo de los mismos. Tal vez el juego de sentidos que procuran estos
usos no literales del lenguaje es la clave del atractivo placer que provocan. Estos
usos metafóricos e irónicos se incluyen normalmente en la conversación,
enriqueciéndola con los efectos cognitivos suelen proporcionar. Esta perspectiva
pragmática implica que los tropos, y en concreto la ironía, es una explotación
normal de procesos básicos de la comunicación verbal, más que un mecanismo
basado en un alejamiento codificado respecto del uso corriente del lenguaje; los
efectos poéticos o artísticos que se suelen provocar a través de estos recursos
son alcanzados en el curso normal de la siempre presente búsqueda de la
pertinencia en la comunicación.
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CAPITULO II
Entre los autores que realizan un análisis de tipo lingüístico existen dos
corrientes contrarias:
A) Los que creen que la ironía se explica sólo a partir de los medios
lingüísticos utilizados en el mensaje, y así atribuyen un papel primordial a
aquellas señales, prosódicas y gestuales, que delatan junto al contenido
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B) Los que niegan la existencia de tales medios, o creen que tienen tan
sólo una función secundaria.
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Weinrich (1966) es uno de los primeros en sostener que hay una serie
de señales, lingüísticas y extralingüísticas, constitutivas de los enunciados
irónicos, y propone una sistematización de las mismas. Fraser (1979) diferencia
en la comunicación irónica una curva entonativa especial, un refuerzo del acento
de intensidad, un alargamiento de la cantidad silábica en determinadas palabras
del mensaje y una articulación nasal especial. Estos índices prosódicos son los
que marcan en el mensaje ese carácter irónico y obligan al interlocutor a realizar
las inferencias pertinentes. En esta misma línea, Fónagy (1971) habla de una
entonación específicamente irónica y Schaffer (1981) considera que el anáfisis
empírico del fenómono irónico revela que la entonación, la risa, el cambio de
tono en la voz, el acento, el alargamiento segmental o los timbres graves y
agudos son las pistas más representativas para interpretar cualquier enunciado
como irónico. Esta idea aparece incluso en trabajos cercanos a la línea
pragmática, como la misma Kerbrat-Orecchioni (1980b: 115-116), que desarrolla
la idea de que la ironía, frente a otros tropos, parece tener el monopolio de los
índices prosódicos: "ríen ne sígnale intonativement ou mimiquement une
métaphore ou une métonymie".
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tipos de discurso que les son más pertinentes. El vacio físico que separa al autor
del lector, y que sólo el texto puede encargarse de obviar, necesita, con todo,
por parte de la audiencia un cierto conocimiento del autor y una familiaridad
con sus técnicas irónicas, así como tener alguna noticia de las reglas vigentes en
su comunidad de hablantes. La fragilidad de que puede adolecer, sin embargo,
este flujo de información irónica, a pesar de que el receptor sea despierto y
avezado, hace que indefectiblemente la detección de las figuraciones caiga en
el terreno de la probabilidad y lo opinable, pues la opción de la ironía no
representa, al fin y al cabo, más que una interpretación del texto entre muchas
posibles. Este desafío al que está enfrentada la investigación fue puesto ya de
manifiesto por Hirsch (1976: 67), que apuntaba
Ser irónico es, como subraya este autor, "to use one form of words both
to say and to unsay what you are saying" (op. cit. 366), y es lógico que una
comunicación que se vale de medios tan complejos ha de tener bastante valor
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(a) la entonación,
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(b) la hipérbole12
recibe una interpretación irónica tan habitualmente que ha llegado a estar casi
lexicalizada.
12 Para un estudio más explicativo del recurso de la hipérbole como índice irónico, véase
Gans (1975).
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14 Posteriormente, cuando tratemos las teorías de otros autores, volee remos a hacer
referencia a estos mismos ejemplos, tomados de Barbe (1995: 33-37). La traducción es nuestra.
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(15) En una cena, Will está sirviendo lechuga. Hilda, que es alérgica
a la lechuga, hace el siguiente comentario:
Hilda: ¿Es eso lechuga?
Will: Hasta hace un momento sí lo era.
Como se puede apreciar, el análisis de Cutler (1974) basa gran parte del
carácter irónico de un enunciado en componentes lingüísticos de tipo prosódico
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Por último, queremos hacer una breve mención de Reyes (1985), que
estudia el orden de las palabras y su valor semántico. Sobre el valor irónico hace
algunas anotaciones, como la existencia de una correlación entre la anteposición
del adjetivo y el adverbio, y una interpretación irónica. Así, enunciados como
"Mal que lo pasamos" o "Bueno eres tú", por supuesto siempre emitidos en un
contexto que se contrapone al contenido semántico textual, tienen un claro valor
irónico.
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(17) ¡Sois unos hijos modelo! Veo que nunca echáis una mano en
nada de la casa.
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16 Casos similares podríamos encontrar en palabras como "gracioso", que presenta un valor
irónico generalizado en expresiones del tipo "¡Qué gracioso el muchacho!; "lucirse", en "¡Te has
lucido!", "aviar", en expresiones intencionalmente irónicas como "¡Estás aviado!"; o "menudo", cuyo
significado originario convive junto a significados radicalmente distintos y casi contrarios, con valor
irónico, en expresiones como "¡Menuda casa se ha comprado!".
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La última teoría de tipo semántico que vamos a revisar, una de las más
influyentes entre los lingüistas, es la de Myers (1977, 1978, 1981). En ella se
estudian también algunas restricciones sintácticas que se imponen al empleo de
la ironía en la oración compleja, aunque concluye diciendo:
” En los ejemplos que siguen, el locus de la ironía va subrayado, el asterisco indica que
la cláusula dependiente subrayada no puede contener la ironía, y, por último, la ironía sobre el
ámbito de la oración se representa en negrita.
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que (19a) y (20a) son las paráfrasis sinceras de (19) y de (20) respectivamente.
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Así, Myers concluye que los hablantes producen, al menos, dos mensajes
en los enunciados irónicos. Los oyentes notan estas dos posibles lecturas y
deciden por sí mismos con arreglo a la experiencia previa a la que se aplica la
interpretación. Si los oyentes ignoran una lectura no literal, fracasan a la hora
de identificar un ejemplo de ironía. La ironía, "un tipo de indirección, ...
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CAPÍTULO III
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teóricos de la teoría de los actos de habla; esto es, los actos de habla irónicos.
A este respecto son clarificadoras las palabras de Brown (1980: 116): "Irony is
not a speech act. We recognize ironic speech acts as the speech acts they are,
notting in addition that they are ironic". Por su parte, Reichert (1977) traspuso
la más conocida de las tipologías de Austin a una distinción entre actos
ilocutivos reales y sinceros, actos reales pero insinceros y actos fingidos, entre
los que tendría cabida la ironía. Todas estas apreciaciones nuevas del fenómeno
cobran consistencia con Searle (1979a, 1979b), que las incluyó en un marco de
estudio más riguroso.
” Entre los numerosos autores que han intentado un análisis pragmático específico del
fenómeno irónico, hemos de remitimos a Bange (1976), Barbe (1993, 1995), Chen (1991, Chen y
Holette (1990), Hackman (1978), Hagen (1993), Japp (1983), Mariscal Chicano (1993, 1994), Miller
(1976), Mizzav (1984), Perret (1976), Shiri (1991, 1992), Suleiman (1976), Stempe) (1976), Williams
(1984).
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Aproximación pragmática a la ironía verbal
Stated very crudely, the mechanism by wich irony works is that the
utterance. if taken literally, is obviously inappropiate to the situation.
Since it is grossly inappropiate, the hearer is compelled to reinterpret
it in such away as to tender it appropiate, and the most natural way to
interpret it as meaning the opposite of its literal meaning.
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Los lógicos, y entre ellos Searle (1969), creen que en una expresión
irónica, como oración más contexto, el hablante quiere decir lo contrario de lo
que literalmente dice. El significado de la expresión se captura a través del
significado de la oración, y es entonces cuando se da un rodeo y se entiende el
opuesto del significado de la oración literal. Es pues una interpretación
pragmática que incluye a la ironía entre los actos de habla indirectos, en los que
no se da una identificación entre el acto de habla locutivo y el ilocutivo, de ahí
que lo que se diga sea lo contrario de lo que se quiere decir, pero no hacen
intervenir el acto de habla perlocutivo, que incluiría la intención efectiva del
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a) Expresiones estereotipadas
b) Expresiones no estereotipadas.
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Del segundo tipo existen actos de gran variedad de forma y función; por
ejemplo, para "dar a entender lo contrario de lo que se dice" (a alguien que está
demasiado cerca, decimos "¡Muy bien!, ¡acérquese más todavía!"); o para "dar a
entender algo distinto de lo que se dice", con las preguntas retóricas del tipo
"¡Ah!, ¿ya me estás preparando un café? ¡qué amable!".
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Por último, los actos declarativos, que son los empleados en fórmulas
civiles y religiosas, por medio de los que se adquiere una nueva condición o
estado, como "Yo os declaro marido y mujer", suelen dar menos oportunidad al
hablante para llevar a cabo el juego irónico, aunque la posibilidad para ello
siempre pudiera existir en algunos contextos comunicativos.
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20 El mismo marco teórico es el adoptado por Amante (1980, 1981) y Willer y Groeben
(1980), para reelaborar parcialmente esta teoría interpretativa de la ironía.
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Esta teoría, pese a ser menos abstracta que otras, habría que cuestionar
su adecuación para los casos de ironías complejas y en los casos de ironía como
cita. Estos tipos de ironía no hallarían explicación dentro de las bases teóricas
de la teoría pragmática de los actos de habla; es más, tampoco se ofrece una
explicación general del fenómeno comunicativo de la ironía, del proceso
interpretativo de la misma y de los efectos provocados en su uso.
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Al decir esto ante una audiencia que sabe que María y Paco han tenido
una fuerte discusión, queda claro que se trata de algo falso dadas las
circunstancias. Por tanto, ya que María ha violado una de las máximas, la de
cualidad, y ha roto las expectativas de los oyentes, resulta claro que ella ha
querido decir otra cosa. La más cercana es la contraria, así que
conversacionalmente se infiere que la proposición pretendida es la contraria. El
problema es que no se especifica si se refiere a la negación preposicional o a lo
contrario de uno de sus componentes.
Myers (1977, 1978, 1981) completa esta teoría sobre la ironía basada
en la violación de las máximas conversacionales de Grice. Así, considera que la
máxima de cantidad se viola en dos tipos de recursos discursivos:
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Esta es la línea que los estudiosos del fenómeno irónico van a seguir
sobre todo a partir de los años 80, entre ellos Berrendonner (1981b), Kaufer
(1981a, 1981b), Anscombre y Ducrot en su Teoría de la Argumentación (1983),
la Teoría Polifónica de Ducrot (1984), la Teoría del Uso-Mención de Sperber y
Wilson (1981,1986), y la Teoría de la Pretensión de Clark y Gerrig (1984). Todos
ellos han insistido en la posibilidad de que la oposición irónica se realice más
sobre aspectos psicológicos individuales o de actitudes comunicativas que sobre
reglas pragmáticas estándar del tipo de Grice.
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(1) menciones explícitas (o directas), como por ejemplo las que hacen posible
el discurso directo;
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lleva aparejada unas expectativas de actitud positiva hacia ella. Pero la actitud
subjetiva negativa, causada por el contexto de mal tiempo, socava estas
expectativas.
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Una de las teorías que más interés han despertado entre los estudiosos
de la ironía, en cuanto fenómeno comunicativo, ha sido la denominada Teoría
del Uso-Mención, de Sperber y Wilson (1978,1981,1985, 1986,1990). basada en
su teoría interpretativa general de la Pertinencia.
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teoría es explicar por qué se producen enunciados irónicos y por qué ellos,
ocasionalmente, aunque no siempre, implican lo opuesto de lo que literalmente
se dice.
24 Esta misma distinción entre uso y mención es la empleada por Carston (1981) para
desarrollar su teoría sobre la ironía y la parodia. Frente a las teorías tradicionales basadas en la
noción de "inversión del significado", expone una interpretación pragmática en términos de
implicatura conversacional, al igual que lo harán Chen y Houlette (1990) y Chen (1991).
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manifiesta, a pesar de ello es evocado. Sostienen los autores que todas las
ironías típicas, pero también cantidad de ironías atípicas desde el punto de vista
clásico, se pueden describir como menciones (generalmente implícitas) de
proposiciones; estas menciones se interpretan como eco de un enunciado o de
un pensamiento cuyo hablante intenta subrayar la falta de precisión o de
pertinencia.
Todo esto hace que la ironía no sea simple contradicción, sino, mucho
más profundamente, paradoja. Si releemos el ejemplo anterior ("Es un excelente
estudiante"), observamos que, por un lado, en el nivel primario, se realiza una
afirmación, que tiene toda la apariencia de la sinceridad asertiva, pero, por otro,
el verdadero objetivo es mencionar esta misma afirmación a fin de significar que
no se está de acuerdo con ella. La enunciación mencionada es, en efecto,
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calificada de manera crítica por una remisión a la forma gestual, locutiva, en que
ella misma se dice. Así, todas las funciones, en la ironía, se encuentran
acumuladas sobre el mismo acto de enunciación, que es a la vez:
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Las ventajas de esta explicación son numerosas. Por una parte, evita
completamente el tener que hablar de algo tan vago como es la noción de
sentido figurado. Es interesante además la conexión que establecen entre ironía
y parodia, así como del hecho de que la ironía sea un recurso que no siempre
presenta un carácter desvalorizador. De este modo, la actitud irónica se incluye
en el conjunto de posibles actitudes (dubitativa, afirmativa, exhortativa, etc.) que
definen la posición del emisor frente al enunciado. Finalmente, la "víctima" de
la ironía, cuya presencia es siempre supuestamente indispensable, se explica
también por la mención que el enunciado conlleva; la identidad del burlado no
cabe buscarla ya en lo que se dice o en las personas a las que el enunciado se
dirige, sino solamente en el presumible autor del enunciado que está siendo
mencionado irónicamente.
Por otro lado, para que la ironía fuera realmente una figura del
discurso, las palabras o expresiones deberían usarse con un significado impropio
que no les correspondería. Puesto que, como argumentan Sperber y Wilson. la
ironía es un fenómeno que no explota el uso de las palabras sino su mención,
es obvio que no es esencial para estos casos el que las expresiones cambien de
significado. El que las condiciones de identificación de enunciados irónicos
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2 3 Sánchez de Zavala (1997:172) revisa y presenta una visión personal de la ironía a partir
de un ejemplo extraído de Sperber y Wilson (1986). El ejemplo es el siguiente:
Sánchez de Zavala expone una compleja explicación sobre tres posibles análisis de estos
enunciados.
En una posible primera interpretación, A es el AGTID (Agente Identificado) "principal",
y B simplemente repite la oración antes pronunciada, anadiándole cáusticamente "verdaderamente",
como elemento que apunta a la meteorología que han padecido y con el objeto de recordarle a A
que su anterior enunciado, que manifestaba con total seguridad una apreciación-predicción, ahora
queda a la vista como algo presuntuoso, torpe o, como mínimo, poco prudente.
Además de ésta, se podría interpretar de otro modo: el hablante B, AGTID "principal",
instituye como STPD (Situación Parcial Designada) las palabras pronunciadas por su compañero A;
así pues, A es ahora un AGTID incrustado, situado en un nivel semántico inferior, y la proclividad
a librarse de repeticiones da razón de que B omita todo excepto la situación (parcial) núcleo, la cual,
salvo por la inclusión de "verdaderamente", es lo que aparece en el enunciado de B. En una tercera
interpretación, el hablante B es de nuevo el AGTID "principal", dado que repite mansamente lo que
A dijo anteriormente y le deja la tarea de contrastar la predicción que había hecho con lo realmente
ocurrido; contrastadón -claramente indicada por ese "verdaderamente" añadido- que le hubiera
hecho a B quedar como tonto si hubiese proferido su enunciado en serio.
En opinión de Sánchez de Zavala, la segunda manera de interpretar el ejemplo no se
encuentra lejos de la propia interpretación de Sperber y Wilson, aunque considera que la aseveración
central acerca de la ironía, que expresa claramente una actitud implícita de rechazo o de
desaprobación hada cierta idea o pensamiento de otra persona (pensamiento o idea que quedaría
más o menos completamente reflejado en la locución irónica), no puede aceptarse tal afirmación sin
revisiones dentro del nuevo entramado teórico que este autor propone. Las razones aduddas son,
por ejemplo, que el concepto de actitud de Sperber y Wilson debería traducirse a "faceta evaluativa
de una ACTD" , puesto que nuestro marco o entramado postula que en toda oradón se expresa
hasta derto punto la actitud del hablante (su ACTD) con respecto a su "contenido". Sperber y
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Wilson tampoco dan razón del hecho de que se emplee la "semántica contrafáctica" de
"verdaderamente" para expresar una actitud de burla o sarcasmo.
Por otra parte, incluso en algunos casos centrales de la ironía la interpretación parece
fluctuar entre dos modos de entender la locución distintas pero relacionadas entre sí, propiedad que
podría dar razón del peculiar cosquilleo de las locuciones irónicas; aunque es preciso reconocer que
aquella fluctuación podría ser un caso particular de un efecto más general debido a la ausencia de
interpretación clara y sendlla; pero otra posibilidad es que el cosquilleo proceda de alguna oposición
semántica que la locución irónica transmita.
Pese a la reinterpretación, más terminológica que teórica, y las críticas que aporta Sánchez
de Zavala con respecto al análisis de Sperber y Wilson sobre la ironía, consideramos que éstas no
resultan completamente satisfactorias y, en esta revisión que estamos haciendo, nos parece por el
momento la teoría pragmática sobre la ironía que ofrece un carácter explicativo más general y
completo.
80
Aproximación pragmática a la ironía verbal
(15) En una cena, Will está sirviendo lechuga. Hilda, que es alérgica
a la lechuga, hace el siguiente comentario:
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María Angeles Torres Sánchez
En (12) Lisa finge ser el actor del anuncio de televisión que, a su vez,
finge ser un doctor. La Teoría de la Pretensión reconocería, pues, tres víctimas
en esta comunicación: el actor de televisión, Lisa y el telespectador ignorante del
juego de simulaciones.
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Aproximación pragmática a la ironía verbal
Respecto de los dos tipos de víctima a los que la teoría del fingimiento
se refiere, la audiencia ignorante y la persona que el hablante finge ser, parece
demasiado limitado para poder explicar todos los casos de ironía.
En general, los enunciados irónicos, sean del tipo que sean, pueden
provocar un efecto humorístico o hiriente en los interlocutores, dependiendo del
supuesto contextual activado. Esto es, se puede hacer referencia a un hecho
positivo por medio de un enunciado indirecto irónico, literalmente negativo. Así
lo encontramos en este ejemplo:
(50) Un amigo llega a casa de otros amigos, que han montado una
fiesta imprevista y están bailando y bebiendo, y dice:
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María Ángeles Torres Sánchez
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Aproximación pragmática a la ironía verbal
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María Angeles Torres Sánchez
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Aproximación pragmática a la ironía verbal
para explicar el proceso por el que el hablante recupera el efecto pretendido por
el hablante irónico. Este proceso consiste en el reconocimiento del enunciado
como expresión de otro pensamiento, en la identificación de la fuente de ese
otro pensamiento y en el reconocimiento de que la actitud del hablante hacia
la opinión reflejada por ese pensamiento es de desaprobación o simplemente de
rechazo. El hablante se hace eco de un pensamiento que, dado su conocimiento,
contraviene sus propias creencias, y el oyente, que comparte ese conocimiento,
puede fácilmente acceder a las verdaderas intenciones del hablante.
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María Ángeles Torres Sánchez
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CAPÍTULO IV
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María Angeles Torres Sánchez
29 Reyes (1979) destaca el papel del emisor, que presupone la existencia de esa base de
conocimiento común en su interlocutor, al emitir el mensaje irónico, y éste deberá inferir un segundo
significado, un significado implícito, en el mensaje recibido. Por ello, podemos reconocer, como menciona
Reyes (1979), al menos tres elementos necesarios para que se realice con éxito una comunicación irónica:
I. Un locutor irónico, que emita un mensaje con una intención irónica, donde se deba
inferir un significado imph'cito, a partir de los índices mediatos o inmediatos, manifestados en y con el
90
Aproximación pragmática a la ironía verbal
mensaje.
II. Un interlocutor irónico, con capacidades suficientes para inferir ese significado
encubierto, interpretando adecuadamente esos indicios en y alrededor del mensaje irónico. Este interlocutor
tampoco formulará la enunciación encubierta, sino que la entenderá y reaccionará bien con la risa, o con
otro comentario irónico, que complete el juego. Si hay necesidad de aclaración por el locutor, se destruye
el juego.
ID. Una base de conocimiento común, de tipo lingüístico, socio-cultural o personal,
a la cual se remita el receptor para interpretar correctamente la ironía.
La clave interpretativa para la ironía se halla en la presuposición del hablante de que el oyente
está enterado de la información contextual, situacional o general relevante. El elemento determinante es
esa alusión a un conocimiento común, que puede ser de varios tipos:
a) Conocimiento lingüístico sobre, por ejemplo, palabras con más carga connotativa que otras,
o los deícticos.
b) Conocimientos socio-culturales compartidos de la actualidad, literatura, sistema de valores,
cultura, política, etc.
c) Experiencia personal común.
Esta hipótesis del conocimiento común ha sido revisada y criticada por Sperber y Wilson
(1986) Resultaría imposible la necesidad de existencia de un mismo conocimiento común entre todos los
posibles interlocutores de una comunicación, pues limitaría enormemente las posibilidades comunicativas
de los mismos. El emisor debe, mediante los elementos lingüísticos del discurso, hacer seleccionar al
receptor el contexto interpretativo pertinente en cada proceso comunicativo. Lo mismo ocurriría en la
comunicación irónica. Toda comunicación lingüística se basa en el ámbito de la intencionalidad. Esto es,
el habíame ajusta su actividad a la consecución de un objetivo,y el óyeme, para que resulte la
comunicación con éxito, debe reconocer adecuadamente esta ¡mención, no sólo mediante los indicios en
"lo dicho", sino también a través de "lo no dicho" y que se da por sobreentendido, según las
presuposiciones del hablante. El emisor, antes de comunicar, además de hacer consciente su intención o
intenciones, establece una serie de presuposiciones o conjeturas sobre su receptor, del tipo:
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María Ángeles Torres Sánchez
La línea teórica de Sperber y Wilson es, sin duda, la que nos resulta de
carácter más general y explicativa del fenómeno como recurso comunicativo
pragmático; no obstante, hallamos en ésta algunas cuestiones controvertidas, a
saber:
92
Aproximación pragmática a la ironía verbal
Esta noción de eco es muy amplia, pero tiene sus límites. En primer
lugar, dado el conocimiento de fondo del hablante y del oyente y el mecanismo
de la comprensión verbal, la mayoría de los enunciados pueden entenderse como
ecoicos: no existe ninguna representación accesible a la que se pudiera decir que
ecoizan. En segundo lugar, dentro del marco teórico de la teoría de la
pertinencia, una interpretación ecoica es aceptable sólo si contribuye a la
pertinencia del enunciado para el oyente. De este modo, si Juan dice en la cena
"¿Puedes acercarme el vino?", y Carmen emite las mismas palabras un poco
después, el enunciado de la segunda no se interpretará como ecoico, incluso
habiendo una representación accesible que podría tomarse como fuente del eco,
esto es, el enunciado de Juan. En circunstancias normales, el enunciado de
Carmen logrará el grado esperado de pertinencia como una petición indirecta,
y se bloquearán otras interpretaciones más costosas. El principio comunicativo
de la pertinencia, y el criterio de consistencia con el principio de pertinencia,
imponen restricciones sustanciales sobre cuándo un enunciado puede
interpretarse como ecoico y sobre cuál puede ser la fuente del eco.
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María Ángeles Torres Sánchez
M Seto (1998) ilustra los distintos mecanismos lingüísticos y retóricos que se pueden
emplear para resaltar la naturaleza irónica de un enunciado, y que habitualmente indican la
expresión aparente de juidos muy positivos.
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Aproximación pragmática a la ironía verbal
Algunos autores como Seto (1998) han llamado la atención sobre una
interesante serie de ejemplos, cuyo carácter ecoico se pone en duda. Éstos
incluyen expresiones relativamente fijas, como "mucho" antepuesto al verbo, o
"ni en sueños..."; revisemos los siguientes casos:
A metaphor which has been used so often in common pariance that its
forcé as a figure of speech is no longer felt and which, therefore, is used
as a literal expression. (Preminger et al. 1975: 184)
95
María Angeles Torres Sánchez
31 Sperber y Wilson ilustran este aspecto de la teoría con el caso de Marco Antonio
repitiendo "Brutus es un hombre honorable", cada vez con una actitud más irónica (Sperber y
Wilson, 1981; Sperber y Wilson, 1990: 153-154).
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Aproximación pragmática a la ironía verbal
En estos casos se espera que alguien haga algo mal, pero no lo hace, de
modo que la expectativa se puede ecoizar irónicamente para elogiar o aprobar
la conducta de alguien, en lugar de para reprocharla, como es lo habitual en la
ironía. El hecho es que José haya violado una norma relativa al uso del dinero
pierde su valor, en principio, negativo, ya que lo ha hecho en beneficio de Luisa,
que encuentra su comportamiento digno de elogio más que de reproche. La
esposa ecoiza lo que podría haber sido una crítica publica justificable, mientras
se disocia claramente de ella. Su empleo de "malo", una palabra de reproche
muy suave que normalmente se emplea al dirigirse a los niños, enfatiza el hecho
97
María Ángeles Torres Sánchez
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Aproximación pragmática a la ironía verbal
su hijo/a32.
A modo de síntesis, creemos que la base común que subyace a todas las
formas distintas de ironía es la discrepancia entre lo que el hablante dice, lo que
ecoíza explícita o implícitamente, y lo que realmente quiere comunicar. Esta
divergencia se puede manifestar de diferentes modos:
En el enunciado siguiente:
32 Para una discusión más amplia de estos casos y de casos similares, desde distintas
perspectivas, cf. Martin, 1992; Kreuz and Glucksberg, 1989; Kumon-Nakamura and Glucksberg, 1995;
Perrin, 1996; Curjo, 1997.
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María Angeles Torres Sánchez
Contenido preposicional
+
Eco a partir de lo explícito
i
Rechazo implícito de lo dicho y de lo ecoizado.
Contenido preposicional
eco explícito
i
Rechazo implícito de la veracidad del enunciado, no
del contenido ecoizado, en función del contexto.
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Aproximación pragmática a la ironía verbal
Contenido preposicional
I
SENTIDO PERTINENTE
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María Ángeles Torres Sánchez
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Aproximación pragmática a la ironía verbal
universal por todos los tratadistas33. No nos referimos a la ubicación del recurso
entre un género u otro de figuras, sino al conjunto de subtipos que el paradigma
irónico contemplaba. Dejando de lado las múltiples variantes terminológicas que
cada subclase llegó a tener, es posible resumir en un grupo de siete las ironías
admitidas por los rétores clásicos3*:
(1) antífrasis, en que se designa algo con las cualidades contrarias a las
que posee;
33 Para una revisión completa de los estudios retóricos clásicos, véase Lausberg (1966-
6S).
103
María Ángeles Torres Sánchez
tal vez podría contener al resto de las clases, salvo el sarcasmo y la mimesis; y
el clenasmo parece perseguir realmente los mismos fines que el diasirmo; o bien,
considerar que la antífrasis en una estrategia utilizada para diferentes tipos de
ironía. Todo ello nos podría llevar a pensar que muchas de las especies
clasificadas son en realidad intercambiables y que su delimitación respecto del
conjunto no es en absoluto precisa. Ello es consecuencia, sin duda, de que la
clasificación se ha planteado a partir de un conjunto de criterios poco
indiferenciados, que en el resultado final ocupan espacios parejos y que en todo
caso deberían haber dado pie a taxonomías separadas, si lo que se quiere evitar
es mezclar mecanismos y recursos diferentes.
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Aproximación pragmática a la ironía verbal
antiguas, sino que unas y otras coexistieron. En aquellos pensadores en los que
el problema suscitó mayores preocupaciones tan sólo se pueden encontrar
catalogaciones meramente acumulativas, como en Schopenhauer (1928), o
distinciones que, como la de Baudelaire (1962), no contribuyen demasiado a
sistematizar la variedad de lo irónico.
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María Angeles Torres Sánchez
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Aproximación pragmática a la ironía verbal
paradójica.
Dos intentos más de clasificación a los que nos tenemos que remitir son
los llevados a cabo por Booth (1974) y Muecke (1969, 1970,1973, 1978 y 1982).
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María Angeles Torres Sánchez
tiene unos efectos connotadores que, como un eco, resuenan en un contexto más
amplio de concepciones sobre el mundo, que se ven así trastocadas? De nuevo,
la decisión sobre el tipo de ironía entra en el dominio de lo estrictamente
privado, con lo cual no se logra el consenso deseado. Puede ser que el error de
Booth (1974) haya sido el haber basado su taxonomía en el criterio implícito de
que existe una única interpretación posible y adecuada del texto. No es de
extrañar que las desventajas de la clasificación de Booth confundan, incluso, a
su propio autor, que se encuentra en serias dificultades para identificar todos los
modos irónicos anunciados en la combinación de variables.
108
Aproximación pragmática a la ironía verbal
” Pensamos que ésta podría ser una explicación común para la comunicación lúdica, en
general, incluyendo en ella tanto la de carácter humorístico como la irónica. Intentos de aplicación
de esta propuesta teórica han sido los trabajos realizados por Torres (1991a, 1991b, 1994a, 1994b,
1994c, 1995a y 1995b), y Torres y Berbeira (1996).
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María Ángeles Torres Sánchez
Una vez que hemos revisado diversas teorías que, de una forma u otra,
intentan explicar en qué consiste la ironía y cómo es el proceso interpretativo
de la misma en la comunicación, nos planteamos la cuestión de por qué y para
qué el uso tan frecuente que se hace de la ironía en las interacciones verbales.
30 Los hablantes nativos tienen, en mayor o menor grado, todos esos elementos y
pueden disfrutar de este juego que su lengua materna les facilita. Pero también debemos pensar
que, en el nivel humorístico, lúdico e irónico del lenguaje, hay un componente de carácter
personal muy importante, y que quizá el locutor, nativo o extranjero, decide voluntariamente no
ser irónico.
110
Aproximación pragmática a la ironía verbal
La clave para diferenciar tipos de ironía sería la actitud del emisor, esto
es, la intención del ironista crítica o humorística y, en función de esto, codificará
su enunciado irónico para conseguir diferentes efectos en sus interlocutores. El
receptor deberá inferir la interpretación pertinente de este enunciado y lograr
reconocer la verdadera intención y actitud del locutor. Si consigue descifrar el
"enigma", la respuesta comunicativa será diferente también, según aquella
intención enunciativa fuese agresiva o humorística.
37 De este autor hemos manejado la edición castellana La ironía, Madrid, Taurus, 1982.
De ella también hemos sacado las citas textuales.
111
María Ángeles Torres Sánchez
seria; después, la profunda seriedad que esconde esa burla, y, por último, la
seriedad imponderable que esconde esa seriedad. El ironista humorizante se
hace el que nos engaña, porque simula la simulación e ironiza sobre la ironía;
así, los astutos que se creen engañados son, precisamente, los que más se
engañan, no porque lo sean, sino porque lo creen. Todo ello es un complicado
juego de ingenios que retan a la inteligencia, buscando tan sólo la respuesta
humorística de la risa. Pero, en el sentido en que Jankelevitch analiza esta ironía
abierta, concluye que, en cierto sentido, el lenguaje humorístico no significa algo
distinto de lo que dice: en el fondo, el "sentido propio" resulta más verdadero
que la alegoría hábilmente desdoblada, y descubrimos que la letra coincide con
el espíritu. No sólo podemos engañarnos por exceso de confianza, sino también
por desconfiar demasiado. De hecho, el humorista se dirige a esa credulidad
sutil que sabe ser escéptica cuando hay que serlo: lo que presenta es una
apariencia de apariencia, y su última palabra nunca es en broma. No obstante,
Bergson (1940: 130) considera que existe una diferencia importante entre el
humor y la ironía: la ironía enuncia el "deber ser", fingiendo que lo confunde
con la realidad, mientras que el humor describe la realidad aparentando que lo
confunde con lo ideal. Las palabras de una ironía fingen una realidad irreal, y
en el descubrimiento de ese fingir se basa el efecto humorístico38.
38 Los efectos placenteros de la risa en el individuo son diversos, pero el estudio de los
mismos pertenece a la ciencia sociológica del lenguaje. Ahora no vamos a entrar en ello, pero son
muy interesantes, al respecto, los estudios de Freud (1966) y Náñez (1979).
112
Aproximación pragmática a la ironía verbal
113
María Ángeles Torres Sánchez
“ Sobre la traducción más adecuada para el término inglés "face" se ha discutido bastante.
Adoptamos, en principio, la noción de "imagen” o "imagen pública" utilizada por Escande!! Vidal
(1993: 175).
114
Aproximación pragmática a la ironía verbal
41 Estos dos aspectos sociales y psicológicos de la estrategia irónica son los destacados por
Myers (1981: 407-423).
115
María Angeles Torres Sánchez
116
CAPÍTULO V
42 Para un estudio estilístico de las figuras retóricas, véanse Fernández (1974) y Ferraz
(1987).
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María Angeles Torres Sánchez
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Aproximación pragmática a la ironía verbal
119
María Angeles Torres Sánchez
Contiene esta definición una alusión a cierto alejamiento de la expresión cotidiana, así como
un acercamiento al entendimiento de la imagen que busca relaciones en el desplazamiento del significado.
Además, el tropo metafórico recibe dos tratamientos distintos y complementarios en las dos obras de
Aristóteles citadas; en la Poética, el análisis va dirigido al entendimiento de la obra literaria, mientras que
en la Retórica, el fin es ayudar al entendimiento común, "considerar en cada caso lo que cabe para
persuadir". Ambas, como se ve, se ocupan del lenguaje, y el funcionamiento del fenómeno metafórico
recibe la misma explicación, aunque con intenciones distintas; se sitúan de forma evidente los procesos
metafóricos como procedimientos de traslación, y se alude a la función estética de los mismos Esta
capacidad expresiva va a constituir durante muchos años la base de entendimiento de la metáfora, aunque
a veces se la va a ver únicamente como recurso poético, cuando en definitiva es lingüístico. Lo que ocurre
es que siempre hay una reducción en cuanto a los términos, y éstos, a veces, desfiguran un entendimiento
amplio. Aristóteles menciona la analogía, o símil, como elemento de relación con la metáfora, y éste es
un principio que siempre entra en debate sobre el discurso metafórico. En un esquematismo simple se
enuncia que la analogía es el principio de la metáfora, y , por tanto, siempre hay una analogía en ella. En
los siguientes enunciados:
120
Aproximación pragmática a la ironía verbal
grecolatina. Esta doble fuerza ocasionará un planteamiento metódico de) estudio y aprendizaje de la
retórica y de la poética, de la gramática y de la lógica, y en este marco los procedimientos metafóricos
tendrán un destacado lugar.
121
María Ángeles Torres Sánchez
122
Aproximación pragmática a la ironía verbal
44 En esta línea teórica cabe establecer cuatro grupos de expresiones que recogen
los usos léxicos y su posible combinación semántica (Bickerton 1969: 48):
El tercer tipo es el que generalmente se entiende por metáfora, y el segundo son las
metáforas tradicionales o frases hechas, mientras que el último caso puede constituir uso metafórico
en determinados contextos.
Con este esquema se aprecia que el valor del tropo en sus diversas manifestaciones queda
visto como algo asumido en el lenguaje. Este reconocimiento pasa por un entendimiento propio del
lenguaje que adapta sus mecanismos primarios para realizar un significado secundario. Si alguien
dice, por ejemplo, El profesor es un cerdo, está empleando una estructura sintáctica de /sujeto +
predicado 4- complemento/, lo que es aceptado por la comunidad, de forma que el sujeto es un
sustantivo, el predicado la tercera persona del singular del presente de indicativo del verbo ser y el
complemento del sujeto es otro sustantivo, y todo ello concuerda con el mínimo gramatical de la
oración. El análisis semántico revela que hay una contradicción, pues la afirmación es lógicamente
incorrecta, ya que el sustantivo que actúa de sujeto posee el rasgo diferenciador de ser humano,
adulto y masculino [+H, +A, +M], mientras que el complemento del sujeto carece del primer rasgo
diferenciador [+HJ. Esto se relaciona con las sortaüy incorrect sentences (Van Dijk 1975: 177). La
utilización de la metáfora se acepta dentro del entendimiento de incorrecciones de clasificación como
expresión de una clasificación alternativa. El problema reside en descifrar los valores de tal
clasificación asignados, por ejemplo, al sustantivo en cuestión, que pueden variar social, histórica,
cultural y hasta individualmente. Algunos autores señalan, además, que la presencia de este
fenómeno es conditio sine qua non para la realización de la metáfora:
Todas ellas requieren una explicación contextúa!, aunque la identificación acertada puede
ser difícil, si no imposible. En general, el significado de la metáfora depende de la oración y de la
expansión del significado del enundado, hasta el punto de que se haya llegado a afirmar la total
123
María Ángeles Torres Sánchez
independíenla semántica del proceso metafórico (Powell 1986: 154). la comprensión de la metáfora
(la de la expansión del significado del enunciado) depende de asumir una codificación compartida.
Esta codificación se puede articular en diversos apartados, siguiendo a Lowenberg, 1974-75: 325:
124
Aproximación pragmática a la ironía verbal
125
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Aproximación pragmática a la ironía verbal
Máxima de cantidad:
Máxima de cualidad:
Máxima de relación:
Máxima de modo:
127
María Angeles Torres Sánchez
“ La explicación de este autor afirma que, lo que ocurre en la metáfora es que el error
categórico, la incorrección de clasificación, se entiende como lo que es, es decir, como una metáfora,
y el enunciado no resulta por tanto rechazable, sino que es comprendido fácilmente con la ayuda que
proporciona el contexto comunicativo. Más que falsedad, pues, Trimarco habla del fenómeno de la
desviación propio de la metáfora.
Bajo esta perspectiva pragmática, la interpretación de la metáfora se entiende dentro de
la interacción, como una interpretación de enunciado, de un conjunto de significados que no son
propiamente oracionales, de rango estructural, sino que trascienden lo oracional. El uso de la
metáfora es claramente discursivo y actúa de señuelo para capturar la atención, ya que introducir
una metáfora en un texto es como utilizar cursiva o ilustraciones, o poner un formato determinado
(Rorty, 1989: 18).
la función de la metáfora es claramente de signo, de señal, y como tal ha de ser
reconocida, pues de no verse así, su enunciado no se considerará una desviación, sino que se pensará
que hay una trasgresión total de la regia de calidad, de la verdad, y, por tanto, que se ha incurrido
en un error lógico. Sin embargo, esta línea de pensamiento no es aceptada de forma general, pues
hay quien rechaza el significado de las metáforas. Este es el caso de Davidson (1978), que rechaza
la explicación del significado de la metáfora como mecanismo de interacción de significados o como
mero uso imaginativo, pues no le resulta satisfactoria tal explicación al no ofrecer una secuencia
detallada de los mecanismos de significación. Para Davidson no basta con decir que hay una
interacción de significados ni una transferencia de elementos; tiene qeu explicarse algo más y de
manera detallada en su mecanismo de funcionamiento. Se trata de un uso, de un proceso de
comprensión, pero no hay una explicación proposicional completa, no hay una representación
concreta de su significado, sólo una aproximación interpretativa. El significado de la metáfora es
metafórico, y de esto no se puede seguir avanzando, pues siempre habrá algo escondido, lo que
Davidson llama el poder oculto de la metáfora. Para este autor, sólo hay significado literal, y luego
interpretaciones. En cualquier caso, el enunciado, en tanto que emisión de habla, no varia en
absoluto, ni tampoco su representación léxico-gramatical. Los mecanismos de transferencia son muy
complejos y ciertamente no se pueden explicar de forma total. Además, hay que considerar el
entorno cultural, que facilita el mecanismo de la interpretación, pues lo que es metáfora en un
momento o en una sociedad determinada, puede dejar de serlo en otras circunstancias, o
simplemente se hace ininteligible, y a veces con especial dificultad, por no hablar de imposibilidad
en lo referente a la traducción.
128
Aproximación pragmática a la ironía verbal
6. Hay cosas, como los sentimientos, a las que los hablantes se suelen
referir no literalmente sino metafóricamente.
129
María Angeles Torres Sánchez
Modelo Secuencial
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Aproximación pragmática a la ironía verbal
Modelo No Secuencial
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49 En ésta y las próximas citas de Sperber y Wilson (1986) hemos recogido las
traducciones correspondientes a la versión española de Eleanor Leonetti (1994).
132
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1986: 289):
133
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Aproximación pragmática a la ironía verbal
Este tercer requisito viene a señalar el carácter del tenor literal irónico
como manifestación bien del deseo imposible bien de la imposibilidad del deseo,
con el acento en una u otra ciscunstancia expresiva según que en la actitud
irónica predomine la afirmación de lo deseable, pero inexistente, o de lo
inexistente pero deseable.
139
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It has never been easy to incorpórate irony into the field of figures or tropes, for reasons
that semiotic studies may helps us understand. While metaphor and metonymy are
expressed and understood primarily at the semantic level of discourse, irony depends to
an extraordinary degree on the pragmatics of situation. In speech, irony will often be
signaled by the nonverbal parts of utterance (intonation or gesture), while metaphor and
metonymy are virtually independent of these features. Metaphor is rooted in the na tning
function of language, while irony is based on the communicative function. (Scholes, 1982:
76).
140
Aproximación pragmática a la ironía verbal
a) Paradoja = aporta
b) Paradoja = antinomia
51 Gutiérrez Ordónez, S. (1997: 20) considera este recurso como juego de ingenio propio
de la tradición castellana, también heredada por la poesía italianizante.
141
María Angeles Torres Sánchez
33 La retórica aristotélica distingue, pues, dos momentos respecto de la paradoja, ligados entre
sí: el dialéctico o argumentativo, y el centrado en la composición del discurso y la elocución.
Desde 1a tradición clásica se han llevado a cabo compilaciones de las denominadas figuras
retóricas, entre las que se incluye la paradoja, y que se han sucedido hasta el s. XVIII Cuando, durante
la Edad Media, la gramática se convierte en el centro de estudio de los letrados, y, a partir del s. XI, la
dialéctica se extiende a costa de la retórica propiamente dicha, las menciones a la paradoja prácticamente
desaparecen.
Ya en el Renacimiento, humanistas como Ramus, Agrícola o el Brócense, limitan la retórica
a la fase de elocurio, haciendo abarcar la dialéctica hasta la invenrio y disposirio, con lo que la paradoja.
142
Aproximación pragmática a la ironía verbal
Existe una diferencia entre las paradojas lógicas y las literarias. Las
primeras no tienen solución en el sistema; si tuviéramos una explicación dejaría
si aparece, es incluida en inventarios de figuras literarias, considerada corno mero adorno del lenguaje.
Hasta el conceptismo del s. XVII, con el que resurge el pensamiento retórico de Aristóteles,
no se vuelve a profundizar en el estudio de la paradoja. Gracián se propone dar reglas para el ingenio, que
se vincula directamente con la inventio; sus agudezas están centradas en el estudio de los tropos, distingue
entre agudezas por "correspondencia entre objetos", que hacen pensar en el procedimiento general de la
metáfora, y agudezas por "contraposición o disonancia", que se relacionarían con la paradoja.
143
María Angeles Torres Sánchez
de ser una paradoja. Las literarias siempre hallan una solución o una salida
interpretativa. El receptor, a partir de los procesos inferenciales, llevará a cabo
una interpretación pertinente del enunciado paradójico. Esta explicación
pragmática, a partir de la teoría de la pertinencia de Sperber y Wilson (1986),
es la que nos interesa y se cita en Gutiérrez Ordóñez, S. (1997:22) para explicar
las paradojas de San Juan de la Cruz, aunque la explicación de dicho fenómeno
se hace en función de la teoría conversacional de Grice (Gutiérrez Ordóñez, S.
(1997: 25). La coexistencia en un mismo enunciado de dos términos antonímicos
o dos significaciones contrarías obliga al interlocutor a realizar procesos
inferenciales de base contextual para buscar un sentido pertinente al enunciado.
Precisamente el procedimiento interpretativo adecuado es la elaboración de
implicaturas varias que enriquecen el sentido del mismo a partir del juego de
sentidos que procura intencionalmente el emisor con la paradoja enunciada.
Gutiérrez Ordóñez (1997: 25) defiende la idea de que tanto la paradoja como
la tautología son formas enunciativas que se oponen al principio de
informatividad en la comunicación.
144
Aproximación pragmática a la ironía verbal
prescinden de tales signos metalingüísticos son más libres, sin duda porque ellos
mismos muestran su propio relieve e incluyen en sí una paradoja verbal.
(a) aquellos casos en los que mediante la palabra "paradoja" o similar se afirma
expresamente que nos encontramos ante un hecho de tal cualidad, y
(b) los que prescinden de de tal mención y que muestran por sí mismos su
forma paradójica.
54 Esta misma distinción entre lo que se dice y lo que se muestra aparece tratada por el
filósofo Wittgenstein (1922). Según éste, la proposición muestra su sentido. La proposición, si es
verdadera, muestra cómo están las cosas. Y dice que las cosas están así.
145
María Angeles Torres Sánchez
146
Aproximación pragmática a la ironía verbal
147
María Ángeles Torres Sánchez
148
Aproximación pragmática a la ironía verbal
léxica, como "Dover y no llover" por "lloviznar", o "pensar sin pensar" por "modo
de pensar”, o "irse y quedarse" como un "irse parcial". Estos casos presentan la
utilización argumentativa de un recurso semántico de estructuración del léxico.
149
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150
Aproximación pragmática a la ironía verbal
151
María Angeles Torres Sánchez
• Forma
152
Aproximación pragmática a la ironía verbal
empleados en ella.
Para este mismo autor, la sátira no es un género, sino una categoría que
se puede incluir en los diferentes géneros ordinarios. Es realmente una actitud
del emisor (moral o no) y la disimulación de la misma, que no reviste una
estructura lingüística específica ni un lenguaje satírico, por lo que no puede
considerarse un género. Desde nuestro punto de vista, es precisamente esta
consideración de la sátira como actitud lo que constituye el mayor acierto en
la teoría de Peale. No obstante, para una interpretación pragmática completa
sería necesario considerar también cómo se lleva a cabo el proceso de
interpretación pertinente de los enunciados intencionalmente satíricos, fase
esencial para que se realice con éxito la comunicación.
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57 En principio, esta teoría nos obliga a aplicarle la crítica general del Modelo
Interpretativo del Código, que propone que todo acto de comunicación es un proceso de codificación
y descodificación; como se ha defendido a lo largo de este y otros trabajos (cfr. Torres Sánchez,
1998), la interacción comunicativa y, particularmente, el proceso interpretativo parte del resultado
de la descodificación, pero no se logra alcanzar el sentido pertinente de los enunciados si no es por
medio de diferentes procesos inferenciales, que completan la información ligüística, a partir de
enriquecimientos contextúales. La comunicación es, pues, un proceso ostensivo-inferenaal (cfr.
Sperber y Wilson, 1986).
” Se podría relacionar esta idea con los usos descriptivos e interpretativos del lenguaje
(Sperber y Wilson, 1986); entre éstos últimos se incluiría la ironía que, además, es realizada por
medio del lenguaje, no como uso, sino como mención (cfr. Sperber y Wilson, 1986).
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mismo tiempo. Ésta se integra como tropo en los discursos paródico y satírico”,
pero habría que diferenciar, según este mismo autor, la especificidad estructural
y textual de ambos géneros. La utilización de la ironía en estos dos géneros es
lo que ha facilitado la confusión entre ambos, por lo que Hutcheon se plantea
precisar el entramado de relaciones que establece la ironía con la parodia y la
sátira.
El ethos satírico está marcado con una codificación aún más peyorativa,
despreciativa, desdeñoso, y se manifiesta en la presunta cólera del autor
comunicada al lector a través de la fuerza invectiva. Sin embargo, la sátira se
diferencia de la invectiva en que su intención última es correctora; se intentan
corregir, a través de la crítica, los vicios que presuntamente han suscitado el
arrebato del emisor. La intención reformadora es imprescindible para la
definición del género satírico. Coincide con la ironía en el extremo más intenso
de su gama, cuando se produce la risa amarga del desprecio. Según este autor,
la finalidad reformadora de la sátira hace aparecer como relevante en el texto
satírico la función apelativa.
* Del trabajo de Hutcheon (1981) parece desprenderse que la parodia se apoya, sobre
todo, en el aspecto semántico de la ironía como contraste entre dos textos, el parodiado y el
parodiante, que se producen simultáneamente; mientras que la sátira se apoyaría en el aspecto
pramático de la ironía.
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Todo ello nos manifiesta que la ironía sólo adquiere verdadero sentido
en relación al contexto evocado por el enunicado irónico; en un contexto
fosilizado la ironía deja de funcionar como una desautomatización de
estereotipos para teminar sirviéndolos y reforzándolos.
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dife renda se podría explicar, desde nuestra línea teórica, de la siguiente manera:
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CAPÍTULO VI
Conclusiones
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61 Si efectivamente los temas característicos a los que se remite la ironía son los del
ámbito moral, la religión, la política o la historia, ello se debe a que dichos ámbitos propician en los
individuos la emisión de opiniones de un alto compromiso emocional. Según Muecke (1982), esto
es así porque en la fuerte implicación personal que conllevan esos temas hay un fondo de
contradicción entre la fe y el hecho, la emoción y la razón, el es y el debería ser. Esta explicación se
podría completar con el hecho de que explotar esa clase de temas le resulta provechoso al ironista
porque en ellos el temperamento humano suele volcar un importante caudal de alazoneia. Es en
relación a todo lo que interesa a la ética y a la ideología cuando las personas proclaman sus juicios
de un modo más tajante y, por tanto, más susceptible de ser traducido a términos irónicos para
rebajar el carácter impositivo de los mismos.
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son las operaciones que éste debe realizar para resolver ese problema y responder en consecuencia.
El éxito comunicativo consiste en la captación por el oyente del sentido que va asociado a la
expresión emitida por el hablante. Pero, para la correcta resolución del problema, son necesarios
unos datos mínimos en su planteamiento, datos que el oyente tiene que interpretar. Estos datos son
básicamente los siguientes:
1. Las formas lingüísticas utilizadas, para descubrir el sentido del enunciado y su fuerza
intencional o ilocutiva.
Todos estos datos deben mostrar su presenda activa y eficaz en cada momento del
desarrollo de la comunicación, y el interlocutor tendrá que interpretarlos inferendalmente.
63 Ballart (1994: 311) defiende la tesis de que toda ironía, desde el enunciado más conciso
al discurso más extenso, desde la simple antífrasis a la más sofisticada de las fiedones, debe
satisfacer, para ser considerada como tai una serie mínima y cerrada de condidones que han de
incluir los siguientes rasgos:
(1) un dominio o campo de observación del que emana la ironía, esto es su demarcadón exacta en
el texto,
(2) un contraste de valores argumentativos; es lo que habitualmente se conoce como contraste entre
apariencia y realidad;
(3) un determinado grado de disimuladón, es dedr, lo explídto no presenta el contenido real del
mensaje, que hay que inferirlo pragmáticamente;
(4) una estructura comunicativa espedfica: el curso comunicativo de la ironía se bifurca en el ámbito
de la recepdón de sus mensajes: sus destinatarios pueden ser los lectores que ingenuamente acepten
los enunciados o bien aquellos que deddan trascenderlos en busca de una lectura en dave irónica;
(5) una coloradón afectiva, que manifieste la intendonalidad del emisor, esta puede ir desde la
comiddad y el placer, hasta la animadversión del lector hada un personaje, hábito y opinión, o la
reflexión sobre las contradicciones del mundo.
(6) una significación estética, que reladona el uso irónico del lenguaje con la creadón artística; se
busca el placer del sentido (cfr. Torres Sánchez, 1996).
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Con ello quiere decir el autor que solamente cuando concurran esos seis factores
podremos hablar con propiedad de que el texto se amolda a una figuración de carácter irónico.
Toda iniciativa de estudiar la ironía a la luz de los contenidos a los que esta figuración
suele servir de vehículo corre el riesgo seguro de acabar confundiendo el sentido último de la
categoría, la actitud intelectual que en el fondo representa, con el tono y carácter de los temoas con
los que se la acostumbra a implicar.
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alcanzar ese segundo objetivo: su uso - asistido, por supuesto, por la dosis de
talento sin la que no es posible ninguna realización intelectual- favorece el valor
estético del texto, en especial porque consuma la paradoja bartheana de que
"una obra es tema, no porque impone un sentido único a hombres diferentes;
sino porque sugiere sentidos diferentes a un hombre único. (...) En su honesta
imitación de una realidad que, hoy más que nunca, es poliédrica, la ironía crea
complejas ficciones que implican al receptor y le invitan a perderse por sus
laberintes. El placer comunicativo, último destino de la ironía es la percepción
de un sentido que huye, camino de un lejano, y siempre cambiante, punto de
fuga." (García Berrio, 1979: 207)
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195
Se terminó de compones este libro en los talleres
de la imprenta ECVSA, de Valencia, el día 30
de abril, festividad de Santa Catalina, alma
mística dotada de insuperable energía y pasión,
Doctora de la iglesia, pacificadora de los
pueblos, que dedicó su vida a vencer al cisma.
Murió en el año 1380.
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