Está en la página 1de 37

RESENAS

CHALMETA G E N D R Ó N , Pedí» las que reconoce el aA'ance de las investiga-


Invasión e islami-^aón. \^ sumisión de Uispaniay ciones en el periodo transcurrido, aunque no
Jajormamn de al-Andalus. la aparición de nuevas fuentes, y comenta la
Universidad de Jaén. persistencia de la polémica en torno a la
Jaén, 2003, Τ ed., 461 pp. berberización de al-Andalus avivada en el
pasado por esta misma obra. Una polémica
Este estudio de Pedro Chalmeta es la en la que Chalmeta no entra abiertamente, ni
reedición bajo los auspicios de la Universidad siquiera cita expresamente a sus interlocuto-
de Jaén de la obra publicada en 1994 por la res (los seguidores de las teorías de Vallve y
Editorial Mapfre que ve de nuevo la luz con Pierre Guichard); simplemente se encomien-
mínimos cambios. Se trata de una investiga- da a los testimonios de ese pasado que son
ción que desde el mismo momento en el que los que constituyen la piedra angular de esta
apareció, hace diez años, se convirtió en obra, pero que, en este caso, no consiguen
referencia indispensable para comprender el acabar con las dudas que provoca el contro-
proceso de conquista e islamización de los vertido papel que juegan los contingentes
territorios de la Hispania visigótica que poste- norteafricanos en el poblamiento de los
riormente darían lugar a al-Andalus. La reedi- territorios conquistados.
ción que ahora reseñamos se nos antoja El cometido de este historiador es, pues,
necesaria no sólo por la indiscutible validez reconstruir cronológicamente los primeros
de los datos que ofrece y de sus planteamien- años de la presencia árabo-islámica en Ifriqiya
tos, sino por la triste persistencia de muchos y en la Península Ibérica, y hacerlo con un
de los males que Chalmeta, tal y como advier- respeto absoluto a las fuentes históricas de las
te en la introducción de 1994 y reitera en la que disponemos, huyendo de las idealizacio-
de 2003, intenta erradicar de una tradición nes teóricas que más que reconstruir inventan
historiográfica que sigue arrastrando, en el pasado. La pesquisa comienza consecuen-
cuanto atañe a nuestro pasado árabo- temente con un minucioso estudio de las
islámico, un notable lastre de carencias inves- fuentes útiles para adentrarnos en el periodo
tigadoras, prejuicios nacionales y mitos esen- histórico acotado entre el año 91/710 y el
cialistas avivados en los últimos días como 172/788, que da cuenta tanto de las fuentes
consecuencia de los luctuosos hechos acaeci- árabes como de las cristianas; un corpus
dos en el mundo islámico o perpetrados texmal conformado fundamentalmente por
dentro de nuestras fronteras en nombre del textos de carácter histórico y en los que tal
Islam. vez se echa en falta, como ya señalara F.
En efecto, C^halmeta mantiene en esta Maíllo, la contribución de los geógrafos,
reedición el texto íntegro del prólogo con el imprescindible para estudiar la percepción
que expresaba sus intenciones en 1994. Tan que tenían los árabes de aquellos pueblos que
sólo añade al proemio un par de páginas en quedaban fuera de la dar al-isläm (si bien el

© Ediciones Universidad de Salamanca Stud, hist., H.^ mediev., 20-21, 2002-2003, pp. 209-243
RESIÏNAS
210

estudio de kxs nacientes reinos cristianos del influencia no pueden entenderse las circuns-
norte de la Península queda fuera de los tancias que propiciaron la caída de la dinastía
objetivos de este trabajo). omeya.
El análisis crítico de esas fuentes y el En segundo lugar, el propio Chalmeta
cotejo de los diferentes textos es el principal llama la atención en el prólogo sobre la in-
estímulo de este riguroso estudio y el que le corporación a su esmdio de los resultados
ha confericio un valor que, como atestigua que sus propias investigaciones han arrojado
esta reedición, no disminuye con los años, l a sobre la fiscalidad del periodo, y que se plas-
reconstrucción que en los primeros capítulos man fundamentalmente en la inserción de un
realiza Chalmeta de la sucesión cronológica epígrafe en el cuarto capítulo, inexistente en
de las campañas y de su itinerario, tanto en la edición de 1994, consagrado al estudio de
Ifriqiya como en la Península, es modélica. las medidas políticas de Musa concernientes a
No lo es menos el planteamiento seguido la tributación (pp. 237-241).
para ponderar los diferentes factores que Son añadidos éstos que no sólo acre-
configuran la formación de una entidad polí- cientan el valor de una obra sobre cuya im-
tico-social que cristaliza, con la llegada de portancia no es necesario insistir, sino que
'Abd ar-Rahman I, en la reconstrucción de un dan cuenta del talante de un gran historiador
estado neo-omeya en occidente, planteamien- que ofrece un ejemplo de exquisito rigor al
to que aleja este estudio de la obsesión por la trabajar con fuentes históricas esmdiadas,
historia política, tan querida por los arabistas, como él mismo confiesa, durante más de
y permite integrar perfectamente en su dis- treinta años y al huir de reificaciones que
curso la historia económica y la social, si- creen ver en las teorías y no en los hechos la
guiendo el magisterio de Claude Cahen, a explicación última del devenir histórico de
quien dedica esta obra, o del recientemente este controvertido periodo andalusí.
desaparecido M. Rodinson.
Las variaciones del texto ahora reedita- J. Ignacio Sánchez
do con respecto a la edición de 1994, que son
mínimas, dan buena cuenta, sin embargo, del
comproiTiiso de este historiador para liberar GARCÍA CAMINO, IñaM
la historia andalusí de pruritos historicistas. Arqueología y pobiami^nto en ΒίίζΑαίΰ, sighs VI-
Cabe destacar, en primer lugar, la insistencia ΧΠ. La configuraáón de la sociedad feudal.
en buscar patrones generales de actuación Diputación Forai de Bizkaia.
que huyen de la anécdota y del recurso al Bilbao, 2003, 526 pp.
particularismo hispano e insertan la dinámica
colonizadora del siglo VIH en el marco de la Blstudiar la historia del Pais Vasco no es
expansión de las fuerzas isláiTiicas, compa- una tarea fácil, debido a la mitificación del
rando los avatares políticos y militares del pasado que desde el nacionalismo política-
frente occidental con los de las conquistas mente doiTiinante se promueve. La Edad
orientales, recientemente estudiadas por Media se configura así como un periodo
(]hase F. Robinson. O la inscripción, con Kh. especialmente crucial, porque, desde Sabino
Y. Blankinship, de las luchas partidistas libra- Arana hasta algunos "intelectuales" orgánicos
das en suelo hispano y africano en la dinámi- actuales, se ha contemplado como un tiempo
ca oriental de la revolución 'abbasí, sin cuya de libertad política de los vascos y también

© Ediciones Universidad de Salamanca Stud, hist., H.^ mediev., 20-21, 2002-2003, pp. 209-243
RESENAS
211

como el inicio de una guerra ancestral con los años. Desde luego, el resultado de esta tesis
españoles, en la que éstos trataron —y consi- doctoral, ahora publicada, es un libro de
guieron parcialmente— hacerse con el control enorme interés, que realiza aportaciones
de este territorio. Esta visión presentista y relevantes sobre el pasado altomedieval en el
tamizada por todos los prejuicios que ilustran País A'^^asco, en especial en Vizcaya, que puede
el pensamiento (¿?) nacionalista vasco es asemejarse a la evolución que comenzamos a
indudablemente un metarrelato ahistórico contemplar en otras áreas cantábricas.
—debido a que no hay movimiento en el Uno de los aspectos más significativos
tiempo, sino una constante recurrente—, pero de la obra es la sistematización de los abun-
supone el soporte de las ideas que hoy en día dantes datos arqueológicos que recientemente
siguen sosteniendo la existencia de un pueblo han ^dsto la luz en toda esta zona. En tal
vasco suprahistórico, una concepción que sentido, debe tenerse en cuenta que el autor
justifica posicionamientos políticos y renta es un estrecho colaborador de A. Azkarate
votos. Necedades como la defensa de un —con quien editó un interesantísimo Hbro
pueblo vasco independiente en el Medievo sobre las estelas medievales en el País Vas-
—sin atender a que el concepto es contempo- co—, quien desde la Universidad del País
ráneo y a que la etnia, como bien ha demos- Vasco está desarrollando un gfupo de inves-
trado W. Pohl, es una noción política tigación en arqueología medieval que repre-
cambiante— o patrióticas defensas de Sancho senta uno de los pocos islotes que esa
111 como rey del Estado Vasco -que incluyen disciplina posee al norte de la Cordillera
proyectos de estatua— son moneda habitual Central. Las intervenciones sobre varias
en la vida "cultural" vasca. necrópolis alavesas y vizcaínas, datadas en
Por esa razón, resulta de enorme interés torno a los siglos VI y Vil, son un buen ejem-
el trabajo de Iñaki García Camino, a la sazón plo de la aportación de nuevos datos para el
arqueólogo provincial de Vizcaya, quien se estudio. Una de ellas es Finaga, situada en
lanza a la avenmra de desentrañar el oscuro Basauri, localidad vecina a Bilbao, estudiada
periodo tatdoantiguo y altomedieval, utilizan- exhaustivamente por I. García Cainino. Tales
do para ello las herramientas de un trabajo necrópolis ofrecen un nuevo panorama sobre
científico y aislándose de las consideraciones la simación de los territorios vasco-
señaladas. Se trata además de un segmento cantábricos que debe hacemos cambiar mu-
temporal hasta hace poco muy desconocido, chos de los clichés habituales. Este trabajo
sin apenas noticias, para el cual era necesario arqueológico compone el cuerpo flmdamen-
recurrir a la arqueología ante la ausencia de tal del discurso que nos presenta el autor.
textos escritos. Por tanto, junto a la valentía El libro se estructura en tomo a tres
por abordar un tema tan complejo, hay que grandes apartados. Έλ primero de ellos es el
aplaudir la utilización conjunta de una docu- referido al análisis de los datos arqueológicos,
mentación arqueológica cada vez más rica, y que se centra en cuatro yacimientos: la ne-
que I. García Camino conoce de primera crópolis de Pinga, la necrópolis de Momoitio
mano, y de unos textos que habían sido ya (Garai), la de Mendraka y la de Etxebarria,
analizados por A. E. Mañaricua y desde un éstas dos últimas emplazadas en Fiorrio. En
punto de vista historiográficamente más segundo lugar, estudia la evolución del po-
renovador por una obra conjunta dirigida por blamiento, entendido como un hito social, a
J. A. García de Cortázar hace más de quince lo largo de los siglos VI al XII. Por último,

Ediciones Universidad de Salamanca Stud, hist., H.^· mediev., 20-21, 2002-2003, pp. 209-243
RlíSiíÑAS
212

realiza una serie de consideraciones acerca de vizcaíno continuó articulado desde la monta-
la organización social en Vizcaya desde el ña, siguiendo una tendencia ya emprendida
periodo tardoantiguo hasta la configuración en los siglos anteriores. Se obserx'a un incre-
de la sociedad feudal. A todo ello se añade un mento de los centros eclesiásticos que posi-
anexo donde aparecen las fichas de los 105 blemente deba relacionarse con un
yacimientos tardoantiguos y altomedievales crecimiento demográfico y con una coloniza-
que componen el registro material de este ción protagonizada por los campesinos en
periodo. Por tanto, los objetivos son ambi- estas áreas de montaña. Esta expansión ten-
ciosos y la base fundamental es el análisis de dría como áreas prioritarias el Duranguesado
determinadas necrópolis, cada una de ellas de y las laderas del Monte Oiz, mientras que en
cronología distinta. la Vizcaya nuclear, en torno a los macizos de
La evolución que García Cainino plan- SoUube y Jata, no se aprecia ese movimiento,
tea para Vizcaya -de la que excluye a las siendo este sector el centro del dominio
comarcas de las Encartaciones γ Orozco— patrimoniiil de los condes de Vizcaya. La
partiría de una primera ruptura con el pasado ausencia de hagiotopónimos, la ubicación
romano. Durante la Antigüedad tardía, se excéntrica de las iglesias y la aparición de
produjo el abandono de muchos lugares topónimos no-eclesiásticos apuntan a cjue los
detectados en época romana, sobre todo en la centros eclesiásticos se crearon con posterio-
costa, cristalizando una concentración en las ridad a los asentamientos de tipo concentrado
áreas más interiores, en especial en las de que se originaron con esta colonización. Las
montaña. El poder se concentró en determi- comunidades que llevaron a cabo este moxti-
nados puntos y quizá haya una regresión miento estaban estratificadas y no se articula-
demográfica, aunque es posible que la natura- ban en unidades supraldeanas. Por otra parte,
leza precaria de las construcciones de los y recogiendo ideas ya expresadas por J. J.
poblados haga más opaca su localización. En Larrea en otra tesis de referencia, repara en el
cualquier caso, se trataba de una sociedad hecho de que las tensiones entre ()\tiedo y los
jerarquizada, como muestran las necrópolis, vascones eran en realidad un recurso literario
donde determinadas sepulturas privilegiadas, que reaprovechaba tópicos visigodos, por
unidas a costumbres nuevas de origen mero- otro lado analizados y rechazados como
vingio, denunciarían a estas aristocracias válidos por A. Besga. Se trataba de un espacio
locales, posiblemente \dnculadas con el con- periférico y se comportaba como tal; la ex-
trol político y militar de esta región de fronte- pansión leonesa del siglo X conllevó un con-
ra por parte de los francos, sin que existiera trol más firme de estas áreas periféricas, que
una base gentilicia. En este contexto, los ha dejado su plasmación en la llegada de
Castros no parecen haber jugado un papel modelos culturales como el estilo prerromá-
destacado, una situación que parece apreciar- nico. La influencia pamplonesa fue, sin em-
se también en la Asturias costera, a tenor de bargo, decisiva, pero tampoco trajo consigo
las investigaciones que en los últimos años se una integración firme del espacio vizcaíno,
han llevado a cabo. Predominaba en cambio donde los condes surgieron como tm poder
el carácter concentrado de los asentamientos regional conectado con pamploneses y astur-
y la existencia de ciertos centros de culto a leoneses, pero con un amplio margen de
cuyo alrededor se levantaban las necrópolis. negociación.
Durante la Alta Edad Media, el territorio

Ediciones Universidad de Salamanca Stud, hist., H.ä mediev., 20-21, 2002-2003, pp. 209-243
RESEÑAS
213

El punto de llegada es la reorganización res—, la compleja realidad de las formaciones


del espacio vizcaíno a través de la fragmenta- políticas altomedievales, que están lejos de
ción del condado y la concentración eclesiás- componer estructuras territoriales homogé-
tica desde mediados del siglo XI. Se creó así neas, y la importancia de la reorganización
un condado en el Duranguesado, cuyo origen señorial en los siglos xi y XII que posibilitó la
estaría en el avance de las ftierzas producti- eclosión de una sociedad feudal, homologíi-
vas, tomando como base la infraestructura ble, a pesar de sus particularidades, a otras de
creada durante la colonización altomedieval. su entorno, y surgida de manera endógena o,
Los monasterios pasaron a depender de si se prefiere, desde los propios vizcaínos o
entramados superiores o de elites locales e vascos y no importada de fuera. Estas hipóte-
incluso del monarca y se con\'irrieron en los sis de trabajo, al igual que una exhaustiva y
centros gestores de las rentas y en los ejes de renovadora interpretación de los datos ar-
la formación y consolidación de la red de queológicos, están desarrolladas de tona ma-
parroquias, en perjuicio de otros centros nera brillante a lo largo del libro y suponen
eclesiásticos. Dado que la iglesia había sido en los hitos sobre los que debe moverse cual-
la época anterior el principal referente de las quier debate serio sobre este periodo en
comunidades, y dentro de un contexto de Vizcaya.
incremento de los excedentes productivos, Ahora bien, este soplo de aire fresco en
los grupos aristocráticos pugnaron por hacer- un ambiente tan enrarecido, con unos plan-
se con el control de estos instrumentos, para teamientos metodológicos muy bien cimen-
de esa forma implantar un sistema de capta- tados —una de las escasas monografías
ción de rentas. Todo ello repercutió en la regionales sobre la Alta Edad Media en el
creación del modelo de anteiglesias y en la centro y norte peninsular articulada básica-
fragmentación de las rentas señoriales que mente sobre material arqueoló^co—, es,
dominó el paisaje social \Tizcaino y que de- precisamente por ello, un objeto de discusión
terminó el tipo de aristocracia que caracterizó y de critica. Hay diversos aspectos que mere-
a esta sociedad. cen ser señalados a fin de establecer un deba-
Se puede afirmar que la obra de García te. Algunos provienen del análisis
Camino centra con claridad lo que debe ser el arqueológico, muy riguroso, pero sobre el
debate acerca del País Vasco cantábrico y que caben determinadas apreciaciones. La
Vizcaya en particular a lo largo de estos si- primera es la excesiva dependencia con res-
glos. Puede afirmarse que era un espacio de pecto a las necrópolis; si este libro es un
frontera, periférico y de montaña, lo cual ejemplo de que los muertos pueden hablar-
permite definir con mayor claridad el caso nos de los \T.vos, también lo es de las caren-
\Tizcaíno y compararlo con otros similares. cias de nuestra arqueología medieval. Poco se
Además se identifican con claridad los prin- sabe de los poblados como tal, algo que no es
cipales elementos de la evolución plurisecular: achacable al autor, pero que sin duda lastra en
la incidencia en el papel "poHtico" de las buena medida su análisis. Así su énfasis en el
aristocracias —que puede ser otro ejemplo poblamiento concentrado necesitaría de más
más de un modelo social tributario—, la im- datos para ser confirmado, como los que
portancia de la colonización campesina alto- proporcionan las recientes intervenciones en
medieval —en consonancia con los estudios la zona sur de Madrid o el llevado a cabo en
llevados a cabo en otras regiones peninsula- La Huesa (Zamora). Pero también hay una

© Ediciones Universidad de Salamanca Stud, hist., H.» mediev., 20-21, 2002-2003, pp. 209-243
RfÏSENAS
214

tendencia excesiva a identificat poblamiento como feudal, no hay reflexiones sobre este
romano con determinados materiales prove- tipo para los siglos VI al X. Únicamente se
nientes de los grandes circuitos amparados niega la vigencia de los postulados gentilicios,
por el aparato imperial, como las sigillaias. Se pero no se toma en consideración avanzar en
puede estar encubriendo así la existencia de qué tipo de sociedad era la vizcaína en ese
otros yacimientos que ofrecen sólo produc- periodo. Sin duda tal exigencia sea excesiva y
ciones locales toscas y que no se datan en actualmente se trate de una labor muy dificul-
época romana. Y esto sucede porque el hiato tosa, pero el resultado es una descompensa-
entre el periodo romano y el tardoantiguo no ción teórica entre los siglos anteriores a la
está suficientemente explicado e incluso la eclosión del feudalismo —que parecen corres-
rtiptura radical que se propone no coincide ponder a fases prefeudales que encaminan
exactamente con las transformaciones que se hacia el nuevo sistema— y los propiamente
han detectado por ejemplo en Asturias, espe- feudales. E n realidad. García Camino partici-
cialmente en el entorno de Gijón. Sin duda pa de nociones que conviene discutir, como
hubo importantes transformaciones que la oposición entre autoridad pública y privada
afectaron sobre todo a los centros de poder - u n o de los caballos de batalla de la polémica
intermedios relacionados con el Imperio "mutacionista"- o la colcjnización agraria
Romano, pero no está tan claro que esto campesina como un "deus ex machina".
sucediera con los asentamientos campesinos. Sobre este último punto, desde hace tiempo
Por otro lado, el estudio de las ventanas se \dene defendiendo esta colonización cada
prerrománicas, aún siendo muy sugerente, no vez más e\'idente y es un acierto que García
deja de ser un trabajo sustentado en compa- Camino la plantee, pero no se ha explicado
raciones estilísticas, algo que el propio autor razonablemente aún por qué se produjo.
niega acertadamente en el caso de las necró- Parece que en Vizcaya hubo un incremento
polis; por esa razón, la influencia asturleonesa demográfico que propició este movimiento,
—que posiblemente existió— no puede susten- pero tal explicación se antoja claramente
tarse de manera fiable en este análisis, reali- mecanicista y "neomalthusiana", pues existen
zado sobre unos conjuntos arquitectónicos muchas otras opciones para dar cuenta de un
para los que no tenemos dataciones seguras. incremento demográfico —que, a pesar de
todo, no coLmató en absoluto el territorio—
Pero más allá de estos aspectos referi-
por lo que la respuesta no es necesariamente
dos al análisis arqueológico, quizá los mayo-
la roturación de campos. Pero también en lo
res problemas se suscitan en el aspecto
referido a la definición del sistema feudal,
interpretativo. El objetivo del libro, como lo
algunas interpretaciones son discutibles.
indica el propio título, es dar cuenta de cómo,
García (lamino participa de una visión del
cuándo y por qué se formó la sociedad feudal
señor feudal como agresor violento, descar-
en Vizcaya, y esto determina el contenido.
tando que su imposición no mviera también
I ^ s periodos anteriores —donde a nuestro
elementos surgidos de la evolución de las
juicio están los elementos más renoA^adores
comunidades y de la aceptación por parte de
de la o b r a - son tratados, por consiguiente,
éstas del poder señorial. N o es necesario
como fases que llevan al feudalismo y, en
negar el componente agresivo de la forma-
cierta manera, se rehuye su definición. Mien-
ción del feudalismo para aceptar que la con-
tras hay una preocupación necesaria por
solidación de un sistema social no puede
identificar a la sociedad de los siglos XI y XII

© Ediciones Universidad de Salamanca Stud, hist., H.ä mediev., 20-21, 2002-2003, pp. 209-243
RESENAS
215

deberse únicamente a la intencionalidad ALVIRA CABRER, Martín


violenta de un grupo social, sino que es algo 12 de Septiembre de 1213. El jueves de Muret
bastante más complejo y menos mecánico. Kl Universität de Barcelona.
énfasis en esa agresión se contrapone a la Barcelona, 2002, 710 pp.
ausencia de noticias fiables sobre movimien-
tos de dichas comunidades contra los seño- La presente publicación constituye la
res. Y es que García Camino, utiliza una segunda parte de su tesis doctoral, defendida
visión del proceso de feudalización muy en el año 2000, dirigida por el profesor D .
apegada a los paradigmas "mutacionistas", Emilio Mitre Fernández, y que llevaba por
especialinente a P. Bonnassie, quizá sin plan- título: "Guerra e ideología en la España Me-
tearse demasiado los problemas que suscitan. dieval: culmra y actitudes históricas ante el
D e todos modos, nada de ello empece giro de principios del s. XIIl. Batallas de las
la calidad del trabajo de I. García Camino. Navas de Tolosa (1212) y Muret (1213)".
Por el contrario, es una muestra de que se En palabras del propio autor, su inten-
trata de una obra inteligente que se inscribe ción a la hora de iniciar el presente trabajo era
en las corrientes historiográficas actuales, seguir el estilo y la metodología usada por
desmontando mitos y desmarcándose de Georges Duby en su "Doiriingo de Bou\i-
metarrelatos estériles desde el punto de vista nes"; esa pequeña joya de estudio de la famo-
científico. Un estudio que no sólo marca a sa batalla de Botntines, dentro de lo que él
partir de ahora los análisis sobre Vizcaya, sino llamó el estudio de "las batallas decisi\'^as". Es
que debe convertirse en referencia inexcusa-
decir, su trabajo iba más allá de la clásica
ble, tanto por sus inteφretaciones como muy
historia militar, y abarcaba otros campos
especialmente por su metodología, para
como el de sociología, ideología y, especial-
cualquier acercamiento sobre el mundo tar-
mente, el de las mentalidades". El estudio de
doantiguo y altomedieval peninsular. Es
Duby tuvo un gran éxito entre el público;
probable que la escala escogida dificulte esa
copiándose su método (algo no fácü de lo-
difusión, pues puede resultar un poco localis-
grar) e imitándose su título en otros trabajos
ta al investigador. D e todos modos, los plan-
posteriores .
teamientos superan ampliamente esa
perspectiva local, para integrar Vizcaya en la
evolución europea e ibérica. Es además una 1 La primera parte, que verá la luz dentro de
primera piedra de toque para conocer mejor poco, lo consütuye un estudio del mismo estilo
de la batalla de Las Navas de Tolosa, en 1212.
las áreas de montaña, con las que comparte
2 Para un rápido repaso a la evolución historio-
numerosas semejanzas y que se han descui- gráfica sobre la "Historia de las batallas", ade-
dado por parte de la historiografía. Ein defini- más de la introducción de la presente obra, se
tiva, una obra de enorme interés para los puede ver: A. ESPINOSA LÓPEZ. ' l . a renovación
historiadores y una noticia muy agradable en de la f listeria de las Batallas". Revista de Historia
el panorama cultural vasco. Λί///>οΓ,2002,νοΙ. 91.
-^ G. DUBY. 27 julliet 1214. he dimanche de Bouvi-
nes. Paris : Gallimard, 1973, (trad, española: Ε/
Iñaki Martín Viso domingo de Boupines. Madrid : Alianza 1988).
Título y método copiado en λ'. LAGADI?,RE. l^
vendredi de Zallaqa. Paris, 1989. Título imitado,
pero no método, en \ ^ ' . AA. // sábalo de S.
Baniaba. La batagglia de Campoldino -1298-. Milán,

© Ediciones Universidad de Salamanca Stud, hist., H.ä mediev., 20-21, 2002-2003, pp. 209-243
KIÎSENAS
216

Una de las virtudes de la obra de Duby Pero vayamos paso a paso. Ix) primero
era que había sabido conjugar en un pequeño que hay que decir es que aunque lo que se
libro de alta divulgación todo lo que rodeó a analiza es una batalla punto culmen de la
dicha batalla y lo que significó, recreanclo primera fase de la cruzada albigense, el traba-
todo un mundo medieval donde se primaban jo no es un estudio sobre la cruzada en sí.
los aspectos ideológicos-sociales. Sin embar- Teniendo esto en mente es disculpable que
go, y evidentemente, las 700 páginas de la falten elementos a tener en cuenta si el obje-
magna obra de Alvira Cabrer no es un ejerci- tivo del autor hubiera sido otro (por ejemplo,
cio de síntesis o evocación al estilo de Duby, como detalle menor, no hay ninguna referen-
por el siiTiple hecho del grosor del libro aquí cia a la significativa hubíQuici major, 1214).
analizado. Hay que decir que el autor no ha Ix> segundo es que hay dos protagonis-
hecho ninguna concesión a su publicación en tas. Por un lado la batalla en sí. Por otro lado
formato libro, que en principio lo debería los comandantes de ambas fuerzas comba-
hacer más legible, lía preferido mantener la tientes: Pedro de Aragón y Simón de Mont-
estructura íntegra de esta segunda parte de su fort.
tesis lo que hace imposible que sea una lectu- Desde un punto de vista estructural la
ra "ligera" en el mejor sentido del térinino. obra está dividida en tres grande partes.
En realidad la parte más importante y original La primera, "Prolegómenos" (pp. 49-
de este libro del Dr. Ahnura es la última (pp. 142), di\ñdida en tres capítulos, es una intro-
220-525), que ocupa poco más de 300 pági- ducción al contexto geográfico y político de
nas. la zona occitana y el papel de la corona de
Para el autor los años 1212-1214 repre- Aragón allí desde mediados del s. ΧΠ hasta las
sentados en las tres batallas anteriormente vísperas de la proclamación de la cruzada
mencionadas (Las Navas, Muret, Bouvines), y albigense (1208) y la primera fase de la misma
de muy diferente signo, constimyen un punto (1208-1212). Aquí se explica la existencia de
de inflexión en la historia del medievo en un auténtico mundo "hispano-occitano"
general y de la concepción del rey guerrero en (léase a la Corona de Aragón como uno de
particular. De ahí lo de cambio de una época; los principales poderes de la zona, con co-
aunqiie precisamente su idea de que la batalla munidad cultural y de intereses con la socie-
de Muret supuso el fin de un tipo de realeza dad occitana), opuesto a lo que sería el frente
no queda nada claro. Reyes guerreros, con franco-papal. Ello incluye un repaso a las
confianza en batallas decisivas, seguirán fuentes empleadas y a la historiográfico sobre
existiendo durante toda la Edad Media. El el tema.
término de decisivas se aplica por la influen- I^a segunda, "El camino de la Batalla"
cia que tuvieron, no sólo desde un punto de (pp. 143-225), otra vez di\adida en tres partes,
vista material o poHtico; sino, sobre todo, por nos sitúa en el contexto inmediato de la
el impacto en la memoria colectiva de las campaña (1212-1213), con las principales
gentes y que marcó cólΉO las generaciones figuras que inter\'endrán. Además, se analiza
presentes y futuras verían las campañas y sus el por qué de la necesidad de la batalla que
protagonistas. parecieron ver todas las partes. Por un lado,
la confianza en la batalla campal como "juicio
divino" que parecía tener especialmente
1989; C. ΛΛ\ιΐΑ TtlORBlîCK. ΕΙ Lunes de Las
Pedro de Aragón. Por otro, la necesidad de
AWíZj. Jaén, 1999.

© Ediciones Universidad de Salamanca Stud, hist., H.ä mediev., 20-21, 2002-2003, pp. 209-243
RESlíÑAS
217

una "solución radical" por parte de unos tector de la Corona de Aragón más allá de los
cruzados que se veían en una situación insos- Pirineos.
tenible, o del "camino más corto para la paz", Como ya hemos mencionado, la parte
como también lo vería Pedro de Aragón, en más jugosa, la constituyen los capítulos l y ll
un contexto de violencia permanente. En de la tercera parte (pp. 227--52.5). Para el
último término, la resolución de la batalla se lector hispano, poco familiarizado con el
vería por todos como la "manifestación del contexto occitano-albigense, el presente
designio divino". trabajo constituye, sin duda, la mejor c^bra
La tercera parte (pp. 227-592), se divide tanto sobre la batalla en sí y sus consecuen-
en tres grandes capítulos. El primero, "batalla cias ideológicas, como sobre la acmación de
y liturgia", donde se analiza la batalla en sí, la corona de Aragón en Occitania. Probable-
tanto desde el punto de \dsta militar, como mente el autor haya leído todas las obras
sociológico e ideológico se subdivide en: publicadas en lenguas romance al respecto,
"escenario"; "rituales propiciatorios"; "aren- incluyendo un importante número de obras
gas"; "ejércitos y órdenes de combate"; inglesas (Λ^éase la impresionante bibliografía,
"batalla y muerte"; "victoria y derrota en la dixndida por temas, que acompaña el libro).
batalla". En el segundo capítulo, "batalla y La obra viene acompañada, además, por
memoria histórica" se estudia el impacto que una útil cronología (detallada pero no com-
tuvo la batalla y su resultado en la imagen de pleta) y por un importante aparato gráfico.
las gentes del sur de Europa (presentes y Aquí hay que lamentar que el esfuerzo que ha
futuras, lo que llama "concepción histórica"), hecho el autor en este sentido ha sido invali-
sobre todo ligada a la figura de sus dos prin- dado por la edición. En el presente libro los
cipales protagonistas: Simón de Montfort a la mapas aparecen en escasos tonos grises lo
cabeza del victorioso ejército cruzado, y que hace imposible su correcta interpreta-
Pedro de Aragón como comandante de la ción.
arrasada coalición occitano-aragonesa (en ese
momento bajo "La gran corona de Aragón" José Manuel Rodríguez García
ya que los occitanos marchaban como vasa-
llos del aragonés). Se demuestra cómo la
visión que se tuvo de estos dos personajes GARCÍA FITZ, Francisco
estuvo estrechamente ligada al resultado de la Guerra j reladones políticas. Castilla-l^ón y los
batalla . Por último, el tercer capítulo descri- musulmanes, ss. ΧΙ-ΧΙΠ.
be las conocidas consecuencias políticas, e Universidad de Sevilla.
ideológicas, que tuvo la batalla en los campos Sevilla, 2002, 266 pp.
francés, occitano y de la corona de Aragón.
Según el autor, para Aragón supuso que el El presente libro constituye la primera
joven heredero, el futuro Jaime I, no se vol- parte de la tesis doctoral del autor, leída en
\T.era a plantear la expansión o el papel pro- 1996", y que ya ha sido parcialmente publica-

4 Un resumen para el caso hispano en M.


ΑίΛΊΚ,Λ CABRIÍR. "La cruzada albigense y la s La segunda parte de su tesis \Ao la luz en su
inten'ención de la Corona de Aragón en Occi- libro Castilla γ Ijión jhnte al Iskm. Estrategias de
tania. El recuerdo de las crónicas hispánicas del expansión y tácticas militares (siglos XI-XUJ). Sevilla,
s. XIII". Hispania, 2000, vol. LX, p. 947-976. 1998.

© Ediciones Universidad de Salamanca Stud, hist., Η.'' mediev., 20-21, 2002-2003, pp. 209-243
RESENAS
218

da en diversos artículos entre 1998-1999. La cas. Aquí se explica que se ha de entender la


presente edicicSn arroja pocas novedades estrategia como arma desde un sentido más
respecto a la labor plasmada en su tesis doc- amplio, que englobe a las medidas diplomáti-
toral salvo la actualización de la bibliografía cas, económicas y pactos sin que haga falta
hasta el año 2000 y su adaptación al foπΉato llegar a una intervención militar.
Ebro. A lo largo de todo el libro se pone en
El libro, en definitiva, trata de la "di­ duda el tan famoso tema de la convivencia de
plomacia de la guerra", empleando una ter­ las tres religiones-culturas en la Península.
minología moderna. Es decir, los pactos, Especialmente en cuanto a las relaciones
tratados, alianzas y relaciones diplomáticas cristiano-musulmanas y la con\T.vencia de sus
llevadas a cabo por los reinos de Castilla y poblaciones. En muchos casos el autor se
León frente al enemigo musulmán. Relacio- pregunta si los pactos que se establecieron en
nes políticas cuyo fin último sería el mismo los que se respetaba a la población mtisulma-
que el de sus campañas militares, el aniquila- na con Hderes propios eran consecuencia del
miento o, más bien, sumisión de los poderes convencimiento o de la necesidad estratégica.
musulmanes peninsulares -como entidades Su respuesta va encaminada a que la toleran-
independientes- a los reyes cristianos caste- cia fue más bien un recurso que un principio
llano-leoneses, dentro de un espíritu de recu- (al menos en el s. XIII).
perar la tierra anteriormente perdida en el Mención aparte merece la elección de la
711. portada. En este caso se ha elegido una de las
El marco cronológico va desde media- láminas del "Libro de los dados, juegos y
dos del s. XI hasta el final del reinado de ajedrez", del escritorio alfonsí, que muestra
Sancho IV (1294), durante las primeras fases un juego sobre tablero de ajedrez o damas
de la Uamada "bataUa del estrecho". Período que se juega a cuatro bandas (cuatro jugado-
que viene determinado, según el autor, por la res), algo muy apropiado para ilustrar el
inequívoca, consciente y continua política real complicado juego diplomático entre castella-
cristiana de disolución del poder poHtico no-leoneses, andalusíes, dinastías africanas, el
musulmán; política iniciada por Femando I y Papado y el resto de los reinos cristianos
Alfonso VI. El autor habla de la existencia peninsulares (aunque aquí se hable poco de
entre los dirigentes de una verdadera estrate- éstos últimos).
gia de expansión a costa de los musulmanes, Ivos que hayan seguido la trayectoria del
en la que se alternaba el uso de la fuerza con autor no encontrarán ninguna tesis nueva.
la diplomacia y con los pactos, todo con el Los que no conozcan su obra y quieran in-
mismo fin corrosivo. ternarse en las \Ticisitudes militares que afec-
La obra se divide cronológicamente en taron al reino castellano-leonés en el pleno-
cinco partes: 1. Femando I y Alfonso VI; 2. la medievo harían bien por comenzar leyendo
política frente a los almorá\'ides y segundas sus dos libros, empezando por éste, ya que la
taifas; 3. la poKtica frente a los almohades; 4. guerra no se entiende sin el contexto político
las relaciones políticas con las terceras taifas; en la que se desenvuelve y al que sir\'e.
y 5. La época de Alfonso X y Sancho IV y el
problema del Estrecho. José Manuel Rodríguez García
A ello se suma un breve punto intro-
ductorio sobre estrategia y relaciones políti-

© Ediciones Universidad de Salamanca Stud, hist., H.^ mediev., 20-21, 2002-2003, pp. 209-243
RESENAS
219

CASTÁN LAN ASPA, Guillemio pob'tica van indisolublemente unidas. En la


Política económica y poder político. Moneda y fisco vida económica todo está esencialmente
en el reinado de Alfonso X el Sabio. regulado por el monarca y sólo subsidiaria-
Junta de Castilla y León. Consejería de Edu- mente por los señores y los concejos en sus
cación y Cultura. respectivos territorios. La política queda para
ValladoHd, 2000, 234 pp. el Estado y reducida a garantizar los derechos
naturales del individuo, mientras que la eco-
Las decisiones que el monarca adopta nomía queda en manos de los propietarios,
en cuestiones monetarias tienen una estrecha que necesitan controlar el Estado para garan-
relación con la política fiscal, a la que apare- tizar su libertad.
cen subordinadas. La política fiscal tiene La comprensión de la política económi-
como objeto básico la regulación de la de- ca precisa del previo conocimiento del pro-
tracción y de la redistribución de renta en la blemática monetaria, de las monedas
sociedad feudal. La política fiscal dirigida por circulantes, de su relación y valor intrínseco y
la monarquía aparece así como elemento de su curso legal. Las teorías monetaristas
estructurante de la sociedad, mostrando hasta son, en tanto de resultados de investigaciones
qué punto las relaciones entre estructura empíricas y de observaciones realizadas con
social y poder político se desarrollan en un rigor, añadidos a eras estadísticas y en situa-
camino de ida y vuelva. El modo que un ciones de capitalismo predominante, devalua-
elevado volumen de información coincidente ciones monetarias, acuñaciones y valor de las
en situaciones y espacios distintos y con monedas. No añaden demasiado, salvo datos,
protagonistas diferentes permite extraer los estudios de Beltrán, de CoUantes y de Gü
conclusiones fiables, mientras que informa- Parres, insistiendo en las viejas monedas de
ciones aisladas o contradictorias deben ser valor dudoso, desgastes, raspaduras, devalua-
tratadas con cautela. Los resultados sobre ciones, extranjeras y otras muy dudosas de
estas investigaciones sobre moneda y poHtica muy difícil interpretación, cargando las tintas
monetaria son dispares. Por un lado, conside- en las dobles influencias musulmana ν euro-
ro bien acotada la problemática que se refiere pea en el sistema monetario castellano. La
a las monedas de vellón y a las monedas de insistencia en la talla y la ley de la moneda
plata. puede tener más interés. Un excepción ha
Hoy es bien conocido ya el vocabulario sido el autor francés, Gautier-Dalché, con
fiscal básico y también se conoce en líneas dos artículos donde se plantea críticamente la
generales la evolución del sistema impositivo. información de Crónica y en otros trata de
La renta regaliana es la básica, la señorial es la los especialistas de numismática, aunque
segunda, la eclesiástica es la tercera y la renta también hace una política claramente insufi-
concejil es la cuarta. La moneda y la fiscali- ciente en un intento de explicación global de
dad, su relación, es la que constituye en el Alfonso X lleno de sugerencias, omisiones y
verdadero núcleo de la reflexión en este hasta algunas confiísión.
trabajo, las auténticas líneas de fiaerza que Cuando Alfonso X inicia su reinado
explicaban los cambios, las tendencias y los circulan por los reinos la moneda de leoneses
ejercicios de poder en la sociedad castellana. y las de los castellanos. La unidad de cuenta
El conocimiento empírico de la realidad en maravedí, que equivale a 8 sueldos de
social permite afirmar que la economía y la dineros leoneses (8 sueldos χ 12 dineros χ 96

© Ediciones Universidad de Salamanca Stud, hist., Η.» mediev., 20-21, 2002-2003, pp. 209-243
KIÎSENAS
220

dineros); un unidad de sueldos de dinetos citada en la documentación; que su maravedí


burgaleses (7,5 χ 12 χ 90); una unidad de se convierta en una unidad de cuenta a la que
sueldos de papiones (15 χ 12 χ 180). De esta se van a referir a las monedas posteriores
manera la relación de los dineros circulantes hasta más allá del reinado de Sancho IV. En
está plenamente establecida, los burgaleses estas alineaciones, primero porque la meaja
valen de 90 dineros, los leoneses valen 96 ha venido a sustituir con un valor idéntico.
dineros, los pepiones valen 180 dineros. El Segundo, porque está perfectamente alineada
sistema monetario existente se compone, por como se puede observar en multitud de
lo que hace a las monedas de vellón, de un documentos que recogen pagos entre particu-
maravedí de cuenta que a su vez se descom- lares.
pone en otra unidad de cuenta, el sueldo que El hecho es que. en 1270, fecha en que
podemos definir como un conjunto de doce por cierto se cumple el septenio y se puede
dineros. Otra unidad de cuenta, rara vez acuñar nueva moneda, aparecen los dineros
utilizada, es el inencal, que equivale al sueldo llamados prietos con un valor intrínsico
y medio de pepiones. netamente superior: 0,2595 gramos de plata
En primer lugar, con la rapidez es posi- de pieza. I>o que demuestra a la claras la
ble que todo haya hecho efecto sobre los política monetaria de Alfonso X. Revalúa la
precios, con que la devaluación habría tenido moneda aún en contra de aristocracia pero
unas repercusiones en el índice general de con el apoyo de los mercaderes. No podrá
precios. En segundo lugar, las Cortes de extrañar que el descontento nobiliario vaya en
Valladolid de 1258, retoman las mismas o aumento. Por otro lado, estos prietos o ne-
parecidas medidas sobre los gastos suntua- gros, así denominados por no estar blanquea-
rios. Sequías prolongadas, heladas, dificulta- dos, presentan peculiaridades que conviene
des para sembrar y subidas espectaculares de analizar. La unidad de cuenta de ambas mo-
los precios del pan y del vino. Por ultimo, la nedas queda de este modo equiparada entre sí
moneda característica de reinado, que se y con general de referencia (a ambos casos
convertirá en una unidad de cuenta constan- 1:4) a costa de disminuir el número de suel-
temente utilizada, es la blanca primera de dos que componen el maravedí prieto. Y por
Crranada, que aparece así como primera tanto, el marco de plata seguía valiendo quin-
moneda alfonsí propiamente dicha. Para ce maravedíes, pero de sesenta dineros cada
argüir que la política monetaria de Alfonso X uno. Un maravedí blanco se componía de 90
se resume en una continua revalorización de dineros, lo que supone 3,825 gramos de plata
dinero circulante. (90 X 0,0425); el maravedí prieto tiene 60
En torno al 1263, y hasta julio de 1268, dineros de su moneda, que equivale a 15,57
según los especialistas aparecería una nueva gramos de plata (60 χ 0,2595). Queda pues
moneda, el dinero blanco alfonsí llamado claro que un maravedí prieto vale cuatro
posteriormente de la guerra o de la primera veces un blanco. Sin duda, las peticiones de
guerra de Granada, por coincidir su acuña- una moneda fuerte a la monarquía, por lo
ción con la sublevación de los musulmanes menos por Belorado, Burgos y Sego\tia, tie-
en el sur. Es con seguridad la primera mone- nen así algún sentido.
da propia del Alfonso X, que tiene amplia En torno a 1275, y hasta 1284, según los
repercusión en los circuitos comerciales especialistas, se acuña una nueva moneda
internos y de ahí que sea constantemente denominada blanca alfonsí o, para evitar más

Ediciones Universidad de Salamanca Stud, hist., Η.» mediev., 20-21, 2002-2003, pp. 209-243
RESENAS
221

confusiones, de la segunda guerra de Grana- vellón son bastante independientes. lín 1263,
da. Esta moneda tiene un peso de 0,2610 con nuevas carestías y en medio de una su-
gramos de plata y su valor es aproximada- blevación generalizada de los musulmanes de
mente igual al del dinero prieto. Un dinero sur, la guerra siempre será inflacionista, Al-
prieto es un alfonsí de la segunda guerra. Un fonso X realiza un ajuste de la moneda frac-
prieto y un alfonsí \'alen lo mismo a todos los cionaria, l^as decisiones más ilustrativas se
efectos. Considerando las enormes dificulta- toman en Ayuntairiiento de jerez, en medio
des de todo tipo que tenía ya el monarca a la de una situación general que obligaría a actuar
altura de 1275, muerte del heredero Fernando con medidas monetarias y no monetarias.
incluida, habrá que convenir que reincidencia Efectivamente, en 1270, probablemente ya
en esta política tenía un valor estratégico superada la fase aguda de carestía y a petición
fundamental que debe ir más allá de una de los concejos que, como Belorado, Burgos
cuestión puramente económica. Todo ello me y Segovia, pagan a rey un ser\dcio para que
lleva a pensar que lo más probable es que el derogue las tasas de precios y acuñe una
acuerdo de acuñación se hiciera en las Cortes moneda más fuerte. Igualmente vimos cómo
de Burgos de 1276, escribiendo los prelados Alfonso X, en torno 1277, acuña los dineros
al Papa en 1277. En esta reiuiión de Cortes blancos llamados de la segunda guerra, con
de Se\tilla Alfonso X debió proponer la acu- un valor intrínsico igual al de los prietos.
ñación de una nueva moneda de plata y una Puesto que el oro se utiliza sobre todo para el
de cobre que, ya junto con la de oro que comercio exterior y para pagar las importa-
circulaba desde al menos 1272, debían ser las ciones, a la vez que la plata es la medida del
piezas de sistema monetario que respondiera valor, con la que aristocracia, que compra en
más al vigente en otros países de Europa y oro las señas de su identidad social y percibe
que facilitaran tanto el desarrollo del comer- rentas, es la gran beneficiaría de esta tenden-
cio interior como de las transacciones inter- cia. Lo que ocurre es que mientras el oro no
nacionales. Por lo tanto, resumiendo, Alfonso se aprecie, la nobleza, exenta de impuestos,
X acuñó maravedíes de oro en torno a 1272, vive una etapa de acumulación. Sin embargo,
no me parece claro que lo llegara a intentar en 1268 y dado que la situación de carestía es
con monedas de plata y que sí acunara mo- crítica, las medidas deflacionarias vienen
nedas de vellón, dejando una fraccionaria de acompañadas de un descenso de la tasa de
amplísimo uso cuyo mara\'^edí se convirtió interés desde el anterior 33% al 25%. El
por largo tiempo en una unidad de cuenta del poder central necesita fortalecerse para esta-
reino. bilizar una suficiente fiscalidad y a la vez para
¿Por qué la aristocracia se opone de que no puede incrementar de manera signifi-
manera tajante y llega incluso a la sublevación cativa y duradera, l^a aristocracia todavía no
para e\itar estas medidas? ¿La respuesta está tiene claro que una monarquía fortalecida es
en esta pregunta, como es posible encontrar la mejor garantía de la conser\^ación de su
la clave de toda esta interpretación, la política predominio social y económico.
puesta al servicio de un proyecto político y Las reformas fiscales de Alfonso X se
social de largo alcance? I^os productos de lujo presentan como un intento de racionalizar la
y de consumo popular tienen circuitos distin- imposición fiscal, los mecanismos recaudado-
tos y en realidad se trata de dos economías, res y la distribución de la renta en una socie-
aunque paralelas. El circuito del oro y el del dad progresivamente más compleja, que ya

Ediciones Universidad de Salamanca Stud, hist., H.ä mediev., 20-21, 2002-2003, pp. 209-243
RESiiNAS
222

no puede carecer de aparato central, La lógica y, como dice Ladero, también económicos.
interna del desarrollo e incremento del poder La monarquía toma también una serie de
monárquico en que se encuentra el estado decisiones a favor de los caballeros villanos
feudal en la segunda mitad del siglo ΧΠ1, logra de algunas ciudades y villas, tendentes a
un aumento constante en las transferencias consolidar a un grupo privilegiado urbano
de rentas vía impuestos de la clase de los que cumplirá un flinción decisiva en la doble
productores a la clase de los no productores y acumulación, la renta y la capacidad coactiva.
convierte al monarca en eje del sistema. Se La creación de estas fuerzas armadas conceji-
trata de subordinar simbólicamente a las les al servicio del monarca, incrementó nota-
aristocracias respecto de la monarquía, me- blemente las redistribuciones, las vías de las
diante el sistema de pagos no obligatorios exenciones y las dotaciones a las haciendas.
urgidos por la necesidad. Con Fernando III Muchas síntesis se han realizado hace ya
las cuentas de Corona están prácticamente en muchos años por Gual López, con una im-
quiebra. Los limitados ingresos procedentes portante base documental, donde se exami-
de los impuestos tradicionales son ya clara- nan diecinueve ferias, que vienen
mente insuficientes para los gastos de Estado, acompañadas de la concesión de celebración
y hay que recurrir a pedidos, créditos y em- de mercados semanales a numerosas locali-
préstitos. Estos impuestos tradicionales, dades. El monarca elige unificar ios pesos del
debidos al rey en tanto que señor namral, son pan con los \igentes en Toledo, los de la
los mismos que debemos como población, carne con los de Burgos y las medidas del
como naturaleza, como estructura, como vino con las de Valladolid.
yantar, martiniega, marzadga, fonsadera y La acuñación de la moneda blanca,
justicia. Uamada de la primera guerra de Granada,
Las cortes reunidas de 1252, 1258 y junto con la concesión del privilegio general a
1261 adoptaron serios pri\dlegios. Las mo- las Extremaduras en 1264, dio seguridad
narquía trató de asegurarse fuentes de ingre- común para todos los reinos. También se
sos de la renta de la nobleza y del clero, pero toman las decisiones capitales en relación a
buscando la capacidad de coacción y regula- los caballeros armados por el rey, por el
dora del hecho impositivo. Ante la imposibi- príncipe heredero y por los ricoshombres,
lidad material de subordinar de hecho a los concretamente se concede un paga de 500
ricoshombres, el monarca optó por subordi- sueldos. Por encima de otras cuestiones, en
narlos nombrándoles en los privilegios, do- 1268, en exención del pag<:) de impuestos,
cumentos de exención, doctrinales y excepto de moneda y fonsadera, se exime a
jurídicos. Los remitidos a Avila, Burgos, los caballeros de Ciudad Rodrigo, lo mismo
León, Salamanca, Segovia, Zamora, Toro, que se hace caballeros de linaje a los de Arcos
Cuenca, Córdoba, Sevilla, la decidida protec- de la Frontera y de Medina Sidonia, a los
ción real a las rentas eclesiásticas, la propor- caballeros villanos homónimos de Sexdlla, y a
ción de la monarquía a la vez como un aliado los caballeros Requena. Yo creo que las razo-
poderoso, intenta conferir legitimidad y unos nes de este proceder hay que buscarlas en la
ingresos financieros fundamentales. I^a exen- sublevación masiva de los mudejares del sur y
ción de moneda se generalizó entre 1253 y de Murcia. El control de la zona del Guadale-
1258 a la mayoría de las sedes episcopales te y la conquista de Jerez en otoño 1264, el
castellanas, a cambio de ser\dcios espirituales fin de las hostilidades con la tregua de Alcalá

© Ediciones Universidad de Salamanca Stud, hist., H.ä mediev., 20-21, 2002-2003, pp. 209-243
Ri;;siiÑAS
223

la Real en 1265 y con la conquista de Murcia claramente la situación, como se ve en la


en 1266. El balance de este episodio me amarga carta que en\nó a su hijo Fernando,
parece bastante ilustrativo: de lo que venimos explicándole las verdaderas causas de la rebe-
diciendo la nobleza ν el alto clero se debilitan lión nobiliaria y afirmando que la aristocracia
al ver frenada la expansión de sus fuentes es un producto de la decisión de los reyes.
poder. La monarquía, renovó la capacidad En diciembre de 1275, en una coyuntu-
coactiva, además se vuelven a cobrar las ra francamente grave, se aprueban tres servi-
parias desde 1265 hasta 1275, en 250.000 cios más a consecuencia de la invasión de los
maravedíes anuales. benimerines, dos de los cuales se recogerán
Ladero afirma que Alfonso X pretendió en 1276 y uno en 1277. Ballesteros cita los
recuperar o establecer el monopolio regio documentos dirigidos a Cuéllar, Alarcón,
sobre los montazgos y González Jiménez que Salamanca, Ledesma, Cáceres, León, Bena-
el mismo nacimiento del concejo de la Mesta vente, Oviedo, Carrion, Valladolid, Alcalá de
ha de ponerse en relación con las innovacio- Henares, Badajoz, Alba y Sevilla. Tampoco la
nes fiscales del rey. Se establecen cinco zonas iglesia pudo evitar contribuir de nuevo a los
de control de donde el rey elige a cinco pro- gastos del estado; en abril de 1278 Nicolás 111
pietarios para dirimir querellas. Atañen a las escribe a los obispos de Osma, Oviedo,
cañadas, dehesas y montazgos. Los documen- Burgos, Calahorra, Orense, Lugo, Falencia,
tos de 1273, considerados por Klein como Mondoñedo, Cartagena y Salamanca y a los
los fundacionales de la Mesta, no son más arzobispos de Toledo y Santiago sobre la
que una confirmación y matización de lo ya concesión de las décimas eclesiásticas para la
concedido en 1272. Ladero considera que el guerra contra los moros. Como la fuga de la
servicio ^dno a sustituir al pedido. Así, cuan- reina doña Violante a Aragón, en junio de
do algunas ciudades, como Burgos, Belorado 1278, defendiendo a los infantes de la Cerda,
y Segovia, conceden al monarca un servdcio se produce una pesquisa sobre las deudas y
especial para que elimine las tasas de precios sanciones que se derivan de irregularidades
y mejore la moneda. La carta remitida a Ma- fiscales cometidas por cogedores y cargos
drid, Oxiedo, Túy, (fuellar, Alcalá, Murcia. públicos locales. Como muestra de lo que
Fácilmente se puede comprender que la decimos, puede verse un documento de abril
lealtad de los concejos se estaba resquebra- de 1279 por el que el monarca se comprome-
jando, pero las concesiones de 1274 y la te, a petición de don Sancho y de don Manuel
nefasta de 1275, hará que el conflicto se (hermano de Alfonso X) a no cobrar a los
retrase. Debemos recordar solamente que la concejos derechos sobre pesas, medidas y
acuñación en 1270 de los dineros prietos, varas. Los acontecimientos se precipitan en
unidad monetaria más acorde con las necesi- 1282. La rebelión se extiende con una rapidez
dades del comercio y de la política fiscal, fue por todas partes desde los primeros meses del
solicitada por los comerciantes. Alfonso X, año y se formaliza en la. asamblea celebrada
probablemente asustado ante la magnitud de en Valladolid en la primavera de ese año.
la rebelión, cuyo portavoz es el propio don Don Sancho prometerá reformar la fiscalidad,
Ñuño González de Lara, acepta prácticamen- la vuelta a los fueros y, da la impresión, de
te el conjunto de estas peticiones, atin razo- que la Hermandad pone de manifiesto los
nando su inconveniencia, pero más allá de intereses estratégicos de las oligarquías urba-
desactivar la sublevación. El propio rey captó nas, del alto clero y de la nobleza.

© Ediciones Universidad de Salamanca Stud, hist., Η.» mediev., 20-21, 2002-2003, pp. 209-243
RESENAS
224

Todo esto es lo que hace que este denso dado el lento desarrollo técnico de las socie-
libro de G. Gastan, desde la primera hasta dades precapitalistas. Algunas medidas, como
última página, en que va desgranando en serie la cántara, son muy homogéneas y otras
de esquemas, adornen sus propuestas. Hasta pueden llegar a presentar una encjrme diver-
hace poco sólo disponíamos de añadidos y sidad. El cahíz es probable que en el periodo
esquemas, donde nada o casi nada se podía de estudio equivaliera a doce fanegas y 144
colocar. Es evidente que las cosas, después decelemines, es decir a 666 litros. El modio o
este estudio extraordinario, han cambiado moyo, con 16 cántaras, contendría 258 litros.
mucho. Ahora hay muchos temas que se El almud siendo una medida muy variable es
pueden allegar. En todo caso, habrá que probable que haya dejado bastantes restos en
convenir que se trata de un discurso elabora- la documentación, mientras que el otro ec[ui-
do con sumo cuidado y esmero. valente a la 1,33 fanegas ha desaparecido
como unidad metrológica. La fanega es una
Ángel Barrios García unidad bastante homogénea, con una metro-
logía tradicional de 55,5 Htros. La cuarta y la
ochava suelen equivaler, tanto para el cereal
CLEMENTE RAMOS, Julian como para el \'ino, a la parte que les sirve de
La economía campesina en la Corona de Castillareferencia. Por último, la cántara es una me-
(W00-Í300). dida de vino que equivale a ocho azumbres o
Ed. Crítica. treinta y dos cuartillos, situándose por tanto
Barcelona, 2003, 296 pp. su valor dominante en tomo a los 16 litros.
Si se entiende por explotación media, en
El trabajo que presenta el Dr. Clemente, las sociedades campesinas, la capaz de man-
sin duda alguna, es una extraordinaria tener un equilibrio entre las posibilidades
aproximación a la vida rural en la corona de laborales y las necesidades de consumo de
Castilla entre los siglos XI y XIIL La principal una familia normal, parece que ésta estaría
novedad del estudio es su clara vocación compuesta de tierras de cereal, de viñas, de
cuantitativa, de modo que la vertiente cualita- huerto y de ganado, además de animales de
tiva, en líneas generales mucho mejor estu- labor y de diversos derechos sobre espacios
diada, sólo se emplea como apoyo en algún comunales. La extensión de las tierras de
caso. De todos modos, es evidente que en la cultivo guarda una estrecha relación con la
elaboración de este libro el autor ha tenido posesión o no de una pareja de bueyes. No se
que llevar a cabo una ardua tarea de consulta debe olvidar que la cantidad de tierra trabaja-
documental, intentando entresacar toda da depende bastante del tipo de rotación
información susceptible de ofrecernos alguna empleada y del número de labores realizadas.
conversión cuantitativa. La rotación bienal y la tercera reja, sobre todo
El problema nietrológico es \tital. La ésta, no se han generalizado todavía. En
extensión de una fanega u otra unidad de general, se establece una relación entre un
superficie variará en la medida en que la }aigo de bueyes, la siembra de un cahíz de
mejora del cultivo permita una siembra más sembradura y la posesión, derivado de la
densa. Si bien las medidas tienen tendencia a rotación bienal, de dos cahíces. Por lo tanto,
fijarse y evolucionar lentamente, distan de ser las explotaciones que se nos presentan alcan-
fijas. Los cainbios han debido ser limitados zan o más frecuentemente superan las diez

Ediciones Universidad de Salamanca Stud, hist., H.^ mediev., 20-21, 2002-2003, pp. 209-243
RIÏSENAS
225

hectáreas, lo que permitiría el cultivo anual sesenta o setenta por cien y con cría no solía
cuando menos de cinco. llegar al ochenta por cien. El fuero de Miran-
Por lo demás, la viña, como espacio da de Ebro de 1099, de Santa Clara de x\vedi-
intensivo de carácter manual y opuesto cla- lio de 1176, de Mahudes de 1198, de
ramente a las tierras de labor, se caracteriza Cillaperlata de 1200 y de Longares de 1264 se
por una extensión muy limitada, una produc- refieren, de una manera u otra, al personal
ción anual y unos altos rendimientos. Por que utiHza la azada. En todo caso, es casi
contra las \tiudas en los fueros de la familia de completamente cierto que el número de
Coria-Cinia Coa consen^^an normalmente campesinos pobres y ricos tendió a subir en
doce ovejas, cantidad muy próxima a la fijada los dos extremos. En Alba de Tormes es muy
por otras normativas. Aunque el ganado probable que los que contaban con propieda-
caprino tu^dera un peso mucho menor, al des reducidas y los aldeanos pobres o asala-
margen de la lana, es curioso advertir que en riados fueran la inmensa mayoría.
cuanto a carne y leche era claramente más En la actualidad fanega y obrada, aun-
eficiente el caprino. Junto a la posesión de que no coinciden en ningún sitio, tienen
ovejas y vacas, frecuentes en el norte, es valores semejantes, testimonio quizás de una
seguro que el campesino acostumbraba a ecjuivalencia original. En la Corona de Castilla
disponer de ganado porcino. El papel de éste ni se produjo la sustitución del buey por el
era fundamental al aportar carne y grasas caballo ni se desarrolló el arado de vertedera.
animales. Vacas, o\^ejas y cerdos parece que La utilización del asno por el buey fue mera-
constituían los elementos más valiosos de la mente circunstancial y el uso de bestias siem-
cabana ganadera campesina. Pero al lado se pre estuvo restringido a las fuentes narrativas.
hallaban las aves de corral, carentes de un Las labores, cuando se documenta, presentan
precio unitario elevado, aunque sin duda un incremento lento y muy moderado. Hasta
debían jugar un papel muy importante. el siglo XIII la realización de dos rejas al bar-
La posesión de más de dos bueyes y de becho era lo habitual.
más de cuatro cahíces de sembradura, más de La producción cerealícola debió ser
veinte hectáreas, en el sistema bienal marca la sobre todo de trigo, exigiéndose hasta un
línea de separación con una explotación cjue setenta por ciento, frente al centeno cuya
consideramos media. Por encima, salvo en el presencia se situaba en el quinto. Y al lado de
caso de la Transierra, donde las disponibili- esto estaría la demanda señorial: el consumo
dades de tierra y de animales de labranza humano, el trigo, y el animal, la cebada, fija-
parece que estaban asegurados, y las alusiones ban los dos destinos prioritarios de la renta.
a dependientes o domésticos, posiblemente El mijo y la escanda apenas tenían interés.
utilizados por estos campesinos, los paráme- Otro elemento de gran importancia, para
tros de una sociedad acomodada saltan a la medir la comida que recibían los campesinos
vista. Por debajo se hallaban todos aquellos al realizar prestaciones en trabajo, eran los
aldeanos que disponían de una insuficiente consumos que podemos considerar normales
fuerza de trabajo animal y limitadas tierras de o razonables para varones adultos. Otro
cultivo o quienes no poseían bueyes y conta- extremo, el consumo vinícola se sitúa casi
ban, además, con poca o ninguna propiedad. siempre por debajo de. los 0,25 litros al día. El
La vaca tiene siempre, incluso con su cda, un consumo campesino de carne está vinculado
precio inferior al buey; rondaba entre el tanto al cerdo como al ganado ovino y bovi-

© Ediciones Universidad de Salamanca Stud, hist., H.'' mediev., 20-21, 2002-2003, pp. 209-243
RESEÑAS
226

no. El buey probablemente tuviera siempre del suelo acunado eran aproximadamente de
un aprovechamiento al final de su \ada útil, se 4,2 gramos en el primer cuarto, de 3,2 en la
trataría por lo tanto de animales viejos, mien- segundo cuarto y de 3,1 en la segunda mitad y
tras que el abastecimiento lácteo estaría ga- primeros años del siglo siguiente. La moneda,
rantizado a costa de utilizar alguna ternera y aunque se dévalua, no llega a los ni\^eles
el aproΛ'^echamiento de materia calórica sería peligrosos ni con la suficiente rapidez. Un
asegurado con la muerte de algunas cabezas claro proceso de crecimiento demográfico
de ganado ovino y de cerda. Por el contrario, pudo compensar tales pérdidas sin problemas
el consumo campesino de productos lácteos por la caída del valor de muchas rentas. Los
no debió ser nada despreciable. El queso, lo ingresos señoriales no debieron desde luego
mismo que el pan y el ^τ,ηο, era el producto disminuir, al menos en cuanto al volumen de
alimenticio que con más frecuencia figura en rentas. Ein la primera mitad del siglo XIII
los acuerdos de manutención. En todo caso, comienzan a atisbarse ciertos cambios en los
parece seguro que el mundo rural castellano ingresos. Los precios de los productos agra-
entre los siglos XI y ΧΠΙ se caracterizó por su rios presentan ciertas subidas, al menos los de
continuidad. Los productos animales obteni- bueyes y carneros. El maravedí contenía en
dos de la propia cabana ganadera, con un Castilla, antes de las alteraciones monetarias
cerdo para su sacrificio y un número limitado de Alfonso X, 23,49 gramos de plata. Un
de OA^ejas, además de trigo, cebada y centeno maravedí, que se Uegó a convertir en una
y de ciertas materias calóricas derivadas del unidad de cuenta, contenía en el reino duran-
vino y del huerto eran la garantía de la vida te el reinado de Fernando IV sólo 2,3 gramos
humana. La producción feudal, caracterizada de plata; es decir, a través de muy distintos
por la suma y combinación de la economía pasos en la misma dirección únicamente
campesina y de k detracción señorial, depen- había conseguido conservar el 10 por ciento.
día de esto. Para los aspectos que nos interesan, la deva-
En otro orden de cosas, no hay duda de luación de la moneda y la subida de los pre-
que el cereal es un producto que se exige cios nominales, tienen una importancia
prácticamente siempre en todos los contratos capital. Es evidente que los señores intenta-
colectivos, llegando a alcanzar hasta el 85 por ron por todos los medios luchar contra lo
ciento en la renta en especie de carácter fijo. que se les venía encima. La expresión buena
El \ino es un producto mucho menos de- moneda parece referirse de fomia clara a la
mandado que el cereal, limitándose su exi- moneda que circulaba antes de comenzar el
gencia sólo en un 38 por ciento. Los carneros reinado de Alfonso X. Subida nominal de
son los animales más solicitados, exigiéndose rentas, ascenso de su contenido en plata y
su pago sólo en poco más de 20 por ciento. A mantenimiento de su valor real son las líneas
lo largo de los siglos XI y XII los pagos solici- que parecen definir la dinámica de las rentas
tados no parecen experimentar grandes cam- monetarias castellanas, en especial si atende-
bios, toda vez que el valor de los bueyes se mos a lo que valían un carnero en la época de
sitúa mayoritariamente entre diez y veinte Sancho IV que los adquirió por cinco o tres
sueldos y los de los cameros en un sueldo. maravedís, es decir, entre catorce y veintitrés
Tal vez esta relativa estabilidad fuera gramos de plata.
compatible con una cierta subida en la se- Por lo que respecta al orden de las
gunda mitad del siglo Xll. J >os valores en plata diversas obligaciones jurisdiccionales, y siem-

© Ediciones Universidad de Salamanca Stud, hist., H.^ mediev., 20-2L 2002-2003, pp. 209-243
RESENAS
227

pre dentro de las tentas solariegas, es eviden- ron peso durante el siglo siguiente y desapa-
te que la mañería, el nuncio, el rauso, la fon- recieron en muchos casos. Pero proHferaron
sadera, las osas y la mandadería, al lado de las sus excepciones. Todo lo cual nos hace pen-
banalidades del horno y del molino, y junto sar en una situación caracterizada por la
con la anubda, el fonsado, la facendera, el generalización que da paso una incidencia
yantar, la posada, el laudamio y la goyosa, muy limitada. Las posibilidades de emigra-
tienen una evolución no exenta de interés. ción, la importancia del bosque y las modera-
Entre las cargas que tienen una periodicidad das rentas son factores que inciden de modo
anual y se sumarían de modo habitual a los muy positivo en la extensión de las explota-
pagos solariegos tendrían importancia el ciones campesinas y en sus aumentos de
yantar, las banalidades, la fonsadera y la fa- consumo. Parece seguro que el envilecimien-
cendera. Pero lo interesante no es esto, sino to de la moneda o la sobrevaloración de su
el carácter de rentas del norte y de rentas del curso legal ponía a los grupos señoriales ante
sur. Entre las primeras hay que colocar a la un dilema. A lo largo del siglo ΧΙ1Ί este proce­
mañería, el nuncio, el rauso, las osas y la so continúa en un contexto de desvaloriza-
mandadería; entre las segundas, a la fonsade- ción de la plata. La fiscalidad real se convierte
ra, la facendera y algunas banalidades; y el desde el reinado de Alfonso X en un elemen-
yantar se daba un poco por todas las partes. to que gravita sobre las economías campesi-
Es evidente que por un lado hay cargas anua- nas como la detracción señorial y eclesiástica.
les satisfechas por todos los miembros de una Contando con esto, la presión sobre el cam-
comunidad y que otras, en cambio, existen y pesino en ningún caso debió disminuir sino
están \inculadas a la herencia y la familia. que se incrementaría.
Naturalmente, las renta solariega y las cargas
jurisdiccionales, aunque a veces pudieron ser Ángel Barrios García
pesadas, no alcanzaron casi nunca su nivel
esperado.
La expansión cristiana influye también ESTEPADÍEZ,Caiios
en otro aspecto fundamental que es el plus- Las behetrías castellanas.
trabajo campesino. En una sociedad en la qtie Junta de Castilla y León.
un grupo mayoritariamente libre dispone de VaDadoHd, 200.3, 2 vols., ΑΜ-^ΐ,^Μ pp.
la posibilidad de encontrar mejores condicio-
nes en las zonas de frontera, los niveles de No es fácil reseñar en un espacio redu-
exacción se mantuvieron moderados. La cido un Hbro como el presente. A la comple-
dependencia campesina va adquiriendo un jidad intrínseca del tema, las behetrías, se une
fundamento claramente económico y se la ambición del propósito buscado, nada
puede considerar que, salvo excepciones, está menos que realizar un estudio completo y
plenamente capacitado para abandonar su profundo de la instimción en el contexto del
heredad. La abundancia de masas forestales y feudalismo castellano. Esto era posible dada
las posibilidades que brindaban los espacios la predisposición y preparación del autor, C.
comunales debían ser dos factores importan- Estepa, casi el único que, hoy por hoy, podría
tes. Las cargas denominadas "malos usos", haberse embarcado en un empeño de tal
que se han considerado un producto de la magnitud. El autor ofreció hace ya más de
violencia señorial de los siglos X y XI, perdie- veinte años las primeras interpretaciones

Ediciones Universidad de Salamanca Stud, hist., H.^ mediev., 20-21, 2002-2003, pp. 209-243
RtîSfiNAS
228

rigurosas sobre los pequeños territorios de la rey y Königsfme"-, al tiempo que valoraba las
primitiva Castilla, los alfoces regios de los relaciones entre behetría y poder regio. Ese
siglos X y XI. Poco después ofreció una nueva último empeño era fruto de la coordinación,
interpretación sobre la evolución del feuda- junto con C. Jular, de un importante encuen-
lismo en un trabajo titulado, allá por el año tro donde diversos especialistas -además de
1989, "F'ormación y consolidación del feuda- los propios coordinadores, fueron ponentes
lismo en Castilla y León". De él resultaba una I. Alfonso, L. Martínez, I. Alvarez Borge, J.
nueva caracterización, teórica, cronológica y Escalona- debatieron con otros historiadores
espacial, articulada en unas nociones novedo- acerca de Uts señoríos de behetría, título con el
sas propuestas por el autor -propiedad domini- que aparecieron recogidos estos encuentros
cal, dominio señorial, señorío jurisdicáonal-, que se(ed. Madrid, CSIC, 2002) y que sirve de com-
erigían como alternativa a las categorías de plemento al libro que ahora nos ocupa. Mien-
Moxó, de Clavero o de otros, hasta entonces tras iban apareciendo todos estos trabajos,
seguidas por los medievaHstas para analizar que sen'ían de preludio al estudio final, Car-
los señoríos y la sociedad feudal. los Estepa iba culminando la obra que ahora
A lo largo de la década pasada y en los comentamos.
últimos años, al tiempo que se ponían en Es bien sabido c}ue las behetrías de
rodaje algunas de sus interpretaciones por el Castilla -fue aquí, en la Castilla al norte del
propio Cl Estepa o por otros medievalistas Duero, donde por antonomasia se desplega-
—sobre todo en una línea de conocer la es- ron— constituyen la forma más enmarañada
tructura territorial de la monarquía de los ss. de señorío rural. Despejar toda esta compleji-
X-xrv: Alvarez Borge, C. Jular, Escalona dad de la institución, establecer sus orígenes,
Monge, entre otros—, el autor ha ido ofre- tipología, variantes, distribución geográfica,
ciendo en sucesivos trabajos especializados aspectos sociales, incluso su extinción, es lo
nuevas perspectivas, en las que cada vez ha que Carlos Estepa se propuso y se refleja en
ido cobrando mayor interés todo lo referente este libro a lo largo de cerca de mil páginas.
a las behetrías castellanas, pero sin oKídar el El libro comienza con un repaso historiográ-
objetivo general de encuadrar éstas en una fico (cap. l), donde destacan las menciones a
perspectiva más amplia: así por ejemplo, los autores que se habían ocupado más o
planteaba la relación entre propiedad y seño- menos exhaustivamente de la behetría antes
río en Castilla en mi trabajo de 1993; publica- de los últimos años, sobre todo las interpre-
ba en 1994 un exhaustivo análisis de las taciones muy de corte jurídico de C. Sánchez-
behetrías en algunas merindades burgalesas; Albornoz, A. Ferrari y B. Clavero, aunque
planteaba en dos trabajos de 1996 cómo se también medievaHstas como A. Vaca, S.
formaron las behetrías a partir de las relacio- Moreta, E. Cíonzález Crespo o Alvarez Borge
nes de propiedad y señorío, con todo el se han acercado a la fiiente con una intencio-
análisis léxico-jurídico pertinente, y por nalidad menos jurídica y más económico-
otro lado examinaba las cargas fiscales y las social. Tras este recorrido por la previa tradi-
tributaciones militares del rey; en 2000-2001 ción de otros historiadores, comienza el
aparecían trabajos donde comparaba las estudio propiamente dicho a lo largo de
especificidades del estatuto campesino de densísimos y extensos capítulos. El cúmulo
la behetría con realidades alemanas -"labra- de datos manejados por el autor es tan impre-
dores del rey y königshauert{\ "labradores del sionante que basta mencionar el hecho de

© Ediciones Universidad de Salamanca Stud, hist., H.=^ mediev., 20-21, 2002-2003, pp. 209-243
RESEÑAS
229

que los índices anttopom'mico y toponímico Ubiema, (bastilla la Vieja —que incluía desde el
ocupan más de cien páginas a doble columna. Ebro húrgales hasta la Trasmiera- y Santo
Pot cierto, es un índice que, a partir de ahora, Domingo de Silos. Es una zona de unos
podrá ser consultado, a la vez que la fuente 30.000 km2. donde pueden encontrarse datos
propiamente dicha, por todos los que se de 2.402 núcleos de población. Constituyen la
acerquen a ésta. Hablamos naturalmente del mayor parte del reino de Castilla al norte del
Uhro Becerro de las Behetrías. Duero, pues estas quince citadas meñndades
Es preciso decir algo sobre esta fuente, menores, junto con las otras cuatro áreas qiie
cuya mejor y más reciente edición es la de faltan en el Uhro Becerro -las meríndades de
Gonzalo Martínez de 1981. Estepa no se ha Bureba, Rioja-Montes de Oca, así como las
limitado en sus fuentes al IJbro Becerro de las circunscripciones de l^ogroño y Allende
Behetrías, el LBB como suele ser conocido ya. Ebro, esta última con la referencia a áreas
De hecho se sirv'^e de todo tipo de documen- alavesas y guipuzcoanas- constituían la Me-
tos. Destacan las colecciones documentales rindad Mavor de Castilla, con esos diecinueve
correspondientes a los siglos X al XIV, en distritos a los que se añadiría otro más, el de
especial las numerosísimas editadas en rela- Señorío de Vizcaya. Así pues, el Ubro Becerro
ción con monasterios e instituciones eclesiás- de las Behetrías es totalmente representativo de
ticas de la actual pro\'incia de Burgos. Se trata la realidad castellana septentrional de media-
de miles de documentos de una enorme dos del siglo XIV, pues aporta los datos de
riqueza informativa que hacen inteligible quince de las veinte circunscripciones existen-
indirectamente buena parte de los datos del tes en el reino de Castilla en lo que respecta al
1£B y que Carlos Estepa analiza con la norte del Duero.
máxima atención. Por supuesto, también Pues bien, de todos los lugares citados
utiliza las fuentes jurídicas, entre ellas, el Tuero en el LBB una buena parte contenían behetrí-
Viejo, las Partidas, los ordenamientos de Cortes, as. En concreto, las había en aproximada-
etc. Asimismo, las crónicas reales. Nunca se mente una tercera parte, en 676 lugares,
había hecho un repaso tan exhaustivo de según datos del autor. Había behetrías en
todos los textos y la documentación de inte- todas las merindades excepto en Infantado.
rés para el estudio del tema. Pero sobre todo Puede verse la distribución geográfica y clasi-
nunca se había hecho una incursión tan pro- ficación en los apéndices del capítulo IV,
funda en el propio Ubro Becerro. Recordemos concretamente en los cuadros 1 a ΙΓΙ. Existen,
al lector que el registro fiíe resultado de una además de ellos, otros gráficos en el libro,
pesquisa realizada por la monarquía en 1352, entre los que destacan sobre todo los cuadros
tras la petición de los hidalgos en las Cortes TV a X sobre las behetrías y la nobleza. Y
de Castilla del año anterior. El LBB nos algunos mapas. En relación con estos, hay
aporta una excelente información de los que destacar la importancia que en la edición
derechos señoriales, tributos y estatuto jurídi- de este trabajo de Estepa tiene la cartografía
co de las áreas afectadas y cuya encuesta se ha que se incorpora al estudio. En lugar de
conservado. Estas son en concreto las quince haber optado por los clásicos mapas desple-
merindades menores de Cerrato, Infantado, gables, la funta de Castilla y León ha optado
Monzón, Campos, Carrion, Villadiego, Agui- por incluirlos en un CD. Se trata de 18 mapas
lar, Liébana y Pernía, Saldaña, Asturias de que sirven de complemento a los diferentes
Santillana, Castrojeriz, C^andemuñó, Burgos- capítulos del libro.

Ediciones Universidad de Salamanca Stud, hist., H.ä mediev., 20-21, 2002-2003, pp. 209-243
RESliNAS
230

Es difícil resaltar las principales aporta- mitad del XI, apareciendo ya la institución en
ciones de un libro tan denso ν meditado. la primera mitad del ΧΠ. Estepa va contraco­
Desde luego, es seguro que va a ser a partir rriente cuando sugiere que la behetría surgió
de ahora la obra de referencia sobre las behe­ antes en las metindades del centro y sur de la
trías castellanas. Podemos subrayar algunos región castellana que en las del norte, quizá
méritos especiales del libro al liilo de algunas por haber sido estas últimas -Asturias de
claves interpretativas, si bien todo él merece Santillana, Campoo, por ejemplo- más tar-
ser tenido en cuenta. Quizá habría que subra- díamente feudalizadas. Esta cuestión de
yar entre los grandes logros de esta obra, con desfases regionales quizá merecería un trata-
independencia de contenidos concréteos, que miento específico posterior, pues no parece
el autor haya sabido hacer una "lectura re- estar resuelta totalmente.
trospectiva" del l£h. Tradicionalmente se Estepa ofrece algunas claves del éxito
utilizaban los datos de esta fuente con inten- de la behetría como forma señorial precisa-
ción meramente estadística y estática, como mente al poder utilizar las categorías teóricas
radiografía de los señoríos y las rentas en un que él mismo elaboró en su día, que demues-
momento dado y en xinos sitios concretos. tran así su capacidad heurística. El autor
Estepa ha sabido ver por debajo de ello la aprecia que en la consolidación de la behetría
historicidad de las behetrías, el calado secular fue decisiva la confluencia de varios factores:
oculto, los cambios y transformaciones que la especificidad de un dominio señorial regio
arrastraban desde el pasado estos señoríos en —en contraste con las inmunidades eclesiásti-
cada lugar, a veces realidades de siglos atrás, y cas— que Ávñó de escenario para que cuajase
de las que el ÍJJB ofrece reflejo más o menos en grandes proporciones la behetría; la con-
transparente o deformado. Obviaimente, el vergencia de unos labradores libres que con-
perfecto conocimiento de las fuentes docu- trolaban sus tierras, pero no siempre sus
mentales anteriores ha sido necesario instru- solares -unidades de encuadramiento seño-
mental de esta citada visión retrospectiva del rial—, así como la existencia de unos nobles
célebre registro. con influencia en las comunidades locales,
No hay grandes sorpresas en el libro en que detentaban sin necesidad de recurrir a un
relación con el estudio de los orígenes de la patrimonio dominical compacto, que no
behetría (cap. 11), pero sí se ofrece un esque- siempre tenían. Es inaportante tener en cuen-
ma interpretativo completo. La génesis se ta que era posible una disociación entre la
remite a la anterior institución de la benefactoría propiedad dominical y el dominio señorial, por lo
de los siglos IX y X, cuando hombres libres se tjue a las disponibilidades sobre las heredades
encomendaban a un poderoso, que les prote- podía sobreponerse un control ya de carácter
gía o beneficiaba, y que podía repercutir en señorial de los solares (la disociación here-
tina entrega de tierras. Carlos Estepa sigue las dad I solar resulta clave en la interpretación de
claves de este proceso en el capítulo corres- C. Estepa) y es aquí donde se abría el abanico
pondiente pero no sólo demuestra que la de posibilidades para unas noblezas en ex-
behetría no respondía a vestigios de una pansión. Lógicamente, la fluidez del dominio
sociedad de tipo prefeudal, o a otras reminis- señorial donde se encuadraba la behetría favo-
cencias antiguas, sino que fija adecuadamente recía a la vez una elasticidad en la condición
el momento de la transformación de la bene- patrimonial de los campesinos. El autor
factoría en behetría a lo largo de la segunda desmitifica la supuesta independencia de los

Ediciones Universidad de Salamanca Stud, hist., Η.» mediev., 20-21, 2002-2003, pp. 209-243
RHSEÑAS
231

labradores de behetría. Demuestra como los superior o señorío singular, detentado por
campesinos libres dueños de solares, por su- uno de los nobles, normalmente uno de los
puesto también los que ya tenían dependencia diviseras, aunque no necesariamente de mayor
por la tierra antes, fueron dejando en manos rango que otros. El análisis parece correcto,
de los hidalgos locales de un lugar el control aunque, de todos modos se dene la impresión
de éste y acabaron dependiendo de ellos. de que al lector, que captará perfectamente la
Pero es importante destacar que el tránsito de identidad de la behetría a partir del señorío
la libertad a la dependencia fue posible por- compartido que ejercían colectivamente los
que los nobles locales desarrollaron ya su naturales o diviseras -al fin y al cabo estos se
hegemonía no a partir de los derechos domi- hallan en 578 de las 676 behetrías, según
nicales sino a partir del dominio señorial, que es datos del autor- le resultará en cambio más
un estadio más evolucionado. En el libro se difícil entender qué especificidad, si la había,
comprueba que la behetría surge como deri- tenía el señorío singular, concretamente cuando
A^ación del dominio señorial regio. Esto resulta sólo existía éste. Hay que tener en cuenta que
muy importante en el siglo ΧΙΊ, si bien luego esta forma de señorío singular, en lo que respec-
la institución va evolucionando, pero siempre ta a fiscalidad —infuráones, semas, martiniegas...-
encuadrada específicamente en esta escala de y también en lo que respecta a quiénes eran
dominio señorial Es por eso, según Estepa, que los nobles detentadores de estos señoríos se
las referencias a las rentas y divisas dominica- asemeja mucho por arriba a la realidad del
les no fueron registradas en el Libro Becerro, señorío solariego característico. Es cierto que
salvo en contadas excepciones. No sabemos era diferente el estatuto de los labradores y la
si con otras categorías de análisis se podría disponibilidad de los solares. Pero quizá se
haber llegado a las mismas conclusiones, pero podría haber identificado mejor el rol especial
al menos las de Estepa han servido para de la behetría con señor singular único. Sor-
descifrar la identidadde la behetría como prendentemente no parece haber en el libro
señorío. de Estepa una explicación convincente de
Para el autor diiiseros y naturales, sobre ello, o por lo menos un abordaje un poco
cuya naturaleza presuntamente diferenciada más sintético o didáctico de esta cuestión del
se había especulado antes, vienen a ser lo señorío singular, sino que tan sólo se ofrecen
mismo, dependiendo del léxico de los sitios, insinuaciones interpretativas, aunque sí puede
siendo la divisa la parte o porción que tenían hallarse un registro geográfico y estadístico
en el lugar, si bien el dominio de éste se muy completo (los cuadros I, Π y ΙΠ lo resu­
ejercía colectivamente. Hay que tener en men) de las 452 behetrías que contaban con
cuenta que la behetría, en su período clásico señor singular y a la vez con naturales o dimseros,
de los siglos XII-XIV, consistía en un señorío de las 126 con sólo uno de los niveles -sea el
nobiliario compartido. Pero la complejidad es de los naturales, sea el singukr- y finalmente de
mayor porque a menudo existían dos niveles las 85 con un señor singular único.
señoriales, el nivel inferior correspondiente a liín lo que es el cuerpo central del esm-
los naturales o diviseras, conjunto de nobles que dio el autor va desgranando en varios capítu-
colectivamente detentaban derechos sobre un los todos estos problemas de estructura y
determinado lugar, a través de la divisa o tipología de la behetría, en el período de los
porción -la tasa divisera y el conducho eran siglos XII-XIV (capítulos ni, IV y V), la relación
los derechos típicos-, y por otra parte el nivel de la behetría con otras categorías señoriales

© Ediciones Universidad de Salamanca Stud, hist., Η.'' mediev., 20-21, 2002-2003, pp. 209-243
RIÎSrïNAS
232

(cap. vi), así como la fiscalidad (cap. Vil). La forma pura, en los términos del cronista
obra tiene valor no sólo como una inmersión Ayala, y sólo sería característica, según el
en los contenidos y complejidad de la behe- análisis de Estepa, de ciertas merindades.
tría, sino que seguramente acabe influyendo Destaca ciertamente como zona de elección
en la terminología usada por los historiadores libre el área de las Asmrias de Santillana. Allí
al referirse desde ahora a este tipo de señorío. es donde la institución recuerda más el espíri-
Es el caso de la revisión de la típica distinción tu abierto de la antigua benefactoría y donde
de las behetrías entre las llamadas behetrías de más se ajusta la figura de la elección libre e
mar a mar, en las que el labrador podía su- incluso la de ''behetría de mar a mar'\ no sólo
puestamente elegir señor en cualquier parte en 1352, sino toda\aa en el Apeo 1404 o
del reino, y las behetrías de linaje (de linajes äertos después, pero Estepa propone que ello fue
o naturales äertos), en las que se supone que se así porque en esa zona norteña las diferencias
podía elegir pero sólo dentro de un linaje. sociales eran menores y la behetría había
Estepa replantea en el capítulo sobre la tipo- nacido más tarde que en el sur y centro de la
logía esta clasificación tan conocida, que se Merindad Mayor y con menos ñaerza nobilia-
halla en la Crónica del canciller Ayala y que es ria. Para otras áreas propone otras clasifica-
la que suele encontrarse en manuales y libros ciones más ajustadas a la realidad: behetrías
de historia medieval y de historia del derecho. de naturales con derechos, de señor mgular, particu-
Desde luego las cosas no funcionaban exac- larii^adas, de ekcáón libre, de elecáón entre parientes,
tamente así. El autor intenta descifrar el entre otras matizaciones. Quizá los tipos
porqué de estas expresiones del cronista y propuestos sean discutibles para algunos, ya
sobre todo propone otros criterios diferentes que una casuística tan variada debería empu-
de sistematización, mucho más precisos y jar a cualquiera a la prudencia categorizadora,
acordes con las variantes reales de las behe- pero no hay duda del rigor científico de la
trías y no ya tanto para épocas tardías sino propuesta y del avance que supone frente a
para los siglos plenomedievales. La elección las inocentes nociones taxonómicas que
libre de señor es una noción que, por ejem- todavía hoy se siguen usando los historiado-
plo, no puede entenderse como una práctica res.
entendida en términos absolutos. Estepa Si el tema de la elección del señor es una
conecta esta circunstancia con la formación cuestión importante en el análisis del autor,
del señorío singular, sobrepuesto a la escala de también lo es el paso de la behetría al solarie-
los derechos que en un lugar correspondían a go a lo largo de los siglos Xll a XIV, algo sin
los naturales y dimeros. A veces el señorío duda estratégico en la configuración final de
singular llega a desplazar a esta escala de la nobleza castellana. El autor revisa esta
naturales j diviseros. Como todo lo relacionado evolución y en general toda la relación de la
con el señorío singular, ya queda dicho, el behetría con las demás figuras señoriales:
proceso es muy difícil de captar y parece que abadengo, solariego, realengo e incluso encar-
el desplazamiento es más propio de los siglos tación. Con respecto a esta última, categoría
XIII y XIV que de tiempos anteriores. Pero la señorial hasta ahora ignota, y marginal en el
libertad de elección —hecha por los naturales, o LBS, Estepa viene a sugerir que se trataría de
hecha por los dueños de solares sin ser necesa- behetrías o solares del rey que se habrían
riamente nobles: el autor no acaba de despe- mantenido a modo de vestigios arcaizantes
jar esta incógnita- casi nunca operaba de dentro de un realengo antiguo. Todos estos

Ediciones Universidad de Salamanca Stud, hist., H.^ mediev., 20-21, 2002-2003, pp. 209-243
RtîSENAS
233

procesos y clasificaciones propuestas pot el especialmente en esta faceta -Pedro de Haro


autor, incluyendo las rentas características era señor singular apenas en 10 lugares, Ñuño
(todo ello en los capítulos quinto, sexto y de Lara en 23, según los cómputos del autor—
séptimo) constituyen una especie de cénit y , y algo semejante puede decirse de otros
punto de inflexión en el libro. El estudio linajes de ncoshomhres, como los Villalobos,
exhaustivo, institucional e histórico, geográfi- Manrique, Meneses, Cisneros, Aza, Guzman,
co y estadístico, podríamos decir, de la behe- o los últimos grandes linajes incorporados a
tría en su etapa clásica de los siglos Xli-XIV la rkohomhría en el Xlll, los Villamayor o los
quedaría completado con esos capítulos. Castañeda. El análisis de Estepa sobre la
Pero el libro sigue ofireciendo resultados behetría precisamente corrige ciertos clichés
muy valiosos a partir de ahí. Los siguientes sobre la nobleza, al demostrar que fueron
capítulos (caps. VlII-XIl) se dedican a exami- precisamente los escalones siguientes de la
nar la nobleza en relación con la behetría. nobleza, y no la de más rango, los más innpli-
Cerca de un tercio del libro de Estepa se cados en el control de las behetrías. Distingue
ocupa de la evolución de la nobleza en la de los ncoshomhres otro escalón más bajo que
Merindad Mayor de (bastilla entre 1109 y llama la nohle^ de caballeros y distingue a su
1352 y específicamente en relación con la vez a dentro de ésta tres niveles, la nohle^
behetría. Es una aportación teórica de gran regional, la noblet(a comarcal y la nohlet^a local Por
alcance y que se sustenta en un colosal com- debajo de estas capas de noble^ de caballeros
pendio de datos de tipo prosopográfico, aún quedarían los hidalgos o escuderos locales, un
fiscales, genealógicos, de historia política, etc., estrato social difícil de caracterizar, presente
que a lo largo de muchas páginas (I, págs. en las behetrías como sector bajo de privile-
271-437; II, págs. 7-179) va recorriendo las giados jurídicos que se vinculaba clientelar-
diferentes escalas nobiliarias. mente a los nobles y que no tenía proyección
La nobleza de mayor rango era, nam- señorial, pero que sí poseían patrimonios
ralmente, la de los ncoshomhres. Es lógicamen- dominicales y cierta influencia en algunos
te importante en relación con la behetría y el núcleos.
libro precisa los derechos de los grandes De todos los escalones de privilegiados,
linajes del reino. La behetría era una parte la nobleza de caballeros -con sus mencionados
sustancial de sus señoríos. Los dos Hnajes escalones regional, comarcal y local— es el
más importantes de los siglos ΧΠΙ y XIV, los segmento más abundantemente tratado en el
Lara y los Haro, tenían participación cada libro y el libro es una contribución muy valio-
uno de ellos en más de doscientos lugares de sa sobre este importante segmento social. No
behetría. Sobre todo como dmseros —el señor sólo había más señores singulares de este
de I^ra percibía en 1352 tasa di^dsera en 219 escalón que de los ncoshomhres, como queda
lugares, calcula Estepa- y en menor medida dicho. La nohle^ de caballeros dominaba tam-
como señores singulares. Lo mismo pasa con bién las behetrías donde coexistían derechos
otros linajes de ncoshomhres. De los lugares en de naturales y diviseros y señorío singular. Pero
que el autor puede contar con la referencia además los integrantes de la noble^ de caballe-
del señorío singular, según el LBB, en menos ros estaban presentes como naturales o diviseros
de la mitad de ellos lo detentaba un ricohombre. en 445 behetrías, nada menos -297 la regional,
Es el caso de los citados Haro y Lara, que 207 la comarcal, 100 la local- y también desta-
como señores de behetría no destacaban caban en el señorío singular: de los 414 casos

© Ediciones Universidad de Salamanca Stud, hist., H.ä mediev., 20-21, 2002-2003, pp. 209-243
RHSHÑAS
234

en que coexistían naturales con señor singular, ble dada la condición enmarañada de relacio-
la nobleza regional de cahalkros detentaba este nes que había en la Merindad Mayor de Casti-
último en 182, frente a 133 de los ricoshombres. lla, un verdadero laberinto no sólo de
Juan Rodríguez de Sandoval era señor singu- derechos señoriales ~es lo que llevó a la
lar de 40 lugares. Pedro González de Velasco confección del propio LÍ3/3- sino también un
sólo en Castilla Vieja tenía el señorío singular laberinto de redes internobiUarias. El autor ha
de 37 lugares. Por supuesto estos personajes llegado a todas estas sistematizaciones tras
eran además nalurales o diviseros en infinidad profundos cálculos, comparaciones y re-
de lugares. Sando\'al y Velasco pertenecían a flexiones, siendo probableiTiente estos capítu-
ese segundo escalón, el de la nohki^a regional de los sobre la ncAleza plenomedieval, con esas
caballeros, junto con los Rojas, Carrillo, Tor- 350 páginas de apabullante análisis y aporte
quemada. Sarmiento, Ceballos, De la Vega y casi brutal de datos, la última gran aportación
otros, hasta un total de una quincena de a la historia de los linajes castellanos, compa-
linajes. Estepa no sólo subra^^'a que fueron el rable, pero mejor, al alcance que en su día
escalón característico que las behetrías sino tuvieron los trabajos de Moxó. Estepa puede
que, dada su evolución hacia el señorío sola- así ofrecer una Historia de la Nobleza de
riego a medida que iba pasando el tiempo, Castilla de los siglos Xll al XIV construida
puede decirse que acabaron siendo el sector desde el más riguroso, madurado y diestro
clave de la nobleza castellana. El autor viene análisis de la behetría, la forma más compleja
así a demostrar que esta nobleza asentó sus de señorío que se conoce.
grandes bases de poder desde el siglo XIII El estudio del período esencial del libro
precisamente en la behetría. Los otros estra- se cierra con un largo y quizá excesivamente
tos siguientes —nobleza comarcal: Estrada, empírico capítulo sobre el campesinado (cap.
Bustamante, Soto, Calderón, Tamayo, Porres, Xlll). Está centrado en la propiedad y las
etc.; y la nobleza local- también están muy relaciones de dependencia, siendo esto último
conectados con este tipo de señorío, aunque compatible con el hecho de que los labradores
el autor insiste en que es más característico el de behetría - a diferencia de los campesinos
escalón regional solariegos— eran dueños de heredades y tení-
En todas estas valoraciones sobre las an disponibilidad de sus bienes. El breve
nobleza radica una de las grandes aportacio- capítulo sobre los concejos rurales de la
nes del libro, la demostración de lo inapro- behetría (cap. XIV), cjue realmente completa el
piado que resulta hablar de la nueva noblei^a examen de la sociedad campesina del capítulo
bajomedieval. Ε,Ι estudio de Estepa acaba precedente, cierra el esmdio para el período
demostrando empíricamente las profundas típico.
raíces de muchos de los linajes supuestamen- Con estas últimas consideraciones el
te nuevos precisamente conectados con la libro de Estepa podría darse por concluido
Mstoria misma de la behetría y destaca como con plena garantía. Al fin y al cabo se han
el prototípico escalón nobiliario de la behetría cumplido con creces los objetivos: tenemos
este de la nobkí^a regional de caballeros. Pero, delante el trabajo más exhaustivo nunca
aparte de ubicar con precisión cada escalón escrito sobre el Señorío de la Behetría duran-
nobiliario, en la línea indicada, el autor dedica te los siglos XII-XIV y, como se acaba de
una parte de los esfuerzos a la conexión entre indicar, otro tanto sobre la Historia de la
unos y otros nobles, cuestión nada desdeña- Nobleza castellana a través de la behetría.

Ediciones Universidad de Salamanca Stud, hist., H.=» mediev., 20-21, 2002-2003, pp. 209-243
RHSEÑAS
235

Podrían haber sido dos grandes monografías tiempos posteriores se repasa en general todo
con entidad propia, aunque probablemente el contexto que desembocó en la desaparición
están mejor presentadas juntas, como apare- formal de la behetría a finales de la Edad
cen en este libro. Moderna.
Pero el autor ofrece otra pieza más, que El libro termina así el largo periplo a
podría haber sido otro libro independiente través de tantos siglos de historia. De una
por sí mismo. lis un último capítulo, de más íhstoria de la ('astilla septentrional que,
de cien páginas, que el autor llama "Las behe- después de leer esta obra, nadie podrá inter-
trías después del Libro Becerro" (cap. xv), y pretar plenamente sin dedicar la atención que
donde se realiza un recorrido por los siglos merecen sus behetrías. El autor nos ha desve-
bajomedievales y modernos hasta la desapari- lado como nadie había hecho hasta ahora los
ción de la institución, ya en crisis y progresi- secretos de esta forma de señorío tan peculiar
vamente desvirtuada desde la misma época y tan compleja. Unos secretos qixe son de
del Becerro. Para lo referido a la Baja Edad historia jurídica. Pero que son también de
Media el capítulo es una contribución muy historia social, de la historia social de las
estimable a la historia de la señorialización de noblezas, bajas, altas y sobre todo medias,
la ('asrilla norteña y aporta interesantes ob- además de la historia social de los labradores,
sen-aciones y datos sobre ciertos linajes, entre esto es, sus propiedades y sus dependencias
los que destacan los Sandoval, los Velasco, endiabladamente realimentadas por las hege-
los Manrique-Castañeda y los Mendoza-Casa monías localistas de los abundantes nobles y
de la Vega. Por cierto, demuestra que fueron el gran realengo matriz. Y finalmente, los
claves estas constelaciones nobiliarias (en secretos de las diferencias entre unas zonas y
concreto, la los Manrique y la de los Mendoza otras, los desfases entre las geografías
con las conexiones de la Casa de la Vega) en señoriales en los territorios que conformaron
los territorios de Asturias de Santillana, Cam- la Merindad Mayor de Castilla. LMS behetrías de
poo y Liébana y que su presión bajomedieval Carlos Estepa ofrecen por todo ello nueva
sobre las behetrías constituyen las raíces del luz al feudalismo castellano. Quienes quieran
célebre Pleito de los Valles del siglo XVI, uno ocuparse de éste a partir de ahora tendrán
de los mejores frescos de la nobleza norteña que contar inexorablemente con este estudio.
tardía. Pero hay muchas más cosas en esta
parte final del libro referidas a la Baja Edad 1. M.'' Monsalvo Antón
Media. 151 capítulo final se centra sobre todo
en la conversión de behetrías en solariego, la
desnaturalización de las diferencias entre los
dos niveles señoriales de la behetría, la des- MONTAÑA CON CHINA, Juan Luis de la
aparición de la tasa divisera y, como resultado IM Extremadura mstiana (1142-1350). Pobla-
de todo ello, la inserción de la behetría en los miento, poder y sociedad.
estados señoriales de la época Trastámara, Universidad de E^xtremadura.
específicamente por la presión altonobiliar en Cáceres, 2003, 497 pp.
este período, o bien su absorción, en otros
casos, por la corona, cjue las incorporó al Uno de los fenómenos de mayor impac-
realengo, proceso este último que destacará to en la Edad Media peninsular fue la con-
ya desde la primera mitad del XVI. Y ya para qmsta y colonÍ2ación de los espacios

' Ediciones Universidad de Salamanca Stud, hist., H.^ mediev., 20-21, 2002-2003, pp. 209-243
RESENAS
236

sometidos al dominio andalusí, entire los que desarrollo de una sociedad deja huellas mate-
destacan los territorios de la submeseta meri- riales que se manifiestan con claridad en la
dional. La magna obra de J. González sobre ocupación y transformación, en las formas y
la repoblación de Castilla la Nueva agrupó ritmos de ocupación del espacio, en el naci-
toda la información hasta entonces existente, miento y articulación de una sociedad. Por
pero las inteipretaciones más novedosas consiguiente, no es extraño que el estudio del
llegaron de la mano de R. Pastor y su estudio poblamiento se localice en primer lugar y que
sobre Toledo en los siglos XI al ΧΓ1Ί. De esta sirva en cierta medida de infraestructura para
forma, en el horizonte del investigador se el resto de las apreciaciones que lleva a cabo
forjó la necesidad de comprender la conquis- Montaña Conchiña. En tal sentido, la parte
ta y colonización de las tierras de la meseta dedicada a la configuración de la red de asen-
sur como el resultado de una agresión feudal tamientos compone la sección más novedosa
y de la implantación del feudalismo en estas del estudio, mientras que en el resto de los
tierras. Junto a las apreciaciones generales apartados se trata no tanto de nuevas ideas,
realizadas en su momento por A. Barrios, en sino sobre todo de una sistematización que,
los años noventa han surgido varias tesis que por otro lado, era necesaria. Este empeño
han establecido el estudio de estos fenóme- viene acompañado de un uso masivo de las
nos desde el prisma de la feudalización, como fuentes escritas existentes, un elenco por
las realizadas por E. Rodríguez-Picavea y J-P. desgracia no demasiado amplio, pero del que
Molènat, entre otros. La zona extremeña el autor es buen conocedor y realiza un inteli-
formó parte de esa misma realidad, pero no gente uso.
existía hasta el momento una investigación Las páginas destinadas al poblamiento
que se centrara precisamente en esa región. nos presentan una evolución cronológica y
Dejando de lado los trabajos dedicados a la zonal diferenciada, que en buena medida
Baja Edad Media, únicamente disponíamos parece corresponderse con otras experiencias
hasta el momento de algunos acercaixiientos similares estudiadas en la submeseta meridio-
realizados por el profesor J. Clemente Ramos nal. Así, en una primera fase, castillos y ciu-
y el Ubro de A. Bernai Estévez, centrado en el dades fueron los elementos esenciales de la
análisis de las redes de poblamiento, pero organización del paisaje, pero con variantes
apenas preocupado por los aspectos sociales geográficas. Mientras que Montaña Conchiña
y por las primeras fases cristianas. Por tanto, defiende que los castillos de las serranías
la tesis ahora publicada de J. L. de la Montaña norteñas fueron segregados por los cristianos
Conchiña viene a cubrir un hueco, pues su en una coyuntura fronteriza, en las cuencas
objetivo es analizar la implantación y el desa- del Tajo y del Guadiana, habría un mayor
rrollo de la sociedad cristiano-feudal en el peso de los asentamientos andalusíes. En
conjunto de la región extremeña, integrando, cualquier caso, hubo que esperar hasta las
como señala el título, el poblamiento y los conquistas de 1229-1230, cuando se ocupó
aspectos sociales. definitivamente el territorio actualmente
El objetivo del libro es básicamente dar extremeño, para que comience a articularse
cuenta de los mecanismos sociales con los un poblamiento rural. La formación y conso-
que se dotó la sociedad extremeña tras la lidación de los núcleos fiae lenta y difícil y se
conquista cristiana. Para ello parte de una \?io muy afectada por la dedicación ganadera
premisa fundamental, el hecho de que el preponderante. No obstante, los señores

Ediciones Universidad de Salamanca Stud, hist., H.^ mediev., 20-21, 2002-2003, pp. 209-243
RliSJiNAS
237

asentados en la región acometieron la tarea de modelo es muy similar. Sin embargo, surgen
atraer población y de generar algunos nú- algunas dudas acerca de lo que ocurrió en las
cleos, sobre todo mediante la concentración serranías del norte, donde se defiende un
en algunas \'illas norteñas y la aplicación de protag{)nismo absoluto de los cristianos y de
ventajas ferales. De todos modos, el pobla- la frontera. El análisis se nutre básicamente
miento rural, con la excepción de los valles de las referencias escritas, sin apenas noticias
del Jerte y de la Vera de Plasencia, no se arqueológicas, y quizá sea excesivamente
plasmó en una tupida red de aldeas. De dependiente de una idea militar de lo que era
hecho, predominaron las aldeas concentiradas la frontera. En cambio, parece prudente
y bastante distanciadas entre sí, un modelo coinenzar a valorar, como se está haciendo en
que tuvo su ejemplo más conspicuo en las otras áreas serranas en torno a la Cordillera
comarcas de Los Montes y La Serena, donde Central, el papel de las comunidades locales,
se impusieron usos ganaderos que favorecían apenas sometidas por los andalusíes salvo de
una ocupación menos intensiva del espacio. manera puntual, que pudieron conser\^ar un
Posteriormente, entre 1291 y 1350, y tras la cristianismo fuertemente mozarabizado y una
delimitación de las diferentes jurisdicciones, articulación en torno a determinados sitios de
se produjeron ciertos reajustes del pobla- altura que jerarquizaban áreas de valle. La
miento, continuándose la política de concen- comparación con otras comarcas situadas a
tración del habitat —termino más adecuado una y otra vertiente de la cordillera, que com-
que el confuso "polarización" que utiUza el ponían un sector propiamente fronterizo,
autor—, siendo buena muestra de ello el im- aunque no necesariamente militarizado, pue-
pulso de la red parroquial. Pero al mismo de matizar en buena medida las afirmaciones
tiempo, se efectuó un despliegue de formas de Montaña Conchiña. Quizá habría que
dispersas de habitat, segregadas como conse- ahondar en la diferenciación entre Uaniu-a y
cuencia tanto de la necesidad de los señores serranía no sólo tras la conquista y coloniza-
por explotar zonas hasta entonces poco ción del territorio, como acertadamente pone
antropizadas, como de la formación de luga- de manifiesto el autor, sino también con
res de apoyo para los aprovechamientos anterioridad, modificando así una perspectiva
ganaderos. No obstante, la población siguió un tanto rígida y apegada a lo que A. Bazzana
siendo insuficiente para cubrir toda la exten- bautizaba como el "síndrome Maginot".
sión de Extremadura, por lo que siempre Por otra parte, los cristianos tuvieron
hubo un déficit de habitantes. Por otra parte, que hacer frente a la adecuación de un paisaje
se asiste a un progresivo desarrollo de los definido a través de una amplia masa bosco-
sistemas urbanos, ciudades que van a tener sa. La roturación y humanización del espacio,
un considerable auge en los siglos xni y Χ1Λ' y realizada mediante expedientes diversos, trató
que van a ser ejes económicos y políticos. de implantar modelos agrarios experimenta-
Esta evolución del poblamiento extre- dos en el norte. Pero la piedra angular fue la
meño —donde no parece evidenciarse una conversión de la ganadería en pieza clave de
crisis durante la primera mitad del siglo XIV— la economía de la Transierra, aspecto en el
es, en sus líneas maestras, paralela y coinci- que la iniciativa de los grupos sociales más
dente con lo que sabemos del resto de la poderosos resultó decisiva. Además de una
submeseta meridional. Los ritmos y modali- ganadería estante, se fomentaron sistemas
dades puede matizarse, pero en general el trashumantes a escala local o supralocal.

Ediciones Universidad de Salamanca Stud, hist., H.^ mediev., 20-21, 2002-2003, pp. 209-243
RIÏSIÏNAS
238

destacando el papel jugado por los concejos y vez solventados los problemas derivados de
las órdenes, quienes protagonizaron estable- la confluencia de diócesis pertenecientes a
cimientos de límites, acuerdos de hermandad reinos distintos, favoreció la lenta, pero in-
y conflictos. El objetivo era poner en valor exorable, implementación de la red parro-
unas tierras poco pobladas y con una fuerte quial. Los fueros refuerzan esta imagen, ya
tradición ganadera, pero también obtener que durante el siglo XIV se mantuvieron
rentas de toda esta explotación. Otras activi- básicamente las rentas procedentes de la
dades económicas, como la artesanía y el jurisdicción, frente a una disminución de las
comercio, facilitaron un despliegue económi- solariegas, y se incrementaron las relaciona-
co de la región, en especial en las ciudades. das con las rentas ganaderas.
Este modelo de economía de preponderancia Por último, se estudia la estructura
ganadera controlada p{)r los grupos sociales social de la Extremadura cristiana, haciendo
poderosos no fue una particularidad extre- hincapié en un análisis de carácter grupal, en
meña, ya que una solución similar se observ'a el que se nos muestran las diferencias que
en el resto de la submeseta sur, bien a través recorren a esta sociedad. La afirmación de las
de poderes establecidos dentro de los límites circunscripciones señoriales y el traspaso de
regionales, o bien gracias a la incorporación derechos jurisdiccionales permitió el auge de
de estas áreas en los "extremos" de los un conjunto variado de grupos de poder.
concejos extremaduranos. Por tanto, el Quizá es reseñable el análisis de la caballería
análisis de Montaña Conchitia coincide con lo villana residente en los concejos de realengo,
que se conoce desde hace tiempo acerca de donde se advierte que, de una simación de
los instrumentos sociales para rentabilizar el preeminencia adquirida por la especiaüzación
espacio conquistado. militar, se pasó a un control de los sistemas
En idéntico sentido cabe enjuiciar el concejiles y a un progresivo enriquecimiento
detallado análisis que nos ofrece el autor mediante su \'inculación a la ganadería. Junto
acerca del establecimiento de los dominios a ellos, la mayor parte de la población se
señoriales y sus respectivas jurisdicciones, lo agrupaba en torno a los grupos productores,
cual no fue un fenómeno inmediato, advir- entre ellos la masa de campesinos que con-
tiéndose diversas etapas y num.erosos conflic- formaba el soporte demográfico y social.
tos. Lo cjue sí es reseñable es la importancia Montaña (x)nchiña se centra en analizar la
fundamental adquirida en Extremadura de la pluralidad de situaciones dentro de los cam-
jurisdicción como soporte del desarrollo pesinos pecheros, que permite la estratifica-
señorial, por encima de la formación de un ción interna, separados de un campesinado
patrimonio, que es, a lo sumo, posterior a las dependiente —que aparece en los textos cada
cesiones jurisdiccionales. Esto repercute en vez con mzyot profiísión desde la segunda
una configuración diferente de lo que puede mitad del siglo Xlll— y de las minorías étnico-
obsen^arse en áreas de temprana colonización religiosas, judíos y musulmanes, que con\d-
como las situadas al norte del Duero. El vían con la mayoritaria población cristiana.
resultado es una organización señorial articu- A partir de la conjugación de todos
lada en torno a porciones territoriales com- estos elementos, J. L. de la Montaña C^onchi-
pactas, destacando dos grandes instrumentos: ña nos ofrece un panorama de cómo fue la
los concejos y las encomiendas. De igual Extremadura de los siglos XII al XIV. Muchos
forma actúa el espacio dicicesano, que, una de los aspectos, como se ha dejado constan-

© Ediciones Universidad de Salamanca Stud, hist., H.» mediev., 20-21, 2002-2003, pp. 209-243
RIÎSiiNAS
239

cia, no representan forzosamente una nove- cedieron de igual forma, y así se puede obser-
dad, aunque al menos es la primera vez que var en la propia Península Ibérica, pero eso
se estudian todos ellos en conjunto y sistemá- no supone en sí mismo una especificidad,
ticamente para esta región. Es evidente que el más allá de lo puramente descriptivo. Por
autor pretendía proponer una serie de puntos otro lado, también en Valencia o en ívlurcia
clave para entender cómo funcionaba la se puede hablar de una sociedad de coloniza-
nueva sociedad extremeña y, a nuestro juicio, ción, y sin embargo algunos rasgos son cla-
lo consigue. A través de los distintos análisis ramente diferentes a los que se aprecian en
se individualizan los principales hitos que Extremadura. Posiblemente tales problemas
caracterizan a Elxtremadura a lo largo de esos de una la ausencia de una mayor reflexión
siglos: una tierra escasamente poblada, con acerca del feudalismo como sistema que
una fuerte componente ganadera, aiticulada articula la realidad histórica extremeña me-
en torno a instancias señoriales de base juris- dieval. Aunque se describen adecuadamente
diccional (concejos y encomiendas) y organi- los mecanismos de implantación y consolida-
zada a través de un conjunto de diferencias ción feudal, no se profundiza en una visión
internas, donde la clave es el disfrute directo sistémica que tenga al feudalismo como
o indirecto de los derechos señoriales. El soporte. Por esa razón, hay que acudir a otras
hecho de haber reconocido y analizado estos nociones un tanto vagas y se concede un
rasgos que definieron a la sociedad extreme- papel explicativo superior al estudio del po-
ña, procurando establecer una sistematización blamiento, cuando no es más que una parte
para todo el territorio, en la que se tienen en del sistema, una estructura, pero difícilmente
cuenta las variantes zonales, supone el princi- el meollo del sistema, o por decirlo de forma
pal y muy meritorio acierto de esta obra. Sin más pedante, la estructura estructurante.
embargo, la conexión entre todos ellos quizá Hubiera sido más interesante haberse plan-
no esté perfectamente articulada, a pesar de la teado con claridad el carácter feudal de esta
riqueza de los análisis parciales. sociedad, lo que habría permitido avanzar a la
Este problema surge nítidamente a la hora de caracterizar un modelo "regional"
hora de explicar todo el proceso. En las compartido con otras zonas de la submeseta
conclusiones se afirma que la sociedad ex- meridional, que participan en buena medida
tremeña es una sociedad de colonización en de los rasgos ya señalados. Y a partir de ahí
la que la línea directriz que da unidad al pro- preguntarse por los condicionamientos y los
ceso histórico es la paulatina ocupación del procesos específicos que, dentro del marco
espacio y el desarrollo de unas estructuras de de la agresión y colonización feudal, permitie-
encuadramiento. Sin embargo, otorgar al ron la presencia de tales características. Sin
proceso de ocupación y encuadramiento del duda esta perspectiva es también discutible,
espacio el papel protagonista permite descri- pero resulta, en nuestra opinión, mucho más
bir las etapas y observ^ar los rasgos de esta operativa para entender los procesos que
sociedad, pero no parece que sea un elemento afectaron a Extremadura entre los siglos XII
distintivo: todas las sociedades medievales —y al XIV.
me atrevo a decir que todas las sociedades- De todos modos, el libro de Montaña
ocupan y encuadran de alguna forma el espa- C^onchiña representa un considerable avance
cio, convirtiéndolo en territorio. Es cierto en el estudio de la sociedad extremeña cris-
que no todas las sociedades medievales pro- tiana (que sería mejor definirla como feudal).

Ediciones Universidad de Salamanca Stud, hist., H.» mediev., 20-21, 2002-2003, pp. 209-243
RESIÍNAS
240

gracias al uso sistemático de las fuentes escri- grante en el caso del medievalismo, un sector
tas y a la individualización de los principales de la historiografía que parece contar con la
rasgos característicos de este modelo regional. competencia de los juegos de rol y de las
En cierta medida, puede interpretarse como visiones estereotipadas sobre dicho periodo
una monografía regional, que tan necesarias que arrasan en el mercado. Su evolución
son aún para la Edad Media peninsular, un futura parece estar marcada por una disminu-
empeño que, a nuestro juicio, resuelve a la ción de su peso en los currículums universita-
perfección el autor. En definitiva, se trata de rios y en la discusión histórica, con\T.rtíéndose
un referente inexcusable en la investigación y en una materia inerte o en un juego de erudi-
una pieza fundamental a la hora de abordar tos. En ocasiones se achaca esta deriva al
una explicación de conjunto sobre las tierras exterior, a la presencia cada vez más masiva
situadas en la submeseta meridional. de una historia presentista, más que contem-
poránea —lo que por lo menos nos permite
Iñaki Martín Viso afirmar que hay interés por la historia como
materia científica-, o a la implantación de un
pensamiento endeble, mucho más débil que
GUERREAU,A]ain el definido por G. Vatrimo. Pero buena parte
m futuro de un pasado. LÍ? Edad Media en el siglo de esta sitoación debe ponerse en el debe de
XXL un medievalismo entendido como campo
Ed. Crítica. académico cerrado.
Barcelona, 2002, 253 pp. Sobre esta última cuestión se centra el
Hbro de Alain Guerreau, que tiene como
No es extraño escuchar entre los corri- objetivo precisamente la crítica de las prácti-
llos de los historiadores -y quien esto firma cas del campo medie\^alista, pero también
participa de esa opinión— la idea de que la pretende ofrecer algunas pistas sobre su
historia está quedando relegada a un mero reconstrucción para ser un conocimiento
apéndice folclórico del que hacen uso las operatiAO en el siglo XXI. El autor ya es co-
autoridades para embellecer su gestión. No nocido en España por la traducción de otro
cabe duda de que la cultura, concebida como trabajo de carácter fuertemente teórico sobre
pasatiempo políticamente correcto frente a la el feudalismo, una de esas obras de referencia
"telebasura", vende bien para el marketing que habitualmente no se leen, debido a que
político e incluso la sensación de frustración obligan necesariamente a pensar y a relativi-
de los historiadores para conectar con el zar las formas de trabajo con las que nos
público culto contrasta con el éxito de la hemos dotado los medievalistas. Al igual que
novela histórica, género en el que se suele aquel estudio, éste es un libro de combate
reunir en una sola persona un mal narrador y volcado deliberadamente hacia la discusión y
un mal historiador, salvo honrosas y muy la crítica, aspectos que normalmente no son
escasas excepciones. Sin duda esta es una tenidos en cuenta en la tarea diaria del medie-
manera relativamente indolora de desmante- valista, cuando no se conciben simplemente
lar a esta "arma cargada de futuro", aunque como ataques "ad hominem".
no sabemos si alguna vez llegó a ser algo más Para llevar a cabo su crítica al medieva-
que un fantasma como las armas de destruc- lismo como disciplina, Guerreau realiza una
ción masiva. Esta situación es aún más san- deconstrucción de sus estructuras teóricas ν

© Ediciones Universidad de Salamanca Stud, hist., H.ä mediev., 20-21, 2002-2003, pp. 209-243
RESEÑAS
241

profesionales, ciñéndose al caso francés, en el que cada nación tenía y tiene sus pro-
aunque buena parte de sus apreciaciones son blemas propios. Tampoco los debates de los
aplicables también a otros países, entre ellos marxistas anglosajones, aún siendo el escena-
España. Uno de los instrumentos que utiliza rio de la discusión teórica más elaborada, han
es precisamente el análisis histórico del desa- conseguido romper la dinámica establecida,
rrollo de la idea de lídad Media y, sobre todo, ya que se han priorizado nociones economi-
del medievalismo desde la Ilustración hasta cistas y reduccionistas que eluden en buena
nuestros días. Así la noción sobre el Medievo medida el papel de la eccksia. Dicho de otra
que se fraguó en los círculos intelectuales de manera, se han volcado en lo material, en lo
la segunda mitad del siglo XVIII partía de la objetivo y no han incorporado en sus análisis
fragmentación en dos campos diferenciados y debates lo inmaterial, lo subjetivo, en reali-
de la unión entre domimum y eccksia, elementos dad dos aspectos estrechamente unidos en la
que habían estado íntimamente ligados en la sociedad medieval, que sólo fueron desgaja-
civilización medieval, otorgándole precisa- dos por el pensamiento ilustrado.
mente su entidad. Sin embargo, los pensado- A este marasmo teórico se une otro de
res ilustrados separaron ambos aspectos, carácter profesional. Aunque en Francia la
dando lugar a una evolución que ha llegado consoHdación de la profesión de historiador
hasta nuestros días. El domimum, o relación se produjo ya en el siglo XIX, la irrelevancia
social de control y dependencia, se redujo a de sus estudios en la actualidad ha Uevado a
una cuestión jurídica y al debate sobre la una revalorización del patrimonio como gran
propiedad, y la eccksia quedó al margen de vía de intervención en el presente, una solu-
aquel concepto para centrarse en un anáUsis ción también usual en España. Podría pensar-
de Historia de la Iglesia. El siglo XIX impulsó se que es una solución inteligente y loable, si
el despliegue de la historiografía y añadió a no fuera porque descansa sobre la misma
esta fragmentación la compartimentación a irrelevancia que se ha criticado y se nutre de
través de las distintas historias nacionales y la necesidad de propaganda y de una \T.sión
propugnó el denominado método histórico nacional o regional —en ambos casos pacata—
—en realidad, la crítica de las fuentes— como del pasado. La frustración científica que
alfa y omega del saber historiográfico. En puede producir el estudio del patrimonio,
esas circunstancias, el medievalismo maduró reducido en muchas ocasiones a simple deco-
aislado completamente de las ciencias socia- rado del político de turno, es equivalente al
les, que apenas se interesaron por ese perio- desaliento de los intentos que, según Gue-
do. Esto supuso que no se elaborase una rrean, se han llevado a cabo en los últimos
teoría sobre los resortes globales específicos años por sobreponerse a los límites de la
que dotaban de personalidad a un periodo disciplina. Y todo ello sucede junto al éxito
que, como bien ha expresado G. Sergi recien- editorial de obras mediocres, realizadas por el
temente, surgió simplemente como un marco método de "cortar y pegar" —conveniente-
temporal artificial. Si no se da algún tipo de mente facilitado por los avances de la infor-
contenido a ese segmento, su capacidad mática-, o simplemente desinformadas.
como concepto quedará disminuida y llegará Mientras tanto, los grandes problemas sobre
a ser irrelevante. Los intentos de M. Bloch no la sociedad medieval se eluden o se respon-
consiguieron, a pesar de su apuesta por el den a través de contestaciones estereotipadas,
comparativismo, superar el marco nacional. y apenas se producen planteamientos amplios

Ediciones Universidad de Salamanca Stud, hist., H.» mediev., 20-21, 2002-2003, pp. 209-243
RESiíÑAS
242

sobre las estructuras de esa sociedad, entre urbanización desaforada que hoy vivimos
los que destaca el excelente libro de J. Le representan dos lastres importantes en ese
(joff sobre la civilización inedieval de ¡1964! sentido, a lo que se suma el desinterés genera-
La crítica de A. Guerreau es, a nuestro lizado por parte de los medievalistas, al me-
juicio, en buena medida asumible y de nuevo nos en el caso hispánico, —con excepción de
acierta en sus dardos, haciendo justo honor a los estudios sobre al-Andakis- acerca de los
su fama de crítico develador de fariseísmos resultados de las distintas intervenciones.
de la profesión, cuya mejor plasmación es Todo ello contrasta con la afirmación de
precisamente este género, el de la reseña. No Guerreau sobre la necesidad de que todo
obstante, para no ser simplemente un niliilis- medievalista se preocupe por el análisis ar-
ta, Guerreau debe plantear una reconstruc- queológico.
ción del medievalismo. Propone algunos Sin embargo, el énfasis mayor de esta
campos en los que puede llevarse a cabo la reconstrucción se refiere a un topos ya clásico:
renovación, y destaca la arqueología, el trata- la necesidad de frecuentar los conceptos, lo
miento estadístico y la semántica histórica. La que significa entablar un diálogo con las
verdad es que podría haber añadido algunos ciencias sociales, en especial con la antropo-
otros, ya que más bien parecen responder a logía y la sociología. Aquí Guerreau no es
sus intereses como investigador. Es muy innovador, pues son temas que ya recogieron
extraño que, tras criticar duramente a las M. Bloch y L. FebA^re y que preocuparon a F.
historias nacionales, no considere necesario Braudel, aunque este último proponía una
ahondar en explicaciones comparadas o en absorción de esas ciencias sociales en la histo-
análisis sobre el desarrollo de campos especí- riografía. La opción del autor se basa en la
ficos complejos a lo largo de la larga dura- necesidad de romper con una \dsión del
ción. Sin duda, los tres a los que se refiere medievalismo cerrada. Pero no se trata de
son elementos dotados de un potencial reno- usar los conceptos o las explicaciones de las
vador, pero no necesariamente superior a ciencias sociales sin más —sobre todo porque
otras vías. Llama la atención la inclusión de la generalmente los sociólogos y antropólogos
arqueología medieval, sobre la que hace no se interesan por el cambio y el movimien-
algunas apreciaciones pertinentes que preten- to social, objeto fundamental de la historio-
den denunciar la frecuente obsesión por el grafía—, sino de aplicar ima visión, una forma
objeto de los arqueólogos, frente a una ar- de acercarse a la realidad, para lo cual debe
queología volcada al análisis de las sociedades comprenderse que ni la sociología ni la an-
y de sus relaciones, citando para ello a la tropología son cuerpos compactos, que no
conocida obra de M. Barceló. Pero es e\aden- hay teorías generales de ambas, sino posturas
te que el tipo de arqueología medieval domi- a veces encontradas, y que la mera recepción
nante está circunscrita a las intervenciones de de las ideas procedentes de ambas disciplinas
urgencia que limitan considerablemente el no puede resolver automáticamente los pro-
necesario análisis, el cual sólo puede hacerse blemas del historiador, más aún pueden ser
restando tiempo al trabajo que realmente le irrelevantes. A. Guerreau defiende una mayor
da a uno de comer. J^^a separación entre la frecuentación de los conceptos, lo que facili-
arqueología de gestión y la universitaria y el tará el debate sobre ellos, o lo que es lo mis-
hecho de que los ritmos de la primera estén mo, apuesta por una historiografía que sea
sometidos al avance de las carreteras o a la más problemática y teórica, sin dejar por ello

Ediciones Universidad de Salamanca Stud, hist., H.ä mediev., 20-21, 2002-2003, pp. 209-243
RESEÑAS
243

de estar basada en un riguroso análisis empí- materializan parcialmente en sus incursiones


rico. En tal sentido, rechaza la oposición sobre la semántica histórica, acerca del signi-
entre fuentes y conceptos, ya que ambos ficado de la palabra "vinea" o de la construc-
elementos son indispensables si se quiere ción de la herejía. Sin embargo, nos parece
realizar una historiografía rigurosa y útil. Losinsuficiente este apartado, frente a una crítica
argumentos no son miedosos, pero sí lo es bien razonada y sugerente.
el hecho de que se ciña al medievalismo. En cualcjuier caso, nos enfrentamos a
El libro culmina con doce tesis que un magnífico libro de combate, que defiende
resumen su contenido. Qiüzá la que mejor las virtudes de una historiografía, y en parti-
resuma el espíritu de esta obra sea la última cular de un medievalismo, sustentado eti los
de ellas: "La medievalística zozobrará en la conceptos y en la discusión crítica, que haga
recolección irrisoria de anécdotas inverifica- frente a su crisis como ciencia social. Habrá
bles si no se reorganiza como actividad regu- otros medievalistas que consideren su intento
lada, y muy valorizada, de discusión crítica, vano, bien porque no observ-en esa crisis,
cuidadosamente articulada en torno al estudio situados en la torre de marfil de su gabinete,
del conjunto de la Europa medieval". Se trata bien debido a que simplemente no les inter-
indudablemente de un desiderátum teórico, esa ni entienden este debate. En cualquier
pero resulta válido al menos como soporte de caso, nos parece un trabajo cuya lectura y
una renovación y revalorización de los estu- discusión resulta indispensable, lo que no
dios sobre la Edad Media. significa compartir todos sus postulados ni
Desde luego, A. Guerreau nos propone obviar cjue está desprovisto de una mayor
una reconstrucción posible, que tiene como carga empírica, que lo haría más compacto y
principales elementos el dominium y la eccksia. útil. Ahora bien, precisamente por sus carac-
Sin embargo, ambos conceptos necesitarían terísticas ya reseñadas y por las que compo-
de una mayor concreción y en su visión nen la academia medievalista, probablemente
tampoco aparece muy claro cuáles son los pasará desapercibido o simplemente será
elementos que permitieron el movimiento encasillado —una de esas operaciones tan
histórico en la Edad Media. Por supuesto queridas a la historiografía— como una crítica
esto no era la pretensión del autor y, por que no merece ser atendida. Sin embargo su
tanto, no se le puede acusar de ello, sobre apuesta por una mayor precisión conceptual y
todo cuando detecta con claridad ese pro- por el debate merecen ocupar un lugar de
blema en los análisis realizados. Pero todo honor en las preocupaciones de los historia-
ello deriva en un mayor desarrollo de los dores de la Edad Media.
aspectos teóricos -que componen la estruc-
tura básica de su propuesta- frente a un Iñaki Martín Viso
menor peso de su aplicación. Puede aceptarse
que el punto fuerte del libro es precisamente
su carácter polémico, si bien se echa de me-
nos que todo ese espíriai crítico se hubiera
trasladado a algún campo concreto de inves-
tigación. Por dicha razón, su reconstrucción
se queda relativamente corta, pues es más
bien un conjunto de xáas posibles que sólo se

Ediciones Universidad de Salamanca Stud, hist., H.» mediev., 20-21, 2002-2003, pp. 209-243

También podría gustarte