Está en la página 1de 221

Resumen de las sentencias

 Principio contradictorio (sala cons º1246 30/09/2009): Como derecho de contenidos


complejos, el debido proceso comprende un cúmulo de situaciones jurídicas que
invisten a toda persona inserta en una relación jurídico-procesal con el carácter de
parte (en sede administrativa o jurisdiccional), entre las cuales se sitúa el derecho a la
defensa, como garantía que exige el respeto al principio esencial de contradicción,
conforme al cual, las partes enfrentadas, en condiciones de igualdad, deben disponer
de mecanismos suficientes que les permitan alegar y probar las circunstancias
tendientes al reconocimiento de sus intereses, aunque, necesariamente, una sola de
ellas resulte gananciosa.

Abundando lo expuesto, resulta imperioso comprender que el derecho a la defensa no


se agota en la mera conclusión de la fase probatoria (en cualquier grado del juicio),
sino que se extiende hasta que las mismas resultas del juicio adquieran firmeza. Visto
así, se requiere no sólo que las partes hayan acudido a ejercer sus probanzas, sino que
sobre las mismas exista una resolución judicial que las examine, y de esta forma haga
valer las que considere preeminentes, dentro del régimen que para tal valoración
resulte aplicable (tarifa legal, sana crítica, etcétera).
 Principio de igualdad (sala cons º1184 22/09/2009):Igualmente, para comprender la
razón de ser del principio in dubio pro operario, es conveniente exponer una
aproximación general al origen del derecho del trabajo, sobre el cual Latorre sostuvo
lo siguiente: “...El núcleo central del Derecho del trabajo viene dado por el hecho
social de la prestación de trabajo por cuenta ajena, es decir, por la situación en que
una persona realiza determinados servicios o actividad a favor de otra, quien adquiere
el producto o resultado de ese trabajo y paga en cambio una remuneración por él. La
doctrina civilística tradicional contempla esta situación bajo el ángulo de un contrato
ordinario, el de arrendamiento de servicios, y con arreglo al modelo habitual de
contrato lo considera como un acuerdo privado al margen de toda intervención
estatal. Los particulares conciertan libremente las condiciones del trabajo y su
remuneración. Pero esta visión liberal del problema, imperante hasta fines del siglo
pasado o principios del actual, según los países, chocó con las realidades de la vida
social tal y como se plantearon a raíz de la revolución industrial. La igualdad legal entre
las partes y la libre discusión de las condiciones no eran sino una ficción cuando se
extendían al trabajo asalariado en la gran industria. Las masas que emigraban del
campo a las ciudades para colocarse como obreros industriales no podían
evidentemente discutir las condiciones de trabajo con los patronos, que tenían por
regla general abundante mano de obra donde elegir. Por otra parte, y fenómeno
fundamental, ese contrato de ‘arrendamiento de servicios’ del obrero con el patrono
no era un episodio aislado en la existencia del primero, sino que constituía el eje
mismo de su vida y de la de su familia. El trabajador depende económicamente para
vivir, de su salario. Su actividad no se traduce, además, en una pura prestación de
servicios que deje intacta su libertad personal, sino que le sitúa en una relación de
dependencia o subordinación respecto al patrono o sus delegados… El Estado, sin
embargo, no se creyó originariamente obligado a intervenir... Se desarrolló una penosa
lucha social en que los asalariados defendieron sus intereses… El impulso de esa lucha
social, la influencia de las doctrinas que surgen a su amparo, especialmente el
socialismo, y otras causas que sería prolijo enumerar, hacen que desde el siglo pasado
se inicie en algunos países una legislación especial que tiene por objeto regular cada
vez más ampliamente ese contrato de prestación de servicios por cuenta ajena… El
viejo contrato de arrendamiento de servicios pierde su fisonomía civilística para
transfigurarse en un tipo especial de figura jurídica: 2) ‘contrato de trabajo” (Latorre,
Ángel. Introducción al Derecho. Decimosexta edición, Barcelona, España, 2000, p. 184-
185) (Resaltado añadido) Así pues, entre otras circunstancias, la posición de
dependencia y subordinación del trabajador respecto del patrono, y la innegable
trascendencia del trabajo para el trabajador y la sociedad, determinan una
considerable desigualdad entre ambos sujetos, situación que ha originado el
establecimiento de todo un orden jurídico que regula el contrato de trabajo y las
circunstancias que lo rodean, y que cumple, primordialmente, la función de protección
del trabajador asalariado. En palabras de Américo Pla Rodríguez, el legislador no pudo
mantener más la ficción de una igualdad entre las partes del contrato de trabajo y
tendió a compensar económicamente esa desigualdad, o como dijo Couture, “el
procedimiento lógico de corregir esas desigualdades es el de crear otras
desigualdades” (Pla Rodríguez, Americo. Curso de Derecho Laboral. T. I, Vol. I, Acali,
Montevideo, 1979, p. 39). Tal orden jurídico, que obviamente se conecta y encuentra
su cúspide en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, es expresa y
cuidadosamente reconocido por la misma, dentro de la cual, como pudo apreciarse, se
encuentra formulado el principio hermenéutico cardinal in dubio pro operario ( “la
duda favorece al trabajador”) (a diferencia de otros textos constitucionales que si bien
permiten extraerlo de su seno, no lo consagran expresamente), sobre el cual, en el
ámbito del derecho español, se ha señalado lo siguiente: “...este reconocimiento
constitucional [de la función de protección del trabajador asalariado, que tiene
asignada el Derecho del Trabajo] hace posible la aparición de un criterio de
ponderación de las normas, cercano al concepto de equidad del artículo 3.2 del Código
Civil, denominado ‘in dubio pro operario’. El expresado principio aplicativo, de
construcción jurisprudencial, tiene su campo de actuación en la interpretación de las
normas legales, para cuando éstas permitan distintos sentidos atribuyendo a las
mismas el que resulte más favorable para el trabajador (STS 18-7-1990, A.6427)...”
(Palomeque, Manuel y Manuel Álvarez. Derecho del Trabajo. Novena edición, Centro
de Estudios Ramón Areces, 2001, Madrid, pp. 396-397) De entrada, se advierte que tal
principio (lato sensu) refleja el reconocimiento de la desigualdad fáctica existente
entre trabajador y patrono, circunstancia que, en supuestos como los previsto en los
artículos 9 y 10 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo, inclina la balanza a favor de
quien ha sido considerado a través de los tiempos el “débil” en esencia de la relación
laboral y, en fin, quien ha sido considerado como sujeto hiposuficiente en ese
contexto: el trabajador.Con relación al principio general de igualdad, Alexy ha señalado
lo siguiente:
 “...el principio general de igualdad dirigido al legislador no puede exigir que todos deban ser
tratados exactamente de la misma manera y tampoco que todos deban ser deban ser iguales
en todos los respectos. Por otra parte, no puede permitir toda diferenciación y toda distinción
si ha de tener algún contenido. Cabe preguntarse si y cómo puede encontrarse una vía media
entre estos extremos. Una clave al respecto la ofrece la fórmula clásica: “Hay que tratar igual a
lo igual y desigual a lo desigual” que -en múltiples variaciones y complementaciones-
constituye la columna vertebral de la jurisprudencia del Tribunal Constitucional Federal sobre
el artículo 3 párrafo 1 LF.
…omissis…
Se llega a la vinculación concreta del legislador sólo si la fórmula ‘Hay que tratar igual a lo igual
y desigual a lo desigual” no es interpretada como exigencia dirigida a la forma lógica de las
normas sino como exigencia a su contenido, es decir, no en el sentido de un mandato de
igualdad formal sino material…’” (Alexy, Robert. Teoría de los Derechos Fundamentales. Trad.
Ernesto Garzón, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2001, p.
386) (Resaltado del presente fallo).
 
Por su parte, esta Sala ha sostenido, respecto del aludido principio, entre otras
consideraciones, las siguientes:“...el referido artículo establece que todas las personas son
iguales ante la ley, lo que explica que no se permitan discriminaciones fundadas en la raza, el
sexo, el credo, la condición social o aquellas que, en general, tengan por objeto o por resultado
anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio en condiciones de igualdad, de los
derechos y libertades de toda persona. Esta Sala ha sostenido con anterioridad que el principio
de igualdad implica un trato igual para quienes se encuentren en situación de igualdad -
igualdad como equiparación-, y un trato desigual para quienes se encuentren en situación de
desigualdad -igualdad como diferenciación- (vid. sentencia n° 898/2002, del 13 de mayo). En
este último supuesto, para lograr justificar el divergente tratamiento que se pretenda aplicar,
el establecimiento de las diferencias debe ser llevado a cabo con base en motivos objetivos,
razonables y congruentes. De lo anterior se desprende que no resulta correcto conferirle un
tratamiento desigual a supuestos fácticos que ostenten un contenido semejante y que posean
un marco jurídico equiparable, pero debe aclararse que igualdad no constituye sinónimo de
identidad, por lo que también sería violatorio del principio de igualdad darle un tratamiento
igualitario a supuestos que sean distintos (vid. GUI MORI, Tomás. JURISPRUDENCIA
CONSTITUCIONAL ÍNTEGRA 1981-2001. Tomo I. Editorial Bosch. Barcelona, 2002, p. 332). Lo
que podría resumirse en dos conclusiones: ‘No asimilar a los distintos, y no establecer
diferencias entre los iguales’. De igual forma, esta Sala ha reconocido en varios fallos, que el
respeto al principio o derecho subjetivo a la igualdad y a la no discriminación es una obligación
de los entes incardinados en todas las ramas que conforman el Poder Público, de tratar de
igual forma a quienes se encuentren en análogas o similares situaciones de hecho y que todos
los ciudadanos gocen del derecho a ser tratados por la ley de forma igualitaria. (vid. sentencias
536/2000, del 8 de junio; 1.197/2000, del 17 de octubre; y 1.648/2005, del 13 de julio).
Tomando en consideración esta última afirmación, debe señalarse que dos de las modalidades
más básicas de este principio son, en primer lugar, el principio de igualdad ante la ley strictu
sensu, también denominado principio de igualdad en la ley o igualdad normativa, el cual
constituye una interdicción a todas aquellas discriminaciones que tengan su origen directo en
las normas jurídicas, de lo cual se colige que dicho postulado se encuentra dirigido a los
autores de las normas, es decir, al órgano legislativo; y en segundo término, el principio de
igualdad en la aplicación de la ley o igualdad judicial, el cual constituye la piedra de tranca a
toda discriminación que se pretenda materializar en la aplicación de las normas jurídicas por
parte de los tribunales de la República, siendo que este segundo principio se encuentra
destinado a los órganos encargados de la aplicación de la Ley...” (Vid. sentencia N° 266 del 17
de febrero de 2006).
   Sin lugar a dudas, aquella fórmula clásica “hay que tratar igual a lo igual y desigual a lo
desigual” ha sido asumida por el derecho al momento de reconocer y tratar la desigualdad
existente entre trabajador y patrono. En tal sentido, cuando el constituyente y el legislador
establecen alguna manifestación del principio in dubio pro operario, tal y como ha ocurrido en
el artículo 89.3 del Texto Constitucional y en los artículos 9 y 10 de la Ley  Orgánica Procesal
del Trabajo, respectivamente, no están dando un tratamiento igualitario al trabajador y al
patrono, sino todo lo contrario, situación que, como se señaló ut supra, encuentra su ratio en
la trascendencia de la desigualdad fáctica material que existe entre ambos sujetos, de allí que
ambos desiguales deben ser tratados como tales y en esa medida se honra el principio de
igualdad.  Así pues, tal tratamiento se refleja meridianamente en el artículo 9 de la Ley
Orgánica Procesal del Trabajo, cuando sostiene que cuando hubiere duda acerca de la
aplicación o la interpretación de una norma legal o en caso de colisión entre varias normas
aplicables al mismo asunto, se aplicará la más favorable al trabajador, y cuando señala, de
forma similar al artículo 10 eiusdem, que en caso de duda sobre la apreciación de los hechos o
de las pruebas, se aplicará igualmente la que más favorezca al trabajador. Asimismo, ese
tratamiento se evidencia en el contenido del referido artículo 10, el cual establece que los
jueces del trabajo apreciarán las pruebas según las reglas de la sana crítica; en caso de
duda, preferirán la valoración más favorable al trabajador. Todo se comprende en que el
Derecho del Trabajo se aplica bajo la égida del principio protectorio de orden público para
compensar, como dice Perelman, las desigualdades existentes entre los sujetos del contrato de
trabajo. Cuadro normativo de interpretación trasladable y aplicable al proceso laboral.
Evidentemente, tales disposiciones no deben ser entendidas como presunción de
responsabilidad o culpabilidad del patrono, como erradamente lo señalan los accionantes, sino
simplemente como normas consagratorias de una regla en materia de apreciación de pruebas
en el ámbito del proceso laboral, que implica que, en caso de que se susciten dudas presentes
al momento de la apreciación de las pruebas, el juez deberá preferir la valoración más
favorable al trabajador. En efecto, en ese ámbito procesal, los jueces apreciarán las pruebas
según la sana crítica (no presumiendo la culpabilidad del patrono, como desatinadamente
sostienen la parte accionante), luego de lo cual, en caso de que existan dudas, deberán preferir
la apreciación más favorable al trabajador, ello en virtud del referido principio in dubio pro
operario.Así pues, en resumen, el fundamento de las previsiones normativas establecidas en
los artículos 9 y 10 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo, se basa en el legítimo carácter
tuitivo del Derecho del Trabajo respecto del trabajador, quien, en definitiva, se presenta al
proceso en una situación desventajosa en virtud de la posición desigual, menos favorable, que
ha tenido y que sigue teniendo frente al patrono, la cual es compensada por la Ley. Por eso el
legislador hace una igualación jurídica de lo que es desigual desde el punto de vista fáctico. En
consecuencia, esta Sala desestima los alegatos de inconstitucionalidad de los artículos 9 y 10
de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo, esgrimidos por la parte accionante. Así se decide
 Principio verdad procesal (sala cons º 1076 01/06/2007): Así y de acuerdo a los
valores fundamentales de imparcialidad y presunción de inocencia, el Código de
Procedimiento Civil, dispone en su artículo 506”…” “Los Jueces no podrán declarar con
lugar la demanda sino cuando, a su juicio, exista plena prueba de los hechos alegados
en ella. En caso de duda, sentenciaran a favor del demandado, y, en igualdad de
circunstancias, favorecerán la condición del poseedor, prescindiendo en sus decisiones
de sutilezas y de puntos de mera forma.” Las invocadas disposiciones ponen de relieve,
que el juez se encuentra constreñido a decidir en el contexto de lo que ha sido alegado
y probado por las partes, enmarcándose así en el principio de verdad procesal, que a
su vez somete a las partes al cumplimiento de las cargas procesales relativas a
formulación de los alegatos y a la actividad probatoria, destinada a demostrar la
veracidad de sus afirmaciones. Es decir, la decisión debe estar fundada en un juicio de
certeza.Así, el demandante no sólo debe exponer las circunstancias sobre las cuales
esgrime su pretensión, sino que debe traer a los autos los elementos de prueba que
conforme al principio de mediación se encuentra compelido a evidenciar en el
expediente, a los fines de apoyar su petición. De allí, que si el accionante no
demuestra sus afirmaciones, sucumbirá en el debate y el juez así deberá decretarlo
por incumplimiento de las cargas procesales derivadas de la acción, toda vez que la
prueba de los hechos en que se fundamenta la demanda incumbe al actor, en razón de
la naturaleza constitutiva de los hechos invocados y su consecuente carácter
generador de derechos.En tal sentido, analizadas como han sido las actas que
conforman el expediente se evidencia, que tanto los informes médicos consignados
por la actora, como la experticia practicada en el legajo, se encuentran entredichas,
pues los primeros fueron no sólo impugnados por la demandada, sino desvirtuados
por la experticia médica practicada, respecto de la cual se presentó una situación de
cuestionamiento por parte de uno de los mismos expertos.Ante la situación descrita,
resulta patente que la decisión del ad quem se apartó de los parámetros establecidos
en el artículo 254 del Código de Procedimiento Civil, en franca lesión del principio de
imparcialidad y por ende, en menoscabo del derecho a la defensa y la tutela judicial
efectiva de la demandada, por cuanto el sustento probatorio instrumental de la acción
no permite constatar la certeza de las afirmaciones formuladas por la accionante.De
acuerdo con los razonamientos que se han venido realizando, el juez de alzada debió
ejercer la facultad que le confiere el artículo 401.5 del Código de Procedimiento Civil, a
los fines de restablecer el equilibrio procesal y en consecuencia, practicar una nueva
experticia que dilucidara dicha circunstancia y de confirmarse que en el asunto
planteado se estaba en presencia de una enfermedad profesional, proveer lo
conducente a la indemnización, conforme a parámetros racionales tendientes a
compensar la lesión del bien jurídico, en este caso salud, en un contexto proporcional
que permita el acomodamiento que debe darse entre la lesión y su indemnización. Es
decir, observar la noción de equilibrio conforme al cual resulta inadmisible distorsionar
los parámetros indemnizatorios en pro de un eventual exceso de ponderación del
hecho dañoso, especialmente tratándose de una indemnización por daño moral.  Por
tanto, la sentencia objeto del presente análisis hizo nugatorios los postulados
contenidos en los artículos 26 y 49 de la constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, pues no adecuó su apreciación a los parámetros dispuestos en los artículos
506 y 254 del Código de Procedimiento Civil y en consecuencia, con el objeto de
garantizar la uniformidad de la interpretación de las normas y principios
constitucionales, en ejercicio de las potestades que tiene atribuida esta Sala en
materia de revisión y sobre la base del principio de imparcialidad y verdad procesal
cuya vigencia fue inconstitucionalmente inobservada por el Juez Superior del Trabajo
Accidental de la Circunscripción Judicial del Estado Lara, se declara ha lugar la revisión
de la sentencia dictada el 9 de diciembre de 2005, a través de la cual se resolvió en
segunda instancia el juicio que por cobro de prestaciones sociales y daño moral
interpuso la ciudadana KhaluPizaniOrsini, contra la sociedad mercantil BANCO DE
VENEZUELA S.A.C.A. BANCO UNIVERSAL.En tal virtud, se anula el referido fallo y se
repone la causa al estado de que se designe un Tribunal Accidental que entre a
conocer del presente asunto sin menoscabo de las facultades a que se refiere el
artículo 401 del  Código de Procedimiento Civil y dicte un nuevo
pronunciamiento conforme a la doctrina expuesta en el presente fallo. Así se
decide. Finalmente, se desestima la pretensión de condena en costas planteada, toda
vez que contrariamente a lo señalado por el apoderado judicial de la ciudadana
KhaluPizaniOrsini, no hubo vencimiento en el amparo constitucional incoado y el
presente pronunciamiento tiene lugar en razón de las facultades oficiosas y por interés
constitucional de esta Sala y así se declara. 
 Sentencia sala civil º211 26/04/2017 PRINCIPIO DE INMEDIACION:“Principio del
Derecho Procesal encaminado a la relación directa de los litigantes con el juez,
prescindiendo de la intervención de otras personas. Constituye el medio de que el
magistrado conozca personalmente a las partes y pueda apreciar mejor el valor de las
pruebas, especialmente de la testifical, ya que todas ellas han de realizarse en
presencia. El tema de la  inmediación se encuentra íntimamente ligado a la oralidad del
procedimiento, ya que, cuando es escrito, las diligencias, inclusive la recepción de las
declaraciones (testimonios, absolución de posiciones, informes periciales) se suelen
practicar ante oficial o ante un escribiente del juzgado .En los procesos rige el principio
de inmediación, en tanto que éste es una condición indispensable del procedimiento
oral, por lo que, en su oportunidad se determinó que el mismo es esencial a dichos
procesos y permite al juez en la audiencia preliminar preguntar a las partes así como
conocer el debate probatorio previo a su decisión, por cuanto es en esta fase que se
entiende plenamente la aplicación del principio de inmediación. Al respecto, se expuso
que:
 ‘Una característica del proceso oral es la vigencia de un principio típico del Derecho
Probatorio, cual es el de la inmediación. En aras a dicho principio las audiencias del
juicio oral se adelantarán en presencia del juez o del tribunal.El principio de
inmediación desde el punto de vista probatorio se expresa como la necesidad de
presencia del juez que va a sentenciar en la incorporación de las pruebas de las cuales
obtendrá su convencimiento. En otras palabras, el juez que va a sentenciar debe dirigir
la evacuación de las pruebas, tal como lo contempla el artículo 16 del Código Orgánico
Procesal Penal y el artículo 3-3 de la Ley Sobre la Violencia Contra la Mujer y la Familia.
Pero la inmediación puede extenderse a una fase del proceso lógica y
cronológicamente diferente, cuál es la de los alegatos de las partes (artículo 41 de la
Ley de Arbitraje Comercial).Al contrario de la inmediación como principio probatorio,
el cual no permite que la actividad probatoria tenga lugar ante juez diferente al que va
a sentenciar, salvo excepciones en el proceso oral; la etapa de alegatos puede ocurrir
sin inmediación, ya que este principio no es de la esencia de esa fase, tal como lo
contempla el Código de Procedimiento Civil en el juicio oral. Sin embargo, dentro de
los alcances de la oralidad, la ley o la interpretación del mandato constitucional en ese
sentido (artículo 26 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela),
pueden exigir que los alegatos se realicen oralmente en presencia del juez, lo que
permite a éste aclarar todo lo relativo a la determinación de cuáles son los hechos
controvertidos, ya que como lo establece el artículo 862 del Código de Procedimiento
Civil, para el debate oral del juicio oral, el cual podría ser aplicable a todas las
audiencias, el juez puede hacer en él los interrogatorios a las partes que estime
necesarios.A pesar de que la alegación corresponde a un momento procesal diferente
a la prueba de lo afirmado, no es discutible que el juez adquiera elementos
probatorios del acto oral de recepción de alegatos, los cuales sirven para formar su
convencimiento sobre la realidad de los hechos, y por ello no se concibe un acto oral
para alegar donde el juez no puede hacer preguntas a los presentes, no sólo con fines
aclarativos de los alegatos, destinados a la fijación de los hechos controvertidos, sino
también con fines probatorios para verificar las afirmaciones contrapuestas de las
partes. De allí, que en la audiencia preliminar prevista en el artículo 868 del Código de
Procedimiento Civil, donde las partes se acuerdan sobre los hechos alegados y las
pruebas hasta allí producidas, el Juez puede intervenir con amplitud, interrogando a
las partes y hasta terceros, ponderando el derecho de defensa de los litigantes”.En tal
sentido, se aprecia que el principio de inmediación garantiza la identidad del juez
decisor y el juez probatorio, lo que no limita que bajo ciertos supuestos exista una falta
de identidad entre ambas, sin embargo, el primero siempre debe ser el director del
proceso aun cuando las pruebas por imposibilidades materiales no puedan ser
evacuadas directamente ante el juez decisor, por ello, se consideró que la presencia
del sentenciador en la incorporación (evacuación) de las pruebas, puede tener dos
manifestaciones o grados: i) cuando el juez presencie personalmente los actos de
recepción de la prueba, en los cuales -de acuerdo a lo que se disponga en la ley- puede
intervenir, no sólo dirigiéndolos, sino realizando actividades probatorias atinentes al
medio (interrogatorios, etc.) y ii) cuando el juez no presencie personalmente in situ la
evacuación de la prueba, pero si la dirige de una manera mediata, utilizando técnicas y
aparatos de control remoto, que le permiten aprehender personalmente los hechos
mediante pantallas, sensores, monitores o aparatos semejantes (video-conferencias,
por ejemplo), coetáneamente a su ocurrencia…atendiendo al principio de inmediación,
debió ser el juez que presidió el debate oral y ante quien se evacuaron las pruebas,
quien pronunciara la sentencia, so pena de violación de la tutela judicial efectiva y del
debido proceso. Por ello, se observa que cuando, en el caso de autos, se produjo la
falta temporal de la Jueza Titular Nora Vásquez de Escobar, la cual, conforme lo
pautado por la norma antes mencionada, fijó para el tercer (3°) día de despacho
siguiente a la celebración del debate oral, el procedimiento de la sentencia, debió el
nuevo juez fijar la celebración de otra audiencia oral que garantizara un contacto
directo del juzgador con las partes, sin mediación alguna, de manera que los
pormenores del caso pudiesen ser apreciados más fácilmente, para luego dictar la
decisión correspondiente.En consecuencia, al pronunciarse el dispositivo del fallo sin
que el nuevo juez haya presenciado la audiencia oral a que se refiere el artículo 244
del citado Decreto Ley, se quebrantaron, en los términos expuestos, la garantía a la
tutela judicial efectiva y el debido proceso, situación no perseguida por el Decreto con
Fuerza de Ley de Tierras y Desarrollo Agrario en la que dispuso esta formalidad, como
una de las innovaciones de la reforma operada en esta materia, de allí que deba la Sala
concluir que se violó el principio de inmediación que informa el proceso ordinario
agrario, ante lo cual se considera inútil cualquier pronunciamiento con relación a las
demás infracciones constitucionales denunciadas.

 Principio de publicidad: (sentencia sala con º840 17/07/2015):


Mediante fallo N° 2487 del 18 de diciembre de 2006 (caso: Henrique CaprilesRadonski), esta
Sala Constitucional señaló, en cuanto al principio de publicidad en un proceso penal, lo
siguiente: En efecto, la publicidad es indispensable e inexcusable, lo peor que puede haber es
una justicia secreta. El mejor control es la publicidad (que la acusación, la defensa, las pruebas
y la sentencia sean públicas), esto es, que sean conocidas y presenciadas tanto por las partes
como por el público, inmediata y directamente, en el tiempo mismo en que se están
formulando o desarrollando, en ello es que consiste la publicidad del acto, es decir, que las
partes y el público ejerzan el control presenciando el juicio con interés legítimo, como
personas con algún vínculo con las partes del juicio, estudiantes, abogados, periodistas y otras
personas interesadas en la función misma de la justicia; en suma, personas que, con seriedad y
poniendo algo de su parte, son también actores del juicio acusatorio, porque éste tiene que
ser público. Así, quienes asisten al juicio cumplen un rol; coadyuvan en la función judicial
porque proporcionan ese control indispensable e insustituible; y el tribunal tiene la obligación
de permitir el acceso al público, dentro de un límite razonable y dependiendo de la capacidad
de cada sala.Pero esa garantía tiene sus limitaciones establecidas en el artículo 333 del Código
Orgánico Procesal Penal, cuando señala que el tribunal podrá resolver que se efectúe, total o
parcialmente a puertas cerradas, cuando se vea afectado el pudor o la vida de alguna de las
partes o de alguna persona citada; perturbe gravemente la seguridad del Estado o las buenas
costumbres; peligre un secreto oficial, particular, comercial e industrial o declare un menor de
edad”. A la letra del precedente trascrito se colige, que la inclusión por parte del legislador del
principio de publicidad -aplicable a todo proceso judicial- persigue que los actos de los órganos
jurisdiccionales, los fundamentos en que se sustentan y los procedimientos conforme a los
cuales se adoptan sean notorios, patentes o manifiestos. Ahora, tras el auge de las tecnologías
de la información, esta idea de la publicidad de los procesos también ha encontrado aplicación
en el uso de los medios informáticos; convirtiéndose la divulgación vía web de los actos
jurisdiccionales en una de las herramientas más útiles para garantizar la eficacia, eficiencia y
transparencia de la administración de justicia, al igual que para poner en conocimiento de la
Sociedad el quehacer diario de sus órganos jurisdiccionales. Sin embargo, ha de reconocerse
que esa misma publicidad puede poner en peligro derechos fundamentales de las personas
que intervienen en los juicios que dan lugar a las sentencias de este Supremo Tribunal. Así, por
ejemplo, y en lo que atañe a esta Sala, profesionales del Derecho han solicitado que se retiren
de Internet aquellas sentencias en las cuales se les ha efectuado un grave apercibimiento, con
el objeto de proteger su derecho a la reputación. También se ha dado el caso de quienes,
afectados por una grave enfermedad, formulan pedimentos semejantes con miras a proteger
su derecho a la vida privada y, por vía de corolario, evitar las consecuencias adversas de la
discriminación que podría producirse si esa información personalísima y –en contra de su
voluntad- se hiciere pública.
Entendiendo que reclamos de esta naturaleza resultan plenamente legítimos, la Sala ha
satisfecho los mismos excluyendo su difusión a través del sitio electrónico de este Máximo
Juzgado, dando de baja del mismo a diversas sentencias. Pero esa solución, si bien protege la
esfera de intereses particulares de quien pudiera sentirse afectado, priva también al colectivo
de usuarios del sistema de justicia del conocimiento acerca de los criterios aplicados en esas
causas. Piénsese, en cuanto al primer ejemplo dado, lo útil que resultaría dar cuenta al gremio
de Abogados sobre aquellas conductas reprochadas por este órgano jurisdiccional, para así
evitar su innecesaria proliferación.Estas consideraciones, conducen a la Sala a replantear su
proceder frente a casos como los planteados. Así, en aquellas decisiones que puedan contener
información con carácter sensible y que pongan en peligro derechos fundamentales de la
persona, a petición de parte interesada o aún de oficio, para que tenga lugar la publicación
electrónica de una determinada sentencia, se ordenará que sea suprimido de su texto
cualquier dato o información que permita la individualización del afectado, sustituyéndose por
puntos suspensivos entre corchetes ([...]) tales menciones. Con este mecanismo, a la vez que
se protege a los particulares afectados, se preserva la señalada función pedagógica de portales
como el de este Supremo Tribunal, permitiendo a la colectividad el amplio conocimiento
acerca de sus criterios judiciales…la garantía de la publicidad tiene unas excepciones: que se
puede llevar a cabo un proceso a puertas cerrada:
1) Cuando se vea afectado el pudor o la vida de las partes
2) Cuando perturbe la seguridad del estado y las buenas costumbres
3) Cuando peligre un secreto oficial
4) Cuando Declare menor de edad
En conclusión (esto lo es un análisis mio) pueden colocarse en la sentencia los nombres y el
numero de cedula, son datos necesarios para la identificación. Pero los datos “excesivos” no
pueden colocarse porque ahí si violaria el derecho a la privacidad, confidencialidad etc… datos
como nombre de conyuge, numero de teléfonos, dirección de domicilio entre otros.

 PRINCIPIO DE PRECLUSION (Sala consº 15 13/02/2015)


Ahora bien, tal como se estableció en los artículos anteriormente transcritos, específicamente
el artículo 89 de la Ley Orgánica de la Jurisdicción Contenciosa Administrativa, el tribunal no
solamente ha debido dejar trascurrir los 5 días de despacho establecidos en el referido 87, sino
que, además una vez concluido dicho lapso el tribunal ha debido pronunciarse dentro de los 3
días de despacho siguiente sobre la apelación propuesta, circunstancia esta que el Juzgado
Superior Estadal Contencioso Administrativo de la Circunscripción Judicial del Estado Aragua
obvió en la presente causa. Al respecto, esta Sala debe señalar que nuestro proceso está
informado por el principio del orden consecutivo legal con fases de preclusión (principio de
preclusividad), según el cual, una vez que el mismo se inicia, se van sucediendo una serie de
actuaciones concatenadas unas con otras hasta llegar a la sentencia, conforme a un orden
establecido en la ley. De allí, que la preclusión regula tanto la actividad de las partes como la
del juez conforme a un orden lógico, evitando que el proceso se desordene o retroceda sin
justificación alguna, o se interrumpa indefinidamente, limitando, dentro del marco de la
normativa legal, las facultades procesales. Por ello, ninguna actividad procesal puede llevarse a
cabo fuera de la oportunidad ni puede accederse a una etapa del proceso sin haberse
consumado la inmediata anterior. (Vid Sentencia de esta Sala N° 1005/2013).
 Sobre el principio de preclusión la Sala Constitucional se ha pronunciado en sentencia N°
1855, del 05 de octubre de 2001, caso: Juaquín Montilla Rosario y otro, en la cual, expresó lo
siguiente:

“En primer lugar, es importante precisar que en el ordenamiento procesal venezolano rige la
fórmula preclusiva establecida por el legislador por considerarla la más adecuada para lograr
la fijación de los hechos en igualdad de condiciones, que obliga a las partes a actuar
diligentemente, evitando se subvierta el orden lógico del proceso. Igualmente, dicho principio
de preclusividad es una garantía articulada al derecho a la defensa que asiste a las partes,
evitando que la causa esté abierta indefinidamente, a la espera de que las partes completen
sus actuaciones, sin que el juzgador pueda pronunciarse sobre el fondo a través de fallo
definitivo, causando inseguridad jurídica e incertidumbre no sólo a los justiciables, sino a toda
la organización judicial y a la sociedad o colectividad, que es en quien repercute, en definitiva,
una buen o mala administración de justicia.De allí, que sea una consecuencia lógica del proceso
que los litigantes deban hacer sus peticiones, proposiciones y cuestionamientos dentro de los
lapsos y actos prefijados por la ley, que permiten el avance automático del proceso y evitan el
marasmo procesal causado por las excesivas e inútiles dilaciones, siendo un imperativo el
riguroso respeto de la regulación y ordenación legal de la causa en lapsos y formalidades
esenciales, que no puede obviarse, tal y como se deduce del artículo 257 constitucional, so pena
de sacrificar la justicia”.De todo lo anteriormente expuesto, esta Sala Constitucional observa
que efectivamente si hubo violación al principio de preclusión de los lapsos procesales, ya que
de las actas del expediente se puede verificar que la sentencia fue dictada el 14 de agosto de
2013, y la última notificación fue consignada en el expediente el 24 de febrero de 2014, lo que
dio lugar a la apertura del lapso procesal para apelar, siendo que, el recurso de apelación fue
interpuesto el 26 de febrero de 2014, correspondiendo éste al segundo día del lapso y ese
mismo día el Juzgado Superior Estadal en lo Contencioso Administrativo del Estado Aragua,
admitió y remitió el expediente de la causa, tal como se desprende del auto que riela en el
folio 306 de las copias certificadas de las actas, lo que originó una violación al artículo 87 de la
Ley Orgánica de la Jurisdicción Contenciosa Administrativa, así como también el artículo
89 eiusdem, ya que tampoco dejó transcurrir el lapso de los 3 de días de despacho para el
pronunciamiento de la admisión del recurso de impugnación propuesto, todo ello trajo como
consecuencia la violación de los derechos constitucionales, al debido proceso y el derecho a la
defensa, ya que se originó una indefensión de la parte accionante por el quebrantamiento del
orden consecutivo legalmente establecido, que generó una modificación en el cómputo del
lapso para la fundamentación de la apelación (principio del orden consecutivo legal con fases
de preclusión), por lo que la Corte Primera de lo Contencioso Administrativo al momento de
que la parte accionante consignó en el expediente la solicitud de reposición de la causa por las
razones expuestas en esta acción constitucional, ha debido realizar el presente análisis para así
poder declarar procedente dicha solicitud y garantizar el ejercicio pleno del derecho a la
defensa. Así se declara

 Principio de caducidad (sentencia sala cons º1535 12/11/2014): El lapso de caducidad


es un aspecto de orden público dentro del proceso, dado su contenido ordenador y su
vinculación con la seguridad jurídica que tiene que garantizar todo sistema de
administración de justicia. Así, la Sala en sentencia número 1.167 del 29 de junio de
2001, caso: “Felipe Bravo Amado”, se pronunció en relación a la caducidad de la acción
en los siguientes términos:“(…) La acción es el derecho de las personas a exigir de los
órganos jurisdiccionales, mediante el proceso, la resolución de una controversia o de
una petición, independientemente de que obtengan o no sentencia favorable. La acción
pone en movimiento a la jurisdicción y una de las formas de su extinción es la sentencia
que finaliza definitivamente el proceso. Con el ejercicio del derecho de acción se crea en
el Estado, por intermedio del órgano jurisdiccional competente, la obligación de prestar
la función jurisdiccional.La ley muchas veces exige que ese derecho sea ejercido en un
determinado lapso, y si no se incoa en dicho tiempo, la acción deviene en inadmisible y
la tutela jurídica del Estado, invocada por el accionante, no tiene lugar, si ella se ejerce
después de vencido el plazo.A ese término fatal se le llama caducidad, y es un plazo en
el cual se debe realizar la actividad que la ley previno para el lapso, cual es -en el caso
de la acción- interponerla formalmente con la pretensión que mediante ella se hace
valer. Si ello no ocurre, la acción caduca y se extingue, al igual que la pretensión que
por medio de ella se proponía deducir (…)”.
 
Igualmente, se ha afirmado que la finalidad del lapso de caducidad es la
materialización de la seguridad jurídica y el aseguramiento, de esa forma, de que tras el
transcurso del lapso que preceptúa la ley, se extinga el derecho de toda persona al ejercicio de
la acción que el ordenamiento jurídico le proporcione; ello para evitar que acciones judiciales
puedan proponerse indefinidamente en el tiempo, lo cual incidiría negativamente en la tutela
de la seguridad jurídica (Vid. Sentencia de esta Sala número 727 del 8 de abril de 2003,
caso: “Osmar Enrique Gómez Denis”).Esta Sala Constitucional ha precisado que los lapsos
procesales establecidos en las leyes y aplicados jurisdiccionalmente son elementos temporales
ordenadores del proceso, esenciales al mismo y de eminente orden público. Al respecto, se ha
sostenido que:
 “(...) No puede esta Sala Constitucional pasar por alto que, como intérprete máxima de la
Constitución, está obligada a propugnar lo dispuesto en el artículo 257 eiusdem, en referencia
a que: ‘No se sacrificará la justicia por la omisión de formalidades no esenciales’.
Sin embargo, la decisión apelada -confirmada por esta Sala- no contravino la citada norma
constitucional, sino que fue consecuencia de la aplicación fiel, por parte del juez, de una regla
procesal que fija un lapso preclusivo para la realización de determinadas actuaciones. Afirmar
lo contrario sería aceptar, por ejemplo, que invocando la existencia de una formalidad no
esencial se inobserven los lapsos legalmente fijados para interponer una apelación o que
también, por ejemplo, con ese mismo criterio, una parte irrespete el tiempo otorgado por el
tribunal para realizar su intervención en el marco de una audiencia constitucional. A todo
evento, por demás, esta Sala no considera que los lapsos procesales legalmente fijados y
jurisdiccionalmente aplicados puedan considerarse ‘formalidades’ per se, sino que éstos son
elementos temporales ordenadores del proceso, esenciales al mismo y de eminente orden
público, en el sentido de que son garantías del derecho de defensa de las partes que por ellos se
guían (debido proceso y seguridad jurídica) (…)” (Vid. Sentencia de esta Sala número 208 del 4
de abril de 2000, caso: “Hotel El Tisure, C.A.”).
 
De lo anterior se colige que la caducidad es un presupuesto procesal de orden público,
puesto que regula el derecho de acceso a la jurisdicción en el ámbito contencioso
administrativo, que presupone la existencia de un plazo legalmente previsto para el ejercicio
de la acción jurisdiccional que no admite interrupción o suspensión y que, por tanto, discurre
de forma fatal. Tal plazo, que no extingue o menoscaba el derecho material debatido, puesto
que sólo incide en el tiempo para ejercer los mecanismos jurisdiccionales a que haya lugar,
constituye una de las causales de inadmisibilidad del proceso contencioso administrativo
previstas en el párrafo quinto del artículo 19 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de
Justicia y se aplica al proceso contencioso administrativo funcionarial por remisión del artículo
98 de la Ley del Estatuto de la Función Pública, sin perjuicio del reexamen de las mismas que
pueda realizar el juez en la oportunidad de dictar la sentencia definitiva, como lo prescribe el
artículo 101 eiusdem (Vid. Sentencia de esta Sala número 1.738 del 9 de octubre de 2006,
caso: “Lourdes Josefina Hidalgo”).Ahora bien, debe precisarse que la caducidad es un plazo
que concede la ley para hacer valer un derecho o ejercer una acción, con un carácter fatal, es
decir, que una vez transcurrido dicho plazo, el derecho no puede ser ejercitado, lo cual
conduce a que el interesado pierda la posibilidad que le concedía la ley para acceder a los
órganos de administración de justicia con el propósito de hacer valer su pretensión. Por otra
parte, debe la Sala aclarar que, por su propia configuración conceptual, la caducidad no es un
lapso que admita la aplicación de la regla procesal contenida en el artículo 197 del Código de
Procedimiento Civil –reinterpretada por esta Sala en su sentencia número 80 del 1 de febrero
de 2001, caso: “José Pedro Barnola y otros”– pues se trata de un lapso extraprocesal, que no
admite suspensión o interrupción alguna, a diferencia de la prescripción que sí admite
excepciones a la forma de su cómputo.Entonces, el principio de seguridad jurídica como
justificación del establecimiento de los lapsos para el ejercicio previo de cualquier acción o
para fijar la oportunidad en que deberá llevarse a cabo cada acto dentro del proceso,
presupone la configuración cierta del tiempo en el cual se pueden ejercer las acciones
jurisdiccionales dirigidas a obtener una resolución fundada en derecho sobre aquellas
pretensiones que esgrime quien accede a la jurisdicción -con incidencia en la posibilidad de
obtener la tutela jurídica de quien alega un derecho material que así lo requiera- y, como otra
vertiente pero de carácter intraprocesal, al conocimiento cierto del tiempo en el cual se
pueden llevar a cabo los actos procesales por las partes, bajo la condición de su preclusión
 Principio de formalidad: (SALA CONS º627 11/08/2017): Como se observa de las
actuaciones transcritas, la Corte de Apelaciones del Circuito Judicial Penal del Estado
Guárico, extensión San Juan de Los Morros actuó de manera arbitraria al ordenar
erradamente a la Oficina de Alguacilazgo practicara la notificación del condenado, en
contradicción a lo previsto en el artículo 454 del Código Orgánico Procesal Penal, lo
que violó efectivamente los derechos constitucionales a la defensa y al debido proceso
del ciudadano Filiberto Rafael Herrera Reyes.Es de ratificar que los sujetos procesales
en sus distintas dimensiones tienen que conducir su actividad y voluntad para la
ejecución del acto y su ulterior legitimidad, según las reglas previstas en la ley. No hay
acto procesal sin forma externa circunscrita por condiciones de tiempo, modo y lugar,
todo lo cual debe aparecer regulado mediante reglas determinadas y determinables
que en ningún caso pueden ser consideradas meros formalismos, pues el
cumplimiento de los principios que informan el proceso penal y la sujeción a las
formas, lugar y lapsos de los actos del proceso, considerados ‘ex ante’ y plasmados en
la legislación son en definitiva el fin último del Derecho Procesal Penal, donde el
Principio del Debido Proceso apunta a la reglamentación procesal con base en leyes
preexistentes, que hace el Estado para asegurar que los procedimientos tengan un
curso determinado; curso ese que no le está dado a las partes subvertir [Cfr. Sentencia
SCP N° 988 del 13 de julio de 2000, caso: Miguel Eduardo BoschettiCapdeviela y
otro].Las notificaciones de los actos procesales son materia de orden público, siendo
su finalidad que las partes estén en conocimiento de la decisión dictada por el órgano
jurisdiccional, como garantía del derecho a la defensa, el debido proceso y a poder -de
ser el caso- recurrir debidamente de la misma, por tanto, su tutela debe ser procurada
por esta Sala aún de oficio y su vigencia no puede ser relajada de ninguna forma.En el
presente caso, verifica la Sala que la Corte de Apelaciones del Circuito Judicial Penal
del Estado Guárico, extensión San Juan de los Morros, incumplió el proceso y la forma
en la notificación, conforme lo prevé el artículo 454 del Código Orgánico Procesal
Penal, al no trasladar al ciudadano Filiberto Rafael Herrera Reyes, para notificarle
personalmente en la sede de esa Corte de la decisión que declaró sin lugar la apelación
interpuesta en contra de la sentencia en la que se condenó al referido ciudadano a
cumplir la pena de quince (15) años de prisión por el delito de acto carnal con víctima
especialmente vulnerable, previsto en el artículo 44 de la Ley Orgánica sobre el
Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, en concordancia con el artículo
217 de la Ley Orgánica para la Protección de Niños, Niñas y Adolescentes.Todo ello,
efectivamente, impidió que los abogados defensores pudieran recurrir en casación del
fallo, al no existir certeza jurídica de la oportunidad para comenzar a computar el lapso
para recurrir del fallo, visto que el mismo en principio debía comenzar a correr a partir
del 21 de octubre de 2014, si hubiese sido efectivo el traslado del condenado, pero al
tomar como válida la errada notificación practicada el 14 de octubre de 2014 al
ciudadano Filiberto Rafael Herrera Reyes, a través de la Oficina de Alguacilazgo en la
Coordinación Policial N° 4 del Estado Guárico, Subdelegación de Valle de la Pascua , se
les cercenó la posibilidad de ejercer la vía recursiva prevista en la ley adjetiva penal. En
consideración a lo expuesto y a fin de restablecer la situación jurídica infringida por la
indebida actuación de la Corte de Apelaciones del Circuito Judicial Penal del Estado
Guárico, extensión San Juan de los Morros, la cual lesionó el debido proceso y el
derecho a la defensa del ciudadano Filiberto Rafael Herrera Reyes, declara de oficio
con lugar la acción de amparo constitucional interpuesta, en consecuencia, anula todas
las actuaciones posteriores a la sentencia dictada por la mencionada Corte de
Apelaciones del Circuito Judicial Penal del Estado Guárico en fecha 14 de junio de
2014, relativas a la notificación y traslado del condenado y resuelve que dicha
notificación deberá realizarse de conformidad con el artículo 454 del Código Orgánico
Procesal Penal y, de no ser posible el traslado del condenado al Tribunal, éste deberá
constituirse en el centro penitenciario de reclusión respectivo para la imposición de la
sentencia condenatoria, acto que podrá ser ejecutado también por un tribunal
comisionado que se constituya al efecto. Se advierte al Juez de Ejecución el estricto
cumplimiento  de la sentencia N° 91/2017, emitida por esta Sala Constitucional con
criterio vinculante. Así finalmente se declara

 Orden de aplicación de la ley: (Sala cons º1139 14/08/2015): En este sentido, alegó el
accionante la violación de los derechos constitucionales al debido proceso, a la
defensa y a las garantías procesales así como a la seguridad jurídica, en virtud de
considerar la sentencia accionada ajustada a derecho la aplicación por parte del a
quo del procedimiento oral en el juicio por retracto legal arrendaticio en el que el actor
era parte demandante, en lugar de la continuación del procedimiento breve con el
cual se había iniciado, así como la fundamentación de la decisión accionada en el
artículo 49 del Decreto N° 427 con Rango y Fuerza de Ley de Arrendamientos
Inmobiliarios –derogado- para resolver el fondo de la demanda.
Al respecto, observa esta Sala que en el caso bajo análisis, se está en presencia de un
asunto de orden público, como lo es el procedimiento aplicable para su tramitación,
como lo era la aplicación inmediata del referido Decreto N° 929 con Rango, Valor y
Fuerza de Ley de Regulación del Arrendamiento Inmobiliario para Uso Comercial, el
cual establece, en el segundo párrafo de su artículo 43, lo siguiente: 
Artículo 43. (...omissis...)
El conocimiento de los demás procedimientos jurisdiccionales en materia de
arrendamiento comerciales, de servicios y afines será competencia de la Jurisdicción
Civil ordinaria, por vía del procedimiento oral establecido en el Código de
Procedimiento Civil hasta su definitiva conclusión.
Asimismo, el prenombrado Decreto establece, en su sección de DISPOSICIONES
TRANSITORIAS segunda y DISPOSICIONES DEROGATORIAS primera, lo siguiente: 
DISPOSICIONES TRANSITORIAS
(...omissis...)
Segunda. Los procedimientos administrativos que estén en curso a la fecha de
publicación del presente Decreto Ley, se adecuarán a lo establecido en el presente
Decreto Ley, conforme a las disposiciones reglamentarias dictadas por el Ejecutivo
Nacional que regulen la transición de los procedimientos determinados en las normas
derogadas y los previstos en este instrumento
 
DISPOSICIONES DEROGATORIAS
Primera. Se desaplican, para la categoría de inmuebles cuyo arrendamiento regula el
presente Decreto Ley, todas las disposiciones del Decreto con Rango, Valor y Fuerza de
Ley N° 427 de Arrendamiento Inmobiliario, publicado en la Gaceta Oficial de la
República Bolivariana de Venezuela N° 36.845 de fecha 7 de diciembre de 1999.Ahora
bien, visto que el caso de autos está relacionado con la aplicación del procedimiento
en una causa iniciada antes de la entrada en vigencia del Decreto antes señalado,
resulta necesario para esta Sala Constitucional hacer distinción entre la retroactividad
de la ley y el efecto inmediato de la ley, a tales fines la Sala Constitucional del Tribunal
Supremo de Justicia en sentencia Nº 1510 de fecha 6 de junio de 2003, (caso:  Freddy
Gutiérrez Trejo y otros),  indicó lo siguiente: 
(…) Es así como una de las materias de mayor conflicto en el derecho es la atinente a la
aplicación de la ley procesal en el tiempo (eficacia temporal), en cuanto a que siendo
dichas leyes procesales de orden público, se aplican de manera inmediata, pero deben
respetar la validez de los hechos anteriores y los efectos ya producidos de tales
hechos. En consecuencia, modifican los trámites futuros de un proceso en curso, pero
no podrán afectar bajo ningún respecto a los trámites procesales definitivamente
consumados, en razón de la regla tradicional formulada por la doctrina del principio
‘tempusregitactum’ (…) (negrillas nuestras).
De lo anterior, tenemos que aquellas leyes adjetivas que entren en vigencia, modifican
de forma inmediata aquellos casos que se encuentran en curso en cuanto a los
trámites futuros, tomando en consideración los actos realizados durante la vigencia de
la ley anterior, siendo distinto para la aplicabilidad de la ley material.
En adición, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela dispone en su
artículo 24, cuyo tenor establece: 
Ninguna disposición legislativa tendrá efecto retroactivo, excepto cuando imponga
menor pena. Las leyes de procedimiento se aplicaran desde el momento mismo de
entrar en vigencia aun en los procesos que hallaren en curso; (…). 
Por su parte el Código de Procedimiento Civil, dispone lo siguiente:
Artículo 3. La jurisdicción y la competencia se determinan conforme a la situación de
hecho existente para el momento de la presentación de la demanda, y no tiene efecto
respecto de ellas los cambios posteriores de dicha situación, salvo que la Ley disponga
otra cosa.
Artículo 9. La ley procesal se aplicará desde que entre en vigencia aun en los procesos
que se hallaren en curso; pero en este caso, los actos y hechos ya cumplidos y sus
efectos procesales no verificados todavía se regularán por la ley anterior.
De las normativas transcritas se desprende además del referido principio de
irretroactividad de la ley, el de la perpetuatiofori, el cual estipula inalterabilidad de la
temporalidad de la ley material, así como el principio tempusregitactum, en virtud del
cual los actos y relaciones de la vida real se regulan por la ley vigente al tiempo de su
realización.
Ahora bien, en el caso bajo análisis, el actor en primera instancia, hoy accionante,
incoó demanda de retracto legal arrendaticio cuando aún se encontraba en vigencia el
Decreto N° 427 con Rango y Fuerza de Ley de Arrendamientos Inmobiliarios, publicado
en la Gaceta Oficial No. 36.845 de 07 de diciembre del año 1999, que regulaba la
materia objeto de su pretensión de hacer valer a su favor el derecho al retracto legal
arrendaticio para el momento de su interposición, norma material establecida en el
artículo 43 del referido Decreto Ley, y que en lo concerniente a su tramitación, se
preveía se hiciera conforme al procedimiento breve contemplado en el Código de
Procedimiento Civil en el artículo 883 y siguientes.
 Principio de celeridad (Sala cons º1713 9/12/2014): Precisado lo anterior, y en cuanto
a la admisibilidad del presente recurso de apelación, debe esta Sala reiterar que, de
conformidad con la interpretación que se le ha dado al texto del artículo 35 de la Ley
Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales (sentencias
501/2000, del 31 de mayo; y 3.027/2005, del 14 de octubre), el lapso para recurrir de
la decisión dictada por la primera instancia en el proceso de amparo, es de tres días
contados a partir de la fecha de publicación del fallo (sentencia nro. 11/2004, del 14 de
enero), los cuales, a su vez, deben ser computados por días calendarios consecutivos,
excepto los sábados, los domingos, el jueves y el viernes santos, los declarados días de
fiesta por la Ley de Fiestas Nacionales y los declarados no laborables por otras leyes,
ello a los fines de salvaguardar el derecho a la defensa, el cual también tiene una
dilatada vigencia en el marco del proceso de amparo. Aceptar lo contrario sería
desconocer la aplicabilidad de tal derecho en cualquier iter procesal, en otras palabras,
sacrificar el derecho a la defensa de los ciudadanos -mediante juicios relámpago, por
ejemplo- en aras de una mayor celeridad, sería subvertir el orden lógico de los
fundamentos que constituyen el Estado Democrático y social de Derecho y de Justicia
que definen a nuestra República (sentencia nro. 501/2000, del 31 de mayo).En el
supuesto que el órgano jurisdiccional haya dispuesto notificar a las partes de la
decisión emitida, el lapso para ejercer los mecanismos impugnativos correspondientes
(en este caso el recurso de apelación) deberá ser computado a partir de dicha
notificación (ver sentencia nro. 5.063/2005, del 15 de diciembre), lo cual no ha
ocurrido en el presente caso.Asimismo, debe esta Sala reiterar el criterio vinculante
asentado en sentencia nro. 971/2007, del 28 de mayo (ratificado en sentencia nro.
1.422/2013, del 23 de octubre de 2013), según el cual si bien la Ley Orgánica de
Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales no establece, expresamente, el
lapso dentro del cual debe pronunciarse el juzgador sobre la admisibilidad de la
pretensión de amparo, no es menos cierto que a tal supuesto fáctico le es aplicable
supletoriamente, por remisión del artículo 48 de ese instrumento normativo, lo
dispuesto en el artículo 10 del Código de Procedimiento Civil, el cual consagra el
principio de celeridad procesal, razón por la cual el órgano jurisdiccional debe decidir
sobre la admisibilidad de la acción de amparo, dentro de los tres días hábiles
siguientes a su interposición.En el caso sub lite, la sentencia hoy recurrida fue
publicada el jueves 17 de octubre de 2013, siendo que en el texto de dicho acto
jurisdiccional no se ordenó la práctica de la notificación de las partes.Por su parte, el
presente recurso de apelación fue ejercido el miércoles 23 de octubre de 2013, tal
como consta en el sello húmedo impreso en el escrito presentado por la Oficina de
Alguacilazgo del Circuito Judicial Penal del Estado Zulia (folio 107). Ahora bien, esta
Sala advierte que la mencionada decisión fue dictada dentro del lapso de tres (3) días
previsto en el artículo 10 del Código de Procedimiento Civil, y por tanto, no debía ser
notificada a las partes, como bien lo consideró el Tribunal a quo constitucional. En este
sentido, las dos (2) acciones de amparo interpuestas por la defensa del ciudadano
Manuel Lara (la primera el viernes 11 de octubre de 2013 y la segunda el lunes 14 de
octubre de 2013), ingresaron en la Sala nro. 3 de la Corte de Apelaciones del Circuito
Judicial Penal del Estado Zulia el lunes 14 de octubre de 2013, tal como consta en los
respectivos autos de entrada de asunto emitidos en esa fecha por dicho órgano
jurisdiccional (folios 44 y 92), razón por la cual el lapso para emitir pronunciamiento
sobre la admisibilidad de dichas acciones, venció el jueves 17 de octubre 2013,
oportunidad en la cual se publicó el fallo objeto del presente recurso de apelación.
Esta juzgadora también observa, que entre el día en que fue publicada la sentencia
recurrida, a saber, el jueves 17 de octubre de 2013, y la oportunidad en que la parte
actora ejerció el recurso de apelación aquí examinado (miércoles 23 de octubre de
2013), transcurrieron más de tres (3) días hábiles, computados de la siguiente forma:
viernes 18 de octubre, lunes 21 de octubre, martes 22 de octubre y miércoles 23 de
octubre, siendo que, según el calendario judicial del año 2013, tales días fueron hábiles
a los efectos de la interposición del recurso de apelación previsto en el artículo 35 de
la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales, por no
tratarse de sábados, domingos, jueves ni viernes santos, días de fiesta según la Ley de
Fiestas Nacionales ni días declarados no laborables por otras leyes.En razón de lo
anterior, considera esta Sala que el recurso de apelación ejercido por la parte
accionante resulta manifiestamente extemporáneo, toda vez que ha sido presentado
fuera del lapso de tres días que establece el artículo 35 de la referida ley orgánica, los
cuales debieron contarse, con base en los criterios antes señalados, desde el viernes
18 de octubre de 2013 (inclusive), siendo que éste constituyó, de conformidad con el
cómputo efectuado por esta Sala, el día hábil siguiente a la publicación del fallo
recurrido (a saber, el jueves 17 de octubre de 2013), mientras que el último día del
lapso para recurrir estuvo representando por el martes 22 de octubre de 2013, todo
ello de conformidad con lo dispuesto en el artículo 198 del Código de Procedimiento
Civil, aplicable igualmente de forma supletoria al proceso de amparo. Por último, esta
Sala advierte que el viernes 18 de octubre de 2013, el abogado Edwar Acuña, actuando
con el carácter de defensor privado del ciudadano Manuel Lara solicitó, mediante
diligencia, dos (2) copias certificadas del expediente contentivo del proceso de amparo
(folio 104), siendo que el recurrente pretendió quedar notificado tácitamente, en
virtud de la presentación de dicha diligencia, del contenido de la sentencia hoy
recurrida. Así, aquél concluyó que el lapso para recurrir debía ser computado a partir
del 18 de octubre de 2013 (presentación de la diligencia solicitando copias certificadas)
y no del 17 de octubre de 2013 (publicación del fallo).Al respecto, esta Sala considera
no le asiste la razón al recurrente, toda vez que en el caso de autos no era necesario
notificar a las partes de la emisión de la sentencia objeto de apelación (declaratoria de
inadmisibilidad), ya que dicho acto jurisdiccional fue dictado dentro del lapso
correspondiente (tres días), aunado a quela Sala nro. 3 de la Corte de Apelaciones del
Circuito Judicial Penal del Estado Zulia no ordenó la práctica de dichas notificaciones,
por el motivo antes expresado.
 
.
 Momento procesal (Sala consº 2473 30/11/2001):La norma transcrita consagra, pues,
el derecho de toda persona a que las peticiones que dirija a funcionarios públicos sean
adecuada y oportunamente respondidas. No se refiere dicho derecho a cualquier
petición, sino a peticiones también adecuadas, no impertinentes ni obstaculizadoras
del desenvolvimiento normal de la función Pública. En el proceso judicial, el derecho
constitucional a dirigir peticiones y a obtener oportuna y adecuada respuesta se
circunscribe a aquellas peticiones previstas por las normas adjetivas o permitidas por
ser pertinentes y no estar expresamente prohibidas, efectuadas oportunamente,
dentro de las modalidades establecidas legalmente, es decir que no toda petición debe
ser respondida por el juez dentro del proceso, sino solo aquellas que el derecho
adjetivo prevé o que resultan pertinentes y no contradicen los principios orientadores
del específico procedimiento de que se trate.
 Principio Dispositivo: (Sala cons º848 27/10/2017) Inicialmente, cabe traer al caso
bajo estudio el principio cardinal que rige la materia procesal, denominado como
principio dispositivo, contenido en el artículo 12 del Código de Procedimiento Civil,
conforme al cual el juez debe decidir conforme a lo alegado y probado en autos por las
partes, sin que pueda sacar elementos de convicción fuera de estos, ni suplir
excepciones o argumentos de hechos no alegados ni probados, precepto que
establece los límites del oficio del juez, pues para él no puede existir otra verdad que la
que resulta de los alegatos y actividad probatoria de las partes.En este sentido, se
observa que el fallo objeto de análisis elaboró su criterio decisorio con base en los
instrumentos documentales presentados por ambas partes, no evidenciándose silencio
de pruebas, inmotivación, vulneración grotesca a derechos o principios
constitucionales, o que se haya contrariado algún criterio que de forma vinculante
hubiese establecido esta Sala Constitucional, en cuanto al sentido y alcance que ha de
atribuirse a algún precepto fundamental.En el presente caso, se delata la
disconformidad del solicitante con el fallo proferido por el Tribunal de Alzada, lo cual
pugna con la finalidad que tiene la revisión constitucional, cuyo objeto no es revisar el
juicio ni lo debatido en él para someterlo al control de la constitucionalidad, sino la
interpretación que haga el sentenciador de las normas constitucionales y la aplicación
del criterio emanado de esta Sala, observándose que los fundamentos que sustentan
la solicitud de revisión se insertan en la presunta afectación de los principios y
garantías constitucionales siguientes de expectativa plausible, verdad material,
defensa, debido proceso y a la tutela judicial efectiva.Al respecto, esta Sala debe
resaltar que la expectativa plausible no constituye un derecho adquirido, sino que
debe asociarse a la buena fe para proyectarse en la persistencia de las condiciones
regulativas de una determinada situación, de modo que no se apliquen exigencias más
gravosas para un mismo fin, exceptuando aquellas condiciones que
constitucionalmente sean debidamente justificadas.En abundamiento de lo
precedentemente expuesto, se desprende de autos la participación activa del
solicitante en cada una de las fases del proceso debidamente asistido, con lo cual
carecerían de fundamento las demás consideraciones.Sumado a las anteriores
consideraciones, se debe insistir en que la revisión no constituye una tercera instancia,
ni un recurso que pueda ser intentado bajo cualquier fundamentación de interés
subjetivo o mera  inconformidad con el acto de juzgamiento, sino una potestad
extraordinaria, excepcional y discrecional de esta Sala Constitucional para la
uniformación de criterios constitucionales, para preservar la garantía de la supremacía
y eficacia de las normas y principios constitucionales, que conlleva a la seguridad
jurídica.En el presente caso, la Sala estima que la situación planteada no se enmarca
dentro de la finalidad que persigue la solicitud de revisión en los términos expresados
en los fallos citados supra. En consecuencia, esta Sala desestima la revisión solicitada
de conformidad con el criterio antes expuesto -Vid. Sentencias de esta Sala Nros.
93/01, 325/05 y 260/01 casos: “Corpoturismo”, “Alcido Pedro Ferreira” y “Benítez
Bolívar”, respectivamente-. Así se decide.
 Máxima experiencia (Sentencia sala civilº 188 16/04/2015): Los máximos de
experiencia son las nociones o percepciones que poseen un número de personas y que
aplican para ciertas situaciones en un lugar determinado.Conforme a la doctrina de la
sala, los máximos de experiencia son conocimientos normativos que pertenecen a la
conciencia de un determinado grupo de personas, espacio o ambiente.El juez dejo de
observar una norma jurídica y esto perjudico.
 Principio derecho a la defensa (Sala Casa Civil º548 8/8/2017): En ese senti do, el
artí culo 49 de la Carta Políti ca, establece como garantí as
consti tucionales el debido proceso y el derecho a la defensa,
expresando que:“artí culo 49. (…) 1° La defensa y la asistencia jurídica
son derechos inviolables en todo estado y grado de la investi gación y
del proceso. Toda persona ti ene derecho a ser noti fi cada de los cargos
por los cuales se le investi ga, de acceder a las pruebas y de disponer
del ti empo y de los medios adecuados para ejercer su defensa… toda
persona declarada culpable ti ene derecho a recurrir del fallo…”.El
legislador ha querido que las reposiciones ocurran excepcionalmente,
esto es que la sola existencia de un vicio procesal no sea razón jurídica
sufi ciente para que la reposición sea procedente. A tales propósitos,
sólo se puede declarar la nulidad y consecuente reposición si se
cumplen los siguientes extremos:
1.  Que efecti vamente se haya producido el quebrantamiento
u omisión de formas sustanciales de los actos.
2.  Que la nulidad esté determinada por la Ley o se haya
dejado de cumplir en el acto alguna formalidad esencial a su
validez.
3.  Que el acto no haya logrado el fi n para el cual estaba
desti nado.
4.  Que la parte contra quien obre la falta no haya dado causa
a ella o que no lo haya consenti do tácita o expresamente a
menos que se trate de normas de  orden público . (artí culos
212, 213 y 214 del Código de Procedimiento Civil )
5.  Que se haya causado indefensión a la parte contra quien
obre el acto.
6.  Que se hayan agotado los recursos.
¿Cuándo existe indefensión en el proceso ?, la indefensión se caracteriza por
suponer una privación o limitación al derecho de defensa, con mengua al
derecho de desenvolverse en el ejercicio de sus facultades o recursos y, se
produce por actos concretos del tribunal; es una situación en la cual una
parte ti tular de derechos e intereses legíti mos, se ve imposibilitada para
ejercer los medios legales sufi cientes para su defensa, sin que haya limitantes
en su ejercicio, esta conculcación debe ser injusti fi cada, de manera que la
parte vea cerrada la posibilidad de impetrar la protección judicial de sus
derechos o intereses legíti mos, debiendo ser real, actual y efecti va en las
facultades de ejercicio de la parte. No puede ser una violación abstracta,
potencial, sino una situación concreta que le produzca un perjuicio, sin que le
sea equiparable cualquier expectati va de un peligro o riesgo, por ello se habla
de indefensión material.

 Principio de inconsti tucionalidad de la ley (Sentencia Sala Con º379


07/03/2007) Acción ejercida en sala constitucional por la desaplicación del articulo
667 literal G de la ley del trabajo debido a la inconstitucionalidad porque esta omite en
primer lugar la doble instancia, es decir la oportunidad del acusado de recurrir al fallo
ante un tribunal superior y violación de artículos de la constitución y de la Convención
Americana Sobre Derechos Humanos ¨Pacto San José de Costa Rica¨. Dentro de esta
violación que si bien deviene de un tribunal es llevada a cabo por el funcionario de la
inspectoría del trabajo y esto está fuera de sus deberes y competencias. Cabe destacar
que el principio que se aplica de la constitución es el de control difuso mediante el cual
se desaplica toda norma que vaya contraria a la constitución como norma
fundamental. La Sala Competente de dicho caso al notar la inconstitucionalidad del
artículo mencionado de la ley del trabajo lo desaplica e interpreta con carácter
vinculante para todos los tribunales de la república en gaceta oficial dejando así claro
que toda norma que vaya en contra de la constitución ha de ser nula.
 Principio Autoridad Judicial (Sala conº15 17/01/2016): Sentencia ejercida
debido a la violación del debido proceso que por su inobservancia en los artículos 23, y
49 de la constitución y violación del artículo 334 de la misma donde el juez debe
garantizar la integridad de la constitución. El juez en dicho caso no respeto el recurso
de apelación y se extralimito en su jurisdicción al no ser efectuada esta y omitir dicho
recurso yendo en contra del artículo 288 del CPC el cual establece una apelación en
sentencia definitiva de primera instancia salvo disposición especial en contrario. Limite
de apelación que no fue aplicado por el juez en dicho caso y que llevo a última
instancias el presente expuesto. Admitió erróneamente la apelación, el juez se
extralimito en sus funciones como tribunal superior al sentenciar sin haber sido
sentenciado dicho caso en primera instancia violentando el principio de doble
instancia, el juez de primera instancia no atendió los límites de la apelación, si bien el
principio de doble instancia no es garantía constitucional, si lo es el de tutela judicial
efectiva el cual posteriormente es violado al no ser tomado en cuenta el orden
procesal por el juez y su jurisdicción.
 Principio de especialidad (Sala Const. º247 06/05/2015): aplicación
falsamente como ya se ha declarado previamente dicho artí culo,
dejando de aplicar el artí culo 546 del Código de Procedimiento Civil
que por el principio de especialidad procedimental prevista en el
artí culo 22 ibidem, debió ser aplicado, ya que “ Es de perogrullo que la
ley especial priva sobre la general, donde la generalidad ti ene un
carácter secundario, dándosele preeminencia a la especialidad e
igualmente que la ley posterior ti ene preferente aplicación sobre
cualquier disposición anterior implícitamente derogada por la sucesiva.
El respeto por  el principio de especialidad del procedimiento, sobre
aquél ordinario o general, incluso dentro del mismo Código de
Procedimiento Civil ” (Vid. Sent. S.C.C N°114 de fecha 12 de marzo
2009, caso Calucci contra Iberia S.A.) lo que conlleva a concluir que la
sentencia impugnada incurrió en el vicio denunciado.De manera que
esta Sala declara con lugar la denuncia de infracción del artí culo 254
del Código de Procedimiento Civil, por falsa aplicación, y del artí culo
546 eiusdem por falta de aplicación, por ser procedente en derecho.
Así se decide.
 Poder discrecional del juez (I) (Sala Cons º658 18/10/2018): “[e]l Juez o
Tribunal puede o podrá”, se entiende que lo autoriza para obrar según su soberana
facultad de juzgamiento, consultando lo más equitativo o racional, en obsequio de la
justicia y de la imparcialidad, y por lo tanto, en materia contencioso administrativa,
corresponderá a los jueces de instancia establecer según su autónomo criterio de
juzgamiento la procedencia de la multa a que se refiere el artículo supra aquí
analizado.Ello así, es de resaltar que la valoración y apreciación de las pruebas
corresponde hacerla al juez de conformidad con las reglas de la sana crítica, debiendo
analizar y juzgar todas las probanzas que hayan sido promovidas y evacuadas en la
oportunidad legal prevista para ello, aun aquellas que, a su juicio, no aporten ningún
elemento de convicción sobre los hechos controvertidos en el proceso, de
conformidad con lo establecido en el artículo 509 del Código de Procedimiento Civil,
aplicable al procedimiento contencioso administrativo el hecho de que la valoración
que haga el juez sobre los medios probatorios para establecer sus conclusiones, se
aparte o no coincida con la posición de alguna de los sujetos procesales, puede
considerarse como un argumento suficiente por el que se cimiente la pretensión de
tutela constitucional, pues en la función autónoma de la valoración sobre el acervo
probatorio válidamente allegado al proceso los tribunales no están atados a lo que
aspiran las partes procesales lograr con la promoción de determinada probanza.
 Poder Discrecional del juez (II) Sala Civil º385 17/06/2014: Aunado a
ello, respecto a la obligación del juez y la verifi cación de la verdad en
los juicios de interdicción, cuando el artí culo 733 del Código de
Procedimiento Civil señala que, “…nombrará por lo menos dos
facultati vos para que examinen al notado de demencia…”, pone en
cabeza del juez el control del cumplimiento de la prueba. Ya no es una
experti cia que las partes promueven, sino que la ley le exige al Juez y,
por tanto, es responsabilidad exclusiva de éste que tal evaluación del
notado de demencia se evacue conforme a la ley.Ahora bien, se
observa que el juez de la recurrida pudo a través de su accionar
verifi car los hechos plasmados en las actas procesales, al existi r
fuertes indicios marcados de que la promovida en interdicción
ciudadana Ondina Colmenares Oropeza, se encuentra incapacitada para
defender sus derechos e intereses incluso para cuidar de su salud e
higiene personal como ya lo hemos señalado, pues, así se verifi ca del
examen médico psiquiátrico practi cado para tal fi n que, aunque sólo se
encuentra suscrito por una de las médicas designadas, de él se
desprende una presunción que, en atención a los artí culos 733 y 734
del Código de Procedimiento Civil, debió tomar en cuenta para ordenar
que otro facultati vo la examinara y no declarar improcedente la
interdicción.Debió adverti r la recurrida, que tal situación, es decir, la
falta de fi rma de una de las médicas en el informe médico psiquiátrico,
generaba la necesidad de ordenar que se practi cara el examen médico
faltante, uti lizando las facultades que le otorga los artí culos 514 que
trata de los actos para mejor proveer y/o en el segundo aparte del 734
euisdem, que lo autoriza para que en “…cualquier estado del proceso el
juez podrá admiti r y aun acordar de ofi cio la evacuación de cualquiera
otra prueba, cuando considere que puede contribuir a precisar la
verdadera condición del indiciado de demencia… ”. Y sólo después de
evacuada la experti cia omiti da, pasar a dictar la decisión de
mérito.Esta facultad que le otorga el Código de Procedimiento Civil, en
estos dos últi mos artí culos nombrados, cuando le indica “podrá” debe
entenderse como un deber que ti ene para la búsqueda de la verdad, ya
que, no ti ene senti do que otorgándole la ley esas potestades no haga
uso de ellas para hacer justi cia, como bien lo señala el maestro Sentí s
Melendo, “… la cuesti ón del senti do de esa palabra “podrá”. Debemos
insisti r en que las facultades que el juez ti ene en el proceso, son
deberes para él; no ti ene senti do que el juez pueda esclarecer la
verdad; el juez debe esclarecerla…”.  (Santi ago Sentí s Melendo, El
Proceso Civil, Editorial Ejea, Buenos Aires, 1957.).Estas potestades le
son otorgadas a los jueces para que haciendo uso de ellas, administre
la tutela judicial efecti va, que contempla, entre otras cosas, el derecho
a acceder al órgano judicial para obtener un pronunciamiento oportuno
y efi caz; por tanto, se erige como un derecho consti tucional que nació
para hacer frente a la injusti cia, y que está ínti mamente relacionado
con la garantí a de la seguridad jurídica que esencialmente protege la
dignidad humana y el respeto de los derechos personales y
patrimoniales, individuales y colecti vos , por lo que, al no hacer uso de
esos medios para decidir, el juez de la recurrida violentó los preceptos
consti tucionales de los artí culos 26 y 257 de la Consti tución de la
República Bolivariana de Venezuela, ya que, el primero, garanti za que
la justi cia sea expedita, sin dilaciones indebidas y sin formalismos o
reposiciones inúti les, principios éstos que exigen que las insti tuciones
procesales sean interpretadas en armonía con este texto consti tucional
y, el segundo, que el proceso consti tuye un instrumento fundamental
para la realización de la justi cia.
 Principio de Escritura (Sanción por reincidencia I) SALA CONS º1581
21/10/2008:
Esta Sala no puede dejar pasar por alto el hecho de que el escrito presentado por la
ciudadana Yelitza Maigualida González Da Rattia, quien fue asistida por el abogado
Eduardo Robles, adolece de graves deficiencias gramaticales; especialmente, de orden
ortográfico, las cuales denotan un serio descuido por parte del prenombrado
profesional del derecho al suscribir dicho escrito. En efecto, una lectura al escrito en
mención ha permitido advertir errores –varios de ellos, francamente elementales-
tales como la omisión de acentos ortográficos y palabras mal escritas. Enconsecuencia,
esta Sala, a objeto de corregirconductasprofesionales como la descrita respecto de
quienescomparecen a estrados, exhorta al abogado Eduardo Robles, para que,
enloadelante, actúe, al suscribirun escrito, acorde com lãs exigências formales y
materiales que sonpropias de La profesión de abogado, exigencias que, en concepto
de esta Máxima Instancia Constitucional, no son meras formalidades
 Principio de escritura (Sanción por reincidencia II) (Sala consº 261
14/03/2018): Previo a cualquier tipo de consideración, esta Sala observa que la
sentencia número 862 objeto de la presente solicitud de aclaratoria, publicada el 27 de
octubre de 2017, estableció respecto a la falta de cualidad del abogado Leonardo Parra
Bustamante para actuar en el proceso de amparo constitucional de autos, lo siguiente:

… en virtud de la falta de comparecencia personal del ciudadano Luis Alfredo


Corona Maco, ante el órgano judicial, el profesional del derecho Leonardo Parra
Bustamante no ha sido designado en el cargo de defensor privado y mucho
menos juramentado. En atención a lo cual, el mencionado abogado carece de la
cualidad para representar al accionante, pues la norma adjetiva penal no
establece la figura de “poder penal”, ya que la vertiente del derecho a la
defensa, denominada por la doctrina “defensa técnica” es canalizada por el
defensor, ya sea este público o privado, quien debe ser designado
personalmente por el encausado en los términos expuestos, lo cual se omitió en
el caso planteado; máxime cuando se aprecia dentro de los alegatos contenidos
en el escrito libelar, que las conductas atribuidas al Juzgado Trigésimo Tercero
(33°) de Primera Instancia en Funciones de Control del Circuito Judicial Penal del
Área Metropolitana de Caracas y a la Fiscalía Décimo Octava (18ª) del Ministerio
Público a Nivel Nacional con Competencia en materia de Propiedad Intelectual,
impiden al ciudadano Luís Alfredo Corona Maco el ejercicio de su derecho a la
defensa, al no permitírsele actuar en el proceso penal que se le sigue, por
intermedio del abogado a quien desea designar como su defensor, lo que lleva a
la conclusión, de que los hechos objeto del amparo inciden en la esfera de
derechos del mencionado accionante.
Es por ello, que al no estar revestido el profesional del derecho Leonardo Parra
Bustamante de la cualidad de defensor privado, no posee facultades para
representar al accionante, de manera que la Sala Sexta (6ª) de la Corte de
Apelaciones del Circuito Judicial Penal del Área Metropolitana de Caracas erró al
declarar improcedente in liminelitis el amparo constitucional interpuesto, pues,
por tal motivo, la solicitud de tutela constitucional interpuesta es inadmisible, de
conformidad a lo establecido por esta Sala en la sentencia N° 2.177/2002, del 12
de septiembre (caso: Ipraplastics, S.A. e Iplón de Venezuela C.A.).
 
De esta manera, resulta evidente, así como estableció la decisión judicial parcialmente

transcrita objeto de aclaratoria, que el profesional del derecho Leonardo Parra Bustamante

carece de la debida representación del ciudadano Luis Alfredo Corona Maco en el presente

proceso, razón por la cual, la solicitud de aclaratoria en cuestión deviene igualmente en

inadmisible por falta de cualidad del profesional del derecho que la formuló. Así se declara.

Aunado a las anteriores consideraciones, no puede la Sala dejar de advertir el

lenguaje soez e irrespetuoso empleado por el abogado Leonardo Parra Bustamante en el

escrito de solicitud de aclaratoria, atentando contra la majestuosidad de los Magistrados

que integran la Sala Constitucional de este Alto Tribunal.


 

Adicionalmente, el solicitante de la aclaratoria de manera ofensiva  indicó que la “La

premisa que antecede es la razón en derecho, en virtud de la decisión emitida por esta Sala

Constitucional, con Ponencia de la Magistrada Dra. Carmen Zuleta de Merchán, sin que ello

pueda ser catalogado como vilipendio, debo manifestarle que creo en un estado de

derecho, me horrorizo de la decisión in comento, por su ilógica reflexión (…), [a]l negarle a mi

mandante el acceso a la justicia, por una formalidad no prevista, es una lesión a los derechos

humanos” (resaltado del presente fallo); expresiones éstas por demás ilógicas e incoherentes,

ajenas a la presente litis y desasidas completamente de algún sustento de hecho, de derecho y

probatorio, devienen irreversiblemente en menciones irrespetuosas, ofensivas, oscuras,

confusas e ininteligibles en contra de operarios del Poder Judicial, que hacen imposible la

tramitación de la solicitud que se plantea.

Del mismo modo, debe insistir esta Sala, tal como lo ha hecho en anteriores ocasiones

(vid. número 336/2016 del 2 de mayo; caso: Otoniel Pautt Andrade), sobre el deber inexorable

asignado a los abogados de la República Bolivariana de Venezuela, de desplegar ante los

órganos integrantes del Poder Judicial, y muy especialmente ante el Tribunal Supremo de

Justicia, una conducta profesional y respetuosa, excluyendo la posibilidad de realizar actos o

comunicarse en forma que atente contra la majestad de los órganos judiciales.

Siendo ello así, esta Sala le reitera al abogado Leonardo Parra Bustamante que, como

profesional del Derecho, tiene el deber de dirigirse de manera respetuosa a los Magistrados de

este Alto Tribunal, tal como lo establece el artículo 171 del Código de Procedimiento Civil, cuyo

texto dispone:
 
Artículo 171. Las partes y sus apoderados deberán abstenerse de emplear en sus
diligencias y escritos expresiones o conceptos injuriosos o indecentes. El Juez
ordenará testar tales conceptos si no se hubiesen notado antes, apercibiendo a la
parte o al apoderado infractor, para que se abstenga en lo sucesivo de repetir la
falta, con una multa de dos mil bolívares por cada caso de reincidencia.
 

Cabe agregar que, en resguardo del ejercicio de la función judicial y el respeto que a

ella debe brindarse, la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia estableció en su artículo

121, lo siguiente:
 
Artículo 121. Las Salas del Tribunal Supremo de Justicia sancionarán con multa de
hasta cien unidades tributarias (100 U.T.) a quienes irrespeten, ofendan o
perturben con sus actuaciones al Poder Judicial, al Tribunal Supremo de Justicia a
sus órganos o funcionarios o funcionarias; o a quienes hagan uso abusivo de
recursos o acciones judiciales; igualmente, sancionarán a las partes que falten el
respeto al orden debido en los actos que realicen, o que incumplan,
desobedezcan o desacaten las decisiones, acuerdos u órdenes judiciales o llamen
públicamente a ello.
 
La multa se pagará ante cualquier entidad bancaria receptora de fondos públicos
nacionales dentro de los treinta días continuos siguientes a la notificación de la
decisión que imponga la sanción o decisión que resuelva el reclamo conforme a lo
que se establece en el artículo 125 de esta Ley. La constancia de haberse
efectuado el pago será consignada a los autos dentro de los cinco días hábiles
siguientes al vencimiento del plazo para el pago.
 
Si el sancionado o sancionada no pagare la multa en el lapso establecido, la
sanción podrá aumentarse entre un tercio y la mitad del total de la multa.
 

De tal manera, que al encontrarse enmarcada dentro del supuesto establecido en el

encabezado del artículo 121 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia, transcrito

anteriormente, la conducta injuriosa dirigida a irrespetar la investidura de los Magistrados que

integran el máximo y último intérprete de la constitucionalidad desplegada por quien

formulara la solicitud de aclaratoria, se sanciona al abogado Leonardo Parra Bustamante, con

multa de cien Unidades Tributarias (100 U.T.), que constituye el límite máximo de la sanción

prevista, con fundamento en la gravedad de las ofensas proferidas. Y así se declara.

En virtud de lo anteriormente declarado, se ordena al mencionado abogado pagar la

multa impuesta en cualquier oficina receptora de fondos públicos nacionales. A tal efecto se le

confiere un plazo de cinco (5) días de despacho siguientes a la notificación de la presente

decisión, para que cumpla con el pago. Se advierte al sancionado, de que el incumplimiento
del pago de la multa en el lapso establecido, tal sanción podrá aumentarse entre un tercio y la

mitad del total de la multa.

Con la finalidad de velar por la correcta ejecución de la sanción impuesta, el

mencionado ciudadano deberá acreditar ante esta Sala el pago de la multa ordenado, y la

Secretaría de la Sala verificará dicho pago si el referido abogado presenta cualquier escrito,

acción o diligencia ante esta Sala Constitucional.

Por último, se ordena oficiar al Tribunal Disciplinario del Colegio de Abogados de

adscripción del profesional del derecho ya identificado, sobre la sanción impuesta en la

presente decisión.

 Rechazo de escritos (III) Rechazo de escritos Sala consº 449 16/07/2013:


Ahora bien, en relación con el caso de autos, la Sala observa que el abogado actuante, Antonio
José González Mejía, el 29 de noviembre de 2012, consignó ante esta Sala un escrito
en términos irrespetuosos a los integrantes del Poder Judicial, descalificando la labor
ejecutada por esta Sala. A tal efecto, se evidencia que el mencionado abogado sin mayor
análisis jurídico, señaló despectivamente “…que no pued[e] ni dese[a] disimular la aberrante y
nada aceptable situación generada por la Magistrada que ostenta la actual ponencia…”,
debido a que no le ha sido admitida o inadmitida, la acción propuesta, así como que “… la Sala
que tiene la sublime y admirable gestión de resolver los conflictos suscitados por otros órganos
del Poder Público (dentro de su competencia) se consigue que sea ella (la Sala) quien diseña no
la solución sino el problema. Toda una paradoja…”.   
En relación a ello, considera esta Sala citar el contenido de la sentencia n.°
93/2003 (caso: José Manuel Ballaben), en la cual señaló: 
 
“…[E]l accionante ha incurrido en el escrito libelar (ver -entre otros- folios 7,
17, 19, 20, 21, 22, 23, 24, 41, 44 y 52), en irrespeto a la majestad del Poder
Judicial, al señalar -entre otras frases ofensivas- que los Magistrados que
suscribieron el fallo accionado lo hicieron con “...premeditada parcialidad...” y
que dicho fallo constituye una “aberración jurídica”.
Al respecto, esta Sala estima conveniente ratificar, en esta oportunidad, lo
sostenido en sentencia del 5 de junio de 2001, recaída en el caso Marielba
Barboza, en la cual se señaló: ‘...que constituye un deber de todo abogado
mantener frente a los órganos que conforman el Poder Judicial una actitud
respetuosa, debiendo abstenerse de realizar cualquier acto o utilizar
expresiones contrarias a la majestad de la justicia, conforme lo exige el
artículo 47 del Código de Ética Profesional del Abogado, en concordancia con
lo previsto en el artículo 17 del Código de Procedimiento Civil’.
Siendo que los conceptos emitidos por el accionante respecto a la decisión
accionada, sobre el Magistrado ponente de la misma y de los Magistrados de
la Sala que la suscribieron, son ofensivos e irrespetuosos, esta Sala tal y como
lo ha decidido en otras oportunidades (v. sentencia Nº 1815 del 5 de agosto de
2002, caso Rubén Darío Guerra), declara inadmisible la solicitud en cuestión
conforme lo dispone el artículo 84.6 de la Ley Orgánica de la Corte Suprema de
Justicia, aplicable al amparo de acuerdo a lo establecido en el artículo 48 de la
Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales; acción
de amparo que por demás resulta inadmisible a tenor de lo previsto en el
artículo 6.6 de la Ley que rige la materia. Así se decide.
Debe advertir la Sala, en un sentido general, que si bien es cierto que el
numeral 6 del citado artículo 84, como causal de inadmisión de demandas o
solicitudes, reza: ‘Si contiene conceptos ofensivos o irrespetuosos...’, lo que
concretiza la falta a los escritos de demanda o solicitudes, no es menos cierto
que existe un fraude a la ley cuando la ofensa o el irrespeto no se efectúa en el
escrito, pero si fuera de él, como ocurre en declaraciones públicas, motivo por
el cual la Sala, considera que tales declaraciones anteriores, coetáneas o
posteriores a la introducción del escrito hacen inadmisibles las mismas, y así se
declara…”.
 
En abundamiento de lo expresado, ratificando la doctrina recogida en el
precedente arriba citado, en fallo n.° 1090/2003 (caso: José Benigno Rojas) esta Sala
Constitucional advirtió:
 
“…Existe una nueva tendencia entre los abogados que no resultan favorecidos
en sus pretensiones y pedimentos, algunas de las cuales resumen ignorancia,
en acudir a la prensa a expresar opiniones contra el Tribunal que no los
satisfizo, usando un lenguaje irrespetuoso, lleno de denuestos.
Normalmente tales descalificaciones no van acompañadas de razonamiento
jurídico alguno, y se encuentran plagadas de lugares comunes, y con ello se
pretende que sea el público en general, que no está formado por profesionales
del derecho, con estudios universitarios en la materia, y que no conoce los
autos, quienes se formen una opinión, que no pueden formarse por el
desconocimiento de la materia. Por ello el artículo 9 del Código de Ética
Profesional del Abogado Venezolano, exige que los comentarios de los
abogados -que deben tener lugar una vez concluido el proceso- serán
exclusivamente científicos y realizados en publicaciones profesionales.
La señalada actitud, contraria al artículo 9 del Código de Ética Profesional del
Abogado Venezolano debe ser analizada por esta Sala, ya que, en la vigente
Constitución (artículo 253) el abogado en ejercicio es parte del sistema de
justicia y como tal, tiene el deber de lealtad no solo hacia su contraparte, sino
ante las cabezas de dicho sistema, cuales son el Tribunal Supremo de Justicia y
los demás tribunales que determine la ley.
El deber de lealtad recogido en el artículo 17 del Código de Procedimiento Civil,
se refleja en varias disposiciones, como la del artículo 84.6 de la Ley Orgánica
de la Corte Suprema de Justicia, que permite desechar demandas o solicitudes
que se intenten ante la Corte (hoy Tribunal Supremo) que contengan conceptos
irrespetuosos u ofensivos, los cuales pueden ser contra las Salas del Tribunal o
sus componentes. Esa inadmisión de escritos, la ha aplicado la Sala, a
actuaciones de abogados, que si bien en sus escritos en autos no irrespetan ni
ofenden, en declaraciones públicas sobre el caso lo hacen, y estas
declaraciones las ha asimilado la Sala, a ofensas e irrespetos como si
constaran en autos.
[…]
Los señalamientos públicos contra los tribunales, en procesos en cursos, donde
se descalifica al tribunal o al juez, o se les trata de exponer al desprecio
público, son interferencias ‘de cualquier naturaleza u origen en el ejercicio de
sus funciones’ ante las cuales, conforme al artículo 5 de la Ley Orgánica del
Poder Judicial, el Tribunal Supremo debe dictar las medidas necesarias para
hacer cesar inmediatamente la interferencia, en protección de los jueces. Si
ello puede hacerlo en beneficio de los jueces, con mucha mayor razón podrán
hacerlo sus Salas en beneficio propio.
Dentro de estas medidas que deben tener sustento legal, está la del rechazo a
los escritos, o a las actuaciones en el proceso oral, de los abogados que
interfieren; o las prohibiciones del artículo 83 del Código de Procedimiento
Civil.
[…]
En consecuencia, desde esta fecha, la Sala en sentido general, aplicará este
correctivo a los litigantes que pública o privadamente en estrados, ofendan o
irrespeten la majestad de la justicia, a quienes ellos deben lealtad y
colaboración -si son abogados en ejercicio- como miembros del sistema
judicial…”.
 
En este sentido, debe recordarse lo dispuesto en el artículo 133.5 de la Ley
Orgánica que rige las funciones de este Máximo Tribunal, conforme el cual:
“Se declarará inadmisible la demanda (…) Cuando contenga conceptos
ofensivos o irrespetuosos”.
 
Asimismo, en resguardo del ejercicio de la función judicial y el respeto que a
ella debe brindarse, la Sala Plena de este Tribunal Supremo de Justicia, el 16 de julio de 2003,
acordó dictar las siguientes medidas, en aras de garantizar la transparencia de los procesos y el
ejercicio independiente de tal función:
“PRIMERO: De conformidad con lo dispuesto en el artículo 171 de la Ley
Orgánica de la Corte Suprema de Justicia, a partir de la publicación del
presente Acuerdo, las Salas del Tribunal Supremo de Justicia y demás
tribunales del país podrán rechazar cualquier demanda o solicitud que
contenga conceptos irrespetuosos u ofensivos a su majestad y la de sus
integrantes, así como inadmitir escritos que si bien no irrespeten u
ofendan, tales agravios se comprueben con declaraciones públicas
hechas por las partes, sus abogados apoderados o asistentes, sobre el
caso.
SEGUNDO: En caso de expresiones ofensivas en el recinto del Tribunal
Supremo de Justicia y demás tribunales del país, se autoriza a los
Alguaciles para que desalojen a cualquier persona agente de los mismos,
para lo que podrán recurrir al empleo de la fuerza pública, si fuere
necesario; asimismo se ordena a las secretarías de las Salas o tribunales
levanten un registro que recoja la identificación del emitente de las
expresiones ofensivas contra la majestad de la justicia o irrespeten a los
jueces o magistrados.
TERCERO: De conformidad con lo establecido en el artículo 17 del Código de
Procedimiento Civil, los Magistrados o Jueces podrán, en caso de que se
concreten las interferencias u ofensas que fueron señaladas en los puntos
anteriores, solicitar ante los organismos correspondientes, la apertura de los
procedimientos civiles, penales, administrativos o disciplinarios a que hubiere
lugar, y declarar excluidos del respectivo juicio al responsable de los hechos, si
fuere abogado”. (Negrillas y subrayado de esta Sala).
 
Es así, que esta Sala insiste, como otras veces lo ha hecho (Vid. Decisiones
ros
n.   93/2003, 1.090/2003 y 1.109/2006), que es un deber inexorable de todo abogado
mantener frente a los órganos que conforman el Poder Judicial una actitud respetuosa,
debiendo abstenerse de realizar cualquier acto o utilizar expresiones contrarias a la majestad
del Poder Judicial y mantener el decoro en sus peticiones.
Siendo que los conceptos emitidos por el abogado Antonio José González
Mejía respecto del estudio que se realiza del recurso propuesto, son ofensivos e irrespetuosos,
en agravio de la función jurisdiccional que realiza este órgano de Administración de Justicia, de
conformidad con lo establecido en el artículo 133.5 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de
Justicia, debe la Sala declarar inadmisible el recurso de nulidad interpuesto. Así se decide.
Finalmente, visto que el respeto y el decoro son valores fundamentales en la
administración de justicia, y al efecto, la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia, en su
artículo 121 establece: 
“…Artículo 121: Las Salas del Tribunal Supremo de Justicia sancionarán con
multa de hasta cien unidades tributarias (100 U.T.) a quienes irrespeten,
ofendan o perturben con sus actuaciones al Poder Judicial, al Tribunal Supremo
de Justicia, a sus órganos o funcionarios o funcionarias; o a quienes hagan uso
abusivo de recursos o acciones judiciales; igualmente, sancionarán a las partes
que falten el respeto al orden debido en los actos que realicen, o que
incumplan, desobedezcan o desacaten las decisiones, acuerdos u órdenes
judiciales o llamen públicamente a ello...”.

Esta Sala acorde con lo dispuesto en el artículo 121 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de
Justicia, sanciona al abogado Antonio José González Mejía, con multa decincuenta unidades
tributarias (50 U.T.), como término medio, por el irrespeto del accionante hacia la investidura
de los Magistrados de esta Sala.
Conforme lo preceptúa el citado artículo 121 eiusdem, la multa se pagará ante cualquier
entidad bancaria receptora de fondos públicos nacionales dentro de los treinta (30) días
continuos siguientes a la notificación de la presente decisión que imponga la sanción o de la
decisión que resuelva el reclamo conforme a lo establecido en el artículo 125 de la Ley
Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia. La constancia de haberse efectuado el pago será
consignada a los autos dentro de los cinco (5) días hábiles siguientes al vencimiento del plazo
para el pago. 
Es de advertir que si el sancionado no pagare la multa en el lapso establecido, la sanción podrá
aumentarse entre un tercio y la mitad del total de la multa. Así se decide

 Reconstruccion de expedientes (Sala Civilº 509 09/08/2016)

“…en cuanto al extravío y reconstrucción de expedientes, la Sala ha


indicado lo que se transcribe a conti nuación:
“...se esti ma oportuno realizar algunas consideraciones en cuanto a
ciertos lineamientos que deberán seguir los jueces cuando en lo
sucesivo les ocurran este ti po de situaciones irregulares en las cuales
se extravíe un expediente.
En este orden de ideas, una vez verifi cada por parte del tribunal la
pérdida del expediente, el juez debe ordenar con apremio la
reconstrucción del mismo, a tales fi nes el secretario expedirá
certi fi cación de los asientos del libro Diario (sic) llevado al respecto
por el tribunal, por esto es indispensable que tales asientos a pesar
de ser breves, deben abarcar lo más detallado posible el contenido
de la actuación que se trate, pues de ello depende que
posteriormente se puedan verifi car con exacti tud cómputos, lapsos
procesales y demás actuaciones.
Igualmente se hace necesario noti fi car lo antes posible a las partes,
quienes podrán parti cipar en dicha reconstrucción consignando las
copias que pudieran estar en su poder. También debe noti fi carse al
Fiscal del Ministerio Público de la Circunscripción Judicial donde se
encuentre la sede del tribunal a los fi nes de la averiguación
perti nente.
En el caso que el expediente se extravíe en la Alzada (sic), el juez
superior deberá realizar todo lo anterior y, además , solicitar al
tribunal de la causa dicha certi fi cación de las actuaciones cumplidas
en la primera instancia...”.  (Sent.25/2/04, caso:  Juan Manuel
Velásquez Poturo, contra José YilbertCourbenas y Ana de Courbenas).
(Negritas de la Sala).
Conforme al criterio establecido por la Sala, en el caso de que ocurra el
extravío de un expediente, el órgano jurisdiccional en el que se produjo
tal irregularidad debe acordar su reconstrucción inmediata, con los
siguientes lineamientos:
1.- Noti fi car a las partes para que parti cipen en  dicha reconstrucción
consignando las copias que pudieran estar en su poder.
2.- Noti fi car al Ministerio Público para que inicie las averiguaciones a
que hubiere lugar.
3.- Expedir copia certi fi cada de los asientos del libro diario relacionados
con las actuaciones del expediente extraviado.
4.- Debe ser dictado un pronunciamiento declarando reconstruido el
expediente.
Además, establece la citada decisión que si el expediente se extravía en
una instancia superior deben realizarse las actuaciones descritas
precedentemente; y adicionalmente, debe requerir del tribunal de
inferior instancia copia certi fi cada de las actuaciones asentadas en el
libro diario, que guardan relación con el expediente extraviado…”.
(Negrillas del texto)…”.
Esta Sala ha establecido según criterio que se reitera, cuál debe ser el
proceder de los jueces cuando se verifi que el extravío de un expediente,
es decir, las formalidades necesarias que deben adoptar a fi n de que se
cumpla con su debida reconstrucción.
Al respecto se ha dispuesto que una vez verifi cada la pérdida o extravío
de un expediente, los jueces deben ordenar inmediatamente la
reconstrucción del mismo. En tal senti do, el secretario deberá expedir
una certi fi cación del libro diario llevado por el tribunal, haciéndose
énfasis en la importancia de de que tales asientos a pesar de ser breves,
deben ser precisos en cuanto al detalle de la actuación realizada, pues
de ello dependerá que pueda constatarse con exacti tud y certeza
cómputos, lapsos procesales y demás actuaciones acontecidas en el
expediente extraviado o perdido.Asimismo se debe necesariamente
noti fi car a las partes a fi n de que estas puedan parti cipar en tal
reconstrucción, consignando las copias que pudieran tener en su poder;
siendo necesario de igual forma la noti fi cación del Ministerio Público de
la Circunscripción Judicial  donde se encuentre la sede del tribunal a los
fi nes de la averiguación a que haya lugar.

En el caso que la pérdida o extravío del expediente ocurra en el

tribunal de alzada, el juez deberá, además de cumplir con lo antes descrito,

solicitar al tribunal de la causa la certi fi cación de las actuaciones cumplidas

en primera instancia. Y por últi mo dictar un pronunciamiento donde deje

constancia que el expediente ha quedado reconstruido.

 Principio única citación: (Sala consº503 30/06/2016)

Ahora bien, respecto a la estadía a derecho de las partes, la Sala ha sostenido lo

siguiente:
 
(...) la estadía a derecho de las partes, consagrada en el artículo 26 del Código de
Procedimiento Civil, es un principio que rige el derecho procesal venezolano en
general. El mismo se formula, en que practicada la citación para la contestación
de la demanda, o citación inicial, en otros procesos diferentes al juicio ordinario
civil, no habrá necesidad de nueva citación a las partes para ningún otro acto del
juicio, a menos que resulte lo contrario de alguna disposición especial de la ley,
como ocurre -por ejemplo- en materia de posiciones juradas o de juramento
decisorio (artículos 416 y 423 del Código de Procedimiento Civil).
Consecuencia del principio es, que después de la citación inicial, salvo las
excepciones, no es necesario citar a las partes para que concurran a ciertos actos,
trasladarles copias de las actuaciones para que las conozcan, ni hacerles saber la
ocurrencia de actuaciones procesales del tribunal o de las partes. Debido al
principio de que las partes están a derecho, las citaciones (órdenes de
comparecencia) y las notificaciones (comunicación de noticia sobre la causa), se
hacen innecesarias.
Entre las excepciones al principio, en materia de notificaciones, se encuentran al
menos dos: una es de creación jurisprudencial y es producto del respeto al
derecho de defensa de las partes; y la otra, responde a la ruptura a la estadía a
derecho, y consiste en hacer saber a las partes la reanudación del juicio.
La primera tiene lugar cuando un nuevo juez se aboca al conocimiento de la
causa. La jurisprudencia emanada de la Casación Civil, consideró que para evitar
sorpresas a las partes, el nuevo juez debía notificarlos que iba a conocer,
independientemente que el proceso se encontrara o no paralizado. Esta
notificación garantizaba a las partes, el poder recusar al juez, o el solicitar que se
constituyera el tribunal con asociados, preservándosele así ambos derechos a los
litigantes.
(...)
La segunda notificación obligatoria, tiene lugar cuando la causa se encuentra
paralizada, y por lo tanto la estadía a derecho de las partes quedó rota por la
inactividad de todos los sujetos procesales. La paralización ocurre cuando el ritmo
automático del proceso se detiene al no cumplirse en las oportunidades
procesales las actividades que debían realizarse bien por las partes o por el
tribunal, quedando la causa en un marasmo, ya que la siguiente actuación se hace
indefinida en el tiempo. Entonces, hay que reconstituir a derecho a las partes,
para que el proceso continúe a partir de lo que fue la última actuación cumplida
por las partes o por el tribunal, y tal reconstitución a derecho se logra mediante la
notificación prevenida en el artículo 14 del Código de Procedimiento Civil si la
causa aún no ha sido sentenciada en la instancia, o por el artículo 251 ejusdem
(sic), si es que se sentenció fuera del lapso. Tal notificación se hará siguiendo lo
pautado en el artículo 233 del Código de Procedimiento Civil”. (Vid. Sentencias de
esta Sala, n.° 431 del 19 de mayo de 2000, caso: Proyectos Inverdoco, C.A. y n.°
1104 del 6 de junio de 2007, caso: José Emilio Giménez Mendía).
 
Por ello, mal pueden afirmar las apoderadas judiciales del ciudadano Erasmo
Quiñones, que la Corte Primera de lo Contencioso Administrativo violó doctrina de esta Sala
Constitucional en relación de la estadía a derecho de las partes, por cuanto, en su decir, no se
encontraban a derecho, cuando de sus propias afirmaciones indicaron que fueron diligentes al
haber consignado el respectivo escrito de fundamentación de la apelación el día 8 de mayo de
2013 “a escasos dos días después de la fecha de vencimiento del lapso para la referida
fundamentación contado desde el día 08/04/2013 ya referido, dentro del cual tampoco se
tomó en cuenta los graves disturbios que se presentaron en el país, especialmente en Caracas
y Valencia, con ocasión de las elecciones del 14/04/2013, que hacían riesgoso y difícil el
traslado hasta la sede del Tribunal, lo cual hizo presumir que durante esos días no hubo
despacho y de ahí el cálculo bastante aproximado al interponer la fundamentación”.
De igual manera se observa, que al contrario de lo afirmado por las apoderadas
judiciales del ciudadano Erasmo Antonio Quiñones Castillo, la causa no se encontró paralizada,
y por ende la estadía a derecho de las partes en ningún momento quedó rota por inactividad
del los órganos jurisdiccionales intervinientes.   
Asimismo, considera esta Sala que la Corte Primera de lo Contencioso Administrativo, ni
violó garantía alguna, sino por el contrario con la presente solicitud lo que se advierte es la
disconformidad del ciudadano Erasmo Antonio Quiñones Castillo con la sentencia sometida a
revisión, lo cual no es suficiente para que proceda el mecanismo extraordinario de la revisión
constitucional.
De manera que, la situación planteada no se enmarca dentro de la finalidad que
persigue la solicitud de revisión, ya que la decisión sometida a su consideración no contradice
sentencia alguna proferida por esta Sala, ni quebranta preceptos o principios contenidos en
nuestra Carta Magna, toda vez que en el caso de autos no se evidencia que exista un grotesco
error de interpretación de la norma constitucional que permita definir que se sostuvo un
criterio contrario a la jurisprudencia previamente establecida por esta Sala, por lo que se
considera que la solicitud de revisión interpuesta no contribuiría a la uniformidad de la
interpretación de las normas y principios constitucionales.
Ello así, se observa a lo largo de todo el escrito contentivo de la solicitud de revisión, que
la intención de las apoderadas judiciales del ciudadano Erasmo Antonio Quiñones Castillo, no
es otra que manifestar su disconformidad con la decisión objeto de revisión, utilizando este
medio como un recurso ordinario en el cual se esgrimen medios de defensa ante supuestas
vulneraciones, pretendiendo con ello una instancia adicional de revisión sobre el mérito del
asunto debatido, desvirtuando así la finalidad de este medio extraordinario y excepcional, que
de forma alguna puede ser utilizado para denunciar los posibles errores de juzgamientos en
que incurran los jueces.
Siendo así, se desestima la revisión solicitada, reiterando que la revisión constitucional
no constituye una tercera instancia, ni una vía para que las partes obtengan una decisión
utilizando esta Sala como una alzada de las instancias denunciadas.
En consecuencia, visto que no se encuentran presentes ninguno de los supuestos para
que proceda la revisión constitucional, esta Sala declara no ha lugar la presente solicitud de
revisión. Así se decide.

 CARENCIA DE ACCION (TEMA 4) Sentencia sala consº 77 25/02/2013

Esta Sala observa que de las actas que conforman el expediente, se verifica que desde la
interposición del escrito el 10 de noviembre de 2010, por el abogado Norberto García, ya
identificado, mediante el cual consignó poder que acredita la representación de los
ciudadanos Roberto Enrique Casanova Morillo, Ender Alfaro Romero Valdeblanquez,
Margaret Ana Dumitro Barreto, Milagros de Jesús Riera de López, Helimenas Segundo
Espina Nava, Luis Felipe Gutiérrez Durán, Claudio José Suárez Moncada, Abiel Dario
Principal Pérez y Anibal Portillo, titulares de las cédulas de identidad nros. 6.964.018,
17.738.536, 9.001.518, 5.061.881, 3.383.808, 9.654.506, 9,749.545, 4.144.693 y 9.710.198,
respectivamente, y solicitó pronunciamiento en la presente causa, ha existido una total
inactividad, sin que efectivamente haya realizado acto alguno en el proceso que
demostrara su interés en la tramitación y decisión del presente recurso, situación que
evidencia la ausencia de actividad procesal por más de un año.Lo anterior demuestra que
no existe interés en que se produzca decisión sobre lo que fue solicitado. El interés que
manifestó la parte demandante cuando acudió a los órganos del Estado, debió mantenerse
a lo largo del proceso que inició, porque constituye un requisito del derecho de acción y su
ausencia acarrea el decaimiento de la misma.El derecho al acceso a los órganos de
administración de justicia, previsto en el artículo 26 de la Constitución, se ejerce mediante
la acción cuyo ejercicio se concreta con la proposición de la demanda y la realización de los
actos necesarios para el impulso del proceso. El requisito del interés procesal como
elemento de la acción deviene de la esfera del derecho individual que ostenta el
solicitante, que le permite la elevación de la infracción constitucional o legal ante los
órganos de administración de justicia (Vid. Sentencia de esta Sala n°. 416/2009).

 
El interés procesal surge de la necesidad que tiene un particular, por una circunstancia
o situación real en que se encuentra, de que a través de la Administración de Justicia, el Estado
le reconozca un derecho y se le evite un daño injusto, personal o colectivo (Vid. Sentencia de
esta Sala n°. 686/2002).
 
El interés procesal ha de manifestarse en la demanda o solicitud y ha de mantenerse a
lo largo del proceso, ya que la pérdida del interés procesal se traduce en el decaimiento y
extinción de la acción. Por ello, ante la constatación de esa falta de interés, la extinción de la
acción puede declararse de oficio, ya que no hay razón para que se movilice el órgano
jurisdiccional. (Vid. Sentencia de esta Sala n°. 256/2001).
 
En tal sentido, la Sala ha establecido que la presunción de pérdida del interés procesal
puede darse en dos casos de inactividad: antes de la admisión de la demanda o después de
que la causa ha entrado en estado de sentencia. En el resto de los casos, es decir, entre la
admisión y la oportunidad en que se dice “vistos” y comienza el lapso de decisión de la causa,
la inactividad produce la perención de la instancia.
 
Este criterio se estableció en el fallo de esta Sala n.° 2673 del 14 de diciembre de 2001,
caso: DHL Fletes Aéreos, C.A., en los siguientes términos:
 
“(...) En tal sentido, tomando en cuenta la circunstancia de que el interés
procesal subyace en la pretensión inicial del actor y debe subsistir en el curso del
proceso, la Sala consideró que la inactividad que denota desinterés procesal, el
cual se manifiesta por la falta de aspiración en que se le sentencie, surgía en dos
oportunidades procesales:
a) Cuando habiéndose interpuesto la acción, sin que el juez haya admitido o
negado la demanda, se deja inactivo el juicio, por un tiempo suficiente que hace
presumir al juez que el actor realmente no tiene interés procesal, que no tiene
interés en que se le administre justicia, debido a que deja de instar al tribunal a
tal fin.
b) Cuando la causa se paraliza en estado de sentencia, lo cual no produce la
perención, pero si ella rebasa los términos de prescripción del derecho objeto de
la pretensión, sin que el actor pida o busque que se sentencie, lo que clara y
objetivamente surge es una pérdida del interés en la sentencia, en que se
componga el proceso, en que se declare el derecho deducido (…)”.
 
En el caso de autos, no hubo pronunciamiento respecto a la admisión de la demanda, y
sin embargo, el accionante no impulsó la causa para que ello ocurriera. De este modo, ya que
desde el 10 de noviembre de 2010, la parte actora no manifestó interés en la causa,  se declara
la pérdida del interés procesal, en virtud de que no se aprecia ninguna causa de orden público
en la resolución de la presente controversia. Así se decide.

COMPETENCIA POR LA MATERIA

 COMPETENCIA SEGÚN LA RELACION JURIDICO MATERIAL (SALA PLENA °74

09/11/2017):

el Tribunal Superior Octavo de lo Contencioso Administrativo de la Región Capital, a quien

correspondió conocer previa distribución, en fecha veintisiete (27) de julio de dos mil trece
(2013), dictó sentencia declarándose incompetente para conocer y decidir la presente

demanda de ejecución de fianza y solicitó de oficio la regulación de competencia a la Sala

Plena del Tribunal Supremo de Justicia, argumentando que “las acciones patrimoniales que

intentaran la República, los Estados, los Municipios, o algún Instituto Autónomo ente

público o empresa, en la cual la República, los Estados o los municipios tuvieran

participación decisiva, contra los particulares, tenían un tratamiento diferente en la

derogada Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia, de acuerdo con lo establecido en

el Artículo 183, numeral 2º (sic) puesto que su conocimiento se encontraba atribuido a los

tribunales competentes, de acuerdo con las previsiones del derecho común, caso en el

cual era aplicable el procedimiento ordinario…”Código de Procedimiento Civil establece en

su artículo 3, que:“La jurisdicción y la competencia se determinan conforme a la situación

de hecho existente para el momento de la presentación de la demanda, y no tienen efecto

respecto de ellas los cambios posteriores de dicha situación, salvo que la ley disponga otra

cosa”.

Ahora bien, se evidencia que la demandante es un ente del Estado Venezolano (FONDUR),

y el objeto del contrato principal de obra era la construcción de cien (100) unidades de

viviendas en el marco de un Plan de Emergencia Nacional de Viviendas, es decir, una obra

de utilidad pública o interés general, características principales de los denominados

contratos administrativos.

En este orden de ideas, establecían los artículos 42 numeral 14 y el 43 de la Ley Orgánica

de la Corte Suprema de Justicia –aplicable rationetemporis-, lo siguiente:

Artículo 42. Es de la competencia de la Corte como más alto Tribunal de la República:

(…) 14.- Conocer de las cuestiones de cualquier naturaleza que se susciten con motivo de

la interpretación, cumplimiento, caducidad, nulidad, validez o resolución de los contratos

administrativos en los cuales sea parte la República, los Estados o las Municipalidades; (…)
Artículo 43. La Corte conocerá en Pleno de los asuntos a que se refiere el artículo anterior

en sus ordinales 1º al 8º. En Sala de Casación Civil, hasta tanto el Congreso decida la

creación de nuevas Salas, de los enumerados en los ordinales 33, 20 y 21, si estos últimos

correspondieren a la jurisdicción civil, mercantil, del trabajo o de alguna otra especial; de

igual manera conocerá de los asuntos a que se refiere el ordinal 34. En Sala de Casación

Penal, de los señalados en los ordinales 30 al 32 y en los ordinales

20, 21 y 34, cuando estos últimos correspondan a la jurisdicción penal. En Sala Político-

Administrativa, de los mencionados en los restantes ordinales del mismo artículo y de

cualquier otro que sea de la competencia de la Corte, si no está atribuido a alguna de las

otras Salas. (Destacado de la Sala Plena).

De allí que en el caso de autos, resulta aplicable conforme al principio de

la perpetuatiofori, la Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia, bajo cuyo imperio la

competencia para conocer de las demandas que se susciten con respecto a los contratos

administrativos, está atribuida a la jurisdicción contencioso administrativa, a tenor de lo

previsto en el artículo 42 numeral 14 y artículo 43 eiusdem, por lo que corresponde el

conocimiento de la causa a la Sala Político Administrativa de este Tribunal Supremo de

Justicia. Así se decide.Declarado lo anterior,  observa la Sala que para el momento de

plantearse la regulación de competencia la causa se encontraba en estado de sentencia,

sustanciada por el Juzgado Primero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y Tránsito de

la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas,  por lo que atendiendo a lo

previsto en el artículo 49.4 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela,

que establece la garantía de ser juzgado por el juez natural, es ineludible para esta Sala

Plena declarar la nulidad de todas las actuaciones realizadas ante la jurisdicción civil

ordinaria, dada la incompetencia por la materia, por tanto, se repone la causa al estado de

admisión de la demanda. Así se decide.En consecuencia, se ordena la remisión de la


presente causa a la Sala Político Administrativa del Tribunal Supremo de Justicia para que

se pronuncie sobre la admisión de la demanda. Así de decide.

 Competencia funcional (Sala cons °208 12/03/2018): En relación con éste punto y el

carácter de orden público de la competencia funcional, esta Sala en sentencia Nº 935

del 20 de mayo de 2004, expediente Nº 03-2288, caso: Carmen Elida Carrillo Vargas y

otro, asentó:

“(…) cuando el juez actúa con manifiesta incompetencia y procede a dictar


sentencia de mérito incurre en una evidente trasgresión al artículo 49, numeral 3
de la Constitución, ya que carece de aptitud o cualidad para juzgar, en
concordancia con el artículo 253 eiusdem. Igualmente resulta violado, en
consecuencia, el numeral 4 del referido artículo 49, ya que dicha carencia de
aptitud en el juez conlleva a que el justiciable no sea juzgado por sus jueces
naturales, derecho esencial a ser observado en toda causa.

Es evidente que un juez incompetente, además, nunca podrá ser el juez natural
de la causa, mucho menos en el presente caso que se trata de competencia
funcional determinada por la ley, la cual no puede ser derogada por convenios
de las partes porque es de eminente orden público.

El legislador, cuando establece estos fueros de competencia que sirven para


determinar ante que tribunal debe acudir el actor, toma en cuenta los principios
de libertad e igualdad de los individuos ante la ley, contemplados en los artículos
20 y 21 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, y para
mantener la igualdad procesal de las partes, según la diversa condición que
ocupen en el proceso” (Resaltado y subrayado añadido).

En similar sentido se pronunció esta Sala en sentencia Nº 3061 del 14 de diciembre de

2004, expediente Nº 04-2781, caso: Banco Provincial S.A. Banco Universal, en la que

estableció:

“Ahora bien, la distribución de las competencias entre los órganos


jurisdiccionales obedece básicamente, a la necesidad práctica de permitir una
mejor y eficiente administración de justicia, la llamada competencia funcional
responde a criterios de distribución que atiende al orden jerárquico de los
tribunales, el cual responde a la existencia de la garantía de la doble instancia.
En este sentido se observa que, la presente causa fue sustanciada y decidida por
juzgados atribuidos de competencia agraria.
Al respecto, el artículo 166 de la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario establece:
‘...La jurisdicción agraria estará integrada por la Sala de Casación Social del
Tribunal Supremo de Justicia, y los demás tribunales señalados en este Decreto
Ley.
La Sala de Casación Social del Tribunal Supremo de Justicia, debido a la
especialidad de la materia, conocerá no sólo de los recursos de casación, sino de
los asuntos contenciosos administrativos que surjan con motivo de la aplicación
del presente Decreto Ley, y a tal efecto, creará una Sala Especial Agraria.
La ley que regirá al Tribunal Supremo de Justicia establecerá las atribuciones de la
Sala de Casación Social, sin embargo, ésta ejercerá las atribuciones que el
presente Decreto Ley le otorgan desde su entrada en vigencia...’.
En consecuencia, mal podría conocer la Sala de Casación Civil, de un recurso de
casación interpuesto contra una sentencia dictada como sucede en el presente
caso, por un juzgado superior agrario, ya que, la competencia funcional es
inderogable y de estricto orden público (…)” (Resaltado y subrayado añadido).

De donde se deduce que la competencia funcional, prevista entre otras normas, en el

artículo 4 de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales, es de

eminente orden público, por lo que no le está dado a los jueces ni a las partes subvertir lo allí

establecido, tal como ocurrió en el presente caso, en el que el juez Ricardo Rafael Sperandio

Zamora a cargo del Juzgado Séptimo de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, Tránsito y

Bancario de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas, -a pesar de

reconocer su incompetencia- declaró inadmisible el amparo constitucional interpuesto contra

una decisión judicial de un Juzgado de su misma jerarquía, decisión que luego fue

indebidamente confirmada por la jueza Indira Paris Bruni a cargo del Juzgado Superior

Primero en lo Civil, Mercantil, Tránsito y Bancario de la Circunscripción Judicial del Área


Metropolitana de Caracas, actuando como tribunal de alzada, siendo que este último era el

tribunal que debía conocer en primera instancia o primer grado de jurisdicción del

mencionado amparo constitucional, por tratarse de un amparo contra una decisión judicial de

un Tribunal de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, Tránsito y Bancario y no de un amparo

sobrevenido como erróneamente lo calificó el accionante.

En este sentido, se hace un llamado de atención a los jueces de los tribunales

mencionados, para que en lo sucesivo no incurran en el mismo error y tengan en cuenta que la

competencia es un requisito esencial para la resolución de fondo del asunto, no así para su

tramitación, por lo que “mal puede declararse la inadmisibilidad de una demanda por razón

de la incompetencia sin que con ello se enerve el contenido esencial del derecho al acceso a

la justicia y, en definitiva, el derecho a la tutela judicial eficaz” (Vid. Sentencia Nº 97 del 2 de


marzo de 2005, expediente Nº 03-2290, caso: Banco Industrial de Venezuela C.A.) (Resaltado

añadido).  

Por tales razones, esta Sala Constitucional revisa de oficio la sentencia dictada el 10 de

julio de 2017, por el Juzgado Séptimo de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, Tránsito y

Bancario de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas, que declaró

inadmisible in liminelitis la acción de amparo interpuesta por el abogado Raúl Santana Medina,

en su carácter de apoderado judicial del ciudadano RAÚL ENRIQUE SANTANA TARBAY, la cual

se declara nula, así como todos los actos procesales subsiguientes.

En consecuencia, se repone la causa al estado de que un Juzgado Superior en lo Civil,

Mercantil, Tránsito y Bancario de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas,

distinto al que emitió el pronunciamiento contra el que se ejerció el recurso de hecho que aquí

se decide, previa distribución del expediente, se pronuncie –como tribunal de primera

instancia- sobre la admisibilidad de la demanda de amparo interpuesta por el referido

ciudadano,  contra el auto dictado el 28 de mayo de 2012, por el Juzgado Décimo de Primera

Instancia en lo Civil, Mercantil, Tránsito y Bancario de esa misma Circunscripción Judicial

COMPETENCIA POR LA CUANTIA

 Valor de la demanda (sala casa civil °409 15/07/2013):

La Sala de conformidad con el artículo 320 del Código de Procedimiento Civil, podrá

realizar pronunciamiento expreso para casar el fallo recurrido con base en las infracciones

de orden público, entre otras, que ella advirtiere, aún cuando éstas no se hubieren

denunciado. En este sentido, la Sala ha indicado de forma reiterada el carácter de orden

público de los requisitos formales de la sentencia. Así, ha establecido, entre otras, que el

estricto cumplimiento por parte de los jueces de instancia de los requisitos legalmente

establecidos para la formación de las sentencias es materia que interesa al orden público,

por lo que al detectarse una infracción en este sentido, le es dable a la Sala ejercer la

facultad consagrada en el artículo 320 del Código de Procedimiento Civil, para casar de

oficio el fallo recurrido. (Vid. Sentencia N° 285 de fecha 9 de mayo de 2012, caso: Ramiro

Sierraalta contra RomelCumare Roa). Ahora bien, entre los aspectos formales de la
decisión resulta fundamental referirse al requisito de congruencia del fallo contenido en el

artículo 243 ordinal 5° del Código de Procedimiento Civil, el cual establece que toda

sentencia debe contener decisión expresa, positiva y precisa, con arreglo a la pretensión

deducida y a las excepciones o defensas opuestas. Así, la congruencia del fallo significa la

conformidad que debe existir entre el fallo respectivo, el asunto controvertido y los hechos

alegados oportunamente por las partes, y sólo sobre tales alegatos, que a su vez fijan los

límites de la controversia o themadecidendum. Asimismo, cabe acotar que la Sala de

manera reiterada ha establecido que la sentencia es congruente cuando se ajusta

estrictamente a las pretensiones de las partes, tanto del actor como del demandado,

independientemente de si es acertada o errónea su petición. Por tanto, no se puede

apreciar, más ni menos, de las cuestiones controvertidas y trascendentales en la solución

de la controversia. (Vid. sentencia N° 790 de fecha 112 de diciembre de 2012, caso:

Estimulaciones y Empaques S.A. (E.Y.E.S.A.), contra Pedro Jesús Castillo Rivas y otros). Por

su parte, el artículo 12 del Código de Procedimiento Civil, contiene los deberes del juez, y

dispone expresamente que este debe decidir conforme a todo lo alegado y sólo lo alegado

en autos, sin suplir excepciones o argumentos de hecho no formulados por las partes, lo

cual constituye una reiteración del principio dispositivo que caracteriza el procedimiento

civil en nuestro ordenamiento jurídico. Precisamente, en virtud del principio de

exhaustividad, el juez tiene prohibido omitir decisión sobre alguno de los pedimentos

formulados por las partes, o extenderse sobre peticiones no formuladas, pues siempre

deberá ajustarse a las pretensiones fácticas planteadas tanto por la parte actora como por

la demandada, pues su deber es mantener el equilibrio entre las partes al momento de

apreciar y valorar las cuestiones controvertidas. Como puede advertirse, las disposiciones

antes citadas, sujetan el pronunciamiento del juez estrictamente a todos los alegatos

formulados por las partes, sin que a éste le sea posible dejar de decidir alguno de ellos

(incongruencia negativa), o por el contrario, extender su decisión sobre excepciones,

argumentos de hechos o defensas o peticiones no formuladas en el proceso o excederse

en lo solicitado oportunamente por las partes (incongruencia positiva). (Vid. Sentencia N°

184 de fecha 10 de mayo de 2011, caso: Servi Comidas Express C.A., contra
ImosaTuboacero Fabricación C.A. reiterada en sentencia N° 106 del 21 marzo de 2013,

caso: Institución Civil Centro Familia Javier contra Centro Familia Javier S.C.).

Además, cabe agregar en cuanto a los alegatos presentados por las partes en los informes,

que la Sala ha extendido el requisito de congruencia sólo respecto de los argumentos

expuestos en estos escritos, siempre que hubiesen sido de imposible presentación en el

libelo y contestación, y resulten determinantes en la suerte de la controversia. (Vid.

sentencia N° 274 de fecha 2 de mayo de 2012, caso: Ysmeldy del Coromoto Gordon contra

Tecnokia, C.A y otra). En el presente caso, la Sala estima fundamental transcribir los

alegatos planteados por el actor en su libelo, específicamente en relación con los intereses

de mora, con el objeto de conocer los extremos de su pedimento, para luego constatar en

la sentencia recurrida si los mismos fueron atendidos en los términos planteados. En

efecto, el actor en su libelo de demanda de fecha 8 de mayo de 2007 (folio 47 del

expediente), solicitó expresamente en el particular sexto del petitorio “…se condené a la

demandada al pago de los intereses de mora causados por los cánones de arrendamientos

insolutos... computados desde su vencimiento y hasta la sentencia definitiva, calculados a

la tasa pasiva promedio de los seis principales entes financieros, conforme a la información

que suministre el Banco Central de Venezuela, lo cual solicita que se determine mediante

experticia complementaria del fallo...”. Por su parte, el Juez Superior Primero en lo Civil,

Mercantil, del Tránsito y de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes de la

Circunscripción Judicial del estado Carabobo, mediante sentencia de fecha 24 de octubre

de 2012

estableció lo siguiente: “...Comparte este Sentenciador el criterio esgrimido por el Tribunal

a quo en cuanto al petitum expuesto en el libelo de demanda, en cuanto a que: se

condene al pago de la cantidad de VEINTITRÉS MILLONES CINCUENTA MIL TRESCIENTOS

CINCUENTA Y DOS CON 61/00 BOLÍVARES (Bs. 23.050.352,61), por lo cánones de

arrendamiento vencidos y no pagados y que corresponden a los meses de diciembre de

2006, enero, febrero, marzo, abril y mayo de 2007, en los respectivos montos e Impuesto
al Valor Agregado, como lo indican las facturas que se anexan al presente libelo: por tal

razón a pesar que la determinación de los cánones de arrendamiento mediante la

experticia son superiores a los considerados adeudados por la demandante, este tribunal

condenará de acuerdo con la cantidad solicitada en el particular tercero del petitorio a los

fines de dar cumplimiento con lo solicitado por la accionante y mantener así la

congruencia del fallo; por lo que a los efectos de determinar la condenatoria, será tomado

en cuenta el monto solicitado, vale señalar, la cantidad de VEINTITRÉS MIL CINCUENTA

BOLÍVARES FUERTES CON TREINTA Y SEIS CÉNTIMOS (Bs.F. 23.050,36), por los cánones de

arrendamiento vencidos y no pagados y que corresponden a los meses de diciembre del

2006, enero, febrero, marzo, abril y mayo del 2007; Y ASÍ SE DECIDE.

…Omissis...

En relación a la pretensión de la parte actora referente a que sea condenada la parte

demandada al pago de los gastos de administración y cobranzas, calculados al 2% de la

suma adeudada, según lo pactado en la cláusula tercera del contrato de arrendamiento

objeto del presente juicio, en la cual se lee: ‘...En caso de que LA ARRENDATARIA no

pagare una mensualidad cualquiera dentro del plazo estipulado, le pagará además, a LA

ARRENDADORA intereses de mora durante todo el tiempo que dure la misma, los cuales se

calcularán a la tasa pasiva promedio de los seis principales entes financieros, conforme a la

información que suministre el Banco Central de Venezuela, más el dos por ciento (2%) de

la suma adeudada por gastos de administración y cobranza.’; al haberse demostrado en

autos, tal como fue señalado, el incumplimiento por parte de la arrendataria de la

obligación principal de cancelar los cánones de arrendamiento mensual, resulta

igualmente procedente el pago de los intereses de mora pactados contractualmente,

calculados conforme a la tasa prevista en la referida cláusula tercera del contrato, que

establece que los mismos deben calcularse de acuerdo con la tasa pasiva de los seis

principales entes financieros, conforme a la información que suministre el Banco Central


de Venezuela, además del incremento del dos por ciento (2%) por concepto de gastos

administrativos y de cobranza en el Código Civil y contados desde el momento del

incumplimiento de cada una de las obligaciones, hasta el mes inmediatamente anterior a

la experticia que los determine, tomando como canon para el cálculo el monto peticionado

por la accionante, en su escrito libelar, vale señalar, la cantidad de TRES MIL

OCHOCIENTOS TREINTA Y SIETE BOLÍVARES FUERTES CON CINCUENTA Y UN CÉNTIMOS

(Bs.F. 3.837,51), cantidad que debe ser determinada a través de experticia

complementaria del fallo, de conformidad a lo establecido en el artículo 249 del Código de

Procedimiento Civil...”. (Mayúsculas del juez superior y negrillas de la Sala).

De la sentencia recurrida parcialmente transcrita, se

observa que el juez superior estableció respecto al cálculo de los intereses moratorios que

“...al haberse demostrado en autos, tal como fue señalado, el incumplimiento por parte de

la arrendataria de la obligación principal de cancelar los cánones de arrendamiento

mensual, resulta igualmente procedente el pago de los intereses de mora pactados

contractualmente, calculados conforme a la tasa prevista en la referida cláusula tercera del

contrato...”, es decir, “…conforme a la información que suministre el Banco Central de

Venezuela, además del incremento del dos por ciento (2%) por concepto de gastos

administrativos y de cobranza... y contados desde el momento del incumplimiento de cada

una de las obligaciones, hasta el mes inmediatamente anterior a la experticia que los

determine, tomando como canon para el cálculo el monto peticionado por la accionante,

en su escrito libelar...”.

Como puede observarse de lo anterior, el juez de alzada se excedió en su pronunciamiento

al acordarle a la parte actora el cálculo de los intereses de mora no “…hasta la sentencia

definitiva…” tal como fue solicitado en el libelo de la demanda en su petitorio numeral

sexto, sino “...hasta el mes inmediatamente anterior a la experticia que los determine...”,

es decir, en una oportunidad posterior a la sentencia, lo cual hace más gravosa la situación

del demandado. Lo anteriormente expuesto pone de manifiesto el exceso cometido por el

juez superior, al pronunciarse sobre un aspecto que no fue solicitado por la parte actora,
específicamente al extender el cómputo de los intereses de mora, más allá de la

oportunidad “…de la sentencia definitiva…”, tal como fue pedido, lo cual evidencia la

configuración del vicio de incongruencia positiva. En consecuencia, esta Sala casa de oficio

la decisión recurrida por haber incurrido en el vicio de incongruencia positiva, tal como se

declarará de manera expresa, positiva y precisa en el dispositivo del presente fallo. Así se

establece.

 Pago en especies (sala civil °392 03/07/2015):

Aduce que el juzgador de manera desacertada estableció la cuantía respecto “al justiprecio

de los bienes en el año 1999 era de Bs. 590.000 hoy Bs. 590,00”, es decir, después de 15

años aproximadamente todo ello conforme se constata en el acta de embargo que

establece que para ese momento “el precio real de los bienes embargados y apropiados

por el demandado según avalúo de los peritos”, cifra que a su juicio no corresponde ni

“nunca podrá ser la suma de 590,00 el precio real, actual, corriente y justo de los bienes”

objeto de demandaa demandada tenía la carga de “promover las pruebas que sustentaran

su argumento” y de esta manera declara inadmisible la demanda, entre tanto el superior,

redujo la cuantía a la cantidad de quinientos noventa bolívares Bs. 590,00, por cuanto “su

valor debe estimarse conforme al justiprecio efectuado en el acta de embargo de fecha 22

de marzo de 1999” en virtud de que la prestación en especie, no podía ser considerada

como “bienes nuevos cuyo valor pueda ser establecido por el precio de productos nuevos

para la fecha de interposición de la demanda” y en consecuencia declaró parcialmente

conlugar la demanda, parcialmente con lugar la apelación de la demandante, revocó la

decisión dictada y ordenó la indexación de la cantidad fijada. Cabe advertir que en el caso

bajo estudio, la pretensión tiene por objeto que el intimado convenga en entregarle al

intimante, o en caso contrario, que el intimado no cumpla con la presentación en especie

estaría dispuesto a aceptar la cantidad en dinero, conforme lo prevé el artículo 645 del

Código de Procedimiento Civil: 1.- Entregar la cantidad de treinta (30) rollos de tela para

forrar colchones, equivalente a cinco mil metros (5.000 mts.) de tela, o pagar la suma de

trescientos noventa y un mil novecientos noventa y nueve bolívares con setenta y ocho
céntimos (Bs. 391.999,78) que es el precio justo y corriente de la cosa en el mercado

actualmente. 2.- Entregar una máquina de coser industrial marca PFAFF con su mueble o

una de similar calidad, o pagar la suma de diecisiete mil bolívares (Bs. 17.000,00) que es el

precio justo y corriente de la cosa en el mercado actualmente. 3.- Entregar una caja fuerte

mediana para incrustar en la pared, o pagar la suma de seis mil ciento sesenta bolívares

(Bs. 6.160,00) que es el precio justo y corriente de la cosa en el mercado actualmente. 4.-

Entregar un compresor, o pagar la suma de tres mil bolívares (Bs. 3.000,00) que es el

precio justo y corriente de la cosa en el mercado actualmente. 5.- La corrección monetaria,

conforme a los índices inflacionarios aplicables al país, según el Banco Central de

Venezuela (I.P.C.). En tal sentido, la cuantía de la demanda quedó establecida en la

cantidad de cuatrocientos dieciocho mil ciento cincuenta y nueve bolívares con setenta y

ocho céntimos (Bs. 418.159,78) equivalente a 5.502,10 U.T. Ciertamente, la Sala evidencia

una discrepancia entre los dos fallos y se presenta precisamente, en el valor de la

demanda la cual fue estimada conforme a lo previsto en el artículo 37 del Código de

Procedimiento Civil, pues la decisión de alzada reduce desproporcionadamente y de

manera irrisoria el valor de la demanda, esto es, de cuatrocientos dieciocho mil ciento

cincuenta y nueve bolívares con setenta y ocho céntimos (Bs. 418.159,78) a quinientos

noventa bolívares (Bs. 590,00), circunstancia que perjudica a la actora, siendo que la

demandante fue la única apelante legítima contra el fallo de primer grado que declaró

firme la cuantía e inadmisible la demanda, todo ello, sin mediar la apelación de la

demandada. Siendo ello así, es obvio precisar la inobservancia de la alzada respecto al

examen y revisión a los efectos de determinar el valor de la demanda cuando esta haya

sido impugnada, se está en presencia de una prestación en especie.Al efecto, el legislador

estableció ciertas reglas que han de seguirse para determinar el valor de la demanda a los

efectos de la competencia del tribunal, es decir, hace una distinción entre la demandas

apreciables e inapreciables en dinero, en la cual la ley otorga al demandante el derecho de

estimar prudencialmente la demanda y el demandado podrá impugnar dicha estimación al

dar contestación a la demanda por considerarla exigua o excesiva. No obstante cuando se

está en presencia de una prestación en especie como lo refiere el artículo 37 del Código
de Procedimiento Civil, el demandante deberá por su parte, expresar en el libelo la suma

de dinero que estaría dispuesto a aceptar si no se cumpliera la prestación en especie, y en

caso de que la misma sea objetada le corresponderá al juez ponderar el precio o valor de

las mercancías, especie o cualquier otro que sea representativo del precio corriente en el

mercado. Esta justificación se ve reflejada en el artículo 645 de Código de Procedimiento

Civil, pues el legislador establece de manera clara que se debe exigir prueba del valor de la

cosa en especie en caso de que se objete por exagerada la estimación en dinero de la

misma, a los efectos de impedir el detrimento en la ejecución del vencido como

consecuencia de la cuantía estimada de manera unilateral. Así el enunciado dispone que:

“En este caso, si el Juez considera desproporcionada la suma indicada, antes de proveer

sobre la demanda, podrá exigir al demandante que presente un medio de prueba en que

conste el justo precio o el precio corriente de la cosa.” No hay duda que el juzgado de

alzada modificó lo decidido por el sentenciador de primer grado, de tal forma que

perjudicó y desmejoró la condición del demandante, como único apelante, pues estableció

el valor de la prestación en especie con base en una acta de embargo del año 1999,

cuando la decisión de primera instancia había dejado firme la estimación pedida en el

escrito libelar, lo cual va en detrimento del demandante, incurriendo de esta manera en el

vicio de incongruencia positiva. En virtud de las anteriores consideraciones, esta Sala

declara procedente la denuncia, por infracción de los artículos 12 y 243 ordinal 5° del

Código de Procedimiento Civil. Así se decide.Dada la procedencia de una denuncia por

quebrantamiento de forma, la Sala se abstiene de analizar y decidir el resto de las

delaciones planteadas, todo de conformidad con lo preceptuado en el artículo 320 del

Código de Procedimiento Civil.

 Pactos de obligaciones en moneda extranjera (SALA CASA CIVIL °679 02/11/2017):

Señala el recurrente que el juez de alzada incurrió en el vicio de suposición falsa en su

primer supuesto por desviación intelectual o ideológica, al declarar improcedente los

intereses moratorios, tergiversando lo expresamente convenido por las partes en el

contrato de compra venta y, solicitado en el particular segundo de la ejecución


hipotecaria, infringiendo los artículos 1.159, 1.160 y 1.264 del Código Civil, por falta de

aplicación, pues estas normas disponen que “…el contrato es ley entre las partes, que

deben cumplirse de buena fe y en especie, es decir, tal y como fueron pactados…”. En

cuanto al primer caso de suposición falsa, referida a atribuir a instrumentos o actas del

expediente menciones que no contiene, esta Sala en reiteradas oportunidades, ha

señalado que el mismo tiene lugar “…cuando el juez afirma falsamente, por error de

percepción o por olvido de que la verdad es la meta del proceso, que un documento o acta

del expediente contiene determinadas menciones que le sirven para establecer un hecho,

cuando lo cierto es que esas menciones no existen realmente y han sido creadas por la

imaginación o por la mala fe del juzgador…”. (Ver sentencia Nº 60, de fecha 18 de febrero

de 2008, reiterada en sentencia N° 222 de fecha 7 de abril de 2016). Por otro lado,

específicamente sobre los límites entre la interpretación de los contratos y la

tergiversación o desnaturalización de la voluntad contractual, esta Sala ha establecido que

“…El límite entre la soberana interpretación del contrato y la tergiversación o

desnaturalización de la voluntad contractual está constituido por la compatibilidad de la

conclusión del juez con el texto de la mención que se interpreta. Si el establecimiento de

los hechos por el juez es compatible con la expresión de la voluntad de las partes, estamos

en la esfera de la interpretación; si por el contrario, la conclusión del sentenciador no es

compatible con el texto, estaríamos en presencia de una desnaturalización del contrato…”.

(Vid. sentencia N° 629, de fecha 12 de agosto de 2005, caso: Ana Teresa Pérez Vivas contra

Fanny Sánchez y otro, exp. N° 05-205).

Ahora bien, la Sala en relación con el vicio de falta de aplicación de una norma jurídica, ha

establecido que la misma se verifica, cuando el sentenciador deja de aplicar una norma

jurídica vigente apropiada al caso. De lo anterior se colige que, la obligación del

jurisdicente radica en la adecuación de los hechos alegados y probados en juicio a las

normas jurídicas pertinentes, realizando el enlace lógico de una situación particular, con la

previsión abstracta predeterminada en la ley. (Vid. Sentencia N° 665 de fecha 4 de

noviembre de 2014, caso Banco Occidental de Descuento, C.A. Banco Universal contra
Responsable de Venezuela, C.A. y otros). A tal efecto resulta oportuno precisar el

contenido de las normas denunciadas por falta de aplicación 1.159, 1.160 y 1.264 del

Código Civil: El artículo 1.159 del Código Civil, expresa textualmente que: “…Los contratos

tienen fuerza de Ley entre las partes. No pueden revocarse sino por mutuo consentimiento

o por las causas autorizadas por la Ley...”. En cuanto al artículo antes transcrito, el ilustre

jurista venezolano Eloy Maduro Luyando, señaló: “…el contrato legalmente perfeccionado

tiene fuerza de ley entre las partes (art.1.159); esto significa que es de obligatorio

cumplimiento para las partes, so pena de incurrir en la correspondiente responsabilidad

civil por incumplimiento y en diversas consecuencias que acarrean para dicho

cumplimiento (…). Los contratantes están obligados a cumplir el contrato del mismo modo

que están obligados a cumplir la ley…”. (Vid. Maduro Luyango, Eloy, “Curso de

Obligaciones. Derecho Civil III”, Séptima Edición, Caracas, Universidad Católica Andrés

Bello, 1989, pág. 544. Manuales de Derecho). El artículo 1.160 del Código Civil, dispone

que: “…Los contratos deben ejecutarse de buena fe y obligan no solamente a cumplir lo

expresado en ellos, sino a todas las consecuencias que se derivan de los mismos contratos,

según la equidad, el uso o la Ley…”. Nuestro legislador sustantivo, estableció que los

contratos deben ejecutarse de buena fe y obligan no solamente a cumplir lo expresado en

ellos, sino a todas las consecuencias que se derivan de los mismos según la equidad, el uso

o la ley; vale decir, que en criterio de esta Sala, la buena fe, la equidad y el uso, constituyen

las últimas fuentes de integración del contrato, entendida la palabra: “Integración”, como

la de completar un todo con la intención de las partes. (Vid. Sentencia N° 237, de fecha 3

de mayo de 2017, caso Jesús Pérez Álamo y otra contra Leomidg Coromoto Flores Abreu)

Y, el artículo 1.264 del Código Civil, dispone que: “…Las obligaciones deben cumplirse

exactamente como han sido contraídas. El deudor es responsable de daños y perjuicios, en

caso de contravención…”. De la norma antes transcrita el jurista Eloy Maduro Luyando,

estableció que es el principio general y rector en materia de cumplimiento de las

obligaciones y, como consecuencia del mismo, las partes deben cumplir esas obligaciones

fielmente, al pie de la letra. El juez, en caso de controversia, condenará ineludiblemente al


deudor a ejecutar la prestación, prescindiendo de criterios subjetivos que atemperen o

mediaticen la ejecución de la obligación. (Vid. “Curso de Obligaciones. Derecho Civil III”,

Séptima Edición, Caracas, Universidad Católica Andrés Bello, 1989, pág. 545). Una vez

analizado el contenidos de las normas denunciadas por el recurrente como infringidas,

resulta pertinente pasar a transcribir algunas actuaciones, a fin de verificar las

aseveraciones expuestas por el formalizante, en cuanto a la prueba determinante del juicio

como lo es el contrato de compra venta contentivo de la hipoteca legal, con el objeto de

compararlo con el análisis esgrimido por el juez de alzada, en los siguientes términos:

"…Yo, LAURA GIOVAGNOLI DE ADAMOWICZ, venezolana (…); procediendo en este acto en

mi carácter de Gerente de la entidad mercantil INVERSIONES LELAVIC, C.A. (…), en lo

sucesivo la vendedora; suficientemente facultada para este acto por la Cláusula Séptima

de los Estatutos sociales; y en su nombre y representación, por el presente documento

declaró: “Doy en venta pura y simple, perfecta e irrevocable, a IPANEMA, C.A., sociedad de

comercio de este domicilio, (…) en lo adelante la compradora , representada en este acto

por su directora, ADRIANA COROMOTO MARTÍNEZ DE BERARDINELLI, quien es venezolana,

(…) un inmueble de la exclusiva propiedad de mi representada, el cual está constituida por

una casa quinta y la parcela de terreno sobre la cual está construida, ubicada en la Avenida

El Parque de la Urbanización Bella Vista de San Felipe estado Yaracuy, distinguida con las

siglas C-61 del plano de la urbanización y cuya superficie de terreno es de Un Mil

Trescientos Noventa y Nueve Metros Cuadrados con Treinta y Siete Centímetros

Cuadrados (1.399,37 mts.2) y la cual está comprendida dentro de los siguientes linderos y

medidas: NORTE: En Cuarenta Metros con Catorce Centímetros (40,14 mts.), con zona

verde; SUR: En Diecisiete Metros (17 mts.), con la Avenida El Parque; ESTE: En Sesenta y

Dos Metros con Ochenta y Cuatro Centímetros (62,84 mts.), con la parcela Nº C-62; y

OESTE: En Cuarenta y Seis Metros con Treinta y Dos Centímetros (46,32 mts.), con la

parcela C-60. Dicho inmueble ha pertenecido hasta hoy a mi representada la parcela por

haberla adquirido según consta en documento Protocolizado por ante la Oficina

Subalterna de Registro de los Municipios San Felipe, Independencia, Cocorote y Veroes del
estado Yaracuy, bajo el Nº 9, folios del 20vto al 22vto, del protocolo primero, Tomo 2do,

3er trimestre de 1998; y la casa quinta por haberla construido a sus expensas, según

permiso de construcción N° 109, otorgado por el Consejo Municipal del Distrito San Felipe

de fecha 28 de octubre de 1988.- El precio de esta venta lo hemos convenido en la suma

de DOSCIENTOS CINCUENTA MILLONES DE BOLÍVARES (BS. 250.000.000,00) que la

Compradora pagará a mi Representada de la siguiente manera: A) la suma de CIEN

MILLONES DE BOLÍVARES (Bs. 100.000.000,00), la cual declaro recibir en este acto a mi

entera satisfacción; y B) el saldo, o sea la suma de CIENTO CINCUENTA MILLONES DE

BOLÍVARES (Bs. 150.000.000,00), mediante dos (2) cuotas, la primera por la suma de

CINCUENTA MILLONES DE BOLÍVARES (Bs. 50.000.000,00), con vencimiento el día 30 de

agosto de 1999; y la segunda, por la suma de CIEN MILLONES DE BOLÍVARES (Bs.

100.000.000,00), con vencimiento el día 30 de octubre de 1999. Se ha convenido

expresamente que esta última cuota será pagada en Dólares de los Estados Unidos de

América, que a los solos efectos de dar cumplimiento al artículo 95 de la Ley del Banco

Central de Venezuela calculados a la tasa de cambio de QUINIENTOS SETENTA BOLÍVARES

POR CADA DÓLAR AMERICANO (Bs. 570,00/1,00 US$), equivale a la suma de CIENTO

SETENTA Y CINCO MIL CUATROCIENTOS TREINTA Y OCHO DOLARES AMERICANOS CON

CINCUENTA Y NUEVE CENTAVOS (US$ 175.438,59), que es la suma exacta que deberá

pagar la Compradora a la Vendedora y, solo en caso de impedimento de carácter legal,

esta cuota se pagará en Bolívares, calculado a la tasa de cabio oficial vigente para el

momento de la oportunidad del pago, de modo que la cantidad pagada en Bolívares, si ese

fuere el caso, debe equivaler siempre a la suma de Ciento Setenta y Cinco Mil

Cuatrocientos Treinta y Ocho Dólares de los Estados Unidos de América con cincuenta y

nueve centavos de Dólar (US$ 175.438,59). Queda entendido que la falta de pago de la

primera cuota indicada en la letra B) hará considerar de plazo vencido todo el saldo del

precio de venta y la Vendedora podrá a su opción, solicitar la resolución o el cumplimiento

del contrato, o proceder a la ejecución de la hipoteca legal que queda constituida;

igualmente, la falta de pago de la segunda cuota indicada en la letra B) dará derecho a la

Vendedora, a su opción, a solicitar la resolución o el cumplimiento del contrato, o a


proceder a la ejecución de la hipoteca legal indicada. Las cantidades adeudadas no

causarán interés de ningún tipo, hasta la fecha en que deban ser canceladas según el

presente contrato. A partir de esa fecha y hasta su efectiva cancelación, las cantidades

impagadas devengarán intereses a la rata del doce por ciento (12%) anual. El inmueble

vendido está libre de gravámenes, fuera de la hipoteca legal que sobre el inmueble queda

constituida, sobre él no pesa ninguna servidumbre y nada debe por impuestos nacionales

ni municipales…". (ff. 1 al 3, tomo 10, inserto a los folios 8 al 12 de la pieza 1 de 6 del

expediente) (Negrillas y subrayados de la Sala).De la transcripción que precede del

contrato de compra venta contentivo de la hipoteca legal, el cual fue protocolizado en

fecha 11 de junio de 1999, ante el Registro Subalterno de los Municipios San Felipe,

Independencia, Cocorote y Veroes del estado Yaracuy, bajo el Nº 27, se observa lo

siguiente: a) Que las partes contratantes son LAURA GIOVAGNOLI DE ADAMOWICZ,

procediendo en su carácter de Gerente de la entidad mercantil INVERSIONES LELAVIC,

C.A., como vendedora; facultada para este acto por la Cláusula Séptima de los Estatutos

sociales; y como compradora la sociedad de comercio IPANEMA, C.A., representada por su

directora, ADRIANA COROMOTO MARTÍNEZ DE BERARDINELLI.

b) Convinieron en la venta irrevocable de un inmueble constituido por una casa quinta y la

parcela de terreno sobre la cual está construida, ubicada en la Avenida El Parque de la

Urbanización Bella Vista de San Felipe estado Yaracuy, distinguida con las siglas C-61 del

plano de la urbanización y cuya superficie de terreno es de Un Mil Trescientos Noventa y

Nueve Metros Cuadrados con Treinta y Siete Centímetros Cuadrados (1.399,37 mts.2) y

linderos allí especificado

c) Que el precio de la venta es de DOSCIENTOS CINCUENTA MILLONES DE BOLÍVARES (BS.

250.000.000,00)

d) Que tal cantidad se pagaría de la siguiente manera: A) la suma de CIEN MILLONES DE

BOLÍVARES (Bs. 100.000.000,00), la cual declaro recibir en este acto a mi entera

satisfacción; y B) el saldo, o sea la suma de CIENTO CINCUENTA MILLONES DE BOLÍVARES

(Bs. 150.000.000,00), mediante dos (2) cuotas, la primera por la suma de CINCUENTA
MILLONES DE BOLÍVARES (Bs. 50.000.000,00), con vencimiento el día 30 de agosto de

1999, y la segunda, por la suma de CIEN MILLONES DE BOLÍVARES (Bs. 100.000.000,00) con

vencimiento el día 30 de octubre de 1999.

e) Que con respecto a la segunda cuota, por la suma de CIEN MILLONES DE BOLÍVARES (Bs.

100.000.000,00), la cual vencía el día 30 de octubre de 1999, sería pagada en dólares de

los Estados Unidos de América, calculados a la tasa de cambio de QUINIENTOS SETENTA

BOLÍVARES POR CADA DÓLAR AMERICANO (Bs. 570,00/1,00 US$), equivale a la suma de

CIENTO SETENTA Y CINCO MIL CUATROCIENTOS TREINTA Y OCHO DOLARES AMERICANOS

CON CINCUENTA Y NUEVE CENTAVOS (US$ 175.438,59), estableciéndose que la falta de

pago de la misma se considerará de plazo vencido todo el saldo del precio de venta y la

vendedora podrá solicitar la resolución o el cumplimiento del contrato, o proceder a la

ejecución de la hipoteca legal que queda constituida.

f) Que se generarían intereses si no se cancelaba en la fecha estipulada, esto es, el 30 de

octubre de 1999, se indica que “…A partir de esa fecha y hasta su efectiva cancelación, las

cantidades impagadas devengarán intereses a la rata del doce por ciento (12%) anual…”.

Sobre el contrato de compra venta contentivo de la hipoteca legal, el juez de alzada

expresó lo siguiente:“…Consideraciones para decidir:

La presente demanda conlleva el interés de la sociedad mercantil INVERSIONES LELAVIC

C.A., debidamente registrada en el Registro Mercantil Segundo de la Circunscripción

Judicial del Distrito Federal y estado Miranda, en fecha 26 de agosto de 1979, bajo el N°

49, del Tomo 136-A Sgdo, representada por la ciudadana LAURA GIOVAGNOLI DE

ADAMOWICZ, venezolana, mayor de edad, titular de la cédula de identidad N° 978.642, y

de este domicilio, de ejecutar la hipoteca legal, que, según su dicho, quedó constituida al

haber vendido un inmueble de su propiedad, según consta de documento público inscrito

por ante la Oficina Subalterna de Registro de los Municipios San Felipe, Independencia,

Cocorote y Veroes del estado Yaracuy, en fecha 11 de junio de 1999, bajo el Nro. 27, folios

1 al 3, Protocolo Primero, Tomo décimo (10º), Segundo (sic) Trimestre (sic) del presente

año a la Sociedad de Comercio IPANEMA C.A., inscrita en el Registro de Firmas de


Comercios que llevaba el extinto Juzgado Segundo de Primera Instancia en lo Civil,

Mercantil, Agrario, del Tránsito y del Trabajo de la Circunscripción Judicial del estado

Yaracuy, en fecha 20 de septiembre de 1993, bajo el N° 105, tomo 53, adicional II,

representada por la ciudadana ADRIANA COROMOTO MARTÍNEZ de BERARDINELLI,

venezolana, mayor de edad, titular de la cédula de identidad N° 6.863.180. El inmueble

dado en venta está constituido por una casaquinta y la parcela de terreno sobre la cual

está construida, ubicada en la avenida El Parque, de la Urbanización Bella Vista de esta

ciudad de San Felipe, del estado Yaracuy, distinguida con la sigla C-61 y con una superficie

de mil trescientos noventa y nueve metros con treinta y siete centímetros cuadrados

(1.399,37 m2) y comprendida dentro de los siguientes linderos: NORTE: en cuarenta

metros con catorce centímetros (40,14 mts.) con zona verde; SUR: en diecisiete metros (17

mts.) con la avenida El Parque; ESTE: en sesenta y dos metros con ochenta y cuatro

centímetros (62,84 mts.) con la parcela C-62; y OESTE: en cuarenta y seis metros con

treinta y dos centímetros (46,32 mts.) con la parcela C-10.

Ahora bien, en dicho contrato se puede leer que la venta se efectuó en forma pura, simple,

perfecta e irrevocable, no obstante, al estudiarse en él la forma como se debía producir el

pago del precio, nos encontramos que se estableció que el precio era por la cantidad de

DOSCIENTOS CINCUENTA MILLONES DE BOLÍVARES (Bs. 250.000.000,00) bajo la siguiente

modalidad de pago: a) La suma de CIEN MILLONES DE BOLÍVARES (Bs. 100.000.000,00),

que se pagaron en el acto de protocolización del documento de venta; b) La cantidad de

CINCUENTA MILLONES DE BOLÍVARES (Bs. 50.000.000,00), que, fue pagada y recibida por

la demandante oportunamente en la fecha convenida; según su propia versión y, c) La

suma de CIEN MILLONES DE BOLÍVARES (Bs. 100.000.000,00), que serían pagadas el día 30

de octubre de 1.999. No se trató, entonces, de una venta pura y simple, como lo contiene

el contrato, sino de una venta a plazos. Se debe indicar que como la venta se efectuó en

fecha 11 de septiembre de 1999, el valor establecido en el contrato, para el día de hoy, se

ve modificado por la reconversión monetaria que entró en vigencia en fecha primero de

enero del año 2008, según Decreto Ley Nº 38.638 de fecha 6 de marzo del año 2007. Esta
medida consistió en reducir tres ceros a la moneda, de tal suerte que al aplicar dicho cono

monetario a la venta inmobiliaria referida tenemos que para hoy la venta se efectúo por la

cantidad de DOSCIENTOS CINCUENTA MIL BOLÍVARES (Bs. 250.000,00), de los cuales

fueron pagados a) La suma de CIEN MIL BOLÍVARES (Bs. 100.000,00), en el acto de

protocolización del documento de venta; b) La cantidad de CINCUENTA MIL BOLÍVARES

(Bs. 50.000,00), el día 30 de agosto de 1.999 y (c) La suma de CIEN MIL BOLÍVARES (Bs.

100.000,00), que serían pagadas el día 30 de octubre de 1.999. Sobre esta última cantidad,

se aprecia del contrato de marras por el cual se efectúo la venta a plazos, que sería pagada

en dólares de los Estados Unidos de América, y que sólo en caso de impedimento de

carácter legal, esto es excepcionalmente, dicha cantidad de CIEN MIL DE BOLÍVARES (Bs.

100.000,00), de hoy, se pagaría en bolívares calculados a la tasa de cambio oficial vigente

para el momento del pago. Ahora bien como se puede apreciar, no consta de dicho

documento que expresamente las partes hubieran constituido una hipoteca, pero ello se

deriva de lo dispuesto en el artículo 1.885 del Código Civil que establece: De esta norma se

infiere que la hipoteca legal, surge directamente de la Ley sin intervención de las partes, y

ello se da cuando del propio instrumento contentivo de la enajenación consta el saldo del

precio adeudado, como en el caso presente. Como puede apreciarse el ordinal 1° del

citado artículo, establece que el vendedor u otro enajenante tiene hipoteca legal sobre los

bienes inmuebles enajenados, para el cumplimiento de las obligaciones que se derivan del

acto de enajenación, bastando para ello que en el instrumento de enajenación conste la

obligación adeudada, pero; para que se pueda pedir la ejecución de ella, el documento que

la contiene debe estar debidamente registrado, a tenor de lo establecido en el artículo

1.879 el cual establece: De allí que el documento registrado de una venta a crédito

contiene una hipoteca legal que es un derecho real de garantía, oponible al deudor y a los

terceros (erga omnes), y permite al acreedor hipotecario ejercer su poder sobre los bienes

hipotecados, es decir, que le confiere al acreedor hipotecario el llamado iusdistrahendi,

que está conformado por la trilogía de derechos, consistente en:


• Derecho de hacer ejecutar la cosa para la satisfacción de su crédito;

• Derecho de preferencia para cobrarse con el producto del remate de la cosa hipotecada

por encima de los demás acreedores; y

• Derecho de persecución de ese bien donde se encuentre y en las manos de quien se

encuentre, para traerlo al remate judicial con el mismo propósito anterior, como lo dejó

sentada la juez a quo.

Pues bien; se observa que junto con el escrito de demanda la actora acompañó un

documento público inscrito por ante la Oficina Subalterna de Registro de los Municipios

San Felipe, Independencia, Cocorote y Veroes del estado Yaracuy, en fecha 11 de junio de

1999, bajo el Nro. 27, folios 1 al 3, Protocolo Primero, Tomo décimo (10º), segundo

trimestre del año citado, por el cual da en venta pura (sic) y simple (sic), perfecta (sic) e

irrevocable (sic) a la sociedad de comercio IPANEMA C.A., inscrita en el Registro de Firmas

de Comercios que llevaba el extinto Juzgado Segundo de Primera Instancia en lo Civil,

Mercantil, Agrario, del Tránsito y del Trabajo de la Circunscripción Judicial del estado

Yaracuy, en fecha 20 de septiembre de 1993, bajo el N° 105, tomo 53, adicional II,

representada por la ciudadana ADRIANA COROMOTO MARTÍNEZ de BERARDINELLI,

venezolana, mayor de edad, titular de la cédula de identidad N° 6.863.180; el inmueble

identificado en dicho documento el cual está constituido por una casaquinta y la parcela

de terreno sobre la cual está construida, ubicada en la avenida El Parque, de la

Urbanización Bella Vista de esta ciudad de San Felipe, del estado Yaracuy, distinguida con

la sigla C-61 y con una superficie de mil trescientos noventa y nueve metros con treinta y

siete centímetros cuadrados (1.399,37 m2) y comprendida dentro de los siguientes

linderos: Norte: en cuarenta metros con catorce centímetros (40,14 mts.) con zona verde;

Sur: en diecisiete metros (17 mts.) con la avenida El Parque; Este: en sesenta y dos metros

con ochenta y cuatro centímetros (62,84 mts.) con la parcela C-62; y Oeste: en cuarenta y

seis metros con treinta y dos centímetros (46,32 mts.) con la parcela C-10.;

desprendiéndose de dicho documento la constitución de la hipoteca legal sobre el referido

inmueble, pues en él consta que la compradora quedó adeudando parte del precio
convenido para la venta del inmueble, de allí que existe en el patrimonio de la vendedora

el derecho a pedir la ejecución de la hipoteca que por efecto de la ley, como ya se dijo,

quedó allí constituida. Al respecto de la ejecución de las hipotecas el artículo 661 del

Código de Procedimiento Civil estableció lo siguiente: Del citado artículo, se desprende

que el legislador se limita a señalar como exigencia para que el acreedor hipotecario pida

la ejecución de la hipoteca, simplemente, la presentación ante el Tribunal competente del

documento registrado constitutivo de la misma, así como copia certificada de los

gravámenes y enajenaciones de que hubiere podido ser objeto la finca hipotecada con

posterioridad al establecimiento de la hipoteca cuya ejecución se solicita, es decir, busca

con la consignación en el expediente del documento debidamente registrado; que el juez

verifique si consta la obligación a que se contrae la ejecución de la hipoteca, si la misma es

liquida y exigible y si no está sujeta a condición o plazo pendiente, para así poder ejecutar

la garantía y mientras tanto pueda dictar con seguridad una medida cautelar de

prohibición de enajenar y gravar y conocer si existen terceros que hubieran adquirido

derechos sobre el inmueble hipotecado. Todo esto tiene razones procesales y registrales,

en cuanto a las primeras, al no existir el documento registrado el Tribunal no podrá darle

curso a la solicitud de ejecución de hipoteca, y en cuanto a las segundas, el Registrador

respectivo, no podrá ordenar la inserción de enajenaciones o gravámenes después que el

tribunal haya ordenado y le haya comunicado la medida decretada de enajenar y gravar el

inmueble a que ella se contrae.

Así las cosas, se deja establecido que consta a los autos que la demandante sociedad de

comercio INVERSIONES LELAVIC C.A, cumplió con acompañar los recaudos exigidos por el

legislador para pedir la ejecución de la hipoteca, pues acompañó a su escrito de demanda

copia certificada del instrumento público inscrito por ante la Oficina Subalterna de Registro

de los Municipios San Felipe, Independencia, Cocorote y Veroes del estado Yaracuy, en

fecha 11 de junio de 1999, bajo el Nro. 27, folios 1 al 3, Protocolo Primero, tomo décimo

(10º), segundo trimestre del año 1999, mediante el cual dio en venta a plazo a la sociedad

de comercio IPANEMA C.A., inscrita en el Registro de Firmas de Comercios que llevaba el


extinto Juzgado Segundo de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, Agrario, del Tránsito y

del Trabajo de la Circunscripción Judicial del estado Yaracuy, en fecha 20 de septiembre de

1993, bajo el N° 105, tomo 53, adicional II, representada por la ciudadana ADRIANA

COROMOTO MARTÍNEZ de BERARDINELLI, venezolana, mayor de edad, titular de la cédula

de identidad N° V-6.863.180, el inmueble constituido por una casaquinta y la parcela de

terreno sobre la cual está construida, ubicada en la avenida El Parque, de la Urbanización

Bella Vista de esta ciudad de San Felipe, del estado Yaracuy, distinguida con la sigla C-61 y

con una superficie de mil trescientos noventa y nueve metros con treinta y siete

centímetros cuadrados (1.399,37 m2) y comprendida dentro de los siguientes linderos:

NORTE: en cuarenta metros con catorce centímetros (40,14 mts.) con zona verde; SUR: en

diecisiete metros (17 mts.) con la avenida El Parque; ESTE: en sesenta y dos metros con

ochenta y cuatro centímetros (62,84 mts.) con la parcela C-62; y OESTE: en cuarenta y seis

metros con treinta y dos centímetros (46,32 mts.) con la parcela C-10. Igualmente

acompañó certificación expedida por el Registro Público, de donde se desprende que para

el momento en que se interpuso la demandada no existía estampado en el margen de

dicho documento, medida alguna de prohibición de enajenar y gravar o de ejecución de

hipotecas. Ni del citado documento de venta, ni de la certificación de gravámenes

acompañados con la demanda se desprenden derechos a favor de terceros que debieran

ser llamados a juicio o impuestos de esta demanda, pero sí; la existencia de una obligación

pecuniaria adeudada por la demandada sociedad de comercio IPANEMA C.A, que se

encuentra insoluta, según el decir, de la actora INVERSIONES LELAVIC C.A, que es líquida y

exigible al constar de autos que se trata de una suma de dinero, el vencimiento del plazo

para el pago y que no está sujeta a condición o plazo pendiente.

Admitida la misma, se procedió a decretar medida de prohibición de enajenar y gravar

sobre el inmueble objeto de la demanda. (Folio 15 Pieza N° 1) e

intimar a la deudora sociedad de comercio IPANEMA C.A., y una vez practicada la

intimación, la deudora presentó escrito constante de trece (13) folios y dos (2) anexos y

opuso la cuestión previa prevista en el ordinal 11º del artículo 346 del Código de
Procedimiento Civil, y oposición a la ejecución de hipoteca; pero, luego de varios años de

trámite, la demandada, sociedad de comercio IPANEMA C.A., mediante escrito de fecha 18

de marzo del año 2005, y representada por el abogado MIGUEL ÁNGEL MARTÍNEZ PARRA,

Inpreabogado N° 56.073, ofreció pagar en ese momento la cantidad adeudada,

convirtiendo la divisa estadounidense en bolívares a la tasa fijada para el pago, la cual

sumaba, según él, para la fecha en que se introdujo la demanda; la cantidad de CIEN

MILLONES DE BOLÍVARES (Bs. 100.000.000), El pago ofrecido lo realizó a través de tres

cheques de gerencia identificados en dicho escrito (Folios del 6 al 9 del Cuaderno de

Medida de Embargo), que fueron depositados en una cuenta de ahorros en el Banco

Bicentenario por el Tribunal siguiendo normativas administrativas emanadas del Tribunal

Supremo de Justicia. Al haberse hecho la oferta de pago, se produjo tácitamente, la

renuncia a la oposición efectuada a la ejecución de la hipoteca y a la cuestión previa

contenida en el ordinal 11ª del artículo 346 del Código de Procedimiento Civil, pues la

oferta de pago conlleva el reconocimiento de la existencia de la hipoteca y de la legalidad

de la admisión de la demanda que pide su ejecución, por lo que resultaría inoficioso que el

Tribunal se pronuncie sobre la cuestión previa opuesta y la oposición a la ejecución

hipotecaria. Por lo que el Tribunal se concentrará a lo relacionado con la oferta de pago y

la ejecución de la hipoteca. Esta oferta de pago fue declarada con lugar por el Tribunal de

Primera Instancia (folios 920 al 928 de la pieza Nº 4), pero; dicha sentencia quedó anulada

con el fallo proferido por la Sala de Casación Civil del Tribunal Supremo de Justicia, que

declaró nulas todas las actuaciones contenidas en el expediente desde el auto de fecha de

fecha 17 de mayo de 2004 dictado por el a quo y todas las actuaciones subsiguientes hasta

la fecha de proposición del Recurso Extraordinario de Casación (folios 1.299 al 1.320 de la

pieza Nº 5), por lo que el Tribunal a quo debió, ante el hecho de la oferta de pago

efectuado por la demandada sociedad de comercio IPANEMA C.A y la oposición al mismo

por la demandante INVERSIONES LELAVIC C.A, pronunciarse sobre la validez de la oferta de

pago, determinando con exactitud, en su sentencia a cuanto equivalen los CIENTO

SETENTA Y CINCO MIL CUATROCIENTOS TREINTA Y OCHO DOLARES CON CINCUENTA Y

NUEVE CENTAVOS ($ 175.438,59), adeudados por la compradora sociedad de comercio


IPANEMA C.A, al convertirlos en bolívares a la tasa oficial existente para el momento del

pago, es decir; para la fecha 18 de marzo de 2005, que es cuando se está haciendo el pago

realmente con la oferta referida. Es oportuno indicar que ambas partes son contestes en

afirmar: en la demanda la actora INVERSIONES LELAVIC C.A y en el escrito de oferta de

pago la demandada, sociedad de comercio IPANEMA C.A que la cantidad de CIEN

MILLONES DE BOLÍVARES (Bs 100.000.000,00) que se quedaba adeudando del precio del

inmueble vendido, equivalen a la cantidad de: CIENTO SETENTA Y CINCO MIL

CUATROCIENTOS TREINTA Y OCHO DOLARES CON CINCUENTA Y NUEVE CENTAVOS ($

175.438,59), a razón de la tasa de cambio existente para el momento de la venta de

QUINIENTOS SETENTA BOLÍVARES POR CADA DÓLAR AMERICANO (Bs. 570,00 US$). Ahora

bien, al haberse presentado la contradicción entre las partes con relación a cuanto es el

equivalente en bolívares que debía pagar la demandada para saldar la deuda, el juzgador a

quo debió ordenar una articulación probatoria conforme a lo previsto en el artículo 607 del

Código de Procedimiento Civil, pues dicho artículo establece:

Como no se actuó así, quedó sin poderse determinar si la parte demandada en efecto

consignó en el momento que hizo la oferta de pago el equivalente en bolívares del valor

que en dólares estadounidenses, tenía la cantidad adeudada para el momento que se está

haciendo la oferta de pago, haciéndose esta conversión por el valor del dólar oficial de ese

día, es decir del día en que está haciendo el pago (18 de marzo de 2005) y no el que se

había fijado para el pago en el contrato que contiene la deuda, porque ese fue violado,

tampoco el de la presentación de la demanda, porque no se hizo ese día la oferta de pago,

sino el del día que en efecto se ofreció el pago y se debió consignar la cantidad que

comprendiera la suma íntegra u otra cosa debida, los frutos y los intereses debidos, los

gastos líquidos, con la reserva por cualquier suplemento, ya que para que el ofrecimiento

de pago sea real, la oferta debe cumplir los requisitos previstos en el artículo 1.307 del

Código Civil que es del tenor siguiente:

Como puede apreciarse de las actas del proceso y del contenido del escrito de oferta de

pago, ésta no cumple con todos los requisitos exigidos por el legislador para que el
ofrecimiento real sea válido, ya que no hay pruebas en autos de donde se pueda deducir,

ante la contrariedad manifestada por la actora INVERSIONES LELAVIC C.A, en recibir la

cantidad de dinero consignada por la demandada, Sociedad de Comercio IPANEMA C.A,

que dicha suma de bolívares ofertada ”…comprenda la suma integra u otra cosa debida,

los frutos y los intereses debidos, los gastos líquidos y una cantidad para los gastos líquidos

con la reserva por cualquier suplemento…” prevista en el ordinal tercero del referido

artículo, pues sólo se tiene el cálculo que a su modo hizo la deudora Sociedad de comercio

IPANEMA C.A. De lo anteriormente expuesto debe señalarse que era necesario que el

Tribunal precisara cual debía ser la fecha de pago y de coincidir con la indicada por la

demandada, debió ordenar que la cantidad adeudada quedara determinada

definitivamente y en ese sentido era obligatorio ordenar se precisara si la suma de CIENTO

ONCE MILLONES SETECIENTOS DIEZ MIL QUINIENTOS VEINTIDOS BOLIVARES CON

DIECIOCHO CENTIMOS (Bs. 111.710.522,18); ofrecidos por la demandada como pago a la

demandante y consignados a través de tres (3) cheques de gerencia librados a favor del

Tribunal y de las características siguientes: El primero: contra el Banco Banfoandes, Nº

00000104, de fecha 17 de marzo de 2005, por la cantidad de Bs. 80.000.000,00; El

segundo: contra el Banco Industrial de Venezuela, Nº 01000754, de fecha 17 de marzo de

2005, por la cantidad de Bs. 22.700.000,00; y el Tercero: contra el Banco Banesco, Nº

40504895, de fecha 17 de marzo de 2005, por la cantidad de Bs. 9.010.522,18, eran

equivalentes, a la suma de CIENTO SETENTA Y CINCO MIL CUATROCIENTOS TREINTA Y

OCHO DOLARES CON CINCUENTA Y NUEVE CENTAVOS ($ 175.438,59), que quedó

adeudando la demandada sociedad de comercio IPANEMA C.A., a la demandante

INVERSIONES LELAVIC C.A, por la compra del inmueble que arriba se ha referido y sobre

cuya cantidad en dólares están contestes las partes como antes se indicó, y de haberse

comprobado que la suma depositada era equivalente a los dólares adeudados, debió

declararse extinguida la obligación. Pero; tal precisión no se materializó, por lo que

conforme a lo dispuesto en el artículo 209 del Código de Procedimiento Civil corresponde

a este Juzgador determinar, cual era la fecha de pago, siendo evidente que la fecha en que

se debió pagar la deuda era el día 30 de octubre de 1.999, según el contrato, pero no se
hizo ese día, sino que se ofreció pagarla el día 18 de marzo de 2.005, es decir; cuatro años

y cinco meses después. Ahora bien; de autos se observa que la demandada dice en su

escrito de oferta de pago que la conversión la hizo tomando en cuenta la tasa de cambio

existente para el momento en que se interpuso la demanda, siendo evidente entonces que

la suma consignada, no es equivalente al valor en dólares sobre el cual están contestes las

partes, dado que es público, notorio y comunicacional, que la tasa de cambio del dólar ha

venido en aumento y que desde la fecha 30 de octubre de 1999 a la fecha 18 de marzo de

2005 cuando hizo la oferta de pago, varió sustancialmente en alza, razón por la cual la

oferta de pago resultaba insuficiente para producir la liberación de la deuda garantizada

con la hipoteca legal a que se contrae esta causa, por lo que como en esa fecha, tampoco

se determinó si la suma ofrecida era equivalente a la cantidad adeudada en dólares

estadounidenses, y en consecuencia con capacidad para saldar la deuda, la fecha que debe

tomarse como la del pago y en consecuencia para la convertibilidad de la suma de dinero

en moneda extranjera a bolívares, será la de la fecha en que quede firme esta decisión,

cuando se convertirá la suma de CIENTO SETENTA Y CINCO MIL CUATROCIENTOS TREINTA

Y OCHO DOLARES CON CINCUENTA Y NUEVE CENTAVOS ($ 175.438,59), sobre lo cual están

conteste las partes que es la suma de dinero adeudado en moneda extranjera, a bolívares

a razón de la tasa de cambio establecida por el Banco Central de Venezuela para el pago

de deudas privadas contraídas en la República Bolivariana de Venezuela. A los bolívares así

obtenidos, se les aplicará el régimen de conversión monetaria vigente en el país a partir

del primero (1º) de enero del año 2008 y ordenado por el Decreto Ley de Reconversión

Monetaria publicado en la Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela Nº

38.638 de fecha 6 de marzo del año 2007. A esta cantidad deberá descontársele la suma

de dinero que la deudora consignó con la oferta de pago y los intereses que dicha suma

haya devengado desde su depósito, siendo que la cantidad resultante de esa reconversión

monetaria y el descuento referido, será la que debe pagar la deudora. Estas operaciones

de convertibilidad de dólares estadounidenses a bolívares fuertes y la sustracción a la

cantidad resultante de lo suma ofertada y sus intereses, se harán mediante experticia

complementaria del fallo en la forma indicada en esta sentencia y sobre el cociente de ella,
será por la cual se trabará la ejecución de la hipoteca. Ahora bien, ninguna de dichas

causales inficiona a la hipoteca cuya ejecución se pretende con esta demanda, por tanto la

misma se encuentra vigente y ejecutable sobre el bien en que quedó constituida

legalmente. Un aspecto que fue objeto de reclamo por la demandante y de oposición por

la demandada es lo relacionado con el cobro de los intereses de mora, resultando que de

la revisión del contrato de venta no observa este Juzgado que las partes hubieran pactado

interés sobre el capital o por mora en el pago de la deuda, muy por el contrario se observa,

que pactaron que las cantidades que quedaba adeudando la compradora no generarían

interés alguno hasta su pago, por lo que dicho reclamo se considera improcedente. Por

cuanto de autos, corren certificaciones mediante las cuales la Registradora Pública del

Municipio San Felipe, autorizó la venta del inmueble sobre el cual recae la hipoteca a cuya

ejecución se contrae este juicio, desobedeciendo la medida de prohibición de enajenar y

gravar, así como la de embargo que le fueron comunicadas por el Tribunal a quo, sin que

mediara orden de suspensión firme que le hubiere sido comunicada, se acuerda oficiar,

una vez quede firme la presente sentencia a la Fiscalía Superior del Ministerio Público del

estado Yaracuy, remitiéndole copia certificada de las medidas ordenadas y comunicadas a

la Registradora con su nota de recibo, de la certificación donde la referida Registradora

informa, con posterioridad a que le fueron comunicadas las medidas, que el inmueble

estaba libre de gravamen y que por ello autorizó la enajenación y copia certificada del

instrumento por el cual los ciudadanos: GIANFRANCO BERARDINELLI MARTÍNEZ,

GIANPIERO JESÚS BERARDINELLI MARTÍNEZ y GIULIANA COROMOTO BERARDINELLI

MARTÍNEZ, adquirieron el inmueble de marras, a los fines de que abra la averiguación

correspondiente y determine si con dicha conducta la Registradora Pública y las personas

que intervinieron en la venta efectuada a los ciudadanos antes referidos, incurrieron en

algún tipo delictivo y de ser así, se les imponga la respectiva sanción penal. Con

fundamento en las apreciaciones anteriores, la demanda de Ejecución de Hipoteca legal,

interpuesta por la sociedad de comercio: INVERSIONES LELAVIC C.A contra la sociedad

mercantil IPANEMA, C.A debidamente identificadas en autos, deberá declararse con lugar,

tal como se determinará en forma expresa positiva y precisa en la dispositiva de este fallo.
QUINTO: Se niegan los intereses moratorios reclamados y su convertibilidad en dólares

estadounidenses a bolívares, por no haberse pactado interés alguno en el contrato de

compraventa en la cual quedó constituida la hipoteca legal cuya ejecución se solicita…".

(Negrillas de la Sala). De la precedente transcripción de la recurrida se desprende que los

hechos no controvertidos aceptados por las partes son:

1) Que el inmueble dado en venta está constituido por una casaquinta y la parcela de

terreno sobre la cual está construida, ubicada en la avenida El Parque, de la Urbanización

Bella Vista de esta ciudad de San Felipe, del estado Yaracuy, distinguida con la sigla C-61, y

con una superficie de mil trescientos noventa y nueve metros con treinta y siete

centímetros cuadrados (1.399,37 m2) y comprendida dentro de los siguientes linderos:

NORTE: en cuarenta metros con catorce centímetros (40,14 mts.) con zona verde; SUR: en

diecisiete metros (17 mts.) con la avenida El Parque; ESTE: en sesenta y dos metros con

ochenta y cuatro centímetros (62,84 mts.) con la parcela C-62; y OESTE: en cuarenta y seis

metros con treinta y dos centímetros (46,32 mts.) con la parcela C-10.

2) Que de dicho contrato se verificó una venta perfecta e irrevocable, que el precio de la

venta era por la cantidad de DOSCIENTOS CINCUENTA MILLONES DE BOLÍVARES (Bs.

250.000.000,00) bajo la siguiente modalidad de pago: a) La suma de CIEN MILLONES DE

BOLÍVARES (Bs. 100.000.000,00), que se pagaron en el acto de protocolización del

documento de venta; b) La cantidad de CINCUENTA MILLONES DE BOLÍVARES (Bs.

50.000.000,00), que, fue pagada y recibida por la demandante oportunamente en la fecha

convenida; según su propia versión y, c) La suma de CIEN MILLONES DE BOLÍVARES (Bs.

100.000.000,00), que serían pagadas el día 30 de octubre de 1999

3) Que de dicho documento se constató la constitución de una hipoteca legal sobre el

referido inmueble, pues en él consta que la compradora quedó adeudando parte del
precio convenido para la venta del inmueble, de allí que existe en el patrimonio de la

vendedora el derecho a pedir la ejecución de la hipoteca que por efecto de la ley, quedó

constituida en el referido contrato de compra venta.

4) Que la sociedad de comercio IPANEMA C.A., mediante escrito de fecha 18 de marzo del año

2005, ofreció pagar en ese momento la cantidad adeudada, convirtiendo la divisa

estadounidense en bolívares a la tasa fijada para el pago, la cual sumaba, según él, para la

fecha en que se introdujo la demanda; la cantidad de CIEN MILLONES DE BOLÍVARES (Bs.

100.000.000,00), El pago ofrecido lo realizó a través de tres cheques de gerencia identificados

en dicho escrito (Folios del 6 al 9 del Cuaderno de Medida de Embargo), que fueron

depositados en una cuenta de ahorros en el Banco Bicentenario por el Tribunal siguiendo

normativas administrativas emanadas del Tribunal Supremo de Justicia.

5) Que ambas partes son contestes en afirmar: en la demanda la actora INVERSIONES LELAVIC

C.A y en el escrito de oferta de pago la demandada, sociedad de comercio IPANEMA C.A que la

cantidad de CIEN MILLONES DE BOLÍVARES (Bs 100.000.000,00) que se quedaba adeudando

del precio del inmueble vendido, equivalen a la cantidad de: CIENTO SETENTA Y CINCO MIL

CUATROCIENTOS TREINTA Y OCHO DOLARES CON CINCUENTA Y NUEVE CENTAVOS ($

175.438,59), a razón de la tasa de cambio existente para el momento de la venta de

QUINIENTOS SETENTA BOLÍVARES POR CADA DÓLAR AMERICANO (Bs. 570,00 US$).

Y los hechos controvertidos en el presente juicio por las partes son los siguientes:

a) La suma de CIEN MILLONES DE BOLÍVARES (Bs. 100.000.000,00), la cual debía ser pagada el

día 30 de octubre de 1999.

b) Que debía ser pagada en dólares de los Estados Unidos de América, y que sólo en caso de

impedimento de carácter legal, esto es excepcionalmente, dicha cantidad de CIEN MIL DE

BOLÍVARES (Bs. 100.000,00), de hoy, debía ser pagada en bolívares calculados a la tasa de

cambio oficial vigente para el momento del pago.

Concluyendo el ad quem que no es procedente la oferta de pago de la demandada realizada

en fecha 18 de marzo de 2005, por la cantidad de CIENTO ONCE MILLONES SETECIENTOS DIEZ
MIL QUINIENTOS VEINTIDOS BOLIVARES CON DIECIOCHO CENTIMOS (Bs. 111.710.522,18), por

no existir pruebas en autos de contrariedad manifestada por la actora INVERSIONES LELAVIC

C.A, en recibir la cantidad de dinero consignada por la demandada IPANEMA C.A., y que dicha

suma de bolívares ofertada no comprendía la suma íntegra debida en el contrato, resultando

insuficiente para producir la liberación de la deuda garantizada con la hipoteca legal, conforme

a lo previsto en el ordinal 3° del artículo 1.307 del Código Civil.

Así, con base en lo dispuesto en el artículo 209 del Código de Procedimiento Civil, el juez

superior determinó cual era la fecha de pago, ya que la demandada debió pagar la deuda el día

30 de octubre de 1999, según el contrato, pero no ocurrió así, sino que se ofreció pagarla el 18

de marzo de 2005, es decir; cuatro años y cinco meses después. De la misma forma, el

juzgador de la recurrida estableció que la fecha de pago de la obligación convenida en el

contrato de venta a plazos era cuando quede firme la decisión, que por experticia

complementaria del fallo, se convertirá la suma de “…CIENTO SETENTA Y CINCO MIL

CUATROCIENTOS TREINTA Y OCHO DOLARES CON CINCUENTA Y NUEVE CENTAVOS ($

175.438,59), sobre lo cual están conteste las partes que es la suma de dinero adeudado en

moneda extranjera, a bolívares a razón de la tasa de cambio establecida por el Banco Central

de Venezuela para el pago de deudas privadas contraídas en la República Bolivariana de

Venezuela. A los bolívares así obtenidos, se les aplicará el régimen de conversión monetaria

vigente en el país a partir del primero (1º) de enero del año 2008 y ordenado por el Decreto

Ley de Reconversión Monetaria…”. De manera que, se observa que el juez superior, realiza una

interpretación de lo convenido por las partes en el contrato de compra venta donde quedó

constituida la hipoteca legal, declarando improcedente el cobro de los intereses moratorios

solicitados en la demanda, por no observar en el referido contrato que las partes hubieran

pactado interés por mora en el pago de la deuda, concluyendo que “…muy por el contrario se

observa, que pactaron que las cantidades que quedaba adeudando la compradora no

generarían interés alguno hasta su pago…”. Lo anterior, le sirvió como fundamento al juez de

alzada para en el punto quinto de su dispositivo, declarara que: “…Se niegan los intereses

moratorios reclamados y su convertibilidad en dólares estadounidenses a bolívares, por no


haberse pactado interés alguno en el contrato de compraventa en la cual quedó constituida la

hipoteca legal cuya ejecución se solicita…”, cuando del contrato de compra venta en su parte

final, se desprende que convinieron que “…A partir de esa fecha y hasta su efectiva

cancelación, las cantidades impagadas devengarán intereses a la rata del doce por ciento

(12%) anual…”. Sobre el particular, la Sala ha establecido que los intereses moratorios tienen

por causa el retardo culposo en el cumplimiento de una obligación de pago (…Omissis…).

Ahora bien, cuando se habla de mora del deudor se refiere al retardo culposo de una

obligación pecuniaria que constituye per se un daño, en los términos del artículo 1.264 del

Código Civil. (Vid. Sentencia Nº RC-000547, de fecha 6 de agosto de 2012, expediente Nº 12-

134, caso: Empresa Smith Internacional de Venezuela, C.A., contra Empresa Pesca Barina,

C.A.). Así pues, en el caso que nos ocupa, el hecho que falsamente fijó el juez, estaría

constituido por la improcedencia de lo pactado por las partes sobre los intereses moratorios,

cuando en interpretación estricta de lo convenido en el contrato supra transcrito, se estableció

que se generarían intereses si no se cancelaba en la fecha estipulada, esto es, el 30 de octubre

de 1999, toda vez que es clara en su redacción al indicar que “…A partir de esa fecha y hasta su

efectiva cancelación, las cantidades impagadas devengarán intereses a la rata del doce por

ciento (12%) anual…”, no pudiendo desprenderse otra cosa.

De manera que, el establecimiento de los hechos que el ad quem realizó en uso del poder

soberano de interpretación del contrato de compra venta (folios 8 y 12 de la pieza 1 de 6 del

expediente), resultó evidentemente contrario con la expresión de la voluntad de las partes,

pues la juez de la recurrida arrojó una conclusión errada al establecer que no se generarían

intereses de mora, cuando de acuerdo a lo estipulado contractualmente, a partir del 30 de

octubre de 1999, y hasta su efectiva cancelación, las cantidad impagada devengará intereses a

la rata del doce por ciento (12%) anual, infringiendo el artículo 1.264 del Código Civil, según el

cual las obligaciones deben cumplirse tal como fueron contraídas. Del análisis del sub judice se

evidencia que las partes estuvieron contestes con: 1) el contrato de compra venta a plazos con

hipoteca legal; 2) que el objeto del contrato es la venta de un inmueble constituido por una

casaquinta y la parcela de terreno sobre la cual está construida, ubicada en la avenida El


Parque, de la Urbanización Bella Vista de esta ciudad de San Felipe, del estado Yaracuy,

distinguida con la sigla C-61, y con una superficie de mil trescientos noventa y nueve metros

con treinta y siete centímetros cuadrados (1.399,37 m2); 3) el precio de la venta se estableció

por la cantidad de DOSCIENTOS CINCUENTA MILLONES DE BOLÍVARES (Bs. 250.000.000,00); 4)

que la modalidad de pago era: a) La suma de CIEN MILLONES DE BOLÍVARES (Bs.

100.000.000,00), que se pagaron en el acto de protocolización del documento de venta; b) La

cantidad de CINCUENTA MILLONES DE BOLÍVARES (Bs. 50.000.000,00), que, fue pagada y

recibida por la demandante oportunamente en la fecha convenida; según su propia versión y,

c) La suma de CIEN MILLONES DE BOLÍVARES (Bs. 100.000.000,00), que serían pagadas el día

30 de octubre de 1999; 5) el monto adeudado del precio del inmueble vendido, era la cantidad

de CIEN MILLONES DE BOLÍVARES (Bs 100.000.000), que debía ser pagado en dólares por la

suma de CIENTO SETENTA Y CINCO MIL CUATROCIENTOS TREINTA Y OCHO DOLARES CON

CINCUENTA Y NUEVE CENTAVOS (US$ 175.438,59), a razón de la tasa de cambio existente para

el momento.

El contradictorio surgió respecto del sistema cambiario aplicado al monto en dólares

americanos, es decir, CIENTO SETENTA Y CINCO MIL CUATROCIENTOS TREINTA Y OCHO

DOLARES CON CINCUENTA Y NUEVE CENTAVOS ($ 175.438,59), que se adeudaba, el cual

quedo establecido que debía hacerse la conversión a bolívares a la tasa de cambio del día de

pago establecida por el Banco Central de Venezuela, cuando quedara firme la decisión. Ahora

bien, siendo que el juez erró en cuanto a la aplicación de los intereses de mora que constan en

el contrato, la Sala procede a casar la sentencia recurrida por infracción de los artículos 1.159,

1.160 y 1.264 del Código Civil, pero sin reenvío de conformidad con lo previsto en el artículo

322 del Código de Procedimiento Civil, pues quedaron establecidos los hechos, de manera que

no se requiere un nuevo pronunciamiento sobre el fondo de la controversia. Así se decide.

 OJOOOO RESOLUCION 24-10-2018 °208° y 159: El Tribunal Supremo de Justicia, en

ejercicio de las atribuciones conferidas por el artículo 267 de la Constitución de la

República Bolivariana de Venezuela, en concordancia con las previstas en los artículos

1 y 2 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia.


CONSIDERANDO: Que la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, en sus

artículos 26 y 257 prevén el acceso a los órganos de administración de justicia como

mecanismo que garantiza la tutela judicial efectiva, con omisión de las formalidades no

esenciales al proceso.

CONSIDERANDO: Que los Juzgados de Primera Instancia con competencia en lo Civil,

Mercantil Tránsito, Bancario y Marítimo, en la República están experimentando un exceso

de trabajo como consecuencia, entre otros aspectos, de la falta de revisión y ajuste de la

competencia por la cuantía; por el conocimiento de los asuntos de jurisdicción

contenciosa, los cuales resultan ser la mayoría de las acciones que se interponen, lo que

incrementó su actuación; lo cual ha creado un desbalance en las actuaciones de las causas

conocidas por los Tribunales de Municipio y los de Primera Instancia.

CONSIDERANDO: Que los Juzgados de Municipio, cuya cantidad se incrementó con ocasión

de la supresión de los Juzgados de Parroquia, conocen de un número de asuntos que se

han reducido considerablemente, evidenciándose en la actualidad un claro desequilibrio

de la actividad jurisdiccional que desarrollan respecto a los Juzgados de Primera Instancia.

CONSIDERANDO: Que el artículo 12 de la Ley Orgánica del Poder Judicial establece que los

tribunales de jurisdicción ordinaria tendrán competencia en todas las materias, a menos

que le Ley disponga otra cosa, siendo tribunales de jurisdicción ordinaria, conforme al

artículo 61 eiusdem, las Cortes de Apelaciones, los Tribunales Superiores, los Juzgados de

Primera Instancia y los Juzgados de Municipio y Ejecutores de Medidas.

CONSIDERANDO: Que el artículo 267 de la Constitución de la República Bolivariana de

Venezuela reserva al Tribunal Supremo de Justicia, la dirección, gobierno y administración

del Poder Judicial, siendo de su competencia crear circuitos judiciales, tribunales

ordinarios y especiales; suprimir los ya existentes cuando así se requiera, especializar o no


su competencia y convertir los tribunales unipersonales en colegiados; así como,

establecer y modificar la competencia de los tribunales en razón del territorio y de la

cuantía, y la modificación de las cuantías previstas, en el Código de Procedimiento Civil,

conforme a lo dispuesto en la Sentencia Nro. 1586 del 12 de junio de 2003 dictada por la

Sala Constitucional de este Máximo Tribunal.

CONSIDERANDO: Que conforme a la necesidad de la obtención de una verdadera tutela

judicial efectiva que impone un Estado social de derecho y de justicia; resulta imperioso la

evaluación de las cuantías que conocerán los Juzgados en materia Civil, Mercantil,

Tránsito, Bancario y Marítimo, según corresponda, lo cual coadyuvará en un eficiente

administración de justicia, y al mejor acceso a la función jurisdiccional, visto el importante

crecimiento económico de la nación.

CONSIDERANDO:Que resulta impostergable la toma de medidas y ajustes que permitan

redistribuir de manera más eficiente entre los jueces ordinarios la función jurisdiccional,

garantizando el mayor acceso posible a una justicia eficaz, transparente, expedita y

oportuna.

RESUELVE

Artículo 1.- Se modifican a nivel nacional, las competencias de los Juzgados para

conocer de los asuntos en materia Civil, Mercantil, Tránsito, Bancario y Marítimo, según

corresponda, de la siguiente manera:

a) Los Juzgados de Municipio y Ejecutores de Medidas, categoría C en el escalafón

judicial, conocerán en primera instancia de los asuntos contenciosos cuya cuantía no

exceda de Quince mil unidades tributarias (15.000 U.T.).


b) Los Juzgados de Primera Instancia, categoría B en el escalafón judicial, conocerán en

primera instancia de los asuntos contenciosos cuya cuantía exceda los Quince Mil Un

unidades tributarias (15.001 U.T.).

A los efectos de la determinación de la competencia por la cuantía, en todos los

asuntos contenciosos cuyo valor sea apreciable en dinero, conste o no el valor de la

demanda, los justiciables deberán expresar, además de las sumas en bolívares conforme al

Código de Procedimiento Civil y demás leyes que regulen la materia, su equivalente en

unidades tributarias (U.T.) al momento de la interposición del asunto.

Artículo 2.- Se tramitarán por el procedimiento breve las causas a que se refiere el artículo

881 del Código de Procedimiento Civil, y cualquier otra que se someta a este

procedimiento, cuya cuantía no exceda de Siete Mil Quinientas unidades tributarias

(7.500U.T.); asimismo, la cuantía que aparece en el artículo 882 del mismo Código de

Procedimiento Civil, respecto al procedimiento breve, expresada en bolívares, se fija en

Siete Mil Quinientas unidades tributarias (7.500 U.T.).

Artículo 3.- Las modificaciones aquí establecidas surtirán sus efectos a partir de su

entrada en vigencia y no afectará el conocimiento ni el trámite de los asuntos en curso,

sino tan sólo en los asuntos nuevos que se presenten con posterioridad a su entrada en

vigencia.

Artículo 4.- La presente Resolución entrará en vigencia a partir de la fecha de su

publicación en la Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela.

Artículo 5.- Quedan sin efecto las competencias establecidas en la RESOLUCIÓN DE LA

SALA PLENA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE JUSTICIA Nº 2009-006 de fecha 18 de marzo de

2009, sólo en lo que se refiere a las cuantías fijadas, así como cualquier otra disposición

que se encuentre en contravención con la presente Resolución.


 ELIMINACION DE LA CONSULTA DE JURISDICCION: (SALA POLITICO ADM °575

23/04/2014):

Con fundamento en lo establecido en el artículo 23, numeral 20 de la Ley Orgánica de la

Jurisdicción Contencioso Administrativa, el artículo 26 numeral 20 de la Ley Orgánica del

Tribunal Supremo de Justicia y los artículos 59 y 66 del Código de Procedimiento Civil,

corresponde a esta Sala Político-Administrativa, conocer los recursos de regulación de

jurisdicción.

A tal efecto, de la revisión de las actas procesales esta Sala observa que mediante decisión

de fecha 30 de mayo de 2013, cursante a los folios 11 al 24 de la pieza N° 2 del expediente,

el Juzgado remitente declaró la falta de jurisdicción del Poder Judicial respecto al juez

extranjero para conocer la demanda por cumplimiento de contrato e indemnización de

daños y perjuicios interpuesta conjuntamente con medidas cautelares innominadas por la

representación judicial de la sociedad de comercio Weitzmann Trading Company, S.A.,

contra las sociedades mercantiles Lowenbräu AG y Anheuser-Busch InBev International

GmbH& Co. KG (INBEV), en razón de que las partes acordaron resolver las controversias

que pudieran surgir con relación al último contrato celebrado entre ellas, ante la

jurisdicción de la ciudad de Ginebra de la Confederación Suiza.

En tal sentido, se evidencia de las actuaciones remitidas que en el caso de autos los

apoderados judiciales de la accionante interpusieron la demanda supra señalada contra las

mencionadas sociedades de comercio, en virtud de que, en su decir, su representada

mantuvo desde el año 1.974 “(…) relaciones comerciales con la empresa alemana

LÖWENBRÄU AG, a través de un contrato verbal de distribución y representación exclusiva

en Venezuela de los productos distinguidos con la marca LÖWENBRÄU (…)”, siendo dicho

contrato terminado por medio de comunicado del 21 de septiembre de 2010, emanado de

la empresa InBevMarketDevelopmentGmbH& Co, KG “INBEV”, que surgió de la fusión de

las compañías “(…) SPATEN, FRANZISKANER y LÖWENBRÄU AG, a fin de conformar

INTERBREW DEUTSCHLAN HOLDING GMBH (…)”, hoy Anheuser-Busch InBev International


GmbH& Co. KG. (INBEV), con domicilio en la ciudad de Bremen de la República Federal de

Alemania.

En razón de lo anterior, la parte actora considera que las co-demandadas deben

indemnizar a su mandante por los “(…) daños y perjuicios (…) por (…) el lucro cesante

establecido en el artículo 1.273 del Código Civil, el cual estimamos en la suma de TRES

MILLONES SETECIENTOS MIL BOLÍVARES (Bs. 3.700.000,00) cantidad que comprende las

ganancias que WEITZMANN TRADING COMPANY S.A. dejará de percibir por la no

distribución de productos LÖWENBRÄU, en un tiempo estimado de diez (10) años” y

además que “(…) tiene derecho a una indemnización por la clientela que pierde (…) por la

suma de UN MILLÓN DE BOLÍVARES (Bs. 1.000.000)”. (Destacados del original).

Asimismo, se observa (folios 206 al 218 de la pieza N° 1 del expediente) que el apoderado

judicial de la sociedad de comercio Anheuser-Busch InBev International GmbH& Co. KG

(INBEV) promovió, entre otra, la cuestión previa relativa a la falta de jurisdicción del Poder

Judicial venezolano frente al juez extranjero, argumentando que “(…) como consecuencia

de esta reorganización corporativa a nivel internacional (…) la empresa LÖWENBRÄU dejó

de ser la empresa encargada de comercializar los productos (…) En efecto, la empresa que

quedó encargada (…) fue la empresa INVEB (…)” (sic), siendo que la última de las

prenombradas propuso, en fecha 25 de enero de 2008, a la sociedad mercantil Weitzmann

Trading Company, S.A. “(…) formalizar la relación de representación y comercialización, no

exclusiva, de los productos de la marca LÖWENBRÄU a través de un contrato”, en el que se

estableció: “Competencia y Ley que Rige: (…) Todas las disputas serán sometidas a la

jurisdicción exclusiva de los tribunales de Ginebra”. (Destacados del original).

Previamente, advierte la Sala que la demanda bajo análisis presenta elementos de

extranjería relevantes, como lo es el domicilio de la demandada (Anheuser-Busch

InBevInternationalGmbH& Co. KG. (INBEV) y la enunciada cláusula de elección del foro, por

lo cual se impone su análisis en atención al Derecho Internacional Privado con el objeto de

determinar la jurisdicción encargada de conocer y decidir el asunto debatido.


Establecido lo anterior, resulta necesaria la revisión de la Ley de Derecho Internacional

Privado como fuente consagrada en el artículo 1° eiusdem, advirtiendo previamente que la

apreciación que haga este Alto Tribunal respecto de los alegatos formulados por las partes

y los elementos que componen el expediente, sólo concluirá en la determinación de si el

Poder Judicial venezolano tiene o no jurisdicción para conocer de la demanda; por lo que

las consideraciones que se expondrán en el presente fallo no constituyen un

pronunciamiento acerca del fondo del asunto debatido.

Así tenemos, en cuanto al marco legal regulatorio, que el artículo 1° de la Ley de Derecho

Internacional Privado, publicada en la Gaceta Oficial de la República de Venezuela N°

36.511 el 6 de agosto de 1998, al consagrar las fuentes en la materia, preceptúa:

“Artículo 1°. Los supuestos de hecho relacionados con los ordenamientos jurídicos

extranjeros se regularán, por las normas de Derecho Internacional Público sobre la

materia, en particular, las establecidas en los tratados internacionales vigentes en

Venezuela; en su defecto, se aplicarán las normas de Derecho Internacional Privado

venezolano; a falta de ellas, se utilizará la analogía y, finalmente, se regirán por los

principios de Derecho Internacional Privado generalmente aceptados.”

Conforme al orden de prelación de las fuentes previsto en la norma transcrita, debe

examinarse en primer lugar, la existencia de tratados internacionales vigentes que regulen

la materia objeto de análisis y que hayan sido suscritos entre la República Bolivariana de

Venezuela y la República Federal de Alemania (domicilio de las demandadas); en segundo

lugar, de no existir un tratado internacional vigente, se debe aplicar lo que disponen al

respecto las normas de Derecho Internacional Privado venezolano (Ley de Derecho

Internacional Privado antes citada); en tercer lugar, a falta de disposición expresa sobre la

materia, deberá atenderse a la analogía; y en cuarto y último lugar, en caso de no

verificarse ni siquiera analógicamente disposición que regule lo mencionado, serán los

principios de Derecho Internacional Privado generalmente aceptados los que determinen

la jurisdicción a la cual deberá someterse el caso en concreto.


En el juicio bajo examen, la Sala verifica, en primer término, previa revisión, que no consta

dentro del compendio de tratados suscritos entre la República Bolivariana de Venezuela y

la República Federal de Alemania, normas de Derecho Internacional Público que regulen lo

relativo a la materia debatida en la causa de autos, por lo que se hace necesario pasar al

examen de las normas de Derecho Internacional Privado venezolano a los fines de

determinar si los tribunales venezolanos tienen o no jurisdicción para conocer de la

demanda incoada.

En este sentido, señala la Sala que el caso sub examine versa sobre una demanda por

cumplimiento de contrato e indemnización de daños y perjuicios incoada contra las

sociedades de comercio Lowenbräu Ag., inscrita en el Registro Mercantil de la ciudad de

München de la República Federal de Alemania, bajo el N° HRB 101496 y Anheuser-Busch

Inbev International GmbH& CO. KG. (INBEV), inscrita en el Registro Mercantil de la ciudad

de Bremen de la República Federal de Alemania, bajo el N° HRA 22894 HB, en fecha 11 de

noviembre de 2002, razón por la cual no resulta aplicable el principal criterio atributivo de

jurisdicción establecido en el artículo 39 de la Ley de Derecho Internacional Privado, que

atribuye la jurisdicción a los Tribunales venezolanos en los casos en que la parte

demandada esté domiciliada en el territorio de la República Bolivariana de Venezuela.

De igual forma, se observa que el argumento de falta de jurisdicción de los tribunales

venezolanos para conocer del caso de autos, fue planteado por el apoderado judicial de la

sociedad de comercio Anheuser-Busch Inbev International GmbH& CO. KG. (INBEV), la

primera vez que actuó en el presente juicio (14 de mayo de 2012) mediante escrito de

oposición de cuestiones previas, en el cual manifestó: “En el presente caso no hay duda

que los Tribunales Venezolanos NO tienen jurisdicción para conocer de la presente

demanda, por cuanto las partes voluntariamente acordaron elegir de forma exclusiva a los

Tribunales de Ginebra, Suiza, para dirimir sus controversias”. Asimismo, lo hizo en el

cuaderno de medidas, por escrito en el que se opuso a las medidas cautelares

innominadas solicitadas por la accionante, por lo cual debe entenderse que tal defensa se
opuso oportunamente, no operando en este caso la sumisión tácita a la jurisdicción del

Poder Judicial venezolano, de conformidad con lo previsto en el artículo 45 eiusdem.

Ahora bien, importa destacar que la representación judicial de la sociedad de comercio

Weitzmann Trading Company, S.A., demandó “El cumplimiento a INBEV de las obligaciones

contractuales contraídas con nuestra mandante (…) El pago de indemnización por Daños y

Perjuicios [y] El Pago de Indemnización por Pérdida de Clientela (…)”, siendo que de los

alegatos y los recaudos consignados por la representación judicial de la sociedad de

comercio Anheuser-Busch Inbev International GmbH& CO. KG. (INBEV), en la oportunidad

en que alegó la falta de jurisdicción del Poder Judicial venezolano frente al juez extranjero,

se desprende que esta última en fecha 25 de enero de 2008, envió, por correo electrónico,

a la demandante una “CARTA PROPUESTA PARA EL TERRITORIO DE VENEZUELA” la cual,

según el contenido traducido de la misma, “debe leerse junto con los documentos

siguientes: (i) Condiciones Generales de Venta, (ii) Procedimiento para la Devolución de

Productos Defectuosos, (iii) Canales de comunicación del centro de negocios, (iv)

Procedimiento para la Devolución de los Envases Vacíos (los 'Documentos Acompañantes')

que son todos considerados parte de nuestra propuesta a ustedes (la 'Propuesta')”, siendo

que los referidos documentos se encuentran debidamente traducidos por Interprete

Público e insertos a los folios 225 al 247 de la pieza N° 1 del expediente y en idioma inglés,

como originalmente fueron emitidos, folios 248 al 263, de la misma pieza.

En tal sentido, vale destacar que la referida “CARTA PROPUESTA PARA EL TERRITORIO DE

VENEZUELA” dispuso:

“Si ustedes colocan un pedido con nosotros después que hayan recibido esta Carta, y

nosotros aceptamos su pedido, eso significa legalmente que:

1. Ustedes aceptan los términos completos de esta Propuesta y de los Documentos

Acompañantes (incluyendo las Condiciones Generales de Venta) que forman parte

integrante de cualquier contrato legal que tenemos con ustedes;


2. Ustedes están conscientes y entienden que estarán obligados por los términos de la

Propuesta, independientemente de si usted a firmado o no esta Carta; y

3. Cualquiera otras condiciones de venta/compra, incluyendo las suyas, quedan

automáticamente EXCLUIDAS.

Nosotros estamos dispuestos a hacer una Propuesta a ustedes en las condiciones

siguientes:

6. Duración y Territorio

Esta Propuesta es válida para el año calendario de la fecha de esta Carta únicamente y

terminará de manera automática y sin previo aviso el día 1° de enero del año siguiente al

año de esta propuesta a menos que InBev acepte un pedido colocado por ustedes el o

después del 1° de enero de dicho año siguiente.

SOLO SI Inveb acepta un pedido colocado por ustedes el o después del 1° de enero del año

siguiente al de esta propuesta y ustedes y nosotros no hemos firmado otro contrato

posterior, este Contrato será prorrogado automáticamente por períodos adicionales de

tres meses, comenzando en la primera fecha del trimestre en el cual ocurrió la aceptación

por parte de InBev, hasta que uno de nosotros le notifique a la otra parte por escrito la

intención de no dar por terminado el Contrato, siempre y cuando dicha notificación se

haga por lo menos treinta (30) días antes de la fecha de terminación.

Ustedes tienen el derecho de vender los Productos en el mercado con impuestos en

Venezuela (el Territorio) de manera no exclusiva (…)

Por su parte, el documento contentivo de las “CONDICIONES GENERALES DE VENTA”

estableció:

“1. Solicitud: Al colocar un pedido después de recibir esta Propuesta y una vez que el

Vendedor acepte dicho pedido, el Comprador automáticamente acepta cumplir con y estar

obligado por todos los términos de la Propuesta. Dichos términos no pueden ser

cambiados o añadidos por el Comprador. Todas las otras condiciones generales o


particulares que emanen del Comprador no serán incorporadas a los términos de la

Propuesta sin el previo acuerdo por escrito del Vendedor.

14. Relación: La relación entre el Vendedor y el Comprador es la de un vendedor y un

comprador. No constituirá ni creará ninguna relación de distribuidor exclusivo, agente,

socio o empresa colectiva entre las partes. El Comprador compra y vende los Productos a

su propio nombre y por su propia cuenta, y actúa como un comerciante independiente en

relación con el Vendedor y sus clientes. Ninguna de las partes tendrá la autoridad para

asumir obligaciones en nombre de, o prendar el crédito de la otra parte de ninguna

manera, sin el previo consentimiento por escrito de la otra parte.

16. Contrato Completo y Procedencia: Este Contrato (incluyendo la Carta Propuesta, el

Procedimiento para Devolver Productos Defectuosos y el Procedimiento para Devolver

Envases Vacíos) contiene el acuerdo completo entre las partes de este documento con

respecto al asunto objeto del mismo y reemplaza todos los acuerdos y entendimientos

previos, verbales o escritos, con respecto a dichos asuntos. En caso de alguna

incongruencia. Los términos de la Carta Propuesta prevalecerán sobre los términos de

estas Condiciones Generales de Venta.

17. Competencia y Ley que Rige: Todos los acuerdos firmados con el Comprador se rigen

por la ley suiza, excluyendo la Convención de las Naciones Unidas sobre Contratos para la

Venta Internacional de Bienes y los principios del derecho privado internacional. Todas las

disputas serán sometidas a la jurisdicción exclusiva de los tribunales de Ginebra” (sic).

(Destacados de la Sala).

Visto lo anterior, observa la Sala que la representación judicial de la parte accionada alegó

que la sociedad de comercio Weitzmann Trading Company, S.A., en fechas 1° de

septiembre y 17 de diciembre de 2008, solicitó, a su mandante, los pedidos Nos. 098 y 099,

respectivamente, los cuales se encuentran debidamente traducidos por interprete público

y consignados en copias a los folios 267 al 272 de la pieza N° 1 del expediente.


Asimismo, no pasa desapercibido para este órgano jurisdiccional que la representación

judicial de la parte actora en su demanda alegó: “Ciertamente, tal y como se desprende de

comunicaciones privadas que se detallan a continuación, las cuales anexamos marcadas

(…) 'E' [de fecha 28 de mayo de 2010] WEITZMANN TRADING COMPANY S.A. ha

conservado la representación exclusiva para importar los productos distinguidos con la

marca LOWENBRÄU en la República Bolivariana de Venezuela, en el desarrollo del contrato

de distribución exclusiva” y “Mediante comunicación de fecha 21 de septiembre de 2010,

suscrita por TillHedrich, Director de Ventas de INBEV, a nuestra mandante le es informado

abruptamente la terminación de su contrato de distribución exclusiva de más de treinta y

seis (36) años de los productos LOWENBRÄU. Consignamos marcado 'H', comunicación

debidamente traducida al idioma castellano por intérprete público jurado (…)”, es decir,

que la parte actora reconoce que la relación comercial con la accionada continuó, ya que

las fechas supra alegadas son posteriores a la fecha de la referida “CARTA PROPUESTA

PARA EL TERRITORIO DE VENEZUELA”, la cual es del 25 de enero de 2008.

De lo anterior, se puede concluir que la parte accionante aceptó la parcialmente transcrita

“CARTA PROPUESTA PARA EL TERRITORIO DE VENEZUELA” y, en consecuencia, todas las

obligaciones derivadas de la misma, así como las establecidas en los “documentos

acompañantes” del referido instrumento comercial, de los cuales es de destacar el

denominado “CONDICIONES GENERALES DE VENTA” en el que se dispuso la cláusula N° 17

supra señalada, referida a que “Todas las disputas serán sometidas a la jurisdicción

exclusiva de los tribunales de Ginebra”. Así se establece.

Establecido lo anterior, observa la Sala que la cláusula antes indicada expresa

textualmente:

“17. Competencia y Ley que Rige: Todos los acuerdos firmados con el Comprador se rigen

por la ley suiza, excluyendo la Convención de las Naciones Unidas sobre Contratos para la

Venta Internacional de Bienes y los principios del derecho privado internacional. Todas las

disputas serán sometidas a la jurisdicción exclusiva de los tribunales de Ginebra” (sic).

(Destacados de la Sala).
En tal sentido, corresponde a este órgano jurisdiccional examinarla dado que su aplicación

implicaría la derogatoria de la jurisdicción venezolana en virtud de la existencia de una

cláusula de elección de foro, incluida en el contrato denominado “CONDICIONES

GENERALES DE VENTA” celebrado entre las partes, según la cual éstas acordaron dirimir

cualquier controversia surgida entre ellas con ocasión del referido acuerdo de voluntades

ante la jurisdicción exclusiva de “los tribunales de Ginebra”, de la Confederación Suiza.

Ahora bien, importa destacar que las cláusulas de elección de foro constituyen una

manifestación de la autonomía de la voluntad de las partes, reconocida por el legislador

como criterio atributivo de jurisdicción, pues a través de ellas los contratantes pueden

determinar directamente el Estado a cuya jurisdicción desean someter las controversias

que puedan surgir con ocasión a los acuerdos celebrados.

En este mismo orden de ideas, debe atenderse a lo dispuesto en el artículo 47 de la Ley de

Derecho Internacional Privado, el cual prevé:

“Artículo 47. La jurisdicción que corresponde a los tribunales venezolanos, según las

disposiciones anteriores, no podrá ser derogada convencionalmente en favor de tribunales

extranjeros, o de árbitros que resuelvan en el extranjero, en aquellos casos en que el

asunto se refiera a controversias relativas a derechos reales sobre bienes inmuebles

situados en el territorio de la República, o se trate de materias respecto de las cuales no

cabe transacción o que afecten los principios esenciales del orden público venezolano”.

Nuestra legislación establece ciertos límites a la derogatoria de la jurisdicción, consagrados

en la norma supra transcrita, la cual contempla tres supuestos en los cuales la jurisdicción

de los Tribunales de la República Bolivariana de Venezuela no podrá ser derogada

convencionalmente, a saber: i) controversias relativas a derechos reales sobre bienes

inmuebles situados en el territorio de la República; ii) materias respecto de las cuales no

cabe transacción; y iii) materias que afecten los principios esenciales del orden público

venezolano.
Esta inderogabilidad fija los casos en los que una vez establecida la jurisdicción venezolana

en virtud de alguno de los criterios atributivos, ésta no puede ser sustraída por la voluntad

de los litigantes mediante la sumisión a tribunales extranjeros o a árbitros que resuelvan

en el extranjero, contemplando como supuesto de jurisdicción exclusiva el caso de los

derechos reales sobre bienes inmuebles situados en la República.

Siguiendo este orden de argumentación, se observa que la sociedad de comercio

Weitzmann Trading Company, S.A., demandó a la parte accionada por cumplimiento de

contrato e indemnización de daños y perjuicios, en su decir, por la terminación del

“contrato (…) de distribución y representación exclusiva en Venezuela de los productos

distinguidos LOWENBRÄU”. (Destacados del original).

Así, una vez hechas las precisiones anteriores, advierte la Sala que el asunto bajo examen

no está referido a controversias sobre bienes inmuebles situados en el territorio de la

República, pues lo que se reclama es el pago de cantidades de dinero, tampoco se

circunscribe a materias que no admitan transacción, ni afecta principios esenciales del

orden público interno; todo lo cual conduce a concluir que las partes podían elegir la

jurisdicción a la cual someter las controversias que se presentaran entre ellas, en el

ejercicio del principio supra señalado, aunque ello implicara la derogatoria de la

jurisdicción venezolana. Así se establece. (Vid. sentencia de esta Sala N° 06073 del 2 de

noviembre de 2005).

Determinado lo anterior, se puede extraer de la referida cláusula de elección del foro que

las sociedades de comercio involucradas en el caso sub examine fijaron que para “Todas

las disputas” con relación a los “acuerdos firmados” se sometían “a la jurisdicción exclusiva

de los tribunales de Ginebra”.

En este sentido, debe atenderse a lo dispuesto en el artículo 44 de la Ley de Derecho

Internacional Privado, el cual establece:

“Artículo 44. La sumisión expresa deberá constar por escrito”.


Este Alto Tribunal ha expresado en anteriores oportunidades, que existe sumisión de

jurisdicción, cuando las partes, en uso de su autonomía de la voluntad, acuerdan en indicar

los órganos jurisdiccionales a quienes someten el conocimiento de sus conflictos. En dicho

contexto, el artículo 44 de la Ley de Derecho Internacional Privado dispone que la sumisión

expresa debe constar por escrito, lo cual significa que los interesados deben designar de

manera clara, terminante y precisa el Juez a quien desean someterse.

Ahora bien, en el caso bajo estudio las partes fijaron la cláusula supra transcrita, por lo que

puede evidenciarse que se sometieron expresamente “a la jurisdicción exclusiva de los

tribunales de Ginebra”, razón por la cual se concluye que en la presente causa hubo

sumisión expresa a la jurisdicción extranjera, de conformidad con el citado artículo 44

eiusdem. Así se declara.

Sobre la base de lo expuesto, debe esta Sala declarar sin lugar el recurso de regulación de

jurisdicción interpuesto por la representación judicial de la parte accionante y, en

consecuencia, concluir que el Poder Judicial venezolano no tiene jurisdicción para conocer

y decidir el caso de autos. Así se decide. Finalmente, se confirma el fallo consultado

dictado por el Juzgado Décimo de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, Tránsito y

Bancario de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas, el 30 de mayo

de 2013. Así se declara.

 ELIMINACION DE CONSULTA DE JURISDICCION CUANDO SE AFIRMA LA JURISDICCION

(SALA POLI ADM°1473 15/12/2016):

Corresponde a esta Sala emitir pronunciamiento en la presente consulta de jurisdicción, de

conformidad con la competencia atribuida en las disposiciones previstas en los artículos

23, numeral 20 de la Ley Orgánica de la Jurisdicción Contencioso Administrativa y 26,

numeral 20 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia de 2010, en concordancia

con los artículos 59 y 62 del Código de Procedimiento Civil.


Al respecto, se observa:

Que el Instituto Autónomo de Infraestructura, Obras y Servicios del Estado Bolivariano de

Miranda (INFRAMIR) –en fecha 10 de diciembre de 2010-, interpuso demanda por

ejecución de fianza, contra la sociedad mercantil Seguros Qualitas, C.A.

Mediante decisión dictada en fecha 10 de agosto de 2015, el Juzgado Superior Segundo en

lo Civil y Contencioso Administrativo de la Región Capital, fallo consultado, declaró “SIN

LUGAR la cuestión previa contenida en el ordinal 1° del artículo 346 del Código de

Procedimiento Civil, interpuesta por el ciudadano Manuel Rodríguez Costa (…), actuando

en su carácter de apoderado judicial de la sociedad mercantil SEGUROS QUALITAS, C.A.”

(Negrillas y Mayúscula del original).

Ahora bien, correspondería a esta Sala pronunciarse respecto a la “consulta” sometida a su

conocimiento, sin embargo antes de proceder en tal sentido debe advertirse lo siguiente:

El artículo 59 del Código de Procedimiento Civil dispone:

“Artículo 59.- La falta de jurisdicción del Juez respecto de la administración pública, se

declara aún de oficio, en cualquier estado e instancia del proceso.

La falta de jurisdicción del Juez venezolano respecto del Juez extranjero, se declarará de

oficio en cualquier estado e instancia del proceso cuando se trate de causas que tienen por

objeto bienes inmuebles situados en el extranjero.

En cualquier caso, mientras no se haya dictado sentencia sobre el fondo de la causa en

primera instancia, la falta de jurisdicción sólo podrá declararse a solicitud de parte.

En todo caso, el pronunciamiento del Juez sobre la jurisdicción se consultará en la Corte

Suprema de Justicia, en Sala Político-Administrativa, conforme a lo dispuesto en el artículo

62”. (Destacado de la Sala).

Respecto a la aplicación de dicha norma y de los supuestos que en ella se contemplan en

relación a la consulta, resulta pertinente la cita de la sentencia Núm. 00732 dictada por

esta Sala el 19 de junio de 2008, cuyo criterio ha sido reiterado, entre otras, en las
sentencias Núms. 00599 del 23 de junio de 2010 y 00267 del 27 de marzo de 2012, en la

que se estableció:

“…Ahora bien, este órgano jurisdiccional advierte que, si bien el artículo 59 del referido

Código establece que el pronunciamiento del Juez sobre la jurisdicción deberá consultarse

ante la Sala Político-Administrativa de este Máximo Tribunal, ha sido pacífica su

jurisprudencia, conforme a la cual la declaratoria afirmativa de jurisdicción de un juez no

es objeto de la consulta obligatoria; por el contrario, sólo deberán consultarse aquellas

decisiones en las cuales el juez niega tener jurisdicción para conocer un asunto que le ha

sido planteado, bien por considerar que le corresponde a la Administración Pública, a un

juez extranjero o por estimar que debe ser resuelto por medio del arbitraje.

En consecuencia, al no estar sometido el fallo objeto de análisis a la consulta prevista en el

artículo 59 del Código de Procedimiento Civil, en virtud de no haber declarado el juzgado

remitente la falta de jurisdicción del Poder Judicial para conocer del asunto, esta Sala no

tiene materia sobre la cual decidir respecto a la consulta formulada. Así se decide…”

(Destacado de la Sala).

Conforme lo anterior, se aprecia de la decisión parcialmente transcrita que los fallos en los

cuales se afirma la jurisdicción, no son objeto de la consulta obligatoria prevista en el

artículo 59 del Código de Procedimiento Civil, antes transcrito, por lo cual, en el caso bajo

examen, no procede la consulta planteada contra la sentencia del 10 de agosto de 2015,

dictada por el Juzgado Superior Segundo en lo Civil y Contencioso Administrativo de la

Región Capital que declaró sin lugar la cuestión previa contenida en el ordinal 1° del

artículo 346 del Código de Procedimiento Civil, referida a la falta de jurisdicción del Poder

Judicial. Así se establece.

Dicho lo anterior, esta Sala advierte que en la decisión objeto de “consulta”, el Juzgado

remitente “suspende” el proceso y ordena remitir el expediente a este Máximo Tribunal,

cuando lo procedente en el presente caso, una vez resuelto lo referente a la falta de

jurisdicción, era dar continuidad a la causa. En virtud de lo expuesto, y declarada

improcedente la consulta formulada, esta Sala ordena la inmediata remisión del


expediente al tribunal de origen a fin de que la causa continúe su curso de ley. (Vid.

Sentencia de esta Sala Núm. 0978 del 06 de octubre de 2016). Así se decide.

COMPETENCIA POR TERRITORIO

 SALA CASA CIVIL °143 03/04/2017:

Hechas estas consideraciones, y con el propósito de resolver el conflicto negativo de

competencia planteado en el caso concreto, se hace menester esclarecer como se

determina la competencia por el territorio en el caso sub examine para lo cual, es

necesario vincular a las partes o al objeto del litigio con una circunscripción judicial o

territorio donde el juez ejerce su función. Los territorios en Venezuela están delimitados

por las Circunscripciones Judiciales, que responden normalmente a la división político-

territorial de la República. La idea de la competencia por la materia es facilitar a las partes

el acceso a los tribunales más cercanos a sus domicilios o a los del lugar donde se

encuentra la cosa objeto de la controversia, ya que en esos tribunales es menos oneroso

evacuar las pruebas sobre el asunto o dictar medidas sobre bienes objeto del litigio.

El fundamento de esta competencia es de orden privado. Desde el punto de vista público

para el Estado no sería de importancia que las partes acudan al juez de municipio de

cualquier ciudad.Esta competencia se funda en el principio de facilitar a las partes el

ejercicio de la defensa, por eso, es una competencia en principio derogable, salvo casos

excepcionales en que esté interesado el orden público, y el legislador lo disponga

expresamente. La regla general de la competencia territorial señaló: es competente para

conocer de todas las demandas que se propongan contra una persona, el tribunal del lugar

donde la misma tenga su domicilio, a menos que el conocimiento de la causa haya sido

derogado por convenio entre las partes exclusivamente a otro tribunal.

La vinculación personal del demandado con un Circuito Judicial o Circunscripción Judicial, y

por el fundamento de orden privado de que el actor debe seguir el fuero del demandado,

origina los llamados fueros de la competencia territorial a saber son los siguientes:
1. El Fuero General: determina cual es el tribunal ante el cual puede ser demandada una

persona por su domicilio a menos que el conocimiento de la causa haya sido asignado

especialmente a otro tribunal.

2. El Fuero Especial: es el que determina el tribunal ante el cual el demandado debe

responder sólo por ciertas causas deferidas por la ley a ese tribunal.

3. El Fuero Personal: permite establecer el tribunal competente para conocer de los

asuntos del demandado por la relación de su domicilio con la circunscripción judicial.

4. El Fuero Real: la determinación del juez competente para conocer la causa dependerá

de la vinculación del objeto de la pretensión con la circunscripción del tribunal.

5. El Fuero Concurrente: se presenta cuando existen varios tribunales competentes por el

territorio para conocer la demanda, puede ser concurrencia electiva (el actor puede elegir

entre cualquiera del los tribunales) y concurrencia sucesiva o subsidiaria (el actor solo

puede elegir entre el tribunal subsidiario, cuando falte al tribunal señalado por la ley en

primer lugar, hay un orden de prelación en la elección).

6. El Fuero Exclusivo o Necesario: solo es competente el tribunal para conocer del asunto

con exclusivo de cualquier otro; se establece por razones de orden público.

7. Los Fueros Legales y Voluntarios: Allí la competencia del tribunal deriva

inmediatamente de la ley o de la voluntad de las partes.

Fuero de las demandas sobre Derechos Reales Inmobiliarios:

 El tribunal donde este el inmueble.

 El tribunal del domicilio del demandado.

 El tribunal de la celebración del contrato, si allí se encuentra el demandado. Se

establece una concurrencia electiva, porque el actor puede elegir entre cualquier

tribunal (art. 42 del C.P.C.).


En el caso bajo estudio, se aprecia que, el domicilio del bien inmueble objeto de la litis es

la Carretera El Junquito, kilómetro 23, frente al Liceo PI-SUÑER, Parroquia El Junquito,

municipio Libertador, Distrito Federal, encontrándose ubicada hoy en día dentro de los

límites territoriales del Municipio Bolivariano Libertador perteneciente al Área

Metropolitana de Caracas, y por ende se concluye que el tribunal competente por el

territorio es el Juzgado Quinto de Municipio Ordinario y Ejecutor de Medidas de la

Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas, con sede en Los Cortijos. Así se

decide.

 SALA CIVIL °218 (07/04/2016):

DE LOS TRIBUNALES EN CONFLICTO

 En fecha 26 de junio de 2015, el Juzgado Primero de Municipio Ordinario y Ejecutor de


Medidas de los Municipios Francisco de Miranda, Camaguán y San Gerónimo de Guayabal de
la Circunscripción Judicial del estado Guárico, se declaró incompetente por el territorio para
conocer la presente demanda, bajo la siguiente fundamentación:

“…Para decidir sobre la cuestión previa opuesta es necesario determinar si en el caso de autos,
existe o no un domicilio especial convenido por las partes, resultando evidente que no se
estableció domicilio procesal, ya que el demandante en su escrito libelar hace la referencia de
que el domicilio de la demandada es el siguiente: Calle Rómulo Gallegos, casa N° 52m,
Urbanización (sic) Residencias Coromoto, de la ciudad de Maracay, Estado (sic) Aragua y de
igual manera en el Poder (sic) Especial (sic) otorgado por la ciudadana Olga Josefina Martínez
Saavedra al abogado Maikol Rafael Gámez Gumina, también aparece reflejado que el domicilio
de dicha ciudadana es en la ciudad de Maracay, Estado (sic) Aragua.

Por lo que, analizadas las normas antes transcritas, que regulan la competencia territorial y
estudiado como ha sido el asunto debatido y la documentación acreditada, considera esta
sentenciadora que el demandante para el cobro de sus honorarios profesionales tenía que
elegir el tribunal competente por la materia y cuantía del domicilio de la demandada, lo cual
debe prevalecer en aras a la protección del derecho de acceso a la justicia, previsto en el
artículo 26 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y el derecho a la
defensa y el debido proceso y a la garantía del juez natural, que tienen las partes en el
proceso, previstos en el artículo 49 ejusdem, lo que hace a este Tribunal (sic) INCOMPETENTE
POR EL TERRITORIO para conocer del presente asunto…”.

 Ahora bien, en fecha 30 de septiembre de 2015, el tribunal declinado, el Juzgado Primero de


Municipio Ordinario y Ejecutor de Medidas de los Municipios Girardot y Mario Briceño Iragorry
de la Circunscripción Judicial del estado Aragua, dictó sentencia y rechazó la declinatoria de
competencia con fundamento en lo siguiente:
“…Por lo que a criterio de esta juzgadora y en base a la ley y doctrina aplicable se entiende
fácilmente que los Tribunales (sic) de Municipio (sic) son los competentes para conocer de las
demandas de Honorarios (sic) Profesionales (sic) de Abogados (sic); por lo tanto, el Tribunal
Primero de Municipio Ordinario y Ejecutor de Medidas de los Municipios Francisco de
Miranda, Camaguán y San Gerónimo de Guayabal de la Circunscripción Judicial del estado
Guárico, con sede en la ciudad de Calabozo, es el competente para conocer de la demanda
interpuesta por el abogado reclamante toda vez que sus actuaciones como profesional del
derecho fueron realizadas en esa localidad y ante los entes que se encuentran plenamente
indicados en el escrito libelar y sus recaudos.

Aunado a esto, hay que agregar que los demandados comparecieron ante el Tribunal (sic) que
declinó la competencia territorial, y otorgaron poder apud-acta en abogados de su confianza
quienes poseen domicilio procesal en la ciudad de Calabozo Estado (sic) Guárico, tal y como se
verifica del poder otorgado, lo que conlleva en analizar que la cuestión previa opuesta solo fue
utilizada como mecanismo de dilatación del proceso en contravención a los principios
constitucionales previstos en sus artículos 2, 26, 27 y 257, situación esta la que conlleva a este
Tribunal (sic) en declararse incompetente en razón del territorio, para conocer de la presente
acción de Cobro (sic) de Honorarios (sic) Profesionales (sic); motivo por el cual declina su
Competencia en el Tribunal Primero de Municipio Ordinario y Ejecutor de Medidas de los
Municipios Francisco de Miranda, Camaguán y San Gerónimo de Guayabal de la
Circunscripción Judicial del estado Guárico, con sede en la ciudad de Calabozo, por lo tanto al
evidenciarse de autos que el referido Tribunal Primero de Municipio, se declaró incompetente
en razón del territorio, es por ello que se plantea el presente “conflicto negativo de
competencia” y en virtud de no existir Tribunal (sic) Superior (sic) Común (sic) entre ambos
Tribunales (sic) se ordena la remisión del presente expediente a la Sala Político-Administrativa
del Tribunal Supremo de Justicia. Y ASÍ SE DECIDE…”.

 En fecha 19 de enero de 2016, mediante decisión emanada de la Sala Político-Administrativa


de este Tribunal Supremo de Justicia, declaró su incompetencia para conocer de la referida
regulación de competencia, indicando lo siguiente:

“…se observa que los tribunales en conflicto son  Juzgados de Municipio que no pertenecen a
la misma Circunscripción Judicial- por lo que no tienen un superior común- motivo por el cual
corresponde al Tribunal Supremo de Justicia decidir cuál es el Juzgado competente para
conocer la causa”

(...Omissis…)

Sobre la base de lo dispuesto en la mencionada norma, observa esta Sala que los tribunales en
conflicto tiene atribuida competencia en materia civil, por lo tanto corresponde a la Sala de
Casación Civil como cúspide de dicha jurisdicción regular la competencia en la causa y
establecer cuál de los órganos en conflicto, u otro, debe conocer y decidir el presente asunto.
Así se determina...”

DE LA COMPETENCIA DE LA SALA

PARA CONOCER DE ESTE CONFLICTO DE COMPETENCIA


 A los fines de establecer si la Sala resulta competente para resolver el conflicto de
competencia suscitado en el presente juicio, considera menester revisar el contenido y alcance
de las disposiciones contenidas en los artículos 70 y 71 del Código de Procedimiento Civil, los
cuales disponen lo siguiente:

“…Artículo 70. “Cuando la sentencia declare la incompetencia del Juez que previno, por razón
de la materia o por el territorio en los casos indicados en el artículo 47, si el Juez o Tribunal
que haya de suplirle se considerare a su vez incompetente, solicitará de oficio la regulación
de la competencia…”. (Negrillas y subrayado de la Sala).

Artículo 71. La solicitud de regulación de la competencia se propondrá ante el Juez que se haya
pronunciado sobre la competencia, aun en los casos de los artículos 51 y 61, expresándose las
razones o fundamentos que se alegan. El Juez remitirá inmediatamente copia de la solicitud al
Tribunal Superior de la Circunscripción para que decida la regulación. En los casos del artículo
70, dicha copia se remitirá a la Corte Suprema de Justicia si no hubiere un Tribunal Superior
común a ambos jueces en la Circunscripción. De la misma manera procederá cuando la
incompetencia sea declarada por un Tribunal Superior…”. (Negrillas y subrayado de la Sala).

De conformidad con lo dispuesto en la normativa patria supra transcrita, se observa que en el


caso bajo estudio, el Juzgado Primero de Municipio Ordinario y Ejecutor de Medidas de los
Municipios Francisco de Miranda, Camaguán y San Gerónimo de Guayabal de la
Circunscripción Judicial del estado Guárico, con sede en la ciudad de Calabozo, mediante
sentencia de fecha 26 de junio de 2015, se declaró incompetente por el territorio para conocer
el presente juicio, por lo que, declinó la competencia ante el Tribunal Primero de Municipio
Ordinario y Ejecutor de Medidas de los Municipios Girardot y Mario Briceño Iragorry de la
Circunscripción Judicial del estado Aragua, el cual mediante decisión de fecha 30 de
septiembre de 2015, no aceptó la competencia declinada, y en consecuencia, planteó conflicto
negativo de competencia, remitiendo el expediente a este Tribunal Supremo de Justicia, a fin
de resolver el conflicto suscitado entre ambos tribunales.

Verificado lo anterior, la Sala considera necesario reiterar lo establecido en el artículo 71 de la


norma adjetiva patria, el cual textualmente señala: “…En los casos del artículo 70, dicha copia
se remitirá a la Corte Suprema de Justicia si no hubiere un Tribunal (sic) Superior (sic) común a
ambos jueces en la Circunscripción…”.

Aplicando la norma anteriormente transcrita al caso in comento, se observa que los tribunales
en conflicto no pertenecen a la misma Circunscripción Judicial, por lo que, no tienen un
tribunal superior común a ambos, por tal motivo, corresponde al Tribunal Supremo de Justicia,
determinar el juzgado competente para conocer el presente juicio.

Una vez establecida la competencia de este Supremo Tribunal para dirimir el conflicto
suscitado, es necesario determinar la Sala competente para tal fin, para ello es menester
indicar que la novísima Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia, publicada en la Gaceta
Oficial Nº 5.991, del 29 de julio de 2010; reimpresa por error material en la Gaceta Oficial Nº
39.483, del 9 de agosto de 2010, y Nº 39.522, del 1° de octubre de 2010, número 39.483,
establece en el numeral 4, del artículo 31, las “Competencias comunes de las Salas” para la
resolución de conflictos de competencia suscitados entre tribunales, sean ordinarios o
especiales, cuando no exista otro tribunal superior y común a aquellos en el orden jerárquico.
Dicho artículo reza textualmente:

“…Artículo 31. Son competencias comunes de cada Sala del Tribunal Supremo de Justicia:

4. Decidir los conflictos de competencia entre tribunales, sean ordinarios o especiales,


cuando no exista otro tribunal superior y común a aquellos en el orden jerárquico…”.

En atención a las normas supra transcritas, y en consideración a que los órganos


jurisdiccionales en conflicto tienen atribuida competencia en materia civil, y la materia
debatida en este juicio es precisamente de carácter eminentemente civil, por lo que existe
afinidad entre la materia debatida y las atribuciones de esta Sala, en esta materia, aunado a
que no existe tribunal superior común a ambos en el orden jerárquico, corresponde a esta Sala
de Casación Civil del Tribunal Supremo de Justicia, regular la competencia en el presente juicio,
y establecer cuál de los órganos jurisdiccionales en conflicto u otro, corresponde conocer y
decidir el presente asunto. Así se decide.

 DEL ÓRGANO JURISDICCIONAL COMPETENTE PARA CONOCER DEL PRESENTE JUICIO

 Una vez asumida la competencia, la Sala pasa a determinar a cuál órgano judicial le
corresponde conocer y decidir el asunto planteado en la presente causa, suscitado entre los
identificados tribunales, a propósito del juicio incoado con ocasión al cobro de honorarios
profesionales interpuesto por el abogado Maikol Rafael Gámez Gumina, contra los ciudadanos
Olga Josefina Martínez Saavedra y Pedro José Torres Tovar.

En el caso concreto, el Juzgado Primero de Municipio Ordinario y Ejecutor de Medidas de los


Municipios Francisco de Miranda, Camaguán y San Gerónimo de Guayabal de la
Circunscripción Judicial del estado Guárico, declaró con lugar la cuestión previa opuesta por el
apoderado de los codemandados referida a la incompetencia del tribunal con fundamento en
el artículo 346 ordinal 1° del Código de Procedimiento Civil, y declinó la competencia por el
territorio al Juzgado Distribuidor del Municipio Girardot de la Circunscripción Judicial del
estado Aragua, correspondiéndole entonces al Tribunal de Municipio Ordinario y Ejecutor de
Medidas de los Municipios Girardot y Mario Briceño Iragorry de la Circunscripción Judicial del
estado Aragua, el conocimiento de la causa, con fundamento en que el demandante para el
cobro de sus honorarios profesionales tenía que elegir el tribunal competente por la materia y
cuantía del domicilio de la demandada, lo cual debe prevalecer en aras a la protección del
derecho de acceso a la justicia, previsto en el artículo 26 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, y el derecho a la defensa y al debido proceso y a la garantía del juez
natural, que tienen las partes en el proceso, previsto en el artículo 49 eiusdem, lo que conllevó
a declararse incompetente por el territorio.

Por su parte el Tribunal de Municipio Ordinario y Ejecutor de Medidas de los Municipios


Girardot y Mario Briceño Iragorry de la Circunscripción Judicial del estado Aragua, no aceptó la
competencia, por cuanto, a su juicio las actuaciones realizadas por el abogado demandante
fueron efectuadas en la ciudad de Calabozo estado Guárico, y aunado a ello los demandados
comparecieron ante el tribunal que declinó la competencia territorial y otorgaron poder apud-
acta en abogados de su confianza quienes poseen domicilio procesal en la ciudad de Calabozo
estado Guárico, por lo que consideró que la cuestión previa opuesta solo fue utilizada como
mecanismo de dilación del proceso, situación que conllevó al tribunal a declararse
incompetente por el territorio.

Ahora bien, la Sala a los efectos de determinar cuál es el órgano jurisdiccional competente
para el conocimiento de la presente causa, estima pertinente transcribir el contenido del los
artículos 40 y 49 del Código de Procedimiento Civil, los cuales son del tenor siguiente:

“…Artículo 40: Las demandas relativas a derechos personales y las relativas a derechos reales
sobre bienes muebles se propondrán ante la autoridad judicial del lugar donde el demandado
tenga su domicilio, o en defecto de éste su residencia. Si el demandado no tuviere ni domicilio
ni residencia conocidos, la demanda se propondrá en cualquier lugar donde él se encuentre.

Artículo 49: La demanda contra varias personas a quienes por su domicilio o residencia
debería demandarse ante distintas autoridades judiciales, podrá proponerse ante la del
domicilio o residencia de cualquiera de ellas, si hubiere conexión por el objeto de la demanda
o por el título o hecho de que dependa, salvo disposiciones especiales…”.

 De la primera disposición transcrita, se determina la competencia territorial para las acciones
personales y reales estableciendo un fuero atrayente para el conocimiento de tales asuntos
que dimana de la persona humana o jurídica de la que se trate. Este elemento que produce esa
atracción obviamente, se encuentra vinculado al demandado. Por el contrario, de la segunda
norma surge una relación parcial entre causas que tienen un mismo objeto o derivan de un
mismo título que involucra a varios sujetos, vale decir, hay un litis consorcio pasivo, que
produce el efecto de la conexión objetiva, de las distintas demandas que deben proponerse
ante distintas autoridades, por ende, dependiendo de los domicilios de los demandados
pueden proponerse ante la autoridad judicial del domicilio o residencia de cualquiera de ellos.

Al respecto, estima la Sala pertinente citar el contenido parcial del libelo de demanda a los
fines de determinar el domicilio de los codemandados:

“…con la venia de estilo ocurro para presentar el presente escrito de intimación, contra de los
ciudadanos OLGA JOSEFINA MARTÍNEZ SAAVEDRA, venezolana, mayor de edad, soltera titular
de la cedula de identidad V- 9.655.834, con domicilio y residencia en la calle Rómulo Gallegos
casa B° 52; urbanización Residencias Coromoto, de la ciudad de Maracay del estado Aragua, y
PEDRO JOSE (sic) TORRES TOVAR, venezolano, mayor de edad, soltero, titular de la cedula de
identidad V- 13.540.486; con domicilio en la Avenida (sic) Francisco de Miranda, al lado del
Banco Provincial, de esta ciudad de Calabozo Municipio (sic) Francisco de Miranda del estado
Guárico…”.

De lo anterior, esta Sala evidencia que ciertamente los codemandados, tienen sus domicilios
en ciudades diferentes, la primera en la ciudad de Maracay, estado Aragua y el segundo de
ellos en la ciudad de Calabozo estado Guárico, por lo que la demanda podrá proponerse ante
la autoridad judicial del domicilio o residencia de cualquiera de ellas.

Sin embargo, es importante para esta Sala destacar que cuando se trate de una demanda
relativa a derechos personales como en el caso que nos ocupa, se pueden proponer también
ante la autoridad judicial del lugar donde se haya contraído o deba ejecutarse la obligación,
con tal de que el demandado se encuentre en el mismo lugar, tal como se establece en al
artículo 41 del Código de Procedimiento Civil, el cual se señala a continuación:

“…Las demandas a que se refiere el artículo anterior se pueden proponer también ante la
autoridad judicial del lugar donde se haya contraído o deba ejecutarse la obligación, o donde
se encuentre la cosa mueble objeto de la demanda con tal de que en el primero y en el último
caso, el demandado se encuentre en el mismo lugar…”.

 Hechas estas consideraciones la Sala para decidir observa que en el caso concreto, si bien es
cierto que las demandas relativas a derechos personales, en este caso referida al cobro de
honorarios profesionales, se propondrán ante la autoridad judicial del lugar donde el
demandado tenga su domicilio como lo establece el artículo 40 del Código de Procedimiento
Civil, también es cierto que en el presente caso se evidencia que hay un litis consorcio pasivo,
por el cual la referida demanda puede proponerse ante la autoridad judicial del lugar de
domicilio o residencia de cualquiera de los demandados como lo establece el artículo 49 de la
norma antes mencionada.

Aunado a lo anterior se evidencia del libelo de demanda, que uno de los codemandados tiene
su domicilio en el estado Guárico, y en virtud, de que las actuaciones de las cuales se deriva el
presente pleito fueron realizadas en el mencionado estado, no cabe dudas que el órgano
jurisdiccional competente para conocer del presente juicio es el Tribunal Primero de Municipio
Ordinario y Ejecutor de Medidas de los Municipios Francisco de Miranda, Camaguán y San
Gerónimo de Guayabal de la Circunscripción Judicial del estado Guárico, conforme con lo
establecido en el artículo 41 del Código de Procedimiento Civil, y así se decide.

 SALA CASACION CIVIL º519 26/07/2012:

 En el sub iudice, el Juzgado Segundo de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, del Tránsito y
Agrario de la Circunscripción Judicial del estado Vargas, mediante sentencia de fecha 8 de
diciembre de 2011, se declaró incompetente por el territorio para conocer la presente causa,
con fundamento en lo siguiente:

“…El presente caso se trata de una acción de cobro de bolívares ejercida por un coheredero
(reembolso por pago de deudas, gastos y cargas de la comunidad hereditaria), pues pretende
el actor por vía autónoma dirimir o resolver un conflicto derivado por la presunta falta de pago
de los comuneros de la cuota parte que le corresponde por los gastos efectuados por el actor
en la conservación y mejora de la cosa común, pues, el bien sobre el cual se verificaron tales
gastos aun permanece Pro-Indiviso, ya que en la oportunidad en que realizaron la partición
parcial de la masa de bienes, los coherederos acordaron mantenerse en comunidad respecto al
bien suficientemente identificado en el capitulo (sic) previo.

En tal sentido observa este sentenciador que respecto a la competencia para conocer de las
demandas entre coherederos, establece el artículo 43 del Código de Procedimiento Civil, lo
siguiente:

“Son competentes los Tribunales del lugar de la apertura de la sucesión para conocer:
1°. De las demandas sobre partición y división de la herencia y de cualesquiera otras entre
coherederos, hasta la división.

(…Omissis…)

La competencia que establece este artículo no excluye la del domicilio, pero siendo más de
uno los demandados, deberán todos tener un mismo domicilio para que pueda proponerse la
demanda ante el Tribunal (sic) a que ese domicilio corresponda.”

En cuanto al último domicilio del de cujus, señala el artículo 993 del Código Civil:

“La sucesión se abre en el momento de muerte y en el lugar del último domicilio del de cujus.”
(el resaltado es del Tribunal)

(…Omissis…)

En atención a las citadas disposiciones legales, los Tribunales competentes para tramitar
cualesquiera demanda sobre bienes hereditarios, son los Tribunales del lugar donde se abre la
sucesión con la muerte del causante o en su defecto, el lugar del último domicilio del de cujus,
ya que al abrirse la sucesión se configura la comunidad hereditaria y los coherederos pasan a
ocupar un estado de comunidad sucesoria, en la cual los derechos de cada uno de ellos recaen
sobre una cuota del universo de los bienes dejados por el difunto que lo componen pro-
indiviso, y desde luego, a los fines de poner fin a esa comunidad mediante la división y el
reparto de los bienes entre los diferentes herederos en un mismo domicilio, para que pueda
proponerse la demanda ante el Tribunal (sic) a que ese domicilio corresponda.

En consecuencia, en atención a las consideraciones hechas, quedó evidenciado que el


causante del actor, SIMON (sic) JURADO-BLANCO, falleció ab intestato en la ciudad de Caracas
en fecha 28 de Agosto (sic) de 1987, y su último domicilio aparece descrito en la declaración
sucesoral: Urb. La lagunita, Calle (sic) A-5, Qta (sic) El Jurídico, Dto. (sic) Sucre. Edo. Miranda, el
cual debe tenerse como el lugar de la apertura de la sucesión, aunado al hecho de que los
demandados de autos también tienen el mismo domicilio antes descrito, lo que trae como
consecuencia que este Tribunal (sic) de conformidad con las normas citadas supra, vista la
naturaleza de la acción ejercida (reembolso de gastos derivados de una comunidad
hereditaria), “no tiene competencia territorial” para conocer de la presente causa. En virtud de
lo expuesto este tribunal se declara incompetente en razón del territorio para conocer el
presente juicio, y así quedará establecido en la parte dispositiva de la presente decisión. Así se
declara…”.

 Por su parte, el Juzgado Primero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la
Circunscripción Judicial del estado Miranda, mediante decisión de fecha 27 de febrero de
2012, se declaró igualmente incompetente por el territorio para conocer el presente juicio, y
en consecuencia, planteó conflicto negativo de competencia, invocando para ello, lo siguiente:

“…Previamente este Juzgado (sic) procede a examinar su competencia para conocer del


presente asunto y al efecto formula las siguientes consideraciones:
1º) Dispone el artículo 43 del Código de Procedimiento Civil, lo siguiente: “…Son
competentes los Tribunales (sic) del lugar de la apertura de la sucesión para conocer: 1º De las
demandas sobre partición y división de la herencia y de cualquiera otras entre coherederos,
hasta la división…”

2°) Dispone el artículo 993 del Código Civil, lo siguiente: “…La sucesión se abre en el momento
de muerte y en el lugar del último domicilio del de cujus…”.

3º) Como expresó anteriormente la parte actora en el libelo de demanda: “…que el causante,
SIMÓN-JURADO BLANCO, falleció ab intestato en la ciudad de Caracas en fecha 28 de Agosto
(sic) de 1987, y su último domicilio aparece identificado en la declaración sucesoral así: Urb. La
Lagunita Calle (sic) A-5 Qta. EL Jurídico Dto. Sucre Edo. Miranda, si bien es cierto
que efectivamente pertenece política y administrativamente a la entidad federal del Estado
(sic) Miranda, no es menos cierto que judicialmente corresponde a la Circunscripción Judicial
del Área Metropolitana de Caracas. Es decir, que la competencia territorial del Municipio (sic)
Sucre no corresponde a los Juzgados (sic) del Estado (sic) Miranda, según el artículo 1° de la
Resolución número 2.103 de fecha 20 de mayo de 1993, emanada del extinto Consejo de la
Judicatura, publicada en la Gaceta Oficial número 35.238, de fecha 22 de junio de 1993. En ese
sentido este tribunal se considera incompetente por el territorio para conocer la presente
demanda de Cobro (sic) de Bolívares (sic), y por ende, corresponde a un Tribunal (sic) de
Primera (sic) Instancia (sic) de esa Circunscripción (sic) el conocimiento de la presente causa…”.

 DEL ÓRGANO JURISDICCIONAL COMPETENTE PARA CONOCER DEL PRESENTE JUICIO

 A los fines de resolver el conflicto de competencia suscitado en el sub iudice, la Sala considera
necesario transcribir un extracto parcial del escrito libelar, el cual en su parte pertinente,
señala lo siguiente:

“…Soy Coheredero universal en un 33% de los derechos del patrimonio hereditario dejado por
mi difunto padre, Doctor. SIMON (sic) JURADO-BLANCO, fallecido ab intestato en la ciudad de
Caracas en fecha 28 de Agosto (sic) de 1.987 (…)…

1.B En fecha 18 de Marzo (sic) de 1.998, y antes de que se procediera a presentar declaración


Sucesoral (sic) supra señalada, y con el objeto de evitarnos litigios innecesarios, la
Comunidad (sic) sucesoral integrada por BEATRIZ (sic) JURADO-BLANCO MARQUES (sic);
ANTONIETA JURADO-BLANCO MARQUEZ (sic), MARCOS SIMON JURADO-BLANCO
MARQUEZ (sic), (…), suscribimos a tenor de documento reconocido por ante la Notaría Pública
Primera de Caracas ( hoy del Municipio Libertador del Distrito Capital), en fecha 19 de marzo
de 1.988, anotado bajo el Tomo (sic) 01; Año (sic) 1.988; Folio (sic) 101 Vto. 102; asiento N°
239; planilla 1290-1291, instrumento contentivo de Particiones (sic), adjudicaciones,
reglamentaciones y reconocimientos allí plenamente determinados y que doy ampliamente
por reproducido y que en original, para que previa certificación en autos me sea devuelto su
original acompaño a la presente marcado “B”.-

1.3: En el citado documento Reconocido (sic), supra señalado marcado “B” y que a todo efecto
legal opongo formalmente, en su página o folio dos (2) Capitulo (sic) dos (2)
subtitulo (sic) BIENES QUE NOS COMPROMETEMOS A MANTENER  EN COMUNIDAD
PROINDIVISA, se señala el bien identificado con el N° 4, casa y terreno de los Roques.-
Mas (sic) adelante en el folio cuatro (4) se indica N° 2. C CONCESIÓN LOS ROQUES, aquí los
Coherederos (sic) de manera expresa, cierta, renunciando a cualquier acción civil, mercantil o
penal o de cualquier índole hicimos un reconocimiento expreso de que el cincuenta por
ciento (50%) de las bienhechurías y Concesión (sic) N° C-56 (ya que el terreno es propiedad
de la Nación Venezolana), pertenecía a la sucesión del Capitán MARCOS CARBONELL
IZQUIERDO, nuestro tío (…), y quien falleció conjuntamente con nuestro padre en el mismo
accidente de aviación, el otro Cincuenta (sic) Por (sic) Ciento (sic) (50%) a la Secesión (sic) de
Simón Jurado-Blanco vale decir nosotros nos obligamos expresamente a dejar salvo sus
derechos.- La Sucesión (sic) de Marcos Carbonell Izquierdo únicamente está integrada por la
ciudadana BEATRIZ (sic) JURADO-BLANCO viuda de CARBONELL (…) y quién es hermana de
nuestro difunto padre.- Este reconocimiento lo hicimos para cumplir la voluntad de nuestro
padre, que dejó dicha constancia a tenor de documento privado de fecha 25 de Mayo (sic) de
1.984, que en original se acompaña Marcado (sic) “C”, y donde claramente indica que la
verdadera propiedad de dichas bienhechurías era de por mitad, entiéndase a razón del 50%
cada uno de ellos (Simón Jurado-Blanco y Marcos Carbonell Izquierdo), a pesar de que las
mismas estaban tituladas solo a nombre de mi difunto padre…

Ahora bien como arriba señale (folio 2), bienes que nos comprometemos a mantener en
Comunidad) (sic), pasando al folio tres (3) establecimos “LOS HEREDEROS NOS
COMPROMETEMOS A MANTENER EN COMUNIDAD LOS BIENES ANTES SEÑALADOS Y A TAL
FIN HEMOS DECIDIDO SUSCRIBIR UN CONTRATO DE COMODATO EN 15 DÍAS CONTINUOS A
PARTIR DE QUE SE FIRME EL PRESENTE DOCUMENTO Y DONDE SE PREVEE EL
MANTENIMIENTO Y CONSERVACIÓN DE LOS CITADOS BIENES CON EL UNICO OBJETO DE
DEDICARLOS EXCLUSIVAMENTE AL DISFRUTE FAMILIAR POR UN LAPSO DE DIEZ  (10) AÑOS EL
CUAL PODRÁ SER PRORROGADOTANTAS VECES COMO LO CONSIDEREMOS  OPORTUNO. ASI
MISMO NOS COMPROMETEMOS A SUFRAGAR ALICUOTAMENTE TODOS LOS GASTOS
NECESARIOS PARA SU PRESERVACIÓN, INCLUSIVE AQUELLOS (sic) EN QUE SE INCURRA POR
CONCEPTO DE MEJORAS O DE CUALQUIER OTRA INDOLE...”. Negrillas, subrayado y
Mayúsculas nuestras.

1.4 Posteriormente en fecha 27 de Junio (sic) de 1.990, procedimos a reglamentar o ampliar el


citado documento, mediante instrumento privado que acompaño marcado “D”, suscrito por
los mismos coherederos, el cual le opongo formalmente a la demandada (…) BIENES QUE LAS
PARTES SE COMPROMETEN A MANTENER EN COMUNIDAD PRO-INDIVISA, se señala: “El
único Bien (sic), que las partes se comprometen a mantener en Comunidad (sic) Pro indivisa,
por su naturaleza especialísima es el constituido por las bienhechurías existentes en el
Parque Nacional Archipiélago de Los Roques en el entendido que las bienhechurías y
mejoras que sucesivamente se construyan, quedaran (sic) en beneficio de las ya existentes y
en beneficio y propiedad de la Comunidad (sic). Sobre dicho bien, se celebrará un
Contrato (sic) de Comodato (sic), para el mantenimiento, cuido y conservación de acuerdo a
las normas de dicho Parque Nacional, a cuyo efecto se autorizará al Dr. Marcos Simón
Jurado-Blanco para que materialice dicho convenio”.

(…Omissis…)
2.1 Ahora bien ciudadano Juez (sic), como se indicara supra, en primer lugar, a pesar de que
soy coheredero del 33, 33% de los derechos que conforman el
Patrimonio (sic) Hereditario (sic) de mi difunto padre, Simón Jurado-Blanco, reconocí
conjuntamente con los demás coherederos la propiedad del 50% de las bienhechurías supra
señaladas a favor de la Sucesión del Capitán Marcos Carbonell Izquierdo, por lo que sobre
dicho específico bien solo (sic) nos pertenece a MARCOS SIMON JURADO-BLANCO
MARQUEZ (sic), ANTONIETA JURADO-BLANCO MARQUEZ (sic) Y BEATRIZ (sic) JURADO-
BLANCO MARQUEZ (sic), supra identificados solo el 16,66% de los derechos del todo para
cada uno lo que totaliza el 50%...

(…Omissis…)

2.4 En fecha 06 (sic) de junio de 1996, emanó de la Autoridad Única de Área del Parque
Nacional Los Roques, el Contrato  (sic) de Concesión (sic) No. P-0051 para prestar el servicio
de alojamiento turístico en las bienhechurías de nuestra propiedad, en cinco habitaciones
MARCADO “G” (…). La misma Autoridad (sic) nos obligó para operar turísticamente en el
Parque Nacional, la constitución de una compañía anónima que se
denomina INVERSIONES FRANCISQUI (sic) DEL SUR, C.A., la cual quedó debidamente
registrada por ante el Registro Mercantil II de la Circunscripción Judicial del hoy Distrito Capital
y Estado (sic) Miranda, en fecha 30 de Agosto (sic) de 1998, anotada bajo el No. 14,
Tomo (sic) 78-A, la cual fue constituida por mi persona, que funjo como Presidente (…). Esta
Empresa (sic) suscribió el contrato de comodato con los comuneros sobre las bienhechurías de
marras ya que así lo exigía la autoridad competente, contrato éste previsto en el
documento que rige nuestra comunidad sucesoral y ordinaria.-

Desde la fecha de suscripción de los documentos autorizatorios de mis comuneros


coherederos hasta la fecha de emanación de la concesión para la prestación del servicio de
alojamiento turístico, todos los gastos inherentes fueron sufragados exclusivamente por mí,
así como las mejoras, conservación y mantenimiento de dichas bienhechurías…

2.5 A pesar de lo narrado, que nos ha paralizado la actividad turística, hemos mantenido al
Gerente (sic) y su esposa sufragando de mi propio peculio tanto sus salarios, así como
su alimentación, el agua dulce que debe comprarse en el pueblo de El Gran Roque, el
mantenimiento de la planta generadora de electricidad, los motores para las embarcaciones
para su traslado y los materiales para mantenimiento normal y necesario, ya que a pesar de
no contar con los estándares exigidos por el Ministerio de Turismo para la prestación del
servicio turísitico (sic), si se mantenía PARA EL DISFRUTE DE TODOS Y CADA UNO DE LOS
COMUNEROS, tal como se estableció en el documento que rige nuestra comunidad.

2.6 En fecha 04 (sic) de Mayo (sic) de 1994, nuestra hermana y comunera y


coheredera BEATRIZ (sic) JURADO-BLANCO MARQUEZ (sic), dio en venta mediante un
contrato liberatorio, por ante la notaría (sic) Pública Noventa (sic) de Municipio Autónomo de
Chacao del Estado (sic) Miranda, anotado bajo el N° 13, Tomo (sic) 24-A, la totalidad de los
derechos que le pertenecían en el patrimonio hereditario de nuestro difunto padre
Doctor (sic) SIMON (sic) JURADO-BLANCO a la empresa Mercantil (sic) de este domicilio
CONFECCIONES 5, 25, 45, 65, C.A., (…), REPRESENTADA POR SU Director, CARLOS ANTONIO
CAPOCCI JURADO-BLANCO, (…), quien es hijo legítimo de nuestra hermana…
(…Omissis…)

3.1 En el año 2004, les exijo a todos los comuneros la cancelación de las cantidades a mí
adeudadas desde el año 1987 y hasta esa fecha por todos los conceptos supra señalados y que
más (sic) adelante discriminaré, la comunera ANTONIETA JURADO-BLANCO MARQUEZ (sic),
procedió a cancelarme lo adeudado por su alícuota parte del 16,66%; la ciudadana
BEATRIZ (sic) JURADO-BLANCO viuda de CARBONELL, por su avanzada edad y por carecer de
descendencia, prefirió darme en pago sus derechos que equivalen al 50% del todo, mediante
documento de venta, (…). Por su parte, ni la comunera BEATRIZ (sic) JURADO-BLANCO
MARQUEZ (sic), ni su hijo CARLOS ANTONIO CAPOCCI JURADO-BLANCO, ni la
Empresa (sic) que representa CONFECCIONES 5, 25, 45, 65, C.A.  no cancelaron cantidad
alguna hasta esa fecha, ni tampoco hasta la introducción de la presente demanda.

(…Omissis…)

Por todas las razones de hecho esgrimidas, y el derecho invocado, aportadas las probanzas en
documentos autenticados reconocidos, títulos supletorios, declaraciones sucesorales e
instrumentos privados, es por lo que ocurro ante su Competente (sic) autoridad, a fin de
demandar en mi expresado carácter de Comunero (sic) de las bienhechurías ubicadas en el
Parque Nacional Archipiélago de los Roques y Presidente de la empresa
mercantil INVERSIONES FRANCISQUI (sic) DEL SUR C.A. como beneficiaria de la Concesión de
alojamientos turísticos, Todos suficientemente identificados a la empresa
mercantil CONFECCIONES 5, 25, 45, 65, C.A. (…), representada por su Director, CARLOS
ANTONIO CAPOCCI JURADO-BLANCO, (…), por cobro de bolívares previsto y tutelado en los
artículos 762 y siguientes del código (sic) civil (sic) para obligarlo por vía judicial a cancelar la
cuota parte como comunero…”. (Negrillas, mayúsculas y subrayado del texto).

 De la transcripción parcial, la Sala observa que la presente pretensión por cobro de bolívares,
ejercida por el ciudadano Marcos Jurado Blanco, actuando en su carácter de comunero de la
comunidad sucesoral integrada por Beatríz Jurado-Blanco Márquez, Antonieta Jurado-Blanco
Márquez y Marcos Simón Jurado-Blanco Márquez; y como Presidente de la empresa
Inversiones Francisquí del Sur, C.A., está circunscrita a obtener el pago de todos los gastos
sufragados por su persona, relativos a las mejoras, conservación y mantenimiento de la
bienhechurías realizadas sobre “…El único Bien (sic), que las partes se comprometen a
mantener en Comunidad (sic) Pro indivisa, por su naturaleza especialísima es el constituido
por las bienhechurías existentes en el Parque Nacional Archipiélago de Los Roques…”.

        Por motivo, de que “…ni la comunera BEATRIZ (sic) JURADO-BLANCO MARQUEZ (sic), ni


su hijo CARLOS ANTONIO CAPOCCI JURADO-BLANCO, ni la Empresa (sic) que representa
CONFECCIONES 5, 25, 45, 65, C.A. no cancelaron cantidad alguna hasta esa fecha, ni tampoco
hasta la introducción de la presente demanda…”.

        De modo que, ante tal pretensión invocada por el accionante en su libelo de demanda,
esta Sala evidencia que dicha demanda por cobro de bolívares, versa sobre bienes
hereditarios, por lo que, considera pertinente destacar lo establecido en el ordinal 1° del
artículo 43 del Código de Procedimiento Civil, el cual señala:
“…Son competentes los Tribunales del lugar de la apertura de la sucesión para conocer:

1. De las demandas sobre partición y división de la herencia y cualesquiera otras entre
coherederos, hasta la división”.

(…Omissis…)

La competencia que establece este artículo no excluye la del domicilio, pero, siendo más de uno
los demandados, deberán todos tener un mismo domicilio para que pueda proponerse la
demanda ante el tribunal a que ese domicilio corresponda…”.

 Asimismo, es oportuno hacer mención a lo dispuesto en el artículo 993 del Código de


Procedimiento Civil, el cual establece:

“La sucesión se abre en el momento de la muerte y en el lugar del último domicilio del de
cujus”.

 En tal sentido, esta Sala al evidenciar de las actas procesales que conforman el expediente, tal
y como, lo indicaron los juzgados declinantes, en el folio 7 consta Formulario para
Autoliquidación de Impuesto sobre Sucesiones, expedido por el Ministerio de Hacienda,
Dirección General de Rentas, del cual se desprende que el causante del demandante, el
ciudadano Simón Jurado-Blanco, falleció ab intestato en la ciudad de Caracas, en fecha 28 de
agosto de 1997, y su último domicilio fue: Urbanización La Lagunita, calle A-5, quinta El
Jurídico, distrito Sucre, estado Miranda, por lo que, de conformidad a lo establecido en nuestra
ley adjetiva, dicho domicilio debe tenerse como el lugar de la apertura de la sucesión.

De igual manera, se constató que en el escrito libelar se indica como domicilio procesal de los
demandados: “…Urbanización Vistas de la Lagunita, calle la Cima, primera quinta sin nombre.
Municipio (sic) el Hatillo del Estado (sic) Miranda”.

Por consiguiente, al desprenderse que el último domicilio del causante del accionante, así
como, el domicilio de los demandados pertenecen al municipio el Hatillo del estado Miranda,
por lo que, correspondería el conocimiento del presente juicio a uno de los tribunales de la
Circunscripción Judicial del estado Miranda, la Sala estima conveniente indicar en relación con
el ámbito territorial de la denominada “Área Metropolitana de Caracas”, sentado en sentencia
Nº 753 de fecha 10 de noviembre de 2005, expediente Nº 2005-416, caso: Carlos Alberto
Rangel Latuche y Francia Jacqueline Motta Salinas, lo siguiente:

“…La denominación de ‘Área Metropolitana de Caracas’, se estableció por primera vez en el


Texto Constitucional de 1961, al disponerse en su artículo 11 lo siguiente: ‘la ciudad de Caracas
es la capital de la República y asiento permanente de los órganos supremos del poder. Una
ley especial podrá coordinar las distintas jurisdicciones existentes dentro del área
metropolitana de Caracas, sin menoscabo de la autonomía municipal’, de lo que debe
entenderse que el Área Metropolitana de Caracas, comprende los municipios establecidos a
todo lo largo y ancho de la ciudad de Caracas, que con su expansión y desarrollo a lo largo de
los años, alcanza hoy día tanto el Municipio Libertador del entonces Distrito Federal, como los
Municipios Sucre, Baruta, Chacao y El Hatillo del estado Miranda, cuya autonomía queda
incólume.
Por su parte, el Texto Constitucional de 1999, creó la figura del Distrito Metropolitano de
Caracas el cual quedó conformado por el Municipio Libertador del Distrito Capital, y los
Municipios Sucre, Baruta, Chacao y El Hatillo del estado Miranda, todos los cuales integran la
denominada ‘Área Metropolitana de Caracas’, así, el artículo 18 Constitucional dispone, al igual
que el artículo 11 de la Constitución de 1961, que la ciudad de Caracas es la capital de la
República y el asiento de los órganos del Poder Público, pero además dispone en forma
expresa el establecimiento de la unidad político-territorial de la ciudad de Caracas, mediante la
integración de un gobierno municipal a dos niveles, integrado por los Municipios Libertador del
Distrito Capital, y los correspondientes del estado Miranda, que no son otros que los
Municipios Sucre, Baruta, Chacao y El Hatillo; por otra parte, la Disposición Transitoria Primera
del Texto Constitucional, que dispone la aprobación de la Ley Especial sobre el Régimen del
Distrito Capital, prevista en su artículo 18, dispone expresamente la preservación de la
integridad territorial del estado Miranda, en los términos siguientes:

Primera. “La ley especial sobre el régimen del Distrito Capital, prevista en el artículo 18 de esta
Constitución, será aprobada por la Asamblea Nacional Constituyente, y preservará la
integridad territorial del Estado Miranda. Mientras se aprueba la ley especial, se mantiene en
vigencia el régimen previsto en la Ley Orgánica del Distrito Federal y en la Ley Orgánica de
Régimen Municipal.”. (Negrillas y subrayado de la Sala).

Las precitadas disposiciones constitucionales, desarrolladas por la Ley Especial sobre el


Régimen del Distrito Metropolitano, publicada en la Gaceta Oficial de la República de
Venezuela Nº 36.906 de fecha 8 de marzo de 2000, reguló la creación del Distrito
Metropolitano de Caracas, como unidad político-territorial de la ciudad de Caracas, en cuyo
artículo 2°, se establecen sus límites o ámbito territorial, en los términos siguientes:

Artículo 2. “Los límites del Distrito Metropolitano  de Caracas, son los del Municipio
Libertador del Distrito Capital, el cual sustituye al  Distrito Federal, y de los Municipios
Sucre, Baruta, Chacao y El Hatillo del Estado Miranda.

Cualquier controversia que pudiera surgir sobre los mismos será decidida por el Tribunal
Supremo de Justicia de conformidad con la Constitución y las leyes de la República, en
cualquier caso preservando la integridad territorial del Estado Miranda.’…”. (Negrillas, cursivas
y subrayado del texto).

De igual modo, esta Sala considera conveniente indicar que en el artículo 1° de la Resolución
Nº 2.103 del 20 de mayo de 1993, emanada del extinto Consejo de la Judicatura, publicada en
la Gaceta Oficial de la República Nº 35.238 del 22 de junio del mismo año, mediante la cual se
creó la Circunscripción Judicial del estado Miranda, dispone que dicha Circunscripción Judicial
quedó integrada por los despachos judiciales que tienen su sede en esa entidad federal,  con
excepción de los despachos judiciales que tienen su asiento en los municipios autónomos
Sucre, Baruta, El Hatillo y Chacao del estado Miranda, los cuales forman parte de la
Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas, siempre preservando la integridad
territorial de la precitada entidad federal, dicha norma expresa lo siguiente:
“…Artículo 1°. “Se crea la Circunscripción Judicial del Estado Miranda, la cual estará integrada
por los despachos Judiciales que tienen su sede en el territorio de esta entidad federal, con
excepción de los que tienen su asiento en los Municipios Sucre, Baruta, El Hatillo y
Chacao…”. (Negrillas y subrayado del texto).

Acorde a las anteriores consideraciones, y en razón, que el último domicilio del causante del
accionante, así como, el domicilio de los demandados pertenecen al municipio el Hatillo del
estado Miranda, y encontrándose el referido municipio, dentro del ámbito territorial de la
Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas, se concluye que el juzgado
competente en razón del territorio para conocer y decidir el presente juicio por cobro de
bolívares, es un Juzgado de Primera Instancia en lo Civil de la mencionada Circunscripción
Judicial, a quien corresponda por distribución. Así se decide.

Hasta aquí primer corte…


2do corte:
 SALA CASA CIVIL Nº357 07/06/2017 INTERES JURIDICO ACTUAL:

“Artículo 16.- Para proponer la demanda el actor debe tener interés jurídico actual.
Además de los casos previstos en la Ley, el interés puede estar limitado a la mera
declaración de la existencia o inexistencia de un derecho o de una relación jurídica. No es
admisible la demanda de mera declaración cuando el demandante puede obtener la
satisfacción completa de su interés mediante una acción diferente

la Sala considera necesario establecer que por interés jurídico actual debemos entender


que es un requisito procesal necesario para poder acceder al sistema de impartición de
justicia, pues, en este requisito se acredita la capacidad procesal que tiene una persona
para comparecer a un procedimiento administrativo o jurisdiccional.

En otras palabras, a través del interés jurídico actual, demostramos contar con un derecho
subjetivo derivado de una norma jurídica que permite acudir ante una autoridad
competente para reclamar el cumplimiento de un derecho, una obligación o el cobro de
una acreencia.

Así pues, respecto al punto de estudio, conviene precisar al autor Emilio Calvo Baca, que
en su obra Terminología Jurídica Venezolana, Ediciones Libra, año 2011, página 434, señaló
lo que a continuación se transcribe:

 
“…INTERES PROCESAL: El CPC (sic), en su artículo 16 consagra el principio de interés
procesal, así para proponer la demanda el actor debe tener interés jurídico actual.
Además de los casos previstos en la Ley, el interés puede estar limitado a la mera
declaración de la existencia o inexistencia de un derecho o de una relación jurídica. No es
admisible la demanda de mera declaración cuando el demandante puede obtener la
satisfacción completa de su interés mediante una acción diferente.

El Estado a través del poder judicial tutela los derechos de las personas. Y éstos, para hacer
valer sus derechos, deben hacerlo a través de la acción, que no es otra cosa que el derecho
de perseguir ante los jueces lo que se nos deba, es decir, la cosa o un derecho que nos
corresponda.

Además, como dice el Art. (sic) comentado, el interés jurídico debe ser actual, es decir, que
sea inmediata la exigibilidad del derecho reclamado, o sea, que ya esté sufriendo el daño o
el perjuicio contra cuyos efectos vaya encaminada la acción.

“...El interés procesal en obrar y contradecir surge precisamente cuando se verifica en


concreto aquella circunstancia que hace considerar que la satisfacción del interés
sustancial tutelado por el derecho, no puede ser ya conseguido sin recurrir a la autoridad
judicial, o sea, cuando se verifica en concreto la circunstancia que hace indispensable
poner en práctica la garantía jurisdiccional…”. Calamandrei. Piero…”. (Resaltado y
mayúsculas del texto).

De la misma manera, la Sala Constitucional de este Máximo Tribunal de Justicia, en


referencia al interés jurídico actual, en fallo N° 256 de fecha 1° de junio de 2001, caso de
Fran Valero y Milena Portillo de Valero, se señaló lo siguiente:

“…El interés procesal ha de manifestarse en la demanda o solicitud y mantenerse a lo largo


del proceso, ya que la pérdida del interés procesal se traduce en el decaimiento y extinción
de la acción. Como un requisito que es de la acción, ante la constatación de esa falta de
interés, ella puede ser declarada de oficio, ya que no hay razón para que se movilice el
órgano jurisdiccional, si la acción no existe….”

Y en otro fallo de la misma Sala Constitucional, en sentencia N° 213 de fecha 28 de febrero


de 2008, en acción de amparo incoada por la Alcaldía del Municipio Chacao del estado
Bolivariano de Miranda, expediente N° 2007-556, se indicó:

“…El artículo 16 del Código de Procedimiento Civil, aplicable a los procedimientos seguidos
ante este Máximo Tribunal, por disposición expresa del artículo 19 de la Ley Orgánica que
rige las funciones de este Máximo Órgano Jurisdiccional, interpretado por esta Sala en la
sentencia N° 445 del 23 de mayo del 2000, recoge la institución del interés jurídico actual,
como un elemento constitutivo de la acción que surge “...precisamente cuando se verifica
en concreto aquella circunstancia que hace considerar que la satisfacción del interés
sustancial tutelado por el derecho, no puede ser ya conseguido sin recurrir a la autoridad
judicial: o sea, cuando se verifica en concreto la circunstancia que hace indispensable poner
en práctica la garantía jurisdiccional’. El interés procesal surge así, de la necesidad que
tiene una persona, por una circunstancia o situación jurídica real en que se encuentra, de
acudir a la vía judicial para que se le reconozca un derecho y evitar un daño injusto,
personal o colectivo.”.

…Omissis…

La doctrina acogida en el citado fallo, fue ratificada posteriormente en la sentencia N° 956


del 1 de junio de 2001 (caso: Fran Valero González y Milena Portillo Manosalva de Valero),
donde se estableció lo que a continuación se transcribe:

“A juicio de esta Sala es un requisito de la acción, que quien la ejerce tenga interés
procesal, entendido éste como la necesidad del accionante de acudir a la vía judicial para
que se declare un derecho o se le reconozca una situación de hecho a su favor.

Si teóricamente es irrelevante ir a la vía judicial para obtener la declaratoria del derecho o


el reconocimiento o constitución de la situación jurídica, o para preservar un daño, la
acción no existe, o de existir, se extingue, si cesa la necesidad de incoar la actividad
jurisdiccional.

Del mismo modo, en la sentencia N° 2.996 del 4 de noviembre de 2003 (caso: Rufo Alberto
Guédez Falcón), esta Sala Constitucional luego de citar las decisiones parcialmente
transcritas precisó, que:

“...la opinión de Ugo Rocco sobre el punto es resumida por Monroy Cabra, en los siguientes
términos:

…Omissis…

‘En conclusión, el interés para accionar está dado por la relación jurídica entre la situación
antijurídica que se denuncia y la providencia que se pide para ponerle remedio mediante la
aplicación del derecho, y esta relación debe consistir en la utilidad de la providencia, como
medio para adquirir por parte del interés lesionado la protección acordada por el
derecho...”. (Cursivas del texto).

 De acuerdo a las jurisprudencias antes transcritas, se tiene que existirá interés jurídico
actual, cuando el interés sustancial no pueda alcanzarse sin la mediación de los órganos
jurisdiccionales a los fines de tutelar una situación jurídica que se encuentra lesionada, es
decir, cuando sea necesario acudir por vía judicial para que se reconozca una situación
fáctica a favor del demandante

 SALA CASACION CIVIL Nº45 LEGITIMACION:

Con arreglo al contenido del documento parcialmente transcrito, esta Sala observa que en el

mismo se hace constar la propiedad de los ciudadanos Luis Eduardo Quintero y Dalia

Ynmaculada Soto de Quintero sobre una casa con terreno propio, el cual mide trescientos
cuarenta y ocho metros cuadrados con setenta y cinco decímetros cuadrados (348,75 M2), y se

encuentra situado en la urbanización Chucho Briceño, I etapa, carrera 4, parcela, N° 170,

ubicado en la ciudad de Cabudare, del estado Lara, y que se encuentra alinderada de la

siguiente manera: Norte, en quince metros con cincuenta centímetros (15,50 mts.) con la

carrera 4 que es su frente; Sur, en quince metros con cincuenta centímetros (15,50 mts.) con la

parcela 171; Este, en veintidós metros con cincuenta centímetros (22,50 mts.) con la parcela

N° 168; y Oeste: en veintidós metros con cincuenta centímetros (22,50 mts.) con parcela 172.

En tal sentido, se insiste que cuando alguna de las partes que litigan debe

integrarse con una pluralidad de personas -como actores o demandados-, por ser un

litisconsorcio necesario activo o pasivo, la omisión en el proceso de alguna de esas personas,

origina una falta de legitimación de la parte, lo cual impedirá que se dicte una sentencia eficaz,

primeramente por no haber sido pronunciada frente a todos los sujetos de derecho ante

quienes debió dictarse para producir eficazmente sus efectos jurídicos y luego, porque se dictó

en desconocimiento del derecho de defensa de las personas no llamadas a juicio que debieron

conformar el litisconsorcio necesario. (Vid. Sentencia N° 489 de fecha 4 de agosto de 2016,

caso: Orlando Candelario Isea Sanquiz contra Ernesto Abigail Cova Morales y otros, Exp. 16-

116).

Ha sido criterio reiterado del mismo modo en la citada decisión de la Sala, que la

falta de cualidad o legitimación a la causa es una institución procesal que constituye una

formalidad esencial para la búsqueda de la justicia, pues está estrechamente vinculada a los

derechos constitucionales de la acción, a la tutela judicial efectiva y a ser juzgado sin

indefensión, aspectos ligados al orden público y, por tanto, el juez tiene el poder de examinar

de oficio la subsistencia de la legitimación en todo grado y estado de la causa, visto que su

comprobación es prejudicial a cualquier otra. (Vid. sentencia N° 778 de fecha 12 de diciembre

de 2012, caso: Luis Nunes contra Carmen Alvelaez).

Ahora bien, en relación con el caso concreto, resulta necesario verificar el

contenido dispuesto en el artículo 168 del Código Civil, el cual establece:


 
“…Cada uno de los cónyuges podrá administrar por sí solo los bienes de la
comunidad que hubiere adquirido con su trabajo personal o por cualquier
otro título legítimo; la legitimación en juicio, para los actos relativos a la
misma corresponderá al que los haya realizado. Se requerirá del
consentimiento de ambos para enajenar  a título gratuito u oneroso o  para
gravar los bienes gananciales, cuando se trata de inmuebles, derechos o
bienes muebles sometidos a régimen de publicidad, acciones, obligaciones
y cuotas de compañías, fondos de comercio, así como aportes de dichos
bienes a sociedades. En estos casos la legitimación en juicio  para las
respectivas acciones corresponderá a los dos en forma conjunta.
El Juez podrá autorizar a uno de los cónyuges para que realice por sí solo,
sobre bienes de la comunidad, alguno de los actos para cuya validez se
requiere el consentimiento del otro, cuando éste se encuentre
imposibilitado para manifestar su voluntad y los intereses del matrimonio y
de la familia así lo impongan. Igualmente el Juez podrá acordar que el acto
lo realice uno de los cónyuges cuando la negativa del otro fuere
injustificada y los mismos intereses matrimoniales y familiares así lo exijan.
En estos casos el Juez decidirá con conocimiento de causa y previa
audiencia del otro cónyuge, si éste no estuviere imposibilitado, tomando
en consideración la inversión que haya de darse a los fondos provenientes
de dichos actos…”. (Negritas y subrayado de la Sala).
 
De acuerdo con la norma supra transcrita, se requerirá del consentimiento de ambos
cónyuges para enajenar a título gratuito u oneroso o para gravar los bienes gananciales,
cuando se trata de bienes inmuebles, derechos o bienes muebles sometidos a régimen
de publicidad, acciones, obligaciones y cuotas de compañías, fondos de comercio, así
como aportes de dichos bienes a sociedades. En estos casos la legitimación en juicio para
las respectivas acciones corresponderá a los dos cónyuges en forma conjunta. (Vid.
Sentencia N° 687 de fecha 3 de noviembre de 2016, caso Francisco Ignacio Troconis
Morales contra Tadeo Robinsón Meneses Salazar, Exp. 16-269).

Es evidente entonces que, en el presente caso, se menoscabó el derecho de

defensa de la parte demandada, por cuanto se quebrantó la forma procesal prevista en el

artículo 146 del Código de Procedimiento Civil, pues se le dio trámite a la demanda omitiendo

la participación del ciudadano Luis Eduardo Quintero Arroyo, con lo cual se le dejó en total

estado de indefensión, infringiendo con ello los artículos 15, 206 y 208 eiusdem, y el artículo

168 del Código Civil, pues debió ordenar la reposición de la causa al estado de dicho ciudadano

sea citado.

Es evidente entonces que se produjo el quebrantamiento de formas sustanciales

que menoscaban el derecho de defensa de la parte demandada, el cual se materializó por

haber permitido el juez superior la continuación del proceso sin estar debidamente

conformada la relación procesal, cuestión inherente a la forma y al trámite, que en su


condición de director del proceso, estaba facultado para subsanar desde el umbral y, no

habiéndolo hecho, prospera el cargo analizado. Así se declara.

La Sala ha declarado procedente el quebrantamiento de la forma procesal referida

al artículo 146 del Código de Procedimiento Civil, relativa a la necesidad ineludible de integrar

a la causa al ciudadano Luis Eduardo Quintero Arroyo, por existir un litisconsorcio pasivo

necesario que obligaba, para regular la constitución del proceso, integrarlo a la controversia

como demandado. No sucediendo de tal manera, hubo un menoscabo de su derecho de

defensa, pues se le dio trámite a la demanda omitiendo su participación, todo lo cual conduce

a ordenar la reposición de la causa al estado de que sea citado el  ciudadano Luis Eduardo

Quintero Arroyo, por no haberse conformado el litisconsorcio pasivo necesario.

Por consiguiente, se casa la sentencia recurrida, por evidenciarse vicios de orden

público que implican su nulidad y, por vía de consecuencia, se ordena la reposición de la

causa al estado de que sea citado de forma personal el ciudadano Luis Eduardo Quintero

Arroyo, quien forma parte de la comunidad conyugal a la cual pertenece el bien inmueble

objeto de la presente demanda y se continúe con la causa, tal y como se establecerá de

manera expresa, positiva y precisa en el dispositivo de este fallo. Así se decide.

 SALA CIVIL Nº1236 16/12/2015 “INCAPACIDAD SOBREVENIDA”

La capacidad jurídica o de goce es la aptitud para ser titular de deberes y derechos;


mientras que la capacidad de obrar está referida a la posibilidad de realizar actos jurídicos por
voluntad propia.

Sobre el particular el tratadista Enrico Tullio Liebman, ha referido que la capacidad de


obrar consiste en el libre ejercicio de los propios derechos y, por consiguiente, en la capacidad
de realizar actos jurídicos, a ella corresponde la capacidad procesal, o sea la capacidad de estar
en juicio por sí y de cumplir válidamente los actos procesales. Más adelante señala que
la capacidad procesal es una cualidad intrínseca, natural, de la persona; a ella corresponde, en
el plano jurídico, la posibilidad de ejercitar válidamente los derechos procesales inherentes a la
persona. Esta posibilidad se llama, según una antigua terminología, legitimación formal
(legitimatio ad processum) que no debe confundirse con la legitimatio ad causam finalmente
anota que la distinción entre capacidad procesal y legitimación formal se hace relevante en
los casos en lo que la parte carece de capacidad procesal: el ejercicio de sus derechos
procesales viene entonces conferido por la ley a terceros, los cuales, en virtud precisamente
de tal investidura, adquieren legitimación formal y están en el proceso cumpliendo todos los
actos procesales en nombre y por cuenta de la parte que ellos representan (Ediciones
Jurídicas Europa-América, Buenos Aires 1980, páginas 67 y 68).

Ahora bien, en el presente caso, como anteriormente se explicó, la jueza a quo debió


atender los alegatos contenidos en el escrito de fecha 16 de julio de 2013, suscrito por el
abogado Pedro José Rodríguez Ríos, actuando en su carácter de apoderado judicial de la
ciudadana Nancy Muro de Floro, mediante el cual se opuso a la conversión en divorcio,
solicitando de manera categórica la nulidad del procedimiento de solicitud de separación de
cuerpos y bienes, alegando vicios en el consentimiento y vicios en la voluntad en la aludida
solicitud dada la falta de discernimiento que padece la referida cónyuge por problemas
neurológicos de Encefalopatía Hipóxica Isquémica, consignando al efecto informes médicos a
los fines de demostrar la patología alegada, por estar inmerso el orden público, al tratarse
sobre el tema de la capacidad procesal de la cónyuge al momento de solicitar la separación de
cuerpos y bienes, por lo que, se debió abrir una articulación probatoria de conformidad con lo
previsto en el artículo 607 del Código de Procedimiento Civil, a los fines de desplegar toda la
actividad jurisdiccional necesaria en busca de la primacía de la realidad de los hechos; no
obstante lo anterior, tenemos que posteriormente se solicitó la interdicción, la cual fue
decretada en forma provisional el 28 de mayo de 2015, por el Juzgado Séptimo de Primera
Instancia en lo Civil, Mercantil, Tránsito y Bancario de la Circunscripción Judicial del Área
Metropolitana de Caracas, lo que demuestra a todas luces que efectivamente la cónyuge para
la fecha de la solicitud de separación de cuerpos y bienes (8 de noviembre de 2011), tenía un
defecto intelectual grave y permanente, producto de la intervención quirúrgica efectuada el 10
de julio de 2009, a raíz del parto de su menor hija, por cesaría e histerectomía, lo que le originó
secuelas en su capacidad motora y neurológica, tal y como se desprende del informe
psiquiátrico practicado por los Psiquiatras Forenses doctores CIRO D’AVINO BIGOTTO y EVA
GUEVARA, adscritos a la Dirección de Evaluación y Diagnóstico Mental Forense del Cuerpo de
Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas, que cursa al 173 y 174 y sus vueltos de la
segunda pieza del expediente.
Expuesto lo anterior, corresponde a esta Sala pronunciarse sobre la nulidad del proceso,
solicitada por la representación judicial de la cónyuge, para ello, es oportuno citar el contenido
del artículo 141 del Código de Procedimiento Civil, el cual establece:
Artículo 141. Si la parte se hiciere incapaz durante el transcurso del juicio, se suspenderá
la causa mientras se cite a la persona en quien haya recaído la representación. Los actos
procesales posteriores a la declaración de incapacidad serán nulos. Los actos anteriores
serán anulables si fuere evidente que la causa de la incapacidad existía en el momento
de la realización de dichos actos, o siempre que la naturaleza del acto, el perjuicio que
resulte o pueda resultar de él, al incapaz, o cualquier otra circunstancia, demuestre la
mala fe de la parte favorecida por el acto.
La Sala Constitucional de este Máximo Tribunal, en sentencia N° 82 de fecha
05/03/2010, expediente N° 09-0369, caso: Mercedes Josefina Ramírez, estableció:
Ahora bien, respecto a la solicitud realizada por la abogada Marisela Castro Gilly, esta
Sala observa que en el presente caso no se encuentra comprometida la moral y las
buenas costumbres; además que no existe disposición expresa de ley que impida la
identificación de la demandante, más aún, de lo dispuesto en los artículos 395 y 405 del
Código Civil se colige que la interdicción y la inhabilitación, como mecanismos legales
para limitar la capacidad de obrar pueden ser interpuestas por “cualquier persona a
quien le interese”; y los actos anteriores a la interdicción o la inhabilitación son
susceptibles de anulación, de lo cual se deduce que el conocimiento de la posible
insanidad mental de una persona puede obrar en provecho de terceros. Por otra parte,
la publicidad de la identificación de la solicitante la beneficia, ya que con la interposición
del habeas data pretende la destrucción de un dato que se encuentra registrado en la
historia clínica N° 360-8999, llevada por el Centro Hospital de Neuro Psiquiatría “Dr.
Jesús Mata de Gregorio” Sebucán-Área Metropolitana de Caracas, en la que se cuestiona
su salud mental; razón por la cual no es procedente en Derecho la solicitud de que se
omita la identidad de la parte actora. (Negritas de esta Sala de Casación Social).
La Sala de Casación Civil de este Máximo Tribunal, mediante sentencia N° RNC 000385,
de fecha 17/06/2014, expediente N° 13-661, caso: Interdicción Civil de la ciudadana Ondina
Colmenares Oropeza, señaló lo siguiente:
Por ello, el legislador al redactar y aprobar el texto sustantivo, impuso la carga de
promover la interdicción por motivos de defecto intelectual, a los familiares de la
persona presuntamente notada de demencia, y elevó esa responsabilidad familiar al
Estado, a través de sus funcionarios, como el Síndico Procurador Municipal de la
localidad y el juez competente; este último teniendo facultades oficiosas, a fin de
proteger y tutelar los derechos de los ciudadanos, quienes por su condición, se
encuentran en situación de minusvalía.
Conforme a la norma y jurisprudencia anteriormente transcrita, tenemos que en
principio el cónyuge tenía la obligación de solicitar y tramitar la interdicción de su esposa
producto de la lesión sufrida, tal y como lo prevé el artículo 395 del Código de Procedimiento
Civil, a los fines de que se estableciera la respectiva tutela y de ser el caso se nombrará además
un curador, en resguardo de los derechos e intereses de la ciudadana Nancy Muro de Floro,
plenamente identificada en autos; no obstante, contrariamente a ello, se interpuso la solicitud
de separación de cuerpos y bienes, sin que la cónyuge tuviera capacidad de obrar en juicio de
conformidad con lo previsto en el artículo 136 eiusdem, razón por la cual, resulta forzoso para
esta Sala declarar la nulidad del procedimiento, en cumplimiento de lo establecido en el
artículo 141 íbidem, en virtud que si bien es cierto, la declaratoria de interdicción provisional
fue decretada 28 de mayo de 2015, fecha posterior a la solicitud de separación de cuerpos y de
bienes (8 de noviembre de 2011), no es menos cierto que las causas que dieron origen a la
misma devienen de un hecho anterior, es decir, producto de la intervención quirúrgica
efectuada el 10 de julio de 2009, a raíz del parto de su menor hija, máxime cuando la otra
persona de la relación jurídico procesal (su cónyuge) tenía conocimiento de toda la
circunstancia acaecida, lo que habilita la declaratoria de la nulidad, conforme a los artículos
206 y 211 del Código de Procedimiento Civil. Y así se establece.

 SALA SOCIAL Nº1190 21/07/09 “CAPACIDAD SOBREVENIDA”

En el escrito de impugnación, la parte actora solicitó a esta Sala de Casación Social declare la
falta de cualidad de la persona que anuncia el recurso de casación.

 En tal sentido, explica el impugnante que en fecha 20 de marzo de 2009, la ciudadana
Elizabeth del Carmen Jaime García, madre del demandado, debidamente asistida por el
abogado Jesús Ezequiel Osuna Kepp, anunció el presente recurso de casación, sin embargo,
para ese momento el demandado -R. A. Martínez Jaime- había cumplido la mayoridad de edad,
la cual adquirió el día 19 de marzo de 2009, por lo que concluye que el presente medio
extraordinario de impugnación no fue anunciado por quien es el legitimado pasivo, es decir, el
ciudadano R. A. Martínez Jaime, sino por su madre quien ya no tenía la cualidad de
representarlo

  Al respecto, observa la Sala lo siguiente:

 En la oportunidad en que fue iniciado el presente procedimiento por simulación y nulidad de
venta (5 de marzo de 2007), por ante el Tribunal de Protección del Niño y del Adolescente de
la Circunscripción Judicial del Estado Bolívar, extensión territorial Puerto Ordaz, el ciudadano
R. A. Martínez Jaime contaba con quince (15) años de edad. La condición de adolescente
apreciada, se constata de la copia certificada de la partida de nacimiento, cursante al folio 18
del expediente, expedida por la Primera Autoridad Civil del Municipio Caroní del Estado
Bolívar, en la cual se hace constar que éste nació el día 19 de marzo de 1991.

 Asimismo, consta de autos que la representación del demandado recayó, inicialmente, sobre
su progenitora, ciudadana Elizabeth del Carmen Jaime García, quien asistida debidamente de
abogado, actuó en el devenir del procedimiento supliendo la capacidad de obrar en juicio de
su representado.

  Ahora bien, en esta fase de análisis se hace preciso traer a colación lo dispuesto en el artículo
142 del Código de Procedimiento Civil, el cual regula situaciones como la anotada:

 “Si durante el transcurso del juicio se hiciere capaz una parte que no lo era, el procedimiento
se seguirá con ella misma, pero los actos realizados antes de la comparecencia de la parte
serán válidos, sin perjuicio de las reclamaciones que ésta pudiere tener contra su
representante anterior.” (Subrayado de la Sala)

Como se aprecia, la norma transcrita reconoce la validez de los actos ejercidos por la
representación que se ejerce luego de que la parte se hizo plenamente capaz, cuando los
mismos hayan sido realizados antes de su comparecencia en juicio, por lo que sólo la expresa
voluntad contraria del representado los dejaría sin efecto.

 En consecuencia, como quiera que de la revisión de las actas procesales surge patente que el
ciudadano R. A. Martínez Jaime, parte demandada, no había comparecido en juicio a la fecha
en que fue anunciado el presente recurso de casación por su progenitora, pues, se evidencia
de autos que el día anterior al anuncio fue que sobrevino la mayoría de edad y por tanto,
adquirió la capacidad para obrar en juicio, esta Sala declara válido el ejercicio a su derecho a la
defensa desplegado a través del mismo por la ciudadana Elizabeth del Carmen Jaime García.
Así se decide.

 SALA CIVIL Nº615 27/09/2012 LITISCONSORCIO NECESARIO

Denuncia que se violó el debido proceso, porque no se verificó la aplicabilidad del artículo 146
del Código de Procedimiento Civil ante la existencia de un litisconsorcio pasivo necesario y en
seguimiento de la sentencia de la Sala Constitucional N.° 2.458 del 28 de noviembre de 2001,
ya que la inmobiliaria Garosca Inversiones S.A., no era una simple intermediaria, sino la
encargada de recabar la documentación a ser entregada a los promitentes compradores, por lo
que debió ser demandada, al igual que la ciudadana Luz Amparo Molina Hoyos, al ser ella
quien firmó el contrato en nombre y representación de los propietarios, según el artículo 1.363
del Código Civil, que es la que puede desconocer su firma y según el fallo de la Sala
Constitucional N.° 573 del 23 de octubre de 2009.

Debe observarse que el litisconsorcio es un instituto que permite que un tercero, al momento
inicial del proceso, sea incorporado a éste adquiriendo la calidad de parte, otorgándole el
derecho de defensa en sentido amplio si acredita determinado interés a fin de que se le
otorgue la participación de ley, donde éste asume la calidad de parte con sus derechos,
obligaciones, cargas, facultades y deberes, a los fines de brindar a aquél la protección judicial
de un derecho o interés propio, así las clases de intervención de terceros puede ser:
espontánea o voluntaria; facultativa de su propia libertad; adhesiva autónoma o litisconsorcial;
adhesiva coadyuvante; ad excludendum (es una intervención principal y autónoma mediante la
cual el tercero opone una pretensión en contra de ambas partes, pues sus intereses son
contrarios); provocada, forzosa o coactiva. De allí que la posición de las partes puede ser:
activa; pasiva, mixta (cuando son varios actores demandantes o demandados); originaria;
sucesoria; facultativa o voluntaria; necesaria u obligatoria y cuasinecesaria.

Así, el artículo 146 del Código de Procedimiento Civil, establece que:

“Artículo 146.- Podrán varias personas demandar o ser demandadas conjuntamente como


litisconsortes:

a) Siempre que se hallen en estado de comunidad jurídica con respecto al objeto de la causa;

b) Cuando tengan un derecho o se encuentren sujetas a una obligación que derive del mismo
título;

c) En los casos 1º, 2º y 3º del artículo 52.”

Se alega que, en el presente caso hay un litisconsorcio pasivo necesario, que es cuando lo
impone la ley o la naturaleza de la relación jurídica que constituye la causa de la pretensión,
donde la sentencia solo puede dictarse útilmente frente a todos los partícipes de la relación
jurídica substancial discutida en el proceso si todos ellos estuvieren participando en el mismo,
por lo que si falta alguno, el juez ordenará integrar la litis, citando al litigante que faltare,
porque los litisconsortes no son independientes, sino que se consideran como una unidad y
por eso, en general, los actos que realice uno de ellos beneficia o perjudica a los demás.

En tal sentido, la Sala observa que el inmueble que es objeto de litigio pertenece en su
totalidad a Sirley Adriana Gutiérrez Molina y Yovanni Alonso Gutiérrez Molina, según
documento protocolizado en la Oficina Subalterna de Registro del Segundo Circuito del Distrito
de Valencia del Estado Carabobo, el 15 de septiembre de 1993, bajo el N.° 13, folios 1 al 4,
Protocolo Primero, Tomo 34, siendo que no tiene participación alguna la apoderada Luz
Amparo Molina Hoyos, ante lo cual se ha de recordar que la característica fundamental de la
comunidad jurídica es que la titularidad de los derechos pertenece pro indiviso a varias
personas como en los llamados juicios de partición, en los que los comuneros poseen derecho
pro indiviso y se hayan en estado de comunidad jurídica sobre él o los bienes que la integran, y
respecto de los cuales exista identidad de título o causa pretendi, que configura el denominado
litisconsorcio necesario u obligatorio; por lo que en el presente caso las sentencias impugnadas
afectan solo a los demandados y no a la apoderada y, por lo tanto, la satisfacción del interés
cuya tutela se exige no es el mismo para cada una de ellas, de lo que resulta que la presunta
agraviada (Luz Amparo Molina Hoyos), no se encuentra en estado de comunidad jurídica
respecto del objeto del litigio, por lo que no se configura el supuesto de hecho establecido en
la norma antes transcrita (vid. sentencia N.° 92 del 29 de enero de 2002). Así se decide.

De esta manera, del estudio de las actas procesales y de la jurisprudencia antes señalada, se
observa que las denuncias formuladas por la quejosa no son procedentes, por lo que en fuerza
de los argumentos antes expuestos, la Sala observa que en la acción de amparo constitucional
interpuesta no están dados los supuestos establecidos en el artículo 4 de la Ley Orgánica de
Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales, para la procedencia de la misma, por lo
que debe declarar improcedente in limine litis la acción de amparo constitucional interpuesta
por la quejosa contra decisión dictada el 23 de abril de 2014, por el Juzgado Superior Primero
en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Estado Carabobo. Así se
decide.

En razón de la anterior declaratoria resulta inoficioso para esta Sala pronunciarse sobre la
medida cautelar innominada solicitada por el accionante en amparo.

Finalmente, no puede esta Sala dejar de observar al profesional del Derecho que planteó la
presente acción de amparo, que como integrante del sistema de justicia debe propender al
buen funcionamiento de la actividad jurisdiccional, planteando sus pretensiones de manera
diáfana y concisa, evitando, como en el presente caso, la repetición excesiva del
planteamiento de los hechos y la reiteración continua de sus argumentos, ya que ello
entorpece la administración de justicia, al obligar al órgano judicial a la revisión de escritos
excesivamente largos, en detrimento de la celeridad procesal, tanto para sus representados,
como para el resto de los justiciables que acuden al Poder Judicial ( vid. sentencia 1.729 de de
diciembre de 2014).

 SALA CIVIL Nº615 27/09/2012: LITISCONSORCIO (II)

En relación con el litisconsorcio pasivo necesario, los artículos 146 y 148 del Código de
Procedimiento Civil establecen lo siguiente: 

“Artículo 146. Podrán varias personas demandar o

ser demandadas conjuntamente como litisconsortes:

a) Siempre que se hallen en estado de comunidad jurídica con respecto al objeto de la causa;

b) Cuando tengan un derecho o se encuentren sujetas a una obligación que derive del mismo
título;

c) En los casos 1°, 2° y 3° del artículo 52.” (Negritas de la Sala).

 
“Artículo 148. Cuando la relación jurídica litigiosa haya de ser resuelta de modo uniforme para
todos los litisconsortes, o cuando el litisconsorcio sea necesario por cualquier otra causa, se
entenderán los efectos de los actos realizados por los comparecientes a los litisconsortes
contumaces en algún término o que hayan dejado transcurrir algún plazo.”.

En cuanto a los sujetos que integran la relación procesal y cómo éstos se encuentran
vinculados a ella, esta Sala, en sentencia Nº 94, de fecha 12 de abril de 2005, caso: Vestalia de
Jesús Zarramera de Hernández y otros contra Dimas Hernández Gil y otro, señaló lo siguiente:

“…Ahora bien, pasa la Sala a determinar si en el presente caso el ad quem aplicó


correctamente el contenido de los artículos 146 y 16 del Código de Procedimiento Civil, o por
el contrario, era necesario la integración de un litis consorcio necesario para demandar la
nulidad de las ventas de los fundos “Las Taparas” y “El Guamo”, a tenor de lo dispuesto en el
artículo 148 del mismo Código.

En sentido técnico, el litisconsorcio puede definirse como la situación jurídica en que se hallan
diversas personas vinculadas por una relación sustancial común o por varias relaciones
sustanciales conexas, que actúan conjuntamente en un proceso voluntaria o forzosamente,
como actores o como demandados.

Hay litisconsorcio necesario o forzoso cuando existe una relación sustancial o estado jurídico
único para varios sujetos, de manera que las modificaciones de dicho vínculo o estado jurídico
deben operar frente a todos sus integrantes para tener eficacia; por tanto, al momento de
plantearse en juicio la controversia, la pretensión debe hacerse valer por uno o por varios de
los integrantes de la relación frente a todos los demás. En estos casos, la relación sustancial
controvertida es única para todos los integrantes de ella, de modo que no puede modificarse
sino a petición de uno o varios de ellos frente a todos los demás y debe resolverse de modo
uniforme para todos.

Sobre el particular, el autor Emilio Calvo Baca en su obra ‘Código de Procedimiento Civil
Venezolano Comentado’ (Páginas 219-221) expresa lo siguiente:

“...El litisconsorcio necesario evidencia un estado de sujeción jurídica de forma


inquebrantable. Esta unidad inquebrantable puede ser implícita en la Ley o puede ser
impuesta en forma expresa. Está implícita cuando no es posible concebir fraccionada en cada
persona integrante del grupo, sino unitariamente en todos. Es expresa, cuando la propia Ley
impone la integración en forma imperativa...”.

En nuestro derecho, el actor que invoca por sí solo la pretensión se expone a que se alegue en
la contestación de la demanda su falta de cualidad (art. 361 CPC), porque la parte contraria
podría sostener que la legitimación no corresponde únicamente a uno solo de ellos sino
conjuntamente a todos. Sin embargo, para entender si la relación jurídico procesal debe estar
integrada forzosamente por todos los litisconsortes, debe determinarse si ello es necesario
para que pueda proponerse la demanda, y tal circunstancia se fija analizando la eficacia de la
pretensión al ser ejercida individualmente.
Es claro que en la mayoría de los casos -a menos que la ley o la voluntad de las partes
válidamente manifestada dispongan lo contrario-, cualquiera de los comuneros puede intentar
acciones de cualquier tipo cuando se vean afectados los intereses de la comunidad o de
cualquiera de sus miembros, aún cuando lo haga uno de ellos en nombre propio, y de
considerarlo imperioso podría llamar en juicio a los demás comuneros para que coadyuven en
la demanda.

En materia de simulación, cualquiera de las personas contra las cuales se fraguó el engaño
puede intentar la demanda, pues la ley no exige que ésta deba ser propuesta por todos los
miembros de la comunidad.

En efecto, cualquiera de los causahabientes de una sucesión puede intentar la acción de


simulación para traer al patrimonio hereditario el inmueble que creen fue objeto de
negociaciones simuladas, ya que la ley los autoriza a ejecutar todos aquellos actos de defensa
o seguridad de la legítima con posterioridad a la muerte de su causante, pues solo se exige que
el accionante tenga interés eventual o futuro en que se declare la existencia del acto simulado.
(Vid. Sent. de 17/11/99, caso: Carmen Luisa García Valencia, contra William Raúl Lizcano).

Por tanto, es claro que la recurrida no infringió por falta de aplicación el artículo 148 del
Código Civil, lo que por vía de consecuencia conduce a desestimar el alegato de violación del
artículo 361 eiusdem, pues el juez no estaba obligado a declarar la falta de cualidad activa de
los actores. La Sala desestima la denuncia de infracción de los artículos 146 y 12 del mismo
Código, por cuanto el supuesto de dichas normas no guarda relación con el presente asunto.
Así se establece…”. (Negrillas y subrayado de la Sala).

De las normas y del criterio jurisprudencial antes transcrito, esta Sala estima, que al ser
demandados conjuntamente los ciudadanos Juan Barboza y Carlos Barboza, con el fin de que
den cumplimiento al contrato privado celebrado con la demandante Josefa Barboza en fecha
12 de abril de 1999, en el cual hicieron ciertos acuerdos sobre la transmisión exclusiva de la
propiedad a la actora, sobre bienes muebles e inmuebles del que son propietarios los tres
involucrados en el presente juicio (demandante y demandados); pone de manifiesto que la
relación procesal constituida entre ellos, proviene de un mismo título, razón por la cual, en el
juicio se verifica la conformación de un litisconsorcio pasivo necesario, pues, se encuentran
sujetos a una obligación que deriva sobre un mismo título, todo lo cual, tiene como
consecuencia, que aun cuando Juan Barboza no haya alegado la excepción de contrato no
cumplido, la procedencia de dicha excepción opuesta por Carlos Barboza, se extiende al
codemandado contumaz, de conformidad con lo establecido en el artículo 148 del Código de
Procedimiento Civil.  

                   Por último, alega el formalizante que el juez de alzada de manera errónea declaró
que el contrato objeto de la presente demanda era de permuta, en el cual, esta Sala considera
pertinente señalar que lo pretendido por el recurrente es cuestionar la interpretación que el
juez superior hizo al contrato, siendo que esta denuncia ha debido formularla bajo la
correspondiente delación de infracción de ley, explicando sus razones en detalle y conforme a
la técnica exigida en casación de cómo cuándo y en qué sentido se produjo la infracción
respectiva. 

Por los motivos antes expuestos, esta Sala de Casación Civil declara improcedente la presente
denuncia. Así se establece. 

 SALA CIVIL Nº369 07/06/17: DOCUMENTO PUBLICO

En el marco de lo establecido en el ordinal 2º del artículo 313 del Código de

Procedimiento Civil, el recurrente delata la infracción del artículo 1.360 del Código Civil,

por falsa aplicación.

     Así el recurrente para soportar su denuncia sostiene lo siguiente:

 
De conformidad con lo dispuesto en el ordinal 2° del artículo 313 del Código de
Procedimiento Civil, denuncio la infracción por falsa aplicación del artículo 1.360 del Código
Civil.
              -La decisión recurrida expresa:
En lo que respecta a la falta de aplicación del artículo 1.360 del Código Civil , ello se
evidencia en la parte motiva de la sentencia al darle valor de documento público al
documento de autorización autenticado…
Es errático el análisis y calificación documental realizado por la recurrida,  al darle valor
de documento público a uno que no lo es, pues la referida autorización fue otorgada por
vía de autenticación, no pudiendo el juez de alzada concluir en calificarlo y valorarlo
como documento público…”. (Negrillas de la Sala).
 
De la denuncia parcialmente transcrita, la Sala observa que el recurrente acusa a la
recurrida de haber aplicado falsamente el artículo 1.360 del Código Civil, al darle valor
de documento público a una autorización autenticada, que en dichos del recurrente,  no
podía el juez de alzada, concluir en calificarlo y valorarlo como documento público.

Para decidir, la Sala observa:

El supuesto de falsa aplicación tiene lugar cuando el juzgador incurre en una falsa

relación entre los hechos contenidos en los autos y los previstos como supuesto de la

norma jurídica que se aplica, es decir, cuando el juez aplica una determinada norma

jurídica a una situación de hecho que no es la contemplada en ella. (Ver, entre otras, la

sentencia Nº 068, de fecha 11 de febrero de 2014, caso: Juan Jesús Contreras Doreste

contra Leonardo José Crespo Ponte, la cual reiteró el criterio asentado el 30 de

noviembre de 2007, caso: Central Azucarero del Táchira C.A., contra Corporación

Afianzadora de Venezuela C.A.).


 

En este sentido, considerando que el vicio denunciado versa sobre el artículo

1.360 del Código Civil, señalado como falsamente aplicado en el fallo recurrido, pasa esta

Sala a examinar su contenido.


 
“Artículo 1.360.- El instrumento público hace plena fe, así entre las partes como
respecto de terceros, de la verdad de las declaraciones formuladas por los
otorgantes acerca de la realización del hecho jurídico a que el instrumento se
contrae, salvo que en los casos y con los medios permitidos por la ley se
demuestre la simulación.”

La Sala en su labor de pedagogía jurídica considera oportuno realizar las

siguientes consideraciones acerca del documento público, el autenticado y sus efectos.

El instrumento autenticado no constituye documento público, ya que la

formalidad de la autenticación no lo convierte en este tipo de documentos, como

tampoco el registro le comunica tal naturaleza. Todo documento que nace privado -aun

cuando sea registrado- siempre seguirá siendo privado, pues la formalidad de registro

solamente lo hace oponible a terceros; por el contrario, el documento público es

sustanciado por el funcionario con competencia para ello.

Es común observar en la práctica forense, la confusión de los conceptos

atinentes al documento público y al autenticado. El primero, según la doctrina autorial,

de casación y la legislación (artículo 1.357 del Código Civil) es aquél que ha sido

autorizado por el funcionario competente. La confusión reinante nace de los términos

“público” o “auténtico” empleados por el legislador civil y que los intérpretes han

asimilado, confundiendo el término “auténtico” con el término “autenticado”. Aquél (el

“auténtico”) es cuya autoría y redacción no puede ser discutida, sino por vía de tacha,

mientras que el autenticado, puede ser tachado en su otorgamiento.

El documento público o auténtico, está referido a su contenido, vale decir, el

texto del documento que ha sido autorizado con las solemnidades legales por el

funcionario competente, “autorizado” significa, que es el funcionario quien concibe o


redacta el documento. Los documentos redactados o creados por el funcionario

competente son auténticos, vale decir, no hay duda de su autoría y de su validez.

Mientras que, los documentos autenticados, -que no auténticos- son elaborados,

concebidos o redactados por la parte interesada. En este tipo de documentos, el

funcionario tan sólo interviene para dar fe del dicho de los otorgantes.

Se incurre en confusión cuando se asimila el documento público con el

autenticado, ya que ambos difieren en lo siguiente: PRIMERO: El documento autenticado

nace siendo privado, al extremo de que el mismo es redactado o creado por el

interesado -otorgante- y el hecho de autenticarse no le quita lo privado ni lo convierte

en público y, en ese sentido, ha dicho la doctrina, y en esto ha sido unánime, que el

documento que nace privado sigue siendo privado por siempre y jamás puede

convertirse en público, vale decir, no modifica la sustancia de tal. La autenticación lo que

hace es darle el efecto de público al otorgamiento, pero jamás al contenido del

documento. SEGUNDO: En tanto que el contenido de un documento público es redactado

y creado por el funcionario. El documento autenticado es redactado por el interesado y

allí vierte lo que a él le interesa. El instrumento público contiene las menciones que

indica la Ley y no lo que a las partes interese privadamente. (Vid. Sentencia N° RC.00474,

de fecha 26 de mayo de 2004, expediente N° 03-235, caso: José Enrique León Salvatierra

contra Marisol Valbuena).

Precisado lo anterior, la Sala pasa de seguida a considerar la decisión

recurrida con el objeto de constatar lo denunciado por el formalizante. Así, con la

finalidad de evitar repeticiones inútiles la Sala da aquí por reproducida la transcripción

que de la recurrida se hizo anteriormente.

Así las cosas, la Sala observa que en su motivación el juez de la recurrida

refiriéndose a las pruebas de autos, específicamente a la autorización otorgada por el

ciudadano EDUARDO ANTONIO FIALLO SÁNCHEZ, al ciudadano JOSÉ YAMIL PRADA

SÁNCHEZ, autenticada por ante la Notaría Pública Primera de San Cristóbal en fecha 19
de agosto de 2.011, valora dicha prueba de conformidad con lo establecido en el artículo

1.360 del Código Civil, otorgándole con ello valor de documento público.

No obstante, de la recurrida se observa igualmente, que analizados como

fueron los requisitos para procedencia de la acción reivindicatoria, específicamente el N°

3 referido a que el demandado posea la cosa sin tener derecho a ello, tenemos que el

ciudadano José Yamil Prada Sánchez fue autorizado para poseer el vehículo objeto del

litigio, y que dicha autorización fue revocada por el hoy demandante, evidenciándose

que tal revocatoria no fue notificada al accionado antes de la presentación de la

demanda, no habiendo logrado demostrar el demandante el requisito aquí mencionado.

En consecuencia, considera la Sala que si bien es cierto, que el juez de alzada

se equivocó al señalar un documento privado autenticado como público, no es menos

cierto que dicha infracción no es suficiente para cambiar el dispositivo del fallo, por lo

que, necesariamente se desestimará la presente denuncia, tal y como se hará constar de

manera expresa, positiva y precisa en la dispositiva de la presente decisión.

Por todo lo antes expuesto y en atención a los criterios jurisprudenciales citados,

es forzoso para la Sala desestimar la presente denuncia por infracción del artículo 1.360 del

Código Civil. Así se establece.

 SENTENCIA SALA CONS º181 21/03/2014 Facultades otorgadas en el poder

Por su parte, el 28 de noviembre de 2013, el Juzgado Superior en lo Civil, Mercantil y del


Tránsito del Segundo Circuito de la Circunscripción Judicial del Estado Portuguesa, una vez
recibido el expediente en virtud de la declinatoria que le hiciere el Juzgado Primero de Primera
Instancia de Juicio con competencia en Régimen Procesal Transitorio del Circuito Judicial de
Protección de Niños, Niñas y Adolescentes del Segundo Circuito de la misma Circunscripción
Judicial, declaró su competencia, y seguidamente, declaró inadmisible la acción de amparo
interpuesta, en razón de que el poder que se acompañó:

(…) fue otorgado como un poder general judicial, no para ejercer la presente acción de
amparo constitucional, con el carácter que se acredita el abogado Carlos Roberto González
Morón para actuar en representación del presunto agraviado; pues no está facultado para
ejercer la demanda de amparo constitucional en representación del ciudadano Eddie Jesús
Escobar Castellanos y de la sociedad mercantil Constructora Cadesco C.A (…).
A tal efecto, el Juzgado Superior invocó como apoyo a su decisión, entre otras, la sentencia n.°
773, del 21 de julio de 2010, caso: “Marbellys Villafranca Rodríguez”, emanada de esta Sala
Constitucional, relacionada con el poder que acredita la representación para actuar en nombre
de otro en materia de amparo constitucional.

Ahora, visto que la declaratoria de inadmisibilidad de la presente acción de amparo se produjo


como consecuencia de la falta de legitimación del abogado, al considerar el “a quo”
constitucional que dentro de las facultades otorgadas en el poder no se encontraba la
establecida para el ejercicio de acciones de amparo constitucional, esta Sala considera
necesario traer a los autos el poder consignado por el prenombrado abogado, el cual se
transcribe parcialmente a continuación:

(…) confiero Poder Especial pero amplio y suficiente en cuanto a derecho se requiere al
Abogado en ejercicio Carlos Roberto González…para que sostenga y represente tanto mis
derechos como los de mi representada, ante cualquier organismo de la administración pública
o tribunal judicial de cualquier instancia. En virtud de este Poder el mandatario podrá ocurrir
ante los tribunales civiles, mercantiles, de tránsito, agrario, menores, entes administrativos,
públicos o privados y judiciales competentes e intentar toda clase de acciones y recursos,
darse por citado, notificado o intimado, hacer oposición a medidas cautelares, y ejecutivas,
presentar descargos, contestar demandas, reconvenir, promover y evacuar pruebas, y
cualquier otra actuación en consecuencia el apoderado que aquí constituyo queda
ampliamente facultado para actuar en cualquier procedimiento estipulado en las antes
mencionadas leyes o cualquier otra de carácter civil o mercantil, tributario, fiscal,
administrativo, pudiendo además demandar, desistir, convenir, conciliar, transigir en juicios o
fuera de ellos, seguir el juicio o los juicios que intentaren en todas sus etapas, grados e
incidencias, inclusive la de posiciones juradas, podrá solicitar evacuar toda clase de pruebas
(…) En general podrá hacer en la defensa de los derechos e intereses de mi representada, todo
lo que fuere necesario o creyere conveniente, sin limitaciones de ninguna naturaleza, ya que
las facultades que aquí se confieren son meramente y no taxativas.

De lo anterior se puede apreciar, que si bien es cierto que el poder otorgado al abogado
taxativamente no establece la facultad de ejercer acción de amparo constitucional, no es
menos cierto que en el poder se puede observar que le concede facultad, al prenombrado
abogado, para sostener y representar al otorgante en cualquier organismo de la
administración pública o tribunal judicial de cualquier instancia, así como intentar toda clase
de acciones o recursos, razón por la cual, a juicio de esta Sala, tal poder resulta suficiente para
interponer la presente solicitud de amparo, toda vez que el mismo es un poder que otorga
facultades de manera general, con carácter amplio y suficiente, que no contiene limitaciones
para su ejercicio y que, con ese sentido, se autorizó al abogado Carlos Roberto González
Morón para interponer demandas en nombre de los hoy accionantes, categoría dentro de la
cual es posible la inclusión de la acción de amparo.

Siendo ello así, considera este Máximo Tribunal, que el Juzgado Superior en lo Civil, Mercantil
y del Tránsito del Segundo Circuito de la Circunscripción Judicial del Estado Portuguesa, erró al
declarar la presente inadmisibilidad por falta de representación, basado en la supuesta
insuficiencia del poder, pues contrario a lo apreciado por dicho Juzgado Superior, el
mencionado poder consignado por el abogado sí contiene la facultad para intentar cualquier
tipo de demandas. Al respecto, resulta oportuno señalar que esta Sala, mediante sentencia n°
1616, del 5 de diciembre de 2012, caso: “Alí Ramón Fernández Chirinos y otros”, estableció lo
siguiente:

En lo que concierne a la declaratoria de insuficiencia del poder del abogado Mario José
Querales Salas (quien actuaba en nombre de la sociedad mercantil tercera interesada Hospital
Clínico Loyola S.A.), hecha por el a quo, solo debe precisar ésta Sala, para la resolución de
casos futuros, que si bien a la fecha en la que se profirió el fallo apelado (8 de mayo de 2009)
tal criterio se encontraba vigente, el mismo fue modificado a favor del principio pro actione a
raíz del fallo N° 1174 del 12 de agosto de 2009, (Caso: Colegio Cantaclaro S.R.L.) en el cual se
estableció que: ‘…la regla general es que los eventuales agraviados se hagan asistir de abogado
o nombren representante judicial, en cuyo caso, el poder conferido debe ser analizado a la luz
del referido principio de desformalización de la justicia, según el cual, deben abandonarse las
solemnidades no esenciales (aquellas ajenas a la protocolización y atribución de facultades de
representación judicial, al menos genéricas) en pro de una concepción garantista y teleológica
que salvaguarde el acceso al sistema judicial de quien ha sido o se encuentra amenazado de
ser afectado en sus derechos constitucionales…’. Determinándose en consecuencia que: ‘…de
allí, que resulte suficiente la acreditación indistinta de un poder general o especial para la
interposición del amparo, a los fines de garantizar la debida legitimación ad procesum´.

De allí, que la actuación del Juzgado Superior en lo Civil, Mercantil y del Tránsito del Segundo
Circuito de la Circunscripción Judicial del Estado Portuguesa, objeto de la presente apelación,
produjo la violación de la tutela judicial efectiva y que esta Sala ha desarrollado, entre otras,
en sentencia n.° 708, del 10 de mayo de 2001, caso: “Juan Adolfo Guevara y otros”.

Asimismo, cabe destacar, que el antecedente jurisprudencial, contenido en la sentencia n.°


773, de fecha 21 de julio de 2010, en el cual se fundamentó la decisión apelada, en lo que
respecta al poder que acredite la representación para actuar en materia de amparo, no se
corresponde con el caso fáctico aquí planteado, pues en ella se hace referencia a una
sustitución de un poder otorgado que no cursaba en el expediente del amparo, por lo que era
insuficiente la representación que alegaba el abogado, siendo que el poder con el cual actuó el
abogado Carlos Roberto González Morón, en la presente acción de amparo, es un poder que lo
faculta para actuar en todos los asuntos judiciales y extrajudiciales en los cuales pudieran
tener interés los hoy accionantes, de modo tal que no era un poder especial para un juicio
ordinario distinto al amparo incoado.

En este sentido, la suficiencia del poder que le fue otorgado al apoderado judicial de la parte
accionante, viene dada por la postura que de manera pacífica y reiterada ha sostenido esta
Sala Constitucional, entre otras, en sentencia n.° 1174, de fecha 12 de agosto de 2009 caso:
“Colegio Cantaclaro”, postura ésta que complementa el criterio anteriormente descrito, y en la
cual se dictaminó lo siguiente:

(…) en aquellos casos en que el posible agraviado en la acción de amparo actúa a través de
representante judicial, dicha representación debe ser observada desde la perspectiva del
principio pro actione y, de allí, que resulte suficiente la acreditación indistinta de un poder
general o especial para la interposición del amparo, a los fines de garantizar la debida
legitimación ad procesum.

Lo contrario, no sólo implicaría el desconocimiento de los caracteres esenciales que el artículo


27 del Texto Fundamental le atribuye al amparo constitucional (entre otros, el referido
principio de informalidad) sino la asunción de lo que Haouriou (Obra Escogida. 1° Edición.
Madrid: Instituto de Estudios Administrativos. P. 245) calificó como los formalismos oscuros de
las legislaciones primitivas que se apartan de la búsqueda de una justicia más directa, más
auténtica y menos apegada a las fórmulas.

Conforme a lo expuesto, la jurisprudencia de esta Sala en la materia (Vid. sentencia N° 1364


del 27 de junio de 2005 (caso: Ramón Emilio Guerra Betancourt), ratificada entre otras, en
sentencias N° 2603 del 12 de agosto de 2005 (caso: Gina Cuenca Batet), N° 152 del 2 de
febrero de 2006 (caso: Sonia Mercedes Look Oropeza) y N° 1316 del 3 de junio de 2006 (caso:
Inversiones Inmobiliarias S.A.), debe ser analizada en el sentido que el ius postulandi en
materia de amparo y para aquellos casos en que el agraviado actúa mediante representante
judicial, puede ser ejercido por cualquier abogado a quien se le haya conferido un mandato
general para actuar ante los tribunales (...).

En tal sentido, se declara con lugar el recurso de apelación interpuesto contra la sentencia que
dictó, el 28 de noviembre de 2013, el Juzgado Superior en lo Civil, Mercantil y del Tránsito del
Segundo Circuito de la Circunscripción Judicial del Estado Portuguesa, la cual se revoca; en
consecuencia, se repone la causa al estado de que dicho Juzgado Superior, una vez constituido
en accidental, se pronuncie nuevamente sobre la admisibilidad de la presente acción de
amparo constitucional, con prescindencia de la causal invocada y sin que ello obste para que
dicho pronunciamiento sea sobre la base de cualesquiera de las causales previstas en el
artículo 6 de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales. Así se
decide.

 SENTENCIA Nº347 27/03/2009 REQUISITOS CONTITUTIVOS DEL PODER:

A la luz de lo expuesto y luego de observar que la solicitud de revisión de autos, fue


presentada ante esta Sala Constitucional por el abogado Jesús David Rojas Hernández,
actuando con el carácter de apoderado judicial de la comunidad de propietarios del Edificio
“Residencias Parque Ávila”, esta Sala estima necesario aclarar que los interesados en solicitar
la revisión de alguna sentencia definitivamente firme deben inexorablemente estar asistidos o
debidamente representados por un abogado para la interposición del escrito contentivo de
dicha solicitud, debiendo ello constar en su contenido y consignar, junto al libelo, en el caso de
apoderados, el documento debidamente otorgado que acredite la representación para esa
causa ante este Máximo Tribunal, con el fin de verificar dicho carácter, de conformidad con lo
previsto en el tercer aparte del artículo 18 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia,
que señala lo siguiente:
 
“Para actuar en cualesquiera de las Salas del Tribunal Supremo de Justicia se requiere de
la asistencia jurídica de abogados, los cuales deben tener un mínimo de cinco (5) años de
graduados y dar cumplimiento a los requisitos previstos en el ordenamiento jurídico”.
 
 

Cabe destacar que dicha norma fue interpretada por la Sala en sentencia  N°2151/2004,
en la cual se precisó que el requisito de los cinco años de graduado no se exige para no
lesionar el derecho a la tutela judicial efectiva del justiciable, según lo siguiente:

 
“De manera que, permitir en el presente asunto la aplicación de la exigencia contenida
en el párrafo cuarto del artículo 18 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia,
referida a los cinco años de graduado que debe tener todo abogado para poder actuar
ante esta Sala Constitucional, vulneraría el derecho a la tutela judicial efectiva de la
parte accionante, por cuanto con ello se le limitaría su derecho a acceder a los órganos
de administración de justicia, preceptuado en el artículo 26 de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela, que consiste en garantizarle hacer valer sus
derechos e intereses fundamentales, sin obstáculos innecesarios y ante los órganos
judiciales, frente a intromisiones lesivas, generadas por la conducta positiva o negativa
de un agente determinado, circunstancia que tiene que ver con la protección del carácter
supremo del Texto Fundamental”.

Es por ello que la Sala procede a verificar si la debida asistencia jurídica o la


representación judicial de la solicitante se encuentra acreditada.

Al respecto, la Sala observa que en el caso de autos el poder que se acompañó con el


escrito contentivo de la pretensión de revisión constitucional para demostrar la representación
judicial que alega el abogado actuante, fue otorgado por la ciudadana Natividad Carolina
Nieves Martínez, titular de la cédula de identidad N° 5.976.226, en su condición de
Vicepresidente de la sociedad mercantil Administradora Danoral, C.A., según lo establecido en
el artículo décimo de sus estatutos sociales y posterior modificación; quien a su vez actuó en
su condición de administradora del Condominio del Edificio Parque Ávila,  autorizada para ese
acto según  el Acta de Junta de Condominio del 28 de julio de 2008 y el artículo 20 de la Ley de
Propiedad Horizontal.

Asimismo, se observa que en la nota de autenticación de la Notaría Pública Trigésima


Primera del Municipio Libertador del Distrito Capital del 14 de agosto de 2008, no consta que
el Notario Público tuvo a su vista el Acta de la Junta de Condominio del Edificio Parque Ávila
del 28 de julio de 2008, que evidencie la autorización requerida por el artículo 20 de la Ley de
Propiedad Horizontal para habilitar legalmente a la empresa administradora para otorgar
poder al abogado que interpuso la presente solicitud de revisión en nombre de los
copropietarios del referido edificio, por lo que, al no consignarse en autos dicho documento,
en copia simple ni certificada, esta Sala no puede comprobar tal carácter ni, en consecuencia,
la debida representación judicial que se acredita.
           
 

En este orden de ideas, debe esta Sala precisar que el abogado, que actúa en nombre
de la parte solicitante, debe demostrar la representación que se acredita, mediante la
presentación de un instrumento poder otorgado conforme a las solemnidades legales
establecidas, suficiente en cuanto a derecho, que además indique con amplitud el carácter y
facultad del poderdante para otorgarlo con mención de la norma  legal o contractual que la
contenga, según el caso, lo que deberá ser certificado por el funcionario público competente,
previa verificación de la legitimación de quien otorga el mandato con los documentos idóneos.
 

En caso contrario, la ausencia de estos elementos conllevará la insuficiencia del poder


y, en consecuencia, el juez de oficio deberá declarar la inadmisibilidad de la pretensión por
falta de representación (Vid. sentencia de esta Sala N° 1741 del 12 de noviembre de 2008).

En el marco de lo expuesto, visto que en la nota de autenticación del poder otorgado


por la sociedad mercantil Administradora Danoral C.A. al abogado actuante no consta la
facultad o autorización necesaria de la Junta de Condominio del Edificio Parque Ávila para
otorgar la representación judicial de los copropietarios ni para presentar la solicitud de
revisión constitucional, esta Sala considera que no se encuentra acreditada la debida
representación judicial en el caso de autos. Así se declara.

En este sentido, es pertinente señalar que la Sala no puede suplir la carga que
corresponde única y exclusivamente a quien pretende del órgano jurisdiccional el acto de
administración de justicia, máxime cuando ello es requerido para determinar la admisibilidad
de la pretensión de revisión constitucional, de conformidad con lo previsto en el artículo 19 de
la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia, aparte quinto, que señala lo que sigue:

 
“Se declarará inadmisible la demanda, solicitud o recurso cuando así lo disponga la ley;
o si el conocimiento de la acción o recurso compete a otro tribunal; o si fuere evidente
la caducidad o prescripción de la acción o recurso intentado; o cuando se acumulen
acciones o recursos que se excluyan mutuamente o cuyos procedimientos sean
incompatibles; o cuando no se acompañen los documentos indispensables para
verificar si la acción o recurso es admisible; o cuando no se haya cumplido el
procedimiento administrativo previo a las demandas contra la República, de
conformidad con la Ley Orgánica de la Procuraduría General de la República; o si
contiene conceptos ofensivos o irrespetuosos; o es de tal modo ininteligible que resulte
imposible su tramitación; o cuando sea manifiesta la falta  de representación  o
legitimidad que se atribuya al demandante, recurrente o accionante; o en la cosa
juzgada”. Resaltado de este fallo.
 

            En este contexto, la Sala en sentencia Nº 497 del 20 de marzo de 2007 estableció lo
siguiente:

 “Siendo ello así, ante una solicitud de revisión de sentencia, se hace necesario revisar los
supuestos de admisibilidad, esto es:
1. Que se trate de una sentencia definitivamente firme, por haber sido agotados los
recursos establecidos en el ordenamiento jurídico o haber transcurrido los lapsos
dispuestos en la normativa aplicable a tal efecto (presupuestos de la sentencia Nº 93,
del 6 de febrero de 2001, caso: Corpoturismo).
2. Que no se configure alguna de las causales de inadmisibilidad previstas en el quinto
aparte del artículo 19 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia, adaptadas a
la naturaleza especial de la revisión (…)”

 En atención a lo anterior, esta Sala Constitucional advierte que, en el caso sub júdice, quedó
evidenciada la manifiesta falta de representación de la parte solicitante, por lo que resulta
forzoso declarar inadmisible la revisión formulada, de conformidad con lo previsto en el
quinto aparte del artículo 19 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia; así se
decide.
 SALA CIVIL Nº230 09/05/2018: Poder persona Jurídica

En fecha 16 de septi embre de 2016, el apoderado judicial de la parte

demandada, consignó escrito de impugnación en el cual señaló lo siguiente:


 
“…De las consideraciones perti nentes al Poder Especial
consignado por la recurrente en casación, adjunto al escrito
de formalización, cuyas facultades conferidas en el
instrumento otorgado presenta a nuestra manera de ver el
vicio inexcusable de quien lo otorga, ya que no se aprecia
en la nota de autenti cación (folio 311) acta alguna de
asamblea ordinaria o extraordinaria de socios mediante la
cual los directi vos de la mencionada ASOCIACIÓN CIVIL
INDEPASIB, tenga facultad para otorgar el poder fuera
inserto en los libros llevado por el Registro Público del
Municipio Independencia del Estado Miranda, bajo el N° 54,
Tomo 17, Folio 177 hasta 179, lo que trae como
consecuencia, que el Magistrado Ponente en Casación,
puede declarar PERIMIDO el presente recurso de casación
así anunciado.
En este caso, la ASOCIACION CIVIL INDEPASIB, ampliamente
identi fi cada en autos, representada por los ciudadanos JOSE
EDUARDO DE ANDRADE MÉNDEZ, TEODULO AMADEO DUQUE
BELLO y RAYNER JESÚS PULIDO FUENTES, venezolanos,
mayores de edad, domiciliados en jurisdicción de la
población de Santa Teresa del Tuy, Municipio
Independencia del Estado Bolivariano Miranda,
identi fi cados con cédulas de identi dad N°-V- 6.904.683, V-
9.338.041 y V-19.313.311, hicieron acto de presencia ante
el mencionado Registro y procedieron a otorgar facultades
que no fueron conferidas mediante acta de asamblea de
socios legíti mamente consti tuida para el segundo trimestre
del año 2016, razones sufi ciente que conforme a
jurisprudencia patria ya tantas veces reiteradas, se tenga
como alcance las dictada por el más Alto Tribunal de la
República, que hacen posible que el recurso de casación
anunciado contra el fallo proferido por el Tribunal de
Alzada en fecha 16-05-2016, pueda ser declarado PERIMIDO
y en consecuencia queda condicionado el escrito de
formalización consignado el 25 de julio del año 2016 por la
parte recurrente en casación, y que de alguna forma quede
como no presentado y así pedimos a la Sala de Casación
Civil lo declare en forma clara, precisa y oportuna
(Resaltado el nuestro)
Lo expuesto anteriormente lo sustentamos en la decisión de
los SOCIOS que integran la persona jurídica ASOCIACIÓN
CIVIL INDEPASIB que a través de asamblea extraordinaria de
socios convocada en fecha 9 de Junio del año 2.016 uno de
los puntos a tratar objeto de la asamblea extraordinaria de
socios convocada en fecha 9 de junio del año 2.016 uno de
los puntos a tratar objeto de la asamblea extraordinaria de
socios, específi camente el punto 10 fue, citamos:
“DECIDIERON NO CONTINUAR EN EL CASO DE LA DEMANDA
EN CONTRA DE JOSÉ AMADO APONTE y PEDRO MARTÍNEZ
PAZ”, (fi n de la cita, mayúscula y subrayado nuestro, y
resaltado); lo expuesto se evidencia en el documento
público debidamente registrado en fecha 8 de agosto del
año 2016, ante la Ofi cina de Registro Público del Municipio
Independencia del Estado Bolivariano de Miranda, fue
agregado al cuaderno de comprobantes bajo los números
690 y 691 y folios 1521-1522 y 1523-1530, y quedo inscrito
bajo el Número 41; folio-302; del Tomo-4 del Protocolo de
Trascripción del presente año respecti vamente,
consignamos copia certi fi cada del documento público
expedida por el ciudadano Registrador Público del
Municipio Independencia Estado Miranda en fecha 12 de
Septi embre de 2.016 anteriormente identi fi cado marcado
“B”; evidencia el documento público que los socios de la
accionante no facultaron a sus directi vos para que
prosiguieran con el proceso judicial después de las 2
sentencias judiciales dictadas por 2 instancias diferentes, y
mucho menos los facultaron a los directi vos legalmente los
socios para que hayan anunciado el Recurso de Casación en
contra de la sentencia dictada por el Tribunal Superior en lo
Civil, Mercanti l y Tránsito de la Circunscripción Judicial del
Estado Bolivariano de en el Expediente Nro-15-8845
Miranda de fecha 25-7- del año 2.016, y tampoco fueron
facultados para que lo formalizaran el recurso de casación
ante la Sala de Casación Civil  del Tribunal Supremo de
Justi cia.
El documento público anteriormente identi fi cado que
conti ene la decisión de los socios y fue debidamente
protocolizado y registrado, fue REDACTADO por la
ciudadana CAROLINA ROSALÍA LEÓN GONZÁLEZ ABOGADA,
así se evidencia y expresa el documento público
protocolizado y debidamente registrado, y es la misma
ciudadana Abogada anteriormente identi fi cada que aparece
identi fi cada en el Poder Especial que se uti liza para la
formalización del Recurso de Casación ante la Sala de
Casación Civil del Tribunal Supremo de Justi cia.
La ciudadana Abogada CAROLINA LEÓN, y los ciudadanos
JOSÉ EDUARDO DE ANDRADE MÉNDEZ, TEODULO AMADEO
DUQUE BELLO y RAYNER JESÚS PULIDO FUENTES que son los
directi vos de la persona jurídica la ASOCIACIÓN CIVIL
INDEPASIB identi fi cados en el Poder Especial otorgado,
tenían conocimiento de la decisión de los socios que
aprobaron por mayoría NO CONTINUAR CON EL CASO DE LA
DEMANDA EN CONTRA DE JOSÉ AMADO APONTE Y PEDRO
MARTÍNEZ PAZ, los directi vos anteriormente identi fi cados y
la ciudadana Abogada aparecen plenamente identi fi cados
en la ACTA de ASAMBLEA EXTRAORDINARIA DE SOCIOS
realizada el día 30-6- del año 2.016, y contraviniendo
ilegalmente el mandato de 45 socios plenamente
identi fi cados en el documento público debidamente
registrado actuaron sin habérselos facultados legalmente
por ninguna asamblea de socios y desconocen
fl agrantemente la acta consti tuti va de la persona jurídica
ASOCIACIÓN CIVIL INDEPASIB cuya máxima autoridad es la
Asamblea de Socios quienes decidieron no conti nuar con la
demanda incoada en contra de los ciudadanos AMADO JOSÉ
APONTE y PEDRO MARTÍNEZ PAZ por las dos sentencias
dictadas por el Tribunal 3 de Primera Instancia en lo Civil,
Mercanti l y de Tránsito de la Circunscripción de Judicial del
Estado Bolivariano de Miranda que les fueron adversas, se
les hizo del conocimiento a todos los socios en la asamblea
extraordinaria de socios realizada el día 30-6- del año
2.016; y sin haber sido facultados por ninguna asamblea ni
ordinaria ni extraordinaria de socios como máxima
autoridad de la persona jurídica de la ASOCIACIÓN CIVIL
INDEPASIB, y sin existi r documento legalmente
protocolizado- registrado hasta la presente fecha, sus
representantes-directi vos otorgaron poder especial con la
fi nalidad de, en primer lugar anunciar el recurso de
casación ante el Tribunal Superior en lo Civil, Mercanti l y
Tránsito de la Circunscripción Judicial del Estado
Bolivariano de Miranda en el Expediente Nro-15-8845, en
contra de la sentencia dictada en fecha 16-5 del año 2016; y
en segundo lugar formalizaron el recurso de casación ante
la Sala de Casación Civil del Tribunal Supremo de Justi cia en
fecha 25-7- del año 2016, lo que origina que con el
desconocimiento y sin autorización de todos los socios que
integran la persona jurídica ASOCIACIÓN CIVIL INDEPASIB se
siga actuando procesalmente en perjuicio de 45 socios que
NO AUTORIZARON A LA JUNTA DIRECTIVA PARA PROSEGUIR
CON EL PROCESO JUDICIAL incoado en contra de los
ciudadanos PEDRO MARTÍNEZ PAZ y AMADO JOSÉ APONTE, Y
MUCHO MENOS LOS FACULTARON PARA OTORGAR PODER
ESPECIAL CON LA FINALIDAD DE RECURRIR EN CASACIÓN LA
SENTENCIA DICTADA POR EL TRIBUNAL SUPERIOR, y como
acotamos anteriormente la decisión soberana de 45 socios
fue realizada el 30 de junio del año 2016, es lo que se
evidencia en el Documento Público debidamente
protocolizado anteriormente identi fi cado.
La Acta Consti tuti va de la persona jurídica ASOCIACIÓN
CIVIL INDEPASIB, SECCIÓN PRIMERA, ARTÍCULO 15 DE LA
ASAMBLEA establece, citamos: “LA AUTORIDAD SUPREMA de
la Asociación Civil residirá en la Asamblea y sus acuerdos,
obliga a todos los asociados presentes ausentes, siempre
que se tomen de conformidad   con lo establecido con estos
Estatutos. De cada Asamblea se levantará acta que será
asentada en el libro correspondiente, dentro de los diez
(10) días siguientes a su celebración…..” (fi n de la cita,
mayúsculas y resaltado nuestro); consignamos Copia
Certi fi cada de la Acta Consti tuti va de la Asociación Civil
INDEPASIB marcada con la letra “C”, expedida por la Ofi cina
Subalterna del Registro Público del Municipio
Independencia del Estado Miranda, que prueba y evidencia
que se ésta actuando en contra de una decisión de 45
socios que manifestaron su voluntad soberana de no seguir
con el proceso judicial incoado en contra de nuestro
poderdantes, y lo expresaron a través del marco regulatorio
que conti ene su acta consti tuti va como es una asamblea
extraordinaria de socios como máxima autoridad de la
persona jurídica la Asociación Civil Indepasib que los
integran.
Ciudadano Magistrado Ponente, debemos acotar que la
asamblea extraordinario de socios se realizó en fecha 30-6-
del año 2.016, fue posterior a la sentencia dictada por el
Tribunal Superior en lo Civil, Mercanti l y Tránsito de la
Circunscripción Judicial del Estado Bolivariano de Miranda
que fue dictada en fecha 16 de Mayo del año 2016.
Lo expuesto anteriormente hace procedente ciudadano
Magistrado Ponente, que como los expusimos
anteriormente y volvemos acotar que el Recurso de
Casación anunciado ante el Tribunal Superior en lo Civil,
Mercanti l y Tránsito de la Circunscripción Judicial del
Estado Bolivariano de Miranda, como su posterior
formalización ante la Sala de Casación Civil debe ser
declarado PERIMIDO y el escrito de formalización debe
considerarse como no presentado, por haberse realizado en
contra de la voluntad de la mayoría de socios de la
accionante, actuando y desconociendo fraudulentamente
los socios que otorgaron poder la potestad soberana de la
decisión tomada por mayoría de socios en la asamblea
extraordinaria de socios tantas veces identi fi cada
anteriormente.
Igualmente, debemos hacer mención que en el instrumento
poder otorgado por los representantes de la persona
jurídica la ASOCIACIÓN CIVIL INDEPASIB en su parte fi nal en
lo que se refi ere a su contenido y facultades establece,
cito: “…..ENUNCIAMOS Y EXHIBIMOS LOS INSTRUMENTOS
QUE ACREDITAN LA REPRESENTACIÓN QUE OSTENTAMOS DE
ASOCIACIÓN CIVIL “INDEPASIB”, Y QUE FUERAN
DEBIDAMENTE IDENTIFICADAS EN EL ENCABEZAMIENTO DE
ESTE INSTRUMENTO-PODER; EN DONDE CONSTA QUE
EJERCEMOS LA REPRESENTACIÓN DE LA COMPAÑÍA……”, (fi n
de la cita, negrillas y mayúsculas nuestra), el Poder Especial
otorgado para actuar en representación de una Compañía,
lo que genera como consecuencia jurídica su ilicitud,
porque la persona jurídica la ASOCIACIÓN CIVIL INDEPASIB
fue consti tuida como una persona jurídica de Derecho Civil,
y no de Derecho Mercanti l, y vicia el poder otorgado, y
condicionan igualmente el escrito de formalización
presentado en contra de la Sentencia dictada por el
Tribunal Superior en lo Civil del Estado Bolivariano de
Miranda, igualmente por esta causa es procedente que sea
declarado PERIMIDO...”.

Como puede observarse de la precedente transcripción, la

representación judicial de la parte demandada fundamentó su escrito de

impugnación aduciendo que:  “…al Poder Especial consignado por la recurrente

en casación, adjunto al escrito de formalización, cuyas facultades conferidas

en el instrumento otorgado presenta a nuestra manera de ver el vicio

inexcusable de quien lo otorga, ya que no se aprecia en la nota de

autenti cación (folio 311) acta alguna de asamblea ordinaria o extraordinaria

de socios mediante la cual los directi vos de la mencionada ASOCIACIÓN CIVIL

INDEPASIB, tenga facultad para otorgar el poder (sic) fuera inserto en los

libros llevado por el Registro Público del Municipio Independencia del Estado
Miranda, bajo el N° 54, Tomo 17, Folio 177 hasta 179, lo que trae como

consecuencia, que el Magistrado Ponente en Casación, puede declarar

PERIMIDO…”.

La Sala para decidir, observa:

Aduce el representante judicial de la parte demandada que del poder

que les fuera otorgado a los abogados Antonio Anato, Carolina León González

y Jesús Antonio Anato, no se aprecia en la nota de autenti cación, acta alguna

de asamblea ordinaria o extraordinaria de socios, mediante la cual los

directi vos de la asociación civil INDEPASIB, tengan facultad para otorgar

dicho poder.

En este orden de ideas, observa la Sala que el instrumento poder en

cuesti ón, específi camente en la nota de autenti cación estampada por la

Registradora Auxiliar (con funciones notariales) del Municipio Independencia

el estado Miranda, y que riela al folio 311 de la quinta pieza se lee:

 
“… El Notario (sic) hace constar que informó a las partes del
contenido naturaleza y transcendencias legales del acto
otorgado en conformidad con lo establecido en el ordinal 2
del artí culo 78 de la Ley de Registros y del Notariado. En tal
virtud lo declara autenti cado en presencia de los testi gos:
Olvin José Villalba Díaz y Adonia Torrealba Barrios, ti tulares
de los documentos de identi dad: cédula: V-14.976.528 y
cédula: V- 5.401.114, respecti vamente. Fue presentado para
su vista y devolución: Documento Protocolizado por ante la
Ofi cina de Registro Público (con Funciones Notariales) del
Municipio Paz Casti llo del Estado Miranda de Fecha
23/08/2012. Quedando inserto bajo el N° 45, Tomo 5, del
Protocolo de Transcripción del año 2012.  Posteriormente
modifi cado sus Estatutos mediante Acta de Asamblea
General Extraordinaria de Socios Documento Protocolizado
por ante la Ofi cina de Registro Público (con Funciones
Notariales) del Municipio Independencia del Estado
Miranda el 13 de mayo de 2014, Bajo el N° 16, Tomo 03,
del Protocolo de Transcripción del año 2014 …”.    

 
Por su parte ha verifi cado la Sala, de la minuciosa lectura efectuada al

instrumento objetado (folio 310 de la quinta pieza) que en el mismo se lee:

 
“…Nosotros, JOSÉ EDUARDO DE ANDRADE MÉNDEZ, TEODULO
AMADEO DUQUE BELLO, y RAINER JESÚS PULIDO FUENTES,
venezolanos, mayores de edad, domiciliado en jurisdicción de
la población de Santa Teresa del Tuy, Municipio Paz Casti llo,
del Estado Miranda... actuando en este acto en nuestro
carácter de Presidente, Secretario de Organización, y
Secretario de Finanzas, en ese orden, de la ASOCIACIÓN CIVIL
“INDEPASIB” RIF N° J-401318975, consti tuida e inscrita por
ante el Registro Subalterno del Municipio Paz Casti llo del
Estado Miranda, en fecha 23 de agosto de dos mil doce
(23/08/2.012), bajo el N°. 45, Tomo 5, del Protocolo de
Transcripción del año 2.012,  posteriormente modifi cado su
Estatutos Social en diversas oportunidades, siendo la ulti ma
de esas modifi caciones, la que consta de Acta de Asamblea
General Extraordinaria de Socios, inscrita ante el Registro
Público, en fecha trece de mayo de dos mil catorce
(13.05.2014) bajo el N°. 16, Tomo 03, del Protocolo de
Transcripción del año 2014 del municipio independencia del
estado Miranda y representación nuestra que consta en
documento inscripto(sic) ante el registro público del
municipio independencia del estado Miranda bajo el N° 20,
Tomo 2, protocolo de transcripción de fecha treinta y uno de
mayo del dos mil dieciséis (31/03/2016) sufi cientemente
facultado para el otorgamiento de este acto conforme al Acta
Consti tuti va Estatutaria de dicha Asociación Civil…”
“…Omissis…”
“…De conformidad con lo establecido en el artí culo 155 del
Código de Procedimiento Civil,   enunciamos y exhibimos   los
instrumentos que acreditan la representación que ostentamos
de   ASOCIACIÓN CIVIL “INDEPASIB”,   y que fueran debidamente
identi fi cados en el encabezamiento de este instrumento-
poder; en donde consta, que ejercemos la representación de
la compañía y tenemos expresa facultad para que en su
nombre y representación consti tuyamos apoderados
judiciales.   Pido respetuosamente al ciudadano Notario
Público que autorice el presente acto, haga constar en la
nota de autenti cación respecti va, los documentos que le
anuncio y exhibo, con expresión de su fecha, origen o
procedencia y demás datos que concurran a identi fi carlos, a
los fi nes legales consiguientes …”. (Subrayado de la Sala)
 

Ahora bien, como puede apreciarse de la lectura del acta de asamblea


extraordinaria de la Asociación Civil INDEPASIB, protocolizada por ante la
Ofi cina de Registro Público (con Funciones Notariales) del Municipio
Independencia del estado Miranda, el 13 de mayo de 2014, Bajo el N° 16,
Tomo 3, del Protocolo de Transcripción del año 2014, (folio 51 de la quinta
pieza), que en sus artí culos 23 y 24 se lee:
 
“…ARTICULO 23°) La junta Directi va es responsable del
patrimonio económico, delo buen funcionamiento, de los
asuntos administrati vos y en general de la acti vidad total
de la Asociación.
ARTICULO 24°) SON ATRIBUCIONES DEL PRESIDENTE.
a) Presidir las reuniones de la Junta Directi va y las
Asambleas. b) Representar la Asociación en todos los actos
entre los organismos públicos y privados y es el principal
responsables del buen funcionamiento y desarrollo de todas
las acti vidades. c) Suscribir conjuntamente con el Secretario
de Organización los contratos, documentos, convenios o
actos de la Asociación  y otorgar poderes especiales, según
el caso, para la plena representación en juicio o fuera de
él de la Asociación …”. (Subrayado y negritas de la Sala)    

En este senti do, esta Sala observa palmariamente, que entre la nota de
autenti cación de la Registradora Auxiliar (con funciones notariales) del
Municipio Independencia el estado Miranda y la declaración del instrumento
poder otorgado, sí se dejó expresa constancia de la presentación del acta de
asamblea extraordinaria de la Asociación Civil INDEPASIB, debidamente
protocolizada en fecha el 13 de mayo de 2014, por ante la Ofi cina de Registro
Público (con Funciones Notariales) del Municipio Independencia del estado
Miranda, quedando asentada Bajo el N° 16, Tomo 3, del Protocolo de
Transcripción del año 2014, donde sus estatutos fueron modifi cados y que en
las atribuciones contenidas en el artí culo 24 de dicha Asociación hoy
recurrente, el presidente ti ene la facultad de otorgar poderes especiales,
según el caso, para la plena representación en juicio o fuera de él de la
asociación.

Con lo cual es incierto lo aseverado por el abogado Jaime Manuel Ruiz


Peregrino, que no se aprecia en la nota de autenti cación acta alguna de
asamblea ordinaria o extraordinaria de socios, mediante la cual los directi vos
de la mencionada asociación civil INDEPASIB, tengan facultad para otorgar
poder.
Por tanto, encuentra esta Sala que el poder que le otorgara los
ciudadanos José Eduardo De Andrade Méndez, Teódulo Amadeo Duque Bello,
y Rainer Jesús Pulido Fuentes a los abogados formalizantes Antonio Anato,
Carolina León González y Jesús Antonio Anato, es válido y por tanto se
considera otorgado en forma legal.

De modo pues, que no puede esta Sala declarar la nulidad o


inexistencia del poder bajo comentario tal y como lo pide el abogado
solicitante, en tanto que el mismo es válido como antes se dijo.

Como consecuencia de lo expuesto, se declara improcedente la


solicitud del abogado Jaime Manuel Ruiz Peregrino, actuando en su carácter
de apoderado judicial de la parte demandante referente a la declaratoria de
nulidad del instrumento poder otorgado en fecha 21 de julio del 2016. Así se
decide.
 SENTENCIA SALA CONS º48 23/02/2017 PRESUNCION DE ACEPTACION DEL PODER

Corresponde en esta oportunidad a esta Sala Constitucional determinar si la Sala de Casación


Civil incurrió en las causales de procedencia que determinan la revisión de la sentencia, que
declaró perecido el recurso de casación anunciado por el recurrente, dado que, si bien el
apoderado judicial de la parte recurrente alegó que interpuso el recurso de casación fuera de
lapso por causas de fuerza mayor, había en el poder que lo facultaba para actuar otros dos
abogados, quienes podrían haber ejercido el recurso en el lapso correspondiente, no obstante,
alegó el representante de la parte recurrente que dichos abogados no habían aceptado el
mandato que se les había otorgado.

En este sentido, la Sala considera menester analizar: (i) la aplicación de los artículos 1.684 y
1.685 del Código Civil, a la luz de los principios que rigen al mandato judicial;  (ii) la aceptación
del mandato y sus efectos y (iii) si las denuncias del solicitante ameritan la revisión
constitucional de sentencia emanada de la Sala de Casación Civil.           

Observa la Sala que los artículos 1.684 y 1.685 del Código Civil, insertos en el titulo XI, Capitulo
I, refieren no solo a la naturaleza jurídica del mandato, sino a su ubicación y formas para su
otorgamiento, señalando el primero de ellos los elementos esenciales que según la literatura
jurídica caracterizan al mandato: (a) que sea un contrato, (b) que exista encargo de una de las
partes a la otra; (c) que el encargo de una de las partes tenga por objeto la ejecución de uno o
más actos jurídicos; d) que los actos en cuestión vayan a ser ejecutados por cuenta del
mandante y e) que la otra parte se obligue a ejecutar el acto. (Código Civil Venezolano, Nerio
Perera Planas, abril 2001, pág. 991, Talleres Tipográficos de Miguel Ángel García e Hijos, cita
extraída del J.L Aguilar Gorrondona, ob, ct, pág. 462).

En tal sentido, si el mandato es en principio un contrato consensual (aunque con ciertas


excepciones) que cuenta con los elementos de existencia y validez en cuanto al
consentimiento, objeto y capacidad, tal como se desprende del artículo 1.685 del Código Civil,
que determina en cuanto a la forma lo siguiente:
“Artículo 1.685: El mandato puede ser expreso o tácito. La aceptación puede ser tácita y resulta
de la ejecución del mandato por el mandatario.”

Constriñéndonos al texto de las credenciales otorgadas por la ciudadana Carolina María Lares


Betancourt a los abogados Luis Armando García San Juan, Máximo Febres Siso y José Antonio
Bonvicini, se denota del texto que nos encontramos frente a un poder que faculta a cada uno
de los apoderados para “ejercer individual, conjunta o separadamente para cumplir con los
actos que corresponda en la defensa de sus derechos vista la representación conferida para
ejercerlos ante los organismos judiciales y muy especialmente en todo lo relacionado con la
causa tramitada en el expediente N° AP11-V-2013-000998 de la nomenclatura del Tribunal
Décimo de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial
del Área Metropolitana de Caracas”, causa esta que versa sobre la resolución de contrato y en
la cual se dictó sentencia definitivamente firme contra la cual se anunció recurso de casación
que fue declarado perecido por la Sala de Casación Civil, cumpliendo el poder con los
elementos de existencia y validez definidos por el derecho común y de conformidad con lo
establecido en el artículo 1.689 del Código sustantivo.

En abundamiento de lo precedente, resulta apropiado citar el artículo  158 del Código de


Procedimiento Civil al presente caso, en el que se lee:

“El abogado a quien se confiera poder judicial no estará obligado a aceptarlo; pero si no lo


aceptare deberá avisar inmediatamente al poderdante por la vía más rápida”. (Negrilla
nuestra)

 Ello procede en virtud del carácter intuito personae que alcanza a ambas partes en el mandato
judicial, por tanto, la ausencia de aceptación o renuncia del mandatario se constituye en una
declaración de carácter recepticia para el mandante que no produce efectos sino se la dirige
mediante notificación al mandante, notándose que en el presente caso no se evidencia que se
trate de una falta de aceptación frente al mandato conferido a los abogados que acompañan
en el poder al solicitante de revisión, ni renuncia al mismo. En este orden de ideas, establece el
artículo 1.709 del Código Civil:

“El mandatario puede renunciar al mandato notificándolo al mandante.

Si la renuncia perjudica al mandante, debe indemnizársele por el mandatario, a menos que este
no pueda continuar en el ejercicio del mandato sin sufrir un perjuicio grave.”

 Así las cosas del texto del poder en referencia, se evidencia que a los apoderados Máximo
Febres Siso y José Antonio Bonvicini se les confirió las más amplias facultades, necesarias para
actuar sin limitación alguna en el recurso de casación interpuesto, toda vez que de la revisión
de las actas no se desprende la no aceptación del mandato o la renuncia de alguno de los
citados abogados que haya sido notificada a la poderdante, quienes poseían plena capacidad
de representar a la recurrente para la realización del acto de formalización ante la Sala de
Casación Civil, con lo cual se evidencia la improcedencia de los alegatos esgrimidos por el
abogado Luis Armando García San Juan para fundamentar la solicitud de revisión de la
sentencia emanada de Sala de Casación Civil con base en la ausencia de consentimiento de sus
co-apoderados, toda vez que destaca su participación directa en la elaboración del poder, que
fue visado por el ahora accionante, lo cual le imponía encausar de su conocimiento a los co-
servidores de la justicia que le acompañan en la causa en cumplimiento de las
responsabilidades que le son inherentes.

Respecto al consentimiento indica la doctrina (Enciclopedia Opus, pagina 232), lo siguiente:

“…Aunque el consentimiento se rige, en principio, por el Derecho Común, deben hacerse


algunas observaciones.

El mandato puede ser expreso o tácito, y su aceptación puede ser tácita y resultar de la
ejecución del mandato por el mandatario (CC.ART.1685).

El alcance de esta norma consiste en aclarar que tanto el asentamiento del mandante (que es
lo que aquí se llama ‘mandato’), como el asentimiento del mandante, puede ser expreso o
tácito.

Debe destacarse, por lo demás, que la clasificación del mandato expreso o tácito se hace
exclusivamente en relación con la forma de asentimiento del mandante, no del mandatario)…”(
Resaltado nuestro)

 En este orden de ideas, invocamos el artículo 202 del código adjetivo conforme al cual los
términos o lapsos procesales no podrán prorrogarse ni abrirse de nuevo después de
cumplidos, sino solo en aquellos casos expresamente determinados por la ley, o cuando una
causa no imputable a la parte que lo solicite, de común acuerdo, decida suspender su curso
por un tiempo determinado en acta ante el juez.

Adicionalmente, se advierte que el presente caso no contribuirá a la uniformidad de la


interpretación de las normas y principios constitucionales, en especial cuando no se dan
ninguno de los supuestos de procedencia de la revisión constitucional que establece el artículo
25, numeral 11 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia.   

No escapa a esta Sala en el caso bajo examen que la Sala de Casación Civil declaró perecido el
recurso de casación una vez verificado el cumplimiento del lapso establecido para la
formalización del mismo y en consecuencia no se hace procedente la revisión constitucional
solicitada por lo que se declara no ha lugar visto que las circunstancias aquí reseñadas no
constituyen alteración alguna del derecho al debido proceso, tutela judicial efectiva y a la
defensa. Así se decide.   

 SENTENCIA SALA CIVIL Nº633 29/10/13 RESERVA DE SUSTITUCION

        En el escrito de impugnación a la formalización del recurso, acusan las demandantes, la


falta de legitimidad del representante legal que anunció el recurso de casación, en los
siguientes términos:

“El Recurso de Casación formalizado, resulta ser inadmisible, por la razón siguiente:

El artículo 159 del Código de Procedimiento Civil, expresa:

(…Omissis…)
Es el caso que:

1.- Las demandantes NAVIGA SHIP, C.A. y MARITIMA NAVIGA, C.A., mediante documento
autenticado ante la Notaría Primera de Puerto la Cruz, Estado (Sic) Anzoátegui, con fecha 10 de
abril de 2012, bajo el N° 13, Tomo 84, confirieron poder judicial a los abogados PABLO SAVELLI
y JOSÉ LUÍS BARRIOS.

En dicho instrumento poder nada se dijo sobre de (Sic) sustitución.

2.- Al expediente N° 2012-447, ante el Tribunal de Primera Instancia Marítimo con


Competencia Nacional y Sede en la Ciudad de Caracas, con fecha 07 de FEBRERO de 2013, el
abogado PABLO ELÍAS SAVELLI, mediante diligencia a manuscrito, y sin el debido cumplimiento
de los artículos 152, 155 y 162 del Código de Procedimiento Civil, sustituyó el instrumento
poder que le fue conferido, en los abogados BERNARDO BENTATA y ROMÁN (Sic) VARELA
VARELA, ‘para que actuando de manera conjunta o separadamente, ejerzan las más amplia
representación de mi mandante en En (SIC) el presente juicio y sus incidencias sin restricción
alguna’.

3.- El Tribunal de Primera Instancia Marítimo con Competencia Nacional y Sede en la Ciudad de
Caracas, mediante Auto de fecha 25 de MARZO de 2013, resolvió:

(…Omissis…)

4.- El Tribunal de Primera Instancia Marítimo con Competencia Nacional y Sede en la Ciudad de
Caracas, libró Boleta de Notificación a las demandantes NAVIGA SHIP, C.A. y MARITIMA
NAVIGA, C.A., con fecha 25 de MARZO de 2013, así:

(…Omissis…)

5.- Es el caso que, el poder judicial conferido por las demandantes, nada dijo expresamente
sobre la sustitución, por tanto sería válida la sustitución, al no haber sido prohibida
explícitamente; al haber sustituido apud acta el mencionado poder, el abogado PABLO ELÍAS
SAVELLI a los abogados BERNARDO BENTATA y RAMÓN VARELA VARELA, y el poder nada decir
de sustitución, el apoderado podía sustituirlo en dichos abogados de reconocida aptitud y
solvencia, pero ha cesado como apoderado judicial de las accionantes poderdantes, pues sólo
podía sustituirlo cuando por cualquier causa no quisiese o no pudiere seguir ejerciéndolo, y así
ocurrió en el presente asunto, más de manera expresa, por decisión del Tribunal de la causa de
fecha 25 de MARZO de 2013, y que no fue impugnada por la parte demandante.

6.-Es el caso que, el abogado PABLO ELÍAS SAVELLI, ante el Tribunal Superior Marítimo con
Competencia Nacional y Sede en la ciudad de Caracas, al Expediente N° 2013-000337
(Apelación), con fecha 16 de ABRIL de 2013, y aduciendo actuar como apoderado judicial de
las demandantes NAVIGA SHIP, C.A. y MARÍTIMA NAVIGA, C.A., anunció recurso de casación
contra la sentencia cautelar de Alzada de fecha 02 de ABRIL de 2013.

7.- Resulta a todas luces inadmisible el Recurso de Casación anunciado en esta causa por el
abogado PABLO ALÍAS SAVELLI, y así con máximo acatamiento solicito sea resuelto por la SALA
de CASACIÓN CIVIL, toda vez que para la fecha cuando anunció el aludido Recurso de Casación,
ya no era apoderado judicial de las demandantes NAVIGA SHIP, C.A. y MARÍTIMA NAVIGA,
C.A., en razón a que al haber sustituido apud actacon fecha 07 de FEBRERO de 2013 el poder
judicial que le fuera conferido por dichas accionantes, sin que su mandato judicial hubiera
dicho nada sobre sustitución, cesó en el ejercicio del mismo, toda vez que sólo podía sustituirlo
en abogado de reconocida aptitud y solvencia, cuando por cualquier causa no quisiere o no
pudiere seguir ejerciéndolo, es más en la causa principal ni en la causa de medidas, solo o en
conjunto con algún otro abogado apoderado judicial, desde la mencionada sustitución  apud
acta sin facultad expresa para ello, sino únicamente actuó, solo, sin ningún otro abogado que
fuera apoderado, cuando anunció el Recurso de Casación…” (Cursivas y mayúsculas del
escrito).

 En el sub iudice, el recurso de casación que hoy ocupa la atención de esta Suprema
Jurisdicción, fue anunciado por el profesional del derecho Pablo Elías Savelli, actuando en su
condición de apoderado judicial de las sociedades mercantiles demandantes, contra la
sentencia del Tribunal Superior Marítimo con Competencia Nacional y sede en la ciudad de
Caracas, que revocó las medidas cautelares de embargo preventivo y prohibición de enajenar y
grabar sobre la motonave “CONOMA”, revocando el fallo dictado por el Tribunal de la
cognición, que había acordado las mismas.

En este orden de ideas, de las actas que cursan en el expediente, se observa que:

En el instrumento poder otorgado por las sociedades mercantiles NAVIGA SHIP C.A. y
MARÍTIMA NAVIGA C.A. a los abogados Pablo Savelli y José Luis Barrios, se expresa lo
siguiente:

“…las identificadas compañías, por el presente documento declaramos: Que conferimos poder
General Judicial amplio y suficiente cuanto en derecho se requiere al abogado PABLO SAVELLI
y JOSÉ LUIS BARRIOS, venezolanos, mayores de edad, titulares de las Cédulas de Identidad
Nos. V-13.630.653 y V-12.254.712 respectivamente, inscritos en el Inpreabogado bajo los
números 107.619 y 103.789, para que actuando de manera conjunta o separadamente
representen y sostengan los derechos e intereses de mis representadas, en todos aquellos
procesos administrativos, judiciales o extrajudiciales, sean Nacionales, Estadales o Municipales
especialmente por ante cualquier tribunal de la República Bolivariana de Venezuela, con
facultad expresa para darse por citados y notificados, proponer y contestar demandas,
reconvenciones, proponer cuestiones previas, promover y evacuar pruebas, designar expertos,
impugnar los medios de prueba que proponga el adversario, solicitar medidas de embargo y
oponerse a aquellas que se hayan decretado en su contra, presentar informes, ejercer los
recursos ordinarios y extraordinarios que considere necesarios, especialmente el de casación,
proponer acciones de amparo constitucional, recuso (Sic) administrativos y Contenciosos
Administrativos y en fin realizar todas aquellas actuaciones y diligencias que consideren
necesarias para la mejor defensa de los derechos de nuestra representada sin  limitación
alguna, pues la facultades aquí conferidas tienen carácter enunciativo y no limitativo. Así lo
decimos y lo firmamos en la ciudad de Puerto la Cruz Estado (Sic) Anzoátegui a la fecha de su
autenticación…”. (Negrillas del escrito).(Subrayado de la Sala).

 
En fecha 7 de febrero de 2013, el abogado de la parte demandante sustituyó, ante el Tribunal
de Primera Instancia Marítimo con Competencia Nacional, el poder que le otorgaran sus
representadas en los siguientes términos:

“…En horas de despacho del día de hoy 07 de febrero de 2013, comparece ante este Juzgado el
abogado en ejercicio Pablo Elías Savelli, venezolano, portador de la Cédula de identidad (Sic)
N° 13.630.653, e inscrito en el I.P.S.A. bajo el No. 107.619, y actuando con el carácter
suficientemente acreditado en autos, a los fines de exponer: Sustituyo en todas y cada una de
sus partes, reservándome el ejercicio, el poder que se encuentra agregado como anexo “A” de
este escrito libelar; en los abogados en ejercicio Bernardo Bentata y Ramón Varela Varela,
venezolanos, titulares de las cédulas de identidad N° 6.975.664 y 6.230.682, respectivamente,
e inscritos en el I.P.S.A. bajo los Nos. 42.661 y 69.616, respectivamente; para que actuando de
manera conjunta o separadamente, ejerzan la mas amplia representación de mi mandante En
(Sic) el presente juicio y sus incidencias sin restricción alguna. La sustitución que por medio de
este escrito realizo, se ampara en los artículos 152 y siguientes del Código de Procedimiento
Civil Venezolano…” (Subrayado del escrito).

 En fecha 25 de marzo de 2013, el Tribunal de Primera Instancia Marítimo con Competencia
Nacional y sede en la ciudad de Caracas, mediante auto expresó:

“…Visto el auto de fecha dieciocho (18) de marzo de 2013, donde se ordenó la notificación de
las partes mediante boleta en el presente juicio; y como quiera que este Tribunal en la boleta
de notificación de la parte actora inadvertidamente omitió mencionar a los abogados en
ejercicio BERNARDO BENTATA y RAMÓN VARELA VARELA, venezolanos, titulares de la cédula
de identidad Nros. V.- 6.975.664 y V.- 6.230.682 respectivamente e inscritos en el
Inpreabogado bajo los Nros. 42.661 y 69.616, en el mismo orden, a quienes el abogado en
ejercicio Pablo Elías Savelli, venezolano, titular de la cédula de identidad Nro. V.- 13.630.653 e
inscrito en el Inpreabogado bajo el número 107.619 le sustituyó, apud acta, el poder que
acreditaba su representación en autos por diligencia de fecha siete (07) de febrero de 2013,
que cursa en el folio ciento noventa y dos (192) de la pieza principal número 2 del presente
expediente; este Tribunal ordena librar nueva boleta de notificación a la parte actora
sociedades mercantiles NAVIGA SHIP, C.A. y MARÍTIMA NAVIGA, C.A., identificada en autos, a
los fines de incluir a los apoderados judiciales antes mencionados y, de conformidad con lo
previsto en el artículo 159 del Código de Procedimiento Civil, excluir al abogado PABLO
SAVELLI…” (Negrillas de la Sala).

 En fecha 16 de abril de 2013, el abogado Pablo Savelli, actuando en su carácter de apoderado
de las empresas demandantes anunció recurso de casación contra la decisión proferida por el
Tribunal Superior Marítimo con Competencia Nacional y sede en la ciudad de Caracas, de fecha
02 de abril de 2013, que revocó las medidas cautelares decretadas por el a quo.

En fecha 22 de abril de 2013, el Tribunal Superior Marítimo con Competencia Nacional y sede
en la ciudad de Caracas, admitió el recurso de casación.

Para decidir, la Sala observa:


Impugnan las sociedades mercantiles demandadas, la legitimidad del representante legal que
anunció el recurso de casación alegando que al no expresarse en el mandato que le fue
conferido, “…nada sobre sustitución cesó en el ejercicio del mismo, toda vez que sólo podía
sustituirlo en abogado de reconocida aptitud y solvencia, cuando por cualquier causa  no
quisiere o no pudiere seguir ejerciéndolo…”, razón por la cual consideran que el recurso de
casación formalizado resulta inadmisible.

Al respecto, observa la Sala, que el Tribunal de Primera Instancia Marítimo con Competencia


Nacional y sede en la ciudad de Caracas, excluyó al abogado Pablo Elías Savelli, de conformidad
con lo previsto en el artículo 159 del Código de Procedimiento Civil, luego de la sustitución que
éste hiciere del poder otorgado.

Ahora bien, la sustitución del poder es posible aun cuando nada se hubiere dicho en su texto, y
sólo está prohibida en aquellos casos en que así lo haya dispuesto el mandante. En el presente
caso de la transcripción del instrumento poder que acredita la representación del
abogado Pablo Savelli, se constata que no existe una reserva o prohibición del poderdante en
cuanto a esta liberalidad que significa sustituir el mandato o la encomienda judicial que le fue
atribuida, por el contrario, se expresa que las facultades conferidas tienen carácter enunciativo
y no limitativo, por lo que dichas facultades en criterio de la Sala, deben ser interpretadas de
manera amplia y no limitativa, siempre en beneficio del derecho a la defensa del poderdante,
no en su contra.

En la sustitución apud acta que hiciere el abogado Pablo Savelli, se observa que se reserva


expresamente el ejercicio del mismo, con lo cual a juicio de la Sala, manifiesta su voluntad de
continuar en el cumplimiento del mandato conferido al no alegar en dicha sustitución la
intención de abandonar la causa, por lo que siendo ello así, no debió el órgano jurisdiccional
adoptar tal decisión, razón por la cual abrir la debida articulación probatoria a fin de
determinar la intención del mandante, incluso dando oportunidad de ratificar las actuaciones
del mandatario, a fin de garantizar el debido derecho a la defensa y el debido proceso y no
excluir sin más al mencionado profesional del derecho.

De una revisión de las actas procesales acompañadas por el impugnante, no consta la


presencia de una articulación probatoria que hubiese permitido la ratificación del mandato,
por lo que al no constar dichas actuaciones, la Sala no puede aseverar que se cumplieran las
debidas garantías en el proceso.

Visto lo anterior, y estando comprometido el ejercicio del recurso extraordinario de casación,


el derecho a la defensa y, al debido proceso previsto en los artículos 26 y 257 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, la Sala desestima tal alegato de la
impugnación.

 Sala social 1009 13/12/2018: SUSTITUCION DEL PODER (160 CPC)

Corresponde a esta Sala de Casación Social resolver el recurso de apelación ejercido por la
representación judicial de la sociedad mercantil Banco del Caribe, C.A., Banco Universal
(BANCARIBE), contra la sentencia dictada en fecha 19 de mayo de 2017, por el  Tribunal
Superior Primero del Trabajo de la Circunscripción Judicial del Estado Portuguesa, en la que se
declaró desistida la demanda de nulidad incoada por la identificada sociedad de comercio, en
razón de la supuesta incomparecencia de la parte accionante a la audiencia de juicio “(…) ni
por intermedio de representante legal ni apoderado judicial alguno (…) de conformidad con el
Primer Aparte del artículo 82 de la Ley Orgánica de la Jurisdicción Contencioso Administrativa
(…)”.

 En tal sentido, se observa que el a quo, en el fallo apelado, indicó: “(…) es menester exaltar
que la parte recurrente-apelante, no compareció a la audiencia oral y pública de apelación, ni
por intermedio de representante legal ni apoderado judicial alguno (…)”, en razón de que, “(…)
la sustitución de poder efectuado por el abogado José Manuel Gimón Estrada a la abogada
Katiuska Betancourt Bustamante, no cumple con los requisitos normativos formales antes
señalados [artículo 159 del Código de Procedimiento Civil], pues se evidencia del texto mismo
de la sustitución, que el abogado José Manuel Gimón Estrada, no está expresamente facultado
para ello (…) De lo anteriormente transcrito, quien juzga observa, que la sustitución del poder
en la persona de la abogada Katiuska Betancourt Bustamante, para representar judicialmente
al BANCO CARIBE C.A., BANCO UNIVERSAL (BANCARIBE), no cumple con los requerimientos
legales pertinentes, por lo que el mismo no goza de validez, ni surte plenos efectos en el
presente expediente. Así se estima. Sucede pues que, la abogada Katiuska Betancourt
Bustamante, fue la que asistió a la audiencia oral y pública de apelación en una supuesta
representación de la recurrente (…) prevista en el artículo 82 de la Ley Orgánica de la
jurisdicción Contencioso Administrativa; sin haber estado debidamente facultada para ello
(…)” (sic). (Destacados del original y corchetes de este fallo).

 Ahora bien, con el objeto de determinar la eficacia del poder presentado por la abogada
Katiusca Betancourt Bustamante, supra identificada, se verificará en primer lugar la existencia
de la cadena sustitutiva de poderes y acto seguido la procedencia o no de las referidas
sustituciones.

 Así, cursa a los folios 6 al nueve 9 y sus vueltos de la pieza N° 2 del presente expediente, copia
simple del instrumento poder que le fuera otorgado a la prenombrada abogada, el cual quedó
autenticado por ante la Notaría Pública Octava del Municipio Chacao del Distrito
Metropolitano de Caracas, en fecha 12 de diciembre de 2016, bajo el N° 43, Tomo 553, del cual
puede extraerse lo siguiente:

 “Yo, José Manuel Gimón Estrada, venezolano, mayor de edad, domiciliado en la ciudad de


Caracas, titular de la Cédula de Identidad Nro. V-11.737.500, e inscrito en el inpreabogado
bajo el Nro. 96.108, actuando en mi carácter de Apoderado Judicial del BANCO DEL CARIBE,
C.A., BANCO UNIVERSAL (BANCARIBE) (…) carácter el mío que se evidencia de instrumento
poder autenticado por ante la Notaría Pública Trigésima del Municipio Libertador del Distrito
Capital, en fecha 28 de noviembre de 2014, el cual quedo anotado bajo el Nro. 3, Tomo 179 de
los libros de autenticaciones llevados por esa Notaría, por medio del presente documento
declaro: Que en nombre de mi representada y reservándome su ejercicio y el de sus co-
apoderados, sustituyo totalmente en la abogada Katiusca Betancourt Bustamante,
venezolana, mayor de edad, domiciliada en la ciudad de Guanare, Estado Portuguesa, titular
de la Cédula de Identidad Nro. V-12.091.241, e inscrita en el Inpreabogado bajo el Nro. 99.624,
el instrumento poder anteriormente identificado el cual es del tenor siguiente (…) A los fines
de dar cumplimiento a lo establecido en el artículo 155 del Código de Procedimiento Civil
solicito al Notario dejar constancia en la nota respectiva que le ha sido exhibido instrumento
poder otorgado por ante la Notaría Pública Trigésimo del Municipio Libertador del Distrito
Capital, en fecha 28 de noviembre de 2014, bajo el Nro. 3, Tomo 179 de los Libros de
Autenticaciones llevados por dicha Notaría (…)” (sic). (Destacados del original).

 En este mismo orden de argumentación, consta en los folios 10 al doce 12, y sus respectivos
vueltos, de la misma pieza del expediente, copia simple del documento poder donde el
abogado José Antonio Muci Borjas, supra identificado, actuando en su carácter
de “Representante Judicial” de la sociedad de comercio Banco del Caribe, C.A., Banco Universal
(BANCARIBE) otorgó poder, entre otros, al abogado José Manuel Gimón Estrada, también
identificado, el cual quedó anotado en la Notaría Pública Trigésima del Municipio Bolivariano
Libertador del Distrito Capital, en fecha 28 de noviembre de 2014, bajo el N° 3, Tomo 179, en
cuyo texto puede leerse:

  “Quien suscribe, JOSE ANTONIO MUCI BORJAS, venezolano, civilmente hábil, domiciliado en


Caracas, titular de la cédula de identidad N° 6.056.019, inscrito en el Inpreabogado bajo el N°
26.174 (…) obrando en mi carácter de Representante Judicial del BANCO DEL CARIBE, C.A.,
BANCO UNIVERSAL (BANCARIBE) (…) y, de conformidad con lo aprobado por la Junta Directiva
de BANCARIBE, en fecha 20 de noviembre 2014, Acta Número 2234, por medio del presente
documento declaro: Otorgo poder amplio y suficiente en cuanto a derecho se requiere, a los
abogados en ejercicio (…) JOSÉ MANUEL GIMÓN, venezolano, mayor de edad, civilmente
hábil, titular de la Cédula de Identidad V- 11.737.500, Inpreabogado Número 96.108 (…) para
que actuando conjunta o separadamente, representen y sostengan los derechos, acciones e
intereses de Bancaribe en los procedimientos administrativos y judiciales, de carácter o
naturaleza laboral, en los que BANCARIBE sea parte o tenga interés. En ejercicio de este
mandato, los prenombrados apoderados, podrán proponer y contestar toda clase de
solicitudes, demandas y reclamaciones; darse por citados o notificados; oponer y contestar
excepciones; promover, evacuar y oponerse a pruebas; tachar y/o desconocer toda clase de
documentos o testigos; interponer recursos ordinarios o extraordinarios, incluyendo los de
Casación, control de la legalidad, queja, invalidación, Amparo y Revisión Constitucional; y, en
general, para seguir los juicios o reclamos en todas las instancias, grados e incidencias. Quedan
igualmente facultados para convenir en la demanda, desistir, transigir, disponer del derecho
en litigio, recibir o pagar cantidades de dinero y otorgar recibos, finiquitos y cancelaciones, y
en fin, hacer todo cuanto bien tuviere para la mejor defensa de los derechos e intereses
de BANCARIBE, C.A. Las facultades aquí enumeradas, no tienen carácter taxativo, sino
meramente enunciativo (…) De conformidad con lo establecido en el Articulo 155 del Código
de Procedimiento Civil, pido al ciudadano notario haga constar en la nota respectiva que le han
sido exhibidos los siguientes instrumentos (…) C) Un (1) original del poder otorgado por
Bancaribe en el cual se me acredita como apoderado, protocolizado en la Oficina del Registro
Público del segundo circuito del Municipio Libertador del Distrito Capital, en fecha 31 de mayo
de 2011, bajo el número 3, folio 16, Tomo 20 del Protocolo de Transcripción, y D) Copia
certificada del acta de Junta Directiva de fecha 20 de noviembre de 2014, Número 2234 (…)”
(sic). (Destacados del original).    
 De las transcripciones anteriores se evidencia que efectivamente el “Representante
Judicial” de la sociedad de comercio Banco del Caribe, C.A., Banco Universal (BANCARIBE),
otorgó poder, entre otros, al abogado José Manuel Gimón Estrada, para que ejerciera la
representación judicial de la parte accionante y éste, a su vez, lo sustituyó
en la abogada Katiusca Betancourt Bustamante.

 Establecida entonces la procedencia del poder presentado por la prenombrada abogada,


corresponde determinar si para la realización de tal sustitución se cumplieron con las
formalidades exigidas en la Ley para estos casos.

 En tal sentido, los artículos 159 y 160 del Código de Procedimiento Civil, normas supletorias
aplicables al presente caso por remisión expresa del artículo 31 de la Ley Orgánica de la
Jurisdicción Contencioso Administrativo y 98 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de
Justicia, prevén:

 “Artículo 159.- El apoderado que hubiere aceptado el mandato, podrá sustituirlo en la persona
que el poderdante le hubiese designado o le designare, y a falta de designación, en abogado
capaz y solvente, si en el poder se le hubiere facultado para sustituir.  Si en el poder nada se le
hubiere dicho de sustitución, el apoderado podrá sustituirlo también en abogado de
reconocida aptitud y solvencia, cuando por cualquier causa no quisiere o no pudiere seguir
ejerciéndolo.

Si en el poder se hubiere prohibido sustituir, no podrá hacerlo; pero en caso de enfermedad,


alejamiento forzado, envío de la causa a Tribunal de otra localidad, o por cualquier otro motivo
grave que le impidiere seguir ejerciéndolo, deberá avisarlo al poderdante inmediatamente, por
el medio más rápido, para que provea lo conducente.

Si la prohibición se hubiere hecho por instrucción o instrumento privado, el sustituyente será


responsable del perjuicio que la sustitución causare a su representado”.

“Artículo 160.- El sustituto podrá sustituir, siguiendo lo que a este respecto determinaren el


poder y las reglas establecidas en el artículo precedente”. (Destacados de este fallo).

De las normas examinadas se colige que la sustitución de poder, es el acto mediante el cual la


persona nombrada como apoderada o mandataria, designa a otro para que la sustituya en la
representación de la parte que ejerce en el juicio.

 A tal efecto, el Legislador determinó las reglas regulatorias de la sustitución de representación


de las partes, las cuales establecen: i) cuando el mandante, en forma expresa, le confiere al
mandatario la facultad de ser sustituido por otro abogado designado por la parte otorgante; a
falta de elección previa, lo podrá hacer en cualquier abogado capaz y solvente; ii) en caso que
el poder no prevea la sustitución, el mandatario podrá hacerlo en abogado de reconocida
aptitud y solvencia, cuando por cualquier causa no quisiere o no pudiere seguir ejerciéndolo,
por ejemplo: cuando la causa deba ser llevada por un Tribunal ubicado en otra localidad.
Sin embargo, la regla de que todo apoderado puede ser sustituido, tiene su limitante; en este
sentido, cuando en el poder se prohíba la sustitución, el mandatario no podrá hacerlo, a
menos que: a) se haya enfermado; b) se vea forzado a alejarse del caso; c) la causa donde vaya
a actuar sea asignada a Tribunal de otra localidad; o d) por cualquier otro motivo grave
impeditivo del ejercicio de la representación.

 Así, se ha sostenido, como principio general, conforme a las normas regulatorias de la
sustitución de poder, que la misma procede aún cuando no se hubiere indicado en modo
alguno nada en el texto del poder y sólo está prohibida en aquellos casos en que así se haya
dispuesto expresamente (Vid. fallos de la Sala Político-Administrativa Nos. 00072 y 00901 del
23 de enero de 2003y 23 de julio de 2015, casos: C.V.G. Siderúrgica del Orinoco, C.A. y BTP
Distribuciones, S.A., respectivamente).

 Entonces, es indudable que puede sustituirse el poder de representación judicial sin que haya
sido expresamente previsto en el citado instrumento.

 De igual modo, el sustituto podrá a su vez sustituir el poder sustituido, siguiendo las reglas
antes mencionadas y respetando las formalidades para el otorgamiento de los poderes,
conforme a los artículos 160 y 162 del Código de Procedimiento Civil; vale decir, debe ser
otorgado por escrito, mediante documento público o auténtico, no siendo válido el poder
reconocido aun cuando fuese registrado con anterioridad (artículo 151 eiusdem).

 En apoyo a lo anterior, debe esta Sala hacer mención a lo decidido por la Sala de Casación Civil
de este Máximo Tribunal, mediante sentencia identificada con el alfanumérico RC.000633 del
29 de octubre de 2013, (caso: Naviga Ship, C.A.), en el que, en un juicio similar al de autos,
dispuso lo siguiente:

 “Al respecto, observa la Sala, que el Tribunal de Primera Instancia Marítimo con Competencia
Nacional y sede en la ciudad de Caracas, excluyó al abogado Pablo Elías Savelli, de
conformidad con lo previsto en el artículo 159 del Código de Procedimiento Civil, luego de la
sustitución que éste hiciere del poder otorgado.

Ahora bien, la sustitución del poder es posible aun cuando nada se hubiere dicho en su texto,
y sólo está prohibida en aquellos casos en que así lo haya dispuesto el mandante. En el
presente caso de la transcripción del instrumento poder que acredita la representación del
abogado Pablo Savelli, se constata que no existe una reserva o prohibición del poderdante
en cuanto a esta liberalidad que significa sustituir el mandato o la encomienda judicial que le
fue atribuida, por el contrario, se expresa que las facultades conferidas tienen carácter
enunciativo y no limitativo, por lo que dichas facultades en criterio de la Sala, deben ser
interpretadas de manera amplia y no limitativa, siempre en beneficio del derecho a la
defensa del poderdante, no en su contra.

 Conforme a la sentencia transcrita, la sustitución puede hacerse siempre que no se encuentre


expresamente prohibido en el instrumento poder que se sustituye, puesto que las facultades
conferidas deben interpretarse, en todo momento, en beneficio del poderdante y no en su
contra, en consonancia con los derechos constitucionales de tutela judicial efectiva y de acceso
a la justicia, así como con el principio pro actione, entendido este último, en el sentido más
favorable a la admisibilidad del derecho de acción procesal que se hace valer con la demanda,
a fin de garantizar el derecho a la tutela judicial efectiva consagrado en el artículo 26 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

 En conexión con lo anterior, esta Alzada ha definido el derecho a la tutela judicial efectiva,
como aquel que “tiene toda persona de acceder a los órganos de administración de justicia
para hacer valer sus derechos e intereses, lo cual implica necesariamente el derecho al libre
acceso, sin limitaciones ni cargas excesivas o irracionales, a la justicia que imparten los
tribunales de la República, así como a obtener de ellos una tutela efectiva, situación que
engloba además, el derecho a una protección cautelar o anticipada y a obtener, luego del
proceso, una sentencia basada en derecho, y una decisión jurisdiccional efectiva, que sea
plenamente ejecutable”. (Vid. fallos de la Sala Político-Administrativa Nos. 00293 del 14 de
abril de 2010, caso: Miguel Ángel Martín Tortabú, 01266 del 09 de diciembre de 2010,
caso: David José Rondón Jaramillo y 00514 del 9 de abril de 2014, caso: Náutica Express, C.A.).

 Ahora bien, de la revisión del poder otorgado al abogado José Manuel Gimón Estrada y
posteriormente sustituido en la abogada Katiusca Betancourt Bustamante, es evidente que no
existe tal prohibición, por tanto, era perfectamente posible la sustitución realizada, lo cual fue
efectuado en cumplimiento a lo dispuesto en nuestro ordenamiento jurídico. Así se decide.

 Con base a las consideraciones expuestas, concluye esta Sala que la abogada Katiusca
Betancourt Bustamante, ejerce la representación judicial de la sociedad de comercio Banco del
Caribe, C.A., Banco Universal (BANCARIBE), siendo que esta Máxima Instancia estima, con
fundamento en la normativa bajo estudio y en los criterios jurisprudenciales antes referidos,
que lo decidido por el Tribunal Superior Primero del Trabajo de la Circunscripción Judicial del
Estado Portuguesa, en el fallo del 19 de mayo de 2017, en el que declaró: “DESISTIDO EL
RECURSO CONTENCIOSO DE NULIDAD, en virtud de estar verificada la incomparecencia de la
parte recurrente (…)” (sic), por considerar que la prenombrada abogada “(…) fue la que asistió
a la audiencia oral y pública de apelación en una supuesta representación de la recurrente (…)
sin haber estado debidamente facultada para ello” (sic), constituyó un quebrantamiento a los
derechos de acceso a la justicia y a la tutela judicial efectiva de la parte accionante, por
errónea interpretación y aplicación del artículo 159 del Código de Procedimiento Civil. Así se
decide.

 SALA CIVIL Nº858 7/12/2016 PODER POR ACTA ART 155 CPC (APUD-ACTA EN
ROMBERG):

En su escrito de impugnación, la representación judicial de la sociedad mercantil MECANICA


ORIENTAL S.A. (MECOR) expresa lo siguiente: 

“…a impugnar el poder apud acta cursante a los folios 140 y 141 de la segunda pieza que le fue
conferido al abogado GUSTAVO ADOLFO DOMÍNGUEZ FLORIDO, venezolano, mayor de edad,
de este domicilio, inscrito en el Inpreabogado con el N° 65.592 y titular de la cédula de
identidad N° V- 10.473.373; impugnación que realizo por cuanto el referido poder no cumple
con los requisitos exigidos  para su validez contenidos en los artículos 152, 155 y 162 del
Código de Procedimiento Civil
Como perfectamente se puede constar del cuerpo del documento (diligencia) contentivo del
poder apud acta, el poder no se otorgó ante el Secretario del Tribunal, porque carece la
diligencia de la certificación de la identidad del otorgante, al igual que no consta que fueron
exhibidos por el otorgante los documentos auténticos, gacetas, libros o registros que acrediten
la representación que ejerce, así como tampoco consta que la secretaria haya dejado
constancia en la nota respectiva, de los documentos, gacetas, libros o demás datos que le
hayan sido exhibidos, con expresión de sus fechas, origen o procedencia y demás datos que
concurran a identificarlos, sin adelantar ninguna apreciación o interpelación jurídica de los
mismos.

…en el caso que nos ocupa es totalmente contrario, porque el poder no se otorgo ante el
Secretario del Tribunal porque carece la diligencia de la certificación del la identidad del
otorgante (…). De tal manera que en razón de la falta de cumplimiento de las formalidades
legales expuestas aunada en la prevista en el artículo 162 eiusdemque exige el cumplimiento
para las sustituciones de poderes y las sustituciones de sustituciones, de las mismas
formalidades legales para el otorgamiento de los poderes; es evidente que para el
otorgamiento del otorgamiento de poder apud acta que nos ocupa, no se cumplieron las
formalidades legales de la publicidad y la autenticidad razones por las cuales está viciado de
nulidad absoluta y como consecuencia por ende el abogado GUSTAVO ADOLFO DOMINGUEZ
FLORIDO, antes identificado no tenía LEGITIMIDAD para el momento en que interpuso el
escrito contentivo de la formalización del Recurso de Casación…

…solicito respetuosamente se declare la nulo y sin efecto jurídico el poder apud acta antes


impugnado y se tenga como no presentado  el escrito contentivo de la formalización del
recurso de casación interpuesto (…), por lo que en consecuencia y de conformidad con lo
previsto en el artículo 325 del Código de Procedimiento Civil, pido se declare perecido…”.
(Mayúsculas y subrayado de la cita).

 Como puede observarse de la precedente transcripción, la representación judicial de la parte


demandante fundamentó la impugnación que realizó de la sustitución de poder apud acta que
se hiciere a la representación judicial de la parte demandada, hoy formalizante, por el
incumplimiento de los requisitos establecidos en los artículos 152, 155 y 162 del Código de
Procedimiento Civil.

 En tal sentido, sostiene el impugnante en cuanto a la sustitución de poder apud acta in


comento que “…no se cumplieron las formalidades legales de la publicidad y la autenticidad
razones por las cuales está viciado de nulidad absoluta y como consecuencia por ende el
abogado GUSTAVO ADOLFO DOMINGUEZ FLORIDO, antes identificado no tenía LEGITIMIDAD
para el momento en que interpuso el escrito contentivo de la formalización del Recurso de
Casación…”, razón por la cual solicita se declare nulo, se tenga como no presentado el escrito
de formalización, y en consecuencia se declare perecido el recurso de casación interpuesto.

 Sobre este particular, esta Sala de Casación Civil estima necesario realizar las siguientes
consideraciones:

 De los artículos 152, 155 y 162 del Código de Procedimiento Civil señalados como incumplidos,
pasa esta Sala a examinar su contenido.
 “Artículo 152. El poder puede otorgarse también apud acta, para el juicio contenido en el
expediente correspondiente ante el Secretario del Tribunal, quien firmará el acta junto con el
otorgante y certificará su identidad.”

“Artículo 155.  Si el poder fuere otorgado a nombre de otra persona natural o jurídica, o fuere
sustituido por el mandatario, el otorgante deberá enunciar en el poder y exhibir al funcionario
los documentos auténticos, gacetas, libros o registros que acrediten la representación que
ejerce. El funcionario que autorice el acto hará constar en la nota respectiva, los documentos,
gacetas, libros o registros que le han sido exhibidos, con expresión de sus fechas, origen o
procedencia y demás datos que concurran a identificarlos, sin adelantar ninguna apreciación o
interpretación jurídica de los mismos.”

“Artículo 162. Las sustituciones de poderes y las sustituciones de sustituciones, deben hacerse


con las mismas formalidades que el otorgamiento de los poderes.”

 De lo anteriormente transcrito se observa que el poder también puede


configurarse apud acta, es decir, que puede otorgarse ante el Secretario del Juzgado, en el
juicio contenido en el expediente de dicho tribunal donde corre la causa, éste firmará junto
con el otorgante el acta, certificando la identidad de quien concede, de igual forma, se observa
que dicho poder puede ser sustituido por el mandatario, es por ello que el legislador es claro e
inequívoco al afirmar que las sustituciones de poderes deben hacerse con las mismas
formalidades que el otorgamiento de los poderes.

 Así esta Sala, en sentencia N° 91 de fecha 5 de abril de 2000 juicio por Tercería propuesto  por
la ciudadana Damiana Herrera contra Rosa  María  Martínez de Pérez, establece:

 “…La Sala en la sentencia del 27 de julio de 1996 concluyó que la sustitución de


poder apud acta sólo requiere la firma en la diligencia tanto del secretario como del otorgante,
lo cual aparece cumplido en el caso de autos, así como la certificación de la identidad del
otorgante, lo cual deberá hacer el secretario. Justamente este último es lo que impugna el
apoderado de la tercera opositora en el proceso.

Acerca de como el Secretario debe identificar al otorgante del poder apud acta, en sentencia


del 13 de noviembre de 1991 y que fuera reiterada en decisión del 10 de junio de 1999
(Inmobiliaria Disandra, C.A., contra Dino Franzini Zerbini y otra) se expresó:

“No obstante, la Sala observa que la intención del legislador de 1986, al regular lo relativo al
otorgamiento del poder apud acta, no fue absoluto de despojar a ese acto de todo requisito,
pues el Artículo 152 exige, de manera terminante, que el Secretario firme el acta y dé fe de la
identidad del otorgante, en atención a lo dispuesto en el artículo 10 del Reglamento de
Notarías Públicas. Más aún, cuando el otorgamiento del poder apud acta se hace mediante
diligencia que redacta la propia parte, y que el Secretario, por mandato de los artículos 106 y
107 del Código de Procedimiento Civil, debe suscribir; razón por la cual el artículo 152
eiusdem, trae como requisito esencial, que debe cumplirse, según lo contemplado en el
Artículo 7° del Código Procesal Civil, que el Secretario certifique la identidad del otorgante y
que obviamente el acto pasó bajo su presencia, lo contrario sería dar entrada a todo tipo de
irregularidades en el proceso.
En consecuencia, si bien ahora el poder apud acta no tiene que ser inscrito en el libro de
registro como preveía el artículo 41 del Código de Procedimiento Civil derogado, el Secretario
tiene que autorizarlo, dando fe de la identidad del otorgante.

El supuesto de hecho del artículo 152 del Código de Procedimiento Civil tiene su fundamento
en los literales a) y b) del artículo 10 del Reglamento de Notarías Públicas, contenido en el
Decreto N° 1.393 dictado por la Presidencia de la República el 06 de enero de 1976 y publicado
en Gaceta Oficial N° 30.956 del 05 de abril de 1976, los cuales atribuyen a los Notarios Públicos
las facultad a instancia de parte autentica documentos e intervenir en su reconocimiento, y de
registrar poderes y sustituciones, renuncias y revocatorias que se hagan en un expediente
judicial.

A los antes expuesto, debe señalarse que el Artículo 151 del Código de Procedimiento Civil, al
igual que sucedía con el Artículo 40 del Código derogado, exige de manera terminante que el
poder para juicio debe otorgarse en forma pública o auténtica. En este sentido, la Sala ha
expresado que se entiende por forma auténtica el documento público, claramente definido en
el Artículo 1.357 del Código Civil, como ‘el que ha sido autorizado con las solemnidades legales
por un registrador, por un Juez u otro funcionario o empleado público que tenga facultad de
darle fe pública, en el lugar donde el instrumento se haya autorizado".

Por tanto, la doctrina en interpretación del supuesto de hecho del Artículo 152 del Código de
Procedimiento Civil exige que el Secretario debe certificar la identidad del otorgante del
poder apud acta, identificación que, en principio, debe hacerse a través del documento
idóneo para ello, como es la cédula de identidad, o en su defecto, por algún otro medio
supletorio establecido por la Ley, pues en definitiva el Secretario se equipará en ese
momento a un Notario Público al dar fe pública de la identidad del otorgante, la fecha de la
actuación y que la misma se hizo en su presencia…” (Negrillas de la Sala y subrayado de la
cita).

Del mismo modo la Sala de Casación Civil en sentencia N° 967 de fecha 19 de diciembre de
2007 caso: Mi Casa Entidad de Ahorro y Préstamo, C.A. contra Inversora La Madricera, C.A.
estableció:

“…Del mismo modo, esta Sala en decisión de fecha 12 de abril de 2005, caso: Mi Casa Entidad
de Ahorro y Préstamo C.A., contra Inversora La Madricera, C.A, dejó sentado “…que la
sustitución del poder apud acta sólo debe cumplir con lo señalado en el artículo 152 de Código
de Procedimiento Civil, de acuerdo al cual basta que se haga ante el secretario del tribunal
“quien firmará el acta junto con el otorgante y certificará su identidad”, puesto que, el poder
sustituido consta de autos, y los documentos de los cuales emana la representación debieron
ser exhibidos al funcionario ante el cual se otorgó poder...”.  

En consecuencia, conforme a las disposiciones precedentemente citadas, sólo se exige que en


los casos de sustituciones de poder apud acta, se realicen cumpliendo con las mismas
formalidades necesarias al momento de otorgar el instrumento poder. Así pues, si
concordamos el precitado artículo 152 ya transcrito, con el contenido del artículo 162 del
mismo texto normativo, se concluye que la única formalidad que se exige para otorgar o
sustituir un poder, deviene en la certificación que hace la Secretaria o Secretario del Tribunal
de la identificación del otorgante, y en la firma de ambos del acta por medio de la cual se
confiere o sustituye el mandato…” (Negrillas de la Sala y cursivas de la cita)

 De la jurisprudencia precedentemente transcrita, se observa que la sustitución de


poder apud acta, debe regirse por los mismos requisitos del otorgamiento del poder apudacta,
que no es más que la obligación que tiene la secretaria del tribunal de certificar la identidad
del otorgante, así como que ambos, tanto quien otorga como la secretaria firmen la diligencia
por medio de la cual se sustituye el mandato.

 En tal sentido, cuando el secretario del tribunal cumpliendo con su obligación certifica la
identidad del otorgante del poder apud acta, debe hacerse a través del documento idóneo
para ello, como es la cédula de identidad, o en su defecto, por algún otro medio supletorio
establecido por la ley, en virtud de que éste se equipará en ese momento a un Notario Público
al dar fe pública de la identidad del otorgante, la fecha de la actuación y que la misma se hizo
en su presencia, dejando tal situación plasmada en la nota marginal de certificación, es por
ello, que mas allá de una formalidad, es un requisito indispensable para dar eficacia al
documento apud acta que se pretende validar.

 Ahora bien, en el caso que nos ocupa, esta Sala de Casación Civil observa, que se evidencia en
la sustitución de poder efectuada cursante al folio 140 y vto de la pieza 2, que se encuentra
suscrita por la secretaria del tribunal y presuntamente por el otorgante, en virtud de que no
existe la certeza de que sea realmente la persona que corresponda el otorgamiento en razón
de que no consta en la diligencia presentada de sustitución de poder apud acta la nota
marginal donde la secretaria del tribunal deje constancia de la identidad del otorgante, la
fecha y de que la misma se hizo en su presencia.

Por lo tanto la sustitución de poder apud acta para representar judicialmente a la empresa


demandada, no cumple con los requisitos legales exigidos en los artículos 152, 155 y 162 del
Código de Procedimiento Civil. Así se establece.

En ese orden de ideas, el artículo 317 del Código de Procedimiento Civil, dispone en cuanto a la
presentación del escrito de formalización, lo siguiente:

 “Admitido el recurso de casación, o declarado con lugar el de hecho, comenzarán a correr,


desde el día siguiente al vencimiento de los diez (10) días que se dan para efectuar el anuncio
en el primer caso, y del día siguiente al de la declaratoria con lugar del recurso de hecho en el
segundo caso, un lapso de cuarenta (40) días, más el término de la distancia que haya fijado
entre la sede del tribunal que dictó la sentencia recurrida y la capital de la república,
computado en la misma forma, dentro del cual la parte o partes recurrentes deberán
consignar un escrito razonado, bien en el tribunal que admitió el recurso, si la consignación se
efectúa antes del envío del expediente, o bien directamente en la Corte Suprema de Justicia, o
por el órgano de cualquier juez que lo autentique, que contenga en el mismo orden que se
expresan los siguientes requisitos...”.

 A tal efecto, de la norma supra transcrita, resulta necesario analizarla en concordancia con el


artículo 325 eiusdem, el cual señala:

“Se declarará perecido el recurso, sin entrar a decidirlo, cuando la formalización no se


presente en el lapso señalado en el artículo 317, o no llene los requisitos exigidos en el mismo
artículo”.

 Las normas anteriormente transcritas establecen la obligación del recurrente de presentar su


escrito de formalización, debidamente razonado y con las exigencias y términos plasmados en
el mencionado artículo 317, es menester resaltar que la facultad o potestad procesal que tiene
el formalizante resulta susceptible de preclusión acarreando de esta manera la ineficacia de
dicho acto procesal y las consecuencias jurídicas del artículo 325 eiusdem.

Por lo antes expuesto y luego de constatar que el escrito de formalización presentado, se tiene
como inexistente, en virtud de que  la sustitución de poder apud acta para representar
judicialmente a la empresa demandada, no cumple con los requisitos legales pertinentes, esta
Sala considera que al caso in comento le resulta aplicable el efecto previsto en el artículo 325
del Código de Procedimiento Civil, razón por la cual el recurso de casación admitido por el
juzgado superior ut supra referido, debe ser declarado perecido, tal como se hará de manera
expresa, positiva y precisa en el dispositivo de esta sentencia. Así se establece.

En virtud de lo anterior, esta Sala en el caso in comento, con respecto al recurso de casación
admitido por el mencionado Juzgado Superior en lo Civil y Contencioso Administrativo de la
Circunscripción Judicial de la región Nor-Oriental, verificado como quedó, que se tiene como
no  presentado el correspondiente escrito de formalización suscrito por el abogado Gustavo
Adolfo Domínguez Florido, deberá declararlo perecido, tal como se hará de manera expresa,
positiva y precisa en el dispositivo de esta  sentencia. Así se establece.

 SALA SOCIAL º651 28/05/2014 PODER POR NOTARIA

Observa esta Sala, que la persona que peticiona la medida cautelar que nos ocupa, abogado
Emilio Barroeta Guillén, señala actuar como apoderado judicial de la persona jurídica
accionante, conforme a instrumento poder en sustitución de otro que, según indica, se
incorpora al expediente.

Ahora bien, no consta en autos, en forma alguna, instrumento que demuestre lo señalado en
el artículo 155 del Código de Procedimiento Civil, cuyo contenido indica:

 Artículo 155 - Si el poder fuere otorgado a nombre de otra persona natural o jurídica, o fuere
sustituido por el mandatario, el otorgante deberá enunciar en el poder y exhibir al funcionario
los documentos auténticos, gacetas, libros o registros que acrediten la representación que
ejerce. El funcionario que autorice el acto hará constar en la nota respectiva los documentos,
gacetas, libros o registros que le han sido exhibidos, con expresión de sus fechas, origen o
procedencia y demás datos que concurran a identificarlos, sin adelantar ninguna apreciación o
interpretación jurídica de los mismos.
Conforme al artículo reproducido previamente, se observa que es necesario que al sustituirse
un poder, tal y como ocurre en el caso de autos, se indique en el mismo y se muestre al
funcionario correspondiente el instrumento que demuestre tal representación, para que se
pueda verificar de dónde proviene la condición para otorgar poder en nombre de una persona
distinta, enunciando en el poder y exhibiendo al funcionario los documentos auténticos,
gacetas, libros o registros que acrediten la representación que se ostenta.

En el asunto que nos ocupa, no se evidencia a los autos instrumento poder, que, conforme al
artículo 155 del Código de Procedimiento Civil, demuestre la representación que se atribuye el
abogado Emilio Barroeta Guillén, lo que se traduce en que el mismo no tiene legitimidad activa
para solicitar la medida cautelar que nos ocupa. Así se establece.

 En tal sentido, y vista la situación presentada en el caso sub iudice, esta Sala estima necesario
reproducir el contenido del artículo 162 de la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario, el cual
preceptúa:

 Sólo podrán declararse inadmisibles las acciones y recursos interpuestos, por los siguientes
motivos:

1.- Cuando así lo disponga la ley.

2.- Si el conocimiento de la acción o el recurso corresponde a otro organismo jurisdiccional,


caso en el cual el Tribunal declinará la causa en el Tribunal competente.

3.- En caso de la caducidad del recurso por haber transcurrido los sesenta días continuos desde
la publicación del acto en la Gaceta Oficial Agraria o de su notificación, o por la prescripción de
la acción.

4.- Cuando sea manifiesta la falta de cualidad o interés del accionante o recurrente.

5.- Cuando se acumulen pretensiones que se excluyan mutuamente, o que sean contrarias
entre sí o cuyos procedimientos sean incompatibles.

6.- Cuando no se acompañen los documentos indispensables para verificar la admisibilidad de


la demanda.

7.- Cuando exista un recurso paralelo.

8.- Cuando el correspondiente escrito resulte ininteligible o contradictorio que haga imposible
su tramitación o contenga conceptos ofensivos o irrespetuosos.

9.- Cuando sea manifiesta la falta de representación que se atribuye el actor.

10.- Cuando habiéndose recurrido en vía administrativa, no hayan transcurrido los lapsos para
que ésta decida.

11.- Cuando no se haya agotado el antejuicio administrativo de las demandas contra los entes
agrarios.
 12.- Cuando no se haya agotado la instancia conciliatoria o de avenimiento que correspondan
de conformidad con la ley.

 13.- Cuando la pretensión sea manifiestamente contraria a los fines de la presente Ley y de los
preceptos constitucionales que rigen la materia. (Omissis)” 

En atención al contenido de las normas transcritas anteriormente, se constata que en el


asunto de autos se produce la causal de inadmisibilidad establecida en el numeral 9 del
artículo 162 de la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario, al evidenciarse que no se demostró la
representación judicial -de conformidad con el artículo 155 del Código de Procedimiento Civil-
que se atribuye el abogado Emilio Barroeta Guillén, quien señala actuar como apoderado
judicial de la empresa Reforestadora Dos Refordos, C.A.; siendo consecuencia de ello, el deber
de declarar inadmisible la solitud cautelar peticionada. Así se decide.

 SALA CIVIL Nº132 11/03/2008 RENUNCIA DEL APODERADO (I)

OJO LA JURISPRUDENCIA PRESENTA UNA CONTROVERSIA, “¿Cuál es el momento en que


se valida la renuncia? Esta sentencia y la que viene después de esta son contrapuestas…

Ahora bien, considera necesario la Sala señalar, que fue desacertado el criterio expuesto por el
Sentenciador de Alzada, al determinar que la profesional del derecho, Mónica Elizabeth Ruiz
Miranda, dio por citado al codemandado Miguel Ángel Annicchiarico Ojeda, porque éste le
había otorgado un poder y aquella había realizado actuaciones con anterioridad en el
expediente; cuando de las actuaciones referidas precedentemente se desprende que al
realizar las señaladas por el Juez Superior a los folios 142, 149, 154 y 158, las realizó
expresamente en representación de la demandada para ese momento, ciudadana Luz Marina
Mora de Quintero, debido a que el ciudadano Miguel Ángel Annicchiarico Ojeda, no formaba
parte de la controversia dado que se había anulado la admisión de la reforma de la demanda
que lo incluía, apelada dicha anulación fue declarada con lugar, reponiendo a aquel momento
procesal, pero para aquel momento procesal, Miguel Ángel Annicchiarico Ojeda, no había sido
citado.

En este orden de ideas, para cuando la abogada en el ejercicio de su profesión Mónica


Elizabeth Ruiz Miranda, suscribió el recibo de la citación (14 de octubre de 2004) del cual no se
desprende lo asegurado por el Sentenciador de Alzada de que convalidó ser mandataria del
ciudadano Miguel Ángel Annicchiarico Ojeda, ya la citada apoderada judicial había renunciado
al poder en fecha 8 de octubre de 2004, por lo que no era apoderada judicial de aquel,
haciendo obvia la falta de citación del codemandado en el presente asunto, por lo que debió el
Juez Superior reponer la causa al estado de que se cite al codemandado Miguel Ángel
Annicchiarico Ojeda, para que de contestación a la demanda; aún mas, cuando el
codemandado solicita la nulidad del acto y la reposición de la causa, en la primera oportunidad
en la que actuó en el expediente, por lo que, si bien es cierto que la falta señalada pudo haber
sido convalidada, ello no lo fue, porque en la primera oportunidad en que actúo el referido
codemandado, alegó la subversión por su falta de citación y la lesión de su derecho de defensa
al haber sido condenado por el a quo en la sentencia de primera instancia, tal como lo
establece el artículo 213 del Código de Procedimiento Civil.
Aunado a lo anterior, aun cuando no se hubiese hecho la notificación de la renuncia prevista
en los artículos 1.709 del Código Civil y 165, ordinal 2° del Código de Procedimiento Civil,
resulta extraño al derecho, e incluso a la lógica jurídica, que la actuación de un abogado
anterior a la citación de su representado, pueda tenerse como una citación tácita, pues para el
momento de aquélla actuación no existía la determinación de los sujetos pasivos del proceso,
ni el alcance de la pretensión para el demandado, es decir, no conocía que su representado
sería demandado y citado; lo cual tampoco garantiza que el referido abogado haya o tenga que
actuar con posterioridad de la citación y, por tanto, conocer de la demanda y el lapso de
comparecencia.

Por todo lo antes expuesto, la Sala concluye que el Juez Superior al no determinar la falta de
citación del codemandado Miguel Ángel Annicchiarico Ojeda, y la subsecuente reposición de la
causa al estado en que se practicara dicha citación al codemandado, para que éste pudiese
defender sus derechos legalmente establecidos en la presente controversia, infringió los
artículos 7, 12, 15, 206, 208, 211, 212, 215, 216, 217, 218, 223 y 224 del Código de
Procedimiento Civil, lo que determina la procedencia de la presente denuncia, al evidenciarse
la lesión a su derecho de defensa, por cuanto, aun cuando no fue citado en el presente
proceso, el ad quem lo declaró confeso y declaró con lugar la demanda, sin que se hubiese
llamado a juicio. Así mismo, por que el Juez en vez de subsanar la subversión y reponer la
causa, dictó sentencia resolviendo el fondo. En consecuencia, por cuanto el ciudadano Miguel
Ángel Annicchiarico Ojeda viene participando en el proceso, entre otras oportunidades,
recurriendo a casación, la Sala lo considera a derecho, la presente causa se repondrá al estado
en que, luego de notificada a las partes esta sentencia por el Tribunal de la cognición, se abra
el lapso de comparecencia para los demandados, establecido en el artículo 344 del Código de
Procedimiento Civil, toda vez que la codemandada Luz Marina Mora de Quintero ya esta
citada; procediendo a anularse todas las actuaciones realizadas con posterioridad a la
admisión de la reforma de la demanda, con excepción de los actos relativos a la citación de la
citada codemandada, tal como se hará de manera expresa, positiva y precisa en el dispositivo
del presente fallo. Así se decide.

 SALA POLITICO ADM º209 18/02/2009 RENUNCIA DEL PODER (II)

Corresponde a esta Sala pronunciarse sobre la renuncia del poder efectuada por los
apoderados judiciales del recurrente y, en ese sentido,  considera necesario citar lo dispuesto
en el artículo 165 del Código de Procedimiento Civil, el cual expresa textualmente lo siguiente:

“Artículo 165: “La representación de los apoderados y sustitutos cesa: ...omissis...

 2º Por la renuncia del apoderado o la del sustituto; pero la renuncia no producirá efecto
respecto de las demás partes, sino desde que se haga constar en el expediente la notificación
de ella al poderdante. ...omissis...” (Destacado de la Sala).

De la norma anteriormente transcrita se evidencia que la falta de notificación, que de la


renuncia del poder haga el apoderado judicial o el sustituto al poderdante, produce la
ineficacia de la misma, todo con el propósito de evitar que por desconocimiento de dicha
dimisión, se vea el poderdante perjudicado ante su falta de representación en juicio.
            Así, la Sala constata del análisis de los autos, que los abogados antes mencionados  al
momento de hacer efectiva su renuncia en juicio, pasaron por alto la notificación de su
mandatario, razón por la cual dicha renuncia no surtió efectos, de conformidad con la norma
citada supra.

En igual orden de ideas, en criterio de la Sala, también se produce una suspensión en el curso
de la causa, en tanto no se ponga en conocimiento al mandatario de la renuncia efectuada.

Aplicando los anteriores lineamientos al caso bajo estudio, se advierte que en circunstancias
como las de autos, en que no consta que el mandatario haya sido notificado de la renuncia del
poder que le hubiese otorgado a sus representantes judiciales, el transcurso del lapso procesal
establecido a los fines de consignar el cartel de emplazamiento a los interesados, dispuesto en
el aparte undécimo del artículo 21 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia,
vulneraría el derecho a la defensa y al debido proceso del accionante, más aún, cuando la
omisión en el cumplimiento de dicha obligación procesal, se traduce en un desistimiento tácito
del procedimiento.

            Por tanto, en virtud de los motivos antes expuestos, se ordena la  suspensión del curso
de la causa hasta tanto conste en autos la notificación de la renuncia al accionante. Así se
decide.

 SALA CONS º844 3/12/2018 CAPACIDAD DE REPRESENTACION(I)


¿Se necesita ser abogado para representar en juicio a una persona (natural o jurídica)?
Aquí la jurisprudencia presenta controversias…

En cuanto a la cuarta denuncia planteada por la parte actora, según la cual la alzada penal
también vulneró el derecho a la defensa de la sociedad mercantil 3M MANUFACTURERA
VENEZUELA, S.A., al impedirle injustificadamente el ejercicio de una representación prevista en
la ley, esta Sala observa que el 8 de septiembre de 2011, el abogado Freddy Atencio Boscán,
invocando lo dispuesto en el artículo 168 del Código de Procedimiento Civil (relativo a la
representación sin poder), y actuando supuestamente en representación de la empresa antes
mencionada (a la cual, tal como se desprende las actas del expediente, se le sigue un proceso
penal), planteó su oposición a la medida de protección acordada, el 23 de agosto de 2011, por
el Juzgado Tercero de Primera Instancia en Función de Control del Circuito Judicial Penal del
Estado Zulia, Extensión Maracaibo, a favor de los ciudadanos Gerardo Ramón Ballesteros,
Alexis Acuña Machuca, William Evaldo González, Crisóstomo Cristóbal García Molero y Reogolo
Ramón Villalobos González.

 Sobre este aspecto, resulta necesario traer a colación el contenido del artículo 168 del Código
de Procedimiento Civil, cuyo texto recoge el instituto de la representación sin poder. Dicha
norma establece lo siguiente:

 “Artículo 168.- Podrán presentarse en juicio como actores sin poder: el heredero por su
coheredero, en las causas originadas por la herencia, y el comunero por su condueño, en lo
relativo a la comunidad.
Por la parte demandada podrá presentarse además sin poder, cualquiera que reúna las
cualidades necesarias para ser apoderado judicial; pero quedará sometido a observar las
disposiciones pertinentes establecidas en la Ley de Abogados”.

 Ahora bien, en criterio de esta Sala, la representación sin poder no es admisible en el ámbito
del proceso penal, toda vez que los requisitos formales para ejercer la defensa del imputado,
difieren de los previstos en el Código de Procedimiento Civil para el supuesto de la
representación del demandado.

 En efecto, debe esta Sala reiterar que de conformidad con la garantía fundamental de acceso
a la justicia prevista en el artículo 26 de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, todos tienen derecho a acceder a los órganos de la administración de justicia para
la defensa de sus derechos e intereses, y a obtener pronta decisión que tutele judicial y
efectivamente los mismos, en la forma más expedita posible y sin formalismos o rigurosidades
inútiles que menoscaben la real posibilidad de petición, cristalizándose así el derecho a la
tutela judicial efectiva (sentencias 482/2003, del 11 de marzo; y 875/2008, del 30 de mayo,
entre otras).

 Una de las manifestaciones del derecho antes mencionado, es el derecho fundamental a la


defensa y a la asistencia técnica en todas las actuaciones judiciales y administrativas que los
órganos del poder público tramiten en sus relaciones con el ciudadano, siendo este derecho
inviolable en todo estado de la investigación y del proceso, a fin de garantizar a toda persona
el conocimiento previo de los cargos por los que se le investiga y las pruebas que obran en su
contra, así como disponer del tiempo adecuado para reparar los medios con los cuales se
defienda y, principalmente, el derecho a recurrir del fallo condenatorio en procura de una
revisión superior, tal como lo dispone el artículo 49.1 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela (sentencias 482/2003, del 11 de marzo; y 875/2008, del 30 de mayo,
ambas de esta Sala Constitucional).

 De lo anterior se desprende entonces, que el imputado goza del derecho a la asistencia
técnica, esto es, a ser asistido, desde los actos iniciales de la investigación, por un defensor que
éste designe -abogado de su confianza- o por un defensor público, ello en razón de ser dicho
derecho una manifestación del derecho a la defensa (sentencias 3.654/2005, del 6 de
diciembre; y 875/2008, del 30 de mayo, ambas de esta Sala Constitucional). En efecto, este
derecho del imputado no es un mero requisito formal, ya que se trata de un verdadero
derecho fundamental, y su incumplimiento impide la continuación del proceso e incluso el
ejercicio de otros derechos asociados a la tutela judicial efectiva (por ejemplo, el acceso a los
recursos).

Sobre el derecho a un abogado defensor, JAUCHEN afirma lo siguiente:

 “La defensa técnica es la ejercida por abogado, quien debe desplegar una actividad científica,
encaminada a asesorar técnicamente al imputado sobre sus derechos y deberes, controlar la
legalidad del procedimiento, la exposición crítica de los fundamentos y pruebas de cargo desde
el doble enfoque de hecho y derecho, destacar las pruebas y argumentos de descargo, recurrir
la sentencia condenatoria o la que imponga una medida de seguridad (Cfr. JAUCHEN,
Eduardo. Derechos del Imputado. Editorial Rubinzal - Culzoni. Buenos Aires, 2005, p. 420).
 En todo caso, las garantías y derechos antes descritos adquieren mayor transcendencia dentro
del ámbito del proceso penal, ya que a través de éste se canaliza el ejercicio del ius puniendi, el
cual afecta de la forma más sensible la esfera de derechos de los ciudadanos (sentencias
482/2003, del 11 de marzo; y 875/2008, del 30 de mayo, ambas de esta Sala Constitucional).

Con base en estos postulados, el Código Orgánico Procesal Penal ha desarrollado a lo largo del
proceso todo un abanico de posibilidades de acceso a la justicia y de defensa para el imputado
acorde con sus derechos fundamentales. En tal sentido, el artículo 127, en sus numerales 2 y 3,
y los artículos 139, 140 y 141 eiusdem, materializan el derecho constitucional a la defensa
técnica mediante la asistencia jurídica de un abogado de confianza, facilitando al máximo y por
cualquier medio la designación de defensor sin sujeción a ninguna clase de formalidad, salvo la
prestación del juramento de ley (sentencias 482/2003, del 11 de marzo; y 875/2008, del 30 de
mayo, ambas de esta Sala Constitucional).

 A mayor abundamiento, el ejercicio de la función de defensor en el proceso penal, comporta


que éste sea abogado, sin impedimento para el libre ejercicio de la profesión conforme la Ley
de Abogados y el pleno goce de los derechos civiles y políticos. Su nombramiento no está
sujeto a formalidad alguna, y una vez designado por el imputado “por cualquier
medio”, deberá aceptar el cargo y prestar juramento ante el Juez de Control, quien lo hará
constar en acta que levantará al respecto, tal como lo disponen los artículos 140 y 141 del
Código Orgánico Procesal Penal.

 En este orden de ideas, debe esta Sala reiterar que el nombramiento del defensor sólo puede
tenerse como válido en los siguiente casos: a) Mediante la figura de un instrumento poder;
o b) Por cualquier otro medio que revele la voluntad del imputado de estar asistido por un
abogado de su confianza. Lo anterior obedece a que el derecho a la asistencia letrada del
imputado en el proceso penal, es distinta a la obligación de la asistencia o representación en
los demás procesos de naturaleza no penal, pues dicho proceso penal se instaura contra la
voluntad del imputado y por interés público, en tanto que los no penales se forman por
voluntad de la parte actora en su exclusivo interés (sentencias 3.654/2005, del 6 de
diciembre; y 875/2008, del 30 de mayo, ambas de esta Sala Constitucional).

 En el caso de autos, el abogado Freddy Atencio Boscán se limitó a señalar en la diligencia en la
cual manifestó la oposición a la medida de protección adoptada contra la sociedad mercantil
3M MANFACTURERA VENEZUELA, S.A., que actuaba como representante sin poder de esta
última, amparándose en el texto del artículo 168 del Código de Procedimiento Civil, siendo
esta situación incompatible con los mecanismos jurídicos de los que se deriva la cualidad de
defensor técnico en el proceso penal.

En consecuencia, visto que el abogado Freddy Atencio Boscán pretendió actuar en nombre de
la sociedad mercantil 3M MANUFACTURERA VENEZUELA, S.A. en el proceso penal instaurado
contra esta última, concretamente, a los efectos de oponerse a la medida de protección
adoptada contra aquélla, sin consignar en autos el instrumento poder o el acta de
juramentación que acreditase su cualidad de defensor técnico de dicha empresa, se concluye
que el mencionado abogado carecía de la legitimidad necesaria para efectuar tal actuación
procesal, y por ende, ésta debe tenerse como írrita, como bien lo consideró el Juzgado Tercero
de Control del Circuito Judicial Penal del Estado Zulia, Extensión Maracaibo en su decisión del 3
de octubre de 2011, así como también la Sala nro. 2 de la Corte de Apelaciones de ese mismo
Circuito Judicial Penal en su sentencia del 10 de enero de 2012, hoy accionada en amparo.

Siendo así, esta Sala considera que en este aspecto tampoco le asiste la razón a la parte
accionante, y en razón de ello, esta delación debe ser desechada. Así se declara.

 SALA CONS º291 23/03/2018 CAPACIDAD DE REPRESENTACION (II)

Esta Sala Constitucional, advierte que la Sala de Casación Civil consideró que la falta de
representación de la ciudadana Maribel Del Valle Moreno Caraballo, en cuanto carece de
capacidad de postulación para representar a su cónyuge en juicio, aun evidenciándose un
poder de administración que la facultaba como su representante legal, constituía un error
insubsanable, lo cual dio a lugar a la casación sin reenvío por la infracción de los artículos 3°, 4°
y 5° de la Ley de Abogados, por falta de aplicación de los mismos.

 Respecto a la representación en juicio de los hoy solicitantes en revisión, debe ponderarse lo


previsto en el artículo 166 del Código de Procedimiento Civil, que contempla que: “Sólo podrán
ejercer poderes en juicio quienes sean abogados en ejercicio, conforme a las disposiciones de
la Ley de Abogados”, así como en  la Ley de Abogados en sus artículos 3, 4 y 5 señala: 

‘Artículo 3. Para comparecer por otro en juicio, evacuar consultas jurídicas, verbales o escritas
y realizar cualquier gestión inherente a la abogacía, se requiere poseer el título de abogado,
salvo las excepciones contempladas en la Ley.

Los representantes legales de personas o de derechos ajenos, los presidentes o representantes


de sociedades cooperativas, asociaciones o sociedades civiles o mercantiles que no fueren
abogados, no podrán comparecer en juicio a nombre de sus representados sin la asistencia  de
abogados en ejercicio.

Artículo 4. Toda persona puede utilizar los órganos de la administración de Justicia  para la
defensa de sus derechos e intereses. Sin embargo, quien sin ser abogado deba estar en juicio
como actor, como demandado o cuando se trate de quien ejerza la representación por
disposición de la Ley o en virtud de contrato, deberá nombrar abogado, para que lo represente
o asista en todo el proceso.

 Si la parte se negare a designar abogado esta designación la hará el Juez. En este caso la
contestación de la demanda se diferirá por cinco audiencias. La falta de nombramiento a que
se refiere este artículo será motivo de reposición de la causa, sin perjuicio de la
responsabilidad que corresponde al Juez de conformidad con la Ley.

 Artículo 5. Los Jueces, los Registradores, los Notarios y demás autoridades civiles, políticas y
administrativas sólo admitirán como representantes o asistentes de terceros a abogados en
ejercicio, en los asuntos reservados a éstos en virtud de la Ley, sin perjuicio de lo dispuesto en
las Leyes y disposiciones, que regulan las relaciones obrero-patronales...’.

 De la normativa precedente, se puede afirmar que para realizar cualquier actuación en juicio
se requiere poseer título de abogado y los representantes legales de personas que no fueren
profesionales del derecho no podrán comparecer en juicio a nombre de sus representados
sin la asistencia de abogados en ejercicio.

No obstante, considera esta Sala que la condición de no abogada de la ciudadana Maribel del
Valle Moreno Caraballo, si bien pudiera considerarse   manifiesta falta de capacidad de
representación en juicio, no debe entenderse como la anulación del derecho de ésta a
hacerse representar en juicio a su vez por un profesional del derecho, como sucedió en el
presente caso, cuando la referida ciudadana confirió poder apud acta a la profesional del
derecho Ayskel María Palermo Delgado, para que la representara y a su cónyuge, tal como lo
exige las disposiciones legales in comento, que establece la validez de otorgar poder judicial a
un abogado, por lo que la acción interpuesta debe considerarse válidamente realizada, tal
como analizó el Juzgado de Primera Instancia y el de Alzada que conocieron el presente caso,
más aún cuando al no verse configurado el litisconsorcio activo entre cónyuges, en virtud de la
naturaleza de la acción planteada en el juicio principal, la referida ciudadana se encontraba
plenamente facultada para accionar en la defensa de los intereses de los bienes gananciales de
su comunidad. Aunado al hecho de que, no obstante esto último, el ciudadano Andrés Avelino
Gamboa Fernández, había otorgado un poder de administración que facultaba a Maribel Del
Valle Moreno Caraballo como  su representante legal, manifestándose así su voluntad en dicho
instrumento.

 En este sentido, la Sala de Casación Civil, en sentencia N.° RC.00088 del 13 de marzo de 2003,
estableció:

“…Se observa igualmente que la delegación para ejercer poderes en juicio, está reservada por
mandato legal a quienes están autorizados para ello, es decir, a los profesionales del derecho
que cumplen los requisitos establecidos en la Ley de Abogados y su reglamento, y es por ello
que los sustituyentes no tienen capacidad de postulación y en consecuencia no han tenido la
facultad de representar al Banco demandante en juicio y al no tenerla, tampoco les es dado
sustituirla en otro y así se declara…”.

 Al respecto, considera la Sala, que la condición de -no abogados– de los mencionados
sustituyentes, pudiera tratarse de una incapacidad de ejercicio que en ningún caso anula la
representación judicial, la cual conlleva la voluntad de sustituirla en un profesional del
derecho, como ha sucedido aquí, en el abogado René Faría Colotto, para realizar los actos del
juicio, sin involucrar la capacidad jurídica de las personas que transmiten las facultades
judiciales.

 En este sentido, si los miembros de la referida Junta Liquidadora del Banco Latino C.A., C.A.,
no son abogados y, no pueden, por tanto, ejercer las facultades judiciales que les confirió el
Fondo de Garantía de Depósitos y Protección Bancaria (FOGADE), ésto no constituye un vicio
de la sustitución, ni del mandato mismo conferido a los miembros del órgano liquidador de la
sociedad mercantil, sino básicamente, pudiera tratarse de una incapacidad de ejercicio de los
sustituyentes.

 
En consecuencia, esta Sala observa que, no existe norma legal que impida el otorgamiento de
facultades judiciales a los miembros de la Junta Coordinadora, ni que ordene la nulidad de la
mencionada sustitución a causa de la ya examinada incapacidad y, en este sentido, la Sala
considera pertinente reiterar que, lo que la doctrina y la Ley de Abogados han negado
terminantemente, es que el -no abogado- se presente ante el tribunal para ejercer tales
poderes…”.

 Asimismo, consideró dicha sentencia:

 “…se observa que los mandatarios con facultad expresa para ello, se dieron por citados en
nombre de sus respectivos mandantes, y es ese mismo acto otorgaron poder especial al
abogado que lo asistía y que, por tanto actuó en el expediente, todo lo conlleva a esta Sala a
concluir que: 1) el poder otorgado a la ciudadana Daicys Xiomara reyes es válido; 2) con
fundamento en esa validez, la referida ciudadana, confirió poder a nombre de su representado
al abogado Reyes Sanabria Soto; 3) que el mentado abogado estuvo presente en el acto
procesal por el cual la ciudadana Daicys Xiomara Reyes, se dio por citada a nombre del
codemandado Pedro José Reyes, y; 4) Por vía de consecuencia, al haberse constituido en juicio,
de manera legal, la representación del mentado codemandado, en la oportunidad de darse la
citación, ésta se considera válidamente realizada, por lo que el ad quem al reponer la causa
por considerar que la citación no se había perfeccionado, causó una dilación indebida del
proceso, en contravención del artículo 26 de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, lo cual se traduce en una violación directa de los artículos 15, 206 y 208 del Código
de Procedimiento Civil.” (Resaltado de la Sala).

 Por ese motivo, la Sala establece que la decisión del Juzgado Superior en lo Civil, Mercantil y
del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Estado Anzoátegui, Extensión Barcelona, del 11
de mayo de 2015, no cometió la infracción de los artículos 3°, 4° y 5° de la Ley de Abogados por
falta de aplicación denunciados en Casación y por ende esta Sala considera que en el fallo
objeto de revisión no se analizó debidamente el hecho de que la naturaleza de la acción del
juicio principal no se encontraba enmarcada en la figura del litis consorcio necesario (artículo
168 del Código Civil) y que por ende no requería del consentimiento de ambos cónyuges para
la interposición de la demanda, aunado a que se evidenció en el expediente el poder apud acta
conferido, una vez admitida la demanda del juicio principal, a la profesional del derecho Ayskel
María Palermo Delgado, quien los representó  en el juicio tanto en primera instancia como en
alzada.

En este orden de ideas, más recientemente, esta Sala en sentencia N.° 0115 del 09 de febrero
de 2018, señalo:

 “De igual manera, el artículo 166 del Código de Procedimiento Civil que limita el ejercicio de
poderes en juicio de abogados en ejercicio conforme a la Ley de Abogados y observando lo
establecido en el artículo 12 de la ley del ejercicio de esa profesión, se ha dicho que la persona
que no es abogado, no puede ejercer la representación en juicio de su poderdante, ni siquiera
asistido de abogado (vid. sentencia de la Sala de Casación Civil del 28 de octubre de 1992,
juicio Emilio Ramos Estévez contra Fernando Carrocera Álvarez), así, esa capacidad de
postulación o cualidad profesional la poseen únicamente los profesionales del derecho.
 No obstante, la Sala de Casación Civil, en sentencia N.° RC.0088 del 13 de marzo de 2003,
estableció que:

 ‘…la doctrina que al respecto sostiene la Sala, que establece la validez de otorgar poder
judicial a un no abogado, limitando únicamente el uso de esos poderes en juicio, dado que por
Ley sólo podrá realizar actos dentro del proceso un profesional del derecho; se observa que los
mandatarios con facultad expresa para ello, se dieron por citados en nombre de sus
respectivos mandantes y, en ese mismo acto otorgaron poder especial al abogado que los
asistía y que, por tanto actuó en el expediente, todo lo conlleva a esta Sala a concluir que: 1) el
poder otorgado a la ciudadana D.X.R. es válido; 2) con fundamento en esa validez, la referida
ciudadana, confirió poder a nombre de su representado al abogado …; 3) que el mentado
abogado estuvo presente en el acto procesal por el cual la ciudadana D.X.R., se dio por citada a
nombre del codemandado…, y; 4) Por vía de consecuencia, al haberse constituido en juicio, de
manera legal, la representación del mentado codemandado, en la oportunidad de darse la
citación, ésta se considera válidamente realizada…”

 Es así que se ratifica con la presente sentencia, la validez de otorgamiento de un poder en
juicio a otra persona no abogado, limitando únicamente el uso de esos poderes en juicio,
cuando al poseer esa facultad expresa, se pueden dar por citados o notificados, pero deben
inmediatamente otorgar poder a un profesional del área jurídica en nombre de su
mandante, como se evidenció en el presente caso. (Ver sentencia N.° RC.0088 de la Sala de
Casación Civil, del 13 de marzo de 2003).

Razón por la cual esta Sala declara que ha lugar a la revisión solicitada respecto de la decisión
dictada el 11 de diciembre de 2015, por la Sala de Casación Civil, por lo que en consecuencia se
anula y se ordena a la Sala de Casación Civil dictar un nuevo fallo en atención a las
consideraciones previas.” (Resaltado de la Sala)

 En este orden de ideas, y de la jurisprudencia ut supra señalada, en relación a la validez del
otorgamiento de un poder en juicio a otra persona que no es abogado, se observa de la
transcripción del poder que la ciudadana Mayra Alexandra Jesser Moncada le otorgó al
ciudadano Calogero Pascuale Lipani, que dicho documento no es únicamente un poder de
administración, si no que lo faculta ampliamente en materia judicial para designar apoderados
especiales para asuntos determinados cuando lo juzgara conveniente o así lo requiera la ley, la
juez en el análisis que hizo del poder en su sentencia, señaló que el mismo era solo un poder
de administración sobre el inmueble objeto de litigio, y más adelante indicó, que existe por
parte del co-demandado ciudadano Calogero Pascuale Lipani, una falta de representación para
actuar, por carecer de capacidad de postulación que detenta todo abogado en ejercicio, cuya
falta no se subsana ni aún asistido de abogado, declarando dicha representación en ilegitima,
por lo que la juez yerra en su apreciación, en virtud de que se observa perfectamente de la
transcripción ut supra que del poder otorgado por Mayra Alexandra Jesser Moncada al
ciudadano Calogero Pascuale Lipani Giunta, faculta a éste último, expresamente en materia
judicial, para comparecer y gestionar ante todas y cada una de las autoridades de la República,
bien sean éstas judiciales, civiles, administrativas o fiscales, para intentar y contestar
demandas y reconvenciones; oponer y contestar cuestiones previas, convenir, desistir,
transigir; comprometer en árbitros arbitradores; promover  evacuar las pruebas
correspondientes en los juicios o juicio respectivo; repreguntar testigos, darse por citado,
notificado y/o intimado en su nombre, absolver posiciones juradas; seguir todos los juicios o
juicio en todas las instancias, grados, trámites e incidencias; interponer toda clase de recursos,
bien sean éstos ordinarios o extraordinarios; hacer posturas en remate, recibir cantidades de
dinero y otorgar los correspondientes comprobantes de cancelación, recibos y
finiquitos, pudiendo nombrar apoderados especiales para asuntos determinados cuando lo
juzgue conveniente o lo requiera  la Ley. Así se decide.

 Razón por la cual esta Sala declara ha lugar la revisión solicitada respecto de la decisión
dictada el 27 de abril de 2015, por el Tribunal de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, del
Tránsito y Bancario de la Circunscripción Judicial del Estado Aragua, con sede en Cagua, por lo
que en consecuencia se anula y se ordena al Juzgado competente dictar un nuevo fallo en
atención a las consideraciones previas. Así se decide.

 En virtud de la declaratoria anterior, esta Sala considera inoficioso pronunciarse sobre la
medida cautelar solicitada, en virtud de que al declararse ha lugar la revisión constitucional,
carece de utilidad su análisis. Así al efecto se decide.

 SALA CONSº 759 06/11/2018 CAPACIDAD REPRESENTACION (III)

 Por otra parte, tampoco es cierto que el juez debía declarar inadmisible la demanda de
conformidad con lo previsto en el artículo 166 del Código de Procedimiento Civil, toda vez que
al haberse opuesto la cuestión previa de falta de legitimidad de la ciudadana Olimpia Coelho
de Nunes para representar a los ciudadanos Jhonny Nunes Coelho, Carlos Alberto Nunes
Cuello y Teresa María Nunes de Rinaldi, por no ser abogada, los prenombrados
ciudadanos procedieron a comparecer al juicio a subsanar personalmente la cuestión previa
invocada, y adicionalmente ratificaron la demanda así como todas las actuaciones
subsiguientes, razón por la cual estima esta Sala que con la subsanación de la cuestión previa y
ratificación de la demanda quedó convalidado el defecto de forma de escrito libelar y de las
restantes actuaciones procesales, pero adicionalmente queda comprobado que no le estaba
permitido a los jueces de instancia declarar la inadmisibilidad de la demanda de desalojo dado
que no estamos en presencia de un litisconsorcio necesario sino facultativo, pues tanto la
ciudadana Olimpia Coelho de Nunes como cualquiera de los herederos del de cujus Altino
Nunes Márquez, podía solicitar el desalojo del inmueble, y habiéndose presentado la
demanda por la ciudadana Olimpia Coelho de Nunes, que es una de las propietarias y
herederas del inmueble objeto del juicio de desalojo, en modo alguno podían los jueces de
instancia efectuar dicha declaratoria de inadmisibilidad. Así se decide.

 SENTENCIA SALA CONS º261 14/03/2018: OFENSA DEL ABOGADO

No puede la Sala dejar de advertir el lenguaje soez e irrespetuoso empleado por


el abogado Leonardo Parra Bustamante en el escrito de solicitud de aclaratoria, atentando
contra la majestuosidad de los Magistrados que integran la Sala Constitucional de este Alto
Tribunal.

En efecto, en dicho escrito el abogado Leonardo Parra Bustamante, en un lenguaje además


cáustico expone:
 

... a pesar de ser docente universitario, no puedo considerarme erudito en el derecho


constitucional, ni en el derecho penal; pero, la lógica jurídica, me permite opinar con el
respeto debido, que la decisión emitida por esta Sala es (sic) innovar en el derecho, no es una
interpretación constitucional; es una continuidad de los errores procesales cometido en el
pasado.” Asimismo, señala “[c]uando se acude a esta máxima instancia judicial, es en busca de
la Tutela (sic) Judicial (sic) Efectiva (sic) y que aflore la verdad verdadera, tal como lo prevé el
artículo 12 del Código de Procedimiento Civil y el artículo 13 del Código Orgánico Procesal
Penal, ambas disposiciones son bastiones del cumplimiento de la Garantía Constitucional
prevista en el artículo 49 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (…).

 Adicionalmente, el solicitante de la aclaratoria de manera ofensiva  indicó que la “La premisa


que antecede es la razón en derecho, en virtud de la decisión emitida por esta Sala
Constitucional, con Ponencia de la Magistrada Dra. Carmen Zuleta de Merchán, sin que ello
pueda ser catalogado como vilipendio, debo manifestarle que creo en un estado de
derecho, me horrorizo de la decisión in comento, por su ilógica reflexión (…), [a]l negarle a mi
mandante el acceso a la justicia, por una formalidad no prevista, es una lesión a los derechos
humanos” (resaltado del presente fallo); expresiones éstas por demás ilógicas e incoherentes,
ajenas a la presente litis y desasidas completamente de algún sustento de hecho, de derecho y
probatorio, devienen irreversiblemente en menciones irrespetuosas, ofensivas, oscuras,
confusas e ininteligibles en contra de operarios del Poder Judicial, que hacen imposible la
tramitación de la solicitud que se plantea.

Del mismo modo, debe insistir esta Sala, tal como lo ha hecho en anteriores ocasiones (vid.
número 336/2016 del 2 de mayo; caso: Otoniel Pautt Andrade), sobre el deber inexorable
asignado a los abogados de la República Bolivariana de Venezuela, de desplegar ante los
órganos integrantes del Poder Judicial, y muy especialmente ante el Tribunal Supremo de
Justicia, una conducta profesional y respetuosa, excluyendo la posibilidad de realizar actos o
comunicarse en forma que atente contra la majestad de los órganos judiciales.

Siendo ello así, esta Sala le reitera al abogado Leonardo Parra Bustamante que, como
profesional del Derecho, tiene el deber de dirigirse de manera respetuosa a los Magistrados de
este Alto Tribunal, tal como lo establece el artículo 171 del Código de Procedimiento Civil, cuyo
texto dispone:

 Artículo 171. Las partes y sus apoderados deberán abstenerse de emplear en sus diligencias y
escritos expresiones o conceptos injuriosos o indecentes. El Juez ordenará testar tales
conceptos si no se hubiesen notado antes, apercibiendo a la parte o al apoderado infractor,
para que se abstenga en lo sucesivo de repetir la falta, con una multa de dos mil bolívares por
cada caso de reincidencia.

 Cabe agregar que, en resguardo del ejercicio de la función judicial y el respeto que a ella debe
brindarse, la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia estableció en su artículo 121, lo
siguiente:

 
Artículo 121. Las Salas del Tribunal Supremo de Justicia sancionarán con multa de hasta cien
unidades tributarias (100 U.T.) a quienes irrespeten, ofendan o perturben con sus actuaciones
al Poder Judicial, al Tribunal Supremo de Justicia a sus órganos o funcionarios o funcionarias; o
a quienes hagan uso abusivo de recursos o acciones judiciales; igualmente, sancionarán a las
partes que falten el respeto al orden debido en los actos que realicen, o que incumplan,
desobedezcan o desacaten las decisiones, acuerdos u órdenes judiciales o llamen
públicamente a ello.

 La multa se pagará ante cualquier entidad bancaria receptora de fondos públicos nacionales
dentro de los treinta días continuos siguientes a la notificación de la decisión que imponga la
sanción o decisión que resuelva el reclamo conforme a lo que se establece en el artículo 125
de esta Ley. La constancia de haberse efectuado el pago será consignada a los autos dentro de
los cinco días hábiles siguientes al vencimiento del plazo para el pago.

 Si el sancionado o sancionada no pagare la multa en el lapso establecido, la sanción podrá


aumentarse entre un tercio y la mitad del total de la multa.

 De tal manera, que al encontrarse enmarcada dentro del supuesto establecido en el
encabezado del artículo 121 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia, transcrito
anteriormente, la conducta injuriosa dirigida a irrespetar la investidura de los Magistrados que
integran el máximo y último intérprete de la constitucionalidad desplegada por quien
formulara la solicitud de aclaratoria, se sanciona al abogado Leonardo Parra Bustamante, con
multa de cien Unidades Tributarias (100 U.T.), que constituye el límite máximo de la sanción
prevista, con fundamento en la gravedad de las ofensas proferidas. Y así se declara.

En virtud de lo anteriormente declarado, se ordena al mencionado abogado pagar la multa


impuesta en cualquier oficina receptora de fondos públicos nacionales. A tal efecto se le
confiere un plazo de cinco (5) días de despacho siguientes a la notificación de la presente
decisión, para que cumpla con el pago. Se advierte al sancionado, de que el incumplimiento
del pago de la multa en el lapso establecido, tal sanción podrá aumentarse entre un tercio y la
mitad del total de la multa.

Con la finalidad de velar por la correcta ejecución de la sanción impuesta, el mencionado


ciudadano deberá acreditar ante esta Sala el pago de la multa ordenado, y la Secretaría de la
Sala verificará dicho pago si el referido abogado presenta cualquier escrito, acción o diligencia
ante esta Sala Constitucional.

Por último, se ordena oficiar al Tribunal Disciplinario del Colegio de Abogados de adscripción


del profesional del derecho ya identificado, sobre la sanción impuesta en la presente decisión.

 Gaceta oficial º4915 30/05/1995 LEY DE INTERPRETES PUBLICOS


RAFAEL CALDERA
Presidente de la República

En ejercicio de la atribución que le confiere el ordinal 10º del artículo


190 de la Constitución, en Consejo de Ministros,

DECRETA

el siguiente

REGLAMENTO DE LA LEY DE INTÉRPRETES PÚBLICOS

Capítulo I  
Disposiciones Generales

Artículo 1. Este Reglamento tiene por objeto desarrollar las


disposiciones referentes a la obtención y expedición del Título del
Intérprete Público en un idioma determinado, contenidas en la Ley de
Intérpretes Públicos mediante el establecimiento de requisitos para
optar la consecución del mismo.

Capítulo II  
De la Solicitud de Exámenes

Artículo 2. Quien aspire obtener el Título de Intérprete Público en un


idioma determinado, solicitará presentar los exámenes de ley
mediante escrito dirigido al Director de Justicia y Cultos del Ministerio
de Justicia.

El aspirante, en escrito debidamente firmado, hará las siguientes


indicaciones: nombre, apellido, número de la cédula de identidad,
edad, lugar de nacimiento, nacionalidad, profesión, domicilio,
dirección del lugar donde se harán las notificaciones pertinentes,
idioma en que aspira obtener el Título, estudios realizados y otros
elementos que acreditan su capacidad y conocimiento.

Artículo 3. Cuando en la solicitud faltare cualquiera de los requisitos


exigidos en el artículo anterior, el Director de Justicia y Cultos
comunicará al presentante las omisiones o faltas observadas, a fin de
que en el plazo de quince días continuos proceda a subsanarlas. Si el
interesado presentare oportunamente las correcciones exigidas y la
solicitud fuere objetada, podrá ejercer los recursos previstos en la Ley
Orgánica de Procedimientos Administrativos.

Artículo 4. Admitida la solicitud, el Director, en un plazo no menor


de quince días continuos, fijará lugar, fecha y hora para la realización
de los exámenes correspondientes, lo que será notificado
personalmente al interesado.
Capítulo III  
De los Exámenes

Sección I  
De las Pruebas

Artículo 5. El Director de Justicia y Cultos fijará el lugar, fecha y


hora de aplicación de las pruebas.

Artículo 6. El examen previsto por la Ley para la obtención del Título
de Intérprete Público constará de dos pruebas eliminatorias: una
escrita, que tendrá una duración máxima de dos horas, y otra oral,
que durará no más de treinta minutos.

Artículo 7. El presentante rendirá examen de castellano y del idioma


en que aspire obtener el Título, el cual versará sobre el dominio de
ambas lenguas en su forma escrita y oral, aptitud para traducir del
castellano al idioma correspondiente o viceversa.

Artículo 8. El aspirante presentará al jurado las credenciales de


interpretación y traducción dentro de un lapso que no excederá de
diez (10) días hábiles. El jurado podrá considerarlas suficientes para
demostrar la idoneidad profesional del aspirante al Título de
Intérprete Público, en cuyo caso, podrá eximir la presentación de
todas o algunas de las pruebas. La decisión del durado deberá
tomarse por unanimidad.

Sección II  
De las Calificaciones

Artículo 9. La clasificación de los exámenes para optar al Título de


Intérprete Público se regirá por la escala numérica del 1 al 20,
correspondiendo el 10 a la nota aprobatoria.  En cada prueba se
evaluará el dominio de las lenguas y la aptitud del aspirante para
traducirlas.

Sección III  
De las Actas

Artículo 10. El Jurado Examinador dejará constancia del resultado


del examen en un acta que levantará por triplicado. Un ejemplar del
acta será entregado al aspirante y las otras consignadas, con los
demás recaudos del examen, por ante la Dirección de Justicia y
Cultos.

El acta contendrá el nombre y apellido del aspirante, el idioma en que


haya optado al Título del Intérprete Público, el lugar, día y hora de
cada una de las pruebas efectuadas, las calificaciones obtenidas por
el aspirante y las firmas autografiadas de los miembros del Jurado
Examinador.  En caso de inasistencia del aspirante se dejará
constancia de la misma.

Capítulo IV  
Del Jurado Examinador

Sección I  
De la Integración

Artículo 11. El Jurado Examinador estará constituido por tres


miembros que posean el Título de Intérprete Público en el idioma
respectivo. El Jurado Examinador deberá constituirse en el lugar y
hora que señale la Dirección de Justicia y Cultos.

Artículo 12. Para constituir el Jurado Examinador, el Director de


Justicia y Cultos designará tres (3) miembros principales y tres (3)
suplentes, quienes deberán llenar las condiciones indicadas en el
artículo anterior.

Si no existieran Intérpretes Públicos en el idioma que ha de ser


objeto del examen, el Director de Justicia y Cultos podrá designar a
personas que no posean título oficial, siempre que demuestren
conocimientos suficientes en el idioma respectivo.  Corresponde a la
Dirección de Justicia y Cultos convocar a las personas designadas y
realizar todo lo que fuere necesario para constituir el jurado.

Sección II  
De los Emolumentos

Artículo 13. Aceptada la solicitud del aspirante para presentar los


exámenes de Ley para optar al Título de Intérprete Público, la
Dirección de Justicia y Cultos informará sobre la designación del
Jurado y la forma de consignar el pago de los emolumentos a los
miembros del jurado examinador quienes percibirán la cantidad de
veinte mil bolívares (Bs. 20.000,oo) cada uno. El aspirante
consignará la suma de sesenta mil bolívares (Bs. 60.000,oo) a través
de cheque de gerencia, en el Juzgado que dentro de esta jurisdicción
determine la Dirección de Justicia y Cultos.

Artículo 14. El Ministerio de Justicia ajustará, previo examen y de


manera periódica, la cantidad de los emolumentos a percibir por los
miembros del jurado examinador.

Capítulo V  
Del Juramento y del Título

Sección I  
Del Juramento
Artículo 15. Si el aspirante resultare aprobado en el examen
presentará al Director de Justicia y Cultos el juramento de Ley, de lo
cual se levantará acta por duplicado, suscrita por el aspirante y el
Director de Justicia y Cultos.

Sección II  
Del Título

Artículo 16. Prestado el juramento, el Director de Justicia y Cultos


expedirá el Título de Intérprete Público en el idioma correspondiente.

Artículo 17. El Director de Justicia y Cultos hará entrega del Título al


interesado, debidamente firmado, sellado y con el número de
inscripción correspondiente.

Sección III  
Del Registro Público del Título

Artículo 18. El interesado deberá registrar su Título en la Oficina


Principal de Registro Público del Distrito Federal.

Artículo 19. Cumplida la formalidad del Registro, el interesado


solicitará al Director de Justicia y Cultos se le expida credencial de
Intérprete Público en el idioma respectivo.

Artículo 20. El interesado deberá presentar su título registrado al


Juez de Primera Instancia en lo Civil de la Jurisdicción del lugar donde
ejerce su profesión.

El Juez, antes de devolver su título al interesado, levantará un acta


en la que se hará constar:

a.- La presentación del Título.

b.- El idioma al cual se refiere el Título.

c.- La cédula de identidad, edad, nacionalidad y domicilio del


Intérprete; y

d.- Los datos de protocolización del Título.

Capítulo VI  
De las Atribuciones del Ministerio de Justicia

Artículo 21. El Ministerio de Justicia hará publicar en la Gaceta


Oficial de la República de Venezuela la Resolución por la cual se
otorga el Título de Intérprete Público, con expresión del idioma a que
se refiere.
Artículo 22. En el Ministerio de Justicia se llevará un expediente de
las actuaciones relativas al otorgamiento de cada Título de Intérprete
Público.

Artículo 23. La Dirección de Justicia y Cultos podrá suspender al


Intérprete Público en el ejercicio de su profesión de acuerdo a lo
establecido en los artículos 7º y 8º de la Ley de Intérpretes Públicos.

Artículo 24. Los casos dudosos y los no previstos en el presente


Reglamento serán resueltos por el Ejecutivo Nacional, por órgano del
Ministerio de Justicia, de conformidad con las disposiciones previstas
en la Ley Orgánica de Procedimientos Administrativos.

Capítulo VII  
Disposiciones Finales

Artículo 25. Se deroga el Reglamento de la Ley de Intérpretes


Públicos de fecha 25 de enero de 1957.

Artículo 26. Este Reglamento entrará en vigencia a partir de la fecha


de su publicación en la Gaceta Oficial.

Dado en Caracas, a los once días del mes de abril de mil novecientos
noventa y cinco. Año 184º de la Independencia y 136º de la
Federación.

(L.S.)
RAFAEL CALDERA

 SALA CONS º80 1/02/2001 NULIDAD PARCIAL DEL ART 197

OJOOOO ESTA SENTENCIA ES DEMASIADO IMPORTANTE YA QUE MODIFICA LA FORMA


DE COMPUTAR LOS LAPSOS PROCESALES…

PARA ENTENDERLA BIEN, VOY A RESUMIRLA POR PARTES:

ALEGATOS DE LOS ACCIONANTES (QUIENES PIDEN LA NULIDAD)

 Los abogados actores interpusieron acción de nulidad por razones de

inconstitucionalidad contra la norma dispuesta en el artículo 197 del Código de

Procedimiento Civil, publicada en la Gaceta Oficial N° 3.694 Extraordinario, de fecha 22

de enero de 1986 y contra lo previsto en el artículo 18 de la Ley Orgánica del Poder


Judicial, publicada en la Gaceta Oficial N° 3.995 Extraordinario, de fecha 13 de agosto

de 1987, cuyos contenidos son del siguiente tenor:


Código de Procedimiento Civil
 
“Artículo 197: Los términos o lapsos procesales se computarán por días calendarios
consecutivos, excepto los lapsos de prueba, en los cuales no se computarán los
sábados, los domingos, el Jueves y el Viernes santos, los declarados días de fiesta
por la Ley de Fiestas Nacionales, los declarados no laborales por otras leyes, ni
aquellos en los cuales el Tribunal disponga no despachar”.
 
Ley Orgánica del Poder Judicial
 
“Artículo 18.-Los jueces gozarán de vacaciones anuales en la fecha más próxima a
aquellas en que hayan cumplido el año de servicio, de conformidad a lo que
establezca el Consejo de la Judicatura, caso en el cual devengarán además de su
sueldo normal, un bono vacacional equivalente a un mes de sueldo. En todo caso,
las vacaciones de los jueces no suspenderán el curso de las causas ni los lapsos
procesales”.

Indicaron los accionantes, respecto al artículo 197 del Código de Procedimiento Civil,

que en dicha norma está interesado el orden público, la seguridad jurídica y una recta

administración de justicia, sin embargo, la misma está viciada de inconstitucionalidad por

contrariar lo dispuesto en el primer aparte del artículo 68 de la Constitución de 1961, que

consagraba el derecho a la defensa.

Continuaron alegando que el legislador de 1986, en el artículo 197 del Código de

Procedimiento Civil, a los fines del cómputo de los lapsos procesales, hizo una diferenciación

entre los lapsos de pruebas, los cuales resolvió contarlos por días en que el Tribunal dispusiera

despachar, y los demás lapsos, donde dispuso calcularlos por días calendarios consecutivos,

olvidándose entonces -en criterio de los accionantes- “que las mismas buenas razones que

tuvo para suputar contemplar que los lapsos de pruebas tenían que se computados por días en

que el Tribunal resuelva despachar, abonan con más razones o suficientes para los lapsos en los

cuales las partes deban ejercer los recursos procesales correspondientes o cumplir un acto

procesal transcendente”. En tal sentido indicaron, que si bien la decisión judicial está vinculada

con las pruebas que las partes suministren en el proceso, también es cierto que las partes

tienen el derecho legítimo a que se les compute debidamente el lapso para interponer los
recursos o cumplir con un acto procesal esencial, pues de lo contrario, se violenta el derecho a

la defensa.

Que el legislador de 1986 no previó algunos supuestos comunes a las contingencias del

debate judicial, y que de haberlos tomado en consideración, habría establecido el

cómputo  por días de despacho para ejercer los recursos procesales, y para

determinados  actos de importancia en el proceso.

Por otra parte alegaron, que la norma dispuesta en el artículo 196 del Código de

Procedimiento Civil, donde se establece el principio de la legalidad de los actos procesales

constituye letra muerta, porque en la mayoría de las hipótesis, los lapsos correspondientes a

cinco (5), ocho (8), diez (10) y veinte (20) días consecutivos, según el caso, nunca contendrían

realmente el número de días preceptuados en cada supuesto, habida cuenta de que al no

despachar los tribunales los días sábados, domingos, feriados o cualquier otro día virtualmente

se abrevian los lapsos legalmente previstos. Concluyeron así que, la tesis de computar los

lapsos procesales conforme a lo previsto en el artículo 197 del Código de Procedimiento Civil

es contrario al derecho a la defensa consagrado en la Constitución de 1961.

EN LA exposición de motivos indicaron, que el concepto que atribuye a la

administración de justicia la cualidad de servicio público ininterrumpido fue incorporado por la

Comisión Redactora del Proyecto de Código de Procedimiento Civil, señalando al respecto que,

cuando se redactó la versión original del artículo 201, este establecía lo siguiente: “ Del quince

de agosto al quince de septiembre, ambos inclusive, habrá anualmente vacaciones judiciales

para los jueces, pero ellas no suspenderán el curso de las causas ni de los lapsos procesales”.

Señalaron también, que con el sistema adoptado por el artículo 18 de la Ley Orgánica

del Poder Judicial, la situación se ha agravado y “la justicia vacacional” se ha extendido de un

mes a todo el año por las siguientes causas: “(...) 1) Todos los jueces titulares no pueden tomar

las vacaciones de consuno, sino que disfrutarán de ellas escalonadamente (...)  2) En el régimen

anterior los jueces no podían dictar sino las providencias cautelares y aquellas necesarias y

urgentes, pero no podían pronunciarse sobre el fondo del asunto, lo que garantizaba a los

abogados litigantes un descanso seguro durante las vacaciones judiciales, sin ninguna

sorpresa. 3) Con el nuevo  sistema los Jueces suplentes tienen que continuar la sustanciación de
los asuntos, dictar decisiones atinentes a la sustanciación, decisiones interlocutorias y

providencias cautelares y esto constituye una fuente segura y copiosa de `justicia vacacional´

que fue precisamente lo que quiso combatir artículo 18  reformado de la Ley Orgánica del

Poder Judicial (...)”. Mencionaron asimismo, que los logros que se han obtenido con la

supresión de las vacaciones han sido muy limitados, ya que los jueces temporales sólo

sustancian las causas y pocas veces deciden asuntos transcendentes.

En un capítulo titulado “De la Conveniencia de las vacaciones judiciales” los

accionantes indicaron que ha sido tradición en Venezuela que durante los meses de agosto y

septiembre de cada año, ocurran las vacaciones escolares en todos lo niveles de educación,

“(...) de manera que, todos los abogados en ejercicio y también los jueces y funcionarios

judiciales elaboran planes para salir de vacaciones con su familia y con sus hijos de edad

escolar durante dicho lapso(...)”, pero que con la nueva reforma del artículo 18 de la Ley

Orgánica del Poder Judicial, la mayoría de los jueces y los abogados en el libre ejercicio de su

profesión no pueden disfrutar de las vacaciones escolares con sus hijos. En este sentido

alegaron, que la única posibilidad de que un abogado en ejercicio disfrute de sus vacaciones

anuales en la misma oportunidad de las vacaciones escolares, sería imponerle al cliente otro

abogado para que lo patrocine, imposición que sería inconstitucional -en criterio de los

accionantes- porque le violaría a este otro abogado el derecho a disfrutar de las vacaciones

anuales. Por los motivos anteriores, señalaron que la administración de justicia ininterrumpida

fracasó, considerando que el artículo 18 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, conforme al cual

las vacaciones de los jueces no suspenden el curso de las causas ni los lapsos procesales,

quebranta el espíritu y propósito del primer aparte del artículo 86 de la Constitución de 1961

que postula el principio de las vacaciones anuales para todos los trabajadores.

 MOTIVACION DE LA SALA CONS:

Los actores interpusieron la presente acción de nulidad por razones de inconstitucionalidad

contra el dispositivo normativo contenido en el referido artículo 197 del Código de

Procedimiento Civil, por considerar que viola el derecho a la defensa, consagrado en el artículo

68 de la Constitución de 1961. Al respecto, la representante del Ministerio Público fue


conteste con los actores al opinar que el señalado artículo lesionaba el derecho a la defensa,

puntualizando al respecto, que a pesar de ser la celeridad procesal, la finalidad primordial del

Código de Procedimiento Civil, no podía dejarse de lado el funcionamiento del sistema jurídico

procesal hacia el cual se dirigen sus efectos, siendo además que se desprende de la Exposición

de Motivos de dicho Código, que el cuestionado dispositivo se redactó para ampliar, en la

medida de lo posible, el lapso de pruebas y en atención a la decisión de fecha 25 de octubre de

1989 de la Sala de Casación Civil de la  entonces Corte Suprema de Justicia, de eliminar las

vacaciones judiciales

Los accionantes señalaron, que el citado artículo 197 diferencia el cómputo de los lapsos

procesales según se trate del lapso probatorio o de los demás lapsos, ya que en éstos resolvió

computarlos por días calendarios consecutivos, y los primeros por días calendarios

consecutivos con excepción de los sábados, domingos, Jueves y Viernes Santos, los declarados

días de fiestas por la Ley de Fiestas Nacionales, los declarados no laborables por otras leyes, así

como aquellos en los cuales el tribunal dispusiera no despachar, violando con ello el derecho a

la defensa, consagrado en el artículo 68 de la Constitución de 1961, considerando los

accionantes, que las mismas razones que tuvo el legislador para contemplar que los lapsos de

pruebas debían ser computados por días en que el Tribunal resolviera no despachar, justifican,

el supuesto de los restantes lapsos procesales a efecto de ser computados de igual forma.

            Señalaron también, que con lo dispuesto en artículo 197 del Código de Procedimiento

Civil, se trastoca el principio de legalidad de los lapsos procesales previstos en el artículo

196 eiusdem, y conforme al cual “[l]os términos o lapsos para el cumplimiento de los actos

procesales son aquellos expresamente establecidos por la ley; el Juez solamente podrá fijarlos

cuando la ley autorice para ello”. A juicio de los actores, en la mayoría de los casos, los lapsos a

ser computados por días continuos, nunca contendrán el número de días preceptuados en

cada supuesto, habida cuenta de que con los sábados, domingos, feriados y los días en los

cuales el Tribunal dispusiera no despachar, se abrevian los lapsos legalmente preceptuados,

circunstancia que también consideraron violatoria del derecho a la defensa


Es preciso entender entonces, que el proceso como un conjunto sucesivo de actos

procesales tendientes a la declaratoria final del juez para dilucidar una controversia, amerita

de un ámbito espacial y de un ámbito temporal para su funcionamiento, a fin de asegurar la

participación de los sujetos procesales, a objeto de preservar la certeza jurídica, la igualdad de

tratamiento y la lealtad del contradictorio. Así, las leyes procesales distinguen el tiempo útil

para la realización de los actos procesales en general, del tiempo hábil para ello, distinción

expresada en el Código de Procedimiento Civil, en su artículo 193 que señala:


 
“ Artículo 193,. Ningún acto procesal puede practicarse en día feriado, ni antes de la
seis de la mañana ni después de las seis de la tarde, a menos que por causa urgente
se habiliten el día feriado o la noche.
Será causa urgente para los efectos de este artículo el riesgo manifiesto de que
quede ilusoria una providencia o medida o de que se frustre cualquiera diligencia
importante para acreditar algún derecho o para la prosecución del juicio”.

            De lo expuesto se evidencia, que no todas las horas del tiempo útil son hábiles para la

realización de los actos procesales, debiéndose computar dichos lapsos (entiéndase término o

lapso stricto sensu), conforme a una unidad de medida, previamente establecida por la norma

adjetiva, y que dentro del marco legal se encuentra diferenciada en atención a las distintas

unidades de tiempo que se emplee. Por tanto, los lapsos establecidos por años o meses se

computan desde el día siguiente al de la fecha del acto que da lugar al lapso, y concluye el día

de la fecha igual al acto del año o mes que corresponda para completar el lapso ( artículo 199

del Código de Procedimiento Civil). Asimismo se evidencia, que los lapsos procesales por días,

de conformidad con lo dispuesto en el artículo 197 del Código de Procedimiento Civil, se

computan por días calendarios consecutivos, a excepción del lapso de pruebas.

el artículo 197 del Código de Procedimiento Civil, resulta en franca contradicción con el

derecho al debido proceso, el cual como se ha dicho comporta a su vez, el derecho a la

defensa.  Así, por ejemplo, para la interposición del anuncio de casación, está estipulado un

lapso de diez (10) días, según lo preceptuado en el artículo 314 eiusdem, pero de conformidad

con lo previsto en el artículo 197, dicho lapso virtualmente nunca es el de los diez (10) días

fijados por el artículo 314, sino siempre un lapso menor, donde habrá al menos, y en el mejor

de los casos, un sábado y un domingo, o cuando la abreviación pudiera ser mayor por coincidir
con cualquiera de los días Jueves y Viernes Santos, o en días de Fiesta Nacional, o uno

declarado no laborable por ley distinta a la de Fiestas Nacionales, o alguno o algunos en que el

Tribunal no haya dispuesto oír ni despachar; o en forma acumulativa unos u otros días de los

señalados en los cuales ni el Tribunal, ni por ende, las partes pueden actuar.  En cuanto se

refiere a lapsos y términos cortos, como por ejemplo, el de los tres (3) días establecidos en el

artículo 10; o el de los dos (2) días del artículo 84 del Código de Procedimiento Civil; o los

términos de la formalización y del término de la contestación, respectivamente, de la tacha

incidental de documentos de cinco (5) días cada uno, previstos en el artículo 440 eiusdem; o

aquellos establecidos para el Procedimiento Breve del Título XII, Parte Primera, Libro Cuarto

del Código, conlleva a que tales lapsos y términos podrían quedar abreviados (por virtud de

coincidir con alguno o algunos de los días señalados en el artículo 197, como días no hábiles

para el cómputo de pruebas, por no haber tampoco en ellos despacho en el Tribunal), y en

casos extremos, a un solo día, a horas, a minutos, o bien desaparecer íntegramente el lapso o

término mismo, con un real y efectivo menoscabo del derecho a la defensa de las partes en el

proceso y en detrimento al decoro de la propia función jurisdiccional, al igual que atenta

contra el principio de legalidad de los lapsos procesales, previstos en el artículo 196 del Código

de Procedimiento Civil.

Al respecto, considera la Sala que cuando por disposición legal se contempla un lapso

determinado para la realización de un acto procesal de los antes reseñados, es porque es ése y

no otro, el plazo razonable para realizar dicho acto, por lo cual no puede ser disminuido, ya

que ese es el lapso que el legislador consideró prudente para la realización del acto dispuesto,

toda vez que se parte del principio de la razonabilidad del mismo, y en consecuencia, no debe

disminuirse en detrimento del debido proceso, ni  relajarse de tal forma que atente contra la

celeridad.

Se evidencia así, que entre el contenido de la Exposición de Motivos antes citada y lo

dispuesto en el artículo 197 del Código de Procedimiento Civil, existe contradicción en cuanto

a la exclusividad que en dicho artículo se establece. En tal sentido estima la Sala, que, si la

finalidad de tal método era alcanzar la uniformidad y la certeza en el cómputo de los lapsos, no

se entiende la razón jurídica de la distinción entre lapsos de pruebas y los demás lapsos
procesales para aplicarle, según sea el caso, dos formas de cómputo distintas, pues si bien es

cierto que la promoción y evacuación de pruebas son actos procesales de gran transcendencia

en el proceso, no menos importantes son los actos que les preceden y que le siguen, sobre

todo al tratarse el proceso de una secuencia lógica de actos. Además, tal como está redactada

la norma, se pierde la finalidad del método al desaparecer la razonabilidad del plazo otorgado

por el legislador para la ejecución del acto, porque se disminuye materialmente el plazo

previsto en la norma para efectuarlo, en atención a que los Tribunales -salvo alguna excepción-

no despachan los sábados, domingos, días feriados establecidos por la ley de Fiestas

Nacionales, ni tampoco cualquier otro día que decida no despachar, debido a elementos

exógenos al proceso y que inciden en tal disminución, contrariando así -como bien lo apuntan

los accionantes- el principio de legalidad de los lapsos procesales, establecido en el artículo

196 del Código de Procedimiento Civil, pero primordialmente la garantía constitucional del

debido proceso, y por tanto el derecho a la defensa, consagrados en el artículo 49 numerales 1

y 3 de la Constitución de 1999.

            Así pues, cuando el artículo 197 del Código de Procedimiento Civil establece que, “[l]os

términos o lapsos procesales se computarán por días calendarios consecutivos  excepto los

lapsos de pruebas, en los cuales no se computarán los sábados, los domingos, el Jueves y el

Viernes santo, los declarado días de Fiestas Nacionales, los declarados no laborables por otras

leyes, ni aquellos en los cuales el Tribunal disponga no despachar”    (Resaltado de la Sala), se

enfrenta a los postulados que respecto al debido proceso y al derecho a la defensa se

establecen en la vigente Constitución, al convertir lo que debió ser una regla del cómputo, en

la excepción, ya que al computarse los demás lapsos procesales por días calendarios continuos,

sin atender a las causas que llevó al mismo legislador a establecer tales excepciones en el

cómputo de los lapsos probatorios, se viola el contenido normativo del artículo 49 de la

Constitución de 1999, por disminuir, para el resto de los actos procesales, el lapso que el

legislador consideró -en su momento- razonable para que las partes cumplieran a cabalidad

con los actos procesales que las diferentes normativas adjetivas prevén.  De allí, que esta Sala

considere que la contradicción advertida conduce a situaciones de Summum Jus-Summa


Injuria, tanto en lo que atañe al ejercicio de la función jurisdiccional propiamente dicha, como

respecto de los derechos de las partes en el proceso.

De manera que, concluye esta Sala, que el debido proceso exige, tal como quedara expuesto,

un plazo razonable para todos los actos sin excepción, y por ello, visto que tal como está

redactada la norma contenida en el artículo 197 del Código de Procedimiento Civil, ésta resulta

inconstitucional por ser contraria al debido proceso y al derecho a la defensa debe esta Sala

DECLARAR SU NULIDAD PARCIAL en lo que respecta a la frase: “ (...) los lapsos de pruebas, en

los cuales no se computarán...”.  Así, ante la prohibición absoluta de actuación del Tribunal

fuera de días y horas de despachos, conforme lo dispone el Código de Procedimiento Civil,

debe entenderse, que por regla general los términos y lapsos a los cuales se refiere dicho

artículo, tienen que computarse efectivamente por días consecutivos, en los cuales el Tribunal

acuerde dar despacho, no siendo computables a esos fines aquellos en los cuales el Juez

decida no despachar, ni los sábados, ni los domingos, ni el Jueves y Viernes Santos, ni los días

declarados de fiesta o no laborables por ley, criterio que debe ser aplicado en concatenación

con lo dispuesto en los artículos 199 y 200 del Código de Procedimiento Civil, que establecen:
 
“Artículo 199.- Los términos o lapsos de años o meses se computarán desde
el día siguiente al de la fecha del acto que da lugar al lapso, y concluirán el día de
fecha igual a la del acto, del año o mes que corresponda para completar el número
del lapso.
 
El lapso que, según la regla anterior, debiera cumplirse en un día de que
carezca el mes, se entenderá vencido el último de ese mes.
 
Artículo 200.- En los casos de los dos artículos anteriores, cuando el
vencimiento del lapso ocurra en uno de los días exceptuados del cómputo por el
artículo 197, el acto correspondiente se realizará en el día laborable siguiente”.
 
 

En virtud de lo expuesto, esta Sala declara parcialmente nula la norma contenida en el

artículo 197 del Código de Procedimiento Civil, y a tal efecto, ordena que se tenga la redacción

de la misma de la siguiente manera:


 
 
“Artículo 197.Los términos o lapsos procesales se computarán por días
calendarios consecutivos excepto los sábados, los domingos, el Jueves y
el Viernes Santo, los declarados días de fiesta por la Ley de Fiestas
Nacionales, los declarados no laborables por otras leyes, ni aquellos en
los cuales el Tribunal disponga no despachar.”

 Aclaratoria de la sentencia precedente SALA CIVIL SEN º319 9/03/2001

b) De la aclaratoria de la primera parte del fallo “Inconstitucionalidad del artículo 197 del

Código de Procedimiento Civil”.

Entiende la Sala que la presente solicitud va dirigida al esclarecimiento de la forma en que se

deben computar los términos o lapsos procesales para la realización de los actos que se

mencionan en la misma; a saber, para la formalización, contestación, réplica y contrarréplica

del recurso de casación; para los actos conciliatorios; para la comparecencia a través de

edictos, para proponer la demanda después que haya ocurrido la perención, los que tiene la

Sala de Casación Civil para dictar su fallo, así como el que tiene el Juez de Reenvío para dictar

el suyo; para intentar la invalidación; los de suspensión de la causa principal, los lapsos de

pruebas y el plazo que tiene los árbitros para dictar sentencia. 

Todo ello, a la luz de la norma establecida en el artículo 197 del Código de Procedimiento Civil,

sobre el cual esta Sala Constitucional ejerció control concentrado de su constitucionalidad

declarándola parcialmente inconstitucional.

            Ahora bien, observa la Sala que el accionante al proponer su solicitud en los términos

antes descritos, sugiere una distinción entre lapsos largos y cortos, cuando señala: “¿Cómo

deberán suputarse los lapsos largos o mayores de veinte días, como por ejemplo, (...)”.

            En tal sentido, a los fines de proveer acerca de la solicitud interpuesta, y con el objeto

de determinar el alcance real del dispositivo del fallo considera necesario esta Sala realizar de

forma previa ciertas consideraciones acerca de los efectos de la declaratoria de nulidad parcial

en el control concentrado de la constitucionalidad de las leyes.

            Así, observa esta Sala que según lo dispuesto en el artículo 266, numeral 1, de la

Constitución, es atribución de este Tribunal Supremo de Justicia ejercer la jurisdicción

constitucional; y, conforme a lo establecido en el artículo 336 numeral 1, eiusdem,  es

competencia exclusiva de esta Sala Constitucional “declarar la nulidad total o parcial de las

leyes nacionales y demás actos con rango de ley de la Asamblea Nacional, que colidan con esta
Constitución”.  Expuestas así las cosas, la referida norma asigna dos posibles consecuencias al

ejercicio de dicho control por parte de esta Sala; una, determinar la nulidad total de la norma

impugnada y la otra, la nulidad parcial de la misma, lo cual abre un abanico de posibilidades al

momento de ejercer dicho control.

            Por tanto, cuando una norma es declarada enteramente nula es porque el operador

jurídico, es decir la Sala, luego de haber realizado un análisis exhaustivo del contenido de la

norma impugnada contrapuesto a los principios constitucionales señalados como trasgredidos,

ha concluido que el valor normativo en ella contenido resulta inconstitucional, sin que medie

posibilidad alguna de que persista su existencia en el mundo jurídico, pues se alteraría de

forma insoslayable el orden instaurado, considerando que el dispositivo normativo contenido

en el artículo 119 de la Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia, le otorga la facultad de

fijar los efectos de dicha declaratoria en el tiempo, es decir, hacia el pasado o pro futuro, lo

cual en definitiva constituye la exclusión total de dicha norma en el sistema normativo

existente.

            Situación diferente se plantea en los casos de nulidad parcial de una norma, donde la

totalidad de la norma no resulta inconstitucional, sino que son algunos de sus elementos los

que violan dispositivos constitucionales, supuesto en el cual, la Sala Constitucional excluye de

la estructura de la norma el elemento que resulte inconstitucional, siempre y cuando el

supuesto al cual va dirigida esa norma no desaparezca o se altere en su totalidad de forma tal

que constituya una norma sin objeto.

Ahora bien, en el último de los supuestos referidos, y que resulta ser el caso regulado por el

fallo cuya aclaratoria se solicita, se debe admitir que la relación jurídica condicionada por la

norma de una u otra manera, se ve afectada con el control de constitucionalidad ejercido, ya

que la norma impugnada, a través de la declaratoria de nulidad parcial, se ha convertido en

una norma nueva y diferente de la norma inicial, lo cual implica aceptar, que al constituirse en

una norma distinta, el operador jurídico debe plasmar en su sentencia el alcance del nuevo

dispositivo normativo, pues, se parte de que dicha norma va integrada a un texto normativo

sistemático, donde los preceptos establecidos en cada artículo, en reiteradas ocasiones

guardan relación entre sí.  De allí que, la determinación del alcance de dicha norma se hace
fundamental para establecer en qué afecta la misma la relación jurídica que condiciona, así

como el esquema aplicativo del texto normativo que integra.

            Así pues, al prosperar la nulidad parcial de la norma impugnada nace una nueva norma

y para aplicar tal norma, resulta necesario e indispensable su interpretación, lo cual no es

posible hacerlo sin desentrañar previamente el significado de los signos en los que

exteriormente se manifiesta, obviamente, sin  perder nunca de vista el todo del cual forma

parte, debiendo la Sala, en su condición de operador jurídico, imprimirle a la norma los

caracteres ideológicos que lo llevaron a determinar su nulidad parcial en resguardo de los

derechos constitucionales.

            De manera que, debe esta Sala señalar de forma más clara, cual es el alcance de la

nueva norma contenida en el artículo 197 del Código de Procedimiento Civil dentro del sistema

normativo que integra, lo cual bajo ningún supuesto puede ser visto como una ingerencia o

usurpación en las atribuciones del órgano legislativo -Asamblea Nacional- que tiene por

función propia normar las materias que resultan de orden nacional.

Así, los postulados constitucionales en los que se fundamentó esta Sala para declarar la

inconstitucionalidad parcial de la norma in comento, son los establecidos en los numerales 1 y

3 del artículo 49 de la Carta Magna, en atención a la circunstancia fáctica que se verificaba con

los cómputos de los términos y lapsos establecidos para la realización de determinadas

actuaciones procesales de los justiciables, a consecuencia de la disminución de los mismos en

un número ciertamente menor a aquellos dispuestos en la norma, como producto del no

despachar continuo de los tribunales, lo cual tendía a crear un estado de indefensión y a

transgredir el debido proceso.

Por tanto, los postulados anteriores en los cuales se basó esta Sala para indicar que la regla del

cómputo establecida en el referido artículo 197 del Código de Procedimiento Civil “(...) viola el

contenido normativo del artículo 49 de la Constitución de 1999, por disminuir, para el resto de

los actos procesales, el lapso que el legislador consideró -en su momento- razonable para que

las partes cumplieran a cabalidad con los actos procesales que las diferentes normas adjetivas

prevén”, fueron establecidos en atención a que la actividad jurisdiccional va dirigida a resolver

una controversia y siendo que las partes serán quienes en definitiva sufrirán los efectos de la
sentencia, debe garantizársele a cada una de ellas, la posibilidad de adversar o

contradecir oportunamente lo sostenido por su contraparte, es decir, garantizarle su derecho a

la defensa.

Empero, lo expuesto no quiere decir que esta Sala no haya tenido en cuenta el derecho

constitucional a la tutela judicial efectiva contemplado en el artículo 26 de la Carta Magna, que

dispone:

“Artículo 26. Toda persona tiene derecho de acceso a los órganos de administración de justicia

para hacer valer sus derechos e intereses, incluso los colectivos o difusos; a la tutela efectiva

de los mimos y a obtener con prontitud la decisión correspondiente.

El Estado garantizará una justicia gratuita, accesible, imparcial, idónea, transparente,

autónoma, independiente, responsable, equitativa y expedita, sin dilaciones indebidas, sin

formalismos o reposiciones inútiles” (Resaltado de la Sala).

Lo cual quiere decir, que esta Sala jamás ha pretendido con el dispositivo del fallo sacrificar las

formas sobre el fondo, sino mas bien pretende buscar el contenido jurídico y la finalidad que el

legislador le atribuyó a la norma contenida en el artículo 197 del Código de Procedimiento

Civil, señalándose  mediante esta sentencia su razón de ser, de forma tal que se adapte a la

actividad procesal respetando el derecho a la defensa y al debido proceso consagrado en el

artículo 49 , numerales 1 y 3, de la Constitución.

De manera que, esta Sala al dictar la decisión cuya aclaratoria se solicita partió de que el fin

institucional e inmediato del proceso es la justicia, la cual debe ser alcanzada sin sacrificar el

fondo por la forma, teniendo claro, la existencia de dos actos fundamentales dentro del

esquema procesal; a saber, la demanda y la sentencia, siendo todos los actos intermedios el

mecanismo por el cual se preparara la providencia judicial.

Ahora bien, lo expuesto no quiere decir y así lo entendió esta Sala cuando dictó el fallo, que

todas las formas son innecesarias, pues, la instrumentalidad de las formas si bien no tienen un

valor intrínseco propio -ya que existen solamente como un medio para alcanzar la plena
finalidad de cada acto-, su observancia permite medir concretamente la realización en el

tiempo y en el espacio de las actuaciones procesales.

Por tanto, cuando esta Sala anuló parcialmente la norma in comento lo hizo atendiendo al

derecho a la defensa y al debido proceso, pero -se insiste-, sin desconocer la existencia del

derecho a la celeridad procesal consagrado en el citado artículo 26 de la Constitución, motivo

por el cual, entendiendo al Código de Procedimiento Civil como un conjunto sistemático de

normas, donde los términos o lapsos pautados para realizar las actuaciones procesales se

crearon en principio para ser computados por días calendarios continuos, la formalidad de que

el término o lapso procesal para la realización de un determinado acto sea computado

atendiendo a que el tribunal despache, debe ser entendido para aquellos casos en que

efectivamente se vea inmiscuido de forma directa el derecho a la defensa de las partes.

De forma que, será la naturaleza de las actuaciones procesales las que distinguirán si el

cómputo del término o lapso se realizará por días calendarios continuos sin atender a las

excepciones previstas en el artículo in comento, o, si por el contrario, deberán hacerse

únicamente en función de que el tribunal despache.  En virtud, de que esta Sala considera que

el ejercicio oportuno de los derechos adjetivos que les asiste a las partes en un proceso -

oportunidad que sólo puede verificarse si el tribunal despacha- forma parte de la esfera

esencial del derecho a la defensa y al debido proceso.

            Por lo cual, si la naturaleza del acto procesal implica, que para que se cumpla

cabalmente el derecho a la defensa y al debido proceso, éste deba ser realizado

exclusivamente cuando el tribunal despache, en virtud de que sólo así las partes pueden tener

acceso al expediente o al juez para ejercer oportunamente                 -entiéndase de forma

eficaz- su derecho a la defensa, indudablemente que los términos o lapsos procesales para la

realización de tales actos se computarán en función de aquellos días en que el tribunal acuerde

despachar.

            En consecuencia, estima esta Sala que la aplicación del artículo 197, y como tal, el

considerar para el cómputo de los términos o lapsos los días en que efectivamente despache el

tribunal, no puede obedecer a que se esté ante un lapso o término “largo o corto”, sino en
atención a que el acto procesal de que se trate involucre o de alguna manera afecte el derecho

a la defensa de las partes; en contraposición a aquellos que con su transcurrir no lo involucren.

            Así por ejemplo, el lapso procesal establecido para contestar la demanda o los términos

o lapsos procesales establecidos para ejercer oposición a cualquier providencia judicial, deben

ser computados por días en que efectivamente el tribunal despache, en virtud de que la

naturaleza de tales actos se encuentran vinculadas directamente con el derecho a la defensa y

al debido proceso.

            Por otro lado, también se puede mencionar que los términos o lapsos procesales

establecidos para ejercer cualquier acto de impugnación ante el tribunal de instancia; tales

como, recurso de hecho, recurso de queja, recurso de regulación de competencia o apelación,

también deben ser computados por días en que efectivamente el tribunal despache.

En ese mismo orden de ideas, y en atención a los términos en que ha sido planteada la

presente solicitud, esta Sala establece que, a los fines de garantizar la tutela judicial efectiva,

los lapsos para sentenciar así como el de prórroga contemplado en los artículos 515, 521 y 251

del Código de Procedimiento Civil, deben ser computados por días calendarios consecutivos sin

atender a las excepciones establecidas en el artículo 197 eiusdem.

            El lapso para la formalización, contestación, réplica y contrarréplica del recurso de

casación establecidos en los artículos 317 y 318 del mismo texto legal, deben ser computados

por días calendarios consecutivos sin atender a las excepciones establecidas en el artículo

197 eiusdem.

            Los lapsos para los actos conciliatorios consagrados en los artículos 756 y 757 eiusdem,

así como el lapso para la comparecencia a través de edictos previsto en el artículo 231 de

dicho texto legal, y los lapso de carteles, tales como, los previstos en los artículos 223, 550 y

siguientes del Código de Procedimiento Civil, serán computados por días calendarios

consecutivos, sin atender a las excepciones establecidas en el artículo 197 eiusdem.

            El lapso para proponer la demanda después que haya operado la perención previsto en

el artículo 271 del Código de Procedimiento Civil, igualmente serán computado por días

calendarios consecutivos sin atender a las excepciones establecidas en el artículo 197 eiusdem.


             El lapso que tiene la Sala de Casación Civil de este Alto Tribunal para sentenciar, así

como el que tiene el Juez de Reenvío, establecido en los artículos 319 y 522 del texto que rige

la materia serán computados por días calendarios consecutivos, sin atender a las excepciones

establecidas en el artículo 197 del Código de Procedimiento Civil.

            El lapso para intentar la invalidación contemplado en el artículo 335 del Código de

Procedimiento Civil, será computado conforme a la regla prevista en el artículo 199 eiusdem,

por tratarse de un lapso cuya unidad de tiempo es mensual.

            Los lapsos para la suspensión de la causa principal, según lo pautado en los artículos 374

y 386 del Código de Procedimiento Civil, serán computados por días calendarios continuos, sin

atender a las excepciones establecidas en el artículo 197 eiusdem.

            El lapso de treinta días para la evacuación de las pruebas contemplado en el artículo

392 íbidem, así como el lapso para su promoción, admisión y oposición será computado por

días en que efectivamente el tribunal despache, en atención a lo dispuesto en el artículo 197

del Código de Procedimiento Civil, por encontrarse vinculada directamente la naturaleza de

dicho acto al derecho a la defensa y al debido proceso de cada una de las partes.       El lapso

para que los árbitros dicten sentencia según lo dispuesto en el artículo 614, parágrafo cuarto,

del Código de Procedimiento Civil, se computará por días calendarios consecutivos sin atender

a las excepciones previstas en el artículo 197 eiusdem.

            Y, por último el término de la distancia debe ser computado por días calendarios

consecutivos, sin atender a las excepciones establecidas en el artículo 197 del Código de

Procedimiento Civil.  Así se decide.

 SALA CONS º772 15/11/2005: AMPLIACION AL LAPSO DE CADUCIDAD (ART 200)

Se denuncia la errónea interpretación del artículo 335 del Código de Procedimiento Civil y

del artículo 12 del Código Civil, en que incurrió la sentenciadora de la recurrida al concederle

un día adicional a la parte demandante para intentar el recurso extraordinario de invalidación.

El artículo 335 del Código de Procedimiento Civil establece lo siguiente:

 
"En los casos de los números 1 °, 2 0 y 60 del artículo 328, el término para intentar la invalidación

será de un mes desde que se haya tenido conocimiento de los hechos; o desde que se

haya verificado en los bienes del recurrente cualquier acto de ejecución de la sentencia dictada

en el juicio cuya sentencia se trata de invalidar".

   Asimismo el artículo 200 eiusdem reza:

“En los casos de los dos artículos anteriores, cuando el vencimiento del lapso ocurra en uno de

los días exceptuados del cómputo por el artículo 197, el acto correspondiente se  realizará en el

día laborable siguiente”.

El artículo 12 del Código Civil señala:

“….Los lapsos de días u horas se contarán desde el día u hora siguiente a los en que se ha

verificado el acto que da lugar al lapso…”

Por su parte, la sentencia recurrida (folio 276) expresa:

"En consecuencia esta sentenciadora para decidir en cuanto a la caducidad alegada se observa,

que del caso bajo análisis, la sentencia definitiva recurrida contentiva del fallo a la

Resolución de Contrato de Venta y de Obra; la misma se dictada (sic) en fecha 16 de Junio de

1999, y se interpuso el presente recurso extraordinario de Invalidación, en fecha 19 de Julio del

mismo año; por lo que se debe tomar en cuenta los días transcurridos para tal efecto, de

conformidad con lo dispuesto en el artículo 335 del la norma adjetiva que la rige; e igualmente

de conformidad con lo dispuesto en los artículos 199 y 200 ejusdem, se debe verificar si la

misma fue interpuesta en tiempo útil, y siendo que la sentencia se dicto el día 16 de junio, el

lapso para interponer cualquier acción se inicia a partir del día laborable siguiente o día 17 de

junio venciéndose los treinta días señalados por la norma el 17 de Julio, por cuanto el mes de
junio contiene solo treinta días; día este (17 de Julio) en que finaliza el lapso para intentar Ia

acción; y por cuanto de la revisión del calendario del año 1999, observa esta sentenciadora que

el día 17 de Julio de 1999, correspondió a un día Sábado, en consecuencia el día laborable a

este, fue el día lunes 19 de Julio de 1999, fecha en la cual se interpuso el recurso extraordinario

de invalidación, por lo que es indefectible declarar sin lugar la caducidad propuesta, y así se

decide" .

De la anterior transcripción se desprende que la recurrida al hacer el cómputo de los días

establecidos para la interposición del recurso de invalidación, de conformidad con lo

establecido en el artículo 335 del Código de Procedimiento Civil, determinó que la sentencia

del juicio principal se había dictado el día 16 de junio, siendo que el lapso para interponer

cualquier acción se inicia a partir del día laborable siguiente, de conformidad con lo estatuido

en el artículo 198 ejusdem, en concordancia con el artículo 12 del Código Civil, es decir, el día

17 de junio venciéndose los treinta días señalados por la norma contenida en el articulo 335 de

nuestro código adjetivo el 17 de Julio, por cuanto el mes de junio contiene solo treinta días; día

este (17 de Julio) en que finalizó el lapso para intentar la acción; y por cuanto de la revisión del

calendario del año 1999, observó la sentenciadora que el día 17 de Julio de 1999, correspondió

a un día Sábado, en consecuencia el día laborable siguiente a este, fue el día lunes 19 de Julio

de 1999, fecha en la cual se interpuso el recurso extraordinario de invalidación, por lo que se

evidencia que la juzgadora no incurrió en el vicio de errónea interpretación del artículo 335 del

Código de Procedimiento Civil y del artículo 12 del Código Civil, como lo pretende hacer ver

a la Sala el formalizante, así se declara.

En consecuencia, se desecha esta denuncia.

 SALA CIVIL º 668 13/12/2018: VACACIONES JUDICIALES: la sentencia es larguisisima es

de casi 150 hojas pero entre otras cosas lo mas importante que dice es que: el articulo

201 no se aplica del todo pues solo debe ir de vacaciones el juez no todo el aparato de
justicia y que en materia de amparo constitucional no hay vacaciones pues los

derechos fundamentales no pueden esperar…

 SENTENCIA SALA CIVIL º380 2/08/2018 UTILIDAD DE LA FALTA (I)


Artículo 206: Los jueces procurarán la estabilidad de los juicios, evitando o corrigiendo las
faltas que puedan anular cualquier acto procesal. Esta nulidad no se declarará sino en los
casos determinados por la ley, o cuando haya dejado de cumplirse en el acto alguna
formalidad esencial a su validez. En ningún caso se declarará la nulidad si el acto ha
alcanzado el fin al cual estaba destinado.
 

Al respecto, es criterio de esta Sala de Casación Civil en sentencia Nº 096 de fecha 22 de

febrero de 2008, caso Banesco, Banco Universal, C.A. contra Héctor Jesús Pérez Pérez, la cual

dispone lo siguiente:

“…Al respecto, señala el artículo 7 del Código de Procedimiento Civil que los actos procesales

deben realizarse según las formas previstas en la ley procesal y en las leyes especiales, y sólo

en caso excepcional, cuando dichas formas no estén previstas, podrá el juez establecer las que

considere más idóneas.

Con relación a la infracción de aquellas normas que regulan la forma de realización de los actos

procesales, es importante señalar que el quebrantamiento per se no genera la procedencia de

la denuncia, la consecuente nulidad y reposición del acto procesal viciado, pues en este caso se

hace necesario verificar la concurrencia de determinados elementos. Así, para que proceda la

nulidad de un acto, tiene que, en primer lugar, haberse dejado de cumplir en el acto alguna

formalidad esencial; en segundo lugar, que el acto no haya logrado el fin para el cual estaba

destinado; en tercer lugar, que la parte contra quien obra la falta no lo haya causado y que el

quebrantamiento sea imputable al juez; en cuarto lugar, que la parte no haya convalidado o

consentido el quebrantamiento de la forma del acto; en quinto lugar, que se haya hecho uso

de todos los recursos contra esas faltas; y en sexto lugar, que se haya verificado la existencia

de la lesión al derecho de defensa.

En este orden de ideas, la Sala en decisión N° 00998, de fecha 12 de diciembre de 2006, Caso:

Pablo Pérez Pérez contra Promociones y Construcciones Oriente C.A., reiterada entre otras, en
sentencia N° 00587, de fecha 31 de julio de 2007, caso: Chivera Venezuela S.R.L., contra

Inversiones Montello C.A. y otra, estableció lo siguiente:

“…en materia  de  reposición  y nulidad de los actos procesales, el vigente Código de

Procedimiento Civil, acorde con los principios  de economía y  celeridad  que  deben 

caracterizar todo proceso, incorporó el requisito de la utilidad de la reposición en el sistema de

nulidades procesales.

En  este  sentido,  el artículo 206 del Código de Procedimiento Civil dispone que:

‘...Los jueces procurarán la estabilidad de los juicios, evitando o corrigiendo las faltas que

puedan anular cualquier acto procesal. Esta nulidad no se declarará sino en los casos

determinados por la ley, o cuando haya dejado de cumplirse en el acto alguna formalidad

esencial a su validez.

En ningún caso se declarará la nulidad si el acto ha alcanzado el fin al cual estaba destinado.’

Aunado a lo anterior, cabe destacar, que mientras que en el Código de Procedimiento Civil de

1916 se refería a la reposición preterida, como un vicio disociado del quebrantamiento del

derecho de defensa, nuestro actual Código recoge el vicio de reposición no decretada dentro de

la causal de quebrantamiento de formas procesales en violación del derecho de defensa.

Ciertamente, una de las innovaciones observadas en la última reforma del Código de

Procedimiento Civil, se refiere a este motivo del recurso de casación, pues la indefensión

desaparece como motivo autónomo y separado, y es establecido como uno de los presupuestos

de procedencia para la reposición de la causa por incumplimiento u omisión de formas

procesales.

Queda claro, pues, que cuando se denuncie el quebrantamiento de una forma procesal, el

recurrente deberá demostrar como tal infracción (sic)  menoscabó o lesionó su derecho de

defensa.

Ello es así, porque la reposición no decretada conforma un motivo propio de casación,

denunciable de conformidad con el ordinal 1º del artículo 313 del Código de Procedimiento

Civil, al señalar que ‘Se declarará con lugar el recurso de casación: 1º Cuando en el proceso se

hayan quebrantado u omitido formas sustanciales de los actos que menoscaben el derecho de

defensa”.
En consecuencia, es posible que el juez de instancia hubiese incumplido o quebrantado alguna

forma procesal sin que por ello proceda la reposición, pues es presupuesto indispensable que el

acto no haya alcanzado su finalidad, que sea imputable al juez, que no haya sido consentido o

convalidado por las partes, y resulte lesionado el derecho de defensa de alguna de ellas…”. 

En atención al precedente jurisprudencial transcrito, queda claro que en materia  de 

reposición  y nulidad de los actos procesales, el vigente Código de Procedimiento Civil, acorde

con los principios  de economía y  celeridad procesal, incorporó el requisito de la utilidad de la

reposición en el sistema de nulidades procesales. Por tanto, es indispensable para que proceda

la reposición, que además haya quedado comprobado en el juicio que la infracción de la

actividad procesal haya causado indefensión a las partes o a una de ellas y que el acto no haya

cumplido su finalidad…”. (Negrillas y cursivas del texto).

De lo anterior se destaca que para que proceda la denuncia de quebrantamiento de las formas

sustanciales que menoscaban el derecho a la defensa, es indispensable que concurran los

siguientes elementos: A) Se haya dejado de cumplir en el acto alguna formalidad

esencial. B) Que el acto no haya logrado el fin para el cual estaba destinado.  C) Que la parte

contra quien obra la falta no lo haya causado, y que el quebrantamiento sea imputable al

juez. D) Que la parte no haya convalidado o consentido el quebrantamiento de la forma del

acto. E) Se haya hecho uso de todos los recursos contra esas faltas, y F) Se compruebe en el

juicio, que la infracción de la actividad procesal haya causado indefensión a las partes o a una

de ellas.

 Así pues, si se verifica la falta de alguno de los elementos antes expuestos, la denuncia por

quebrantamiento de las formas sustanciales resultaría improcedente

 SENTENCIA SALA CONSº1100 25/07/2012 UTILIDAD DE LA FALTA (II)

En el presente caso, tal y como anteriormente se señaló, el ciudadano Edgar Brito

Guedes, denunció como hecho lesivo la decisión que dictó el 18 de abril de 2007, el Juzgado

Tercero de Primera Instancia en Funciones de Control del Circuito Judicial Penal del Estado

Nueva Esparta, mediante la cual negó la solicitud que formuló respecto a la nulidad absoluta
de la prueba anticipada celebrada en el curso de la investigación seguida con ocasión del delito

de homicidio calificado en grado de frustración cometido en su perjuicio.

Por su parte, la Sala Accidental n.°: 1 de la Corte de Apelaciones del Circuito Judicial Penal del

Estado Nueva Esparta, declaró sin lugar la acción de amparo interpuesta, con fundamento en

que:

 (…) se observa que no se encontraba presente  en la realización de la prueba anticipada de

barrido, el ciudadano EDGAR BRITO GUEDES, en su condición de presunta (sic) víctima. No

obstante tal situación no es causa suficiente para declarar la nulidad absoluta de la prueba

anticipada in comento (sic), dado que la misma logró por completo su finalidad, tal como lo

establece el artículo 206, último aparte (sic) del Código de Procedimiento Civil, aunado a que

estuvo presente en dicha prueba el Ministerio Público (…) [Mayúsculas y negritas de la Sala

Accidental].

 El criterio sustentado por la primera instancia constitucional fue impugnado por la parte

apelante, por cuanto, en su decir, la señalada Sala Accidental n.°: 1, incurrió en los vicios

referidos a: (…) “CONTRADICCIÓN, ILOGICIDAD E INCONGRUENCIA”, por cuanto en la sentencia

en cuestión :

 (…) el tribunal a quo reconoce y acredita la cualidad de víctima que recae sobre el ciudadano

(…) pero para darle una aparente validez al cuestionado acto judicial constitutivo de prueba

anticipada de barrido, le quita dicha cualidad a conveniencia solo para motivar y fundamentar

la decisión recurrida (…).

Se verifica el vicio de ILOGICIDAD al establecer (…) circunstancias futuras e inciertas, como la

posible apertura de una investigación por la presunta comisión de uno de los delitos con

regulación especial (…).

Se verifica el vicio de INCONGRUENCIA (...) por cuanto consideró (…) que durante la realización

del cuestionado acto judicial, mi representado no poseía la cualidad (sic) de imputado (…)

[Mayúsculas y negritas de la parte apelante].

 Planteados así los límites de la impugnación, esta Sala con anterioridad a la resolución del

recurso interpuesto, estima oportuno señalar lo siguiente:


 En el proceso penal al Ministerio Público corresponde, entre otras, la atribución de dirigir la

investigación de los hechos punibles y de ordenar y supervisar las actuaciones de los órganos

de policía de investigaciones, para buscar y asegurar los elementos de convicción y establecer

la identidad plena de los autores de dichos hechos (Cfr: artículo 111, numerales 1 y 2 del

Código Orgánico Procesal Penal).

 En tal sentido, nuestro proceso penal y, en fin, todo proceso penal, está diseñado para

reconstruir los hechos mediante juicios de valor, basados en procedimientos cognoscitivos

sujetos a controles objetivos y racionales, realizados mediante reglas que garanticen la verdad

procesal, toda vez que la única justificación que dicho proceso tiene es la de encontrar la

verdad, pero la verdad sólo como correspondencia lo más aproximadamente posible, en su

motivación, a las normas fijadas legalmente.

 De esta manera, surge la diferencia entre los principios y las garantías, pues de su violación

dependerá la consecuente nulidad. Los principios son considerados como el núcleo central de

un Estado de Derecho, en razón de lo cual se han constitucionalizados y consagrados en todos

los pactos internacionales de derechos humanos, como por ejemplo: el derecho a la defensa.

 Las garantías, por su parte, son el medio para avalar el cumplimiento o la vigencia del

principio, lo cual lleva a expresar que: las garantías son el medio y los principios el fin, ya que

poco importa los principios consagrados en la Constitución de la República Bolivariana de

Venezuela, o en los tratados y convenios internacionales, si nuestras leyes no establecen

normas que tiendan a asegurar el pleno respeto de tales principios.

En tal sentido, la garantía respecto del cumplimiento de un principio emerge de los requisitos

que deben cumplirse para la realización de los actos procesales y su continuidad mediante las

formas procesales, lo cual conlleva a que cuando no se cumple una forma, esto es: se incumple

un requisito legal o se rompe una secuencia necesaria, la actividad procesal se vuelve inválida

o defectuosa, y por ello, es que se afirma que: "las formas son la garantía".

De esta manera, no toda infracción de una norma procesal supone violación de una garantía

constitucional y una situación de indefensión para una de las partes, por cuanto se debe

comprobar que: a) la infracción tenga suficiente entidad que afecte el derecho fundamental a
la defensa; y, b) la infracción afecte la regularidad del acto impidiendo que produzca los

efectos que le son propios.

Por tanto, de la progresiva importancia que han ido adquiriendo los principios constitucionales

relacionados con el sistema procesal penal, se imponen criterios antiformalistas que obligan a

tener en cuenta circunstancias distintas a la mera infracción de la norma procedimental. La

violación de una forma lo que trae como consecuencia es una advertencia sobre el posible

irrespeto a un principio, que de verse afectado, sin lugar a dudas debe ser anulado.

De allí, que resulte entonces determinante establecer cuándo, a pesar, de la violación de una

forma procesal, el principio fundamental no ha sido menoscabado y, por ende, no surge la

nulidad. La primera posibilidad implica determinar que tan efectiva es la forma para garantizar

la vigencia del principio, vale decir: cuando una formalidad no es esencial en un proceso, y la

segunda está referida al caso en el cual, pese la violación de la forma procesal, se toman otras

previsiones para garantizar el principio que se protege.

Finalmente, hay que destacar que en materia de nulidades rige como principio el de la: "

trascendencia aflictiva", atinente al perjuicio por la ausencia de las formalidades del acto, y

conforme al cual la nulidad por la nulidad misma no es admisible, pues las nulidades no tienen

por finalidad satisfacer deseos formales. La nulidad, por el solo hecho de que la ley disponga

esa consecuencia, debe ser declarada solo si la lesión ocasionada a las partes es insalvable, y

ello es así, por cuanto no hay cabida a la nulidad sin constatación del perjuicio.

Bajo estos supuestos, y del estudio de las actas que conforman el presente proceso se constata

que, el 24 de octubre de 2006, en la sede de la Dirección de los Servicios de Inteligencia y

Prevención (DISIP), hoy Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN), se constituyó el

Juzgado Tercero de Primera Instancia en Funciones de Control del Circuito Judicial Penal del

Estado Nueva Esparta, para llevar a cabo el procedimiento de anticipación de prueba

consistente en el barrido y reconocimiento técnico al vehículo marca Nissan Terrano, color

vino tinto, placas 3-0538, perteneciente al Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y

Criminalísticas, procedimiento que contó solo con la participación de los representantes del

Ministerio Público a cargo de la investigación y la defensa privada de los funcionarios policiales

imputados.
 De igual modo, consta que el ciudadano Edgar Brito Guedes, no fue citado para dicho

procedimiento de anticipación de prueba, pese ser la persona que había resultado lesionada

con ocasión a los hechos que dieron origen a la inicial investigación, vale decir: a la instruida

por la presunta comisión del delito de homicidio calificado en grado de frustración y, por ende,

para ese momento, ostentar el carácter de víctima del delito, ya que, posteriormente, resultó

imputado por la presunta comisión de los delitos de de tráfico ilícito de sustancias

estupefacientes y psicotrópicas, peculado de uso, enriquecimiento ilícito y legitimación de

capitales, en razón de lo cual, dicha circunstancia, obviamente, quebrantó uno de los

requisitos que deben cumplirse para la realización del acto, tal y como expresamente lo

establecía el artículo 307, único aparte, del para la época vigente Código Orgánico Procesal

Penal (hoy artículo 289).

 Siendo ello así, y tomando como base lo apuntado “ab initio”, cabe, entonces, precisar hasta

qué punto el incumplimiento del señalado requisito legal, esto es: la falta de citación de la

persona que ostentaba el carácter de víctima, invalida el acto cumplido, toda vez que, se

reitera, la infracción de una norma procesal comporta la violación de una garantía

constitucional siempre y cuando sea de tal entidad que afecte el derecho fundamental a la

defensa, impida los efectos del acto y ocasione a la parte un perjuicio insalvable y constatable.

 En el presente caso, pese a que el acto cuestionado por vía de amparo, se trataba de una

anticipación de un sector probatorio correspondiente al juicio oral, en el cual dada la

imposibilidad de cumplimiento de la inmediación que abarca la presencia de las partes en los

actos y no solo la intervención judicial directa, hacía impretermitible la citación de todas las

partes en el procedimiento anticipatorio, toda vez que el resultado de la prueba se incorpora

en el juicio oral mediante la lectura de las actas en estrado (Cfr: artículo 339 (hoy 322),

numeral 1, del Código Orgánico Procesal Penal).

Sin embargo, en este caso en concreto, no hay cabida a la nulidad de la prueba anticipada, por

cuanto la violación de la señalada formalidad procesal, no produjo perjuicio alguno a la hoy

parte actora, en razón de que las evidencias probatorias obtenidas mediante la prueba

anticipada de barrido y reconocimiento técnico al vehículo y a la cual no fue citada, fueron


sometidas a la respectiva experticia química y cuyo dictamen suscrito por expertos adscritos al

Laboratorio Científico de Oriente del Comando Regional n.°: 7 de la Guardia Nacional (Cfr: folio

128 al 133, del anexo 3 del expediente), concluyó que: (…) “los residuos colectados en cada

una de las muestras objeto de estudio”, resultaron negativo en las pruebas de ensayo de

coloración para alcaloides, cocaína, marihuana y heroína.

 De esta manera, para esta Sala, independientemente de que el criterio sustentado por la Sala

Accidental N.°: 01 de la Corte de Apelaciones del Circuito Judicial Penal del Estado Nueva

Esparta, resulte coherente con la pretensión invocada, sin embargo, es indudable que, en

definitiva, la acción de amparo interpuesta por el ciudadano Edgar Brito Guedes, debe ser

declarada sin lugar. Así se declara.

 SENTENCIA SALA CIVIL º687 13/11/2014 SE ANULA A JURO (206 CPC) CUANDO:

“…La jurisprudencia de la Sala de Casación Civil ha ido delimitando esas


áreas que en el campo del proceso civil interesan al  orden público , y en
tal sentido ha considerado que encuadran dentro de esta categoría, entre
otras:
 
1.- Las materias relativas a los requisitos intrínsecos de la sentencia ,
 
2.- Las materias relativas a la competencia en razón de la cuantía o la
materia ,
 
3.- Las materias relativas a la falta absoluta de citación del
demandado , y
 
4.- Las materias relativas a los trámites esenciales del
procedimiento…”  (Fallo N° RC-640 del 9-10-2012. Exp. N° 2011-31).
(Destacados del fallo citado).-

 SENTENCIA SALA CIVIL º508 9/08/2016: ACTOS AISLADOS

Es necesario analizar el contenido del artículo 211 del Código de Procedimiento Civil, el cual es

del tenor siguiente: 

“No se declarará la nulidad total de los actos consecutivos a un acto írrito, sino cuando éste

sea esencial a la validez de los actos subsiguientes o cuando la ley expresamente preceptúe tal
nulidad. En estos casos se ordenará la reposición de la causa al estado correspondiente al

punto de partida de la nulidad y la renovación del acto írrito.”.

De la interpretación del artículo en comento se deduce lo siguiente:

a) Que la reposición de la causa no es un fin, sino un medio para corregir un vicio procesal

declarado, cuando no puede subsanarse de otro modo.

b) Que mediante la reposición se corrige la violación de la ley que produzca un vicio procesal y

no la violación de preceptos legales que tengan por objeto, no el procedimiento, sino la

decisión del litigio o de alguna de las cuestiones que lo integran, porque entonces, el error

alegado, caso de existir, se corrige por la recta interpretación y aplicación que el tribunal de

alzada dé a las disposiciones legales que se pretenden violadas.

c) Que la reposición no puede tener por objeto subsanar desaciertos de las partes, sino

corregir vicios procesales; faltas del tribunal que afecten al orden público o que perjudiquen a

los intereses de las partes, sin culpa de éstas, y siempre que ese vicio o error y el daño

consiguiente, no haya sido subsanado o no pueda subsanarse de otra manera.

Tal interpretación, deja ver con claridad meridiana, que la nulidad está referida a los actos

procesales, no extendiéndose en el caso bajo estudio a la representación judicial de las partes,

aún cuando ésta se haya conferido bajo la figura del poder apud acta, ya que la representación

atañe a un asunto de derecho material que no se ve afectado por la nulidad declarada. 

En este orden de ideas, es importante traer a colación el criterio sostenido por la Sala

Constitucional en fecha 1º de abril de 2003, Exp. Nº 01-1345, caso: Ytalo José Silva Armada

contra la empresa Electricidad del Centro C.A., el cual en un caso análogo al que se analiza,

donde la sentencia impugnada declaró sin lugar la apelación interpuesta por el apoderado del

accionante, al considerar que éste en el proceso laboral no había apelado, ya que el poder

otorgado al abogado que formalizó la apelación, quedó anulado al anularse las

actuaciones de la primera instancia y reponer el proceso a un estado anterior al otorgamiento

de un poder apud acta, dicha Sala consideró que “…con tal juzgamiento del juez de la alzada,
se dejó indefenso al hoy accionante en el proceso laboral donde se dictó el fallo impugnado, ya

que dicha sentencia ignoró la esencia del contrato de mandato, surgiendo así un juzgamiento

que por erróneo enervó un derecho constitucional del acciónate…”.

Asimismo señaló el mencionado fallo constitucional, que el poder para actuar en juicio

(mandato judicial), es el producto de un negocio jurídico, cual es el contrato de mandato. “… En

consecuencia, la nulidad de los actos procesales, en principio, no podían involucrar el acto de

otorgamiento del poder apud acta (contrato de mandato), ya que el negocio jurídico no fue

declarado nulo, y nadie lo impugnó. El negocio jurídico basado en las normas sustantivas es

diferente al negocio jurídico procesal; este último si está atado al proceso donde tiene lugar, y

por ello la nulidad del proceso, o sectores de él, puede anular el negocio procesal que se debe a

las formas...”.

En ese contexto, dicha sentencia concluyó que el juzgador superior, al declararle sin lugar la

apelación le privó indebidamente a la parte su derecho de defensa pues, “…mal puede la

alzada considerar anulado un mandato que constaba en forma apud acta, porque se repuso el

proceso donde se otorgó el poder a un estado anterior a la fecha de dicho otorgamiento,

confundiendo así la validez del negocio sustancial con un negocio procesal…”.

En aplicación del criterio precedentemente expuesto, el cual en esta oportunidad esta Sala

hace suyo, se determina que aún cuando haya sido declarada la nulidad de todas las actas

subsiguientes a la notificación de la demandada, con ocasión de la reposición de la causa

ordenada el 12 de mayo de 2010, este Alto Tribunal, actuando en Sala de Casación Civil, como

máxima instancia Juzgadora y directora del proceso y con el deber inherente de garantizar el

derecho a la defensa y el debido proceso, tiene como válidamente facultada a la

abogada Mónica Rangel Valbuena, a los efectos de anunciar el recurso de casación efectuado

el 15 de febrero de 2016.

               
En efecto, la Sala considera que para el 15 de febrero de 2016, fecha en que fue anunciado el

recurso de casación, la sustitución de poder efectuada en la Abogada Mónica Rangel Valbuena,

mediante diligencia de fecha 11 de febrero de 2010, estaba en pleno vigor, toda vez que no

quedó anulada con los fallos que ordenaron la reposición de la causa, y por

consiguiente dicha abogada, quien actuó en esta oportunidad como apoderada judicial de la

parte demandante reconvenida Inmobiliaria Andina, C.A., se encontraba debidamente

facultada para anunciar dicho recurso de casación propuesto, visto que tampoco se evidenció

de autos que haya ocurrido alguna de las causas de extinción del poder en cuestión. Así se

establece. 

Ahora bien, en cuanto a la naturaleza jurídica de la sentencia pronunciada por la alzada el 05

de febrero de 2016, contra la cual se anunció y se negó el recurso de casación, esta Sala

observa que la misma declaró sin lugar la demanda, resolviendo el fondo de la controversia, lo

cual pone de manifiesto que se trata de una decisión definitiva de última instancia,

evidenciándose así, que ésta es una de las sentencias que se encuentran comprendidas dentro

de los supuestos del artículo 312 del Código de Procedimiento Civil, por consiguiente, tiene

acceso a casación de inmediato.

Por último, de la revisión de las actas procesales se observa que en el caso que nos ocupa, en

fecha 6 de agosto de 2015, la Sala decidió el recurso de casación propuesto el 2 de diciembre

2014 contra el fallo de alzada de fecha 1° de diciembre de 2014, dictado por el Juzgado

Superior en lo Civil, Mercantil, del Tránsito y Bancario de la Circunscripción Judicial del estado

Guárico, lo que implica que al presente caso ya se le dio casación con anterioridad, por lo cual

en el recurso de casación que hoy se decide, debe considerarse cumplido el requisito de la

cuantía, sin que resulte necesario un nuevo examen al respecto, tal como lo ha establecido la

Sala de manera reiterada, según sentencia N° 765 de fecha 15 de noviembre de 2005, caso:

Lorenza Hidalgo Hernández y otros contra Neila Coromoto Toro Mejías; ratificada en sentencia

N° 384, del 16 de junio de 2014, caso: Antonio Rafael Yánez y otro contra Romel Cumare Roa y

otros.

 
Conforme a lo anteriormente expresado, esta Sala considera que el recurso extraordinario de

casación anunciado en el presente juicio resulta admisible, todo lo cual conlleva a la

declaratoria con lugar del recurso de hecho propuesto y a la revocatoria del auto denegatorio

del mismo, tal como se declarará de manera expresa, positiva y precisa en el dispositivo del

presente fallo. Así se establece.

 SALA CIVIL º652 13/12/2018 “REPOSICION NO DECRETADA y MAL DECRETADA”

Sobre el vicio de reposición mal decretada, en decisión N° 403, de fecha 8 de


junio de 2012, caso:  Iván De Angelis Bertossi contra Agropecuaria Los
Morichales, C.A. y otros, citada en decisión N° 046, de fecha 23 de febrero de
2017, caso: Cristi ana Thonon Peyramayor, contra Jorge Luis Cabello Cabello,
esta Sala rati fi có el criterio establecido en  sentencia N° 436, de fecha 29 de
junio de 2006, caso:  René Ramón Guti érrez Chávez contra Rosa Luisa
GarcíaGarcía, en la cual se insti tuyó:
 
“…respecto a la  reposición  de la causa, es necesario indicar que
el Código de Procedimiento Civil, contempla, en sus artí culos 206
y siguientes tal posibilidad, así pues,  la reposición trae consigo
la nulidad, por lo que los jueces deben revisar muy
cuidadosamente antes de declararla, pues sólo es posible
cuando haya menoscabo al derecho a la defensa y al debido
proceso, o se haya violentado el orden público y siempre que
dichas fallas no puedan subsanarse de otra manera, lo que se
traduce en que tal reposición debe decretarse exclusivamente
cuando esta persiga una fi nalidad úti l, pues de no ser esta
manera se estarían violentando los mismos derechos que
presuntamente se deben proteger cuando se
acuerda… ”. (Negrillas de la Sala y subrayado de la sentencia).
 

La Sala reitera el precedente jurisprudencial, y deja sentado que en


materia de reposición y nulidad de los actos procesales, el vigente Código de
Procedimiento Civil, acorde con los principios de economía y celeridad
procesal incorporó el requisito de la uti lidad de la reposición en el sistema
de nulidades procesales. Por tanto, es indispensable para que proceda la
reposición que haya quedado comprobado en el juicio que la infracción de la
acti vidad procesal haya causado indefensión a las partes o a una de ellas.

Igualmente, “… es necesario que la acti vidad procesal incumplida  no


haya alcanzado su fi nalidad ; que la misma sea imputable al juez; que no
haya sido consenti do o convalidado por las partes, y resulte lesionado el
derecho de defensa de alguna de ellas …”. (Ver sentencia N° 398, de fecha 22
de junio de 2016, caso: Gladys Rodríguez de Méndez y otra contra Zenda
Rosas Ávila y otro).

Ahora bien, esti ma la Sala perti nente citar el contenido del artí culo
206 del Código de Procedimiento Civil que establece textualmente lo
siguiente:
 
“…Artí culo 206 . Los jueces procurarán la estabilidad de los
juicios, evitando o corrigiendo las faltas que puedan anular
cualquier acto procesal. Esta nulidad no se declarará sino en los
casos determinados por la ley, o cuando haya dejado de
cumplirse en el acto alguna formalidad esencial a su validez.
En ningún caso se declarará la nulidad si el acto ha alcanzado el
fi n al cual estaba desti nado…”.
 

La norma copiada establece que el juez como director del proceso está
en la obligación de velar por la estabilidad de los juicios, haciendo uso de tal
poder para evitar o corregir cualquier falta que pudiese acarrear la nulidad
de cualquier acto del proceso, y prescribe que solamente podrá declararse la
nulidad en los casos determinados por la ley o cuando haya dejado de
cumplirse alguna formalidad esencial a su validez, añadiendo que en ningún
caso se declarará la nulidad si el acto ha alcanzado el fi n para el cual estaba
desti nado.

HASTA AQUÍ LAS


SENTENCIAS DE 2DO
CORTE
 SENTENCIAS FINAL
 SALA CONSTITUCIONAL º502 30/06/2016 “CONCEPTO DE CITACION”

Que la citación entendida como acto de naturaleza procesal guarda una relevancia especial

dentro de la perspectiva constitucional, al tener por finalidad, lograr el aseguramiento de la


relación jurídico procesal a implementarse entre partes, mediante el apersonamiento del

demandado, quien, con su presencia en el proceso, está llamado a completar la conformación

de la litis, siendo la ausencia de citación o el error grave en su realización capaz de generar la

nulidad de las demás actuaciones siguientes en el proceso por no haberse emplazado a la

persona quien tenga cualidad para hacerlo. Ciertamente, por ser la citación el acto llamado a

establecer la vinculación de los sujetos de derecho, por conminar la comparencia in ius

vocatio del demandado, se encuentra investida con el carácter de esencialidad para la

instauración del pleito, por lo que la identificación del demandado o de su representante

comprende una formalidad esencial para su composición. La ausencia de las formas esenciales

–entendidas como los requerimientos primordiales que dan naturaleza a la actuación y la

conllevan a la consecución de sus fines- dan lugar a su anulabilidad, siendo para el caso de la

citación, de cumplimiento impretermitible, por estar dichas formas entronizadas dentro de un

acto esencial del proceso, cuya inobservancia, es capaz de dar lugar a labor tuitiva del amparo

por aplicación del artículo 49 de la Constitución.

Al respecto, resulta oportuno referir, que “la garantía de seguridad jurídica y de tutela judicial

efectiva tienen inicio en la citación, porque a partir de ella comienza a existir litigio y partes

procesales que están a derecho, sin que tengan que ser apercibidas nuevamente para ningún

acto o incidencia del proceso, salvo en las situaciones excepcionales que la propia ley señala.

Así lo es para el demandado, quien se enterará de la acción en su contra y podrá apercibirse

para ejercer las acciones y oponer las defensas o excepciones que considere pertinentes, como

también para el actor, quien a partir de la citación no tendrá que aguardar ni dependerá de

eventuales intimaciones a la contraparte o del resultado de alegatos de ésta sobre su propia

legitimación o acerca de la validez de lo actuado. Por ello, la citación está revestida de

formalidades esenciales y su cumplimiento y normas que la regulan tienen carácter de orden

público; elementos que, en su conjunto, tienen que constituir un umbral de amplia y nítida luz

a través del cual se acceda al proceso.  (Vid. E. J. Couture: “Estudios de Derecho Procesal Civil.

Tomo I; la Constitución y el Proceso Civil”. EDIAR EDITORES. Buenos Aires, 1948 pág. 62).

De allí que, la importancia de la citación da lugar a que la misma sea susceptible de la

aplicación de la nulidad textual preceptuada el artículo 212 del referido Código de


Procedimiento Civil, cuya delimitación expresamente señala que: “No podrán decretarse ni la

nulidad de un acto aislado del procedimiento, ni la de los actos consecutivos a un acto írrito,

sino a instancia de parte, salvo que se trate de quebrantamiento de leyes de orden público, lo

que no podrá subsanarse ni aun con el consentimiento expreso de las partes; o cuando la parte

contra quien obre la falta no se le hubiere citado válidamente para el juicio o para su

continuación, o no hubiere concurrido al proceso, después de haber sido citado, de modo que

pudiese ella pedir su nulidad” (subrayado de la Sala).

De  la norma precedentemente transcrita se desprende que la citación se encuentra

comprendida dentro de los supuestos taxativos de nulidad previstos en el artículo 212 del

mismo Código, por incumplimiento de lo establecido en los artículos 215 y 217 ibídem, lo que

ineludiblemente ha debido ser advertido ex oficio por los jueces de instancia en el juicio

primigenio.

 SALA CONS º441 15/05/2014 AUTOCITACION TACITA


Por lo anterior estima esta Sala que, si bien consta en autos escrito consignado por el
apoderado judicial de la mencionada ciudadana el 13 de mayo de 2013 en el cual se dio por
citado de manera expresa de la demanda ejercida contra su mandante, el 8 de mayo de 2013
operó su citación tácita, pues, se reitera, al haber estado presente y haber ejercido las
oportunas defensas a favor de su representada, resulta obvio que estaba en pleno
conocimiento de la demanda ejercida contra su mandante.
 
En efecto, el artículo 216 del Código de Procedimiento Civil establece lo siguiente:
 
“La parte demandada podrá darse por citada personalmente para la
contestación, mediante diligencia suscrita ante el Secretario.
 
Sin embargo, siempre que resulte de autos que la parte o su apoderado antes
de la citación, han realizado alguna diligencia en el proceso, o han estado presentes
en un acto del mismo, se entenderá citada la parte desde entonces para la
contestación de la demanda sin más formalidad”. 
 
De tal modo, la citación tácita tiene por finalidad poner en conocimiento de la parte
demandada que existe una demanda incoada en su contra, lo cual se configura cuando consta
en autos que ésta por sí o mediante su apoderado judicial ha intervenido en el proceso antes
de su citación formal, con lo que se entiende que se encuentra a derecho y en conocimiento
del proceso seguido en su contra.
 
Por lo tanto, si bien la Sala comparte el criterio expuesto en el fallo objeto de revisión
en cuanto a que existe identidad de sujetos, objeto y causa en los términos expuestos por el
respectivo Juzgado Superior para declarar la litispendencia entre las causas contenidas en los
expedientes Nos. 8222 y 2866, identificados anteriormente, se estima que dicho Tribunal erró
al haber declarado la extinción de la causa contenida en el expediente No. 2866, relativo a la
demanda ejercida por las hoy solicitantes por cumplimiento de contrato de arrendamiento,
bajo el argumento de que, en la misma, la parte demandada se dio por citada de manera
expresa ante el Tribunal de la causa el 13 de mayo de 2013, obviando que, con su actuación
del 8 de mayo de 2013 cuando participó y ejerció su derecho a la defensa en la práctica de la
medida de secuestro, operó su citación tácita.
 
Estima la Sala que no sólo desconoce su jurisprudencia en cuanto a la citación tácita,
sino que configura la violación de los derechos constitucionales de las solicitantes a la defensa,
debido proceso y tutela judicial efectiva, pues de haberse emitido el pronunciamiento
correspondiente sobre la referida citación tácita de la parte demandada, lo cual alegaron en su
respectiva oportunidad, distinta hubiese sido la decisión emitida respecto  de la regulación de
competencia solicitada, pues dicha citación tácita configurada en el expediente No. 2866
[causa seguida por las solicitantes contra la ciudadana Lola Amada Arcilla de Santaella] tuvo
lugar el 8 de mayo de 2013, en forma previa a la diligencia en la cual se dio por notificada de
manera expresa; en tanto que en el expediente No 8222 [demanda mero declarativa seguida
por dicha ciudadana contra las hoy solicitantes] la citación tuvo lugar el 9 de mayo de 2013,
por lo cual en esta causa fue citada con posterioridad, lo que, en todo caso, acarrearía la
consecuencia procesal prevista en el artículo 61 del Código de Procedimiento Civil, es decir, la
extinción de la causa en la cual se citó con posterioridad. 
 
Asimismo, estima la Sala que la decisión objeto de revisión incurrió en una
incongruencia omisiva, pues aun tomando en cuenta la posibilidad de que para la oportunidad
en que se dictó la decisión por el ya mencionado Juzgado Séptimo de Municipio de la
Circunscripción Judicial del Estado Carabobo, esto es el 17 de mayo de 2013, no hubiesen
llegado a dicho Tribunal las resultas de la práctica de la medida de secuestro en la causa
seguida contra la demandada, por cuanto fueron recibidas en dicho Tribunal en esa misma
ocasión, lo cual por no constituir materia a debatir en esta sede constitucional no se entra a
analizar, salvo hacer mención de la obligación del juez de buscar la verdad en las actas
procesales solicitando lo que estime necesario para emitir su decisión justa y equitativa como
director del proceso, para el momento en que el Juzgado Superior decidió la regulación de
competencia planteada por la parte actora, esto es, el 25 de junio de 2013, ya constaban en el
expediente las resultas de la práctica de dicha medida cautelar, las cuales fueron agregadas a
los autos el 17 de mayo de 2013, tal como consta en el expediente, por lo que la actuación de
la parte demandada en dicho acto procesal -secuestro- no ha debido ser obviada por el
Juzgado Superior a los fines de verificar su citación tácita y con base en ello, cotejar cuál causa
fue citada con posterioridad, de conformidad con el artículo 61 del Código de Procedimiento
Civil.
 
Así las cosas, por los motivos precedentemente expuestos, esta Sala estima que fueron
vulnerados los derechos constitucionales denunciados por las solicitantes, por lo que se
precisa que la revisión de autos debe declararse que ha lugar; en consecuencia, se anula la
decisión objeto de revisión dictada el 25 de junio de 2013 por el Juzgado Superior Primero en
lo Civil, Mercantil, Tránsito y Bancario de la Circunscripción Judicial del Estado Carabobo y se
ordena que otro Juzgado Superior, al que corresponda previa distribución, emita nuevo
pronunciamiento tomando en cuenta las consideraciones expuestas a lo largo del presente
fallo. Así se decide.  
 SALA CONS º797 8/11/2018 AUTOCITACION EXPRESA:
En este sentido, conviene señalar lo dictado por esta Sala, en materia de citación, con base
en los artículos 216 y 217 del Código de Procedimiento Civil, en sentencia del 21 de noviembre
de 2000, (Caso: Aeronasa), ratificado en sentencias N. os  21 del 21 de enero de 2003, 1.011
del 26 de mayo de 2004 y 18 del 20 de enero de 2006, en la cual quedó claramente sentado:
“...Según ambos artículos, el demandado puede darse por citado personalmente
(artículo 216 ejusdem), mediante diligencia suscrita por el Secretario, es decir,
mediante un acto auténtico e inequívoco. Igualmente, por él podrá darse por citado un
apoderado que tenga facultad expresa para ello (artículo 217 ejusdem). Luego, si la
facultad especial no existe, el apoderado no puede dar por emplazado a un
poderdante.
Siendo así, no entiende esta Sala cómo el artículo 216 ha sido interpretado en el
sentido que un apoderado sin facultad expresa para darse por citado por su mandante,
pueda darse por citado si ha realizado alguna diligencia en el proceso o ha estado
presente en un acto del mismo.
Tal interpretación no solo es absurda y contraria al derecho de defensa del
demandado, sino que parte de un supuesto que no dimana del artículo 216 del Código
de Procedimiento Civil, ya que dicha norma, con la citación presunta, no puede estar
dirigida a un apoderado que carece de facultad para darse por citado, y sería la más
aberrante interpretación, que quien no pueda dar por citado expresamente a su
mandante, sí lo pueda hacer tácitamente. Sólo un desprecio por la correcta
hermenéutica y por la tutela del derecho de defensa ha llevado a interpretaciones
como la apuntada...”

Lo precedentemente expuesto, evidencia que para darse por citado se requiere del
apoderado, que tenga facultad expresa para ello, según lo indica la doctrina y jurisprudencia
vinculante, como ocurre en el caso in comento y reconociera el abogado Oscar Uzcategui, en la
presentación de informes ante el Juzgado superior según consta en el expediente (folio 284),
como condición resultante de la interpretación armónica y funcional de los artículos 216 y 217
del Código de Procedimiento Civil e inocultable de la revisión del poder que riela en autos
(folio 15), donde se señala, entre otras, la facultad concedida por las sociedades mercantiles
Inversiones SIP, C. A., e Inversora Cacique Tiuna, C. A., al apoderado de las ahora solicitantes
en revisión para darse por citado, según se evidencia de la trascripción parcial del poder, que
de seguidas se realiza:
“…Otorgo PODER GENERAL EN DERECHO al ciudadano OSCAR DE JESÚS UZCATEGUI
SUAREZ, venezolano, mayor de edad, soltero, titular de la cédula de identidad, titular
de las (sic) de identidad No. (sic) V- 9.325.641, abogado en ejercicio e inscrito en el
IPSA bajo el N°. 196.439, hábil; amplio y suficiente en cuanto a derecho se refiere
para que represente, sostenga y defienda los derechos, acciones e intereses sobre los
bienes muebles e inmuebles propiedad de mi representadas y de derechos
incorporales relacionados con tales bienes. En tal sentido queda plenamente
facultado mi Apoderado para ejercer todos los derechos y acciones sin autorización
expresa ni judicial, para intentar y contestar todo tipo de acciones, darse por citado,
intimado o notificado, …” (Resaltado nuestro).
 

En este sentido, establece el artículo 216 del Código de Procedimiento Civil respecto a
la citación en cuanto a que “siempre que resulte de autos que la parte o su apoderado antes de
la citación, han realizado alguna diligencia en el proceso, o han estado presentes en un acto del
mismo, se entenderá citada la parte desde entonces para la contestación de la demanda, sin
más formalidad”, con lo cual, se especifican las condiciones que concretan la citación tácita
por estar palmariamente a derecho el demandado, en aras de armonizar el desarrollo del
proceso con la realidad por estar implícito el acto que genera el efecto legal,
 SALA CONS 1676 27/11/2014 ¿Cuántas veces el alguacil debe buscar al demandado?:
 Establecido lo anterior, la Sala observa que la sentencia dictada el 31 de enero de 2011 por el
Juzgado Superior en lo Civil, Mercantil, Tránsito y de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes
de la Circunscripción Judicial del Estado Miranda, declaró con lugar el recurso de apelación
ejercido por el abogado José Antonio Uzcátegui González, en su carácter de defensor  ad
litem de los ciudadanos Rafael José Palma Delgado y José Rafael Palma Delgado, contra la
decisión dictada el 11 de marzo de 2010 por el Juzgado Segundo de Primera Instancia en lo
Civil, Mercantil y Tránsito de esa misma Circunscripción Judicial, que declaró sin lugar la
oposición al decreto intimatorio y ordenó el embargo ejecutivo del inmueble objeto del juicio;
y, en consecuencia, repuso la causa al estado de que se agote la citación de la parte
demandada, al sostener que “…observándose de las actuaciones que el Alguacil en su
consignación que (sic) se trasladó solo en una oportunidad, considerando el A quo agotada la
citación personal, al respecto, es criterio de quien aquí decide que con sólo un intento de
ubicación de la parte demandada para informarle sobre la demanda que le ha sido interpuesta
en su contra, no basta para declarar como agotada la citación personal…” .
Ahora bien, respecto de la ejecución de la hipoteca, el artículo 661 del Código de
Procedimiento Civil, establece lo siguiente:
 
“Artículo 661: Llegado el caso de trabar ejecución sobre el inmueble hipotecado, por estar
vencida la obligación garantizada con la hipoteca, el acreedor presentará al Tribunal
competente el documento registrado constitutivo de la misma, e indicará el monto del crédito
con los accesorios que estén garantizados por ella, y el tercero poseedor de la finca
hipotecada, si tal fuere el caso. Asimismo presentará copia certificada expedida por el
Registrador correspondiente de los gravámenes y enajenaciones de que hubiere podido ser
objeto la finca hipotecada con posterioridad al establecimiento de la hipoteca cuya ejecución
se solicita. El Juez podrá excluir de la solicitud de ejecución los accesorios que no estuvieren
expresamente cubiertos con la hipoteca, y examinará cuidadosamente si están llenos los
extremos siguientes:
1°. Si el documento constitutivo de la hipoteca está registrado en la jurisdicción donde esté
situado el inmueble.
2°. Si las obligaciones que ella garantiza son líquidas de plazo vencido, y no ha transcurrido el
lapso de la prescripción.
3°. Si las obligaciones no se encuentran sujetas a condiciones u otras modalidades.
Si el Juez encontrare llenos los extremos exigidos en los ordinales anteriores decretará
inmediatamente la prohibición de enajenar y gravar el inmueble hipotecado, lo notificará
inmediatamente al Registrador respectivo a los efectos establecidos en el artículo 600 de este
Código y acordará la intimación del deudor y del tercero poseedor para que paguen dentro de
tres días, apercibidos de ejecución. Si de los recaudos presentados al Juez se desprendiere la
existencia de un tercero poseedor y el solicitante no lo hubiere indicado, el Juez procederá de
oficio a intimarlo.
El auto del Juez excluyendo de la ejecución determinadas partidas o no acordando ésta será
apelable en ambos efectos.” (subrayado por la Sala).
 En la tramitación del procedimiento descrito debe tomarse en cuenta que la prosecución de la
justicia y la garantía del derecho a la defensa exigen la práctica eficiente de las citaciones
necesarias para la realización de determinados actos procesales. En este sentido, el artículo
223 del Código de Procedimiento Civil contempla la forma para la citación por carteles en caso
de no haberse encontrado la persona del citado; y establece:
 “Artículo 223: Si el Alguacil no encontrare a la persona del citado para practicar la citación
personal, y la parte no hubiere pedido su citación por correo con aviso de recibo, o cuando
pedida ésta, tampoco fuere posible la citación del demandado, ésta se practicará por Carteles,
a petición del interesado. En este caso el Juez dispondrá que el Secretario fije en la morada,
oficina o negocio del demandado un Cartel emplazándolo para que ocurra a darse por citado
en el término de quince días, y otro Cartel igual se publicará por la prensa, a costa del
interesado, en dos diarios que indique el Tribunal entre los de mayor circulación en la localidad
con intervalo de tres días entre uno y otro. Dichos Carteles contendrán: el nombre y apellido
de las partes, el objeto de la pretensión, el término de la comparecencia y la advertencia de
que si no compareciese el demandado en el plazo señalado, se le nombrará defensor, con
quien se entenderá la citación. Se pondrá constancia en autos por el Secretario, de haberse
cumplido estas formalidades y se agregará al expediente por la parte interesada, un ejemplar
de los periódicos en que hayan aparecido publicados los Carteles. El lapso de comparecencia,
comenzará a contarse al día siguiente de la constancia en autos de la última formalidad
cumplida.”.
 
 
Como puede observarse, las normas procesales transcritas supra fijan las pautas para la
realización de las citaciones en los procedimientos de ejecución de hipoteca. Estas normas
deben ser interpretadas sistemáticamente, pues de lo contrario se vulneraría el derecho de
defensa de los demandados y se trastocaría la garantía constitucional del debido proceso.
 
Ahora bien, en el caso bajo análisis, se efectuó la citación de los codemandados ciudadanos
Rafael José Palma Delgado y José Rafael Palma Delgado, mediante los carteles publicados a tal
efecto conforme a las disposiciones legales citadas, formalidad de carácter sustancial, pues
están destinadas a que la parte demandada tenga pleno conocimiento del proceso que se
sigue en su contra, y se le designó un defensor judicial ad litem a los fines de garantizar en
forma plena y eficaz el derecho de defensa.
 Cabe destacar que, esta Sala mediante decisión dictada el 12 de julio de 2007, Caso: María
Rosa de Aguiar Soares y otros, respecto del número de veces que el Alguacil del Tribunal debe
trasladarse para la práctica de la citación personal de la parte demandada, dispuso lo
siguiente:
 “…el código adjetivo no preceptúa el número de veces que debe trasladarse el alguacil al
domicilio del demandado para que se considere que se agotó esta fase de citación personal y
se proceda a la segunda etapa, esto es, la publicación de carteles de emplazamiento. El Juez,
como director del proceso, se encuentra facultado para la realización de tal consideración, por
ello no se le puede reprochar que su actuación, en este caso, se encuentre fuera de los límites
que la propia ley dispone…”.
 Ahora bien, no comparte esta Sala la decisión dictada el 31 de enero de 2011 por el Juzgado
Superior en lo Civil, Mercantil, Tránsito y de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes de la
Circunscripción Judicial del Estado Miranda, que declaró con lugar el recurso de apelación
ejercido por el abogado José Antonio Uzcátegui González, en su carácter de defensor  ad
litem de los ciudadanos Rafael José Palma Delgado y José Rafael Palma Delgado, contra la
decisión dictada el 11 de marzo de 2010 por el Juzgado Segundo de Primera Instancia en lo
Civil, Mercantil y Tránsito de esa misma Circunscripción Judicial, que declaró sin lugar la
oposición al decreto intimatorio y ordenó el embargo ejecutivo del inmueble objeto del juicio;
y, en consecuencia, repuso la causa al estado de que se agote la citación de la parte
demandada, ya que este Juzgado Constitucional estima que se produjo una actuación errónea
por parte del órgano judicial, al declarar que “…es criterio de quien aquí decide que con sólo
un intento de ubicación de la parte demandada para informarle sobre la demanda que le ha
sido interpuesta en su contra, no basta para declarar como 'agotada' la citación personal…”,
obviando la norma a seguir para la citación personal de la parte demandada que contiene los
supuestos de hecho que rigen para el Juez como director del proceso en su función
jurisdiccional, dentro de los cuales destacan la idoneidad, imparcialidad, equidad, celeridad,
antiformalismo, tutela judicial efectiva y debido proceso.
 Al respecto, conviene citar la sentencia núm. 708 dictada por esta Sala el 10 de mayo de 2001
(Caso: Juan Adolfo Guevara y otros), en la cual se interpretó con carácter vinculante los
artículos 26 y 257 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, en los
siguientes términos:
“…Observa esta Sala, que el artículo 26 de la Constitución vigente, consagra de manera
expresa el derecho a la tutela judicial efectiva, conocido también como la garantía
jurisdiccional, el cual encuentra su razón de ser en que  la justicia es,  y debe ser, tal como lo
consagran los artículos 2 y 3 eiusdem, uno de los valores fundamentales presentes en todos los
aspectos de la vida social, por lo cual debe impregnar todo el ordenamiento jurídico y
constituir uno de los objetivos de la actividad del Estado, en garantía de la paz social. Es así
como el Estado asume la administración de justicia, esto es, la solución de los conflictos que
puedan surgir entre los administrados o con la Administración misma, para lo que se
compromete a organizarse de tal manera que los  mínimos imperativos de la justicia sean 
garantizados y que el acceso a los órganos de administración de justicia establecidos por el
Estado, en cumplimiento de su objeto, sea expedito para los administrados.
El derecho a la tutela judicial efectiva, de amplísimo contenido, comprende  el derecho a ser
oído por los órganos de administración de justicia establecidos por el Estado, es decir, no sólo
el derecho de acceso sino también el derecho a que, cumplidos los requisitos establecidos en
las leyes adjetivas, los órganos judiciales conozcan el fondo de las pretensiones de los
particulares y, mediante una decisión dictada en derecho, determinen el contenido y la
extensión del derecho deducido, de allí que la vigente Constitución señale que no se sacrificará
la justicia por la omisión de formalidades no esenciales y que el proceso constituye un
instrumento fundamental para la realización de la justicia (artículo 257). En un Estado social de
derecho y de justicia (artículo 2 de la vigente Constitución), donde se garantiza una justicia
expedita, sin dilaciones indebidas y sin formalismos o reposiciones inútiles (artículo 26
eiusdem), la interpretación de las instituciones procesales debe ser amplia, tratando que si
bien el proceso sea una garantía para que las partes puedan ejercer su derecho de defensa, no
por ello se convierta en una traba que impida lograr las garantías que el artículo 26
constitucional instaura.
La conjugación de artículos como el 2, 26 ó 257 de la Constitución de 1999, obliga al juez a
interpretar las instituciones procesales al servicio de un proceso cuya meta es la resolución del
conflicto de fondo, de manera imparcial, idónea, transparente, independiente, expedita y sin
formalismos o reposiciones inútiles.
En este orden de ideas, considera esta Sala, que la decisión de un tribunal de última instancia
mediante la cual se declare inadmisible una acción, basada en un criterio erróneo del juzgador,
concretaría una infracción, en la situación jurídica de quien interpone la acción, del derecho a
la tutela judicial efectiva, lo cual si bien no ha sido alegado por los accionantes, puede ser
analizado de oficio por el juez constitucional, tal como ya lo ha dicho esta Sala en numerosos
fallos”.
 Por las razones anteriormente expuestas se concluye que la sentencia dictada el 31 de enero
de 2011 por el Juzgado Superior en lo Civil, Mercantil, Tránsito y de Protección de Niños, Niñas
y Adolescentes de la Circunscripción Judicial del Estado Miranda, que declaró la reposición de
la causa al estado de que se agote nuevamente la citación personal de la parte
demandada,violó los derechos constitucionales del solicitante al debido proceso y a la tutela
judicial efectiva.
 De este modo, estima esta Sala Constitucional que debe declararse que ha lugar la revisión
solicitada y, en consecuencia, anula la sentencia objeto de la presente revisión, con lo cual
debe continuar el juicio en el estado de la ejecución del decreto intimatorio dictado por
el Juzgado Segundo de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y Tránsito de esa misma
Circunscripción Judicial; y así se declara.
 SALA CIVIL º08 21/01/2007 GASTOS DEL DEFENSOR AD LITEM ¿Quién LO PAGA?
En la presente denuncia, la recurrente intimada señala, que en el proceso de estimación e
intimación de honorarios profesionales, el abogado intimante acumuló indebidamente en su
escrito, dos tipos de actuaciones cumplidas por él que se excluyen y que tienen
procedimientos distintos para su reclamación, una relativa a su actividad como auxiliar de
justicia y la otra, cumplidas como apoderado judicial de la intimada.
Respecto a las actuaciones realizadas por el abogado intimante en su condición de auxiliar de
justicia, señala el recurrente que no pueden ser reclamadas mediante el procedimiento de
cobro de honorarios profesionales judiciales de abogado, previsto en la Ley de Abogados, sino
mediante el procedimiento establecido para la tasación de costas, previsto en el Decreto con
Rango y Fuerza de Ley de Arancel Judicial, y al establecerse legalmente procedimientos
diferentes para ambas acciones, se configura, en consecuencia, una inepta acumulación de
pretensiones, lo que conlleva la inadmisibilidad de la demanda.
 Ahora bien, la Sala estima necesario verificar los procedimientos legalmente establecidos
tanto para el cobro de emolumentos por parte de los auxiliares de justicia, como el establecido
para el cobro de honorarios profesionales de abogado por su ejercicio como tal.
Como se evidencia, para el reclamo de dicho emolumento procede la tramitación prevista en
el hoy artículo 54 y siguientes del Decreto con Rango y Fuerza de Ley de Arancel Judicial,
correspondiendo ese tipo de gastos al costo del proceso, por lo que interviene el Tribunal,
fijando el monto del emolumento, sin que pueda ser estimado por el auxiliar de justicia.   
         Por su parte, respecto al procedimiento para el cobro de honorario profesionales
judiciales el artículo 22 y siguientes de la Ley de Abogados, dispone que tal reclamación se
tramitará de conformidad con lo establecido en el entonces artículo 386, hoy 607 de la
Ley Adjetiva Civil y la relación de la incidencia, si surgiere, no excederá de diez (10) audiencias;
el referido artículo 22 de la Ley de Abogados, dispone lo que a continuación se transcribe:
 
“…El ejercicio de la profesión da derecho al abogado a percibir honorarios por los trabajos
judiciales y extrajudiciales que realice, salvo en los casos previstos en las Leyes.
 
Cuando exista inconformidad entre el abogado y su cliente en cuanto al monto de honorarios
por servicios profesionales extrajudiciales, la controversia se resolverá por la vía del juicio
breve y ante el Tribunal Civil competente por la cuantía. La parte demandada podrá acogerse
al derecho de retasa en el acto de la contestación de la demanda.
 
La reclamación que surja en juicio contencioso acerca del derecho a cobrar honorarios por
parte del abogado, será sustanciada y decidida de conformidad con lo establecido en el
artículo 386 del Código de Procedimiento Civil y, la relación de la incidencia, si surgiere, no
excederá de diez audiencias.”
 
Ahora bien, como se evidencia de la transcripción de la recurrida ut supra realizada, el juez
determinó que el abogado intimante dentro de su pretensión acumuló actuaciones que
consideró, a juicio de la Sala de manera errada, extrajudiciales con judiciales excluyendo las
primeras y resolviendo respecto al derecho de las judiciales.
La Sala señala arriba que tal determinación extrajudicial de las actuaciones fue errada, pues
ellas son las mismas que formaron el objeto del juicio anterior que se resolvió con la sentencia
de la Sala antes transcrita y donde se estableció que ellas son actos judiciales que el abogado
cumplió como auxiliar de justicia y que, como tal, de imposible reclamación vía intimación de
honorarios profesionales.
Conforme a lo expuesto, a las disposiciones legales y la doctrina casacionista supra transcritas,
en el sub iudice, al haber el a quo admitido la presente demanda y permitido la acumulación
de dos pretensiones para cuya tramitación la ley establece procedimientos diferentes, que se
excluyen mutuamente, resultando incompatibles; y donde una de éllas ya la Sala determinó su
inexistencia procesal; el ad quem, al no haber advertido tal subversión procesal, infringió el
citado artículo 78 del Código de Procedimiento Civil.
En consecuencia, por mandato de la precitada disposición legal, no podían acumularse en el
mismo escrito de demanda dichas pretensiones, y menos admitirse el reclamo de
emolumentos que corresponden por actuar como auxiliar de justicia, por lo que la Sala estima
que la presente demanda resulta a todas luces inadmisible, tal como se declarará de manera
expresa, positiva y precisa en el dispositivo del presente fallo en donde, además, se declarará
la nulidad de todo lo actuado en esta causa. Así se establece.
 
Asimismo, por haber encontrado la Sala procedente una infracción de las descritas en el
ordinal 1º) del artículo 313 del Código de Procedimiento Civil, se abstiene de conocer y decidir
las restantes denuncias contenidas en el escrito de formalización del recurso de casación, de
conformidad con lo establecido en el artículo 320 eiusdem.
 SALA CONS º33 26/01/2004 NATURALEZA JURIDICA DEL DEFENSOR AD LITEM:
La institución de la defensoría se divide en pública, destinada a otorgar asistencia técnica
integral a los imputados en el proceso penal que no contraten defensores particulares; y en
privada, la cual opera en el proceso de naturaleza civil, bajo diversas figuras como la del
defensor de quien goza de la declaratoria de justicia gratuita, o como la del defensor ad litem.

  Esta última clase de defensoría (ad litem) persigue un doble propósito:


1) Que el demandado que no puede ser citado personalmente, sea emplazado, formándose así
la relación jurídica procesal que permite el proceso válido. Desde esta vertiente, la defensa
obra incluso en beneficio del actor, ya que permite que el proceso pueda avanzar y se dicte la
sentencia de fondo.

 2) Que el demandado que no ha sido emplazado o citado, se defiende, así no lo haga
personalmente.

  Debido a ese doble fin, el defensor no obra como un mandatario del demandado, sino como
un especial auxiliar de justicia, que por no pertenecer a la defensa pública, debe percibir del
demandado sus honorarios, así como las litis expensas, tal como lo señala el artículo 226 del
vigente Código de Procedimiento Civil. Sin embargo, como tal función auxiliar no la presta el
abogado defensor gratuitamente (a menos que la ley así lo ordene, como lo hace el artículo
180 del Código de Procedimiento Civil), si éste no localizare al demandado para que le facilite
las litis expensas o sus honorarios, tales gastos los sufragará el demandante -quien se beneficia
a su vez de la institución- quien podrá recuperarlos de los bienes del defendido, si éstos
existen.

Ahora bien, la función del defensor ad litem, en beneficio del demandado, es el de defenderlo,
el que el accionado pueda ejercer su derecho de defensa, lo cual supone que sea oído en su
oportunidad legal. De allí, que no es admisible que el defensor ad litem no asista a contestar la
demanda, y que por ello se apliquen al demandado los efectos del artículo 362 del Código de
Procedimiento Civil. El defensor ad litem ha sido previsto en la ley (Código de Procedimiento
Civil), para que defienda a quien no pudo ser emplazado, no para que desmejore su derecho
de defensa.

  Pero debe la Sala, en aras a delinear las relaciones del derecho de defensa y la función del
defensor ad litem, proceder a analizar, como debe encarar tal función el defensor, a fin de
cumplir con ella cabalmente.

  En este sentido, la Sala considera que es un deber del defensor ad litem, de ser posible,
contactar personalmente a su defendido, para que éste le aporte las informaciones que le
permitan defenderlo, así como los medios de prueba con que cuente, y las observaciones
sobre la prueba documental producida por el demandante.

 El que la defensa es plena y no una ficción, se deduce del  propio texto legal (artículo 226 del
Código de Procedimiento Civil), que prevé el suministro de las litis expensas para el defensor,
lo que significa que él no se va a limitar a contestar la demanda, sino que realizará otras
actuaciones necesarias (probatorias, etc.) a favor del demandado.

Lo expuesto denota que para que el defensor cumpla con su labor, es necesario, que de ser
posible, entre en contacto personal con el defendido, a fin de preparar la defensa.

 Para tal logro no basta que el defensor envíe telegramas al defendido, participándole su
nombramiento, sino que para cumplir con el deber que juró cumplir fielmente, debe ir en su
búsqueda, sobre todo si conoce la dirección donde localizarlo.
    A juicio de esta Sala, la lectura del artículo 225 del Código de Procedimiento Civil, apuntala lo
que la Sala destaca como forma de ejercicio de la función de defensor ad litem. En efecto,
dicha norma dispone que el Tribunal al hacer el nombramiento del defensor dará preferencia
en igualdad de circunstancias a los parientes y amigos del demandado o a su apoderado, si lo
tuviere, oyendo cualquier indicación del cónyuge presente, si lo hubiere y quisiere
hacerla. Cuando el legislador toma en cuenta que para la designación se prefiere a los
apoderados, a los parientes y amigos del demandado, y se oiga a su cónyuge (si se tratare de
persona natural, casada) lo que se está significando es que el defensor a nombrarse debe tener
interés en la defensa, debido a sus nexos con el defendido, lo que demuestra que es la defensa
plena la razón de la institución.

 Tal norma (artículo 225 del Código de Procedimiento Civil), colide con la Ley de Abogados
(artículo 4), que establece que la representación en juicio sólo corresponde a abogados en
ejercicio, y aunque el defensor ad litem no es un mandatario; sin embargo, el espíritu de dicha
ley especial -que debe ser respetado- es que la actividad procesal sea efectuada por abogados
en ejercicio, por lo que los parientes y amigos mencionados en el artículo 225 citado, deben
ser abogados para ser defensores, pero por el hecho de que no lo sean y no se les pueda
nombrar, no surge razón para no consultarlos sobre cuál profesional del derecho será
nombrado defensor, ya que lo que se busca es que quien asuma la defensa tenga interés en
ella.

 En el caso de autos, constaba en el expediente laboral la dirección del demandado, antes de la
fecha del nombramiento del defensor. Luego, era impretermitible que el defensor acudiera a
la dirección del defendido a preparar la defensa, a menos que éste se negare, no bastando a
ese fin enviarle un telegrama notificándole el nombramiento. Si el defensor no obra con tal
diligencia, el demandado queda disminuido en su defensa, por lo que la decisión impugnada,
que no tomó en cuenta tal situación, infringió el artículo 49 constitucional y así se declara.

 Constató además la Sala, por ser un hecho admitido por las partes que concurrieron a la
audiencia, que el fallo de la alzada impugnado, decidió el fondo del juicio, sin que dicho fondo
hubiere sido conocido por la primera instancia.     Ante tal vicio, donde en la causa se saltó una
instancia, el debido proceso y el derecho de defensa del accionante, también quedó infringida,
y así se declara. Debe la Sala precisar, que estando la causa donde se dictó la sentencia
impugnada, en estado de ejecución forzosa, la parte hoy accionante asumió un compromiso de
pago. Sin embargo, a juicio de esta Sala, tal compromiso, asumido en un proceso plagado de
vicios constitucionales, donde se enervó el derecho a la doble instancia, mal puede producir
efectos, debido a que la fase ejecutiva donde ocurrió, es el resultado de un proceso irrito. En
consecuencia, la Sala a los efectos de este amparo no otorga ningún efecto al convenio de
pago y no lo considera convalidación de los vicios del proceso, que por su magnitud atentan
contra el orden público constitucional.

            Tampoco otorga efectos a un desistimiento de esta acción de amparo supuestamente


ocurrido en la señalada fase ejecutiva, el cual no consta en autos; y de constar, tampoco
impediría a esta Sala sanear los vicios del proceso.
  Por las razones expuestas, la Sala declara con lugar el amparo propuesto y, en
consecuencia, SE ANULA la sentencia del 14 de marzo de 2002, pronunciada por el Juzgado
Superior Primero en lo Civil, Mercantil, del Trabajo y de Menores de la Circunscripción Judicial
del Estado Carabobo, se ANULAN las actuaciones de la primera instancia a partir de los carteles
y se REPONE el juicio al estado de nueva citación del demandado en la primera instancia. Así se
decide.

Dada la actuación de la abogada MARÍA ELENA MARCOU, como Defensora ad litem, la Sala


acuerda remitir copia de la presente decisión al Colegio de Abogados del Estado Carabobo, a
los fines de que un Tribunal Disciplinario investigue los aspectos disciplinarios
correspondientes a la actuación de dicha abogada.

 SENTENCIA º346 16/05/2017 JURAMENTO DEL DEFENSOR AD LITEM

En este sentido, la Sala considera que es un deber del defensor ad litem, de ser posible,
contactar personalmente a su defendido, para que éste le aporte las informaciones que le
permitan defenderlo, así como los medios de prueba con que cuente, y las observaciones
sobre la prueba documental producida por el demandante.

El que la defensa es plena y no una ficción, se deduce del propio texto legal (artículo 226 del
Código de Procedimiento Civil), que prevé el suministro de las litis expensas para el defensor,
lo que significa que él no se va a limitar a contestar la demanda, sino que realizará otras
actuaciones necesarias (probatorias, etc.) a favor del demandado. 

Lo expuesto denota que para que el defensor cumpla con su labor, es necesario, que de ser
posible, entre en contacto personal con el defendido, a fin de preparar la defensa.

Para tal logro no basta que el defensor envíe telegramas al defendido, participándole su
nombramiento, sino que para cumplir con el deber que juró cumplir fielmente, debe ir en su
búsqueda, sobre todo si conoce la dirección donde localizarlo.

A juicio de esta Sala, la lectura del artículo 225 del Código de Procedimiento Civil, apuntala lo
que la Sala destaca como forma de ejercicio de la función de defensor ad litem. En efecto,
dicha norma dispone que el Tribunal al hacer el nombramiento del defensor dará preferencia
en igualdad de circunstancias a los parientes y amigos del demandado o a su apoderado, si lo
tuviere, oyendo cualquier indicación del cónyuge presente, si lo hubiere y quisiere hacerla.

Cuando el legislador toma en cuenta que para la designación se prefiere a los apoderados, a
los parientes y amigos del demandado, y se oiga a su cónyuge (si se tratare de persona natural,
casada) lo que se está significando es que el defensor a nombrarse debe tener interés en la
defensa, debido a sus nexos con el defendido, lo que demuestra que es la defensa plena la
razón de la institución.

el primer deber es que el defensor busque realizar contacto personal con “su defendido, para
que éste le aporte las informaciones que le permitan defenderlo, así como los medios de
prueba con que cuente, y las observaciones sobre la prueba documental producida por el
demandante”,  para lo cual el defensor tiene que hacer todas las gestiones que estén a su
alcance a fin de ubicar a su defendido o defendida, e ir en busca de éste ó esta si conoce la
dirección de donde se encuentra

 el abogado que haya sido designado para tal fin juega el rol de representante del ausente o no
presente, según sea el caso y tiene los mismos poderes de un apoderado judicial, con la
diferencia que, su mandato proviene de la Ley y con la excepción de las facultades especiales
previstas en el artículo 154 del Código de Procedimiento Civil. Por tanto, mediante el
nombramiento, aceptación de éste, y respectiva juramentación ante el Juez que lo haya
convocado, tal como lo establece el artículo 7 de la Ley de Juramento, se apunta hacia el
efectivo ejercicio de la garantía constitucional de la defensa del demandado a la que se ha
hecho mención.

 Sin embargo en el caso de autos, el abogado designado como defensor del demandado no
cumplió con los deberes inherentes a su cargo, puesto que se evidencia del estudio hecho a las
actas, que una vez aceptado el cargo y juramentado para el cumplimiento de dicha
actividad, su participación en la defensa de los derechos de su representado fue inexistente, ya
que el mismo no dio contestación a la demanda interpuesta y ni siquiera impugnó la decisión
que le fue adversa a dicho representado; por lo que visto que el defensor ad litemtiene las
mismas cargas y obligaciones establecidas en el Código de Procedimiento Civil con respecto a
los apoderados judiciales, esta negligencia demostrada por el abogado Jesús Natera Velásquez,
quien juró cumplir bien y fielmente con los deberes impuestos, dejó en desamparo los
derechos del entonces demandado.

 Aunado a lo anterior, considera esta Sala que el Juez como rector del proceso debe proteger
los derechos del justiciable, más aún cuando éste no se encuentra actuando personalmente en
el proceso y su defensa se ejerce a través de un defensor judicial, pues como tal debe velar por
la adecuada y eficaz defensa que salvaguarde ese derecho fundamental de las partes, por lo
que en el ejercicio pleno de ese control deberá evitar en cuanto le sea posible la transgresión
de tal derecho por una inexistente o deficiente defensa a favor del demandado por parte de un
defensor ad litem.

 Ha señalado esta Sala Constitucional que es un deber inexorable del defensor ad litem, de ser
posible, contactar personalmente a su defendido, para que éste le aporte las informaciones
que le permitan defenderlo, así como los medios de prueba con que cuente, y las
observaciones sobre la prueba documental producida por el demandante, entendiéndose que
no debe limitar su defensa a contestar la demanda, sino que deberá realizar las restantes
actuaciones probatorias necesarias a favor de su defendido, para así poder desvirtuar los
dichos de la parte demandante, y así darle cabal cumplimiento con el deber que juró cumplir
fielmente, por cuanto tal como lo ha señalado la doctrina y la jurisprudencia, la figura del
defensor ad litem “…es equiparable a un apoderado judicial con la diferencia de que su
investidura emana directamente de la Ley…” (Sentencia Sala de Casación civil, de fecha
20/7/1989, en el juicio seguido por Alfonzo Aguado Rincón contra Seguros Catatumbo).

El cargo de defensor ad litem es un cargo que el legislador ha previsto con una doble finalidad:
colaborar en la recta administración de justicia al representar y defender los intereses del no
presente e impedir que la acción en justicia pueda ser burlada en detrimento de los derechos
del actor mediante el subterfugio de una desaparición ad-hoc y cuya designación se hace no
sólo en provecho del actor y del reo sino también en beneficio del orden social y del buen
desenvolvimiento de las instituciones del Estado.

El autor Rengel Romberg, sobre el análisis de la función del defensor ad litem, ha indicado:

 ‘…El defensor es un verdadero representante del demandado en el juicio, equiparable a un


apoderado judicial, con la diferencia de que su investidura no deriva de la voluntad del
mandante, como en la representación voluntaria, sino directamente de la ley. Su designación
es aplicación del principio de bilateralidad del proceso, que le imprime una estructura dialéctica
y realización de la garantía constitucional de la defensa en juicio, que es un derecho inviolable.

Por su origen, el defensor queda investido de una función pública de carácter accidental y
colabora con la administración de justicia…’. Rengel Romberg Arístides. Tratado de Derecho
Procesal Civil Venezolano Tomo II, Editorial Arte, Caracas, 1992, pp. 2555-256.

Precisado lo anterior, insta esta Sala Constitucional a los jueces y juezas como garantes de la
constitucionalidad y la legalidad, que están obligados y obligadas a velar por que los
defensores ad litem cumplan cabalmente con las gestiones que deben realizar a favor de sus
defendidos o defendidas, efectuándolas acorde con la función pública que prestan,  siendo que
en el caso bajo análisis se evidencia que la defensora ad litem, abogada Eva Fabiola Sánchez
Arenas, hizo una defensa deficiente al no realizar las gestiones tendentes para la defensa de
sus representados, y tampoco activó conforme a derecho en los actos procesales
subsiguientes, sin ni siquiera  impugnar el fallo que le fue adverso. Así se declara.

 El Tribunal Superior, con su fallo, silenció las irrisorias actividades desplegadas por la
defensora judicial en la contestación de la demanda y la etapa probatoria del juicio, sus
omisiones quebrantaron el derecho a la defensa y la tutela judicial efectiva en perjuicio de los
demandados, quienes estuvieron disminuidos en su defensa desde la designación de la
defensora ad litem y no solo con la apelación no ejercida, si no que se pudo constatar que, en
efecto, dicha abogada actuaba como apoderada demandante conjuntamente con los abogados
actores en este juicio, en otros procesos judiciales. Así al efecto se decide.

 SALA CONS º967 28/05/2002 ¿QUEDA CON EL JURAMENTO A DERECHO EL


DEFENSOR AD LITEM O DEBE CITARSE? (I)

OJO EN ESTE PUNTO HAY CONTROVERSIAS UNOS DICEN QUE CON EL JURAMENTO
BASTA, OTROS DICEN QUE DEBE CITARSE

Observa esta Sala que la presente acción se originó por un juicio de ejecución de hipoteca
iniciado por el ciudadano Alejandro Rodríguez Rodríguez contra la ciudadana Amelia González
Moreno. En dicho procedimiento el Juez de la causa, vista la falta de comparecencia de la
parte demandada en el referido juicio, procedió a nombrar un defensor ad litem para la misma
a los fines de garantizar el derecho a la defensa de la intimada, omitiendo emitir
pronunciamiento respecto a la solicitud de embargo formulada por el demandante el 30 de
julio de 2001.

A este respecto, resulta imperioso para esta Sala aclarar varios puntos:

En principio, es necesario recordar que el derecho a la defensa es evidentemente de orden


público y se encuentra garantizado por la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela en su artículo 49 numeral 1, el cual dispone: “La defensa y la asistencia jurídica son
derechos inviolables en todo estado y grado de la investigación y del proceso”.  Si no existe
derecho a la defensa en cualquier proceso éste se encontrará viciado de nulidad. El legislador,
previó claramente que en los casos en que no se encontrara a la parte demandada el Tribunal
debía nombrar un abogado, a los fines de garantizar ese derecho a la defensa.

Así, la persona que ocupa este cargo juega el rol de representante del ausente o no presente,
según sea el caso y tiene los mismos poderes de un apoderado judicial, con la diferencia que su
mandato proviene de la Ley y con la excepción de las facultades especiales previstas en el
artículo 154 del Código de Procedimiento Civil. Por tanto, mediante el nombramiento,
aceptación de éste, y respectiva juramentación ante el Juez que lo haya convocado, tal como
lo establece el artículo 7º de la Ley de Juramento, se hace efectiva la garantía constitucional
de la defensa del demandado.

En el presente caso se puede constatar que el Juzgado accionado, basándose en los


argumentos anteriormente señalados, nombró un defensor ad litem para garantizar la defensa
de la parte demandada en el juicio y que el 16 de julio de 2001, la abogada designada para
desempeñar dicho cargo, abogada Carolina Montoto, aceptó el mismo y prestó juramento
ante el Juez, de acuerdo al artículo 7 de la Ley de Juramento.

Siendo ello así, no hay dudas para la Sala que la actuación del Juzgado Tercero de Primera
Instancia en lo Civil y Mercantil de la Circunscripción Judicial del Area Metropolitana de
Caracas estuvo ajustada a derecho, ya que el derecho a la defensa y las disposiciones legales
que la protegen son de eminente orden público, cuya inobservancia ocasiona un menoscabo a
la defensa de la parte que no se encuentre en el juicio y quebranta de esta manera el principio
de igualdad procesal contenido en el artículo 26 de la Constitución de la República Bolivariana
de Venezuela y previsto a su vez en el artículo 15 del Código de Procedimiento Civil.

 SALA CIVIL º534 31/07/2012 ¿QUEDA CON EL JURAMENTO A DERECHO EL DEFENSOR


AD LITEM O DEBE CITARSE? (II)

 En primer término, aprecia esta Sala que en el presente proceso se observaron las reglas

legalmente establecidas para llevar a cabo la citación del demandado, agotando cada una de

sus modalidades que van desde la citación personal, la citación por carteles y por último el

nombramiento de un defensor ad litem con lo cual queda evidenciada la garantía del derecho

a la defensa ofrecida a las codemadadas.


En segundo término esta Sala advierte, que luego de juramentado el defensor ad litem y dos

días antes de vencerse el lapso establecido para cumplir con el acto de contestación a la

demanda, las codemandadas se hicieron presentes en la causa asistidas de apoderada judicial,

revocando en todas sus facultades al referido defensor y solicitando la reapertura del lapso

para contestar la demanda.

 La referida solicitud fue negada por la jueza de la causa, por cuanto en su criterio “…fue

practicada válidamente la citación a la parte demandada en la persona de su defensor ad

litem…”, y agregó, entre otras cosas que “…habiendo comparecido personalmente las

demandadas y habiendo revocado las facultades de representación al defensor ad litem,

debían haber dado contestación a la demanda instaurada en su contra dentro del lapso

de emplazamiento antes indicado, pues no le está dado al Juez prorrogar o reaperturar el

lapso que ya se había indicado en atención al principio de preclusión de los lapsos

procesales, y por disposición expresa del artículo 202 del Código de Procedimiento

Civil…”.

 Como consecuencia de lo anterior, y dado que para ese momento había precluido el

lapso para contestar la demanda sin que hubieren cumplido con tal actuación, la

representación judicial de las codemandadas, mediante diligencia, tachó de manera

incidental los documentos consignados por el alguacil del tribunal de la causa referentes

a la consignación de las boletas de citación de sus defendidas, en donde declaró la

imposibilidad de practicar la citación de las mismas; y en fecha 21 de abril de 2005,

consignó escrito para formalizar la tacha de los referidos instrumentos.

                   En relación al reseñado escrito de formalización, el tribunal de la causa,

mediante auto de fecha 28 de abril de 2005 señaló, entre otras cosas, que “… del escrito

anterior se observa que el mismo no está debidamente sustentado cuanto en derecho se

requiere, en virtud de que no está fundamentado en ninguna de las causales establecidas

para la procedencia de la tacha consagrado en el artículo 1.380 del Código Civil, en

consecuencia esta Juzgadora desestima el escrito de formalización de tacha incidental, y

así se decide…”.
Posteriormente, la parte demandada apeló de dicha decisión interlocutoria, la cual se

acumuló con la apelación de la sentencia definitiva y fue decidida por el juzgado superior

como punto previo en su sentencia, expresando que “… ni en el anuncio de tacha, ni en la

formalización, la parte demandada hace la debida fundamentación, es decir, la mención de la

causal señalada en forma taxativa en el artículo 1.380 del Código Civil, razón por la cual se

confirma el auto de fecha 28 de abril del año 2.005, dictado por el Tribunal A quo, que

desestima el escrito de formalización. Y así se decide

Por lo antes expuesto, esta Sala considera que en el presente caso tanto la juez de la causa

como el juez de la recurrida decidieron el escrito de formalización de la tacha de manera

ajustada y en correcta aplicación tanto de la ley como de los precedentes jurisprudenciales

relacionados con el tema, anteriormente citados, según los cuales la tacha de instrumentos,

como medio específico de impugnación, debe estar necesariamente fundamentada en las

causales taxativas previstas en el artículo 1.380 del Código Civil, pues de lo contrario, deviene

en inadmisible la tacha delatada.

De allí que, ante la ausencia de una adecuada fundamentación, la jueza de primera instancia

actuó apegada a derecho cuando desestimó el referido escrito de formalización in limini litis,

cuya inadmisibilidad hace innecesario el deber de aperturar un cuaderno separado para su

sustanciación.Por los razonamientos precedentemente expuestos, esta Sala declara

improcedente la presente denuncia. Así se establece.

 SENTENCIA SALA SOCIAL º110 14/02/2008

De los términos en que quedó planteada la delación bajo estudio, se entiende que la misma se
refiere a la reposición no decretada –lo que en definitiva constituye el quebrantamiento de
formas esenciales de los actos procesales en menoscabo del derecho a la defensa, tal y como
fue denunciado por la parte recurrente–, en virtud de no haber garantizado la defensora ad
litem, una efectiva defensa de la empresa demandada.

 Visto que la delación bajo examen versa sobre la actuación desplegada por la defensora ad
litem, observa la Sala que la necesidad de acudir a dicha figura en el proceso, surgía cuando,
tramitada la citación por carteles, el demandado no comparece por sí o por medio de su
apoderado, en el término señalado para darse por citado. De esta forma, mediante el
nombramiento del defensor –quien deberá ser citado para la contestación–, se posibilitaba el
desarrollo de la causa al formarse la relación jurídica procesal, y se garantizaba el derecho a la
defensa de la parte accionada; en este sentido se pronunció la Sala Constitucional de este
máximo Tribunal de la República, en sentencia N° 33 de fecha 26 de enero de 2004 (caso:  Luis
Manuel Díaz Fajardo), en la cual sostuvo lo siguiente:

 La institución de la defensoría se divide en pública, destinada a otorgar asistencia técnica


integral a los imputados en el proceso penal que no contraten defensores particulares; y en
privada, la cual opera en el proceso de naturaleza civil, bajo diversas figuras como la del
defensor de quien goza de la declaratoria de justicia gratuita, o como la del defensor ad litem.

 Esta última clase de defensoría (ad litem) persigue un doble propósito: 1) Que el demandado
que no puede ser citado personalmente, sea emplazado, formándose así la relación jurídica
procesal que permite el proceso válido. Desde esta vertiente, la defensa obra incluso en
beneficio del actor, ya que permite que el proceso pueda avanzar y se dicte la sentencia de
fondo.

2) Que el demandado que no ha sido emplazado o citado, se defiende, así no lo haga


personalmente.

 Debido a ese doble fin, el defensor no obra como un mandatario del demandado, sino como
un especial auxiliar de justicia (…).

(…) la función del defensor ad litem, en beneficio del demandado, es el de defenderlo, el que
el accionado pueda ejercer su derecho de defensa, lo cual supone que sea oído en su
oportunidad legal. De allí, que no es admisible que el defensor ad litem no asista a contestar la
demanda, y que por ello se apliquen al demandado los efectos del artículo 362 del Código de
Procedimiento Civil. El defensor ad litem ha sido previsto en la ley (Código de Procedimiento
Civil), para que defienda a quien no pudo ser emplazado, no para que desmejore su derecho
de defensa.

 Pero debe la Sala, en aras a delinear las relaciones del derecho de defensa y la función del
defensor ad litem, proceder a analizar, como debe encarar tal función el defensor, a fin de
cumplir con ella cabalmente.

En este sentido, la Sala considera que es un deber del defensor ad litem, de ser posible,
contactar personalmente a su defendido, para que éste le aporte las informaciones que le
permitan defenderlo, así como los medios de prueba con que cuente, y las observaciones
sobre la prueba documental producida por el demandante.

 El que la defensa es plena y no una ficción, se deduce del propio texto legal (artículo 226 del
Código de Procedimiento Civil), que prevé el suministro de las litis expensas para el defensor,
lo que significa que él no se va a limitar a contestar la demanda, sino que realizará otras
actuaciones necesarias (probatorias, etc.) a favor del demandado.

 Lo expuesto denota que para que el defensor cumpla con su labor, es necesario, que de ser
posible, entre en contacto personal con el defendido, a fin de preparar la defensa.
 Para tal logro no basta que el defensor envíe telegramas al defendido, participándole su
nombramiento, sino que para cumplir con el deber que juró cumplir fielmente, debe ir en su
búsqueda, sobre todo si conoce la dirección donde localizarlo.

 En el caso de autos, constaba en el expediente laboral la dirección del demandado, antes de la
fecha del nombramiento del defensor. Luego, era impretermitible que el defensor acudiera a
la dirección del defendido a preparar la defensa, a menos que éste se negare, no bastando a
ese fin enviarle un telegrama notificándole el nombramiento. Si el defensor no obra con tal
diligencia, el demandado queda disminuido en su defensa, por lo que la decisión impugnada,
que no tomó en cuenta tal situación, infringió el artículo 49 constitucional y así se declara.

 Conteste con el citado criterio de la Sala Constitucional, esta Sala de Casación Social destacó,
en sentencia N° 212 del 7 de abril de 2005 (caso: John Steven Sladic Nasr contra National
Oilwell de Venezuela C.A.), que la institución del defensor ad litem no constituye una simple
formalidad con el objeto de generar la bilateralidad del juicio que permita su continuación y el
pronunciamiento de la sentencia, sino que su finalidad es la de garantizar en forma eficaz el
derecho a la defensa de la parte a quien representa. En razón de lo anterior, el defensor debe
–de ser posible– ponerse en contacto con su defendido –sin que baste a tal efecto el solo envío
de un telegrama–, para que éste le facilite la información y pruebas necesarias para alcanzar su
cometido, así como la indicación de los datos para controlar y contradecir las pruebas del
adversario. 

En el caso sub iudice constata la Sala que, después de la interposición de la demanda por ante


el extinto Juzgado Noveno de Primera Instancia del Trabajo de la Circunscripción Judicial del
Área Metropolitana de Caracas, en fecha 6 de noviembre de 2001, y ante la imposibilidad de
practicar la citación personal de la parte accionada, el tribunal de la causa acordó su citación
por carteles, de acuerdo con el artículo 50 de la Ley Orgánica de Tribunales y de Procedimiento
del Trabajo, entonces vigente. Tramitada la citación por carteles, y debido a la
incomparecencia de la demandada, el tribunal nombró como defensora ad litem a la
abogada Katherine Molina Pérez, quien aceptó el cargo, juró cumplir con los deberes
inherentes al mismo y, posteriormente, le fue practicada la citación correspondiente.

En fecha 15 de mayo de 2002, la prenombrada profesional del Derecho consignó escrito de


contestación de la demanda (ff. 196-197), y se abstuvo de promover pruebas y de presentar
escrito de informes. Encontrándose la causa en estado de sentencia, y después de la entrada
en vigencia de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo, el 17 de agosto de 2004 compareció la
abogada Rosa Yépez, actuando en representación de la empresa demandada, quien consignó
instrumento poder que acredita tal carácter y solicitó la reposición de la causa, la cual fue
negada el 23 de agosto de ese mismo año, por el Juzgado Sexto de Primera Instancia de Juicio
del Régimen Procesal Transitorio del Trabajo de la Circunscripción Judicial del Área
Metropolitana de Caracas.

 El 25 de octubre de 2004, el juez a quo dictó sentencia definitiva en la cual declaró


parcialmente con lugar la demanda; y apelada dicha decisión por la representación judicial de
la accionada, la misma fue confirmada por el sentenciador ad quem, quien se pronunció acerca
de la solicitud de reposición de la causa, en los términos siguientes:

 (…) el defensor ad-litem designado en la presente causa, realizó las funciones de su defensa,
cuando el día 15-05-2002 presentó escrito de contestación a la demandada (sic), de otra
parte se evidencia al folio (sic) 105 y 106 del expediente, auto del tribunal en la cual (sic) se
ordena la notificación de la demandada, por haberse encontrado la causa suspendida y
haberse ‘roto’ la estadía a derecho de las partes, igualmente se verificó a los folios 72 (sic), la
constancia del alguacil del tribunal, de haber practicado la fijación de (sic) cartel de notificación
de la demandada, en el domicilio de la misma, es decir, la demandada se mantuvo indiferente
al llamado reiterado del tribunal, realizado en varias fases del proceso como pudo
constatarse de las actas del expediente, razón por la cual resulta forzoso declarar
improcedente la defensa formulada por el recurrente ante esta alzada (Resaltado añadido).

 Como se observa, el juzgador ad quem negó la reposición solicitada por dos motivos, a saber,
que el defensor ad litem “realizó las funciones de su defensa” al contestar la demanda y que la
accionada “se mantuvo indiferente al llamado reiterado del tribunal”.

 Por una parte, cabe preguntarse si realmente el defensor ad litem había cumplido “las


funciones de su defensa” al contestar la demanda, como lo aseveró el juez ad quem.

 Del iter procesal reseñado supra evidencia esta Sala que, después de la juramentación de la


defensora ad litem, en fecha 4 de abril de 2002, la abogada Katherine Molina Pérez ejerció sus
funciones hasta el 17 de agosto de 2004, cuando cesó la defensa que ella venía ejerciendo, al
comparecer al juicio los apoderados judiciales constituidos por la parte demandada.

 Durante ese lapso, no consta que la mencionada defensora judicial haya hecho ninguna
gestión para contactar a la empresa accionada a fin de obtener los elementos necesarios que
coadyuvaran a enervar la acción propuesta, aun cuando existe constancia en autos de la
dirección en donde podía localizarla, pues fue allí donde se tramitó su citación personal. Así las
cosas, la defensora se limitó a dar contestación a la demanda –porque no promovió pruebas ni
presentó informes–, lo que hizo mediante escrito de dos folios consignado el 15 de mayo de
2002, en el cual rechazó de forma genérica los alegatos de la actora, y cada uno de los
conceptos por ella reclamados; en virtud de lo anterior, el juez de la causa declaró la admisión
de los hechos debido a que “(…) al momento de dar contestación a la demanda, el defensor
Ad-litem de la empresa demandada lo hizo de una forma vaga, no fundamentando las razones
de sus rechazos ni de sus negativas (…)”, e igualmente el juez de Alzada consideró que no
formaban parte del debate probatorio, la existencia de la relación laboral, las fechas de ingreso
y egreso de la actora a la empresa, y el salario integral por ella devengado.

 Ahora bien, ¿acaso podría argüirse que la defensora ad litem cumplió cabalmente su función
al limitarse a dar contestación a la demanda en la forma en que lo hizo, visto que sólo fue el 26
de enero de 2004 cuando la Sala Constitucional explicitó que el rol de este auxiliar de justicia
consiste en defender al demandado, sin desmejorar su derecho a la defensa? Definitivamente,
no. En primer lugar, para esa fecha la abogada Katherine Molina Pérez aún desempeñaba el
referido cargo, el cual cesó el 17 de agosto de 2004. Pero independientemente de ello, escudar
su deficiente actuación en una supuesta aplicación retroactiva de un nuevo criterio
jurisprudencial implicaría olvidar que en el Código de Procedimiento Civil y en la Ley Orgánica
de Tribunales y de Procedimiento del Trabajo –aplicable en el presente caso para la fecha de la
contestación de la demanda– ya estaba contemplada la institución del defensor ad litem como
un mecanismo para asegurar el derecho a la defensa del demandado que, citado por carteles,
no comparecía al juicio; de ahí que la doctrina patria ya sostenía que el defensor impide el
estado de indefensión del no presente (Vid. Cuenca, Humberto. Derecho Procesal Civil, Tomo
II, 3ª edición. UCV, Ediciones de la Biblioteca, Caracas, 1979, p.265), asociándolo a la garantía
constitucional de la defensa en juicio, como derecho inviolable (Vid. Rengel-Romberg,
Arístides. Tratado de Derecho Procesal Civil Venezolano, Tomo II. Editorial Arte, Caracas, 1992,
pp. 255-256). Así, cuando la Sala Constitucional explicita que “el defensor ad litem ha sido
previsto en la ley (…) para que defienda a quien no pudo ser emplazado”, y cómo debe encarar
su función para cumplir con ella adecuadamente –lo cual fue desarrollado posteriormente por
esta Sala–, no está introduciendo un cambio de criterio que modifique las reglas del proceso y
por tanto afecte el principio de la expectativa plausible; admitir tal afirmación supondría
aceptar que antes del año 2004, la defensa de quien ejercía el cargo in commento era tan sólo
una ficción. Ello explica por qué la Sala Constitucional, en la sentencia N° 33/2004, y esta Sala
de Casación Social, en la decisión N° 212/2005, aplicaran el criterio relativo a la defensa plena
a supuestos que habían acaecido previamente.

 Por otra parte, señala el juzgador de la recurrida que la demandada “se mantuvo indiferente al
llamado reiterado del tribunal”. Al respecto, constata esta Sala que el 12 de marzo de 2002, el
Alguacil del tribunal de la causa hizo constar en autos la fijación del cartel de citación en la
sede de la empresa accionada y en la cartelera de ese tribunal (f. 84 –correspondiente al f. 72
antes de ser corregida la foliatura–). Esta fijación fue realizada a fin de practicar la citación por
carteles prevista en el artículo 50 de la Ley Orgánica de Tribunales y de Procedimiento del
Trabajo, la cual fue ordenada en virtud de la imposibilidad de lograr la citación personal –
según nota del Alguacil de fecha 29 de enero de 2002–. Conteste con la norma citada, la parte
accionada fue emplazada para concurrir a darse por citada –no fue llamada inmediatamente
para el acto de contestación– dentro de los tres (3) días de despacho siguientes; no obstante,
ante su incomparecencia, se procedió al nombramiento de un defensor ad litem, tal como fue
advertido en el cartel correspondiente.

Asimismo, el 12 de junio de 2002, el Alguacil dejó constancia de haber intentado intimar al


ciudadano René Lepervanche, en su carácter de representante judicial de la empresa
demandada, a fin de que exhibiera los documentos señalados en el escrito de promoción de
pruebas de la parte actora –única que promovió pruebas, el 23 de mayo de 2002–; pero como
le informaron que el prenombrado ciudadano no se encontraba, consignó en autos la boleta
de intimación sin firmar (ff. 102-103). Cabe resaltar que, aunque se hubiera logrado intimar a
la demandada para la exhibición de los documentos, para el 12 de junio de 2002 ya había
precluido la oportunidad para dar contestación a la demanda, así como para promover
pruebas.

 Finalmente, encontrándose la causa en estado de sentencia desde el 22 de octubre de 2002,


cuando se dijo “vistos”, el 6 de febrero de 2003 la juez temporal se abocó al conocimiento de
la causa y ordenó notificar a la accionada –pues la actora estaba a derecho– para la
reanudación de la misma; en consecuencia, el 25 de febrero de 2003 el Alguacil consignó la
boleta de notificación, recibida en la oficina de correspondencia de la empresa demandada, el
21 de ese mes y año (ff. 118-119). Después de la entrada en vigencia de la Ley Orgánica
Procesal del Trabajo, el 5 de agosto de 2004 fue recibido el expediente por el Juzgado Sexto de
Primera Instancia de Juicio del Régimen Procesal Transitorio del Trabajo, ordenándose la
notificación de las partes. Así las cosas, el 17 de agosto de 2004 compareció a los autos la
representación judicial de la accionada, solicitando la reposición de la causa.

 De los párrafos precedentes, observa la Sala que una vez practicada la citación por carteles,
que dio lugar al nombramiento de la defensora ad litem conteste con lo establecido en el
artículo 50 de la Ley Orgánica de Tribunales y de Procedimiento del Trabajo –aplicable  ratione
temporis–, el 25 de febrero de 2003 se dejó constancia en las actas procesales de la
notificación de la empresa accionada, acerca del abocamiento de una juez temporal al
conocimiento de la causa, y no fue sino el 17 de agosto de 2004 cuando compareció la
representación judicial de la empresa, después de la entrada en vigencia de la Ley Orgánica
Procesal del Trabajo. Sin embargo, es necesario destacar que la causa se encontraba en estado
de sentencia desde el 22 de octubre de 2002, de modo que ya había transcurrido la
oportunidad para contestar la demanda, promover pruebas y presentar informes, actuaciones
cuya realización correspondió a la defensora ad litem.

 Conteste con lo anterior, estima la Sala que el sentenciador de la recurrida debió reponer la
causa al estado de restablecer el orden jurídico infringido, por cuanto la actuación de la
defensora ad litem perjudicó irremediablemente el derecho a la defensa de la demandada,
todo ello en aplicación del criterio jurisprudencial explicitado por la Sala Constitucional de este
alto Tribunal mediante sentencia N° 33 del 26 de enero de 2004, y acogido por esta Sala en
sentencia N° 212 del 7 de abril de 2005.

 Por lo tanto, esta Sala considera que el ad quem vulneró el derecho a la defensa de la hoy
recurrente, al abstenerse de ordenar la reposición de la causa, por lo cual se declara con lugar
la presente denuncia. Así se decide.

 Al encontrar procedente la delación formulada, la Sala declara con lugar el recurso de
casación –siendo inoficioso conocer la otra denuncia contenida en el escrito de formalización–;
en consecuencia, de conformidad con lo previsto en el artículo 175 de la Ley Orgánica Procesal
del Trabajo, anula la sentencia recurrida y repone la causa al estado en que el Juzgado de
Primera Instancia de Sustanciación, Mediación y Ejecución del Trabajo que resulte
competente, realice la audiencia preliminar, sin necesidad de notificar previamente a las
partes por encontrarse éstas a derecho. Así se decide.

 Por otra parte, visto el desempeño de la defensora ad litem en el presente caso, se ordena
remitir copia certificada de la presente decisión al Colegio de Abogados del Área
Metropolitana de Caracas, para que el Tribunal Disciplinario determine la eventual
responsabilidad de la abogada Katherine Molina Pérez. Así se establece.
 EN CUANTO A LA CITACION POR EDICTOS HAY UNA DISCUSION JURISPRUDENCIAL,
PUES LA NORMA DICE QUE DEBEN PUBLICARSE 2 DIARIOS, 2 VECES POR SEMANA,
POR 60 DIAS…

LA DOCTRINA DICE QUE DEBEN PUBLICARSE: 16

LA JURISPRUDENCIA: DICE QUE DEBEN PUBLICARSE 32

LEONCIO DICE QUE DEBEN PUBLICARSE: 18

ESTO ES LO IMPORTANTE DE ESO…

Hay sentencias que descarte, porque son lo mismo que dice en la ley osea solo confirman lo
que esta en la ley ejemplo (vicio de inmotivacion, la congruencia) …. Suerte  

También podría gustarte