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REPORTE DE LECTURA I

PERFIL DE TRES MONARCAS


CAPÍTULOS I - IV

Desde siempre Dios ha volteado a ver a aquellos que son invisibles o


menospreciados en su entorno. Quienes menos dotes o rasgos de brillantes
poseen en sí; es en lo cotidiano y en lo común que encontramos enseñanzas
y aprendizajes prácticos que nos sirven para enfrentarnos a las duras
batallas de la vida cristiana.

David era uno de estos personajes. El era el 8vo en su casa; probablemente


era el único que asumía el rol de cuidar ovejas por lo pequeño que era y lo
sumiso a la vez, no lo sé, imagino que si, su primera característica debió ser
la Obediencia, su manera de ser sujeto a la autoridad de sus hermanos y de
su padre de entrada, debieron llamar la atención de Dios.

El tiempo a solas y en silencio no siempre es soledad vacía, es el silbo


apacible de Dios moldeando el carácter y agudizando tus sentidos
espirituales para poder conocer su voz, es un ejercicio pequeño y constante
de reconocer cuán grande es Él para así asumir que su soberanía y poder es
todo lo que necesitamos en esta vida.

Encuentro su segunda característica aquí, la de un adorador, alguien que


sabía contemplar la grandeza de las pequeñas cosas, David tenía una
capacidad de asombro por los detalles en la creación, entendió un poco de la
perspectiva de Dios hacia el mundo y lo que en el habita. Encontraba
razones para cantar y adorar a solas, sin escenarios ni luces, impresionante
lo que el tiempo en silencio y soledad en las montañas provoca en un
corazón que aprendió a escuchar la voz de Dios.

Su visión fue más allá, se agudizó tanto que encontró que su labor tipificaba
al Verbo encarnado, las ovejas habían aprendido a escuchar su voz,
entendían que su pastor era todo lo que necesitaban, nada les faltaría; su
pastor David les proveería siempre de delicados pastos para descansar,
aguas frescas para saciar la sed, un fuego para pasar la noche y sombra para
descansar del día. Pero no solo eso, David se convirtió en el protector de las
ovejas, estaba dispuesto a enfrentarse a un feroz enemigo y dar su vida por
sus ovejas. Tal cual lo hace Cristo por nosotros, alejando al enemigo de
nuestras almas de nosotros y llevarnos a un lugar seguro.

Entonces nos encontramos con el momento que todos buscamos, el llamado


de Dios, ese instante donde conoces hacia dónde nos llevarán sus planes en
esta vida. Que bendición la de recibir la encomienda en manos de un general
de Dios como el profeta Samuel, no había duda alguna de que era palabra de
Dios y se cumpliría a su tiempo.

Este hombre y futuro rey, había recibido una escuela un poco común, la del
silencio y anonimato, pero pronto sería enaltecido, había sido fiel en lo poco
y sobre lo mucho sería puesto, alguien así siempre tendrá en su corazón el
agradecimiento y devoción más allá del poder y la posición que pueda
alcanzar. Entiende que es de Dios todo, David lo entendía perfectamente
bien todo hasta aquí. Estaba listo para librar su batalla más dura, que media
3 metros y amenazaba a su pueblo. Sabia que saldría victorioso; ya conocía
estos escenarios, había sido preparado para este momento en las montañas,
que bueno es Dios con nosotros.

David es un pastor extraordinario, un guía amoroso, un líder único y nato


pero también un guerrero feroz en batalla, características que desarrolló a
solas y en silencio. Creo que esta es la clave, su boca jamás exclamó proeza
alguna de sí mismo, sino que siempre reconoció al dador de las victorias,
sabía que la alegría era suya, las batallas las libraba el Señor por el y la gloria
solo él la merecía.

Aquí está la tercera característica de David; su corazón había sido tallado por
el Señor mismo y por eso su semejanza. Estaba listo para llegar a lugares
más altos, pero antes de que la promesa se cumpliera… era necesario que
David fuera roto. Esta parte me conmovió mucho “David entendió que Dios
ansiaba tener hombres que fueran una vasija rota”; entonces estaba
dispuesto a serlo.

David llegó al palacio del rey para iniciar un proceso de formación de


carácter, era la primera vez que lidiaba con alguien que tenía poder y estaba
dispuesto a usarlo para destrozarlo. Estaba siendo probado, el se sabía
ungido por rey y era vituperado por quien aún ocupaba ese puesto. Que
carácter tenía, no codiciaba esa silla; solo buscaba servir a su rey y honrarlo
pese a todo, pese a su vida. David era un siervo leal; cantaba alabanzas para
calmar a su rey y recibía lanzas como premio.
Hoy necesitamos pedir ayuda a Dios para ser gente ungida pero también
leales, siervos que buscan servir a sus líderes. Miembros que honren a
quienes nos cuidan como las ovejas que somos, sin duda nuestros pastores
y líderes se podrían equivocar en alguna decisión pero es el carácter el que
nos ayudará a honrar y mostrar lealtad en todo momento, que bendición
sería alcanzar este nivel de carácter y madurez espiritual.

En la vida nos vamos a encontrar con personas que nos van a ayudar a
crecer en conocimiento pero también en carácter, mansedumbre, templanza,
etc.. gente que nos va a ayudar a mostrar el fruto del espíritu en nosotros. La
soberanía de Dios es indiscutible, no todos alcanzamos a entender cómo
trabaja en nosotros y recogemos las lanzas para regresarlas y así mostrar
agallas y tenacidad, defendemos lo nuestro y mostramos que también en
nosotros hay llamado, hay poder, hay autoridad. Esto es sencillo de hacer,
cualquiera lo haría, hasta un perro se defiende si lo agredes.

Es de valientes tomar las lanzas y devolverlas al agresor, reconocer que


estamos bajo autoridad y someternos a ella, mostrar carácter y entender el
proceso de quebrantamiento que estamos viviendo. No es nada sencillo, es
un examen final antes de recibir la graduación de esta escuela en la que
buscamos servir al Señor de la obra no solo con excelencia, con fruto, el
fruto del espíritu. Porque si le amamos entonces sabremos que todo esto, es
para nuestro bien.

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