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Viivir en la época medieval o zapatear en la peña folk urbana. Su-

mergirse en la lectura como un niño o jugar a ser grande en el spa
de nenas. Migrar de China o huir de Siria. Renacer en la madurez o
morirse en la pista bailando.
Unisapiens propone en esta ocasión un recorrido en donde lo común
es buscar lo diferente. Escenarios y actores que eligen romper la ruti-
na y transitar caminos alternativos para vivir mejor. Mujeres que en-
frentan los golpes, deportistas que afrontan nuevos retos, estudian-
tes que salen a la calle y señoritas que hablan de sexo pueblan estas
páginas, cumpliendo con la consigna que alguna vez propondría Al-
bert Einstein: “Si buscas resultados diferentes no hagas siempre lo
mismo.”
En ese camino, Unisapiens, como cada año, se replantea a sí mis-
ma, desde el editorial hasta la última página para ofrecer al lector
algo nuevo. Y ofrece textos, que al estilo de la crónica latinoameri-
cana revisten un interés particular porque se basan en historias rea-
les en un registro que zigzaguea entre lo literario y lo periodístico, en
donde la subjetividad de cada narrador atraviesa los acontecimientos
y mediante la elección de puntos de vista alternativos moviliza nue-
vas miradas.
Desde la tapa Unisapiens invita a abrir los ojos y mirar donde todos
ven. Recorrer sus páginas puede ser el primer paso para animarse a
vivir nuevas experiencias.
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 Tan maduros
como para
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“Para cada arruga hay una razón. El sol que nunca
dudé en disfrutar. Viví siempre con una sonrisa y hoy
renacer
está la huella de lo maravilloso de la vida”
C
ada paso que se da en la vida
deja una huella. Algunas son
profundas y otras quizás no,
pero el camino es largo. Mercedes
lo sabe más que nadie. Antes de
que el reloj marque las siete sus
ojos se desperezan adelantándose a
la alarma. Mientras la luz del sol se
filtra por una pequeña rendija de la
ventana se levanta y pone el agua a
calentar.
La mujer se dirige al espejo de su
habitación. Se peina, maquilla y
selecciona la indumentaria adecuada
para el día. El chiflido de la pava
la despierta de sus pensamientos y
mientras se prepara un mate, revisa
su agenda. -Dos clientas- dice en voz
alta. Se encamina con un paso lento
y con gracia a su pedicuría, donde
entre diplomas y recipientes esteriliza
sus herramientas
Mercedes pisa sus 80 años pero
a pesar de los golpes de la vida, su
consultorio es su cable a tierra. La
atmósfera del pequeño lugar es cálida.
Una inmensa ventana da al jardín
por dónde se asoman los primeros
pimpollos de sus azaleas. Los jóvenes
rayos del sol de primavera también
se cuelan sin pedir permiso por la
persiana y se reflejan en los frascos de
esmalte que acomoda prolijamente
en una vitrina mientras se pone su
guardapolvo blanco.
Ella nació en la postmodernidad pero
todo sería distinto si la naturaleza la
hubiera enviado a otra era. En el año
600.000 A.C. los enfrentamientos
por la supervivencia eran diarios.
La cacería era la única forma que los
habitantes de la Prehistoria tenían
para su conservación. Sólo unos
pocos tenían el don de la sabiduría
en las tribus. Mercedes sería una de
las elegidas por su valor sobrenatural.
Los dioses la protegerían por ser la
portadora de un bien absoluto: su
longevidad.
“¡Qué penoso es el fin de un viejo!
Se va debilitando cada día; su vista
disminuye, sus oídos se vuelven
sordos; su fuerza declina, su corazón
ya no descansa; su boca se vuelve
silenciosa y no habla. Sus facultades
intelectuales disminuyen y le resulta
imposible acordarse hoy de lo que
sucedió ayer”, se autodefinía Ptah-
Hotep, visir del faraón Tzezi de
la dinastía V, ante multitudes. La
vejez era un valioso tesoro en la
mayoría de las culturas, aunque otras
comenzaban a rechazarla.
La Edad media, oscura y a la vez
fuerte, arrasó con todo. Mercedes
hubiera sido débil. Los ancianos no
importaban. Estaban desfavorecidos.
Los primeros años del cristianismo
llegaron con una redefinición de la
palabra vejez. Un concepto al que
por Jesica Spaccarotella
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había que temerle. Un castigo de
Dios por ser pecadores.
La concepción de la vejez tomó otro
rumbo en la postmodernidad. Los
profesionales prefirieron cambiar el
término de “tercera edad” por el de
“adultos mayores”. Los abuelos ya no
son aquellos ancianos que pasan sus
días en sus casas tejiendo o leyendo
el diario mientras las hojas de los
árboles crecen y vuelven a caer. Ellos
buscan disfrutar, salir y porqué no,
bailar.
Este grupo ya no se define por
su cercanía a la muerte sino por la
apertura de nuevos horizontes. La
psicóloga Mabel Lires revela que
era impensable en otras épocas
que personas de 80 años llegaran
con inquietudes a su consultorio.
El repreguntarse sobre su historia
de vida ya no es novedad en este
segmento etario.
“Hay gente de 100 años que está
totalmente lúcida, entonces se
va jubilando pero con proyectos
instalados”, asegura la profesional.
La debilidad y la dejadez desaparecen
de la vida. Una nueva etapa con hijos
y nietos mayores se transforma en un
tiempo de disfrute absoluto. Clubes
de barrios y salidas a estancias son
algunos de los pasatiempos de los
abuelos modernos.
 Tan maduros
como para renacer

El regalo del trabajo

Mercedes se inclina en su silla de pedicura
mientras dialoga con una de sus pacien-
tes. Su sonrisa, permanente. Los do-
lores de espalda y de cabeza se esfu-
8 maron al igual que las molestias en
Elena a los 84 años pensaba
que ya estaba vieja como para los pies que acarreaban sus pacien-
seguirle los trotes a su esposo de tes. Se regocija de felicidad cuando le
88. La insistencia de Matías agradecen por su trabajo. Regalos, abra-
no cesaba hasta que logró zos y besos le llenan el alma y premian su
convencerla de pasar un día profesión.
en una estancia con un grupo El trabajo en los adultos mayores se convier-
de amigos. Una larga mesa los te en una herramienta para la reinserción en la
esperaba en Luján. La visita sociedad. Se trata de sentir que a pesar de que el
al campo no se limitaba sólo a mundo gira con gran velocidad, ellos no queda-
almorzar. Un chamamé comenzó ron afuera. “Una de las categorías vitales del tra-
a largar los primeros acordes y bajo es su función social ¿Si vos dejas de tener esa
sin pesarles los años, el grupo de función, en qué lugar de la sociedad estás? Quedas
amigos se puso a bailar con la marginado”, explica Mabel Lires.
misma gracia que hubieran La depresión es una constante en las personas mayo-
tenido tiempo atrás. res que no están activas. La misma Mercedes nota la
A la Antropología diferencia entre su vida y la de una paciente. “Sos la
le llaman la atención única que puede entenderme”, le confía la mujer. La
estas prácticas que podóloga admite que ella también tiene “días con ra-
realizan los adultos yes” pero que no podría pasarse jornadas enteras en
mayores y a diferencia la cama como su clienta. “No podés estar toda la ma-
de la psicología tiene ñana y toda la noche haciendo lo mismo. A mí me
otra visión del asunto. gusta trabajar”, reflexiona.
La ciencia social prefiere La hija de Matías estaba muy preocupada tras los
definir a la vejez desde fuertes dolores que tenía su padre en el cuerpo. El an-
los conceptos culturales ciano ya no era aquella persona activa que le insistía a su
vigentes en cada esposa para pasar un buen rato con amigos. Los fuertes
sociedad. Descarta lo dolores que sufría se evidenciaban en las arrugas de su
general ante lo particular. rostro. El hombre activo que bailaba chamamé y cola-
El antropólogo Atilio boraba en el club de jubilados ya no estaba.
Nasti explica que “la vejez está bastante dejada de lado El malestar por su inactividad era mayor que el físico. En
en las culturas occidentales pero en otras es símbolo de cuanto las molestias cesaron no dudó en regresar a aque-
la experiencia y el respeto. Lo estético está por debajo de lla institución que le dio tanto a su vida. Su hija, con una
la experiencia”. sonrisa en el rostro por ver la mejoría en su padre, admi-
tió que no podía verlo en la cama, no era él.
En este sentido, la Organización Mundial de la Salud ad-
vierte que a los adultos mayores que llevan una vida acti-
va no sólo les generan un beneficio a nivel anímico sino
también físico.
El contacto cercano con la naturaleza, con otras perso-
nas y actividades son la clave del bienestar. El elixir de
la vida existe y este grupo de adultos pareciera tener la
formula. El trabajo, actividades creativas o simplemen-
te el sentimiento de sentirse útiles se convierten en las ar-
mas perfectas para estimular y potenciar los sentimientos
y emociones. Son adolescentes en su vejez.
Las políticas de inserción
también son una herramien-
ta fundamental. Atilio Nasti
recuerda su experiencia en los 9
Estados Unidos, donde curiosa-
mente los ancianos son las perso-
nas indicadas para ciertas labores. Los
adultos mayores lúcidos y sanos cumplen a la perfección
el rol de atención al público. No están apurados como
los jóvenes. Sus tiempos son distintos y si tienen que re-
petir las cosas, las repiten porque no tienen nadie que los
corra.
Las concepciones de la vejez en nuestra sociedad cam- Los días pasan y lo hacen con velocidad. Atrás quedó
bian permanentemente y seguirán haciéndolo. La veloci- un largo camino marcado de alegrías y tristezas, progre-
dad con la que gira el planeta tierra impacta en la vida de sos y fracasos. Así es la vida. Mercedes despide a una de
las personas y en su forma de relacionarse con los demás. sus clientas. Cierra la puerta de su hogar y se dirige a su
Cada época es sólo una página del gran libro de la histo- consultorio donde acomoda y vuelve a esterilizar sus ins-
ria humanidad. trumentos con una joven sonrisa.

A buelos para rato que forman parte de esta franja eta-

El tiempo pasa despacio y tranqui-
lo. El viento golpea en sus puertas
mientras ellos toman mate en su co-
medor. El olorcito a comida casera
proveniente de la cocina mezclado
con ese cálido aroma a una casa llena
de recuerdos crece cada año. Según
el último relevamiento realizado por
el PAMI creció la cantidad de adultos
mayores de más de 100 años.
Activas alegres y solidarias a los 100
años. Los datos revelan que en Ar-
gentina hay más de 3000 personas
ria. Si hubiera una competencia la-
tinoamericana en donde participaran
los abuelos argentinos posiblemen-
te tendrían muchas chances de triun-
far. El Censo de 2010 arrojó que la
población de 65 años o más corres-
pondería al 10,2% del total y la de 60
años o más, al 14,3%. El país está en
el podio de los tres más envejecidos
de América Latina.
 Juegos de sexo
por Daniela Herrera

10

Aunque la mujer es el principal

objeto de deseo en los medios
de comunicación, los hombres
también comienzan a tomar ese
lugar en nuestra cultura. Por otro
lado, los sex shop son cada vez más
femeninos y los juegos sexuales se
orientan hacia nuevas formas de
placer para la mujer. ¿ Siguen siendo
tan distintos hombres y mujeres? ¿La
industria del sexo se ha adaptado
a los gays o transexuales? ¿Los
juguetes eróticos están destinados a
la mujer?. Juguetes sexuales. Escuelas
de sexo. Los juegos de sexo.
-A ver a los hombres: ¿Cómo les gusta el
sexo oral?
- De arriba hacia abajo
- Muy despacio
-Por toda la zona
- Bien, y a las chicas ¿Cómo les gusta?
…cri cri… el silencio inunda la sala.
Así abre el debate Paola Kullok, es-
pecialista en juegos sexuales y fun-
dadora de la primera escuela de sexo
en Argentina, en su espectáculo tea-
tral “PK con las palabras”. Un de-
bate que está claramente atravesado
por la cuestión de género: Mientras
los hombres parecen saber mucho
de sexo, las mujeres parecen ser tí-
midas en público pero cada vez más
atrevidas y activas en la intimidad.
Paola Kullok es masajista especiali-
zada en masajes eróticos y con la ex-
periencia de haber hecho este tipo
de masajes durante diez años da cur-
sos para que todos aprendan a se-
ducir a su pareja, no sólo con las
manos, sino con clases de striptea-
se y técnicas del tipo ¿Cómo disfra-
zarte para tu pareja?. “Yo presto los
disfraces, porque muchas mujeres
compran los aparatos o la ropa y a
la hora de usarlo no saben moverse,
y dicen ¿Y ahora qué hago? Bueno,
yo enseño eso, no vendo ropa ni ju-
guetes te enseño a usarlos para tener
una sexualidad más plena”.
-¿Y la gente que se acerca a vos lo
hace por diversión ?
-Noooo… la sexualidad es divertida
en muy pocos momentos.
Así responde la directora de la es-
cuela donde se enseña lo prohibi-
do, mientras se maquilla cuidado-
samente en el camarín del Paseo La
Plaza. Esto no sólo sorprende sig-
nificativamente sino que tira por la
borda un sinfín de preconceptos. El
sexo es también un problema, como
el stress, el trabajo o llegar a fin de
mes.
Este sexo conflictivo es el sexo pri-
vado, ese del que las mujeres no se
animan a hablar en el teatro y ni si-
quiera entre amigas, y del que los
hombres parecen conocer mucho.
En oposición está el sexo público, el
de los medios masivos que se ven-
de todo el tiempo. El sexo que ha-
bla de liberación sexual, de la moda
swinger, de los cuerpos jóvenes. De
mujeres pulposas y hombres muscu-
losos, parejas ágiles que se animan
a todo.
Y en verdad, como lo cuenta Paola,
la sexualidad la define cada uno y en
el interior de las parejas: hay no, hay
sí y hay zonas grises, las de:
-”Me encantaría pero no me
animo”
-”Me gustaría pero no sé cómo”
-”Me atrae la idea, pero no sé si le
va a gustar”
Para eso está ella y por
eso es que la gente lle-
ga a consultarle
cuestiones de
cama, cues-
tiones de este
ámbito pri-
vado poco
divertido.
El sexo público, una
clase de sexo.
El sexo es en nuestras vidas un ele-
mento que aunque no queramos,
está presente. Encendemos la tele
mañana, tarde o noche y una chica 11
en minifalda hipermaquillada se de-
dica a bailar o a opinar sobre la bur-
buja televisiva. En la calle camino al
trabajo, pasás por un sexshop y con
vergüenza mirás hacia la vereda de
enfrente casi como un contorsionis-
ta (no sea cosa que la gente piense
que te pueden interesar esos obje-
tos). Y en la oficina siempre está el
compañero de trabajo que tiene un
chiste verde a la orden del día. Sexo.
Sexo. Y más Sexo.
Es claro que continuamente nos
venden sexo. Un hombre morocho
musculoso vestido de traje utiliza el
perfume correcto y automáticamen-
te las mujeres lo persiguen por un
corredor a media luz hasta que con-
siguen entrar con él en la habitación.
La pregunta es ¿por qué? . ¿Por qué
hasta las publicidades de perfumes
en verdad venden una vida sexual
activa? .
“El sexo es enigmático en sí mis-
mo” define sin dudar Lucía Málaga
(psicóloga). “El sexo es una cons-
trucción y por ende nunca llega-
mos a saber todo sobre el tema,
esa es una de las razones por las
cuales siempre habrá un chiste que
nos cause gracia, una imagen
que nos atraiga y una duda en
cuanto a nuestro sexo”, y es
que es un tema que jamás se agota y
 Juegos de sexo
siempre, como todo enigma, nos intriga creer
que nos acercamos a la verdad.
Pero existe una clara diferenciación entre
hombres y mujeres en cuanto al sexo desde las
primeras etapas. Si bien la sexualidad se cons-
truye y no es dada, el hombre tiene un víncu-
lo más cercano a su sexualidad desde primera
instancia, “El varón tiene todo ahí, desde chi-
cos nos reímos diciendo: ay! mira la pitulina
12 del nene, y es muy simple el nene tiene pito y
la nena NO, simplemente no tiene nada” ex-
plica Málaga.
La mujer construye un vínculo misterioso con
la sexualidad desde el momento en que no tie-
ne contacto visual con sus genitales. Para
la mujer es aún más enigmática la cues-
tión del sexo, lo que las hace las consu-
midoras perfectas de la industria de lo
prohibido: patitos vibradores color rosa
en pleno Palermo, reuniones de tupper-
sex en casa con amigas, y hasta cine postpor-
no con historias de sexo de gente común.
¿El sexo de la liberación?
Las mujeres son más complicadas y eso está
claro desde el inicio, no sólo de este artícu-
lo, sino de la historia misma de la humani-
dad. Pero qué sucede con las nuevas sexua-
lidades, con los movimientos de liberación
sexual. ¿Los cambios en la industria del sexo
son resultado de todas las libertades consegui-
das por la mujer o simplemente el género fe-
menino es el sector del mercado más favora-
ble para estos productos?
Paola Kullok en su escuela brinda clases de
juegos eróticos para hombres que quieren
aprender a tocar mujeres y clases para muje-
res que quieren aprender a tocar hombres. Al
consultarle sobre el grupo gay la directora ase-
gura que sí tiene alumnos gays, los cuales van
a las clases de mujeres, pero jamás lesbianas.
“Yo creo que pasa por el imaginario de que si
sos gay, sabes de sexo. Gran error” explica la
profesional.
Los productos en torno al sexo tienen sus ini-
cios en 1869 cuando el doctor estadouniden-
se George Taylor patentó “The Manipulator”
el primer equipo vibrador a vapor. Un conso-
lador destinado a tratar la histeria en la mu-
jer. En nuestro país recién hacia los ´70 se co-
mienzan a dictar clases de salud sexual para
mujeres y parejas. Hacia los ´90 la apertura de
las importaciones hace que muchas fábricas
de juguetes para niños comiencen a producir
juguetes sexuales, allí se popularizan los penes
de plástico y los aditamentos sexuales.
Luego los medios masivos toman su lugar
en la cuestión y son los sexólogos quienes se
convierten en los nuevos figurines, dedicados
a hablar de sexo de forma abierta y clara. Qui-
zás esto responda a una sociedad que cada vez
siente menos placer en la intimidad y elige el
sexo público y divertido para tapar las faltas.
Paula Daporta, socióloga e investigadora, re-
flexiona en torno a la lucha de género “No
creo que la industria sexual aporte mucho
a la cuestión de género, no creo que al pibe
transexual de la villa le sirvan de mucho estos
productos a los que probablemente no ten-
ga acceso. Lo veo como una industria que se
apropia de un discurso de liberación y lo vacía
de contenido”.
Si bien mucha gente se acerca a estos sitios
para aprender lo que nunca se enseña: el pla-
cer, aún así, organizar un tuppersex, llevar un
consolador en la cartera o volver al colegio
pero para aprender masajes eróticos, queda
claro, no responde a los movimientos de li-
beración sexual, sino a una industria que cada
vez se inclina más al mercado femenino.
Patitos y delfincitos que vibran, ropa para jue-
gos sexuales, películas posporno, tiendas eró-
ticas online discretas y confiables, reuniones
solo para chicas… sexo 2.0, moderno y feme-
nino. Productos sexuales destinados a las mu-
jeres; las reinas del sexto sentido y del sexo
sentido. 
por Julieta Barretto

13
 I sidro Casanova. Algunas calles de asfalto, otras de
tierra. Chicos que juegan en la vereda. Música que
sale de los autos y de los hogares a través de puertas
y ventanas abiertas. Casas humildes. Y entre ellas, una
en particular que se distingue por sobre las demás, aun-
que vista por fuera parece igual a todas. Es la casa de Gi-
sela y Hernán ¿Qué tiene de especial? En una de sus ha-
bitaciones funciona el Bachillerato Popular Coihue, un
proyecto político-pedagógico que tiene como finalidad
cubrir las falencias de la educación y poder reinsertar en
el circuito a estudiantes que abandonaron la escuela por
distintos motivos.
Ambos forman parte de la Asamblea Permanente por
los Derechos Humanos de La Matanza (APDH) y per-
tenecen a la Asociación Civil Coihue, de la que Diego es
coordinador. Él es pizzero, morocho y de ojos saltones.
Habla pausado y de forma amable. Parece ser una de
8
14 esas personas de las que ya no quedan. Según cuenta, el
“bachi” se puso en marcha “con el esfuerzo, el entusias-
mo y el compromiso de los compañeros y compañeras
docentes, equipos técnicos y sobre todo la predisposi-
ción de Gisela y Hernán que habilitaron el espacio para
que funcionara”.
Ladrillos huecos pintados con los colores de la bandera
argentina, piso de cemento, un pizarrón y unos cuantos
bancos y sillas. Olor a humedad. Un murmullo constan-
te y la voz de una nena que juega sola en el patio. Este es
el aula del “bachi” en donde más de 20 jóvenes, de entre
16 y 30 años, acuden a clases de lunes a viernes de 18 a
22 para terminar la secundaria.
Lograr el objetivo de conformar este bachillerato popu-
lar para que la gente del barrio pueda alcanzar su título
de enseñanza media no fue fácil. La idea surgió de un
integrante de Coihue que llevó como modelo el traba-
jo que realiza la fábrica autogestionada denominada In-
dustria Metalúrgica y Plástica Argentina (IMPA), en la
que desde el año 2004 funciona un bachillerato (VER
CUADRO). En este barrio de Isidro Casanova adhirie-
ron a su idea y comenzaron a contactarse de a poco con
corrientes que estaban al tanto del tema.
Además de dictar clases, los movimientos de educación
popular luchan día a día por el reconocimiento de sus
títulos. Ellos coinciden en la concepción superadora de
la escuela bancaria, aquella que según el filósofo y edu-
cador brasileño Paulo Freire “contempla al educando
como sujeto pasivo ignorante que ha de memorizar y re-
petir los contenidos que se le inculcan por el educador,
poseedor de verdades únicas e inamovibles”.
Esta nueva corriente educativa apunta a acercar el co-
nocimiento desde las cosas cotidianas y cuestiona el rol
de profesor y estudiante desde una perspectiva político
pedagógica que los relacione de diferentes formas den-
tro del aula. ¿Qué hacen en particular los movimientos
de bachilleratos populares? Proponen un sistema edu-
cativo alternativo, en el que se aprende enseñando y se
enseña aprendiendo. Es importante destacar que no se
plantean enfrentar a la escuela pública, sino incidir en
sus prácticas.
Noelia Vacaflor tiene unos 38 años, es rubia y delgada.
Su voz es un poco ronca, lo que puede deberse al ci-
garrillo o al desgaste que sufrieron sus cuerdas vocales
tras ejercer casi veinte años de docencia, de aquella a la
que llamamos tradicional. Desde marzo de este año es
profesora de Salud del “bachi” del Coihue y explica que
el bachillerato po-
pular presenta “la
modalidad de tra-
bajo en la que do-
centes y estudian-
tes se encuentran
a la par, y se in-
tenta establecer
una relación de
iguales”.
Esta manera de
desarrollarse no
significa que “uno
pasa sobre el otro,

¿QUÉ ES EL IMPA?

Desde el año 1998, la Industria Meta-
lúrgica y Plástica Argentina (IMPA)
funciona como una fábrica auto-
gestionada, como otras que surgie-
ron durante el mismo período. Ésta
en particular cuenta con un Cen-
tro Cultural en el que hay un come-
dor y se realizan actividades artísticas.
En marzo de 2004 se inauguró allí un
bachillerato, al que concurren los mis-
mos obreros de la fábrica, vecinos del ba-
rrio e incluso gente que no cumple ningu-
na de estas dos condiciones. El proyecto
de crear una escuela media para jóve-
nes y adultos en IMPA surgió a par-
tir de un acuerdo entre la fábrica y la
Cooperativa de Trabajo de Investigado-
res y Educadores
Populares, una or-
ganización multidisciplinaria dedica-
da a armar seminarios de formación
docente, brindar talleres, y crear bachi-
lleratos para jóvenes y adultos en Ca-
pital Federal y Gran Buenos Aires.
sino que el estudiante en su rol tiene todo el
derecho de decir qué no le gusta de la ma-
teria, o sí quizás sienten que el maestro no
está explicando del todo bien”, aclara la
docente. “Al mismo tiempo los docentes
le proponemos también a ellos nuestras
consignas pero ven que su rol es impor-
tante y que no se los trata como en la es-
cuela tradicional donde hay que llenarlos
de contenidos”.
Una pata muy importante y pala-
bra autorizada en este tema es el
integrante e impulsor de la Coope-
rativa de educadores e investigadores
populares, Roberto Elizalde (VER CUA-
DRO). Un hombre canoso y con un ros-
tro maduro que evidencia el camino recorrido.
Un camino que no es fácil sobre el que Roberto
reflexiona para definir el rol docente: “Nos definimos
como trabajadores de la educación, no nos pensamos
como escindidos de la escuela pública, nos sentimos en
el mismo sistema educativo, no salimos a competir ni a
formar un sistema paralelo, sino a establecer un puente
con la escuela pública.”
El espacio de discusión entre profesores y estudiantes
es una de las características distintivas de los bachille-
ratos populares, que nacieron tras la crisis de 2001, im-
pulsados por fábricas recuperadas y organizaciones so-
ciales con trabajo barrial, para dar respuestas a miles de
jóvenes y adultos sin título secundario.
El bachillerato del Coihue en particular está atravesado
por la modalidad de derechos humanos, ya que la ma-
yoría de los profesores que dictan clases allí pertenecen
a la APDH de La Matanza; por supuesto, además de
estos contenidos se dictan las asignaturas obligatorias,
como historia, matemática y literatura.
Otra singularidad es que los docentes en el aula traba-
jan en “parejas pedagógicas”. A partir de esta práctica,
se logra un seguimiento más cercano de cada estudiante
y esta experiencia es considerada por Diego como “un
instrumento fundamental para llevar a cabo este tipo
de educación”. Pero hay más características que hacen
que el “bachi” sea especial. Por ejemplo, hay madres que
acuden a estudiar con sus hijos pequeños y se aceptan
las llegadas tarde por motivos laborales. Todo esto tie-
ne que ver con el motor de este lugar que es ayudar a los
chicos que fueron expulsados del sistema de educación
formal a no abandonar sus estudios.
En este sentido, Roberto Elizalde, que es además do-
cente de Historia, explica: “No nos gusta hablar de de-
serción escolar. No es que el chico deserta; el mismo
sistema lo expulsa cuando el docente falta un montón,
la escuela se cae a pedazos o cuando no hay clases por
equis motivo”. Un poco indignado o in-
clusive enojado, el profesor agrega: “El
sistema educativo formal expulsa a la
mayoría de los jóvenes y adultos con
los que nosotros trabajamos. No está
pensado en su forma, contenidos ni
estructura para ellos. Muchas veces
hay infantilización del adulto, más
allá de que hay muchas escuelas
que intentan trabajar desde otro
lugar e incluso muchos de noso-
tros trabajamos en instituciones
formales e intentamos hacerlo con
nuestras formas”.
Según coinciden los voluntarios de
los bachilleratos, la mayoría de los alumnos
del “bachi” son chicos que dejaron el Polimodal.
También hay adultos que terminaron el viejo séptimo 15
y por razones, que en general son económicas, no pu-
dieron seguir. Aquí no sólo se los incentiva sino que el
mismo proyecto toma en cuenta las cotidianeidades que
viven día a día en los barrios para problematizarlas y su-
marlas a la experiencia educativa buscando herramien-
tas para la transformación social.
En palabras del coordinador del Cohiue: “Vamos an-
dando en el camino de la educación popular y, como de-
cía Paulo Freire descubriendo el mundo que nos rodea
para transformarlo y transformarnos”.
COOPERATIVA DE
EDUCADORES E
INVESTIGADORES POPULARES
Esta cooperativa, nacida en el 2003, es uno de los principa-
les motores que luchan por el reconocimiento de los bachille-
ratos populares. A continuación un fragmento de la presen-
tación que realizaron ante el Ministerio de Educación de la
Nación: “Hace más de una década los bachilleratos popu-
lares surgíamos como parte de las intensas luchas llevadas a
cabo por nuestro pueblo con el fin de intervenir frente a la ex-
clusión social y educativa de los jóvenes y adultos en nuestros
barrios. […] Exigimos reconocimiento por parte del Estado
de todos los bachilleratos populares. […] Hasta el momen-
to, sólo hemos tenido conversaciones con asesores que no están
en condiciones de darnos una respuesta política. Esta acti-
tud niega los derechos de los/as estudiantes a la asignación de
más de 400 títulos y el acceso a las becas, así como los dere-
chos de los/as docentes a recibir un salario por su trabajo”.
 ALTERNOTERAPIAS por Leonardo Caruso

Cada vez son más las empresas

N A
que incorporan en sus talleres extra
laborales actividades relacionadas con
C I
las artes orientales como respuesta
al ajetreo de todos los días. I

OF
Sáquese los zapatos, relájese
y disfrute esta nota.

16
“Inhalo, exhalo. Me concentro en la respi-
LA
ración y extiendo la posición a su máxi-
ma apertura”. Tan sencillo a simple vista,
la filosofía del sólo respirar parece algo
casi imposible cuando uno está sumer-
gido en la sinfonía infernal de un ruido
de voces que van y vienen, entremez-
cladas con los cantos de las impreso-
ras y los compases de los teléfonos
que suenan, y vuelven a sonar.
Así es mi trabajo. Una melodía ince-
sante de 8 a 17, que tan sólo se de-
tiene para continuar fuera de la ofici-
na, ubicada a escasas dos cuadras de
la Casa Rosada, pleno caos del mi-
crocentro porteño. Fue por esto que
la propuesta que recibí de realizar un
taller extra laboral de yoga, se impuso
frente a los ya desechados talleres de
canto, tango y cocina. La sola idea de
un retrato a medida de la India milena-
ria, a tan sólo siete pisos de distancia de
mi infierno diario, despertó mi curiosidad.
Y ese viernes, luego de la extensa jornada
de hacer lo mismo que todos los días, encaré
hacia el ascensor interno del personal y subí.
El yoga esperaba.
Hoy, referirse a talleres extra laborales como par-
te del programa de beneficios para el personal ya no
suena tan extraño como pasaría hace unos años atrás.
Y las causas podrían deducirse a simple vista: una sali-
da, una “válvula de escape” de la rutina diaria, en pos de
una mejora tanto de la calidad de vida como del rendi-
miento en el trabajo. “Creemos que las empresas incor-
poran los talleres como programa de beneficios porque
 generan un espacio de entretenimiento y/o diversión en
un ambiente cálido, y ayudan a que los colaboradores

ESP
de diferentes áreas y sectores se conozcan, se integren,
compartan una actividad diferente y desarrollen diferen-

IR
tes capacidades”, afirma la analista de RRHH de una
importante empresa de salud, Camila González.
En lo que se refiere a la elección del yoga, grandes em-

I
presas como Exxon, Microsoft, Avon, IKA, por sólo
nombrar algunas, incorporaron esta disciplina, y tal elec-
ción no ha sido justamente al azar. “Con técnicas como
las que utilizamos tienes más recursos, más energía. Por
eso, las empresas ahora reconocen esta necesidad, de
que su personal se sienta mejor, más a gusto en la
TU vida. Así pueden tener un rendimiento mejor, por-
que a nivel individual sus empleados responden
mejor a los problemas”, explica con su acento
mexicano Berenice Alvarado, instructora de
AL yoga del Método De Rose, y residente en 17
nuestro país desde hace cinco años.
Ni bien llego al noveno piso, lo que has-
ta hace un rato era una sala de reunión,
se convierte en un espacio de relaja-
ción: atraído casi hipnóticamente por
la fragancia que desprenden los sa-
humerios de sándalo, voy entran-
do en clima. Sí, el lugar era mejor
de lo que pensaba. Con colchone-
tas de color naranja distribuidas en
el suelo que hacen juego con la al-
fombra, luces tenues y música hin-
dú que acompaña la atmósfera
oriental, espera Berenice, que con
una sonrisa nos recibe a cada uno
de los que vamos llegando, arras-
trados por la curiosidad, o por cual-
quier otra motivación. Nada parece
librado al azar. Eso sí, el único re-
quisito para ingresar es sacarse los
zapatos.
“Me acerqué por el estrés laboral, por
mi carácter y mi manera de andar todo
el tiempo correteando”, reconoce Fabia-
na, que trabaja en el mismo sector que yo,
y concurre desde hace ya dos años. “Me lo
habían recomendado médicos, gente conoci-
da, como una técnica de relajación, de medita-
ción. Y me animé, aunque pensaba que era una
cosa bastante tranquila para mi forma de ser, pero
estaba equivocada”.
Es que la propuesta del yoga del Método de Rose va
más allá del cliché de permanecer cuasi estático. “En
general vienen por lo mismo, vienen muy sedentarios,
quieren mover un poco el cuerpo, aprender técnicas
 para relajarse y descontracturar-
se. Pero cuando se encuentran con
que los ejercicios que nuestro mé-
todo utiliza son más bien exigentes,
se quedan porque les resulta intere-
sante, un desafío”, asegura Bereni-
ce, que ya lleva practicándolo más
de cinco años, y dos en cursos para
empresas.
La dificultad con las posturas la ex-
18 perimento desde el principio de la
clase: de nada sirvió practicar du-
rante años artes marciales. Mi fal-
ta de flexibilidad me sigue pasando
factura, por eso me resulta casi im-
posible seguir las indicaciones de la
instructora, que de manera amable
repite una y otra vez las consignas
hasta que mi cuerpo comienza muy
lentamente a ceder. Pero al contra-
rio de lo que expresa el gesto de es-
fuerzo en mi cara, más las gotas de
sudor que empiezan a caer de mi
frente, un clima de risas inunda el
espacio. “Creo que están locos”, me
digo a mí mismo. Pero es que mis
compañeros de práctica llevan más
tiempo con el yoga. Lo que se hace
evidente.
La diferencia se acentúa a medida
que observo lo fácil que les resultan
las posturas, comparadas con mis
movimientos cuasi espásticos. “Al
principio les cuesta, respiran con di-
ficultad, pero después empiezan a
respirar correctamente, se ven mas
distendidos, descansan mejor, y me-
joran en las técnicas, y conquistan
posiciones que jamás pensaron que
podían hacer”, afirma Berenice, que
le da un aliento de esperanza a mis
magros resultados iniciales.
Poco a poco el espacio se va trans-
formando en un ambiente más
dis-
tendido, es un
lugar donde las barreras laborales
entre jefes y empleados desaparecen
–aunque sea por tan sólo una hora-.
Allí somos todos iguales. Como
afirma la instructora, la idea es que
se trate de “un momento para gene-
rar un clima agradable, no tan rígido.
Y que incluso se generen lazos de
amistad, de compañerismo, que sea
un espacio para pasarlo bien”.
¿Y fuera del trabajo? “Lo apliqué a
mi vida personal, trato de aplicarlo
en todos los aspectos. Antes me le-
vantaba de un salto, ahora aprendí
a desperezarme, como los gatos”,
confiesa Claudia. Pero los benefi-
cios no son para todos iguales. “Me
sirve mucho, descanso muy bien a
la noche, pero no cambió mi forma
de pensar”, reconoce Silvia, médica
de profesión y con asistencia perfec-
ta desde el primer curso, desde hace
ya 3 años, aunque advierte: “No sé
si fuera del trabajo me buscaría un
tiempo como para hacer algo mas
intensivo”.
Quizás la práctica del yoga no lle-
gue a afectar la vida misma, pero no
puede negarse que introduce cam-
bios positivos. Según Berenice Al-
varado los resultados trascienden al
ejercicio en sí, por ejemplo, dismi-
nuyendo el consumo de cigarrillo,
mejorando la alimentación y el des-
canso. “Todo comienza a ponerse
mas equilibrado, más armónico”.
Y como dice el dicho mens sana in
corpore sano, la mejora es directa-
mente proporcional a los resul-
tados laborales. Con respecto a
la calidad laboral, consideramos
que todas las actividades que reali-
zamos aportan para que los emplea-
dos se sientan cada vez mejor en la
compañía. Es más, ellos mismos nos
comentan lo beneficioso que les re-
sulta realizar estos talleres”, sostiene
Camila González.
El segmento correspondiente a las
posiciones terminó con una coreo-
grafía un tanto complicada de seguir
–por lo menos para mí- a cargo de
nuestra instructora Berenice. Ahora
sí, llegó el momento más esperado:
la meditación. “Es el momento que
más me gusta, me voy a casa hecha
una seda”, afirma Isabel, otra fiel
asistente al curso.
La rutina parece fácil, sólo si se la si-
gue al pie de la letra. Berenice nos
ordena acostarnos en la colchone-
ta, dejar las manos libres al costado
del cuerpo y respirar, tan sólo res-
pirar, a medida que “vaciamos” el
pensamiento. Los inconvenientes
no tardan en llegar: no hay manera
de vaciar el pensamiento: qué voy a
cenar, si voy a salir, si mañana juego
al fútbol... Parece que en mi mente
no hay espacio para dejar de pensar.
Pero la cosa no termina ahí: cuan-
do realmente logro “vaciar” la men-
te, súbitamente vuelvo a la realidad
de manera un tanto brusca. Me ha-
bía quedado dormido, aunque nadie
lo notó por suerte ya que están to-
dos con los ojos cerrados.
Comienzo a preguntarme ¿Cómo
algo tan sencillo como respirar pue-
de brindar resultados tan benefi-
ciosos? Esa y otras cuestiones si-
milares invaden mi mente y no me
dejan concentrar en algo tan sencillo
como inhalar y exhalar. Pero la sen-
sación que de a poco experimento,
a medida que me relajo, quizás res-
ponda el por qué cada vez más gen-
te como yo elige volcarse a lo espi-
ritual. “Es por la locura que hay en
general, en todo el mundo. La gente
está buscando alternativas, se vuelca
a lo religioso, a lo espiritual. Darse
un tiempo para pensar en sí mismos,
fuera del correteo diario”, enfatiza
Claudia.
Como ella, todos acuerdan que en
la realidad que hoy se vive todo es
fugaz, inmediato, sin tiempo para
pausas, para darse un gusto, ya sea
desde una práctica de yoga u otra
actividad. “Sin duda que las perso-
nas necesitan algo para canalizar la
tensión que acumulan en el día y
a lo largo del tiempo, sin embargo
no tiene que ser una actividad tran-
quila. Puede ser teatro, bailar, cual-
quier cosa que a la persona le gus-
te, y eso le va a ayudar a administrar
el estrés”, asegura Berenice, que en
todo momento me deja en claro que
el yoga no es para relajarse, sino que
ese estado “es una consecuencia de
la práctica”, extensible a cualquier
otra.
Finalmente, la voz suave de acen-
to latino nos dice que ya podemos
abrir los ojos y reincorporarnos. La
música se detiene y es reemplazada
por otra un poco más rítmica, señal
de que el encuentro llegó a su fin.
Nos saludamos con la palabra Swas-
thia con las palmas de las manos
juntas, en un gesto que también lle-
va algo de preparación y una expli-
cación previa.
Poco a poco el lugar de práctica re-
cobra su identidad original. La In-
dia milenaria comienza a desapare-
cer. Más abajo la rutina me espera
con los brazos abiertos, ya que aún
me restan dos horas de trabajo, y
como si fuera poco la jungla de ce-
mento depara un poco feliz retorno
a casa. Parece que hay paro de tre-
nes. Sí, otra vez.
¿Cómo conservar ese estado de paz
obtenido hace tan sólo unos minu-
tos? ¿Será posible prolongarlo más
allá del noveno piso? Le pregunto
a Berenice, a quien ya nada parece
borrarle la sonrisa de la cara. “Segu-
ramente se puede alcanzar un esta-
do de meditación consciente. Y con
más razón en un ámbito con tanta
interferencia, demanda, exigencia,
encontrar un espacio donde uno se
pueda conectar simplemente con su
forma de respirar y tomar conciencia
de su respiración es un gran alivio, y
además estas técnicas te proporcio-
nan más energía, más oxigeno, más
fuerzas, más recursos para enfrentar
los desafíos cotidianos, para resol- 19
ver problemas”.
Sus palabras suenan convincentes,
realmente está convencida de lo que
me dice. Quizás la próxima vez deba
dejar de hacerme tantas preguntas,
ponga mi mente en blanco y me de-
dique a disfrutar un poco más de la
oficina espiritual.

BIENestar
El Método De Rose utiliza técnicas y
conceptos. Deriva del yoga más an-
tiguo, el SwáSthya, de más de 5000
años, que sin occidentalizar sus téc-
nicas, les dio un ordenamiento y las
estructuró como una práctica.
También trabaja con conceptos de com-
portamiento, dentro y fuera del lugar de
práctica, para poder resolver situacio-
nes y conflictos sin confrontar, lograr
una alta performance en el trabajo, lle-
var una vida más armoniosa, un cam-
bio de actitud, con más alegría y humor.
Las principales escuelas en el país son
escuelas con personería jurídica aus-
piciadas por el Ministerio de Cultu-
ra de la Ciudad de Buenos Aires, por
la Universidad Tecnológica Nacional,
y por la Embajada de la India en Ar-
gentina, entre otras instituciones.

20
E l 07 de agosto último en-
tre gritos, golpes de bom-
bo y de puño, un grupo de
aproximadamente 60 personas se
abrió paso entre los estrechos corre-
dores del Hospital F. Santojanni de
Capital Federal para agredir a traba-
jadores y pacientes por igual, man-
char con graffitis y destruir las ins-
talaciones del edificio a medida que
avanzaban.
Las manos se agitaron en el aire para
llenar de pintadas en aerosol las pa-
redes. Los puños se sacudían en el
aire sin límite para golpear todo a
su paso en una búsqueda de “justi-
cia por mano propia” por la muerte
de Jennifer Farias, una adolescente
de 19 años que el pasado 18 de ju-
lio falleció en el Hospital Santojan-
ni, tres días después de haber dado a
luz a su bebé.
Sangre, pintura, desesperación, gri-
tos, impotencia y prepotencia se
Descuido
para los que
nos cuidan.
mezclaron en lo absurdo. La excu-
sa de esta pérdida de paciencia por
parte de los justicieros retumbaba
entre las paredes del pasillo princi-
pal del recinto. Y las voces se hicie-
ron sentir: “Mala Praxis” decían.
No Te Calles
Entré por la calle Pilar del barrio de
Mataderos. Enorme e imponente el
ingreso principal se erigía ante mí
bajo la leyenda “Hospital F. Santo-
janni”. Luego de una profunda bo-
canada me animé a atravesar el um-
bral fibroso de vidrio a dos puertas.
Un saludo amigable a la distancia
con los encargados de la seguridad
en la garita, como si fuésemos co-
nocidos de años, pareció oportuno.
Metros más adelante se extendía el
inquietante y largo pasillo del sector
administrativo que moría en el bu-
ffet. Al paso se entrecruzaban enfer-
meros, camilleros, médicos y otros
tantos de la fauna hospitalaria que ni
miraban, ni se miraban, como tran-
seúntes cruzando Corrientes y Flo-
rida en la madrugada de un día (há-
bil) cualquiera.
Al recorrerlo y fijar la mirada en las
paredes me atropelló la paradoja:
¿Frente al poco agradable aroma de
hospital y a los colores fríos que lo
identifican trilladamente no sería un
buen remedio añadir algo de color
para contrastar?
El color de las paredes estaba carga-
do de tristeza, una tristeza aún peor
que la celeste y vieja cerámica del
hospital. Pedidos de justicia plaga-
dos de violencia y revanchismo, de
venganza e intolerancia, de insatis-
facción y agresión vehemente ador-
naban los muros del pasillo principal.
En el otro extremo me esperaba de
ambo azul oscuro el doctor Ernesto
Faraoni, cirujano general del Hospi-
La violencia
golpea a la salud.
por Agustín Caudevilla

La evolución en lo tecnológico y en lo científico se encuentra en

un momento óptimo, la medicina alcanza límites que permiten 21
prolongar la cantidad y la calidad de vida. Sin embargo, la
modernidad y la mejoría en las curas van de la mano de un
emergente estado de violencia social que cae sobre aquellos que
se encargan de reparar los daños que la misma violencia provoca.

tal F. Santojanni que estuvo presente
en el momento de la manifestación
y padeció la violenta embestida de
los demandantes.
Así recuerda el médico, café median-
te, los sucesos de aquella oportuni-
dad: “La paciente ingresó al hospi-
tal el domingo 15 de Julio en trabajo
de parto, se la recibió, se la atendió
y tuvo a su criatura sin demasiadas
complicaciones. A las 24 horas de
haber ingresado comenzó con un
cuadro de disnea, dificultad respira-
toria y decaimiento del estado gene-
ral. Según me informó la familia ella
se presentaba muy nerviosa y angus-
tiada, además me explicaron que pi-
dieron a las enfermeras que la asis-
tieran y que éstas le contestaron que
el estado de la paciente se debía a
que era primeriza”.
Parece mentira observar como
mientras sus palabras continúan el
hilo del relato el semblante del pro-
tagonista muta junto a la tensión
propia de la historia. Sus ojos dan la
impresión escalofriante de estar ob-
servando eso que describe en el fon-
do de la taza.
“El día miércoles me encontraba
de guardia -continúa Faraoni- cuan-
do me avisaron de una situación de
conflicto en la sala de obstetricia y
siendo yo el jefe de guardia me diri-
gí a ver lo que estaba sucediendo. El
personal médico estaba asistiendo
a la chica y después de 45 minutos
de intentar reanimarla sin éxito ella
murió. Acto seguido me presenté
ante los familiares para comunicar-
les lo sucedido y advertí que éstos se
encontraban con un cierto grado de
violencia por la forma en la que se la
había atendido a Jenny”.
La doctora Adriana Lucho es mé-
dica pediatra y trabaja en el área de
promoción y protección de la salud
y se encontraba en su oficina al mo-
mento de los disturbios. “Iba cami-
no a la dirección y me encontré con
más de 50 personas con pancartas,
palos, bombos, muchos de ellos en-
capuchados que en forma violenta
habían realizado pintadas por todo
el hospital”. El quebrantamiento en
la voz, la angustia y la impaciencia
en las manos reviven lo sucedido.
“Cuando me dirigí por el pasillo ha-
cia la dirección recibí insultos, gol-
pes de puño en las costillas y pala-
zos que me pasaron milagrosamente
cerca de la cabeza”, recuerda la doc-
tora Lucho.
Se torna entonces inevitable conte-
ner la pregunta ¿Qué mensaje tiene
para quienes provocaron esta situa-
ción? “No creo que enviarles al-
gún mensaje sea productivo en lo
más mínimo. Si me preguntan si
esto me dio bronca contesto que sí,
por supuesto, me dio y me da bron-
ca, pero me parece que el mensaje
 Descuido para
los que nos cuidan.

debería estar referido a quienes nos gobier-

nan, indistintamente, sin caer en ideología
partidista”.
En resumen y con cabal firmeza la médica plan-
tea: “A fin de cuentas, si la clase política y los gobernan-
tes no se encargan de velar por nuestra seguridad ¿En qué
condiciones podemos nosotros velar por la seguridad y el
bienestar de otros?”
Hoy, luego de 3 meses de la trágica muerte de Jenny la historia
22 clínica original de la paciente fue remitidas al juzgado de instruc-
ción número 48 que se encuentra investigando el caso para determi-
nar si es cierto que existió mala praxis.
La vocación y la devoción humanista definitiva-
mente pueden llevar a los sujetos a lími-
tes insospechados. Los micros se retiraron,
los bombos y los “manifestantes” también,
pero los médicos, los que nos cuidan, si-
guen ahí, aunque las heridas y la sensación
de desprotección y descuido sean más difí-
ciles de lavar que la pintura que “adorna”
las paredes del Santojanni. 

Definiciones y números que enferman.

El “Manual Estratégico en Seguridad
y Prevención de Violencia para el Per-
sonal de Salud redactado y actualizado
por la Subcomisión para la Prevención
de Violencia Hospitalaria define violen-
cia en el lugar del trabajo como “aque-
llos comportamientos violentos de los que
pueden ser víctimas las personas por ra-
zón de su trabajo; normalmente se asocia
la violencia con la agresión pero el concep-
to comprende otras conductas susceptibles
de violentar e intimidar al que las sufre”.
Según explica Jorge Gilardi, presidente de
la Asociación de Médicos Municipales de la
Ciudad de Buenos Aires (AMM), “Has-
ta hace algunos años, los médicos eran in-
sultados. Hoy, son empujados, golpeados y
amenazados con armas blancas y de fuego”.
Según un informe realizado por esta aso-
ciación a principios de 2012, 8 de cada 10
médicos admiten haber recibido una agre-
sión física o verbal. Sin embargo, sólo el
20 por ciento de ellos hacen la denuncia.
La mayoría de los agresores son muje-
res, como muestra un relevamiento de que-
jas recibidas por la Asociación de Mé-
dicos Minicipales entre noviembre de
2011 y marzo de 2012. De los 27 ca-
sos registrados en ese período, 12 fueron
por agresiones cometidas por mujeres, 8
por hombres y 7 por grupos, compues-
tos de personas de ambos sexos. Asimis-
mo, la mayoría de las víctimas, el 60 por
ciento, también fueron de sexo femenino.
Los médicos más afectados son los que
atienden en las guardias y los que salen en
ambulancias, pero también hay ataques
dentro de los consultorios. “Los episodios
reflejan el aumento de la violencia social
en el país”, sostiene Gilardi. “Agredir al
equipo de salud es casi una auto-agresión
porque uno necesita asistencia médica.”
Fuente: Infosurhoy.com
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 Cinefilia por Ezequiel Chabay

Un espacio escondido entre el

cemento porteño recupera el
cine independiente y de autor.
Con cada vez menos propuestas
institucionales, resaltan los
emprendimientos individuales.
La experiencia del cineclub
BAMA, un aporte concreto a
36
la cultura cinematográfica.

E s domingo de una de las últi-

mas noches del invierno. La
gente que se encuentra por
la calle acaba de abandonar las tien-
das de Galerías Pacífico. Los menos
afortunados, que no vienen de ahí,
hacen fila sobre Maipú para tomar
el 17, que termina en Constitución.
Y los menos de los menos, apenas
un puñado, enfilan para un hotel de
primera categoría venido a menos
durante los años 90. Con paso apre-
surado y ágil, traspasan la puerta y
sin pedir asesoría bajan la escalera
con miras hacia el microcine.
La película exhibida, en esta oca-
sión, es de Bruno Dumont. Bien
al estilo francés, satura de primeros
planos, y la escasez de diálogo, jun-
to a la ausencia de cortina musical,
suele llamar al tedio. Un estilo que
-cae de perogrullo- no es muy atrac-
tivo para la multitud expectante que
acapara las salas de cine. Para este
tipo de cine -abandonado a la lógica
pragmática del mercado- no quedan
más que los amantes del séptimo
arte y aquellos emprendedores que
difunden el cine alternativo.
Estos últimos sobreviven, entre tan-
tos, sustanciados en Buenos Aires
en las personas de Guillermo Cis-
terna Mansilla y Carlos Sajul, dos
habitués cinéfilos que allá por 2007
se propusieron rescatar el cine euro-
peo y oriental que las pequeñas sa-
las canibalizadas por los shopping-
malls no exhibían más. Tuvieron
lo que había que tener en aquellos
momentos para materializar la am-
bición: un living-comedor. Porque
si de metálico se trata, poco era el
que albergaban en sus pantalones de
moda vintage.
“Hoy tenemos bastantes intencio-
nes de poder generar espacios en los
que se pueda proponer material que
no tiene lugar en el circuito comer-
cial”, confiesa Guillermo Cisterna,
cara del Cineclub Buenos Aires
Mon Amour, nombre de fantasía
del emprendimiento que cuenta con
una sala “pública” –de la que se da
cuenta- y un espacio al que se llega
con reserva en una propiedad hori-
zontal de San Telmo, donde nacie-
ron y continúan desarrollando el es-
píritu del cineclubismo.
“BAMA”, para los amigos, resca-
ta ese cine de autor que está exclui-
do de las grandes salas y no siempre
es bien recibido en el circuito inde-
pendiente que conforman el Mal-
ba, la sala Lugones o el Arteplex
del microcentro porteño. “Yo pro-
gramo, por lo tanto defino la ofer-
ta que me parece más atractiva. Por
supuesto estamos limitados por las
licencias que llegan al país, ya que
es muy poco el cine independiente
que llega”, observa Guillermo, que
de a poco se ha volcado ciento por
ciento al proyecto que acuñó junto a
amigos. El problema, según su ópti-
ca, pasa por el gusto instalado de la

Alexandre Rockwell - John Waters - David Cronenberg - David Lynch - Hal Hartley - Spike Lee - Jim Jarmusch - John Cassavetes - Todd Solondz - John
Sayles - Joel & Ethan Coen - Kevin Smith - Orson Welles - Gus Van Sant - Harmony Korine - Paul Thomas Anderson -Quentin Tarantino - Robert Altman
gente, que ha perdido el interés por
un cine de lectura diferente al que
propone la máquina de Hollywood
y, en igual medida, no cuenta con las
herramientas para digerir tales re-
gistros. De forma proporcional res-
ponde el mercado.
Dificultades en el
camino
“Lamentablemente, no podemos
saltarnos los pasos que hay en la in-
dustria; hay una cadena que hay que
respetar donde hay intermediarios
para que la película llegue al espec-
tador. No nos olvidemos que hay
riesgos, y que esto es un negocio.
Nosotros también entendemos que
la cultura tiene un costo, y no tiene
que estar por siempre subsidiada”,
rescata. Este cineclubista, al igual
que muchos otros que conforman
el “palo”, envidian de buena gana la
experiencia del teatro independien-
te, que logró una homogeneidad
particular que posibilitó brindar a
un público distinto al tradicional de
las grandes salas un espectro de pro-
puestas de muy variado gusto y au-
tosustentable. En el mundo del cine
también aspiran a tener algún día su
propio Leónidas Barletta.
Cisterna no machaca contra las ca-
denas de salas ni deplora ese registro
cinematográfico. Más bien lo com-
prende y hace una autocrítica: “Yo
no me pongo en la batalla perdida
que acusa a las multisalas. Yo creo
que tenemos que entender al cine
de Hollywood y lo que la gente va
eligiendo: la realidad es que la gen-
te va a ver La Era de Hielo 4 y no
el cine independiente. Me encantaría
que no quede en la memoria colec-
tiva que la mayoría de las películas
argentinas pasan sin pena ni gloria.
La industria en algún punto se tie-
Alejandro Jodorowsky - Steve Buscemi - Tom DiCillo - Wes Anderson - Larry Clark - Atom Egoyan - Sergio García Michel - Steven Soderbergh - Gaspar
Noé - Richard Linklater - Abel Ferrara - Todd Haynes - Wong Kar Wai - Takeshi Kitano - Vincent Gallo - Michael Haneke - Emir Kusturica
ne que hacer cargo de lo que elige
el espectador. Cuando le dan la po-
sibilidad a una película independien-
te y vemos, sala por sala en todo el
país, que no logra en promedio de
fin de semana lo esperado, entendés
lo que pasa”.
Para María Irribaren, del espacio Ci-
necrópolis, la cuestión está un tan-
to zanjada: “Es un hecho que para
un alto porcentaje de argentinos, la
‘oferta’ cinematográfica anual se re-
duce, en el mejor de los casos, a los
programas que los cines comercia-
les renuevan cada jueves. Muchos
de esos espectadores están conven-
cidos de que el cine que vale la pena
ver se corresponde con la nómina de
las trescientas películas nacionales o
extranjeras que se estrenan durante
el año”. “La ciudad del cine alterna-
tivo” propone retrospectivas y pelí-
culas sin estreno, además de difun-
dir material periodístico del nicho.
Money money
“La ecuación económica tiene que
ser autosustentable, porque si no,
nos engañamos”, lanza Cisterna.
Hay ecuaciones comerciales sobre
las que hay que trabajar para que las
propuestas alternativas puedan du-
rar; si no, ocurre como con otros
tantos pequeños destellos que luego
se apagan. BAMA nació con el obje-
tivo de ser rentable, y de esa manera
generar un espacio donde se pueda
ver otro tipo de cine. “Tiene que ver
una entrada para bancar a los mu-
chachos que vienen a colaborar, más
allá de que sigue siendo un espacio
con valores más bajos que el cine
comercial”, destaca su director.
Los emprendedores entusias-
tas poco a poco van aprendien-
do cómo es el negocio del lado
del mostrador que el espectador
ignora. La Argentina, para los dis-
tribuidores, es un negocio de alto
riesgo. Se requiere conseguir un per-
miso de exhibición, que variará en
precio si se desea luego capitalizar el
material en televisión o distribuir en
DVD. La otra gran variable tiene que
ver con el formato de la película: la
industria se debate sobre el formato
con procesadores digitales de señal
(DSP) ó continuar con 38 milíme-
tros. El DVD ó Blu-Ray busca evi-
tar los costos, atendiendo al retorno
que va a tener. El 38 milímetros re-
quiere copias del internegativo que,
sumado a traslados, almacenamien-
to y conservación, suben los costos
a otra escala. Pero no todas las salas 37
están equipadas con DSP.
Ahí no termina la aventura. Lo
que desanima más al distribuidor
es la confirmación de cada exhibi-
dor para poner la película. El dis-
tribuidor a veces no puede juntar
más de cinco ó diez salas. A veces,
hace una apuesta en una semana en
que sale “un monstruo” como Bat-
man y y se tiene que conformar con
el Arteplex, que prácticamente tie-
ne hoy una sola sala importante, en
la Diagonal Norte
porteña. Y lue-
go, el egoísmo
del exhibidor:
“Algunos se
 enojan cuando se distribuyen los es-
tenos equitativamente. Los señores
del MALBA exigen semi-exclusivi-
dad. Cuando vas conociendo todo
el panorama, ves el viento en contra
que se genera para hacer un nego-
cio”, destaca Cisterna, que más allá
de su pasión no descuida la cara mo-
38 netaria del asunto.
El lado oscuro de la
videoteca
En la Argentina se ha constituido
una especie de circuito de exhibi-
ción paralelo en el que la candidatu-
ra de películas se expande en canti-
dad y calidad insospechada. Se trata
de la abundante y nutrida agenda de
muestras y festivales de cine y video
que tienen lugar en distintas provin-
cias y ciudades del país. “Los hay de
todos los tamaños y calibres. Pue-
den durar un día, una semana o qui-
zás más”, aclara Roberto Valle, de
Cinecrópolis. Según su mirada, to-
dos redundan en una mayor difu-
sión de un cine que no adhiere a las
imposiciones del mercado y el man-
dato de salas convencionales.
Nicolás Canale es estudiante de cine
del CIEVYC, uno de los institutos
más prestigiosos de los tantos que
proliferan en la metrópoli. Además,
continuo visitante de este tipo de
salas. Por si fuera poco, exhibidor
amateur. Desde su casa, una quinta
de algunas hectáreas en la anquilo-
sada Bella Vista, organiza festivales
con los que recauda fondos para las
producciones que realiza. Su cora-
zón está con la sala Lugones, “aun-
que no hay que olvidarse del Malba,
que hace buenas retrospectivas y da
lugar a películas argentinas que no asistir durante dos meses, una vez
entran en el circuito comercial”. por semana, al cursillo de “Historia
Patricia, en cambio, es una neumo- del cine”.
nóloga que trabaja en el Hospital Estos son algunos de los tantos
Alemán y en el Posadas. Domingo ejemplos que trae a la luz el cine-
por medio, escapa de su casa en Ca- clubismo, una manera de conservar
seros hasta el microcine reservado el cine que data de muchos años en
que BAMA tiene en San Telmo, al la Argentina. Entrepreneurs, cinéfi-
que sólo se accede mediante reserva los e interesados en el cine se repli-
telefónica. Ahí concurre con amigas can sin prisa pero sin pausa. BAMA
o a veces sola, y disfruta de los deba- es uno de esos espacios que sueña a
tes que se generan antes y después lo grande. “Soñamos a corto plazo
de la exhibición de la película. conseguir más salas. Replicar el Go-
Patricia es uno de tantos casos que dard en otros barrios sería genial,
diagnosticó el BAMA. “Nos encon- aunque sea en espacios más peque-
tramos con espectadores que no po- ños, para que la gente que se que-
dían ponerle rótulo a eso que vie- dó sin este tipo de material cuente
ron, ni identificar los registros, los con esta propuesta como aporte al
códigos, las diferencias entre cine cine en Buenos Aires”, sueñan des-
clásico y moderno, pero sí con mu- de el BAMA. Los mueve un sueño:
chas ganas de entender”, recuerda ser un aporte concreto a la cultura
Guillermo Cisterna. Con un grupo cinematográfica.
de amigos aptos para poder trans-
mitir lo que el público les demanda-
ba armaron cursos
básicos y econó-
micos de inicia-
ción para dar
herramientas
sobre el lengua-
je cinematográfi-
co. En Buenos Ai-
res, donde hay más
escuelas de cine
que en Europa, no
abundan los espa-
cios que capaci-
ten sobre cómo
ver el cine. Y
allí se metió Pa-
tricia, que quedó
enamorada de la
iniciativa luego de
Un portal
al Medioevo
F rente a los ojos, se extiende una pequeña pradera
cubierta de césped verde y árboles frondosos. En
un claro descubierto de vegetación un caballe-
ro de nariz respingada, profundos ojos negros, melena
hasta los hombros y una tupida barba; lleva un pesado
casco normando de metal con protector nasal que brilla
con el reflejo del sol cuando el hombre hace blandir su
espada afilada sobre el hombro de su contrincante.
La escena, que podría ser la de un cruel combate me-
dieval, tiene lugar en un predio scout ubicado en Lanús,
provincia de Bs. As. El caballero en cuestión es Pablo
Villani y forma parte del grupo recreacionista medieval
Valherjes.
Villani descarga su espada una vez más pero esta vez el
golpe hace tambalear a su oponente, que pierde el equi-
librio y cae con lentitud encima de varios cuerpos ya
vencidos que se calcinan con el calor; mientras el gen-
tío vestido de manera muy pintoresca bailotea y alien-
ta al héroe.
Valherjes, que significa “señores de la guerra” en sajón,
fue fundado en agosto del año 2007 por nueve personas.
En la actualidad, si se cuentan los miembros honorífi-
cos, llegan a diecisiete. Todos están abocados a los com-
bates, a las charlas sobre las distintas formas de batallas
de la época medieval, a la arquería y las armaduras.
Según explica la profesora de Historia Andrea Vergara,
por Marisa Fernández
Cada domingo, un
terreno del sur de
Buenos Aires se
convierte en una 39
aldea medieval:
caballeros, doncellas,
campesinos y guerreros
son el centro de la
atención del público.
“la Edad Media es el período de la historia europea que
transcurrió desde la desintegración del Imperio romano
de Occidente, en el siglo V, hasta el siglo XV”. A pesar
del tiempo transcurrido desde entonces, en la actualidad
existen en la Argentina alrededor de quince grupos que
recrean ese período a través de música, comidas, ves-
timentas, guerras, armas, teatro y bailes. La profesional
brinda una explicación a este fenómeno: “La necesidad
que tienen las personas de volver a este pasado en parti-
cular tiene que ver con que es un pasado mágico, aven-
turero y ellos quieren ser protagonistas.”
El período que abarca la Edad Media dura más de mil
años. Durante ese tiempo, variadas culturas interactua-
ron entre sí. Sus principales rasgos fueron la guerra, el
comercio, la política, los distintos y complejos estamen-
tos sociales de cada cultura, las migraciones, las invasio-
nes, los nuevos horizontes marítimos, las tecnologías,
las artes y por supuesto la religión como eje central de
las civilizaciones. Un símbolo de esa época fueron los
caballeros. Guerreros de hermosos semblantes, podero-
sos, hábiles para el combate tanto a pie como a caballo.
La máxima expresión de la vida caballeresca eran enton-
ces los torneos, fiestas pomposas, en las que en presen-
cia de las damas, medían sus fuerzas.
A Pablo Villani, 24 años, Licenciado en Alimentación
en la Universidad de Lanús, le brillan los ojos al hablar
 Un portal de este período históri-
al Medioevo
co que recrea con tanta
emoción: “En principio
me pareció algo diver-
tido para hacer y tenía
mucha razón”-enfatiza con una amplia sonrisa, “siem-
pre me gustó todo lo que tuviera que ver con espadas y
arcos. Pero nunca fui un fan de leer historias medieva-
les ni nada por el estilo. Sí me interesaba todo lo militar
de esa época.”
En la Argentina, el primer grupo recreacionista fue el
de La Alianza. Su origen se remonta a principios del
año 2001 y durante los siguientes cinco años fue el úni-
co en desarrollar esta actividad dentro del ámbito local.
Lo que los distingue es que fabrican sus propios equi-
pos, que son considerados de élite. Practican esgrima
antigua, lucha medieval, batallas a pie y a caballo. Tam-
bién son precursores en la ejecución de música medie-
val contemporánea. El grupo está integrado en su tota-
40 lidad por profesionales: herreros, historiadores y hasta
músicos.
La recreación medievalista, al hacer referencia directa
a una situación pasada, busca refugio en esos paráme-
tros; en la que las vestimentas y las acciones sirven para
ampararse en algo ya conocido. También puede ser una
cuestión grupal, es en ese caso tratar de protegerse; ya
que el individuo solo es el individuo que más se angus-
tia, en cambio cuando se forma parte de un grupo que
comparte los mismos valores se puede lograr un senti-
miento de contención que la frialdad y la distancia de las
redes sociales hoy en boga no brindan.
Estos encuentros son abiertos al público en general.
La idea es poder interactuar a través de talleres para la
construcción de armas, charlas sobre historia, clases bá-
sicas de esgrima antigua y clases de danzas medievales.
También hay degustaciones de comidas hechas con re-
cetas medievales y por último los caballeros de los di-
ferentes grupos muestran su destreza en los combates
al cruzar espadas, hachas, lanzas y cuchillos. Todo eso
acompañado de buena música medieval.
El sociólogo Héctor Roudil, al ser consultado acerca de
los motivos sociales que mueven a los grupos recreacio-
nistas sostiene que “una de las actividades que tenemos
las personas que vivimos en la sociedad es el tema de
las modas, los usos y costumbres, eso está trabajado en
sociología por Weber, yo creo que uno podría empezar
planteándose que a lo mejor esto es una moda.”
Sin embargo al profundizar sobre el tema, asegura: “Un
factor distinto es aquel conocido como el de la coloni-
zación mental, es probable que ellos se hayan alimenta-
do de películas, libros, yo mismo me eduqué con la co-
lección Robin Hood, así que sabía quién era Juan sin
tierra, Ricardo Corazón de León, todos los personajes
de la Inglaterra medieval, entonces puede venir por ese
lado su pasión por esa época”.
La visión de Roudil halla su fundamento en los objeti-
vos de los grupos que recrean este período ya que bus-
can conocer de manera empírica todo lo leído en los li-
bros y visto en las películas: qué se siente al ponerse una
armadura y pelear con ella a caballo, qué se experimenta
al forjar una espada o al labrar un casco, tejer una cota
de malla, sentir la profunda comunión de la camaradería
entre hermanos de armas y recrear con una visión muy
purista, una era épica en la que el honor era la posesión
más preciada.

Asociación Tolkien
A rgentina
Por otra parte, en las actividades
que realizan los grupos medieva-
listas también hay presencia de
miembros de la Asociación To-
lkien Argentina (ATA) que fue
creada en 1994 por entusiastas
de la obra de John Ronald Tol-
kien. Sus seguidores forjaron un
espacio para compartir su afi-
ción por este autor, comprender
su creación y difundirla en el país.
El escritor se hizo conocido en la
Argentina por ser el creador de la
saga de libros que inspiraron la
taquillera trilogía de películas del
Señor de los Anillos.
Actualmente ATA cuenta con alrededor de quince filia-
les que se extienden a lo largo y ancho de todo el país.
La Asociación siempre está en busca de crecer y expan-
dirse creando nuevas sedes para llegar a más seguidores
de la obra de Tolkien, o transmitir en aquellos que no lo
son, el interés por ésta.
En la feria medieval, en medio de la arboleda, una figu-
ra que parece salida de un cuento charla animadamen-
te con el público. El hombre de un metro ochenta hace
grandes ademanes, tiene una capa verde sobre los hom-
bros que le llega hasta los pies calzados con botas ma-
rrones hasta las rodillas y una capucha que le da un aire
de misterio a su anciano rostro en el que sobresalen sus
ojos vivaces y una barba larga hasta el pecho, con tin-
tes grises y blancos. Su nombre real es Miguel Ángel
Marchessi.
Sin embargo, hoy está vestido así porque es “Halba-
rad” un personaje secundario de la saga de Tolkien, pri-
mo de Aragor, que fue convocado para luchar con éste
contra las fuerzas del mal. Confiesa con picardía que
se identifica con ese personaje porque es un montaraz,
que se crió en los montes y anda errante por el mun-
do como muchas veces anduvo el propio Marchessi por
este mundo.
En la vida real Miguel Ángel es un artesano de 52 años
y vive en Aldo Bonzi. Su gran pasión es la confección
de sus atavíos, a lo que comúnmente se conoce como
disfraces, él lo toma más como zambullirse de cabeza
en ese mundo, por eso dice orgulloso: “Cuando me dis-
frazo yo soy como el personaje, no me cuesta, no es
que estoy haciendo algo, me compenetro y vivo ese día
como ese personaje, soy él” y continúa eufórico:“Hay
personas que piensan cosas diferentes, hay gente a la
que le gusta lo que hacemos viene y se divierte con no-
sotros y hay otros que nos ven como unos idiotas a mí
no me importa porque yo ese día me olvido de lo coti-
diano y vivo en ese mundo y lo disfruto”
Para Elisa Weber eso se debe a que, “en el campo de
la literatura fantástica, la fantasía
es una forma de aislarse de la rea-
lidad y de recrear un mundo dis-
tinto al que se tiene, quizás porque
este mundo produce mucha agre-
sividad, cambios bruscos, refugiar-
se en el pasado, es estar contenidos
y sostenidos por una situación que
ya fue que es menos estresante y
menos angustiante que un presen-
te y un futuro en los cuales no sa-
bemos qué va a pasar”
Entonces, los personajes fantásti-
cos y su mundo maravilloso son
traídos a la realidad con una año-
ranza por aquel mundo que la ima-
ginación creó. Un mundo con va-
lores, respeto por la palabra, la
vida, el cuidado de la naturaleza y el ser humano mismo.
Viven así con la certeza de que el mundo sería un poqui- 41
to mejor si fuera como esos personajes del libro, aun-
que al final de la jornada ese mundo se esfuma porque
es parte de la fantasía.
“¿A quién no le gusta la magia linda y vivir en un mundo
diferente?”, lanza con desafío Miguel, el de la vida real,
el trabajador incansable. El soñador.
Se queda allí rodeado de curiosos. Actúa con parsimo-
nia como si estuviera en la Edad Media, tiene en cuen-
ta hasta los mínimos detalles para que los espectadores
puedan sentir que están dando vida a una fantasía. Su
rostro no esconde la alegría, se siente a sus anchas, no
le niega una foto a nadie, disfruta el momento. Enseña
una caligrafía medieval en una mesa cercana y sólo se in-
terrumpe para vender alguna de sus artesanías labradas.
La psicóloga Weber termina de explicar esta recreación
al afirmar que: “La tendencia del ser humano es buscar
en los recuerdos, en situaciones a veces infantiles, desde
ahí viene todo lo que es buscar en la literatura fantástica
donde pueden recrear situaciones que les alivien los te-
mores y las angustias del momento actual.”
Aquí la realidad es otra, no es necesario cerrar los ojos,
todo eso que se leyó en los libros fantásticos, todas las
historias de nobles, caballeros y campesinos están aquí:
existen. Ríen, comen, beben de cuernos, afilan espadas,
bailan. Acá no hay rivalidades, no hay Boca ni River.
Messi ni Ronaldo. Los rudos guerreros medievales inte-
ractúan con los personajes fantásticos, con los niños cu-
riosos. Todo es armonía.
“No me gusta compararme con la gente que es fanática
o fundamentalista, no doy la vida por Tolkien; pero yo
quiero vivir lo que Tolkien propone bien, que es dife-
rente, no significa que vaya a pelearme con nadie ni ma-
tar a alguien por fanatismo” concluye Marchessi mien-
tras se funde en un caluroso abrazo con Villani cuando
cae la tarde y vuelven de a poco a esta época moderna
en la que les tocó vivir. 

Mi mamá me mima
(spa de nenas)
42
Imaginen un color...
Imaginen rosa.
Ni a Doña Rosa de Bernardo, ni Rosa Rosa del Gitano.
Ni Rosa de lejos, tampoco la Salvaje.
Sólo rosa. calzarán una bata y un par de pantuflas rosas. Se les hará
Rosa, casi rojo, rosa intrigante, rosa pasión.
Y rosa suave.
Aquí todo es...
Sí, sí.
Corridas y calma. Un oxímoron en escena. Todo de
ese color tan, tan, tan... que ya no puedo ni nombrar-
lo. Inmoderado.
***
Ojos de cielo atardecer y cabellos soleados de mediodía
de verano. Ella mira fijo, con una sonrisa amigable, la-
bios perfectos y piel lozana. A su izquierda, otra vez ella
y otra vez esos ojos de cielo atardecer. Treinta metros
más allá, ella, nuevamente. Déjà vu.
Las hay por doquier, muchas, decenas, cientos de Bar-
bies invaden el local de Scalabrini Ortiz y Cerviño. Su
estampa mira desde remeritas y polleritas. Mira desde
los sets de maquillaje de todos los tamaños y variados
juguetes, desde las paredes y desde los espejos, que por
cierto, son muchos. Es el Barbie Store de Palermo. Aquí
adentro, el mundo sí es color de rosa.
Bianca está preparada mucho antes de que lleguen sus
invitadas al festejo de su noveno cumpleaños. Pasó por
el salón de belleza que Barbie le prestó, las empleadas
la peinaron y la maquillaron, la dejaron hecha toda una
princesa. Está lista. Se acerca la hora. El tránsito de la
calle parece imperceptible, la calma y la suavidad de las
empleadas se esparce por el lugar. Las cinco en punto.
Comienza a llegar el pequeño batallón de madres, nenas
y cochecitos de bebés. Las mamás desbordan en risa, un
por Viviana Coman
cumpleaños siempre es motivo de felicidad, se van a en-
contrar con sus amigas, están contentas y sonrientes. Y
las niñas también lo están.
La homenajeada recibe a sus amiguitas, que pronto se
un servicio de manicura y también de pedicura, se pon-
drán una mascarilla y un par de rodajitas de pepinos
en los ojos para relajar el estrés que aparentemente les
ocasiona la ciudad. Disfrutarán de un Cumple-Spa, una
modalidad que ofrece el Barbie Store y que ronda los
3800 a 4300 pesos dependiendo del día en que se reali-
ce, si es de lunes a jueves o fin de semana.
Pero para bolsillos que no pueden gastar esa cantidad
de dinero en las dos horas y media que dura el cumplea-
ños, existe una oferta de oportunidades muy variada en
el mundo virtual: el spa de nenas va a domicilio por una
suma que ronda de los 350 a 800 pesos, este precio va-
ría de acuerdo a la zona y los paquetes promocionales.
Tan sólo en el sitio de Mercado Libre hay 56 avisos de
distintas partes del Conurbano Bonaerense que ofrecen
este tipo de servicio, sin contar los blogs, páginas oficia-
les y redes sociales como Facebook.
***
Los pies dentro de una palangana rosa, el servicio es
igual en Palermo Hollywood que en el Partido de La
Matanza.
Camila festeja sus ocho años con una sesión de masaji-
tos. Los pies de algunas amiguitas no llegan a la palanga-
na, pero igualmente esperan ser atendidas por una coor-
dinadora que les pondrá unas sales para el relax.
Morena está parada en el medio de la sala con una bata
rosa y una mirada incierta, como perdida. El resto de
las nenas se ríen de ella. Parece que Morena no enten-
dió que debía sentarse y esperar su turno con una revis-
ta para chicas en sus manos. Morena es señalada y no
entiende por qué.
Simone de Beauvoir afirmaba en “El segundo sexo”
“Rosa, Rosa, tan maravillosa
como blanca diosa, como flor hermosa
tu amor me condena
a la dulce pena de sufrir.
Rosa, Rosa, dame de tu boca
esa furia loca que mi amor provoca
que me causa llanto
por quererte tanto
sólo a tí, aay!”
(Sandro - O. Anderle)

43
que no se nace mujer, sino que se llega a serlo. Señala-
ba que “la pasividad que caracteriza esencialmente a la
mujer `femenina´ es un rasgo que se desarrolla en ella
desde los primeros años. (...) A la niña se le coloca un
objeto entre las manos, una muñeca, la niña mima a su
muñeca y la adorna como sueña que la adornen y la mi-
men a ella; inversamente se ve a sí misma como una ma-
ravillosa muñeca. A través de cumplidos y regañinas, a
través de imágenes y palabras, descubre el sentido de la
palabra `bonita´ y `fea´, sabe muy pronto que para agra-
dar hay que ser bonita como una muñeca, se disfraza, se
mira en los espejos, se compara con las princesas y las
hadas de los cuentos.”
La Matanza. Cumple de Sofía. Las nenas están ansiosas
por comenzar el spa, fueron muy puntuales en la llega-
da. Entran, recorren el lugar ávidamente con la mira-
da. Al ver sus batitas rosas en un pequeño perchero,
sus ojos sonrientes obnubilados se miran unos a
otros, chispeantes, cómplices.
Algodoncitos, limpieza de cutis, cremas
hidratantes. La coordinadora expli-
ca que hay que limpiar las impurezas,
luego hay que abrir los poros con una cre- ***
ma para que respire la piel, luego hay que cerrarlos con El Barbie Store es una industria a nivel mundial y no
otra, para finalmente aplicar el maquillaje. La pregun- es novedad que allí se recreen escenas narcisistas. Pero
ta está en el aire y Josefina la hace carne: “¿Qué son los ¿quiénes son los responsables de que el ritual de la be-
poros?” lleza comience tan tempranamente en las niñas, fuera de
La psicóloga especializada en niñez, Natalia Matilla, Palermo Hollywood?
afirma: “Durante el juego el niño/a expresa y tramita El prejuicio es la mochila que tienen algunos seres hu-
lo que acontece en lo psíquico. Los roles que se pueden manos, la mía en particular es algo grande y pesada.
definir son activo - pasivo. De acuerdo al momento de Cuando me cité con Karina Mayorki, la organizadora de
estructuración psíquica y al sexo del sujeto se va a jugar eventos infantiles, pensé en encontrarme con una chi-
una posición diferente en el jugar”. ca con muchas pulseritas, muchos aritos, o al menos, un
Unos minutos después, los pepinillos en los ojos les estilo muy particular. Para mi sorpresa me encontré con
obstaculizan la visión, luego las gafas de friselina hacen una aspirante a ingeniera industrial, amante de las ma-
lo suyo. Sus manitos comienzan a relajarse dentro de un temáticas. Campera de cuero y zapatillas de lona rojas,
recipiente con sales para ablandar las cutículas. Poco a muy joven y decidida, lleva adelante un micro-empren-
poco se acostumbran a la idea. Alrededor de la mesa hay dimiento desde hace tres años. Luego de varios trabajos
nueve niñas, expectantes e inmóviles.
 Mi mamá
me mima
precarios como cajera en distintas cadenas importantes
de supermercados, decidió cambiar de rubro. Comenzó
con la animación de fiestitas infantiles como ayudante
44 de la madre de una amiga, luego de un tiempo, se inde-
pendizó y actualmente tiene dos ayudantes fijas.
-Desde el momento que pongo un aviso en Mercado Li-
bre, estoy muerta.
Los peligros de ofrecer este tipo de servicios están a la
vista, son chicas en su mayoría de entre 20 a 25 años que
se dirigen día a día hacia destinos desconocidos, desti-
nos a los que sólo una llamada telefónica les aseguró
confiabilidad. Son chicas que no han logrado insertarse
en el mercado laboral. Realizan los eventos para susten-
tar sus estudios. Toman un colectivo, dos, tres.
-Tuve cuatro cumpleaños catástrofes. -recuerda entre ri-
sas y a la distancia-.
Karina, como tantas, carga grandes bolsos con juegos
para las dos o tres horas que dura el programa. Cuen-
ta que al comienzo le daba vergüenza viajar con tanto
equipaje, pero con el tiempo y la experiencia se focalizó
en otras cuestiones. Todo sea por los trescientos sesen-
ta pesos de su jornada.
Para Rocío Astudillo la situación no es muy diferente.
Estudiante de psicología social, madre y padre de una
hija preadolescente. Hace menos de un año comenzó a
realizar eventos para niñas luego de renunciar a su tra-
bajo como azafata de a bordo.
-Comencé a ascender en la aerolínea, tenía información
de vuelos que no podían salir, me peleaba con todos por
no firmar las autorizaciones. Me decidí a renunciar des-
pués de que fallara un vuelo de Bariloche a Buenos Ai-
res, sufrimos una despresurización y dije basta.
Este fue el final de una etapa. La ex-azafata recuerda
como los oídos de algunas personas comenzaron a san-
grar, y los de ella también. En este momento se acerca
Ariana de diez años, Rocío debe colocarle el nombre en
su batita.
-Soy Ariana
-¿Silvana?
-No, Ariana.
Las secuelas aún le recuerdan aquel momento. Rocío
perdió parte de la audición de su oído derecho.
Para ellas, las animadoras de los pequeños spa a domi-
cilio, ésta es la luz al final del túnel. Tenue, pero una luz
al fin.
Al caer la tarde se produjeron movimientos exagerados,
una mezcla de torpeza e intento fallido de sensualidad.
Las nenas comenzaban la etapa final del spa que consis-
tía en un desfile de moda con música del estilo punchi
punchi y una cuota shakiresca. Saltos, excedidas moris-
quetas y parabólicas humanas intentaban imitar movi-
mientos de algún videoclip que sólo ellas conocían.
***
La Licenciada en Trabajo Social Libertad Binderman
afirma que la mujer es doblemente explotada, ya que su-
mada a la opresión de clase -propia del sistema capitalis-
ta- existe una opresión de género: “Es un rol que la so-
ciedad patriarcal nos ha impuesto, como si fuera innato.
Por el sólo hecho de nacer mujeres tenemos más obli-
gaciones que el hombre y menos derechos. A nivel la-
boral las mujeres ganamos menos que los hombres, su-
frimos situaciones de acoso sexual y laboral entre otras
cosas. En el hogar muchas veces se sufre violencia física
y psicológica, reducida a la servidumbre cuando debe-
mos ser quienes cocinamos, hacemos las compras, lava-
mos la ropa de todos, siendo que hay otros adultos en la
familia. La situación es complicada porque está natura-
lizada. A las mujeres nos condicionan desde pequeñas,
a través del juego, nos regalan bebotes para cuidar, co-
cinitas y artículos domésticos. No sólo los hombres son
machistas y reproducen una situación de poder sobre
las mujeres sino que las mujeres también reproducen y
aceptan esta situación porque la consideran natural”.
En este sentido, la antropóloga Alejandra Otaso afirma
que el patriarcado es “una relación social e histórica en
la que podemos advertir la distribución de poder entre
géneros, y donde –ya en términos de dominación- pri-
mó el varón sobre las mujeres”. Al menos en Occiden-
te, a las mujeres se les permiten ciertas acciones que a
los hombres les están vedadas. Las mujeres se maqui-
llan, los hombres no. Las mujeres usan pelo largo, los
hombres corto. Las mujeres usan tacos altos -pese a los
peligros que ocasionan en la salud- los hombres llevan
zapatos bajos, cuánto más cómodos mejor. Son supues-
tos que no sólo operan a nivel físico, sino también en el
plano de la acción. Al pequeño varón no se le permite
ser cariñoso ni tener berrinches. En síntesis: “Los hom-
bres no lloran”, a la niña se le exige coquetería, al niño
virilidad y valentía. ¿Es necesario preguntarse en quien
se depositan las mayores aspiraciones?
Mama mía
Nena, ¡tenés que buscarte uno que tenga buen pasar!
Nena, ¿tiene auto?
Nena, ¿de qué trabaja?
Estas frases aún se pueden oír en pleno siglo XXI. Las
madres a veces poseen el ímpetu de ubicar a la nena.
Así, actúan como una suerte de cafiolo y esperan la apa-
rición del príncipe azul que la salvará de todos sus ma-
les. Desestiman la capacidad de sus hijas y auguran una
solución externa a lo que consideran un problema a re-
solver. ¿Acaso estos cumpleañitos temáticos son la res-
puesta a un mecanismo inconsciente materno?
Las nenas llegan vestidas como tales, pero en pocos mi-
nutos sus actitudes viran hacia las de mujeres adultas.
“La madre impone a la niña su propio destino, lo cual es
un modo de reivindicar orgullosamente su feminidad, y
también una manera de vengarse” -afirmaba Simone De
Beauvoir-. Es su destino y hay que cumplirlo. El desti-
no de todas. Y aunque no es predeterminado biológica-
mente, es otorgado como un legado, heredado genera-
ción tras generación.
“Rosa, Rosa, dame de tu boca
esa furia loca que mi amor provoca
que me causa llanto por quererte tanto
sólo a tí, aay!”
Sandro, símbolo de la virilidad argentina, al parecer no
podía vivir sin Rosa. Le causaba tanta pasión que su
alma se estrujaba con la sola idea de perderla, al lími-
te de la locura.
Las nenas usurpan el maquillaje de mamá, se pintan, se
ponen tacos e imaginan que son adultas. Para ellas, el
modelo de mujer se traduce en zapatos y algún que otro
peinado elaborado. Todo un estereotipo, pero funcio-
nal al modelo de mujer que se reproduce todos los días
en los medios de comunicación. Vestida -muchas ve-
ces desvestida- peinada y maquillada. Eso es ser mujer.
Tanto es así que hace algunos años, las mamás retaban
a sus hijas por haberle arrebatado el maquillaje. Hoy en 45
día, ellas mismas son quienes les elaboran fiestas donde
se avala y legitima esa práctica que solía ser clandestina.
Las mamás ahora quieren que sus niñas se vean como
mujeres hasta que lleguen a serlo, que al menos por unas
horas sean Rosa, capaz enloquecer a un hombre con su
belleza y actitud.
La animadora Karina Mayorki cuenta que en términos
de madres, hay de diversos tipos, están las que toman el
cumple-spa como un simple juego sin desconfianza al-
guna, pero también están aquellas a quienes sí obsesio-
na la belleza de sus hijas: “Una vez llegué a un cumple y
la mamá había depilado a la nena, la depiló toda, a una
nena de seis años”. La venganza será terrible.
L a espera
La mirada atenta de Simone de Beauvoir señalaba en
1949 respecto de los cuentos de hadas: “él mata drago-
nes, lucha con gigantes; ella está encerrada en una torre,
un palacio, un jardín, una caverna, o encadenada en una
roca, cautiva, dormida: ella espera. (...) La suprema ne-
cesidad para la mujer consiste en hechizar un corazón
masculino; aun siendo intrépidas y aventureras, esa es la
recompensa a la cual aspiran todas las heroínas; y com-
prende que el cuidado de su aspecto físico pueda con-
vertirse para la muchacha en una verdadera obsesión;
princesas o pastoras, siempre es preciso ser bonita para
conquistar el amor y la dicha”.
Atrás quedaron el Twist del Mono Liso, los vasitos de
chocolatadas y las piñatas. El escenario se tiñó de rosa
y sólo resta esperar. Esperar a que empiece el spa, espe-
rar a que me pongan una crema, esperar a que me pei-
nen, me pinten las uñas y me maquillen, esperar. La es-
pera se ha convertido en un juego, la inmovilidad sólo
estalla cuando aparece una canción que todas conocen.
Se dejan ser. Son libres. Risas y carcajadas, bulliciosas y
despeinadas. 
 Revolución
por Gabriela Fernández

orgánica
A primera vista, parece que la
comida orgánica triunfa en ámbitos
donde el consumo full time y alto
poder adquisitivo son moneda
46
corriente. Rico y sano. Clase media
y ABC1. Primer error: decir que
los productos orgánicos tienen
precios siderales en comparación
con la comida “común”
(no orgánica) es apostar
a la hipótesis más fácil y, en este
caso, equivocada. Más allá de
la invitación de Food for life,
Food Live y Bio en las góndolas
de supermercados, y el circuito
gourmet tan de moda, Buenos
Aires también ofrece el lado
B de la comida orgánica.
 Así se come en B.A.
Día a día, en Buenos Aires se amon-
tonan 1 millón y medio de personas
que trabajan, viajan, estudian y bá-
sicamente sobreviven en un espacio
reducido. Atiborrada por donde se
la mire, la ciudad ofrece múltiples
postales de gente comiendo al paso.
Frente a este panorama frenético,
¿existen realmente el espacio (y el
tiempo) para la comida saludable?
Pese a la fama de cuantiosos con-
sumidores de carne, estadísticas de
la Organización Mundial de la Sa-
lud (OMS) reflejan el interés cre-
ciente de los porteños hacia la ali-
mentación sana y en esa tendencia
figuran los alimentos libres de agro
tóxicos. La regla para que un ali-
mento sea considerado orgánico es
que no haya sido manipulado gené-
ticamente. En el caso de los vegeta-
les son cosechados sin insecticidas,
y en el caso de la carne, los anima-
les no son criados con hormonas ni
ningún tipo de alteración.
El movimiento crece: las chefs Julia-
na López May y Mónica Patiño son
adalides de la militancia pro comida
orgánica en estos lares, la programa-
ción de los canales gastronómicos
cede lugar a la cocina naturista y en
Palermo Soho, epicentro de las op-
ciones orgánicas y gourmet, duran-
te la última década se instalaron res-
taurantes como Meraviglia y Nueva
Deli.
Algunas estadísticas: según el Servi-
cio Nacional de Sanidad y Calidad
Agroalimentaria (SENASA), duran-
te el 2011 aumentó el consumo in-
terno, con un total de productos que
alcanzó las 3.472 toneladas (seis ve-
ces mayor al consumo interno de
2010). Esto resulta más abrumador
si se tiene en cuenta que el SENASA
no considera a los productos no cer-
tificados por el organismo, como los
que se venden de manera particular
y en mercados. Este circuito parale-
lo florece en distintos rincones de la
ciudad, ajeno a marcas de supermer-
cado y empresas certificadoras.
* Bombones de algarroba, dulce de
Tengo un casete mental al que le
pongo play y pregunto por “comi-
da orgánica” cada vez que investigo
esta historia. Es Elsa, de la coopera-
tiva La Asamblearia, la que me des-
concierta cuando me dice que ni el
Mercado Solidario Bonpland ni El
Galpón venden comida orgánica.
-Es comida libre de agro tóxicos
-¿No es lo mismo?
Y resulta que no. La comida orgá-
nica accede a tal estatus sólo cuan-
do el SENASA le otorga esa cate-
goría, basándose en un sistema de
certificaciones que está en mano
de 14 empresas privadas. Esta ló-
gica funciona a base de dinero: con
5000 pesos se puede acceder a un
sello básico que permite comercia-
lizar algunos productos orgánicos
en hipermercados. Y con un poco
más de cash se puede exportar a los
principales consumidores: Alema-
nia, Francia e Italia. Elsa, al igual que
el resto de los productores del Mer-
cado de Bonpland, está en contra de
este sistema que excluye movimien-
tos agrarios, fábricas recuperadas y
pequeños productores.
Bajita pero con una voz estriden-
te que se impone, Elsa asegura que
lo más difícil es comerciar con los
productores de otras provincias. Por
lo general, son miembros de movi-
mientos agrarios que están acostum-
brados a que mega empresas como
Monsanto y Ledesma les compren
toda su producción a bajo costo. Los
mercados que se sustentan en eco-
nomía solidaria la tienen difícil a la
hora de convencerlos y se hace fun-
damental crear redes de comercio
justo para fortalecer los vínculos.
-Traemos azúcar orgánica de Mi-
siones y al principio costó rela-
cionarse- suspira Elsa cuando re-
cuerda los días de negociación.
-Hace un año los invitamos a que
vengan y cuando llegaron y vieron
el lugar, logramos un contacto más
fluido. Ellos van aprendiendo a quién
venderle o no.
ciruelas y jugo de ananá con pul-
pa. El Mercado Solidario funciona
en el número 1660 de la calle Bon-
pland en el barrio porteño de Paler-
mo desde el año 2008. Al igual que
“El Galpón”, es una de las alternati-
vas al sistema oficial de venta de co-
mida orgánica. Después de una lar-
ga disputa legal con el Gobierno de
la Ciudad de Buenos Aires, el esta-
blecimiento se transformó en hogar
de diez asociaciones que venden sus
productos tres veces por semana:
martes, viernes y sábados.
La primera vez que lo visito me im-
pacta la inmensidad del tinglado.
Cuando lo frecuento por segunda 47
vez, noto que está plagado de palo-
mas. Hay decenas que vigilan la ac-
tividad desde el techo y conviven
con los puesteros desde la inaugu-
ración del mercado. En esta opor-
tunidad me da la bienvenida Diego,
miembro de La Asamblearia y una
de las almas del puesto de fiambres
y bebidas.
-Probá la colorada, vas a ver qué lin-
do cuerpo que tiene.
Diego no me habla de mujeres. Ru-
bia, roja y negra, son las tres tonali-
dades que le bastan para combinar
cebada, lúpulo, azúcar, levadura y
lograr el sabor único de las cervezas
Viejo Lahuán. No importa cuántas
veces emplee la misma fórmula: re-
sulta imposible que una cerveza le
salga igual a otra. Como todo pro-
ductor orgánico que se precie de
serlo, Diego no tiene talento para la
producción en serie. “Es mejor así”,
reflexiona.
Naturalmente el arte del produc-
to orgánico consiste en realizar un
producto lo más sano posible y eso
implica sólo una cosa: paciencia. Y
la paciencia significa gallinas felices
y toma-
tes con
gusto.
 Revolución
orgánica
**
El Galpón está ubicado, o más
bien escondido, en la Estación
Federico Lacroze, en Chacarita.
El pasillo es estrecho y cuando
hay tanta gente como ahora resul-
ta imposible atravesarlo. Buena par-
te del público lo componen turistas.
Acostumbrados a las ferias de ali-
mentos, suelen ser europeos los que
deambulan por “El Galpón” olien-
48 do verdura y catando semillas.
El sabor es intenso. La textura, pas-
tosa. De afuera parecen hechos de
papel misionero, de color madera.
No son la madalena de Proust pero
casi. Cuando pruebo los bombones
de algarroba, que son riquísimos y
se parecen a los Cabsha (pero son
mejores), me acuerdo del campo,
la tierra y, no sé muy bien por qué,
pienso en vino patero. Cuando vuel-
vo del trance me doy cuenta que el
coordinador del lugar, Federico, me
mira y se limita a decir:
-¿Viste?
Con el paladar revitalizado, lo es-
cucho contarme los inicios de “El
Galpón” en el año 2005. Pero me
aclara que esa es sólo la fecha ofi-
cial, porque este mercado deriva de
la “Mutual Sentimiento”, creada en
1999. Por ese entonces los puestos
ocupaban los seis pisos del edificio
de la mutual. Con la crisis del 2001,
el trueque alcanzó su apogeo pero
comenzó a declinar cuando la gente
perdió la confianza.
-Digamos que se lo saboteó mucho,
más que nada por razones políticas.
Ahí fue cuando empezamos a pen-
sar cómo mantener la estructura ba-
sada en la economía social.
Mientras nos entretenemos miran-
do vino sanjuanino en el stand de
los productores lejanos, el único que
tiene un empleado contratado por-
que su pro-
ductor no
puede atenderlo
personalmente, lo bombardeo con
preguntas sobre “El Galpón”. Con
una sonrisa paciente resume que la
esencia es trascender el mero abas-
tecimiento. “Vamos más allá, la idea
es construir hábitos de vida”.
-Igual, si querés entender a fondo la
relación de equilibrio naturaleza-ali-
mentación-cuerpo, tenés que hablar
con Emilia.
Emilia, integrante del colectivo La
Choza, se ríe cuando la sorprendo
entre cajones de verduras y le digo
que quiero hablar con ella porque la
definieron como “ultra orgánica”.
Este encuentro será breve, porque
la segunda característica de Emilia
es su energía imparable.
La Choza fue una estancia funda-
da por Bernardo Irigoyen en Mar-
tínez, hasta que en 1992 se convir-
tió en una granja biodinámica. Son
20 años de lácteos y hortalizas libre
de agroquímicos. Son “ultra-orgá-
nicos” porque la biodinámica resta-
blece el equilibrio natural que ten-
dría que tener una granja.
-Nuestras vacas comen pasto libre
de pesticidas, y el abono, bueno, sale
de las vacas. Entonces, si el animal
está sano nuestra leche también es
más sana.
Un ser provee a otro y así en un ci-
clo imparable de interconexiones
saludables.
Del tomate
En los espacios que
forman parte del circuito
alternativo es mentira que los
alimentos orgánicos sean caros. A
pesar de su largo tiempo de elabo-
ración y de su tipo de producción
libre de “ayudas” artificiales, los
precios son justos. Es el productor
quién decide cuál es el costo real del
producto. Obviamente, para que no
haya engaños el sistema tiene que
tener algo de regulación. Y en ver-
dad es muy simple: cada productor
cuenta con el asesoramiento de un
ingeniero agrónomo. También las
universidades intervienen y los ca-
pacitan a la hora de la construcción
de precios.
Estigmatizada como un produc-
to costoso, la comida orgánica es la
protagonista cuando los precios del
mercado se disparan. En 2009 el to-
mate aumentó un 100% y hacer un
tuco se convirtió en cosa de gente
acaudalada. Mientras que el kilo se
vendía a $16, El Galpón los ofrecía
a $4, su precio justo. En su organi-
zación de economía solidaria, no ha-
bían sido afectados por los vaivenes
bursátiles, como tampoco lo fueron
con la suba de precios de la yerba.
El tomate es uno de los mejores
ejemplos a la hora de ofrecer el jue-
go de las diferencias entre los pro-
ductos orgánicos y los que no lo son.
Es una fruta estacionaria, pero para
tener tomates a buen precio todo
el año, los grandes productores im-
plementan la manipulación genéti-
ca para que aguanten hasta seis me-
ses en una cámara de refrigeración.
Estos son los aguachentos, sin gus-
to que necesitan de la ayuda de sal,
orégano y albahaca.
-Creo que si ves cómo hacen un to-
mate, la cantidad de veneno que le
meten, no comés uno nunca más
en tu vida. El tomate orgánico es
más rico y tiene más sabor- advier-
te Federico- Pero, como todo pro-
ducto orgánico, a veces no se consi-
gue porque es imposible producirlo
todo el año.
-¿Es un producto caprichoso?
-No, los caprichosos somos noso-
tros que no sabemos respetar los
tiempos del tomate.
Orgánico,
freelance y under
Sandra Russo también vende comi-
da orgánica. Arrancó como algo es-
porádico: cocinaba para amigos y
gracias si tenía intenciones naturis-
tas. Viaje a la India de por medio,
las cosas cambiaron. Post- revela-
ción mística, Sandra pasó a llamarse
Gangotri y a crear Bindu Bioenergé-
tico, que hoy tiene un reparto orga-
nizado de comida libre de agro tóxi-
cos. Si le preguntan qué es lo que
más se vende, hace una mueca y re-
conoce que son las clásicas milane-
sas de soja, aunque confía que poco
a poco el chutney de tomates y el
humus irán ganando terreno.
El lector de esta crónica probable-
mente se imagine a Sandra con una
trenza larga y desprolija, usando ropa
hecha por ella misma y desprendien-
do olor a pachuli al caminar. No se
equivoca. Ella es un personaje más
de los tantos que venden comida or-
gánica a particulares o incluso a los
restaurantes que componen el cir-
cuito gourmet palermitano. Este es
el under de la proveeduría de comi-
da orgánica.
¿Cómo se dan a conocer los micro-
emprendedores? El boca a boca y
las redes sociales son fundamenta-
les, aunque también cautivan clien-
tes en clases de yoga, talleres de re-
ciclaje y fundaciones
espirituales.
-Una cosa lleva a la otra,
dice Sandra mientras
equipa el auto con chapa-
tis (pan indio). Por ejem-
plo, ahora hay un mer-
cado muy fuerte en las
empresas que buscan que
los empleados consuman
viandas orgánicas. Y ahí
está la importancia de Fa-
cebook: acercarnos a esos
clientes sin tener que in-
vertir en publicidad.
Sandra, al igual que los
productores de El Galpón
y el Mercado Solidario de Bon-
pland, sabe que el auge de la comida
orgánica es el resultado del bombar-
deo publicitario por llevar una vida
sana.
El retorno a la
Pachamama vs. El
paladar desubicado
En “El Galpón”, Federico y sus
compañeros están acostumbrados
a las cámaras de televisión. Federi-
co admite que con la prensa encima
y con la visita de cocineros famosos,
pudieron llegar a más gente.
-Sé que esto es una moda. Sale una
nota en un diario grande y al otro
día nos llenamos de gente. Pero sólo
esa vez, porque esos son los “turis-
tas”. Los que vienen siempre son
los que lo hacen sin importarles que
esté de moda o no.
Basta con echar un vistazo a los pasi-
llos concurridos para adivinar quié-
nes son los clientes habituales. El
modus operandi los delata. Se acer-
can con paso confiado a un deter-
minado puesto, piden un producto
específico, pagan y se retiran a otro
stand. Y así varias veces, sin perder
el ritmo. Si preguntan, es
para ver si entró merca-
dería nueva.
Los “turistas” van y vie-
nen indecisos. Se acercan
a un puesto y preguntan
qué venden, para qué sir-
ve y cuando se enteran
suspiran “ah…”. La gran
ventaja que ofrecen este
tipo de establecimientos
es la degustación y más 49
importante aún, al pro-
ductor en sí mismo de-
trás del mostrador, expli-
cando con orgullo cada
etapa de la elaboración.
Gran parte del trabajo integral
que se hace en estos espacios es ese:
buscar que la gente pueda internali-
zar el hábito de comer más sano.
-Pasa que estamos tan metidos con
ese tipo de consumo industrializado
que llega una altura que te da lo mis-
mo. Y desubicamos el paladar tam-
bién. Y ni hablar del organismo.
Una ciudad que gana fama de or-
gánica y green pero que sigue dán-
dole la espalda a la naturaleza. Lenta-
mente el concreto que pisa la pampa
húmeda va cediéndole pequeños es-
pacios al medioambiente: iniciati-
vas de reciclaje, más espacios verdes
y huertas en los balcones porteños.
Algo que da la pista del ansia por al-
gún tipo de reconexión.
-Cuando nosotros largamos los cur-
sos de huerta orgánica, había gente
que lloraba cuando tocaba la tierra.
Es un testimonio extremo, sí, pero
el desapego existe. Y parte de lo que
buscan los clientes de estos espacios
es generar un estilo de vida más len-
to, donde apreciar la naturaleza sea
cosa diaria.
 por Eliana Fiqueni

Entonces dijo Jehovah:

“He aquí que

en
este pueblo está unido,
y todos hablan el mismo

Buenos Aires idioma. Esto es lo que

han comenzado a hacer y
ahora nada les impedirá
hacer lo que se proponen.”
(BIBLIA, GÉNESIS 11:6)
50
D iez minutos le bastaron para viajar a través de
la dialéctica por diferentes lugares del mundo.
Descubrió paisajes, costumbres y hábitos de
vida, muy distintos a los locales. La profesora de inglés,
Miriam de Giorgi, le recomendó un sitio de intercambio
con personas de otras lenguas y culturas para que ella
pudiera distenderse más a la hora de practicar el idioma
que le enseñó durante mucho tiempo. Así llegó a Span-
glish Exchange.
En una tarde desapacible, en la que el viento se diver-
tía y daba vuelta los paraguas, mientras la lluvia intermi-
tente mojaba sus ensortijados cabellos, ella iba saltan-
do charcos como si jugase a la rayuela hasta que llegó al
destino programado. Sintió en su interior la inquietud y
los nervios como si fuera una turista que está a punto de
concretar su tan ansiado viaje.
El entusiasmo le invadía el cuerpo. Con una mezcla de
nervios y exaltación, emprendió el viaje hasta el bar
ubicado en Recoleta en el que se realizaría el encuen-
tro de los viernes. Fue por el simple impulso de la cu-
riosidad. Pero también estaban presentes las ansias de
vivir la experiencia de conocer nativos de distintos lu-
gares del mundo con los que ella, además de practicar
inglés, aprendería mucho acerca de su cultura y modos
de vida.
En la puerta del bar ya se escuchaban los distintos dia-
lectos y acentos. Aturdida por la emoción, fue interrum-
pida por una morena alta y con unos dientes como per-
las que en un castellano de lengua enroscada, le preguntó
si estaba allí por Spanglish. Éste es un programa que se
aplica a modo de “solos y solas” en el que los hispano-
parlantes toman asiento con un cartelito adosado en el
pecho que indica el nombre de cada participante. Du-
rante el encuentro que dura dos horas aproximadamen-
te, los extranjeros rotan por las mesas para llevar a cabo
charlas en lapsos de diez minutos cada una. La temática
apunta a que se practiquen los dos idiomas y para ello se
utilizan cinco minutos de cada uno de ellos.
La morena era Maya May, una chica oriunda de Chicago
que llegó al país con el fin de terminar su tesis de poe-
sía. Para solventar su estadía comenzó a dar clases de
inglés hasta que entendió que sus alumnos aprenderían
más fuera del espacio estructurado que brindaba el am-
biente académico. De esta manera, en el 2008, comen-
zó a organizar encuentros un poco más multitudinarios
y agregó temáticas que pensó que serían atractivas para
llamar la atención.
Luego del check in con Maya, y una vez abonada la en-
trada que incluye una consumición los participantes
cuentan con cuarenta y cinco minutos para familiarizar-
se con el lugar. El bar se encontraba aquel día lleno de
gente con rasgos físicos muy diferentes. La luz estaba
muy baja y todo parecía iluminarse con las velitas que
había en las mesas, que creaban un ambiente de aspec-
to misterioso. Como perdida y sin saber como manejar-
se en un círculo tan desconocido, se acercó a la barra y
pidió una bebida.
Se le acercó una chica, que luego le diría que vivía en
Villa Luzuriaga, y al notar que ambas hablaban en caste-
llano entablaron una amigable conversación. Se llama-
ba Violeta Ballestero y acudía a menudo a estos even-
tos para poder pulir su inglés y cumplir con su objetivo
de aprobar una entrevista laboral vía Skype, para, de
esta manera poder ir a trabajar un tiempo a Estados
Unidos.
Violeta había estudiado inglés por un tiempo y recono- 51
ció que siempre se sintió atraída por el dialecto y la cul-
tura anglosajona. Estos programas, si bien se realizan
en Capital Federal, no son un impedimento para ella
porque estudia en la Asociación Argentina de Publici-
dad (AAP) situada en el centro de la ciudad de Buenos
Aires.
De a poco, la creadora de Spanglish Exchange fue lla-
mando a los participantes a tomar sus lugares para co-
menzar con el evento. Mientras la joven esperaba por
su primer interlocutor, observaba que el escenario tenía
varias particularidades. El bar, con sus paredes rojas y su
iluminación tenue, se había convertido en un verdadero
centro cosmopolita: una Torre de Babel. Había perso-
nas de distintas razas que se diferenciaban, además, por
su forma de vestir, de moverse, de hacer ademanes.
De repente, se sentó frente a ella un señor colorado de
unos treinta y seis años, muy flaco por cierto, con una
tez pálida como el papel y ojos azules que se escon-
dían de modo pícaro detrás de unos finos anteojos. “Soy
Han Delooper, ¿y vos?”, dijo el oriundo de Holanda en
un gracioso castellano. La charla se dio en un contex-
to de risas y miradas cómplices. Ella por momentos ha-
blaba en voz muy elevada y hacía movimientos bruscos
con sus manos porque lo creyó conveniente para hacer-
se entender mejor. Típico de una película de Fellini.
- Yo soy profe de inglés- dijo el holandés - y trabajo acá
en Buenos Aires en zona norte. Siempre busco oportu-
nidades para que los alumnos puedan hablar inglés con
gente que de verdad habla el idioma, nativos. Para ellos
es muy importante esa experiencia porque conmigo por
ejemplo siempre intentan hablar en castellano
Han vino a Argentina hace seis años para realizar un
curso y así poder aprender a enseñar. Durante ese tiem-
po, entendió que el sistema de enseñanza en el país
se centra con más énfasis en la gramática y no tanto
en el speaking, por eso él cree conveniente el uso de

en
Buenos Aires
Spanglish como un instrumento com-
plementario a la instrucción que elige
para sus alumnos.
En Argentina, como en otros países del mundo,
se instaló desde hace tiempo el idioma inglés como lin-
gua franca. Es el idioma más hablado en el mundo y de
relevancia internacional, una herramienta que sirve tan-
to con fines laborales como turísticos o académicos. Y
además se practica porque es cool.
De pronto Maya pasó por las mesas de manera sorpre-
siva para indicar el cambio de idioma. La charla se tra-
52 dujo de manera repentina como si fuera una de las fun-
cionalidades que tiene un control remoto de DVD. La
situación se había complicado. Los nervios no la deja-
ban pensar con claridad y el vocabulario que por tan-
tos años de estudio había adquirido se resistía a salir de
su boca. El holandés la tranquilizó y le dio la confian-
za suficiente para que ella pudiera practicar con plena
soltura.
La campana sonó, sonó, y sonó. Las parejas iban rotan-
do y así fue que subida a un tren bala lingüístico viajó,
entre risas nerviosas pero con mucho entusiasmo, por
los Emiratos Árabes, San Francisco, Boston, Misouri,
Inglaterra. Nunca imaginó que podría conocer acerca
de otros países en tan poco tiempo y en un ambiente
muy distinto a la formalidad caracte-
rística de un aula.
En su última tertulia, se enfrentó en
un duelo de palabras con un joven
enjuto de franca sonrisa. Su nombre
era Javier y era de Estados Unidos.
Hablaron de Maradona, de los de-
mócratas y de Obama. Le contó, ade-
más, que en cada estado de su país rige
una ley distinta en cuanto a la tenencia de
armas. El estado de Misouri, por ejemplo, se ca-
racteriza por ser muy conservador y por eso es que allí
se sufre mucha discriminación. El yankee reconoció que
admira de los argentinos la decisión de haber promulga-
do una ley de inclusión a los gays y que se esté tratando
el camino hacia la legalización de la marihuana.
Al finalizar el encuentro, hubo intercambio de mails, fa-
cebooks, celulares y hasta invitaciones para salir a cono-
cerse más. Ella, enriquecida por lo vivido, se acercó a la
coordinadora llamada Johanna Murillo, de origen ecua-
toriano que organiza las reuniones junto a Maya des-
de diciembre del año pasado, y la felicitó por la origi-
nal idea.
Johana comentó que utilizaban el boca en boca como
medio de publicidad de las reuniones y que éstas se lle-
vaban a cabo los miércoles y jueves estamos en Paler-
mo, los viernes en Recoleta y los sábados nuevamente
en Palermo.
Se despidió de las jóvenes emprendedoras y al salir del
bar, el aire fresco la sorprendió con una sonrisa en los la-
bios y una enorme satisfacción por haber pasado la dos
horas más originales hasta ese momento en su vida.

INGLES: de ‘cool’ a imprescindible

Donde quiera que viajes no necesitas
más que saber hablar en inglés para
poder comunicarte con los nativos de
cualquier parte del mundo. No es ca-
sual que en las escuelas de cualquier
país enseñen el anglosajón como idio-
ma de base.
Existen diversas maneras y métodos de
aprendizajes, ya sea acudir a un insti-
tuto, realizar viajes, intercambios estu-
diantiles. Esta última es una experien-
cia que, además de explorar una nueva
cultura, ayuda a aprender un nue-
vo idioma, desarrollar capacidades de
adaptación, madurez, independencia y
responsabilidad.
El inglés es la lengua materna de 340
millones personas, y casi la misma can-
tidad hablan inglés como segunda len-
gua, en muchos países el inglés es la
lengua oficial. Entre ellos, por supues-
to, Gran Bretaña e Irlanda, los Esta-
dos Unidos, Canadá, Malta, India, y
también muchos estados del Caribe y
países africanos.
Además, el inglés, en muchos países, si
bien no es la lengua oficial, es la lengua
de la economía.
Según diversos estudios más del 56%
de los sitios de Internet están editados
en inglés. En segundo lugar se encuen-
tra el alemán con un 8%. El 75% de
la bibliografía científica especializada
está en inglés.
En casi todas las partes del mun-
do gran parte de la población ha-
bla al menos un poco de inglés, de
modo que puede comunicarse casi
con cualquier persona en inglés.
El inglés seguirá siendo durante mucho
tiempo el idioma más importante de la
economía, incluso frente a los cambios
económicos que el mundo experimen-
ta hoy.
El conocimiento de una lengua siem-
pre es positivo. Las oportunidades para
acceder a un trabajo se verán multipli-
cadas para quienes conocen y dominan
nuevos idiomas, y por supuesto el sala-
rio se verá beneficiado de este esfuerzo.
Aprender otra lengua le proporciona-
zal estudiante la habilidad de enten-
der el contexto y la manera de actuar
de otras culturas. Sin la posibilidad de
comunicar y entender una cultura en
sus propios términos, no existe una ver-
dadera comprensión y acceso a ella.
 por Paaula A. Gallardo

Se hace
CAMINO
al bailar
53

¿Qué es eso que tiene la milonga que te hace

esclavo del tango? Arribé a varias respuestas.
La gente va porque quiere sumergirse en un
mar de abrazos, porque al tener la obligación
de empilcharse se siente linda, porque se
encuentra con amigos por más que no sepa el
nombre de la mayoría, porque se lo recetó el
médico como una buena forma de socializar y
despegar los pies del piso, porque descubre su
cuerpo, porque hay levante, porque se siente
viva, porque su viejo iba, porque le queda
cerca, porque encuentra tradición y futuro,
porque se separó, porque va su amada y,
fundamentalmente, porque la milonga es como
una vieja amiga, que se puede encontrar a la
vuelta de cualquier esquina. En fin, la respuesta
a sus quejas; un bálsamo a sus heridas.
 Se hace
CAMINO
al bailar
54
“Si vas a los bailes, parate en la puer-
ta, campaneá las minas que sepan
bailar, no saqués paquete que dan
pisotones... ¡Que sufran y aprendan
a fuerza’e planchar!” Es el consejo
que Carlos Gardel daba a los milon-
gueros, y Omar Gallardo sigue hoy
sus pasos. Se reconoce “jodido” y
confiesa jamás haber cabeceado a
minas si no le gustaba como baila-
ban. En Patio de Tango, la milonga
que funciona los jueves y domingos
en el Club Defensores de Tropezón
y está ubicada justo frente a la esta-
ción, Omar tiene una de las mejo-
res mesas y, ante su presencia, na-
die osa ocuparla. La mesa y el cartel
con nombre propio dan sensación
de pertenencia y reconocimiento.
Si entra algún tanguero solitario, los
organizadores del evento ensegui-
da buscan ubicarlo en algún asiento
vacío. Para las 21:30, la milonga de
la que Beto Barrionuevo es dueño,
empieza a cobrar vida.
En lo de Beto, como en todos los
salones, está prohibido fumar. Aquí
los muchachos son gente grande
y no viven pendientes del celular.
“¿Un caramelo?” suele ser el anzue-
lo para entablar conversación. Las
mujeres toman agua, mientras que
los hombres prefieren el Whisky o
el Fernet. Los tangueros que se pre-
cian de serlo, bailan con pasos cor-
tos y bien apretados, pecho a pecho,
palpitando a la mujer. El ambien-
te es muy machista, es el hombre el
que decide a quién saca. Para elegir,
miran los zapatos de ella. Taco alto,
base de cromo y pulsera, reflejan por
demás el carácter elegante del tan-
go nacional. La mujer espera un ca-
bezazo que, en señal de asentimien-
to, la saque a bailar. Si el hombre en
cuestión le gusta, se encuentran en
el medio; de lo contrario, ella des-
vía la mirada. El varón que se arri-
ma a la mesa y a la dama le extiende
la mano, no entiende de códigos y se
lo tilda de “nabo”. Ellos las quieren
lindas, con oído, buenas bailarinas y,
sobre todo, livianitas, fáciles de lle-
var por la pista.
Beto se define como “un loco que
predica lo que hace”. Organiza dos
milongas, conduce un programa de
radio en la AM 1320 y tiene -por lo
menos- un defecto: siempre abre la
pista con Juan D´Arienzo y eso a
Omar le revuelve las tripas. Cuando
uno está soltero rota de compañe-
ra según sea la pieza, cada una tie-
ne 3 o 4 temas: tango, milonga, vals,
la excepción son los 20 minutos de
tropical, pero la ronda siempre vuel-
ve a empezar. A la que no se levan-
ta es a la mujer que va acompaña-
da, como el caso de Noemí Coria,
la novia de Omar. El señor tiene 75
años y la señorita 55, cuando él te-
nía cerca de 14, un amigo le enseñó
a bailar. Pero ya desde antes le había
tocado acompañar, por las calles de
tierra con cruces de adoquines de su
Caseros natal y hasta la entrada de
alguno de sus laburos, a tipos como
Angelito Vargas, Jorge Casal, Ro-
berto Grela o Pedro Laurenz. Era
un guía local.
“Yo vivía en Hornos y Guaminí (…) En
el [Club] Defensores de Caseros estaba
[el director de orquesta, Ricardo] Tantu-
ri, Tanturi con [Alberto] Castillo, lo más
grande que había en ese momento y en el
Unión de Caseros, Pugliese. Todos los sá-
bados cambiaban”
Cuando su esposa falleció, en 2005,
el tango supo sacarlo del bajón. Fue
su cuñado el que lo incitó. Luis Fe-
rrero no espera por su tango preferi-
do para salir a bailar, toda melodía lo
envuelve, dice que le genera una “fe-
licidad completa” el bailar. Tiene 70
recién cumplidos y, de no trabajar, no

dudaría en ir todas las noches a milon-
guear. El no es como Omar y le gus-
ta variar el lugar: Che Flores, Boe-
do Tango, Niño Bien, La Ideal, Club
Gricel, La Milonguita, El Pial, Viejo
Correo, Salón Canning, entre otros
más. A Luisito lo desafió el tango
ya de grande: tenía 45 cuando en el
Cine Teatro Fénix vio a un amigo el
escenario acariciar. Saber que Coco
podía lo impulsó a aprender, “esta-
ba fascinado”. Como Noemí, tomó
clases con más de diez profesores y,
con los ocho pasos básicos aprendi-
dos, ambos se animaron: él a con-
ducir y ella a seducir, llevar y dejarse
llevar. Ferrero lo vio como un reto, a
la ex profesora de Educación Física,
el divorcio la hizo cambiar de vida.
Rino Biondi se declara instructor, no
profesor de tango, porque reconoce
no haber estudiado en la universi-
dad pero, así y todo, su trayectoria,
la maestría le supo otorgar. Con su
ex mujer, Haydée, tienen una acade-
mia de baile llamada El Berretín, pa-
labra que, en lunfardo, hace alusión
a un “apasionado deseo”, que es lo
que él siente por el baile arrabalero.
El bailarín no mide más de 1.65 m
y su mano, con precisión de bando-
neonista, dibuja marcas en la espal-
da de toda mujer que se enrede entre
sus brazos. “En un momento dado
bailé con una española que conoció
a mi novia. Cuando terminó la pie-
za me dijo textual: ´Ya me explico
porque esa chica está tan enamorada
de vos´.” Rino también se separó de
Haydée y, actualmente, está inicián-
dose en la convivencia con la suso-
dicha a la que la gallega hizo refe-
rencia. La chica, de origen francés,
es 28 años menor que él. Todo un
dandy.
De repente y sin aviso, un golpe en
seco a todos distrae. Al mirar, un
hombre estaba desparramado en el
piso, su compañera se había queda-
do inmóvil y otra mujer corrió en
su auxilio. Le dio respiración boca
a boca y nada. El señor había muer-
to de un paro cardíaco. La situación
no fue agradable pero tampoco alar-
mante. La verdad es que esto no es
para nada anormal en este ambien-
te lleno de tradición y gente grande.
Omar y Luis han vivido esta escena
más de una vez. Parafraseando a Ro-
sita Quiroga, de la cabeza a los pies,
vestido de luto entero, el tipo es
un símbolo canero, es la risa y es la
muerte vestida de milonguero. Ante
estos imprevistos surge la disyunti-
55
va de si seguir o dar por finalizada la
noche, y salvo que se esté próximo
al horario de cierre que varía según
la milonga, en general, se opta por
la continuidad del show. Al trajeado
lo corrieron hasta que vino la ambu-
lancia y las parejas continuaron ca-
minando porque, llegado al caso, tal
como explica el poeta español, Joa-
quín Sabina, es preferible “que el fin
del mundo te pille bailando”
El tango es un fenómeno social que
nació como baile orillero, en el sur
de la ciudad de Buenos Aires, más
específicamente, en el interior de
los piringundines de Barracas al Sur,
lo que es hoy Avellaneda. El tango
es la expresión cultural urbana que
identifica internacionalmente a esta
ciudad, siendo uno de sus mayores
atractivos. En todas las milongas -en
particular en las gay- hay revistas de
distribución gratuita, donde las no-
tas figuran tanto en castellano como
en inglés. Lo que atrae a los extran-
jeros es la conexión de los cuerpos,
la sensualidad del abrazo, en épocas
donde predominan los ritmos en los
que cada quien baila por su lado. De
repente, Leonardo, el disc jockey
le da play al maestro. La pista olvi-
da las penas y sin más se revoluciona.
 Se hace
CAMINO
al bailar
56
Noemí se contonea en su lugar, sabe
que va a bailar. Hasta los más jóve-
nes se engalanan cuando Osvaldo
Pugliese se avecina. Axel Herrera es
el sobrino de Beto, tiene 24 años y
corre a ponerse el saco cuando co-
mienzan a insinuarse las bandolas de
La Yumba.
Todos se posicionan en el centro so-
bre el piso de parquet recién pulido.
Las señoras se le abalanzan a Rino
porque dicen querer aprender a vo-
lar. Los zapatos negros charolados
con taco francés de Luis -tienen 4
cm y son los más altos del ambien-
te- se apresuran por entrar a la pis-
ta. Omar agarra la mano derecha de
Noemí. Ella pone la otra recta de-
trás del cuello del caballero para no
estropear el cuello de su camisa. Tie-
ne las uñas pintadas de azul, hacién-
dole juego con el vestido, pese a que
la moda esté imponiendo las calzas
hasta en la milonga. Noemí cierra los
ojos. Desiderio Barbieri, en Trovas,
diría que cae desmayada en los bra-
zos de su amor. El cuerpo vive la le-
tra. Rino asegura que de eso se trata
el famoso cable a tierra. Con alguno
que otro “gancho” o “sanguchito”,
ella sacude sus zapatos azul marino
y le da un mimo a la pista, pero al no
tratarse de tango de escenario, los fi-
ruletes no predominan. El compás,
repicadito y dulzón, indica que se
mueve un pie después del otro para
no pisar mientras se baila. Sin mirar
el piso, hay que saber que el secreto
está en el calzado. Pero más allá de
tecnicismos, “¿Quién fue el raro bi-
cho que te ha dicho, che pebete que
pasó el tiempo del firulete? Por
más que ronquen los merengues
y las congas siempre fue tiempo
para milonga”.
CLUBES DE BARRIO
NIÑEZ
ANALÓGICA
A dentrarse en un club social despierta una mís-
tica que desde hace años identifica a cada ba-
rrio de Buenos Aires. Al traspasar sus puer-
tas, el murmullo de las voces de unos cuantos chicos va
in crescendo. Son siete nada más, pero la amplitud de
la cancha genera un eco que retumba y sus palabras se
multiplican entre estas paredes a medida que llegan.
Un poco más allá, la luz cálida del buffet invita a pa-
sar. Las risas se fusionan con el sonido de la máquina
de café y el choque de cucharas que caen sobre el plato.
Esa calidez que se refleja en los baldosones originales
hace un lugar propicio para la lectura, de hecho, libros y
revistas están al alcance de quien quiera hojearlos.
por Silvina Name
Sentados en una mesa del salón desayunan dos niños
de aparentes diez años con sus padres. Se acomodan
las medias que portan el color de su club y piden ayuda 57
para atar bien fuerte los cordones de sus botines. Boti-
nes que esa tarde patearán al arco en busca del gol ante
el clásico del campeonato.
En estas tres escenas se reúnen los tres pilares del club
barrial: la actividad deportiva, la social y la cultural. Ci-
mientos en los que un club como Glorias Argentinas se
basó para construir su historia, su vida, su función, su
gente. Allí es donde se mueve el engranaje de esta es-
tructura que a través de los años funciona cada día con
más energía.
 NIÑEZ ca del deporte, proclamándose Club

ANALÓGICA Social y Deportivo. Fruto de sueños

e ilusiones de unos muchachos, fo-
mentado por los vecinos que cola-
boraron para hacerlo realidad, le
dieron origen a un espacio que re-
afirmaría su significado en las ge-
neraciones futuras.
LA UNIÓN Y LA Setenta años más tarde, la esen-
FUERZA cia del club de barrio parece re-
validarse. Para el presidente, el rol
Un fuerte temporal del club es educar, mediante acti-
hizo que el club Glorias Argen- vidades sociales, culturales y depor-
tinas, un ícono del barrio de tivas, que el chico no esté en la calle
Mataderos, tuviera que afron- y que encuentre en la institución un
tar un gran desafío tras la vo- lugar de contención. -“Hoy la gen-
ladura del techo de la cancha te está volviendo al barrio y encuen-
58 y el derrumbe de una parte de tra en el club un lugar seguro para sus
la histórica fachada. Pero es- hijos; es el lugar que cada chico ne-
tos fuertes vientos no pudie- cesita porque es un ambiente sano:
ron llevarse el compromiso hay deporte, hay compañerismo, hay
y la participación de los mil educación”- explica.
seiscientos socios, que a través de activida- Según la mirada de una especialista
des lograron reimpulsar las obras en Gestión Educativa, Andrea Ta-
para acondicionarlo. borda, licenciada en Psicología, “la
En la buena predisposición del primera y la segunda infancia de la
presidente Sergio Tur para con- sociedad actual, en general, pasan
versar con alguien que se intere- sus horas de ocio frente a la televi-
sa por la vida del club se refleja la sión en lugar de tener espacios de
apertura de la institución hacia el recreación y/o de expresión. Qui-
resto de la sociedad y las relacio- zás para algunos casos pueda va-
nes que entabla con las personas ler como justificación de esa re-
que se acercan a este espacio, con clusión, la ola de inseguridad en
el barrio y con la comunidad. Lle- que se vive. Por ello se encierran.
va consigo una carpeta mientras Otros, con menos suerte, trabajan todo el día
espera al arquitecto para seguir y no les queda otra que dejar a sus
adelante con las refacciones. hijos solos, mientras que unos po-
El Glorias funciona cos eligen llevarlos una horita a la
desde el año 1941 ininterrum- plaza, pero ¿Qué sucede con los la-
pidamente. Ni siquiera en la zos sociales?”
época más dura, con el surgi- Seguramente se podría pensar que la
miento de los barrios privados, escuela tendrá mucho que ver en fa-
la moda de los gimnasios y el vorecer la apertura del sujeto hacia la
desmantelamiento a nivel re- sociedad, pero no lo es todo. “En es-
creativo que sufrieron estas tos momentos, se debería poner én-
instituciones en la década de los noventa ba- fasis en la atención hacia las acciones
jaron los brazos ni cerraron sus puertas. El club siguió del club barrial, en primer lugar para que el club
apostando no sólo al deporte sino también a las activi- funcione como contención y luego para fomentar el es-
dades culturales y sociales. tablecimiento de aquellos lazos sociales perdidos o que
Cuando el barrio aún tenía calles de tierra y zanjones, nunca se establecieron con la comunidad a la que perte-
arrieros y un frigorífico, un grupo de jóvenes hijos de in- necen.”, sugiere la especialista.
migrantes fundó el club como lugar de reunión y prácti- Los chicos comparten mucho tiempo dentro de este es-
pacio, entre prácticas, partidos, actividades recreativas,
celebraciones con la familia. Resulta inevitable asociar-
lo con la educación, porque todas estas acciones for-
man parte de sus vidas y el club es un complemento
junto a la escuela y la familia. Como dice Tur, dentro
del horario que los chicos están allí dentro, se intenta
educarlos. En la casa, el rol es de los padres.
Mientras tanto, en un rincón de la cancha, un papá sos-
tiene un bolsito, una botella de jugo y una campera y
su hijo patea una hilera de pelotas acomodadas sobre el
área en una práctica de fútbol. Ante el acierto, el nene
lo mira de reojo y sonríe. En la puerta, otro chico baja
del auto, cierra la puerta, otro papá espera que entre al
club y arranca. Dos escenas cotidianas del club que ha-
blan de la participación y el tiempo disponible de cada
padre para compartirlo con sus hijos.
El presidente, desde su lugar y desde su vínculo cons-
tante con los chicos, reflexiona sobre la niñez y asegura
que entre los cinco y los diez años se atraviesa “la me-
jor edad” porque se puede ver cómo se divierten, dis-
frutan y están más allá de toda competencia. Si bien
los resultados favorables los hacen sentir más conten-
tos, es imposible dejar de ver cómo les gusta jugar en-
tre compañeros.
Superada la crisis de poca participación y deterioro que
años atrás perjudicó a los clubes de barrio, hoy en día
la asistencia en esta institución es mayor, por lo cual el
espacio físico ya les quedó chico, además de que aún
está en proceso de restauración. El subsidio estatal con
el que cuentan, es mínimo y la solvencia es gracias a
la cuota que los socios pagan mensualmente. La cla-
ve fue no quedarse sólo en el fomento del fútbol sino
apoyar otras actividades como vóley, taekwondo y pa-
tín artístico.
Ante una sociedad surcada por la incorporación de las
nuevas tecnologías y los nuevos medios de comunica-
ción que convierten a los niños en nativos digitales, el
dirigente destaca al club de barrio como el lugar ideal
para que los chicos practiquen deportes y olviden el se-
dentarismo y la sobreestimulación tecnológica recibida
de la mano de la PlayStation, Wii, Internet, teléfonos
celulares, televisión y demás dispositivos.
Tur explica que si bien son una institución tradicional
tratan de adaptarse a los tiempos actuales y admite que
las redes sociales ayudan a acercarse a las familias aun-
que sin abusar, porque prefieren comunicarse cara a
cara, en reuniones, asambleas, en el buffet, mantenien-
do la esencia del club, es decir, ese encuentro en un lu-
gar de pertenencia.
CREAR LAZOS Y COMPARTIRLOS:
LOS CHICOS, SU FAMILIA Y SU
CLUB
Cada sábado, pasado el mediodía el club se viste de
fiesta. La asistencia es multitudinaria, los colores rojo
y blanco se ven más vivos, los “trapos” con más movi-
miento. Entre expectativas, cantos, nerviosismo y ale-
gría las familias se unen bajo un mismo objetivo: apo-
yar a los chicos, acompañarlos y motivarlos. Un silbato
da por iniciada una nueva jornada y un ¡Vamos Glorias!
enciende el incentivo sobre la cancha de fútbol.
Desde la tribuna, los Fernández están expectantes ante
cada jugada de Bautista, su hijo que con cinco años
da sus primeros pasos en el club. Cantan, aplauden, se 59
transforman. Son una familia joven que asiste al club de
manera habitual y lo incorporaron a su ritmo de vida.
Hace un tiempo que Leandro, el papá, es el delegado
de la categoría y se encarga de controlar que todo esté
bajo correctas condiciones para que los chicos puedan
participar del torneo. Veinte años atrás, él era el que sa-
lía a la cancha luciendo la camiseta del club y hoy hace
lo posible para que el que luzca los colores sea su hijo y
así cumple con el traspaso generacional de esta pasión.
A un costado de la cancha, el director técnico les ha-
bla a los suplentes que lo escuchan atentos, les palmea
la espalda mientras se preparan para entrar a jugar. Los
chicos chocan sus manos y a la frase motivadora de:
“¡Vamos, eh!” se deja entrever con sólo estos gestos un
sentimiento de equipo y compañerismo, respeto y cari-
ño entre las dos partes.
El club para los papás simboliza un espacio donde su
hijo pueda crecer sano, con amigos y desarrollar una
actividad que le gusta, como a tantos chicos de su edad:
jugar al fútbol. Al ver que su hijo disfruta del juego, de
 NIÑEZ
ANALÓGICA
sus compañeros y de su equipo, sienten la tranqui-
lidad de hacer lo correcto.
Pero los Fernández no son los únicos que alien-
tan al equipo, sino que también encontraron en el
hecho de acompañar a su hijo, una identificación
con otros padres que están en su misma situación
y formaron un grupo de amigos que colaboran en-
60 tre ellos, tienen iniciativa y promueven la participa-
ción dentro de la institución.
Fin del primer tiempo, chicos de otras categorías
corren con sus pelotas como imantados hacia la
cancha. Es el momento en el que las iniciativas y la
participación se ponen en acción. Las madres ven-
den entradas para la pizzeada con shows en vivo
que se va a realizar a beneficio de las obras de re-
construcción, bajo el lema “El club nos necesita”.
Si bien estas acciones se difunden a través de la
página web, de la red social Facebook y de la car-
telera del club, cuando el encuentro es cara a cara,
a veces es más efectivo, ya que se puede sentir la
fuerza y las ganas de ir todos hacia un mismo lado:
un compromiso social que reafirma los valores
fundantes.
Y si de tecnología aplicada al club se trata, Sole-
dad, la mamá de Bauti, es la que utiliza las redes
sociales para compartir fotos de los partidos o
mantener informados de los resultados a los tíos
y abuelos cuando no pueden ir. “Reconozco que a
veces me fanatizo”- expresa esta mamá que toma
el acompañamiento de generaciones anteriores y
lo moderniza con las herramientas que hoy
están a su alcance.
Mientras un sinfín de chicos sigue
corriendo tras la pelota en el en-
tretiempo, Soledad cuenta que su
hijo, a pesar de tener Playstation
la enciende en pocas ocasiones,
no sólo porque ellos no incenti-
van su uso sino porque él pre-
fiere ir al fondo de su casa a pa-
tear la pelota, aunque recién
haya llegado de una cansado-
ra práctica. Los días que por alguna razón se sus-
penden los entrenamientos, cuestiona una y otra
vez y se entristece, no así cuando la “Play” no se
enciende.
El silbato del árbitro que da comienzo a la segun-
da parte parece una señal que transforma los áni-
mos y el clima general de la cancha. Entre aplau-
sos, cantos y bombos, llega el gol que desparrama
abrazos y alegrías por un instante. Los rostros de
los chicos afirman que ese momento ya resulta su-
ficiente para complacerles el día.
Leandro y Soledad reconocen al club como un es-
pacio de pertenencia en el cual sus historias in-
dividuales se cruzan con la de los colectivos de
los cuales se sienten parte: el barrio, la familia, los
amigos. Esto se hace presente en su relato, cuan-
do hablan de la construcción de lazos de amistad a
partir de experiencias comunes tales como la prác-
tica de un deporte, la participación en los conflic-
tos de la institución o el simple hecho de compar-
tir un espacio de recreación y charla.
Final del partido. Con su corta edad, Bauti ya tie-
ne amigos con quienes compartir alegrías y triste-
zas, intereses y gustos, aprende día a día a jugar en
equipo, a compartir, a sociabilizarse. Eso es lo que
su familia desea que suceda en el club: verlo crecer
sano y feliz, aprender lo que es el compromiso y
descubrir los valores de la amistad y el respeto.
El club Glorias, como tantos otros, ha sabido
mantener, mediante la interpretación de la deman-
da de los vecinos y socios y las necesidades laten-
tes de los chicos; el esplendor de una época y la
esencia que le dio origen a su existencia:
la comunión del deporte, la
cultura y las relaciones socia-
les como pilares en la forma-
ción de una sana niñez.
61
62
63
64

Suma de esfuerzos
Entre las calles de barro y el
cemento de la gran ciudad.
Entre la falta de recursos para
llevar la comida a la mesa y los
buzos de Gap. Entre el barrio
de chapa-madera y la nueva
tecnología. Entre los pibes
a los que les hace falta y los
pibes a los que les sobra.
por Pablo Manrique
Entre las changas y el
trabajo en blanco. Entre
esos extremos existe
siempre un nexo que
los acerca, que hace
65
que por algún momento
estén más juntos que
nunca, y ese punto de
unión es la solidaridad.
 N o hay que ir muy lejos para
encontrar gente dispues-
ta a ser solidaria en la vida
cotidiana. Son muchos los jóvenes
que asisten todos los fines de sema-
na a barrios en los que sus habitantes
se encuentran en pobreza extrema:
falta de alimento, de agua potable
y de condiciones mínimas de salu-
bridad. Estos “jóvenes solidarios”
son integrantes de “Un Techo Para
Mí País”, organización más conoci-
da desde el último junio como “TE-
CHO”, que recluta voluntarios de
entre 18 y 30 años, que se encarga-
rán tanto de su promoción como de
la recolección de fondos mediante
distintas colectas. La acción culmina
66
con la construcción de casas en los
barrios más carenciados de Argenti-
na. También se invita a colaborar a
alumnos de diferentes escuelas. Los
chicos llegan entre risas, dispersos
en los distintos micros, abrazados a
los aislantes que serán los encarga-
dos de separar al frío de sus bolsas
de dormir .
Construcción masiva
en el barrio Doce de
Octubre
Ubicado en el partido de La Matan-
za, el barrio es una zona olvidada,
perdida entre los límites de Grego-
rio De Laferrere, González Catán,
Rafael Castillo y Pontevedra. Los
vecinos lo conocen como “el barrio
de los paraguayos”. No está incluido
en ningún censo, sus calles no apa-
recen en ningún mapa. Nadie sabe
con exactitud cuanta gente respira
por esas latitudes. Los relevamien-
tos realizados por Techo constata-
ron que allí vivían 150 familias, cifra
1 Para la obra en particular a la que hace referencia esta nota se contó con el aporte de alumnos de los co-
legios High School (Quilmes), San José (Morón), San Andrés, Pilgrims, Esclavas del Sagrado Corazón
de Jesús, Pironio y Saint Mary of the Hills School (Barrio Norte), que durante la construcción durmie-
ron en las escuelas Nº 196, Nº 516 y Nº 197.
que permite calcular un total aproxi-
mado de 900 personas. Por cuestio-
nes de tiempo, no pudieron “censar”
todo el barrio, por lo que presumen
la existencia de 100 familias más. El
“12 de Octubre” es un barrio fan-
tasma que de a poco ve la luz gracias
al empuje de su gente y al aporte de
esos locos desconocidos.
TECHO trabaja y funciona gracias
al aporte de empresas que colabo-
ran y donan dinero o material. Du-
rante el fin de semana de trabajo los
empleados de Cencosud, Diageo,
Exxon, La Caja, Fiat, Prüne y Acin-
dar utilizaron sus horas libres, tiem-
po que podrían haber usado para pa-
sar con su familia o descansar, para
construir para los que menos tienen.
Ellos se alojaron en la escuela Nº 81,
pero no se quedaron a dormir ahí,
sino que volvieron a sus casas para
regresar al barrio al mismo tiempo
que se levantaba la niebla fría de la
mañana.
Barrio con calles desnudas, despro-
vistas de asfalto. Entre los alambra-
dos se vislumbran pastos cortados
de forma irregular, que dan distin-
tos relieves a ese horizonte cercano.
Los hogares están hechos en su gran
mayoría de chapas y maderas podri-
das. Durante la mañana, los vastos
silencios son interrumpidos por el
cantar de algún pájaro solitario o
por el ruido del carro vacío de carto-
nes que arranca un nuevo día. Con
el salir del sol aparecen las primeras
caras. Desprovistas de maquillaje y
con sólo una sonrisa como ador-
no, madres e hijas salen en busca de
un poco de agua para poder cocinar
algo e higienizarse mínimamente.
Los perros despeinados y con algu-
nas costillas marcadas forman par-
te del paisaje habitual. Lamentable-
mente, no son las únicas costillas que
se pueden contar. Pero el clima dista
TECHO por TECHO
Jazmín Lerner,
Directora de Detección y
Asignación de TECHO Bs. As.
El área de “Detección y Asig-
nación”, se encarga de plani-
ficar y ejecutar cada construc-
ción que tengamos. Desde DyA
relevamos cómo es la situación
habitacional de los vecinos: lo
registramos a partir de encues-
tas realizadas a todas las fami-
lias, pero priorizando la necesi-
dad de las que están viviendo en
peores condiciones según algu-
nos criterios como: Antigüedad
dentro del barrio; estado de la
vivienda; composición familiar;
ingresos y enfermedades cróni-
cas relacionadas al hábitat.
A partir de esto, le adjudica-
mos a cada familia una priori-
dad: Alta, Media Alta, Media
Baja o Baja. Después de esta
primera visita, nos ocupamos
de ver las encuestas en “reunio-
nes de asignación” donde defi-
nimos el estado de la encuesta,
pero siempre volvemos a visitar
a la familia al menos una segun-
da vez para mantener la objeti-
vidad de los encuestadores. Este
proceso lo repetimos hasta de-
finir que una familia es asigna-
ble y tenemos una construcción
cercana en el barrio.
Una vez que definimos con
quiénes construir, le explica-
mos a cada familia que la selec-
ción no fue por sorteo, que se
analizó comparativamente y que
para mantener la asignación de
la vivienda deben asistir a dos
de tres encuentros previos a la
construcción y pagar $650,00. Si
cumplen con el pago en tiempo
y fecha y asisten a los encuen-
tros correspondientes, se lleva a
cabo la construcción.

de ser trágico, ya que los vecinos es-
peran con ansias y muy buen humor
la llegada de los materiales para co-
menzar a darle forma al sueño de la
casa propia. El techo digno y nece-
sario. La zona está movilizada, es la
primera vez que van a recibir tantas
visitas juntas. El olor a tierra mojada
comienza a cederle el paso al aroma
del mate cocido matinal.
Los hogares fueron construidos en-
tre el sábado 15 y el domingo 16 de
setiembre, pero el fin de semana an-
terior los voluntarios, que en su ma-
yoría fueron mujeres, ya trabajaban
en el barrio. Los jóvenes se encon-
traron con un panorama inesperado
a la hora de fijar los pilotes que se-
rían la base de las casas: la lluvia que
aquejó al lugar durante las últimas
dos semanas hizo que el suelo de
tierra se convierta en un barro lle-
no de incertidumbres como si fuese
arena movediza. Se necesitó de un
arduo trabajo manual para poner en
condiciones los cimientos de los ho-
gares. Las manos marrones y la mu-
gre bajo las uñas fueron la evidencia
de una tarea realizada con éxito.
En la otra cara de la moneda, quie-
nes iban a recibir la “ayuda” por
parte de TECHO no ocultaron su
felicidad. Uno de ellos fue Luis Al-
berto, esposo de Florencia y padre
de seis chicos. Debajo de la visera de
su gorra se asoman algunos pocos
mechones de pelo gris ceniza y unos
ojos cristalinos, brillosos. A veces
se traba al hablar, como si le costa-
ra elegir las palabras correctas; qui-
zás para no pasar como uno más del
montón y poder mostrar que tuvo
educación es que elige cada palabra.
Con un jogging azul y una vieja re-
mera de “Frávega” que promocio-
naba el mundial de fútbol USA ’94,
Luis se gana la vida como obrero de
la construcción. Él reconoció que
67
como se “podía abastecer por mano
propia” le costó aceptar la ayuda de
la ONG. Pensaba que “estos chicos
venían de Chaco, de hacer casillas de
madera pero para gente que no te-
nia trabajo, y la primera impresión
mía fue no agarrar nada de lo que
ellos dan por un simple orgullo mío,
pero creo que mi familia se merece
un poquitito más de cosas”.
Lo que los integrantes de TECHO
no tuvieron en cuenta es la otra par-
te de la historia: los vecinos que no
iban a ser beneficiados con la cons-
trucción de una vivienda. Luego de
estar unas horas en los barrios se
percibe quienes no están muy a gus-
to con la construcción. Nadie quie-
re hablar en profundidad de este
tema, sólo se limitan a decir “yo no
lo necesito”, “a mí no me hace fal-
ta”, “yo laburo por mis cosas, a mí
no me regala nadie nada porque yo
no quiero”.
 La cuestión es un poco más comple-
ja y no pasa sólo por un “yo quie-
ro que me ayuden o no”. Para en-
tender de forma clara el entramado
que se vive en estos barrios se debe
considerar que los beneficiarios de-
ben pagar el 10 por ciento del va-
lor total de la vivienda, que en la ac-
tualidad ronda los U$D 1.700. Esto
genera un compromiso por parte
de quienes la reciben y está pensa-
do para que las personas no sientan
que se les “regala” el techo. Al de-
ber pagar un monto, algunas fami-
lias desconfían de las intenciones de
TECHO, por lo que prefieren man-
tenerse al margen de la situación. A
68 fin de cuentas, este elemento actuó
como “separador” entre los habi-
tantes de “12 de Octubre”. Una de
las representantes de este grupo no
beneficiado fue Marta, que reflexio-
naba: “Estos (los beneficiados) aho-
ra se olvidan de los vecinos de siem-
pre y se venden a esta gente que no
conoce nadie”.
Cae la noche, abrazo a
la ilusión.
Los voluntarios se reunieron en la
escuela que les fue asignada como lu-
gar de descanso para compartir una
cena. Dos integrantes de TECHO
fueron los encargados de realizar
la comida: arroz y fideos, acompa-
ñados por algunas latas de jardine-
ra. Entre el vapor de las ollas y un
leve olor a gas, los chicos reunidos
en el centro de la habitación inter-
cambiaron las experiencias vividas
durante ese día. Las paredes cubier-
tas de manchas de humedad fueron
testigos privilegiados de charlas que
se extendieron hasta casi las dos de
la mañana. No importó el cansan-
cio acumulado durante el primer día
de trabajo, ni que en algunas horas
tuvieran que cargar paneles nueva-
mente. En un suelo de baldosas gri-
ses, los voluntarios extendieron sus
bolsas de dormir y aportaron una
gama de colores desconocida para
ese lugar. Con los verdes flúo, los
rosas y los azules, un improvisado
arco iris de fibra sintética engalanó
el lugar esa noche.
Entrado el nuevo día, algunas chicas
del colegio St Mary posan dentro de
las casas, sacan la lengua y le guiñan
un ojo a la cámara. Estas acciones
tan juveniles, inocentes para algu-
nos, narcisistas para los más críticos,
generan resquemor entre los miem-
bros de TECHO, y las miradas pro-
fundas que buscan seriedad en la ta-
rea no tardan en hacerse notar. En
el último día de construcción el sol
se asoma por el este en una mañana
cargada de ilusiones. Mientras algu-
nos trabajan, se suben a los techos a
clavar las últimas maderas, miden las
distancias para que quede todo pare-
jo o desenrollan los plásticos que se-
rán los vidrios improvisados de las
ventanas, otros juegan. Hacen mala-
bares, se ríen por el largo de los cla-
vos y bromean entre ellos. Pero en el
fondo todo forma parte de una dis-
tracción, de una manera de sobre-
llevar un panorama tan distinto a lo
que acostumbran a ver.
En el “12 de Octubre” veinte ca-
sas fueron construidas. Veinte fami-
lias alcanzaron una mejor calidad de
vida. El agradecimiento de los be-
neficiados se hace notar. Los chi-
cos intercambian mates con los ve-
cinos, siempre entre risas. Muchos
les piden a los jóvenes devenidos en
constructores que dejen su “marca”
en las casas. Manos dibujadas en la
puerta, firmas con dedicatorias que
adornan las chapas y un fin de se-
mana que quedará marcado a fuego
en la memoria de todos los partici-
pantes. Nada volverá a ser igual en el
Barrio 12 de Octubre gracias a estos
voluntarios que llevan la solidaridad
como estandarte, como carta de pre-
sentación. El esfuerzo realizado se
materializa ante los ojos de los pre-
sentes. En el interior de las casas, glo-
bos y banderines de colores abrazan
la bienvenida al nuevo hogar. 
RECORRECAMINOS por Daniela Alonso

69

Antes dolía. Hoy el dolor se convirtió en placer. Las carreras

de calle han dejado de ser solo un evento deportivo
para convertirse en un fenómeno social que incrementa
adeptos día a día. ¿El motivo? Verse bien, sentirse bien y
sobre todo ganarle al enemigo más difícil: ellos mismos.
 RECORRECAMINOS
C orren y nada les importa. Desafían el
tiempo, la distancia, el clima y pelean
contra ellos mismos. Sus tobillos co-
mienzan a dolerles, los latidos se tornan más
intensos y la respiración los sigue al unísono.
Algunos con experiencia, otros con perseve-
rancia y muchos con el motor del amateur: las
ganas de llegar. De lunes a viernes la mayoría
se levanta con el primer rayo de sol para ir a
trabajar, y los domingos no siguen a Dios en
sus ansias de descanso, sólo corren.
En verano trotan, transpiran, se agitan, se
deshidratan y finalmente se cansan. En in-
vierno se tapan, se abrigan, se quejan, se en-
frían, se resfrían y dejan que la lluvia les moje
la cara. Lo hacen solos o en grupo, se prepa-
ran o improvisan. A veces nadie los acompa-
70
ña, otras se sienten famosos, pues cuando lle-
gan al podio los suyos aplauden de pie.
Cuerpos torneados y de los otros. Algunos
más humanos, otros similares a pseudo dio-
ses del músculo sagrado. Zapatillas, shortci-
to, pantalón largo, calza o lo que se les ocurra
para cubrir las piernas. Lo de arriba corre por
cuenta de aquella remera al tono que los iden-
tifica, los hace iguales y los agrupa en el mis-
mo sueño, al mismo tiempo.
ME LLAMO CARRERA DE CALLE
No es maratón. La mayoría de las personas
cree que son lo mismo, pero los diferencian
un par de kilómetros, 30 y pico para ser exac-
tos. Un maratón cobra vida a lo largo de ex-
tensos 42 kilómetros, mientras que un medio
maratón, de 21 es la alternativa. Pero cual-
quier competencia que no se ubica en este
rango, es simplemente una carrera de calle, y
las 10K hoy cobran protagonismo porque no
generan una gran dificultad en comparación
con las anteriores.
Maximiliano Carbonetti es corredor. Es tan
corredor que no le alcanza con pisar el asfalto
y despegar, va por más. Hace un par de años
que organiza la mayoría de carreras de zona
oeste, y solo él sabe el entusiasmo que pone
en la tarea. Los incentiva con sus ganas, los
alienta a probar atarse los cordones y no que-
darse quietos por un rato… a veces demasia-
do largo. La última carrera que planificó fue
la del multiespacio Open Park, una cadena de
gimnasios de la zona oeste del Gran Buenos
Aires, con un público de edades variadas a los
que hizo correr 10 km por las calles de Ra-
mos Mejía.
Lo llamativo de esta locura en zapatillas es el
incremento de corredores en los últimos tres
años, así como también la cantidad de carreras
que se organizan, tanto zonales como en Ca-
pital Federal, donde se llevan a cabo las más
importantes y reconocidas. Nike, Fiestas Ma-
yas, Accenture y Ace son algunas de las 10K
más famosas que se corren cada año.
“El negocio del running es uno de los que más
creció en el país en los últimos años, es impre-
sionante”, destaca Maximiliano. Pero ¿A qué
se debe tal crecimiento? “Maxi”, - como lo
llaman los alumnos- lo atribuye a tres pilares
para él fundamentales. En primer lugar, consi-
dera que correr ayuda a adelgazar, factor bien
visto en la sociedad. También se refiere a la
inversión necesaria a la hora de correr, que es
poca ya que no se necesita más que un par de
zapatillas y ropa cómoda. Y por último, men-
ciona la técnica, que es mínima.
MIRA QUE BIEN TE VES...
En los últimos años, resurgió el auge “seten-
tero” relacionado con la ecología y el cuidado
del medioambiente. Un grupo de argentinos
(en su mayoría jóvenes) comenzaron a sepa-
rar la basura, a reciclar y a comer más sano.
Aumentó en un 400% el consumo de semi-
llas y de panes integrales, y un 200% la venta
de verduras, y como si fuera poco los vegeta-
rianos en todas sus ramas parecieron salir de
las alcantarillas. Todos estos cambios, necesi-
tan del broche de oro: la actividad física, fac-
tor que los aglutina a todos por lo mismo: ver-
se y sentirse bien.
Más allá de que los gimnasios estén cada vez
mas llenos, los amantes del running se amigan
con el verde y disfrutan de sentir el viento en
la cara. Se los ve trotando por puntos estraté-
gicos de la ciudad de Buenos Aires como los
lagos de Palermo, parque Saavedra y la Cos-
tanera Sur en todos los horarios, con diferen-
tes intensidades, solos o acompañados, char-
lando o escuchando música. Al fin y al cabo
eso es un detalle, porque lo que les importa
es correr.
El fenómeno de las carreras no solo es con-
siderado un evento deportivo en si, sino que
también conjuga fenómenos culturales. Miles
de personas que parecen sometidas, vestidas
de la misma manera y haciendo exactamen-
te lo mismo. Como en el famoso The Wall de
Pink Floid, pero con una diferencia: saben lo
que están haciendo y les gusta.
No todo es la carrera, antes de la largada se juntan a ca-
lentar los músculos y como quien no quiere la cosa ob-
servan a sus contrincantes. Los miden, tratan de identi-
ficarlos al tiempo que la adrenalina comienza a sentirse
en el aire. Como fenómeno cultural también es un des-
cubrimiento, ya que establecen una camaradería única.
Son locos que corren, que se entienden entre ellos y no
les interesa lo que piense el resto
3-2-1 ¡RUN!
Rojo- blanco rojo-blanco rojo-blanco y fin de la cinta.
Cortaron la calle y en media hora el asfalto gris se volvió
pesado. 800 corredores, 1.600 pies y 8.000 dedos gene-
rando un temblor ficticio. Moviéndose raro, aspirando a
tocarse el empeine y hasta ambicionando juntar sus ma-
nos en alguna parte de su espalda. Las respiraciones en
altoparlante y ese olor a ansiedad, suficiente para com-
pletar la escena.
Estaban a segundos de largar. De golpe aquella masa
heterogénea parecía ligarse en un rectángulo imaginario
pero perfecto. De lejos solo se veían cabezas, cabezas y
nada más. Remeras muy amarillas y un objetivo de una
hora, tal vez menos. Allí estaban los primeros, con una
emoción galopante. No habían empezado a volar con
los pies y ya sudaban. Las gotas resbalaban por sus me-
jillas, y cada surco de su cara se inundaba de la transpi-
ración que antecedía a la gloria.
Los del medio se perdían entre la multitud. Los del me-
dio no se veían, pero en el medio estaban. Entre los an-
siosos de la primera fila y los desesperanzados del final.
Más mujeres y jóvenes, quizá no aspirando ganar, sino
formar parte de esa atmósfera ambivalente, en la cual el
frío de aquel domingo quiso acabar con sus ganas, pero
las remeras manga corta le demostraron que no pudo.
Y los del fondo apenas se veían. “Hey, yo arranco cuan-
do todos empiecen a avanzar, porque el contador no se
ve ni en joda”, se escuchó a lo lejos ¿Será que no querían
que los pisen los alborotados? Algunos no se tenían fe,
otros simplemente acusaban falta de entrenamiento, y
por eso optaron por ir tranquilos, a su ritmo. Adelante,
en el medio o atrás estaban. De ese aire respiraban y en
ese asfalto delineaban una carrera más.
IGUALES, DIFERENTES
La familia Andessio es típica. Laura y Gerónimo se le-
vantan y se van a trabajar, pero dejan a Santiago y Mar-
tina en la escuela. A la noche cenan juntos y se van a
dormir. Los fines de semana hacen las cosas que más
le gustan a cada uno, y lo atípico aparece en escena ya
que los cuatro tienen el mismo interés: correr. Se anotan 71
juntos, entrenan juntos y el día de la carrera son algo así
como los Ingalls, -pero en zapatillas, obvio- .
En la última “Ramos corre”, los Andessio se inscribie-
ron, y como integrantes de alguna secta rara marcharon
a diferentes ritmos pero con la misma remera amarillo
flúor. Santiago llegó primero, y Laura resignó su tiempo
para llegar con sus hijos. Pero en el podio se abrazaron
y antes de que sus vidas siguieran como si nada ya esta-
ban pensando en la próxima carrera, en el tiempo, la dis-
tancia y en quien se bañaría primero.
“Es una experiencia única, que solo comprende el que
corre”, decía Laura al tiempo que Martina intentaba me-
ter bocado. “Ma, contale de las fiestas mayas”-interrum-
pió la nena- mientras se terminaba la tostada con se-
millitas de chia. Las fiestas mayas son algo así como la
carrera top. Una 10K que corrió papá Santiago mientras
los pollitos lo esperaban en la meta.
Así como ellos, muchas familias comenzaron a incor-
porar el deporte a sus vidas, y los que lo hicieron de la
mano del las carreras de calle comprobaron los benefi-
cios de la actividad. El Doctor Gustavo Amalfi, cardió-
logo de la fundación Favaloro fue quien promovió el
running por sus múltiples beneficios, y se lo pudo ver
en la carrera de Open Park pero ojo, cambió el guarda-
polvo blanco y el estetoscopio por sus Adidas amari-
llo fluo.
“Correr ayuda al corazón, baja los niveles de colesterol
malo en sangre, estimula el metabolismo”, contó serio
el doctor Amalfi. Miraba fijo. Una sonrisa rompió el es-
quema y continuó: “ayuda a mantener estable el peso
y libera endorfinas, una hormona del cuerpo humano
relacionada científicamente con el sentimiento de ale-
gría”. Entonces, si los argentinos se encuentran cada día
más plenos y felices, a pesar del sudor valdrá la pena
cada pisada. 
 Un mundo pequeño de grandes historias
Narradoras de
bebetecas
El mundo mágico de la literatura infantil está en
mano de los adultos que narran, mientras los bebés
72 están escuchando a leer
¿Cómo llegamos a esa primera lectura, a ese primer en-
cuentro entre sonido y forma, a entender que esa mu-
sicalización que tanto nos festejaron de muy chicos te-
nía una representación en el mundo de las letras? La
eme con la a, maaa, la eme con la i, miii. Es aproxima-
damente a los 6 años cuando comenzamos a realizar
esas lecturas tartamudas intentando unir sonidos, siem-
pre sonidos.
¿Pero cómo pasamos de aprendices lectores a elegir un
libro de la biblioteca cuando el estante aún no es pro-
porcional a nuestra estatura? La maravillosa travesía de
estirarnos, estirarnos en puntas de pie queriendo alcan-
zar el libro del último estante en busca de un mundo
más de fantasías.
¿Cuando dejamos de hablar e interactuar con seres ima-
ginarios que toman el té en mesas a medida o extra-
terrestres y dinosaurios compañeros de aventura, para
hundirnos en la imaginación que nos provoca leer una
historia de mentira que se siente de verdad?
El sonido de canciones o historias harán eco en un
mundo dominado por un hábil nadador; un pequeño
que cual espía ruso escucha escondido con tecnología
de punta: un extraño circuito recién estrenado, el sen-
tido de la audición. Casi un prototipo sin licencia,
con sólo 5 meses de desarrollo en ese laboratorio-
vientre que tanto acaricia mamá.
por Virginia Ortíz
Esa dulce voz femenina que se contac-
ta con el vientre, con la vida intraute-
rina, ya establece una conexión sonora
que comienza a dejar huella. La esti-
mulación del niño con el poder trans-
portador de la literatura se inicia al contar cuen-
tos, cuando aparecen esas historias tradicionales o
surgidas de la improvisación ingeniosa de algún padre a
su hijo, aún ajeno a las letras.
Es así como los bebés comienzan a hablar por la esti-
mulación sonora de la palabra escuchada. De esta mis-
ma forma, es como Adolfina Deliantoni, más conocida
como Fifí, nos cuenta (y nada mejor que un cuentacuen-
tos para eso) que el oído es el primer sentido que se in-
volucra en un potencial lector.
Un triángulo amoroso es aquel que se forma entre el
niño, el libro y el mediador. A través de estos tres acto-
res nace la magia de la historia, análisis teórico y neta-
mente práctico de la escritora Yolanda Reyes que ex-
plica el mundo de la literatura infantil a través de esta
tríada.
Este maravilloso viaje se hace colum-
na vertebral en el desarrollo de este
pequeño ser lector que involucra
al referente y al libro-objeto del
que habla Fifí, esos libros de
 texturas maleables y sobre todo
amigables para los que estre-
nan dientes y ejercitan fuer-
za maxilar, que van conociendo el
mundo a través del tacto. Tela y plástico
son alguna de las páginas de las obras que forman par-
te de la bebeteca.
Están los cuentos con valor, aquellos que nos dejan en-
señanzas y moralejas donde los animales toman voz y
voto y donde hasta un árbol, muy acomodado en su
cantero, se jacta de su inmensa belleza y de no compar-
tir el suelo de su patio. Emociones que se enraízan en la
historia de Silvia Finder Gam, miembro de la Red Inter-
nacional de Cuentacuentos, autora de “El árbol vanido-
so” y actriz entre otras actividades en las que se destaca,
quien nos cuenta cuándo y qué se debe hacer para acer-
car a un niño a la lectura: “Hay que incorporar la litera-
tura desde su nacimiento, que sea parte de su cotidianei-
dad. Ahora existen esos libros que se pueden manipular
hasta dentro del agua, otros con cartoné para que no se
rompan ni aún cuando se lo llevan a la boca y hasta al-
mohadas, libros de tela. Y luego continuar llevándoles
libros que dejen de ser objeto para que pasen a ser como
un tesoro a descubrir.”
Silvia no deja de expresar en sus palabras llenas de sen-
timiento el significado de este proceso de escribir, leer y
actuar las historias: “Quien lee es protagonista, es el di-
rector de esa película que está oculta en el libro que lee”.
Y cuenta acerca del papel de los lectores y sus media-
dores, quienes deben “hacer sentir al oyente lo que sig-
nifica leer. Yo insisto en que el lector debe ser un buen
elector: debe saber qué cosas le agradan y buscar en la
literatura lo que lo acerque a eso.”
Entonces este mundo de fantasía que ella misma narra,
que incluye el texto con valor como en su obra sobre
el árbol vanidoso, no sólo es para los niños, sino tam-
bién para los adultos que según ella cumplen un papel
importantísimo en el desarrollo del niño lector: “Des-
de la panza hay que leerles a los chicos. Hay que
jugar con el libro y no leérselos sólo para dormir.
La literatura no es un somnífero. Los libros deben
ser disfrutados y no usados para te-
mas curriculares. Hay que mostrarles
que se puede leer por placer y con
placer.”
Libros y más libros. Libros lla-
mativos, coloridos, con formas
ideales para las pequeñas manos de un
bebé. Con pictogramas, con títeres, con tex-
turas suavecitas y con agujeros que van como anillo al
dedo. Fifí no se cansa de mostrar su colección. Son el
arsenal de batalla que gana terreno en estos futuros lec-
tores autónomos.
Su experiencia como directora del jardín de infantes 948
escolta llamativas anécdotas; como la propuesta que se
repite todos los años de pedir un libro que lean en casa
para formar una biblioteca en la salita ante la cual los
chicos llevaron revistas de productos de belleza de ven-
ta por catálogo, porque la consigna era “lo 73
que leen en casa”.
Sabe del poder de la palabra escrita pero
sobre todo del sonido de esas letras. La
palabra no es inocente. “Jamás sa-
bés lo que podés provocar en el otro,
hay que tener cuidado con lo que se
dice y con lo que se cuenta, com-
prender que los cuentos sanan, no
son “cuentitos” son Cuentos. Porque
un cuento chiquitito te puede partir el alma”, asegura.
Fifí termina su pensamiento con una ambición que ex-
presa en tono de deseo fabuloso, como quien cree en
los cuentos de hadas y los cuenta como si fueran ver-
dad, “los jardines de infantes deberían tener bibliote-
cas”, y lamenta que no exista el cargo de bibliotecario en
este nivel ni en las escuelas especiales, algo fundamental
en la formación de los lectores.
Vamos contando el mundo. Nos lo han contado mu-
chas veces y seguiremos
contándolo. La lectu-
ra infantil depende de
los cuentos que cuen-
tan los adultos. Estar a
la altura de los niños
y dar vuelta la pági-
na para cambiar la
historia depende de
todos los personajes
de esta tríada: libro,
mediador, niño. Ar-
memos lazos y cru-
cemos historias. 
 Enmascarados
virtuales:
una tendencia progresiva
74
L as críticas e interpretaciones
que escribe el público en las
distintas notas que aparecen
en internet son cada vez más fre-
cuentes. Con distintas intenciones
y de diferentes formas, estas opi-
niones se pueden observar en va-
rios sitios y, en muchos casos tienen
algo en común: el anonimato de los
autores.
En los portales de internet es co-
mún encontrar declaraciones racis-
tas, agraviantes, opositoras a otras
firmas, simples opiniones y has-
ta amenazas. Todo esto transcurre
en un contexto muy público, pero a
la vez estrictamente reservado. La
mayoría tira la piedra y esconde la
mano y se escuda bajo una figura
que le brinda una segunda identidad
en un sitio en que sus exposiciones
pueden ser vistas por
todos.
Otro ámbito muy común para este
fenómeno es el de las relaciones
amorosas vinculadas con la tecnolo-
gía. ¿Qué es lo que ocurre? En va-
rios casos, cuando una pareja se dis-
tancia por alguna circunstancia es
normal ver que una de las partes ini-
cia una especie de investigación al
estilo Shakespeare.
El uso de cuentas “pirata” median-
te el programa MSN Messenger o
por Rodrigo Oulego
también a través de la red social Fa-
cebook para agregar a un ex y ave-
riguar de su vida una vez roto el
vínculo real, resulta un hecho coti-
diano. Incluso, en algunas oportuni-
dades varias personas severamente
celosas utilizan esta técnica durante
la relación.
Por otro lado, los “Foro-bardo”,
webs en donde los comentaristas ex-
ponen agravios e insultos de manera
abierta, son cada vez más comunes
en el ámbito de las redes. Ocul-
tan su verdadera identidad con el
fin de exteriorizar una determina-
da opinión, que conscientemente,
saben que va a molestar a terceras
personas sin recibir una devolución
directa a su nombre real, ya que la
respuesta va a estar dirigida hacia el
nombre ficticio en cuestión.
Marcelo Pissinis
llega
 “Es imposible exigir que la infor- a las informaciones más importan-
mación sobre uno sea totalmente tes, a leer mails o a buscar un dato
real, porque muchas veces los foris- preciso”, aseguró el especialista en
tas usamos seudónimos, nombres tecnología.
irreales seguidos del año de naci- Hay personas que firman con algún
miento, por ejemplo, o no pone- seudónimo o con nombres falsos.
mos absolutamente todos nuestros Ahora… ¿Qué es lo que las moti-
datos, como el apellido”, comenta va a dejar sus opiniones en los dis-
sobre los primeros pasos caracterís- tintos portales? Tiene que ver con
ticos para mantenerse como anóni- la comodidad de estar sentado “en
mo frente a los demás. casa” escribiendo y no debatiendo
En su caso, postea desde su propio cara a cara con una persona, sin en-
facebook, con su verdadero nombre contrarse realmente con la gente.
y a través del cual pueden acceder En este sentido, Wiemeyer conside-
a sus otros datos, como sus fotos. ró que “el que se mete en un foro o
También lo hace desde su usuario en una red social para agredir, pavea
“Minigarras”, forma en la que utili- un poco en internet, no está hacien-
a su casa como todas las tardes lue-
za una personalidad totalmente fic- do algo serio”. 75
go de una extensa jornada laboral.
ticia y anónima que puede opinar lo No solamente en los foros puede
Baja de su Ford Ka y entra a su ho-
que sea sin sentir una reprobación darse este hecho, sino también en
gar –un dúplex con techo de tejas y
directa, por más que los demás fo- las redes sociales, como el Facebo-
ladrillo a la vista ubicado en Ramos
ristas se opongan a su posteo. ok, y el Twitter, en programas para
Mejía - donde lo espera su esposa
dialogar como el MSN o Chat. Las
con unos mates. Antes del baño de
todos los días, se posiciona en su es-
Los comienzos del personas pueden crear una persona-
anonimato: lidad con datos inexistentes y mani-
critorio con su notebook y se infor-
Muchos se preguntarán cuando fue festar todo tipo de cosas, sean posi-
ma de política, de deportes e incluso
que comenzó este fenómeno de tivas o negativas.
visualiza varios otros portales para
identidad reservada, por así decir-
“estar al día”.
lo. Para el conductor del noticiero
Marcelo es contador y trabaja tiem-
tecnológico TN TECNO, Federi-
po completo en el sector impositi-
co Wiemeyer, el principal dispara-
vo de una empresa autopartista y,
dor se presentó hace 5 o 6 años en
como él mismo reconoce es un ac-
el país: la aparición de la banda an-
tivo participante de foros de dis-
cha, que cambió la manera de acce-
cusión. Su edad roza las tres déca-
der a internet.
das y desde hace más de dos años
“Antes también había muchas co-
que deja sus comentarios en distin-
nexiones en Argentina, que eran
tas notas del portal de Infobae. Él,
de tipo telefónica y nadie le dedi-
como todo aquel que quiera pos-
caba tiempo a estas cosas (a opinar
tear en dicha página, tuvo que acla-
en foros), sino que le daba tiempo
rar nombre, contraseña y un mail
que debe ser “válido” para aceptar
la registración.
Todo parece muy cuidadoso, res-
tringido y hasta seguro si se tiene
en cuenta la supuesta veracidad
de esos campos, pero en la mayo-
ría de los casos nada de ello ocu-
rre. Marcelo explica que para tener
su propio usuario utilizó un nombre
de fantasía y una casilla de correo
para aceptar la validación sin confiar
sus datos personales reales.
 ¿Día de los Enamorados
detrás de un monitor?
El anonimato repercute en todo tipo de ámbitos, inclu-
so en el amor. Fabio Fusaro, escritor y autor de los li-
bros “Mi Novia – Manual de Instrucciones”, “La Mujer
de tus Sueños” y “Mi ex–novia” aseguró que internet es
una herramienta de doble filo en cuanto a las relaciones
de pareja: “Si bien ayudan a comunicarnos diariamen-
te con la persona que estamos, en otras circunstancias
son perjudiciales”.
“Un conocido se quiso morir cuando vio ‘de casuali-
dad’, por medio de una cuenta de MSN con un nombre
falso, que su ex novia se había ido de viaje con su nue-
vo enamorado. Es claro el objetivo que tenía esa per-
sona, saber de su ex, pero al mismo tiempo que ella no
sepa quien la estaba observando”. Parece que para los
Encapuchados Virtuales ponerse la máscara no es una
76 buena idea.
Un eje teórico:
La teoría desarrollada por la destacada politóloga ale-
La teoría desarrollada por la destacada politóloga ale-
mana y profesora de la Universidad de Mainz, Elisabeth
Noelle-Neumann, conocida como Espiral del Silencio
plantea que cuando el individuo percibe una opinión
pública diferente a la suya, realiza un proceso de ajus-
te entre sus ideas y las de la mayoría. El resultado de
este proceso será su opinión final. Hay un mecanismo
psicológico que prefiere el error de la mayoría antes de
quedar aislado.
Un claro ejemplo de ello es la página www.tusecreto.
com.ar, en donde sin ningún tipo del filtros y de con-
trol, cualquier persona puede contar una determina-
da situación sin vergüenza ni amenaza contra su ano-
nimato. Obviamente, ese comentario jamás lo haría en
la vida real por temor a sentir la reprobación del resto
de la gente.
Un ejemplo de lo expuesto es el siguiente, en donde
una persona de identidad desconocida y de supues-
tamente veinticinco años cuenta una situación inédita.
El número correspondiente al secreto es el #4097182.
“Fui testigo de un crimen.. y no puedo hablar por q soy
boleta..
aguante Funes Mori “
Otro de los secretos publicados en el sitio, bajo la re-
ferencia #4097326 fue el siguiente: “Mi mamá me si-
gue limpiando la cola cuando voy al baño. Shhh solo lo
saben ustedes, mi mamá y yo. Pd: La edad está bien”.
¿Serán reales esos trece años que dice tener? ¿Será de
sexo femenino, como lo indica el color rosa en esa par-
te de la web?
Quien colocó los posteos no revelaría jamás su verda-
dera identidad. Ciertos o no, en ambos casos los En-
capuchados Virtuales necesitan exteriorizar su comen-
tario pero sin arriesgar su imagen. En el primer caso,
una declaración de ese tipo en la realidad podría traer-
le serios problemas legales a esa persona por encubrir
el ilícito al que refiere. En el segundo, la persona queda
expuesta al ridículo. ¿Se imaginan a una persona de esa
edad confesando esa situación? Difícil.
El nombre de la página calza a la perfección: solo pide
como requisitos precisar la edad y el sexo – que deter-
mina el color del secreto, entre celeste y rosa- , además
de un tiempo en el que “la comunidad selecciona qué
secreto va a publicarse”. Quien lee los comments, pue-
de dejar su apreciación haciendo clic en el dibujo de la
“manito hacia arriba o hacia abajo”, otra característica
del anonimato que presenta dicha página.
En resumen, el anonimato se extiende en diversos ám-
bitos como redes sociales, chats, programas como el
MSN, foros de discusión y noticias. Y en distintos con-
textos también: desde simples opiniones e investigacio-
nes de pareja, hasta los más agraviantes comentarios
que pueden llegar incluso a amenazas. El hecho de escu-
darse bajo una falsa identidad es muy común hoy en día,
y sobre todo, un fenómeno digno de ser analizado. 
Peñas Folk
por María Inés Papez

en la City
“Mojada de luz, en mi guitarra nochera, ciñendo
voy tu cintura encendida por las estrellas…”

77
 Peñas Folk largo tiempo y forma parte de la Cooperativa de Trabajo
que regentea el lugar.
en la City “Desde las cinco de la tarde hasta las ocho funcionamos
como mate bar, hasta la medianoche como restaurante
con show en vivo, y después ya es como una peña infor-
mal. Por la tarde también tenemos talleres literarios, de

E
violín, guitarra, piano y de danza”, comenta el joven de 26
n los últimos tiempos, un público que promedia años, mientras acomoda las pintorescas piezas de exhibi-
los 25 años comenzó a sentir y disfrutar el fol- ción que decoran el ambiente. La luna se posa en un cielo
klore argentino de una manera particular. Con el de estrellas cubiertas por smog, ya son casi las diez y está a
auge de las peñas en centros culturales y clubes porteños punto de comenzar el espectáculo. Vestidos con chalecos
– que se parecen más a las pulperías que uno encuentra bordó que tejen figuras de hilos dorados, los mozos de la
en las afueras de la provincia o en el interior del país -, se peña preparan las mesas y asisten cordialmente a la gente
generó una movida que intenta, de algún modo, volver a que “va cayendo al baile”.
las raíces y recuperar el “ser” nacional. En plena city por- A unas diez cuadras de allí funcionaba hace unos años “La
teña y por algunas ciudades del conurbano bonaerense, Casa de los Chillado Biaus”, un bar-peña formado por dos
la música folklórica se adueña de las noches e invita a re- hermanos cantores y amantes del folklore, que todos los
descubrir las costumbres, la historia y los paisajes de la fines de semana convocaba a una gran cantidad de jóve-
78
Argentina. nes. Las paredes allí vibraban por los acústicos en vivo,
Cada vez son más los jóvenes que, en lugar de salir a bai- por los bombos, los cantos espontáneos, las zambitas y
lar a un boliche, prefieren conectarse con el folklore acu- los chamamé. Su destino, lejos de integrar las costumbres
diendo a estos espacios que ofrece Buenos Aires. Mien- nacionales con la vida urbana, fue el de la demolición para
tras se tientan con los sabores de la gastronomía regional, construir sobre el terreno una lujosa torre.
participan de guitarreadas y divertidas payadas, rindiendo En “La Peña del Colorado” se intentó hacer lo mismo
homenaje a los fogones de antaño donde se reunían los pero hasta ahora sus dueños han ganado la batalla.
gauchos hasta altas horas de la madrugada. Cuando em- Hace ya varios meses que los responsables de la famosa
pieza a sonar una chacarera, los más valientes y extrover- Peña de Palermo intentan revocar la orden de las autori-
tidos buscan rápido a un compañero o compañera de bai- dades porteñas para evitar que les cierren el lugar y conce-
le y comienzan a zapatear o a zarandear la pollera. dan la propiedad a una empresa constructora de edificios.
Palermo y Recoleta son los barrios más distintivos de la “Sería una lástima que nos clausuren porque no existen
Capital donde el campo se instaló en la ciudad. “Los Car- muchos lugares así en Buenos Aires”, afirma Daniel Víc-
dones”, “La Paila” o “Jalapeña” son algunos de los es- tor con una fuerte convicción por mantener espacios que
pacios que logran unir a los jóvenes con el folklore. A promuevan el amor y el respeto por nuestras costumbres
pocas cuadras de Plaza Italia, sobre Güemes al 3.600, se y tradiciones.
encuentra la peña por excelencia de Buenos Aires, cono-
cida como “La Peña del Colorado”. Un lugar único, don-
de cada noche se le da protagonismo al folklore, al tango,
a la música popular y latinoamericana.
Al ingresar a la peña-bar ya se respira un aire diferente, y
no es sólo el delicioso aroma de las empanadas salteñas o
la humita en chala traída de Tucumán. Las artesanías de
arcilla, las pinturas de arte gauchesco, los guardas pampas,
Mercedes Sosa de fondo. Todo allí es autóctono. En me-
nos de veinte pasos, uno puede sentir que recorrió todas
las regiones del país. Además de brindar shows en vivo,
donde grupos y solistas folklóricos deleitan la velada de
los comensales, la peña dispone de unas diez guitarras,
entre otros instrumentos, que circulan de mesa en mesa e
invitan a guitarrear y a cantar a quienes se animen.
Las peñas se destacan por ser espacios de encuentro, que
intentan recuperar nuestra identidad y revalorizarla. “Vie-
ne gente de todos lados y de todas las edades, del interior,
de acá de Capital y muchos turistas. Es un ambiente que
no lo viví en ningún otro lado, es muy familiar y diverti-
do. Nunca hay un problema con nadie, es algo distinto”,
explica Daniel Víctor Martinez, quien trabaja allí hace un
 El renacer de las peñas,
¿Moda pasajera o resignificación
de la tradición?
Aunque sea llamativo, especialmente por tener
de protagonistas a jóvenes y adolescentes, el
auge de las peñas no es un fenómeno nuevo
sino un “proceso cíclico”, tal como lo des-
cribe Atilio Nasti, profesor titular de Antro-
pología en la Carrera de Trabajo Social de la
Universidad Nacional de la Matanza. “Yo re-
cuerdo que en la década del 60 se escucha-
ba mucho el folklore. Eso después pasó, con la
llegada de corrientes de tipo extranjeras, y aho-
ra hay como una moda, por un lado, y un vol-
ver a las raíces de tipo nacional, por el otro. Tam-
bién hay una especie de resignificación de los
valores tradicionales”, argumenta el antropólogo.
Nicolás Canale, oriundo de Bella Vista y asi-
duo visitante y organizador de peñas, transmi-
te su pasión por el folklore y describe el princi-
pal valor diferenciador de este tipo de eventos.
“En los boliches, por poner un ejemplo, se fo-
mentan muchas cosas negativas, como drogas y
violencia. Cosas que en un peña es muy difícil
que veas”, afirma. Quizás dicha violencia tenga
su raíz en el anonimato que caracteriza a esos es-
pacios nocturnos. Lo cierto es que allí escasea
lo que abunda en las peñas: espacios para con-
versar, escuchar y hasta identificarse con el otro.
El apego por el folklore y las tradiciones loca-
les es difícil de conservar en una épo-
ca donde la globalización atraviesa
a la sociedad desde la piel hasta
los huesos. Sin embargo, hay
jóvenes que eligen mante-
ner viva esa pasión, asistien-
do a peñas y encontrándose
“cara a cara” con su propia
identidad. Emilio “Tito” Do-
dds, miembro joven del gru-
po “Los Chingolos”, conside-
ra que es importante “transmitir
ese argentino que cada uno tie-
ne adentro. Que la gente en-
tienda que el folklore no es
de viejos, sino que es algo
que se puede y se debe
trasladar a todas las
generaciones”.
Bella Vista, una ciudad
con tradición folklórica
Tras recorrer 30 kilómetros desde la Capital Fede-
ral, y bordear el margen norte del río Reconquis-
ta, llegamos a una de las ciudades con más tradi-
ción folklórica del conurbano. Hay una zona en
Bella Vista que no sólo se caracteriza por estar
rodeada de espacios verdes y casas quinta, sino
por ser el epicentro de las peñas folklóricas or-
ganizadas por jóvenes que comparten el gusto
por la música y las costumbres de nuestras tierras.
El “boca en boca”, junto a Internet, son las princi-
pales herramientas para difundir estos eventos que,
por lo general, se llevan a cabo en casas particulares
o en un club llamado “El Argentino”.
Las peñas que organiza en su casa Nicolás Canale 79
desde 2005, convocan a muchos jóvenes que, entre
asado, bombos y fogones, disfrutan de gratos mo-
mentos que otra clase de espacios no pueden ofre-
cerles. Con el mate templan sus gargantas y calien-
tan sus corazones para cantar, mientras el rasgueo
de las guitarras, el aroma a chivito y el sonido de
las hojas sacudidas por el viento se imponen como
escenario de fondo. Canciones como “Oración del
Remanso”, “Doña Ubenza” o “Zamba por vos”
resuenan una y otra vez, nutriendo al espíritu con
sus letras.
“La edad promedio de los que vienen está entre
los 25 y 30 años. Pero cada peña tiene grupos muy
distintos. Todos la pasan bien”, relata el
anfitrión fanático de “Los Chalcha-
leros”, quien considera a estas re-
uniones como “lugares de per-
tenencia”. Los jóvenes que las
frecuentan lo hacen porque se
sienten contenidos dentro de
un grupo en el que comparten
ciertos códigos. Inés Goyret,
otra vecina de Bella Vista, acu-
de a las peñas desde los 15 años.
“Las conocí por el ambiente en el
que vivo, son muy comunes. Hay
bastante cultura folklórica en
mi colegio, en mi familia, con
mis amigas y sus familias,
en la parroquia y el muni-
cipio”, sostiene.
 por Matías Pantano

Una experiencia
olímpica
desde sus protagonistas
Los Juegos Olímpicos son una experiencia única, aunque
no todos tienen la oportunidad de llegar. Puertas adentro,
algunos atletas cuentan cómo fue Londres 2012.
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C eleste, amarillo,
negro, verde y
rojo. Cinco
anillos que englo-
ban a todo el mun-
mo como sus disciplinas
madres, cuando la re-
compensa era una co-
rona hecha de ramos
de olivos verde que
do. Cinco anillos simbolizaba la glo-
que representan ria eterna.
un solo momento. Londres fue la ciu-
Cinco anillos que dad que organizó
con una antorcha los Juegos Olím-
encendida, invitan picos de 2012 y
a todo el mundo a que reunió a más
presenciar una ma- de 10 mil atletas
ravilla deportiva que de aproximadamen-
ocurre una vez cada te 200 países afiliados
cuatro años. Un símbo- al Comité Olímpico In-
lo de la competencia sana ternacional. En la carre-
que reúne a las cinco partes ra clasificatoria se sortearon
del mundo. Los Juegos Olímpi- diferentes obstáculos, que mu-
cos son esa competencia con que chos pasaron con creces mien-
todo deportista sueña, en la que tras otros quedaron en el camino.
se prepara para competir y escri- Los deportistas argentinos, lejos
bir sus páginas en la historia sa- de los primeros puestos en el es-
grada del deporte. calafón olímpico de las medallas,
Cuando se habla de los Juegos redondearon excelentes actua-
Olímpicos se rememora a la Gre- ciones, dignas de representar al
cia clásica, donde los atletas com- país de la mejor forma.
petían para venerar al dios Zeus El máximo premio se lo llevó
en los lanzamientos de jabalina, este año Sebastián Crismanich
de disco y las carreras de atletis- en taekwondo, en el marco de
una pelea contra el español Ni-
colás García Hemme, lucha que
se sufrió de principio a fin porque
ninguno sacó ventajas claras por los
nervios de una final olímpica. A pocos
segundos del final, Crismanich pudo co-
nectar un derechazo sobre el cuerpo de su ad-
versario, pero debió resistir hasta lo último lo que que-
daba de la pelea por un golpe recibido por el ibérico y
sólo así pudo darle un broche de oro a su película de-
portiva. El correntino se llenó de lágrimas de emoción y
recibió la medalla de oro envuelto en la bandera argenti-
na con orgullo pleno mientras de fondo se escuchaba el
Himno Nacional Argentino. También cerca del objetivo
final estuvieron Las Leonas, que acariciaron el oro pero
el equipo holandés se lo sacó de las garras.
L as experiencias desde adentro
Más allá de los deportistas triunfadores, poner un pie
en Londres es algo magnífico para cualquier atleta que
se siente así tocado por una varita mágica. Uno de ellos
fue Cristian Poglajen, que representó a la Argentina en
el equipo de vóley masculino que finalizó sexto en el
torneo. “Apenas llegué a Londres, sentí sensaciones úni-
cas, felicidad por sobre todo. Todo me parecía demasia-
do bueno para ser cierto. Creo que recién a la semana
uno se daba cuenta de donde estaba parado”, contó el
voleibolista que participó así en su primer juego olímpi-
co, absolutamente emocionado. La felicidad escapa por
su sonrisa.
Otro ejemplo de la participación olímpica argentina
es Mariela Scarone, integrante de Las Leonas,
que obtuvieron la medalla de plata luego de
caer en la final contra Holanda por 2 a 0.
Al momento de mencionar el certamen,
es imposible para la jugadora disimular
sus ojos celestes y cristalinos cargados
de emoción: “La verdad que es el me-
jor torneo que puede jugar un depor-
tista. Yo tuve la suerte también de
jugar un mundial y un Champion
Trophy, y creo que un Juego Olím-
pico es algo incomparable. Me llevo
el mejor de los recuerdos, de haber ju-
gado la final y que a pesar de que perdimos
fue algo increíble. En mi casa tengo una meda-
81
lla de plata de los Juegos Olímpicos y no lo puedo creer,
es algo soñado.”
Sin embargo, no todo fue competencia y concentración
en la capital londinense. Los competidores siempre tu-
vieron tiempo para sacarle el jugo a todo lo que vivían:
“Las ganas de conocer diferentes puntos turísticos de
Londres era la primer opción para salir, como el Big
Ben o el London Bridge, pero muchas veces debido a
las competencias y a los entrenamientos no se podía ha-
cer. Con los compañeros nos poníamos a mirar en el
comedor general los diferentes deportes que se juga-
ban, también teníamos una sala donde se podía jugar a
la PlayStation o hasta computadoras para usar Internet.
Por otro lado había un shopping justo enfrente de la Vi-
lla Olímpica, donde a veces nos cruzábamos para tomar
algo o pasear”, profundizó Poglajen en un relato más ín-
timo y detallado de su asombrosa experiencia.
Durante toda la competencia, los atletas argentinos se
relacionaron entre sí y dejaron en evidencia la unidad
de toda la delegación y el trabajo muy bien realizado
por los responsables de la participación nacional en el
certamen: “Todos los días nos cruzábamos en el pasi-
llo, en el ascensor o en la entrada del edificio de la de-
legación argentina con los diferentes atletas de todas las
disciplinas. Muchas veces hasta charlabas con
ellos y les preguntabas cuándo competían y
cómo estaban viviendo la experiencia. En
nuestro caso tuvimos muy buena rela-
ción con los chicos de básquet y con las
chicas de hockey, Las Leonas. Compe-
tíamos generalmente el mismo día y los
días libres nos reuníamos”,
 Una experiencia
olímpica
destacó Poglajen, al recordar asombrado
que en Londres se saludó con tantas fi-
guras del deporte.
Y en ese compartir, era imposible evi-
tar la admiración por los grandes.
Scarone, por ejemplo, no podía
disimular su felicidad cada vez
82
que se cruzaba con Manu Gi-
nóbili: “A mí me pasa que
Manu Ginóbili me parece un
excelente deportista, y en la
Villa me lo cruzaba y me sa-
ludaba como si fuera uno más.
Yo decía ‘no puedo creer que me
esté saludando Manu Ginóbili, que
me pregunte cómo estoy, cómo jugué’, la
verdad que es impresionante”.
A la hora de competir, todo se transforma
en adrenalina pura, los latidos del corazón
aumentan a más de lo normal y los ner-
vios se hacen cada vez mas frecuentes y
pronunciados cuando llega la hora de la
competencia, en ese momento en el que
millones de personas en el mundo entero
están mirando desde una televisión cómo
va a ser ese partido o esa demostración. Eso
no fue la excepción para los chicos de vóley, que
lo sufrieron en cada partido: “Fue algo difícil, ya que
las ganas de jugar y competir eran muy grandes. Trata-
mos por sobre todo de ser pacientes en el debut, ahí es
cuando el equipo entero siente la presión de mostrar-
se de la mejor forma ante uno mismo y ante la gente.
Uno de los puntos para manejarse ante la ansiedad fue
pensar en forma fría y analizar en forma paciente al ri-
val, sin detenerse en posibles resultados”, así lo desta-
có Poglajen, quién saca una sonrisa cuando se habla de
la competencia.
No fue el caso de Las Leonas, quienes encontraron la
fórmula contra la ansiedad y la aprovecharon en el de-
but: “Por suerte viajamos diez días antes de que comen-
zaran los juegos, así que esto estuvo bueno para bajar la
ansiedad de conocer la Villa y conocer todo lo que ha-
bía. También jugamos unos
partidos amistosos pre-
vios en el estadio olím-
pico, así que nos fui-
mos aclimatando para
el primer día, en el
que el debut fue con-
tra Sudáfrica”, resal-
tó Scarone con una voz
madura y seria, propia de
una deportista profesional y
competitiva.
Cuando se resume todo lo vivido y se busca algo que
haya quedado para el recuerdo, a Poglajen y a sus com-
pañeros del equipo les ocurrió algo muy particular que
nunca olvidarán: “El comité de cada país tenía sus pro-
pios pines, que se intercambiaban entre todos
los países, en forma de colección”. Un pin
es una insignia de metal al que cada de-
portista podía intercambiarlo con otros
atletas, como un hobby. Cada uno te-
nía diferentes motivos y cada deportis-
ta contaba con alrededor de veinte pines
para cambiarlos. Continúa Poglajen: “Yo
estaba almorzando con el equipo en el co-
medor general, cuando se acercan dos chicas
morochas y preguntaron si queríamos intercam-
biar pines. Como estaba comiendo no les di mucha im-
portancia y ni levanté la cabeza. Les dije que volvieran
en otro momento”.
Eran morenas. Esas dos mujeres eran una más robusta
que la otra. Llevaban puesto el equipo de la delegación
de Estados Unidos y un gran bolso al hombro. Con as-
pecto inocente, casi adolescente, la amabilidad de sus
sonrisas idénticas se esfumó ante el rechazo. A partir de
ese momento, el error ya no tenía vuelta atrás.
“¡Eran las hermanas Williams!”, enfatizó Poglajen.
“¡No lo podíamos creer con mis compañeros! Después
de esto fuimos adonde estaban, y les pedimos sacar-
nos una foto. Nos miraron y dijeron ‘¡No!’. Se ve que se
habían ofendido, así que se dieron media vuelta y se fue-
ron”. Inesperadamente, ellos se perdieron la oportunidad
de tener un recuerdo con dos de las mejores tenistas del
mundo.
Alguien que fue un espectador de lujo pero que además
cumplió con su obligación fue Fernando Cicutti, pe-
riodista de TycSports, que mostró sus sensaciones du-
rante su trabajo en Londres: “Sentí que cubrí algo ex-
traordinario que supera toda cobertura habitual, por la
dimensión de la organización, la cantidad de actividades
y competencias en simultáneo que se disputan, la varie-
dad de disciplinas involucradas y la excelencia de los de-
portistas que compiten, los mejores del mundo en cada
deporte. No hay un hecho deportivo que pueda siquie-
ra acercarse a la dimensión de un Juego Olímpico. Es el
mejor lugar para hacer nuestro trabajo, porque todo el
tiempo hay noticias, competencias, emociones, derrotas
y triunfos en representación de un país“.
Como palabra autorizada que es, también se refirió a la
actuación de la delegación argentina en el certamen: “Ar-
gentina se llevó cuatro medallas en condiciones y disci-
plinas bien distintas, y acumuló una decena de diplomas
olímpicos que también deben tenerse en cuenta, porque
marcan la juventud y el crecimiento de muchos depor-
tistas que están en un segundo pelotón a nivel mundial
y pueden escalar cada uno en su deporte. El balance es
positivo y marca que hay que seguir apoyando a los de-
portistas en toda la olimpíada de los cuatro años”.
El Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo
(ENARD) analizó detalladamente las actuaciones de los
atletas argentinos con respecto a los Juegos Olímpicos
pasados (que se hicieron en Beijing en el 2008). En un
escenario clasificatorio de exigencia creciente, es la pri-
mera vez en la historia de los Juegos Olímpicos que Ar-
gentina participa en 23 deportes (en Beijing 2008 fue
parte de 19 especialidades). La mayoría de los depor-
tistas argentinos que obtuvieron logros importantes en
Londres, lo hicieron dentro del rango etario de máximo
rendimiento, y lo que es mejor, es que la mitad de este
grupo puede proyectar un nuevo ciclo olímpico.
El ENARD cerró su informe con la siguiente afirma-
ción: “Los resultados argentinos estuvieron dentro de
lo previsible. Está en el arco de lo posible aspirar a una
mejora paulatina de la actuación, en función a las es-
trategias que apliquemos para cada uno de los depor-
tes que integran el calendario olímpico. Estamos con-
vencidos que vamos por el camino correcto, sabemos
que hay un gran desafío por delante, mucho por hacer
y corregir. No hay dudas que el trabajo conjunto en-
tre atletas, Federaciones Deportivas Nacionales, el Co-
mité Olímpico Argentino, la Secretaría de Deporte y el
ENARD serán claves para que, a través de una planifi- 83
cación profesional y transparente, nuestro deporte con-
tinúe progresando y cosechando nuevos frutos.”
Los Juegos olímpicos seguirán su rumbo hacia Río de
Janeiro en el 2016, pero si hay algo seguro es que cada
deportista se preparará de la mejor forma para afron-
tar la próxima competencia olímpica y representar a su
país con orgullo, al levantar la bandera argentina en sue-
lo brasileño. Hay mucho futuro por delante, y muchos
obstáculos y etapas clasificatorias, pero para ello restan
cuatro años para planificar, entrenar y prepararse con la
seriedad y el sacrificio que se necesitan para llegar a la
elite deportiva. En palabras de Winston Churchill, san-
gre, sudor y lágrimas.
 Síndrome
de Ulises:
S
84
umaia está triste. No habla mu-
cho porque teme que al hacerlo
sus pesadillas vuelvan a ser rea-
lidad. La nostalgia con la que pronun-
cia cada letra, y su mirada temerosa,
pero a la vez complaciente, denotan el
esfuerzo que hace a cada instante para
evitar que su corazón termine de des-
garrarse por completo.
La casa en la que vivió durante 62
años amaneció un día hecha trizas,
al igual que sus sueños, sin siquie-
ra dejar rastros de aquello que cons-
truyó con tanto esfuerzo, y que na-
die podrá devolverle jamás. Sumaia
es inmigrante, es siria, y desde hace
dos meses su vida comenzó de nue-
vo, pero en un mundo desconocido.
Hoy está rodeada de otra gente, que
habla una lengua que no entiende, le-
jos de su familia y de todo lo que al-
guna vez fue suyo, y ya no existe.
“Calla ya, corazón, que
otras cosas más duras su-
friste”*
Eso le decía a su propio corazón Uli-
ses, el héroe griego, cuando penaba
en la adversidad de la guerra de Troya
por estar lejos de su tierra natal. Por
esta razón, se conoce con su nombre
al “Síndrome del inmigrante con es-
trés crónico y múltiple”, que afecta a
aquellas personas que se ven obliga-
por María Cielo Selman
das a aban-
donar su país
por factores exter-
nos a su propia voluntad.
La migración es un proceso que
conlleva a la generación de niveles de
estrés tan intensos que logran supe-
rar la capacidad de adaptación de los
seres humanos, y por esa razón, este
desequilibrio comienza a manifestar-
se más tarde o más temprano con una
serie de signos físicos y psicológicos.
Los más comunes son: tristeza, llanto,
culpa, ideas de muerte, ansiedad, in-
somnio, y tensión permanente.
Que Dios los perdone
“Yo sé que el mayor temor de mi
mamá pasa por mis dos primitas que
quedaron en Siria. Ellas están secues-
tradas desde que mataron a mis dos
tíos. Como mi mamá sabe lo que les
puede pasar, no hace otra cosa que pe-
dirme que haga lo posible para traer-
las a la Argentina”, explica María, hija
de Sumaia.
Básicamente, “lo que les puede pa-
sar” a estas niñas, es ser dos víctimas
más de la ola de violencia que des-
de hace meses azota a Siria, gestada
por grupos fundamentalistas cuyo
objetivo es llevar terror a la pobla-
ción para desestabilizar al gobierno de
Bashar al Asaad. “Esos asesinos ya han *(La Odisea, Canto XX, 15-18)
 matado inescrupulosamente a miles
de compatriotas sin razón, y obliga-
ron a gente como mi mamá a tener
que abandonar su tierra por miedo
a morir”, enfatiza María.
Dentro de esos miles, se encuentran
dos de los cinco hermanos de Sumaia
y sus cuñados. Todos ellos amanecie-
ron sin vida luego de un bombardeo
que destruyó el barrio donde vivían.
La sobreviviente y su hija mayor lo-
graron escapar porque se escondie-
ron dentro de un ropero, evitando
ser encontradas por los violentos.
“Tenía miedo de que me escuchen
llorar”, relata Sumaia mientras se
toma fuerte el pecho. La madera es-
taba caliente, casi a punto de arder
por la explosión, y el dolor de los vi-
drios clavados en los pies a cada paso
para lograr salir entre los escombros,
no equiparaba el sufrimiento de ha-
ber visto morir a tantos de su mis-
ma sangre.
“Esa gente destruyó mi vida, me qui-
tó familia y amigos, y por más que ya
no estoy allá, todo lo que viví se vino
conmigo y seguirá conmigo para
siempre”, confiesa Sumaia mientras
seca con sus manos todas las lágri-
mas postergadas. “Que Dios los per-
la enfermedad
del inmigrante
done, porque yo no puedo”, agrega.
Se vino la noche
El Dr. Joseba Achótegui, especialista
en detección temprana del síndrome,
explica que el sentimiento de “sole-
dad forzada” (como se denomina clí-
nicamente) es el síntoma más difícil
de tratar, y se manifiesta con mayor
frecuencia durante la noche, que es el
momento donde afloran con mayor
intensidad los recuerdos, las necesi-
dades afectivas y los miedos.
En la mayoría de los casos, los inmi-
grantes provienen de culturas en las
que las relaciones familiares son mu-
cho más estrechas, y en las que las
personas, desde que nacen hasta que
mueren, viven en el marco de fami-
lias extensas que poseen fuertes vín-
culos de solidaridad, por lo que les
resulta aún más penoso soportar el
vacío afectivo.
El elemento que explica la desestabi-
lización psíquica de quienes padecen
esta enfermedad es el duelo, o mejor
dicho el no-duelo, al que Achótegui
clasifica en las siguientes dimensio-
nes: desapego familiar forzado, fra-
caso del proyecto migratorio, lucha
por la supervivencia, y vivienda.

“Tenía miedo
de que me
escuchen
llorar”
La gravedad de cada caso se deter-
mina a partir del nivel de dificultad
que presenta cada paciente para re-
solver la carencia de elementos su-
ficientes que permitan elaborar sus
duelos, piezas valiosas que la mayo-
ría de las veces no existen dadas las
86 condiciones extremas en las que ocu-
rre la migración. “Cuando el indivi-
duo se va, suele olvidar razones y he-
chos que en poco tiempo necesitará
recordar para sobrevivir en un mun-
do nuevo”, asegura Achótegui. “Si
no logra aprehenderlas nuevamente,
nunca podrá entender su nueva situa-
ción, y eso es lo que lo hace entrar en
crisis”, concluye.
Volver a empezar
Para Sumaia los días se volvieron
años. Cada segundo vivido en la
crueldad de la guerra dejó en su ros-
tro una arruga, una marca, un estig-
ma, que cada mañana al mirarse al es-
pejo no la deja ver más que sombras
de aquella mujer bella, fuerte y va-
liente. Es el dolor, y el esfuerzo por
tratar de reconocer algo suyo a su al-
rededor y fracasar en cada intento, lo
que la volvió frágil. “Encontrarme a
esta altura de mi vida sin casa, sin tra-
bajo y teniendo que venir a invadir a
mi hija es una frustración muy gran-
de”, confiesa Sumaia.
Entre la ropa que aún está dobla-
da en las valijas, hay decenas de fo-
tos que todos los días son vistas por
los mismos ojos, y acariciadas por las
mismas manos. “Esta es del día que
me recibí. (Sumaia toma la fotografía
y la señala) Yo soy abogada, tenía mi
estudio, mis clientes… Acá ni siquie-
ra puedo hablar bien el español”.
Hace ya unos minutos que María no
pronuncia una palabra, pero al per-
cibir la frustración, que una vez
más se hace oír como en tan-
tos otros momentos del día,
posa sus manos sobre los
hombros de su madre,
tratando de aliviar la ten-
sión y la incertidumbre que conviven
con ella.
- Acá vas a poder volver a trabajar
mamá.
- No sé hija, es difícil. Soy una mujer
mayor, no tengo la misma fuerza.
El sentimiento de desesperanza y fra-
caso que surge cuando el inmigran-
te no visibiliza siquiera las mínimas
oportunidades para salir adelante, y al
tener dificultades de acceso al merca-
do de trabajo, o sometiéndose a ha-
cerlo en condiciones de explotación,
deviene en una frustración intensa
que agrava aún más la situación.
“Yo tengo mucho miedo. Desde hace
dos meses siento que volví a nacer
en un mundo nuevo, pero cargada
de padecimientos. Extraño mucho a
mi familia y todavía no entiendo por
qué nos tuvo que pasar esto. Si es que
existe otra vida, le pido a Dios volver
a nacer en Siria, pero en la linda Siria,
no en la de ahora”, confiesa Sumaia.
-¿Crees que algún día vas a poder
volver a tu país?
-A veces siento que nunca me fui. Mi
vida y mi corazón están allá, y allí se
quedarán para siempre.
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