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Síntesis

El terror del Gulag, contado


por un 'enemigo del pueblo'
Hijo de un pope, Varlam Tíjonovich Shalámov había nacido en 1907 en Vologda (a
unos 500 kilómetros al norte de Moscú) y conocía perfectamente, a través de la
experiencia de su padre, la decepción que trajo la Revolución de octubre.
Paradójicamente, como explica Ricardo San Vicente, responsable de la edición y
traducción del desgarrado testimonio literario que suponen los Relatos de Kolimá,
Shalámov era «un firme partidario del poder soviético. (De hecho, a su manera, no
dejará de serlo hasta el final de sus días)».

Para explotar los recursos naturales en las zonas más inhóspitas del amplio territorio,
se pusieron en marcha expediciones geológicas compuestas por científicos e
ingenieros que implicaban también proyectos de repoblación forzosa de lugares
deshabitados en los que el suelo permanecía helado la mayor aparte del año. Se
provocó la emigración de poblaciones enteras, se fundaron ciudades, se hicieron
puertos, se crearon ferrocarriles a lo largo de todo el país, se acometieron faraónicas
infraestructuras como el canal del Mar Blanco, se explotaron minas de oro, de
uranio, de carbón, pozos de petróleo y miles de hectáreas de bosque fueron
convertidas en madera.

Trabajando para un Estado despótico, se le fueron a Shalámov más de 20 años. Su


regreso fue celebrado por escritores como Pasternak, pero nunca logrará sentirse
parte del mundo intelectual ruso, pese a que publica varios libros de poesía y ejerce
como periodista. El mayor desencuentro lo tendría con Solzhenitsin, quien le
propuso escribir juntos lo que luego sería Archipiélago Gulag

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