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E X P O N G O:
El artículo 1o. de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, vigente a partir
del 11 de junio de 2011, establece que todas las autoridades del país, dentro del ámbito de
sus competencias, tienen la obligación de promover, respetar, proteger y garantizar los
derechos humanos contenidos en la Constitución Federal y en los instrumentos
internacionales suscritos por el Estado Mexicano. Esa disposición también adopta el
principio hermenéutico pro homine, según el cual, en la protección de los derechos
humanos debe elegirse la interpretación más favorable para las personas. Por otro lado, los
artículos 22 constitucional, 5 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y 7 del
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos reconocen el derecho humano de toda
persona a no sufrir actos de tortura. Además, este derecho fundamental fue garantizado por
nuestro país al suscribir la Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura,
de cuyos artículos 1, 6 y 8 se advierte que las personas que denuncien haber sido torturadas
tienen derecho a que las autoridades intervengan inmediata y oficiosamente a fin de que su
caso sea investigado y, de ser procedente, juzgado en el ámbito penal. Por su parte, el
artículo 11 de la Ley Federal para Prevenir y Sancionar la Tortura establece que todo
servidor público que en el ejercicio de sus funciones conozca de un posible hecho de
tortura está obligado a denunciarlo de inmediato. Así, del análisis de los preceptos
invocados se concluye: a) Las personas que denuncien actos de tortura tienen el derecho a
que las autoridades intervengan de forma expedita para que su acusación sea investigada y,
en su caso, examinada a través de un juicio penal; b) La obligación de proteger ese
derecho recae en todas las autoridades del país (en el ámbito de sus competencias), y
no sólo en aquellas que deban investigar o juzgar el caso; y c) Atento al principio
interpretativo pro homine, para efectos del mencionado derecho, debe considerarse
como denuncia de un acto de tortura a todo tipo de noticia o aviso que sobre ese hecho
se formule ante cualquier autoridad con motivo de sus funciones. Consecuentemente,
cuando los órganos jurisdiccionales, con motivo de sus funciones, tengan conocimiento de
la manifestación de una persona que afirme haber sufrido tortura, oficiosamente deberán
dar vista con tal afirmación a la autoridad ministerial que deba investigar ese probable
ilícito.
PRIMER TRIBUNAL COLEGIADO DE CIRCUITO DEL CENTRO AUXILIAR DE LA OCTAVA REGIÓN.
Amparo directo 631/2011. 14 de octubre de 2011. Unanimidad de votos. Ponente: Juan Ramón Rodríguez Minaya. Secretario: Samuel
René Cruz Torres.
Amparo en revisión 65/2012. 3 de febrero de 2012. Unanimidad de votos. Ponente: Livia Lizbeth Larumbe Radilla. Secretario: José
Francisco Aguilar Ballesteros.
Amparo directo 332/2012. 16 de mayo de 2012. Unanimidad de votos. Ponente: José Ybraín Hernández Lima. Secretario: José Gabriel
Campos Hernández.
Amparo en revisión 361/2012. 25 de mayo de 2012. Unanimidad de votos. Ponente: Livia Lizbeth Larumbe Radilla. Secretario: Hernán
Whalter Carrera Mendoza.
Amparo en revisión 441/2012. 15 de junio de 2012. Unanimidad de votos. Ponente: Livia Lizbeth Larumbe Radilla. Secretario: Hernán
Whalter Carrera Mendoza.
Si al efectuar la revisión oficiosa de las pruebas que obran en la causa penal (diversas a las ponderadas por la
autoridad responsable), el Tribunal Colegiado de Circuito advierte que no hay indicios suficientes para tener
por actualizada la versión expuesta por el quejoso, relativa a que él y los testigos que declararon en su contra,
sufrieron actos de tortura, en virtud de que el Juez de la causa omitió ordenar que se investigaran conforme al
Protocolo de Estambul para, en su caso, robustecer la denuncia del reo en cuanto a dicho maltrato, a fin de no
vulnerar los derechos fundamentales de defensa adecuada y tutela judicial efectiva, establecidos en los
artículos 1o., 17 y 20, apartado B, fracción II, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, y
bajo el principio de suplencia de la queja deficiente previsto en el artículo 79, fracción III, inciso a), de la Ley
de Amparo, al haberse promovido el juicio constitucional por el inculpado, debe tenerse por actualizada una
violación a las leyes del procedimiento que trasciende a la defensa del quejoso, en términos de la fracción
VIII del artículo 173, apartado B, de la ley de la materia, en relación con los artículos 1o., párrafo tercero, de
la Constitución Federal y 1, 6, 8 y 10 de la Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura,
que amerita su reposición hasta la diligencia inmediata anterior al auto de cierre de instrucción, para que el
Juez de la causa lleve a cabo una investigación diligente y exhaustiva con base en el Protocolo de Estambul
mencionado, respecto de los actos de tortura que, probablemente, fueron cometidos en agravio del quejoso y
de las personas que declararon en su contra, toda vez que es necesario que los órganos jurisdiccionales de
instancia lleven a cabo la investigación eficiente de los actos de tortura denunciados, al no poder
jurídicamente el tribunal de amparo determinar la existencia de dicha violación al derecho humano a no ser
objeto de aquéllos, por no contar con pruebas suficientes y eficaces para ello.
Amparo directo 283/2016. 1 de junio de 2017. Mayoría de votos. Disidente: Hugo Ricardo Ramos Carreón. Ponente: Martín Ángel Rubio
Padilla. Secretaria: Elsa Beatriz Navarro López.
Esta tesis se publicó el viernes 08 de diciembre de 2017 a las 10:20 horas en el Semanario Judicial de la Federación.
Aun cuando el quejoso no alegó haber sido torturado, si éste presentó lesiones cuando fue puesto a
disposición del Ministerio Público, certificadas por dictámenes médicos, es obligación de la autoridad
responsable pronunciarse al respecto, y no del Tribunal Colegiado de Circuito calificar, prima facie, si dichos
datos derivan o no de actos de tortura, ya que si no lo realiza, debe concederse el amparo, a fin de que aquélla
subsane dicha incongruencia por omisión y falta al principio de exhaustividad establecido en el artículo 94 del
Código Federal de Procedimientos Penales y haga pronunciamiento expreso en el que funde y motive la
determinación que con plenitud de jurisdicción deba tomar al respecto. Lo anterior, tomando en cuenta la
interpretación constitucional que en relación con la tortura realizó la Primera Sala de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación al resolver los amparos directos en revisión 1275/2014, 1915/2014 y 4106/2014, en
sesiones de 3 de septiembre y 8 de octubre de 2014 y 18 de febrero de 2015, respectivamente, aprobados, los
dos primeros por unanimidad de votos y el restante por mayoría, partiendo de las siguientes premisas
fundamentales: 1) No puede considerarse que las lesiones físicas "leves", por sí solas, no pueden
constituir tortura, sin considerar sus diferentes tipos; 2) El tribunal debe analizar si los dictámenes
médicos que se practican al quejoso se llevaron siguiendo el Protocolo de Estambul; 3) La tortura no se
desvirtúa por el hecho de no haberse auto incriminado quien la padece; 4) El mencionado Protocolo
establece que hay distintos tipos de lesiones ocasionadas por actos de tortura que no son visibles
físicamente y "pueden ser indetectables en un primer momento"; en esas condiciones, dependiendo del
tipo de tortura, la exploración física de la víctima no necesariamente permite determinar la tortura utilizada,
por lo que deben hacerse otro tipo de exámenes con base en el propio Protocolo; 5) En relación con el tipo de
exámenes médicos que deben hacerse para confirmar o descartar la existencia de tortura, el Protocolo
contiene los estándares mínimos que deben tomarse en cuenta para investigar y documentar este tipo de actos,
así como otros tratos crueles, inhumanos y degradantes; 6) Es incorrecto descartar la existencia de tortura
con las pruebas y constancias de lesiones que se adviertan del expediente, sin determinar si aquéllas
cumplen con el Protocolo; 7) La violencia física o psicológica contra las personas, los tratos crueles,
inhumanos y degradantes, el tormento de cualquier especie, la marca, los azotes, los palos, etcétera, se
acreditan con independencia del tipo de resultado, y ello debe ser castigado y atendido de conformidad
con los lineamientos establecidos en la jurisprudencia que sobre el tema de tortura ha emitido la propia
Primera Sala; 8) Sostener que la autoincriminación es una condición para acreditar la tortura, implicaría
dejar fuera de este universo aquellos casos -por desgracia nada infrecuentes (acotó la Sala)- en los que las
personas son torturadas como parte de una cultura corrupta y práctica reiterada en el ámbito de procuración de
justicia; 9) Son obligaciones de los órganos jurisdiccionales, no sólo cuando tengan conocimiento de la
manifestación de una persona que afirme haber sufrido tortura, sino también cuando se tiene información que
permita inferir su posible existencia, dar vista a la autoridad ministerial que debe investigar el delito; y, 10)
Allegarse de oficio de mayores elementos sobre los posibles hechos constitutivos de tortura.
Amparo directo 861/2014. 21 de mayo de 2015. Mayoría de votos. Disidente: María Teresa Zambrano Calero. Ponente: Rafael
Maldonado Porras, secretario de tribunal autorizado por la Comisión de Carrera Judicial del Consejo de la Judicatura Federal para
desempeñar las funciones de Magistrado. Secretaria: Claudia Gabriela Tristán Lazo.
Nota: Este Tribunal Colegiado del Décimo Séptimo Circuito, al resolver, por unanimidad de votos, el amparo directo 33/2015, en sesión
de treinta de marzo de dos mil dieciséis, se apartó del criterio sostenido en estas tesis.
Esta tesis se publicó el viernes 30 de octubre de 2015 a las 11:30 horas en el Semanario Judicial de la Federación.
En relación con el tema de la tortura, la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, al resolver
el amparo directo en revisión 1088/2015, en sesión de 7 de octubre de 2015, fijó como criterio orientador para
la resolución de los asuntos, en síntesis, lo siguiente: a) Las consecuencias y los efectos de la tortura impactan
en tres vertientes, tanto como violación de derechos humanos, como de delito y, en ciertos casos, como
crimen de lesa humanidad; b) La concreción de actos de tortura contra una persona, con la finalidad de
obtener elementos que sirvan de sustento para vincularla con la comisión de un delito y determinar su
responsabilidad en ese hecho, además de afectar la integridad personal de la presunta víctima de tortura,
también conlleva otro tipo de afectación a los derechos humanos, como la libertad, derivada de detenciones
ilegales y/o arbitrarias, así como a contar con una defensa técnica adecuada y oportuna, entre otro tipo de
afectaciones que pudieran generarse; c) El núcleo, objetivo y fin último de la prohibición de la tortura y otro
tipo de tratos crueles, inhumanos o degradantes, es en realidad la tutela de un derecho fundamental más
amplio, a saber: la integridad personal (física, psíquica y moral), derivado de la dignidad humana; por tanto,
inherente a su esencia, es un derecho absolutamente fundamental del que gozan todas las personas por el solo
hecho de ser seres humanos; y, d) Una vez establecido el deber de investigación de la tortura por parte de las
autoridades del Estado, cuando proviene de una denuncia o la existencia de indicios concordantes para
suponer, bajo un parámetro de probabilidad razonable, que la violación a derechos humanos aconteció, en
relación con una persona que está sometida a un procedimiento penal por la imputación formulada en su
contra de haber cometido o participado en la comisión de un delito, es evidente que la omisión de realizar la
investigación respectiva constituye una violación a las formalidades esenciales del procedimiento que dejó sin
defensa a quien tiene el carácter de probable víctima de tortura. De igual forma, existen diversas disposiciones
del ámbito internacional que prevén criterios de protección de derechos humanos en los que se involucran la
tortura y los malos tratos, entre los que se encuentran: la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, la Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas
Crueles, Inhumanos o Degradantes, la Convención Americana sobre Derechos Humanos y el Protocolo de
Estambul y el Soft Law sobre Tortura, así como la jurisprudencia interamericana, de los cuales se advierte la
prohibición absoluta de la tortura y los tratos crueles, inhumanos o degradantes a nivel internacional, teniendo
a la integridad personal física, psíquica y moral como el bien jurídico cuya protección constituye el fin y
objetivo principal de dicha prohibición. Por su parte, la Ley Federal para Prevenir y Sancionar la Tortura, en
sus artículos 3o. y 11o. señala que cuando un servidor público conozca de la probable comisión de un delito
con motivo de sus funciones, tendrá que hacerlo del conocimiento del Ministerio Público. En tanto que
cuando se adviertan indicios de tortura sobre algún detenido, también se surte tal extremo. Bajo este contexto,
se actualiza la hipótesis contenida en la tesis de jurisprudencia 1a./J. 10/2016 (10a.), publicada
en el Semanario Judicial de la Federación del viernes 29 de abril de 2016 a las 10:29
horas y en la Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, Décima Época, Libro
29, Tomo II, abril de 2016, página 894, con el título y subtítulo: "ACTOS DE
TORTURA. LA OMISIÓN DEL JUEZ PENAL DE INSTANCIA DE INVESTIGAR
LOS DENUNCIADOS POR EL IMPUTADO, CONSTITUYE UNA VIOLACIÓN A
LAS LEYES DEL PROCEDIMIENTO QUE TRASCIENDE A SU DEFENSA Y
AMERITA LA REPOSICIÓN DE ÉSTE.", en el sentido de que aun cuando no exista
confesión o cualquier expresión de tipo incriminatorio del quejoso, si en suplencia de
la queja o en sus conceptos de violación se advierte que la única persona que realizó
imputaciones directas en su contra fue su coinculpado, y que no obstante que el
defensor de ambos denunció que la confesión de éste resultaba ilegal, en virtud de que
había sido producto de los actos de tortura a que fue sometido el mencionado
coimputado, y si esa manifestación es en la que se sostiene esencialmente la acusación
de la representación social; por tanto, a efecto de no dejar en estado de indefensión al
quejoso, debido a la omisión del Juez penal de instancia de investigar lo denunciado
por el coinculpado, así como por su defensor, debe ordenarse la reposición del
procedimiento, por constituir una violación que trasciende a la defensa del quejoso, en
términos de los artículos 173, fracción XIV, de la Ley de Amparo; 1o., párrafo tercero,
de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, así como 1, 6, 8 y 10 de la
Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura . Sin que sea obstáculo el
criterio establecido en la tesis aislada 1a. CCV/2016 (10a.), publicada en los medios de difusión oficial
señalados del viernes 19 de agosto de 2016 a las 10:27 horas y en el Libro 33, Tomo II, agosto de 2016,
página 789, con el título y subtítulo: "TORTURA. ES INNECESARIO REPONER EL PROCEDIMIENTO
CUANDO NO EXISTA CONFESIÓN DE LOS HECHOS IMPUTADOS O CUALQUIER ACTO QUE
CONLLEVE AUTOINCRIMINACIÓN DEL INCULPADO.", respecto de que es innecesario reponer el
procedimiento por actos de tortura cuando no exista confesión de los hechos imputados o cualquier acto que
conlleve autoincriminación del inculpado, ya que dicho criterio establece que la indicada tesis de
jurisprudencia 1a./J. 10/2016 (10a.), tendrá aplicación siempre que se trate de asuntos en los que, como
consecuencia de la tortura, se haya verificado la confesión o cualquier manifestación incriminatoria del
inculpado, porque en tal caso, la autoridad jurisdiccional estará obligada a realizar una investigación a fin de
determinar si se actualizó o no la tortura y, de corroborarse ésta, deberá ceñirse a los parámetros
constitucionales fijados en relación con las reglas de exclusión de las pruebas ilícitas, esto es, que de no
acreditarse el señalado supuesto de excepción, el citado criterio jurisprudencial operará en sus términos.
PRIMER TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIAS PENAL Y ADMINISTRATIVA DEL DÉCIMO SÉPTIMO CIRCUITO.
Amparo directo 188/2016. 7 de octubre de 2016. Unanimidad de votos. Ponente: José Raymundo Cornejo Olvera. Secretario: Jorge Luis
Olivares López.
Esta tesis se publicó el viernes 06 de enero de 2017 a las 10:07 horas en el Semanario Judicial de la Federación.
Las violaciones a derechos humanos en la primera fase de investigación del nuevo sistema de justicia penal
pueden ser reclamables en amparo, por lo que esta Primera Sala sostiene la Jurisprudencia 1a./J. 107/2007, de
rubro: "ORDEN DE APREHENSIÓN. CUANDO SE RECLAMA EN EL JUICIO DE AMPARO
INDIRECTO, DEBEN TOMARSE EN CUENTA LAS PRUEBAS DESAHOGADAS EN EL PROCESO
PENAL CON POSTERIORIDAD A SU DICTADO, SIEMPRE QUE EL QUEJOSO ACREDITE QUE SON
SUPERVENIENTES Y TENGAN VINCULACIÓN CON LOS HECHOS MATERIA DE LA
INVESTIGACIÓN.". Ello no se contrapone a la Jurisprudencia 1a./J. 64/2011 (9a.), también sostenida, de
rubro: "ORDEN DE APREHENSIÓN O AUTO DE VINCULACIÓN A PROCESO. EL JUEZ DE
DISTRITO PARA RESOLVER SOBRE SU CONSTITUCIONALIDAD NO ADMITIRÁ NI TOMARÁ EN
CONSIDERACIÓN DATOS QUE NO SE HUBIESEN TOMADO EN CUENTA POR EL JUEZ DE
GARANTÍA PARA SU EMISIÓN (LEGISLACIÓN DEL ESTADO DE CHIHUAHUA).". Lo anterior es así,
porque si bien el acto reclamado en el juicio de amparo debe ser apreciado bajo las mismas actuaciones que
tuvo a su alcance la autoridad responsable al momento de su emisión, también lo es que dicho principio ha
admitido como excepción, precisamente, la viabilidad de pruebas supervenientes que tengan directa relación
con hechos de la investigación, más aún, si convergen con la demostración de violaciones a derechos
humanos relacionadas con la fase inicial del procedimiento penal. Lo que reconoce el segundo criterio es la
revisión de constancias conforme a la naturaleza jurídica del nuevo sistema de justicia penal, pero ello no
implica que pierda vigencia y obligatoriedad el primer criterio rector para la admisión de pruebas en
cuestiones de excepcionalidad, incluso, de máximo rigor al tratarse de tortura. Por ello, esta Primera Sala de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación sostiene que el hecho de que la autoridad responsable no hubiere
tenido acceso a la carpeta de investigación, tratándose de la primera fase del nuevo procedimiento penal, no es
impedimento para que el tribunal de amparo admita y valore medios de prueba supervenientes que tengan
vinculación directa con violaciones a derechos humanos en dicha etapa de investigación. Al respecto, un caso
paradigmático es la tortura, pues además no debe perderse de vista que versa sobre un tema de
pronunciamiento previo y oficioso.
Amparo en revisión 703/2012. 6 de noviembre de 2013. Cinco votos por la concesión del amparo de los Ministros Arturo Zaldívar Lelo
de Larrea, José Ramón Cossío Díaz, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, Olga Sánchez Cordero de García Villegas y Jorge Mario Pardo
Rebolledo. Mayoría de tres votos por el amparo liso y llano de los Ministros Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, Alfredo Gutiérrez Ortiz
Mena y Olga Sánchez Cordero de García Villegas. Disidentes: José Ramón Cossío Díaz y Jorge Mario Pardo Rebolledo. Ponente: Jorge
Mario Pardo Rebolledo. Encargado del engrose: Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena. Secretario: José Alberto Mosqueda Velázquez.
Nota: Las tesis de jurisprudencia 1a./J. 107/2007 y 1a./J. 64/2011 (9a.) citadas, aparecen publicadas en el Semanario Judicial de la
Federación y su Gaceta, Novena Época, Tomo XXVI, octubre de 2007, página 112 y Décima Época, Libro I, Tomo 2, octubre de 2011,
página 993, respectivamente.
Esta tesis se publicó el viernes 23 de mayo de 2014 a las 10:06 horas en el Semanario Judicial de la Federación.
Si una vez realizado el análisis sobre tortura como acto reclamado de manera destacada, el juez considera que
existen elementos para conceder el amparo, deberá determinar los efectos de su concesión atendiendo a los
hallazgos de su investigación y a los impactos que esa tortura haya tenido en distintos ámbitos. Un primer
efecto sería, entre otras cuestiones, que la parte quejosa pueda tener acceso adecuado a un proceso justo, libre
de intimidación, así como a la búsqueda de información necesaria para poder hacer frente a la justicia y a
diversos actos procesales, judiciales, administrativos o ministeriales que pudiesen estar relacionados con el
acto reclamado y servir como prueba en el caso que se le inicie un proceso o esté en curso. Además, los
efectos deberán ser precisados por la autoridad de amparo dependiendo de las circunstancias concretas en que
los considere probados y determinar las medidas reparatorias relacionadas con ello. Independientemente de lo
anterior, el juez debe dar vista al Ministerio Público para que realice las investigaciones pertinentes en
relación con el alegato de tortura en su vertiente de delito.
Amparo en revisión 256/2015. 3 de octubre de 2018. Mayoría de cuatro votos de los Ministros Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, quien
reservó su derecho para formular voto concurrente, José Ramón Cossío Díaz, quien reservó su derecho para formular voto concurrente,
Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena y Norma Lucía Piña Hernández, quien indicó estar con el sentido, con salvedad en consideraciones.
Disidente: Jorge Mario Pardo Rebolledo, quien reservó su derecho para formular voto particular. Ponente: Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena.
Secretario: Jesús Rojas Ibáñez.
Esta tesis se publicó el viernes 07 de diciembre de 2018 a las 10:19 horas en el Semanario Judicial de la Federación.