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ENSAYO CRITICO

OPTIMISMO Y ESPERANZA: CÓMO IMPLEMENTARLOS BIEN EN LA VIDA

Una mentalidad de esperanza ocurre cuando quieres algo real y alcanzable para que


no pueda existir sin una razón plausible para que algo suceda. Sin embargo, existe otro
estado de ánimo que suele confundirse con la esperanza, y es el optimismo.
El optimismo es la tendencia de algunas personas a ver el lado positivo de las cosas.

Este ensayo habla de cómo el optimism y la esperanza es un valor que nos ayuda


a afrontar las dificultades con buen ánimo y valentía, a encontrar positividad en las
personas y circunstancias, ya creer en nuestras capacidades y posibilidades y en la ayuda
que podemos recibir. Considera también que el optimismo y la esperzanza es un
elemento esencial de la vida porque sin él no podemos levantarnos cada vez que nos
caemos. Esto no significa ser optimista por el simple hecho de serlo, ocultar la realidad o
negar lo evidente. 

Un optimista no es una persona ingenua que evalúa todas las opciones antes de tomar una


decisión; Hacer la vida más fácil no es una actitud fácil, ni requiere que las personas
nazcan optimistas. Algunas personas son apasionadas y se emocionan con facilidad por las
cosas, pero no son estáticas, no avanzan, sino que se detienen en medio del camino y se
dejan llevar por la decepción, el miedo, la falta de confianza y seguridad en sí
mismos. No hay duda de que el optimismo es mucho mejor que el pesimismo. Con esto me
centraré en las opiniones y actitudes negativas de las personas hacia la vida. Creo que no
hay peor obstáculo que nuestros propios pensamientos y actitudes negativas; una cosa que
debemos entender en la vida es que está llena de obstáculos pero también está llena
de bendiciones y grandes oportunidades.

Vivimos tiempos inciertos en los que solo la certeza parece válida. Nada será lo mismo.


Algunos dicen que empeorará y viviremos tiempos de pobreza y caos. Otros más afirman
que aprenderemos lecciones que nos lleven a mejorar el entorno en el que vivimos.
Mientras tanto, hemos tenido miedo y no hemos dejado de tener miedo. ¿Es la esperanza de
un mundo mejor, empático, con menos injusticia y desigualdad y menos daño moral
y ecológico suficiente para movernos hacia él? Un optimista diría que sí, pero esperanza y
optimismo no son lo mismo, aunque muchas veces se confundan. Un optimista cree que
todo estará bien, tiene una creencia innata de que es una persona de fe que no tiene nada en
qué confiar excepto en su fe. Cuestiones de fe. Por otro lado, una persona esperanzada es
consciente del dolor, sufrimiento e incomodidad de la situación actual, quiere deshacerse de
él, tiene una visión de la situación que quiere, pero sabe que eso no sucederá Porque sí. La
esperanza no es cuestión de fe, sino de compromiso.

Las personas negativas usan pensamientos y lenguaje que los preparan para el fracaso, y si
seguimos diciéndonos a nosotros mismos que las cosas van mal, podemos
ser buenos profetas porque las actitudes negativas provocan lo que no queremos que
suceda. Tendemos a conducirnos y actuar de acuerdo con lo que pensamos. Si nunca hemos
sido optimistas, podemos aprender a ser optimistas. Hay algunas técnicas o
pasos para aprender a ser optimista. El foco está en lo que está mal y lo que
necesitamos cambiar. Es decir, qué situaciones nos hacen ser optimistas y pesimistas,
qué creencias vienen con esta situación y cómo afectan nuestras vidas,
necesitamos cuestionar cuidadosamente esas creencias que son tan ciertas y buscar
experiencias positivas que nos hayan pasado en nuestra vida. Es cierto que hay vidas que
son más miserables que otras, pero también es cierto que hasta en las vidas más tristes
hay momentos de felicidad, y cuando se encuentra la felicidad es el momento
de darnos cuenta de que somos capaces. Entonces encontramos pasos para seguir buscando
más experiencias positivas, el pesimismo no tendrá cabida en nuestras vidas hasta tal punto.

La alegría de vivir reside en poder extraer limpiamente la esencia de todo. Vamos por la


vida derrochando alegría. Por eso a veces nos ponemos pesimistas y decimos que nuestra
vida es triste: pero la verdad es que no hay nada por lo que estar triste en esta vida, solo
una vida desperdiciada. Como dice el refrán, “mientras hay vida, hay Esperanza”.

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