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Universidad Nacional Mayor de San Marcos

Curso: Arte y Literatura en el Perú y en Latinoamérica.

Alumno: Diego Mera Olivares

Grupo: 28
Paralelos entre Mario Vargas Llosa en Los cachorros y García Márquez en Ojos de perro azul.

Aun cuando ambas obras y ambos autores sean parte, -sino artífices- del así llamado boom
latinoamericano, es necesario compararlos, no para tomar partido por uno u otro sino para dar
cuenta de las magnitudes y alcances de sus narrativas.

Las temáticas que ambos desarrollan son distintas, en el primero, considero, es la violencia lo
que se nos presenta, una violencia enmascarada (la incomprensión de los compañeros y las
exigencias de la familia y amigos) que tiene brotes intensos a lo largo del relato (de Cuellar a
los compañeros, a las mujeres pero sobre todo a sí mismo: los piques y borracheras); el
segundo tiene como temática la inminencia de la muerte, esta es tal, que hasta podría
considerarse como condición de la vida o pero aun como su usurpadora, su colusión se da al
grado que hasta nos es difícil distinguirlas, parecería apuntarnos.

En cuanto a los personajes del narrador peruano, esos muchachos miraflorinos de Los
cachorros son capaces de autoafirmarse; pese a que esta afirmación se produce en categorías
de clase asociado a exigencias de roles, es afirmación después de todo. A excepción de Cuéllar
todos terminan encajando en un lugar que les pareciera desde siempre reservado, sugerimos
entonces que esa necesidad de construir una identidad -y un nombre- aunque sea en función a
estamentos de clase es notoria; los de García Márquez en cambio no se autoafirman, todo lo
contrario, no parecen degradarse (pues ello supondría manejar un horizonte que el autor se
resiste a presentar) sino estar degradados, ello es más evidente en los dos primeros relatos: la
tercera resignación y la costilla de la muerte, pero no es del todo ajeno en Eva.

Los personajes de Vargas Llosa se comunican entre sí, se agrupan, se relacionan, aunque pocas
veces se analizan a sí mismos con detenimiento, pocas veces son introspectivos, y esto último
es lo más propio en los del colombiano que si no están “protagonizando” un relato psicológico,
al menos están muy cerca de ello.

Es tal vez el lenguaje el elemento donde se pueden hablar de similitudes, -aunque mínimas-,
pues la lectura de ambos textos exige un ritmo frenético que sólo permite pausas bajo el
riesgo de perder la ilación, no obstante se considera que Vargas llosa coloca el acento en la
sonoridad de su relato, muestra de ello es su deseo de agilizar los diálogos prescindiendo
muchas veces de la voz del narrador, o su empleo recurrente de onomatopeyas: los ladridos
del perro en el colegio, los neumáticos acelerando sobre el asfalto, las cervezas que se
destapan, etc. El autor de Ojos de perro azul en cambio tiene una propuesta más kinestésica, lo
demuestra la perspicacia por los límites del espacio ocupado en el personaje anónimo que
desde su encierro en su baúl da cuenta del propio cuerpo, y más aún la casi obsesión que
tienen todos por el olor visceral por el que sienten pánico.

Podemos señalar que en cuanto a las cosmovisiones el peruano nos muestra un universo de
fuertes cohesiones, pero que estas se comportan como garantes de posibilidad y de futuro
para sus personajes. Es un universo ordenado y de certezas, (el estatismo de la sociedad, los
mandatos de los padres y religiosos, etc.) pensado con anticipación, y por eso mismo tal vez
hermético donde es preciso nombrar a cada cosa por lo que es pues la realidad es estable y no
acepta interferencias. El universo que nos presenta García Márquez es señal de lo opuesto, es
un lugar sin registro ni referentes, que toma por asalto las certezas y salta los límites de lo
pensable para confundir vida y muerte, pero también sueño y vigilia, elementos que para él
quizás representen lo mismo.

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