DIPLOMADO DE EXTENSIÓN
PREVENCIÓN DEL DELITO A NIVEL LOCAL
MODALIDAD A DISTANCIA
Quinta Versión, 2011
UNIDAD 1
CONCEPTOS BÁSICOS PARA LA MEDICIÓN DEL DELITO
Identificar los conceptos centrales del módulo; para
el entendimiento y delimitación de los temas por
desarrollar.
Introducción
Damos inicio a nuestro módulo con esta primera unidad,
la cual entrega las definiciones básicas de aquellos
conceptos que estarán presentes a lo largo toda esta
experiencia de formación.
De esta forma, la unidad adelanta algunas de las
materias que serán abordadas posteriormente con
preliminar aspectos de interés y temas con algún grado
de complejidad técnica.
Así, revisaremos conceptos tales como delito, violencia,
como también las implicancias de medir en el contexto
que nos ocupa, las escalas de medición para estos
propósitos, la recolección de datos y los requisitos que
debiera tener un instrumento de medición.
Le invitamos a revisar cada uno de estos puntos a
1.1. ¿Qué entenderemos por delito?
1.2. ¿Qué entenderemos por violencia?
1.3. ¿Qué entenderemos por inseguridad?
1.4. Acerca del método y del enfoque en la
MÓDULO I
AUTOR: JORGE ARAYA
TUTOR: FRANCISCO GÁLVEZ
1.5. ¿Qué entenderemos por el acto de “medir”?
1.6. Escalas de medición
1.7. ¿Cómo recolectar datos?
1.8. ¿Qué requisitos debiera tener un instrumento de
medición?
1.8.1. La validez
1.8.2. La confiabilidad
1.8.3.
1.1. ¿Qué entenderemos por delito?
Para efectos de nuestro módulo, entenderemos por
delito lo siguiente:
Todo acto, conducta u omisión que está penado por la
Ley, contemplado en el Derecho Penal como delito y,
por tanto, sancionado legalmente.
Como vemos, no es posible hablar de delito y definirlo si
no es en base a lo que define como tal el Derecho Penal.
Pese a ello, si bien el interés de la criminología y los
criminal en general trascienden la definición que aquí
aportamos, consideramos que cualquier opción que
evite basarse en el Derecho Penal puede llevarnos a
una confusión mayor respecto del concepto.
Al respecto, como señalan algunos autores como García
Pablos (2003), quienes se interesan por este ámbito
del conocimiento pueden tener interés en estudiar
fenómenos no estén penados por la Ley.
Es por lo anterior que no podemos definir delito sobre
la base de lo que una cultura determinada considera
objetable, porque en ese caso el universo de conductas
censurables se vuelve demasiado amplio y ambiguo,
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dependiendo ya no sólo del país que observemos, sino
de cuántos sean los grupos que al interior de un Estado
reivindican una tradición y cultura propias.
Por otra parte, al aceptar basarnos en el Derecho
Penal si bien logramos delimitar nuestro objeto de
estudio, éste no está libre de múltiples sesgos y
variaciones dependiendo del lugar, la época u otras
variables contextuales que es preciso también tener
en consideración.
Así, cada momento histórico puede sancionar hechos
que luego dejan de ser considerados delitos. Por
ejemplo, el adulterio ha sido considerado delito en
legislaciones tradicionales para, posteriormente, ser
despenalizado.
De la misma manera, el avance de la sociedad, crea la
necesidad de contemplar nuevas figuras delictuales,
como es el caso de la “piratería”, la pornografía infantil
y la publicidad engañosa, entre otros.
Por último, así como el concepto que ofrecemos es
relativo por razones temporales, también queremos
hacer notar que dicho término también está sujeto a
los cambios de un país a otro o incluso se encuentra
supeditado a las diferencias regionales dentro de un
mismo país.
1.2. ¿Qué entenderemos por violencia?
En su Informe Mundial sobre la violencia y la salud, la
Organización Mundial de la Salud (OMS, 2002) define
la violencia en los siguientes términos:
El uso deliberado de la fuerza física o el poder, ya sea
en grado de amenaza o efectivo, contra uno mismo,
otra persona o un grupo o comunidad, que cause
o tenga muchas probabilidades de causar lesiones,
muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o
privaciones.
Así mismo, dicho informe da cuenta de la amplitud del
concepto de violencia, por lo cual propone algunas
clasificaciones con fines metodológicos. De entre ellas,
destacamos las siguientes :
Violencia contra uno mismo
• Suicidio o intento de suicidio
• Lesiones autoinflingidas
Violencia interpersonal
• Violencia intrafamiliar
• Violencia comunitaria
Violencia colectiva
• Es la violencia que se ejerce por determinado grupo
u organización contra otro grupo o comunidad y
donde pueden existir objetivos políticos, económicos
o sociales.
• En estos casos, la violencia se manifiesta como
conflicto armado entre Estados o al interior de ellos,
genocidio, represión, terrorismo o crimen organizado.
Por su parte, algunos autores como Buvinic, Morrison
y Shifter (1999) que han estudiado el fenómeno de la
violencia en el contexto de América Latina y el Caribe
nos proponen una definición más breve del concepto
de violencia, entendiéndola como:
El uso o amenaza de uso, de la fuerza física o psicológica,
con intención de hacer daño.
A partir de esta definición, los autores antes citados
advierten acerca de la necesaria distinción entre el
concepto de violencia y el de delito o crimen. A este
respecto, ellos señalan que existen delitos no violentos
(tales como la estafa y los hurtos, entre otros), pero
que también puede existir violencia no penalizada o no
considerada delito, como es el caso de algunos tipos
de represión de autoridades de un Estado, la violencia
intrafamiliar (la que no es considerada delito en algunos
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países) o, agregamos nosotros, la violencia vinculada
al deporte, la que en diversos lugares es tolerada o
tratada por la vía de la sanción deportiva o la “falta”.
1.3. ¿Qué entenderemos por inseguridad?
El tratamiento de diversos autores respecto del tema
de la seguridad ciudadana y la experiencia concreta de
trabajo de los Estados en esta materia, nos muestra
que se ha aceptado entender la seguridad ciudadana
en una dimensión “objetiva” y una “subjetiva”. En el
primer caso, la seguridad da cuenta de los antecedentes
que se disponen acerca de las incidencias delictuales,
es decir:
• registros de las policías,
• encuestas de victimización, y
• antecedentes de Justicia, entre otros.
La dimensión subjetiva de la seguridad, en cambio,
habla de una percepción o de un sentimiento que se
instala en determinados contextos sociales. Como toda
percepción, este sentimiento nace de la conjunción
entre un hecho o estímulo recibido y la lectura o
interpretación que se da a dicha información en la
mente de las personas.
Así mismo, la experiencia de haber sido victimizado
o que algún miembro de la familia o entorno cercano
lo haya sido, puede dar lugar a la instalación de un
sentimiento permanente de inseguridad. En otros
casos, igualmente, la influencia de los medios de
comunicación pueden bastar para generar un clima
colectivo de inseguridad.
Podemos agregar al respecto que la percepción que
la gente tenga de la realidad condicionará su vida
cotidiana, ya que el ser humano se mueve y toma
decisiones de acuerdo con lo que le indican sus
percepciones. Esto influye en la sociedad, por ejemplo,
provocando cambios en las rutinas de vida de sus
integrantes, impulsando inversiones en dispositivos de
seguridad o retrayendo la participación de la gente en la
vida cívica y cultural de una determinada comunidad.
En las condiciones descritas, la dimensión subjetiva
tiene tanta importancia como la efectiva incidencia
delictual, ya que los gobiernos pueden verse
presionados y perder el apoyo de sus habitantes debido
a un profundo sentimiento de insatisfacción.
Como plantean algunos autores como Delgado y
Guardia (1994), el miedo puede llevar a la fatalidad,
de ahí a la pasividad, luego la frustración, agresividad
y, finalmente, a la reacción de furia o crispación que
se ven reflejados en una tendencia acentuada de la
población por pedir mayor castigo a los culpables: la
punitividad como tendencia a exaltar los dispositivos
de sanción frente al problema.
Consideramos que entre las consecuencias de este
discurso estaría el debilitamiento de las líneas de
trabajo en prevención, una sociedad que pierde
paulatinamente el espacio en sus libertades y desconfía
cada vez más de sus conciudadanos.
Como vemos, la relevancia del tema exige su estudio y
medición en particular, por lo cual profundizaremos en
ellos posteriormente.
1.4. Acerca del método y del enfoque en la
investigación
Si bien no es tarea de este curso abordar en extenso
los métodos y técnicas de la investigación social,
revisaremos en este punto algunos conceptos que
estarán presentes a lo largo de las distintas unidades
y que dicen relación con las diversas posibilidades de
medición del fenómeno delictual.
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De esta forma, tomaremos las definiciones aportadas
por autores como Hernández, Fernández y Baptista
(2004) en lo que se refiere al método cualitativo y al
método cuantitativo, entendiéndolos de la siguiente
manera:
Método cualitativo
• Se trata de técnicas de investigación no cuantitativas
que buscan, sobre todo, entender o comprender un
fenómeno, más que medir su comportamiento. Bajo
este método se asume que cada grupo humano posee
una cultura o modo propio de conceptuar y valorar
la realidad, por lo que el investigador cualitativo se
interesa por conocer, desde dentro esa realidad, los
significados que le otorga el grupo.
• En el terreno, un investigador cualitativo realizará
descripciones y consignará antecedentes que le
permitan comprender e interpretar la realidad en
estudio por medio de:
- entrevistas abiertas,
- observación no estructurada,
- revisión de documentos,
- discusión grupal,
- análisis semántico, etc.
• Pese a que en la investigación social se ha llevado una
larga discusión entre partidarios del enfoque cualitativo
y los del enfoque cuantitativo, en la actualidad se
reconoce, cada vez más, la conveniencia de valorar
ambos enfoques.
Método cuantitativo
• En este caso, el investigador asume preliminarmente
una hipótesis de estudio que busca cotejar
empíricamente. Por ello, le interesa recoger
antecedentes, medir, cuantificar y realizar las pruebas
estadísticas que le permitan conocer “objetivamente”
la realidad del objeto de estudio.
• Se trata de un enfoque deductivo, por cuanto
parte de planteamientos generales y marcos teóricos
para luego acercarse al objeto, identificar variables,
medirlas, relacionarlas y obtener conclusiones para la
investigación.
1.5. ¿Qué entenderemos por el acto de “medir”?
Para establecer qué entendemos por el acto de “medir”,
adscribimos a la definición propuesta por Hernández,
Fernández y Baptista (2004), quienes señalan que
medir es:
El proceso de vincular conceptos abstractos con
indicadores empíricos. Los registros de un instrumento
de medición representan valores observables de
conceptos abstractos.
De esta forma, al medir estamos observando un objeto
o fenómeno en sus aspectos cuantificables, es decir,
nos aproximamos a su descripción contabilizando
los eventos a través de los cuales se manifiesta, sus
dimensiones o las cualidades que le son propias.
Si bien puede percibirse la asignación de valores
numéricos como una calificación objetiva, ella siempre
estará sujeta a:
• los sesgos en la recopilación de la información,
• el instrumento que se utilice para medir y
• el parámetro que la persona utilice al asignar un
determinado valor.
1.6. Escalas de medición
A continuación le presentamos una breve descripción
de las escalas más comúnmente utilizadas para la
medición del delito y la violencia.
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TIPO DE ESCALA DE MEDICIÓN: Nominal
• Se trata de una simple clasificación en la cual
estamos asignando, a las distintas categorías, nombres
o números arbitrariamente, sin que estos signifiquen
una valoración de alguna de sus propiedades.
• Son ejemplos de este tipo de escala los siguientes:
- listado de corrientes artísticas en el arte corresponde en los intervalos. Como se trata de una
contemporáneo,
- número de oficinas en una institución,
- razas de perros, etc.
TIPO DE ESCALA DE MEDICIÓN: Ordinal
• La escala ordinal permite que la clasificación que
realicemos de las distintas categorías siga un orden
lógico, de acuerdo a las características de ellas.
• Permite distinguir, entre las categorías consideradas,
una jerarquización de acuerdo con un atributo
definido.
• Por ejemplo, numeramos los pisos de un edificio
entendiendo que ellos se ubican en un orden que
representamos numéricamente (1° piso, 2° piso, 3° piso,
etc.). Igualmente, podemos ordenar las alternativas de
una encuesta, respetando el orden de conformidad
declarado en la asignación de números, esto es, Nunca
(1), A veces (2), Continuamente (3), Siempre (4).
TIPO DE ESCALA DE MEDICIÓN: Intervalos razón (de la escala de kilogramos en el sistema métrico
• En este caso, sí estamos asignando valoración según
la propiedad que consideremos de nuestro objeto de
estudio, con la condición de que cada intervalo debe
tener la misma distancia numérica.
• Por ejemplo, si se trata de ordenar ciudades según
el número de habitantes, los intervalos debieran
considerarse de la siguiente manera:
- 50.000 a 399.000 hab.
- 400.000 a 749.000 hab.
- 750.000 a 1.099.000 hab.
- 1.100.000 a 1.449.000 hab., etc.
• Esta escala nos permite construir agrupaciones
de elementos según la cantidad o rango que les
escala cuantitativa, podemos aplicar diversas pruebas
estadísticas a los datos considerados.
TIPO DE ESCALA DE MEDICIÓN: Escala de razón
• En las escalas de razón los intervalos deben ser iguales
como en la de intervalos, pero además el cero es real y
no arbitrario, asignamos el cero cuando efectivamente
hay ausencia total de la propiedad que medimos.
• Esta escala es el procedimiento más común de
medición.
• Ejemplos de esta escala son los siguientes:
- longitud con el sistema métrico,
- número de hijos,
- peso,
- velocidad,
- volumen, etc.
•Estambiénllamadaescaladecocientes,porquepermite
la subdivisión de las unidades y la transformación a otra
unidad de medida que esté expresada como escala de
al sistema inglés; de frecuencias a porcentajes, etc.).
Por ejemplo, cuando decimos que en un test aplicado
Carlos obtuvo un 76% de aprobación y Manuel un
82%, nuestros valores son expresión de la relación que
hemos obtenido entre los puntos que logró Carlos y el
total exigido: el test otorgaba 60 puntos para el total de
respuestas correctas y Carlos contestó hasta obtener
46 puntos; obtenemos su porcentaje de aprobación
por regla de tres: X= 76,6%
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1.7. ¿Cómo recolectar datos?
Para recolectar los datos en el contexto de nuestro
curso, es necesario definir un instrumento o método
a través del cual podemos obtener la información.
Para ello, el proceso de recolección de datos debiera
contemplar los siguientes elementos:
1. Seleccionar un instrumento o método de recolección
de datos.
2. Aplicar el instrumento o método.
3. Registrar las mediciones o antecedentes de manera
sistemática, ordenada, pensando en la forma más
adecuada de acceder a la información y analizarla.
1.8. ¿Qué requisitos debiera tener un instrumento
de medición?
Así como la recolección de datos considera determinados
aspectos, los instrumentos de medición cuentan
también con requisitos puntuales que revisaremos a
continuación.
1.8.1. La validez
La validez de un instrumento de medición implica que
éste mida lo que realmente se busca medir, es decir,
busca la adecuación o coherencia que debe existir entre
el fenómeno o variable a investigar y la capacidad del
instrumento de obtener información de ese fenómeno
o variable y no de otra cosa.
Por ejemplo, si deseamos conocer las dimensiones
de la actividad delictual de un país y el instrumento
seleccionado para tal efecto consulta por las condenas
sancionadas por los tribunales, estamos en realidad
obteniendo información acerca de la actividad de
los tribunales y no sobre las dimensiones de la
delincuencia.
Así mismo, para efectos de este curso hablaremos
de validez de contenido cuando el instrumento
contempla los ítems que consultan sobre la variable
que se analiza. Por otra parte, hablaremos de validez de
criterio cuando los resultados de nuestra medición no
coinciden o están muy lejanos con otro parámetro de
información que entrega información certera. Así por
ejemplo, si una encuesta política tiene resultados muy
diferentes de los que se conocen luego de la elección,
tenemos información sobre la no validez de criterio de
nuestro instrumento.
En tercer lugar, un instrumento puede carecer de
validez de constructo, en cuyo caso se trata de dos
variables, que se saben relacionadas, y nuestra
medición ratifica este conocimiento. Por ejemplo, si
la ciencia ha comprobado que la disposición de los
trabajadores para quedarse tiempo adicional en su
trabajo se relaciona con la motivación intrínseca de
ellos, nuestras mediciones deberán demostrar que,
aquellos más motivados, tienden a ser los que se
quedan más frecuentemente un tiempo adicional a su
jornada de trabajo. Si no hay correlación entre ambas
variables, dudaremos de los resultados obtenidos.
1.8.2. La confiabilidad
Entenderemos por confiabilidad del instrumento de
medición la capacidad de él para medir de manera estable
o coherente un objeto o fenómeno de observación.
Lo anterior implica que si aplicamos el instrumento a
los mismos sujetos y en las mismas condiciones, los
resultados debieran ser muy equivalentes. Del mismo
modo, una variación significativa de los resultados
estaría indicando poca confiabilidad del instrumento.
Así mismo, si la validez implicaba que el instrumento
mide lo que se quiere medir efectivamente, la
confiabilidad significa que los resultados obtenidos
son estables y entregan valores que representan con
fidelidad las magnitudes del objeto de estudio.
Por ejemplo, si al interior de una misma encuesta se
pregunta por igual tema al comienzo y luego al final
de ella, debe haber una alta correlación entre ambas
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respuestas, de lo contrario, estamos en presencia de
un instrumento de medición que no es fiable.
1.8.3. La objetividad
Entenderemos la objetividad como la capacidad de
observar y juzgar un sujeto o fenómeno de manera
imparcial, no comprometido con determinado
resultado, sesgado por prejuicios o distorsionada la
observación por variables colaterales que no forman
parte de lo que se pretende observar.
A este respecto, muchos autores señalan que la
objetividad no existe o no es posible, debido a que
es siempre una observación humana, sujeta a las
limitaciones de nuestra inteligencia, del avance de la
ciencia y de instrumentos siempre perfectibles.
Pese a ello, nos parece importante usar este concepto
para recordar dos dimensiones que deben estar
presentes en el trabajo de un investigador y gestor
público.
La primera dimensión a la que nos referimos es que
debemos entender la objetividad como apego a la
verdad. Ello, porque resulta bastante común que el
registro de datos de las policías pueda estar manipulado
para efectos de disminuir la denuncia y, por esta vía,
lograr que el territorio que se tiene a cargo aparezca en
una condición supuesta de disminución de los delitos.
Del mismo modo, la autoridad pública, en algunos
casos, puede verse tentada a presentar la información
de una manera sesgada o incompleta para mostrar
logros en su gestión.
En otros casos, el investigador se encuentra
condicionado por sus propias convicciones o prejuicios,
por lo que buscará, de alguna manera conciente o
inconsciente, que los datos prueben o confirmen su
propia perspectiva. En todos estos ejemplos, la falta
de verdad terminará quedando en evidencia y eso
significará un retroceso en cualquiera de los ámbitos
de acción que nos competan.
Un segundo elemento que deseamos relevar es que
si bien estamos alcanzando la objetividad, en buena
medida, al cuidar la validez y confiabilidad de un
instrumento de medición, podemos agregar que la
búsqueda de objetividad debe traducirse en registrar
la mayor amplitud de variables posibles o en escuchar
al mayor número de actores que puedan darnos
información respecto del fenómeno en estudio.
A este respecto, las ciencias sociales normalmente nos
proveen ejemplos de cómo un fenómeno puede ser
entendido de mejor manera si se explora una mayor
cantidad de variables relacionadas y se complementan
diversas metodologías e instrumentos de investigación.
En otros casos, incluso los informantes más espontáneos
en un diagnóstico comunitario estarán impulsados a
darnos información que destaque los problemas de su
entorno inmediato, sin reconocer los que existen en la
ciudad a la que pertenecen y que no los afectan tan
directamente.
Bibliografía de la unidad
• Antonio García-Pablos de Molina. Tratado de
Criminología. 3° Edición. Tirant lo Blanch. Valencia.
2003.
• Organización Mundial de la Salud. Informe sobre
la violencia y la salud. Publicado en español por la
Organización Panamericana de la Salud. Washington,
D.C. 2002.
• Mayra Buvinic, Andrew Morrison y Michael Shifter.
Violence in Latin America and the Caribbean: A
Framework for Action. BID. Washington, DC. 1999.
• Julián Delgado Aguado y Jaume Guárdia Maduell.
Seguridad Ciudadana y función policial. Ed. Unión de
Ciudades Capitales Iberoamericanas. Barcelona. 1994.
• Roberto Hernández Sampieri, Carlos Fernández
Collado y Pilar Baptista Lucio. Metodología de la
Investigación. Ed. Mc Graw-Hill, Interamericana.
México D.F. 2004.
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