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GETXO EN SUS CALLES

VICENTE DE AMÉZAGA ARESTI

Cuántas personas, entre ellos nosotros, y cuántas veces habremos pasado por ese lugar en
nuestros paseos matutinos por el incomparable marco de la playa de Ereaga, en ocasiones
echando la vista sobre las ruinas de Punta Begoña, haciéndonos muchas preguntas sobre
ella, pero no hemos bajado luego la vista a ras de suelo para tener a nuestro alcance el
sencillo homenaje que el pueblo de Getxo le ha brindado a un hombre desconocido para una
gran mayoría pero que, ai adentrarnos en su historia, nos ha enganchado de una manera
inusitada.

Quizá más de uno piense que, si no hubiera sido del PNV, ni siquiera este recoleto lugar
hubiera cobijado su busto, pero en este caso debo de decir que el honrar la memoria de este
hombre, está totalmente justificada. Algún otro pensará, con razón, que en realidad, no existe
una calle como tal en el callejero del puebfo y que, por lo
tanto, no debería figurar aquí, pero nos ha parecido de justicia el que, a través de estas
líneas, su pueblo conozca la trayectoria vital de esta persona, getxotarra por nacimiento y
algortarra de corazón, se encontrase donde se encontrase.

Bien es cierto que el apoyo incondicional de sus hijos, quemando una parte de sus vidas por
dar a conocer la de su padre, ha tenido influencia decisiva en que exista una documentación
tan numerosa y es-clarecedora así como que su generosidad en darla a conocer es, de todo
punto, en-comiable. La labor de recopilación, edición y distribución entre las bibliotecas que
han considerado como ejes fundamentales en la existencia del padre, les da un valor
histórico inconmensurable para que las generaciones actuales y futuras conozcan no sólo la
vida, sino el espíritu de un hombre que, por encima de todo, fue padre ejemplar, algortarra
auténtico, nacionalista hasta las cachas, escritor de fina y acertada pluma y amigo sincero de
sus amigos. Y todo esto destaca en sus escritos de antes de su obligado alejamiento y du -
rante su paciente exilio en espera prolongada de una vuelta a casa deseada, en los que
evidencia sus aspiraciones e ideales que no eran otros que su tierra, su pueblo y su cultura.

La obra de este hombre es hoy extensamente conocida gracias a su hijo, Xabier Iñaki
Amezaga, que ha dedicado buena parte de su vida a la compilación, edición y publicación de
la obra de su padre y que se acercó a la Fundación John Boulton (que es una institución sin
fines de lucro, creada en 1950 por las empresas H.LBoul-ton. Co y varios miembros de la
familia, destinada a la preservación de importantes documentos originales y objetos de
indudable valor histórico) para que este

trabajo dedicado, entre otros, al tema de los vascos en Venezuela, estuviera a disposición de
investigadores e interesados en la sede de la institución por la que discurrieron los últimos
años de la producción de nuestro personaje. Las publicaciones fueron recibidas por María
Teresa Boulton, presidenta de la fundación el día 17/6/2015, que recogió en donación la obra
completa en formato digital de Vicente Amezaga Aresti, historiador y escritor de origen vasco,
que fue miembro correspondiente de la Academia Venezolana de la Lengua Vasca y trabajó
como investigador histórico en los fondos b¡-bliohemerográficos de la fundación desde 1963
hasta sus últimos días, en 1969. Por esto se le ha llegado a llamar a D.Vicente Amezaga, "el
historiador de los vascos en Venezuela". No es la única biblioteca que alberga ya la ingente
obra de este algor-teño universal que consta en papel impreso de 9 volúmenes, 231 obras,
94 capítulos y 2.300 páginas porque las podemos encontrar en la "Libraryof Congress
E.E.U.U.", la biblioteca más grande deí mundo, en la Biblioteca General del País Vasco, en
Euskaltzaindía (fue miembro de número desde 1957), la Biblioteca Central de Venezuela y en
Eusko Ikaskunt-za-Sociedad de estudios vascos.

La rama de ios Amezaga de Getxo procede de Barrika donde ya estaban asentados a


mediados del siglo XVII con Matías de Amezaga y su esposa Antonia de Zan~ deTiz- Un
tataranieto de estos, Juan Bautista Amezaga Elordi fue el que al casarse con M. a Manuela de
Píñaga Mújica en 1780 se trasladó y fijó su residencia en Algorta. En 1812 tuvieron un hijo
llamado José M.s Amezaga Píñaga que contrajo matrimonio con M.e Rosa de Abaroa Sarria
de quien nació Pedro Amezaga Abaroa, bautizado en San Nicolás de Bari de Algorta el
20/10/1852, padre de nuestro personaje.

Pedro Amezaga Abaroa, se casó e! 10/1 /1878 en primeras nupcias con Antonia Ramona
Natalia Aresti Sustacha, nacida en Algorta el 1 /12/1850 y de vieja raigambre algorteña, con
la que tuvo tres hijos, Antonio Alfredo, Pedro Nolasco Félix e Inés Anselma. A consecuencia
de este parto, Antonia falleció cuatro días después. Pedro volvió a casarse el 5/8/1885 con la
hermana menor de su anterior esposa, M. a Juana Ricarda Aresti Sustacha con la que tuvo
otros ocho hijos, José M.a Agustín, Manuel Jorge Leandro, Ramón Félix, Jesús Antonio que
falleció a los 4 meses de nacer, Luis Antonio Fructuoso, M.a Anunciación, Blanca Rosa Juana
de Dios y el más pequeño, Vicente de Paul Laureano Amezaga Aresti, nuestro personaje.
El inicio de un nuevo siglo dejó atrás una serie de hecho luctuosos como las sangrientas
guerras carlistas y diversos alzamientos militares, los ataques a los Fueros vascos o la
masiva inmigración de jóvenes vascos hacia América, dejando paso a una vigorosa y rápida
industrialización que convirtió en muy poco tiempo una sociedad rural y agraria, quasi
bucólica, en una poderosa economía pujante y moderna. Paralelamente, el carlismo daba
paso al nacionalismo de la mano de un Sabino Arana Goiri que agrupó á su alrededor a un
buen número de jóvenes ávidos de mantener la singularidad de nuestro pueblo. Pedro
Amézaga, padre de nuestro personaje, consigue conocer personalmente a Sabino Arana y
abraza sus postulados con todas las consecuencias. Es en este ambiente general y particular
en el que viene al mundo Vicente de Paúl Laureano Amézaga.

Vicente Amézaga Aresti nació el 4/7/1901 en el solar familiar cuyo apelativo era "Itu-rrieta",
("las aguas que salían de la fuente llamada Yturrizaysus cercanías para la que llaman de
Aretxondo, sitas en este puerto de Algorta" B.A.H.P. 15/10/1786), caserío muy típico de
buenas proporciones con tejado a dos aguas, dos plantas con doble portalón adintelado en
fachada principal, soportado por tres columnas y gruesa viga de roble, no tenía como era
bastante habitual, balcón corrido ni escalera exterior, pero sí ventanas a los lados, con el
revoque parcial que dejaba al descubierto las piedras más salientes que le daban el aspecto
inconfundible del caserío vizcaíno y que estaba situado a la altura de la avenida Basa-goiti
n.° 75 (hoy estaría entre los n.° 67-69, frente al Batzoki de Algorta). En su parte posterior, la
huerta inclinada asemejándose a un balcón asomando hacia el viejo puerto y el mar bravio
de un Abra a medio hacer.

Su padre, Pedro, era abogado e industrial con una amplia fortuna y su madre M. a Juana
pertenecía a una familia acomodada y residente en Getxo desde varios siglos atrás. Su niñez
fue la norma! de un niño, mimado por el resto de sus hermanos y hermanas, para eso era el
pequeño, quienes le ayudaban en sus primeros estudios realizados en el colegio de las
Hermanas de la Caridad del Puerto Viejo, donde aprendió a leer y escribir. Luego pasó a las
escuelas públicas de la plaza San Nicolás, recalando ya con 13 años en e\"ColegioSan
Bernardo" libre y privado de segunda enseñanza ubicado en la calle Amezti, dirigido por el
maestro organero Eusebio Dourte Azkárate hasta su fallecimiento en 1896 (esta persona fue
el padre de Juan Dourte que más tarde tuvo fábrica de órganos en Begoña).

Luego pasó a dirigirlo D. Domingo Otxoa, director de la Escuela de Náutica del Puerto Viejo,
por convenio con el Ayuntamiento para cinco años. Entonces se daban clases de 2 a
enseñanza, náutica y pilotaje. Al finalizar este período, el Ayuntamiento decidió enviar a los
alumnos de náutica a Bilbao, quedando el colegio ligado al Ayuntamiento hasta el año 1914.
Poco después, desapareció.

Para entonces, Vicente ya destacaba por su gran capacidad intelectual, pero no por eso
dejaba de ser un niño, luego adolescente, al que le gustaban los deportes, en especial la
pelota quejugaba habitualmente en el frontón de los pórticos de la iglesia de San Nicolás,
justo debajo del ayuntamiento, y el fútbol acompañando con asiduidad a su hermano Ramón
quejugaba en el Arenas Club de Fútbol. Este hermano, Ramón, Negó a ser considerado por
el diario "La Gaceta del Norte", el mejor delantero de Vizcaya, teniendo inclusive una oferta
en firme del Athletic Club de Bilbao para engrosar sus filas a lo que se negó aduciendo"su
gran disgusto porque un profesor nos ha asegurado que Algorta sería anexionado a Bilbao".
Ya hemos hablado aquí de esta situación y de cómo se resolvió. Este hermano, además, fue
un escritor muy prolífico, con más de 50 obras de teatro, artículos y poemas, y llegó a ser
director del Cuadro Dramático de Getxo, grupo de gran fama por aquel entonces en el País
Vasco y que, con cierta frecuencia, representaba sus obras, además de en otros pueblos, en
el Gran Cinema de Getxo.

En casa, el sentir nacionalista del padre, que incluso cedió unos terrenos de su pro piedad
situados al lado de su casa para que se construyera el anterior Batzoki de Algorta, y las
conversaciones de la madre con las personas de servicio en euskara, removieron desde muy
joven en Vicente sus raíces vascas, iniciando una búsqueda de formación, por un lado
referente a la lengua vernácula y por otro la adquisición de un espíritu nacionalista que ya no
le abandonaría nunca. Con 16 años se sumerge, encerrado en el camarote del caserío
paterno, en el aprendizaje del euskara sin más profesor que su propio entusiasmo y en unos
meses consigue lo que a muchos les cuesta años, dominar la lengua materna hasta alcanzar
una maestría que le permitió escribirla en prosa y en verso, así como traducir obras de otros
idiomas. En paralelo, se afilia al PNV y ya un año después, con 17 años, publica en la revista
del partido "Euzkadi"sus primeros trabajos. Su pasión por los estudios lingüísticos le llevaría
a aprender y dominar perfectamente el Griego, Latín, Francés e Inglés, de los cuales hará
traducciones directas al euskara. Una buena prueba de ello es la obtención del primer premio
en el concurso público"Eus-kal Esnalea" con la traducción de "El licenciado Vidriera" de
Miguel de Cervantes. Tenía 20 años.

Su formación humanística bebió en las fuentes del clasicismo. Fue un enamorado de la


cultura y lengua griega, tenía de libro de cabecera el "Prometeo encadenado" de Esquilo que
tradujo al euskara, Hornero con su Miada y la Odisea, Herodoto, De-móstenesoTucídides, y
sobre todo Plutarco. Entre los latinos, sus amores le guiaban hacia Cicerón, pero no dejó de
leer y analizar a Horacio o Virgilio, aunque su preferido fuera Plinio el Joven. Si hablamos de
sus fuentes castellanas, sus referencias eran casi todas ellas religiosas, San Juan de la Cruz,
Fray Luis de Granada, Tirso de Molina o Teresa de Jesús a los que consideraba sus
maestros del idioma castellano al igual que mantenedores de su fe cristiana. Además de
éstos, como no podía ser de otro modo, se inspiraba en Cervantes, en la generación del 98
con nombres como Pío Baraja o Miguel de Unamuno y en su escritor favorito que era Juan
Ramón Jiménez. Y si ampliamos el espectro a la literatura universal, fue un lector
empedernido de Jane Austin, Díckens y sobre todo, Shakespeare, a quien tradujo ai euskara
en varias de sus obras.

Este torrente de autores fundamentales llenaban con sus obras (as estanterías de las
bibliotecas que él misino confeccionaba ya que era un magnífico carpintero. De la
hemeroteca de su casa paterna nada se sabe a pesar de que tuvo que ser abundante. En su
exilio de París acumuló con esmero diversos libros de contenido clásico, latín y griego en sus
ediciones francesas, pero se perdieron para siempre, nunca pudo recuperarlos. Ya en
Montevideo, una vez más inicia la construcción de una excelente biblioteca a cuyo cuidado
dejó a su hija Arantza y que viajó en 21 cajones, en primer lugar a Santurtzi y luego hasta la
Guaira, en Venezuela. Vicente no pudo disimular su tremenda alegría cuando recibió este
caudal bibliográfico. Esta hemeroteca no dejó de crecer en los 14 años que vivió en ese país.

En Getxo deja dos amigos fundamentales en su vida, los tres irían al exilio: El lehen-dakari
Aguirre del que era vecino y Pepe Olivares, amigo de juegos y correrías juve niles aunque
con éste haría la larga travesía hacia las américas. Les une, con el primero, el entusiasmo
por conseguir alcanzar la patria vasca y con el segundo, la pasión por la literatura. Con
Aguirre, al que había casado civilmente siendo juez de paz de Getxo durante la 2 a República,
le untó una amistad personal sin fisuras, sin él se sentía huérfano y sus comunicaciones
postales en el exilio fueron muy frecuentes. Con su amigo Pepe Olivares 'Teltagorrf, del que
ya hemos hablado aquí, funda ia revista "Gofae/cTde Ea que su hermano Ramón era editor y
administrador. En ella ambos escritores plasman las bellezas de su pueblo y los quehaceres
cotidianos del mismo. Sus plumas van describiendo el viejo puerto con sus calles
empedradas y sus casas blanqueadas, sus atardeceres desde la atalaya de Ribera-Mune,
sus juegos playeros, sus travesuras juveniles y sus inicíáticos amores de adolescentes
inexpertos.

Sus devaneos con la prosa y la poesía no le apartan de su afán por seguir culti vándose y
adquirir los máximos conocimientos posibles, por lo que realizó los estudios de Ingeniería
Técnica Mercantil en Bilbao obteniendo el título de Perito Mercantil con la finalidad de
encargarse de los negocios económicos de la familia pero la afición que sentía por las
humanidades lo empujó a estudiar Derecho en la Universidad de Valladolid en 1924 aunque
nunca fue un estudiante al uso, ya que preparaba los exámenes no en las aulas
universitarias sino en la soledad de su cuarto en su casa de Algorta. No quería que el bullicio
de sus compañeros le apartase ni un momento de su objetivo sino abstraerse de elio y
rodearse de los abundantes libros que su madre María cuidaba y recogía con mimo. Allí se
graduó 3 años después en 1927.

En 1931, el 12 de abril se celebraron elecciones por sufragio directo (sólo pudieron votar los
hombres, las mujeres no lo pudieron hacer hasta 2 años después) siendo uno de los 16
concejales electos por el PNV de 21 posibles para el Ayuntamiento de Getxo. En estas
votaciones fue elegido alcalde, José Antonio Aguirre y a Vicente se le nombra juez de paz del
Consistorio por libre elección del vecindario. Con 30 años era licenciado en Leyes, juez de
paz de su pueblo por ser hombre prudente, reservado, responsable y de confianza, concejal,
profesor de Historia y Literatura en el instituto de 2a Enseñanza de Getxo y no satisfecho con
ello empezó a prepararse para hacer oposiciones a notario.
Cinco años más tarde, en 1936 recién iniciada la Guerra Civil, el Gobierno Vasco Autónomo
se instaló como tal el primero de octubre porque el Parlamento español, Las Cortes, no
dieron su voto final de aprobación hasta entonces. Su primer presidente José Antonio de
Aguirre y Lekube juró el cargo de lehendakari en la Casa de Juntas de Gernika. La
instalación del primer lehendakari fue el 7 de octubre de 1936. Amézaga fue nombrado
director general de Primera Enseñanza de! recientemente formado Gobierno de Euskadi y
como tal cursa la orden de levantar la 1 a ikastola "San José"en Plentzia. En estas fechas,
tuvo

que sufrir la pérdida de varios de sus hermanos en plena juventud y ver cómo otros
emigraban, pero él seguía viviendo con su madre, ya viuda, y su hermano mayor José María
que era deficiente mental a causa de una meningitis infantil, en el mismo caserío en que
nació y fue su cuna.

En varias ocasiones hemos hecho reiteración en su vinculación, no sólo por nacimiento, a


Algorta y es que su profundo cariño a este pueblo no decayó en ningún momento por muy
lejos que estuviese, estando siempre presente en sus escritos, discursos y poemas, y
traspasando este mismo amor a sus hijos nacidos en el exilio pero que, sin conocerlo, eran
perfectos expertos de sus lugares emblemáticos como Erriberatxu, Erriberamune, el Etxetxu,
el castillo de Kakaleku, las finas arenas de Ereaga o la Peña Galdaretxe emergiendo de entre
las aguas. Su casa, del solar de los Amézaga, no dejó en ningún momento de su vida de
acunar sus pensamientos ni de sentir el regazo de su madre, que le adoraba por ser el
benjamín y sentirle como el más cercano. En uno de esos momentos escribió para sí mismo
ya que jamás fueron publicados:"M/cuna es Getxo que al bramar severo/del mar escucha en
la áspera Bizkaya/como lo fue de mi linaje entero/en cuatro siglos de que prueba haya./Lo$
nombres de tos viejos caseríos/forman la lista de apellidos míos".

Pero la indeseada guerra llama a su puerta y conocedor de los peligros ciertos que se
ciernen sobre su persona, opta por el exilio voluntario cuando"/05 nacionales" están a punto
de entrar en Bilbao, siguiendo la estela de tantos otros que después de luchar con bravura
contra un enemigo superior se sabe perdido. Él. es condenado a muerte y su madre, por sus
ideas y por tener hijos criminales que habían causado

la ruina de Vizcaya, pierde el caserío y sus pertenencias, siendo acogida caritativamente por
unos familiares de una de sus nueras. Triste camino para una mujer que peleó toda su
existencia nada más que para sacar a sus hijos adelante. Años después le sería devuelto,
pero las apreturas económicas y el regreso de alguno de sus hijos, la obligó a demoler el
caserío y levantar una casa de viviendas en que dar cobijo a todos. Un hecho fortuito vino a
truncar la vida de esta mujer fuerte y valerosa. Un domingo de octubre de 1945, al salir de
misa en la iglesia de Los Trinitarios de la calle San Martín, se rompió la cadera al caerse por
las escaleras. De resultas de la operación quirúrgica le sobrevino una pulmonía de la que ya
no se repuso falleciendo unos días después.

El 26/4/1937 la villa sagrada para todos los vascos de Gernika fue bombardeada dejando en
sus calles un saldo cercano a los 1.000 muertos, con 70% de los edificios destruidos y 20%
de los inmuebles inhabitables. Mercedes y Vicente, todavía novios, estaban ese día en
Mundaka comiendo con el alcalde después de la inauguración de la ¡kastola y vieron con
preocupación pasar a la aviación alemana. El alcalde les regaló una gallina "ponedora"ya
que todos los días les ponía un huevo, muy buen regalo en esos tiempos de tanta escasez.
Cuando Mercedes llegó a Las Arenas, el pueblo había sido bombardeado y estaba a oscuras
y la ama temió por su familia. 'El pueblo parecía la antesala de la muerte' nos cuenta su hija
Mirentxu que dijo su ama. Cuando llegó a la calle Las Mercedes vio colgando del balcón de
su casa d piano. Subió acongojada pensando en su anciano padre y vio el destrozo que una
bomba, al entrar por el balcón, había ocasionado. quemando la alfombra y algunos muebles
más que en aquel momento le parecieron una insignificancia al cerciorarse de que su padre y
hermanos estaban ilesos.

Con las noticias alarmantes y los bombardeos muy cerca de ellos, decidieron casarse por lo
civil el 14/5/1937, paso necesario para su boda religiosa ya planeada hacía tiempo. Vicente,
antes de emprender la marcha, se casa el 14/6/1937 a las 6 de la mañana en la sacristía de
la parroquia de Las Mercedes asistido por el párroco D. Manuel Escauriaza y un monaguillo,
dos días antes de que fuera bombardeada, incendiada y destruida, con Mercedes Iriba-rren
Gorostegi, que no duda ni un momento en acompañarle en su exilio, vía Santander. Esta
mujer, de ascendencia guipuzcoana, era la menor de cinco hermanos. Sus padres fueron
Juliana e Inocencio Iribarren, él de Deba y ella de Mutriku que llegaron a Las Arenas en 1895
para afincarse con sus dos hijas mayores Lola y Juli. Poco después su suegro compró una
parcela de tierra cerca del pueblo de Erandio a la orilla del río Nervión y ahífundó lo que se
ilamó"7a//eres Erandio" una industria especializada en la construcción de grúas y cascos de
grandes barcos comerciales transatlánticos. Cinco años después, en 1900, fueron a vivir al
4° piso de "Lo casa grande" en la calle de Las Mercedes. Este gran edificio de piedra que
entonces estaba recién construido por Domingo Usobiaga queda justo enfrente de la llamada
Casa Social, hoy Conservatorio Andrés Isasi. Allí les nacieron tres hijos más: el único varón,
Ino, Mari, y Pascu que era como entonces le llamaban a Mercedes.

Para principios del siglo XX, la sociedad fundada por Inocencio, "Talleres Erandio" estaba en
auge y la familia Iribarren gozaba de un estilo de vida confortable en medio de la creciente
clase media de Vizcaya. Ino-
cencio, además de la empresa de grúas, tenía una extensa bodega que, según cuen ta la
leyenda familiar, ellos mismos transformaban la sólida uva verde en un fino y delicioso
aunque ácido líquido llamado chacolí que consumían con gusto. Las mujeres de la familia
sortearon los vaivenes económicos que de seguro hubo en la empresa, montando un
pequeño negocio de ultramarinos que les proporcionó una cierta estabilidad.
D.a Mercedes, Pascu, una vez casada, aunque pequeña en estatura, se convirtió en el sostén
de todos, esposo e hijos, gracias a su espíritu indomable y un temperamento de acero.
Siempre a la vera de su esposo, acompañándole en sus desplazamientos, en sus
conferencias o actividades sociales, pero silente y paciente cuando él se refugiaba en su
despacho para no molestarle.

Si en junio del 37 tuvo que huir de Euskadi, dirección a Santander, al mes si guiente ya
estaba al cargo de 500 niños al ser nombrado director de la colonia de niños en Donibane
Garatzi, una de las muchas que el Gobierno Vasco intentó organizar, dentro de su capacidad,
no sólo en Francia sino también en Inglaterra, Bélgica e incluso Rusia y en diciembre se le
nombraba representante de Jesús M. a de Leizaola, ministro de Justicia ante el Gobierno de
Cataluña. Sus cargos políticos y administrativos nunca fueron muy relevantes por lo que se
pudo dedicar a lo que le gustaba de verdad, ser escritor. Antes de llegar a París donde fija su
residencia hasta 1941, pasa por Donibane Garatzi, Barcelona y Londres. Ailí nacen sus dos
primeras hijas, Mirentxu y Begoña. Pero inmediatamente se inicia la II Guerra Mundial y la
ocupación alemana les obliga a hacer las maletas, de nuevo, alejándose con dolor, cada vez
más, la esperanza del regreso a Euskadi y a Algorta. Fueron unos de los muchos que
coparon las carreteras ante el colapso de las vías férreas por la nieve con destino a Marsella.

El 15/1/1941 permanecía en el espigón n.° 7 del puerto de Marsella el mercante Alsina, de ta


Sociedad de Transportes Marítimos a Vapor, de bandera francesa, listo para partir, escoltado
en convoy, con derrotero a América. La diversidad de los pasajeros, no sólo vascos, que
ascendían al Alsina (se rumoreó que era el último mercante en zarpar a América comenzada
la Batalla del Atlántico), da idea de los sucesos de aquel tiempo crispado: un im-
portante número de judíos con pasaportes variados, belgas, holandeses, franceses,
alemanes y checos, en un intento de zafarse de los primeros zarpazos del holocausto. Entre
los republicanos españoles sobresalía la figura de Niceto Alcalá-Za-mora, expresidente de la
II República Española, ya muy anciano y enfermo con sus hijos y que en su libro de bitácora
relata que fueron "441 días de azaroso viaje desde Francia a la Argentina".

A los vascos que embarcaron en el Alsina los había ido avisando de la partida un Gobierno
Vasco disperso, arribando a Marsella a finales del año 40 y tratando de escapar de aquella
jaula de locos y desesperados como dejó escrito otro de los pasajeros de aquel mercante,
algorteño y amigo personal de Vicente, también, José Olivares "Tellagorri". Es muy intere-
sante mencionar algunos cabezas de familia significativos que embarcaron en el Alsina aquel
día de junio: Francisco Bas-terretxea, abogado y político, su esposa Fernanda y sus cuatro
hijos, entre ellos un joven Néstor, el escultor; Telesforo Monzón, político, consejero de
gobernación del Gobierno de Aguirre, y su esposa, M. a Josefa; M.a Teresa Aguirre, hermana
del lehendakari, su esposo, Juan Madariaga y dos niñas; Luis Bilbao y M. a Dolores, ella
enfermera y él médico, y sus dos pequeños hijos; Lucio Aretxabaleta y Katheriñe y sus tres
hijos, ambos posteriormente señan delegados del Gobierno Vasco en el exilio de Venezuela;
Tellagorri y su esposa, y Vt-cente/Bingen Amezaga, abogado, escritor y traductor y su esposa
Mercedes Iriba-rren... junto a este grupo nuclear, que estableció un vínculo entrañable que
duró a lo largo de sus vidas, aun cuando permanecieron en países diversos, iban muchos
vascos más.

Allí permanecieron, a bordo y en constante vigilia, acosados por las autoridades francesas y
las que había enviado Franco para obstaculizar cualquier trámite, pendientes de que se les
permitiese partir con pasaportes emitidos por el Gobierno Vasco en el exilio aunque avalados
por el de la II República Española. Todos eran afiliados al PNV menos Tellagorri que era de
A.N.V.

Partió, pues, el Alsina, en convoy, un 15/1/1941, para un viaje que se anunció de quince días
y que, por razones burocráticas duró 15 meses, estando retenidos durante varios meses en
Dakar, sin poder desembarcar, confinados a bordo durante 128 días por una huelga de la
tripulación, sin alimentación adecuada sobre todo para los niños y con las prendas de vestir
haciéndose girones. Sin conocer las razones, fueron enviados a campos de concentración en
el interior de Marruecos, Sidi-el-Ayashy y Kasha Tadla, muy rigurosos, al pie de las
montañas Atlas. Por goteo y con ayuda monetaria recibida de México y de los centros vascos
de la Argentina, abandonaron los campos y se establecieron en Casa-blanca, donde por fin,
desde México, Indalecio Prieto envió un barco de bandera portuguesa, el "Quanzo",
pudiendo embarcaren el mismo e!31/10/1941 accediendo a América y recalando en Veracruz
y La Habana, a finales de año. En el vapor Río de lo Plata partieron los que decidieron
allegarse a Venezuela y la Argentina, en abril del 42.
Cabe preguntarse cómo pudieron sobrevivir con semejante dignidad ante tanta adversidad
como la que padecieron manteniendo su entusiasmo y estrechando sus relaciones
personales. Vicente y su mujer habían dejado a sus dos hijas mayores en Biarritz al cuidado
de una tía, aunque luego fueron separadas cada una con una parte de la familia, una en San
Sebastián y otra en Las Arenas, y les era imposible el regreso.
En enero del 43, nace en Buenas Aires su tercera hija, Arantzazu. La hija que con sus
escritos plenos de amor y ternura hacia sus primogenitores, nos ha puesto en ban deja estas
páginas que servirán para disipar nuestra desmemoria y revelar los matices de una vida
azarosa pero profusa como es la de Bingen Amézaga y su familia. Los esfuerzos que, al
margen de su profesión nunca remunerada como escritor, traductor o periodista, hizo durante
su estancia en la capital bonaerense para mantener con el mayor decoro a su familia
pasaron por su trabajo como contable. Allí, al parecer, se le vio actuar en público por primera
vez, en el teatro Alvear. No obstante, poco tiempo estuvo en la capital argentina, ya que en
septiembre del mismo año ya se encuentra en Montevideo, con 43 años,

preparando la Gran Semana Vasca que implica, para él, charlas, conferencias, artículos y
actividad administrativa. No le fue fácil encontrar un trabajo estable con el que ganarse la
vida. A su llegada, se convierte en agente de seguros y consigue otros tra bajos precarios,
aunque al poco logra ponerse al cargo de un curso de lengua vasca en el instituto de
Estudios Superiores durante 12 años y otros cinco en la cátedra de Cultura Vasca. Esta
situación no fue óbice para que consiguiera dar a sus hijos la educación de nivel que él
deseaba.
Es aquí donde descubre su vocación de periodista, publicando sus artículos en los periódicos
más prestigiosos del país, como "El Plata" el "Día" y colabora con "El Nacional" y "El
Universal". En ellos escribió artículos como: "Hermandad vasca", "La realidad española bajo
Franco" "Defensa de la libertad", "Los paisajes entrañables", etc. En 1945 nace su hijo
Joseba Bingen y en el 47 su quinto hijo Xabier Iñaki y recibe a principios de 1948 embarcada
en el "Monte Amboto" a su hija Mirentxu, a la que no veía desde 7 años antes.

Durante todos estos años, 32 para ser exactos, con un largo recorrido por Francia, Argentina,
Uruguay y Venezuela a sus espaldas, no cejó en ningún momento de seguir escribiendo
sobre cualquier tema, sobre todo los relacionados con el País Vasco y su entorno, sin olvidar
las traducciones al euskara de aquellos libros cuya lectura le hubiera marcado. Un buen
ejemplo de ello es la traducción que realizó del archiconocido libro de Juan Ramón Jiménez
"Platero y yo", previa solicitud de permiso al autor para ello. Un año antes había traducido la
que él consideraba como la obra más excelsa de Shakespeare, "Hamiet", publicada en 1952
por Andrés Irujo. Lejos de reportarle beneficios, no le dejaron más que deudas, pero su
satisfacción interna superaba con creces su ausencia de ingresos. Algunos que nos
dedicamos a esto de juntar palabras con sentido, sabemos de ello aunque la recompensa de
un trabajo realizado a conciencia y con conciencia nos resarza ampliamente en nuestro fuero
interno.

A sus 50 años, su salud se resiente, comienza a tener vértigos y. le zumban los oídos.
Después de los análisis pertinentes y radiografías varias le diagnostican que tiene el sistema
nervioso alterado que le afecta al sistema digestivo, y como consecuencia, el oído. Le ponen
a dieta estricta, le medican para el vértigo que no le permite salir solo de casa, y le recetan
vitaminas y reposo. Aunque con mejorías esporádicas, ya no vuelve físicamente a ser eí
mismo. Los gastos aumentan y no le queda más remedio que vender los dos apartamentos
que le habían correspondido por herencia en Algorta. No es buen momento para la venta
pero sus necesidades económicas aumentan y la educación de sus hijos y su salud
necesitan ese caudal dinerario.

Su estancia en Montevideo (Uruguay) llega a su fin en 1955. Ha escrito multitud de artículos,


muchos de ellos ni siquiera publicados, ha dado una serie de conferencias relativas a la
situación uruguaya y vasca, ha publicado las traducciones arriba indicadas y alguna otra, ha
fundado la cátedra de Cultura Vasca en el Instituto Superior de Montevideo, ha coiaborado
en los principales diarios de la capital, pero... a pesar de sus esfuerzos en todos los órde nes,
no consigue una estabilidad económica para su amplia familia así que decide buscar nuevos
horizontes ayudado por José M. a Lasarte que le encuentra un hueco apropiado en el Centro
Vasco de Caracas y por su cuñada Mari, hermana de su esposa. cuyo yerno necesita un
administrador y contable de confianza para su fortuna y su negocio de petróleos. Como
despedida escribe un artículo en el periódico "El Plato", en el que dice: "Llegamos oí
Uruguay como lo que somos, sin tapujos ni disfraces, como hombres de Cristo, vascos y
demócratas, Y para nosotros se nos abrieron los puertas... Adiós Uruguay. Sea lo que sea lo
que la vida depare, no podré dejar de amane ¡amas". Y su esposa Mercedes, que también
quiso despedirse de sus amistades, les dijo: "Os debo la revelación de lo que es la amistad,
el desinterés, la generosidad y el amor. Gracias por todo eso y por haberme recibido en
vuestro país". Esto se llama, gratitud... y ser bien nacidos.

Les costó dolor y lágrimas esta separación definitiva, sobre todo a los niños que la
consideraban como su patria, pero un pequeño avión de motor de hélice le llevó a él, 14
horas más tarde, después de atravesar las praderas de hierba verde, los ríos del sur, el Mato
Grosso y el Amazonas brasileño, hasta el aeropuerto de Maiquetia, en Venezuela. Había
viajado solo, su familia se iría reuniendo con él poco a poco. Ni esta separación le arredra ni
deja de pensar en sus hijos. Era el 17/7/1955.

A su llegada, Lasarte le propuso trabajar como secretario general del Centro Vasco y aunque
el sueldo no era elevado, aceptó por la ilusión de trabajar para los vascos radicados en
Caracas. Al poco, y en una visita relámpago del lehendakari Aguirre a la capital venezolana,
éste, en conversación privada, le propuso a Bingen Amézaga participar en un proyecto "de
seminario permanente con escritos y trabajos de archivo" que quedarían para las futuras
generaciones. El sueldo no sería elevado pero era el trabajo soñado: Poder reunir a toda la
familia y estar en su Euskadi amada. Poco tardó en informar a su mujer de sus planes,
entusiasmado y con una gran esperanza. Y Mercedes, con gran dolor pero también con
ilusión, comenzó a preparar la vuelta a casa con sus cuatro hijos y, de ese modo, poder
reencontrarse con su otra hija, Be-goña, que ya tenía ló anos.

El plan era hacer la travesía en barco arribando a Barcelona después de hacer escala en
Santos, Río de Janeiro, Bahía y Dakar. Si difícil fue para la madre que, ade más dejaba allí a
su marido, más lo fue para los hijos separarse de su Montevideo natal. Allí dejaban una
ciudad que les había acogido formidablemente y unos amigos que les habían dado muestras
continuas de su amistad. Con un equipaje repleto de los libros acumulados durante largos
años, zarparon en el "Provence" y tras una travesía de un mes aproximadamente atracaron
en Barcelona el 22/4/1956. El reencuentro con la hija Begoña fue muy emocionante. Por
primera vez estaban los cinco hermanos juntos. Pero las grietas abiertas por tantos años de
separación se hicieron pronto visibles. Habían vivido en dos mundos tan diferentes que
parecía imposible el cariño verdadero. En Caracas, Bingen recibía un jarro de agua fría al
comunicarle Aguirre que el proyecto se postergaba. Allí estaba solo con su pena,
refugiándose en sus escritos y sus traducciones, pero la añoranza de la familia y de su patria
le estaba matando. Pidió con angustia a su esposa que hiciese el viaje a Caracas aunque
fuese ella sola pues su ausencia le estaba provocando depresiones y ella, solícita, corrió a su
lado. Poco después se les unió una de las hijas, Arantza, después la otra hija, Mirentxu y una
vez finalizado el curso colegial, los otros dos hermanos, Bingen y Xabier. Begoña, por
decisión propia, se quedaba en San Sebastián.

De nuevo empezaban de cero en un país extraño pero pleno de posibilidades. Comienza a


trabajar con el marido de su sobrina M. a Luisa Urquijo como contable y como catalogador en
el Archivo General de la Nación de Venezuela e inmediatamente publica sus primeros
artículos en revistas relacionadas con temas vascos encontrados en él. Enseguida se
destaca como organizador nato y hombre activo aunque se le obliga a abandonar su trabajo
de investigador del Archivo Nacional por carecer de la nacionalidad venezolana. Es entonces
cuando le llega un punto de inflexión muy importante en su vida, un descubrimiento que iba a
colmar sus sueños de investigador en el que pondrá toda su pasión y entregará toda su
alma: El encuentro casual con la Compañía Guipuz-coana de Caracas, la empresa vasca del
siglo XVIII que desde dos siglos atrás guardaba celosamente, cogiendo polvo, un sinfín de
legajos que nadie se atrevía a tocar. Su amistad con dos catalanes, Manuel Pérez Vila y
Pedro Grases le proporcionó una entrevista con un hombre que sería crucial en lo que le
quedaba de vida: Alfredo Boulton. Por fin se le ponía delante la oportunidad que había estado
esperando desde siempre.

Boulton era un potentado venezolano de ascendencia inglesa, profundamente culto e


interesado en divulgar la historia de su país de acogida, para lo que había creado la
"Fundación Boulton". Nada más conocerse, Boulton percibió que Amézaga era la persona
adecuada a quien entregarle toda aquella documentación polvorienta de la Compañía
Guipuzcoana para que desentrañase su interior y la sacase a la luz. Ambos pensaron que no
había nadie mejor para hacerlo. Su misión, patrocinada por la fundación, sería iniciar sus
investígaciones centradas, principalmente, en la presencia vasca en Venezuela a través del
siglo XVIII. Nadie se puede imaginar el intenso gozo que le proporcionó la entrada en aquel
desván de un destartalado edificio construido dos siglos antes por los gui-puzcoanos que allí
se había asentado. Fueron 14 años de intenso, productivo, entusiástico trabajo que le
acarrearon el aprecio general en aquel país como historiador, lo que le facilitó la edición de
varios trabajos además de una colección de estudios monográficos que fueron apareciendo
en diversas publicaciones periódicas.

Fueron años de producción de monografías históricas que le han dado justo renombre.
Aunque Amézaga tuvo que renunciar a la primera idea de escribir un tratado totalizador
acerca de las actividades de la Compañía Guipuzcoana en Venezuela, los libros que llevó a
cabo como:
-Hombres de la Compañía Guipuzcoana (1963).
-El elemento vasco en el siglo XVIII vene-zolano(1966), -Vicente Antonio de Icuza, co-
mandante de corsarios (1966), constituyen aportaciones fundamentales para el conocimiento
del siglo XVIII venezolano. Es importante consignar que, en cada trabajo que finalizaba,
había una comisión de expertos y eruditos que calibraba su rigor y autenticidad histórica,
pasando siempre la prueba con sobresaliente.
Esta ingente labor no merma su producción de artículos periodísticos ni sus clases en las
aulas de la Universidad Vasca de Caracas a las que la juventud acudía para escuchar las
disertaciones de Amézaga sobre la historia desconocida del país de sus antepasados. Estas
conferencias se reunirían luego en un único libro titulado El hombre vasco que todos
deberíamos leer para conocer más a fondo nuestra historia
más auténtica. A la par, ni deja sus traducciones al euskara o al inglés, ni se olvida de su
descendencia que comienza a crecer hacia su madurez.

Lo único que le podía apartar de su trabajo y que le emocionó hondamente era el nacimiento
de su primer nieto. La raíz del árbol plantado en aquel país caribeño, se estaba hundiendo
cada vez más, para crecer fértil y convertirse en fruto hoy ya maduro. Como cualquier aitite,
se mostraba orgulloso de su estirpe y extremadamente cariñoso con el retoño. Sólo había
una cosa que le producía una emoción mayor, guardada durante los 32 años de exilio, y era
su añoranza de Algorta.

Y en euskara escribió:'Wa/agodoríx/k/tan íbiltako basterra/bertoko oroigaí arro ta eder-dunak


baiño/Sena baio atseinago ene Gobela alperra/eta London andiko ta París argiko/zo-
rogarrígustialezatanezdodaz/itsas-gaineko Algorta ederran gomutaz".
Y en castellano: "Esta es la hora en que cierro los ojos y me dejo llevar por la alfombra
mágica de mis recuerdos. Ya no estoy aquí. Quizá vengo caminando de la paz de La Galea y
ahora me detengo a la altura deAíxerrota.,. Es el momento en el que las sombras caen y las
luces de la ría de Algorta y Santurce se van encendiendo en un maravilloso abanico.
¡Espectáculo mil veces contemplado pero que mis ojos nunca podrán saciarse de admirar!

Un cáncer de hígado fue debilitando su cuerpo a una edad todavía relativamente joven y la
vela de la vida se le apagó definitivamente un 4/2/1969 en Caracas, rodeado de sus hijos
Bingen y Xabier y su yerno Pello Irujo. El escritor, articulista, poeta, ensayista, traductor,
biógrafo, conferenciante, orador, historiador, defensor de la lengua y las tradiciones vascas,
profesor y contable entregó su vida por y para sus hijos, dejando reflejado su espíritu en sus
escritos y sus discursos que están sustentados en una ideología enraizada en el pueblo
vasco y que siguen siendo, hoy, alimento para muchos. Algún día, desde su postrero
descanso del panteón de exiliados vascos del cementerio general del sur de Caracas,
sonreirá porque esa raíz se ha transformado en árbol fecundo.

No podemos finalizar estas líneas sin agradecer y reconocer la labor de sus hijos, Arantzazu,
Xabier, Bingen, Mirentxu que han recogido pacientemente sus escritos, que han puesto al
descubierto su vida desde sus vivencias con él y que reflejan vivamente el amor a un padre.
En 1979 se publican sus obras completas, 3 volúmenes en que La Gran Enciclopedia Vasca
recoge y reproduce El hombre vasco, Hombres de la Compañía Guipuzcoana y Juan Vicente
delcuza. En 1988, el Ayuntamiento getxo-tarra presidido por su alcalde Javier de Sarria, una
vez estudiada la personalidad, la obra y la vida de Vicente de Amézaga, da el visto bueno a
una partida presupuestaría con objeto de construir un monumento en su memoria que se
inaugura , en el lugar denominado Punta Begoña, el 11/8/1988. Uno de los diarios vizcaínos
proclama que será un lugar abierto frente al mar en la plaza que llevará su nombre, delante
de la playa de Ereaga. Un busto de mármol blanco que reposa sobre una peana de piedra
arenisca donde figuran su nombre y apellidos. A sus flancos, y también de piedra arenisca,
dos lápidas, en la una con el escudo de Getxo, en la otra la relación del itinerario geográfico
que recorrió en vida, y todo ello encuadrado en una pared circular. Debajo dos bancos de
madera y en el jardín otra gran piedra con sus nombres.

Digno sería que todas las veces que por allí paseemos, dirijamos una mirada, aunque sea
fugaz, hacia la memoria de un gran humanista que, aunque en la distancia, nunca olvidó su
lar natal.
Javier Campo

Compilacion, Edicion, y Publicacion


Xabier Iñaki Amezaga Iribarren

Editorial Xamezaga
La Memoria de los Vascos en Venezuela
Catalogo de Obras 1.100
www.scribd.com/xabieramezaga
www.editorialxamezaga.blogspot.com
xabieramezaga@gmail.com
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@xabieramezaga

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